Salinas, Pedro, La Voz a Ti Debida

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ffiI¡ITONIAT tOSIDÁ. §. nuEros rrnEs ]

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VOZ

A TT DEBIDA

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PEDRO SALINAS

, LA VOZ

A TI DEBTDA \

POEMA Tnncrnl

ro¡eróN

EDITORIAL LO§ADA, S.4.. BUENOS AIRES i

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nI1.

I U vrve¡ licmpre en tus acto.. Con la putrta de tur dedo¡ prrln¡a el mundo, le arrauca¡ aurora!, triunfoon colorsr, alegrfaa; e¡ tu mrieica. Le vida er Io gue tú toca¡. De tl¡¡ ojor, sólo de ellos, sale la luz que te guía Ioo pasoc. Andae por Io que ves. Nada mác.

Y si uua duda te hace ¡eñas a diez mil kilómetroc, lo dejas todoo te errojar sobie proas, eobre alae, eatár ya allí; con loe beaoe, con loe dientec Ia deagarrar;

ya no ea duda. Tú nunca puedec dudar. Porque hae vuelto los misterio¡ del revée. Y tue enigmas,

kr que nunca enteuderár, sorl egag cosa6 tan clarac: Ia arena donde te tiender, Ie marcha de tu reló y el tieruo cuerpo ro¡ado

)

J

que te ericuentras en tu eePejo cada día al despertar, y es eI tuyo. Los prodigios que están descifradoe Ya. i

Y

nunca te equivoceste, más que ttrua vez,, una noche que te encaprichó una sombra única que te ha gustado-. -la LJna sombra parecía.

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Y la

quisiste abrazar.

Y era yo.

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No, no dejéis cerradas

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!

las puertas de la noche, del viento, del relámpago, la de lo nunca vieto. Que estén abiertas siemPre ellas, las conocidas. Y todas, las incógnitas, lar que dan a los largos caminos por traz,ari en el aire, a las rutas que están buscándoee su paso con voluntad oscura y aún no lo han encontrado en puntos cardiualee. Poned señalee altas, maravillas, luceros; que Ee vea muy bien que es aquí, que está todo

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I

queriendo recibirla. Porque puede venir.

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Hoyomañanarodentro de mil años, o el día penriltimo del mundo.

Y

todo

tiene que estar tau llano como la larga espera. Aunque sé que es inútil. Que es juego rnío, todo, el esperarla así

comoasoplooabrisa, temiendo que tropiece. Porque euando ella venga desatada, implacable, para llegar a mí, murallas, nombres, tiempoe, se quebrarían todos, deshechoo, traspasados

irresistiblemente por eI gran vendaval de au amor, ya presencia.

§Í, por detrás de lae genres

te

busco.

No en tu nombre, si lo dicen, no en tu imagen? si la pintan. Detráa, detrás, rnáe aIIá. Por detrás de ti te busco. No en tu ecpejo, no en tu letra,

ni en tu alrna.

Detrás, más allá.

También detrás, más atrás de mí te bu¡co. No ereg lo que yo siento de ti. No eree lo que me está PalPitando con sangre mía en las venas,

rin

eer Yo.

Detrás, máe allá te busco.

Por encontrarter deior de vivir en ti' Y en mí,

p

y en lól Vivir ya

otros. detráe de todo, al otro lado de todo

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encontrarte-,

-por como ci fueee morir.

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llamarer,

oí,

gi me lla¡narac!

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Lo dejade todo, todo lo tiraría:

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los precioco loe catálogoe, el azul del océ¿no en los mapaa, loe dias y ruü noch6t' los telegramar viejoa

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y un

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amor.

Tú, que no eres mi amor, ¡si me llamaras!

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Y aún espero tu

:

teleecopior abajo,

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12

voz:

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desde )I

la ostrella,

por espejos, por túnolea, por los años bisieetos puede venir. No sé por dónde. Deede el prodigio, siempre. Porque ei tú me llamas ._¡si me llamaras, sÍ, ei me llamaraa!será deede un milagro, incógnito, siü vorlo.

'Nuuca deede loe labiog que te beeo, nunca desde la voz que dice¡

"No te vayac".

sido, ocurrió, es verdad. Fuó en un día, fué una fecha que le marca tiempo al tiemPo. Fué en un lugar que yo veo. Sus pies pisaban el euelo eeté que todos Piaamos. Su traje se parecía a óoos otros gao llcvan otras mujerec' Su reló destejía ealendarios, sin olvldarse una hora: como euentau los demás. Y aqueüo que ella me dijo fué eu un idioma del mundo, con gramática e historia. Tan de verdad, quo parecía mentira.

H¡,



No.

Tengo gue vivirlo dentro, me lo tengo que ¡oñar. Quitar el color, el número" el aliento todo fuego, con que me quemó al decírmelo. Convertir todo en acaso, en azat puro, rcllándolo.

Y de

así, cuando se deediga lo que eritonces me dijo,

no me morderá el dolor de haber perdido una dicha que yo tuve entre mie brazos, igual que se tiene un euerpo. Creeré que fué eoñado. Que aquello, tan de verdad, lio tuvo cuerpo, ni nombre. Que pierdo una rombreo un sueño más.

ffirooo.

De

ti.

Querertc

c¡ cl már alto rieago. Múltiplec, tú y tu vida. Te lengo, a Ia de hoY; ya la conozco, entro por laberintos, fácileo graciae a ti, a tu mario.

Y míos ahora,

sí.

Pero tú eres tu propio más allá, eomo Ia luz y eI mundo: ld

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díaa, noches, ertios, iuvienroa eueedléndose. Fatalmente, te mudaa

ain dejar de scr tú, en tu propia mudanza? con la fidelidad eongtarxte del caml¡iar.

Dí, ¿podré yo vivir eu csos otlor climas, o futuros, ! lucee que estás elaborando, como su zumo el fruto, para mañana tuyo? ¿O eeré sóIo algo que uació para un día tuyo (mi día eterno), para una primavera (en mí florida riempre), rin poder vivir ya cuando lleguen rueeeiYsr en ti, inevitablemente, las fuersae y los vientos nuevos, Ias otras lumbres, que eiperan ya el momento de ser, en ti? tu vida?

"Mo*o*n." La palabra iba suelta, vacaute, ingrávidao en eI aire, tan ain alma y sin cuerpo, l5

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'

tau ria color ni bero, que Ia dejé parar por mi lado, en mi hoY. Pero de pronto tú dijiete: "Yon mañana. . . " Y todo ee pobló de carne y de banderas. Se me precipitaban encima lae promeaae de eoiscientos coloreao oon veetidos de moda, rlesnudas, pero todao cargadaa de cariciae.

En trenee o en gacelae agndae, me llegaban ¡onee de violirtes* ocperanzaE delgadae

de bocas virginalea. O veloces y grandee oomo bugues, de lejol, como ballenas deede mares dietantea, inrnencag esperanzar

de un amor sin final. ¡Mañana! Qué palabra toda vibranter tensa de alma y carne roeada,

cuerda del arco doude tú pusiste, agudíaima, arma de veinte añoso la flecha máe eegura e'uando diiiste:'oYo. . .o'

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Y eúbita, de pronto porque sí, la alegría. Sola, porgue ella quiso, vino. Tan vertical, tan gracia iuesperada, tau dádiva caída, que no puedo creer que sea para mí. Miro a mi alrededor, busco. ¿De guién aería? ¿Será de aquella iela eocapada del mapa, que pasó por tri lado vestida de muchacha, con espumas al cuello, traje verde y un gran ealpicar de aventuras? ¿No ae le habrá caído a un tre§? a un nuever a un cinco de eete agoeto que emPieza? ¿O es la gue vi temblar detráe de la esperanza, al fondo de una voz que me decía: 6¿Not'? Pero no importa, ya. Conmigo está, me arra§tra. Me arranca del dudar. Se eonrie, posüle; toma forma de besoe, de brazos, hacia mí; pone cara de mía.

fi

Me iré, me iré con ella a amarnos? a vivir temblando de futuro, a sentirla de prisa, segundos, sfulos, siempres, nadae.

Y la

querré

tanto, que cuando llegue alguien

Ie

no re verá, -y no ce le han de eentir

lor pasos- a pedírmela (er su dueño, era suya),

ella, cuando la lleven, dócil, a eu destino, volverá la cabeza

mirándome. Y veré que ahora sí eo mía, ya.

i Pt*

qué tienec nombre tú, día, miércolea? ¿Por qué tienes nombre tú,

tiempo, otoño? Alegría, pena, ciempre, ¿por qué tenéis nombre: amor?

Si tú no tuvieras nombra, yo no sabría qué era, ni cómo, ni cuándo. l\ada. ¿Sabe el mar cómo ee llama, que es el mar? ¿Saben los viento¡ rur apellidos, del Sur 1t

I

t.

l.:

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y del Norte, por

I

encima

del puro soplo que son? Si tú no tuvieras nombre, todo eería primero, inicial, todo inventado

por ní, intacto haeta el beeo naío. Gozo, amor: delicia. lenta de gozax, de amar, sin nombre. Nombre, ¡qué puñal clavado en medio de un pecho cándido que sería nuestro siempre si no fuese por su nombre!

