Sat Nam Rasayan

LA ESENCIA DE LA SANACIÓN La conciencia, el equilibrio, la felicidad, la paz y la flexibilidad son los elementos esencia

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LA ESENCIA DE LA SANACIÓN La conciencia, el equilibrio, la felicidad, la paz y la flexibilidad son los elementos esenciales de la sanación, tal como se encuentran entre las bases de una vida bien vivida. La palabra sanación, tal como la usaremos, no significa tan sólo la eliminación de la enfermedad; eso es lo que llamaremos la cura. La sanación tiene un significado más elevado que ese. La sanación ocurre cuando liberamos o corregimos las condiciones que han generado tendencias o pautas dañinas ya sea que estas tendencias nos hayan llevado o no a la enfermedad directa. Así, la sanación puede darse antes que ocurra la enfermedad. Cuando la enfermedad llega, esta se eliminará si se liberan estas condiciones con la oportunidad suficiente para que el cuerpo se recupere. Quien se sana tiene la habilidad de permanecer relajado y en paz frente a las dificultades, y tiene la flexibilidad de adaptarse al cambio y a las condiciones difíciles de manera adecuada y saludable. Siempre podemos optar por defendernos de la enfermedad, pero exigir incluso esperar que no haya enfermedad (ni fracasos en la vida, o ningún conflicto) es volar tontamente frente a lo inevitable, tratando de forzar nuestra voluntad cuando estamos destinados a fallar, luchando con un adversario que no pueda ser vencido. En esta circunstancia no puede haber paz. Un enfoque más sano y más saludable es aprender a pelear nuestras batallas sin perder nuestra habilidad para aceptar lo que es. Si en este momento tengo cáncer, entonces de trata de algo con lo que debo buscar la forma de entrar en paz, además de buscar una cura. Pero la curación de mi enfermedad y la sanación de mi vida y espíritu pueden muy bien permanecer como dos procesos separados y distintos. Con el tiempo quizá me cure pero no sanaré, o quizá sane pero no me cure. La curación es la aplicación de cierta energía de modo que se anime a alguien hacia una pauta de mayor salud. El bisturí del cirujano, el remedio del herbolario, el ajuste del quiropráctico, la manipulación que el psíquico hace del campo energético de un chakra; todas ellas son maneras de curación. Hay un agente externo en cada una de ellas, y una persona en el papel de profesional (Aunque es posible que nos demos tratamientos a nosotros mismos). Para que el tratamiento sea eficaz debe incrementar la tendencia natural e inherente del paciente para regresar a la salud. Por ejemplo, una infección puede tratarse y curarse con un antibiótico, pero el medicamento sólo hace efecto hasta donde sustente y refuerce los procesos de sanación natural. La sanación es el proceso que ocurre tras bambalinas mientras se da la cura, el héroe silencioso que confiere el poder al remedio, la modificación de las condiciones que llevaron a la enfermedad en un principio. Sin la cooperación de los impulsos del cuerpo y la mente hacia la salud, nuestros métodos de atención y curación en realidad se verían patéticos. Cuando las fuerzas misteriosas de la sanación no pueden alinearse, el paciente no se recupera. Los tratamientos de quimioterapia, cirugía y radiación pueden destruir un tumor, pero si una sola célula de cáncer permanece y el cuerpo no es capaz de destruirla por sí mismo con sus propias fuerzas de sanación, el cáncer regresará, la remisión terminará y el paciente morirá. Ahora es cuando usted como sanador puede influir. Quizá usted ya es un profesional de la salud, un proveedor de curas, o quizá no, pero puede ser un sanador en cualquier caso, y mediante la concientización puede modificar tendencias perjudiciales en su paciente.

La sanación es misteriosa y seguramente así permanecerá. ¿Por qué una persona se recupera y otra muere? ¿Qué deseo vivo provoca que una célula rechace una sustancia química nociva? ¿Cómo es que una depresión de hace tiempo pueda finalmente levantarse? La ciencia nos dará respuestas parciales a preguntas como éstas, pero dudo que sea posible desembrollar por completo estos enigmas. Con frecuencia, el proceso interno de sanación resulta perfectamente adecuado para la recuperación completa, aún con la ausencia de intentos de curación. Todos estamos familiarizados con nuestros poderes de sanación propios, nos hemos sanado de algún rasguño menor y de moretones que no necesitaron tratamiento. Rutinariamente nos recuperamos de resfriados y demás infecciones virales y bacteriales sin ningún tipo de ayuda externa. Incluso traumatismos y enfermedades más graves sanan sin ningún tratamiento. La sanación emocional también es posible sin ayuda profesional. La pérdida del cónyuge, uno de los traumas emocionales más difíciles, quizá necesite un largo periodo de sanación pero por lo general esperamos que dicha sanación se lleve a cabo. Éste es el milagro de la sanación; milagrosa en la misma manera que la vida es milagrosa: en parte, pero nunca por completo, comprensible. Obviamente la sanación se ve beneficiada con un ambiente de apoyo. Si me corto un brazo, me dan unas puntadas y cambio continuamente los vendajes, seguramente procederá la sanación sin ninguna eventualidad. Si no puedo lavar y coser la herida, y no hay vendajes para protegerla, la sanación quizá no sea tan uniforme y sin problemas. Si mi brazo se infecta, la infección podría esparcirse y mi vida estaría en peligro. Aún cuando con el tiempo me recupere, mi brazo quedará con una cicatriz y hasta podría quedar limitado. En el caso de quien perdió a un ser amado, quizá nunca sane ni regrese a la felicidad si no tiene el apoyo de sus amigos y familiares, o si carece de una sólida salud mental, para empezar. Todos conocemos personas que nunca se han recuperado de un trauma emocional. Más allá de esta sanación física y emocional, también está la sanación del espíritu, la sanación de la vida misma, pero por supuesto no hay forma de separar realmente estos distintos aspectos de la sanación. La salud emocional es vital para la sanación física y la paz espiritual; la salud física lleva a la salud emocional y al equilibrio espiritual, y así sucesivamente. No obstante, la sanación de una vida debe considerarse aparte por una sencilla razón: todos vamos a morir. Tarde o temprano, nuestra salud física decaerá. Es posible que decaiga en un instante, como en el caso de un accidente grave, o que decaiga durante cierto tiempo debido a una enfermedad lentamente progresiva, pero decaerá y nosotros moriremos. Cuando fallezcamos, no es necesario entender la muerte tan sólo como la decadencia final del cuerpo. La muerte también puede ser un momento de triunfo para el espíritu. Si durante la vida ha habido sanación, la acumulación se sabiduría, paciencia, compasión y confianza en uno mismo, el fin de la vida puede ser la hora de la paz permanente. La sanación espiritual florece más en un ambiente propicio. Una fuerte práctica espiritual o pertenencia a una comunidad de hermandad es de valor inestimable si tenemos la esperanza de alcanzar la sanación espiritual y la paz interior. La sanación es un proceso continuo. Su principal propósito no es solamente librarnos de la enfermedad o cualquier problema, ni de hacer más fácil nuestro camino. Más bien, la sanación es el trabajo de alcanzar un equilibrio en cualquiera que sea nuestra situación presente. Enfermedad o salud, paz o guerra, amor o temor; no importa cuáles sean las condiciones internas o externas, la sanación es posible gracias a que no es la corrección de nuestras condiciones sino el regreso al equilibrio y la paz. Si nuestra perspectiva es

que ciertas condiciones de nuestra vida están equivocadas y deben corregirse para podernos sentir plenos y en paz nuevamente, entonces nos estamos condenando a una especie de victimismo, con la vida y todas nuestras vicisitudes consideradas como perseguidoras, pues sólo en contadas ocasiones todas las condiciones de la vida serán tal y como las tendríamos. ¿Con qué frecuencia esperamos que todo salga tal como lo queremos? Las condiciones “perfectas” son la excepción más que la regla, y estar esperando la perfección o trabajando para alcanzarla puede ocupar tanto nuestros días como nuestra energía. Ciertamente, es necesario hacer un esfuerzo, convertir los errores en aciertos, y las enfermedades en curación, pero hay otro “trabajo” que se necesita hacer y que es el humilde trabajo de la sanación. Este juego de la sanación que no requiere esfuerzo alguno (pues seguramente no se trata de un trabajo en realidad) consiste sencillamente en permitirnos, sin temor, experimentar todo lo que está sucediendo en el momento. Cuando somos capaces de hacerlo, ocurre un milagro: el milagro de la sanación. No es necesario que estemos enfermos física o mentalmente, esperando una cura, para embarcarnos en un viaje de sanación. En realidad, las curas pueden ser imposibles y aún podemos sanar. Ya que la sanación es, por sobre todas las cosas, una cuestión del espíritu. Es la forma en que manejamos los traumas físicos y mentales de la vida. Es un proceso interior de recordar y reconocer nuestra integridad al mismo tiempo que soltamos la necesidad de protegernos mediante respuestas de molde e inflexibles frente a los retos de la vida. Las heridas sanan cuando el cuerpo “recuerda” su estado natural. La mente sana cuando una víctima de abuso sexual en la infancia recobra su habilidad de reír y jugar como cuando reía y jugaba antes del abuso; cuando recuerda su ser gozoso, sin heridas y sin temor. Las vidas sanan en tanto volvamos a capturar nuestra capacidad de guiarnos sin temor hacia la plenitud y el compromiso gratificante hacia los demás. Y el espíritu sana cuando recordamos y nos acercamos a una idea de nuestra propia naturaleza divina, hacia la fusión más plena entre Dios y la naturaleza, hacia la felicidad, la flexibilidad y la paz interior. Cuando usted está frente a alguien tranquilo, o alguien enojado, o alguien con mucho poder personal, usted también lo siente. La presencia de esta persona tiene un efecto en usted. Usted ya experimentó eso y sabe que es cierto, pero, ¿puede explicar por qué? Si usted cae y se lastima, puede explicarlo: se tropezó y cayó, se golpeó la rodilla, estimuló las terminaciones nerviosas de cierta manera, provocó un poco de inflamación, y demás. El resultado es el dolor y la limitación del movimiento durante unos cuantos días. Eso es comprensible. Pero nuestra experiencia de la presencia de alguien no es fácil de explicar. Sabemos que sucede pero no podemos decir cómo. El entendimiento real del poder de sanación potencial de la presencia de usted surgirá de su experiencia de primera mano, y eso, tal como lo mencioné, sólo se dará con la práctica. Detenga toda la falta de fe que haya tenido y de ahora en adelante asuma que la trascendencia es posible. Asuma que es posible (aunque brevemente) salirse del universo material y experimentar un poco de lo que ya está en su conjunto fuera de los límites de la cognición humana. Asuma después que la conciencia es capaz de provocar el cambio y que las intenciones en la conciencia pueden modificar los eventos. Si usted puede asumir todo esto, entonces está en el camino para comprender. Sencillamente el

estado donde el sanador trasciende la conciencia cotidiana, donde se hace más conciente de la conciencia en un evento y que modifica ese evento de modo que permite la sanación. Empiece por adoptar el concepto de que, en realidad, usted afecta a los demás con su presencia. Lo que aprenderá es cómo hacerlo intencionalmente y con el propósito de la sanación. Usted es un sanador. Es parte de su naturaleza poder desarrollar su capacidad de alcanzar un estado neutral, meditativo, y en ese estado tener un efecto profundamente positivo en usted mismo, en los demás y en su ambiente en general. Todos tenemos ese potencial. Usted puede facilitar la capacidad de sanación natural en los demás y ayudarlos a regresar a un estado de equilibrio y felicidad. Esto no es cualquier cosa. Hay tanto sufrimiento en el mundo. Cáncer, sida, y demás enfermedades terribles que nos rodean. La incertidumbre económica y la maldición de la pobreza provocan gran estrés y tensión. Los desastres ambientales y la zozobra política y social son suficientes para atemorizar a cualquier persona pensante. Éste es el momento para que las personas reestablezcan su propio equilibrio y lleven a su corazón el servicio de quienes lo necesitan. Estos fundamentos de la sanación, la capacidad para modificar o soltar una condición que ha provocado y mantenido una tendencia dañina, junto con las cualidades de la intuición, la compasión, la conciencia y el amor, cuando se unen a la intención de sanar, pueden lograrlo sin ninguna otra técnica, como un arte de sanación plenamente sustentado. Así mediante su presencia, usted puede actuar como sanador eficaz. No importa cuáles sean sus antecedentes, si es un médico altamente calificado o si no tiene una experiencia de sanación particular. La esencia de la sanación es para todos. Todos somos un sanador en potencia. Aunque usaremos el “proceso sensorial” a fin de conocer el estado de presencia, el proceso sensorial es tan sólo una herramienta de enseñanza, y en última instancia se quedará atrás como las ruedas pequeñas laterales con las que aprendió a andar en su primera bicicleta. Esto se debe a que el proceso sensorial es un estado de conciencia, más que una técnica; se trata más de su conciencia y de su presencia más que de cualquier otra cuestión. Estos aspectos en usted, la conciencia y la presencia, pueden cultivarse y nutrirse, pero al igual que la trascendencia, no pueden forzarse. No hay una secuencia de pasos, ni instrucciones, independientemente del cuidado con el que se sigan, que puedan alguna vez enseñarle la esencia de la presencia. Eso sólo lo puede aprender mediante su propia experiencia directa, que a cambio puede obtener mediante la práctica. SER NEUTRAL La neutralidad es la cualidad fundamental que nos permite ser trascendentes y así poder modificar un evento que ocurre en la conciencia. Es lo que le permite liberar las condiciones que lo han mantenido a usted o a un paciente, con tendencias o pautas habituales perjudiciales. Si usted medita y su pie está con molestias, su “tendencia” será concentrar su atención en el pie adolorido, limitando la conciencia disponible para otras cosas. O bien puede mover su pie, pero esto sólo serviría para reforzar la preconcepción o “condición” en su conciencia que dice que un pie adolorido no es deseable y debe evitarse. Usted debe permanecer estable en su meditación para ser más neutral y liberar

las condiciones. Esta estabilidad es el estado en que no hay concentración ni foco de atención en algo, no hay reacciones, y además es un estado donde todas las sensaciones experimentadas están permitidas, al igual que todas las demás sensaciones. No hay una sola sensación sin importar su intensidad, que reciba más atención que las demás. Si usted desea sanar con el proceso sensorial, necesitará trabajar de manera neutral con lo que aparezca en su conciencia, como la incomodidad y los problemas. Estamos acostumbrados a concentrarnos en todo lo que nos molesta, y siempre estamos peleando con nuestros dolores y temores. Pero debemos empezar nuestra practica de sanación ahora, mediante un espacio donde, frente a la molestia y la distracción, no hagamos nada. Esto no significa que tenga que asirse de su mente con mucha fuerza, restringiéndola como un policía sosteniendo a un violento criminal, pues entonces la energía de su mente se volcará hacia usted, y la lucha sencillamente continuará de otra manera. Esto tampoco significa que necesite ser tan suelto que abandone su mente por completo, ya que de ser así ésta se tornará salvaje y caótica. Más bien necesita dejar ir a su mente pero desde cierta clase particular de disciplina, y dentro de una serie particular de directrices. El propósito es que usted suavice su resistencia y se permita vivir las sensaciones de la experiencia. Sintonía y Apertura del Espacio Sensorial Para su primer ejercicio de práctica, tan sólo siéntese, en una postura digna de meditación. Busque una postura que le permita relajarse y estar cómodo, pero recto y alerta. Puede sentarse en el piso con las piernas cruzadas, con o sin un cojín para apoyarse, o bien pude sentarse derecho en una silla firme. La PRESENCIA no necesita una posición sentada en particular, pero en este momento de su práctica cualquiera de las posturas de meditación comunes servirá para mantenerlo alerta y en conciencia. No necesita estar adormecido ni tampoco sentirse demasiado molesto por el dolor de las rodillas o los músculos del cuello. Cierre sus ojos y entre en “sintonía”. La sintonía es un aspecto de la práctica espiritual cuyo uso en especial deseo promover en usted. Antes de iniciar su práctica de sanación o de meditación, deténgase y decrete en su conciencia que ese momento lo dedicará a lo sagrado, a lo divino, a lo infinito. En una posición respetuosa hacia lo sagrado, en conjunto implica que en este momento estamos dejando nuestro ser personal, manejado por el ego, a favor de la inteligencia universal ilimitada que puede fluir a través de nosotros. Es una poderosa forma de empezar. Así que habiendo entrado en sintonía, entre gradualmente en su conciencia de todas las sensaciones que esté experimentando en su cuerpo. Sienta el aire en su piel. Sienta la presión de sus piernas contra el cojín o la silla. Sienta cómo se mueve su aliento por sus fosas nasales y la expansión y contracción de sus pulmones con cada respiración. Sienta la sensación de tensión y relajación y las sensaciones de incomodidad y de placer. Sienta la fuerza de la gravedad jalando contra cada parte de su cuerpo. Tómese su tiempo y amplíe continuamente su conciencia de modo que pueda sentir más y más. Sienta también las sensaciones sutiles, pequeñas y calladas que ocurren entre las más notorias. Sienta las que no tienen un nombre en particular. Tómese su tiempo y permita aún más sensaciones en su conciencia. Si tiene pensamientos, reconozca las sensaciones relacionadas con ellos y permita que también tengan lugar, sin ningún rastro de enjuiciamiento. Quizá desee no estar pensando, o estar más cómodo, pero sólo tome en cuenta lo que se siente con ese deseo y cómo siente los pensamientos, sin preocuparse por lo bien que lo está haciendo.

Si usted está consciente de los estímulos externos, los ruidos, los olores, por ejemplo, dése cuenta de las sensaciones que surgen en relación con ellos. Quizá no resulten obvias al principio, pero pronto reconocerá que su experiencia con un sonido o con un olor no es el objeto que ha creado el sonido ni el olor, sino las sensaciones en algún lugar de su cuerpo (por lo general no es en su nariz ni en sus orejas) que surgen como respuesta. Esté consciente de estas sensaciones como dijimos antes sin enjuiciar. En función de nuestro propósito, no hay sensaciones buenas ni malas, y todas deben ser permitidas por igual. Continúe meditando de esta manera durante quince minutos o más. No hay prisa. Si se siente frustrado, sencillamente abra sus ojos por un momento, ciérrelos, y vuelva a comenzar la práctica. Cuando termine, observe cómo se siente, y cómo le ha afectado la práctica. Al realizar esta práctica se estará relacionando con nada más ni nada menos que con la experiencia de este momento. A partir de esta práctica, es posible que salga a flote lo que usted ha estado ocultando por los rincones y las grietas del fondo de su mente. Eso es bueno, pues le permitirá ser testigo de los sutiles efectos de lo que usted ha estado evadiendo. Es posible que en un principio la experiencia sea intensa, pero si usted sólo se permite que se den sentimientos intensos, sin tratar de resolver nada por ahora, verá que esos sentimientos pierden su poder. Cada vez que ayudo a un estudiante o a un cliente a tan sólo estar presente con sus sentimientos reprimidos durante largo tiempo, siempre se alivia la intensidad. Las emociones y los pensamientos y, más importante, las sensaciones que se experimentan en relación con ellos, no deben eliminarse ni ignorarse, sino simplemente hay que dejarlos ser. Si usted está triste, deje que los sentimientos de tristeza lo conmuevan y sienta su toque. Si usted está lastimado, permita que eso lo conmueva. Si usted siente placer, permita que esa sensación lo conmueva. La meditación en la PRESENCIA es dejar de ser por completo nuestro propio ambiente interior y la experiencia real de este momento. Al hacerlo, desarrollamos una apertura hacia el ambiente exterior a nosotros. Si no estamos juzgando nuestra experiencia interior, entonces no juzgaremos la experiencia exterior que da origen a la interior. Así somos capaces de conocer las cosas como son, sin preocuparnos por cómo aferrarnos a nuestra experiencia ni cómo podríamos mejorarla. Esta aceptación de las condiciones internas y externas es el inicio del amor y la compasión genuinas, y éstas son, a cambio, la esencia de la sanación. Al hacer su práctica de esta manera, durante varios meses, notará no sólo una nueva habilidad como sanador, sino también una habilidad creciente para manejar las tensiones de su propia vida. Empezará a reconocer que la dificultad y el dolor que enfrenta no son tan malos por sí mismos, sino que sólo son difíciles de resistir si hay un fuerte impulso de evadir los sentimientos y las sensaciones que surgen en usted como respuesta a esos problemas y dolores. En tanto aprende a permitir sus sensaciones, descubrirá que el sufrimiento se reduce, y la vida toma una nueva riqueza y suavidad. Consumimos una gran cantidad de energía con nuestro deseo de evitar el dolor o de aumentar el placer. Es más frecuente que nuestro impulso hacia el bienestar aparezca como un empuje muy poco consciente y sobre el que tenemos poco control. Necesitamos reconocer cuándo estamos evadiendo sensaciones no placenteras o cuando estamos buscando más sensaciones placenteras a las que nos hemos vuelto adictos. Si hacemos esto, desarrollamos nuestra “PRESENCIA”, nuestra capacidad de permanecer

neutrales frente al problema o la tentación, sin reaccionar ciegamente a alguno de los dos. Al estar frente a las personas nos parece difícil ser capaces de verlos como en realidad son: tan sólo personas tratando de aliviar su propio dolor. Al dejar ser a nuestra incomodidad en su presencia, podemos por extensión permitirles sentirse incómodos. Éste es el principio de la capacidad de “estar ahí” para los demás y de atender sus necesidades de atenciones afectuosas. A menudo, estos mismos fenómenos tienen lugar con un sabor diferente. Por ejemplo, conozco a muchos hombres y mujeres que aprendieron a cubrir sus sentimientos de soledad con un comportamiento galante y coqueto. Se esfuerzan por ser atractivos. Aun cuando algunos consideren su comportamientos como algo placentero, sigue siendo una conducta de molde que oculta sus sentimientos reales. Así como el enojo de alguna persona frente a la pauta de otra es en sí mismo una pauta, también el objetivo del galanteo y el coqueteo seguramente replican una pauta de él o de ella, ya sea atracción o repulsión. En cualquier caso, la reacción puede ser el encubrimiento de sentimientos más profundos de necesidad o temor a la intimidad. Hasta que nos permitimos acercarnos a nuestra propia experiencia, sin reaccionar, podemos empezar a ser libres de respuestas tan automáticas. Es entonces cuando podemos estar presentes para los demás, cuando podemos tomar decisiones claras sobre lo que hacemos en una situación dada, cuando podemos empezar a amar y a servir con pureza, y no por la gratificación egoísta sino por una gozosa realización. Antes de continuar leyendo, practique más el ejercicio de meditación “sintonía y apertura del espacio sensorial” antes descrito. No hay ninguna fórmula mágica para aprender a sanar, sólo esta necesidad de practicar. Pregúntese qué es lo que trata de alcanzar. ¿Acaso no es reducir sus miedos y sufrimientos y ayudar a los demás a hacer lo mismo? ¿Acaso no es ser feliz y reducir la falta de satisfacción, separación, soledad e inseguridad en usted y en quienes conoce? La práctica diligente de la PRESENCIA le ayudará. SOLTARSE A SI MISMO El trabajo que estamos llevando a cabo es en realidad muy sencillo, aunque lo complicamos sin necesidad. Estamos cargados con una compulsión de servir y proteger nuestro ego, todo lo que llamamos “yo”, “mío” o “mi” Pero ese esfuerzo es sumamente innecesario. El verdadero ser está muy a salvo. Ese ser, el alma, nunca se ha visto herido, nunca ha necesitado la sanación. Siempre ha permanecido puro e intacto frente a los problemas de la vida. Pero se nos olvida, nos dormimos, y soñamos otra realidad, la del sufrimiento y el deseo. En realidad, lo que buscamos proteger no existe fuera de nuestra mente. Desde el nacimiento hemos estado acumulando ideas sobre nosotros mismos y el mundo. Tenemos conceptos y prejuicios interminables sobre lo que es deseable, lo que debe evitarse, qué clase de persona es atractiva, a quien debemos temer, y así sucesivamente. También tenemos ideas interminables sobre nosotros mismos: cómo somos, para qué somos buenos, qué nos resulta amenazante y qué piensan los demás de nosotros. Todo esto es tan sólo una creencia, derivada de cómo hemos aprendido a interpretar nuestra experiencia. Si nuestra experiencia o nuestra interpretación hubiera sido diferente,

tendríamos un sentido diferente del ser. Así que no hay nada absoluto sobre este ser personal; es nuestra propia creación y sólo tiene existencia limitada fuera de nuestra mente. Pero las cuestiones de atracción hacia algo y de evasión hacia lo otro parecen tan importantes que nos quedamos completamente envueltos en ellas. Olvidamos quiénes éramos antes de acumular nuestros conceptos de nosotros mismos. Olvidamos a nuestro ser original. En este sentido, nuestra creencia en el ser personal como una entidad diferente es una ilusión, un efecto secundario que nace debido a que nuestro ser original yace temporalmente oculto dentro de una forma humana. Los que son vulnerables y necesitan protección de los elementos son el cuerpo y la mente humanos; y no el alma. En nuestro esfuerzo para proteger nuestro ser vulnerable, usamos prácticamente toda nuestra energía optimizando nuestra experiencia. Tenemos miedo de una cosa y deseamos otra, y dedicamos nuestra vida a salirnos con la nuestra. Obviamente no hubiésemos sobrevivido como especie si no la hacíamos así, pero lo hemos hecho a un enorme costo. El costo es que nos hemos quedado dormidos y vivimos en un mundo de sueños donde lo mental y lo físico son las únicas realidades que percibimos. En este sueño, nos vemos a nosotros mismos y a los demás como seres diferentes y separados con necesidad de ser protegidos. La tarea ahora es despertar a la otra realidad, la de Dios en todo. Un inicio del despertar, y la claridad y tranquilidad que el despertar implica, ocurre cuando nos involucramos en la práctica de soltar nuestro punto de vista, ese punto de referencia que nos haría creer que existimos aquí. Cuando esto se logra, podemos soltar la necesidad de controlar nuestra experiencia para en cambio empezar a dejar que nuestra experiencia entre en contacto directo con nosotros. Cuando soltamos nuestro egocéntrico punto de vista desarrollamos una tremenda oportunidad de permitir que ocurra nuestra experiencia sin resistencia. Pase lo que pase en el vasto espacio de la conciencia libre del ego, sea placer o dolor, enfermedad o salud, nacimiento o muerte, podemos ahora permitirlo y experimentarlo en toda su plenitud. Tenga esto muy en claro. No es que la enfermedad ya no importe, o que podamos simplemente permitir morirnos sin buscar una cura. El cuerpo y la mente en realidad necesitan cuidados y protección, y hay una gran razón para que se prefiera el placer y no el dolor, pero si sentimos dolor y no somos capaces de permanecer presentes con él, o si sentimos placer y no somos capaces de experimentarlo por completo, o estamos deseando aún más, entonces estamos resistiéndonos a nuestra experiencia real. En ese caso, estamos cerrando una parte de lo que es, una parte de la realidad que llamamos Dios. Cuando, por otro lado, permitimos la experiencia de este momento, a pesar de nuestras preferencias, esa experiencia puede entrar en contacto con nuestro tierno corazón y nos iluminará. Desafortunadamente, solemos poner defensas contra buena parte de nuestra experiencia, y nuestro corazón permanece encasillado en una armadura. Nos hemos visto heridos, física y emocionalmente, y no todas las heridas recibieron toda la atención que necesitaron para una sanación completa. Eso es inevitable. Entonces aprendimos formas de molde para evadir heridas similares. Un ejemplo sencillo: Richard, uno de mis pacientes, creció en una familia donde había pocas demostraciones de amor, y con unos padres que permitían a la hermana mayor de Richard que lo fastidiara sin piedad. El

