Citation preview

W. RONALD D. FAIRBAIRN Carlos Rodríguez Sutil © BIOGRAFÍA de W.R.D. Fairbairn William Ronald Dodds Fairbairn (1889-1964) fue hijo único de una estricta familia calvinista, con un ambiente bastante restrictivo en la expresión de la sexualidad. La responsabilidad mayor de esta circunstancia parece recaer sobre todo en la madre, más preocupada por la disciplina y la vigilancia que por transmitir ternura, en una cultura que exigía un alto grado de conformidad hacia sus normas morales y formales. Durante los primeros años, su exigente madre llevaba una supervisión intensiva de todas sus actividades. Por otra parte, Edimburgo poseía una gran tradición cultural con la presencia destacada del novelista Sir Walter Scott (1771-1832) y la influencia de la "ilustración escocesa", con autores del calibre de los filósofos David Hume y Adam Smith. A pesar de estas luces, se trataba de una cultura en la que los principios religiosos y morales eran llevados a su máxima expresión, especialmente en lo referente al comportamiento sexual y en el respeto a los mayores. El padre de Ronald estaba en la mitad de la treintena cuando se casó con una inglesa de su misma edad, Cecilia Leefe. Se unieron así un miembro de la Iglesia Presbiteriana con una mujer de la Iglesia Episcopal Inglesa, lo que pudiera suponerse una suavización de la tradición calvinista. Sin embargo, el rigor en las costumbres provocó en el hijo, según cuenta Sutherland discípulo y biógrafo de Fairbairn, una marcada timidez y escasa asertividad, además de una adherencia a la figura materna de por vida. El tabú victoriano sobre la sexualidad era tan fuerte que la curiosidad sexual del chico se convirtió para él en un asunto de angustiosa preocupación. Poco se sabe del padre, pero sí que padecía un síntoma neurótico recalcitrante: era incapaz de orinar en presencia de otros, incluso en casa, y no soportaba siquiera que hubiera alguien cerca de la puerta del lavabo. El hijo reprodujo la sintomatología en su etapa adulta. En su juventud consideró seriamente la posibilidad de convertirse en pastor de la Iglesia Presbiteriana. Durante la Primera Guerra participó en la campaña contra los turcos, en Palestina, en 1917. Y fue durante esta época militar cuando se consolidó su interés por la psicología médica y la psicoterapia. Había

visitado hospitales para oficiales con “trastornos nerviosos” y la observación de las neurosis de guerra le causó gran impresión. Cursó estudios en la Universidad de Edimburgo, donde se graduó como médico en 1923. Trabajó con niños y adolescentes en la Edinburgh University Psychological Clinic entre 1927 y 1933, cuando se abrió la Child and Juvenile Clinic, donde continuó colaborando hasta 1935, también prestó servicios en el Royal Edinburgh Psychiatric Hospital. Su interés particular iba dirigido al trabajo con niños y adolescentes, aunque luego como analista se dedicó exclusivamente a adultos. De esa primera experiencia proceden trabajos escritos en los años treinta sobre la infancia y la adolescencia, los niños maltratados y los abusos sexuales. Llega a ser profesor de la Facultad de Psicología, entre 1927 y 1935, hasta que se vio obligado a abandonar su puesto por el rechazo de que era objeto el psicoanálisis por parte de los estamentos académicos. A partir de entonces se ocupó por completo en la práctica privada hasta su muerte en 1964. Durante la Segunda Guerra colaboró con el ejército como psiquiatra. En 1921 comienza su análisis personal con el Dr. E. H. Connell, quien se había analizado con Ernest Jones. Connell debió de ser un personaje curioso. Había sido un hombre de negocios en Melbourne hasta que, interesado por el psicoanálisis, vendió sus empresas y se marchó a Edimburgo, al otro extremo del globo, para formarse en medicina y psiquiatría. Para entender la orientación de su pensamiento teórico conviene saber que antes de formarse como médico obtuvo un grado en la Universidad de Edimburgo, entre 1911 y 1914, sobre “Filosofía Mental” (Psicología) que incluía: lógica y metafísica, ética, teorías sobre la educación y filosofía del derecho y de la economía. Después estudió teología, griego y otras materias compatibles con sus aspiraciones religiosas. Pasó períodos como estudiante postgraduado en Alemania e Inglaterra, en Kiel, Estrasburgo (entonces perteneciente a Alemania) y Manchester. Por aquellos tiempos la universidad escocesa era más afín a la filosofía continental que a la inglesa (Kant, Hegel, etc.). Entre las influencias de Hegel se señala: la relación peculiar del sujeto con el objeto, superadora de la escisión clásica, y el origen del deseo en una dicotomía amor-odio asociada con un objeto. En 1929, cuando asiste al Congreso de la IPA, en Oxford, acababa de presentar su tesis doctoral sobre la disociación y la represión, donde citaba con abundancia a Janet y a Freud, inclinándose por las tesis del segundo. Además, mantenía contactos frecuentes con Ernest Jones y con Edgard Glover, que podían ser considerados sus mentores. Después de presentar un caso clínico importante – Aspectos en el análisis de una paciente con una anormalidad