¡a

lllv!,

cuántae cosae perdida-s

que uo se perdieron nunca. Todas lae guardabaa tú.

J

Menudog granos de tiempo, que un día se llevó

Alfabetoe de

la

el aire.

espurna,

l1

que uu día se llevó el mar. Yo por perdidoe loa daba.

Y por perdidas

las nul¡es

f[ue yo quise oujetar en el eielo clavándolae con miradae.

Y las alegrías alta¡ del querer, y lae angustiae

19J

il

W de eatar aún queriendo

y las

.pocoo

ansiae

de querer, quererte, más. Todo por perdido, todo en el haber eido antee, en el no Ber nunca? ya.

Y

entoncee viniste tú

de lo oseuro, iluminada de joven paciencia honda, ligera, sin que pesara sobre tu cintura fina, sobre tus hombros desnudos,

el pasarlo que traías tan joveno para mí. Cuando te miré a loe besoc vírgenes que tú me diste, tú?

loe tiempos y Ias espumas, Iag nubes y los amoree

gue perdí estaban ealvados. Si de mí Be me eecaparon, ¡ro fué para ir a morirse en la nada.

En ti eeguían viviendo. Lo que yo Ilamaba olvido erae tú.

A*i,

detrás de

lc rioa,

ya no se te conoce. Vae y vienee, resbalas por un mundo de valses

flt

;

helados, cuesta abajo;

y al pasaro los caPrichos, los prontos te arrebatan beeos ein vocación,

ti, Ia momentánea cautiva de lo fácil. oo¡Qué alegre!", dicen todos. a

Y

ec que entonces estás

queriendo ser tú otra, pareciéndote tanto a ti misma, que teugo miedo a perderte, así. Te sigo. Espero. Sé que cuatrdo no te miren túneles ni luceroc, cuando se crea el mundo que ya sabe quién eres y diga: ooSí, ya séo',

tú te

desataráso

con log brazoe en alto, por detr6s de tu Pelo, la lazada, mirándoure. Sin ruido de cristal se caerá por eI suelo, ingrávida careta inútil ya, la risa. Y al verte en el amor que yo te tiendo siemprc como un espejo ardiendo,

tú reconocerác uri rostro eerio, grave, una desconocida

..----i=t.!

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alta, pálida y triste que es mi amada. Y'-" qoi"r" por tletrás de Ia risa. I

Y, ,o

necesito tiem¡ro

para saber cómo eres: eonocerse es

el relámpago.

ti a conocer en Io que callas, o en esas palabras con que lo callas? EI gue te busque en Ia vida que estás viviendo, no sabe ¿Quién te va a

rnás que alusiones de

ti,

pretextos donde te eecondes. Ir siguiéndote hacia atrás en Io que tú hae hecho, antel, sumar acción con ronrisa, añoe con nornbres, cerá ir perdiéndote. Yo ¡ro. Te conocí en Ia torüoenta. Te conocí, repentina,

en ese decgarramiento brutal de tiniebla y luz, donde ¡e revela el fondo que eúcapa al día y Ia noche. Te vi. me has visto, y ahora, desnuda ya del equívoco, de Ia historia, del pasado, tít, aanazon"a en Ia eentella, palpitante de recién llegada sin esperarte, eres tan antigua mía, 22

h

te conozco tan de tiemPo, que en tu amor cierro los ''gjoe, y camino sin errar, a ciegas, sin pedir nada

a esa luz lenta Y segura con que ee eonocen letrae y formas y se echan cuentas y se cree que ce ve

quién eres trí, mi invirible.

iQ."É gran vírpera el mundo! No había nada hecho. Ni materia, ni números, ni astros, ni siglos, nada. El carbón no era negro ni la rosa era tierna.

Nada era nada, aún. ¡Qué inocencia ereer que fué el pasado de otro¡ y en otro tiemPo, Ya irrevocable, siemPre ! No, el pasado era nuestro: no tenía ni nombre. Podíamos llamarlo a nueBtro gusto: eetrella,

colibrí, teorema' toPasado"; eD vez, de así, quitarle su veneno. Un gran viento soPlaba haeia nosotros minas, continentea, motoles.

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ril

¿Minar de qué? Vacías. Eetabsn rluardando nueetro primer deseo, para ser en eeguida de cobre, de amapolae. Lae ciudades, loe puertoe

flotaban sobre el mundo, gin sitio todavía: eeperaban gue tú Ies üjeser: "Aquí", para lanzar los trarcoa, Iaa máguiuae, lae fieotar,

Máquinas impacienter de sin deetino, aún; porque harían la luz

si tú se lo mandabas, o las nochee de otofio ci Iar querías tri. Loe verbos, iudecieoe, te miraban loe ojos como loe perros fielea, trémuloe. Tu mandato iba a marcarles ya sus rumboe, sue acciouee. ¿Subir? Se eetremecía ou energía ignorante. ¿Sería ir hacia aniba "subir"? ¿E ir hacia dónde sería ondescender"? Con meneajee a antípodat, a luceros, tu orden iba a darlee conciencia ¡ribits de eu ser, de volar o arragtrarge. 2é

El

gran mundo vacío, sin empleo, delante de ti estaba: su impuleo se lo darías tú.

Y junto a ti,

vacante,

por nacer, auheloeo, con los ojos cerrados, preparado ya el cuerpo para el dolor y el beso, don Ia sangre en cu oitio, yo, eeperando si no me miraba¡-ay, que tú me quieieees a y me dijeras: ooYa".

P^r^ vivir no quiero iolaso palacio!, torre§.

¡Qué alegría máa alta:

vivir en los

pronomtrree

Quítate ya los trajer, eeñaeo Ioa retratoe; yo no te quiero así, diefrazada de otra, hija eiempre de algo. Te guiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todae las gentea del mundo, sólo tú serás tú,

Ias

!

Y

cuando me preguntet quién es el que te llarna, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. fré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer, Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de Ia piedra, del mundo, te diré: ooYo te quiero, loy yo".

lJr

prisa, Ia alegría, atropellada, Ioca. Bacante disparada del arco más casual

contra el cielo y el suelo. La física, asustada, tiene miedo; Ios trenea re quedan más atrás aún que los aviones y que Ia luz. Es ella, velocíeima, ciega,

de mirar, sin ver nada, qfuerer Io que ve. Y uo quererlo ya.

y

Forque se desprendió del quiero, del deeeo, y ehria toda en 3u esencia, no pide nada, uo 26

=l va a nada, no obedeee a bocinas, a gritor, a amenazas. Aplasta bajo sus pies ligeros la paeiencia y el mundo. Y lo llena de ruinas tiempo, penas-órdenee, en una abolición triunfal, total, de todo lo que no es ella, pura alegría, alegría altíoiua, empinada encima de eí misma. Tan alta de esforzarse, que ya se eetá cayendo, doblada como un héroe, sollre eu hazaíta inritil. Que ya se eetá muriendo coneumida, deehecha en el aire, perfecta combustión de su ser. Y no dejará humo,

ni

cadáver,

ni

pena

de haber sirlo-.

-memoria Y nadie la sabrá, uadie, porque ella sola supo de sí. Y ha muerto.

zfl

-L ooo dice que rí.

Sí del cielo, Io azul, y sí, Io azul del rnar, mares, cielos, aztules 2"7 l

!

con e8pumas y brieas, júbilos monosílabos repiten ein parar. Un sí coutesta sí a otro sí. Grandes tliálogoo

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repetidos se oyen por encima del mar de mundo a mundo: sí. Se leen por el aire largoa síes, relámpagos de plumas de cigüeña, tan de nieve que caen, copo a copo, cubriendo la tierra de un enorme, blanco sí. Es el grau día. Podemos acercarnog hoy a lo que no habla: a la peña, al amor, al hueso tras la frente:

[r,

eon esclavos del gí.

I'i,

la sola palabra que hoy les concede el mundql AIma, pronto? a pedir, a aprovechar la máxima

kr H

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Es

locura momentánea, a pedir esas cosas imposibles, pedidas,

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calladas, tantae veceB,

tanto tiempo, y que hoy pediremos a gritos. Seguroe por un día nada más que hoy* -hoy, que los "no" eran falsoa, de

.:r Epariencias, retraBo8, cortezas inocentes. Y que estaba detrás, despacio, madurándose, al compás de este ansia que lo pedía en vano,

la gran delicia: eI sí.

A*ru,

amor, catáatrofe. ¡Qué hundimiento del mundo!

Un gran horror a

techos

quiebra columnaso tiemPos; los reemplaza por cielos intemporatres. Andas, audo por entre escombros de estíos y de invieruos derrumbados. Se extinguen lae normas y los pcsos' Toda hacia atrás la vida se va guitando siglos, frenética, de encima; desteje, galopando, su curso? leuto antes; ee desvive de ansia de borraree Ia historia, de no ser más que el puro anhelo de empezaree otra vez. El futuro ge llama ayer. Ayer oculto, secretísimo, que se nos olvidó y hay que reconquistar

con la sangre y el alma, detrág de aquellos otros ayeres conocidos.

¡Atrás y siempre atrás! ¡Retrocesos, en vértigo, por dentro hacia el maiiana

!

