Salmo 24

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“Comentario Analítico, Exegético y Homilético” Salmos Alex Donnelly

SALMO 24 Muchos consideran que este salmo fue escrito para celebrar el momento en que el arca del pacto fue llevado, por David, a la ciudad de Jerusalén (2 Sam 6) 1. Las puertas de la ciudad se abrieron para permitir el acceso al arca (v.7-10), y fue un momento oportuno para señalar las condiciones necesarias para que una persona pudiera acercarse a Dios, y adorarle (v.3-6) 2. La temática del salmo indica que es un salmo procesional (ver Sal 47, 68, 118 y 132). Marca la conclusión del largo viaje que Dios efectuó, desde el monte Sinaí hasta el monte de Sión, acompañando a Su pueblo desde el éxodo de Egipto. Señala el triunfo final de Dios sobre todos Sus enemigos, y la llegada de Jehová a Su morada eterna. En el AT, el arca era un ‘tipo’ o símbolo de Cristo, y la ciudad de Jerusalén era simbólica del cielo (el lugar de la habitación de Dios). Por lo tanto, el ingreso del arca a la ciudad de Jerusalén representa la ascensión de Cristo al cielo, y Su glorificación a la diestra del Padre 3. Sobre la base de la obra redentora de Cristo, el creyente puede acercarse a Dios; sin embargo, tiene una responsabilidad de vivir una vida santa, si es que quiere disfrutar una comunión íntima con el Padre.

I. ANÁLISIS El Salmo 24 tiene tres estrofas: ESTROFA 1 (v.1-2): Declara que la tierra, juntamente con sus habitantes, pertenece a Dios, porque Él la creó. ESTROFA 2 (v.3-6): Describe las características necesarias para poder acercarse a Dios, y recibir Sus bendiciones. Esta estrofa es muy parecida al Salmo 15 (ver también Is 33:14b-17). ESTROFA 3 (v.7-10): Un canto de júbilo, al momento de ingresar a la ciudad de Jerusalén.

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Aunque 1 Crón 16:7-36 nos da el texto de otro salmo que fue cantado en ese momento (ver Sal 105:1-15; 96:1-13; 106:47-48). 2 Algunos afirman que este salmo fue colocado luego del Sal 23, porque explica las condiciones necesarias para poder vivir en la casa de Jehová (ver Sal 23:6). 3 Es interesante notar que según la Septuaginta, este salmo era cantado el primer día de la semana; eso es, el domingo. Los rabinos confirman esto. Dicho detalle nos ayuda a relacionar este salmo con el Señor Jesucristo, quien resucitó de los muertos el primer día de la semana, consagrando así el primer día de la semana.

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Comentando sobre estas tres estrofas, Spurgeon dice: “La primera, glorifica al verdadero Dios, y canta de Su dominio universal; la segunda, describe al verdadero Israel – aquellos que pueden tener comunión con Dios; y la tercera, presenta la ascensión del verdadero Redentor, el que abrió las puertas del cielo para que ingresen los escogidos”.

II. EXÉGESIS ESTROFA UNO (v.1-2) Este preludio al salmo probablemente fue expuesto (cantado) por un levita. Proclama que Jehová, el Dios de Israel, es Creador, Sustentador y Dueño de todo cuanto existe. Por lo tanto, merece una adoración reverente, como el Rey de gloria (ver Sal 29; 33:6-11; 89:5-18; 93; 95:3-5 y 104). Verso 1 La poesía hebrea es caracterizada por paralelismo sinónimos; este verso es un ejemplo claro de ello. La palabra, “tierra”, es sinónimo de “mundo”; y la frase, “su plenitud”, es sinónima de, “y los que en él habitan”. Por lo tanto, lo que este verso afirma es que toda la tierra pertenece a Jehová, el Dios de Israel; no solo la tierra, sino todos sus habitantes 4. Jehová no es simplemente el Dios de Israel; es el Dios de toda la tierra. El único Soberano de toda la creación. Por ser Soberano, Dios tiene el derecho de disponer de Su creación como a Él le plazca. También puede disponer de nuestras vidas, según Su voluntad. Dios no tiene que consultar a nadie acerca de lo que Él hace; tampoco tiene que rendir cuentas a nadie. Nos hace bien, como creyentes, recordar esta gran verdad; nos ayudaría a valorar más el hecho de ser el pueblo de Dios (ver Éx 19:5; Deut 10:14-15). También nos haría recordar que todo lo que tenemos se lo debemos a Él. Esta verdad es algo que Dios quiere que los inconversos también entiendan, para que aprendan a someterse a Él (ver Éx 9:29). Verso 2 La razón por la cual toda la tierra pertenece a Dios es que Él es su creador; Él la “fundó”5 y la “afirmó”. Según David, la tierra fue fundada “sobre los mares” y “sobre los ríos”6 (otro ejemplo de paralelismo sinónimo). 4