dolor de esa molestia era mayor que lo que podía soportar, y se escapó de su hermana escondiéndose, sólo en su habitación. Ahí el dolor de estar solo fue casi insoportable y Richard pasaría horas desesperadamente deseando que su madre acudiera a él y lo tranquilizara, pero ella nunca fue. De adulto, casado y con su propia familia, Richard continuó sintiéndose aislado del afecto que deseaba. Llegó a creer que siempre iba a estar solo, y era extremadamente sensible a cualquier negación de afecto. Richard estableció varias líneas de defensa contra la amenaza de tener que volver a sentir el dolor de la soledad. La primera defensa fue su ira. Si su esposa no lo reconfortaba cuando se sentía molesto, rápidamente se enojaba (lo cual tendía a alejarla y aumentar así su sensación de aislamiento). Al trabajar contra esta pauta, llegó a la siguiente línea de defensa, más adentro. Cuando dejaba ir el enojo, entonces sentía el deseo más básico de ser reconfortado. Pero en este punto lo que en esencia afirmaba era: “No estoy enojado pero estoy solo y así es como siempre será. No vale la pena tratar de alcanzar lo que quiero. Lo mejor será irme y vivir solo”. Eso habría recreado la escena en su habitación, solo y desesperado porque alguien viniese a buscarlo. Con trabajo más profundo, Richard fue capaz de bajar su segunda línea de defensa. Entonces, ya no se sintió desesperado, sino algo más importante: el miedo al aislamiento. Un esfuerzo mayor lo llevó más allá del miedo al aislamiento hasta llegar al sentimiento mismo. Éste era el que durante toda su vida había tratado de evadir con su miedo, su deseo y su ira. Y entonces, algo notable ocurrió. Cuando finalmente Richard se permitió sentir lo que con tanto trabajo había tratado de evadir, el sentimiento resultó ser tan sólo una sensación; una especie de presión al centro de su pecho. Descubrió que era capaz de tolerar esa sensación bastante bien. Con el simple hecho de permitirse estar así, sin ninguna evasión o resistencia, las cosas comenzaron a cambiar casi de inmediato. La sensación de que era un dolor que debía evitarse a toda costa (incluso a costa de la ira ante su esposa y de vivir solo) comenzó a desvanecerse. La sensación en el pecho se evaporó lentamente y en su lugar surgió una sensación de paz. De niño, las cosas eran muy diferentes. En ese entonces, estar aislado era algo que literalmente amenazaba su vida, y aunque a Richard nunca dejaron de atenderlo físicamente, su sentimiento de estar solo en verdad era aterrador. De adulto, ciertamente sabía que estaba físicamente a salvo, pero la pauta se había establecido y la mera razón tenía poco efecto. Sólo mediante la experiencia de vivir aquello a lo que le temía pudo iniciar la sanación. Todo cambia de manera natural; nada permanece igual. Para Richard, o para cualquiera de nosotros, estar atascado en una pauta significa que hay gran cantidad de energía puesta en mantener las cosas tal como siempre han sido. Liberar las defensas nos permita detener ese difícil trabajo de mantener las cosas en la misma condición. Cuando liberamos las defensas, las condiciones cambian y nuestra evolución puede continuar. El elemento central en todo lo que Richard aprendió a hacer fue la conciencia y permitir que la experiencia lo conmoviera. En la PRESENCIA, a esa clase particular de conciencia le llamamos “permitir”. Es la conciencia que permite que todo sea exactamente como es y que nos permite vivir la experiencia de la realidad sin resistencia. Así es como crecemos y también así es como sanamos a los demás. Será un desafío para usted aprender a estar consciente de esta manera en particular. Es necesario abrir los miedos y deseos del ego, así como su ambición de mantener su propia existencia segura y separada. En la PRESENCIA, se le pide que libere algunos de sus supuestos más elementales sobre lo que es seguro y lo que es real. Para en su lugar, permitir que lo real, como las sensaciones y la experiencia de este momento, le

ocurra. Trate de no preocuparse por el ser individual que siempre ha defendido. En cambio, suelte “el punto de vista” y reconozca que la conciencia que ahora llama “tu” de ninguna manera es diferente de la conciencia universal que existe en todas partes, en todos los seres y en todas las personas. La conciencia que se manifiesta en usted es fundamentalmente la misma conciencia que se manifiesta en el cliente que está atendiendo, independientemente de sus diferencias superficiales y la ilusión de separación. Conforme usted practique y refine su trabajo de sanación, su práctica lo llevará a darse cuenta de que no hay necesidad ni saca ningún provecho de aferrarse a sus creencias o conceptos sobre las experiencias. Esto es muy liberador. Así es como puede soltar la dependencia de antiguas pautas habituales, y en su lugar aproximarse sin miedo a la experiencia nueva y desconocida. Antes de lograr esto, quizá prefería la prisión segura y a salvo de sus conceptos que la libertad de soltarse. Quizá permanecía absorto en sus sistemas de creencias porque se sentía más seguro en ellos que en la incertidumbre que ocultaban: el insistente miedo del ego (y de usted) a dejar de existir si nada lo vigila. No espere que este radical cambio ocurra de inmediato, y que repentinamente usted esté perfectamente estable en el Espacio, sin ninguna condición y libre de ego. No obstante, una vez que haya explorado el espacio y se sienta aunque sea un poco cómodo en él, su avance se acelerará. Será más callado y estará más estable, y entonces todo pasará con rapidez. Hay quienes entran en espacios semejantes con el propósito de iluminarse y tardan años en avanzar tanto como usted lo hará en unos cuantos meses, si su propósito es la sanación. El vínculo de la práctica espiritual con el servicio es un gran acelerador. Por supuesto, usted aplicará las lecciones de la PRESENCIA fuera de su ambiente de sanación y le iluminarán su vida. Pero ése no es nuestro propósito primordial. El propósito es sanar, y la iluminación que pueda llegar a usted es puramente un deleitante efecto secundario. Cuando usted esté en la posición de sanador, recuerde que no es usted quien cura. El sanador es la conciencia, no su conciencia, sino la conciencia en sí misma. No hay sanación sin el Espacio Sagrado, y es el linaje lo que sostiene al Espacio. La escuela de la PRESENCIA, los maestros de la PRESENCIA y la capacidad que tienen ellos para sostener el Espacio, se han combinado con la práctica que usted tiene en el proceso sensorial a fin de inducirlo en su experiencia con el Espacio Sagrado. Esto es lo que le ha enseñado a usted a dar el salto desde lo normal hacia lo Sagrado. No piense: “yo estoy haciendo esto”, o “Yo aprendí solo a sanar”, pues es una fórmula para el dolor y el fracaso. Sencillamente haga un pequeño espacio dentro de usted, un lugar que esté lleno de las creencias, los conceptos y juicios del ego, y entonces permita que haya libertad y sanación en ese espacio. Reconozca de dónde proviene esta capacidad con la que usted cuenta, honre el linaje y la manera en que trabaja a través de usted. Usted será cada vez más conciente. Con su conciencia estará sirviendo a alguien más, y así su avance será más rápido. La adorable ironía es que en el momento en que usted renuncia a su deseo de tener poder de sanación, usted lo adquiere. El poder de la PRESENCIA sólo viene de la intensidad de su deseo a renunciar a su poder y estar en una posición de servicio. Condiciones para liberar En la PRESENCIA no damos recetas para tratar ésta o aquella condición. No le diré que ciertos sentimientos o sensaciones que usted vive significan cuestiones particulares

sobre su cliente, ni que necesitan una respuesta en particular de su parte. Si lo hiciera, suponiendo que pudiera hacerlo, entonces usted tendría la cabeza llena de información y quizá la tendencia a acomodar a su pobre cliente dentro de sus nociones preconcebidas, colocándolo dentro de una caja que no necesariamente es de su tamaño. Así que tan sólo le diré que lo que necesita saber es lo que ya sabe: su propia experiencia. Simplemente aprenda a reconocer sus sensaciones en el espacio de la relación con su cliente o compañero. Al hacerlo, desarrollará gradualmente la capacidad de traducir lo que usted siente en información inteligible. Será capaz de decir a sus clientes lo que está mal y cómo llegó a ser lo que es, y cómo pueden ayudarse a sí mismos. Mucho antes de tener esa capacidad, usted podrá sanar con su capacidad de liberar la tensión y la ansiedad, y de brindar un equilibrio más natural y saludable a sus clientes. Estará en relación con un cliente y reconocerá la sensación de contradicción en usted mismo, y liberará esa sensación en un acto no más complejo que rascarse cuando tiene comezón. Aún cuando nunca sea capaz de explicar esto, no importa; usted continuará sanando. Una parte riesgosa de la PRESENCIA es tratar de traducir lo que sentimos en un lenguaje cotidiano. Quizá sintamos con gran sensibilidad y precisión, pero traducimos con deficiencia, sin precisión malinterpretando el significado de nuestra experiencia. Así que permita que la capacidad de traducir llegue lentamente, y al principio no ponga demasiada atención en ello. Lo que nos interesa ahora es aprender a liberar las contracciones o las condiciones que contienen las tendencias que enferman al cliente. Permita las sensaciones Una vez más, entre en sintonía y siéntese a meditar. Cierre sus ojos y repita el proceso de estar consciente de todas sus sensaciones, sin discriminación. Permita que entre a su conciencia todo lo que pueda aparecer. Incluya todo lo que aparezca pero no se concentre en nada de eso. Tómese su tiempo. No concentrarse en ninguna sensación lo llevará gradualmente a una conciencia equilibrada de todas las sensaciones. Cuando sienta que tiene la misma conciencia de todas las sensaciones de su cuerpo, elija una de ellas, la que le resulte más desagradable. No se concentre en esa sensación, sino permanezca conciente de ella junto con todo lo demás. Reconozca la resistencia que quizá tenga a esta sensación y permita las sensaciones de dicha resistencia, también sin concentrarse en ellas. Continúe permitiendo todas las sensaciones, incluso las nuevas que puedan surgir, en tanto mantiene también el malestar (y las sensaciones de resistencia a ese malestar) en su conciencia. Continúe así hasta que el malestar se resuelva. En este ejercicio, quizá haya notado que, por ejemplo, tiene una rigidez en su cuello. Normalmente habrá cambiado de posición, pero aquí sólo notará las sensaciones de su rigidez. También quizá tenderá a resistirse al sentimiento de rigidez y vivirá esa resistencia en tanto siente cierta contracción en su estómago o una pesadez en su cara. Aquí, se le está pidiendo que también reconozca esas sensaciones, pero que no reaccione ante ellas. Este ejercicio deberá conducirlo a reducir la sensación de malestar. Todo lo que se necesita es que usted esté consciente, sin juzgar. Solemos aproximarnos al dolor intentando bloquearlo o intentando escapar de él de una u otra manera, como Richard lo hizo con sus sentimientos de soledad. Pero ese proceso

en sí mismo es doloroso y puede tener muchas consecuencias negativas. En ocasiones, sentimos dolor y en ocasiones nos escapamos del dolor, y estar alternando entre ambos estados también es difícil. Aquí en nuestro trabajo de sanación, estamos haciendo algo completamente diferente. Estamos diciendo que el dolor está permitido, exactamente igual que como permitiríamos un sentimiento neutral, como la atracción de la gravedad en la piel de nuestro brazo. Aquí no hay juicios, y ésa es una partida radical para casi todos nosotros. Pero es la simple esencia de sanar a los demás y de sanar nuestra vida. Sin esta visión neutral de nuestro malestar, no podemos sentir paz alguna, y es esta paz, esta presencia neutral y consciente, lo que estamos cultivando con la PRESENCIA. No se está sugiriendo que en la vida debemos renunciar a nuestras preferencias, ni elegir la evasión del dolor cuando es una señal de alerta tan útil. El maestro de la PRESENCIA no toca por casualidad una sartén caliente ni elige pasar el tiempo con personas enojadas sin ninguna buena razón. Pero la práctica de la PRESENCIA si nos da la capacidad de permanecer neutrales frente a una experiencia difícil. Ya sea que entonces elijamos permanecer en contacto con las personas o las condiciones que llevaron a la situación difícil o no, ésa es una cuestión de decisión personal. En ocasiones, es mejor enfrentar estas circunstancias; otras veces es mejor irse. Sólo con una mente neutral podemos tener una elección verdaderamente libre. Es evidente que nuestro trabajo de sanación es muy distinto al trabajo de otras clases de profesionales de la salud. La práctica de la PRESENCIA, consiste en crear y mantener una presencia meditativa estable y en ese estado entrar en una relación intencional con un cliente, o con un aspecto particular de un cliente, con la intención de sanar a través de ese estado sagrado de meditación. Esto es distinto de usar un estado meditativo para fortalecer la intuición y después usar ese entendimiento intuitivo para diseñar un plan de tratamiento. Es diferente a tratar a un cliente con energía canalizada. Ciertamente no es lo mismo que recopilar hechos y observaciones de un paciente y a partir de ellos concluir que hay una enfermedad particular y que se requiere cierto tratamiento. La PRESENCIA es bastante más directo y más sencillo que cualquiera de los anteriores. La PRESENCIA es casi como si no hubiere paciente alguno, sólo el sanador, completamente presente en su propia experiencia. Imagínese sentado en meditación, sólo, conciente de todas las sensaciones en su cuerpo. Imagine que siente fatiga pero sólo permite esa fatiga hasta que se va. O bien, imagínese que está sentado en una mala postura y empieza a sentir dolor en la espalda. En ese caso, quizá ajuste rápidamente su posición y entonces permita a su espalda regresar a su estado normal. Así es la PRESENCIA. Mediante un proceso de permitir todas sus sensaciones (tal como se permite la comezón o la fatiga), o mediante pequeños ajustes adecuados (como el pequeño cambio en su postura), usted tratará al cliente. Las únicas diferencias son que en la PRESENCIA hay dos cuerpos y una mente meditativa, y que los ajustes pueden ser ajustes puramente no físicos en su conciencia. Pueden parecerle cosas extraordinarias y, de cierto modo, lo son. Pero también son tan naturales como la sensación de los latidos de su corazón o de pasar esta página cuando llegó al final. En un principio, parecerá improbable que su mente meditativa pueda ampliarse a vivir la experiencia de la conciencia en otro o que pueda elegir modificar un suceso, pero pronto tendrá gran experiencia al respecto. Ya inició el proceso sensorial, haciéndose consciente de las sensaciones de su cuerpo y permitiendo que se den de manera equitativa. Y así como permitir su fatiga lo llevará a que se pase, permitir las

sensaciones que surjan en usted al estar en relación con un paciente lo llevará a terminar o liberar las tendencias en su paciente que produjeron esas sensaciones. Sanar con su presencia Sanar con su presencia. Es muy sutil y sin embargo muy sencillo. Es fácil aprender cómo sanar con la PRESENCIA. En realidad es lo más fácil que se pueda imaginar porque, como ya lo está viendo, no hay que hacer nada, no hay que cumplir con nada. En otras formas de sanación quizá hay una gran cantidad de cosas que aprender. Si usted desea aprender a sanar con acupuntura, hay cientos de puntos, cada uno conectado con su órgano correspondiente, y debe saber cómo colocar bien la aguja, y cómo hacer un diagnóstico, cuanto de esto o de aquello necesita hacer para generar el efecto que desea. Es una forma maravillosa de sanar, y admiro a quienes tienen la inteligencia y la perseverancia de dominar la acupuntura. Es muy eficaz y puede traer consigo curas sorprendentes. Pero es difícil de aprender. Con el tiempo puede llegar a ser muy intuitivo con la acupuntura y trascender la mente racional en su trabajo de sanación. Pero eso podría tardar muchos años y muchos pacientes. Algunas formas de sanación dependen mucho de hechos aprendidos y de la inteligencia y el conocimiento del sanador. Un médico bien preparado puede traer a la mente, en un instante, muchas causas posibles de un síntoma particular y sabrá cómo interactuaría un medicamento con docenas de otros más. Por lo menos, y muy importante, el médico sabrá cómo tener acceso a enormes fuentes de información de modo que pueda investigar de manera inteligente cualquier cosa de la que no esté seguro. Un médico sabio también será parte de una comunidad de sanadores y sabrá qué otro miembro de la comunidad podría atender mejor al paciente cuando su propio conocimiento o experiencia es inadecuada. Otras formas de sanación son más intuitivas. Los sicoterapeutas y los terapeutas de masaje dependen un poco menos de cuán familiarizados están con un cuerpo de conocimientos y dependen más de una habilidad de empatía con los pacientes o de la sensación de sus necesidades. Estos sanadores necesitan cierta claridad de intuición, quizás más que sus hermanos alópatas, y su trabajo depende más de sabiduría acumulada que de conocimiento acumulado. Algunas formas más de sanación todavía son de más empatía o más intuitivas. La sanación chamánica depende casi en su totalidad de la habilidad del sanador para alterar su estado de conciencia. El sanador puede “conocer” unos cuantos hechos pero tiene un conocimiento íntimo de un mundo trascendente particular donde tiene acceso a poderes y conocimientos que no están normalmente a su disposición. Al entrar en ese otro mundo en aras de su paciente, puede regresar con los medios para realizar la curación. Estas distintas formas de sanación se encuentran a lo largo de un continuo, un espectro que va de los métodos con más bases de conocimiento a los métodos con más bases de conciencia. Cada uno tiene su lugar, su valor especial y una cultura o subcultura en la que reside. Pero todas ellas tienen algo en común. Requieren una destreza, algo que sólo la práctica puede dar. Si usted ha de ser un buen médico debe ser muy inteligente y muy diligente, así como simpático y atento. Si desea dominar la acupuntura debe tanto adquirir una gran cantidad de conocimientos como desarrollar su intuición. Como chamán, necesitará un don especial así como años de preparación. En resumen, para

cada una de estas formas necesitará ser bueno en algo. Necesitará conocer su campo. Necesitará saber cómo manejar sus instrumentos, ya sean medicamentos, agujas o poderes síquicos. En todos los casos debe comprometerse con el cliente i paciente como alguien que necesita su ayuda, como alguien con un problema que usted ayudará a resolver. En cada caso, usted ejercerá una fuerza a modo de generar un cambio. No hay nada malo en ninguna de ellas. Todas son formas válidas y valiosas de sanación. Pero, la PRESENCIA es diferente. En la PRESENCIA somos capaces de sanar, no porque aplicamos una fuerza a nuestros clientes, sino sencillamente porque nos relacionamos con ellos de forma consciente y particular. Nos relacionamos con ellos, con sus problemas, de manera sensible, con conciencia. Nos relacionamos con ellos y entonces sentimos las sensaciones de nuestra propia experiencia. Permitimos que se den esas sensaciones tal como son, y descubrimos que esas sensaciones cambian, y al cambiar se da la sanación. No se trata de que, como en los demás métodos, traigamos la cura ni que incluso facilitemos la sanación. Se trata de que simplemente accedemos a un espacio donde la sanación ocurre. No lo hacemos nosotros en absoluto. La sanación ocurre y nosotros somos testigos. Lo maravilloso es que en este método nos liberamos de la responsabilidad de ser genios, claros o iniciados. Sólo tenemos que estar conscientes y sostener la intención de que la sanación ocurrirá. No tenemos que ser buenos ni espirituales, ni incluso estar de buen humor. Sólo necesitamos ser nobles y conscientes, y eso puede suceder ahora. En la PRESENCIA el proceso de sanación puede empezar casi de inmediato. Únicamente se necesita que usted suelte ciertas ideas y conceptos sobre lo que es un sanador. Si puede leer estas cuantas palabras con la mente abierta y después ponerlas en práctica, no de acuerdo con este sencillo método, se involucrará con la esencia de la sanación. Y si usted es un médico o un chamán, o bien cura con hierbas, será capaz de hacer ese trabajo en una forma nueva. Siéntese ahora para practicar más. Es hora de empezar a trabajar con alguien más, así que reclute a su compañero o compañera, o alguien que desee recostarse y relajarse en tanto usted actúa como sanador. Entre en sintonía y después comience como cualquier tonto lo haría admitiendo que no sabe nada y veamos a dónde llega. Sólo cuenta con sus sensaciones y nada más que para guiarse: no tiene creencias, ni conocimientos, ni deseos, ni miedos. No importa de dónde surjan sus sensaciones: de sus percepciones, de sus emociones o de algún otro lugar. Simplemente permita que las sensaciones existan, tal como son, en este momento. Eso es todo lo que necesita para trabajar. Sea humilde, reconociendo que su conciencia todavía puede ser primitiva. Tenga la voluntad de practicar sólo sintiendo. Siéntese en silencio y escuche y sienta y reconozca que no sabe nada, que no cuenta con ninguna técnica, que nunca ha hecho esto antes, que este momento y todo lo que acarree es totalmente nuevo. Sea una persona ordinaria y no un experto, Suelte el intento de ser más puro o más espiritual o clarividente. Tan sólo acepte la manera en que se siente, la forma en que es. Tendrá sensaciones con las que no se sentirá bien; debe permitir esas sensaciones. No intente deshacerse de las imperfecciones o se convertirán en sus enemigos. No intente centrarse en su respiración o en un mantra, usándolo para mejorar, sino permita la respiración que sea como es, y si un mantra está presente en su mente, permítale estar ahí y simplemente sienta lo que es estar en su presencia.

Permita todas sus sensaciones y después empiece a igualar su conciencia sobre ellas. Reconozca que todas están ocurriendo a la vez. No se fije en ninguna de ellas. No luche por dividirlas en buenas y en malas. Trascienda el bien y el mal al mismo tiempo. Trascienda la esperanza y el miedo, el placer y el dolor, y deje que su actitud sea muy sencilla. Éste es un proceso natural; sólo esté con el material que este momento le ofrece. Una vez que se sienta estable en su conciencia equitativa, consciente de todas sus sensaciones pero sin concentrarse en ninguna, toque ligeramente el brazo de su compañero. No se preocupe por la técnica. Lo más sencillo es lo mejor. Note cómo al tocar a su compañero, tiene nuevas sensaciones, algunas surgen en relación con él o ella, pero no se concentre en ellas tampoco. Sólo permítales ser. Si intenta comprenderlas o clasificarlas les estará dando energía. Esté consciente de su presencia, permítalas, y haga que su conciencia sea equitativa para todas, reconociendo que también están sucediendo en este momento, junto con otras sensaciones. Percíbase usted mismo, en este tiempo y lugar, tal como usted. No es que esté sintiendo a su compañero, sólo que siente todo lo que está en usted. Permita. Resista la tentación de intentar comprender a su compañero o compañera. Permita todo lo que ocurra. Permita ser a su mente acelerada, o su sentimiento de fatiga. Permita su inquietud o su ira, o bien su malestar. No importa qué aparezca, permítalo de manera equitativa con todas las demás experiencias de este momento. Sobre todo, no se concentre en nada, no importa qué tan intenso pueda ser. Continúe así durante algunos minutos más, o hasta que tenga la sensación de integridad. Quizá ha tenido algunas sensaciones que fueron muy intensas en comparación con otras, pero después de un momento, fueron menos intensas. Ése puede ser un buen momento para terminar el tratamiento, pero no se esfuerce por esa experiencia en particular. Si se da, qué bien; si no, también está bien. Cuando termine ésta o cualquier sesión de práctica, tome nota de cómo se sintieron usted y su compañero o compañera. Cuál parece ser el efecto de su sanación. No necesita buscar un efecto particular, sino sólo reconocer objetivamente lo que ha ocurrido. Lo que está haciendo con la PRESENCIA es estudiar la conciencia y aplicarla en un acto de sanación. Con este ejercicio ya inició su práctica real de sanación. Sugiero que no se preocupe por los efectos de lo que está haciendo. Sino que practique con el Proceso Sensorial tanto como le sea posible. Para resumir el proceso sensorial hasta ahora: Primero entra en sintonía y abre el espacio sensorial permitiendo todas sus sensaciones. Después equilibra, reconociendo que todas las sensaciones ocurren en este momento y soltando cualquier concentración. Luego toca a su compañero y permite todas las nuevas sensaciones, junto con todas las que ya habían aparecido, y equilibra de nuevo para estabilizarse en el proceso sensorial. Tacto Usted no está solo. En su trabajo siempre hay alguien, un paciente. Sea testigo de usted en su relación con él, sintiendo todo lo que se siente en los momentos que comparten. Esa persona es el “evento” y usted sólo vive la experiencia del evento en sus sensaciones, en usted. Este evento no es algo para lo que se haya podido preparar, no es nada que haya podido esperar. Cada cliente es el más raro de los eventos, el más singular, el más único, diferente a todos los eventos que ha vivido o vivirá de nuevo. No

hay ninguna brújula que pueda orientarlo en el paisaje de este evento; sólo su intento de sanar puede guiarlo esta vez. No sabe nada de su cliente, su evento, sólo sobre el efecto que tiene sobre usted. Eso es todo lo que puede en verdad saber, y todo con lo que podrá trabajar, así que ese conocimiento, estas sensaciones son lo más preciado. Cada sensación, y existe aparentemente una cantidad infinita de sensaciones, es igualmente apreciada. Usted está lleno de interminables olas de sensaciones, y sensaciones entre sensaciones. Relacionarse con su evento, este cliente, es como sumergirse en un océano sin fin de experiencia, un océano de un millón de olas de experiencia, mil millones de pequeñas olas de realidad, un billón de gotitas tenuemente brillantes de sensación, una infinidad de océano, ola tras ola, rompiendo en la playa de su conciencia, un espectro interminable de sensaciones, que lo mantienen en su éxtasis. Aproxímese a un evento así con cuidado, no sea que la perfección del evento se vea perturbado por las ideas que usted tiene. Pida a su cliente que se recueste en un tapete bien cómodo y siéntese a su lado. Siéntese cerca, pero sin tocarlo, y tome el tiempo que necesite para prepararse, para entrar al espacio sensorial, este espacio de sensación interminable y experiencia pura. Tóquelo ligeramente en su brazo y la persona se convertirá en su evento, y ahora usted tendrá el privilegio de conocerse a sí mismo en relación con la persona. Si se sienta cerca, no tendrá que inclinarse y se sentirá más cómodo. No hay ningún significado en este movimiento de tocar su brazo, pero sí es importante comprenderlo bien. Usted no está tratando de darle algo con este contacto, no está tratando de comunicar sentimiento ni atención, tampoco de obtener nada. Sólo desea estar en relación con esa persona, y este simple gesto indica a la persona y a usted que están en relación. Ésta podría establecerse de otras maneras, podría sostener su mano o mirarla desde el otro lado de la habitación, pero tocar su brazo parece natural y no es demasiado mágico, no como si estuviese a punto de hacer un milagro, sanando a la persona a distancia. Es un acto normal y neutral. La persona espera algo así y podría sorprenderse con algo más o menos. Al tocarlo, el paciente se convierte en su evento, la persona con quien usted elige trabajar esta vez. Necesita que el contacto sea el adecuado, neutral, vacío de significado, algo con lo que la persona se pueda relajar. Su forma de tocarla es respetuosa hacia las sensaciones que usted está a punto de vivir, y por ello no es nada en sí misma. Tome su brazo como si sostuviera un pajarillo. No pida nada con este toque. Es tan sólo un fragmento de un proceso más grande que establece el lugar que usted tiene en un campo de sensibilidad. Es una pequeña parte de cómo se relaciona usted con este evento. Este toque es una pequeña parte, sin importancia, de todo un proceso, pero reconozco que me encanta a pesar de ello. Es un inicio y lo atesoro. Use este contacto como herramienta, la herramienta de un principiante. Es la manera en que usted individualiza al cliente como su evento. Más adelante, quizá ya no lo necesite; simplemente podrá abrir el espacio, aunque siga usando el contacto por costumbre, o por el bien de la apariencia. El proceso sensorial es un vehículo, una forma de llegar a la PRESENCIA donde ocurre la sanación. Este contacto es una parte de eso, nada más, nada menos, sólo un toque.

