Seneca - Tragedia Fedra

Adem�s de la trama hay que tener en cuenta, ciertos elementos que estan por fuera de la obra misma. Como es la corriente

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Adem�s de la trama hay que tener en cuenta, ciertos elementos que estan por fuera de la obra misma. Como es la corriente filos�fica del estoicismo, el concepto de ataraxia (control de las pasiones), furor, epicure�smo.

El conflicto en la obra es doble; el primer aspecto se manifestar� entre Fedra y su hijastro Hip�lito a trav�s de las divergencias de sus intereses y valores; el segundo, se desarrollar� en el interior de la protagonista quien, v�ctima de una pasi�n desmesurada, lucha para no sucumbir ante ella. Fedra, predestinada por los errores de su ascendencia (el linaje del Sol), se reconoce v�ctima de un nuevo mal: Fedra - �A d�nde quieres ir alma m�a? �Por qu� te has enamorado del bosque en tu locura? Reconozco la desgracia fat�dica de mi pobre madre [�] Con su odio a la estirpe del sol aborrecido, Venus venga a trav�s de nosotros las cadenas de su amante Marte y las suyas propias; de nefandos oprobios carga a toda la descendencia de Febo. Ninguna hija de Minos ha conseguido un amor apacible; se le une siempre la impiedad. (Acto I) Se evidencia la conciencia que tiene de ser presa de un amor monstruoso e imp�dico y se reconoce incapaz de luchar contra la pesada carga de una estirpe pecaminosa. Asimismo, Fedra pregunta a su alma sobre el camino que ha elegido, se�al de la falta de control sobre sus sentimientos. Reconociendo, la nodriza, el mal que se avecina, aconseja y reprende a la desenfrenada Fedra. Nodriza � Lo primero es querer la honestidad y no resbalar de ese camino, un segundo grado de pudor es conocer la medida en el pecado �A d�nde desgraciada te diriges? �Por qu� haces a�n m�s grave la infamia de tu casa y superas a tu madre? Fedra � Lo que est�s recordando s� que es verdad, nodriza, pero mi loca pasi�n me fuerza a seguir el peor camino. (Acto I) La honestidad y el pudor son aspectos paradigm�ticos que la mujer de la �poca debe respetar. Fedra reconoce la importancia de estas virtudes, pero es un impulso el que la domina, as� se precipita hacia su perdici�n. Todos estos fragmentos muestran a una mujer consciente del deber, pero sujeta a los impulsos que la llevar�n al castigo mismo de su consciencia y de los dioses. Este debatirse entre ratio y furor es el conflicto central, entre ellos deber� elegir constantemente. Fedra - �Qu� va a poder la raz�n? Ha vencido y reina la locura y un poderoso dios domina en todo mi esp�ritu [�] El reino del amor lo considero yo en m� por encima de todo y no tengo miedo de ning�n regreso. (Acto I) De esta manera, ya ha realizado su primera elecci�n y hace una consideraci�n muy importante: el amor como locura. Esta manifestaci�n reviste dicho sentimiento con caracter�sticas de una enfermedad mental. Dicho aspecto del amor ya anticipa el ir contra la propia naturaleza e incluso en contra de las leyes divinas. En primer t�rmino, transfiere su culpabilidad mostr�ndose sujeta a una enfermedad ps�quica (locura) y a la voluntad del dios Cupido, como dominante de su propia voluntad.

Sin embargo, en segundo t�rmino (lo cual muestra su debate interno) manifiesta considerar al amor como prioridad en su escala de valores. De esta manera, se sabe igualmente culpable y hasta adquiere cierto coraje en defensa de sus sentimientos. En contraposici�n a la escala de valores de Fedra, hallamos a Hip�lito que, de la misma manera, de una definici�n de la mujer, dentro de cual se puede hallar a la protagonista: Hip�lito � No hay otra vida m�s libre y m�s limpia de vicio y que mejor respete las antiguas costumbres que aquella que, dejando atr�s las murallas, se complace en los bosques [�] Rompieron este pacto la imp�a locura del lucro y la ira sin freno y la pasi�n que arrastre las almas con su fuego [�] Pero el caudillo de los males, la mujer: esta urdidora de cr�menes asedia los esp�ritus. (Acto II) Por otro lado, el conflicto que se desencadena en su fuero interno, la llevar� a fluctuaciones an�micas que terminar�n condicion�ndola, determinando su discernimiento y elecciones. De tal manera, manifiesta: Fedra � [�] no ha desaparecido de mi noble alma todo pudor. Te hago caso, nodriza. Este amor que no quiere ser gobernado, �sea derrotado! Honra m�a, no consentir� que te manches. �ste es el �nico medio, la �nica escapada de mi desgracia: seguir� a mi hombre, con mi muerte adelantar� a la impiedad [�] �Con un lazo pondr� fin a mi vida o me echar� sobre una espada? �Care� tir�ndome de cabeza desde la ciudadela de Palas? (Acto I) Cierto remordimiento florece en ella, propiciado por las palabras de su nodriza. Considera que la falta de control sobre s� misma s�lo puede remediarse mediante su muerte. La salvaci�n de su honra significar� la p�rdida de su vida. Finalmente, confiesa su amor a Hip�lito, medida desesperada por hallar otro remedio que de fin a su padecimiento: Fedra - �Aqu� me tienes! Suplicante yace postrada a tus rodillas la descendencia de una casa real. Sin haber sido salpicada por ninguna mancha, intacta, s�lo cambio por ti. Bien decidida, me he rebajado hasta la s�plica; fin pondr� a mi dolor o a mi vida este d�a. Ten piedad de una enamorada. (Acto II) Fedra conmueve con su s�plica, y la raz�n de ello radica en el sentido que conlleva el postrarse ante el dominio del amor, y sacrificar la honra por una decisi�n irracional. As�, pide piedad a su amado, pide un remedio a su mal. Fedra � Hip�lito, ahora est�s poniendo en mis manos lo que yo deseaba; est�s curando mi locura. Es esto m�s de lo que yo ped�a: morir, dejando a salvo mi pudor, a manos tuyas. (Acto II) Hip�lito intentar� asesinarla a causa de su hybris, pero ella, cegada, enferma, desesperada, ver� en ese intento una cura: morir, a manos del amado, rescatando la honra que ella misma no puede proteger. Pero �l, quien fue destinatario de su amor y quien pudiera darle fin, decide castigarla dej�ndola con vida, para que finalmente vea la muerte de su amor materializada en su amado. Fedra peca, no una, sino varias veces; mentir� a su marido atribuyendo a Hip�lito la desmesura que fue de ella. Sin embargo, en este enga�o, sin darse cuenta, dictar� su propia sentencia diciendo �Este ultraje a mi pudor lo lavar� mi sangre� (Acto III). Fedra, padecer� el derrumbe de su amor simbolizado en la muerte de Hip�lito. Ella misma es la urdidora de su amor y de su desgracia.

Fedra - �Ay de m�!, �a d�nde ha huido tu belleza y los ojos que eran mi estrella? �Yaces sin vida? Ven un momento y escucha mis palabras. No voy a decir nada imp�dico: con esta mano voy a pagarte el castigo y voy a hundir el hierro infame, voy a dejar a Fedra sin vida y a la vez sin culpa, y a ti por las olas y los lagos del T�rtaro, por la �stige, por los r�os de fuego voy a seguirte enloquecida. (Acto III) Fedra sufre, reconoce finalmente su culpa. Su suicidio ser� la paga por los males cometidos. Sin embargo, su amor no se rinde; seguir� a Hip�lito m�s all� de la muerte. Su intento de salvaci�n significar� la p�rdida de su vida.