Romeo y Julian-Brynn Paulin

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Queda prohibida la distribución de esta traducción sin la aprobación expresa del grupo Traducciones Ganimedes, además esta obra es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas sexuales explicitas hombre/hombre, si te molesta este tema no lo leas, además que su contenido no es apto para cardíacos.

Wesley Romero y Micah Jualian se han escuchado las advertencias toda su vida, pero cuando una irresistible atracción los golpea una noche, no pueden negar la conexión que los une. Sus familias pueden participar en una pelea de larga data, pero Wes y Micha quieren resolver sus diferencias de una manera más civilizada —en la cama y abrazándose uno al otro, donde el combate de brazo-abrazo nunca ha sido tan bueno

“Mi nombre es tan cierto como el acero”. Romeo y Julieta, William Shakespeare, Acto II, Sc. IV

Para todos aquellos que creen en el amor a primera vista. Que sus vidas sean la última historia de amor, llena de un ‘Felices para siempre’. Y a Shakespeare, ya sé por qué los mató. Aunque todavía no esté de acuerdo, está todo mucho más claro.

Un golpe y Wesley Romero estaba cayendo duro. La parte de atrás de su cabeza golpeó contra el césped, pero rodó y evitó la patada de Tai Julian. Maldición, pareciera que estaba usando puntas de acero en sus botas. Saltando, poniéndose de pie, Wesley cabeceó para evitar un golpe justo cuando el carro de la policía de Verona daba vuelta en la esquina y su amigo, Ben Marcus, corría por la calle y tomaba a Tai antes de que el hombre golpeara de nuevo a Wesley. Deteniéndose las costillas, Wesley se colocó en cuclillas tratando de respirar mientras dos policías se apresuraban a salir del carro de policía. —¿Qué sucede aquí? —uno de los policías demandó. —Él invadió —Tai bufó. —Yo vine aquí a pedir que le bajaran el volumen a la música así mis padres podrían dormir. —Wes vio a los policías—. Él me atacó. Joder, de cualquier modo, él ya ni vivía aquí, y aun estaba metido en esta mierda. Solo vino a cenar a casa de sus padres y le pidieron que hablara con los Julian antes de irse. Tai se había lanzado al ataque tan pronto como vio a Wesley. Afortunadamente, Ben, quien era su más cercano amigo desde la infancia, se había unido a ellos para la cena. Si no, Tai podría estar siguiendo golpeando a Wesley mientras Wesley trataba de esquivarlo. No es que no pudiera sostenerlo él mismo, pero no quería pelear. Había visto demasiado de esto en los últimos años.

—No puedo creer que regresemos a esto de nuevo —el segundo policía murmuró molesto—. Ustedes dos. Por el amor de Dios, Romero, acabas de regresar al pueblo. Wesley reconoció al alguacil Escalus. Había detenido muchas peleas entre los Romeros y los Julian en los últimos años. Edward Julian, el padre de Tai, y Robert Romero, el padre de Wesley, habían iniciado la disputa que se extendió desde que ellos estaban en la universidad. Era por algo estúpido, realmente, especialmente ahora treinta años después. Algo acerca de que la mamá de Wesley salió con Robert después de haber terminado con Edward. Por lo mismo, a Maisie Julian le molestaba la mamá de Wesley por muy buena razón. Todo se volvió peor con una pila de ‘errores’ acumulados uno tras otro a través de las siguientes décadas. Ambos, los Romero y los Julian, vivían en casas estilo Victoriano que habían pertenecido a las familias desde que fueron construidas hace eones1, y ningún grupo quería mudarse. —Confía en mí —Wes señaló—. Preferiría regresar a Irak que caminar en este campo enemigo. Las dos familias se movían en círculos diferentes, y aunque él tenía la misma edad que el hijo mayor de los Julian, ambos chicos Julian habían ido a escuelas privadas mientras que Wesley había ido a una escuela pública. —Oí que eras un Seal2 —dijo el alguacil Escalus mientras el otro oficial hablaba con Tai. —No soy un SEAL, solo un ingeniero de combate haciendo su trabajo. 1

Eon, un período indeterminado de tiempo, una era, en astrología, mil millones de años. SEAL Fuerza militar de los Estados Unidos. Sea, mar A, aire A and, y L por Land tierra también conocidos como Marine, que es diferente a marino que seria de la naval ellos son una fuerza de operación especial. Como no es solo marino ni militar sino de aire mar y tierra se deja el original. 2

—¿Solo un ingeniero? —Ben se carcajeó—. Joder, hombre, eres un Marine. Has hecho cosas que me hubieran hecho orinarme. —No me digas. ¿Un Marine? Ooh bien —dijo el policía, con un brillo de admiración en sus ojos. Wesley sonrió y asintió. Estaba orgulloso de ser un Marine, incluso si él estuvo en la reserva y nunca hubiera experimentado lo que se llamaba una pelea en ultramar. Vio a su amigo. — Gracias, Ben. —Infiernos, si. Marine o no, estoy feliz de que estés aquí. Tres viajes es demasiado. —Solo hacía mi trabajo. —Aunque ahora estaba feliz de regresar a su carrera de civil—. Entonces, Alguacil, ¿cree que podríamos pedirle que le bajen al volumen de la música? El oficial asintió y los tres se dirigieron al jardín del frente. El área estaba iluminada con altas farolas chinas, y calentadores de propano calentaban el área que ya estaba fría. Una gran pancarta al fondo decía, ‘¡Felicidades Micah y Paris!’ en grandes letras negras. Genial. Ellos interrumpieron en una fiesta de compromiso. Vio a Edward acercarse rodeando la esquina, pero fue el más joven de los Julian quien atrapó su mirada. Micah. Cinco años más joven que los veintiocho de Wesley, era delgado en comparación con los voluminosos músculos de Wesley y su cabello era dorado en donde el de Wesley era totalmente negro. Usaba una camisa de seda que solo servía para enfatizar su sorprendente pálida belleza. Una estatua rubia platino lo rodeada con sus brazos. Sin duda, Paris. —Wow, ella es caliente afortunado.

—murmuró Ben—. Bastardo

La mujer rubia no era a quien Wes consideraba caliente. Su boca se secó cuando Micah levantó la mirada, y sus ojos café claros se encontraron con los de Wesley. Una onda eléctrica recorrió el pecho de Wesley antes e que el padre de Micah entrara en la línea de su visión. —¿Qué haces aquí? —preguntó—. ¿Por qué estás aquí, Romero, y trayendo también a los policías? Esta es una fiesta privada para celebrar el compromiso de mi hijo. —Sonrió cínicamente y vio a Ben—. Con una mujer. Wesley lo ignoró. Él ‘salió’ en la preparatoria, así que su preferencia sexual no era un secreto para nadie —en su vida de civil. Estaba acostumbrado a cínicos comentarios de gente con mente cerrada. Aun así, le sorprendió que el señor Julian se molestara en saber algo acerca de él. Claro, el hombre probablemente lo veía como algo con que atacar a los padres de Wesley. —Señor, nosotros fuimos llamados por el molesto ruido y cuando llegamos nos encontramos a su hijo lanzando golpes. Edward frunció el ceño. —Estoy seguro de que Romero comenzó. Podrá usar lighth in the loafers3, pero le gusta buscarle pelea a mi niño. Estoy seguro de que él le lanzó un golpe a mi hijo. ¿Light in the loafers? Wes podría haberse reído fuerte si no fuera por la desagradable implicación de a lo que se refería. Buen Dios. Preferiría no tener sexo nunca que tener que hacer algo con ese hombre. —Vamos a resolver esto en el jardín del frente, ¿de acuerdo?

3

Light in the loafers, despectivamente Gay, homosexual, marica, Solo porque le gusta coser, crees que él tiene luz en sus mocasines.

—Si —Edward gruñó—. No quiero que los invitados vean a estos nancy. Todos se sienten ofendidos con los de su tipo. Wes tomó una profunda respiración para luchar contra la ira que se formaba en su pecho. Los imbéciles como Edward Julian son quienes causan que mujeres y hombres gay alrededor del mundo sean golpeados o piensan que el suicidio sea su única opción. —Señor, no necesita ser rudo —el oficial lo amonestó. —Ésta es mi casa y él es un intruso. Puedo ser tan rudo como malditamente me plazca —Edward explotó, y Wesley olió la cerveza en su rabieta. Se apartó mientras ellos se reunían a Tai y a los otros oficiales. Edward estaba junto a su hijo, el par esencialmente enfrentándose contra Wes y Ben. —¿Por qué no se van de aquí? —Tai bufó—. Estoy seguro que necesitas tu sueño de belleza después de un agotador día cortando cabello. Se rehusó a morder el anzuelo. ¿Era realmente estúpido o Tai le lanzaba esos estereotipos para irritar a Wesley? Ben gruñó y Wes levantó la mano para evitar que diera un paso adelante. —Nosotros nos vamos —dijo—. ¿Está todo bien, oficial? —Adelante —contestó el alguacil—. Sé dónde vives, si necesito encontrarte. —Si, maricas4 todos sabemos dónde encontrar algo de culo —Tai bufó. Sacudiendo la cabeza. Wes se giró, era empujado atrás mientras Tai aparentemente iniciaba el desorden. Los oficiales gritaron, pero Wes fue más rápido. Se giró e instintivamente tomó el brazo de Tai girándolo hacia su espalda antes de que pudiera reaccionar. Wes se inclinó luchando contra la repulsión del olor del hombre mezclado con el olor del 4

Nancy, despectivamente, afeminado, homosexual.

cigarro—. Soy bastante tranquilo imbécil, pero no presiones — siseó—. Enfrenté a tipos más grandes que tú en Iraq. Empujó a Tai hacia el alguacil Escalus, que lo detuvo; ante la inclinación de cabeza del hombre, cruzó la calle. Molesto por toda esa situación, vio hacia atrás para ver a Tai siendo empujado dentro del carro mientras el señor Julian gritaba, moviendo los brazos con el énfasis de un borracho, señalando ocasionalmente con su dedo la casa de los Romero. Wes apretó los dientes. Qué grupo de mierda. Esa estúpida pelea era una locura. —¿Ellos realmente creen que eres un peluquero? —Ben preguntó. —¿Qué infiernos sé? —Wesley se carcajeó—. Supongo que ellos también lo creen de ti. Realmente no importa en el esquema de las cosas. Ellos pueden empezar lo que infiernos quieran. Si no los vuelvo a ver de nuevo, eso sería demasiado pronto. Trato con esa mierda desde que tuve edad suficiente para entender que no debería relacionarme con las personas del otro lado de la calle. He sido culpado de más cosas que no he hecho… Cuando llegaron junto al carro de Ben se detuvieron. Era demasiado tarde y Wesley sabía que su amigo tenía que irse. —Gracias por venir a cenar —dijo Wes mientras compartían un tenso abrazo masculino. —Bienvenido de regreso. Finalmente —dijo Ben, Aunque, Wesley había regresado a los Estados Unidos hacía semanas, acababa de regresar a Verona a causa de las últimas tareas antes de dejar su cargo oficial. Esta era la primera vez que ellos podían ser capaces de estar juntos. —Sin arenas, sin misiles —Wesley bromeó—. Eso es malditamente bueno. —Él vio hacia la casa—. Iré adentro a

informarles a mis padres antes de irme. ¿Te veré el domingo para el juego? —No puedo esperar para verlo en esa nueva gran pantalla —dijo su amigo. Ninguno mencionó que la televisión no era realmente nueva. Wesley la había comprado, justo antes de que le notificaran que se reportara a su último viaje. Vio a Ben irse. Levantando la mano en un simple movimiento, se despidió de Ben que daba vuelta en la calle. Resignado a oír otras quejas acerca de los Julian, entró a la casa. Predeciblemente, sus padres se quejaron acerca de sus vecinos, y pasó una hora antes de que Wesley finalmente se fuera. La conmoción al otro lado de la calle había terminado y el silencio llenaba la noche. Tai no estaba a la vista. Wes se preguntó si realmente había sido arrestado. Aunque la verdad, no le importaba. —¿Wesley? —una voz suave le hablaba cuando llegó a su coche. Sorprendido, levantó la vista para encontrarse a Micah en las sombras. Sus manos dentro de los bolsillos, y Paris no estaba a la vista. Su boca se elevó en una triste media sonrisa. Wesley se quedó inmóvil, aturdido por otro abrumador deseo mientras la luz de luna bañaba a Micah con una suave luz. No podría desear a este hombre. Aunque Wes pensaba que la pelea era una estupidez, sus familias eran enemigos. Infiernos, el hermano de Micah podría justo arrollarlo con un carro mientras hablara con él. —Solo quería decirte que siento lo que sucedió. No pude oír lo que se dijo, pero era obvio que mi papá fue tan amigable como de costumbre.

—Si —Wesley aceptó—. Mira, esto no es tu culpa, él fue… —Se detuvo antes de decir que fue un total imbécil—. Rudo. Yo estaba arruinando la fiesta… —Jodida fiesta fascinando a Wesley.

—Micah

murmuró

bajó

su

aliento,

Su pecho se tensó ante la conmovedora conducta del delgado hombre. Parecía avergonzado por su familia e interesado en Wesley. El calor se extendió a través de Wes incluso mientras se decía que no había manera de que Micah Julian pudiera estar interesado en él. Micah estaba comprometido. Con una mujer. Claro, Wes conocía a hombres gay que jugaban al hetero para la sociedad —infiernos, lo había visto por años en los Marines. Quizás Micah era gay o bi-sexual… —Bueno, como sea —Micah continuó. Se movía de un pie a otro. Wes levantó una emocionado por la fiesta.

ceja.

—Entiendo

que

no

estás

—Infiernos, no. No sé en lo que ellos piensan. ¿Una fiesta para celebrar mi compromiso con una mujer a la que no me le he declarado? Afortunadamente, Paris tiene sentido del humor. Ella piensa que esta mierda es divertida. ¿Yo? No tanto. —¿No estás comprometido? —Wesley se apoyó en su carro, viendo especulativamente a Micah. De esa forma estaba incluso más cerca del hombre, y Dios lo ayude, su pene estaba reaccionando a la proximidad. Sorpresivamente la necesidad hervía en sus bolas ante la aguda mirada y la cincelada mandíbula de Micah; en contraste con sus juveniles rasgos, brillantes ojos y boca llena. Maldición, pero Wesley quería jalar ese labio inferior entre sus dientes. Cruzó los brazos sobre su pecho antes de actuar su necesidad. —¿Están tratando de empujarte alto?

—Puede decirse eso. —Micah vio hacia la casa, como si alguien pudiera oírlo—. Paris es mi mejor amiga; ella no es mi novia. Después de esto, ella me debe una grande. Todo esto es culpa de ella. Ella le dijo a su mamá que estábamos comprometidos para quitársela de encima sobre las citas. Ella sabía que no me importaba. Yo ya estaba con ella todo el tiempo y Yo… bueno, no tengo citas. Su mamá le dijo a la mía y… eso fue una bola de nieve. —Pasó sus dedos a través de su estilizado cabello—. No sé por qué te estoy diciendo esto… —Quizás porque… —Wesley se detuvo y sacudió la cabeza. Había sido golpeado por su instantánea-lujuria pero eso no significaba que Micah lo sintiera—. Necesito irme. Tengo que levantarme mañana temprano. La cara de Micah se cayó. —Oh… —Inclinó la cabeza y entrecerró ligeramente los ojos—. ¿Quizás porque qué? «Mierda…» Wesley tosió, limpiándose la garganta. —Nada. El otro hombre tomó el antebrazo de Wesley. La piel de Wesley se erizó en piel de gallina y su pene estaba duro como roca, su cuerpo urgía: «por favor, por favor jala a Micah a sus brazos». —Wesley —Micah pidió—. Dime. Yo… solo, dime. Los ojos de Micah mostraban sinceridad y nada de la malicia que Wesley recibió de los otros Julian. Necesitaba quemarse ahí, la necesidad era tan similar que lo atrapó y causó que Wes se mareara. Luchaba por controlar el deseo que llenaba su pecho y tensaba sus bolas. La sangre pulsaba en su cabeza mientras veía la boca de Micah. Wes pasó su lengua por el labio inferior. Quería ver su pene desaparecer dentro de la garganta de Micah. Su erección saltó ante el pensamiento. No era una pregunta. Él tenía que joderlo… Y entonces, lo sostendría y aprendería todo acerca del suave

hombre, cualquier cosa que lo hiciera sonreír cualquier cosa que lo lastimara. Cualquier cosa… El mundo se redujo a solo ellos dos, sin hablar, sin moverse, comunicándose con la mirada. Una profunda necesidad como la que Wes veía en los ojos de Micah. Wesley sabía que tenía que aprovechar su oportunidad. Una conexión así no sucedía todos los días. No solo quería el cuerpo de Micah; quería su alma. Un perro cercano ladró, sacando a Wes de su ensueño. Sacudió la cabeza ligeramente mientras el suave trance que lo rodeaba se levantaba. Incluso el silencio parecía fuerte mientras su consciencia regresaba. Micah aun sostenía el brazo de Wesley. Wesley llevó su mano libre a la parte media del pecho de Micah. Se tensó como si esperara que lo empujara. —Rayos —Wesley murmuró, no le importaba que probablemente se oyera como una locura y que estaba dando armas en su contra a Julian—. Mira. Te vi y… la electricidad me recorrió. —Si —Micah respiró, sus dedos se tensaron en el brazo de Wes. Wes sabía que ese agarre podría quemarlo por siempre. Lo sentiría siempre. Otra oleada de energía lo recorrió, grabando la conexión en su corazón. —¿Qué vas a hacer mañana? —le preguntó tranquilamente, aun asustado de ser rechazado. No quería dejar a Micah, pero tenía que hacerlo. Si no entraba en su carro y se alejaba, él tendría a Micah inclinado mientras lo jodía justo ahí en la calle. Ambos gritando tan fuerte que todo el vecindario lo sabría. Ahora, eso no sería una historia.