¡Que caiga todo! Ya 1o eieuto apena§. Vamos, a fuerza de beear, inventando las ruinas del mundo, de la mano

túyyo

por entre etr gran fracaso de la flor y del orden. Y ya siento entre tactoe, entre abrazos, trl l)iel

que me entt'ea{a el rctorno

aI palpil:rr plimel.o, §in luz, antes clel mr¡ndo. iotal, sin fcrma, caos.

iQru La

día ein peeado!

espurira, hora tras hora,

infatigableurente,

fué blanea, blanca, blanca. Inocentes materias, loc cuerpos y lae rocae cenit total -desde mediodía absolutoeetaban

viviendo de la luz, y por la luz y en ella.

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30

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li.\ E.,-.--.---,.

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-! Aún no ae conoeían la conciencia y la sombra. Se tendía Ia mano a coger una piedra, una nube, una flor, un ala. Y se las aleanzalta a todas, porque era antee de las distancias. El tiempo no tenía sospechac de ser é1. Venía a nuestro lado, sometido y eláetico. Para vivir despacio, de priaa, Ie decíamoc: o'Para", o otEcha a correr". Para vivir, vivir sin más, tú le decías: o'Véte".

Y entonces nos dejaba ingrávidoa, flotantee

en el puro vivir ein sucesión, ealvados de motivos,

de orígenes, d.e albas.

Ni volver la cabeza ni mirar a lo lejos aquel día supimos

tú y yo. No noe hacía falta. Beearnoe, sí. Fero con uno¡ labios tan lejoe de su causa, gue Io estrenaban todo, 8l

beco, amor, al besarae, sin tener quo )edir

perdónanadieranada.

iSl

to¿" cor excero: el mar! Plural todoo plural,

la

lluz, Ia vida,

lucee, vidae y marer. A cubir, a ascender

de docenae a cientos, de cientos a miIar, en una jubiloea repetición sin fin de tu amor, unidad. Tablaeo plumae

y

máquinac,

todo a multiplicar, caricia por caricia, abrazo por volcán. Hay gue cansar loa númeroc. Que cuenten ein parar,

l

que se embriaguen contando, que no 5ep8n ya

y

cuál de ellos eerá eI último: ¡qué vivir ein final! Que un gran tropel de ceros asalte uuestrae dichas eebeltaeo aI paear, y las lleve a eu cima. Que oe rompan lae cifrae, sin poder caleular ni el tiempo ni los beeoc. Y al otro lado ya

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de cómputos, de sinos, entregarnos a ciegas *¡exceso, qué penúItimo!_ a un gran fondo azaroso gue irresistiblemente está

cantándonos

a gritos {úIgidos de futuro: ooEso no es nada, aún. Buscáos bien, hay rnás',.

E*r*orrnraMENrE por eI mundo. ¡Amar! ¡eué confusión ein par! ¡Cuántos errores! amantes?

Besar rostros en vez de máscaras amadae. Universo en equívocos:

minerales en flor, bogando por eI cielo, sirenas y corales en las nieves perpetuas, y en el fondo del rnar, constelaciones va fatigadas, Ias íránsfugas de la gran noche huérfana,

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donde mueren los buzos. Los dos. ¡Qué descarío! ¿Este camino, ef otro, aguél? Los mapas, falsos, trastornando los rumbos, Juegan a nuestra pérdida,

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entre riesgog oin faro. Loe días y lcq besos andan equivJcadon: no acaban donde dieen. Pero para querer hay que embarcarse en todos Ios proyectos que pasan,

oin preguntarlee nada, Ilenos, llenos de fe en Ia equivocacién de ayer, de hoy, de mañana,

quo no puede faltar. De alegría purísima de no atinar, de hallarnos en umbraleo, en bordeo trémuloe de victoria,

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sin ganas de ganar. Con el júhilo único cle ir viviendo una vida inocente entre erfores, y que no quiere más

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que Ber, querer? quererse en Ia gran altitud de un amor que va ya

II

I

queriéndose

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tarr desprendidamentc de aguello que no ea é1, que va ya por encima

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de triunfoe o derrotas, la pura gloria de su acertar.

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embriagado en

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Q.ot

alegría, vivir

eiutiéndose vivido. Rendiree

a la gran certiduml¡re, oecuramente? de gue otro ser? fuera de mí, muy lejos,

me eetá viviendo. Que cuando los espejos, Ios espías --azogues, almas coltas_., ageguran que estoy aquí, yo, inmóvil, con loe ojos cerrados y los labios, negándome al amor de la luz, de la flor y de los nombres, la verdad trasvisible es que camiuo sin mis pasos? con otros, allá lejos, y allí estoy besando florce, luces, hahlo. Que hay otro Bcr por cl que rrriro el rnundo porque me está queriendo con sus ojos. Que hay otra voz eon la que digo cosas no sospechadas por mi gran silencio; y eB que taml¡ién me quiere con su vo.n. La vida transporte ya!-, ignorancia -¡qué de lo que son mis aetos? que ella lrace, en que ella vive, doble, suya y rnfa. Y cuando ella me hable de un cielo oscuro? de un pairaje blanco, recordaré estrellag qne no vi, que ella miraba, y nieve que nevaba allá en su cielo. Con la extraña deüeia de acordarse de hal¡er tocado 1o que no toqué sino con esas rrranos que no alcanzo ,

35

a coger con las mías, tan dietantes'

Y todo enajenado Podrá el cuerPo

descansar, quieto, muerto ya. Morirse

en la alta confianza de que este vivir mío no era sólo mi vivir: era el nuestro. Y que me vive otro ser por detrás de la no muerte'

-&n¡"

para no §epararme de ti, por tu belleza. Lueha

por no quedar en donde quieres tú: aquí, en los alfabetoe, en las aurorae, en los labios' Ansia

de iree dejanclo atrás anécdotas, vestidod Y caricias, de llegar, atravesantlo todo cambia, a Io desnudo Y a lo Perdurable'

lo que en ti

Y mientras siguen danclo vueltas y vueltas, entregándose, engañándose,

li

tus rostros, tus caprichos y tus besos, tus delicias volubles, lus contactos rápidos cón el mundo, lraber iiegado Yo

1,. 1,

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36 t.(

I

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al centro puro, inmóvil, de ti

Y verte

rnisma.

cómo carnbias

lo llamas vivir-y en todo, en todo, sí, menos en mí, donde

te

so!¡revives.

Yo ,o puedo darte más.

No soy más que lo que soy.

'

¡Ay, cómo quisiera ser arena, sol, en estío! Que te tendieses descansada

a descansar.

Que me dejaras tu cuerpo al marcharte, huella tierna, tilria, inolvidable. Y que contigo se fuese sobre ti, mi beso lento: color, desde la nuca mofeno.

al talón,

¡Ay, eómo quisiera ser vidrio, ir estofa o madera que conserva su color aquí, su per{ume aquí,

y nació a tres mil hilómetros

!

Ser

la materia

c{ue

te

gusta,

gue tocas todos los días y que ves ya sin rnirar 37

a tu alrededor, las

cosas

fraeco, seda antigua-collar, que cuando tú echae de menos

freguntas:

o'¡Ay!,

¿tlónile eatá?"

iYo ay, cómo quisiera Eer una alegría entre todas, una sola, la alegría con que te alegraras tú! LIn amor, un amor solo: el amor del que tú te euamorases. Pero

no Eoy máa que lo que

soY.

I)rrrrr*to. El día te llama a tu vida: tu deber. Y nada más que a vivir. Arráncale ya a la noche negadorayalasombra que lo celaba, ese euerpo

por quien aguarda laluz de puntillas, en eI alba. Ponte en pie, afirma la recta voluntad simple de ser pura virgen vertical. Tómale eI temple a tu cuerpo. ¿Frío, calor? Lo dirá contra la nieve, la veutana; de de detrás

1¡1 gangr€

lo dirá el color en tus mejillae. 38

f":\ e

Y mira aI mundo. Y

descensa

sin hacer más que añadir

tu perfección a otro día. Tu tarea es Ilevar tu vida en alto, jugar con ella, lanzarla como una voz a las nubee, a gue reeoja lae luces

que 6e nos marcharon ya. Éee es tu eino: vivirte. No hagas nada.

Tu obra eree tú, nada más.

T

Lad, lruz Io malo que tiene es (Fle no viene de ti.

Es que viene de loe soles, tle loe ríos, de la oliva. Quiero máe tu oscuridad.

La alegría no es nur.ca la misma mauo la que me Ia da. Hoy eE una, otra mañana, otra ayer. Pero jamás es Ia tuya. Por eso sierapre te tomo Ia pena, Io que me das. Los besos loe traen los hiloe del telégrafo, los roces con uoches deneas, los la}¡ios del porveuir. 39

,!/

Y vienen, de donde vienen. Yo no me siento beear.

Y por eso no lo quiero, ni se lo quiero deber no sé a quién.

