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Coronel ROGER TRINQUIER LA GUERRA MODERNA EDICIOHES CUATRO ESPADAS DUENOS AIRES / ARGENTINA Tttulo original: LA GUER

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Coronel ROGER TRINQUIER

LA GUERRA MODERNA

EDICIOHES CUATRO ESPADAS DUENOS AIRES / ARGENTINA

Tttulo original: LA GUERRE MODERNE

Editado por: Ed it io n s d e la ta ble r o n d e

1» cdicibn, EDITORIALRiOPLATENSE, 1977, Buenos Aires, Argentina 2» edicibn,

Ed ic io n e s C u a t r o E s p a d a s ,

1981, Buenos Aires, Argentina.

Hecho el depbsito que ordena la ley

© by E d ic io n e s C u a t r o E sp a d a s Impteso en la Argentina - Printed in Argentina Mayode 1981.

Prohibida la reproduccion total o parcial sin permiso de los editores

I N D I C E

I n t r o d u c c io n

Primera parte;

P re p a ra c io n

p a ra

la

g u e rra

1. La necesidad de adaptar nuestro aparato militar a la guerra moderna ............................................................. 2. Lo que es la guerra moderna ................................... 3. Lo que es una organizacion clandestina de guerra 4. El terrorismo, arma principal de la guerra moderna 5. Identificando al adversario ......................................... 6. Defensa del territorio ................................................... Segunda

p a rte :

19 22 26 32 41 44

La d ir e c c io n p o l I ti c a y m i l i t a r DE LA GUERRA

7. 8. 9. 10.

Accion directa sobre la poblacion ............................. Errores al combatir a las guerrillas ........................... El problema de los recursos .................................. Como conducir las operaciones de contraguerrillas Tcrcera parte: L a

56 65 74 81

g u e r r a l l e v a d a a l c a m p o e n e m ig o

11. Lo inadecuado de la guerra tradicional .................. 12. Guerra moderna en territorio enemigo ......................

10.3 Ill

...........................................................................

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C o n c lu s io n

INTRODUCCION En un libro que Hego a ser el mas buscado de Francia despues de la segunda guerra mundial, Jean Lartbguy dio el nombre de “centurion” al aguerrido soldado francbs que sobrevivio a la guerra de Indochina, aprendio la doctrina de Mao Tse-Tung por la via mbs dificil y mas tarde pretendio poner en practica sus eonocimientos en Argelia o aun en la misma Francia. De este centurion —que, como el lector indudablemente sabe, es el titulo que se daba a la compania formada por los antiguos legionarios romanos— Larteguy dice: “Siempre me sentirb ligado a estos hombres, aun cuando siempre estare en desacuerdo con la linea que decidieron seguir, [y] dedicare este libro a la memoria de todos los que perecieron con tal de que Roma pudiera sobrevivir.” Roma, desde luego, no sobrevivio con su antiguo esplendor pese al increible saciificio de sus centuriones; como Fran­ cia tampoco ha sobrevivido como un imperio mundial. En el ca.so de Francia, empero, el centurion existe como un ser humano y, en estos momentos, o bien salta del rango de coronel al de general, o es colocado en la lista de los retirados obligatoriamente; o quizas es sentenciado a permanecer en las cbrcele.s de la repiiblica por mantener actividades secretas dentro del ejercito. Sin embargo, por una decada mas, el y los suyos podran ejercer cierta influencia en el desenvolvimiento militar frances, y, en consecueneia, podrbn ejercerla tambien sobre los aliados del oeste.

El oficial del ejercito frances, muoho mas que su homonimo angloamericano; ha empleado el ultimo cuarto de siglo luchando contra desesperados esfuerzxrs que se han hecho para atar su desenvolvimiento a la politica. Y, encima de eso, la falta de un firme liderazgo politico desde Paris, en los caoticos anos de la cuarta republica, le han dejado con la enonne responsabilidad de tomar las decisiones politicas que se ban necesitado en las distintas capas de la nacion. Un jefe militar de determinada localidad, por ejemplo, ha tenido que decidir entre proporcionar o no armas a los reclutas; y, de hacerlo, ha tenido que pensar que compromiso puede haber contraido con ello. En Indochina, estos jefes, al­ gunos de ellos capitanes de bajo rango, se veian forzados a utilizar catblicos, budistas, Cai-Dais, Hoa-Hao y otras milicias cuando no podian conseguir elementos desertores de las filas comunistas. Y, a cambio de ese apoyo militar prestado por los nativos, los oficiales tenian que comprometerse a defenderlos de la represalia de los comunistas, o bien, en muohos casos, tenian que comprometerse a defender localidades completas que les habian ofrecido antes su cooperacion. Como consecueneia, la guerra (tanto en Indochina como en Argelia, pero mas en Argelia que en otro lugar) se fue transformando en una serie de compromisos personales, y asi un oficial que en circunstancias normales hubiera abandonado determinada posicion por razones de tactica militar, en muchas ocasiones tenia que quedarse defendiendola debido a los ‘‘compromisos” contraidos con el pueblo, en promesa hecha no a sus superiores, sino a los nativos que los habian ayudado. Marcharse no solo representaba una prueba de fracaso militar, sino que —y esto sobre todas las cosas— dejaba la im­ presion de que el militar no era hombre de honor que sabia mantener la palabra empehada. Para los elementos angloamericanos, este tipo de guerra es inconcebible. Y es, realmente, inconcebible en la guerra convencional, donde es perfectamente posible ganar o abandonar determinado terreno sin que ello signifique la pbrdida del honor militar. En estas guerras convencionales (Trinquier las llama “tradicionales” para destacar mas su oondicion de anticuadas), las

operaciones militares siguen su curso sin que cuente para nada la suerte de la poblacion civil. Nadie las invita a tomar parte en la batalla, ni se preocupan por su suerte. Al menos, en los primeros momentos en que dura el ardor del combate. En la guerra revolucionaria (o “guerra modema”, como Trinquier la llama a traves de todo el libro, destacando el termino), la cooperacion de la poblacion civil representa uno de los objetivos vitales de toda la lucha. Este es, realmente, el topico que Trinquier trata de destacar a su lector: las tactieas y operaciones militares son todas buenas y convenientes, pero resultan de poca utilidad practica si se ha perdido la confianza de la poblacion entre la cual se esta combatiendo. Y Roger Trinquier esta perfectamente preparado para escribir y opinar sobre este tema, porque su propia historia re­ presenta el caso tipico del campesino escoiar, que es materia casi ignorada en otros ejercitos del oeste. (E l ejercito chino tiene algunos de estos ejemplos, uno de los cuales es el mismo Mao Tse-Tung.) Trinquier nacio en 190S en La Baume, una pequena locaudad situada en los Aipes franceses, donde toda­ via tiene una casa en la que pasa sus vacaciones. Hasta los 13 ahos asistio a una escuciita de muy pocos recursos. Y como era un muchaoho inteligente, sus padres le insinuaron la posi­ biiidad de convertirse en lo que en aquellos dias se consideraba la meta del hijo de un pobre campesino: el magisterio. Eso fue lo que hizo. Y asi paso con exito los examenes de ingreso en la Escuela Normal de Aix-en-Provence, para realizar ei curso y graduarse a la edad de 20 aiios. Roger quedo listo para ejercer en su pequena localidad, al sudeste de Francia. Pero, como todos los tranceses de esa edad, antes de iniciarse como maestro tuvo que cumplir dos ailos de servicio militar obligatorio. Y como es sabido que los maestros son siempre elementos que se dejan en ei ejercito trances para las reservas, no fue soipresa para nadie que Roger fuera enviado a la Escuela de Oficiales de Reserva. Esta experiencia fue para el una especie de revelacion, porque le permitio tener mas contacto con el mundo activo. Y el ambiente le gusto tanto, que pidio ser transferido a la Escuela de Ofi­ ciales de Saint-Maixent, donde llego a graduarse, en 1931, como

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oficial de la infanteiia de marina. El infante de marina fran­ cos, siempre bien entrenado para realizar trabajos en ultramar, va constantemente de un lado a otro del globo, y Trinquier fue enviado al Lejano Oriente. Su primera comisibn, como era entonces costumbre, fue la mbs dificil de todas. De la noche a la manana se vio al mando de un puesto casi solitario en Chi-Ma, una localidad casi inhabitada, sobtaria y situada en lo mbs alejado de la regibn frontriza ohinotonkinesa, llamada por muchos la regibn “de las cien montanas” . Alii estuvo peleando constantemente contra los piratas chinos y los contrabandistas de opio. Y como para sobrevivir en ese ambiente hay que contar siempre con la ayuda de la poblacibn civil, Roger aprendib pronto obmo podia obtenerla. Cumpliendo esta misibn, aprendib diferentes dialectos montaneses, de modo que, cuando regresb a Francia, en 1937, se le vio tan bien preparado para lidiar con estos elementos, que de inmediato le designaron, como miembro de la infanteria de marina francesa, para custodiar la International Concession, en Shangai, donde la agresibn japonesa se hizo sentir mucho du­ rante la segunda guerra mundial. Trinquier tuvo exito, y eso hizo que fuera seleccionado para mandar una de las dos companias de marines encargadas de custodiar la embajada francesa en Pekin. En esos dias, otras potencias, como los Estados Unidos, Italia, Japbn e Inglaterra, tambien tenian unidades en el distrito diplomatico, y asi fue como Trinquier se hizo muy amigo del comandante americano, coronel Marstone, y de paso aprendib a hablar el idioma chino. Cuando se inicib oficialmente la segunda,guerra mundial en Europa, en setiembre de 1939, Roger fue transferido a Shangai como jefe del batallbn frances destacado en ese lugar. Pearl Harbor y sus consecuencias crearon entonces una situa­ cibn realmente anbmala, porque mientras las unidades americanas fueron desarmadas e internadas por los japoneses, la unidad francesa continub ejerciendo su funcibn sin ser molestada en absolute, debido a que estaba bajo el control del gobiemo de Vichy, en la Francia ocupada por los alemanes. Los japoneses, sin embargo, no confiaron mucho en las fuerzas de

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Vichy, y, habiendolas superado en Indochina, en 9 de marzo de 1944, hioieron lo mismo al dia siguiente en Shangai, dando a Trinquier, por ende, su primera experiencia como prisionero de los japoneses. La presencia de unidades francesas en China condujo, al menos en su caso, a una situacion hasta cierto punto curiosa despues del V-J Day, o sea el dia del armisticio: cuan­ do los infantes de marina americanos, con todo su equipo encima, desembarcaron en Tientsin, fueron recibidos por un gru­ po de infantes de marina franceses que les rindieron honores militares. Eran hombres de la guarnicion cercana a Pekin que recuperaron sus propias arma.s despues de la rendicion de los japoneses. Elevado al rango de capitan en 1942 por el gobierno de Vichy, Roger, como otros compafieros de armas, ni rompib con Vichy ni trato de unirse a las fuerzas de los franceses libres del general Charles de Caulle, y esto fue algo que mas tarde habia de influir grandemente en su carrera. Sus ascensos llegaron muy lentamente, y la malquerencia que se produjo entre los oficia­ les pertenecientes al ejercito de los franceses libres y aquellos que, aun simpatizando con la causa aliada, sirvieron a las 6rdcnes del gobierno de Vichy provoco no pocas situaciones embarazosas. Esto explica, quiza, la fuerte animosidad de Trin­ quier contra el general De Caulle, que no trata de ocultar y que se produce peribdicamente en casi todas sus declaraciones politicas. Liberado de los japoneses, despubs del V-} Day, Trin quier, como otros compafieros de armas, buscb ser designado para establecerse en Indochina, quiza para demostrar que su alianza de tiempos de la guerra estuvo motivada por algo que no tenia nada que ver con el miedo a la bataUa. Tras llegar a Saigbn, el 3 de enero de 1946, se convirtib en un jefe dual en el grupo encabezado por el comandante Ponchadier, que habia recibido la dificil misibn de limpiar de ele­ mentos vietnamitas los pantanos y terrenos arroceros que circundaban la ciudad. Al regresar a Francia, sin embargo, Trin­ quier supo que, como otros oficiales que habian permanecido fieles al gobierno de Vichy, seria licenciado del servicio. Pero como un oficial de mayor graduacibn que le habia oonocido

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cuando actub como subteniente en Chi-Ma intervino en su fa­ vor, el ejercito decidib enviarle nuevamente en servicio, el I'-* de febrero de 1949, a Tarbes y Pau, donde Francia habia creado un oentro educacional de paracaidistas. El oficial que salvb la carrera de Trinquier fue tambien un viejo oficial de los servicios de Indochina, el general Raoul Salan, mas tarde coman­ dante en jefe en Indochina y Argelia. En 1961 fue uno de los que dirigib la revuelta de Argelia contra el general De Gaulle, y habiendo sido capturado y condenado, despues de ser acusado de tratar de derribar al gobierno de la republica, ahora esta cumpliendo condena de cadena pei'petua en una prisibn militar. El 14 de noviembre de 1947, Trinquier regresb a Indochi­ na como segundo jefe del primer batallbn de paracaidistas de las colonias, habiendo sido designado jefe en propiedad en septiembre de 1948, despues que el jefe fue muerto en accibn. Ascendido al grado de comandante, Trinquier y su unidad participaron en la accibn de limpieza, pulgada por pulgada, en Plain of Reeds, donde cuatro veces tuvo que descender como Daracaidista, y al sur del Vietnam central. Esas son justamente as regiones en que los soldados americanos y las tropas vietnamitas estan envueltos actualmente. Una nueva visita a Francia, para actuar como comandante en jefe del centro de preparacibn de Frejus, le alejb de Indo­ china; pero en diciembre de 1951 retornb alia para hacerse car­ go del nuevo servicio creado por el mariscal Jean de Lattre de Tassigny, comandante en jefe de todas las tropas frqucesas destacadas en el Lejano Oriente. De Lattre habia decidido utilizar los eonocimientos de los Vietnameses en pelear detras de las lineas contra los propios vietnamitas comunistas, situando numerosas guerrillas detras de las lineas enemigas, ya dentro de su propio territorio. En vista de sus grandes eonocimientos de la topografia del lugar, Trinquier fue escogido como jefe de las operaciones nortenas y logrb grandes exitos en los primeros momentos, porque dejb caer grupo tras grupo detras de las li­ neas enemigas, y, contrariamente a lo que muchos esperaban, esos grupos sobrevivieron y pelearon como nunca. Cuando los mbtodos empleados por Trinquier fueron co12

nocidos por los coiisejcros militares americanos cstacionados en Saigon, fue invitado a visitar los ccntros de entrenamiento de fuerzas antiguerrilleras situados en Corea y Japon. Dos jbvenes oficiales americanos retornaron con el, a Indochina a fin de aprender, en el terreno de operaciones, sus tacticas en ese sen­ tido. Esto hizo posible que gran cantidad del equipo america­ no para la guerra de .guerrillas fuese facil de encontrar. A mediados de 1951, el comandante Trinquier recibib la misibn de ejercer de comandante en jefe de todas las lineas de operaciones de Indochina, y sus unidades comenzaron a ser reconocidas oficialmente como los G.C.M.A., o sea Crupos de Co­ mandos Mixtos Aerotransportados, nombre que fue cambiado en diciembre de 1953 por el de C.M.I., Crupo (Mixto de Intervencibn, cuando su misibn fue extendida mas alia de los terre­ nos donde operaban los comandos paracaidistas. Hacia fines de 1953, cerca de 20.000 hombres estaban bajo su control, siendo bsta, probahlemente, la mayor unidad que haya dirigido jamas un comandante del ejbrcito, y tuvo como misibn realizar numerosas operaciones en un terreno que cubrib muchas millas cuadradas de territorio enemigo. Miembros de tribus nativas se fueron ofreciendo para ayudarle en esta labor, en numero mayor que el que podia equiparse y entrenarse; pero antes de que pudiera siquiera utilizarlas como pensaba terminb la guerra Indochina, lo que Trinquier ha dado en llamar *el lamentable incidente de Dien Bien Fu*. Lo que siguib fue una debacle horrible: miles de partidarios tuvieron que ser dejados practicamente a merced del enemigo, en vista de que las estipulaciones del tratado de Cinebra de 1954 no permitieron mas a Francia seguir proporcionando material de guerra para defenderlos. Trinquier dice que pidib a los Estados Unidos, que no ha­ bian firmado el acuerdo de Cinebra, que continuasen supliendo a las guerrillas; pero asegura que su peticibn fue rechazada. De este modo, los leales continuaron peleando a su cuenta y riesgo, y aunque dieron muchisimo que hacer, lo cierto es que fueron eliminados uno a uno. En su ultimo informe oficial de operaciones (qne yo encontrb entre ciertos arohivos olvidados

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en Paris), Trinquier no pudo evitar tener que decir algo de los hombres que lealmeute le habian servido, y que habian si­ do abandonados a su suerte: La total suspension de la ayuda lo g istic a ... traera consigo la progresiva liquidacion d e nuestros ( infiltrados) elementos. H ay muy poca esperanza de que los lideres de nuestros maquis, o fuerza de guerrilla, puedan escapar a la “clem encia” del presidente Ho-Chi-Minli. H acia el 15 de agosto de 1954, quince batallones regulares ene­ migos, quince batallones regionales y diecisiete companias regionales fu e ­ ron lanzados contra ellos. Al suspender el fuego, ciunpliendo ordenes su­ periores, en los precisos momentos en que nuestros guerrilleros estaban a punto d e triunfar dejo a nuestros maquis, invencidos en el cainpo de b a ­ talla, listos para ser sacrificados Si el alto comando, por disciplina, lia aceptado el sacrificdo de estos nobles guerrilleros, no me creo m oialpiente autorizado a pedir a sus jjartidarios que contimien a su disposicion. E n esta sangrienta aventura, su unico consuelo resulta el orgullo de h aber obtenido el exito en las ulti­ mas actividades de la cam pana y de h aber creado un favorable estado de insurrecoion contra las fuerzas del Vietminh.