Una amplia sonrisa estiró los labios de Micah. —Tú dime. Correspondió la sonrisa. —Tengo trabajo mañana, pero por qué no te reúnes conmigo en mi departamento para cenar. No creo que sea buena idea que pase a recogerte. —Uh, no. Tienes razón, sería una mala idea. —Micah vio de nuevo hacia la casa y Wesley deseaba girarlo de regreso hacia él, y decirle que no se preocupara por su familia. Él no tenía ese derecho. Aun no. Así que ¿por qué parecía que ambos estaban destinados al otro desde el comienzo? «Porque necesitas joder. Han pasado dos años, hombre. Eso del amor a primera vista, es una tontería», se decía a si mismo. Eso era la dosis de realidad que necesitaba. Micah suspiró. —¿Crees que la pelea es algo estúpido? —Completamente estúpido —Wesley contestó. —Bueno. Entonces ¿a qué hora y dónde vives?

Un día de trabajo nunca había sido tan largo. El trabajo de Wes como arquitecto estaba muy lejos del trabajo que hacía en el desierto. Dado que solo había regresado hace una semana, estaba empezando lentamente. Le habían asignado el diseño de una casa familiar en un nuevo desarrollo. Hasta ahora su jefe lo había manejado, pero él estaba planeando darle todo el proyecto a Wes —en tanto Wes pudiera probar que aun seguía siendo capaz después de estar en servicio activo. Además de eso, el plan de un centro comercial en el que había estado trabajando antes de que el departamento le hubiera llamado había estado interrumpido mientras estuvo lejos. Ahora, cuando finalmente las leyes de zona habían cambiado y se había aprobado el proyecto, era el momento de trabajar en el. Eso mantuvo muy ocupado a Wes —realmente ocupado— pero hoy, sus pensamientos se iban hacia Micah y lo que sintió que ambos experimentaron anoche. Loco. Esa era la única manera en la que podría describirlo. Pero la sensación de conexión no se había apartado. Más de una vez, atrapó sus pensamientos yéndose a la deriva hacia el hombre antes de tomar el control de nuevo. No podía dejarse ir con fantasías de tener a Micah inclinado sobre la mesa cuando se suponía que estaba probando que estaba en un alto nivel para el trabajo. Ahora, paseaba ansioso en su departamento mientras esperaba que Micah llegara. Una y otra vez, se repitió la conversación mientras la emoción y la incredulidad peleaban dentro de él. De cualquier manera, ¿qué estaba haciendo? No había manera de que una relación pudiera ir adelante. Aun así no podía detener la necesidad. Necesitaba pasar tiempo con

Micah. Eso podría no terminar bien; sabía eso. Tenían muchos opositores que enfrentar. Podrían ser adultos, pero sus familias no podían ser subestimadas. Ellos no estarían felices. Pasó la mano por su cabello, le gustaba que hubiera crecido algo en el último mes. Realmente, sus padres podrían no molestarse por Micah. Ellos querían que Wes fuera feliz. Ellos intentarían. Vio el reloj y entró al cuarto de baño para asegurarse de que su cabello no estuviera de punta. No, él había logrado que se quedara en su lugar. Sintiéndose nervioso, se arregló el cuello de la camisa y enderezó el cinturón, revisó la manera en que su camisa estaba dentro de los pantalones, complacido con la suave línea, regresó a la sala y fue a la cocina a revisar si el vino estaba frío. ¡Buen Señor! No había estado tan nervioso en el desierto con todos esos francotiradores rodeándolo. Había aprendido a ignorar los sonidos de la guerra, aun así la idea de estar solo con Micah tenía un grupo de mariposas kamikaze en su estómago. Sus manos estaban frías mientras esperaba. Se las frotó juntas mientras regresaba a la sala y revisaba el espacio una vez más para asegurarse que estuviera arreglado. ¿Qué le preocupaba tanto? Micah venía a verlo a él, no al lugar. Si Wesley lo hacía a su manera, el otro hombre podría ni siquiera notar el departamento. Aun así, quería darle una buena impresión. Micah venía de una familia que siempre había visto hacia abajo a los Romero. Aunque él parecía diferente a los otros, Wesley no podía agregarle más fuego a eso. Sonrió. Micah definitivamente era diferente a su padre y hermano. Su conducta negativa acerca de lo gay era intolerable. Wesley no podía dejar de preguntarse si ellos desconocían la orientación sexual del más joven de los Julian. Tenía que ser así o no habría manera de que Micah pudiera ser

capaz de seguir viviendo en una agresiva casa. Wesley se preocupó por lo que podría suceder cuando lo descubrieran. Y ellos lo descubrirían. Una sensación de enfermedad lo recorrió. Se tragó sus preocupaciones por Micah cuando otro pensamiento lo inquietó, golpeando su estómago. «¿Ya?» ¿Ya estaba preocupándose por Micah? Antes de poder examinar sus sentimientos, tocaron a la puerta, y su pene se movió en respuesta. «¡Abajo niño! Él podría no ser del tipo que no jode en su primera cita». Pero señor, Wesley esperaba que lo fuera. Nunca había querido a un hombre de la instantánea manera que quería a Micah. «Tampoco nunca habías querido mantener y proteger a ningún otro». Diciéndole a su voz interior que se callara con una jodida, se apresuró a la puerta. Su mano en la perilla, tomó una profunda respiración para calmarse y no parecer demasiado necesitado. Su corazón palpitaba salvajemente cuando abrió la puerta. —Hi —dijo Micah, sonriendo. Sus dientes superiores se hundieron en su labio inferior. No podía negar la necesidad que brillaba en los ojos del hombre. Necesidad igual a la suya. La anticipación de Micah era innegable y Wesley dejó que su propio deseo se mostrara. —Hi. Maldición, Micah era adorable. Wesley quería jalarlo a sus brazos y protegerlo de todos los malos del mundo. —Yo… —Inesperadamente, Micah dio un paso adelante, colocó su mano en los hombros de Wesley y bajó la cabeza, enterrando sus manos en la parte de atrás del corto cabello de Wesley. Sus labios se unieron y Wesley reflejamente envolvió sus brazos alrededor de la cintura del más pequeño hombre,

acercándolo. A pesar de que había varios centímetros de diferencia en su altura, no había error sobre la excitación de Micah y sabía que tampoco Micah sería capaz de no notar la suya. —Quería besarte con tanta urgencia anoche —Micah murmuró contra los labios de Wesley. Wesley lo silenció, sellando sus bocas juntas y presionándose. Su lengua entró en la cálida y dulce boca de Micah, saboreando la menta que recientemente había chupado. Micah gimió y los brazos de Wesley lo apretaron. Llevándolo al interior del departamento y cerrando la puerta con una patada. Inmediatamente, presionó a Micah contra la superficie, forzándolo a estar de puntas para que sus cuerpos se alinearan y se frotaran juntos. Señor, sabía tan bien, olía tan bien… A Wesley le gustaba la colonia de Micah. Incluso le gustaba más el olor a hombre de Micah que abrumaba sus sentidos y llenaba su pene. Sangre pulsaba a través de las sienes de Wesley cuando sorprendentemente perdía el control ante la reacción a este hombre. No podía besarlo más lentamente o apartarse para poder respirar. Aun así el beso de Micah era lo suficientemente suave para calmar a la bestia que había estado rugiendo en su interior todo el día. Quería joder al hombre, pero acababa de llegar, de acercarlo, de tocarlo, cuerpo contra cuerpo era suficiente. «Por ahora». Sus mentones raspaban juntos, inclinándose para más. Prácticamente podía sentir el corazón de Micah contra el suyo. Sus manos aferrándose al cuerpo del otro, sobre los hombros, deslizándose hacia sus pechos, aferrándose al frente de sus camisas. Wesley tembló cuando las manos de Micah recorrieron

su abdomen hacia sus caderas. Sus largos y calientes dedos se deslizaron hacia el trasero de Wes. Sus penes se frotaban juntos a través de sus pantalones, el duro eje presionándose mientras la jodida continuaba a una conclusión inevitable. El culo de Micah no podría irse de aquí antes de sentir el eje de Wes profundamente en su interior. Repentinamente, como si reconociera que era suficiente, la necesidad de Wes se calmó aunque no disminuyó. El beso se volvió más lento, de frenético a lánguido mientras la tensión en Wesley se calmaba. —Joder… —Wes jadeó, cuando finalmente levantó su boca de la de Micah y se apartó lo suficiente para permitir que el hombre se pusiera de pie. —Si, por favor —Micah se carcajeó. Wesley se rio. —Vamos entra —le dijo—. Bienvenido. Tomando la mano de Micah, lo llevó a la sala y a un sillón seccional de piel frente a una gran pantalla plana de televisión. —¿Le das este tipo de bienvenida a todos? —Oh, si, seguro. Ellos lo aman en el desierto. Mueren por esta amabilidad —Wes bromeó. —¿El desierto? —Si, supongo que no lo sabías dado que nuestras familias… —Se interrumpió, no quería entrar en ese tema. Le indicó a Micah que tomara asiento—. Bueno, de cualquier manera, era un Marine —dijo moviendo vagamente la mano hacia su pecho—. Recientemente regresé. ¿Te gustaría algo para beber? ¿Cerveza, Coca, agua…? —¿Iraq o Afganistán? —Micah preguntó ignorando la pregunta.

Wesley se sentó en el brazo del sofá seccional, cuidando de mantener espacio entre Micah y él. Si se sentaba al lado de Micah, se besarían de nuevo —y no confiaba en que la suave superficie fuera buena para una ruda jodida. —Iraq. Tres viajes. Pero ya estoy fuera de cargo. Aunque ellos podrían llamarme para que regrese, eso no es lo habitual. ¿Bebida? Micah se encogió de hombros. —Lo que sea que tengas. Wesley asintió. —Una cerveza. Se dirigió a la pequeña cocina y oyó a Micah seguirlo inmediatamente. —Entonces, ¿‘saliste’? con los militares quiero decir. —Oh, infiernos, no. Yo salí antes de que el ‘No preguntes, No digas’ fuera anulada, y francamente, aunque lo fuera, es una bala que realmente no quieres esquivar. Ya era suficiente con esquivar las de los enemigos. No tiene sentido preocuparse por más. Las unidades son cercanos a ti y tienen que confiar unos en los otros. Ellos podrían estar enojados conmigo. —Se giró y tomó una dura respiración para terminar con Micah directamente detrás de él. —Eso tiene sentido —dijo Micah—. Yo estoy… uh… no. Wesley asintió. —Lo imaginé. Tu papá y Tai no parecen demasiado abiertos a esto. —Subestimación —el otro hombre se carcajeó—. Nunca saldré. No veo a otros hombres a menos que esté de viaje. Y preferiblemente anónimos. Demasiado peligroso, supongo, del tipo de solo una noche, y eso es todo. Aun así, es más seguro que tratar con papá y Tai. —¿Dónde creen ellos que estás esta noche? Obviamente ellos no saben que estás aquí.

—Con Paris. Pero ella tiene un turno de noche en el hospital. Ella es enfermera en maternidad —ellos no revisarán.— Micah acunó la mejilla de Wesley—. ¿Pensarías que soy una puta si te digo que realmente no quiero beber? Realmente no quiero cenar. Solo quiero estar desnudo contigo. El corazón de Wesley se aceleró. —Solo quieres joder. La cara de Micah se tensó ligeramente. —¿En la primer cita? ¡Horror! —Sus ojos brillaban y Wesley sabía que estaba bromeando—. Realmente —Micah continuó—, podemos hacer lo que sea. Yo solo siento… Bueno, creerás que estoy loco. No lo entiendo, pero siento, um, la compulsión de estar contigo. Aquí, cerca de ti. Tocándote. Wesley se inclinó, acunó la parte de atrás de la cabeza de Micah y lo besó. —Lo entiendo. No creo que estés loco… o seas una puta. Olvidando las cervezas entrelazó los dedos con los de Micah y lo guió a la recámara que usaba. No encendió la lámpara cuando entraron, dejÓ que la luz de la ciudad que entraba por la ventana iluminara el cuarto. EmpujÓ a Micah a la cama y se sentó a horcajadas arriba de él. Sus brazos enjaulando el cuerpo del pequeño hombre mientras se inclinaba sobre él. —Podemos estar locos juntos, ¿huh? —le ofreció. Micah levantó la cabeza, se encontró con los labios de Wesley. —Suena perfecto. Extraña excitación recorría a Micah mientras veía los azules ojos de Romero. Claro que había estado excitado antes, pero esto… De algún modo, este encuentro parecía al borde del peligro más que con ningún otro hombre. Esto no era porque Wesley era un Marine ni porque Micah sospechara que El hombre podría lastimarlo —no lo haría. Eso era más… una necesidad, un

reconocimiento. Estar con Wesley era peligroso porque sabía que se apegaría, pero no había manera de que ésto pudiera durar. Ellos tenían demasiado en su contra. Eso aterró a Micah, pero no podía dejarlo. Tenía que estar con Wesley. Eso lo había impulsado a cruzar la calle hacia la casa de los Romero anoche. Pero ese reconocimiento… En lo profundo sabía que su relación con Wesley podría cambiar su vida. Entonces eso podría destruirlo. Aun así, no podía alejarse. No podía detener lo inevitable. —¿Qué sucede? ¿Quieres detenerte? —Wesley preguntó, viéndolo. Se apoyó hacia atrás, su trasero acunando el pene de Micah, y Micah gimió ante la sensación, preguntándose si incluso Wesley lo dejaría estar arriba. Movió sus caderas empujándose contra la grieta que sentía a través de los pantalones de Wes. Recordando a pesar de las sensaciones que Wes le había preguntado algo, Micah sacudió la cabeza. —Bien. Estoy bien. No te detengas… ¿Cómo iba a explicar que él estaba seguro de que estaban condenados, pero que era lo suficientemente masoquista para seguir adelante de todas formas porque no podía alejarse de la poderosa conexión que sentía zumbando entre ellos? Había querido a Wesley desde que llegó a la adolescencia y oía hablar sobre el —vecino niño rufián— del otro lado de la calle. Y eso era todo. Lo que fuera sería. Sentado, tomó los botones de la camisa blanca de Wesley y comenzó a deslizarlos a través de sus agujeros, mientras que Wesley se arrodilló sobre su regazo. Micah sonrió al ver la camiseta blanca debajo de la prenda. Siempre había considerado sexy que los hombres usaran camisetas.

Wesley encogió los hombros y salió de la blanca prenda de vestir, Micah pasó sus dedos sobre el suave algodón y lo sacó de los pantalones negros de Wesley. Micah gimió cuando reveló el duro abdomen. Inclinándose hacia delante, presionó los labios sobre las crestas de los músculos. Wesley se levantó sobre sus rodillas, y Micah lamió y mordió su camino hacia abajo, explorando el completo six pack5 del hombre. Recorrió el ombligo de Wesley, antes de enfocarse en el estrecho rastro de placer que bajaba del ombligo y lo guiaba a la pretina de los pantalones. —¿Si? pantalones.

—preguntó,

sus

manos

en

el

cierre

de

los

—Dios, sí —Wesley contestó. Sus caderas se estremecieron ligeramente, y Micah sospechaba que el movimiento fue involuntario, solo una instintiva demanda que salió del cuerpo de Wesley. Micah desabrochó el delgado cinturón de piel de Wesley, entonces abrió el botón con su pulgar. Lentamente bajó el cierre mientras todo su cuerpo pulsaba para que se apresurara. Vibró ante la necesidad que vio en Wesley, tenía que tener el pene entre sus labios, saborearlo. Los pantalones cayeron en un charco sobre el regazo de Micah. Bajó la ropa interior. —Wesley… —Su respiración se detuvo al ver la enorme y globosa cabeza del pene al ser revelada. Captó la gruesa vena que recorría el eje pulsar mientras él se lamía los labios. Incapaz de pensar más allá de la necesidad que sentía contra su lengua, Micah se inclinó hacia adelante y tragó la erección de Wesley, llevándolo hacia su garganta. —Joder, sí —Wesley jadeó. Tomó el cabello de Micah, mientras Micah rodaba los ojos viendo el hermoso placer frente a 5

Six Pack, referencia a un abdomen marcado lo que en México se conoce como abdomen de lavadero se deja el original.

