Salmo 40

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SALMO 40 - El Dios en quien confiamos La confianza en Dios es algo que crece a la medida que nosotros avanzamos en nuestro conocimiento de Él y en la experiencia de la vida cristiana. Es decir a la medida que yo aprendo de la palabra de Dios y la voy aplicando en la circunstancias de mi vida, yo crezco en mi fe, y crezco en mi conocimiento de Dios. Ahora esto no quiere decir que sea siempre un proceso placentero. Muy por el contrario. Muchas de las lecciones que aprendemos en la vida cristiana se dan en los contextos de dificultades, de luchas. ¿Y por qué? Porque Dios quiero que nosotros vayamos a Él, que confiemos en Él. Por eso Dios permite y usa las circunstancias difíciles en nuestras vidas. El salmo que hemos leído encontramos al rey David. David fue un joven elegido por Dios para ser rey de Israel. Pero ustedes saben que no fue nada fácil la vida de David. Al leer este salmo, podemos ver claramente que David anhelaba dar testimonio de la misericordia de Dios en su vida (10-11). El propósito principal de este salmo es alabar a Dios, y animar a otros a confiar en Él (v.4, 16). Sin embargo, el Salmo 40 fue escrito en un contexto de necesidad en la vida de David (v.11-15, 17). A la mitad del salmo vemos el anhelo del corazón de David de hacer la voluntad de Dios (v.6-8) – un anhelo que resultó ser profético (mesiánico), y que se cumplió en el Señor Jesucristo, el Hijo de David (Heb 10:5-7). El Salmo está dividido en siete partes: 1. (v.1-3): David hace memoria de un momento en el pasado cuando fue ayudado por Dios. 2. (v.4-5): Reconoce el valor de confiar en Dios, y lo alaba por Su misericordia. 3.(v.6-8): David expone su disposición de hacer la

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voluntad de Dios. 4. (v.9-10): Declara que ha dado testimonio público de las bondades de Dios. 5. (v.11-12): David reconoce su necesidad de Dios en el presente. 6. (v.13-15): David pide la ayuda de Dios contra sus enemigos. 7. (v.16-17): David confía en la pronta intervención de Dios.

El Salmo 40 es un tremendo ejemplo de cómo glorificar a Dios con nuestras vidas; particularmente, en un tiempo de dificultad personal. QUE HACEMOS CUANDO… ¿Cómo lo hizo David? 1-

Glorificó a Dios en CUATRO maneras:

DANDO TESTIMONIO DE LA SALVACIÓN DE DIOS (v.13, 5, 9-10)

David comienza el salmo dando testimonio de la ayuda que Dios le dio, en un momento de gran necesidad. La Necesidad de David (v.2) ¿? Pocas veces David describe en detalle sus sufrimientos. En esta ocasión, lo que hace es describir el impacto que las luchas y necesidades tuvieron sobre su estado anímico. Le hicieron sentir que estaba en el “pozo de la desesperación”, y que se hundía en el “lodo cenagoso” (v.2). En Palestina, abundaban pozos de agua. Algunos de ellos se secaban, y servían como cárceles (Gen. 37:24); en estos casos, no eran muy incómodos. Pero cuando tenían un poco de humedad, el fondo del pozo se convertía en lodo (Jer 38:6), y si uno se movía, simplemente se hundía más en el lodo. David tenía en mente esa clase de pozo, cuando describe, en forma poética, la situación emocional en la cual estaba. Cuando estamos en una situación difícil, muchas veces sentimos que nos estamos ‘hundiendo’ en ella. Cuánto más pensamos en el asunto, más nos ‘hundimos’, hasta que

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sentimos que no hay manera de salir de la dificultad. estuvo David, en un tiempo antes de escribir este salmo.