Dtirante esos dias decisivos de Indochina, Trinquier comenzo a estudiar a fondo los principios de la «guerra moder­ n a», de los cuales las paginas que siguen a continuacion daran detallados pormenores; pero, los anos de combate en Argelia que siguieron agregaron probablemente el alcance politico que hasta esos momentos le faltaba. Designado teniente coronel del X Ejercito de la Division Paracai.dista del general Massu (otro veterano de Indochina), perdio por dias, quiza, la invasion de Suez de 1956, lo que es otra perfecta ilustracibn, desde su punto de vista, de frustraci6n motivada por la intei-vencion de politicos en lo que era una perfecta operacion militar, y fue comisionado conjuntamente con diversas unidades para limpiar la ciudad de Argel de todo.s los elementos terroristas que la dominaban. Explosiones de bombas y lanzamientos de granadas se habian convertido, en 1957, en cosa corriente en la ciudad, y la policia habia resultado incapaz de impedirlo. Massu, Trinquier y los demas miembros del ejercito de Paracaidistas eoitraron en accion con tanto impetu, que despertaron la atencion general, }’ sus actividades, comentadas en to-

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das partes del mundo, dieron a Larteguy, el autor de Los centuriones, el material para escribir sus mejores capitulos. Tamb i ^ proporcionaron a Trinquier la oportunidad de utilizar la tortura en la guerra revolucionaria. La tortura es el particular veneno del terrorista, como la artilleria antiaerea o es del aviador y la ametralladora del soldado. Los metodos de Trinquier en Argel le colocaron en pri­ mera linea; pero la agonizante cuarta repiiblica no podia per­ mitir que permaneciera mucho tiempo en el tinglado publico, y asi fue como resulto transferido temporalmente al Centro Para­ caidista de Pan, donde asumib el puesto de comandante en jefe. Su viejo protector, el general Salan, empero, lo Ilamo al poco tiempo para que retornase a Argelia a fin de que asumiese la direccibn del III Regimiento Aereo, y se le confib la onerosa misibn de cerrar la frontera del sur de Tunez, al sur de la «linea Morrice*, que era una cerca electrbnica como de 300 kilbmetros de largo, construida por el ejercito francos, del Mediterraneo al desierto, casi hasta el horde del Sahara. Como Trinquier describb despues en otro libro, se encontraba mas por accidente que por mandato en el area de Argel cuando, el 13 de mayo de 1958, un empujbn en Argel hizo po­ sible el retorno del general De Caulle al poder; pero siempre hizo patente que nunca tuvo intervencibn de importancia en el establecimiento del famoso Comite de Seguridad Publica de Argel. Poco despues, en desacuerdo con la politica del general De Caulle, regresb a la direccibn de su regimiento para participar en las operaciones senaladas en el llamado «plan de Cha]]e», llamado asi en honor del nuevo comandante en jefe de las fuerzas aereas de Francia, el general Challe. Entre julio de 1959 y marzo de 1960, el III Regimiento Aereo, tras una serie de operaciones de incansable persecucibn, logrb romper el frente nacionalista en una de sus partes mas dificiles en Argelia, en El Milia. Militarmente, el fin parecia cercano, nero intemacionalmente diversas presiones comenza­ ron a acumularse contra Francia. La guerra en Argelia era costosa. Casi todas las naciones

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africanas de reciente creacion se estaban rebelando contra Francia, y aun sus propios aliados comcnzaban a negarle votos en las reuniones de las Naciones Unidas. En una cxcursidn que hace historia, llamada la tournee des popotes, realizada on marzo de 1960, el general De Gaulle explioo a sus oficiales destacados en Argelia que, inevitablemente, el pais tendria que recibir su independencia. Para la nueva generacion de tecnicos en la guerra revolucionaria, esa solucion pobtica fue verdaderameute repugnante. Sin comprender las implicaciones politicas intemacionales de la situacion, consideraron que abandonar Argelia en esos mo­ mentos, cuando la victoria militar parecia casi a mano por pri­ mera vez en mucho tiempo, no solo representaba una traicion para las promesas becbas por los altos oficiales alii destacados, sino que constitui'a una condenacidn de sus metodos de comba­ te. La reaccion que se produjo y las protestas que se originaron motivaron muchos retiros, muchos encarcelamientos y hasta algunos fusilamientos. Trinquier mismo fue salvado, no cabe duda, por las cir­ cunstancias. Cuando el problema de Argelia comenzaba a fermentar, habia sido llamado desde Argel a Katanga a fin de ayudar al presidente Moise Tshombe de la provincia de Ka­ tanga, en la organizacion de sus fuerzas. Roger llego a Elizabethville el 2-5 de enero de 1961, pero fue expulsado de alia cl 9 de marzo por presion de Bslgica y elementos de las Naciones Unidas. Se encontraba precisamente en Atenas, eScribiendo sus recomendaciones sobre lo que debia hacerse en Katanga, cuan­ do la mayor parte de sus viejos companeros de armas se vieron envueltos en la fracasada revolucion de los generales en Argel, el 21 de abril de 1981. En consecuencia, su carrera militar, que estaba en esos momentos en la cima, finalizo bruscamente, y a peticidn suya fue puesto en la lista de los retirados voluntariamente, sin que se registrase la menor oposicion a su solicitud. Pero Trinquier habia encontrado en la lectura y en los escritos de sabor politico un nuevo lenitivo, y eso le hacia candidato de fuerza para los movimientos politicos del futuro. Es dificil clasificarle, de acuerdo con el punto de vista americano, de «derecbi.sta deoidido*, porque, despufe de baber

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conocido y tenido relaciones con Mao Tse-Tung, comprende que ihacen falta ciertas reformas sociales radicales como el me­ jor instrumento para derrotar al comunismo. Pero, por otra par­ te, en sus recientes escritos ha atacado lo que bl considera fuer­ tes metodos de la quinta republica en el campo de los derechos civilcs, aunque en sus escritos da a entender que no dudaria en utilizarlos, si fuera necesario, para hacer triunfar su tesis. En definitiva, el lector encontrara, en las paginas que si­ guen, abundante material que le chocara unas veces, haciendole pensar que se trata de algo increible. Pero Trinquier, co­ mo muobas de esas personas que estan seguras de tener las Haves de la definitiva solucion de los problemas y de la absoluta verdad en sus manos, tiende a creer que algunas de sus observaciones no son tan radicales como se cree, aunque esten destinadas a crear una verdadera ola de disimiles comentarios. Por ejemplo, aunque es cierto que fuerzas del G.C.M.A. derrotaron en Vietminh fuerzas tres veces superiores durante la ba­ talla de Dien Bien Fu, nunca lograron amenazar seriamente las lineas de abastecimiento comunistas. Por otra parte, nunca ha podido comprobarse que hubo realmente un esfuerzo grande —como Trinquier parece enunciar aqui— por infiltrar guerrillas leales en Tunez a fin de atacar las bases de Argelia, y que esas guerrillas, si alguna vez eixstieron, tuvieran bxito alguno. Los lectores americanos —particularmente los que parecen estar ahora— preocupados con las operaciones que se llevan a cabo en Vietnam del Sur— observarbn con sorpresa que las llamadas nuevas actividades de «acciones de guerrillas> en to­ dos sus aspectos no son mas que una reconstruccibn de las vie­ jas tbcticas, en las cuales los helicbpteros, los atacantes de maleza y los tiradores de tiro rapido no han hecho otra cosa que aumentar la velocidad de la guerra, evitando mayor derramamiento de sangre, sin cambiar basicamente el cardcter de la lucha, ni su resultado, si los mismos errores politicos que Fran­ cia cometib en Argelia se repiten. Y la carrera de Trinquier, )' la de sus numerosos oompaneros de armas que aun permanecen en el ejbrcito francbs, constituyen una reserva de especialistas en la materia cuya experiencia no es segunda de ninguna. Es, repitibndolo, Lartbguy quien situa en foco tan impor-

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tante este tipo de soldado, cuando uno de sus principales personajes dice, jocosamente, que Francia debia tener dos ejercitos: uno con preciosas armas y bien entorchados generales, y otro formado enteramente por jovenes entusiastas, disfrazados con trajes de batalla, que no serbn presentados nunca al publico, aun cuando simpre se les pediran esfuerzos iinposibles de rea­ lizar. .. Lo que podria servir para comentar: «Companero, justed esta en camino de ballar muchas dificultades!*. Y son, quizas, estas dificultades las que inevitablemente un ejercito regular tendra que enfrentar si es llamado a seguir una larga guerra revolucionaria que hasta ahora apenas ha si­ do concebida en America. El libro de Trinquier ayudara mucho a servir de aviso oportuno a los que esten doimidos. Alejandria, Virginia, octubre de 196.3. Bernard B. Fall.

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Primera parte PREPARACION PARA LA GUERRA

1.

L a NECESIDAD DE ADAPTAR NUESTRO APARATO MILITAR A LA GUERRA MODERNA

La defensa del territorio nacional es la raison d’Stre de un ejercito que siempre debe estar en disposicidn de alcanzar su objetivo. Desde la liberacion de Francia, en 1945, sin embargo, el ejercito frances no ha podido detener el colapso de nuestro imperio, pese a que los esfuerzos que se ban realizado en ese sentido ban sido realmente incalculables. Abora bien, ningun mili­ tar fiances debe descansar hasta baber creado un ejercito lo suficientemente apto para asumir responsablemente, asegurandola, la defensa de nuestro territorio nacional. Nuestro defecto consiste, empero, en que persistimos en estudiar un tipo de guerra que no existe ya y segun el cual, posiblemente, jamas volveremos a pelear, mientras ponemos muy poca atencion a las razones que motivaron nuestra derrota de Indochina y en la que vamos a experimentar en Argelia. Y la p^rdida de Indochina o Argelia debe ser para Francia tan importantc como pudiera ser la p^rdida de una provincia metropolitana. El resultado de esta poca vision es que el ei^rcito no estd preparado para hacer frente a un adversario que utiliza armas y metodos que el propio ejercito desconoce, no teniendo, por tanto, la menor probabilidad de victoria. Es un hecho cierto que en Indochina, a pesar de contar con marcada superioridad en material y tropas, fuimos derrotados. De una campana a otra, nuestros generales trataron de llevar

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a Vietmimh el linico tipo de guerra que conocian, en la espe­ ranza de que la superioridad en material les proper cion aria la oportunidad de alcanzar la victoria. Pero los del Vietminh siem­ pre supieron eludir esas maniobras, y cuando finalmente aceptaron la batalla convencional que durante tantos anos buscaron nuestros jefes, fue unicamente cuando ya tenian ventaja de fuerzas para derrotamos. Eso fue lo que ocurrio en Dien Bien Fu en mayo de 1954. E n Africa del Norte esta ocurriendo lo mismo. A pesar da lo que digan las estadisticas, nuestro ejercito esta empleando, salvo alguna que otra excepcibn la misma tactica. Es decir, trata de obligar a combatir a nuestro modo a un ejbrcito que constantemente nos elude. Por eso, a pesar de los resultados obtenidos, no podemos reclamar victoria porque, en definitiva, no destruimos al enemigo, sino que mas bien lo dispersamos. La inhabilidad del ejercito de adaptarse a los cambios que requieren las circunstancias, ha traido duras consecuencias. En primer termino, brindamos la impresibn de que nuestros ad­ versarios, que representan tan sblo una fuerza dbbil, son invencibles y, por tanto, que tarde o temprano tendremos que acep­ tar sus condiciones de paz. Y esto, logicamente, alienta la difusibn de ideas muy peligrosas que, a la larga, son generalmeute aceptadas. Francia es acusada de celebrar elecciones demasiado rigidas en Argelia. Y, en cambio, se hace creer que las organizadas por el Frente de Liberacibn Naciona! de Argelia (F.L .N .) son puras en todos los sentidos. Al mismo tiempo, se hace ver que los electores son, en cierta forma, presionados por el gobierno trances. Esto, al menos, es lo que una parte de nuestra prensa trata de decir a sus lectores. Sin embargo, no.es asi. Ademas, es bien sabido que no se necesitan las simpatias de la mayoria de un pueblo para gobemarlo bien. Basta que se realice una buena administracibn para que se alcance la meta pretendida. Esto es justamente lo que nuestros adversarios estdn logrando en Argelia. Gracias a una «organizacibn nerfectamente adaptada* y al aproniado mbtodo de guerra modema que utilizan, estdn triunfando en su intencibn de imponerse sobre toda la poblacibn, a pesar de los deseos de bsta de opinar en

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otro sentido, y la estan empleando en contra nuestra. En otras palabras, nuestros enemigos nos estan situando donde quieren para extorsionamos despuds. Y al final tendremos que aceptar lo que nos digan, si antes no aprendemos a destruir el sistema de guerra que estan utilizando contra nosotros. Ese es nuestro problema. Y habremos olvidado nuestra obligacion si por dejadez permitimos que ellos alcancen la victoria. Eso significaria sacrificar nuestra indefensa poblacion a la inescmpulosidad del enemiga.

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2.

Lo

QUE ES LA GUEFRA MODERNA

Desde que termino la segunda guerra mundial una nueva forma de guerra ha sido creada. Llamada alguna veces «guerra revolucionaria*, difiere fundamentalmente de las guerras del pasado en el aspecto de que nunca se espera que la victoria sea consecuencia del cheque de dos ejercitos en el campo de batalla. Eso de que el enemigo sea aniquilado despues de una 0 mas batallas es cosa del pasado. La guerra de hoy es el ohoque de una serie de sistemas —politico, economico, psicologico y militar— que tiende a de­ rrocar el gobierno existente en im pais para sustituirlo por otro. Para alcanzar esta meta, el agresor explota hasta el limite la tension interna del pais en su parte ideologica, social, religiosa, economica, etc. En otras palabras, usa cualquier conflicto que pueda tener profunda influencia en la poblacion que va a ser conquistada. Hay todavia mas; en vista de la actual situacion de las naciones, cualquier punto debil que presente un pais, por muy apaitado o falto de poder que sea, siempre es traido por estos grupos a un piano de actualidad, a fin de convertirlo en parte de un conflicto mundial. Y asi, impulsado por estos elementos, un asunto de origen secundario, apenas sin impor­ tancia, puede transformarse en una cosa grande una vez que se generaliza. En campo de accion tan amplio, los tradicionales equipos militares no pueden ejercer el papel decisivo de otros tiempos. La victoria )'a no depende de una batalla que se sostenga en determinado terreno. Las operaciones militares de otros tiem-

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pos, en las cuales dos ejercitos chocaban furiosamente en el campo de batalla, han pasado a un piano secundario y solo tie­ nen importancia limitada en los conflictos. Por eso el ejercito, atiaido tradicionalmcnte por la parte militar del conflicto, ja­ mas ha estudiado seriamente ningun aspecto de cualquier ba­ talla que comprenda elementos inferiores en el arte de guerrear. Ejercito moderno es aquel que, sobre todas las cosas, esta preparado para obtener la victoria en el conflicto en que su pais se vea envuelto. Y de que estamos en guerra no debe existir diida algima, porque corremos el riesgo de ser derrotados finalmeute en terreno firme (como ocurrio en Dien Bien Fii en mayo de 1954) y, a consecueneia de esta derrota, puede que tengamos que ceder un vasto territorio a nuestros oponentes. La lucha que hemos venido sosteniendo durante mas de 15 anos en Indochina y en Argelia es realmente una guerra. Solo que en ambas partes estamos envueltos en lo que se lla­ ma guerra moderna. Y, si qucremos ganar, es en este sentido que tenemos que movernos \- considerar la India desde ahora en adelante. Muohos estudios se han heoho en distintos paises sobre lo que se ha llamado «guerra subversiva*. Pero muy pocas veces se ha ido mas alia de lo que se conoce por guerra de guerrillas, que es algo muy parecido a la guerra tradicional. Atento a la victoria aliada de la segunda guerra mundial, y quiza porque siempre es mas interesante estudiar los mbtodos que deciden los combates, que buscar las causas que han ocasionado las derrotas, la parte ofensiva de la guerra de gue­ rrillas es la unica que se ha considerado hasta el presente. Pero nunca se ha estudiado la mejor forma de contrarrestar ese tipo de guerra. Algunos autores se han limitado a senalar la ineficiencia de los metodos empleados hasta ahora para acabar con ella. Otros se ban contentado con aconsejar como debe reaccionarse contra la guerrilla, Pero nada mas. Y esto no es otra cosa que querer resolver el problema sin entrar a fondo en sus pun­ tos vitales. Esto es, sin analizarlo debidamente. La parte ingeniosa de la guerra moderna, digamos: la manipidacion de la poblacion civil, ha sido objeto de recientes

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estudios realmente. Pero unicamente se ha ido al fondo de la parte que comprende los metodos empleados por el enemigo para consolidar las posiciones conquistadas sobre distintas poblaciones en tiempos de paz. En otras palabras, solamente se han estudiado los efectos del trabajo psicolbgico que se ha lle­ vado a cabo sobre las masas. Pero las reacciones de la oposicibn, sus ataques y el estudio de un metodo efectivo de proteccibn contra esas guerras, han sido olvidados. Mas aun, cuando los metodos del enemigo y su eficiente modo de aplicarlos han sido reconocidos, la abundante propaganda y fuerte presibn que se ha hecho han impresionado grandemente a los pobremente informados, y eso ha llevado a una sistematica negativa a estudiar el uso de los mismos metodos. Sabemos quo ima condicibn sine qua non de la victoria en guerra modema es el apoyo incondicional de la poblacibn. Segiin Mao Tse-Tung, eso es tan esencial al combatiente como el agua al pez. Y ese apoyo tiene que ser espontbneo, aunque en muchas ocasiones se proporcione sujeto a determinadas con­ diciones. Si ese apoyo no existe, debe buscarse por todos los medios posibles, siendo el mbs efectivo de todos el terrorismo. E n la guerra modema no nos enfrentarnos a un ejercito organizado de acuerdo con las lineas tradicionales, sino con un ejercito algunas veces muy pequeno, pero consistente y efecti­ vo, que trabaja en la clandestinidad dentro de la misma po­ blacibn, manipulado por determinada organizacion. A ese es al que hay que temer, y ese es el que bay que derrotar. Nuestro ejercito en Argelia pasa de los 300.000 hombres, equipados con los mas modemos armamentos. Suestro adver­ sario no tiene mas de 30.000, equipados por lo general con ar­ mas casi en desuso. Si tuvieramos oportunidad de enfrentarnos a este enemigo en el campo tradicional de batalla, un sueno que todavia controla la mente de algunos generales, la victoria se obtendria en cuestibn de horas. Pero el problema es mucho mas complejo. Por cso la lucha tiene ya mas de seis anos, sin que se vislumbre todavia la posibiiidad de la victoria. Para encontrar solucibn al problema, tenemos que empezar por damos cuenta de que en la guerra moderna no estamos

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lucliando frente a determinado grupo armado esparcido en determinado territorio, sino frente a una peligrosa y bien arma­ da organizacidn clandestina cuyo papel principal es imponer su voluntad a una poblacion. La victoria solo podrd obtenerse cuando logremos destruir esa organizacidn. Y este cs el pensamiento que tiene que guiarnos a traves de todos nuestros mo­ vimientos dentro de la guerra moderna.