Saber ¿Cómo sabemos algo? ¿Qué proceso lo lleva a saber que le gusta estar con cierto amigo o que hace frío? En realidad sólo hay una forma. Todo se conoce a través de los sentidos. Ciertamente usted conoce el sabor o la sensación de un plato de pasta, a través de esta manera sensorial. O cuando alguien le llama, el teléfono suena y vive una sensación particular. Su mente racional quizá le diga que está escuchando el timbre con sus oídos, pero eso es sólo una parte del caso, y definitivamente no es lo que usted vive con el timbre. Si estaba usted dormido cuando sonó el teléfono, vivirá cierta experiencia. Si estaba esperando alguna noticia sobre algún pariente enfermo de gravedad, vivirá otra experiencia. Si se sorprendió con el timbre o estaba lejos del teléfono y apenas lo escuchó, se producirán diferentes experiencias. Pero en cualquier caso, la experiencia no necesariamente se dará en sus oídos. Se vivirá como un conjunto de sensaciones en alguna parte de su cuerpo. Son estas sensaciones, estos sentimientos, lo que usted conoce y no más. Quizá se necesite un poco de estudio sobre su propia experiencia antes de que esté de acuerdo con esto. Imagínese que está en cada una de estas diferentes situaciones. ¿Cómo se sentiría si hubiera estado junto al teléfono o lejos de él cuando sonó, si hubiese estado esperando la llamada de un ser querido, o alguna noticia de alguien enfermo? En cada caso el timbre habría sido una experiencia diferente, y si usted pone mucha atención, verá que las experiencias son distintas en cuanto a que son el resultado de diferentes sensaciones en su cuerpo. Todo nuestro universo, el universo que en realidad vivimos, es un universo de sentimientos. Lo que conocemos es lo que sentimos. Vivimos nuestros sentimientos y ellos solos son lo que conocemos. Todo lo demás se basa en ese conocimiento. Las conclusiones de la mente racional, las de la mente intuitiva, los supuestos de lo que podría suceder después, las reacciones emocionales frente a un evento; todo esto no se sabe, pero se deriva de lo que se sabe: nuestras sensaciones, nuestra experiencia real. Si usted me dijera al oído que me ama, yo tendría sensaciones, y no es fácil predecir lo que serán esas sensaciones. Estoy hablando de sensaciones iniciales que podrían abarcar vibraciones detrás de mi rótula y una tensión peculiar en el espacio entre los omóplatos. Estas sensaciones son lo que puedo conocer. Entonces quizá reaccione a estas sensaciones. Tal vez saque algunas conclusiones sobre su estado mental o tenga pensamientos sobre el futuro de nuestra relación. Podría ser que mis pensamientos me llevaran a otras sensaciones, como un sentimiento cálido en la región de mi corazón, o una contracción en la boca del estómago. Éstas últimas sensaciones también son “conocidas”, en el sentido en que estamos usando esa palabra, pero en cuanto al estado mental, no lo puedo saber directamente, sólo puedo inferirlo a partir de mis sensaciones. Esto puede o no ser una ventaja en la vida cotidiana. Si usted es muy neutral, las conclusiones que saque pueden estar bien fundadas. Su intuición será precisa. Sus acciones, con base en estas conclusiones, serán apropiadas. Pero si usted está dentro de un marco mental de emociones, ya sean positivas o negativas, sus emociones colorearán sus conclusiones y entonces sus palabras o acciones podrán generar efectos indeseables. El propósito primordial de la meditación es el desarrollo de una mente neutral, que esté abierta a la experiencia como es, una mente que no coloree la experiencia con el tinte del ego o de la conservación del ser.

En nuestra práctica de sanación nos proponemos alcanzar la neutralidad absoluta y la estabilidad en el espacio de sanación. Eso significa que no importa cuál sea nuestra experiencia, ni qué tan placenteras o no placenteras sean nuestras sensaciones, no centraremos nuestra atención en ninguna sensación ni en ningún conjunto de sensaciones. En otras palabras, no importa lo que sintamos, permaneceremos neutrales y sólo sentiremos. Esto es lo que Richard tuvo que hacer para sanarse, y éste es el espacio sensorial del que hemos estado hablando: el espacio donde todo se permite en forma equitativa y donde simplemente reconoceremos lo que sentimos. Con tiempo y práctica de usar este proceso sensorial, usted quizá también sienta un momento de trascendencia, un momento en que conozca algo más que sensaciones. Es cuando entramos al Espacio Sagrado, cuando resulta que conocemos la conciencia en el evento con el que nos relacionamos. Claro que también se puede “saber” que seis más once es igual a diecisiete i que este aparato frente a mí es una computadora y que es la 1:16 p.m. Sé mi nombre, en dónde estoy, y cómo poner un botón. Sé lo que hice ayer y creo que sé algo de lo que haré mañana. Pero, sobre el mundo que me rodea, tal como está ocurriendo en este momento, sólo puedo saber directamente lo que siento. Todo lo demás se conoce de manera secundaria, evocando la memoria, o pronosticando, pero no se conoce en forma directa. Mediante un estudio cuidadoso, usted verá que otras clases de conocimiento también se basan en la sensación. Si usted se llama Alice y alguien le dice Marta, vivirá ciertas sensaciones. Serán distintas a las que tendría si la persona supiera su nombre. Ésa es una parte de cómo usted conoce una afirmación como verdadera y otra como falsa. Usted conoce sus sensaciones en relación con el “evento” de la afirmación falsa. Pero no sabe nada sobre la intención de la persona ni cómo se siente. Cualquier conclusión que saque está basada en la emoción, la experiencia previa o la inferencia lógica; pero, ciertamente éstas no están basadas en la experiencia directa con el estado interno del otro. Continúe investigando esto. ¿Qué sabe en realidad en este momento? ¿Cómo sabe que está sentado o viajando en el subterráneo? ¿Saber su edad es otra clase de conocimiento? En la PRESENCIA no nos ocupamos tanto por que usted sepa su edad o el nombre de su cliente. Sino que nos ocuparemos mucho de que usted conozca sus sensaciones. Es sobre este conocimiento directo que se basa el proceso sensorial. En el sentido en que estamos usando la palabra “saber” tiene un significado muy preciso. En el discurso cotidiano podemos usar la palabra de manera diferente, pero aquí la usamos sólo para referirnos a aquello de lo que podemos estar absolutamente seguros en esta fracción de segundo. Cuando se usa la palabra de esta manera, verá que usted sólo puede saber lo que siente. Seremos muy dogmáticos a ese respecto. De hecho, el Primer Dogma de la PRESENCIA es… Sentir Algo más que entender, otro concepto preciso que le ayudará a abrir el espacio sensorial de la PRESENCIA y en última instancia, le ayudará a vivir su vida, es que no puede sentir a su paciente (su “evento”), sólo puede sentirse a sí mismo en relación con el otro. Esto es muy importante. Si usted no comprende esto, lo llevará a una gran confusión. Al principio un estudiante diría que se siente “un problema en el corazón del paciente” o que su paciente “está tenso en la parte baja de la columna”. Pero ¿cómo puede el

estudiante saber eso? Quizá usted piense que si es posible saber algo de alguien más, pero si usted estudia de cerca esta idea verá que éste no es el caso. Cuando una madre coloca sus labios en la frente de su bebé y dice que tiene fiebre, lo que realmente dice es que concluye que su bebé tiene fiebre porque sus labios se sintieron calientes al tocar la frente de su bebé. Lo que conoce es el calor en sus labios, no la fiebre del bebé. Al escribir todo esto estoy sentado frente a una bahía en una mañana con neblina. A lo lejos, del otro lado de la pequeña isla donde acampamos, escucho el canto de un pájaro. En el este, un sol templado apenas comienza a quemar a través de la niebla. Surge una ligera brisa y yo empiezo a pensar en un día para pasear en velero. Todo lo que veo y escucho a mi alrededor lo vivo en principio como sensaciones. Siento la brisa en mi piel y después pienso en mi bote. Conozco el sol no como una bola de fuego a 93 millones de millas de distancia, sino como calor en mi cara, un dolor ligero y placentero en mi ceño, y una profunda y vaga palpitación en el lado derecho de mi pecho. Cuando el pájaro canta lo conozco primero como cierto sentimiento de levantamiento por todo mi lado izquierdo. Ellos son mi experiencia. “Sol” y “pájaro” y “brisa” son nombres dados a mi experiencia, concepciones de ello que no se acercan en nada a la riqueza de la experiencia misma. Los sentimientos son lo que conozco; todo lo demás es interpretación, o reacción, o nombrar mi experiencia. Cuando me quedo con mis sentimientos y suelto las interpretaciones, los nombres y las reacciones, mi experiencia es mucho más intensa. Simplemente con estar presente conozco este momento en mis sensaciones, y es mía la callada felicidad de estar en presencia de lo infinito. Ésta es la manera que elijo vivir. Lo mismo resulta cierto para cualquier relación. Un estudiante de la PRESENCIA podrá sentir algo que interpreta como el significado de que el cliente tiene un problema en el corazón, pero es el sentimiento y no la interpretación lo que es importante en esta etapa. Si es alguien con mucha experiencia, su interpretación podría ser la correcta, pero al principio es mejor no buscar ni depender de las interpretaciones de las sensaciones. Por ahora, sólo sienta lo que siente, reconózcalo como su sentimiento, y déjelo ir. ¿Puede sentir el fuego? ¿Puede sentir la tierra? No. Lo que siente es el calor, o la atracción de la gravedad sobre su estructura. Tampoco puede ver esta hoja. Lo que puede sentir en relación con esta hoja es la manera en que le afecta la luz que se refleja en ella. Cuando usted entienda esta diferencia, por un lado, lo liberará de la molesta tarea de tratar de saber lo que no sabe y, por otro lado, le devolverá el gozo de saber lo que puede saber: su propia experiencia. Es cierto que con el tiempo usted desarrollará la destreza de diagnosticar si continúa trabajando con la PRESENCIA. Esto no es nada sorprendente, ni contradice lo que acabo de mencionar. En realidad, usted ya hace “diagnósticos” en su vida cotidiana. Una madre, con base en sentimientos, diagnostica la fiebre de su bebé con precisión. Si la cara de su amiga se ve afligida y su postura es desgarbada, sus sentimientos en relación con ella, le dirán, con base en su experiencia, que está triste. Usted tiene mucha experiencia porque ha vivido en compañía de muchas personas con diferentes ánimos, y sin duda puede hacer el diagnóstico de la tristeza. Pero para nuestros propósitos es importante reconocer que usted no sabe que está triste, sólo puede saber cómo se siente en relación con su amiga. Es sólo su experiencia la que le dice que probablemente ella está triste. En la vida cotidiana con eso basta, pero no es adecuado en la PRESENCIA, y no es adecuado si esperamos conocer la paz y el gozo

en cada momento. En nuestro trabajo de sanación no estamos recopilando datos, así que nunca llega el momento en que podamos decir que hemos recopilado suficiente información y que podemos por ello sacar una conclusión. Estamos evitando la trampa de pensar que sabemos, cuando de hecho sólo estamos conjeturando. En casi todas las demás formas de sanación, el diagnóstico se basa en la experiencia más la interpretación de la información. Pero en la PRESENCIA no podemos hacerlo así. Si diagnosticamos así, si insistimos en que sabemos lo que le pasa al cliente, tenderemos, en el momento de sacar nuestra conclusión, a estar menos conscientes y menos sensibles hacia los sentimientos adicionales. De manera similar, en el momento en que le puse a ese canto el nombre de “pájaro”, viví el sonido de manera menos completa y perdí algo del éxtasis de la experiencia pura. Esto debería continuar en tanto estemos en una relación. Reconozca que usted no conoce el evento (su paciente, o su problema). Lo que conoce es lo que siente en relación con su evento, y eso es todo. Así que ya tenemos otra regla, Al aprender a trabajar con el espacio sensorial, el segundo Dogma de la PRESENCIA es: Usted no vive la experiencia de un evento, usted siente sus sensaciones en relación con él. Inclusión Ya que la conciencia que lo abarca todo yace en el corazón de la PRESENCIA, así como en el corazón de una vida gozosa, es necesario preguntar: ¿En realidad qué es lo que incluimos? Imagínese en relación con su cliente, sensorialmente consciente de todos los sentimientos en usted, cuando repentinamente la rodilla que hace poco se lastimó comienza a dolerle o que usted piensa en su madre fallecida y siente una pesadez en su corazón. ¿Qué hace con esos sentimientos? Quizá parezcan distracciones impertinentes en la tarea que está realizando, algo que debe ignorarse para que pueda estar completamente consciente de las sensaciones en relación con su cliente. Pero considere las implicaciones de una conclusión como esa. Si usted considera impertinente al dolor en su rodilla, tendrá que dejarse de lado, en cierta forma expulsada de su conciencia. ¿Cómo puede hacer eso? ¿cómo puede dejar de sentir? Será necesario erigir una línea fronteriza, una especie de pared justo a la mitad de la conciencia con los sentimientos “pertinentes” de un lado y los “impertinentes” de otro. O también puede intentar reprimir el sentimiento tragándoselo, poniéndolo fuera de su vista. Entonces tendrá que tener una caja, más que una pared, un lugar para ocultar lo que no desea. El problema con estas estrategias es que no tienen fin. Si el dolor de rodilla no es pertinente, ¿qué pasa con el sentimiento del aire que se mueve por la piel de su mano? ¿Se debe incluir o no? ¿Qué pasa con la contracción de un músculo contrayéndose entre sus costillas, o la contracción de su estómago? ¿Cómo sabrá, cómo hará un juicio así? ¿Cómo puede retraerse y atestiguar sus sensaciones, eligiendo incluir unas y excluir otras?. Aún cuando usted sea capaz de hacer estas distinciones, ¿cuál sería el precio? ¿Qué tendría que hacer para excluir ciertas sensaciones e incluir otras? Se requiere una gran cantidad de energía y poderosas defensas para mantener esas cajas y esas fronteras, así que sencillamente ni lo intentamos. En la PRESENCIA decimos que no podemos discriminar nada que aparezca en la relación. Si un avión pasa mientras usted está en

relación con alguien, el avión (o más precisamente las sensaciones que surgen en usted en relación con el sonido del avión) se incluye por completo. Si usted tiene dolor de cabeza durante tres días antes de que llegue su cliente para su tratamiento, no puede decir: “el dolor de cabeza no tiene nada que ver con el paciente”. Si aparece en la relación, se incluye. No se segrega sensación alguna, así como tampoco se favorece. Si hay un pensamiento, hay sensaciones de haber tenido ese pensamiento y esas sensaciones también se incluyen. ¿Acaso no es esta también la manera de vivir? Cuando el sol sale a través de la niebla matutina y la brisa refresca, mi hija comienza a irrumpir por todo nuestro campamento. ¿Son esos sonidos una perturbación? ¿Le pido que se calle para que yo pueda disfrutar la mañana? ¿O incluyo sus sonidos en mi experiencia? ¿Y qué hay de los moscos? Quizá los aplaste prefiriendo que no me muerdan, pero yo entro en paz sólo hasta que permito el alboroto de mi hija y el zumbido de los moscos en su lugar indicado en mi consciencia. En lo que respecta a luchar contra su presencia o intentar excluirlo, viviré la experiencia de algo diferente a la paz; quizá frustración o incluso ira. Nuestro hábito es tratar de excluir lo no deseable y buscar más de lo placentero. En principio, esto puede parecer bastante razonable en las cuestiones cotidianas, pero de cualquier modo es limitante. Al hacerlo, cerramos una parte de nosotros y conocemos menos de la riqueza de la vida. En la PRESENCIA como en el resto de la vida, nuestra actitud puede ser incluyente. Podemos aproximarnos a nuestro paciente, nuestro evento, completamente libres de juicios, deseando estar presentes con todo lo que se coloque ante nosotros. Así el tercer Dogma de la PRESENCIA es: Todo lo que aparezca en la relación se incluye en la relación. Intención Hasta ahora, estos dogmas son bastante lógicos. Pueden representar nuevas formas de pensar sobre nuestra experiencia, pero de hecho tienen sentido y deben ser lo suficientemente fáciles de aceptar. El siguiente elemento es un poco distinto. Ahora necesitamos reconocer algo que está más ajeno a nuestra experiencia cotidiana, aunque pronto parecerá bastante claro. Cuando usted esté estable en el Espacio Sagrado o el espacio sensorial de la PRESENCIA cuando, es decir, usted permite todas sus sensaciones y no se concentra en ninguna, cualquier intención que ocurra en su conciencia afectará su evento. En la PRESENCIA, siempre tenemos la intención de sanar. Eso es básico e inmutable. Siempre sostenemos esa intención y, debido a que así lo hacemos, ocurre un efecto de sanación en el cliente. Quizá haya intenciones adicionales, secundarias, como la intención de fortalecer el sistema inmunológico o para liberar la tensión. Si ya, siendo estable en su espacio, usted introduce la intención de que su paciente se relajará, habrá un efecto relajante en el paciente como consecuencia de esa intención. Tener esas intenciones en nuestra conciencia afecta a nuestros pacientes. ¿Por qué? ¿Por qué la simple intención puede tener un efecto en su evento? Recuerde que no estamos haciendo alguna especie de trabajo de energía ni dirigiendo una fuerza de cierta clase. En realidad no estamos usando ninguna herramienta en absoluto. No es como tener la intención de clavar un clavo, la cual realizamos mediante la acción de

levantar un martillo y golpear la cabeza del clavo. Otros métodos de sanación se parecen más a clavar un clavo, en donde la intención se traduce en una acción. La acción puede ser tan sutil como el movimiento de la energía psíquica o tan física como el ajuste quiropráctico. Pero en la PRESENCIA estamos trabajando sólo con la conciencia, y usted bien podría preguntar: ¿Cómo puede la conciencia generar un efecto? La respuesta radica en la naturaleza de la conciencia particular de la PRESENCIA. Cuando entramos al espacio de sanación, nuestra conciencia escapa de su prisión acostumbrada. Nuestro punto de vista se cae junto con el falso sentido de tener un centro alrededor del cual todo gira. Entonces vivimos la existencia sin barreras falsas acostumbradas entre el ser y el otro. Sin fronteras, la conciencia está donde quiera estar. Sin fronteras, la conciencia afecta todo aquello con lo que se relaciona. Sin fronteras, la conciencia penetra todo aquello para lo que se individualiza. En la PRESENCIA no hay un punto de vista egocéntrico, ni sentido de que el sanador aquí trabaje con el paciente allá. Incluso usted puede dar un paso más allá del sentido de un “tu” que tiene sensaciones. Las sensaciones son importantes pero usted reconoce que tienen un lugar en medio de ninguna parte, en el espacio. Es como si todas las sensaciones que surgen no ocurrieran en usted, sino en un espacio. Como sanador, usted está desarrollando su relación con ese espacio. En el espacio en que es uno con las sensaciones. No hay suspensión de sentimiento, ni usted se deja llevar por sus sentimientos. La manera en que trabajamos con las sensaciones es permitiéndolas, relacionándonos con su cualidad básica, su mero “ser”, sin contaminar nuestras sensaciones con conceptos sobre las relaciones. Esto lo logramos sólo cuando el sentido del “yo” está fuera de escena, y podemos despojarnos de nuestro punto de vista personal. Este punto de vista podría tener distintas cualidades en cada momento. En ocasiones es el sentido de la distancia espacial; yo estoy aquí y tú estás allá. En otras ocasiones, el punto de vista es más una visualización de cómo se ve el otro a través de nuestros ojos. Y otras veces es incluso más sutil: el sentido de una diferencia o una distinción entre usted y su evento. En nuestro trabajo no intentamos “lidiar” con las sensaciones para resolverlas o procesarlas de alguna manera. Más bien sólo queremos conocerlas tal como son, sin ninguna resistencia a vivirlas y sin magnificarlas. Con ello, soltamos el punto de vista. Cuando logramos hacer esta tarea tan sencilla, algo maravilloso ocurre; la confusión de pensamientos, emociones y sentimientos sobre nuestras sensaciones se transmuta en un conocimiento directo de nuestras sensaciones. La consecuencia es profunda. Sin un punto de vista no hay separación, no hay distinción, entre el evento y la conciencia del evento. Su consciencia y la conciencia del evento se funden. Cada una afecta a la otra. Sin el punto de vista no hay razón para no poder modificar su evento con tanta facilidad como modificaría su propia conciencia personal. Si usted estuviera en un espacio tranquilo y meditativo e introdujera la intención de liberar aún más tensión o de estar más consciente de la necesidad que su pareja tiene de afecto, su intención lo afectaría, manifestándose en su cuerpo como relajación o en su conciencia como sensibilidad a las necesidades de su pareja. Los “movimientos” de intención en su conciencia lo conducirían a efectos específicos. De la misma manera en la PRESENCIA la intención de sanar lleva a un efecto en su evento. Soltar su punto de vista, permite que esto se dé. Conduce a la inmersión de la conciencia en la experiencia, o la eliminación de la diferencia o distancia entre el evento y el sanador, y esto a su vez crea el espacio en donde la conciencia puede modificar la existencia. El cuarto Dogma

de la PRESENCIA que requiere dar un paso hacia fuera de los confines de nuestro acostumbrado punto de vista de la realidad es: Cualquier intención que coloque dentro de la relación afectará la relación de alguna manera. Estos pensamientos son el fundamento de nuestro trabajo en la PRESENCIA. El espacio sensorial, que estos dogmas ayudan a definir es nuestra forma de trabajar al principio. Es un proceso diseñado para darnos una conciencia trascendental en donde nuestro intento puede afectar al otro. Es el vehículo del que nos valemos para proclamar que cualquier condición que ocurra en nuestra experiencia es susceptible de trabajarse, que nada necesita rechazarse. Los mismos principios se aplican a vivir una vida en paz. Para lograr nuestra meta de sanación permitimos todo lo que ocurra en nuestro estado mental o corporal, en tanto sostenemos nuestra intención de sanar. Más allá de los dogmas. Antes de continuar, hay un dogma más que necesita conocer. Más adelante será el más importante de todos. El Quinto Dogma de la PRESENCIA es: No hay ningún dogma. Como ve, casi todo lo que hemos dicho hasta ahora, y buena parte de lo que sigue, no es más que un método, un proceso, que usamos para dirigirnos hacia un estado particular de conciencia conocido como Espacio Sagrado. Una vez que ese espacio se conoce, mediante la práctica dentro del linaje de la PRESENCIA, la manera en que hemos llegado allí resultará ser un impedimento; tan sólo otro concepto en medio del camino para un conocimiento aún más profundo. El proceso tendrá que dejarse atrás, así como se deja una barca en la playa después de usarla para cruzar un río. El progreso posterior seguramente se vería limitado si el bote que alguna vez fue útil se llevara en hombros mientras continuamos nuestro recorrido. Con el tiempo necesitaremos dejar atrás los dogmas (incluso el quinto!) después de que nos hayan llevado tan lejos como sea posible. Una vez en la orilla siguiente, una vez que hemos entrado al Espacio Sagrado, nuestros conceptos dejarán de ayudarnos, y su uso posterior sólo será un obstáculo. En el momento en que empecemos a tener una relación directa trascendente con el paciente, este sistema nuestro no tendrá sentido. Estamos usando el proceso sensorial sólo para que usted aprenda a tener esa relación directa. Pero esto nos rebasa. Por ahora, necesitamos vivir ciertas experiencias, y usaremos nuestros dogmas y el proceso sensorial a fin de obtenerlos. Más adelante, una parte de lo aprendido se dejará atrás, será un vehículo que no servirá más. Estar Vacío Normalmente, en la conciencia cotidiana, tenemos pocas oportunidades para explorar el espacio sagrado de la PRESENCIA, o cualquier otro espacio sagrado en cuanto a eso, y por ello tenemos pocas oportunidades de ser trascendentes. Una razón es sencillamente que casi siempre estemos concentrándonos en una u otra cosa. Cuando nos concentramos, la conciencia disminuye y estamos conscientes del objeto en el que nos concentremos. Un momento después podríamos estar concentrados por completo en algo más, pero aún estar concentrados, conscientes de sólo una sola cosa a la vez, fuera de todas las infinitas posibilidades. Ésta es una condición inherentemente inestable, este movimiento de la mente de una cosa a otra en una serie de momentos separados y diferentes de concentración. Hay poco flujo y los objetos de concentración difícilmente se relacionan entre sí. La mente está fragmentada y su poder se disipa.

Otra razón por la que rara vez entramos al Espacio Sagrado es que nuestro ser interno está obstruido. Estamos llenos hasta el tope con todo tipo de concepto noción y nombre imaginables para nuestra experiencia, tanto que no estamos conscientes de que lo que en realidad sentimos. Estamos tan ocupados clasificando y nombrando nuestra experiencia que en realidad nunca sabemos qué es lo que estamos viviendo. Podría ver a una persona entrando a su oficina y en la mitad de un segundo usted estaría evaluándola y clasificándola de acuerdo con su edad, su sexo, su raza, su clase económica, su intención, el posible riesgo que significa para usted, su condición de salud y mil cosas más. Lo que hace es poner nombres o etiquetas sencillas en experiencias complejas. Con ello, usted pierde conciencia de sus sensaciones, de su experiencia real. O bien, al caminar, quizá se detenga a ver un aparador. Dentro una hermosa escultura llama su atención. En su mente hay un momento de asombro, pero casi de inmediato usted empieza a ponerle etiqueta a su experiencia: “me gusta”. O bien interpreta su experiencia: “Ésa es la estatua de una joven bailarina”. O su mente se va en otra dirección y visualiza la estatua en su casa o se imagina cuánto costará. En su conciencia abarrotada difícilmente hay espacio para las sensaciones de asombro de su relación con la escultura, y su experiencia, en la que a todo se pone una etiqueta o se juzga o se compara con la experiencia pasada y en la que casi nada se vive plenamente, en el presente, no es la manera de vivir, ni es la manera apropiada de sanar. En contraposición, si usted libera su concentración, juicios y tendencia a poner nombres, su mente puede ser neutral y callada: un estado de deleiten realidad. No es el silencio lo que importa; es la experiencia que podemos tener dentro de ese silencio. Donde hay silencio, está la posibilidad de vivir profundamente la experiencia y relacionarnos con nuestro evento en el Espacio Sagrado. Y es en el Espacio Sagrado donde podemos modificar nuestro evento. Existen miles con sus mentes y silencio pero eso no los convierte en sanadores. Ciertamente son más felices sin condiciones ni juicios ni ruido mental alguno, pero no necesariamente generan una conciencia trascendente. Lo que se necesita es “desconcentrar” la mente y borrar por lo menos algunas de sus condiciones. Ésa es la combinación que abrirá la puerta de la sanación. Cuando usted se mantiene en el espacio sensorial y no se mueve, las relaciones con el espacio se intensifican. El espacio mismo se hace más intenso. Usted sentirá esto conforme practique. Estabilizará su espacio y empezará a aumentar su espacio, permitiendo más y más, y sentirá como si fuera más profunda la relación con su cliente. Reduce el sentido de diferenciación en la relación y usted y su cliente empiezan a sentirse muy integrados. Éste es el inicio de una relación sagrada. Recientemente traté a Carla, quien tenía un gran dolor emocional. Había empezado diciéndome lo idílica que había sido su infancia, cuánto había aprendido de sus padres, lo maravilloso que había sido que su padre muriera mientras cantaba un himno religioso. Éste era su mito. Su voz era alta, demasiado alta, y sus gesticulaciones parecían forzadas como si estuviese tratando de verse con energía, pero en realidad estaba muy cansada. En los diez años siguientes a la muerte de su padre había vivido lo más lejos posible de su familia sin, de hecho, dejar el país y ahora había regresado a intentar hacerse cargo de su madre, quien se estaba matando con el alcohol.