Satanás pretende ser dueño de este mundo, pero eso es falso; es una de sus muchas mentiras (ver Lucas 4:6). 5 El verbo (‘yasad’) significa ‘establecer’, y se usa de colocar los fundamentos de un edificio (1 Rey 6:37) o de una ciudad (Josué 6:26). 6 La palabra en hebreo, traducida, “ríos”, se emplea generalmente de ríos grandes, como el río Nilo o el río Eufrates. En el Sal 66:6, esta palabra se usa del Mar Rojo, por donde el pueblo de Israel pasó en seco, al salir de Egipto. Y en Sal 93:3-4, los “ríos” son aquellas aguas, que hacen el ruido de “las recias ondas del mar”.

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¿Cómo debemos interpretar estas frases? Algunos comentaristas afirman que lo que David dice aquí concuerda exactamente con la estructura de la tierra. Según los geólogos, los continentes ‘flotan’ como islas sobre placas tectónicas, que subyacen los océanos. Aunque esto es cierto, es de dudar que David estuviera diciendo esto. Más bien, debemos entender estas palabras como una descripción poética, basada en la cosmovisión del Antiguo Testamento. Gén 1:9-10 indica que en la creación, Dios separó la tierra seca de las aguas. Al hacer esto, dio la impresión que la tierra seca fue fundada “sobre los mares”. El autor del Salmo 136 menciona esto en el v.6, “Al que extendió la tierra sobre los mares” (ver también 2 Ped 3:5). Cuando un judío estaba a la orilla del mar, contemplaba la tierra seca, y tenía la impresión que la tierra salía del mar, y tenía sus raíces en las aguas de los océanos. ESTROFA DOS (v.3-6) Esta estrofa fue probablemente cantada por un sacerdote, quien velaba por la santidad del Lugar Santo. Es dirigida a otros sacerdotes, aunque tiene en mente también a toda persona que desea acercarse a Dios. Verso 3 El arca del pacto estaba siendo llevada a Jerusalén. La pregunta ahora era, ¿quién estaría en condiciones de subir “al monte de Jehová”, y estar “en Su lugar santo”? Esta pregunta se hacía urgente, por el incidente que había ocurrido cuando David intentó llevar el arca a Jerusalén la primera vez. En ese momento, un hombre llamado Uza murió, cuando tocó el arca (2 Sam 6:6-7). Ese incidente recalcó la santidad de Dios, y lo peligroso que era acercarse a Dios indebidamente. El Lugar Santo era una parte del tabernáculo, donde solo los sacerdotes podían entrar (). Sin embargo, habría que considerar si la frase, “lugar santo” se refiere a esa parte del tabernáculo, o si es simplemente un sinónimo del “monte de Jehová” (es decir, de la ciudad de Jerusalén), hecho un lugar ‘santo’ ahora, por la presencia del arca del pacto. Si tomamos las palabras, “lugar santo”, literalmente, entonces la pregunta que el salmo plantea es, ‘¿quién está en condiciones de ingresar a la presencia de Dios, y servirle?’ Dicha pregunta sería dirigida específicamente a los sacerdotes, quienes eran los únicos permitidos ingresar al lugar santo. Sin embargo, también sería una pregunta importante para todo judío temeroso de Dios, y que deseaba acercarse al Señor, y profundizar su comunión con Él. El traslado del arca del pacto a Jerusalén marcó el inicio de una nueva etapa en el culto al Dios de Israel. Por fin el arca estaba llegando a la ciudad que Dios había escogido (Sal 132:13-14), y era necesario que los sacerdotes (y los demás judíos) tomaran un momento para reflexionar sobre la necesidad de estar en buenas condiciones para presidir el culto a Jehová de los ejércitos, en su nuevo y permanente santuario. Spurgeon observa los dos verbos que David usa – ‘subir’ y ‘estar’. Acercarse a Dios requiere un tremendo esfuerzo. Dios es “Alto y Sublime”, y habita “en la altura y la santidad” (Is 57:15); por lo tanto, no debemos pensar que es cosa fácil acercarse a Él. Tenemos que hacer un esfuerzo, como un alpinista, quien lucha por lograr la cima de una montaña. Y no es asunto simplemente