él. Wesley cerró los ojos y abrió sus labios. Sus caderas se movían mientras jodía la boca de Micah. Micah tomó tanto del bendito eje como pudo. Sin ver, explorando con sus manos, encontró el ligeramente velludo saco de Wesley y lo acarició. Inclinó la cabeza y tomó una profunda respiración. Wesley se apartó casi completamente de los labios de Micah y Micah saboreó el salado pre-semen que se extendía en su lengua. Raspó ligeramente con los dientes el eje de Wesley mientras el hombre se empujaba profundamente de nuevo. —Joder, tu boca se siente tan bien. Apuesto que tu culo se siente incluso mejor —dijo Wesley. Maldijo cuando Micah aumentó la succión, presionando la punta de la lengua en el sensible punto debajo de la corona del pene de Wesley. Wesley gimió—. Oh ¿te gusta chupar el pene, no es así? ¿Has chupado muchos penes? Micah se apartó, a pesar de que Wesley lo sostenía del cabello. —No muchos, y ninguno tan bueno como el tuyo. —Jaló ligeramente el saco de Wesley, acercándose—. Y quiero más de esto. —No. —¿No? —preguntó sorprendido. Wesley sacudió la cabeza, una traviesa sonrisa jalaba sus labios. —Cuando me corra no va a ser en esa linda boca tuya. —Mi boca no es linda —Micah gruñó. —Oh, si lo es. —Wesley se empujó hacia atrás y Micah lo liberó y cayó en la cama. Wesley acunó su mentón—. Es tan linda, estirada alrededor de mi pene. Tan linda esperando por mis besos. —‘Linda’ es una palabra para chicas. Soy más pequeño que tú, pero Jesús…

Sus palabras fueron interrumpidas por la boca de Wesley en la suya. La lengua del hombre se empujó al interior, besándolo, profundamente, rápidamente. Entonces se apartó. —Tómalo como un cumplido, Micah. Wesley se movió a un lado y se quitó los pantalones y calcetines. Se paró al final de la cama y le ofreció la mano. A Micah se le secó la boca cuando vio por primera vez a su amante desnudo. Tomó la mano de Wesley y dejó que lo jalara para ponerse de pie. Rápidamente, Wes le quitó la ropa a Micah, sus acciones eran más rápidas de lo que habían sido las de Micah y, pronto, Micah también estaba desnudo. Se estremeció ante la anticipación y se esforzó en mantenerse erguido a pesar de saber que no estaba tan bien construido como lo estaba Wesley. Wesley pasó sus nudillos por los pectorales de Micah antes de trazar la curva de uno. —Perfecto —murmuró. —No tan grande como tú. La esquina de la boca de Wesley se levanto y se encogió de hombros. —Soy un gamberro y tú estás en una excelente forma. —Estar en el escenario… Wesley inclinó la cabeza. —¿En el escenario? —Pianista. Micah Julian. Es famoso. —Micah sonrió, amaba la expresión perpleja de Wesley. A Wesley le gustaba por ser él, no por su fama. Eso era refrescante—. Tengo algunos álbumes… —Cool. Con esa sola reacción —preferible a la del pegado a la estrella— Wesley llevó a Micah a la cama. Cubrió a Micah, entrelazando sus piernas mientras se besaban. Sus labios dejaron un rastro por el delgado cuello de Micah mientras Micah se

arqueaba debajo de él, abriéndose para ser poseído por Wesley. Wesley mordisqueó el hueso de su clavícula, entonces ligeramente mordió el hombro antes de bajar y circular con su lengua el pezón. —Wesley —Micah gimió. Pero Wesley estaba lejos de terminar. Sus largas y callosas manos exploraban a Micah mientras su boca bajaba. Micah gritaba, sus caderas saltaban del colchón mientras la caliente boca de Wesley llegaba a su pene. Los dedos de Micah se aferraron a las mantas mientras Wes se movía arriba y abajo de su eje. La boca del hombre succionaba la punta del pene de Micah hasta que Micah gimió. —Wesley… —dijo de nuevo—. Vas a hacer que me corra… —Ese es el punto —Wesley contestó e inmediatamente redobló sus esfuerzos. Micah no podía detenerse. Cerró los ojos mientras el relámpago lo recorría. Su liberación salió mientras Wesley tragaba cada gota. Aun estremeciéndose, Micah pasó su débil mano por la cabeza de Wesley mientras Wesley lamía los remanentes de su orgasmo. —Y ahora, quiero tu culo —le dijo Wesley, moviéndose hacia arriba. —Es tuyo. La sonrisa resultante mantuvo su determinación. Wesley lo besó, dejando que se saboreara en la lengua de su amante. — Así es.

Wesley tomó el lubricante y un condón de la mesa de al lado disfrutando la sensación de tener a Micah bajo él. Ajustaban perfectamente, ambos duros y compactos. Su cuerpo velludo se sentía bien contra la piel de Micah, y solo sabía que ese culo podría apretarlo llevándose su control. Había pasado mucho tiempo para él. Esperaba al menos poder hacer a Micah gritar de placer. Señor… habían sido casi dos años desde que él había tenido sexo —con alguien más. Sabiendo que estaba al borde, se había atendido en la ducha, pero el sostener a Micah casi lo hace correrse de nuevo. Y la boca de Micah alrededor de su pene… eso podría haber sido una realmente rápida noche. —¿Listo? —preguntó, queriendo seguir el ritmo de Micah. —Más que listo. Por favor, Wes. Te necesito. Wesley se colocó el condón —no habría manera que él se detuviera para eso después. ¡Quería a Micah ahora! Abrió el lubricante y vertió algo en sus dedos. Micah gimió cuando Wesley presionó un dedo dentro de su culo. Firmemente, se empujó hacia adentro hasta que la punta presionó su interior. —Más… —Micah jadeó. Levantó su culo hacia el toque de Wesley mientras Wesley empujaba su dedo más profundamente. Se movió dentro y fuera del apretado pasaje, entonces agregó un segundo dedo. Cuidadosamente, abrió los dedos en tijeras, estirando a Micah y saboreando el feroz agarre de su cuerpo. Micah levantó las rodillas, abriéndose más—. Solo hazlo. No me importa si me duele. Te necesito, Quiero sentirte dentro de mí. Esta noche. Mañana… Por favor…

Wesley vio la parcialmente sombreada cara de Micah. La sinceridad quemaba sus ojos. Micah tomó a Wesley de los hombros, jalándolo más cerca y Wesley retiró sus dedos, entonces dirigió su pene entre las nalgas de Micah, la punta estaba lubricada, pero no lo suficiente. Rápidamente lubricó su eje, entonces se alineó contra la abertura de Micah. Lentamente, se empujó al interior. Su boca cubrió la de Micah, capturando los gemidos mientras su pene penetraba el ano de Micah. Hizo una pausa, esperando un momento para que la respiración de Micah se estabilizara antes de seguir adelante. La presión era tan dulce, que casi le quita el control, como había sospechado. Él se empujó hasta la empuñadura. Su frente cayó sobre el hombro de Micah mientras ambos jadeaban. Pero la máquina dentro de Wes no podía detenerse. Se salió casi todo el camino, dejando solo la punta dentro, antes de empujarse hacia adentro y comenzar con un suave ritmo que golpeaba la próstata de Micah en cada ocasión. Los gritos de Micah llenaban el cuarto mientras se aferraba a los hombros de Wesley y se empujaba hacia los empujes. Wesley tomó el pene de Micah que se había endurecido de nuevo y lo empezó a jalar con el ritmo de sus empujes. —Wesley —Micah gritó, su semen cubrió la mano de Wesley. Su culo apretando como un perno el pene de Wesley y el grito de Wes se unió al de Micah cuando se corrió dentro de su amante. Colapsó sobre Micah, apoyándose sobre sus codos para evitar que la mayor parte de su peso cayera sobre el pequeño hombre mientras ambos luchaban por respirar. —¿Puedo alimentarte ahora? —bromeó.

Micah se levantó y besó la sien de Wes antes de deslizar sus labios hacia su oreja. —La única cosa por la que estoy hambriento es de tus brazos. —Puedo hacer eso. —Wesley podría hacerlo durante mucho tiempo, pero cuánto podrían hacerlo antes de que la innegable fuerza de sus familias los separaran. Se deslizó fuera de Micah y lo acercó acomodándose de lado. Todo lo que quería era sostenerlo. Se preocuparía del resto después.

—¡Romero! ¡Romero! ¡Hey! ¿Dónde estás, Romero? ¿Qué infiernos? Wesley reconoció la voz de Micah afuera, pero él lo acababa de dejar para que fuera al cuarto de baño minutos antes, mientras él se dirigía a la cocina por algo para comer. Salió a la escalera de incendios y vio a Micah en la banqueta. —¿Qué estás haciendo? —le gritó—. ¿Te vas a casa? ¿Necesitas que le lleve? Tu padre podría… —Jode a mi padre. —Preferiría no hacerlo —Wesley contestó secamente—. Realmente ¿qué está mal? —Nada. —Sonrió traviesamente y levantó su brazo—. Romero, Romero, ¿Por qué eres un Romero? —Oh joder, por el amor de… —Wesley se carcajeó—. Julian, trae tu culo aquí.

Si Micah seguía con eso, su secreto romance sería un rumor público para el momento de las noticias de las once. En un pueblo pequeño, eso significaría que todos lo sabrían. —Mi justo Romero me llama, y él es mi sol. —El fantasma de Shakespeare va a patearte el trasero. —Tú me protegerás. —Regresa adentro —Wesley le urgió. Deslizándose de regreso a su departamento, fue a la puerta del frente y la abrió. Apoyándose en el marco, esperó. Micah subió saltando los escalones. —Solo estaba tonteando —se carcajeó, presionándose dentro de Wesley—. Nadie de los alrededores me conoce. Pero ¿sabes qué? Estoy enfermo de someterme ante mi familia y esconder quién soy. Pero ¿no crees que sea divertido? ¿Romero y Julian? ¿Como Romeo y Julieta? —No puedo decir que sé mucho acerca de ellos, solo que murieron al final. —Sus brazos rodearon el cuerpo de Micah. No creía que ellos morirían pero tenía una sensación en su piel de que tampoco tendrían un final feliz. —Algunas personas dicen que ellos fueron personas reales —dijo Micah, deslizándose frente a él y entrando en el departamento—. ¿Crees en la rencarnación? ¿Romeo y Julieta tratando de encontrar a otros y reviviendo la misma historia una y otra vez? —¿Lo harías? —Wesley preguntó, siguiendo a su amante y preguntándose si se deslizaría en un ataúd. —No —Micah se carcajeó. Se dejó caer en el sofá y jaló a Wesley para que se sentara a su lado—. Pero lo vi en tu cara. No estoy loco. Estudié la conducta humana e historia en la

universidad. La gente repite los mismos patrones una y otra vez. Simplemente no podemos movernos. —Creo que estamos moviéndonos bastante bien —Wesley murmuró acariciando con su nariz el cuello de Micah. Micah suspiró de placer, inclinó la cabeza a un lado, dándole mayor acceso a Wesley. —Si solo nuestras familias no se odiaran. —No puedo decir que mis padres odien a los tuyos —dijo Wesley—. Es más… desdén. Es como una actitud de ‘si vas a ser de tal manera, entonces yo te contestaré’. En su mayoría se llevan bien con todos, pero supongo que el que mi mamá tuviera citas con tu papá en un tiempo y luego lo dejara por mi papá… Honestamente creo que ellos lo deberían de haber dejado para ahora. —Me gustaría. Ellos harán ésto más difícil. —Si. —Wesley no se molestó por traer a colación los sentimientos de los Julian sobre la homosexualidad. No tenía caso repetirlo. Micah estaba bien enterado de eso. Wesley se giró para acostarse en el sofá y jaló a Micah con él. —¿Te quedas en casa de Paris? —Nunca. Pero ahora estamos comprometidos, ¿verdad? — Micah se carcajeó—. Solo pídeme que me quede. Porque la respuesta es si. —Entonces te los estoy pidiendo —dijo Wesley. Jalando a Micah y besándolo a fondo. —Si, definitivamente, si. Solo déjame llamarle a Paris así ella no se aparecerá en mi casa para el desayuno de los sábados. —Embarazoso. —Wesley se carcajeó—. Dile que venga. Estoy seguro que tu prometida quiere conocer al hombre de tu vida.

Micah entrecerró los ojos hacia él. —Estás tratando de iniciar un ménage, ¿no es así? —Infiernos. No. Tu lindo culo es todo lo que puedo manejar ahora. —Genial… Lindo culo. Linda boca. ¿Estás seguro de que no crees que soy una mujer? Wesley palmeó el lindo culo de Micah. A su Marine le gustaba ser un poco rudo, y Micah amaba eso. Su trasero aun dolía de la vigorosa jodida, pero no se quejaba. Eso era exactamente lo que quería. Ni siquiera creía que iba a dejar de sonreír —al menos no pronto. Había pasado mucho tiempo desde que se había sentido tan feliz. —Definitivamente sé que no eres una mujer. —Wesley murmuró adormilado mientras se relajaban—. Demasiado duro y sólido. Demasiado cocky6. Micah cerró los ojos. —Te gusta mi cock… iness. —Definitivamente lo hace —Wesley contestó. Su mano subía y bajaba por la espalda de Micah mientras ambos se quedaban dormidos. Incluso con el pene de Micah moviéndose. Quería a Wesley de nuevo. Afortunadamente, ellos tenían toda la noche.

Cuando Micah despertó, se encontró solo en el sofá. Inmediatamente, supo que estaba en casa de Wesley, pero 6

Juego de palabras cock es una forma coloquial de decir pene, cocky es arrogante y cockiness arrogancia, se deja el original.

¿dónde estaba el hombre? Wesley había colocado una ligera manta sobre él, apagado las luces y había desaparecido. Sentándose, Micah vio alrededor. El reloj digital de la televisión le decía que era de mañana. Suponía que Wesley se había movido a su cama, pero ésto no era exactamente lo que Micah tenía en mente cuando Wesley le pidió que se quedara. Preparándose para un posible rechazo, se levantó y se dirigió a la recámara. Para su sorpresa, estaba en silencio, se acercó a la cama y la encontró vacía. Está bien. Bueno. ¿Qué jodidos? Un suave ruido captó su atención, regresó a la sala para investigar. Ahí fue cuando vio luz saliendo de debajo de la puerta en el área opuesta. Wesley había mencionado que este departamento tenía dos recámaras. Aunque a Micah no le habían dado todo el tour, sospechaba que esa era la segunda recámara. Cautelosamente, abrió la puerta, no quería alertar a Wesley inseguro de lo que encontraría. Para su sorpresa, Wesley estaba corriendo en una caminadora mientras escuchaba su iPod. El sudor manchaba el frente de su camiseta, y era obvio que había estado ahí por un tiempo. Hechizado, Micah veía el fluido movimiento de los brazos y las piernas de Wes mientras corría con una inclinación mediana. De nuevo… ¿qué jodidos? Entró en el cuarto, se colocó en la línea de la vista de Wes solo para darse cuenta que Wes tenía los ojos cerrados. Parecía estar en otro mundo corriendo y corriendo, su cara roja por el ejercicio, sus venas pulsando fuertemente. Micah quería colocar su mano sobre Wes, para sacarlo del trance, pero temía que al tocar al hombre quizás perdiera el ritmo y cayera. Viendo a Wesley correr dentro de su mundo, el corazón

de Micah saltó. Era como si su amante corriera de los demonios, y Micah solo podía suponer cuáles podrían ser. Después de tres viajes a Iraq, Wes seguramente había visto más atrocidades que lo que debería de ver cualquier ser humano. Micah se colocó en cuclillas, apoyó su espalda contra una banca y veía los músculos de Wesley flexionarse. Escuchó el ritmo de los pasos de Wesley sobre la caminadora y sabía que debería de salir del cuarto antes de que lo descubrieran. Pero no podía. Después de lo que pareció una eternidad, Wesley disminuyó el ritmo y se detuvo. Jadeando se inclinó y apoyó la frente en el panel de control frente a él. Micah se puso de pie. Tentativamente colocó su mano sobre el hombro de Wesley, dándole su fuerza, aunque no sabía para qué. Wesley lo vio y rodó la cabeza para ver a Micah, su mirada atormentada. —¿Qué sucede? —Micah preguntó. El otro hombre sacudió la cabeza. —Es… —se encogió de hombros—. No duermo mucho. Quizás un par de horas por noche. —¿Y entonces haces esto? —No le extrañaba que estuviera cincelado. —Corro, pesas… en ocasiones otras cosas. Micah lo estudió. Las palabras de Wes eran cortantes y por primera vez en esa noche, él parecía… cerrado. —¿Esto es sobre lo que sucedió allá? —aventuró, no queriendo presionar mucho. —No más de lo que miles de otros chicos han visto. —Wesley…

El hombre sacudió la cabeza. —Está bien, Yo logré regresar, y si no puedo dormir, entonces no duermo. Al menos, no regresé hecho pedazos en una caja. Girándose, bajó de la caminadora y salió del cuarto. Micah lo siguió, inseguro de qué decir mientras Wesley se dirigía al cuarto de baño y cerró la puerta detrás de él. Un decisivo click cerrando y dejando a Micah fuera viendo la pintura blanca de la madera. Un fuerte peso pareció caer en su estómago, y él sabía que había sobrepasado los lómites. Él solo no podía quedarse a ver a alguien… tan desgarrado en su interior. Pero ese no era su desafío. No era su lugar. Y Wesley se lo acababa de mostrar. Después de todo, ellos solo habían estado juntos una noche. Solo esta noche. Parecía muy claro que Wesley no lo quería tampoco aquí. Mientras él se bañaba en el cuarto de baño, Micah buscó sus cosas. No le faltaba realmente mucho. Se había puesto la mayoría de sus cosas cuando bajó a la banqueta para actuar como payaso. Ahora se sentía como un tonto.