Cuando estaba con ella, su madre se picaba y se rascaba los brazos de manera nerviosa hasta sangrar. Entre otras cosas, Carla comenzó a recordar sus memorias de la infancia, cuando tenía que esperar en el automóvil mientras su padre se veía con su amante. Cuando empecé a tratar a Carla con la PRESENCIA, los primeros momentos fueron suaves, como su historia superficial lo había sido. Tan pronto como individualicé en aspectos particulares de su condición, todo se hizo muy intenso. Sentí mi brazo adormecido y jaqueca, además de otras sensaciones sin un nombre en particular. Era como si yo estuviese teniendo su dolor. Mantuve el espacio estable y repartí equitativamente mi conciencia de las sensaciones, sin concentrarme en ninguna de ellas y soltando las ideas sobre mi experiencia. Abrí mi espacio a más y más sensaciones, y mientras lo hacía, hubo una reducción del dolor que sentía, incluso como si el sentido de la distancia entre nosotros disminuyera. Introduje intenciones, para equilibrar el elemento agua (para que sus emociones fluyeran) y para equilibrar el elemento tierra (para que sintiera la seguridad de ésta), y conforme hacía todo eso, había una intensidad renovada (véase capítulo “los elementos”). La intención es una dirección para una relación, un giro dentro del espacio. No es nada en realidad, sólo un movimiento de la mente, una palabra callada para uno mismo. La intención no es más que una gentil corriente en un amplio mar. Pero la intención intensificará la relación. Permitir todo lo que sentí y abrirme aún más produjeron un nuevo flujo de energía donde antes había habido resistencia. Después de un tiempo, yo era capaz de hacer algunos movimientos (el sentimiento de esto es como el de cambiar la mente de uno mismo) y hubo una sensación de integridad. Un minuto después cuando Carla se sentó, estaba visiblemente cambiada. Estaba tranquila, su cara estaba relajada y su voz era suave y llena de paz. Su respiración era más lenta y más profunda, y hablaba de la necesidad de estar más cerca de sus sentimientos reales. No le había hecho nada a Carla. Todo lo que hice lo hice dentro y con mi propia conciencia. Reconocí mis sensaciones y mantuve mi conciencia de ellas. La mantuve y permití todo lo que apareció, e hice algunos movimientos en el espacio de relación. Trabajar así desde el espacio, redujo su dolor. Para sanar, necesitamos estar vacíos de concentración y juicios, y necesitamos permanecer estables en este estado. Esto es lo que nuestro proceso sensorial hace por nosotros. Este proceso se creó a modo de que podamos ayudar a otros a sanar. Nuestro propósito al usar ese espacio es que en él nuestra capacidad de servir aumenta en forma increíble. La esencia de nuestra sencilla tarea es reducir el impulso de controlar nuestra experiencia. Aunque la conciencia es potencialmente ilimitada, en la vida cotidiana se ve gravemente limitada por los confines de nuestra propia conciencia y el deseo de controlar. Acabo de ver a una mujer caminando frente a mi casa. Está haciendo ejercicio, caminando rápido. Pero esta mujer lleva la tensión en su cadera y su pecho, y eso la lleva a caminar de manera chistosa, con los dedos de los pies apuntando hacia fuera y su cabeza hacia abajo. Esto limita su caminata. La conciencia es igual. Los lugares donde contenemos nuestras condiciones, creencias, deseos y miedos son como los recipientes físicos de tensión en la cadera y el pecho de esta mujer, y limitan la conciencia al igual que la tensión de la mujer limita su caminata.

EL ESPACIO SAGRADO Los espacios de la PRESENCIA no son iguales al espacio en el cajón de mi escritorio, ni a los espacios vacíos en la pantalla de mi computadora. No son espacios en el mismo sentido en que un recinto de dos o tres dimensiones es un espacio. Un gimnasio es un espacio donde podemos quizá jugar baloncesto, el espacio vacío de un pizarrón es donde quizá escribimos una ecuación. También puede haber un espacio en mi agenda, un lugar definido por las dimensiones de tiempo, quizá de una hora de duración, un espacio en el que podemos reunirnos e ir de paseo. Algunos espacios se definen tanto por el espacio como por el tiempo; nos reuniremos durante una hora en mi oficina o recorreré la costa de Maine en kayak durante un mes. Pero también hay espacios en la conciencia; una consejera con gran capacidad hará a un lado todas sus demás preocupaciones cuando su paciente está con ella. Durante el tiempo que pasen juntos, se enfocará en su cliente. Un artista puede perder, durante un tiempo, toda la conciencia de todo lo demás fuera de su pintura, o un enamorado puede enfocarse totalmente en su ser amado sin nada más en ese espacio particular de conciencia. Esta clase de espacio no está definido por el tiempo o el espacio, sino por la atención. Existimos en espacios con fronteras específicas de conciencia y estas fronteras cambian constantemente. No importa si estamos encerrados en un recinto solitario, o si vamos suspendidos planeando en lo alto de un precioso paisaje sin fronteras, la forma del espacio de nuestra conciencia está determinada por lo que hacemos con nuestra conciencia. La parte emocionante de esto es que siempre tenemos la capacidad de elegir todas las dimensiones de nuestro espacio. Un ejemplo de cómo podemos crear a propósito un espacio en conciencia, es considerar mi espacio de escritura, ese espacio en donde ahora me encuentro. Tengo una buena idea de lo que es el mejor espacio para escribir. Es un lugar físico (mi oficina, esta silla, frente a esta computadora); es un tiempo en que todo estará razonablemente callado alrededor de la casa; en un plano de concentración mental de cierta manera moderado por vuelos de fantasía oportunos pero en esencia limitado al tema en cuestión. Más significativamente, sé cómo crear o abrir este espacio. He aprendido a través de ensayo y error cómo entrar en este espacio y cómo permanecer estable en él, y soy bueno en esto. Por ejemplo: no necesito ceder a todos los impulsos de llamar a un amigo, pero en ocasiones me levanto a preparar una taza de té. He aprendido a mantener un espacio muy particular, para un propósito muy particular, y cuando lo he hecho, la escritura se da. No es lo que escribo sino que entro a un espacio en donde se da la escritura. Lo mismo pasa con el espacio sensorial o el Espacio Sagrado de la PRESENCIA. No son en sí mismos sanadores pero son los espacios en donde tiene lugar la sanación. Al igual que mi espacio de escritura crea las condiciones en las que ocurre la escritura, los espacios de la PRESENCIA son una creación deliberada de las condiciones favorables para nuestro intento de sanar. Si bien es relativamente sencillo describir espacios que tienen dimensiones físicas y que existen en el tiempo pasado, presente o futuro, es una tarea más intimidante describir las dimensiones de los espacios sagrados. Tienen ciertas dimensiones de las que podemos hablar, pero descubriremos que en lo que a muchas de sus dimensiones respecta,

podemos hablar sólo de lo que los espacios no son. Al escribir sobre el espacio sagrado de la PRESENCIA, lo mejor que puedo hacer es apuntar hacia la dirección correcta como un arquero enfoca su blanco que está oculto tras de un velo opaco. Puedo disparar la flecha en la dirección correcta pero la flecha debe salir del arco, seguir una trayectoria curva a través del espacio entre el arquero y el blanco y penetrar el velo por sí solo. Usted nunca “conocerá” el blanco hasta llegar a él. Simplemente no hay manera de mejorar en ese sentido, no hay forma de que la flecha de su conciencia conozca el blanco sin haber vivido la experiencia por sí misma. Al continuar a partir de aquí en este intento inaccesible en última instancia de definir el Espacio Sagrado de la PRESENCIA, necesitamos hablar mucho más sobre lo que el espacio no es, que sobre lo que es. De esta manera, usaremos nuestro lenguaje limitado para intentar apuntar más allá del lenguaje. Dirigiremos nuestra flecha hacia un blanco que está oculto del otro lado de un velo escatológico, un blanco que permanecerá para siempre indescriptible. Afortunadamente, nuestro objeto es la sanación, y no hablar, así que en esta dificultad con el lenguaje resulta trivial en última instancia. El lenguaje siempre es simbólico, siempre trata con los conceptos. Un poeta siempre usa el lenguaje para señalar una experiencia concreta más allá de las palabras. Necesitamos hacer lo mismo. Buscamos una experiencia más allá de la forma y usaremos el lenguaje y nuestros sentidos para llegar más allá del lenguaje y sensación, hacia un espacio donde la realidad y la experiencia son una. Este espacio sagrado se descubrirá como un espacio de trascendencia, un lugar sin alguna de las interpretaciones sobre la realidad que nuestra mente racional suele confundir con la experiencia de la realidad misma. Este Espacio Sagrado nuestro siempre está ahí y siempre ha estado. Tiene su propia existencia. La capacidad para acceder al Espacio Sagrado se conserva en el linaje que la mantiene intacta. El Espacio es una emanación de Dios, una fuente de milagros de sanación, un Espacio donde todas nuestras reglas se rompen a excepción de la regla de la intención. En este espacio mágico la intención crea el efecto. El Espacio Sagrado es la manera particular en que Dios se manifiesta en quien practica la PRESENCIA. Uno de los pocos planteamientos que pueden formularse acerca del Espacio Sagrado es que uno de sus parámetros es el intento de sanar. Pero inmediatamente después de hacer este planteamiento es necesario recordar lo que es y lo que no es la sanación. La sanación no es un cambio que ocurre en un cuerpo como resultado de la aplicación de una fuerza exterior. Esto es lo que hemos llamado curación o intento de cura. Quizá los sinónimos más precisos para sanación, tal como usamos la palabra, son “paz” y “equilibrio”, y nuestro intento es ayudar a restaurar estos estados. Al hacerlo podremos ver que el cuerpo y la mente están capacitadas para liberarse por sí mismas de la enfermedad. El equilibrio que vive quien está deteriorándose físicamente y está en el umbral de la muerte será muy distinto al equilibrio de quien tiene lesiones graves pero que no amenazan su vida, o de quien está destrozado por la pérdida de un ser amado. En todos los casos, el equilibrio podría abarcar “entrar en paz”, pero esto tendría implicaciones diferentes para cada persona involucrada. El equilibrio para el paciente lastimado puede contener una voluntad adecuada para contrarrestar los efectos de las lesiones y sus implicaciones psicológicas, pero el equilibrio para quien está muriendo debe ser

primordialmente una cuestión de enfrentar y finalmente soltar los miedos. Quien ha sufrido una pérdida encontrará el equilibrio de manera diferente, conforme permite que la pena fluya en su curso natural, desencadenada por las demandas culturales y familiares de recuperarse rápidamente del proceso. No obstante en todos los casos la sanación es la liberación de las condiciones que sostenía al paciente en pautas o tendencias perjudiciales. Los espacios de sanación de la PRESENCIA no abarcan la aplicación de la fuerza. No hay ningún bisturí, ningún ajuste quiropráctico, ninguna energía química de una planta o de algún medicamento. Tampoco hay control de energía ni un intento de alinear al ser del cliente con la voluntad de Dios. El Espacio Sagrado es un espacio sin esfuerzo, sin voluntad y sin deseos de ningún tipo. Es un espacio para conocer lo que es, tal como es, en este momento, con el intento (no el deseo, sino el mero intento) de sanar. Pero este intento es sumamente importante y necesitamos mantenerlo constantemente cuando practicamos la PRESENCIA. El Espacio Sagrado se caracteriza, o se limita, por la conciencia simultánea y balanceada de todas las sensaciones que aparecen. El Espacio Sagrado no es un espacio limitado por la concentración. Es posible que sea la característica más importante de todas las que definen este espacio. Ninguna experiencia o sensación está contenida en la conciencia en función de la exclusión de otras experiencias o sensaciones. Todas las sensaciones reciben el mismo grado de atención y nosotros estamos igual y plenamente conscientes de cada sensación, sin importar qué tan intensa o débil pueda ser. Todo está incluido y todo está permitido por igual. Y, deslizándonos de inmediato hacia lo que el Espacio no es, no es un espacio de discriminación, juicio ni preferencia por una sensación por encima de otra. Un parámetro más del Espacio Sagrado es que no tiene ningún punto de vista. De nuevo hablamos de lo que el espacio no es. En la conciencia normal, mantenemos un punto de vista. Yo tengo esta experiencia. Yo miro eso. Ese sonido viene de allá. Siempre hay una creencia de que yo estoy al centro de mi experiencia y de que todos los eventos con los que me relaciono están ubicados en forma periférica. Incluso la sensación de la comezón en mi frente de alguna manera está separada y apartada de quien siente la comezón. Vivimos en un universo dominado por el sujeto y el objeto. Yo estoy aquí, tú estás allá, y ellos están en la siguiente habitación. Yo existo dentro de fronteras estrechamente imaginadas, con el resto del cosmos fuera de ellas. Como humanos, aunque somos una parte del todo que llamamos universo, nos percibimos como separados de todo lo demás mediante barreras de tiempo y de espacio. Pensamos en nosotros como individuos, de cierta manera separados de los demás, y esta separación ilusoria tiende a limitarnos a atender nuestros deseos personales, buscando nuestras propias preferencias y evitando lo que tememos o lo que nos disgusta. Nos limitamos a unas cuantas situaciones que nos complacen y unas cuantas personas con quienes nos sentimos bien. Nuestra tarea espiritual es liberarnos de estas restricciones auto impuestas y tener la voluntad de abrazar el todo de nuestra experiencia: acabar con la barrera sujeto-objeto, penetrar las divisiones ilusorias que imponemos al universo, y reorganizar para ver que el sujeto y el objeto son uno solo. Estas fronteras del ser individual se viven en esencia como un sentido de distancia entre el observador y el resto de la realidad. La comezón en mi frente se siente ahí, en oposición a aquí, donde

parece estar mi conciencia. Sin embargo, el hecho es que es la frente la que vive la comezón, no “yo”, y no hay distancia alguna entre el evento y la experiencia. Y si echo un vistazo al cielo nocturno y me maravillo ante los miles de millones de estrellas que en él vemos, la experiencia de esos puntos de luz supuestamente a millones de años luz de distancia, no está en los lejanos confines del universo, sino aquí en la palpitación de un sentimiento en mi pecho y en la aceleración de mi respiración. La entrada al Espacio Sagrado de la PRESENCIA requiere soltar nuestra creencia sobre nosotros como sujetos separados de los objetos de nuestra experiencia. Nuestro cerebro funciona para asegurar nuestra supervivencia; ése es su trabajo, el imperativo transmitido durante eras de evolución. Para hacer su trabajo el cerebro recibe, almacena y manipula información de manera tal que la conciencia se conforma como un sentido de ser continuamente ocupado en su propia supervivencia. Esto sucede en forma tan inconsútil que nunca sospechamos siquiera la posibilidad de trascender esa conciencia. Pero la trascendencia es precisamente lo que la esencia de la sanación requiere. En el Espacio Sagrado no hay espacio para la separación, para el punto de vista. En la mente cotidiana el sentido del ser nos haría creer que quien está consciente está separado de las sensaciones de las que está consciente. En la PRESENCIA la conciencia y la sensación, la realidad y la experiencia de la misma, son una sola. Esto lleva al rompimiento de la ilusión de distancia, de “espacio” en la forma en que tradicionalmente se usa la palabra. Si estoy aquí y la estrella a la que miro a lo alto está allá, entonces hay una sensación de espacio entre los dos. Pero si yo estoy aquí y mi sensación en relación con la estrella también está aquí, dentro de esta conciencia, entonces el espacio o la distancia parece haber desaparecido. De la misma manera, la sensación de la comezón en mi frente y la percepción de esa comezón también ocurren en el mismo lugar. Si usted escucha un sonido que está dentro de su cuerpo, vive una sensación. Es más fácil verlo si usted puede recordar un momento en el que se haya sobresaltado por un ruido fuerte. La experiencia real fue una “conmoción” de sentimientos que pasaron por su cuerpo. No pensó: “Ay, una puerta se acaba de azotar tras de mí”. Ésa fue la interpretación de la conmoción, desde su punto de vista, y esa interpretación tardó un fragmento de segundo después de la conmoción misma. La experiencia real fue la conmoción. Es un poco difícil reconocer, pero no es menos cierto, que todos los sonidos se viven de esa manera. Para investigar este fenómeno, sencillamente cierre los ojos ahora y aquiete su mente. Espere a que lleguen los sonido, observe con cuidado cómo los vive. Notará que no se “escuchan” en sus oídos o en su cerebro o en algún centro imaginado de su consciencia, o que se viven de cierta manera en la habitación contigua o de donde sea que vienen; más bien se sienten como sensaciones en su cuerpo. Una observación más cuidadosa revelará que lo mismo resulta cierto para los demás sentidos, como la vista o el olfato. Por ello la estrella se conoce a través de las sensaciones en su cuerpo que surgen cuando usted está en relación con la estrella. No hay conciencia de fotones de luz hiriendo su retina, ni tampoco hay alguna experiencia real de la estrella “allá afuera”. Ninguna de estas experiencias suceden en una conciencia que se queda fija en un lugar, tampoco “allá afuera” ni “aquí dentro”. La conciencia no tiene una ubicación. No tiene punto de vista, ni lugar dónde asentarse y observar el resto del cosmos. Está en todas

partes. No hay distancia entre usted y su experiencia. En el proceso de la PRESENCIA incluimos todas las sensaciones que puedan surgir, siempre expandiendo nuestra conciencia para incluir todo lo que pueda aparecer. Ya que todo se incluye, no hay límite para el alcance de la conciencia. En el Espacio Sagrado la conciencia crece para incluirlo todo. No hay sensación de un ser separado. Sólo hay conciencia. El siguiente parámetro o frontera del Espacio Sagrado es que es un lugar sin nombres. Imagínese una puerta azotándose detrás de usted. Tal como lo hemos establecido, no conoce ese evento como una puerta azotándose sino como una conmoción de sensaciones en su cuerpo. La experiencia real es indescriptible. No hay palabras que usted pueda usar que pudieran transmitirme todo lo que usted vivió cuando se azotó la puerta. Si usted dice que hubo una conmoción yo podría pensar que sé lo que quiere decir, pero eso sólo se debe a que yo tengo memoria de los eventos en mi propia experiencia que también se nombraron conmociones. No hay lenguaje que me comunique su experiencia exacta. Los nombres que le damos a nuestra experiencia no son nuestra experiencia misma. En el Espacio Sagrado ninguna sensación tiene nombre; simplemente es. El Espacio Sagrado también es un lugar sin juicios. Ésta puede ser la frontera del espacio más difícil de conservar. Cuando siento una serie de sensaciones en mi pie a las que llamo “dolor”, mi experiencia de ello me lleva a una conclusión casi simultánea de que es una experiencia que deseo evitar. Cuando usted tiene una sensación cálida en su piel al sentarse bajo el sol, quizá de la misma manera y rápidamente se sienta atraído a esta sensación. Pero al examinar cualquiera de estas reacciones comprensibles pero enjuiciables, notaremos que tienden a alejarnos del Espacio Sagrado. El juicio nos lleva al rechazo de una parte de nosotros mismos o desear que haya más de otro aspecto de nuestro ser. No puede haber paz con actitudes como esas. El amor por el ser y la paz que implica sólo pueden basarse en la apreciación y la aceptación completa de quienes somos, en este momento, incluso si hay además una intención para la evolución personal continua. En el Espacio Sagrado no hay preferencias, ni tampoco los juicios que llevan hacia éstas. En el espacio sensorial, si de hecho ocurren el juicio y la preferencia entonces sólo podemos permitir cualquier sensación que pueda aparecer en relación con ellos. Por otro lado, si no juzgamos nuestra experiencia, si somos capaces de permanecer neutrales en relación con la realidad de la que descubrimos formar parte, nos liberamos de la gran causa del sufrimiento en la vida: la demanda de que las condiciones de nuestra existencia sean diferentes de cómo son en realidad. Si no hay juicio, se sigue que tiende a no haber esfuerzo. Permitir todas las sensaciones por igual es la antítesis de tratar de mejorar todo. Por favor comprenda que no quiero implicar con esto que usted debe aceptar todo tal como es y nunca debe esforzarse por mejorar las condiciones del mundo. Es justo lo contrario. Si usted es capaz de sentir los efectos de su experiencia, sabrá exactamente lo que es necesario hacer y no dudará en hacerlo. Permitir sus sensaciones y trabajar para mejorar las condiciones no son mutuamente excluyentes. En el Espacio Sagrado no hay distracciones. Normalmente, cuando estamos meditando o concentrándonos en algo tenemos el concepto de que por un lado está la meta de nuestra meditación o concentración y por el otro, las distracciones: todo lo que nos pueda alejar del feliz término de la tarea. Nos encontramos “tratando de meditar” o “tratando de concentrarnos”. Si nos disponemos a repetir continuamente un mantra, en silencio con cada respiración, y entonces nos damos cuenta de que nuestra mente divaga

hacia pensamientos sobre qué más necesitamos hacer, o sobre la discusión que tuvimos con nuestra compañera, concebiremos estos pensamientos como distracciones, los rechazaremos por no ser pertinentes a nuestra meditación, y entonces intentaremos concentrarnos de nuevo. Si la alarma de un automóvil se escuchara mientras meditamos, la tendencia sería a que nos concentráramos en ella durante un momento por lo menos. La viviríamos como otra distracción, otra interrupción de nuestro proceso de meditación. Pero en el Espacio Sagrado de la PRESENCIA no hay distracciones. Todo lo que aparece se incluye de la misma manera, ya sea una conmoción de sensaciones en relación con la alarma de un auto, un dolor en el pie o un sentimiento placentero de apertura en la región del corazón. Quizá en este momento ya vio las imperfecciones en todo lo que he escrito sobre la naturaleza del Espacio Sagrado. No importa lo bien que haya hecho mi trabajo, todavía sigo intentando definir algo que está más allá de la definición. El Espacio Sagrado es un espacio trascendental. Todo lo que he llamado sus fronteras o sus parámetros son condiciones para ayudarle a apuntar hacia el blanco, todas esas condiciones deben desecharse si usted espera alguna vez que la flecha de su conciencia penetre en el velo de lo desconocido y dé en el blanco de la trascendencia. Pero, por ahora, siga adelante y use estas pistas y el proceso sensorial para abrir y “ampliar” su espacio interno. Permita que las condiciones que podrían limitar su espacio, condiciones como juzgar o esforzarse, sencillamente se desechen. Permita que su espacio sensorial sea cada vez más ilimitado. Practicar así, ser cada vez más diestro en abrirse u estar estable en el espacio sensorial, es una manera de acercarse a la vinculación con el linaje de la PRESENCIA. Como un efecto secundario de sus esfuerzos aprenderá más sobre cómo vivir en sabiduría. Una cuestión final: cuando por primera vez se reconoce el Espacio Sagrado quizá se encuentre entrando el Espacio Sagrado y pasando de largo y hacia meditación profunda, pero eso no es PRESENCIA. Este Espacio es para la sanación, no para mejorar sus meditaciones. Ésta es una seva, un servicio para los demás, y de esta manera este Espacio indefinible se define estrictamente. Amplíe su espacio interno. Haga una pausa para practicar. Haga a un lado todas esas ideas sobre la naturaleza del Espacio Sagrado. Siéntese derecho y cierre sus ojos. Permita todas las sensaciones que aparezcan en su conciencia. Tómese su tiempo y expanda continuamente su conciencia permitiendo más y más. Observe cualquier tendencia a discriminar entre sus sensaciones, a sentir que algunas son más adecuadas, más deseables o más importantes que las demás. Note cualquier tendencia a estrechar su espacio. Libere cualquier condición como ésa y sencillamente permita. Observe cualquier tendencia a observar sus sensaciones, a verlas desde un punto de vista separado. Libere esa tendencia, reduciendo el sentido de la distancia entre usted y sus sensaciones. Si hay un ruido, permita las sensaciones relacionadas con ese ruido. Si hay un pensamiento, permita las sensaciones relacionadas con ese pensamiento. Libere cualquier sentido de sí mismo que lo separe de su experiencia. No hay distancia; usted y su experiencia son uno solo. Reduzca los sentimientos de diferenciación. Compense aún más. Reconozca que todas sus sensaciones están ocurriendo al mismo tiempo. Suelte la concentración en una sensación después de la otra, y siéntalas como

si estuvieran ocurriendo igualmente en éste momento. Libere cualquier sentido de secuencia. Acepte que no hay nada que hacer en este espacio. No hay necesidad de esforzarse. No tiene voluntad, sólo la mera intención de estar estable en su espacio. Si descubre que ha empezado a concentrarse, a hacer un esfuerzo o a sentirse separado de su experiencia, reconozca los sentimientos de eso y amplíe para permitir también esos sentimientos. Si usted está con un compañero o compañera, tóquelo ahora, y una vez más permita todas las sensaciones que aparezcan en su conciencia. Amplíe para permitir cada vez más. Incluya todo lo que aparezca, sin discriminación. Vuelva a balancear. De nuevo suelte cualquier concentración. Reconozca los conceptos sobre su compañero: cómo es, dónde parece estar en relación con usted, el sentido de la distancia entre ustedes. Reconozca cualquier sensación de diferenciación en su relación con el compañero o compañera. Recorra lentamente todas estas tendencias hasta que haya terminado, hasta que las sensaciones se disuelvan. Continúe tratando a su compañero o compañera durante cinco o diez minutos más. No haga nada más que seguir estable. Compensar. La compensación es una parte poderosa en nuestro trabajo de la PRESENCIA. Al abrir y estabilizar su espacio sensoria, usted ya está usando la compensación. Debe compensar cada vez que reconozca la necesidad de sostener su conciencia en forma estable. Recuerde que la concentración genera inestabilidad. Cuando sienta que se está concentrando en algo o en una serie de cosas, puede salir de eso haciendo que todo sea equitativo. Si pierde la compensación de su espacio su estabilidad disminuirá y usted reducirá la eficacia de sus tratamientos. ¿Alguna vez se le ha parado una mosca en su cara al estar meditando, o ha sonado el teléfono mientras medita? Hay tres maneras en que uno puede hacerse “inmune” a dichas “perturbaciones”. La primera es mediante la concentración. Si su meditación se basa en el enfoque de un mantra, de su respiración o cualquier otro objeto de concentración, podría desarrollar su poder de concentración hasta el punto de notar una distracción pero en un instante de concentración se recuperaría. Una distracción puede registrarse en una fracción de segundo pero no más. Un pequeño porcentaje de su atención podría dirigirse a identificar la perturbación (“mosca en mi cara”) pero su mente reconocería de inmediato la perturbación como algo sin importancia y que no vale la pena seguir atendiendo. Usted sabría que desear que la mosca no estuviera ahí o espantarla con la mano sólo aumentaría su perturbación. Quien no tiene gran experiencia en concentrarse puede crear una situación donde sólo hay un único pensamiento persistente, como el mantra, o un solo objeto de atención como la respiración. Sin perder la concentración en el foco de la meditación la persona puede evaluar rápidamente cualquier nuevo estímulo y desecharlo antes de que siquiera pueda perturbar seriamente el proceso meditativo. Otra manera de permanecer sin perturbarse frente a la distracción es mediante el trance. Si usted no estuviera consciente de la mosca en su mejilla, continuaría meditando a

pesar de la presencia del insecto. Como leyó antes en este libro, probablemente no está consciente de la presión del libro en su mano, o de la posición de su pie izquierdo, así que será muy fácil imaginar que la mente consciente no registre cada estímulo. Puede aprender a estar consciente de menos cosas, para inducirse a un estado de trance en donde las distracciones simplemente no se registran en su mente consciente. En algunas tradiciones espirituales, esta inducción al trance es una destreza que se ha pulido hasta un plano refinado. Pero hay una tercera posibilidad: un estado espiritual, distinto a la concentración, diferente al trance, y a un sinnúmero de estados espirituales: el espacio sensorial. En este espacio compensamos y reconocemos que todas nuestras sensaciones están ocurriendo al mismo tiempo y en el mismo espacio, y que todas las sensaciones tienen la misma importancia. No hay grandes ni pequeñas sensaciones, no hay sensaciones valiosas ni sensaciones que deban evitarse. Así que, no hay experiencias ni sensaciones que consideremos como distracción. Cuando compensamos nuestro espacio de sanación o de meditación, y permitimos e incluimos a todas las sensaciones, somos más estables en el espacio. Compense su espacio Practique ahora, solo o con un compañero o compañera, la compensación de su espacio. Entre en sintonía y abra el espacio como siempre, permitiendo que se den todas las sensaciones. Si está con alguien más, toque a su compañero o compañera y permita más y más sensaciones, todas las que aparezcan. Reconozca que todas sus sensaciones están sucediendo al mismo tiempo y en el mismo espacio. Vívalas como si todas estuvieran en un mismo plano, sin que ninguna esté por encima de las demás. Balancee de esta manera y viva los efectos de ello. Cada vez que sienta que se distrae, observe las sensaciones de eso e inclúyalas en el proceso de compensación. Cada que note su tendencia a concentrarse, haga lo mismo: observe los sentimientos que surgen en relación con su concentración, permita los sentimientos e iguale, compense. Continúe así manteniendo su espacio estable durante diez o quince minutos, o más. Compensar no es un movimiento en su conciencia. No es como una intención de mejorar la función del hígado ni como balancear el elemento tierra en un cliente. Es simplemente reconocer lo que está pasando. Si el viento sopla contra su brazo usted tiene una sensación. Si al entrar en relación con su cliente siente una conmoción, ésta es una sensación. No se pierda en estas sensaciones pero permítalas, sin hacerlas algo especial. Una sensación es sólo una sensación. ¿Qué otra cosa sabe de ella que el mero hecho de sentirla? Sabe cómo se siente y eso es todo. Así que compensamos porque no hay una manera legítima de darle un valor especial a ninguna sensación. Las sensaciones son todo lo que usted vive. Todo lo que en realidad puede saber. Cuando escucha un sonido de inmediato lo interpreta y piensa “Hay un auto afuera”, o “Está sonando el teléfono”. Pero su experiencia real no es la del auto o del teléfono, ni las ondas de sonido que entran por sus oídos, ni tampoco la de su cerebro interpretando los impulsos nerviosos que llegan de sus oídos. En realidad su experiencia inicial verdadera es una ligera “conmoción” conforme el sonido atraviesa su cuerpo. Podemos llamar “contracciones” a estas sensaciones. Usted reconocerá esta conmoción o