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3. Lo

QUE ES UNA ORGANIZACION CLANniuSTINA DE GUERRA

Un ejemplo de lo que realmente es una organizacidn clan­ destina de guerra puede encontraise en la que operaba en la ciudad de Argel de 1956 a 1957. Quedd constituida como zona autdnoma por el Frente de Liberacidn Nacional. Pero despues fue adscripta a la disposicidn del F.L.N. en su funcionamiento por toda Argelia. La Zona Autdnoma de Argel (Z.A.A.) funcionaba bajo un consejo que tenia cuatro miembros, un lider politicomilitar, un ayudante que servia para el contacto extemo, y los grupos de inteligencia. Las decisiones se tomaban en conjunto, pero el voto del lider politicomilitar era siempre el decisivo. La ciudad y sus suburbios estaban divididos en tres regio­ nes: Argel Central, Argel del Este y Argel del Oeste, que funcionaban a traves de consejos regionales identicos al consejo de la Zona. Cada regidn estaba dividida en sectores que, a su vez, estaban subdivididos en distritos. En total, la Zona Autonoma de Argel comprendia tres regiones con diez secto­ res y treinta y cuatro distritos. La organizacion de la Z.A.A. comprendia dos elementos distintos: el Frente de Liberacion Nacional (F.L.N .), que era su brazo politico, y el Ejercito de Liberacion Nacional (E.L.N .), que constituia.su brazo militar. Los dos estaban integrados en forma identica, pero grandemente separados, y se unian solo en las secciones regionales o en las zonas. Unidades del Ejercito de Liberacidn Nacional y del

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Frente de Liberacion trabajaban unidas eai cada distrito, pero sus respectivos consejos regionales eran linicamente los res­ ponsables de la coordinaoion de su labor. La organizacibn politica del Frente de Liberacion Nacio­ nal en cada distrito se basaba en semicblulas de tres miembros, y entonces la celula, el semigrupo, el grupo y el subdistrito estaban a las brdenes de un lider de distrito que, en resumen, controlaba un total de 127 hombres (vbase el diagrama que sigue). SemicSlula Celula Semigrupo 1 semicbhila

2 semicblulas mas 1 lider de celula

3 hombres

7 hombres

Grupo

15 hombres

Subdistrito

Distrito 2 subdistritos mas 1 lider de dis­ trito

2 grupos mas 1 lider de sub­ distrito

2 semigrupos mas 1 lider de grupo 31 hombres

2 cblulas mas 1 lider de .semi­ grupo

63 hombres

127 hombres

La organizacibn militar del distrito consiste en 35 hom­ bres armados. El comandante del distrito y su ayudante al frente d§ tres grupos armados, cada uno encabezado a su vez por un lider y su ayudante, e integrado por tres cblulas de tres hombres cada una, en esta forma: + -o

1 comandante de grupos_ armados del distrito 1 ayudante del comandante del grupo Enlaces 3 Uderes de grupos armados 3 ayudantes de los Uderes de esos grupos 9 cilulas de 3 hombres cada una

-6

o

0

0

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4

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La organizacibn politica tenia a su disposicion algunos grupos de choque, tambien armados, que no formaban parte del Ejbrcito de Liberacibn Nacional. En la practica constituian la «policia» del Frente de Liberacibn Nacional y tenian la misibn de cumplir las sentencias dictadas por los lideres judioiales. El ayudante del Consejo de la Zona, encargado del oontacto externo y de los trabajos de inteligencia, tenia a su dis­ posicibn cierto numero de comites en que estaban agrupados los intelectuales del Frente Nacional de Liberacibn. A contimiacibn relacionamos los principales comitbs y sus obligaciones: Comite de contacto: Mantenia contacto con los wilayas o distritos militares mayores (Argelia estaba dividida por el F.L.N. en seis wilayas); con el. Comitb de Coordinacibn Exte­ rior (C.C.E.), actualmente Gobierno Provisional de la Repiiblica de Argelia; y con el exterior, digamos Tiinez, Marruecos y Francia. Comite de informacidn: Encargado, en aquel entonces, de completar servicios especiales. Comite de editoriales: Guidaba de proporcionar la mayor informacion de las Naciones Unidas, sostenia las relaciones con los intelectuales y facilitaba toda la documentacibn necesaria a la prensa francesa y de otros paises. Comite de justicia: Encargado de mantener estrecha vigilancia sobre todos los ciudadanos franceses de origen musulman; de juzgar los casos de musulmanes que se presentaban bajo las leyes civiles y criminales; de imponer multas, etc. Comite financiero: Realizaba constantes colectas entre la poblacibn para mejorar los fondos, usando en este fin unidades del Frente de Liberacibn Nacional; y buscaba la cooperacion econbmica, en grandes cantidades, de las grandes companias, bancos, destacados comerciantes, etcbtcra. Comite de salubridad: Incipiente en Argel. Los enfermos y heridos eran atendidos en secreto en los hospitales de la ciu­ dad.

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Comitd de trabajo-. Tenia la mision de mantener permanente contacto con casi todas las organizaciones sindicales, tales como la Union General de Trabajadores de Argelia y la Unidn Sindical de Comerciantes Argelinos Finalmente, un eicrnento de importancia, dentro de la or­ ganizacion, era la cadena de lanzadores y colocadores de bom­ bas que actuaban bajo la responsabilidad directa del Consejo. Este grupo era mantenido siempre a respetable distancia de los otros integrantes de la organizacidn y se subdividia en una serie de ramificaciones que tenian asignado determinado espa­ cio de terreno. Estas ramificaciones se comunicaban con el jefe de la cadena sdlo a traves de correspondencia. Un diagrama completo de cdmo estaba integrado este gru­ po, es el siguiente; Constructor de la bomba y encar­ gado de entregarla al grupo aue — Vcompletaba su preparacion. Encargados de darle los toques finales, colocando la mecha, se■^llando y ajustando el detonador y marcando el tiempo. ^ Encargados de entregar las bom­ bas, ya listas, a los grupos cuya misidn era colocarlas. Encargados de reconocer los lu­ gares escogidos para el trabajo y verificar sus resultados.

E n la ciudad de Argel solamente, la organizacion clandes­ tina contaba con unos 1.200 hombres armados y alrededor de 4.500 medio armados, pertenccientes estos liltimos al Frente de Liberacion Nacional. A estos hombres les hacia frente un cuerpo policiaco que no ascendia a mil hombres, equipados so­ lamente para lidiar con criminales comimes en tiempos de paz. Cogidos por sorpresa por un adversario bien orzanizado, cuya actividad era completamente desconocida para ellos, los miem­ bros de la policia no tenian la menor posibilidad de victoria. La intervencidn del ejercito era, por tanto, necesaria. Para derrotar a una organizacion clandestina de tanta complejidad y proporciones se necesitaba un bien estudiado plan

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de ataque, asi como abundante tiempo y una tecnica precisa. No hay que olvidar que, desde los miembros de los principales cuadros a los delegados de los ginipos regionales mas flojos, to­ dos habian recibido, mas o menos, abundante entrenamiento marxista y eran hombres probados que habian ingresado voluntariamente en la organizacion y realizaban su labor en pro de un ideal. Los cuadros mas bajos, tambien de accion, fueron reclutados entre los elementos mas pobres de la ciudad, completando el grupo con delincuentes y criminales habituales. Y la sola condicibn de venir de donde venian ya los hacia perfectamente elegibles para la misibn que les estaba senalada. Mas tarde la organizacibn fue recibiendo la cooperacibn dc nuevos elementos que se consiguieron por el influjo de los exitos obtenidos, aumentando de este modo sus fuerzas. Nos enteramos de la forma en que fueron reclutados a traves del interrogatorio que se les hizo. A la pregunta: «^Cbmo ingresaron en el Ejercito de Libe­ racibn Nacional?*, la mayoria —jovenes en casi su totalidad— respondian: «Yo era un esforzado trabajador y me ganaba la vida honradamente. Un dia me detuvo en la calle un individuo que insistib en que yo pagase cierta suma al Frente de Liberacibn Nacional. Inicialmente me negue y tres hombres que le acompanaban me golpearon. No me quedb mas remedio que pagar. Al mes siguiente los mismos individuos me pidieron la misma suma. Esta vez pague sin protestar. Asi aprendi mi leccibn. Meses despues yo formaba parte del grupo de colectojres. Todos los meses me entregaban una lista de las personas que se suponian tenian que contribuir y me hacian acompanar por un grupo encargado de protegerme mientras completaba la colecta. Como yo hacia deporte y me encontraba en exclentes con­ diciones fisicas, me pidieron que me incorporase al ejercito de la organizacibn, al Ejercito de Liberacibn Nacional. Quise rehusar, pero los mismos individuos emplearon argumentos de­ masiado “convincentes”, y tuve que aceptar. Desde ese instante me senti perdido, porque, paia poder ingresar de modo oficial en el Ejbrcito de Liberacibn Nacional, uno tiene que ser pro-

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bado en un acto terrorista de calle, y no me quedo mas remedio que ejecutarlo. Las condiciones en que el acto tenia que efectuarse me I'uoron explicadas. Una noche, a una bora determinada y en determinado lugar, un individuo a quien no conocia tenia que darme un arma cargada con la mision de matar a la primera persona que me encontrase. Despucs tenia que huir, defando el arma en un laton de basnra que la persona desconocida te­ nia que indicarme. Hice sin fallar lo que me dijeron y a los tres dias ingrese como miembro del Ejercito dc Liberacion Nacionab. Asi fue como en el mes de enero de 1957 el doctor X, de Argel, fue asesinado en plena via publica por un jovenzuclo que ni siquiera conocia el nombre de su victima. El sistema de presionar a los ciudadanos variaba constan­ temente. Este que acabamos de relatar es, posiblemente, uno de los mas frecuentes. Asi reclutaban a los mucbachos que to­ davia no podian pensar por si mismos.

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4.

E l TERROniSMO,

a r m a p r in c ip a l

DE LA GUERRA MODERNA

Las guenas cle Indochina y Argelia han servido para poner de manifiesto el arma basica que permite a nuestros enemigos presentar batalla efectiva y que, aun contando con pocos re­ cursos belicos, los ayuda a derrotar a un fuerte ejercito ti'adicional. Esta arma es el terrorismo. El terrorismo, en si, es conocido desde hace mucho tiem­ po. Pero, utilizado por organizaciones clandestinas, con la preconcebida intencidn de controlar el movimiento de una pobla­ cion, solo puede considerarse de reciente desarrollo. Se utilizo con acierto en Marruecos en 1954 y ba alcanzado su desarrollo total en Argelia entre diciembre de 1956 y enero de 1957. Sus sorprendentes resultados dieron a nuestros adversarios una ventaja de consideracion en sus propositos, casi decisiva. Por­ que, en efecto, solo se necesitaron unos cien terroristas bien organizados para forzarnos a dar por perdido el control que teniamos sobre Marruecos. El terrorismo, pues, es un arma de guerra que no puede ser por mas tiempo ignorada, y mucho menos menospreciada. Para nosotros, es un arma que merece ser estudiada detenidamente. El objetivo principal de la guerra moderna es el control de una poblacion, y el terrorismo constituye entonces el arma mas apropiada para ello, ya que va dirigido directamente hacia sus habitantes. En la calle, en el trabajo, en sus casas, los ciu­ dadanos viven, bajo el terrorismo, en una constante amenaza de morir violentamente. Debido a esto, el ciudadano llega a

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tener la impresibn de que esta aislado e indefenso, y, como al propio tiempo todavia no se ha conseguido que las autoridades publicas —incluyendo la policia— puedan garantizarle su segu­ ridad en medio de esta situacibn, acaba por perder la confian­ za, y poco a poco va inclinandose hacia los terroristas, que es lo que bstos buscan, al experimentar que son los linicos que pueden proporcionarle la proteccibn debida. Asi, el objetivo principal del terrorismo, que consiste en provocar la vacilacibn de la poblacibn, se ha obtenido. Lo que caracteriza al terrorismo y le hace aparecer como un arma dc extraordinaria fortaleza, es la matanza que gene­ ralmente provoca entre la gente indefensa. Opera dentro de un marco familiar, al tiempo que rehuye el riesgo que ordinariamente enfrenta el criminal vulgar, y no digamos nada de los soldados quo actuan en el campo de batalla o de los civiles que hacen frente a tropas regulares. El criminal ordinario liquida a determinado individuo —usualmentc una sola persona— guiado por un propbsito especifico. Una \'oz que alcanza este propbsito, deja de ser im peli­ gro para la sociedad, Su crimen se basa en un motivo percepti­ ble, digamos robo, venganza, etc. Para triunfar en su empeno, muchas veces tiene que corrcr riesgos que pueden conducir facilmente a su arresto. Su trabajo, pues, se lleva a cabo dentro de un marco conocido. Y esto quiere decir que puede ser pues­ to en practica un estudiado plan para descubrirle, obteniendose justicia a la larga, aun cuando en ocasiones el asunto tome al­ gun tiempo. El soldado trata de liquidar a su adversario en el campo de batalla, perfectamente uniformado. Pelea dentro de un mar­ co tradicional controlado por reglas que son aceptadas y res— petadas por ambos bandos. Comprendiendo el peligro de su misibn, generalmente tiene enorine respeto por su adversario, porque sabe que los dos estan corriendo el mismo riesgo. Cuan­ do la batalla ha terminado, los muertos y heridos de ambos campos son tratados con el mismo sentido humanitario. Y los prisioneros son retirados de circulacibn tan pronto es posible y alejados de toda nueva accibn belica hasta que la guerra haya terminado.

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Para los civiles que hacen frente a tropas regulares, el he­ cho de que esten haciendo la guerra sin uniforme, violando las reglas de la guerra tradicional, lo que los exime de la proteccion de las mismas, los convierte en candidates a ser fusilados si son hechos prisioneros por sus oponentes. Y este es un riesgo como otro cualquiera. Pero el caso del terrorista es distinto. No solo hace la gue­ rra sin uniforme, sino que ataca, bien lejos del campo de ba­ talla, a ciudadanos indefensos que, en calidad de inermes, creen estar protegidos por las reglas de la guerra tradicional. Envuelto en una amplia organizacibn que prepara su misibn y le ayuda a completarla, siempre esta protegido en su retirada y practicamente no corre riesgo alguno de ser atacado por sus victimas o de ser llevado a los tribunales de justicia. Cuando se le pide que mate a determinada persona, determinado dia, en determinado lugar, con el unico propbsito de crear terror en la poblacion civil, o que provoque la muerte de numerosas personas en determinado lugar publico, generalmente esta bien protegido y le es facil eludir la accion de la policia. En Argel, durante 1956, el Frente de Liberacion Nacional (F.L .N .) establecib la organizacibn clandestina de guerra que hemos senalado anteriormente, y resultb materialmente imposible a la policia detener un .solo terrorista. En vista de que los ataques iban en aumento, la policia debib darle la importancia que tenian, sin embargo; y debib apelar al ejbrcito. Sin la intci-vcncibn masiva del ejercito, en particular la Divisibn de Pa­ racaidistas, la ciudad hubiera caido en manos de los terroristas F.L.N. a comienzos de 1957, con el resultado de que hubiera sido upccsario abandonar toda Argelia. En una gran ciudad, las fuerzas policiacas pueden restringir en parte la accibn de los terroristas retardando, por tanto, el que ]ogrcn controlar totalmente a la poblacibn. Obligados a trabajar en secreto, la labor de la organizacibn sera lenta y di­ ficil. En estas circunstancias, una accibn masiva y drastica por parte del ejbrcito puede Ilegar hasta eliininarlos por completo, como ocurrib en Argel en 1957. En regiones no tan ampliamente protegidas, que siempre constituyen la mayor parte de! territorio de una nacibn, par-