A ti

debértelo todo querría yo. ¡Qué hermoso el mundo, qué entero

si todo, besos y luces

y

gozo)

viniese sólo de ti!

dón, entrega? Símbolo puro, signo de que me quiero dar.

flR-r"nro,

Qué dolor" separarrne de aquello que te entrego y que te pertenece sin rmáe destino Ya que Ber tuyo, de ti, ¡nientras que yo me quedo en la otra orilla, solo, todavía tan rnío. Córno quisiera ser eso que yo te doY y no quien te lo da' Creando te digo: "Soy tuyo, sólo tuYo", tengo miedo a una nube, a una ciudad, a un número que úie pueden robar

r I a

r

I fi

{

un minuto al amor entero a ti debido. ¡Ah!, si fuera Ia rosa que te doy; la que estuvo en riesgo de ser otra

y no para tus manos, mientras no llegué yo. Ya que no tendrá ahora

futuro que ser con tu rosa, mi rosa, vivida en ti, por ti, en su olor, en su tacto. Hasta que tú la asciendas sobre su deshojarse a un recuerdo de rosa, rnás

segura, inmarcesible,

puesta ya toda a salvo de otro amor u otra vida que los que vivas tú.

L sueño es una larga despedida de ti. ¡Qué gran vida contigo,

en pie, alerta en el sueño! ¡Dormir el mundo, el sol, las hormigas, las horas, todo, todo dormido, en el sueño que duerrno! Menos tú, tú la única, viva, sobrevivida, en el sueño que sueño. Pero sí, despedida: 4l

voy a dejarte. Ceróa, la mañana prepara toda su preeisión de rayoq y de rieae. ¡Afuera, afuera, Ya, lo aoñado, flotante, marchaudo sobre el murido, sin poderlo pisar porque no tiene sitio, deseeperadamente !

Te a}¡razo por vez última: eso es abrir loe ojos. Ya eatá. Las verticales entran a trabajar, sin un desmayo, en reglas. Loe colores cjercen sue oficios de azulo de rosa, verde, todos a la hora en punto. El mundo va a funcionar hoY bien: me ha matado ya el sueño. Te siento huir, ligera, de la aurora, exactísima,

hacia arriba, buscando la que no se ve eetrella,

el

desorden celeste, qqe eB sólo donde cabee. Luego, cuando desPierto,

no te co4ozco, casi, cuando, a mi lado, tiendee los brazos hacia mí diciendo: oo¿Qué soñaste?o' Y te eoutestaría: ooNo cé, 1i¿

\ I t

i

Be

me ha olvidadoo',

ei no eetuviera ya tu cuerpo limpitl, exactot ofreciéndome en labios

eI gran error del día.

cruce en tu muñeca del tiempo contra el tiemPo ! Reló, frío, enroscado,

iQ"r

acechador, espera

el paso de tu sangl'e en el pulso, Te oprimen órdenes, desde fuera: tic tac, tic tac, la voz, a1lí, en la máquina'

A tu vida infinita, sin término, echan lazos

pueriles los segundos. Pero tu corazón allá lejos afirma yendo y viniendo -rangre en ti, con tu queret-Du rer, su ritmo, otro' Nr¡. Log días, el tiempo, no te eerán contadoc nunca en ecfora blanca, tres, cuatro, cinco, aeis. Tus perezaso tus Prontos, tu gran ardor ein cálculo, no ae pueden ci-frar. Siéntelos

tú,

desnuda

de reló, en la muñeca: 43

latido contra nírmero. ¿Amor? ¿Vivir? Atiende al tic tac diminuto que hace ya veinte años sonó por vez prirmera

en una carne virgen del tacto de la luz,' para llevarle al mundo una cuenta distinta, única, nueva: tú.

Cr^*ro

cierras los oios

tus párpados son aire. Me arre]ratan: rne voy contigo, adentro.

i\o

se ve nada, no

se oye nada.

IIe

sobran

los oios y los labios, en eslc rnundo tuyo. Fara sentirte a ti

no sirven los' sentidos de siempre, usados con los otros.

Hay que esperar log nuevos. Se anda a tu Iado oordarnente, en 1o oscuro, tropezamdo en acasos, en l.ísperas; huntliéndose

hacia arriba con un gran peso de alas.

"Yn,il :iil

i

I rr

!

f I

Cuando vuelves a abrir los ojos yo me vuelvo afuera, ciego ya,

tropezando también, sin ver, tamPoco, aquí. Sin saber más vivir

ni en el otro, en el ni en este

tuYo,

mundo descolorido en donde yo vivía.

Inútil,

desvalido

entre los dos. Yendo, viniendo de uno a otro cuando tú quieres, cuando abres, cuando cierras los párpados, Ios ojos.

t{r*rro*tAl,

sí,

te quiero.

Mírale la cara al cielo, de cara. Déjate Ya de fingir un equilibrio donde lloramos tú Y Yo. Ríndete a la gran verdad final, a lo que has de ser: conmigo, tendida ya, paralela, en la muerte o en el beso. Horizontal es la noche en eI mar, gran masa trémula sobre la tierra acostada, vencida sobre Ia PlaYa. 46

j

El estar de pie, mentira: sóIo correr o tenderee. Y lo que tri y yo f[ueremo§ y el día

tan cansado.

de estar -ya con Bu luz, derechoeB qlue nos llegue, viviendo y con temblor de morir, en Io máe alto del beeo, ese quedarse rendidog por eI amor mác ingrávido, al peeo de ser do tierra, rnateria, carne de vida.

En la noche y la traenoche, y el amor y eI traeamor, ya cambiados en horizontes finales, tú y yo, de noeotros mismos.

t1T

unú.l,lrvrr, lánzame ti, de tue mejillaa, oomo de i¡lae de coral" a uavegar, a irme lejoa para buacarte, a buecar fuera de ti Io que tienes, lo que no me quieres der. §1.

desde

It j

Para quedarte tú sola, invéntame eelvae vírgener con árboler de metal

y azabache; yo iró a ellag y veré que no eran mág que collares qae penoabae.

ilfr t{,

ti

fnvítame a reeplandores destellos, a Io lejoe negros, blancos, eonriendo de niñez. Los buscaré. Marcharé días y días, y al llegar adonde están, deecubriré tug eonrieas anehas, tus miradae claras.

y

Eeo

era Io que allá, distante, estaba viendo brillar.

De tanto y tanto viaje nunca eeperes que te traiga más mundoe, más primaveras

que esas, que tú te defiendee contra mí. El ir y venir a loe siglos, a lae minas, a loe eueñoe, ea inútil. De ti salgo siempre, siempre tengo que volver a ti.

T7

-Y I no puedo encontrarte allí en esa dietancia, preciea corl

Bu nombre,

donde eetabas ausente.

Por venir a buscarme la abandonaste ya. Saliste de tu ausencia, y arin no te Yeo y no sé dónde estás. Eu vano iría en bueca tuya allí adonde tanto fué mi pensamiento a sorprender tu eueño, o tu risa, o tu juego. No octán ya allí, que tú te los llevaate; 47

)

te los llevaste, sí, para traérmelos, pero andas todavía entre el aquí, el allí" Tienes mi alma suspensa toda sobre el gran vacío, oin poderte ]¡esar el cuerpo cierto qr¡e va a llegar, escapada también tu forma ausente que aún no llegó de la sabida ausencia donde nos reuníamos, soñando. Tu sola vida es un querer llegar. Err tu tránsito vives, en venir hacia mí, no en el mar, ni en la tierra, ni en el aire, que atraviesas ansiosa con tu cuerpo eomo si viajaras.

Y yo, perdido, ciego, no sé con qué alcanzarte, en donde estés, si con abrir la pucrta nada má0,

o si con gritos; o si

sólo

rne sentirás, te llegará mi ansia, en la absoluta espera inmóvil del amor, inminencia, gozo, pánico, sin otras alas que silencios, alas.

N"

no te quieren, no. Tír sí que estás queriendo.

El amor que te sobra se lo reparten seres y cosas gue tú miras,

que tú toeas, que nunca tuvieron amor antes. Cuando dices: "Me quieren 48

]ql i, 1'

H

t .r{'

t,

los tigres o las sombras" es que estuviste en selvas o en nochesr paseando tu gran ansia de amar. No sirves para amada; tú siempre ganarás, queriendo, al que te quiera. Amante, amatla no. Y lo que yo te dé, rendido, aquí, adorándote, tú misma te lo das: es tu amor irnplacable, sin pareja posible, que regresa a sí mismo a través de este cuerpo mío, transido ya del reeuerdo sin fin, sin olvido, por siempre, de que sirvió una vez para que tú pasaras siento el fuegopor él -aún ciega, hacia tu destino. De que un día entre todos llegaste a tu amor por

fro qr" """*

rne distrae de

mi amor.

lo que dices.

Lanzas palabras veloces, empavesadas de risas,

invitándome 49

'lt

§

.r'-.

á

a ir adonde ellae me lleven. No te atiendo, no las sigo: estoy mirando loe labios donde nacier:on. Mirae de pronto a Io lejoe. Clavas la mirada allí, no sé en {ué, y se te dispara a buscarlo ya tu alma afilada de eaeta. Yo no miro adonde mirag: yo te estoy viendo mirar.

Y cuaudo

deseas algo

no pienso en lo que tú quieree, ni lo envidio: es lo de menos. Lo quieres hoy, lo deseas;

Io olvidarás por una querencia nueva. No. Te etspero máe allá

rnañana

de loe fines y loe términos.