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de subir, ver a Dios, y bajar. Se trata de ‘estar’ en la presencia de Dios; quedar, permanecer, vivir. Solo cierta clase de persona logra esto. En el Nuevo Testamento, la Iglesia viene a ser el templo de Dios, y cada creyente es un sacerdote. Como tal, somos llamados a estar en la presencia de Dios, para servirle. Por ello, es importante tomar en cuenta las condiciones que David menciona en los versos 4-6. Verso 4 “El limpio de manos…” Siendo un poema, David emplea una figura literaria (), en la cual la palabra “mano” representa todo el cuerpo, y no debe entenderse literalmente (ver Job 17:9) 7. El creyente es justificado por fe, y limpiado por la sangre de Cristo. Sin embargo, tiene la responsabilidad de guardarse de todo pecado; especialmente de aquellos pecados ‘escandalosos’ y graves, que provienen de las tentaciones del mundo y de la ‘carne’. Los sacerdotes que ministraban en el santuario, tenían que estar limpios, no solo moralmente, sino también ceremonialmente. No podían tocar nada que estaba contaminado. “…y puro de corazón” No solo debemos cuidarnos de actos pecaminosos, sino que debemos cuidar nuestros corazones, para que sean puros delante de Dios. El corazón es la fuente de la vida, y la raíz de todo pecado. Si cuidamos la fuente, tendríamos mayor victoria sobre el pecado. Dios es santo, y los que desean estar en la presencia de Dios, no solo deben limpiar sus vidas, sino también sus corazones. La santidad de vida empieza en el corazón. Nuestras ‘manos’ tiene que estar limpias ante los ojos de los hombres, y nuestros corazones tienen que estar limpios ante los ojos de Dios. No debemos permitir impurezas en el corazón. Dios lo ve, y es una ofensa a Su santidad. En Mat 5:8, el Señor afirmó, “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. “El que no ha elevado su alma a cosas vanas” En el Antiguo Testamento, “cosas vanas” muchas veces se refiere a la idolatría. La idolatría contemporánea incluye el materialismo, las diversiones, Hoy en día hay muchas ‘vanidades de la vida’; el creyente debe tener cuidado con esas cosas. No debe dedicar tiempo a ellas, o dejarse dominar por ellas. 7

Quizá tenemos un ejemplo parecido en Is 6, donde la palabra “labios” (v.5, 7), representa la totalidad del cuerpo del profeta.

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“Ni jurado con engaño” Esta frase habla de hacer promesas, pero hacerlas sin la intención de cumplirlas, o con una intención diferente a la expuesta. Estas promesas pueden ser hechas a los hombres o a Dios mismo. Un ejemplo de ello fue el juramento que Esaú hizo, de dar a Jacob su primogenitura, a cambio de un plato de comida (Gén 25:33). Jacob hizo mal en pedírselo, pero Esaú prometió algo del cual no estaba en serio. Hizo el juramento solo para obtener el plato de comida de su hermano. Estas condiciones son sumamente exigentes. En cierto sentido, la única persona que las ha rellenado completamente es el Señor Jesucristo. Solo Él puede subir al monte de Jehová, y estar en el lugar santo. Lo hizo, hace 2,000 años, llevando Su propia sangre (Heb 9:24-26). Pero lo hizo en nuestro lugar, como nuestro Sumo Sacerdote y Representante Legal. Nosotros solo podemos acercarnos a Dios por medio del Señor Jesucristo. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de vivir en forma consecuente con la santidad de Dios, y no abusar de la gracia de Cristo. Verso 5 “Él recibirá bendición de Jehová” Teniendo aun una naturaleza pecaminosa, y viviendo en un mundo lleno de pecado, no es fácil vivir en santidad. Sin embargo, la persona que lo hace “recibirá bendición de Jehová”. Esta bendición consiste, principalmente, en el privilegio de vivir en comunión con Dios, y disfrutar de Su presencia en nuestras vidas – una presencia que trae gozo y paz. Si una persona insiste en vivir en el pecado, no puede esperar la bendición de Dios. Él solo bendice a los que le buscan; a los que le buscan de todo corazón. “Y justicia del Dios de salvación” Esta es la bendición principal que Dios puede dar a un pecador – Su justicia, que lleva a la salvación. Esta justicia divina (“la justicia de Dios”, Rom 1:17) es algo que Dios tiene que regalarnos; no la podemos obtener por nuestros propios esfuerzos. Es una dadiva de Dios. Por eso David afirma, “…recibirá…justicia del Dios de salvación”. Sin embargo, aunque la justicia de Dios es por fe en Cristo (Rom 3:21-22), dado a que es algo que debemos desear de todo corazón (Mat 5:6), tenemos una responsabilidad de vivir conforme a este deseo. No podemos esperar recibir la ‘justicia’ de Dios, si no estamos dispuestos a vivir conforme a la justicia de Dios.