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ticularmente en areas casi inhabitadas donde las fuerzas de policia son reducidas o en muchas ocasiones ni existen, el te­ rrorismo encuentra la via expedita para hacerse sentir en el inicio de un conflicto, y esto hace que sea mas efectivo. Golpes aislados revelan la existencia del terrorismo. Esto despierta la atencion del pueblo y le invita a tomar precauciones. Entonces una accion mas firme, ejecutada por el terrorisino selectivo, comicnza a eliminar personas de menor importan­ cia, ciertos burocratas, y si la policia no atiende los primeros avisos o es muy lenta enfrcntandose a la situacion, el terror seguira ea aumento, tratando de eliminar cada vez mayor nu­ mero de personas. Esta accion gana rapidamente el silencio de los indefensos habitantes y, en consecuencia, los agentes eneinigos tienen mano libre para organizar y manejar la poblacion civil a su antojo. De ahi en adelante, precisamente dentro de esta poblacion que ha sido controlada por e] terror, los pequenos grupos qne estan encargados de hacer la guerra de guerrilla pueden insta­ larse comodamente y, como dice Mao T.se-Tung, llegan a sentirsc como pez en el agua. Son alimentados, bien informados y hasta protegidos por esa aterrorizada poblacion que casi se considera obligada a servirlos, y asi pueden aplicar sus golpes sin temor a ser contenidos o delatados. La guerra moderna requiere la incondicional sumision y ayuda de la poblacion. Esta ayuda hay que buscarla y mantenerla sobre todas las cosas. El mcjor metodo para alcanzar este proposito os emplear el terrorismo. Una estricta vigilancia es mantenida sobre todos los babitantes. Y la menor indicacion o sospecba de falta de coopera­ cion es castigada con la muerte, muchas veces precedida por tortura. Las atrocidades cometidas por el Frente Nacional de Libe­ racion en Argelia para mantener su control sobre la poblacion son innumerables. Solo voy a citar un caso para dar una idea del grado de terror que mantenian en ciertas areas. En el mes de setiembre de 1958, las fuerzas del orden ocuparon los archivos de nn tribunal de una de las regiones controladas por el F.I,.N, En el acuartelamiento de Michelet

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solamente, en el distrito de Kabylie, unos 200 habitantes fue­ ron condenados a muerte y ejecutados entre el de noviembre de 1954 y el 17 de abril de 1957. Esto demuestra que el terrorismo es un arma de guerra, y es importante que se le de la importancia que tiene. Aunque no es un arma nueva, hasta hace poco solo era utilizado por grupos revolucionarios aislados para realizar ata­ ques espectaculares, por lo general, frente a destacadas personahdades politicas, como, por ejemplo, soberanos, jefes de Es­ tado y ministros. Aun en Indochina, donde las guerrillas alcanzaron tan extraordinario grado de desarrollo que permitio triunfar a las fuerzas del Vietminh, el terrorismo nunca fue empleado sistematicamente. Y asi, los ataques con bombas plbsticas realizados fuera del Teatro Municipal de Saigon, que causaron numerosas victimas, no fueron llevados a cabo por los vietnamitas. El terrorista no debe ser considerado como un criminal ordinario. En realidad, su trabajo se realiza dentro del marco trazado por su organizacion, sin que ello represente interes personal, y esta guiado solamente por su deseo de ayudar a una causa que el considera noble y que busca detenninado ideal. El mismo ideal que guia a los soldados en cl campo de batalla. A una orden de sus superiores, mata sin tener el menor odio hacia sus victimas, lo mismo que el soldado hace en su escenario. La unica diferencia consiste en que sus victimas son, por lo general, mujeres y ninos, o personas completamente indefensas que son tomadas por sorpresa Esto parece criticable. Pero, en una epoca de la historia en que el bombardeo de las ciudades abiertas es permitido y cuando dos ciudades japonesas fueron climinadas de la faz de la tierra por la bomba atomica, cuando hubo apuro en termi­ nal' rapidamente la guerra en el Pacifico, no es posible reproohar al terrorismo que actiie en la forma que lo hace. Yassef Saadi, jefe de la Zona Autonoma de Argel, declaro despubs de su arresto: “Puse mis bombas en la ciudad porque no tenia aeroplane para tirarlas. Pero cause menos victimas que la arti­ lleria o el bombardeo aereo de nuestras pequenas localidades. Yo estoy en guerra. Nadie puede criticarme por lo que hago.”

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Analizado desde este piano, el terrorista se ha convertido en soldado como el aviador y el artiilero. Solo que el aviador, al ejecutar su vuelo sobre una ciudad, sabe que la bateria antia^rea puede detener su mision o matarle. Y el artiilero herido en el campo de batalla, acepta su sufrimiento fisico, que algunas veces dura boras, cuando cae entre las lineas y nadie puede rescatarle o ayudarle. Jamas se les ba ocurrido a estos soldados pedir que el enemigo renuncie al uso del rifle, del proyectil o de la bomba. Y cuando van al hospital saben que han hecho su parte. El soldado, por tanto, admite la posibilidad de sufrimiento al realizar su mision. El riesgo que corre en el campo de batalla y los sufrimientos que muchas veces se derivan de las lesiones que reciben son parte de su labor. Y representan el precio de su gloria. El terrorista reclama los mismos honores sin incurrir en las mismas obligaciones. Su tipo de labor le permite eludir la accion de la policia, sus victimas no pueden defenderse, y el ejercito no puede emplear todos sus recursos en detenerle porque siempre se esconde entre la misma poblacion a la que ataca. Desde luego, cl terrorista sabe que, sorprendido y capturado, no puede esperar que le traten oomo un criminal ordinario o que se limitcn a tomarle prisionero como hacen con los soldados en el campo de batalla. Las fuerzas del orden tienen que aplicarle distintos procedimientos, porque lo que se busca en el no es el castigo de su accion, de la que en realidad no es totalmente responsable, sino la eliminacion de su organizacion o su rendicion. En consecuencia, cuando se le interroga no se le piden detalles de su vida ni se le pregunta sobre los hecbos que ha realizado con anterioridad, sino precisa informacion so­ bre su organizacion. En particular, sobre quienes son sus superiores y la direccion de los mismos, a fin de proceder a su inmediato arresto. Ningun abogado esta presente cuando se efectua este interrogatorio. Si e] prisionero ofrece rapidamente la informa­ cion que se le pide, el e.xamen termina en seguida. Pero si esta informacion no se produce de inmediato, sus adversarios se ven forzados a obtenerla empelando cualquier medio. En-

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tonces el terrorista, como antes el soldado, tiene que soportar sus sufrimientos, y quizbs hasta la misma muerte, sin decir media palabra. El terrorista tiene que aprender a aceptar estas consecuencias como una condicion inhetente a su funcion y al metodo de guerra que el y sus superiores, con perfecto conocimiento de lo cjue hacian, han escogido. Una vez que el interrogatorio ha terminado, sin embargo, cl terrorista puede seguir la misma suerte que el soldado, quedando prisionero y retirado de la circulacion hasta que el conflicto haya terminado. Seria iniitil, v poco inteligente, hacerle responsable de los actos que ha cometido, como no se puede culpar tampoco al soldado de infanteria por las muertes y destrozos que ocasionan las armas que sus generales le ponen en la mano. Segiin Karl von Clausewitz. . . .la guerra es un acto de violencia que se emplea para inipedir que un oponente pueda com pletar sus propositos. Restricciones im puestas voluntariam ente, casi imperceptibles y no dignas de mencion, comprendidas en la usanza de las leyes intemacionales, envuelven su desarrollo, sin detener los actos de violencia. Esta, en consecueneia, es el medio de que se valen los ejercitos p ara som eter a los enemigos a fin de hacer mas facil el objetivo q u e se han im puesto. E n momentos dificiles de la guerra, los errores que se cometan a consecueneia de u n esplritu de benevolencia son siempre los peores. El uso de la fuerza, por lo tanto, no elimina el empleo de todo m edio que siiva para alcanzar el propo­ sito, sin que p ara ello cuente para nada el derram am iento de sangre qu e pueda produoirse. T ratar d e introducir un principio hum anitario o de moderacion en la accion es, por tanto, una cosa absurda.

Estos principios del concepto de guerra mantienen toda su vitalidad tambien en la guerra moderna, y aunque entende­ mos que la violencia es una consecueneia inevitable, creemos que oierta violencia debe tratar de eliminarse. Por eso los interrogatorios, en la guerra moderna, deben llevarse siempre a cabo por especialistas que esten bien informados sobre la tecnica que se emplea. Lo esencial para que el interrogatorio de un terrorista sea rapido y efectivo es tener interrogadores que sepau lo que estan preguntando, a fin de que el terrorista se vea colocado de inmediato en el circulo que se mueve dentro de la organizacion a que pertenece. Se necesita, pues, que los interrogadores conozcan profundamente la organizacibn que esttidian. Y, del

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mismo modo que resulta una perdida de tiempo pretender que un colector de fondos sepa donde y cubndo se colocan las bom­ bas, no se puede iniciar el interrogatorio de un terrorista tocando terrenos que este no suele pisar. Siempre hay que tocar el tema que bl domina, para que pueda contestar. Se sabe que el terrorista opera, por lo general, como mienibro de un grupo que forman tres personas. Se supone, por tanto, que tiene que conocer a su companero de trabajo y al superior de su semicblula. Esta es la unica informacion que sc le puede sacar. Pero hay que obtenerla pronto, porque de lo contrario, sus buscados tendran oportunidad de escapar, el hilo quedara roto y todo el esfuerzo realizado para descubrir la organizacibn se convertira en nada. Los interrogadores deben evitar Icsionar fisica y moralmente a los intcrrogados. Ello rctardaria mas la informacibn que se busca. Por otra parte, la ciencia pone ya a la disposicibn del ejercito los medios neccsario.s para lograr su objetivo sin tener que llegar a la lesibn. Pero esto no quiere decir que podamos enganarnos con nuestras responsabilidades. Es doloroso permitir que la artille­ ria 0 la aviacibn bombardeen localidades pequenas, matando mujeres y nifios, mientras se consienta que el verdadero enemi­ go escape, porque no se ha interrogado propiamente. El terrorismo en manos de nuestros adversarios se ha con­ vertido en una formidable arma de guerra que no podemos ignorar por mas tiempo. Puesto en practica en Indochina y lle­ vado a la perfeccibn en Argelia, puede alcanzar proporciones insospechadas, sin excluir un ataque directo a la misma Fran­ cia. Gracias al partido comunista, que estd ya en el campo de accibn y familiarizado con las operaciones del movimiento de resistencia, no debe de encontrar mucha dificultad para arraigarse. A la luz de los recientes acontecimientos, podemos darnos una idea de su alcance y de lo que han de constituir sus prbximas agresiones: Un grupo reducido pero bien organizado de hombres de accibn, todos bien entrenados, tratarb de imponer un regimen de tenor en las grandes ciudades. Si el objetivo que se persigue

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cs esparciar en las calles, por las noches, cierto numero de cadaveres desconocidos para aterrorizar a la poblacion, esa orga­ nizacion no encontrara mucbos problemas para lograr su prop6sito, dentro del marco de las leyes que nos rigen, y para escapar despues de la persecucion de la policia. Es ya un becbo cierto que numerosos ataques de este tipo se vienen cometiendo por las nocbes, en nuestras grandes ciudades, sin que sean otra cosa que un preludio de la accion que ba de realizar mas tarde una organizacion mas fuerte cuando est^ debidamen­ te encausada. Estos ataques se completan sin obstaculo alguno, como prueba elocuente de que la tradicional fuerza policiaca es inadecuada ya para evitar la guerra moderna del terrorismo. Cada vez que se produce el ataque, la policia corrc el riesgo de quedar imposibilitada de actuar. En el campo, en las afueras de las grandes ciudades y par­ ticularmente en regiones como el Massif Central, los Alpes o Britania, la poblacion no tiene una proteccion permanente. Pequenas bandas terroristas pueden detener el transito en pasa es dificiles con el simple becbo de matar a los pasajeros de os primeros dos o tres automoviles que cnicen el lugar. Unas cuantas acciones de brutalidad, como, por ejemplo, asesinar salvajemente figuras destacadas de pequenas localidades, intimidaran a sus habitantes y los induciran a no dar la informa­ cion debida a las autoridades, con el resultado de que las ban­ das terroristas podran seguir operando a su antojo. Operaciones pobciacas de menor cuantia fallaran tambien lastimosamente, aun cuando se efectuen a tiempo, y eso animara a buen numero de aventureros a unirse a los grupos terroristas, trasformandolos en grandes bandas de rebeldes. Siguiendo esta linea, amplias zonas quedaran en manos de nuestros adversarios, perdiendo todo nuestro control sobre ellas. Esto dejara la puerta abierta para las guerrillas. Y con el terrorismo en las ciudades y las guerrillas en el campo, la gran batalla babrd comenzado. Este es un mecanismo, bien conocido ya, que en cualquier momento puede actuar contra nosotros.

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5.

I d e n t if ic a n d o

a l a d v e r s a b io

Para conducir una guerra como es debido y ganarla, es indispensable identificar debidamente al adversario. Esto tiene que cumplirse al pie de la letra si queremos que nuestros tiros 1 eguen al bianco que les tenemos destinados, Antiguamente, esto era una cosa facil. Segiin dice la histo­ ria, al enemigo era facil encontrarle al otro lado del Rhin. O al otro lado del Canal, fil tenia su proposito, simple y preciso, como nosotros teniamos el nuestio. Y hubiera sido una perdida de tiempo ti'atar de convertirle a nuestra causa o pretender que se diera por vencido en sus propositos sin haber sido derrotado. Para alcanzar la victoria, la nacion y el ejercito ponian en juego todos sus recursos belicos, tanto morales como mate­ riales. Y as! todo aquel que negociase con el enemigo o favoreciera sus propositos en cualquier orden era considerado trai­ dor y, en consecueneia, tratado como tal. En la guerra moderna el enemigo no es tan facil de identi­ ficar. No hay frontera fisica que separe los dos campos. La linea que marca la diferencia entre el amigo y el enemigo pue­ de encontrarse muchas veces en el corazon de la nacion, en la misma ciudad donde se reside, en el mismo circulo de amigos donde uno se mueve, quizas dentro de su propia familia. Es mas bien una linea ideologica, que tiene que ser perfectamente bien descubierta si queremos determinar pronto quienes son en realidad nuestros adversarios y a quienes tenemos que derrotar. Desde el momento en que el militarismo es un arte que

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tequiere accion, solo cuando hayamos identificado y determina­ do quien es nuestro enemigo, el complicado problema que tie­ nen los militares en la guerra moderna podra reducirse a una accibn realista y facil. No es facil llegar a este punto, sin embargo. Por eso es precise un estudio cuidadoso de las causas y los propbsitos que ban animado a nuestros adversarios para poder descubrirlos y derrotarlos. El periodo de preparacibn de nuestro adversario, antes de iniciar abiertamente las hostilidades, esta protegido, por lo ge­ neral, por el estandarte de un partido politico legalmente reconocido. Nuestros enemigos pueden meterse asi de lleno dentro de nuestras fronteras y pueden moverse bajo la protec­ cibn de nuestras leyes. Gracias a esta cubierta de legalidad con que se protegen nuestros adversarios pueden llevar a cabo su labor hasta crear un cbma que sea favorable a la causa que persiguen, no sblo dentro del pais, sino tambibn en tierra extranjera; y de paso pueden establecer en nuestro territorio los elementos necesarios para el perfecto funcionamiento de su organizacibn, El hecho de que la guerra moderna no haya sido oficial­ mente declarada y, por tanto, que no cxista un oficial estado de guerra, les permitird continuar su labor de proselitismo; y ayudados por la legislacibn existente podran trabajar abierta o secretamente para alcanzar sus propbsitos. Es en esta fase que nuestros oponentes lucharan cuanto puedan por mantener las condiciones de paz en que se desenvuelven, porque ello es esen­ cial para la obtencibn de sus propbsitos. Por tanto, para descubrir lo mas pronto posible a nuestros adversarios es conveniente declarar la existencia de estado de guerra tan pronto como se note el primer sintoma de la batalla que preparan al producirse el asesinato politico o de registrar­ se pequenos actos de terrorismo o actividades de guerrilla. Ya en este instante, la preparacibn de nuestros adversa­ rios estarb bien adelantada y el peligro serb grande. No darle la importancia que tiene sera siempre un grave error. Por tanto, cualquier partido que ayude al enemigo o que le haya apoyado debe ser considerado de inmediato tambibn como enemigo. La poblacibn de la nacibn atacada debe ponerse rbpida-

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mente al lado del gobierno y de su ejercito, porque no hay que olvidar que un ejercito solo puede iniciar una campana difidl y enconada cuando cuenta con el apoyo moral de la nacion. Su movimiento refleja la esperanza de la nacion, porque estb compuesto de hombres jovenes que son los indicados para lle­ var adelante esos propositos. Sus actividades jamas deben ser criticadas, sino solo ensalzadas, porque depende del apoyo ce­ rrado que reciban el que su mision culmine en un triunfo. En otras palabras, el ejercito, cuya responsabilidad es dar la batalla, debe recibir una cooperacion ilimitada, sin reservas, incondicional, del pueblo que defiende. Cualquier propaganda que se inicie que tienda a socavar su moral, insinuando dudas sobre la necesidad de su sacrificio, conducira a resultados funestos. Con este apoyo, el ejercito sabra donde y cuando tiene que atacar. Cuando conozoa la existencia de un individuo que, en cualquier orden de cosas, ayude al objetivo del enemigo, ten­ ded que considerarle traidor y debera tratarlo como tal. En los paises totalitarios, las lineas ideolbgicas se llevan siempre hasta los limites geograficos, a fin de que no exista la menor duda de donde tiene que pararse el enemigo. De este modo, los enemigos del pais son facilmente eliminados y conducidos fuera del territorio nacional. Aunque nosotros debemos evitar estas extremas medidas, que son incompatibles con las ideas de libertad que nosotros y la civilizacion estamos defendiendo, no podemos tampoco ignorarlas, porque de lo contrario amas derrotariamos a un ene­ migo que no esta claramente identificado. Se sabe que el enemigo no consiste en un grupo de hom­ bres armados que pelean a campo abierto, sino que se trata de miembros de una organizacibn que los alimenta, los informa y hasta levanta su moral apoyandolos resueltamente. Este es un estado de cosas que la democracia tolera en una nacibn atacada y que conduce facilmente a un punto en que, si no se toman rapidas medidas para aplicar a este enemigo el golpe de gracia que pueda eliminarle, seguira moviendose secretamente en su contra, y entonces sera muy dificil aplicarle ese golpe o tendra que ser pospuesto indefinidamente.

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6.