Eu Io que no ha de pasar me quedo, en el puro acto de tu deseo, queriéndote. Y no quiero ya otra cosa más que Yerte a ti querer.

r

[-ros cielos eon iguales. Azules, grises, negroc? se repiten eucima del naranjo o la piedral 50

nos acerca mirarlos. Las estrellas suprimen, de lejanae que son, Iae digtancias del mundo. Si queremos juritarnos, nunca mires delante:

todo lleno de abismos, de feehas y de leguas. Déjate bien flotar sobre el mar o la hierba, inmóvil, cara al cielo. Te sentirás hundir despacio, hacia Io alto, en la vida del aire. Y noe encontraremos cobre las diferencias inveneibles, arenas, rocae, año§, ya soloe, nadadores celestee,

náfragos de los cielos.

Arru te besé en loe labios. Tc besé en log labios. Densoe, rojor. Fué un beso tan corto gue duró más que un relámpago, que un milagro, más.

El

tiempo

doopuóe de dártelo

no lo quiee para nada ya, para nada

lo había querido antes. Se empezé, ee acabé en

é1.

5l

Hoy estoy besando un beso;

il

estoy solo con mis labioe. Los pongo no en tu boca, no, Ya no

se me ha escaPado?-, -¿adónde Los pongo en el beso que re di ayer, en las bocas juntas del l¡eso que se besaron. Y dura este beeo más que el silencio, que la luz. Porque ya no es una carne ni una boca lo que beso,

que se escapaT que me huye. No.

Te estoy besando más lejos.

Mr d"bia bastar

lo que ya me has Y pido más, y más. con

dado'

Cada belleza tuya me parece el extremo cumplirse de ti misma: tú nunca podrás dar otra cosa de ti más perfecta. Se cierran sin misión, ya, los ojos. a ttna luz, ya, sobrante. Tal como me Ia diste, la vida está completa: tú, terminada ya. 52

I

ll,.

Y de pronto se siente, cuando ya te acahabas en aeunción de ti, que en tu misrno final, renacida, te empiezas olra vez. Y que el dén de esa herrnosura tuYa te abre insospechada-límpida, otra herrnosufa nueva: parece la primera. Porque tu enttega es reconquista de ti, vuelta hacia adentro, aumento. Por eso pedirte que me quierao es pedir para ti; es decirte que vivas, que vayas más allá todavía por las minas últimas de tu ser. La vida que te imploro a ti, la inagotable, te la alumbro, al pedírtela. Y no te acabaré por mucho que te pida

a ti, infinita, no. Yo sí me iré acabando, mientras tri, generooa, te renuevas y vives devuelta a ti, aumentada en tus doues sin fin.

iQ"t entera cae la piedra! Nada disiente en ella de su destino, de eu ley: el suelo. No te expliques tu amor, ni me lo expliques; obedecerlo baeta. Cierra los ojos, Ias preguntas, húnttrete en tu querer, la ley anticipando por voluntad, llenándolo de síes, de banderas, de gozos, ese otro hundirse que detrás aguarda, de la muerte fatal. Mejor no amarse mirándose en espejos complacidoe, deshaoiendo

esa gran unidad en juegos vanos; mejor no amarse con alas, por el aire, eomo las r:oariposas o las nubes,

flotantee. Busca pesos, loe rnás hondos, en ti, que elloe te arr&Etren a ese gran centro donde yo te espero.

Amor total? quererse como Elasas.

Y.

forma de querer tú er dejarme que te quiera. El eí con que te me rindes es el eilencio. Tue beeos eon ofrecerme los labios para {Fte loe bese yo.

fl

Jamás palabraso abrazos,

me dirán que hi existías, 54

que me quisiete: jamás. Me lo dicen hoias blancas, mapas? augurios, teléfonos;

tú, uo. Y estoy abrazado a ti sin preguntarte, de miedo a que ro sea verdad que tú vives Y me quiereo. Y estoy abrazado a ti sin mirar Y sin tocarte. No vaya a Ber que deecubra con preguntas, con caricias, eaa soledad inmensa de quererte sólo yo.

probable eres tú! Si los ojos me diceu, mirándote, que no, que no eree de verdad, las manos y los labios, con log ojos cerrados, recorren tiernas Pruebas: la lenta convicción de tu ser, va ascendiendo por escala de tactos,

iQ."É

de bocae, carne Y carne.

Si tampoco lo creo,

algo más denso Ya, más palpable, la voz

otTe quieron' con que dices:

lucha para afirmarte contra mi duda. AI lado 56

un cuerpo besa, abraza, frenético, buecándose su realidad aquí, en mí que no la creo; besa

para lograr su vida todavía indecisa, puro milagro, en mí. Y lentamente vas formándote tú misma, naciéndote,

dentro de tu querer, de mi querere confusos, como se forma el día en la gran duda oscura. Y agoniza la antigua eriatura dudosa que tú dejas atrás, inútil ser de antes, para que surja al fin la irrefutable tú, desnuda Venus cierta, entre auroras segurasT que se gana a sí misma su nuevo ser, queriéndome.

prnoóulnrn por ir

así buscándote

tan torpemente, dentro de ti. Perdóname el dolor, alguna Es que quiero sacar de ti tu mejor tú. 66

I

u

vez.

Ese que no te viste Y que Yo veo, nadaáor por tu fondo, preciosísirno'

Y cogerlo y tenerlo Yo en alto cc¡mo tiene el árbol la lluz última que le ha encontrado al

Y

sol'

entonces tú

en su busca vendrías, a lo alto' Para llegar a él suhida sobre ti, como te quiero,

tocando Ya tan sólo a tu Pasado con las Puntas rosadas cle tus Pies, en tensiSn todo el cueryo, ya ascendiendo de ti a ti misma.

Y que a mi amor

entonces

le

conteste

la nueva criatura que tú eras'

iHourn*os,

tlesde cuándo?

¿,Quién errrrPezó? 1\o sé' Los días, mis Preguntas; oscuras, anchas, vagae tus respuestas: las noches'

una a otra {orman el mundo, el tiemPo para ti Y Para mí. ilIi p*"got tar hunciiénrlosc con Ia luz en la nada, Ju.ntándose

callado,

para que tú resPondas con estrellas equívocas; luego, recién naciéndose

con el alba, aaombroso de novedad, de ansia

de preguntar tro mismo que preg¡rntaba ayer, quo respondió Ia noche a rnedias, e¡t¡ellada.

Los años y la vida,

¡qué diáIogo angustiadol

Y sin ernbargo,

por decir casi todo, Y euando nos eeparen y ya no nos oigamos, te diré todavía: 'o¡Qoé pronto!

¡Tanto que hahlar, y tanto qrle nos quetlaba aún!"

," noche se empiezan a encender las preguutas. Lao hay dietantes, quietas, inmensae, como astros: preguntan dcsde allí

A

siernpre

lo mismo: cómo eres. Otras, fugacee y menudas, querrían saber levee de

cosas

ti y exaetas:

medidas de tue zapatos, nombre de Ia eequina del mundo donde me esperarías.

Tú no lae puedes ver, pero tienes el sueño cercado todo él por interrogaciones mías. Y acaso alguna vez

trí, soñando, dirás que sí, que no, respuestas de azar y de milagro a preguntas gue ignoras, qtle no ves? que no sabes' Porque no sabes nada; y cuando te desPiertas,

ellas se esconden, Ya invisibles, se apagan. Y seguirás viviendo alegre, sin saber que en media vida tuYa estás siempre cercada de ansias, de afán, de anheloa, sin ceear Pregultándote eso q[ue tú no ves

ni puecles

iC)u

eontegtar.

paseo de noche

cou ttt ausencia a mi lado ! Me acompaña el sentir que no vienec conmigo. Los espejos, el agua se creen que voY solo; se lo creen los ojos' Sirenas de los cieloe

aún ehorreando estrellas, tiernas muchachas lánguidas, que salen de autornóviles,

me Ilaman. No las oigo. Aún tengo en el oído tu vou, cuando me dijo: o'No te vayas". Y ellas, tus tres palabras últimas, van hablando conmigo sin cesar, me contestan a lo que preguntó mi vida el primer día. Espectros, eombras, sueños, amores rle otta vez, de mí compadecidos, quieren venir conrnigo, van a darme la mano. Pero notan de pronto que y9 llevo estrechada, cálida, viva, tierna, la forrna de una mano palpitando en la rnía. La que tú me tendiste al decir: ooNo te vayas". Se van, se marchan ellos, los espectros, las sombras, atónitos de ver que no me dejan solo. Y entonces la alta noche, la oscuridad, el frío, engañados también, me vienen a besar. No pueden; otro beso 60

t",

l

se interpone, en mis labios'

No se marcha de allí, no se irá. El que me diste, mirándome a los ojos cuarido Yo me marché, o'No te YaYas"' dieiendo:

'r

j-ra materia no lrcÉa. Ni tu cuerpo ni el mío, juntos, se sienten nuüc& servidumbre, sí alas. Los besos que me das son siernpre redencionee:



besas hacia arriba, librando algo de rní,

que arin estaba sujeto en los fondos oscuros.