Así

La Reacción de David (v.1)  En esa situación, ¿qué hizo David? Él menciona dos cosas: Esperó en Dios (v.1a)  Esto es lo que había hecho en Salmos 38:15 y 39:7. David sabía que esperar en Dios era clave en todas sus luchas; por eso este salmo también contiene el ingrediente de la espera. Cuando estamos en situaciones difíciles, siempre quisiéramos que Dios nos ayude inmediatamente, para salvarnos de la dificultad o el dolor. Pero, muchas veces tenemos que esperar; porque en medio del sufrimiento, Dios quiere enseñarnos lecciones importantes. David aprendió a esperar con paciencia; no se desesperó. En su espera: Clamó a Dios (v.1b)  El clamor de David fue constante e perseverante. REFLEXIÓN: ¿Has clamado a Dios así, alguna vez? clamando hoy por algo?

¿Estás

Dios escuchó… TESTIMONIO DE LA SALVACION… La salvación de Dios (v.1-3)  Cuando un hijo de Dios espera pacientemente, y luego clama a Dios pidiendo ayuda, Dios nunca será sordo a ese clamor. Dios responde al clamor de Su pueblo. Eso pasó aquí también. David da testimonio de la ayuda de Dios, con las siguientes frases: “se inclinó a mí” (v.1b). En Su misericordia, Dios muestra interés por la necesidad de Su siervo. “oyó mi clamor” (v.1b). Dios siempre escucha el clamor de Su pueblo, aunque no siempre responde en el tiempo o de la manera que deseamos.

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“me sacó del pozo” (v.2a). Dios intervino a favor de Su hijo. Respondió a su oración, y lo salvó de la situación difícil y dolorosa en la cual se hallaba. “Puso mis pies sobre roca” (v.2b). No lo sacó de un peligro para estar en otro, sino que lo puso sobre una roca. Firme. ¡Qué contraste! Del “lodo cenagoso” a la “peña”. La ‘salvación’ que viene de Dios es firme, estable y eterna. “enderezó mis pasos” (v.2c). Aquí David cambia la imagen del ‘pozo’, por la del ‘camino’. Al parecer, está describiendo el camino de la vida. Fue por seguir un mal camino, que David terminó en problemas (v.12). Al salvarlo, Dios no solo cambió esa circunstancia específica de su vida, sino también su forma de vivir y de pensar. Enderezó sus pasos, para que no volviera a caer en el “pozo de la desesperación”. ¡Qué bueno es Dios! “Puso luego en mi boca cántico nuevo” (v.3a). El resultado de la intervención de Dios, y de Su salvación, fue un gozo renovado en el corazón de David, y un nuevo canto de alabanza a su Dios. REFLEXIÓN: David da testimonio de la salvación de Dios, de Su misericordia, de cómo Dios ha cambiado su vida. De la misma manera nosotros podemos dar testimonio de cómo Dios nos ha salvado. (EN LUGAR DE RECLAMAR, QUEJARSE) Debemos meditar mucho en la salvación de Dios, para tener siempre un canto de alabanza, y no un espíritu de queja, en nuestros corazones. 2-

ANIMANDO A OTROS A CONFIAR EN DIOS (v.4, 16)

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Uno de los propósitos de David, al dar testimonio de la salvación de Dios, fue animar a otros a confiar en Él. David expresa este deseo en forma explícita, en dos grandes exclamaciones que hace, en los v.4 y 16: Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el SEÑOR su confianza, y no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad. (Psa 40:4 LBA)  ‘La verdadera felicidad’, dice David, 4

‘la tienen el hombre y la mujer que conocieron la gracia de Dios por medio de la fe en Dios’. ¿Por qué? Porque Dios nunca defrauda a la persona que confía en Él. Dicha persona, “no tendrá falta de ningún bien” (Sal 34:8-10). Y, “ninguno de cuantos esperan en ti será confundido” (Sal 25:3). David lo había comprobado en su vida (particularmente, en el asunto de esperar a ser rey); por eso habla con seguridad y autoridad. Confiar en Dios requiere dejar de confiar en aquellos que no andan en los caminos de Dios. Por eso David añade, “Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira” (v.4b). Los “soberbios” son aquellas personas que se jactan de sí mismas, y de sus propias habilidades. Por lo tanto, no solo no confían en Dios, sino que se burlan de aquellos que lo hacen. Lo que David afirma es que para ser feliz, uno tiene que confiar en Dios, y no mirar a los incrédulos. Tampoco debe mirar a “los que se desvían tras la mentira”. Pero, ¿de qué “mentira” se trata? Podría ser la “mentira” de confiar en sí mismo, como lo hacen los soberbios. O puede ser aquellos que dicen el contrario, y hacen lo contrario de lo que dice la ley de Dios que estaba en su corazón (8). La segunda exclamación de David está en el v.16