física genital (1931) - fue nombrado miembro asociado de la British PsychoAnalytical Society (BPS), en 1931, y miembro de pleno derecho en 1939. Este reconocimiento es inusual pues no había realizado análisis didáctico ni su analista personal (Connell) era didacta, y hay que atribuirlo a la calidad de los trabajos realizados. Aunque extremadamente respetuoso con las tradiciones, Fairbairn aporta una obra de gran originalidad dentro del movimiento psicoanalítico, en cierta medida por el aislamiento geográfico, pero también por la aplicación de su criterio crítico independiente, facilitado por la profunda formación filosófica de sus años jóvenes. Nunca rompió oficialmente con el pensamiento freudiano, pero propuso una teoría alternativa de la motivación humana: la libido busca al objeto más que el placer, el contacto por encima de la descarga. El niño, por tanto, está orientado hacia los otros desde el inicio de la vida. La descripción de Sutherland nos evoca una persona empática, de trato agradable, asimismo correcto y protocolario, un auténtico gentleman, que en los años cincuenta no traslucía sus inclinaciones juveniles hacia el sacerdocio sino que parecía haber evolucionado hacia cierta forma de escepticismo. Políticamente conservador, desconfiaba de las tiranías subsecuentes a los cambios revolucionarios y creía más en la evolución y cambio progresivo de la realidad social. Tuvo una hija y dos hijos varones de su primer matrimonio, que duró 26 años, hasta el fallecimiento de su esposa. Su primera esposa murió en 1952, después de años de alcoholismo. Fairbairn se volvió a casar en 1959. Por aquel entonces empezó a tener problemas de salud. En 1950 tuvo su primer ataque de influenza viral, y los ataques se fueron haciendo cada vez más graves. El comienzo de su etapa creativa más personal, alrededor de los años 40, está recogida en Estudio Psicoanalítico de la Personalidad, el único libro que publicó en vida y el único traducido al castellano hasta la fecha. Aunque no debemos desatender sus trabajos tempranos, preparatorios en muchos casos a las innovaciones posteriores, que han sido agrupados sobre todo en el tomo II de sus obras selectas. Ese volumen atestigua una amplísima cultura psicológica y un no menos profundo conocimiento de las obras de Freud. Fairbairn no era de la opinión de que psicoanálisis y psicología fueran dos campos de conocimiento distanciados. Asimismo hay artículos esenciales publicados en los años cincuenta, recogidos en el tomo I. Entre otros, citaremos el titulado Observaciones sobre la naturaleza de los estados histéricos (1954), donde además de exponer su teoría sobre la histeria, completa su descripción de la estructura intrapsíquica (endopsíquica), y, por otro lado, el magnífico repaso a sus recomendaciones técnicas que lleva por título Sobre la Naturaleza y los Objetivos del Tratamiento Psicoanalítico (1958).