D efensa del territorio

Desde el momento en que el objetivo principal de la gue­ rra moderna es lograr el completo control de la poblacidn, lo primero que hay que hacer es asegurar al pueblo su proteccion, proporcionandole todos los medios de defensa posible contra el terrorismo. Para hacer esto debidamente, lo esencial es crear y preparar organizaciones capaces de desviar la fuerza que pueda tener la politica de nuestros enemigos, los cuales trata­ ran de ganarse las simpatias del pueblo por cualquier medio a fin de prepararlo despuds para su luoha. Si nuestra prevencidn falla y al iniciarse las hostilidades nuestros enemigos logran establecer en gran proporcion de nuestro territorio un fuerte terrorismo y guerrillas, tenemos que combatirlo con los mdtodos apropiados, que tienen necesariamente que ser muobo mas efectivos que los que pudieramos emplear para eliminar perturbaciones en tiempos de paz. La organizacidn de los habitantes Las escuelas militares encargadas de ensenar la clasica doctrina de la guerra descansan en una serie de f actores interesantes: la mision, el enemigo, el terreno y los recursos. Pero, por Ip general, omiten un factor que nosotros consideramos esen­ cial en la guerra moderna; el habitante. El campo de batalla moderno ha dejado de ser un campo limitado. Abora tiene proporciones considerables y es capaz de envoh’cr naciones enteras. Y en esta lucha el habitante, en

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su casa, es el centro del conflicto. Entre continuada accion mi­ litar, no cabe duda de que es cil elemento mas firme. Y, quiera 0 no, los dos b.andos pondran en juego todos sus recursos para obligarle a participar en la lucha. Esto tiene su justificacion, porque, en cierto sentido, el habitante es tambien un comba­ tiente. Es importante, por tanto, prepararle para el papel que va a desempenar y bay que acondicionarle de modo que pueda realizar ese papel con efectividad a favor de nuestra causa. Para que el habitante evite las amenazas del enemigo, dejando de ser un elemento aislado que ninguna fuerza poli­ ciaca pueda proteger, tenemos que hacer que participe en su propia defensa. En consecuencia, tenemos que invitarle a for­ mar parte de una amplia estructuracion que ha de compren­ der, en distintas ramificaciones, a toda la poblacion. Nadie debe eludir este servicio, y toda persona, en todo m.omento, deberb estar preparada para recibir brdenes de sus superiores e intervenir activamente en la mision que se le senale. El control de las masas, a traves de sevcra organizacion, algunas en combinacion con otras organizaciones semejantes, constituyen en estos momentos el arma bbsica de la guerra mo­ dema. Esto es lo que permite al enemigo descubrir de inme­ diato cualquier elemento que no le sea afin dentro de cual­ quier poblacion que tenga medio controlada. Unicamente cuan­ do hayamos creado una organizacion similar capaz de descu­ brir y eliminar rapidamente a los espias que el enemigo trata de mezclar entre nosotros, estaremos en disposicibn de pelear de igual a igual contra el. La creacibn de una organizacibn de este tipo, sin embar­ go, podria tropezar con una serie de dificultades, pero estas no son tan insuperables como para que el trabajo pueda descorazonamos. Hay que contar de salida con que el habitante no tendra muchos deseos de cooperar. Y esta cooperacibn hay que buscarla por medio del peligro. La experiencia de la ba­ talla de Aigel nos demuestra que estas cosas pueden alcanzarse. Primero, tenemos que designar un hombre energico e in­ teligente, en cada ciudad, que, ayudado por distintos colaboradores, pueda construir una fuerte organizacibn con el minimo de ayuda de las autoridades.

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Esto puede hacerse asi: el lider designado dividira la ciudad en distritos, al frente de los cuales colocara a un jefe con tres ayudantes. Estos a su vez, dividiran los distritos en subdistritos, designando jefes y ayudantes para cada uno. Finalmente, cada edificio o grupo de casas recibira un jefe y dos o tres ayudantes, los cuales estaran en contacto di recto con el pueblo. Una cuidadosa investigacion es necesaria, antes de escoger a los miembros de la organizacibn, a fin de evitar su fra­ caso. Una buena medida, por tanto, seria la de responsabilizar a cada miembro con la seleccibn y control de sus subordinados; y asi se lograria una rbpida organizacibn, montada sobre una base firme. ■Fuera del territorio nacional o durante un periodo de crisis en nuestro propio suelo, cuando por una serie de cir­ cunstancias no podamos estar muy seguros de la lealtad del pueblo, particularmente si nuestros adversarios han trabajado ya sobre su mente, hacibndole temer por su propia suerte si coopera con nosotros, el problema de establecer esta organi­ zacibn sera mas complejo, porque los habitantes rehuiran toda accibn de responsabilidad, temerosos de que, de fracasar, pue­ dan quedar sujetos a la venganza. En este caso tenemos que crear la pirdmide de nuestra organizacibn desde abajo, apoyandonos en la policia para que pueda mantener el orden en todo momento. Escuadrones de gendaimes, miembros de las fuerzas motorizadas, acostumbrados al diario contacto con el pueblo, serian los encargados de esta delicada misibn. Lo primero que harian seria completar una .especie de censo de la poblacibn, estableciendo con ella una cierta co­ rriente de unibn entre ambos grupos. El lider basico de la organizacibn seria el jefe de la familia, que resultaria res­ ponsable de todos los residentes de su apartamiento o de su casa. Mientras se efectua el censo, hay que escoger un grupo de casas y entregar la jefatura o control de las mismas a determi­ nado grupo de jefes de familia, nunca pasando de cuatro o cinco. Finalmente, terminado el censo, se designarian los jefes

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de los subdistritos, y, teniendo en cuenta que estos individuos ban de representar un papel importantisimo cn la organizacidn es conveniente que el jefe en general se encargue dc designarlos, siempre despues de cuidadosa investigacion. Estos jefes de subdistritos resultan tan importantes, que no pueden ser personas que no tengan verdadera preponderancia en el lugar donde se mueven, digamos en los comercios, en la barriada, en los clubes o hasta en las mismas familias. No habra nadie por encima del jefe del subdistrito. Su labor es demasiado importante para que estd en posicion de recibir drdenes de otra persona. Y seria, ademas, un bianco facil para el enemigo. El jefe del subdistrito tiene que ser una especie de punta en la piramide que constituye la organizacion. En caso de guerra, un organismo mixto de civiles y mi­ litares debera ser creado para controlar los distritos en las grandes ciudades; y su papel esencial seri trasmitir ordenes a Jos jefes de los subdistritos, cuidar de que las mismas sean lievada a efecto y acumular toda la intormacion que estos jefes puedan proporcionarle. Teniendo constante contacto con los jefes de Jos subdistritos, este organismo especial podra asegurar el manteuimiento del trabajo y la correcta ejecucion de Jas ordenes que se trasmitan. El censo de la poblacion permitira dar a cada habitante una especie de tarjeta, quedando el organismo con una o mas copias de la misma para los efectos consiguientes. La tarjeta incluira la fotografia de la persona, el numero de su casa-grupo, la letra del subdistrito a que pertenece, el numero del distrito y una letra senalando la ciudad en que reside. El resultado facilitara la identificacion de la persona, siguiendo a traves del catalogo de afiliados las letras que corresponden a su tarjeta. Y ayudara grandemente a una constan­ te comprobacion de los integrantes de la organizacion y de la habilidad de los jefes de que dependen. Esta organizacion permitira la participacion de una po­ blacion en los trabajos de su propia defensa; y en muchisimas ocasiones, precisamente por la indole de su labor, facilitara grandemente la mision de la policia. Asi, la vigilancia, obser­ vacion y detencion de individuos peligrosos se bar4 sin mucha dificultad, y la trasmisidn de instrucciones y ordenes resultara

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indudablemente facil. La organizacibn, ya en funciones, so convertira en el mejor baluarte de defensa que pueda tener un pueblo y adquirii-a insospecbada importancia. Una oficina central, que podria denominarse Oficina de organizacidn y control de los habitantes, seria necesaria para canalizar cl control. En caso de emergencia, este organismo podra establecer, en muy poco tiempo, un estricto control sobre el abastecimien­ to alimenticio, sobre los medios de locomocibn, sobre los ani­ males y sobre todas aquellas fuentes que nuestros enemigos pudieran utilizar contra nosotros. Ademas, la organizacibn po­ dria identificar de inmediato al intruso y senalaria a los rcnuentes a cooperar. Todo individuo que fuera tardio en inscribirse o que definitivamente rehusase unirse a la organiza­ cibn, tacitamente se colocaria en el seno de la organizacibn enemiga. Es importante una busqueda escrupulosa de elementos a fin de ballar aquellos hombres que son realmente capacitados para actuar como jefes de los distintos grupos de la organiza­ cibn. Y es necesario que nadie falle en su misibn, porque los habitantes de una poblacibn cooperaran decididamente si observan que la organizacibn funciona con uniformidad y no adolece de fallos que puedan dejai-la en manos del enemigo. El deseo dc una poblacibn de cooperar con el orden no se pierde ni aun eij los momentos de mayores dificultades. Se vio en Indochina y se comprobb mas tarde en Argel. Pero nunca debemos olvidar que el deseo de Ilegar a ser alguien rapidamente es casi parte inherente del hombre joven; por tanto, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para conseguir que este joven coopere con nosotros desde los primeros mo­ mentos. Y debemos colocarlo en una posicibn donde despues le resulte muy dificil retirarse. Una organizacibn de este tipo, desde luego, hace peligrar nuestras libertades, )- esto es mi riesgo que no cabe disimular. Por tener enorme semejanza con otras organizaciones totalitarias, nos dejara a merced del ataque de nuestros enemigos. Pero no debemos olvidar nunca que el enemigo se vale de to ­ das estas cosas para derrotamos. Por tanto, debemos lucbar por fomentar su avance y debemos demostrar que, bien guiada

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y actuando todos sus miembros dentro de la debida responsa­ bilidad, podemos eliminar el peligro de nuestros rivales, garandzando al pueblo su estabilidad futura. Nuestra organizacion, en realidad, es de tipo defensivo. No actua mas que cuando nuestros rivales quieren conquistarnos a traves de terrorismo. Por tanto, en el trabajo que realiza, nadie esta abandonando sus derechos democraticos ni dejando conducirse a un sendero totalitario. Tenemos encima un enemigo que nos quiere conquistar por el terror, apoyado en su disciplina y su organizacion, y tenemos que adelantamos para evitar que pueda conquistarnos y destruir por ende nues­ tra libertad. Una vez que la batalla ,ha sido ganada y el pe­ ligro ha pasado, nuestra organizacion no tiene razon de ser y debe ser desbecha. Cuando esta en plena funcion es posible que se cometan abusos. Eso siempre sucede. Por eso es necesario que la orga­ nizacion sea seriamente controlada de modo que se mantenga unicamente como arma de proteccion contra los enemigos del pueblo y no llegue nunca a trasformarse en el vehlculo de pre­ sion para determinado politiqueo, Esto nunca podra ocurrir si es creada dentro de un ver­ dadero espiritu de justicia y si sus integrantes saben mantener las mejores relaciones entre si sea cual fuere su posicion social. Es tambien importante que la organizacion nunca pierda de vista su mision, porque el dia que se aparte de su empeno de ofrecer debida proteccion a la ciudadania sera el tema favorito que esgrimiran los terroristas para destruirla y forzar a los habitantes a caer de lleno en el marco de su inhumana -servidumbre. Antiguamente, las naciones gastaba enormes sumas en la construccion de fortificaciones destinadas a protegerlas contra cualquier invasion. Hoy, sin emplear tanto dinero, podemos crear un organismo, integrado por elementos del pueblo, que se encargara de su total proteccion y nos preseivara de las acometidas del enemigo, demmciando sus actividades, gracias a la oportuna inibnnacion acumulada por sus miembros. Esto es lo que constituye el mejor metodo de defensa de la guerra moderna. Todo pais que no instituya una organizacidn de este tipo

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corre peligro inminente de ser invadido. Y, su costo, repetimos, no tiene la menor comparacion con el que se emplea en la edificacion de esas grandes fortificaciones del pasado. No te­ nemos, por tanto, la menor excusa que ofrecer si no la construimos debidamente, Servicio de Inteligencia

Con un buen servicio de Inteligencia se puede detener la infiltracion de los elementos que son indispensables para el enemigo para completar su obra de conquista en nuestro terri­ torio y, de paso, podemos descubrir quienes son las personas que ya utiliza el adversario en la preparacion del terreno que requiere para que sus planes triunfen sin oposicion. En realidad, el asunto no es dificil. Los habitantes de toda poblacion conocen bien a todas estas personas, porque sufren terriblemente a consecuencia de sus actividades, solo que no se atrevcn a denunciarlas porque temen la represalia de que pueden ser objeto. No hay nada que contenga mas al habitante de una poblacion donde el terrorismo ha comenzado a hacerse sentir, que cl tcmor a que despues le hagan victima de una venganza. Por eso muy pocas veces denuncia a los que .sabe positivamente que son del ban­ do contrario. La organizacion de habitantes de la ciudad, que propor­ cionara esa seguridad, sera pues un excelente centro de infor­ macion. Y no habra modo de engauarla, porque, al crearse, estudiara cuidadosamente a cada uno de los ciudadanos. por distritos, por barriadas, por casas, y conocera a fondo quien es quien, y de que vive. Cuando se saben bien todas estas co­ sas, se establece el contacto, y a traves del contacto se propor­ ciona la .seguridad de que no habra problemas en una confidencia. Frecuentes reuniones de los lideres responsables con el pueblo permitiran el establecimiento de buenas relaciones en­ tre la organizacion, las autoridades y el pueblo, y esa combi­ nacion reunira informacion de consideracion, que servira de mucho para eliminar a nuestros rivales, sin que se corra el 50

riesgo de un contraataque. Asi se iniciara un buen elemento de seguridad y entendimiento, Olaro que no podemos esperar que todos los habitantes de una poblacion se conviertan en agentes nuestros. Pero como la guerra moderna requierc la obtencion de la mayor cantidad de informes posibles, tienen que hacerse grandes esfuerzos para establecer una larga cadena de informantes, que han de cons­ tituir nuestro Servicio de Inteligencia. Todo esto debe planearse antes de que oficialmente se rompan las hostilidades. Cuando se produce un periodo de crisis, por lo general nos lamentamos de que no estamos bien informados. Acusamos a la poblacion de ocultar lo que sabe y nos quejamos de que en ocasiones no nos ofrezcan informes que puedan lesultarnos valiosos. Muchas veces, porque no hemos prepara­ do otro camino, hemos tratado de obtener esa informacion por la violencia, cuando una bien combinada organizacibn puede obtener los resultados que deseamos sin tanto esfuerzo. Un terrorismo selectivo, como hemos visto ya, puede eli­ minar a nuestros mejores agentes de inteligencia aun antes de romperse las hostilidades. Por lo general, los jefes y algun que otro funcionario son las primeras victimas. Y cuando se producen esos ataques y mucha gente del pueblo los ha presenciado, se la fuerza al silencio por medio de la amenaza. Como resultado, cuando de verdad se inician las hostilidades, nos vemos impedidos de actuar directamente, porque nos falta el elemento informativo que ha de conducimos rapidamente a donde estan nuestros oponentes. Para construir nuestro Servicio de Inteligencia tenemos que crear numerosos centros secretos de preparacibn donde todo .habitante que este dispuesto a cooperar pueda recibir la ensehanza necesaria para que despues no falle en su propbsito o en la misibn especial que podemos confiarle. La preparacibn tiene que ser esencialmente practica. Y debe limitarse a ensenar a utilizar medios faciles, como el telefono, la carta, la nota entregada al descuido, etc.; en fin, algo que no le comrrometa mucho y le permita seguir remitiendonos buena in: ormacibn. Una vez entrenado el agente y amoldado a nuestra orga­ nizacibn, lo distribuimos por donde exista mayor actividad

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humana —digamos por las fabricas, las oficinas, los colegios, los lugares publicos, etc.—, y asi, mezclandose con el pueblo, podra obtener todos los informes que deseamos. Habra momentos en que no podremos situarle en el circulo que mas interes tene­ mos de cuidar. Pero siempre le tendremos lo mas cerca posible, y el mejor sistema es conseguirle empleos apropiados a su profesion o a sus actitudes vocacionales, que le serviran para cubrirse en el servicio que realiza. Cuando tengamos bien preparada esta red, conseguiremos informacion buena y oportuna sobre las actividades de nues­ tros adversarios y sabremos, con tiempo, donde y cuando van a atacar y como pretenden infiltrarse en la poblacion. Asi, en poco tiempo, descubriremos quienes son los colectores de fon­ dos para la organizacion subversiva, quienes son sus propagandistas, quienes son los que inspiran las huelgas, y asi sucesivamente, hasta completar lo que nosotros llamamos el primer grupo de ofensiva de la organizacion terrorista. Trabajando con dlos, en su propio medio, nuestros agentes podran descubrir­ los sin dificultad. Aunque parezca mentira, este Servicio de Inteligencia, a pesar de su enorme extension y del numero considerable de agentes que comprendera, podra ser creado sin que represente un gasto de consideracion. El mismo empleo que les proporcionamos para que obtengan los uiformes que deseamos, les brindara excelentes ingresos. Y para presewar el entusiasmo pueden establecerse premios adicionales por trabajos realizados. La informacion, desde luego, es algo que resulta papel mojado —especialmente en un momento de crisis— si no se explota rapidamente. En consecuencia, debemos crear un cuer­ po de inteligencia de accion inmediata capaz de sacar provecho a la informacion que se reciba en el menor tiempo posible. Algunos agentes, despues de haber demostrado capacidad como elementos eficientes para conseguir buena informacion, pueden ser preparados despues para trabajar en el Servicio de Accion. En este nuevo empeno podran ser mas utiles a la causa siguiendo los pasos a personas debidamente senaladas del bando contrario y, en ocasiones, basta produciendo el arresto de los mismos. Pero nuestro mejor agente nos sera proporcionado por el

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propio enemigo, si sabemos bacer las cosas. Nunca debemos olvidar, en el curso de un interrogatorio, que la persona que sufre la interrogacion puede volverse bacia nuestio bando y ofrecernos numerosos informes de interes si sabemos tratarle; cs decir, si lo interrogamos con cierta flexibilidad. Mucbos ban estado sirviendo al enemigo forzados por amenazas y ban tenido que perinanecer en sus filas por temor a represalias. Si generosamente ofrecernos a estos individuos nuestra proteccion V nuestras facilidades, con seguridad se convertiran en nues­ tros mejores colaboradores. Otros, despues ,de denunciar las actividades de nuestros oponentes y de ofrecernos el nombre y el lugar donde se esconden sus jefes, no tendran otro remedio que seguir a nuestro lado, porque, si no lo bacen, corren el riesgo de pelearse con los dos bandos. Finalmente, aunque la experiencia ba demostrado que obtener confesiones y denuncias entre las gentes del pueblo no es cosa facil, en cambio, cuando uno dirige sus pasos hacia niveles mas altos, digamos hacia los intelectuales, la obtencion de estas cosas no es realmente dificil. No debemos olvidar tampoco que no se puede utilizar constantemente un mismo agente. En consecuencia, tenemos que renovar frecuentemente el personal, especialmente despues cpie ha obtenido en determinado lugar la informacion que ne­ cesitamos, para evitar que deje de ser efectivo. Un bien organizado Servicio de Inteligencia, en resumen, nos proporcionara el material informativo necesario para saber rapidamente como, cuando y donde esperan dar el golpe nuestros adversarios. La mejor solucion es destruir a estos contrario.s antes de que tengan tiempo de convertirse en un jaeligro. Pera si jx)r alguna razon —muchas veces una razon politica— no podemos llegar al inmediato arresto v destruccion, tenemos que acumu­ lar toda la informacion que podamos conseguir a fin de caerles encima tan pronto como nos den orden para ello. La mejor formula para estar bien informados es introducir nuestros agentes en la organizacion enemiga y corromper a sus integrantes. Esto es un trabajo realmente delicado pero necesario, que solo contados agentes pueden realizar.