Lo salvas, Io rnirarlros para ver córno asciende, volando, por tu irnPulso,

hacia su paraíso donde ya nos e§Pera. No, tu carne no oPrime ni la tierra que Pisas ni mi cuerPo que estreclaas' Cuando rne abrazas, siento que tuve contra el Pecho un palpitar sin tacto, cerquísima, de estrella, que viene de otra virla. El mundo material nace cuando te rnarchas.

Y siento eobre el alma esa opresión enorme de soúrbras que dejaate, de palabras, sin labios, escritas en papeler. Devuelto ya a la Iey del metal, de Ia roca, de Ia carne" Tu forma corporal,

tu dulce peso rosa, Io que me volvía

es

el mundo más ingrávido. Pero Io insoportable, Io gue uee está agobiando, llarnándome a la tierra, sin ti que me defiendas, ee Ia distancia, es el hueco de tu cuerpo. Si, tú nunca, tú nunca: tu memoria es materia.

CrÁ*to,

veces he eetado del silencio-_

-espía esperenflo unas letrae, un& voz. (Ya sabidas.

Yo las sabía, sí, pero tú, sin saberlae, tenías que deeírmelas.) Como nunca sonaban, me las decía yo, Iae pronunciaba, oolo, 62

porque me hacían falta. Cazaba en alfabetoe dormidoe en el agua, en diccionarios vírgenes, deenudoe y sin dueño, esae letras intactas queo juntándolas luego, no me decías tú. Un día, al fin, hablaste, pero tan descle el alma, tan desde le.i'os, que tu voz Ílué una Pura sombra de voz, Y Yo nunca, nunca Ia oí. Porque todo yo estaba torpemente entregado a decirme a mí mismo lo que yo dcseabao lo que tú me dijiote y no me dejé oír.

I*ro.ru"*

llamarla.

Yo no dormía. Ella creyó que yo dormía, Y Ia dejé hacer todo:

ir

quitándome poco a poco Ia luz sobre loa ojos.

Dominaree loe pasos,

el reepirar,

cambiada

eu querencia de sombra

que no estorbara nunca con el bulto o eI ruido. Y marcharse despacio, despacio, con el alma, para dejar detrás de la puerta, aI salir, un ser que descansara. Para no despertarme, a rní, que no dormía. Y no pude llamarla. Sentir que me guería, quererme, entonce§? era irse con los demás, hablar fuerte, reír, pero lejos, segura de que yo no la oiría. Liberada ya, alegre, cogiendo rnariposas de espurna, sombras verdeg de olivos, toda llena del gozo de saberme en los brazos aquellos a quienes me entregó celos, para siernpre, -sin de su ausencia-, del sueño mío, que no dormía. Imposible llamarla. Su gran obra de amor era dejarme solo.

64

frn

,ro"h" es la gran dutla del mundo y de tu amor. Neceeito que eI día cada día me diga que es eI dí4, que es é1, que eE la luz; y allí tú. Ese enorme hundimiento de mármolea y cañas, ese gran despintarse del ala y de Ia flor: Ia noche; Ia amenaza ya de una abolición del color y de ti, me hace te¡rrblar: ¿la nada? ¿Me quisiste una vez? Y mientrag tú te eallas y ea de noehe, no sé

si luz, ¡mor existen. Necesito el milagro ineóIito: otro día

y ta

Yo¡, eonfirmándome

eI prodigio de siempre. Y aungue te calles tú, en Ia enorme distancia, Ia aurora, por lo menos, Ia aurora, eí. La luz que ella me traiga hoy cerá eI gran sí del mundo al amor que te tengo.

6

ú no ir*edes quercrüte:

estás alta, ¡qué arriba!

Y para consolarme

rne envíae eombraa, copias" retrato§, eiroulacros, todos tan parecidos corno si fuesee tú.

Entre figuracionee vivo, de ti, ein ti. Me quieren, Ére acompañan. Nos Yamo* por loe claustros del agua,

por los hielos flotanteoo por la pampa, o a cinee r¡rinúeculos

y

hondor.

Siempre hablando de ti. Il{e dicen: 'oNo 6omos ella, pero ¡si tri vierao qué iguales!" Tus espectros, qué brazo¡ largos, qué labioo duror tienen: sí, como tú. For fingir que me quieret, me al¡rasan y me beEün. Sus voces tiernas dicen que tú abrazas, qüe tú heeac aeí. Yo vivo

de eombras, entre aombraa de carne tibia, hella, con tus ojoe, tu cuerPo, tus besos, sí, con todo lo tuyo menoa tú. 66

".:]-E

Con criaturas falcae, divinae, interpuestas para flue ese gran beso que no podemos darnoe me lo den, se lo dé.

S* *" está viendo la otra. ti: el mismo

Se parece a

Ioe paeoe,

ceño,

los migmos taconea altos todog manchados de eetrellas. Cuando vayáie por la call.e juntas, las doeo ¡qué difícil el eaber qui6n eree, qüién no ere¡ tú! Tau igualea ya? que Eea impoaüle vivir mrie así, aiendo tan iguales. Y como tú eres la frágil,

la apenae eiendo,

tierníaima,

tú tienes que ser la muerta. Tú dejaráo flue te mate? que siga viviendo ella, falta tú, pero tan igual a ti que nadie ae acordará sino yo de lo que oral. Y vendrá uu día vendrá, sí, vendrá-porflue en que al mirarme a loo ojos embuetora,

67

tri veas que pieneo eu ella y'la qrriero: tú veas que no eres tú.

No, no puedo

creer

que seae para mí, ei te acercas, y llegas y me dices: o'Te quiero". ¿Amar tir? ¿Tít, belleza que vivee por encima, como estrella o abril, eIeI gran sino de amar, en Ia gran alritud, donde no ge contegta? ¿Me sonríe a rrí el sol, o Ia noche, o la ola? ¿Rueda para mí el mundo

jugándoee estacionee,

naranjas, hojas

secae?

No sonríen, no ruedan para rní, para otro§. Bellezae euficientes, reclusas, nada quieren, eu eu altura, implacablee. fndiferentemente, salen, se pintan, huyen,

rlejándose detrás afanoeos tropelee de anheloe y palabras. Se dejan amar, si

pero nunca reepoaden queriendo.

__.-_rE Florecer, deshojarse, olaa, hierbas, mañanas: pastoB para corderos, juegos de niños y silenciog absolutos. lVfas

para nadie amor.

Nosotroa, sí, nosotroa, amando, los amantes.

DrurÁ*"roM[LA, espejo; trastorna eu tamaño. A ella, que llena el muuclo, hazla menuda, mínima. Que quepa en monosílabos, en unos ojos; que la puedas tcner a ella, desmesurada, gacela, ya sujeta, infantil, en tu marco. Quítale esa delicia del a¡dor y del bulto, que no la sientau ya las últimas balanzas; déjala fría, liea, euterrada en tu azogue. Desvía

ru mirada; ilue no me veaT que se cre& que está sola. Que yo sepa, por fin,

cómo es cuando esté sola. 69

'"_-rlll--

,}

i

Eutrégame



de ella

Io que no me dió nunca. Aunque así verdad revelada!-¡qué aunque así, me la quites.

Y-t

f,rurnt tu verdad más honda yyo me pones siernpre tug becos.

La presiento? cerea ya, Ia deseo, no la alcanzo; cuando estoy máe cerca de ell¡ me cierras el paso tú, te me ofreces en loe labioe. Y ya no voy más allá. Triunfas. Olvido, besando,

tu secreto ensastillado. Y me truecas el afán de seguir más hacia ti, en deseo de que no me dejes ir y me beses. Ten cuidado. Te vas a vender, así. Porque un día el beso tuyo, de tan lejos, de tan hondo te va a na€er, que Io que estás escondiendo detrás de éI te salte todo a loe labioe. Y Io que tú me negabaa 70

li il

,f;

fl

rl

ri'

,l} il

,,

\ delgada

-alma se me entregue?

y eequivame Io

dee

ein querer donde querías negármelo.

rI-rn frente ee más segura. Loa labiog ceden, rinden ¡u forma al otro labio que los viene a beaar. Nos creemos que allí se aprieta el mundo, que se cierran

el final y el principio: engañan cin querer. Fero Ia frente es dura; por detráe do la carne está, rígida, eterna, la respuesta inflexible, monosflaba, eI hueso. Se maduran loe mundo¡ tras de su fortaleza. Nada ee puede ver

ni tocar. Sonrosada o morena, Ia piel di¡fraza levemente la defenea absoluta del ser úItimo. Besoc me entregas y dulzurae esencialee del mundo, en úu fruto redondo, aguí en Io¡ labios. Pero cuando toco tu frente 7l

)

con Yni frente, te eiento

la

amada más distante,

la más última, esa que ha de durar, §ecreta, cuando pasen los labios, sus begos. Salvación

*fría,

dura en la tierradel gran oontacto ardiente que esta noche coneume.

rl

TT o preguntarte

tltr,

me salva. .i\ Si llegase a pregunter antes de decir tú nada, ¡qué claro eetarla todo, todo qué acabado ya! Sería cambiar tus brazos, tus auroras? indecisas tle hacia quién, sería cambiar la duda

r|, rF

,! t rl,

donde vives, doncle vivo como en un grsn ru¡rrrdo a oocuraa, poi' uila rnoneda {ría y ctrara: lo que ee verdad.