Un punto de inflexión en su desarrollo intelectual se sitúa en 1934, cuando escuchó a Melanie Klein presentar la comunicación Psicogénesis de los Estados Maníaco-Depresivos, en una reunión de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Después dijo sentirse decepcionado por la falta de aprecio de los analistas a la obra de Klein, que reaccionaron como si se tratara de herejías ante una creencia religiosa. Lo que más influyó en Fairbairn fue la concepción kleiniana de posición, estructuración peculiar de las relaciones con el entorno que se organiza de forma temprana, en la fase oral, previa a las otras fases del desarrollo psicosexual y al Edipo. Melanie Klein, en el artículo citado, trataba en extenso de las fantasías destructivas y Fairbairn resaltó poco después la importancia de las fantasías destructivas y de restitución en el proceso de creación artística. Durante mucho tiempo, entre los sesenta y los ochenta, la obra de Fairbairn fue relativamente desatendida, conocida solo por los libros y presentaciones de otro de sus discípulos, Harry Guntrip quien ofreció una versión de su pensamiento muy criticada con posterioridad. Debe considerársele un antecedente directo de la teoría de las relaciones objetales (Kernberg), del psicoanálisis vincular (Pichon-Riviere, Bleger, Kesselman y otros) y de formas más sofisticadas de psicoanálisis interpersonal o intersubjetivo actual (Mitchell, Stolorow). Sin embargo, salvo sus dos discípulos directos – Guntrip y Sutherland - ningún autor se declara fairbairniano puro. No creó escuela y su obra no ha disfrutado de gran difusión durante los últimos cuarenta años. La razón de esto, como recientemente se ha sugerido, reside probablemente en que su retirada de los fundamentos epistemológicos del psicoanálisis freudiano fue de tal magnitud que no resultó fácil para los contemporáneos asimilar su obra. Muchas de sus sugerencias necesitan todavía ser aplicadas o desarrolladas en un esquema general del psicoanálisis que todavía no se ha alcanzado. Consideramos que uno de los aspectos nucleares de su epistemología es la crítica a la escisión freudiana entre energía y estructura. En otro orden de cosas, la obra de Fairbairn anticipa muchos aspectos de la psicología evolutiva del niño de inspiración psicoanalítica posterior. Ya en su momento, la semejanza con posturas mantenidas por Winnicott poco después era evidente, aunque este autor no parezca aceptar la relación INTRODUCCIÓN La obra de Fairbairn dentro del movimiento psicoanalítico es sorprendentemente original, sobre todo si tenemos en cuenta la época en que fue realizada, años cuarenta y cincuenta principalmente. Parte de esta originalidad es atribuida por Ernest Jones a que Ronald Fairbairn desarrolló prácticamente toda su carrera aislado de la comunidad psicoanalítica. Harry Guntrip distingue tres fases en el desarrollo profesional de Fairbairn:

a)

el período freudiano (1927-1934),

b)

el período kleiniano (1934-1940), y

c)

el período propiamente fairbairniano (de 1940 hasta el final en 1965).

Con Melanie Klein se tiene la sensación de observar procesos puramente endopsíquicos que evolucionan con el estímulo, sólo parcial, de los acontecimientos externos. Por ejemplo, para Fairbairn la maldad del objeto (la madre) procede de no haber prestado la atención debida, mientras que para Melanie Klein esa maldad era una consecuencia del sadismo intenso, innato o de la pulsión de muerte. La teoría de las relaciones objetales que propone Fairbairn anuncia una epistemología intersubjetiva, externalista, en consonancia con el enfoque anticartesiano de autores recientes como Mitchell o Stolorow. Un hecho que parece ser afectó profundamente a Fairbairn fue la manifestación de una de sus primeras pacientes, tras varios años de terapia, que le dijo: “Usted está siempre hablando de que yo quiero tener satisfecho tal o cual deseo, pero lo que yo realmente quiero es un padre”. Fairbairn siempre estuvo en contra de las concepciones energetistas y en su madurez afirmó que lo que busca la libido desde el inicio no es la descarga sino al objeto; el placer libidinoso, dirá, no es más que un medio para obtener al objeto. Además, si pensamos la libido en relación con el objeto estará de acuerdo con el principio de la realidad, sólo si se concibe sin relación con el objeto es cuando sigue el principio del placer, y se trata, por tanto, de una falsa dicotomía. Si sólo buscara el placer no se explicaría el paso al proceso secundario. Freud recurrió a partir de 1920 al mecanismo de la compulsión a la repetición para comprender el fenómeno de la adherencia neurótica a una experiencia dolorosa pero, comenta Fairbairn, si consideramos que la libido busca primariamente al objeto no es necesario recurrir a ese mecanismo. Rechaza el concepto de pulsión de muerte y entiende que la agresión es una reacción a la frustración de las necesidades libidinales. El principio del placer no es la forma primaria de la actividad humana sino, más bien un deterioro de la actividad basada en el principio de realidad, más naturalmente primario. Fairbairn concede gran trascendencia al entorno materno en la aparición o no del trauma. Los trastornos del desarrollo se producen cuando la madre no hace sentir al niño que lo ama por sí mismo, como persona. Estas madres pueden ser tanto posesivas como indiferentes de una manera semejante a las madres erráticas de las que hablará Winnicott para referirse a la maternidad errática en las psicosis provocadas por el ambiente.