contracción cuando entre en relación con alguien por primera vez. Es el impacto de esa relación. Quizá también viva la experiencia de no sentir nada, la sensación de ninguna sensación, y también puede reconocer esa experiencia. Este sentido de conmoción será más obvio si, al meditar, una puerta se azota. Sentirá una conmoción de sensaciones e incluso antes de que su mente se apresure a comprender el sonido y su significado. Después su mente deseará saber si este sonido es una señal de peligro y qué acción debe evocarse. Entonces, usted tratará de interpretar correctamente el sonido. ¿Es una puerta que se azotó o, quizás, fue un disparo, o el viento la cerró, o alguien entró a mi habitación? Si no puede explicarlo lo suficientemente rápido, entonces al siguiente segundo, quizá se dé la vuelta y abra los ojos. Cuanto menos alto o abrupto sea el sonido, tanto más familiarizado estará usted con él. Cuanto más desarrollada esté su habilidad para compensar, tanto menor será la conmoción y la atención que pondrá en la experiencia del sonido. De la misma manera, todo con lo que entra en relación, ya sea un sonido, un paciente, el corazón o el estómago del paciente, o una intención de su parte (quizás sanar el corazón o el estómago del paciente), producirá una conmoción de sensaciones en su cuerpo. Si bien esto puede quedar bien claro con el ejemplo de la puerta azotándose a la mitad de una meditación, quizá no sea tan obvia en momentos más rutinarios. Requiere un poco de estudio saber que esto es cierto. Al dejar que mis ojos revisen lentamente los objetos de mi escritorio, entro en relación con algunos de ellos en forma aleatoria. Al hacerlo, en cada caso hay una sensación o una serie de sensaciones ligeramente diferentes. Cuando veo una fotografía donde estoy yo con mi maestro, tengo una cálida plenitud en la parte derecha de mi pecho; cuando veo mi botella de agua, la “conmoción” es un pequeño tirón en los músculos de mi antebrazo izquierdo. A una carta sin responder la acompaña una sensación en mi pecho y una tensión cerca de mi garganta. Cuando traigo a la mente objetos o personas lejanas, tengo otras sensaciones. Al pensar en la camioneta en la que viajé, tengo una extraña sensación de movimiento en mi pelvis. Quizá la siguiente ocasión que piense en la camioneta notaré cierto adormecimiento en mi brazo. No estoy diciendo que la camioneta me hace sentir el movimiento en mi pelvis o que la botella de agua me lleva a contraer los músculos. Sólo puedo decir que en el momento en que dejo que mi atención se particularice en la botella de agua, hay una “conmoción”, aunque sea ligera, de sensaciones de las que estoy consciente en mi cuerpo. Tampoco trato de interpretar estos sentimientos. No quiero decir que ya que el movimiento en mi pelvis se parece al movimiento que participa en el acto de caminar, he de estar pensando en viajar cuando pienso en la camioneta. Más que interpretar o tener alguna idea de causa y efecto, sencillamente estoy consciente de las sensaciones. Compensar es estar conscientes de estas sensaciones al mismo tiempo que está consciente de las demás sensaciones presentes en su cuerpo, dando a cada una, sin importar su intensidad o debilidad, el mismo grado de atención. Así, cuando estoy trabajando con el proceso sensorial de la PRESENCIA notaré mi mano y mi pie por igual, aún cuando mi pie sienta dolor y mi mano se sienta tan neutral como sea posible. Compense sus sensaciones Ahora siéntese una vez más, con tranquilidad y dignidad, y con los ojos cerrados. Entre en sintonía y empiece a sentir todas las sensaciones en su cuerpo. Reconozca todas sus

sensaciones, esté consciente de ellas y permita que le ocurran. Esté consciente del malestar, de la atracción de la gravedad, del sonido que lo atravesó. Esté consciente de todas esas sensaciones por igual, sin importar su intensidad o debilidad. Ponga mucha atención y déjese vivir la experiencia con detalles cada vez más refinados de la sensación. Continúe ampliando para incluir más. Sienta la sangre circulando, las ondas de energía en sus nervios, y la fuerza de la vida en cada célula. Continúe compensando sus sensaciones, permitiendo que se incluya todo lo que aparezca en su conciencia, siempre sin concentrarse. Esto es compensar, un proceso de inclusión que permite cada sensación sin discriminar, sin juzgar, sin analizar, incluso sin nombrar la sensación o su fuente. Practíquelo una y otra vez. Es un ingrediente vital del proceso sensorial de la PRESENCIA. Simplemente incluya en su conciencia todas las sensaciones que aparezcan. Lo opuesto de esto sería afirmar el malestar en su pierna o la mosca en su cara como algo fuera del reino de su meditación, una distracción de lo que en ese momento le incumbe. Si lo hiciera, pondría a algunas sensaciones la etiqueta de “buenas” y a otras de “malas”. Esto sería como dibujar un círculo en medio de su experiencia y tratar de excluir de su conciencia todo lo que quede fuera del círculo. Si alguna vez ha meditado con esa actitud, sabe que no hay fin a eso. No importa la frecuencia con que repita el mantra, siempre tendrá un pensamiento “impertinente”. No importa cuántas veces ajuste la posición de su cuerpo, sentirá la incomodidad en alguna parte, aunque sea ligeramente. En algún momento podría cambiar de intentar estar vacío de pensamientos, o más cómodo, a intentar ignorar los pensamientos o las sensaciones no deseadas. Esto suele llevarnos a un pequeño periodo de paz antes de que un pensamiento más fascinante aparezca o que una de las sensaciones comience de nuevo a sentirse demasiado intensa como para ignorarla. Entonces, necesitará más esfuerzo o ajuste para tratar de rechazar o salir de la nueva perturbación. El proceso continúa indefinidamente y la meditación nunca es todo lo que podría ser. Compensar es la alternativa a esta manera frustrante de “intentar meditar”. No importa lo bien que esté compensando, probablemente puede ir más allá. Siempre hay nuevas sensaciones que surgen en su conciencia. Están los espacios aparentemente vacíos entre sus sensaciones que contienen sensaciones menos sobresalientes. Al abrir su conciencia descubrirá una cualidad evasiva de la experiencia tan subestimada, tan refinada, que usted no la había distinguido antes. Permita y sienta todo esto con la misma consideración que la puerta que se azota o la mosca en su cara, ni más ni menos. Hay otro significado, relacionado, a la palabra “compensar”. También compensamos al reconocer que todas nuestras experiencias en este momento están sucediendo al mismo tiempo. Esto es suficientemente lógico, pero no es la forma convencional de observar nuestra propia experiencia. Lo que es más habitual es que nuestras mentes se concentren un momento en un poco de una experiencia después de otra. Aún sentado en meditación, podría notar la comezón en mi párpado, después notar mi respiración, luego el párpado otra vez, después mi respiración y el mantra al mismo tiempo, luego un pensamiento sobre el taller que programé, después regreso a la respiración por un momento, primero notando la sensación de mi caja torácica en expansión, después cómo levanto mis hombros, después mi vientre cambiando rítmicamente. Entonces regreso de nuevo al mantra, y noto un sonido en la habitación contigua. En todo esto hay un gran sentido de secuencia, un evento seguido por el otro.

Pero ése no es el caso. Es más preciso reconocer que la respiración, la comezón y el sonido están ocurriendo en el mismo momento y que las sensaciones que usted vive en relación con cada uno están ahí al mismo tiempo, ya sea que las haya reconocido o no su mente consciente. La compensación ocurre cuando permitimos a todas las sensaciones que ocurran ahora, en este momento. Es la capacidad de permitir que se reconozcan todas las sensaciones de una vez por todas. Si todas las sensaciones de este momento ocurren ahora, y de hecho así sucede, entonces la única manera de permitir todas las sensaciones es no concentrarse en ninguna. Normalmente vivimos las sensaciones como si ocurriesen de manera secuencial, porque en cualquier momento particular nos concentramos en una excluyendo a las demás. En cualquier momento sólo conocemos una sensación. En el siguiente, enfocamos otra sensación y después otra más. Esto crea la ilusión de tiempo o de secuencia y nos imposibilita vivir la vastedad de la realidad en este momento. Compensar puede comprenderse mejor en términos de espacio. Cuando me atrae una pequeña parte de mi realidad, cuando me concentro en una sensación excluyendo a las demás, es como si estuviese viéndola. Es como ver un partido de tenis desde un asiento cercano a la red. Debo voltear hacia un jugador y otro para ver cómo le pegan a la pelota. Cuando miro a un jugador, toda mi experiencia está en ese lado de la cancha. Cuando veo al otro jugador vivo su lado de la cancha. Mi memoria le da coherencia a la experiencia que viví en el partido, pero de cualquier manera estoy primero en un espacio y luego en el otro. En la meditación, si me permito concentrarme en una serie de sensaciones, como si estuviese en un partido de tenis con un sinnúmero de jugadores, cada uno jugando en su lado de la cancha. Cada objeto de mi conciencia permanece separado y en apariencia en un espacio separado. Estudie esto. Al enfocar su mente en un objeto a la vez, vea cómo se fragmenta su experiencia en espacios separados. La experiencia es de distancia. Esto está aquí y aquello está allá, y yo estoy en algún punto entre ellos, observándolos a lo lejos. La compensación supera esta desintegración espacial de la conciencia, esta idea de distancia, así como también elimina la sensación artificial de secuencia o tiempo. Nos ayuda a integrar nuestra experiencia. Si se lleva hasta su plena expresión, la compensación nos permite trascender el tiempo y el espacio. Permanezca consciente del malestar Cierre ahora sus ojos, entre en sintonía y abra el espacio sensorial. Compense sus sensaciones y entonces elija una sensación que le genere un malestar moderado. Continúe permitiendo y equilibrando sus sensaciones en tanto continúa consciente de la sensación de malestar. Después de un rato, la sensación comenzará a desvanecerse o a tener menor intensidad. La contracción se resolverá por sí misma, mientras usted compensa, sencillamente permitiendo que la contracción ocurra al igual que sus demás sensaciones. Continúe tratándose hasta que tenga la sensación de haber terminado. En situaciones de sanación sus sensaciones o contracciones estarán en relación con el paciente. Cuando usted se relaciona con otra persona y permite las sensaciones de la relación, éstas se roerán o cambiarán. Éste es el verdadero centro de la PRESENCIA. Comprenda por favor la elegancia de esto, su belleza simple. Ésta es la forma de afectar al otro, su evento, tan solo dentro de su conciencia. No hay karma en esto, ni responsabilidad por hacerlo salir. Únicamente se necesita conocerlo y permitir todo lo

que esté presente, y observar cómo llega a su término. No hay actividad, Simplemente es neutral y consciente. La consecuencia de esto es la sanación, pero usted no es quien hace la sanación. En realidad, la sanación ocurre en su presencia. Es lo más maravilloso. La culminación de la compensación es la desaparición de su punto de vista, la noción artificial de que su conciencia tiene un centro. En la conciencia cotidiana usted se imagina que está “aquí”, en algún lugar en su cuerpo o mente. Otra persona, otra sensación o cualquier otro objeto de su percepción está “allí” en un punto ubicado a cierta distancia. Usted percibe la separación y se imagina que está viviendo la realidad desde un punto de vista ubicado en algún lugar dentro de usted. Quizá sienta dolor en su dedo del pie y piense en ello como “mi dedo” y tenga la idea de que conoce el dolor “ahí abajo” desde un punto superior o un punto de vista “desde aquí arriba”. Usted tiene la misma idea de lejanía en relación con cadi todo aquello de lo que está consciente, ya sea otra persona o incluso uno de sus propios pensamientos. De hecho, la ubicación de este supuesto centro de conciencia resulta ser bastante escurridizo si usted trata de encontrarlo. Creemos que tenemos un centro pero no tenemos idea de dónde pueda estar. Pos supuesto, el centro es una fantasía. En la PRESENCIA lo que hacemos es desaparecer el centro. Somos capaces de graduar más allá de la noción de que nuestra conciencia no puede afectar al otro, debido a que liberamos toda idea de separación del otro. Al compensar reducimos la presión de tener un centro reconociendo que las sensaciones ocurren en el mismo tiempo y en el mismo espacio. Reconocemos que sólo la mente es la creadora de la diferenciación, la distancia, y es la que divide artificialmente nuestro universo en sujeto y objeto. Sin resistencia Afuera de la ventana de mi habitación está nevando. Pequeños copos blancos se mueven rápidamente hacia todos lados debido al impetuoso viento. Quizá reacciono frente a esa escena y digo que siento el día frío, que me hace sentir melancólico y que ojalá estuviera en un clima más cálido. En un día diferente, quizá haya una reacción distinta, una anticipación del gozo de esquiar, de una salida con mi esposa y mi hija, de lo vigorizante del ejercicio al aire libre en el frío. Si veo el clima con sentimientos negativos, me limito. Me aferro a ciertas condiciones y éstas me llevan a la constricción, la tensión y el mal humor. Tengo significados que doy a la nieve y a las nubes grises bajas. Me resisto a mi experiencia de modos complejos. Esta resistencia es una condición que se aplica a mi experiencia. En la relación que guardo con la escena fuera de mi ventana, hay condiciones, y mi experiencia está predeterminada de manera bastante real. Mis condiciones no me permiten tener una experiencia totalmente nueva. La experiencia de este momento. Estoy viviendo mi pasado en vez del presente dispuesto ante mí, y no puede haber algo nuevo en ello, ninguna revelación, ningún deleite, y en última instancia ninguna sanación. El pasado está muerto, congelado en el tiempo y la conciencia, y no puede ser una fuente de trascendencia. Si mis reacciones son más positivas, si veo la nieve y comienzo a anticipar entusiasmado la diversión y el regocijo de jugar en ese bello polvo blanco, mi estado de ánimo será distinto, quizá más deseable. Pero en términos de resistencia a este momento el problema es el mismo, aún sigo estando limitado. De nuevo hay una condición en mi

conciencia, una pauta de pensamiento y una serie de sentimientos positivos que limitan mi relación con lo que existe aquí y el ahora, precisamente de la misma manera en que me limitaron los sentimientos negativos. En un principio, cuando veo la nieve, hay condiciones previas y concentración, una manera en que mi conciencia reconoce la nieve y mi relación con ella, y se concentra en eso. Se trata de algo muy importante que aprender a manejar si queremos facilitar la sanación, Si nos concentramos en algo, si limitamos nuestra conciencia, incluso por un instante, no hay otra experiencia, otro conocimiento, durante ese momento de concentración, y todo menos el objeto de nuestra concentración se expulsa de nuestra consciencia. Cuando nuestra consciencia está limitada de esta forma a un solo objeto, el flujo de la conciencia se detiene. En esta circunstancia no es posible la trascendencia. No puede haber elevación porque nuestra conciencia está ahora condicionada y limitada por el deseo o la evasión. Entre la nieve y yo hay una relación. Si no siento resistencia a ninguna de mis sensaciones, si no tengo condiciones en relación a ellas, entonces mi conciencia y mi percepción de la relación con la nieve será clara y se intensificará. Al resolverse mis condiciones, hay una posibilidad de ser trascendente. Entonces vivo a la nieve como si nunca la hubiera visto ni hubiese oído de ella. Si no tengo condiciones ni preconcepciones sobre la nieve, entonces quizá podré verdaderamente conocer mi propia experiencia. Y si, vivo la experiencia y la conozco, entonces, y sólo entonces, podré sencillamente ser. En el momento de la relación con la nieve quizá noto mi resistencia. Si puedo liberarla, la relación se hace más completa. Entonces puedo entrar en una intensa relación con la nieve misma; puedo tener una experiencia directa de la nieve sin condiciones. Es hasta que libero esas condiciones y resistencias ordinarias que puedo encontrar lo extraordinario. Compense su conciencia Siéntese junto a su compañero o compañera. Cierre los ojos y no haga nada, tan sólo esté consciente de todas sus sensaciones. No se preocupe por nada más, sólo esté consciente. Compense su conciencia, dejando que no haya concentración. Cuando esté estable, entre al espacio de relación con su compañero o compañera y toque ligeramente su brazo. Ahora observe sus resistencias, las zonas donde su mente tiende a concentrarse. Algunas sensaciones pueden sentirse muy normales, otras extraordinarias, pero deje que todas reciban la misma atención. ¿Por qué dejar que una sensación sea su foco de atención? ¿Para qué elegir una por encima de las otras? ¿Por qué una de ellas es más interesante que las demás? La fascinante y la normal suceden al mismo tiempo, ¿para qué elegir una? No trate de encontrar alguna sensación en específico, o de comprender o interpretar todo. Simplemente permita la vida ser exactamente como es. Recuerde, no se concentre. Continúe así durante diez minutos o más. En este ejercicio del proceso sensorial, primero está usted consciente de todo lo que pasa dentro de usted. Después abre el espacio de relación con el cliente y entra en consciencia de todo lo que sucede en esta relación. Algunas cosas aparecen como resistencia. Son aquellas en las que su conciencia trata de concentrarse. Y así es como

ocurre la resistencia en usted. Su mente trata de asirse a alguna. En ese momento, usted debe mantener su conciencia de todo lo demás, pero reconocer que ese punto está generando resistencia. Entonces, permite que eso le suceda. Cuando lo permite, la resistencia tiende a desaparecer o se debilita. El resultado es que en su conciencia tendrá una percepción mayor y más intensa de la relación. Conocerá la relación de la misma manera intensa en que podría conocer la respiración de sus pulmones. Una resolución como ésta de todas las condiciones y resistencias permite intensificar la relación y la conciencia se hace trascendente. Liberar las condiciones que surgen no es parte de la PRESENCIA. Es sólo parte del proceso que usamos para prepararnos a entrar al estado de PRESENCIA. Es sencillo. Si no libera su resistencia, sus condiciones en la relación, entonces no habrá suficiente espacio para que usted tenga una experiencia más profunda: la experiencia intensa y trascendente de la conciencia en el evento. Su conciencia permanecerá dentro de los confines de su propio ser separado; y no habrá trascendencia, ni un estado puro y sencillo del ser. Todo esto requiere de práctica. No es algo que usted pueda escuchar y tranquilamente incorporar en su vida. La receta es sencilla pero quizá no cocine los biscochos en el primer intento. Continúe y pronto descubrirá que es más estable. Se concentrará cada vez menos, permitirá cada vez más, y empezará a ser capaz de modificar lo que se presente. Empiece con las resistencias más duras: a su malestar físico, o a un sonido que “distrae” (recuerde, no hay distracciones en la PRESENCIA). Libere la tendencia de concentrarse en ellas, y entonces continúe con resistencias más sutiles, hasta que la pauta misma de tener resistencias se rompa y finalmente, sencillamente no haya concentración. El efecto será la intensificación de su relación con su paciente o con lo que esté personalizando. Sólo recuerde no concentrarse. Muy suave y gentilmente permita que ocurran las sensaciones de resistencia, y la resistencia desaparecerá. La resistencia puede tomar diversas formas. No se trata sólo de cuando no queremos que algo suceda. No siempre es una cuestión de “no me gusta esta sensación (o ese sonido, o esa enfermedad) y no quiero que invada mi espacio”. Sólo la menor parte de las resistencias serán así. La mayoría es más sutil. Se da el juicio más insignificante, la concentración momentánea o la fascinación fugaz con alguna sensación. Algunas de sus resistencias aparecerán en forma de distracción. Ésta es la forma en que algo llama su atención fuera del evento. Pero comprenda que la “distracción” es la manera en que usted reacciona a este momento en la relación. Cuando note esto, necesita permitirlo. No trate de deshacerse de la distracción o continuará siendo una distracción. Incluya y permita las sensaciones de la distracción tal como lo haría con cualquier otra resistencia a la relación. Ha comenzado a nevar más fuerte y salgo para vivir la nevada más directamente. Ante mis ojos hay millones y millones de copos de nieve, cada uno diferente al otro, pero lo suficientemente parecidos para que ninguno llame más mi atención. En este momento, mi conciencia está balanceada. Repentinamente caigo en una emboscada. Mi hija me lanza una bola de nieve y me concentro en esa pequeña parte de la nieve, más grande y más densa, y en una trayectoria distinta a las demás. Entre toda la nieve, esa parte llama mi atención por un momento. La bola de nieve me sobresalta y por ello siento los efectos de la adrenalina como parte de mi experiencia. El sobresalto me lleva a una

mayor concentración. Al permitir estas sensaciones y de nuevo estar consciente de todos los pedacitos de nieve, libero la resistencia. Cuando estamos sanando con la PRESENCIA, las sensaciones son como los copos de nieve: incontables pedacitos de sensación. Nos concentramos en algunas de las sensaciones más difíciles, las sensaciones de malestar o de deleite, como en la bola de nieve. Esto es lo que llamamos resistencia. La resistencia no es tanto como desear que las sensaciones de gozo o de malestar se vayan; se trata más de resistir el flujo de la experiencia, la conciencia de cada momento por igual, cada sensación. No es necesariamente una resistencia que nace de la negatividad, la ira o el miedo; puede ser mucho más sutil que eso. Esta resistencia puede surgir de la distracción o el interés o la fascinación. Cierta sensación sobresale entre los millares de sensaciones y atrapa nuestra atención; o quizá nuestra mente se extiende y alcanza una parte pequeñita de la experiencia. En cualquier caso, nuestra mente se apega a esa sensación, y eso significa que vivimos sólo esa sensación o ese pequeño grupo de sensaciones relacionadas durante el momento del apego. Ignoramos todo lo demás. Si usted no reduce su resistencia, sus condiciones en la relación, no habrá suficiente espacio para que viva una experiencia más profunda. Se requiere tiempo para dominar la práctica de la no resistencia. Al principio, todos los copos de sensación quizá reciban la misma atención siempre que sean de tamaño uniforme y caigan a la misma velocidad y en la misma dirección. Con la práctica puede aprender a mantener su estado interno estable en relación con los copos de la sensación aún cuando algunos sean más grandes o caigan justo en la punta de su nariz. Más adelante, con aún más práctica podrá ser capaz de mantener la atención balanceada incluso cuando los copos comienzan a volar y aparecen los hombres y las mujeres de nieve. Con más práctica todavía podrá permanecer estable hasta cuando esté frente a los enormes copos de nieve color verde y azul eléctrico, si es que han de aparecer. Con una conciencia todavía más refinada podrá notar sensaciones en respuesta a la infinitamente variada estructura cristalina de cada copo. Al tener más y más conciencia, reconocerá más de la exquisita belleza de toda la realidad, más de la exhibición espectral de las energías del universo, más de lo que ha permanecido oculto por su resistencia. Y lo más importante para sus propósitos como sanador, será consciente de toda la riqueza del espacio de la relación entre usted y su paciente. Particularizar Cuando practicamos la PRESENCIA o en cualquier método de sanación a este respecto, debemos elegir con quién y con qué vamos a trabajar. Nuestro término para eso es “particularizar”. Esto significa que estamos eligiendo el evento con el que entraremos en relación. Al principio, toda la persona del paciente es el evento. Decimos que particularizamos en el paciente. Un poco más adelante, comenzará a elegir un órgano específico, un sistema, un chackra o cualquier otro aspecto como su evento: todo lo que necesite su conciencia de sanación. Si usted elige particularizar en el aparato digestivo del paciente, entonces todas las sensaciones que tenga estarán en relación con eso. Imagínese en esa situación. Ha abierto un espacio sensorial, permitió un interminable arroyo de sensaciones, compensó su conciencia y particularizó en su paciente. Al hacer todo esto, tocándolo ligeramente en el brazo, siente una descarga de nuevas sensaciones que usted permite y balancea junto con todas las demás sensaciones. Entonces vuelve a

particularizar, esta vez en el aparato digestivo. Quizá hay algún problema digestivo que desea trabajar, así que decide particularizar en él. Al particularizar (simplemente afirmar en su conciencia que está haciéndolo) sentirá otra vez sensaciones nuevas. Decimos que éstas entran en relación con el sistema digestivo. No hay necesidad de preocuparse por la causa de las sensaciones. ¿Vendrán del estómago de mi paciente? ¿Saldrán de la parte de su cuerpo en donde las está viviendo? ¿Vienen de alguna otra fuente? ¿Tienen algún significado que necesite interpretarse? No tiene porqué ocuparse de estas cuestiones, Sólo necesita permitir estas sensaciones e incluir todo lo que aparezca. Si al estar en relación con el aparato digestivo, un automóvil pasa por su casa y el sonido del auto le provoca una sensación, también inclúyala. Si usted siente afecto personal por este paciente, también incluya esta sensación. En la PRESENCIA no hay distracciones, y todo lo que aparezca debe incluirse. Cuando particularizamos, simplemente elegimos. Quizá estar en relación con mi paciente; quizá elija estar en relación con mi paciente; quizá elija más adelante particularizar en su hígado. Pero no visualizo a mi paciente ni a su hígado. No es necesario y generaría limitaciones en mi conciencia, cierto marco conceptual donde mis sensaciones tendrían que encajar. ¿Qué pasaría si quisiera particularizar en los temores de su paciente? ¿Cómo visualizaría eso? Si usted lo intenta seguramente acabaría imponiendo sus conceptos. Lo mismo sucede con los aspectos físicos de nuestros pacientes. Si aparece alguna imagen es importante reconocerla y permitir las sensaciones que surgen en usted en relación con esa imagen. Hasta lo que haga, la imagen es una resistencia contra el flujo de su conciencia y su experiencia. De la misma manera, no cultive sonidos ni olores, ni ninguna otra sensación. Siempre evite imponer sus propias creencias o preconcepciones sobre el evento por encima de la realidad verdadera del evento. Puede particularizar en algo que no conoce en absoluto. Si nunca ha visto un hígado, y ni siquiera sabe en qué parte del cuerpo está. Será mucho mejor. Simplemente diga “particularizo en el hígado” y permita todo lo que se manifieste. Si por otro lado, está muy bien informado sobre el hígado, las imágenes y los conceptos serán prácticamente inevitables. Si aparecen al particularizar, permita las sensaciones que surgirán en relación con esas imágenes y resuélvalas como primer paso de su proceso de tratamiento. Cuando usted particulariza, las sensaciones nuevas pueden aparecer en todas partes. La particularización del corazón de su paciente puede llevarlo hacia sentimientos en su rodilla, su espalda baja o en cualquier otra parte. Es posible que varias zonas vivan sensaciones al mismo tiempo. No hay cómo predecirlo, ni tampoco tendría ventaja alguna saberlo. Cada vez que usted particularice en un corazón, será diferente. Sane con su inocencia, su ignorancia, con una visión totalmente fresca. De lo contrario, está poniendo condiciones en la situación, en su paciente y en el proceso de sanación mismo, y las condiciones sólo pueden limitar su conciencia y la eficacia. Particularizar en el espacio sensorial es tan sencillo como fácil. Si usted desea tratar pacientes, tóquelos y entre en relación con ellos. Ha “particularizado” en ellos y ahora son su evento. Si desea ser más específico o eficaz necesitará particularizar en un aspecto del paciente. En su conciencia usted afirmará: “Particularizo en el chakra de su

corazón” poniendo esta intención en el espacio sensorial. Eso es todo. De ahí en adelante, sus sensaciones estarán relacionadas con el chakra del corazón y usted permitirá que el chakra del corazón lo afecte. Reconozca sus sensaciones, permítalas y continúe con el tratamiento, pero ahora usted estará tratando el chakra del corazón más que cualquier otra parte o aspecto del paciente. Cuando individualiza en el Espacio Sagrado, está permitiendo que algo lo afecte a usted, así como cuando particulariza en el espacio sensorial. Pero en el Espacio Sagrado, no hay una percepción directa del evento en el que eligió particularizar. Si usted quiere tratar el colon de un paciente, particularizará en ello, y cuando lo afecte a usted, usted liberará la contracción o resistencia a su efecto hasta que no haya distinción, ninguna idea de distancia entre usted y su evento. Usted puede llegar a este punto al soltar la distinción entre el colon y su conciencia. Esto también es sencillo, pero al principio no es necesariamente fácil. Requiere de cierta práctica diligente a fin de que usted esté listo para mantener un objeto en su percepción sin sentir lo que está observando. Con todo, esto es lo que necesita hacer. Una vez que eligió el evento usted “será uno” con el evento. Esa frase ha perdido su fuerza debido al uso exagerado pero es muy precisa. Reducirá la diferenciación o la sensación de distancia entre usted y su evento. El sujeto y el objeto se fundirán y la percepción estará en el evento y usted lo vivirá en vez de observarlo. Su conciencia y la conciencia del colon del paciente serán lo mismo. Ambas aparecen al mismo tiempo y en el mismo espacio preconceptual. Es como si su conciencia estuviera en el colon. Cuando usted particulariza de esta manera en un evento, éste aparece en su percepción. La percepción no está en su cabeza, sino en el evento. Cuando usted reconoce que la conciencia del evento y su conciencia son lo mismo, entonces la percepción y la realidad aparecen como una sola. Usted siente el evento en el evento. Es exactamente como si usted tuviera oídos y ojos en el evento. Este estado es el de la no dualidad. Cuando este estado de conciencia se aplica en su sanación, usted será muy preciso y su experiencia del evento será muy profunda e intensa. Reconocerá las tendencias del evento y sabrá cómo modificarlas. Tendrá una percepción del evento, sea un órgano o el ser entero del paciente. O incluso su propio ser. En un momento como ese no hay dualidad. No ve un estómago ni piensa en un bazo. No hay testigo que mire al paciente. Más bien el evento aparece en su percepción como su experiencia. Quizá todavía haya juicios sobre el evento, pero aparecen igual que aparecería su propio estómago, bazo o estado de ánimo. Es como si usted tuviese otro estómago pero que sabe que no es suyo. Su mente racional estará cuestionando todo esto, revelándose contra la posibilidad de conocer lo que no puede verse, probarse, tocarse, olerse o escucharse. Pero para usted es fácil vivirlo. Tampoco debe estar exageradamente dispuesto. Si lo intenta con mucho esfuerzo, de alguna manera el intentar forzar la experiencia, presionándose hacia un concepto de lo que la experiencia debería ser, se sentirá frustrado. En cambio, asegúrese de haber practicado lo elemental. Dedique tiempo diariamente a los ejercicios que aparecen en esta obra. Aprenda a permitir y a compensar, aprenda a particularizar y a introducir la intención, y entonces, poco a poco, libere sus propuestas, sus conceptos y sus prejuicios. Esto tampoco representará ningún problema. Todo lo que necesita hacer es continuar. Con el tiempo, comenzará a captar destellos de la conciencia trascendente del Espacio Sagrado. Aunque es un lugar resbaloso y es difícil mantenerse estable en él. Cuando particularice, tenderá a imaginarse el evento como algo separado de usted,