Wesley estaba a la mitad de su ducha cuando salió lo suficiente de su estupor para darse cuenta que había sido un imbécil. Solo una noche. Él no podía tener una jodida noche sin caer presa de las macabras pesadillas que incluso lo acechaban durante el día y lo mantenían sin dormir. Apoyó la cabeza contra la pared de la ducha, cerrando los ojos y sabiendo sin ver que había alejado a Micah. Tensó la mandíbula mientras las emociones lo recorrían. Estúpido. Estúpido. ¡Era tan jodidamente estúpido! ¿Por qué no podía controlar esto? Por qué no podía aferrarse al hecho de que estaba en casa y no había potenciales bombas botadas a cada kilometro. Los francotiradores no estaban colocados para matarlo. No tenía que estar bebiendo café con un amigo por la mañana y enviarlo a casa en una caja por la noche. Frunció el ceño. No estaría bebiendo un jodido café con nadie esta mañana. Jesús, era un idiota. Y realmente sentía… algo… por Micah. Tendría que arreglar esto. De algún modo. Si Micah incluso quisiera hablar con el psicótico ex marine que casi le arranca la cabeza. Para su sorpresa oyó el ruido de unas llaves sobre el lavabo de mármol fuera de la ducha. Se enderezó, abrió los ojos. «¿Mi imaginación?» —Wesley —dijo Micah, su voz se oía real. Wesley abrió la cortina lo suficiente para ver a través del vapor el interior del resto del cuarto. Micah estaba ahí parado,

sus brazos cruzados sobre su pecho. Era posiblemente la mejor y más adorable vista que Wesley hubiera visto —no es que fuera a dejar que Micah supiera cuán adorable creía que se era. No justo ahora. —¿No cerré la puerta? —le preguntó. Micah bufó. —Como si esa endeble cerradura pudiera detener a un niño de dos años. Por favor. —Sus labios se presionaron juntos durante un momento y las alas de su nariz se movían—. Sabes, pensé en irme. —¿Por qué no lo hiciste? —Wesley preguntó, su tono inquisitivo y para nada demandante. Aun así hizo un gesto de dolor interiormente al darse cuenta que Micah podría pensar en dejarlo. —Porque. —¿Por qué? —No quería hacerlo. —Micah presionó sus labios e hizo una expresión de frustración—. No creí que realmente quisieras que lo hiciera. —No quiero —Wesley concedió. Empujando la cortina para abrirla más, le tendió la mano a Micah y él la tomó y entró bajo el agua con ropa y todo. Sus pies con calcetines tropezaron con los dedos de Wesley cuando él se acercó. Wesley gimió y abrazó a Micah más cerca, ignorando la filtración de la tristeza que parecía rodearlo. Él se prometió reparar el daño que estúpidamente había causado esta noche. —Lo siento —murmuró abrazando a Micah—. No quise tratarte de esa manera. —¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo? —Mucho tiempo.

—¿Mientras estabas dentro? —Micah lo vio, el agua bajaba por un lado de su cara y alrededor de su nariz. Gotas quedaban colgadas en sus pestañas, enfatizando la preocupación en sus ojos color ámbar—. ¿Nadie lo notó? Wesley se encogió de hombros. —Aprendes a esconderlo. Hay miles de cosas sucediendo. Yo no me pongo loco ni grito en sueños. Funcionaba y hacía mi trabajo. Solo no dormía. Es fácil convencer a la gente que eres uno de los que no necesitan más de unas cuantas horas de sueño. Su húmeda mano acunó la mejilla de Micah. —Gracias por no irte. Estaba seguro de que te irías. Era difícil para él admitir sus emociones. Sus vacías entrañas se revolvían plagadas de las muchas muertes que había presenciado y que acosaban sus noches. Quería esconder eso de Micah, protegerlo de la fealdad, pero no lo intentó mientras seguía de pie entre el vapor. La presencia de Micah entró en su alma confortando lo que no podía explicar. El pensamiento de que Micah lo dejara lo sacudió, alejando los últimos detritus de su golpeada psique. Repentinamente era imperativo luchar su camino a través de la aturdida cortina de dolor y enfocarse en la ligera figura del hombre en sus brazos. Micah sonrió. —Cuándo un rayo te golpea, eso hace difícil solo alejarse. Esto no es algo que encuentres todos los días. Girando la cabeza besó el interior de la palma de Wesley y entonces inclinó ligeramente la cabeza para morder la base del pulgar de Wesley. Wesley se estremeció cuando la boca de Micah bajó por su mano y tragó sus primeros dos dedos, chupando duro. Su pene se endureció por la necesidad de entrar de nuevo en la boca de Micah. Y entonces su dulce y feroz culo.

Riéndose ante la empapada ropa que el otro hombre usaba, Wesley levantó la camisa de la bastilla y se la quitó lanzándola al suelo, cayendo con un fuerte golpe. Abrió los pantalones y luchó para bajárselo, pero después de algo de lucha y carcajadas, salieron. Pronto ambos estaban desnudos bajo el chorro del agua. Sus penes en un duelo mientras se presionaban cerca uno del otro, las palabras se acabaron, el dolor se alejó, tragado por el gran aumento de la lujuria entre ellos. Wesley sostuvo la cabeza de Micah entre sus manos y lo besó. Micah… era su piedra y el único que incluso le habían importado sus terrores internos. El único que incluso lo sabía. Micah mordió el labio inferior de Wesley. —¿Terminamos aquí? Quiero ir a la cama. —Un lado de la boca se levantó—. Y agotarte.

Micah nunca se había sentido mejor. Su boca se elevó mientras se hundía en el confort que lo rodeaba mientras la gris luz de la mañana se filtraba dentro de la recámara. La recámara de Wes que estaba acurrucado a su lado, sus brazos sosteniéndolo fuerte. Pasando distraídamente los dedos por el musculoso brazo de Micah, tenía que admitir que ellos ajustaban bien juntos. Le gustaba la manera que el gran cuerpo de Wes parecía envolver el suyo. En ese abrazo que hacía que Micah se sintiera seguro. Protegido. Eso era realmente extraño. No se había dado cuenta que necesitaba eso, pero repentinamente, se dio cuenta que era como una hoja perdida de papel, volando y girando con el viento. Moviéndose rápidamente fuera del agarre de su padre y

de Tai durante años, viajando constantemente, escondiéndose, engañándolos, evitando que conocieran al real Micah Julian. Wes hacía que quisiera ser transparente. Que quisiera que todo el mundo supiera lo que era y lo que sentía por este hombre que lo sostenía tan fuerte. ¿Cómo podía sentir tal conexión tan rápidamente? Con apenas una mirada la otra noche, él le pertenecía a Wes. Los dedos del hombre recorrían arriba y abajo el pecho de Micah mientras Micah pensaba. —Puedo sentir tus pensamientos —dijo Wes. —Mmm-hmm —Micah admitió. —¿Todo está bien? Estaba un poco dolorido de su vigoroso hacer el amor de anoche, pero no se iba a quejar de eso. —Perfecto. ¿Podríamos solo quedarnos así por siempre? ¿Olvidar todo lo demás? Sintió el pecho de Wes cuando se carcajeó. —Puedes quedarte aquí tanto como quieras. —Mordisqueó un lado del cuello de Micah—. Quédate esta noche. Quédate el resto del fin de semana, hasta que tenga que regresar al trabajo el lunes. —Suena maravilloso. Las palabras se perdieron mientras disfrutaban solo el descansar contra el otro. Aparte de poner la ropa de Micah en la secadora, se quedaron en la cama el resto de la noche. Milagrosamente el teléfono de Micah había sobrevivido a la ducha y cuando Wes se lo trajo, Micah tenía un mensaje de texto de Paris diciéndole que se quedaría tiempo extra. Wes besó el hombro de Micah, su mano bajó por un lado de la cadera de Micah. Micah se acurrucó en sus brazos mientras él enterraba sus dedos en el cabello de Micah. Se sentía tan bien acostado ahí con él y entregándose al placer sin preocupaciones

acerca de la conducta u opiniones de la gente. No importaba nada. Solo que ellos estaban envueltos en un mágico capullo en la tranquila mañana. Ni siquiera su rápida respiración quebró el hechizo. Micah gimió tranquilamente mientras Wes deslizaba su mano alrededor del pene de Micah. Seguros y fuertes dedos jalaban su rígido eje, enviando temblores a los centros de placer de Micah. —Te quiero de nuevo —Wes murmuró, su tensa erección presionando contra el trasero de Micah. —Puedes tenerme todo lo que quieres. Wes gruñó. —Podrías arrepentirte de eso. Podría atarte a la cama y mantenerte aquí por siempre. Micah se giró en sus brazos así se apoyaba sobre su espalda. Sosteniendo la mirada de Wes, levantando las manos sobre su cabeza y en silencio sometiéndose. —Cuando los demonios te acosen, déjame exorcizarlos —le ofreció. —No sabes lo que estás sugiriendo —dijo Wes, suavemente—. Tu dulce culo podría ser mio varias veces en un día. Quizás más. —Tortura —Micah suspiró, su conducta conllevaba a que podría hacer cualquier cosa. Quería todo lo que podría obtener de Wes. Necesitaba al hombre más de lo que parecía posible. Wes subió sobre él. Sus dedos deteniendo las muñecas de Micah, manteniendo sus brazos detenidos donde los había dejado. Le sonrió a Micah, sus ojos cerrados mientras mostraba la total fuerza de su sonrisa. —Mio ahora —le gruñó. Se inclinó y presionó besos por el centro del cuello de Micah entre la clavícula, en el centro de su pecho. El corazón de Micah latía bajo los labios de Wes y se retorcía, pero los dedos de

Wes se tensaron sosteniéndolo. Girándose ligeramente capturó uno de los pezones de Micah, mordiéndolo duro hasta que Micah se arqueó bajo él. Los gritos de Micah retumbaban en el silencio del cuarto; excitándolo más mientras Wes lo chupaba y lo lamía. Wes parecía intentar moverse lentamente. Nada de lo que Micah hacía o decía lo empujaba a apresurar el placer de Micah. Wes jaló las manos de Micah hacia abajo mientras se movía lentamente. Levantando la vista, Wes sonrió de nuevo, entonces bajó la cabeza y tomó el pene de Micah dentro de su boca. Micah gruñó, arqueando la cadera. La boca de Wes lo llevaba a la locura. Cerró los ojos, dejándose llenar con las sensaciones, la piel se le erizó en piel de gallina, se estremeció. Gimió. Sus dedos se cerraron. Wes abrió las manos y las deslizó hacia arriba. Sus dedos se entrelazaron juntos mientras Wes lentamente subía y bajaba por el eje de Micah. —Por favor…— Micah rogaba—. Por favor, Wes… te necesito dentro de mí. En respuesta, Wes pasó su lengua por el suave punto bajo el glande de Micah, y otro estremecimiento recorrió a Micah. No podía durar mucho más. Su orgasmo se formaba en su interior. Gritaba y se arqueaba. Su liberación fluyó dentro de Wes mientras sus dedos apretaban duro. Cuando se calmó, Wes lo liberó y tomó los accesorios. En minutos él se empujaba dentro de Micah mientras que Micah gritaba por más. Wes no le dio cuartel, jodiéndolo duro. Pronto, muy pronto, también se endureció. Entraba en Micah mientras el sorpresivo ataque causó que Micah se estremeciera de nuevo. Abrumado, Micah lo jaló y lo besó duro. No había palabras entre ellos, nada se necesitaba decir. Ellos eran uno, un raro par que lograron al fin encontrar a su otra mitad destinada. Nada fuera de este cuarto podría cambiar eso.

Wes vio alrededor, parpadeando ante el blanco que lo rodeaba. Paredes blancas, muebles blancos, un piano blanco… Ellos compartieron croissants, café y besos en el desayuno, ambos incapaces de mantener las manos fuera del otro. Después Micah le preguntó a Wes si le gustaría conocer su estudio. Micah rentaba un espacio en un edificio de oficinas en el pueblo. Pero en lugar de oficina él había adaptado el lugar para escribir música, tocar sus instrumentos y estar solo. Cuando Wes vio alrededor, vio más que eso. Premios adornaban las paredes junto con fotografías publicitarias. Parte del espacio estaba lleno del equipo de grabación. Las paredes estaban cubiertas específicamente para amortiguar el ruido. —¿Podrías tocar para mi? —Wes preguntó. Aunque sabía que era la profesión de Micah, no tenía idea de cómo se oía su música. Era algo más que él quería saber. Quería saber… todo. Quería hacerlo. Ellos podrían tener una pelea frente a ellos, pero ahora eran uno. Él lo vio en los ojos de Micah esta mañana. También lo sintió. —Claro —Micah contestó. Se sentó en el banco mientras Wes se apoyaba en el piano para verlo. Los dedos de Micah acariciaban ligeramente las teclas presionando lo suficiente para hacer sonido. Wes sentía las caricias sobre el marfil como si las manos de Micah recorrieran su piel. Se sobresaltó ante las primeras notas, pero los largos dedos de Micah lo hechizaron mientras danzaban sobre las teclas. La

melodía, una mezcla de música moderna y clásica, flotaba alrededor de ellos, suave, cadenciosa y después más fuerte. Wes la sentía en sus entrañas. Construyéndose y llenándolo. Sus labios se abrieron, sorprendidos. Los ojos más abiertos, él veía las manos de Micah, entonces su cuerpo, sus párpados cerrados, Micah se movía con la música. El delgado cuerpo fluía ente las teclas mientras las notas resonaban, luego el sonido disminuía. Haciéndole el amor al piano… Su pene se endureció voyeristamente excitado al ver al hombre haciéndole el amor a su instrumento. No le extrañaba que hubiera sitios de fans dedicados a él. Micah era hermoso en movimiento, su música era secundaria a la imagen del pianista — claro, esa era la opinión de Wes. Uno de los críticos había llamado a la música de Micah: trascendentalmente perfecta. Wes podía ver eso, pero realmente, él estaba más interesado en el hombre. Su lengua recorría su labio inferior antes de llevar la húmeda carne entre sus dientes, respirando profundamente. ¿Qué en la tierra le estaba sucediendo? No podía pasar ni una hora sin necesitar tocar y saborear a Micah de nuevo. Parecía una locura encontrar a alguien tan instantáneamente adictivo, pero Wes no podía contenerse. Apartándose del piano, llegó detrás de Micah. Se inclinó hacia adelante. —No te detengas —le murmuró mientras caía de rodillas. Sus labios se presionaron contra el cuello de Micah mientras sacaba la camisa fuera de los pantalones, Micah usaba ropa prestada de Wes y quedaba grande para su pequeño cuerpo. Levantó la camisa y besó y mordisqueó la columna de Micah. —Wes —Micah gimió. —Sigue tocando —Wes contestó, la música seguía moviéndolo. Sus manos rodearon el frente de Micah. Sus dedos

trazaron el plano abdomen del hombre antes de deslizarlos dentro de los pantalones de Micah. Las notas titubearon cuando Wes acunó el pene de Micah a través de sus boxers de algodón. —Estás provocándome —Micah gimió. —No, no lo hago. La interpretación de Micah siguió entrecortándose mientras la mano de Wes acariciaba de arriba abajo la erección del hombre. Trazó la cabeza del pene a través de la delgada tela, el algodón estaba húmedo por el pre-semen que escapó de la pequeña ranura en la cresta. El eje de Micah pulsaba en la palma de Wes. Repentinamente, la música se detuvo y Micah se jaló fuera de la mano de Wes. Se giró en la banca, sus piernas a los lados de Wes. —No puedo tocar si haces eso. —Pensé que eras un profesional —Wes lo provocó, pasando sus manos hacia atrás y apretando el trasero de Micah, flexionando sus dedos dentro de la firme carne. —Correcto… —Micah jadeó—. Un profesional, no un dios. El banco se cayó cuando Wes se puso de pie levantando a Micah y presionándolo contra las teclas del piano con unas discordantes notas. Micah envolvió sus brazos alrededor de los hombros de Wesley y abrió sus piernas. Wes se acomodó entre ellas. Sus dedos aferrándose a las caderas de Micah mientras sus penes se presionaban juntos y bajó la cabeza para chupar el sitio en donde se unía el cuello de Micah con su hombro. —Hey, Mike… Oh Cristo…Lo siento… ¡Jesús! Aquí, ¿Mike? ¿Tienes que hacer esto aquí?