Entre las aportaciones teóricas fundamentales se cuenta también la introducción de la posición esquizo-paranoide en la base de la estructuración psíquica, por lo que la escisión psicótica es el fondo de toda personalidad. También su concepto de las neurosis como formas de defensa ante las ansiedades básicas (psicóticas). Fairbairn elaboró igualmente una metapsicología propia y describió una estructura del psiquismo en términos de relaciones objetales, diferente de la freudiana. Finalmente, el objetivo de la psicoterapia no es tanto analizar la culpa o los conflictos inconscientes sino hacer salir los objetos malos interiorizados. ESTRUCTURA Y DEFENSAS Ronald Fairbairn postula, en un artículo publicado en 1944, Las Estructuras Endopsíquicas Consideradas en Términos de Relaciones de Objeto, que el aparato psíquico debe estar constituido por los objetos introyectados o interiorizados. Si las pulsiones no pueden existir en ausencia de una estructura del YO - digamos, de un psiquismo - no es posible establecer una delimitación práctica entre el YO y el ELLO. Si los impulsos no pueden ser considerados a parte de los objetos – externos o internos – no son, en definitiva, más que los aspectos dinámicos de las estructuras endopsíquicas. La represión, según Fairbairn, se establece sobre los objetos malos internalizados, pero no sólo sobre ellos, sino también con las partes del YO que buscan establecer relaciones con estos objetos. El YO, por consiguiente, se fragmenta, y unas partes se oponen a otras, proceso no muy diferente del que sugiriera Freud en Duelo y Melancolía, de 1915. El YO y el SUPERYÓ reprimidos son estructuras, pues lo que se reprime son estructuras, no impulsos. La tópica que propone Fairbairn consta de cinco instancias: Yo Central (YC), Yo Libidinoso (YL), Saboteador Interno (SI), Objeto Rechazante (OR) y Objeto Necesitado (ON). Yo Central (YC): no tiene su origen en otra estructura (el ELLO como postulaba Freud) ni es una estructura pasiva que dependa de las pulsiones. Es una estructura primaria y dinámica, de la que se derivan las otras estructuras mentales. Yo Libidinoso (YL): se deriva del YO central y no es un mero depósito de pulsiones, sino una estructura dinámica pero más infantil, menos organizada, menos adaptada a la realidad y más cercana a los objetos internalizados. Saboteador Interno (SI): no es un objeto interno, sino una estructura del YO y está relacionado con un objeto interno, el Objeto Rechazante. Para explicar los otros dos elementos (OR, ON) debemos advertir que para Fairbairn el niño se vuelve ambivalente hacia su madre porque ésta se convierte en un objeto ambivalente, a la vez bueno y malo. Entonces divide a