Tardará algún tiempo para mantenerse estable en el espacio entre usted y su paciente. Usted estará en usted mismo, al siguiente momento estará en sus proposiciones sobre el paciente, y después estará pasando de uno al otro. Pero el Espacio Sagrado no es ninguno de ellos. Una vez que encuentre el Espacio (y es aquí donde será particularmente útil trabajar directamente con un maestro de la PRESENCIA) su avance se acelerará. Saber qué es lo que busca, en vez de sólo tener palabras y conceptos que lo guían será lo que acelere su avance. Cuando ha particularizado en algo, esto aparecerá en su percepción. En lugar de sentir cómo se siente en relación con el estómago o el cuello, el estómago o el cuello aparecerán como parte de su percepción. Gradualmente, esto pasará a formar parte de su experiencia cotidiana. El Espacio Sagrado se convertirá en una parte tan surta que percibirse en él será algo automático. Será como adquirir un nuevo sentido, el sentido de la trascendencia. Al principio será un poco torpe con este nuevo sentido, pero con el tiempo será una parte natural de sus aptitudes. Lo usará como cualquier otro sentido y esto fortalecerá su vida. Es muy placentero, interesante y útil contar con este nuevo sentido, que incrementará muchísimo su capacidad de servicio. Cuando usted reacciona repetidamente a ciertos estímulos de manera relativamente establecida, se trata de una tendencia. La enfermedad puede a menudo entenderse como el resultado de una tendencia. La enfermedad puede a menudo entenderse como el resultado de una tendencia, una respuesta pautada que se repite hasta causar daño. Las condiciones de nuestra vida nos llevan a desarrollar esas pautas, tanto física como psicológicamente. Cuando hacemos trabajo de sanación estamos modificando las tendencias en el paciente. Cuanto más consciente sea usted, tanto más preciso y poderoso será en su aptitud para modificar las tendencias de alguien que se ha atascado en una pauta. Mi paciente Anne es melliza. En apariencia, su madre resintió todo el trabajo que implicaba atender a dos bebés recién nacidas y no era muy afecta a Anne y a su hermano gemelo. De adulto, Anne todavía tiene una relación limitada con su madre y se siente culpable por las quejas crónicas de su madre, como si la infelicidad de su madre se debiera a Anne. Las pautas de comportamiento que resultaron han sido perjudiciales para Anne. No se ha sentido con la libertad de buscar plenamente su propia felicidad y por lo mismo ha sufrido. Es estresante para ella tratar de programar vacaciones e incluso ir de compras. No siente que merezca ser feliz ya que su misma existencia parece haber negado la felicidad de su madre. Las luchas internas por las que atraviesa se viven como tensión en su cuerpo, y al principio llegó a mi padeciendo gran cantidad de síntomas que por lo común se relacionan con el estrés. Anne tiene otra pauta interesante. De niña, la falta de cuidados amorosos por parte de su madre de alguna manera se compensaba con las visitas ocasionales de la hermana mayor de su madre, de quien Anne se acuerda como una tía noble y cariñosa. La atracción de Anne hacia esta mujer se generalizó y ahora tiene muchas relaciones profundas y duraderas con mujeres mayores. Esto también representa una tendencia, la forma en que un comportamiento (para formar una relación amorosa) se da en respuesta a un estímulo (la presencia de una cariñosa mujer mayor). La atracción de Anne ha permanecido muy fuerte durante cuatro décadas. Es evidente que no todas las pautas o tendencias son perjudiciales.

Anne muestra cómo las pautas y tendencias funcionan. Casi todos tienen tendencias así, formas en que se repiten comportamientos pautados, incluso cuando en ocasiones no sean funcionales o sean dañinos. Muchas pautas son sutiles. Por ejemplo: por alguna razón, mi pie derecho apunta ligeramente cuando camino. No es algo notorio para la mayoría de las personas. Pero ésta ha sido mi tendencia durante cincuenta años o más, y como consecuencia he tenido cierta irritación en el lado derecho de mi cadera. Mi pie respondió a lo que le haya sucedido; su tendencia fue una manera de tratar de protegerse, o de evitar algún malestar, al igual que casi todas las tendencias. Y ahora, años después, tengo un ligero problema en la cadera. Ciertamente estos ejemplos no son únicos. Todos tienen tendencias: Maneras habituales de responder a estímulos en particular. No todas las tendencias son perjudiciales o limitantes, pero pueden llegar a serlo, en especial si la tendencia tiene como consecuencia la tensión en el cuerpo o en la mente. Cada vez que sucede, cada vez que la sensación difícil no se atiende o se libera, cada vez que el dolor, el temor, la tristeza, la culpa o cualquier otro sentimiento difícil se contiene en el cuerpo o en la mente, hay tensión y daño potencial, por una limitación de conciencia y espontaneidad, o por enfermedad. Reconozca y elija una tendencia Practíquelo ahora. Entre en sintonía. Elija una tendencia en su compañero o compañera (quizá sólo con preguntarle en dónde siente la tensión) y empiece a estudiar cómo podría liberar la resistencia que genera la tendencia. Hágalo compensando su espacio y estando consciente de los sentimientos en relación con la tendencia. Permita esos sentimientos. Sea plenamente consciente de ellos. Si no tiene una sensación de terminación o entereza, una sensación de terminación o entereza, una sensación de que la tendencia ha disminuido o se ha eliminado, entonces ahora reconozca qué “movimiento” podría modificar la conciencia del evento. El movimiento seguramente se dará en su conciencia: quizá un intento de reducir la tendencia al aumentar la autoestima, o al reducir la tensión. Al introducir la intención tendrá nuevas sensaciones. Permita que éstas ocurran también, hasta que tenga la sensación de haber terminado. Si no tiene esa sensación, y usted es un profesional de la salud, los movimientos adicionales podrían ser algo más físico: un ajuste preciso, una aguja colocada en cierto lugar, justo la hierba adecuada o el medicamento indicado. Si está listo para combinar la PRESENCIA con sus demás experiencias, simplemente sabrá qué hacer. Si no tiene esos antecedentes, o no siente que por intuición sabe qué hacer, entonces lleve a término el tratamiento continuando como siempre se hace: ampliando, permitiendo y compensando. Aun si usted no elimina por completo la tendencia con el primer tratamiento, continúe hasta que haya cierta sensación de terminación, cierto silenciamiento de sus sensaciones en relación con el evento. Si continúa practicando sabrá más sobre cómo trabajar con los problemas del paciente, un poco más cada vez. Esta sesión de práctica ha introducido varios elementos nuevos con los que usted trabajará. Le pedí que reconociera y eligiera una tendencia, y que hiciera un movimiento de sanación específico. Sugerí que el movimiento fuera físico y que quizá querría incluir otros métodos de sanación. Ciertamente es bastante material nuevo para digerirse de una sola vez, así que puede hacer una o dos cosas nada más. Sin embargo, continúe regresando a esta práctica específica, pues representa formas complejas y sumamente

eficaces de trabajar que con el tiempo dominará. No permita que esto lo intimide. Lleve a cabo la práctica de estas destrezas cuando se sienta listo para ello. Cualquier cliente que llega en busca de sanación mostrará un bloque de tendencias. Su labor es mantener un espacio abierto para estas tendencias, permitirlas y “digerirlas”, si ha de hacerlo. En cada sesión, digerirá más y más, lentamente liberando al cliente del yugo de sus tendencias. No todo debe darse por terminado en una sola visita. Sólo deje que cada tratamiento se complete en sí mismo. Su paciente quizá tenga la tendencia a preocuparse. La tensión de esa preocupación pudo haberlo llevado a contraer su entrecejo y a apretar su mandíbula. Esto será parte de cómo el paciente manifiesta físicamente su pauta. Su trabajo consiste en ayudarlo a liberar la preocupación. Entre al espacio sagrado. Deje que su conciencia sea trascendente. Todo lo que suceda en la relación entre usted y el paciente se manifestará de alguna forma. Si desea liberar la tensión del entrecejo, moverá su conciencia a través del complejo de sensaciones que vienen de este evento llamado entrecejo, y usted liberará la resistencia que encuentre. Esto quizá necesite repetirse una y otra vez, pero con el tiempo la tendencia a contraer desaparecerá. Después, quizá trabajará con la mandíbula, y finalmente con la tendencia más básica de preocuparse. En algunos casos, claro está, la enfermedad no desaparece; está demasiado avanzada o el paciente no es capaz todavía de cambiar a ese grado. Pero, de cualquier manera, buena parte de la tensión alrededor de la tendencia y la enfermedad puede liberarse y las sesiones de sanación individual se sentirán terminadas. Lo que hacemos en la PRESENCIA es modificar tendencias. Cuanto más se desarrolle en este sistema, tanto más aptitud tendrá para modificar las tendencias de quien está atascado en una pauta. Cambiará el flujo de la conciencia lo suficiente para que el paciente libere las tendencias. Esto sucede cuando usted puede liberar la resistencia, porque la tendencia aparece en forma de contracción, una resistencia al flujo de la experiencia, y cuando esa resistencia se libera, la contracción también y la tendencia cambia. Una tendencia común entre los sanadores es que se hacen empáticos. El sanador tiende a vivir la sensación del paciente al ser un espejo de éste. Es fácil hacerlo, pero no es deseable. A menudo un sanador principiante tratará a un paciente con un dolor de cabeza y terminará él mismo con ese dolor. Es sencillo evitar esta clase de cuestiones. En vez de tender a vivir lo que el paciente vive, deje que su intento sea el de reducir la diferenciación o la distancia entre usted y su paciente. Al hacerlo, estará liberando las condiciones y la tendencia a sentir empatía. Debido a nuestras tendencias, difícilmente nos relacionaremos unos con los otros en nuestros asuntos cotidianos. Incluso en medio de una conversación muy íntima, repetimos viejas pautas basadas en experiencia previa con esa persona o con personas que ésta nos recuerda. O bien, podemos relacionarnos con la manera en que queremos que termine esta conversación, o con lo que tememos de ella. Es raro tener la mente totalmente fresca sin prejuicios en una relación, pues apenas estamos aprendiendo a hacerlo en nuestro sistema. En vez de estar conscientes, reaccionamos, y con ello perdemos una infinidad de oportunidades, tomando sólo esa pequeña parte para la que hemos dejado espacio. Pero, cuando liberamos estas tendencias, condiciones y

resistencias, la relación puede repentinamente hacerse muy intensa, Cuando es así, estamos estables, la conciencia puede ser trascendente, aún en circunstancias cotidianas. Cuando particularizamos o aceptamos a alguien o algo en relación con nosotros, sentimos esa reacción que hemos estado llamando conmoción. Estas reacciones surgen de nuestras tendencias y las condiciones que colocamos en esa relación. “Necesito saber el nombre de esta persona, su intención, si desea saludarme o no, su opinión sobre mí. Y su disposición para ayudar”. Toda clase de condiciones. “Está bonita; se parece a mi hermana; es tan aburrida; ojala dejara de llamarme”. Todo esto se siente en alguna parte de nuestro cuerpo. Es lo que llamamos la conmoción. En ocasiones es casi violenta; a menudo es muy sutil. En cualquier caso, cuando vivimos la conmoción en nuestra conciencia cotidiana, esta tiende a gobernarnos. En vez de estar en relación directa con el objeto de nuestra experiencia, nos desviamos en relación con la conmoción producida por nuestras condiciones y tendencias. Como sanador, algunas condiciones que se dan cuando vemos a un paciente y sentimos que podremos ayudarlo. Quizá se ve resistente, quizá no nos gusta el estilo de ropa, o quizá su enfermedad parece demasiado grave para que podamos ayudar en algo. Enmarcamos una posición en relación con esta persona, la cual casi no tiene solución. Ese marco, esas tendencias, nos limitan. Algunas veces un paciente nos dice, después de haberlo tratado, que una enfermedad, que nunca mencionó, se está disipando. Si hubiésemos sabido con anticipación que estaba enfermo de eso, quizá nos hubiésemos sentido incapaces de ayudar. Pensamos que sólo le interesaban sus jaquecas y que “bueno, para mí las jaquecas no son problema” Pero la jaqueca era solamente la punta del glacial. La vida entera del cliente era un desastre, estaba desgajándose, pero no lo sabíamos y pudimos evitar nuestra propia tendencia y no lo catalogamos como “sin poder ayudarlo”. Por favor, reconozca que muchas de estas tendencias y condiciones son inevitables. Sea cual sea su estado espiritual o emocional, terminará creándolas. No importa lo que haga, tendrá algunas resistencias en su propia experiencia. Pero podemos convertirlas en una ventaja. Podemos trabajar con ellas, y entonces dejan de ser un problema, y son parte de nuestro proceso. Las permitimos. Reconocemos que están sucediendo, que son la conmoción y jugamos con la conmoción como el método para entrar al estado sin diferenciación, sin tendencias. Esto nos dará la posibilidad de ver sin filtros, trascendiendo la conciencia cotidiana, y sanando con nuestra presencia. Las consecuencias son enormes. Saber Uno de nuestros objetivos en la PRESENCIA es el conocimiento directo del evento. Hasta ahora hemos estado principalmente ocupados con el reconocimiento de nuestras sensaciones en relación con un evento y trabajando con esas sensaciones. Pero podemos ir más allá. Podemos conocer un evento en sí mismo, en forma directa, con la misma claridad que conocemos nuestras sensaciones. No es que el observador conozca el sujeto, sino el conocimiento sin distinción entre sujeto y objeto, entre el conocedor y el conocido. El conocimiento de esta clase es sagrado y es necesario si queremos considerar completo nuestro sistema. Ésta es la experiencia del Espacio Sagrado.

En el plano de la intuición, la primera experiencia es el conocimiento. La intuición no es una cuestión de recopilar información y reunirla para sacar una conclusión. Es justamente lo opuesto. Con la intuición usted comienza con la conclusión y entonces, si necesita comunicarse, incluso al interior de su propia mente, la conclusión recibe un mensaje del intelecto para formar un modelo, a modo que la afirmación pueda referirse a su experiencia. Usted tiene una experiencia en el espacio de la intuición y, si necesita traducirse, si por ejemplo se requiere de un diagnóstico, nos valemos del “proceso inteligente” para poner en palabras la conclusión. Al principio con la PRESENCIA no nos molestamos demasiado por esto. Podemos funcionar sin diagnósticos, lo cual no sería posible en muchas formas de sanación. En la medicina alópata sería completamente inaceptable. En la medicina, un diagnóstico siempre debe extenderse antes de empezar el tratamiento. En ocasiones no es posible saber qué enfermedad es y el paciente se trata de acuerdo a sus síntomas, en especial si hay necesidad de medidas de emergencia; pero en general se da un diagnóstico. Con la PRESENCIA es diferente porque sencillamente estamos relacionándonos con nuestras sensaciones, y si las sensaciones se resuelven, sabemos que las tendencias se han modificado adecuadamente y el tratamiento terminó. Muchos de quienes viene a aprender del estado de PRESENCIA como estudiantes, tienen una inteligencia muy analítica. Las personas de occidente tienden a pensar de una forma de secuencias lineales de causa y efecto cuando intentan comprender la enfermedad y traer la sanación. Ciertamente ése es el caso de la medicina alópata y también buena parte de la sanación psicológica, incluso psíquica y energética. El modo de pensamiento es algo como lo siguiente: ya que (A) ha ocurrido en esta persona, el resultado ha sido (B). Si deseamos deshacernos del problema (B) necesitamos alterar la condición mediante la aplicación de una fuerza (C). Pero en la PRESENCIA nuestro pensamiento es muy distinto. Trabajamos con la inteligencia de síntesis, más que de análisis. Esta clase de inteligencia funciona más con relaciones que con la causa y el efecto. Si, al usar una inteligencia sintética, usted desea hablar de una garza en la rivera, tendría que hablar no de una criatura aislada, sino del río y el bosque, las relaciones entre todos los demás animales, plantas, bacterias y moldes en el ecosistema de la garza, y así sucesivamente. La síntesis de todas las relaciones es la imagen más auténtica de la garza. Sin la síntesis y las relaciones, en realidad sería imposible describir al ave. Sin la red de relaciones es imposible que la garza exista. En la PRESENCIA, y en una cantidad cada vez mayor de otras áreas del pensamiento y la conciencia, estamos trabajando más con la síntesis y las relaciones que con la causa y el efecto. Nuestros pacientes no se estudian como objetos, ni siquiera como se estudiaría y se daría tratamiento a un paciente por parte de un médico. El médico está buscando ciertos signos y síntomas que el paciente tiene, buscando una enfermedad que pueda nombrarse, y también busca su causa y su tratamiento: debido a (A) el paciente tiene la condición (B), así que es momento de instituir una terapia (C). En nuestro sistema, no decimos que el paciente tiene cierta condición, sino que cierta cualidad existe en relación con el paciente. El médico alópata diagnostica y define la enfermedad (y por lo tanto, también define al paciente hasta cierto punto) mediante los signos y los síntomas. Tiene fiebre, pierde peso, malestar, y orina con dolor y con frecuencia, así que probablemente es un paciente de vías urinarias, así que se requieren ciertas pruebas y tratamientos. Pero en la PRESENCIA necesitamos hacerlo de una manera sintética. No nos funcionaría si dijéramos: “Este paciente tiene ésta o aquella enfermedad particular

así que le haré un tratamiento”. La mente científica, analítica desea esto, pero a nosotros no nos sirve. Necesitamos tener una experiencia del objeto. En la PRESENCIA, ya sea que usted lo conoce, en cuyo caso el “diagnóstico” se hace y se puede terminar el tratamiento, o bien hay una resistencia. Usted sabe que no lo conoce porque una condición aparece en su espacio sensorial. En ese momento, usted sabe que está leyendo un libro. Pero si usted le dijera a alguien que está leyendo, si quisiera lo pensara, sería una condición o concepto, un momento de resistencia contra el flujo de la experiencia y por lo tanto un momento de no conocimiento. Cuando usted dice que está leyendo, la afirmación aparece en la conciencia como un concepto y una resistencia. Cuando vivimos algo tendemos a colocarle encima nuestros conceptos, y esos conceptos se sienten en el espacio sensorial como resistencia. Cuando usted vive la resistencia, entonces conoce lo que no sabe; usted sabe que, en lugar de saber, en el lugar de una experiencia pura y directa de la realidad, usted vive un concepto. Cuando vive algo, tiende a colocar sus supuestos encima de lo que está viviendo, y eso es lo que usted siente en el espacio sensorial. Reconozca y libere conceptos Con su compañero o compañera, entre en sintonía, abra su espacio, compense y entonces particularice en el estómago. Note de inmediato cómo pensaría acerca del estómago: dónde lo ve, a qué distancia de usted parece estar, cómo es y así sucesivamente. Éstos son todos sus conceptos. Su trabajo consiste en reconocer lo que siente tener estos conceptos, reconocer a los conceptos mismos, y liberarlos. Sienta sus sensaciones en relación con cada concepto. Permita estas sensaciones en tanto permanece consciente de todas las demás. Al permitirlas, los efectos de tener un concepto disminuirán y pronto el concepto mismo desaparecerá junto con sus sensaciones, y usted repetirá el proceso. Tome su tiempo ahora para hacerlo con cada uno de sus conceptos. Después de un rato la misma pauta de tener conceptos sobre el estómago se habrá roto y usted estará mucho más cerca de una experiencia directa con la conciencia del estómago. Si desea aprender a diagnosticar, si desea ejercer su intuición, necesita intentar no traducir los pensamientos de su estómago en conclusiones sobre su estómago. Aún más pertinente usted necesita incluso dejar de tener pensamientos sobre el estómago. ¿Qué queda si ya no hay pensamientos sobre el estómago? La respuesta es: el estómago mismo. Entonces no habrá distancia ni separación ni frontera entre usted y el estómago. Su experiencia será directa y usted simplemente conocerá la conciencia del estómago. Para su mente analítica parecería que falta algo en todo esto. ¿Cómo pasamos de “sin conceptos” a “experiencia directa”? ¿Cómo sucede eso? ¿Cuál es el puente? No hay puente. Usted está aquí y después está allá. Y, para bien o para mal nada más puede decirse. Diagnóstico Hasta ahora he usado la palabra “resistencia” para referirme a toda la resistencia que pueda experimentar durante la sanación, y no he diferenciado las posibles fuentes de resistencia. Si usted estuviese trabajando con su hermana como paciente, y ella padeciera tensión en el cuello, usted viviría la resistencia al particularizar sobre su cuello. En nuestro trabajo, hasta ahora, el proceso lo llevaría a solamente liberar la

resistencia que vivió, sin pensar en su fuente. Pero en ese caso no habría manera de saber si la resistencia estaba en usted o en el cuello de su hermana. Habría llegado a esta sesión con muchas preconcepciones sobre su hermana. Usted ha compartido buena parte de su historial personal, tiene imágenes claras de ella en su mente, la conoce bien. También es posible que usted tenga sentimientos positivos y negativos sobre su hermana, y opiniones en cuanto a la fuente de su tensión. Todas estas preconcepciones o conceptos sobre ella, y muchos más también, producirán resistencia. De nuevo “resistencia” no se refiere a sus opiniones personales sobre su hermana, sino a los bloqueos más sutiles a su experiencia plena de la realidad de ella en este momento. Algunos de esos bloqueos, o resistencias, pueden venir de sus opiniones, pero otros vienen de nada más insidioso que la idea de su posición física en relación con usted conforme la trata. La resistencia que aparece en su espacio sensorial también podría venir del cuello de su hermana. Si usted ha logrado reducir las resistencias que se deben a sus propias preconcepciones, lo que entonces viviría como resistencia sería el resultado de su conciencia de la experiencia de su conciencia de su cuello. Esto representaría una importante piedra angular en su evolución como sanador. Si puede diferenciar entre la resistencia que viene de sus conceptos y la resistencia en el evento, se está acercando al diagnóstico. Comprenda por favor que esto no significa que usted podrá decir: “Este paciente tiene pulmonía por estafilococos”, o “La causa de su hepatitis es una deficiencia inmunológica debida a…”. Esa clase de diagnóstico requiere conocimiento médico que quizá usted no tiene. Ése diagnóstico que en esencia nombra la enfermedad, un paso importante para un buen tratamiento médico, pero no es un elemento vital en la PRESENCIA. Nuestro diagnóstico es diferente. Estamos esforzándonos por tener una experiencia directa del evento, por reducir toda la distancia entre el evento y el sanador. El diagnóstico puede hacerse mediante ese conocimiento trascendente del evento. En realidad, si la enfermedad se nombrara, pondría en riesgo el reestablecimiento de la distancia o de la diferenciación. Tendería a recrear el punto de vista del sanador. Esto no es necesariamente el caso, pero es muy probable, en especial en las primeras etapas de desarrollo en la PRESENCIA. Por otra parte, si usted es un sanador de la PRESENCIA y además es médico o tiene cualquier otra preparación médica, quizá reconocerá, por ejemplo, a través de la particularización del hígado de un paciente, una perturbación en el metabolismo de la bilirruina. Si usted no tiene antecedentes como ese, su experiencia en el hígado será más como una “congestión”. Así que mucho depende de sus antecedentes, de qué más sabe. El problema surge cuando llegamos al hígado con nuestras concepciones intactas. Entonces estaremos examinándolo desde fuera, desde un punto de vista. Después trataremos de interpretar lo que vivimos, de darle un nombre. Si un médico experimentado en la PRESENCIA trabajara en el hígado, no tendría ninguna interpretación sobre su experiencia en eso. Quizá sienta la congestión y “sepa” que se necesita más agua. Podrá introducir una intención de aumentar el elemento agua en el hígado y terminar su tratamiento, sin siquiera considerar el nombre de lo que estaba tratando. Por otro lado, podría intuitiva o racionalmente reconocer el desorden metabólico, tratarlo con la PRESENCIA, y después realizar pruebas y aplicar tratamientos médicos estandarizados ya instituidos. De manera similar, un herbolario que está tratando al mismo paciente podría “saber” que el paciente necesita una infusión