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Cuando la organizacion adversaria comieace a extender sus ramificaciones, sus agentes, trabajando en campo enemigo, encontraran que no es facil moverse, y mas numerosas difi­ cultades apareceran en su camino, cuanto mayor sea el numero de agentes que consiga. En estas condiciones, no les sera facil mantener un estricto control sobre todos sus hombres. Y esa sera la oportunidad que tendremos nosotros paia infiltrarnos y tratar de ganar la confianza de estos individuos. En este orden de cosas, el enemigo tambien nos propor­ cionara los mejores elementos. La seguridad de una organiza­ cion clandestina exige que todos sus agentes no se conozcan entre si, y precisamente actuando en este ambiente podran nuestros hombres realizar sus arrestos sin que nadie llegue a enterarse. Una cosa quc recomendamos es esta; nunca desestimemos a nuestros adversarios; pero tampoco debemos sobreestimarlos, atribuyendoles una fuerza invencible que en muchas ocasio­ nes no poseen. No debemos olvidar que ellos tambien tienen sus problemas y sus obstaculos que salvar. Lo que pasa es que, por lo general, nunca tienen enfrente nadie que les baga el mismo tipo de guerra, y eso les permite recuperarse de sus errores y maniobrar hacia el punto que desean. Si nos preparamos en tiempos de paz para enfrentarnos con los tiempos de guerra, si proporcionamos al pueblo las armas de defensa que necesita para rechazar la invasion que le llega tan cerca y si tomamos la precaucion de mantenerle bien informado de todas las actividades e intenciones de nues­ tros oponentes, podremos estar seguros de que no costara mucho trabajo completar la accion necesaria para anular los esfuerzos de nuestros oponentes cuando comience la accion oficial por ambos bandos. Y asi, en rapidos movimientos, po­ dremos impedir que logre su proposito, que no es otro que derrocar al gobierno establecido legalmente y establecer uno que imponga su propio sistema. Desde el momento en que la suerte del pueblo esta en la balanza la lucha asumira dos aspectos: el politico, de accion directa sobre el pueblo, y el militar, que constituye en la bataHa oficial que se le brrnde a los ej6rcitos del elemento agresor. Nuestros adversarios, desde luego, no romperdn nunca las

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hostilidades antes de haber conseguido el numero de condiciones que necesitan para poder moverse sobre una base s6lida. Cuando ya esten seguros de eso, su red de accion habra invadido ampliamente nuestras fuerzas, y en estas condiciones no tendremos a mano otro medio de rechazarlos que em­ pleando medios poderosos, impulsados por una firme decision de no ceder y unicamente despues de que haA'amos empleado mucho tiempo.

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Segunda Parte LA DIRECCION POLITICA Y MILITAR DE LA GUERRA

I. EL ASPECTO POLITICO 7.

A c c io n

d ib e c t a

so bre l a

p o b l a c io n

La guerra dentro de una poblacion, particulai'mente cuan­ do se trata de grandes ciudades, envnelve casi siempre una ainplia actividad policiaca. Se realiza tambien un gran esfuer­ zo de propaganda destinado a hacer que se comprendan los primeros pasos que se adoptan. Sigue un extenso programa social con el objeto principal de dar al pueblo la ayuda moral y material neoesaria para que reanude sus actividades norma­ les tan pronto como la operacion haya terminado. Ya hemos visto como el enemigo conduce la accibn contra el pueblo y hemos senalado la importancia de los primeros golpes del terrorismo cuando es realizado por ima organiza­ cibn de guerra. Toda accibn que se realice contra estas organizaciones enemigas sera siempre una extensa operacibn policiaca y de­ bera ser realizada por las mismas fuerzas de la policia. Si esta no esta preparada para ese empeiio, entftnoes el ejercito debe encargarse del asunto. La misibn de la policia no consiste solamente en buscai a los contados terroristas que han colocado las distintas bom­ bas que han estallado en la ciudad. Eso es facil. El problema principal consiste en sacar del medio de la poblacibn a la totalidad de la organizacibn enemiga, que ya ha logrado infiltrarse y estb manejando a la poblacibn, en cierta forma, a su cntero capricho.

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Simultaneamaite, unidades del ejercito entrarAn en aocibn, ampliando las actividades por toda la ciudad, para reforzar la red que la policia ya tiene tendida. En esta accion, la actividad policiaca no es molestada en absolute. Al contrario, seguird operando como basta entonces, dentro de su propio cuadro, aunque cooperando abiertamente con el ejercito. Sin que exista la menor posibilidad de una reaccion por parte del enemigo, el ejercito podra operar entonces en peque­ nos destacamentos, combinando un grupo movil de reserva, del tamano de una compania, que podra entenderse con las eventualidades que puedan presentarse en una gran ciudad. Las fuerzas pobciacas, contando con el excelente respaldo del ejercito, podra iniciar tambien la organizacidn y control de la poblacion, en la forma que ya hemos descrito, creando especialmente su Servicio de Inteligencia y su Servicio de Accion, que deberan iniciar sus actividades tan pronto como puedan, En esta forma, estaremos en disposicion de enfrentamos al enemigo utilizando sus propias armas, y si ponemos verda­ dero interes en nuestra actividad tendremos la seguridad de que pronto sera eliminado. Trabajando abiertamente y pudiendo contar con los enormes recursos que tiene en todo momento el poder, las fuerzas del orden podran superar facil­ mente al enemigo, el cual, obligado a trabajar con cautela y en secreto, precisamente por la indole de su mision, .^olo pue­ de disponer de fuerzas limitadas en un caso de emergencia. En oolaboracion con la policia y la organizacion civil que &ta ha formado, podremos obtener toda la informacibn que deseamos para destruir rapidamente la organizacion contraria, pudiendo reconstruirla despues a nuestro gusto, para nuestro beneficio. Y esto no sera dificil, porque estas organi­ zaciones, adaptadas siempre a la importancia y actividad de la ciudad donde operan, tienen mas o menos la misma estructura de la que conocimos en Argel de 1956 a 1957, ya descrita al comienzo. Las fuerzas del orden deben atacar simultaneamente, no olvidando nunca que desde los primeros instantes tendran que enfrentarse con serias dificultades. Y deben recordar que, si el enemigo rompe abiertamente las hostilidades, es porque

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ya tiene abonado el camino inicial, tras haber aterrorizado intensamente a la poblacibn, Tenemos que buscar, indudablemente, la ayuda del pue­ blo. Y el pueblo, que sabe quien es quien coloca las bombas, quibn haoe las colectas en las fabricas y quibn tiene aterrorizada a la poblacibn con sus constantes amenazas y advertencias revanohistas, no prestara nunca la cooperacion que de­ seamos hasta que no estemos en condieiones de ofrecerle la garantia de que pueda hablar sin temor. En consecueneia, establecer los medios que puedan ofrecer esa garantia de modo positive tiene que ser uno de los primeros propbsitos de la or­ ganizacibn civil que fundamos y su Servicio de Inteligencia. Hay instantes, sin embargo, en que no podemos esperar que la red del Servicio de Inteligencia quede establecida ra­ pidamente, para obtener la informacibn que deseamos. En ese caso, el ejercito tiene que iniciar la operacibn de informacibn por si mismo. Los habitantes tienen que ser registrados de inmediato por distritos. Despubs serbn interrogados individualmente y en se­ creto, en una serie de pequenas habitaciones que seran prepa­ radas al efecto. Cualquier oficial no especialmente calificado de la propia unidad podra iniciar el interrogatorio a los indi­ viduos, que generalmente suele empezarse con esta pregunta: “',iQuibn reahza las colectas de tu barriada?” Poco a poco, los grupos encargados de hacer los interrogatorios se aumentan, y es casi seguro que algunos habitan­ tes, convencidos ya de que su identidad no sera revdada, proporcionarbn toda la informacibn que se solicita, que servira iara detener a los individuos comprometidos una vez heoha a correspondiente comprobacibn de la denuncia. Asi podremos anular en poco tiempo a los elementos iniciales de la organizacibn contraria: los colectores de fondos para hacer posible su existencia Exceptuando casos de extrema emergencia, los arrestos que se hagan deben realizarse de noche, despues del toque de queda. A esa hora, las fuezas del orden podran vigilai' mejor las calles de la ciudad con im minimo de tropas, porque se supone que el que estb fuera de su casa despubs del toque de queda no estarb haciendo nada bueno y quedard sujeto a

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la sospecha correspondientc, pudiendo ser arrestado e interro­ gado. Por otra parte, las patrullas oficiales podran moverse con mas facilidad recorriendo mas campo en menos tiempo, para garantizar el orden y apresar en sus casas a los sospechosos. Muchos de 6stos serdn intcrrogados en el mismo lugar donde son detenidos por grupos especializados en la materia. Y el interrogatorio debe hacerse de modo intebgente a fin de que los individuos detenidos digan pronto el nombre y el lugar donde residen sus superiores y dstos puedan seiarrestados antes de que expire el toque de queda. En las boras de luz siempre seria mds dificil, y los sospecbosos podrian ponerse pronto a buen resguardo. Una serie de incursiones noctumas, entrando por sorpresa en casa de los sospocbosos, proporcionaria detenciones de enorme importan­ cia, haciendo caer en nuestras manos elementos destacados del enemigo. Existen otros medios interesantes que podrian proporcio­ nar los mismos resultados. Por ejemplo, cuando se arresta un lider importante, se le disfraza cuidadosamente y se le situa frente a todos los elementos sospechosos que han sido deteni­ dos. Y, casi ba o presion o con la promesa de buen trato, podra identificar a los que integran la organizacibn terrorista, los cuales seran detenidos de inmediato. Tambibn pueden situarse los lideres detenidos, previamente cubiertos, en lugares estratbgicos de la ciudad, desde donde podran senalar, al verlos pa­ sar, a los que forman parte de su organizacibn y estan realizando en esos momentos determinada misibn terrorista. Uno de nuestros metodos mas efectivo es tambien el de las tarjetas de identificacibn ya descrito. Hay que recordar, sin embargo, que los lideres mas importantes de una organiza­ cibn terrorista, por lo general, tienen uno o dos pseudbnimos; pero siempre bay quien los ha conocido en una parte u otra, y estos elementos estaran listos para identificarlos en cualquier momento, aunque no sepan sus nombres ni el lugar don­ de viven. Identificando estos terroristas por las tarjetas que se han hecho, se puede conocer entonces su nombre y direccibn, y pueden ser detenidos. Es curioso, pero en muchos de estos

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casos se puede obtener no solo la direccion y nonibre de estos lideres, sino la de los subjefes y jefes de distritos. No es facil, sin embargo, toda esta operacion que hemos senalado. La policia encontxard siempre obstaculos en cl camino, y es conveniente que conozca cuales son las dificultades que pueden presentarsele, para que puedan rebasarlas cuanto antes. Algunas de las mas conocidas son; 1. El tipo de guerra moderna que hemos descrito es una cosa nueva para la mayor parte de la poblacion que se trata de proteger. Aun entre nuestros amigos, el sistema de ineursiones noeturnas no encontrara todo el respaldo moral que se necesita para trabajar en la seguridad de que ellas no provoearaii honda critiea; y todo esto no es mas que una falta de conoeimientos de las actividades principales de nuesti'os enemigos y de lo que ellos llaman guerra moderna. For ejemplo, mucha gente no sabe que una organizaeibn terrorista cuenta con algunos miles de afiliados, la mayoria reclutados por el terror, en una gran ciudad. Y habra funcionario publico que diseuta que eso sea cierto. Todo esto no es mas que una consecueneia de la falta de eonocimientos y de haber pasado la mayor parte del tiempo preparando medios para contener solamente a los crimina es comunes, Cuando se arrestan las personas sospechosas, tambien se encuentran difieultades, porque las carceles estan preparadas para albergar a un reducido numero de delincuentes vulgares, y no habra espacio en ellas para dar eabida a tantos cientos de detenidos. Entonces nos vemos forzados a recluirlos en prisiones improvisadas, muchas veees lugares que no tienen buenas condieiones sanitarias y en estado deplorable, y esto originara duras eriticas que el enemigo aproveehara para arreciar su propaganda contra nosotros. Desde que se inician los trabajos contra los terroristas, el gobierno debe preparar sus carceles con todas las condiciones determinadas por el tratado de Ginebra. Y estas deberan tener la extension neoesaria para mantener bien custodiados, sin caer en estrecheces, a todos los detenidos hasta que termine la guerra. 2. No debe olvidarse que el enemigo tratara por todos los medios —y esto es una tactica legitima— de reducir nues60

tras opeiacioiies, hasta acabar con ellas definitivamente. Como no se ha deolarado una guena de modo oficial, el enemigo aprovechara convenientemente esta circunstancia para evitar que sus hombres sean tratados como merccen. Los haran pasar por delincucntes vnlgares a fin de qne esten protegidos en todo momento por las garantias que ofrece la nacion por medio de sns leyes judiciales. En este aspecto, el archivo qne se tomo a las organizaciones terroristas de Argel ofrecio datos interesantisimos. Por ejemplo, el Ifder del Frente de Liberacion Nacional llego a escribir en Argel en 1957, la siguiente nota a sus companeros de accion: “ Dado que el ejercito hace suya la accion de la ]X)licia, no tenemos la misma proteccion legal que necesitamos para movemos. Dc modo que ruego a todos nuestros ami­ gos que rcalicen toda la campaiia que sea necesaria a fin de que la legalidad sea restablecida. En caso contrario, estaremos perdidos.” Como las leyes judiciales dan al enemigo el maximo de oportunidades para operar en secreto hasta que se descubran oficialmente sus actividades, sin que oficialmente puedan impedir sus movimientos, es vital, para ellos, que la legalidad no sea nunca eliminada. La apelacibn que hizo el jefe terrorista de Argel no cayo en el vacio. Al poco tiempo se inicio una fuerte campana de prensa en Francia y en e extranjero pidiendo que la policia se abstuviese de trabajar en la forma en que lo estaba haciendo y que todo el procedimiento se siguiese en el tramite judicial. Eso es lo que necesitan los terroristas para operaa' sin problemas; que las garantias constitucionales esten en vigor, a fin de que el ejercito o la policia se vean impedidos muchas veces para proceder en la forma que tienen que hacerlo si realmente quieren triunfar en su empeno de acabar con el enemigo. 3. En tiempos antiguos, cuando las luchas se llevaban a cabo en los campos de batalla, lejos de la vista del publico, los ejercitos podian hacer cuanto estimasen conveniente para eliminar a sus rivales, en la seguridad de que no provocarian reaccidn en contrario. Como hoy dia, en la guerra moderna, la

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lucha tiene lugar en las calles de la ciudad, donde todo el pueiblo esta observando, muchas cosas que hay que hacer para eliminar a los tenoristas no pueden hacerse porque las acciones drasticas apareceran como brutalidades a los ojos del publico. Por otra parte, como para poder dar con los terroristas ^ u e en el 75 por ciento de los casos se confunden con el publico para no ser descubiertos— las fuerzas del orden no tienen mds remedio que atropellar un poco a ese publico, que ser4 interrogado y algunas veces detenido varias horas hasta que demuestre su inocencia, la accidn policiaca sera critieada con dureza, especialmente si invade determinado domicilio en horas de la noche y despierta a sus moradores para averiguar si algiin terrorista que se busca reside o esta oculto en el lugar. Mucha gente, dispuesta a terminar con el estado de cosas que se ha venido conociendo en la ciudad, no protestar^ de la actuacidn de la policia. Pero el enemigo aprovechard todo el movimiento para inspirar simpatias, hablando en seguida del abuso de la fuerza publica y de falta de garantias para el ciudadano honrado y trabajador. Esta propaganda nunca falta entre el elemento terrorista. Hay que hacer una aclaracion, desde luego. Aunque algim que otro exceso es inevitable, tampoco deben permitirse abu­ ses de autoridad, de modo que estas operaciones tienen que ser cuidadosamente vigiladas por los jefes a fin de que en ellas no se incurra en equivocaciones enojosas. El e^ercito no debe nunca olvidar que constituye la defensa del pueblo en la aplicacion de la ley. Por tan to, el propio ejdrcito tiene que velar por que en ningun momento se comctam excesos, ni crimenes e injusticias a nombre de esa ley. Como tampoco debe engolfarse en pol^micas con el pueblo, porque esas pol^micas s61o benefician a nuestros enemigos. La aoddn policiaca, en definitiva, debe ser realizada como una accidn mds de guerra. Y debe desarrollarse y completarse en forma y precisidn tal, que nuestro adversario pueda ser aniquilado totalmente. No debe terminar hasta que no organicemos debidamente a la poblacion y dejemos establecido el Servicio de Inteligencia neoesario para que el pueblo pueda defenderse por si mismo. Esta organizacion, una vez creada,