la madre en dos objetos e internaliza el malo, porque siente que en su interior las situaciones están bajo su control. El objeto malo internalizado, a su vez, tiene dos facetas, una que frustra – el objeto rechazante (OR) - y otra que tienta y atrae – el objeto necesitado(ON)-. El mecanismo responsable del proceso es la represión. La constitución de la estructura endopsíquica básica tiene lugar antes del Edipo. Lo que aporta el Edipo, en realidad, es la última capa en la estructuración del psiquismo. En el primer nivel el cuadro se encuentra dominado por la situación edípica misma. En el nivel siguiente está dominado por la ambivalencia hacia el padre heterosexual y en el nivel más profundo está dominado por la ambivalencia hacia la madre. El Edipo es un fenómeno más sociológico que psicológico, cuya mayor importancia reside en que divide el objeto ambivalente en dos, siendo uno el objeto aceptado, identificado con uno de los padres, y el otro el objeto rechazado, identificado con el otro padre. Pero, de manera más genérica, propone una crítica de las fases del desarrollo psicosexual. Lo importante no es el canal sino la naturaleza de la actitud emocional personal, ya sea libidinal, sádica, destructiva o inhibida. Y en consecuencia se puede afirmar que el adulto no es maduro porque sea genital, sino que es capaz de relaciones genitales adecuadas porque es maduro. Ronald Fairbairn diferencia tres fases principales en el desarrollo:  Dependencia Infantil  Oral primaria  Oral secundaria  Transición  Dependencia madura La fase oral, por tanto, como ya ocurría con Melanie Klein pasa a ser el fundamento de la organización del psiquismo y la época en que se forman las dos posiciones: esquizo-paranoide y depresiva. La caracterización de la posición esquizoide es una aportación original de Fairbairn, que introduce a partir de un artículo publicado en 1940, Factores Esquizoides de la Personalidad, aceptada después por M. Klein. Esta es la posición básica de la psique y cierto grado de disociación está presente de forma invariable en el nivel mental más profundo. En el esquizoide la intensa necesidad de un buen objeto de amor coincide con un temor igualmente grande a las relaciones objetales. Sin embargo, lo que aparece ante el exterior es una máscara de distanciamiento y apatía emocional. Las psicosis son una manifestación de la dependencia infantil y de angustias primitivas, esquizoides y depresivas, mientras que las psiconeurosis son una defensa contra dichas angustias o, dicho en otras palabras, los estados esquizoides y depresivos no pueden ser considerados defensas, sino que son algo de lo que el yo se defiende.

En cuanto a las técnicas para defenderse de las angustias primitivas, se identifican cuatro:

TÉCNICA

OBJETO ACEPTADO

OBJETO RECHAZADO

OBSESIVA

Internalizado

Internalizado

PARANOIDE

Internalizado

Externalizado

HISTÉRICA

Externalizado

Internalizado

FÓBICA

Externalizado

Externalizado

La técnica paranoide consiste en expulsar fuera o proyectar el objeto rechazado. La técnica obsesiva es más desarrollada porque trata la excreción no sólo como la expulsión de un objeto malo (perseguidor), sino también como la separación de un objeto (en parte bueno) que puede ser perdido, con lo que se pone en funcionamiento la necesidad de controlarlo, es decir, retenerlo. El fóbico, como el paranoide, coloca el objeto rechazado en el exterior, pero no para reaccionar ante él con hostilidad sino para huir del mismo. El histérico, como el obsesivo, internaliza el objeto malo pero no intenta dominarlo sino que, como el paranoide, lo rechaza, usando en cambio la represión y la disociación. En definitiva, el obsesivo retiene e intenta dominar ambos objetos, el fóbico los trata ambos como externos, busca huir del malo y refugiarse en el bueno. El paranoide externaliza el objeto malo y lo ataca, y acepta el objeto bueno en su interior, identificándose con él, mientras que el histérico hace lo contrario, externaliza el objeto bueno y se adhiere a él e internaliza el objeto malo y lo rechaza en su interior. RECOMENDACIONES TÉCNICAS Como sugiere Fairbairn en un artículo escrito en 1958 debemos suponer que el paciente ha sufrido importantes deprivaciones en la infancia y acude a nosotros con un intenso anhelo por lograr relaciones objetales. Puesto que la situación analítica ortodoxa impone la deprivación de las relaciones objetales con el analista (principio de abstinencia), su efecto es la reproducción de la deprivación originalmente sufrida. Esta situación es propicia para