Wes levantó la cabeza y vio sobre el hombro de Micah al tipo que los había interrumpido. Espectacularmente un geek7 de la moda, era como Wes podría describir al tipo que parecía un cruce entre un nerd de computadoras, un interno de Wall Street y un adicto a las patinetas. Lentes de delgada montura negra apoyados perfectamente sobre su estilizado cabello negro, pero el estilo era más como de una estrella de rock que de un hombre de negocios —usaba una línea de delineador alrededor de los ojos. Camisa blanca, corbata negra y súper delgados pantalones de vestir. Tenis de tablero de ajedrez en sus pies. Y todos sus modales gritaban homosexual si el gayradar de Wes estaba funcionando. Pero no iba a ser ninguna suposición. Últimamente sus instintos habían fallado. Micah vio sobre su hombro. —Hey, Harrison. Lo siento. No pensé que estarías aquí hoy. —Alguien tiene que atender tu carrera, hombre. —Es sábado —Micah contestó. Harrison se encogió de hombros. —Hey, nunca dije que tenía una vida. —Entrecerró los ojos—. Tampoco, creía que tuvieras una… en el pueblo. Micah le sonrió y se giró hacia Wes. —Él es mi manager, Harrison. Harrison, él es mi… novio, Wesley. Wes le sonrió, el calor lo llenaba. —Novio… —Harrison dijo lentamente. —Si, ¿algún problema con eso? —Wes lo desafió. —No. Bueno… si, lo tengo —el otro hombre contestó. Dejó los papeles que llevaba del otro lado del piano y cruzó los brazos. Sus labios en un puchero, y Wes se mordió la sonrisa mientras 7

Geek, originalmente el artista de circo que efectuaba escenas desagradables, actualmente Locos por la computación y el internet.

notaba que el hombre tenía una constitución similar a la de Micah y era adorable cuando estaba enojado. No es que se sintiera atraído por el hombre, solo es que no inspiraba ninguna preocupación. —¿Tus padres lo saben? —Harrison continuó, girando su mirada hacia Micah que seguía en los brazos de Wes sin ninguna señal de moverse—. No, ellos no lo saben —siguió sin esperar respuesta—. Porque aun estás respirando. Bueno, al menos tendré mi cheque de pago por un tiempo. ¿Cuál es el plan? Wes vio a Micah. —Un poco ciclón, ¿no es así? —No tienes idea. —Por el amor de San Pedro. Estoy aquí —Harrison gruñó. —El plan es que seguiré viendo a Wesley tanto como él quiera verme… —Creo que por mucho tiempo —Wes murmuró. —Y esto va a llegar a los medios, no es necesario extender los chismes. Y no habrá comentarios si preguntan. No soy tan importante para que les importe con quién estoy saliendo. Así que solo sigue haciendo lo que estás haciendo y si mis padres llaman tú me viste aquí, vivo y bien. —A ellos no les va a gustar esto. —Tengo veintitrés, no doce. Ellos necesitan dejarme crecer y dejar de arroparme. Soy un adulto y ellos no necesitan mantener vigilancia en mí. —O el amor de tu vida —Harrison murmuró, viendo los papeles y moviéndolos juntos. Micah frunció el ceño y se puso de pie, se deslizó fuera del agarre de Wes. Wes se apartó para darle espacio para que se moviera, y Micah levantó el banco volcado y fue hacia Harrison.

Wes se tensó cuando Micah colocó una mano en el brazo del manager. Ellos se veían bien juntos. Quizás mejor que Micah y él. Wes tragó la amargura. Se giró para alejarse y vio a través de la ventana. ¿Desde cuándo era celoso? Y sin razón. Micah había dejado bien claro lo que él era. —¿Cuál es el problema? —oyó a Micah preguntarle a Harrison. El otro hombre suspiró. —Ninguno, Solo estoy muy sensible hoy. Han pasado seis meses, sabes. Desde que Chip me dejó por ese puto. Yo solo… estoy feliz por ti. Solo que duele ver… bueno, eso. Wes imaginó lo que era ‘eso’ había acompañado la palabra señalando el lugar de la escena en donde estaban haciendo el amor cuando él entró. Se giró justo a tiempo para ver a Micah abrazar a su amigo. El corazón de Wes se hundió, y fervientemente deseaba no haber elegido ese momento. Se giró para alejarse de nuevo cuando Harrison bajó la cabeza y Micah apoyó la mejilla en el cabello del hombre. Si pudiera, saldría del cuarto, pero no sabía a dónde ir. Realmente no es que estuviera celoso, a pesar de la reacción inicial. Solo quería darles algo de privacidad. Harrison parecía estar dolido. Mucho. Y Wes ciertamente podía entenderlo. No era un imbécil que cuenta sus deseos sobre el dolor de alguien más. Harrison necesitaba a su amigo. Aun así el par murmurando elevaba la tensión de Wes. Ellos necesitaban estar solos. —Micah —le dijo, dirigiéndose a la puerta—. Iré al Starbucks de esta calle. Tómate tu tiempo. Se arregló la ropa mientras estaba dentro del elevador, la intrusión de Harrison efectivamente había desinflado su pene.

Está bien, pensó con una sonrisa. Si ellos seguían con el mismo ritmo, Micah no sería capaz de caminar por días. Aun sonriendo, dejó el edificio y se dirigió a la cafetería en donde esperó. Y esperó. Y esperó. Tomó asiento cerca de la ventana, viendo hacia el edificio de Micah. Nada. Vio su reloj. Cuando le dijo que se tomara su tiempo no esperaba que se tomara una hora. Dándole un trago a su ahora frío latte, trató de ser paciente. «O quizás solo eres un ingenuo cursi », pensó. ¿Qué infiernos estaba sucediendo? Micah no había dado más de unos pasos fuera de él desde que atravesó la puesta de la casa anoche. —¿Qué hace un tipo como tú en un lugar como este? Sorprendido al oír la voz de su amigo, Wes levantó la vista. —Ben. Hey, ¿Qué haces aquí? —Encontrarme con una chica. Quizás. —Se encogió de hombros—. O quizás no. Es una cosa de cita a ciegas. O algo así. Veremos si ella aparece. Hemos estado hablando durante semanas pero ella está preocupada acerca de un encuentro cara-a cara. —¿Y el encantador señor Ben Marcus convencerla? Algo debe de estar mal en el mundo.

no

puede

—Engreído. —Ben sacudió la cabeza—. Realmente me agrada, pero ella está renuente incluso aunque le agrado. Creo que ella se quemó antes. Si no aparece, solo seguiré intentándolo. —Inclino la cabeza ligeramente—. Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? Ésta no es exactamente tu parte usual de Verona.

—Micah y yo estábamos en su estudio. Él tenía algunos asuntos que atender así que vine aquí. —Y podía ser un tonto al admitir eso. Casi hora y media… —¿Micah? Espera… ¿Micah Julian? —Ben se inclinó hacia adelante, sus ojos más abiertos—. ¿Estás jodidamente loco? — siseó—. ¿Por qué te haces esto? Sabes que no funcionará. ¿Tienes una veta autodestructiva? —Si, Micah Julian. No puedo explicártelo, Ben. —Él está comprometido… —Realmente, no. —Necesitas salir de esa relación antes de que sea demasiado tarde, hombre. Realmente, no necesitas que te lastimen ahora. Acabas de regresar, y él es un miembro del campo enemigo justo aquí en casa. ¿No recuerdas lo que sucedió con su familia el jueves? El jueves, ¡por el amor de Dios! Termina con esto. Ellos no te aceptarán. Y conozco lo suficiente a tu mamá y a tu papá para saber que no les complacerá. ¿Ellos lo saben? —Interesante. Esta es la conversación que justo acabo de tener en mi estudio. Alivio llenó a Wes al ver a Micah detrás de la silla de Ben. Hasta ese momento no se había dado cuenta lo preocupado que había estado. Micah se deslizó al lado de él en la banca y se acercó. Besó a Wes en la mejilla, entonces le dio una rápida mirada a Ben. —Siento haberme tardado tanto. Una vez que logré calmar a Harrison, él se preocupó por nosotros —y mi familia. Tuve que convencerlo de que sabía lo que hacóa. —Ben también está preocupado, bebé —dijo Wes. Envolvió su brazo alrededor de los hombros de Micah. Su otra mano le tomó la mano y entrelazó los dedos. Apretando suavemente,

saboreando el toque—. No te enojes con él. Nosotros somos amigos desde hace mucho. No quiere que termine lastimado. —Está bien —Micah murmuró. —Micah… Micah suspiró. —Está bien… Encantado de conocerte, Ben. —Apretó los dedos de Wes—. Prometo no lastimar a Wes. —Ben se va a reunir con alguien, así que deberíamos irnos ya que estás aquí. ¿Aun vendrás mañana? —Wes le preguntó a Ben. —Absolutamente. Puede que lleve a mi chica si soy afortunado. —Espero que lo hagas —dijo Micah tranquilamente mientras Wes y él se ponían de pie. Él le dio la mano a Ben—. Me alegra que Wes tenga grandes amigos que se preocupan por él. Y tienes mi permiso para patearme el trasero si lo lastimo —pero no lo haré. Ben asintió y les dijo adiós antes de que Micah y Wes salieran. Para sorpresa de Wes, Micah no le soltó la mano. —Quiero salir. No quiero esconderme —dijo Micah cuando Wes levantó sus manos ligeramente y lo vio—. Esto era parte de mi conversación con Harrison. Él estaba tratando de convencerme de no salir. —¿Por qué? Él claramente lo hizo. —Mis padres. Está preocupado por mi. Wes suspiró. —Todos están preocupados por nosotros. Uno pensaría que dos chicos nunca pueden tener algo especial juntos. —Aunque lo entiendo. Ellos saben los problemas con nuestras familias. Entonces, ¿qué hacemos Wesley? —dijo Micah

cuando llegaron al carro y se fueron hacia lados opuestos. Vio a Wes sobre el techo del carro. —Realmente siento haberme tardado tanto. Cuando me di cuenta lo tarde que era, estaba preocupado de no encontrarte. La culpa carcomió a Wes. Si, él pensó que quizás Micah no llegaría, pero honestamente, podía decir que no había considerado irse. No en ese momento. ¿Eso lo hacía un cursi? Estudió a Micah cuando ellos llegaron al carro. No, era un hombre que no quería perder a alguien especial. —Trataría de encontrarte antes de solo irme. En realidad estaba preocupado de que me descartaras —se rio. Micah palideció. —No —dijo, sacudiendo la cabeza—. No puedo solo irme o descartarte o lo que sea. —Se estiró en el carro y tomó el frente de la camisa de Wes jalándolo. Sin preocuparse de nada que lo rodeaba, besó duro a Wes, llevado por la desesperación golpeando labios y dientes. Wes se abrió dejando que Micah entrara y gimiendo ante las sensaciones correctas que lo inundaban. Señor, Micah era adictivo. Wes lo quería para el desayuno, la comida y la cena y cada respiración que tomara. No importaba que todos predijeran que no iba a terminar bien o incluso si lo sentía en lo profundo de su ser. Él haría todo lo que pudiera para que funcionara.

—Desearía que pudiéramos solo alejarnos de aquí —dijo Micah mientras se acercaban al departamento de Wes. Viendo por la ventana los edificios pasar, sintiendo como si su interludio de esa mañana hubiera sucedido hacía semanas en lugar de solo horas antes. —No podemos hacerlo, bebé. Nosotros tenemos nuestro propio espacio aquí en la vieja y buena Verona, Michigan. —Lo sé —Micah aceptó—. Huir de los problemas nunca ayuda. Confía en mi, lo sé. He estado huyendo de mi familia por cinco años. No funciona muy bien para mí. Aun tengo que regresar a casa. Ninguno de ellos mencionó que Micah pudo haberse mudado lejos. Lo consideró muchas veces, pero siempre había probado que sería una molestia pues nunca tenía suficiente tiempo para establecerse. Era más fácil dejar las cosas en casa de sus padres y tratar de enfrentar la despectiva conducta cuando se hablaba de la homosexualidad o de los vecinos cruzando la calle. Pero no eran totalmente malos. Principalmente eran gente genial —bueno, de cualquier manera, su mamá y su papá lo eran— apoyaban las artes y las caridades. Mucha gente, excepto los Romero y los amigos de los Romero, podrían decir que los Julian eran… agradables. Pero Micah sabía que las cosas se pondrían contra él cuando la verdad saliera. Cuando Tai había golpeado a un chico en la preparatoria porque el chico era gay, el papá de

Micah prácticamente elogió a Tai por ‘darle a ese chico queer8 una lección’. Eso fue cuando Micah comenzó a pasar horas en el piano. Necesitaba alejarse de su papá y de Tai. La idea de que ellos descubrieran que le gustaban los chicos lo aterraba. Esconder su naturaleza se convirtió en un hábito —fácilmente. —¿Harrison viaja contigo? —Wes preguntó—. Tus padres deben de amar eso. —Si. Ellos, um, lo criticaron. Los mantengo apartados. Y Harrison viaja conmigo en ocasiones. Es agradable tenerlo. Es un buen amigo… Oh… —La mirada de Micah se giró hacia Wes. Él quiso decir…—. Nosotros, uh, nunca… no es lo que parece. Wes se carcajeó. —Tranquilo. No es lo que preguntaba, aunque es bueno saberlo. —No viajaba mucho cuando estaba con Chip. Chip… era un imbécil, pero me hacía sentir culpable de tener a Harrison conmigo en los viajes cuando ellos estaban juntos. No es como si yo viajara solo. La compañía de discos me tenía un pequeño séquito. —No, no te sientas culpable, Si él iba a ser infiel, iba a ser infiel. Lo he visto mucho. Las cartas de ‘Querido John9’… ver el dolor y la ira… Eso me hacía sentirme feliz de no tener a alguien con quien regresar en casa.

8

Queer literalmente significa raro, extraño, a principios del siglo veinte fue usada por heterosexuales como una manera despectiva de referirse a lo homosexual. Sin embargo en años recientes las personas homosexuales deliberadamente están usando la palabra en lugar de gay (gay originalmente significa feliz sin preocupaciones), u homosexual para darle una connotación positiva a la palabra y quitarle su negativo poder. 9 Una “Dear John letter” es una carta de una persona generalmente mujer dirigida a un esposo o novio para informarle que su relación a terminado, por lo general debido a que encontró otro amante. Estas cartas se escriben a menudo por la incapacidad o falta de voluntad para informar a la otra persona cara a cara. La situación inversa, en la que una mujer es la destinataria, se conoce como una carta “Querida Jane”.

Micah pasó sus dedos por el pulgar de Wes. Wes tenía fuertes manos. —Yo esperaría por ti. También estaría orgulloso de ti. Mi propio Marine. —Ooh hurra —Wes bromeó, pero el comentario hizo que la piel de Micah se erizara en piel de gallina. Saber el pasado militar de Wes solo lo hacía estar más caliente por el hombre, ya fuera que Wes siguiera en servicio o no. —Wes… —Micah murmuró, abrumado por la oleada de necesidad golpeándolo. Eso era como si realmente hubiera estado esperando mucho tiempo a que su Marine regresara a casa, y ahora, finalmente estaba aquí. Los sentimientos, todas las extrañas sensaciones de saber que había encontrado al ‘especial’ hacía que tuviera sentido. Había sido un nómada toda su vida, a la deriva de su familia, solo en los tour. Pero al encontrar a Wes… él encontró su hogar. —¿Qué sucede, bebé? —Wes preguntó, bajando la velocidad del carro y viéndolo. —Yo… —Se dio cuenta de que se quedó sin palabras… Y eso lo asustaba. Wes podría pensar que estaba loco. Sus dientes se hundieron en el labio inferior. Así se controló por ahora. Esperando por Wes, sabiendo que él estaba huyendo de su propia verdad, sabiendo que su familia nunca lo aceptaría a él — tampoco a ellos… Todo cayó en una pila sobre ellos en el silencio del carro. Sacudió la cabeza. —Necesito ir a casa. Solo un momento. Regresaré esta noche. ¿Puedes dejarme ahí? Wes levantó una ceja y lo vio, impactado. —Una arriesgada situación, ¿no te parece? —¿Asustado, Marine? —Pfft —Wes contestó riéndose—. No.