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debe mantenerse en funciones hasta el fin de las hostilidades. Con ello se evitaria el letorno del enemigo, Despues de la batalla de Argel, en 1957, el gobierno frances, presionado por nuestros adversarios, rompio toda la organizacion que habia establecido, y tres anos despues nuestros enemigos estuvieron en disposicion de reconstruir su aparato terrorista, con el resultado de que la poblacion volvio a caer en sus manos (diciembre de 1960). La victoria obtenida en 1957, consecuntemente, no sirvio de nada. Tenemos que luchar siempre por que nuestros propositos de guerra sean conocidos por el pueblo. Tenemos que convenceiie de que, si lo llamamos a luohar a nuestro lado, es solo porque estamos clefendiendo su propia causa, que es una causa de legalidad y democracia. De igual modo, nunca debemos enganarle, y tenemos que ganarnos su confianza empleando el linico medio que puede convencerle de lleno; es decir, debemos acabar decisivamente con nuestros adversarios, para que no puedan molestarlos mas. Cuando hagamos esto, cuando logi-emos poner a los terroristas en su lugar, el problema de la pacificacion de una poblacion quedari resuelto facilmente. Mientras no lleguemos a este punto, en cambio, cualquier pi'opaganda, cualquier solucion, por muy buena que parezca, no sera efectiva en un pueblo que este infestado de elementos subversives, los cuales apoyados en su trabajo clandestine, podran mantener una fuerte propaganda en contra de nuestras actividades, presentandonos ante el pueblo como dictadores. Solo cuando logiomos quitarle de encima al pueblo esta pesadilla, podremos contar con su abierta cooperacidn. tJnicamente entonces sera posible una paz duradera y justa. Una cosa importante a realizar, con este fin, es advertir constantemente al pueblo que cualquier medida que se tome esta dirigida, linicamente, a dar caza y tenninar con la banda de terroristas que le azota. Y este informe puede esparcirse por toda la ciudad por medio de nuestra piopia organizacidn, cuando la tengamos perfectamente trabajando en las barriadas. El pueblo sabra entonces que nuestra accidn es correcta.

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Y nos apoyara aunque tengamos que tomar en algun momen­ to alguna decision violenta. La guerra resulta siempre una calamidad para la gente del pueblo. Antiguamente, solo aquellos que vivian en los lugares por donde tenian que pasar los ejercitos, de uno y otro bando, sufrian las consecuencias. Hoy, la guerra moderna, que se desarrolla en el mismo centro de la ciudad pequdica a todos; es decir, tanto a los residentes de una gran ciudad como a los que viven en sus afueras. El enemigo, infiltrado entre la gente del pueblo, tratara siempre de privar a los residentes de sus medios de subsistencia para que echen la culpa al gobierno. Es entre esta genre, por tanto, donde las mayores actividades ban de tener lugar. Consecuentemente, ellos seran los que sufran las mayores dificultades. Por una parte, los terroristas trataran de imponerles lineas a seguir; por la otra, las fuerzas del orden, no sabiendo quien es quien, los tratara duramente, evitando asl posibles contingencias, Unicamente los llamados agentes del Servicio Social podran atemperar estas cuestioncs. No debemos perder de vista, sin embargo, que cualquier ayuda material que ofrezcamos a esta gente redundara en beneficios para los terroristas si antes nuestra organizacion no se ha encargado de eliminarlos. La ayuda, por tanto, debe Droporcionarse con mucha cautela, hasta que la opcracion po. iciaca haya triunfado. Una vez que la paz reine en todas partes, arm en los mas remotos parajes, deben proporcionarse rapidamente una amplia y generosa ayuda social para evitar que la gentfe se mantenga desorientada y descontenta por las operaciones quo ban tenido que efectuarse, muchas de las cuales se llevan a cabo sin contemplaciones de ninguna clase porque esa es la I’mica mancra de realizarlas con exito.

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II. 8.

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EL AiSPECTO MILITAR

b KOKES

AL OOM BATIR A LAS GUERRILLAS

El arma basica de la guerra moderna, particularmente cuando se lueha dentro de una ciudad, es el terrorismo, secundado por una organizacion especial. En el campo, se emplea un viejo metodo de combate del que ya ha demostrado su eficiencia y que ahora se ha adaptado inteligentemente a la guerra moderna; hablamos de la guerra de guerrillas, que es la continuacion del terrorismo. La intencion de la guerrilla, que puede mantenerse por un largo periodo de tiempo, no es tanto obtener el triunfo como mantener un olima de inseguridad, para obligar a las fuerzas del orden a retirarse hacia areas que pueden ser defendidas mas facilmente. Esto da como resultado el abandono de ciertos territories que las guerrillas pueden dominar des­ pues a su antojo. Al romperse las hostilidades, las guerrillas solo atacan en pequenos movimientos, pero, por lo general, violentos, que se completan en acciones de sorpresa a fin de evitar perdidas de consideracion. Mantenerse bien dispersas es la parte esencial de su defensa. Y no debe esperarse que todos los grupos se unan, formando una unidad de consideracibn, hasta que el territorio que es buscado por ellos no caiga totalmente en sus manos y quede asegurado su mantenimiento. La presencia de ciertas unidades en determinados territorios no significa el fin de la guerra de guerrillas. Estas con-

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tiiiuaran fuucionando dondequiera que un ejercito regulai- no haya podido estableeerse, y todas funcionardn en combinacion con S.U ejercito, para situar a las fuerzas del orden en un cam­ po dondc puedan ser derrotadas facilmente. La guerra moderna, como ocurria en las luchas del pasa­ do, no terminara hasta que uno de los dos bandos quede aniouilado en el cainpo de batalla. O se registre la capitulacion de todo el gobierno al no poder controlar el terrorismo y las continuadas acciones de guerrilla que constantemente se producen. El origen, evolucion y eficacia de la guerrilla son bien conocidos. Muchos autores han estudiado ya su proceso, par­ ticularmente en sus actividades en distintos cscenarios de operaciones de la segunda guerra mundial. Se sabe que tuvo un exito de consideracion al utilizarse en Rusia, Francia y Yu­ goslavia. En China e Indochina fue posible guiarla tambien al triunfo aun teniendo que enfrentarse a un bien organizado ejbrcito. En Argelia, a pesar de que no cuenta con los recursos que son necesarios para el mejor desenvolvimiento de sus ac­ tividades, ha tenido en jaque a un bien equipado ejeroito frances, que no ha podido eliminarla. Hay muchos que creen que para derrotar a las guerrillas es suficiente combatirlas con sus propias armas. Es decir, en­ frentarse a las guerrillas con una contraguerrillas. En parte, eso es lo que tratamos de hacer en Indochina y en Argelia. Pero las armas que utiliza la guerrilla no son las mismas que emplea el ejercito; por tanto, para liquidarla hay que combatirla con otros medios. Intentar acabar con las guerrillas empleando tacticas que no poseemos, por otra parte, es malgastar nuestras energias donde no tenemos la posibilidad de triunfar, al tiempo que no hacemos uso de los medios de que disponemos y que podemos dominar, para salir airosos en la empresa. En ocasiones, los errores que cometemos se originan en el hecho de que existe cierta confusion entre el funcionamiento de la guerrilla y el funcionamiento del ejercito. El hecho de que en ocasiones se obtengan exitos combatiendo a las gue­ rrillas con sistemas del ejbrcito, no quiere decir que esto pueda 66

producirse siempre. Esto se dio en Indochina, y parecid resol­ ver el problema. Pero la experiencia adquirida despuds demostrd que no era asi. Por ejemplo, cuando el ejercito frances ocupo Than-UYen, a la derecha de las margenes del rio Rojo, hacia el norte de Nghia-Lo, en territorio de Thai, la ciudad y su aeropuerto eran defendidos por un puesto situado en lo alto de una roca, donde se encontraba una pequena compania reforzada con algunos civiles. Pero su seguridad era realmente incierta, aun en los alrededores, y, como consecuencia, los guerrilleros del Vietminh podian abrir fuego aun a los aviones alojados en el aeropuerto. A la caida de Nghia-Lo, Than-U-Yen, que habia sido evacuada por el aire, fue ocupada por los del Vietminh. Entonces, en octubre de 195.3, un grupo de franceses libres del mismo lado derecho de las margenes del rio Rojo, reclutados entre los que se habian mantenido fieles a nosobos, pudieron recuperar Fong-Tho, con sus propias fuerzas, y desde alii iniciaron ataques a Lao-Kay, y finalmente a ThanU-Yen, que pudieron recuperar y sostener durante algunos meses, aun detras de las lineas enemigas. Cuando los observadores regresaron a la ciudad, una vez recuperada, descubrieron que ni el puesto situado en lo alto de la roca ni el aeropuerto jamas habian sido custodiados debidamente, y comprendieron que eso habia sido la causa de la derrota. En consecuencia, de inmediato se ordeno mayor proteccion para ambas partes. El drama que se habia vivido era que las tropas regulares encargadas de la vigilancia habian limitado su mision a la custodia del aeropuerto desde un punto determinado, donde habia vision limitada, y como resultado, cuando llegaban las horas de la noche, los del Vietminh podian realizar sus incursiones con exito en la seguridad de que no serian molestados. Nuestros maquis, reclutados entre los que vivian en la misma poblacion, no limitaron su vigilancia al puesto situado en el pico de la roca, sino que extendieron su actuacion, colocando sus agentes dondequiera que podian encontrar rastro de alguno del Vietminh. En otras palabras, la poblacion completa se hizo responsable de la vigilancia de la localidad, y asi nada escapd a su observacion. Y la via quedo tan expedita que, cuando nuestros aviones recibieron el visto bueno para aterri-

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zar, pudieron hacerlo, sin preocupacidn alguna, seguros de que nada desagradable les aguardaria al descender, Esto quiere decir, en otras palabras, que la ayuda de la poblacion es esencial al exito de la guerrilla. Y esto porque evita que sean tornados por sorpresa, lo cual es un factor vital para el 6xito de su trabajo. Mientras la guerrilla cuente con el apoyo del pueblo, sera dificil conquistarla, a menos que cometa un error de actuacion, lo cual es improbable, teniendo en cuenta la clase de entrenamiento que ha recibido y la crudeza que ha adquirido en la batalla. Esta es una de las razones por las cuales los metodos que se emplean actualmente contra las guerrillas, patrullas enviadas desde determinados puestos, emboscadas, etc., raras veces producen los resultados que se buscan, y cuando se obtienen, es solo por accidente. Las avanzadas miHtares, instaladas a crecido costo en areas que no estan totalmente controladas, no tienen por lo general exito. En muchas ocasiones, las localidades que envuelven estan muy distantes unas de otras. Las avanzadas son casi siempre colocadas en la union de lineas de comunicacion que deben ser retenidas a todo costo para defender un fuerte equipo militar. En realidad, nunca proporcdonan a las guerri­ llas ningun problema porque no hay necesidad de tomarlas. Numerosas bandas de guerrilleros pueden trasladarse de un lado a otro de las avanzadas sin que puedan ser molestadas, y cso les permite moverse como desean para controlar las poblaciones sin interferencias. Por otra parte, la posicidn peculiar de las avanzadas, con su fuerte equipo, constituyen casi un libro abierto para nues­ tros enemigos, que pueden seguir facilmente todas nuestras actividades sin correr riesgo alguno, Lo linico interesante que provocan las avanzadas es la obligacion que nos crean. Es dccir que, para mantenerlas en condicioncs tenemos que abrirles caminos, protegiendolos des­ pues, a fin de que los convoyes de abastecimiento puedan mo­ verse libremente en el curso de sus largas incursiones y los camiones de fuerzas militares puedan situar su preciosa carga donde deseen. Para no quedar totalmente aislados e inactivos, los jefes 68

de las avanzadas envian frecuentcmente patruUas de reconocimiento, que nunca pasan de 60 soldados, encomendbndolos la niisibn de inoverse de un lado a otro, en un radio de accibn no niuy grande, con la unica intcncibn de crear una espccie de inseguridad entre las guerrillas que nos rodean, al tiempo que se brinda al pueblo de las localidades la seguridad de que hay alguien muy cerca quo lo protege. El pueblo ve pasar las patruHas por las calles, y cn numerosos casos las mira con mucha simpatia. Pero las patrullas pasan demasiado rapidas para que puedan destruir la organizacibn que los terroristas ya ,han establecido en esas locaUdades y que tienen totalmente controlada la poblacibn por el temor, al extreme de que la manejan casi a capricho. Es decir, que los colectadores de fondos cumplen su misibn facilmente sin ser molestados y los demas miembros completan el trabajo que se les confia sin temor a ser contenidos. Micntras no se lermine con este estado de cosas, el temor de la poblacibn a cooperar con las fuerzas del orden no dcsaparecera, y la labor dc pacificacibn sera trcmenda. Las patrullas, por otra parte, no pueden estar mucho tiempo fuera de los puestos de avanzada, porque no cuentan con los mismos medios que las guerrillas para subsistir lejos de sus puestos. Las bandas de guerrillas son ayudadas por lo general por elementos de la poblacibn, muchos de ellos miemaro.s de la organizacibn, c^ue saben dbnde estan, pueden llevarles alimentos, y les indican de paso cual ha sido el movimiento de las tropas del gobierno. Los comandos tienen esa desventaja. Cuando salen de patrulla, se mueven hasta cierto punto a oiegas, sin otra referencia que los infoiines que pueden proporcionarles los 3 b 4 homines que envian primeramente como exploradores. Cuando llega la noche, la situacibn se hace mas precaria, porque, con solo algunos centinelas en accibn, los elementos de las guerri­ llas pueden atacarlos en cualqu-ier momento, y esto crea en el soldado una especie dc agotaniiento mental y fisico que acaba por matarle el dcseo de moverse rapidamente en el ataque. Ademas, una patrulla no puede cambiar el itinerario que le senalan, aunque en ocasiones asi lo desee, cuando, de regreso al piiesto de avanzada, sus lionibres son atacados por gue­

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rrillas y tienen que perseguirlas. Encima de eso, como en mu­ chas ocasiones tienen que moverse a travfe de las mismas localidades cuando rea izan esta accion, brindan una gran ocasion a los elementos de la organizacion enemiga, que estan confundidos con el pueblo, para vigilarlos y, por ende, conocer sus habitos y movimientos, lo cuail hace mas facil el ataque de las guerrillas. Un terrorista, confundido entre la gcnte de pueblo, tiene la posibihdad de conocer asi, por ejemplo, cuando una patni11a ha recibido la mision de defender determinado lugar a toda costa, sin poder moverse. Y aunque nada ocurrira hasta que nuestros adversarios posean las fuerzas suficientes para atarnos con ^xito, cuando ese ataque se produce, en el 80 por 100 de los casos tenemos la posibilidad de perder. En consecuencia, tenemos que llegar a la conclusidn de que a las antiguas a o clones de patrul a, aun defendidas por muchos estrategas militares, no Jes es posible proporcionar un resultado practico frente a los grupos de guerrilleros, quo solo atacan en la sombra. Y estos frecuentes fracases ayudan mucho a la desmoralizacion de un ejercito, que llega a tener la erronea impresion de que la guerra contra las guerrillas es un esfuerzo baldio. Por la misma razon antes expuesta, las viejas emboscaclas aisladas tampoco producen ya resultados practices. En mu­ chas ocasiones, por recibir los guerrilleros informes de los agentes que actiian entre las gentes del pueblo, no tienen siquiera la posibilidad de situarse para realizar su operacidn, porque son atacados y diezmados antes de realizar esa colocacion. En otras oportunidades, aun situandose convenientemen­ te, tampoco pueden actuar, porque las guerrillas, informadas a tiempo de lo que les espera, reduccn su numero o toman otro camino. Muy distintamentc ocurre en los casos contraries, en los casos de los grupos terroristas. Ahi la emboscadas y los comandos de avanzada si pueden tener exito. Pero ello se debe a que sus hombres estan informados del movimiento de las fuerzas del orden por elementos suyos que tienen emboscados entre el pueblo. Y pueden atacar sobre seguro. En consecuen­ cia, nuestros esfuerzos nunca tendrdn exito si no logramos el establecimiento de una organizacion similar a la de los terro-