provocar una regresión en el paciente que le permita ver el principio del placer y los procesos primarios como técnicas realmente defensivas, es decir, no como fenómenos auténticamente primarios sino como reacciones a las carencias iniciales. La utilidad de la regresión terapéutica también ha sido destacada por Winnicott y por Ronald Laing y el movimiento antipsiquiátrico por él fundado en los años setenta. Sin embargo, Fairbairn se situaba en contra de la regresión como procedimiento terapéutico. Tal vez esto se deba al hecho de que él trabajaba con pacientes esquizoides, narcisistas y límites, ya de por sí regresivos. En cuanto a dos conceptos centrales de la terapia psicoanalítica, transferencia y resistencia, Fairbairn opinaba lo siguiente. La resistencia proviene del mantenimiento del mundo interno del individuo como un sistema cerrado. La transferencia puede entenderse como una forma de resistencia pues deriva de la fijación en los objetos internos y consiste en convertir al analista en uno de esos objetos internos. La tarea terapéutica debe entenderse como el intento por reducir la escisión original del YO recuperando las partes escindidas y colocadas en las instancias auxiliares, pulsiones y objetos parciales. Este intento produce resistencia en el paciente, resistencia que sólo puede ser superada cuando la transferencia ha llegado a un punto en que el analista se vuelve un objeto bueno, tan bueno que el paciente se atreve a exteriorizar sus objetos malos inconscientes. El psicoterapeuta, por consiguiente, se entiende como un “sucesor del exorcista” cuya misión no es tanto perdonar los pecados como desalojar los demonios. En psicoterapia la culpa actúa como una resistencia, como una defensa adicional a la represión, por lo que no es adecuado centrarse en la culpa edípica.

SINOPSIS DE LA TEORÍA DE RELACIONES OBJETALES DE R. FAIRBAIRN 1.

El YO está presente desde el nacimiento.

2.

La libido es una función del YO.

3. No existe la pulsión de muerte: la agresión es una reacción a la frustración o a la privación. 4. Puesto que la libido es una función del YO y la agresión es una reacción a la frustración o a la privación, no existe algo que sea el “ELLO”. 5.

El YO, y por tanto, la libido, es fundamentalmente buscadora de objetos.

6. La forma más primitiva de angustia, experimentada por el niño, es la angustia de separación.

7. La internalización del objeto es una medida defensiva adoptada originalmente por el niño para tratar con su objeto original (la madre y su pecho) en tanto es insatisfactorio. 8. La internalización del objeto no es un producto de la fantasía der incorporar oralmente al objeto, sino un proceso psicológico distinto. 9. Dos aspectos del objeto internalizado, el excitante y el frustrante, son escindidos del núcleo principal del objeto y reprimidos por el YO. 10. De esta forma se constituyen dos objetos internos reprimidos, que son el objeto excitante (o libidinal) y el objeto rechazante (o antilibidinal). 11. El núcleo principal del objeto internalizado, que no es reprimido, se describe como objeto ideal o yo ideal. 12. Debido al hecho de que tanto el objeto excitante (libidinal) como el rechazante (antilibidinal) están investidos por el YO original, arrastran consigo a la represión aquellas partes del YO por las que están investidos, dejando al núcleo central del YO (YO central) sin reprimir, pero actuando como agente de la represión. 13. La situación interna resultante consiste en que el YO original queda fragmentado en tres YOes - - un YO central (consciente) vinculado al objeto ideal (YO ideal), - un YO libidinal reprimido, vinculado con el objeto excitante (o libidinal), y - un YO antilibidinal reprimido, vinculado con el objeto rechazante (o antilibidinal). 14. Esta situación interna representa una situación esquizoide básica más fundamental que la posición depresiva descrita por Melanie Klein. 15. El YO antilibidinal, en virtud de su vinculación con el objeto antilibidinal (rechazante), adopta una actitud hostil sin paliativos hacia el YO libidinal, por lo que su efecto es un poderoso refuerzo de la represión del YO libidinal por parte del YO central. 16. Lo que Freud describió como ‘SUPERYÓ’ es en realidad una estructura compleja que comprende (a) el objeto ideal o YO ideal, (b) el YO antilibidinal, y (c) el objeto rechazante (o antilibidinal).

17. Estas consideraciones constituyen la base de una teoría de la personalidad concebida en términos de las relaciones objetales, en contraste con una concebida en términos de pulsiones y sus vicisitudes.