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Regocíjense y alégrense en ti todos los que te buscan; que digan continuamente: los que aman tu salvación: ¡Engrandecido sea el SEÑOR! (Psa 40:16 LBA) 16

La persona que pone su confianza en Dios será dichosa. Podrá gozarse y alegrarse en Dios, porque Dios honrará su fe, y lo ayudará en los momentos de aflicción. Pero notemos tres detalles que este verso nos ofrece acerca de lo que significa confiar en Dios. En primer lugar, confiar en Dios va más allá de una simple confesión verbal; requiere compromiso con Él. La actividad de buscar a Dios (v.16a). Esto significa orar, clamar a Dios, llevar una vida de compromiso diario con Él. La persona que dice que está confiando en Dios, pero no expresa esa confianza con tiempo de comunión y oración, se está engañando a sí misma. En segundo lugar, confiar en Dios implica amar Su salvación (v.16b); es decir, estar contentos y alegres por lo que Dios hace a favor nuestro. El problema es que a veces nosotros le decimos a Dios qué es lo que queremos que Él haga; estipulamos la ‘salvación’ que queremos. Confiar en Dios es buscarlo en nuestra necesidad, y estar contentos con lo que Él hace para ayudarnos. Finalmente, confiar en Dios implica querer darle la gloria que merece (v.16c). Cuando Dios interviene para ‘salvarnos’, debemos estar satisfechos con ello, y debemos darle a Dios toda la gloria. Cuando el creyente no se muestra contento con la manera en que Dios interviene, deshonra a Dios. Un hijo que expresa una necesidad a su padre, y luego de haber recibido su ayuda, se muestra descontento con lo que el padre hizo, ofende al padre. Es igual en la vida cristiana. Y peor aún, porque sabemos que la comparación de un padre terrenal, la ayuda (la ‘salvación’) que el Padre Celestial nos da, siempre será la mejor y la perfecta. Debemos darle a Dios las gracias por lo que Él hace para salvarnos, y debemos

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reconocer Su mano en nuestras vidas, y debemos servirlo con alegría. Esto es lo que enaltece a Dios. 3-

DESEANDO HACER LA VOLUNTAD DE DIOS (v.6-8)

En momentos de necesidad, una tercera forma de glorificar a Dios es expresando nuestro anhelo de someternos a la voluntad de Dios. Los versos 6-8 son interesantes y complejos. Por un lado, en el contexto histórico, este salmo representa el anhelo en el corazón de David. Sin embargo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, estas palabras se vuelven proféticas, y hablan de la encarnación de Cristo, como lo entiende el autor de Hebreos, en Heb 10:5-7. Por ser este un estudio del Salmo 40, nos concentraremos en interpretar estas palabras solo como expresiones del corazón de David. David Entendió el Corazón de Dios (v.6)  Cuando estamos pasando por un momento de necesidad, muchas veces nos preguntamos, ¿qué es lo que Dios quiere de mí? Lo primero que David hace, para responder a su pregunta, es descartar algunas formas de agradar a Dios. Dios no deseaba de David ofrendas y sacrificios: (Adoración externa) “Sacrificio y ofrenda no te agrada… Holocausto y expiación no has demandado”. (v.6a, c)