Te marcharías, entonces. Donde está tu cuerpo ahora, vacilante, todo trérnulo de besarrne o no, estaría la certidumbre: tu ausencia sin labios. Y donde está ahora la angustia, el tormento, cielos negros, estrellados 72

¡,"

de puede ser, de qruizás, no habría máe que ella aola. Mi única amante ya eiempre, y yo a tu lado, ein ti. Yo solo con le verdad.

M*

Iabrando

tu

sombra.

"rao, La tengo ya ein lo¡ labioe, rojos y duroe: ardían. Te los habría besado eún mucho mác. Luego te paro loe brazos, rápidos, largos, nerviosos. Me ofrecían el camino para que yo te e8trechara.

Te arrauco el color, el bulto. Te mato eI paso. Veníae dereeha a mí. Lo que más pena me ha dado, al callártela, es tu voz. Denea, tan cálida, már palpable que tu cuerpo. Pero ya iba a traicionarno¡. Así

mi amor está lihre, auelto, cou tu eombra deecarnada. Y puedo vivir en ti sin temor a Io que yo más deseo, a tu beso, a fug abrazos. td

Eetar ya aiemPre Pensando en los labioa, en la You, en el cuerpo, que yo migmo te arranqué para poder, Ya ein ellos, quererte.

¡Yo, que loa quería tanto! estrechar ein fin, ain Pene ee va inasidera, -mieutra¡ co¡r mi gran amor detrár, la cavne por Eu caminotu solo cuerpo poeible: tu dulee euerpo Penrado.

Y

?\

fJÍrurr, ¿por qué ese afán de hacerte la posible, ei eabes que tú eres la que no serág nunca? Tú a mi lado, en tu carre' en tu cuerpo, eres rólo el gran deseo inútil de estar aquí a mi lado en tu cuerpo? en tu carne. Eu todo lo que hacer, verdadero, visible,

no re consuma nada,

ni ae realiza, no. Lo que tú haces no e¡ rnás que 1o que tú querrias hacer mientras lo hacee. Las palabras, las manos que me entregal? las beso

74

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por esa voluntad tuya e irrealizahle de dármelae, al dármelas. Y cuanto más te acercag contra mí y más te estrechae contra el no indestructible y negro, máe se ensanchan de querer abolirlas, de afán de que no .existan, las distancias sin f,ondo que quieres ignnrar abrazándome.

Y

siento

que tu vivir conrrigo es signo puro, seña,

en besos, en presencias de lo imposihle, de tu querer vivir conmigo, mía, siermpre.

Uorqoe por la duda: rio te encontraba nunca.

T*

Me fuí a tu encuentro por el dolor. Tú no venías por allí. Me metí en lo más hondo por ver ri, al fin, egtahas. Por la anguetia, desgarradona, hiriéndome. Tú no surgías nunca de la herida. 75

i

jardín o tue labios

-un árboles, co4 besos-,-; con 7

nadie me dijo eso

te perdí-

-por que tú ibas por lae útrtimag terrazas cle Ia risa,

del gozo, de lo cierto. Que a ti se te encontraba en ]as eimae del beso sin duda y sin mañana. En el vértice puro de Ia alegría alta, multiplieando jríbilos por júbilos, por risas, por placeree. Apuntando en eI aire las cifras fabulosas, sin peso, de tu dicha.

A ri

llega espero,

eólo ee

por ti. Te

:

Yo oí que sé dónde eotoy, ciudad, Ia calle, el nombre por el que todos me llarnan. Pero no sé dónde egtuve

mi

contigo.

Allí me llev'¿rste ¿Cómo

iba a 76

aprendler

tú.

el

camino

l

.r r'l.r

si yo no miraba a nada

,l

I{

más gue a ti, si el camino era

tu

andar,

y el final fué cuando tú te paraste? ¿Qué más podía haber ya

tr

que

tú ofrecida, mirándome?

Pero ahora, ¡qué desterrado, qué ausente es estar donde uno está! Espero, pasan los trenes, los azares, lae miradae. Me llevaríau adonde nunca he estado. Pero yo no quiero los cielos uuevos. Yo quiero estar donde estuve' Contigo, volver. ¡Qué novedad tan inmenea eso, volver otra vez? repetir Io nunca igual de aquel aeombro infinito !

Y mientrac no

vengas tfr quedaré en la oritrla yo me los oueños, de vuelos, de Ioe

de las octelas, inmóvil. Porgue sé que adonde estuve

ni

alae,

ni

llcvan. lfodag vtn

ruedas,

ni velas

i

extraviadag.

Porque sé que adonde eatuve ¡ólo. ae

ve contigo, por ti.

l,f!,

| ú no las puedes ver; yo, sí. Clarae, redondas, tihias.

\(

Despacio 6e van a su destino;

despacio,

I

por marchalse

más tarde de

tu carue.

Se van a nada; eon eso no más, eu curao.

Y una huella, a lo largo, que se borra en seguida. ¿Aetros

?

Tú no lae puedes besar. Las beso yo por ti. Saben; tienen sabor a los zumoc del mundo. ¡Qué gueto negro y denso a tierrao a aol, a mar ! Se quedan un momeuto en eI beso, indeciea¡ entre tu carne fría y rnic labios; por fin Ia¡ arranco. Y no sé ri es que eran para mí. Porque yo no ré uada. ¿Son estrella§, con eignos,

son cr¡ndenas o auroraa?

Ni en mirar ni en hegar

aprendí lo que eran. Lo que quieren ee queda m

ri

t¡ i,

:';i

allá atrás, todo incógnito. Y su nombre taml¡ién.

\(

(Si las llamara lágriuras nadie me entendería.)

l5¡ tri supieras que ese gran collozo que estrechee er. tus brazos, que eúa Iágrima que tú oecas beeáudola,

vienen de ti, son tú, dolor de ti heeho lágrimas mías, aollozos míos ! Entonees

ya no preguntaría¡ al pasado, a los cielos, a la frente, a laa cartas, qué tengo, por qué eu{ro.

Y toda

silenciosa,

cou eae gran silencio de la luz y el oaber, me besaríae rnás,

y

deeoladamente.

Con

la desolación

del que no tiene al latlo otro ger, un dolor ajeno; del que está sólo ya con su pe¡ra. Queriendo coRsolar eu un otro quirnérico, el gren dolor que es Buyo,

D

f,r*ro tú me elegiete amor eligiró-el ealí del gran anónimo de todoe, de la nada. Ha¡ta entoncec nunca era yo máe alto que lae eierras del mundo. Nunca bajé más hondo de las profundidadee máximae eeñaladas en las cartas marinas.

Y mi alegría eetaba tristeo como lo están esos relojes chieoso

sin brazo en que ceñirse

y ein cuerda,

paradoe.

Pero aI decirme: ottú" -_¿ ¡af, eí, a mí, entre todos*, más alto ya flue estrella¡

o coralee estuve. Y mi gozo

ee echó a rodaro prendido

a tu ser, en tu pulao. Poseeión tú me dabas de mí, al dárteme tú.

Vivt vivo. ¿Hasta

cuándo?

l)

Sé que te volverás atráe. Cuando te vayas

retornaré a eee eordo mundo, sin diferencias, del gramo, de la gota, on el aguao en el Peso. EO

rl

Uno más seré yo

¡l

al tenerte de menos. Y perderé mi nombre, rni edad, mie oeñas, todo perdido en mí, de mí. Vuelto al osario inmengo de los que no se han muerto y ya no ticuen nada que morirse en la vida

que tc vayas, dolor, última {orma de amar. Me eetoy eintieudo vivir cuando me duelee no en ti, ni aqui más lejos: en Ia tierra, en el año de donde vienes tú, en el amor con ella y todo lo que fué. En eea realidad hundida que ee niega ¿ 6f rnisma y ee empeña en que nunca ha exietido, que rólo fué un pretexto mío para vivir. Si tú no me quedarae, dolor, irrefutahle, yo me lo creería; pero me quedas tú. Tu verdad me asegura gue nada fué mentira. Y mientra¡ yo te rienta,

No qoi""o

tú me serás, dolor, la prueba de otra vida en que no me dolíae. La gran prueloa, que existe, de que me quiso, sí, de que aún la estoY queriendo.

iQ*

de pesos inrne's,s,

órbitae celestialea, se apoyan

milagro-, -maravilla, ausencias, en en aites, en papelea, en nada! Roca deecanoa err roca, cuerpos yacen e¡r curlat? en tumbas; ni las islas noe engañan, ficciones tle falsog paraíeos, flotantes sobre el agua. Pero a ti, a ti, memoria de un ayer flue fué carne tierna, materia viva, y flue ahora ya no es nada más que peso infinito, gravitación, ahogo, díme, ¿,quién te eoetiene

si no ee la soledad de

eePeranzada noche?

la

A ti, afán de retorno, anhelo de que vuelvan invariablemente, d2

I I

1..

exactas a eí mismas, Ias acciones más nuevas

que se llaman futuro, ¿guién te va a sostener?