—Nadie ni siquiera lo notará hasta que entre. Confía en mí. Estarás muy lejos antes de que ellos se den cuenta que regrese. — Al menos lo esperaba, pero como se había estado diciendo mucho en los últimos días… había terminado de esconderse. Wes estaba en desacuerdo con él y se lo dijo, pero aun así llevó a Micah a su casa. —Quiero besarte —dijo Micah—. Pero eso empujaría las cosas un poco más. Estaré en tu casa dentro de algunas horas. Espero doble toqueteo. —Apuesta por eso —Wes prometió, pero no podía esconder la preocupación en sus ojos cuando Micah salió del carro. Su expresión sombría, Micah le dio una pequeña sonrisa, le dijo adiós con la mano y se dirigió a la casa. La ansiedad hervía en su estómago mientras recorría la entrada, la blanca cortina de encaje se movió y sabía que alguien había estado viendo hacia afuera —así que sus mejores planes se derrumbaron. Tomó una profunda respiración y no dejó que sus pasos fallaran. Era un hombre, no un rebelde adolescente que llegaba a casa después de estar fuera veinticuatro horas. Y qué veinticuatro horas habían sido. Sonrió a pesar de saber que el juicio lo esperaba más allá de la puerta pintada de verde de sus padres. Su madre lo encontró justo cuando cruzó la puerta, Sus brazos cruzados y la mirada fija en él. —¿El chico Romero? En serio, Micah. Pensé que sabías bien lo que es ser visto junto a chusma10 como esa. «¿Chusma?» —¿En serio, mamá? Es un chico agradable. —¿Oh, en serio? Oí que ha estado en prisión. —¿Prisión? ¡Mamá! Es un Marine. ¡Ha estado en Iraq!

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Riffraff, de clase social baja, considerado inútil, de mala reputación, basura, chusma, gentuza, etc.

—Hmph. Micah sacudió la cabeza y caminó alrededor de ella. — Solo necesito ir por algunas cosas. No me quedaré. —¿A dónde vas? Se detuvo y la vio levantando una ceja, de la misma manera que Wes lo había hecho en el carro. Presionó los labios juntos mientras contenía una sonrisa. Maldición, el hombre lo hacía feliz. —Estás bromeando. Espera a que llegue tu papá. —Por favor, mamá… —Suspiró—. No soy un niño y ustedes dos necesitan dejar de tratarme como uno. Soy un adulto, y ya es tiempo de que todos se den cuenta de eso, y no ‘voy a esperar a que llegue mi padre’ a casa. Voy por algunas cosas a mi cuarto y me voy. —¿A dónde? ¡Te vas a mudar con él, Micah! ¡Piensa! No sé cómo te arrastró a entrar en esto o qué te ha convencido a hacer… —No me ha convencido a hacer nada —Micah gruñó. Esto es lo que era. Éste era el gran y feo momento que había temido por años, y ahora que estaba aquí, no parecía tan terrible. Incluso sin decir las palabras, la catarsis comenzó a aligerar el peso de la culpa en su interior—. Soy gay, mamá —simplemente dijo—. Eso es lo que soy. Wesley Romero no ha hecho nada con eso. —Sonrió—. Aunque… creo que estoy enamorado de él. La cara de Maisie se volvió blanca y a ciegas buscó la pared con una mano, los dedos de la otra presionando su cuello. —Micah…por favor… —ella jadeó—. No digas eso. Micah suspiró, solo levemente preocupado. Su mamá era una reina dramática. Había visto esa actuación antes. Aun así él la ayudó a llegar al sofá y le llevó un vaso con agua.

—Voy a traer mis cosas —anunció. —No… —ella le rogó—. Toma asiento y háblame acerca de esto. Él sacudió la cabeza. —No puedo. Quieres que cambie de opinión y eso no va a suceder. —La conocía muy bien para predecirlo, y la consternación en la cara de ella le mostraba que estaba exactamente en lo correcto—. Esto no es nuevo. Lo he sabido desde hace mucho tiempo… —Pero él hizo… —No, no hizo. Sé que no quieres creerlo, pero soy gay. Wes no es el primer hombre con el que estuve, así que no lo culpes. —¿Quién abusó de ti? —ella exigió. —Oh ¡por el amor de Dios! —explotó—. ¡Nadie lo hizo! Solo soy de esta manera. Acéptalo o no, no me interesa. Frustrado, salió al pasillo rumbo a su cuarto. Respirando rápidamente mientras entraba al levemente iluminado interior y se apoyaba contra la puerta, tratando de ignorar la roca en la punta de su estómago. Eso era así. Había salido. Su mamá probablemente estaba al teléfono contándole todo a su padre. Edward no estaría complacido de que su juego de golf fuera interrumpido y por lo que él definiría con el término de ‘repugnantes’ noticias. Apartándose de la puerta, Micah se dirigió al armario y sacó una gran maleta con ruedas. La lanzó en la cama. ¿Qué es lo que quería llevarse? Admitió que no tenía mucho aquí, solo la ropa y algunos recuerdos personales. Acomodó eso primero en la maleta. La mayoría de sus cosas que realmente le importaban estaban en el estudio. Inconscientemente las había ido dejando ahí cuando llegaba de sus viajes, en lugar de regresarlas aquí. ¿Habría sabido que esto vendría?

La puerta de su cuarto se abrió golpeando la pared. —Entonces ¿estás jodiendo con el marica de Romero?— Tai demandó, su tono duro como si gruñera las palabras—. Siempre supe que eras un chupapenes, pero pensé que elegirías a alguien más arriba de la cadena alimenticia. Micah vio a su hermano, rehusándose a engancharse. Alejó la mirada, tomó una pila de camisas del cajón y las dejó en la maleta. —Déjame en paz, Tai. En lugar de eso, su hermano entró al cuarto y cerró la puerta detrás de él. —¿A dónde vas? ¿A vivir con Paris? Ese era el plan. Mientras planeaba quedarse muchas noches a dormir en casa de Wes, tenía una invitación abierta para usar la segunda recámara de Paris—. ¿Qué te interesa? —¿Qué me interesa? —Tai siseó—. ¡Eres repugnante! —Como sea. Tai no perdió energía. Se giró hacia la cómoda. —No dirás eso mucho tiempo —Tai gruñó. Impactado, Micah lo vio. Su sangre se heló cuando su hermano se acercó. Tomó a Micah del cuello de la camisa. —¿Qué vas a hacer cuando te vayas, querido hermano? ¿Pasar tus noches jodiendo hombres? ¿Tomándolos por el culo? Micah lo empujó, apartándose del agarre rodeó la cama. —¡Aléjate de mi! Sal de mi cuarto. —Vas a dejar eso, Mikey —Tai demandó, usando el sobrenombre que Micah odiaba mientras lo seguía. Levantó la mano y tomó a Micah del cuello empujándolo contra la pared y presionando su garganta—. Terminarás con esto o haré que sientas el haber visto a un hombre. ¡Ningún hermano mio va a ser un jodido marica!

—¡Suéltame! —Micah jadeó, aferrándose a los brazos de su hermano. —¿A ellos les gustas por tu elegante culo marica? ¿Qué más dejas que te hagan? —Tai lo empujó más duro, entonces repentinamente soltó a Micah, mientras Micah lo pateaba, haciendo lo que fuera para liberarse. Micah jadeaba por aire, su visión periférica se perdía por falta de oxígeno. Tai lo tomó de nuevo. Golpeó la cabeza de Micah contra la pared. Entonces de nuevo y de nuevo. Empujó duro a Micah, Micah se tambaleó golpeándose contra un trofeo que estaba en un lado de la mesa, se le encajó en la mejilla antes de que el peso lo forzara a caer a un lado y al suelo. Tai llegó sobre él. —¿No piensas que eso podría arruinar tu carrera? Ninguno de nosotros podría ayudarte. Papá preferiría destruirte a tener un hijo gay. Todo lo que tendrías es a ese podrido de Romero. Estarías muerto para nosotros. Él ya estaba muerto para ellos. La casa no era a prueba de ruidos, su madre tenía que estar escuchando que Tai lo estaba golpeando. —Sal de mi cuarto —Micah balbuceó. Puntos giraban frente a sus ojos pero no estaba seguro si era por la situación o por la golpiza de su hermano. O por ambas cosas. —Termínalo, Mikey. Quiero decir esto. Termínalo o lo lamentarás. —Tai salió del cuarto cerrando la puerta tras él. Unos minutos después, oyó el rechinido del carro de Tai alejándose. Con nauseas, Micah subió a la cama. El dolor lo inundaba, el peor que hubiera sentido. Pero si podía respirar, él estaba bien. Un dolor de cabeza pulsaba detrás de sus ojos, el dolor era más fuerte en la parte de atrás de su cabeza. Tenía que salir de aquí. No tenía dudas de que su padre podría golpearlo hasta casi

matarlo. ¿En qué había estado pensando al creer que era seguro venir por su ropa? No podía quedarse aquí. Era un hombre adulto; era tiempo de moverse antes de que realmente lo lastimaran. Dejaría atrás esa casa y sus disfunciones. Forzándose a ponerse de pie, desordenadamente lanzó el resto de sus cosas en la maleta y en otra que solía usar en sus frecuentes viajes. Colocó las cosas de baño y dos cambios de ropa en una tercera maleta más pequeña. Asomándose por la puerta, vio si no había nadie a la vista. Tai se había ido, su madre estaba Dios sabe dónde y su padre aun no llegaba a casa —eso podría cambiar pronto a menos que se equivocara en sus conjeturas. Sintiéndose como un ladrón en la noche, a pesar de tener solo sus pertenencias, tomó las dos maletas grandes y se colgó la tercera en el hombro. Dejando su vida detrás de él, se dirigió a la cochera y a su súper pretencioso carro que él nunca usaba.

—¿Qué has hecho? —Hi, mamá —Wes contestó, sonriendo ante su teléfono celular mientras tomaba una cerveza del refrigerador—. Estoy bien ¿y tú? —No te hagas el listo conmigo Wesley Allen Romero. Se detuvo, se enderezó y dejó la cerveza en el mostrador. —Um… yo… no tengo idea de qué hablas. —Del niño Julian, Wesley. Oh… esto es cuando la mierda golpea el abanico. —Sus padres estuvieron aquí. Golpeando la puerta y gritando. Pensé que tu padre y Edward se golpearían. Ellos dicen que estás con su hijo. ¡Que lo corrompiste! Dime que no es cierto. ¿Un Julian, Wes? ¿En qué estabas pensando? —ella preguntó sin esperar una respuesta. Probablemente era bueno dado que Wes estaba tratando de entender todo lo que ella decía. «Santa mierda». Su lengua recorrió su labio inferior y entonces exhaló. — Micah y yo nos estamos viendo —admitió—. ¿Pero corromperlo? Él tiene veintitrés no dieciséis. —Un Julian, Wes —ella repitió. —Si, mamá, lo sé. Y creo que te agradará cuando le des una oportunidad. Él no es como ellos.

—Estoy segura que no lo es si te agrada, cariño. Pero hay tanta mala sangre. Ellos están gritando que se mudará contigo. Wes abrió más los ojos. «¿Mudarse?» —Estoy seguro que ellos… se equivocan. La última palabra salió lentamente ante la idea de que se establecieran. ¿Micah estaría en su cama cada noche? Realmente le gustaría eso. —Bueno, él tomó sus cosas y se fue. ¡Ellos dicen que tú te metiste entre él y su prometida, Wesley! Puedo aceptar muchas cosas, lo sabes, pero el engaño… —Él no está comprometido. Nada indecoroso está sucediendo. —Aunque podía pensar en algunas cosas indecorosas que le gustaría hacer. Con Micah bajo él. Desnudo. ¡Jesús! No podía tener una erección mientras hablaba con su mamá. Toques en la puerta llamó la atención de su entrepierna ante la posibilidad de que Micah estuviera aquí. Se apresuró a la puerta mientras su madre seguía hablando. Abrió la puerta y vio al hombre que lo tenía fascinado, pero todo pensamiento sexual se perdió al ver la condición de Micah. —Me tengo que ir, mamá —le dijo. —Tráelo a cenar pronto —ella indicó—. Quiero conocer al niño. —Está bien, mamá. Lo prometo —Wes contestó, impactado al ver la cara de su amante. Terminó la llamada y lentamente guardó el teléfono en el bolsillo—. ¿Qué sucedió? — preguntó, alcanzando a Micah y llevándolo al interior. Tomó la pequeña bolsa del hombro de Micah y la dejó en el pasillo mientras se dirigían a la sala. Sentándose, jaló a Micah a su regazo.

A pesar de todas las protestas de Micah acerca de no ser pequeño, se acurrucó sobre Wes, sus puños se aferraban a la camisa de Wes metiendo su maltratada cara dentro del cuello de Wes. —Lo dije —murmuró—. Les dije que soy gay. —¿Y ellos te hicieron esto? Micah sacudió la cabeza. —Solo Tai. Me atacó en mi cuarto cuando estaba empacando para irme a casa de Paris. Pero nadie lo detuvo. —Sollozó—. Pensé sentirme mejor al salir. —Probablemente así sería si Tai no te hubiera golpeado. — Levantó la cara de Micah, acunó su mentón y examinó el daño. Si pusiera las manos en Tai, lo mataría. Los brillantes ojos café de Micah atraparon su mirada. —No lo hagas —jadeó, su voz rasposa y Wes vio los moretones oscuros en su cuello—. Puedo ver lo que piensas. No contemples eso. Sé que puedes protegerte, pero no quiero que tengas problemas con la policía. —No puede salirse de esto. —Nosotros nos mantendremos alejados de él. Está bien, Wes. Todo está bien. La mandíbula de Wes se tensó y presionó los labios juntos. No estaba bien en absoluto, Dejó la cara de Micah de nuevo sobre su hombro. Cerrando los ojos, frotó la mano arriba y abajo de la espalda de su amante. Micah había ‘salido’ y si Wes tenía algo que ver, Micah nunca regresaría. —¿Dices que empacaste para ir a casa de Paris? —Mmhmm. Me di cuenta que no podía quedarme ahí. Paris tiene un cuarto que me ha ofrecido, así que le tomaré la

palabra. No tendré que checar entradas y salidas. Sabes… si quiero quedarme con mi novio. —¿Qué si tu novio sugiere que te quedes aquí? Micah se enderezó e inclinó la cabeza un poco para verlo. Wes sonrió. —Quiero decir eso. Sé que es rápido, pero ambos nos mentiríamos si no admitimos la manera de esta relación. No voy a tratar de entenderlo. Solo te quiero aquí. Los ojos de Micah se iluminaron. —¿Estás seguro de que me quieres aquí? —Bebé. Estoy seguro. Micah mordió un lado de su labio inferior y le sonrió. —Está bien, bueno… —Se encogió de hombros—. Vamos a intentarlo.

—Y tuve que detenerla en la puerta. ¡Estaba en total labor! Y ella decidió que había terminado. Ella se iba a su casa. —Paris se reía mientras le colocaba mantequilla a su croissant. Wesley y Micah sentados a la mesa frente a ella. Micah apoyó su mentón en las manos y le sonrió mientras escuchaba a su amiga. No podía ser más feliz. Después de que Micah había regresado aquí ayer, Wes había sacado las maletas del carro y Micah había pasado el resto de la noche en sus brazos. Una oleada de felicidad lo recorrió al recordar las suaves caricias de Wes y los tiernos besos sobre todos los moretones en el cuerpo de Micah. Le dio un trago a su café mientras los dedos de Wesley lo acariciaban por debajo de la mesa. Francamente, traviesos, caricias eróticas que encendían a Micah, pero trató de esconderlo mientras escuchaba a Paris.

—Afortunadamente logré que regresara a la cama y estaba lista antes de que fuera tiempo de pujar. Locas madres… Ella había logrado arrancarse la intravenosa, y el monitor fetal y se puso su abrigo —todo mientras yo iba a traerle hielo en trozos y su marido estaba en el baño. —Ella bostezó—. Agotadora noche. Aunque, gracias por invitarme a desayunar, Wesley. Es lindo verte. Aparte de la otra noche en la fiesta, no te había visto desde la preparatoria. —Estaba en Iraq —Micah le dijo, de algún modo orgulloso de Wesley —y realmente sintiéndose orgullosos de si mismo. Anoche, él había logrado mantener a Wesley en cama con él todo el tiempo, sin que se escapara a hacer ejercicio huyendo de los demonios. —No todo el tiempo —Wesley se rio—. También fui a la universidad. Soy arquitecto para Hardy y Lowe. Ellos fueron realmente amables de esperarme cuando me llamaron a servicio, Y no miento, estoy realmente feliz de estar fuera ahora. —Lo apuesto. Entonces, um… ¿qué sucede aquí, chicos? —Paris preguntó, su tono de voz divertido—. No puedo evitar notar que mi prometido está usando pantalones de pijama y una camiseta en el desayunador, Wesley. —¡Detén eso! —Micah exclamó, su cara roja. Paris sonrió cínicamente. —Tus padres… ¿saben que estás aquí? —¿Qué crees? —Se encogió de hombros—. Me mudé. Justo después de que Tai hizo esto —le dijo, señalando su cara. —Y aquí yo pensando que te habías golpeado contra la pared. Ese imbécil. Siempre ha sido violento contigo. Siempre buscando alguna excusa. —Bueno, esta vez fue porque soy gay.