A primera vista, estas palabras son sorprendentes. ¿No había pedido Dios sacrificios? ¿Acaso el Pentateuco no está lleno de leyes acerca de los sacrificios que Dios exigió de Israel? Entonces, ¿cómo pudo David haber dicho esto? En la respuesta, hay que notar dos cosas importantes: David expresa su discernimiento espiritual, con las palabras, “Has abierto mis oídos” (v.6b). Aunque la ley de Dios estipulaba la necesidad de ofrecer sacrificios de animales,

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David, en su búsqueda de Dios y al pasar tiempo en Su presencia, llegó a entender que estos sacrificios y ofrendas eran solo ‘sombras’, que apuntaban a la venida del Mesías. Por lo tanto, lo más importante para Dios no era ofrecer estos sacrificios, sino entender Sus propósitos. Al referirse a los sacrificios, diciendo “no te agrada…no has demandado”, David estaba dando a entender que estos sacrificios no era todo lo que Dios quería realmente; Él anhelaba un pueblo que lo amara y lo obedeciera. David llega a la conclusión: El ofrecer sacrificios, sin tener un corazón que anhela hacer la voluntad de Dios, no tiene sentido. David tenía placer en la Voluntad de Dios (v.7-8)  Al decir, “He aquí, vengo” (v.7a), David estaba diciendo, ‘Aquí estoy, Señor’. Se presentó ante Dios (en su situación de necesidad), y dijo, ‘Estoy aquí para hacer tu voluntad, Señor’. Esta es la actitud de un hombre conforme al corazón de Dios; un hombre consciente de que el propósito de su vida no es hacer su propia voluntad, sino la de Aquel que lo envió. Las palabras que siguen, “En el rollo del libro está escrito de mí” (v.7b), puede ser que estuviera hablando: 01. El “libro” es el libro de la vida, en el cual Dios inscribe cada verdadero creyente, y establece cuál es el plan que tiene para su vida. Si entendemos las palabras en este sentido, entonces lo que David está diciendo es, ‘Soy un verdadero hijo de Dios, y estoy dispuesto a hacer todo lo que Dios ha planeado para mi vida’. 02. El “libro” de la ley, el Pentateuco, el cual habla del oficio del rey de Israel (Deut. 17:18-20). Según esta interpretación lo que David estaría diciendo es, ‘Tu palabra ha revelado el propósito que tuviste de hacerme rey de Israel, y estoy

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dispuesto a cumplir todo el plan que has revelado en tu Palabra, acerca de mi vida ’. El v.8 aclara el pensamiento de David, “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón”. Para David, la ley de Dios no era una carga; era su deleite. Le agradaba a David obedecer la ley de Dios (ver Sal 19:710). Esto muestra la espiritualidad de David. Solo un hombre lleno del Espíritu Santo puede deleitarse en los mandamientos de Dios. David se deleitaba en la ley de Dios, por ello la leía, estudiaba, meditaba y guardaba en su corazón y mente (v.8b). Ver Sal 1:1-3. ¡Qué tremendo ejemplo y desafío para nosotros! Que Dios que nos conceda un corazón que pueda amar Sus mandamientos, y no encontrarlos gravosos o de tropiezo. Eso glorificará a Dios. REFLEXIÓN: Debe ser nuestro anhelo también vivir conforme al corazón de Dios, y negarnos a seguir una vida ‘cristiana’ de forma mecánica, rutinaria. HACER SU VOLUNTAD 4-

RECONOCIENDO SU NECESIDAD DE DIOS (v.11-15, 17)

Aunque David expresa un gran deseo de cumplir la voluntad de Dios, también reconoce sus debilidades, las luchas que enfrentaba en ese momento, y su necesidad de Dios. David Reconoció su Pecaminosidad (v.12) = Al igual que en los dos salmos anteriores (ver Sal 38:4; 39:8), David reconoce que ha cometido pecado. Pero, ¿qué quiso decir