Signoe y aimulacros traaadoe en papeles blancos, verdee, azules, querrían ser tu apoyo

et€mo, ser tu suelo,

tu prometida tierra. Pero, luego, más tarde, 6e romp€n -_una8 manos--, se deehacen, en tiemPo,

polvo, dejando sólo vagos raotroe fugaces,

recuerdos, en las almas. ¡Sí, Ias almas, finales! ¡Las úItimao, Ias siemPre elegidac, tan débiles,

para aostén eterno de log peeor máo grandeo Lac almas, eomo alas sostenióndoge eolag a ÍuLerua de aleteo deeesperado, a fuerza

de uo pararse nunca? de volar, portadoraa por eI aire, en eI aire, de aquello que se aalva.

!

No "o palacios de mármol, no en meses, no, ni en cifras, nunca pisando el suelo: en leves mundog frágiles hemos vivido juntos.

El tiempo

ee csntaba

por minutos: un minuio era un sigló, una vida, un amor. apenas

Nos cobijaban techos, menos que techoc, nubes; menos que nubes, cielos; aun menog, aire, nada.

Atravesando mares hechos de veinte lágrirnas,

rliez tuyas

y

diez mías,

llegábamoc a cuentas doradas de collar, islas limpias, desiertac, gin floree y sin carne; albergue, tan rnenudo,

en vidrio, de un amor quc se bagtaha 6l ¡olo para el guerer más grantle y no pedía auxilio a los barco¡ ni al tiempo. Galerías enormeo abrieudo

en ]os granos de ar7na, rfescubrimos las minaa

de llamas o de azares. todo

Y

a

I ¡

¡*

colgando de aquel hilo que sostenía, ¿guién? For eso nuestra vida

no parece vivida: desliz, resbaladora,

ni eetelas ni

pieadas

dejó deuás. Si quieres recordarla, no mires donde se buscan siempre las huellae y el recuerdo. No te mires al alma, a la sombra, a los lallios. Mírate bien la palma de la mano, vacía.

f,ro

si'

"r"o.rtrarerrros, beso. ¿Será Nuestro en un lecho de uubec, de vidrioo o de ascua¡? ¿Será

este minuto próximo, o mañana, o eI siglo por venir, o en el borde mismo ya del jamás?

I I

I f*

¿Vivos, muertos? ¿Lo sahes? ¿Con tu carne y la mía, con mi nombre y el tuyo? ¿O ha de ser ya con otros

labioc, con otros nombres

y

eiglos después, esto

que está queriendo ser

hoy, aquf, desde ahora?

Eso no

lo

eabemos.

Sabemoa que eerá.

Que en algo, eí, y en alguien se tieue que cumplir eete amor que inventareoe

sin tierra ni sia fecha doude posarse ahora: el gran amor en vilo. Y que qutzá, detrás de telonea de años, un beso bajo cieloe que jamás hemos visto, será, sin que lo eepan eeos que creen dáraelo, trascendido a eu gloria, eI cumplirse, por fin, de ese beso impaciente que te veo esperando, palpitante en loe labioa.

Ifoy nuertro bero, su lecho, e¡tán ¡ólo en Ia fe.

r{Q.rrt*,

quién me puebla eI mumrlo erta noche de agoeto? No, ni carnec, :ri *l¡na. Farolee, contra lune. ¿Abrazarme? ¿Con quién? ¿Seguir? ¿A guién? Veloces coincidenciac de astro y gas Io euplen todo. Sombras y yo. Y el aire i

l, ht

ffi

meciendo blandamente

el cabello a las sombrae §on un rumor de alma. Me aeercaré a su le€ho *aire quieto, 'agua quietaa intentar que me quieran a fuerza de eilencio y de beso. Engañado halta que venga el día y el gran lecho vacío donde durmieron ellar, sin huellas de la carne, y el gran aire vacío, limpioo sin señal de las ahnac, otra vez me eonfirmen la soledad, diciendo que todo eran encuentros fugaces, aquí abajo de lae luces distantes, azates ain respuesta. No, ni carnet? ni alma¡.

iQm

cuerpo¡ levec, sutiler, hay, ein color,

tan vagos como Ias eombrar, que no ee pueden besar ¡i uo es poniendo loe lahios en el aire, contra algo que pasa y flu€ se parece!

ü

¡Y qué sombras tan morenas hay, tan duras ![ue su oEcuro rnármol frío jarnás se nos rendirá de pasión entre los brazoc!

¡Y qué trajín, ir, venir, con el amor en volandas, de lo¡ cuerpoo a lao eombraa, de lo impoeible a loa labios, sin parar, sin eaber nunca si ee alma de carne o eombra de cuerpo Io que beeamor, si es algo! ¡Temblando de dar cariño a la nada!

iYrt

no fueran Iae eombras sombras? ¿Si las som¡lras fueran lae estrecho, Ias beso,

-yo rne palpitan

encendidas

cntre los hrazoscuerpos finos y delgador, todos miedosog ele carne? ¿Y ri hubiese otra luz en el mundo para sacarlee a ellas, cuerpos ya ;le eombra? otras sombrae más ultimas, sueltas de color, de forma, libres de sospecha de materia; y que no se viesen ya I eó

r--y que hubiera que buscarlas a ciegas, por entre cielos, deedeñando ya las otrag, sin escuchar ya las voces de esos cuerpos diefrazados de eombrae, sobre la tierra?

oyes eómo piden realidadec, ellae, desmelenadesr fieras, ellas, las sombras que los dos forjamor en egte inmenso lecho de distancias? Cansadae ya de infinitud, de tiempo

iL^.

sin medida, de anónimo, heridas por una gran noetalgia de materia, piden límites, días, nombree. No pueden vivir así ya más: eetán al borde del morir de las sombras, que ee la nada. Acude, vén, conmigo. Tiende tus manos? tiéndeleg tu cuerpo. Los dos les buscaremos un color, una fecha, un pecho, un sol. Que descansen en ti, eé tú su carnc. Se calmará su enorme ansia errante, rnientras las estrecharnos ávidarnente entre los cuerpos nue$tros donde encuentren su pasto y su reposo. Se dormirán al fin en nuestro gueño abrazado, abrazadas. Y así luego, al separarnos, al nutrirnos eólo de aombraa, entre lejos, ellae B9

tendÍ¡in recucrdos ya' teudrán pf,sado do carne y hueeo, eI tiempo gue vivieron en nosotros. Y ¡u afanoso sueño de sombras, otfa vez? será el rctorno e c¡tr corporeidad mortal Y rora donde el amor inventa gu in"finito.

fNDICE

Tú vive¡ riompre cn tus actos No, no dejéis cerradas Sí, por detrás de las gentes ¡Si me llamaras, eí, . . Ha sido, ocurrió, es verdsd Miedo. Do ti. Quererte "Mañana

Y

"

La

palebra pronto

súbit¿, do ¿Por qué tieneg nombre

tú, ...

cuántas cosas perdidas Ahí, detrás de la risa Yo no necesito tiempo . ¡Qué g¡an víspera el mundo! Pa¡a vivir no quiero

iAy!,

De prisa, la alegría Todo dice que sf

.

Amon amor, catástrole iQué día sin pecado!

¡Si

todo con exceso:

9

l0 1t T2 13

t4 15 L7 1B

19

20

,,

23 25 26 27 29 30 32

Extraviadamente

JJ

Qué alegría, vivir

35 36

Afán .. Yo no puedo darte más .:::::.::.:::.::::::::::......... Despierta, Dl día te llama . La luz lo malo quo tiene . . ¿Regalo, don, entrega? El ¡ueño os una larga

¡Qué cruco en tu muñec¿ Cuando cierra¡ los ojos ... Horizontal, ei te quiero Empújame, l6nzame

Ya no puedo encontrarte No, ao te quieren, no ,... Lo que ere¡ ... Loe cielos son iguales

ól

3B

39 40 &L

43 44 45 46 47 48 49 50 93

Ayer to be¡é en los labios Me debla bastar .

..

..

51 52

..1''.

54

¡Qué entera cae Ia Piodra!

La forma do querer tú ... '

'''

iQué probable eres tú!

ir así buscándote ¿Hablamos, desde cuándo? A la nocho se empiezan ¡Qué paseo de noche La materia no pesa Cuántas veces he estado . Imposible llamarla La noche et la gran duda .. Tú no puedes qu€r€rrne Se te está viondo la otra . ' . No, no puedo creer .. Distánciamela, espejo; . Entre tu verdad más honda . La l¡eute es mós eegura No preguntarte me salv¿ Perdóname por

Ille estoy labrando tu

.

l*

54 55 56 57 58 59 61 62 63 65 66 67 68 69 70 7L 72 qt

74 75 76

.

7B

79 80 81

veyas,

¡Qué do pesos inmensos, . '. '. No en palacios de mármol, Lo encontraremos, sí ¿Quiéo, quién me Puebla el mundo iQué cuerpos leves, sutiles, ¿Y ai no fueran las soml¡rae i.Lu. oy". cómo piden realidades,

»4

'...

sombra

Díme, ¿por quó ese afán Te busqué por la duda A ti sóIo se llega Tú no las puedes ver iSi tú eupieras que e§e Cuando tú me elegiste

No quiero quo to

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85 86

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