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Verso 6 “Tal es la generación de los que le buscan…” El verbo (“le buscan”) en hebreo es, ‘darash’, y significa ‘caminar’ o ‘frecuentar’. Por lo tanto, una persona que busca a Dios (en el sentido del verbo en hebreo), es alguien que camina hacia Dios, que frecuenta Su presencia. Hay una hermosa promesa relacionada con este verbo, en Deut 4:29, “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares (‘darash’) de todo tu corazón y de toda tu alma”. David era un hombre que buscaba a Dios de todo corazón. En Sal 27:8 escribe, “Tu rostro buscaré oh Jehová”. David anhelaba estar en la presencia de Dios (Sal 27:4). “De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob” Aquí, el verbo, “buscan”, es diferente; es el verbo, ‘baqash’, que significa ‘buscar’, en el sentido de ‘inquirir’. Es el verbo que se usa en Éx 33:7, “Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento”. Buscar el ‘rostro’ de Dios significa buscar una comunión íntima con Él (ver Sal 105:4). Al usar el nombre de ‘Jacob’, como referencia al pueblo de Israel, David estaba enfatizando la misericordia de Dios. Jacob fue un hombre tan carnal; sin embargo, Dios en Su gracia y misericordia se manifestó a Él, y fue poco a poco trabajando en su carácter. ‘Buscar y hallar a Dios ejerce un tremendo poder santificador en nuestras vidas’ (Spurgeon). Las personas a quienes David describe, son personas de oración. No suben al monte de Jehová simplemente para curiosear (como haciendo turismo espiritual), sino para interceder. Tales personas luchan por agradar a Dios, porque anhelan recibir bendiciones de Su mano. Saben que en Su presencia hay plenitud de gozo. Por eso, luchan contra la ‘carne’ y el pecado, porque han hecho de Dios su máximo gozo. ESTROFA 3 (v.7-10) La procesión se acerca a las puertas de la ciudad de Jerusalén. El rey David, al frente de la procesión, exhorta a los guardas de la ciudad a que abran las puertas de Jerusalén, de par en par, para que Dios pueda entrar y tomar posesión de Su morada eterna. Verso 7 “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas” El momento llega en que el arca se acerca a las puertas de la ciudad de Jerusalén. La procesión se detiene, y los que cargaban el arca pidieron (poéticamente) a los guardas de la ciudad a que abran las puertas de Jerusalén. Ante la grandeza de Dios, las tremendas puertas de la ciudad tenían que ‘levantarse’, para que el Rey de Gloria ingresara a Su morada.

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Este grito es simbólico del grito que se dio ante las puertas del cielo, cuando Cristo, el Rey de Gloria, ascendió a la diestra del Padre. Es también simbólico del grito que los evangelistas dan a los pecadores, para que abran sus corazones al Rey de Gloria. Antes que Cristo diera Su vida en la cruz, las puertas del cielo estaban cerradas a los pecadores (al igual que el camino al árbol de la vida fue ‘cerrado’, luego del pecado de Adán y Eva). Cuando Cristo murió, las puertas del cielo se abrieron de par en par (simbolizado por la ruptura del velo en el templo, que separaba el Lugar Santísimo). Cristo ingresó como nuestro representante, pero también abrió el camino para todos los verdaderos hijos de Dios. “Y alzaos vosotras, puertas eternas” Las puertas son “eternas” porque la ciudad es eterna. Tanto las puertas como la ciudad misma comparten la naturaleza de Dios. “Y entrará el Rey de gloria” La llegada del arca de Dios a la ciudad de Jerusalén, marca en fin del largo viaje, que se inició en el Monte Sinaí (Horeb), cuando la gloria de Dios descendió del cielo, y llenó el tabernáculo – reposando específicamente sobre el arca del pacto (Éx 40:34-38; Núm 9:15-23).

Verso 8 “¿Quién es este Rey de gloria?” Los guardas de la ciudad preguntan acerca de la identidad del Rey de gloria. La respuesta no se deja esperar. Es: “Jehová el fuerte y valiente” Primero, el Rey de gloria es identificado como “Jehová” – el Dios de Israel; el Dios eterno. A la luz del Nuevo Testamento, este es nada menos que el mismo Señor Jesucristo; Él es el Rey de gloria. Fue Cristo quien acompañó a Israel durante el éxodo, bajo la figura del Ángel de Jehová. Dos adjetivos se usan para describir al Dios de Israel: “fuerte” y “valiente”. Los términos en hebreo son sinónimos, y se usan en contextos militares – de soldados o de ejércitos. La palabra traducida, “valiente”, es empleada en la siguiente línea, donde la RV traduce, “poderoso”. “Jehová el poderoso en batalla” Por 40 años en el desierto, Dios fue delante de Su pueblo, dándole la victoria sobre los enemigos que se interponían en el camino; por ejemplo, los egipcios (Éx 14-15), los amalecitas (Éx 17:816), el rey de Arad (Núm 21:1-3), etc. También les dio la victoria sobre los cananeos, bajo el liderazgo de Josué. Más recientemente, Jehová dio la victoria sobre los filisteos – bajo el liderazgo de Samuel (1 Sam 7:3-13), y bajo el liderazgo de David (2 Sam 5:17-25). Finalmente,