de diente de león para fortalecer el funcionamiento de su hígado. Pero el conocimiento en la PRESENCIA, el diagnóstico tal como usamos el término, sencillamente está ahí, no necesita deducirse de la evidencia. Si bien su mente analítica o racional podría tambalearse con una proposición así, es perfectamente legítimo para la mente intuitiva, que sintetiza. Considere su experiencia real con esto. Si usted es un padre de familia sabe si su hijo o hija está triste. Hay un reconocimiento instantáneo de eso. No necesita reflexionar sobre el significado de los signos y síntomas de la tristeza, ni analizar psicológicamente las causas de la tristeza. Ni siquiera pensará en que está triste, sino que de inmediato, sin pensarlo, tomará a su hijo o hija y le dará un beso. En otras palabras, ha estado en el espacio sensorial en relación con su hijo; ha vivido la resistencia en él o ella, ha diagnosticado, y en este caso lo ha tratado sin ningún diálogo interno. En el caso de un tratamiento, imagínese que ya particularizó el hígado de su paciente. ¿Tiene alguna idea o imagen dónde está el hígado o cómo es? Estos son sus conceptos y generarán resistencia a una experiencia más profunda. Cuando usted particulariza en un evento como el hígado, nota todos los supuestos que tiene al respecto. ¿Dónde se imagina que está, qué forma le ve, de qué color o tamaño es? Reconozca que tiene todos esos conceptos y que cada uno le produce sensaciones. Permita estas sensaciones, continúe compensando su espacio, y cada resistencia se resolverá. Lo que quedará será la experiencia del hígado. Lo que permanece, después de haber resuelto su propia resistencia debido a sus preocupaciones, es la experiencia de la conciencia del evento. Es como si estuviese mirando una barca anclada lejos de la orilla en una densa niebla. La barca está ahí pero la visión que tiene de ella es oscura. El proceso para resolver sus propias resistencias a modo de que pueda tener una clara experiencia de la conciencia en el evento es importante para que sea eficiente como sanador. Al escribir estas palabras en mi computadora soy capaz de ir directamente a cada una de las letras que quiero usar. ¿Qué pasaría si en lugar de un teclado, tuviera un aparato que me pidiera empezar desde el inicio del alfabeto en busca de la letra que deseo usar? Si quiero escribir la G, tendría que pasar pos la A, la B, la C, la D, la E y la F. Finalmente llegaría a la G, pero el proceso no sería eficiente. En la PRESENCIA así es la etapa que estamos describiendo. Necesita reconocer y resolver su resistencia A, resistencia B, resistencia C, y así sucesivamente hasta que finalmente llegue a su resistencia G, la que está en el evento mismo. Funciona pero no es tan eficaz. No obstante, con la práctica será capaz de ir más directamente a la conciencia del evento para resolver la resistencia ahí, y su sanación será mucho más eficiente. Practiquemos el paso por sus resistencias, antes descrito, y aprenda a mantenerse completamente estable, a no hacer ningún movimiento en su conciencia. Éste es un paso hacia una mayor eficacia. Al mantenerse estable en su conciencia y conocer la conciencia del evento, usted sabrá exactamente en dónde es posible modificar o liberar las condiciones en el evento. Sabrá lo que se necesita y hará el movimiento específico que provoque el cambio adecuado. Por ejemplo: si estuviese trabajando en la mandíbula de su cliente, abriría el espacio, liberaría rápidamente sus propias resistencias (que quizá provienen de su visualización de la mandíbula) y viviría la conciencia de la mandíbula. Se mantendría estable y estudiaría la mandíbula. Quizá encontraría una línea de contracción que va desde el músculo masetero derecho hacia abajo en dirección del músculo esternocleidomastoideo izquierdo en su cuello (aunque quizá no sepa los

nombres de esas estructuras). Entonces estudiaría más y descubriría que una liberación en la zona de la cuarta vértebra ayudaría. Así la liberaría y estudiaría un poco más, una estimulación, que se requiere bajo la lengua. Ese movimiento, esa estimulación, podría completar el tratamiento. Todo el proceso podría tardar tan sólo un minuto. ¿Qué ha sucedido? Quizá nos ayude una analogía. Si estoy meditando, conoceré, sin pensarlo, la experiencia en mi hombro. Si noto una sensación de malestar ahí, puedo permitir la sensación o puedo reconocer que un ligero cambio en mi postura liberará la presión. Una vez realizado este cambio, mi conciencia muestra una tendencia más en mi espalda, y otro movimiento, quizá una relajación que la modificará. Todo eso podría suceder en unos cuantos segundos. No hay nada más misterioso en ello. Lo hacemos todo el tiempo, aunque no solemos estar conscientes de lo que hacemos por ello quizá seamos ineficaces en nuestros movimientos. Ésta es una buena analogía para el proceso de sanación cuando está en el Espacio Sagrado. Usted “conoce” el movimiento necesario y “sabe” cuando terminó el proceso. Pero los movimientos en la PRESENCIA no necesitan ser físicos y por lo general son, de hecho, movimientos en la conciencia. Lo que se conoce quizá no se pueda explicar en palabras; y, lo más interesante, el evento no es nuestro propio hombro sino el de otra persona. Pero la analogía es correcta a pesar de estas diferencias. Cuando usted está en el Espacio Sagrado, la conciencia en su evento es tan real como la conciencia en su propio hombro. En el proceso de diagnóstico y tratamiento, usted busca el punto vital en la relación, esa partecita que puede moverse con el resultado de que todo puede equilibrarse. Su experiencia produce en usted una clase de imagen del evento, no una imagen visual, sino una impresión sintética, no analítica, de su experiencia. En esa imagen o impresión usted sabrá cuál es el punto vital y cómo puede modificarse el evento en la forma más eficiente. Para llegar a eso, estudie, identifique y libere sus proposiciones o conceptos, de modo que pueda aprender la diferencia entre sus propias resistencias y las resistencias que genera el mismo evento. Hágalo y llegará a un estado de conocimiento. Entonces, encuentre el punto vital y haga los movimientos adecuados para liberar las condiciones en el evento. Reconozco que esto quizá se está poniendo un poco obscuro y más allá de su capacidad actual. Si le resulta difícil seguir el texto, quizá implique que ya es hora, nuevamente, de dejar de leer y practicar más. Estas enseñanzas necesitan absorberse lentamente con el paso del tiempo. LOS ELEMENTOS Hemos hablado de la sanación como un equilibrio, pero quizá pregunte: “¿Equilibrio? ¿De qué? Puede pensar en términos del equilibrio psicológico e imaginarse a alguien que sanó al haberse liberado de la neurosis o del miedo o el deseo irracionales. O quizá reconozca la necesidad del equilibrio físico, un estado de vibrante buena salud que se basa en el ejercicio, la flexibilidad, la dieta saludable y el sueño restaurador. O bien tal vez usted entiende la sanación como un equilibrio espiritual en el que es capaz de reconocer y servir a la divinidad en todo, en tanto mantiene un estado mental neutral. Y

hay una forma más de concebir el equilibrio, en términos del sistema de primer orden de los “elementos”: tierra, fuego, aire y éter. Estos elementos representan cinco cualidades del cuerpo y la mente, las cuales necesitan estar en equilibrio si deseamos conocer la paz al vivir y al morir. Usted puede trabajar con estos elementos en su práctica de la PRESENCIA. El proceso en su forma más simple consiste en abrir el espacio sensorial, particularizar en un evento, y entonces mantener la intención de que uno u otro elemento entre en equilibrio en el evento. Al hacerlo sentirá nuevas sensaciones en relación con esa intención. Permita estas sensaciones hasta que las resistencias que se engendraron se hayan resuelto. Ésta es tan sólo una extensión de lo que ha practicado hasta ahora y no deberá representar un gran desafío. Más adelante, sabrá más sobre qué elemento equilibrar y si se necesita aumentar o reducir, pero en un principio sólo elija un elemento y sostenga la mera intención de que el elemento esté en equilibrio con el evento. Esto evitará cualquier efecto secundario negativo. Por ejemplo: si un paciente estuviera muy enojado (una cualidad irritable) usted sólo necesitaría tener la intención de que se equilibre el elemento fuego, sin tener que considerar di debe aumentarlo o disminuirlo. Con la experiencia usted quizá sepa sostener una intención para reducir el elemento fuego o el valor de aumentar el elemento agua como un antídoto frente a tanto fuego; pero, en un inicio, quédese sólo con equilibrar los elementos y no hay manera de equivocarse. También puede tener la intención de que uno de los elementos, a su vez se equilibre. Esto será muy eficaz en comparación con solamente equilibrar los elementos que así lo requieran. Con todo, al empezar a practicar con los elementos, quizá esto sea lo que se siente más seguro para usted. Pero, está empezando a trabajar con los elementos, así que asegúrese de estudiar a profundidad el efecto de su intención. Note cómo sus movimientos en la conciencia están afectando el evento. De esta manera, se sentirá más seguro en su práctica y será más eficiente. Tierra La tierra es el elemento de nuestras raíces, nuestro sostén: sólida, fuerte, quieta y fundamentada. Éste es el principio, la base, de todo lo material. Como elemento de sostén, la tierra se relaciona con nuestros huesos y articulaciones, nuestros pies, nuestras piernas y el nervio ciático. El elemento tierra es el elemento del primer Chakra, o el centro de energía, ubicado en el perineo y el cóccix en la base de la columna vertebral. Rojo, el color de la vibración más lenta, es el color del elemento tierra. La tierra es sólida y condensada, y la manera en que vivimos la tierra es mediante su sostén y mediante la gravedad. El elemento tierra, como todos los elementos, debe estar en equilibrio si deseamos también estar en equilibrio. Cuando esto sucede nos sentimos seguros. Y nos sentimos capaces de cubrir nuestras necesidades de supervivencia y asegurar nuestra prosperidad material. Cuando este elemento es fuerte en nosotros sabemos lo que necesitamos y podemos hacer todo lo necesario para cubrir nuestras necesidades.

Cuando el elemento tierra es débil, nos sentimos inseguros; un sentimiento que encontramos en forma de una falta de moderación y desenfreno, depresión, aflicción no resuelta, o egoísmo. Físicamente, cuando estamos inestables o desequilibrados en el elemento tierra, podemos padecer de obesidad, hemorroides, estreñimiento o artritis. Relacionarse con el elemento tierra. Tómese el tiempo ahora de estar consciente de sus sensaciones al relacionarse con la tierra. Siéntese firme y sólidamente. Cierre sus ojos, entre en sintonía, y abra el espacio sensorial. Empiece a entrar en conciencia de las diversas sensaciones de su cuerpo. Sin comentar nada, note todas sus sensaciones. Esté consciente de las sensaciones más evidentes: los puntos donde hay malestar, la presión de sus piernas contra su asiento, los efectos de los sonidos que pasan a través de usted. Note con la misma conciencia las sensaciones más sutiles: la sensación de aire que va pasando por sus fosas nasales y por su piel, y la palpitación de un músculo al relajarse o tensarse. Note de igual manera las sensaciones aún más delicadas, como las energías que no pueden nombrarse y que están ocultas en cada tejido. Vaya a los espacios entre estas sensaciones y distinga aún más. Pero compense su atención de modo que cada sensación reciba la misma atención que todas las demás, independientemente de su intensidad. Reconozca que todas las sensaciones de este momento están sucediendo al mismo tiempo y que no hay una secuencia de una sensación y después otra, y después otra. Haga todo esto sin hacer nada, soltando todo esfuerzo y toda concentración. No deje que ninguna sensación se extienda y arrebate su interés. De esta manera, sitúese en el espacio sensorial de la PRESENCIA. Después sin perder su conciencia sobre estas sensaciones, también elija estar consciente de las sensaciones en usted que parecen surgir de su relación con la gravedad de la tierra. Sentado, tal como está, reconozca que no siente la tierra en realidad, sino que siente los efectos de la gravedad. No conoce la tierra; conoce sus efectos en usted. Entre en sintonía con esos efectos. Sienta las sensaciones al sentirse atraído por la gravedad. Nótela en todas partes, en sus piernas, en la piel de su cara, en sus órganos internos. Sencillamente permita que esas sensaciones estén ahí, tal como son, sin juicios ni concentración. También note en dónde no siente la atracción de la gravedad, y de igual manera permita esa sensación. En todas partes, continúe permitiendo todas las demás sensaciones e incluya todas las sensaciones nuevas que puedan surgir. Permita todas y compense su conciencia. Dedique tiempo a practicar esto. Estudie por sí mismo la experiencia de su relación con la tierra. Más adelante será capaz de modificar el espacio de la relación entre usted y su paciente mediante la modificación del elemento tierra en esa relación. Por ahora, sólo conozca el siempre cambiante caleidoscopio de sensaciones en relación con la tierra. He dado algunas señales sobre lo que podrían ser las sensaciones en relación con la tierra, pero no quiero que explore éste o cualquier otro elemento con nociones preconcebidas. Cuando trabaje con un cliente, para todo el proceso de la PRESENCIA lo principal es ser objetivo. Si está buscando una sensación en particular y, por ejemplo intenta distinguir la pesadez de la tierra, estará resistiéndose al flujo de su experiencia real. Así que, aun cuando dedique cierto tiempo para estabilizarse a los efectos de la gravedad de la tierra o para llegar a una conciencia de la naturaleza de otro elemento, el propósito de todo esto es únicamente para ayudarlo a comprender el lugar de estos

elementos en su constitución. Póngalos en práctica, lea sobre ellos y piense en ellos, pero después suelte todas las ideas que tenga sobre ellos. Quizá las sensaciones que tenga cuando introduzca una intención para equilibrar el elemento tierra en un paciente, sean de ligereza o de calor. Será necesario que usted reconozca estas sensaciones y que las permita con tanta facilidad como permite una profunda sensación de la atracción de la gravedad.

Introduzca una intención Cuando haya terminado de meditar sobre la tierra, observe cómo se siente. Note el efecto de haber estado consciente del elemento tierra. Quizá espera tener una sensación de tener cimientos, de relajación y seguridad, un sentido intensificado del ser y de identidad. Pero deje que su estudio sea objetivo, sin siquiera tener estas expectativas. Como un ejercicio más profundo, esta vez con un compañero, abra de nuevo el espacio sensorial. Como siempre, entre en sintonía y luego estabilice su espacio mediante la compensación de sus sensaciones. Después de tocar el brazo de su compañero, permita todas las sensaciones de la nueva relación y compense de nuevo. No se concentre; permita todo por igual y continúe tratando a su compañero durante unos cuantos minutos más. Después, libere dentro del espacio de la relación la intención de que el elemento tierra se equilibrará en su compañero. La inserción de una intención en el espacio de relación es un proceso delicado. Con una voz interna tranquila, afirme su intención en términos sencillos. Las palabras realies no se necesitan, pero tampoco son un obstáculo para el proceso. La intención es un pensamiento, un propósito, una meta; pero no es un esfuerzo ni una acción de ningún tipo. Es una cuestión exquisita, refinada, nunca enérgica ni trabajosa. Poner una intención en una relación es tan suave como si un pedazo de suave borra estuviese en la palma de su mano y usted le soplara y lo dejara flotar en el espacio que lo rodea. Una vez que la intención está ahí necesita mantenerse, pero esa es una cuestión igualmente suave. Lance con suavidad esa clase de intención. Tenga la intención de que el elemento tierra se equilibrará y después retire su propia voluntad de la imagen y viva todas las sensaciones que surjan. Como siempre, permita las nuevas sensaciones, compénselas y continúe consciente de todas las demás sensaciones por igual. Trate de esta manera a su compañero o compañera durante unos minutos más, o hasta que tenga la impresión de haber terminado. Agua El agua es el elemento relacionado con el flujo: el flujo de las emociones, del placer, de la sexualidad. El agua es el no-hacedor, la fuerza que parece ceder a todos los obstáculos, pero con el tiempo pude desgastar y perforar la roca más densa o el acero más duro. El agua es el elemento del segundo chakra, ubicado en medio del pubis y el ombligo, el centro de creatividad, de sexualidad, y de la energía almacenada. Ésta es la región del útero, de los genitales, de los riñones y de la vejiga; los órganos estrechamente vinculados con el agua, Cuando el elemento agua está en desequilibrio,

ya sea demasiado fuerte o demasiado débil, puede tener como resultado perturbaciones como la impotencia, la frigidez o problemas de las vías urinarias. Emocionalmente, un desequilibrio en el agua puede aparecer como la incapacidad de sentir o expresar las emociones, como el temor o la ansiedad, o como un apego, un deseo sexual excesivo o disminuido, o una sensación de frustración. El agua en equilibrio significa que podemos ser fluidos y flexibles tanto en los movimientos de nuestro cuerpo como en las manifestaciones de nuestros deseos. El deseo motiva el movimiento, ya sea que el deseo a su vez está enraizado en el placer, el cual es un motivador vital. Sin nuestro impulso del placer, tendríamos poca motivación para sanar, para elevar nuestro espíritu, para desarrollar relaciones más profundas, o para aumentar la riqueza material. La naturaleza fluida de nuestros impulsos significa que pueden llevar fácilmente al desenfreno por un lado o a la evasión del placer por el otro, dependiendo de nuestras tendencias internas. La sexualidad puede ser una expresión equilibrada del amor, afecto e impulsos reproductores, o quizá se convierta en represión, explotación o perversión, nuevamente dependiendo de nuestras tendencias internas. El elemento agua, como el agua misma, cobra la forma necesaria para encajar en el recipiente en donde la llevamos. Para empezar a intensificar su conciencia de la naturaleza del elemento agua y sus sensaciones en relación con éste, juegue con el agua. Deje que el agua de la llave corra por sus manos, nade y sumérjase, tome mucho agua y siéntala en su estómago, deje de tomar agua para conocer el efecto de ello, o llene un globo de agua y sienta su naturaleza fluida. En todos los casos viva sus sensaciones, no para memorizarlas, simplemente estar consciente de ellas. Al igual que con el elemento tierra, la intención es elevar su conciencia de la existencia y los funcionamientos del elemento agua. Relacionarse con el elemento agua De la misma manera en que lo hizo con el elemento tierra, ahora medite en el agua. Entre en sintonía y abra el espacio sensorial. Esté consciente y permita todas sus sensaciones. Compense y estabilícese. Después de un rato sienta la presencia del agua en usted. Deje que esto ocurra al no hacer nada más que tener la sencilla intención de estar consciente con el elemento agua. No necesita imaginarse el agua ni recordar cuando jugó con ella, ni de ninguna manera formarse una imagen ni recuerdo del agua. En vez de ello sólo sienta la presencia del elemento agua en usted, en este momento. Sienta su propia fluidez, la experiencia de estar hecho en su mayor parte de agua. Sienta lo menos fluido: sus huesos y dientes; así como lo más fluido: su saliva y la circulación de la sangre. También sienta la manera en que las impresiones y las emociones “fluyen” a través de su mente. Esté consciente de todas sus sensaciones y permítalas. Compense su espacio. Entonces deje que su intención sea que el elemento agua se equilibre en usted. De inmediato, al liberar esta intención en su espacio sensorial, note todas las nuevas sensaciones que pueden surgir. Permítalas también. Una vez más compense en su consciencia. Continúe así durante unos cuantos minutos más. Ahora practíquelo con un compañero. Abra el espacio, permita todas sus sensaciones, compense y después toque el brazo de su compañero. Sienta la conmoción de nuevas

sensaciones y permítalas, compensando una vez más. Estabilícese. Absténgase de concentrarse. Trate a su compañero durante unos cuantos minutos, continuando con la estabilización del espacio de su relación. Ahora introduzca la intención de que se equilibrará el elemento agua. Reconozca y permita todas las sensaciones que surjan en relación con su intención. Quizá deseemos en especial equilibrar el elemento agua si las emociones de un paciente no están fluyendo, si hay bloqueos emocionales que liberar. Fuego Combustión. Calor. El infierno. La brillante gema del tercer chakra ubicada en el plexo solar. El páncreas, las suprarrenales, el hígado, el bazo y el aparato digestivo. Metabolismo, movimiento y transformación. La materia transformada en energía, la inercia en acción. El poder, la voluntad y la motivación personales. Ira, culpa, ambición y duda. Fuego. La palabra está llena de insinuaciones de significado: entusiasmo, pasión, intensidad, fervor, fiebre, encenderse, la emoción ardiente de la ira, las palabras apasionadas que incitan o inspiran a otro. Hay quienes tienen demasiado fuego, y quienes no tienen lo suficiente. Hay aspectos de nosotros que el fuego debe dominar, y hay otros aspectos en donde no sirve demasiado. Como toda cualidad, hay un equilibrio que sirve y los desequilibrios pueden perjudicar. El elemento fuego nos da la habilidad de surgir por encima del juicio y nuestro apego a deseos personales. El fuego es la partera de la voluntad, y la descendencia de la mente y la acción. Cuando está en equilibrio, el fuego no brinda el poder bruto con el que se domina y se controla, sino más bien el poder para integrar y crear integridad. Una dosis apropiada de fuego hace que se terminen las cosas. Es vital para desarrollar un sentido de identidad en el mundo. Nos permite usar nuestra voluntad para controlar conscientemente el cambio. Éste es el poder con responsabilidad, el poder de forjar nuestras propias circunstancias, el poder de construir un mundo mejor. Demasiado o muy poco fuego puede llevar a depresión, duda, ira, ambición, culpa, una sensación de ser víctima, o una sed de poder. Un equilibrio del elemento fuego se manifiesta como la aptitud para establecer metas y alcanzarlas. Se verá como energía personal y niveles de motivación que son fuertes pero no maníacos. El equilibrio del fuego se expresa en autoconfianza, la habilidad para tomar decisiones, la habilidad para inspirar a los demás y la capacidad para aprender de la vida cotidiana. Físicamente, los desequilibrios en el elemento fuego pueden manifestarse como úlceras, cálculos biliares, ictericia, hepatitis, diabetes o hipoglicemia, y otras perturbaciones de los órganos del tercer chakra de la digestión, el metabolismo y la depuración. Relacionarse con el elemento fuego Aprender a trabajar con el elemento fuego no es distinto a trabajar con cualquier otro elemento. Piense en las personas que conoce que son vehementes o en quienes parecen carecer de fuego. Medite en el sentimiento del fuego al tiempo que lo vive en sí mismo, ya sea que parezca fuerte, débil o en equilibrio adecuado. Sienta el calor de su propio metabolismo. Después, con un compañero, entre en sintonía y abra el espacio sensorial. Cuando se estabilice, introduzca la intención de equilibrar el elemento fuego.

Reconozca la conmoción de nuevas sensaciones en relación con su intención y continúe el tratamiento hasta que haya una sensación de haber terminado. Aire El aire es el elemento relacionado con el cuarto chakra, el del corazón. La cualidad dominante del aire es su capacidad para dispersarse, para expandirse y llenar cualquier espacio que ocupe. El aire está relacionado con el aliento y el espíritu, la energía, el amor y la fuerza vital. No tiene una forma establecida. Se mueve libremente. El amor es así: un amor verdadero no tiene límites. Cuando este elemento está en equilibrio podemos ser compasivos y tener la habilidad de dar en donde sea necesario; las relaciones son gratificantes; y hay salud en la zona del corazón y los pulmones. Sin un equilibrio en el elemento aire podemos tener dificultades para conocer o expresar nuestras emociones o para ser sensibles a los sentimientos de los demás. Quizá nos da miedo dar o damos tontamente a quienes nos explotan. Equilibrar el elemento aire también es una manera de tratar el dolor. Relacionarse con el elemento aire Sienta el aire moviéndose en y a través de usted. Siéntalo moviéndose por encima de su piel. Sienta el poder de un fuerte viento y la calmante cualidad de una suave brisa. Conozca su aliento y la energía que viene hacia usted con el aire que respira. Hágase íntimo del aliento. Dedique tiempo a respirar lentamente, profundamente y de manera muy deliberada, sintiendo el aire en expansión dentro de usted mientras inhala, y sintiendo la relajación y la liberación al exhalar. Imagine que puede sentir el aliento dispersándose dentro de cada célula de su cuerpo y llenándola de energía, y que usted puede sentir la exhalación sacando de usted toda tensión no deseada. Sienta cómo el aliento lo conecta con toda la demás vida, cómo el aire que se mueve a través de usted también se mueve a través de las plantas y los animales, y circula por todo nuestro planeta, conectándolo con todos los seres vivos. Con un compañero, entre en sintonía, abra y estabilice su espacio en la forma acostumbrada. Después, introduzca la intención de que se equilibre el elemento aire. Viva la experiencia y permita todas las sensaciones que surjan, y dé tratamiento hasta llegar a la terminación. Si desea aumentar el elemento aire en su cliente encuentre una de las cualidades del aire que pueda reconocer, como la sensación del aire moviéndose por su piel, y esté consciente de eso. Encuéntrelo en usted y sostenga esa sensación. Esto aumentará el elemento aire en la relación. Éter Éste es el elemento de la purificación que está relacionado con el quinto chakra, ubicado en la garganta. El éter es el elemento de la comunicación, el vacío, los sueños y la trascendencia, y de ir más allá de la forma física. Es en el éter donde en realidad nos comunicamos, nos expresamos, nos conectamos y nos inspiramos. El éter es el elemento del éxtasis. El éter es el medio por el cual la consciencia puede expandirse y por el cual todo se conecta con todo. El éter es la manera en que vamos más allá de las fronteras que se aplican en los elementos más densos. Éste es el reino de la idea pura y el

conocimiento directo. El éter está relacionado con una energía mucho más refinada que la de cualquiera de los demás elementos y es el elemento de la amorfia. La maestría del éter implica el dominio de uno mismo. Con el equilibrio de este elemento las distracciones del mundo nunca representan un problema, y la mente meditativa puede dominar las emociones. Cuando el elemento éter está en equilibrio buscaremos una verdad más elevada, más allá de las limitaciones del tiempo y el espacio, más allá de las condiciones culturales y de las circunstancias. Relacionarse con el elemento éter Con un compañero como paciente, entre en sintonía, abra el espacio sensorial y medite en la sensación de vacío. Reconozca el sentimiento de vacío del espacio en que se sienta y permita que esa sensación ocurra en usted. No visualice el vacío, sino simplemente reconózcalo en sus sensaciones. Sienta sus sensaciones y después sienta las sensaciones entre las sensaciones y las sensaciones entre ellas. Finalmente sienta el espacio vacío entre las sensaciones. Haga lo mismo con sus pensamientos: esté consciente de los espacios entre sus pensamientos. Este espacio es como el vacío del espacio exterior: es vasto en comparación con lo relativamente pequeños planetas y estrellas que lo ocupan. Cuando se estabilice, toque ligeramente el brazo de su compañero sienta la conmoción de nuevas sensaciones y compense de nuevo. Entonces introduzca la intención de balancear el elemento éter en él. Al igual que con todas las intenciones, estudie las sensaciones en relación con ella y permítalas hasta que sienta que el tratamiento está completo. En general, si usted aumenta el elemento éter en un paciente, éste se dormirá. Si siente vacío al particularizar en el punto del ombligo de su paciente (el tercer chakra), relajará profundamente a su paciente y liberará ira. Si usted introduce un poco de éter en el primer cakra ayudará a las personas a sentirse menos restringidas, pero demasiado éter puede provocarles un sentimiento de inseguridad. Equilibrar los elementos puede ya ser parte de su repertorio como sanador. Poco a poco estudie los efectos de las intenciones de equilibrar uno o más elementos en su compañero. Al inicio de su trabajo con los elementos es muy aceptable que sólo los equilibre, uno por uno, observando los efectos de esto en su espacio sensorial. Más adelante, con más experiencia, sólo trabajará con los elementos que necesiten equilibrarse. Finalmente será capaz de aumentar o disminuir intencionalmente la fuerza y la influencia de cada elemento según sea necesario. AMOR Una vez tuve una creencia tan grande que llenó toda mi consciencia, y no podía verla como creencia, sino que pensaba en mi creencia como la única realidad. Era como si hubiese vivido toda mi vida en una cueva profunda, sin nunca ver la luz del día. Con una tenue luz artificial estudié mis lecciones y dominé muchas cosas, pero no sabía nada, absolutamente nada, del mundo mayor, ni siquiera de su existencia. Esta cueva era mi mundo, mi universo. Finalmente fui conducido hacia fuera, hacia la luz del día, y hasta hoy continúo deslumbrado con todo lo que hay que ver y conocer en el ancho mundo. Nunca perderé de vista la belleza de este mundo nuestro; nunca olvidaré