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David con la frase, “Me han alcanzado mis maldades” (v.12b). Este verbo en hebreo se usa para hablar de un enemigo que logra alcanzar al perseguido (Gén 31:25; Éx 14:9). David sentía la presión de la tentación y el pecado. Por un lado, quería agradar a Dios, y hacer Su voluntad (v.8); pero, como dice Pablo, sentía otra fuerza en su ser que lo tiraba hacia el pecado (Rom 7:22-23). Habiendo cometido pecado, David sentía que no podía alzar su mirada, para contemplar el rostro de Dios (v.12b). Su conciencia no lo dejaba tranquilo. Es más, el problema no era solo por un pecado, sino que dice, “Se han aumentado (mis iniquidades) más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla” (v.12c). Aquí tenemos las palabras honestas de un creyente que estaba luchando contra el pecado. Quería agradar a Dios, pero sentía la debilidad de su carne. David Reconoció su Necesidad de la Misericordia de Dios (v.11) = Cuando un creyente siente la presión del pecado, o cae en él, la estrategia de Satanás es acusarlo, y hacerlo sentir tan mal, hasta que se hunda en la tristeza y el desaliento espiritual. Cuando el creyente comete pecado, lo que debe hacer es apelar a la misericordia (o a la gracia) de Dios. Esto fue lo que David hizo, como vemos en el v.11. David le pide a Dios dos cosas: Ten compasión, misericordia  David le pide a Dios que no le diera lo que él merecía. Señor yo merezco el castigo, no me lo des Señor… Guárdame en Tu verdad  Que su vida no fuera basada en sus pecados, en las circunstancias pasajeras, sino que de continuo su vida estuviera sobre la verdad de la palabra de Dios que no cambia.

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El salmista reconoce que no merece la ayuda de Dios, pero que la necesita, y que solo no puede contra el pecado. Al decir, “No retengas…”, estaba diciendo, ‘Dame’, ‘Concédeme’ (ver Sal 57:3b; 61:7b). David no se engañó a sí mismo, pretendiendo poder vencer al pecado con su propia fuerza. Fue honesto y sincero, y se humilló ante Dios, pidiendo Su ayuda. REFLEXIÓN: ¿Cómo enfrentamos el pecado en nuestras vidas? ¿Nos conformamos a vivir con ello? ¿Procuramos luchar contra el pecado con nuestras propias fuerzas? O CLAMAMOS A DIOS David Reconoció su Necesidad de la Ayuda de Dios (v.13-15) David admite también, su necesidad de la ayuda de Dios, para hacer frente a las dificultades que estaba atravesando. (13) David sabía que no podía librarse sin ayuda. Estaba rodeado de personas que querían matarlo (v.14), y se sentía muy amenazado. Por eso pidió la ayuda de Dios. Al pedirla, David no dudaba del poder de Dios; a lo que apeló fue a Su deseo de hacerlo, “Quieras…” (v.13a). Esto nos hace recordar el pedido del leproso, en Marcos 1:40. David no solo pidió ser librado de las manos de sus enemigos, sino también solicitó la destrucción de sus enemigos: “Sean avergonzados…Sean asolados…” (v.14-15). ¿Fue esto un deseo de venganza personal? ¿Hizo bien, David, en pedir esto? Si lo hubiera pedido a título personal, podríamos haber dicho que no fue lo mejor, y que hubiera sido preferible tener el espíritu de Cristo, quien pidió al Padre que perdonara a los que lo estaban crucificando. Pero estos enemigos eran

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personas que se estaban oponiendo al reinado de David, entonces la petición del salmista no era personal, sino que se entiende a la luz del deseo de ver el reino de Dios implementado en toda la tierra (ver el Sal 35:1-6). Conclusión (v.17) Al terminar el salmo, David reconoce una vez más que se siente “afligido…y necesitado”, y que la ayuda de Dios aún no había llegado. Sin embargo, David tenía tranquilidad. Porque sabía que Dios le ama, y que pensaría en él; que Dios estaba pendiente de su situación y le ayudaría. Por eso David confiaba y descansaba su vida, sus oraciones a Dios, sabiendo que el propósito de Dios en salvar a Su siervo era glorificar a Su Santo nombre.