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Dios dio la victoria sobre los jebuseos, para poder tomar la ciudad de Jerusalén, y establecerla como capital del reino, y lugar permanente de la morada de Dios (2 Sam 5:6-10). En todas estas victorias, el Dios de Israel se manifestó como ‘Jehová de los ejércitos’, el ‘Dios de la batalla’. El ingreso del arca del pacto a la ciudad de Sión marca el triunfo final de Dios sobre todos Sus enemigos. Sin embargo, aunque es importante entender estos versos a la luz de la historia de Israel en el AT, los versos se aplican también (proféticamente) a la lucha de Cristo contra Satanás, y a la derrota de todas las huestes espirituales de maldad, en la cruz (Col 2:14-15). Dicha victoria permitió a Cristo ascender a la diestra del Padre, y tomar Su morada eterna en el cielo (Fil 2:9-11). Verso 9 -10 Se repiten los v.7-8, para producir un efecto dramático, y sellar el ingreso de la procesión a la ciudad de Jerusalén.

III. HOMILÉTICA TEMA: “El Conocimiento de Dios” Introducción Uno de los temas centrales de la Biblia es que para vivir bien en este mundo, hay que conocer a Dios. Cuando Dios sacó a Israel de Egipto, no era solo para salvarlos de la esclavitud, sino para manifestarse a ellos, y conducirlos a una vida de bendición total. Ahora que el arca del pacto estaba entrando en la ciudad de Jerusalén, era un buen momento para destacar ciertos aspectos del carácter de Dios, y aclarar las implicancias que estos tenían sobre la vida del pueblo de Dios. En este salmo, David expone TRES aspectos de la Persona de Dios: 1. LA SOBERANÍA DE DIOS (v.1-2) Esta se debe a que Dios es Creador y Sustentador de todo cuanto existe. a. Dios es Soberano Sobre Su Creación “De Jehová es la tierra y su plenitud…Él la fundó sobre los mares…” (v.1-2). El mundo existe, no por casualidad, ni por un proceso evolutivo, sino porque Dios lo creó. Siendo su creador, Dios ejerce autoridad sobre todo lo creado.

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b. Dios es Soberano Sobre Sus Criaturas “El mundo, y los que en él habitan” (v.2). Todo ser humano es creado por Dios; creado a Su imagen y semejanza. Siendo nuestro creador, Dios ejerce autoridad sobre cada ser humano. Reflexionar: ¿Qué implicancias tiene esto sobre nuestro comportamiento, como seres humanos? 2. LA SANTIDAD DE DIOS (v.3-6) a. La Naturaleza de la Santidad de Dios Dios es tres veces santo (Is 6); Su morada es santa. En el santuario había un Lugar Santo y un Lugar Santísimo. Toda persona que desea acercarse a Dios, tiene que reconocer Su santidad. ¡No hacerlo es un error fatal! EJEMPLO: La muerte de Uza, al tocar el arca. b. Las Implicancias de la Santidad de Dios Si Dios es santo, cualquier persona que desea acercarse a Dios, y vivir en comunión con Él, debe ser santo. ¿Cómo se debe manifestar esta santidad? i. ii. iii. iv.

Actos limpios (“El limpio de manos”). Corazón limpio (“y puro de corazón”). Exclusividad (“El que no ha elevado su alma a cosas vanas”). Integridad (“Ni jurado con engaño”).

Resultados: “Recibirá bendición de Jehová”. Recibirá “justicia del Dios de salvación” 3. LA MAJESTAD DE DIOS (v.7-10) Antes de ingresar a la presencia de Dios es importante también considerar la tremenda majestad de Dios. Esta majestad consiste en tres aspectos: a. Dios es el Rey de Gloria b. Dios es Fuerte y Valiente c. Dios es Jehová de los Ejércitos Conclusión Acercarnos a Dios es un tremendo privilegio; también es una gran responsabilidad. Debemos acercarnos, considerando bien el carácter de la Persona de Dios.

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