apreciar su riqueza. Sólo me pregunto, ¿Será esta otra cueva? ¿Habrá otra más emergiendo por venir, o miles de ellas? En la cueva de mi conciencia cotidiana siempre había creído que yo estaba “aquí” en este punto y que todo lo demás estaba “allá”, mas o menos separado de mí. Mi punto de vista era sólo eso, un punto, el yo justo en el centro de todo lo demás. Desde mi punto de vista veía los eventos. La satisfacción en mi estómago después de la comida no estaba en ese punto de vista más que el sol o la luna. Mi conciencia y los eventos de los que era consciente eran distintos y siempre separados. Alguna ley inmutable hacía que fuera así. Mi creencia en esa ley era tan penetrante que no podía verla como una creencia. Me confinaba como una cueva, y toda mi vida la vivía dentro de esos confines. Al salir de la cueva aprendí por primera vez que era posible reducir la diferenciación entre un evento y la conciencia, de reducirla por completo. Cuando lo hice me deslumbré con la experiencia de la conciencia del evento. “Yo” se disolvió y esta conciencia se convirtió en un océano de conciencia que continuamente recibía, sin filtrar, millones y millones de gotas nuevas de realidad. Esta experiencia es un espectro interminable de amor puro. Este amor que siento se encuentra en estar en una relación absoluta con un evento, en lugar de estar en una relación limitada. ¿Cómo se sentiría usted si lo invitaran a charlar a casa de su amigo, y cuando empezara su conversación su amigo encendiera el aparato de televisión y después hablara con otro amigo por teléfono? Este es el estado de casi todas nuestras relaciones: divididas con la atención aquí y allá y en todas partes. Es como si fuésemos víctimas de nuestro subconsciente, que nos lleva primero a una cosa y luego a otra, reaccionando a esto y a aquello, totalmente inestable y casi nunca en una relación sostenida e intensa con nada. Aprenda a ser más y más consciente y a cómo estabilizarse en su mente neutral, su mente meditativa. Aprenda a sostener el balance de la conciencia durante mucho tiempo. Sólo puede darse con la práctica. Debe vaciarse y esto no sucederá con sólo pensarlo. Practique abrir el espacio sensorial, tal como lo he descrito, y manténgalo compensado. Nuestro problema es que esta forma de sanación se basa en la mente neutral, y las palabras no describen bien un estado como ése: se vive mejor a través de la práctica. Particularice y compense Ahora practique de nuevo. Entre en sintonía, abra el espacio y compense. Después particularice en un evento, cualquier evento, y compense de nuevo. Repítalo una y otra vez, particularizando y compensando, particularizando y compensando. Mantenga abierta la posibilidad de que su punto de vista, su sentido de distancia entre usted y su evento, disminuirá y finalmente usted se liberará de esta limitación al mismo tiempo. No sólo es la forma de sanar; también es la forma de vivir en éxtasis y en paz. Se sentirá como si su conciencia se expandiera. Si puede hacer esto sin generar tendencias, es como vivir sin miedo ni apegos; se sentirá muy elevado y será un gran sanador. Cuando particulariza es fácil volver a desarrollar esa vieja sensación de tener un punto de vista con sus preferencias y perspectivas. Este ejercicio le ayudará a no hacerlo; pero recuerde, es difícil rechazar la pauta de tener un punto de vista. Seguramente descubrirá

que en realidad está en apego a su idea de sí mismo. Es como estar profundamente enamorado y que después le pidan que lo deje ir. Ya desarrolló esta fuerte tendencia a aferrarse a un punto de vista, pero la tarea por ahora es liberar el punto de referencia a modo de ser más neutral. Al menos aprenda cuándo es neutral y cuándo no. Cuando pueda reconocer su propia inestabilidad será capaz de lidiar con ella. Hasta este momento en su práctica probablemente ya reconoció que en el momento en que empieza a concentrarse, se desestabiliza y tiende a salir del Espacio. También debe reconocer en qué momento empieza a producir una tendencia. Necesita saberlo porque estas tendencias modificarán su evento, su paciente, así como seguramente también lo haría una intención. Necesita la capacidad de detener sus tendencias cada vez que lo decida. Si no está estable debe ser capaz de reconocerlo y manejarlo. Esto traerá una gran paz a su vida y le ayudará a sanarse a sí mismo y a los demás. Estamos buscando un estado de neutralidad: un estado que se ha vaciado de todas las condiciones, y para algunos esto puede resultar aterrador. Pero la neutralidad no es ni el perdón ni el desapego insulso; más bien es el camino hacia un involucramiento intenso, y éste es muy placentero y lo más importante para nuestros propósitos de sanación. Además, es a partir de ese estado libre de condiciones de la conciencia que pueden nacer la compasión y el amor verdaderos. Si su conciencia no está vacía, si tiene en ella un sentido de sí, de ese punto de vista que hemos estado mencionando, entonces sólo estarán los juicios que lo acompañan, y en el juicio no hay amor. Considere este estado sin ego que llamamos amor. En él todo lo que esté presente se permite plenamente, sin evaluación y sin juicio alguno. El amor no es una gran cantidad de afecto; es un estado más allá del afecto. En el estado del amor, si hay algo, si existe, entonces es permitido. Todo lo que aparezca en conciencia se incluye sin discriminación, y no se crea ninguna separación. Sin fronteras no existe un lugar donde deba poner mis defensas y donde deba elegir lo que se permite entrar y lo que se debe excluir de la conciencia. La compasión y el amor reales empiezan con permitir todo lo que aparezca en el ser. Si somos capaces de conocer y permitir nuestra propia experiencia, entonces, por extensión, somos capaces de permitir a quien sea o a lo que sea que haya generado esa experiencia. Eso es amor. Eso es la compasión absoluta. Y ésa es la esencia de una presencia sanadora. Este amor no es ciego; está lejos de serlo. Cuando es verdad somos sensibles, somos muy conscientes de cómo una relación con alguien más está afectando nuestra experiencia y no es probable que haya que tolerar lo malsano y lo pernicioso. Alguien sensible tampoco tolerará su propio comportamiento negativo. Permitir no es sinónimo de consentir. Cuando permitimos vivimos la experiencia plenamente, sin que el miedo o el deseo la filtren. Esa experiencia plena es precisamente lo que nos hace intolerantes de todo lo que nos hace daño. Nuestra primera elección es sanar lo perjudicial. Si eso no es posible podemos elegir, con la conciencia intacta, alejarnos de lo que nos daña, o bien, si es necesario, defendernos o defender a los demás del daño, a como dé lugar. Estar consciente, permitir y amar no implica ser una víctima. SOLTAR LOS PREJUICIOS Para ahora ya podrá estar balanceado de manera completa, con su conciencia vacía. Al principio no hay movimiento, pero después aparecen ciertas tendencias. Desarrolle la capacidad de desechar la tendencia, de no permitir que ocurra, de modo que usted

permanezca estable en su espacio. En el ejercicio anterior, observe cómo quizá usted tendrá ideas sobre cada una de las partes que particulariza, alguna concepción de cómo es la rodilla, o alguna visualización de ésta, incluso quizá una idea de su ubicación. Necesitará practicar la reducción de estos conceptos mediante el reconocimiento de sensaciones que surgen en relación con ellos y permitiendo esas sensaciones hasta que tenga la sensación de haber terminado, y se hayan desechado las tendencias que surgieron de sus concepciones. Cuando usted se relacione con algo, tendrá conceptos de ese algo. Todos tenemos prejuicios, no sólo en cuanto a la raza o el género, sino también en cuanto a las rodillas y el corazón, el tiempo y el espacio. Reconozca estas concepciones en usted mismo y redúzcalas. Si tiene ciertas ideas sobre su evento, actuará de manera distinta que si no las tuviera. Si usted concibe a su paciente como un hombre que está recostado frente a usted, que tiene cierta edad y cierta estatura, y cuyo problema es difícil, llevará esos conceptos a la relación y éstos influirán en la relación y definirán parte de lo que usted vivirá. Todos tenemos tendencias así, y algunas son tan sutiles que quizá nunca se descubran en las cuestiones cotidianas. Pero influyen en esas cuestiones y afectan cada aspecto de nuestra vida. Cuando están presentes en la relación de sanación, traen consigo consecuencias significativas. En esencia, en la sanación o en cualquier otro lugar, nuestras tendencias y precondiciones son los obstáculos para alcanzar la trascendencia. Es como estar dentro de la cueva, en la oscuridad, sin poder percibirlo todo. Aún cuando salgamos de la cueva y hayamos vivido cierta experiencia de una conciencia expandida, todavía sentimos impulso de regresarnos corriendo, de sufrir de la misma manera, con los mismos viejos conceptos, y de organizar nuestra percepción de la realidad de acuerdo con los viejos prejuicios. Pero hay una salida a todo esto. Usted tiene prejuicios y presupuestos sutiles: de que su cliente está ahí recostado frente a usted, de que está a cierta distancia de usted, de que supone que algo debería estar pensando ahora, o de que usted es el instrumento de aquello. Estas suposiciones en realidad son sutiles y quizá tenga dificultades para comprenderlas como prejuicios. Estudie esto. Intente comprender cómo actúan estas creencias para limitar nuestras posibilidades, cómo provocan que usted sienta de cierta manera y cómo esas sensaciones son las de la resistencia. Es como si la parte de su conciencia que abarca el concepto todavía estuviese en la oscuridad y hubiera un bloqueo en el flujo libre de la experiencia. El concepto sostiene una tendencia en la relación y esto es una limitación. Queda usted atrapado en la tendencia y la tendencia empieza a dirigir el flujo de su conciencia. Así que, para avanzar en este trabajo, dedíquese a reconocer estas tendencias y los conceptos o presupuestos que subyacen detrás de ellas. La única condición que podemos permitir en nuestro sistema es que no puede haber condiciones. Un ejemplo irónico de esto radica en el hecho de que nos hemos valido del espacio sensorial como una manera de alcanzar el Espacio Sagrado, pero si sentimos que ese espacio sensorial es determinante para la sanación, entonces se ha convertido en una condición y en una creencia limitante. El procesos sensorial es una excelente herramienta y, sin embargo, si usted se ha apegado al proceso, si su concepto sobre él es necesario, entonces no resulta nada útil. Lo mismo pasa con todos los conceptos así. Existe un miedo al vacío, comprensible pero infundado: ese miedo de que sin nuestros conceptos, definiciones o punto de vista sencillamente desapareceríamos. Pero no

necesitamos evitar el vacío; sólo tenemos que desechar nuestro temor y nuestro apego a las formas con las que estamos familiarizados. El vacío es sólo la falta de presupuestos, y no hay nada inseguro en ello. El estado sin conceptos es meramente un estado de inocencia. Sin conceptos usted continuará respondiendo a todos y a todo lo que ocurra en su espacio: sólo que no responderá de acuerdo a un modelo preestablecido. Soltar la forma no es un problema, pero el apego a la forma si lo es. Su tarea ahora consiste en abandonar las formas y establecer su presencia sanadora mediante la entrada al estado trascendente de la amorfia. Reduzca la resistencia Ahora entre en sintonía y abra su espacio. Toque a su compañero y particularice en su pierna. Al trabajar con la pierna usted verá que quizá perciba cierta distancia entre usted y la pierna, o que quizá usted tenga otras preconcepciones sobre la pierna. Sienta cómo es que usted vive estas preconcepciones, cómo se expresan a través de sus sensaciones, y reconozca que estos sentimientos son una resistencia. Permita que ocurran estas sensaciones como lo haría con cualquier otra sensación. Por ejemplo: note cómo se siente la distancia entre usted y la pierna, y acepte esas sensaciones como resistencia. Estudie cómo siente la pierna: la distancia, la separación, etc., y trate todo esto como una resistencia. Trabaje en ello, observe cómo hay una imagen de esa separación que se produce en su cerebro, una sensación de ello. Después suéltela. Reduzca la resistencia, reduzca la imagen y reduzca las preconcepciones que limitan la conciencia. Continúe haciendo esto en todas sus sesiones de práctica. Siga intentando reconocer todo lo que aparece en el camino hacia su experiencia directa del evento. Lidie con eso como si fuera una resistencia, hasta que la relación sea pura y no haya distancia alguna, ninguna distinción entre usted y la experiencia. Aprenda a reconocer algunas de sus preconcepciones y tendencias fuera de los ejercicios en situaciones cotidianas. Libérelas como si estuviese en una sesión de sanación. Esto resultará ser de lo más liberador; un lugar más donde su servicio como sanador resultará sanador para usted. Cuando usted libera todas las condiciones en relación con su evento, la conciencia y la experiencia pueden hacerse una. Note que cuando usted introduce una intención, por ejemplo equilibrar el funcionamiento del hígado, habrá concepciones de “hígado” y “equilibrio”. Reconozca esa resistencia y redúzcala sin luchar contra ella. Sólo redúzcala. Si tiene la intención de sanar, como siempre la tenemos en la PRESENCIA, reconozca sus preconcepciones de sanación y trátelas también. Si su intento es reducir la ternura, o aumentar la eficacia del sistema inmunológico, esas intensiones también traerán consigo imágenes. Usted descubrirá las preconcepciones en casi todo. Algunas de estas preconcepciones resultan útiles en la vida cotidiana. Sin ellas, tendríamos que examinar cada pequeña parte de la intervención para saber qué sería lo importante, qué sería peligroso, qué sería interesante, etc. Probablemente estaríamos locos de estrés y seríamos completamente incapaces de funcionar. Pero en la sanación es algo muy distinto. Para establecer una presencia sanadora necesitamos no tener ningún tipo de prejuicio. Recientemente traté a una mujer con cáncer de pecho. Al abrir el espacio y particularizar en su tumor, cobré conciencia de mi tendencia a localizarlo en alguna parte de su cuerpo y conectarlo mentalmente con el sistema linfático. En relación con

esas preconcepciones reconocí ciertas sensaciones en la parte superior de mi pecho, desde un hombro a otro, que tenían un sentimiento “ácido” relacionado con ellas. Al permitir estas sensaciones me estabilicé, pero otras imágenes, otros conceptos, continuaron surgiendo durante un rato. Vi la imagen de un pecho; sentí una negrura que interpreté como enfermedad. Me sentí como si estuviera separado de todo esto, viéndolo. Después de un momento, estas imágenes se hicieron más lentas, y finalmente todas se detuvieron al mismo tiempo. Entonces, comencé a conocer al pecho, a conocer el tumor. Esto era paz; pude hacer una pausa, descansar, permanecer en silencio. No había nada que comprender, nada que creer, y nada que hacer. Éste era un lugar de intensidad, un lugar donde conocer algo que nunca antes existió de esta manera y que nunca volvería a existir de esta manera. “Supe” que este evento necesitaba mi intención de que el chakra del corazón se abriera y equilibrara. Al introducir esta intención había una sensación de fuego. Sentí como si se hubiera encendido una flama de calor blanco puro. No pude permitir esta intensidad; no era algo a lo que me resistía. Tardó un poco, pero lentamente hubo una sensación de enfriamiento y entonces había terminado. CHAKRAS Una buena forma de profundizar su práctica consiste en trabajar con los chakras. Puede empezar a comprender lo que son los chakras del uno al cinco a partir de lo que hablamos sobre los elementos. Cada uno de los cinco chakras corresponde a uno de los elementos. El primer chakra, en la base de la columna vertebral en la región del perineo, se relaciona con el elemento tierra. El segundo chakra, en la región de los órganos sexuales, se relaciona con el agua. El tercer chakra, en el ombligo y el plexo solar, es donde reside el elemento fuego. El cuarto chakra, en el corazón, es el chakra del aire. Y el quinto chakra, en la garganta, es el chakra del éter. El sexto chakra también se conoce como el tercer ojo o ajna, que significa “percibir”. Está al centro del entrecejo y se relaciona con el cerebro y la glándula pituitaria. Un ajna chakra bien desarrollado se manifiesta en aptitud intelectual y psicológica, imaginación, ensoñación y facultad perceptiva. Un funcionamiento desequilibrado del sexto chakra se relaciona con la inactividad mental, la dificultad para concentrar la energía mental, la s jaquecas, las dificultades de la vista y las pesadillas. Quien opera desde su sexto chakra es intuitivo, Esta persona puede ser planificadora, pensadora, visionaria, en contacto con lo divino. El sexto chakra es el centro de luz y de imaginación. Éste es el reino que nos puede llevar más allá de lo físico. Con el poder de este chakra podemos entrar al pasado o al futuro, y podemos viajar a los rincones lejanos del universo. Cuando se opera más allá del ajna chakra la mente puede alcanzar un estado de conciencia pura y profunda intuición. El Séptimo chakra está en la parte superior de la cabeza y es el chakra del éxtasis, la unidad con Dios. También es el centro del pensamiento. El pensamiento es la manifestación primera, primordial, perceptible, pero todavía inmensurable, de la conciencia universal. El séptimo chakra es donde nos conectamos con esa fuerza, donde nos abrimos a ella, y sentimos su presencia que penetra todo. La actividad de este chakra es la meditación, el proceso mediante el cual la conciencia se conoce a sí misma. La meditación también es la manera en que se desarrolla el séptimo chakra. Cuando está en equilibrio y en buen funcionamiento, éste es el lugar del conocimiento y la comprensión en los planos más elevados. Cuando está desequilibrado podríamos ser

cerrados de mente, preocupados, deprimidos y confundidos. En un mal funcionamiento extremo del séptimo chakra podemos vivir la demencia y la psicosis. Mi maestro, también introdujo la idea de un octavo chakra, sin relación alguna con el cuerpo físico pero en el aura, el campo de energía sutil que rodea al cuerpo. Ésta es nuestra proyección y nuestra protección, la suma de energías de todos los demás chakras. Un aura u octavo chakra fuerte se relaciona con la salud y el éxito, y se desarrolla mediante la práctica espiritual. Cuando el aura es débil podemos ser muy vulnerables a las fuerzas exteriores negativas y ser incapaces de protegernos de las enfermedades. Probablemente conoce personas que tienen proyecciones muy débiles, que siempre se ven frágiles, y conoce a otras personas que, sin ego ni jactancia, son una presencia fuerte en toda situación. Estas dos clases representan a quienes tienen auras débiles y auras fuertes. No hago esta breve presentación de los chakras para que usted los visualice o se haga ideas fijas sobre ellos, pues eso sólo propiciaría las preconcepciones en su trabajo como sanador. En la PRESENCIA no es necesario tener un cuerpo de conocimientos, ya sea sobre los chakras o anatomía y fisiología. Usted puede trabajar muy bien sin ello. De hecho, al principio este conocimiento podría llevarlo con facilidad justo hacia las mismas preconcepciones que ha tratado de rechazar. No obstante, más adelante esto le ayudará a comunicarse con los pacientes y otros sanadores, y le permitirá particularizar con más eficacia, enfocando sus tratamientos donde son más útiles. El conocimiento sobre chakras puede proporcionar una gran precisión a su intención. Pasa lo mismo con el conocimiento sobre condiciones psicológicas o anatomía, fisiología, estados patológicos, o cualquier otra información que pueda tener sobre el cuerpo o sobre la mente. Cuanto más sepa sobre ellos, tanto más será capaz de comunicarse y más capaz será de enfocar su tratamiento. Con un conocimiento más avanzado, más una gran cantidad de práctica con la PRESENCIA, descubrirá que puede diagnosticar y sugerir tratamientos y autocuidados distintos a los tratamientos mismos de la PRESENCIA. En esencia, el conocimiento sencillamente aparecerá en sus tratamientos. Desafortunadamente, sus conceptos, cualesquiera que piense o que crea, también pueden aparecer, y usted va a tener que discernir entre conocimiento y creencia. Es muy fácil relacionarse con las sensaciones que vienen de sus concepciones y equivocadamente creer que son experiencia pura. Éste es uno de los desafíos más grandes cuando se aprende a establecer su presencia sanadora y a tratar con la PRESENCIA. Por favor tenga cuidado. El conocimiento –de chakras, fisiología, o de la historia de su paciente- puede llevarlo a una confusión. Si tiene que trabajar con los chakras, necesitará estudiar las preconcepciones que tiene al respecto, como si debiera entender otras preconcepciones. Necesita reorganizarlas como su resistencia a una relación directa con los chakras. Reduzca estas resistencias, y entonces, redúzcalas aún más. Tal vez es más fácil practicar esto con los chakras porque no tienen una presencia física real, como el corazón y el cerebro. Los órganos son muy fáciles de imaginar, pero con los chakras podemos reconocer con más facilidad que nuestras imágenes son simbólicas. La imagen de un chakra en forma de esfera con rayos de luz de colores emanando de él, podría ser más fácil de reconocer como preconcepción que una imagen del corazón como un órgano rojo lleno de sangre. Si usted ya ha trabajado mucho con chakras, quizá tenga cierto apego a sus imágenes o a sus sentimientos respecto a ellos. Cargamos con tal cantidad de cosas sin sentido en nuestra mente que seguimos intentando aplicarlas a la realidad.

Estudie sus preconcepciones. En relación con el tercer chakra, por ejemplo, ¿qué es lo que usted cree? Quizá piensa: “energía sutil que ocurre en el plexo solar”, o “la fuente del poder personal”. Entonces esos conceptos son una fuerte resistencia en su relación con el chakra, Cuando usted particularice en el tercer chakra de su paciente, serán parte de la resistencia que deberá reducir. Para manejar esta resistencia, primero cobre conciencia de las sensaciones que resultan de sus preconcepciones. Sea consciente de las tendencias de su conciencia y después permita que ocurran hasta que usted se estabilice. Particularice el chakra y renuncie a todas sus preconcepciones al respecto. Por ejemplo: reconozca su idea de distancia desde el chakra y reconozca toda la información sobre el chakra que haya llevado a la relación. Cuando ya no sea distinto del chakra con el que está trabajando, comenzará a vivir la experiencia de la conciencia en el chakra, y esto le permitirá terminar el tratamiento. También cuando usted tenga una comprensión de qué más puede hacer, qué otras intenciones o movimientos podría introducir. Más allá del espacio sensorial Una vez que haya tenido la oportunidad de vivir la experiencia del Espacio Sagrado por usted mismo, mediante el trabajo directo con Guru Dev o uno de los discípulosmaestros de la PRESENCIA empiece a practicar la entrada directa al Espacio Sagrado. Ya no use el espacio sensorial. Ahora le pido que considere desechar el uso del espacio sensorial como su método. No se trata de que no tenga sensaciones, pues siempre estarán ahí, es sólo que el espacio sensorial quizá ya se ha convertido en una pauta, y no puede haber pautas. Éste es el quinto dogma: no hay Dogmas. Así que intente entrar en el Espacio Sagrado sin este dogma del espacio sensorial. Y es que, sabe, si usted está tratando de sentir al otro a través de su espacio sensorial, puede ser difícil reducir la diferenciación entre usted y su evento. Esto puede resultarle confuso. Antes mencionamos que lo único que conocemos son nuestras sensaciones. Pero lo que ahora afirmamos es que usted puede vivir directamente el evento, el tercer chakra o el tumor de su paciente. Puede hacerlo al vivir la conciencia en el chakra mismo o en el tumor mismo. No lo vive en usted, si “usted” está definido como una región arbitrariamente circunscrita de sensaciones limitadas por su piel. En realidad, el evento se vive en conciencia. Su conciencia y la conciencia que está dándose en el evento son la misma, y se viven de la misma manera. Usted estará trabajando y no sabrá en dónde está en relación con el evento. Ni siquiera sabrá con exactitud quién está sentado o recostado. Preguntará a su conciencia cómo está el paciente y vivirá al paciente tal como ése se vive a sí mismo, o vivirá al chakra del corazón o el tumor tal como éste se vive a sí mismo. Así que su conciencia de lo que está sucediendo en el evento es una experiencia sensorial, pero proviene de la conciencia que el evento tiene de si mismo. Pongámoslo de otro modo, al estar en el Espacio Sagrado usted no está limitado a la conciencia de sus propias sensaciones, sino que puede, al particularizar, entrar en conciencia de la experiencia que su evento está viviendo. Su conciencia y la conciencia de lo que está pasando en su evento están estrechamente entrelazadas, y usted las vive de la misma manera: sensorialmente, en el espacio de la relación.

Obviamente, ésta es una salida radical de la conciencia cotidiana. Es una conciencia trascendental, sin las fronteras conocidas. El proceso sensorial lo ha traído al borde de la experiencia, pero cómo saltar desde esa orilla es un misterio. Puedo sugerirle que no trate de saltar, pues intentarlo no servirá. No se necesita esfuerzo. Es más una cuestión de cero esfuerzo, más intención, más conciencia alerta, más soltura completa, más vínculo con el linaje de la PRESENCIA a través de un maestro. Éste es un estado de no dualidad, un estado de vacío, sin identificación del ser. El problema es que usted quizá se apegó al gozo del espacio sensorial y aún no desea renunciar a él. Ha filtrado su experiencia a través del proceso sensorial y ahora puede ser una limitación, como si fuese un requisito. Sin embargo, más allá de esta limitación, está la capacidad de vivir la conciencia en el evento. Así que trate de identificar y liberar todos sus conceptos: es necesario si desea trascender. Si usted estuviera tratando un paciente con dolor de cabeza, viviría la distancia entre usted y la cabeza del cliente. Usted diría que la cabeza está “allá”. Esta es una oportunidad porque aquí puede reconocer el concepto de distancia como una resistencia, y puede reducir es resistencia exactamente como reduce cualquier otra resistencia. Usted la reconoce y la permite hasta que se resuelve. Así, la cabeza aparecerá sin condición de distancia. Entonces, usted verá la siguiente resistencia, quizás que usted considera la cabeza como congestionada. Considérelo una resistencia y también libérela. Continúe yendo de una dirección a otra. Descubrirá que en realidad no necesita liberar cada condición pues después de unas cuantas, la misma tendencia de tener estas condiciones se romperá. En ese momento, vivirá la cabeza de la misma manera en que vive su propia conciencia, sin distinción. No se trata de que usted ya no pueda distinguir entre su cabeza y la de su paciente; sino que es más parecido a cómo usted vive su propia cabeza y su propio pie al mismo tiempo. Usted sabe cuál es cuál pero puede vivir la conciencia en ambos. La única manera de poder hacer esto es permaneciendo estable. Si su conciencia está en movimiento, no sucederá. Por ello es importante haber practicado primero con el proceso sensorial, de modo que pueda estabilizarse. Aún cuando haya practicado mucho tiempo con el espacio sensorial, cuando intente entrar a este espacio que carece de diferenciación, necesitará hacerlo despacio. Primero rompa las condiciones o preconcepciones de diferenciación entre usted y su evento. Después, empiece a desechar la condición del espacio sensorial. Sería demasiado intentar hacer las dos cosas al mismo tiempo. Al trabajar todo esto verá que usted continúa teniendo sentimientos y sensaciones. Pero también notará que los sentimientos no son la manera de conocer lo que conoce. Están ahí pero el conocimiento es suyo simplemente porque está en el Espacio Sagrado, porque usted existe sin ninguna condición. Antes de la PRESENCIA, todas las experiencias que tuvo se comparaban contra sus concepciones. Si un evento le afectaba de manera particular, trayendo sensaciones particulares, entonces usted interpretaba ese evento con cierto significado. Después, en el inicio de su preparación como sanador, usted reconoció que todos los eventos se expresaban en usted de manera sensible. Su reacción probablemente fue de gozo y placer ante la riqueza de su experiencia, pues podría sentir todo de manera nueva y más sensible. Ahora es tiempo de seguir adelante, de ir todavía más lejos. Es el momento de ser aún más estable y así reducir cualquier diferenciación mediante el método que acabo de describir, el de reducir la resistencia

provocada por las preconcepciones. Si usted pasa esto, encontrará conocimiento. Escapará se las limitaciones de sus propias sensaciones, no estará atrapado por sus viejos puntos de referencia, y sanará porque conocerá la conciencia en el evento y sabrá cómo modificarla. La tarea ahora es sólo seguir practicando y manejando la resistencia. Manejar el espacio sensorial como resistencia, manejar sus conceptos como resistencia, manejar su punto de vista y la idea de distancia como resistencia. Siga adelante, liberando todos los conceptos, hasta que esté directamente en relación con el evento. Para poder afirmar que ya aprendió la PRESENCIA, necesitará ser capaz de dejar atrás su espacio sensorial, dejar que se disuelva. El espacio sensorial es muy placentero, demasiado quizás y es difícil abandonarlo. Con todo, es una resistencia y necesita ser liberada.