—Entonces ellos lo saben… —Paris dio un exagerado suspiro—. Bueno, se fue mi excusa de prometido. Maldición. —Lo siento —le dijo, aunque era verdad, no lo era totalmente. No le gustaba mentir y se alegraba de estar con Wes. —Es bueno que Micah no esté a merced de sus padres — Wesley agregó—. Aunque con cuatro álbumes exitosos y múltiples presentaciones, es financieramente solvente para estar libres de ellos. —¿Cómo lo sabes…? —Micah preguntó. —Mi búsqueda por internet fue completa. —Besó la sien de Micah—. Realmente estoy orgulloso de ti. Micah le sonrió hasta que Paris comenzó a hacer sonidos de arqueos. —Ustedes dos son tan… ¡dulces! —¿Ella es siempre así? —Wesley preguntó. —Siempre —Micah confirmó cuando se oyó que tocaron a la puerta. Wesley fue a abrir, dejando a Micah y a Paris solos en el soleado desayunador de la cocina. Ella se inclinó hacia adelante. —Me agrada —le confió. —A mi, también. —Micah se rio, feliz de que su mejor amiga lo hubiera aprobado. Vio hacia la entrada—. ¿Sabes algo acerca del DSPT*? —le preguntó en voz baja. —No mucho. Si tu chico lo está padeciendo debería de ver a un psicólogo para que le ayude a atravesar por eso. Micah asintió, preguntándose si Wesley habría visto a alguien y cómo preguntarle. Suponía que ese realmente no era su asunto, aun no, incluso si ellos estaban viviendo juntos. Aunque como se veían las cosas, Wesley y él estarían pronto en ese punto.

Oyó voces y un momento después, Wesley regresó acompañado de Ben. —Micah, ¿recuerdas a Ben? Paris, él es mi amigo, Ben Marcus. Es uno de los mejores bomberos de la estación de Ashland en Verona. Paris hizo una pausa con su pedazo de croissant a medio camino de su boca. Sus ojos bien abiertos como ciervo encandilado. Ella tragó duro, dejando el no comido pan de nuevo en el plato. —Lugarteniente Marcus —Paris murmuró—. Yo lo conozco. Atendiste al bebé el mes pesado después de rescatar a la madre del incendio. Ben sonrió, sus ojos con una depredadora mirada, pareciéndose al gran y malo lobo listo para comerse a la caperucita roja. —Mundo pequeño —contestó, tomando asiento al lado de ella. Sus ojos brillaban viéndola de arriba abajo, una pequeña sonrisa en sus labios—. Nos conocemos al fin… Así que dime. ¿Tienes alguna aversión a los Starbucks o a mi? —Joder —Paris murmuró al mismo tiempo que Wes se rio y Micah dijo—: ¡Ohhh! Así que su mejor amiga era la mujer que Ben había estado esperando ayer. —Tuve trabajo extra ayer —ella se defendió, sus mejillas rosadas. Micah notó que las manos de ella temblaban. Aun así ella se inclinó un poco hacia el bombero mientras le sostenía la mirada, sus labios se abrieron ligeramente y se mordió el labio inferior. Ben deslizó su mano sobre la de ella. —Salvaste mi vida esa noche. Hablándome. Estaba horrorizado. —Se estremeció—. Si no me gustaran tanto las mujeres, ¡Eso me hubiera apartado de ellas de por vida!

—Pobre bebé —Wes se carcajeó, regresando a su silla al lado de Micah, ahora que Ben se había sentado—. Eso no hubiera sido tan malo. —¿Y tú has ayudado a un bebé a nacer? —Ben preguntó, viéndolo. —Si, de hecho lo hice. Es más difícil cuando estás en medio de la batalla y la madre no habla inglés. ¡Hablando acerca del giro equivocado! —¿Ayudaste a un bebé a nacer? —Micah repitió. —Si, mi compañero y yo. Afortunadamente él tenía esposa y había estado ahí en el nacimiento de sus dos hijos. Así que él sabía qué hacer… —La cara de Wes repentinamente se puso blanca, y justo con eso, Micah vio el horror en los ojos del hombre. Micah tomó su mano, queriendo darle un ancla, queriendo que supiera que estaba ahora aquí y a salvo. Wes lo apretó fuerte. —Tenía una esposa —dijo tranquilamente—. Murió allá. Discúlpenme. —La silla raspó el piso de madera y se puso de pie. No queriendo dejar a Wes enfrentar eso solo, Micah se puso de pie y siguió a Wes dejando en el cuarto a sus dos amigos viéndolos irse. Oyó a Ben decir algo y a Paris contestar: —DSPT11. Pero no se detuvo a comentar o escuchar lo que fuera que ellos dijeran. Estar con Wes era más importante. Él llegó a la puerta de la recámara justo cuando Wes la cerraba. «Lindo intento, Marine ». Entró y casi corrió hacia Wes que estaba apenas medio metro dentro del cuarto con su brazo alrededor de su cintura y el otro presionando su cara. —¿Wes? —dijo suavemente. 11

DSPT Desorden de Stress Post Traumático

—Eso no tiene sentido —Wes murmuró—. Tenía todo. Una esposa, hijos… Los amaba mucho. Y fue asesinando. Yo no tenía nada, solo un trabajo y ni siquiera tenía oportunidad de establecerme y tener una vida. ¿Por qué? ¿Por qué él y no yo? Él tenía todo porque vivir. Micah se movió a su lado. Envolvió sus brazos alrededor del tembloroso cuerpo de Wesley y apoyó su mentón entre los hombros del hombre, queriendo absorber su dolor. —Tú has hecho todo para descubrirlo. Y todo el mundo antes que tú. Nadie puede decir quién muere y quién no. Te volverías loco tratando de entenderlo. —Ya estoy loco. Eso llega a mis sueños y empuja mi cuerpo a ejercitarse hasta los límites con la esperanza de desmayarme de agotamiento. Y entonces… entonces creo que estoy haciéndolo bien, y cuando lo logro, entonces me golpea de nuevo. —Dejó salir una corta respiración—. Pero al menos estoy vivo, ¿verdad? Micah no sabía qué decir, así que solo sostuvo a Wes hasta que dejó de temblar y ambos estaban exhaustos emocionalmente. Quería decirle a Wes que él estaba agradecido de que estuviera vivo, que Wes lo había salvado, Wes estaba vivo para que pudieran encontrarse en este mundo y estuvieran juntos. Pero eso parecía egoísta, incluso si es como se sentía en lo profundo. —Debemos regresar —finalmente dijo Wesley. Micah no lo dejaba ir, sino que lo apretó en sus brazos. Wes aun no estaba listo. —Quédate aquí. Sube a la cama, yo iré a revisarlos. Debes de tratar de dormir algo. Sé que te quedaste conmigo toda la noche pero apuesto que no dormiste todo el tiempo. Wes no contestó, el silencio lo confirmó.

—Ve a la cama —Micah presionó. Dejándolo ahí, salió del cuarto, pero se detuvo con los ojos más abiertos al ver a Paris y Ben en el sofá. Ella estaba a horcajadas sobre sus piernas mientras se besaban, las manos de cada uno enterradas en el cabello del otro. Aparentemente, Wesley y él no eran los únicos al experimentar la instantánea atracción. La felicidad crecía en su interior mientras se detenía. Era bueno ver a dos personas más encontrar lo que Wes y él tenían. Paris había estado sola mucho tiempo, y anoche, Wes había mencionado que Ben estaba tomado por una misteriosa mujer. Regresó a la recámara y tranquilamente cerró la puerta, después resolvería el acertijo de lo que sucedía con ‘su prometida’ y el bombero. —Eso fue rápido. —Wes estaba sentado en la cama, apoyado contra el respaldo. —Ellos están ocupados. No creo que nos extrañen —Micah se rio. Wesley frunció el ceño, entonces sonrió, y para Micah, eso fue como si hubieran atravesado la tormentosa noche. Sabía que Wes era temporalmente feliz, pero ese era un paso en la dirección correcta. —Estás bromeando —Wesley murmuró—. Ella es realmente a la que le hablaba por teléfono. A él realmente le agrada. —Eso es bueno, porque le patearé el trasero si la lastima. No te dejes engañar porque sea pianista. —Eres adorable. Micah gruñó. —También te patearé el trasero. Wes tomó su mano y lo jaló a la cama. Micah cayó entre las piernas de Wesley, pecho contra pecho, pene contra pene.

La delgada pijama ocultaba muy poco su necesidad. Aunque no había nada que pudieran hacer en este momento. Wesley trazó el labio inferior de Micah con su pulgar. Micah sacó la lengua para saborearlo. Quería descubrir a Wesley con su boca, pero ahora se recordó, de nuevo, que no era el momento. —Te quiero, pero no podemos —Micah murmuró. —Mmm… —Wesley murmuró sin comprometerse y se giró sobre su espalda llevándoselo con él. Besó el camino hacia la cintura de Micah, donde la erección levantaba la suave tela—-. ¿Pero qué hacemos con esto? —Sufrir. Wesley sacudió la cabeza y bajó el elástico, sonriendo cuando la erección de Micah salió libre. Inmediatamente, tomó el eje. La punta de su lengua circuló el glande y entonces la pequeña ranura en la cabeza del pene mientras Micah presionaba sus labios juntos evitando gritar. Repentinamente y rápidamente, la boca de Wesley tomó el pene de Micah hasta la base, y Micah presionó su mano contra la boca para amortiguar los gemidos. Joder… La boca de ese hombre… Jadeó mientras el húmedo calor subía y bajaba por su eje, llevándolo a la locura. Las uñas de su mano libre se encajaron en los hombros de Wesley, y él sintió en lugar de oír la risa de Wesley. La vibración seguía dentro de él, y rodó los ojos. Sus bolas se tensaron cuando la tensión lo golpeó, y su fin lo alcanzó. Movió las caderas y comenzó a respirar desesperadamente. Wes acunó las bolas, empujándose suavemente, girando y estimulando más de lo que Micah podía tomar. —Oh mierda… —gimió, el sonido era tan bajo y salió dolosamente de la garganta mientras vertía su esencia dentro de

Wesley. El hombre lo chupó y lo lamió hasta que Micah colapsó sobre las sábanas. —Recuerda esto cuando estemos atrapados viendo el juego más tarde —Wesley murmuró cuando finalmente salió de su boca. Sin ver, Micah pasó la mano por la cabeza de Wesley y la apoyó en su abdomen. —Dejar la cama apesta. Girándose ligeramente, Wesley besó el interior de la muñeca de Micah. —Qué dulce pesar cuando un Julian es mi sol. Micah palmeó la cabeza de Wesley. —Retorcido, Romero. Realmente retorcido. —Sabes que te gusta. —Jaló a Micah más cerca y Micah se acurrucó en él, deseando poder hacer más pero sabiendo que no podían con sus amigos en la sala. Esperando a que Wesley estuviera bien.

Cuando salieron pasaron el día con Paris y Ben, el par comenzó a conectarse más con cada hora que pasaba. Micah sonrió cuando los vio caminar por el pasillo del edificio hacia las escaleras que los llevarían al primer piso. No había duda de que Paris vería a Ben de nuevo, pronto —quizás incluso dentro de quince minutos cuando ella llegara a su casa. —¿No te molesta ver a tu prometida saliendo con otro hombre? —Wesley preguntó detrás de Micah envolviendo sus brazos alrededor de la cintura como si fuera la acción más natural. Realmente, parecía que ellos hubieran estado juntos por siempre. —No. Me alegra ver que ella finalmente salga. Ahora yo puedo tener a quien realmente quiero. —Se giró en los brazos de Wes y regresaron dentro del departamento, cerraron la puerta pateándola—. Tenemos una cita en la recámara —dijo aunque eran solo las seis de la noche. —¿La tenemos? —Oh si, la tenemos, y lo sabes. —Micah tomó su mano y lo jaló por el pasillo. Wes se resistió, jalándolo duro y logrando que la espalda de Micah chocara contra su pecho. —Pero ¿qué si te quiero aquí afuera? Qué si… yo estoy considerando cenar, ir a un club y entonces a la cama. Incluso aunque estés un poco golpeado, estaba pensando que quizás podrías querer salir a disfrutar tu recién encontrada libertad… —Solo te quiero a ti pero tú…

—Oh, no te voy a dejar ir tan fácilmente —Wes prometió—. Quiero decir, eres libre para ser quien eres. Para salir. Pero nosotros salimos primero esta noche. Cuando regresemos aquí, planeo tenerte a mi manera conmigo, sabiendo que ningún hombre de afuera puede tenerte porque tú me elegiste a mi. El pene de Micah se movió. No quería arruinar los planes de Wes, pero realmente la mejor parte de esa idea era que aun tendrían la gran cama tamaño King en el siguiente cuarto. Aun así quería pasar tiempo con Wes en público. Quería pasar tiempo con él fuera de la cama, donde ellos podrían comunicarse con sus cerebros en lugar de con sus penes. —¿Tienes algún lugar en mente? —le preguntó. Wes sonrió, y Micah sospechó que no le diría nada. —Al menos dime qué quieres que use. —Se había puesto unos jeans y un suéter antes. —Estás bien. Vámonos. —¿Cuál es la prisa? Wes lo jaló hacia su pecho. —La prisa es que si no salimos de aquí ahora, voy a joderte y no habrá posibilidad de que ninguno de nosotros salga de la cama durante la próxima semana. «Apetitoso». —Deja de pensar en eso —Wes lo reprendió—. Puedo decir lo que piensas por tu mirada. No sucederá. No cuando me siento salvaje. Lentamente, liberó a Micah, y ellos se dirigieron a la puerta con Micah pensando profundamente. «¿Salvaje?» Sentía que Wes no estaba totalmente fuera de sus recuerdos cuando lo tomó. Aparentemente, estaba en lo correcto.

—Hey —dijo Wes, apretando los dedos. —¿Si? —Deja eso. —Está bien. Wes gruñó. —Micah, vamos a tener nuestra primera pelea. —¿Qué? —Micah preguntó, viéndolo fijamente. ¿Qué había hecho? —Deja de preocuparte tanto. Mi psique no es tan frágil que no pueda resistir. No tienes que mimarme. Micah lo veía fijamente, inseguro de cómo las cosas se habían enredado, pero realmente quería que Wes solo lo besara con una jodida. —Yo no estoy… está bien, bueno. Lo que sea. ¿Cómo es esto? Realmente no quiero salir, aparte de correr a la tienda por comida real que no sea chatarra o cervezas. ¿En serio? ¿La comida chatarra puede matarte? —Probablemente. Riéndose se dirigieron al carro. Una ligera y fría lluvia había comenzado a caer pero no les molestó mientras caminaban juntos, bromeando y empujándose uno al otro. El carro de Wes estaba estacionado debajo de un farol y le abrió la puerta a Micah. —Su carruaje, señor. —Gracias, señor —Micah contestó—. ¿Este es un transporte con todo incluido? —Definitivamente. Wes rodeó el carro y se deslizó dentro del asiento del conductor. Incapaz de evitarlo, Micah se inclinó y pasó sus dedos por el húmedo por la lluvia cabello oscuro de Wes. Besó el mentón de Wes y luego sus labios.

—¿Cuánto durará este viaje ‘todo incluido’? —El viaje de tu vida —Wes prometió. Metió sus dedos dentro del cabello de Micah, inclinándolo para un profundo beso. Luz iluminó los ojos de Micah, parpadeó y entonces vio el brillo. Horrorizado, se fue hacia atrás, jalando a Wes. ¡Un carro! Directo hacia ellos. Gritó, tomando la puerta para abrirla, el impacto los lanzó a ambos contra la puerta del pasajero. La cabeza de Wes golpeó con un fuerte sonido. Él cubría a Micah mientras Micah trataba de recuperar el equilibrio. Otra vez golpearon el coche. Él trataba de buscar algo… pero confundido, olvidó lo que buscaba. Pedazos de vidrio caían alrededor de él mientras el asalto continuaba y el carro de Wes era golpeado contra una caseta telefónica en la banqueta. El dolor lo llenó mientras el carro se acercaba a ellos, rodeándolos con cada impacto. Wes no se movía. Ni siquiera parecía respirar, pero su sangre… estaba por todos lados. —¡No! —Micah gritó—. ¡No! ¡Wes! Levantó la vista para ver las luces desaparecer, dejándolo solo en la prisión de metal. Sostuvo a su amante, esperando que la muerte también lo reclamara. Había tanto dolor… tanta sangre… todo era tan oscuro… Pero a través de la sombría bruma que se acercaba no era la amistosa imagen de la muerte la que lo saludó. Tai estaba afuera del carro destrozado con odio en su expresión. Y mientras Micah lo veía desamparado, Tai levantó una pistola y disparó.

Había mucho blanco. ¿Qué estaba haciendo en el estudio de Micah? Confundido, Wes parpadeó para quitar el sueño de sus ojos y tratar de enfocar. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo había llegado… hasta aquí…? Vio alrededor y un rítmico beep captó su atención. No era el estudio de Micah. Siguió la delgada línea de plástico claro de la máquina a su brazo donde una aguja estaba encajada en su piel. Lentamente, reconociéndolo, abrió más los ojos. —Micah —gimió. Lleno de terror al recordar los gritos de Micah. La luz. Micah y él tratando de salir del carro, entonces él se hundió. En la oscuridad. ¿Pero qué le sucedió a Micah? Frenéticamente vio alrededor como si esperara encontrar a su amante en la otra cama. Esa era la única cama en el pequeño e iluminado cuarto. «Dios, ¿dónde estaba Micah?» Su respiración se aceleró, mientras trataba de sentarse y tener una mejor visión de su alrededor. Tenía que orientarse y salir de aquí, así él podría encontrar a Micah. Para su sorpresa, descubrió a Ben acomodado en una silla cerca de la parte superior de la cama, su cabeza hacia adelante, dormido. Wes trató de alcanzarlo, sólo para descubrir que el brazo sin la intravenosa tenía un yeso. Su cuerpo le dolía por todos lados, lo que no le sorprendió mucho. Obviamente, el goteo no eran medicamentos contra el dolor. Gracias a Dios, porque él tenía que tener la mente lo suficientemente clara para encontrar a Micah —o averiguar lo que le había sucedido.

Un fuerte peso se asentó en su pecho. Micah era mucho más pequeño que él. Y él había caído sobre él, empujándolo contra el marco de la puerta de metal. «¡No, no, no, no!» —Ben —jadeó, tratando de llamar la atención del hombre—. ¡Ben! Su amigo no se movía. —¡Marcus! ¡Lugarteniente Marcus! —dijo, su voz salió como si fuera arena del desierto. —Mmmph —Ben murmuró. Se estremeció, moviéndose incómodo en la silla. ¿Cómo era posible dormir tan profundamente en esa horrible silla? Aunque se veía exhausto. Usaba su uniforme, cubierto de tierra y lo que parecía sospechosamente ser sangre. ¿Cuánto tiempo habría estado aquí? Habría él rescatado a Wes y a Micah —si Micah había sobrevivido. El dolor en su estómago le dijo a Wes que Micah no había sobrevivido. Había demasiada fuerza detrás de los impactos. Él también había golpeado duro a Micah. Había visto golpes como ese en Iraq. Recordó las víctimas. No tenía que despertar a Ben para saber. Se hundió en la cama, viendo el blanco techo y dejando que el dolor lo tomara. ¿Por qué él siempre sobrevivía? Por primera vez, se preguntó quién los había golpeado. Por como estaban estacionados y el ángulo en el que fueron golpeados, no tenía duda que el ‘accidente’ había sido intencional. Alguien deliberadamente los había atacado. Su mandíbula se tensó aunque eso hacóa que su cabeza doliera. Había solo tres personas que sabía que podrían intentar matarlos —y solo dos con las bolas para realmente hacerlo. ¡Maldición! Necesitaba despertar a Ben.

Miró alrededor y vio una de las charolas rosas con forma de riñón que parece haber en todos los cuartos de un hospital. Lo tomó con su mano sin yeso, entonces después de un momento de maniobrar se lo lanzó a Ben, la intravenosa le estorbó pero logró que el misil encontrara su blanco —en la mitad del pecho de Ben. —¡Qué! —Ben exclamó, sobresaltándose. Parpadeó hacia Wes y Wes se hubiera divertido si la situación no fuera grave—. ¡Estás despierto! Gracias a Dios… Hey…¿tú me lanzaste esto? —¿Quién hizo esto? —Wes preguntó en lugar de contestar. —Creo que tú lo hiciste —Ben contestó, frotándose el pecho. —El choque —Wes gruñó. —No lo sé, hombre. Esperábamos que alguien hubiera visto algo o alguno de ustedes… —¿Uno de nosotros? ¿Micah no murió? —La alegría lo inundó —hasta que vio la seria expresión en la cara de su amigo. Ben sacudió la cabeza. —Está mal, hombre. Él fue golpeado tan… mal. Pero como si no fuera suficiente, el imbécil le disparó. Frío pánico congeló la sangre de Wes. Su vista se volvió blanca mientras trataba de respirar. ¿Le dispararon? Alguien le disparó a Micah. Su ira se encendió ante la idea de que alguien había tocado a su Micah. Ese tenía que ser alguien de esa jodida casa de odio. —Voy a verlo. —Se enderezó, empujando sin éxito el barandal de la cama del hospital. —Tranquilo, Superman. —Ben lo empujó de regreso al colchón sin mucho esfuerzo. ¿Qué tipo de drogas le estarían

dando? ¡Eso apestaba!—. No se permite que nadie entre. Ni siquiera a ti. Solo sus padres y su hermano tienen permiso. —¡No! —Wes protestó—. Uno de ellos hizo esto. Viste los moretones en el cuello de Micah cuando estuviste en el departamento. Su hermano le hizo eso. Ben vio fijamente a Wes. Su expresión se endureció. — Quédate aquí. «Como si pudiera hacer otra cosa», Wes hervía al ver a su amigo salir al pasillo. Bostezó, sus párpados pesados mientras luchaba por mantenerse despierto. Dormir era lo último que quería. —No… Micah… —murmuró.

La siguiente ves que Wes despertó, se sintió mejor y menos drogado. Brillante luz llenaba el cuarto, sus ojos ardían. Esta vez era Paris quien estaba al lado de su cama, leyendo una revista. —Deberías de estar con Micah —le murmuró. —Eres mandón para ser víctima de un accidente. Afortunadamente. Porque gracias a ti, Ben alertó a los policías, Ellos interrogaron a Tai, y el imbécil estaba malditamente orgulloso de lo que hizo. —Ella tensó la mandíbula y parecía que molía sus dientes—. Trató de matar a su propio hermano. No lo entiendo. —Necesito ver a Micah. Por favor —Wes rogó. Estaba comenzando a pensar que todos le estaban mintiendo sobre que Micah había sobrevivido. Ira y preocupación se agitaban en su interior. Se quitó la cinta que sostenía la intravenosa en su brazo. Él encontraría a Micah por si mismo.

—¡Hey! ¡Detente! —Paris gritó—. No hagas eso. Por San Pedro, ¡Estás tan mal como esas mamás tratando de escapar a la mitad del nacimiento de sus bebés! —Dime dónde está —Wes gritó—. ¡Deja de mentirme! —No te miento —ella insistió mientras otra enfermera se apresuraba a entrar. Ella presionó una jeringa en la intravenosa. —No me droguen —Wes rogó, pero ya era demasiado tarde. Su cabeza se hundía mientras trataba de enfocar a Paris. ¿Por qué todo el mundo le mentía? —Él está en el octavo piso —ella murmuró, pasando una mano sobre él—. Te llevaré ahí tan pronto como el doctor diga que puedes moverte. Wes no creía eso, pero ella aun estaba ahí cuando despertó de nuevo. —Él despertó —ella le dijo—. ¿Quieres subir? Tengo algunos amigos arriba que están familiarizados con la situación y doblarán un poco las reglas. Y él te quiere. —¿Tienes que preguntar? Ayúdame a salir de la cama. — Se empujó para enderezarse y se dio cuenta que ya no tenía la intravenosa. —Mandón —Paris se rio. Aun así, ella le ayudó a acomodarse en una silla de rueda comentando sobre su trasero. —No es muy profesional —le bufó. —Estoy fuera de turno. Demándame. ¿Quieres ver a Micah o no? Sé bueno. Wes presionó sus labios juntos. Se comportaría mientras estuviera en la prisión del hospital y trataría con Paris después. Nada lo detendría de ver a Micah.

—Tus padres están aquí —ella dijo, aparentemente regresando a los modales que había aprendido durante su entrenamiento y que había olvidado—. Pensé que querías saberlo. Ellos no son unos imbéciles como los padres de alguna gente que no quiero mencionar. Está bien, así que, Paris podía no encontrar sus modales al lado de su cama en un cuarto vacío, pero decidió advertirle que sabía que a sus padres les importaba. —Tu mamá y tu papá también están cuidando de Micah. Yo les ayudé con eso. Y su estimación por Paris crecía y crecía. Ben había hecho muy bien al elegirla. Ella se quedó en silencio y la tensión golpeó sus entrañas mientras ella empujaba la silla al elevador. Finalmente subió para llevarlos al octavo piso y Paris lo llevó por el pasillo. La administración había tratado que el pasillo se viera acogedor colocando plantas y pinturas de aceite, pero las blancas paredes gritaban: Hospital. Y Micah estaba acostado en una de esas camas, apenas consiente y herido y quien sabe qué tan grave. Nadie realmente se lo había dicho. Todo lo que sabía es que Micah había sufrido golpes… y le habían disparado. Wes tomó una profunda respiración, tratando de calmarse. Eso estaba fuera del reino de su experiencia. Él había perdido amigos pero nunca un amante. «No lo perderás. Él está bien». Un nudo cerraba su garganta mientras se aproximaban. El cuarto de Micah era el último del pasillo y Paris se detuvo afuera. —Yo esperaré en la recepción de allá —ella murmuró, indicando alrededor de una esquina un área abierta de la estación de enfermeras.

Wesley asintió y entonces giró su atención al cuarto, aunque en realidad su conciencia no lo había dejado. Una cortina con imágenes geométricas en varios tonos de azul bloqueaba la vista de la cama, pero sabía que Micah estaba ahí. Sus manos sudaban, movió la silla al interior, entonces tentativamente se asomó alrededor de la cortina, casi temiendo lo que encontraría. —Wesley —Micah murmuró. Su cara estaba con hematomas, un largo corte debajo de uno de sus ojos. Una intravenosa en uno de sus brazos con una manta azul cubriéndolo hasta la cintura. La bata de hospital celeste igual a la de Wes cubría su pecho. —Mira, ahora estamos vestidos iguales —Micah bromeó débilmente—. Estamos destinados a ser. De algún modo, todo lo hacía verse tan frágil. Wesley quería sostenerlo y protegerlo del mundo. Era demasiado tarde para eso. Tai había logrado atacarlo incluso cuando Micah estaba con Wes. —Hi, bebé —Wes saludó, forzándose a llegar a un lado de la cama. Tomó los helados dedos de Micah en su mano—. Lo siento, lo siento mucho. —¿Por qué? Tai lo hizo, no tú —Micah suspiró, un doloroso sonido—. Nunca me di cuenta lo loco que estaba. Y entonces mis padres… ellos me culpan. Mi padre me repudió. —Micah… —Wes respiró consternado. Le molestaban los Julian, pero eso tendría que devastar a su hijo menor. —Si, porque soy completamente culpable de jalar la pistola y dispararme en mi hombro —Micah dijo con sorpresiva ira—. Ellos están tan mal, que ni siquiera creen que todos esos moretones en mi cuello fue porque Tai trató de estrangularme. Ellos

probablemente creen que es algo que se formó cuando el carro nos golpeó —porque eso jodidamente se siente genial. La rabia surgió a través de Wesley, oprimiendo su pecho mientras trataba de calmarse. —Micah, no sé qué decir. Prometí que eres mi familia, pero… Micah palmeó su mano. —Está bien, Wes. Tú eres mi familia. Paris es mi familia… y probablemente Ben. Y Harrison. Estoy muerto para Maisie, Edward y Tai. Pero he sido un fantasma para mi familia tanto tiempo, que ahora en este segundo no podría decir que estoy desgarrado por eso. —Yo odio decírtelo, pero las enfermeras te drogaron. —Buena cosa. —Mejor que la que me dieron. —Wes tomó una temblorosa respiración, ante la constante siempre amenaza de perderlo, incluso aunque aun no lo reconocía. Se inclinó y besó a Micah en su amoratada mejilla. Sus dedos se entrelazaron y ambos los cerraban con fuerza. Wes apoyó la cabeza a un lado de la cama cerca de sus manos. Estaba exhausto por el viaje hasta aquí, pero tenía que estar con Micah, Ellos se necesitaban. —¿Estás bien? —murmuró. La mano de Micah en la cabeza de Wes, sus dedos tomaban su cabello. —Si. Estoy bien ahora que estás aquí. ¿Wes? —¿Si? —La próxima vez solo jódeme hasta que no podamos caminar, ¿está bien? La próxima vez… La respiración de Wes se atrapó y se estremeció. Lagrimas caían de sus ojos y no podía detenerlas. Lágrimas por todos sus

amigos que no tuvieron una ‘próxima vez’. Lágrimas porque él tenía una ‘próxima vez’ y un millón de veces más después de eso. Todo con Micah.

Un año después.

—Micah, come algo de pastel. Charlotte Romero demandó, Micah vio a Wes. Ese era su primer día de Acción de gracias con los Romero, dado que había estado en el hospital el año pasado, y ahora, Charlotte parecía intentar rellenarlo como al pavo que se servía. Junto a él, Wes llenaba la cuchara con la crema del pastel. —Cede —dijo por un lado de su boca—. No te dejará ir sin comer pastel. Su mamá acomodaba unas servilletas de papel. Resignado, Micah le sonrió a Charlotte. —Si, mamá. ¿Podría ser de cereza en lugar de calabaza? —Puedes tener lo que quieras, dulce corazón —ella contesto, radiante. Ella había logrado con su calidez entrar en su corazón y convertirse en su madre —una madre real— en todas las formas excepto la biológica, lo que era bueno dado que le gustaba tener algo carnal con su otro hijo. Nunca creyó que sería aceptado en la familia de los Romero como lo habían hecho. No lo trataban como un yerno. Él era uno de ellos, incluso aunque había nacido como un Julian. Eso lo hacía sentirse culpable por sus pobres pensamientos acerca de ellos mientras crecía, pero estaba agradecido de que la verdad se hubiera revelado. Estaba agradecido de estar dentro de esta familia.

Apretó la mano de Wes, incluso más agradecido con su Marine. Desde que ellos estaban juntos, los sueños de Wes habían disminuido sustancialmente, aunque de vez en cuando aparecían, pero ellos comenzaban a ser progresivamente más manejables. Micah no podía pedir más. Una hora después cuando ellos salían se detuvo a ver la oscura casa al otro lado de la calle. Sus padres se habían mudado después de que Tai fue a prisión. No sabía a dónde y ellos no trataron de contactarlo. Ahora, un letrero de ‘se vende’ estaba en medio del jardín. —No pienses en eso —dijo Wes, deslizando su brazo alrededor de él de camino al carro. —Es difícil no hacerlo —Micah admitió—. Ellos me criaron. En ocasiones se preguntaba si ellos aparecerían algún día cuando él estuviera dando una presentación. Él jugaba con el posible escenario en su cabeza una y otra vez, pero no estaba seguro de cómo manejarlo. Una cosa que sabía de seguro, era que no podía negar quién era. Nunca de nuevo. No con la fuerza de Wes a su lado. Levantó la vista para ver a su guerrero que lo había rescatado del limbo que era su existencia. Él era tan hermoso como Micah lo había visto la noche que llegó a la fiesta que daban sus padres e incluso era más cautivante. Mientras que Wes conducía a su hogar y platicaban acerca del juego, Micah no podía dejar de pensar en lo afortunado que era. Wes lo veía mientras entraban a su departamento, y eso era todo lo que Micah necesitó para salir de sus reflexiones. —¿Listo para quemar el pastel? —Wes preguntó.

Micah se estiró, incapaz de esconder la sonrisa mientras consideraba el pene de Wes entrando en él. —¿Qué tienes en mente? —Amarte hasta que no puedas tomar más. Micah envolvió sus brazos alrededor de Wes. —Siempre seré capaz de tomar más. Te amo, Romero. Siempre y para siempre. Wes lo besó, sus labios con una tierna presión que prometía todo el poder por venir. —Te amo, mi Julian. Eres mi sol. Mi paz. Ahora y por siempre, Micah.

Cuando de libros y películas se trata, Brynn tiene una regla: debe de tener un final feliz. Después de ese requisito todo lo demás pasa. Y eso puedes encontrarlo en sus libros. Ella vive en Michigan con su esposo y dos hijos, que ama a pesar de sus ocasionales amenazas de herirlos. Ellos tienen el humor de ella y creen que ella es una diosa... en tanto ella les de galletas de chocolate con regularidad. Brynn ha manejado talleres con escritores y dado conferencias alrededor del país y disfruta asesorar y conocer gente nueva. De acuerdo a Brynn, el éxito de sus escritos se debe a su ecléctica colección de música, los equipos locales de construcción de carreteras, un libro de notas, y claro… su marido, señor Inspiración, que soporta mucho en nombre de la investigación. Brynn ama hablar con sus lectores y puedes encontrarla en www.brynnpaulin.com. www.resplendencepublishing.com

Esther

Gaby

Gaby

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos disfrutar de todas estas historias!