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ristas entre las gentes del pueblo. Entones recibiremos tambien informes del movimiento de las guerrillas, y podremos atacarlas en un punto determinado, con el resultado de que seran mas seguros los exitos. Si no se hace asi, estaremos perdiendo constantemente armas y soldados. Hay estrategas que consideran que el ataque de algunas unidades de comando, con ordenes estrictas de limpiar de gue­ rrillas distintos campos infestados por las mismas, moviendose con precision al ritmo de una semana de trabajo para cumplir la mision, puede acabar con las mismas, Pero esto no es asi. Esa accibn ptiede dispersar temporalmente las guerrillas, pero nunca las destruird totalmente. Una operacion de este tipo generalmente cons'iste en destinar unidades completas, incluyendo equipos pesados, hacia la zona donde se supone que estan operando las guerrillas. Y aunque algunos jefes mantienen ingenuamente que esto puede tener bxito, basta recordar que una guerrilla no es un ejercito que se mueve a pleno dia, sino que funciona protegida por la oscuridad de la noche, y sobre todo que actua por sorpresa, para comprender que el exito de la mision es casi siempre el mismo. Es decir, de dudoso resultado. La sorpresa, que debe ser el factor principal que guie al triunfo, no tiene oportunidad de producirse, porque ya hemos dicho una y otra vez que los agentes enemigos, moviendose dentro de la poblacion como un habitante mas, conseguiran a tiempo, por medios que son faciles de suponer, la informacion necesaria de lo que pretenden hacer nuestras tropas, y pasaran de inmediato su comunicacion a las guerrillas, que se prepararan para repeler el ataque. Hay jefes militares que, acostumbrados a la luc.ha abierta, en campo de batalla escogido al efecto, cuentan con forzar a las guerrillas a combatir frente a frente, donde indudablemente tendrian muchas posibilidades de exito por su mayor e.xperiencia, su mejor preparacion militar y sus mejores recursos; pero las guerrillas nunca aceptan ese tipo de batalla. Su caracteristica es pelear en la oscuridad, atacando al descuido, y cuando se ven en posicion de derrota prefieren retirarse temjoralmente, antes de aceptar una batalla en la que irremisijlemente tienen todas las de perder. Mejor seria, pues, a 71

nuestros jefes, dedicar mas tiempo en destruir la organizacion de vigilancia que los terroristas tienen establecida dentro del pueblo, para que las guerrillas no puedan tener a mano el informe oportuno que las ayuda a moverse despues con cierta seguridad en el cajupo de batalla que ellas escogen. Cuando a las guerrillas les falte la cooperacion de los hombres del pueblo que trabajan con ellas, estaran perdidas. Desde luego, para destruir totalmente el engranaje que el enemigo ha establecido en una poblacion, que es su base de informacion, el ejercito tiene que realizar una larga ocupacion del lugar donde actxia, a fin de que la policia pueda disponer de tiempo para realizar analogo trabajo de captacion entre las gentes del pueblo. Esto, realmente, no es facil. Los jefes militares, como hemos dicho, tienen que moverse con el reloj. No pueden estacionarse por mucho tiempo en un mis­ mo lugar. En consecuencia, aunque las guerrillas no puedan ser destruidas totalmente, como fueran sus deseos, sus operaciones ayudan a dispersarlas, y eso, al menos, les proporciona el tiempo necesario para alcanzar otros objetivos geograficos que se han marcado en su ruta, Se consiguen algunas bajas; diversas armas son recuperadas; y eso se exhibe como botin de guerra, dando al pueblo la impresion de que se ha ganado una buena batalla. Pero, en el fondo, lo que es esencial, ia clestmccian total del metodo de guerra del enemigo, no se ha conseguido, y tardc 0 temprano le tendremos nuevamente en pie de guerra. Como una prueba final de que no puede realizarse ningun movimiento de sorpresa contra las guerrillas si no se cuenta con la cooperacion de una bien preparada organizacion de informacion dentro del pueblo, vamos a ofrecer la historia que refirio un ex oficial destacado en Indochina: E n 1948, en cierto sector de Indochina, tuve la ocasion de establecer relaciones con el capitan de una compania de comunistas que actuaba independientem ente del ejercito enemigo cstacionado en esa region. Era un Bo Doi. Este capitan no era realm ente comunista. Pero todos los miembros d e su com pania Si lo eran, y esto le hacia moverse siempre cautelosamente. H ablando con el y conociendo su oaso, le propose que se pasase a nuestras filas, Pero me contesto que no p o d ia hacerlo por que, a su modo de ver, tarde o tem prano, Francia haria la paz con los comunistas, y el quedaria entonces en una poslcion embarazosa, porque

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los franceses siempre le considerarian u n traidor y su pueblo le aborreceria. “Piefiero —me dijo— seguir donde estoy, pero puedo proporcionarle datos sobre el movimiento de nuestras tropas. Asi podra denotarnos, y ya liquidados, yo quedare en inejor posici6n p ara cuando se produzca a paz". E ste hom brs m e dio los informes y me dijo c6mo realizaban el camuflaje sus tropas de avanzada, cosa q u e nunca liubieramos podido descubrir si no llega a ser p or su oportuna informacion. Generosamente, quise recom psnsarle dioiendole algo del movimiento de nuestras tropas. Pero aq u i m e sorprendid diciendome; “Eso no es necesario. Yo estoy al corriente de todo el movimiento de sus tropas, d e quienes integran la conrpania y de lo qu e se proponen haoer en fecha prdxima. T odo lo que us cedes hacen lo se con 24 boras de anticipacion. Eso m e da, si quiero, el tiempo suficiente para retirarm e a otro sector sin darles ocasidn a que me coi'an p or sorpresa." Siem pre he estado convencido d e q u e este hom bre m e dijo la verdad. Y m e sorprendid grandem ente, porque yo vivia bajo la impresidn de que todas nuestras operaciones se m antenian en el mds estricto seooto. Esta historia demiiestra que nada escapa a los agentes que la organizacidn enem iga ti^ne metidos dentro de la poblacidn q u e nos rodea. Por eso resulta dificilisimo dom inar a su gente d e guerrilla.

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9.

El

p h o b l e m a d e lo s recu rsos

E l ejercito tradicional, aun teniendo a su disposicion gran Dantidad de tropas perfectamente entrenadas y contando con abundante material belico moderno, no puede derrotar, en ultimo analisis, a una pequena banda de enemigos cuyos jeEes y hombres s61o ban recibido rudimentaria instruccion mi­ litar y no poseen ciertamente la cantidad de armas que las fuerzas del gobierno. Esto, increible como parece, es indudablemente, ima gran verdad Esclavo de su entrenamiento y tradicion, nuestro ejbrcito no ha podido adaptarse todavia al tipo de guerra que hacen nuestros contrarios y que constituye un tema que todavia no se ha tratado en las escuelas militares. A fuerza de sacrificios, actos heroicos, sufrimientos insospechados y, algunas veces, gestos de valentia incalculables, ha podido, a ratos, detener, el impulse de nuestros enemigos, retardando la ejecucion de sus planes, forzandole en ocasiones a alterarlos, pero hasta el presente no ha podido impedir que, tarde o temprano, nues­ tros adversaries alcancen el objetivo que pretenden. El ejercito ataca generalmente en el vacio, gastando con­ siderable material. Hay quien cree que mientras mas material se emplee, mas pronto sera detenido el enemigo. Pero no es asi. La cantidad de material en uso, aun en gran cuantia, no asegura la rapidez del exito. Es la forma en que empleamos nuestros recursos lo que cuenta en la batalla. Y eso es lo que tenemos que revisar rapidamente Si queremos enfrentarnos a las guerrillas con exito y de-

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rrotarlas en un corto periodo de tiempo, tenemos necesariainente que estudiar sus metodos, sus posibilidades, y tenemos que sacar de estos estudios las conclusiones que han de for­ mal' el plan de nuestro ataque, yendo al fondo del punto debil de nuestros adversarios, concentrando en ello nuestro maximo esfuerzo, La tabla que damos a continuaeion ofrece una idea de los recursos basicos que mueven a la gente de guerrilla y los que posee y hacen mover al ejercito tradicional: Ejercito tradicional

Banda de guerrilla

1. Posee gran numero de tropas bien entrenadas, con grandes refuerzos d e alimentos y mu-

1. Posee solamente pequehas tro­ pas m al equipadas (a l menos, al comienzo de las hostilida­ des) y se le dificulta la obtencidn d e alimentos y munioiones. 2 . S61o puede moverse a pie.

2 . Puede moverse rapidam ente de un punto a otro, contando con todos los medios d e locomocion posibles; tren.es, aviones, barcos, vehiculos motorizados, etc. 3 . Tiene un bien organizado sis­ tem a d e comunicaciones, que le ida ventaja en el traslado de las 6rdenes.

3 . Tiene un reducido equipo de comunicacion (a l menos al com ienzo), y esto le dificulta la coordinaoion de sus opera­ ciones.

Pero. . . .

P ero . . .

1. E ncuentra m ucha dificultad para moverse en terrenos controlados por los guerrilleros y usualm ente no conoce bien el terreno donde tiene que actuar.

1. Se sitiia en el terreno que co­ noce a fondo, esta bien adap­ tado al mismo y puede, en un m om ento de emergencia, trasladarse rapidam ente a otro lugar, porque conoce el cam ­ po que pisa. 2 . Tiene el apoyo de la poblaci6n ( espontaneamente o por terror) y se encuentra bien ligada a muchos de sus habitantes. 3 . Consigue facilm ente inform a­ cion sobre el movimiento de

2 . No tiene casi ayuda de la poblaoidn, aun cuando, en m u­ chos casos, esta no le es hostil. 3

E ncuentra gran dificultad p a ­ ra obtener infonnes sobre el

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moviinisnto d e guerrillas y m uy especialmente sobre sus intenciones.

las tropas. y en muchas ocasioncs, aprovechando a los agentes q u e tiene infiltrados en nuestras filas, llega al conocim iento de nuestras inten­ ciones.

Estiicliando esta tabla, se observa facilmente que la ventaja de las guerrillas descansa principalmente en su mejor conocimiento del area que ha escogido para su trabajo y en el apoyo que tiene de los habitantes de una poblacibn. Las ventajas del ejercito descansan en su superioridad numerica, su mejor material de guerra y sus incalculables fuentes de abas­ tecimiento. Pero la pregunta es: jiquibn saca mejor provecho de sus mejores recursos? En reaiidad, aunque aparentemente e sti en desventaja, la gente de las guerrillas parece sacar mejor provecho a sus recursos porque, en primer tbrmino, nos obhga a pelear en el terreno que mas conoce, que es pocas veces accesible a los equipos pesados, y en segundo lugar porque, colocbndolos donde ella desea, no nos permite usar tampoco los equipos de guerra modernos que pueden aniquilarla. Tenemos que pe­ lear, como ellos hacen a pie, y en esas condiciones las guerri­ llas tienen ventaja. ^Por qu(e tienen ventaja? Sencillamente, porque, caminando constantemente en un terreno que conocen palmo a lalmo, pueden tendernos emboscadas, o, en caso de mucho peigro, pueden desaparecer sin dejar rastro que pueda delatarlas. En otro aspecto, podemos decir que el guerrillero aumenta tres veces en potenciahdad guerrera cuando actiia en el cam­ po que conoce o cuando actua en el drea que ha escogido para desenvolverse; en tanto que es casi ineficaz cuando tiene que batirse en terreno que no conoce intensamente, razon por la cual lucha cuanto sea necesario para defender su posicion en ese sentido, porque, una vez fuera del campo que sabe de me'moria, resulta poco mas o menos un luchador mediocre, que puede derrotarse facilmente. Ya hemos visto lo indispensable que es, para el funcionamiento de la guerrilla, que el pueblo la apoye resueltamente. Esto quiere decir, en otras palabras, que, dondequiera que

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se conozca Ja existencia de una guerrilla que este dando quehacer, anotandose exitos frecuentes, es que alguien del pueblo le esta proporcionando informes y ayudando eficazmente. Por tanto, para acabar con la guerrilla hay primero que destruir su fuente de informacion. Esto se hace poniendo en movimien­ to una contraorganizacion dentro del mismo pueblo. Hay una serie de casos en que ©1 habitante del pueblo es responsable del exito de la guerrilla. Primero, sabe donde esta escondida, y llega hasta all! para proporcionarle los informes c|ue ella desea sobre el movimiento de las tropas del gobierno. Segundo, es el que le lleva diariamente los alimentos indispensables para su subsistencia. Y, tercero, es quien le propor­ ciona las municiones que necesita para realizar sus constantes ataques a las guarniciones oficiales. Cualquier movimiento que se prepare contra la guerrilla, el lo conooe y lo comunica a tiempo, y asi la guerrilla huye, si no puede contraatacar, o prepara emboscadas, donde pereceran nuestros hombres si las fuerzas envueltas en la operacion no son de consideracion. Muchas veces, las casas de los habitantes son refugios de los guerrilleros cuando tienen necesidad de desaparecer. Pero, aunque parezca mentira, esta total dependencia del pueblo representa tambien el punto debil de la guerrilla, porque si, em­ pleando nuestros numerosos recursos, logramos localizar a esos simpatizantes o colaboradores, los detenemos o los hacemos agentes nuestros, ellos ser^n entonces los encargados de facihtar a nuestras tropas los informes que neccsitamos para llegar mas rapidamente a donde estan situadas las guerri las. Y en­ tonces, en lugar de actuar en provecho de ellas, los informantes lo hacen a favor nuestro, garantizandonos el triunfo. Un modo de combatir a las guerrillas, si no podemos controlar totalmente a los que les dan informacidn desde la po­ blacion, es obligarlas a pelear fuera de su propio terreno. Ya hemos dicho que las guerrillas pierden la mitad de su eficiencia cuando son obligadas a luchar en territorio que desconocen. Por tanto, la mision de nuestras tropas sera conducirlas a ese terreno desconocido que sera un buen escenario para su derro­ ta. Debemos hacer lo posible por cortar su fuente de abastecimientos, y esto se consigue vigilando a los habitantes que

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suelen ausentarse de sus casas eu horas de la noclie, cargando paquetes grandes de comida y municiones, y que toman el camino de las montanas. Esto implica algunas veces medidas de earacter politico que el militar rechaza de por si, pero no queda mas remedio que emplearlas si qucremos obtener exito en nuestra mision. Sin embargo, el punto vital seguira siendo, como ,h asta ahora, el control del pueblo. Y debemos realizar todos los esfuerzos posibles por establecer una organizacibn que sea capaz de anular todos los esfuerzos de la que ya ellos tienen establecida. Como hemos insistido en distintas ocasio­ nes, esta organizacibn tiene que estableeerse tan pronto como se pueda, porque, micntras mas pronto se controle el movi­ miento de los habitantes ya controlados por el enemigo, mas rapidamente aniquilaremos su existencia. Resumiendo nuestro analisis, tenemos tres puntos esen ciales que seguir cuando queremos eliminar la eficencia de lot guerrilleros; 1, cortar la comunicacibn constante que los ha­ bitantes puedan mantener con los guerrilleros; 2, buscar quo las guerrillas abandonen el terreno que conocen para hacerlas pelear en otro desconocido para sus hombres, donde no pue­ dan moverse con tanta libertad, y 3, coordinar estas dos cosas en un amplio territorio, a fin de que, al anular la eficiencia de la guerrilla, se consiga un descanso por prolongado periodo de tiempo. Una cosa si es importante; que, aim cuando el trabajo de anular a los guerrilleros fuerza a una dcxlicacibn constante, casi durante las 24 horas del dia, nunca se obtienen resultados sorprendentes, espectaculares, y no'seconsiguen grandes triunfos que puedan llenar de laureles a los jefes militares. Por eso, quiza, muchos de ellos son contrarios a este tipo de traba­ jo. Pero la labor es esencial, porque es la unica que, a fuerza de mucha dedicacibn y trabajo, puede poner a los guerrilleros contra la pared. Es bueno que se sepa que el ejercito americano, dandose perfecta cuenta de todo esto, ha utilizado la guerra contra las guerrillas con verdadero exito, espeoialmente en la lucha de Corea. Gracias a una serie de esfuerzos coordinados, los americanos pudieron destruir, en un periodo de tiempo relativa78

mentc coito, todas las guerrillas que los comunistas habian es­ tablecido detrds de sus propias lineas en 1950. En un articulo publicado en la «Military Review* en diciembre de 1955, el teniente coronel John E. Beebe, del coman­ do general del ejercito americano de Corea, ofrecio lecciones interesantisimas en relacion con las operaciones realizadas. Las operaciones militares solas no son suficientes, dijo el teniente coronel Beebe. «Hacen falta los grupos de oontraguerrilla, que tienen dos objetivos importantes: primero, destruir totalmente las guerrillas enemigas, y, segundo, eliminar la influencia que ellas puedan tener en la poblacion*. Los grupos de contraguemlla, tal como se expresa el teniente coronel Beebe, son completados con medidas de cardcter politico, econbmico, psicolbgico, administracibn y mili­ tar, y deben ser preparados por el alto comando. Ademds, recomienda que los puestos de comando de las contraguerrillas se establezcan en las zonas mds cercanas a donde se encuentran los guerrilleros, y dice que las bases de operaciones doben establecerse alii despues de tomar, desde luego, las debidas precauciones. Una vez hecho esto, se iniciardn pequenos ataques y emboscadas que no tendrdn otra intencibn que preocupar a^nuestros enejnigos, haciendoles actuar constantemente bajo presibn, y evitar que puedan reorganizarse. Este tipo de operacion, dice el teniente coronel Beebe, solo terminard cuando hayan sido liquidadas todas las guerri­ llas del drea donde se combate. E implica gran numero de soldados y algunos meses de labor. Algo asi sucedib en Corea. Por ejemplo, en la operacion de Ratkiller, en la region montanosa al sudeste de Corea, unas tres divisiones tomaron parte en el trabajo —dos coreanas y una americana—, y ello representb mds de tres meses y medio de continua labor, o sea, desde I"? de diciembre de 1951 hasta 16 de inai'zo de 1952. En ese tiempo, 11.000 guerrillas fueron aniquiladas, con mds de 10.000 prisioneros. En la operacion Trample, realizada contra las guerrillas que todavia permanecian en Corea del Sur, dos divisiones fue­ ron utilizadas desde diciembre de 1953 a junio de 1954, alrededor de unos 6 meses, y en las mismas se logrb el apoyo de la

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poblacion, con cl resultado de cpic el trabajo se hizo mucho mas facil. Estas lecciones no difieren en nada de las que pueden derivarse del numero considerable de luchas contra las gue­ rrillas que se han llevado a cabo en Vietnam del Sur, al comienzo de la campana de Indochina, o aun en la misma Argelia.

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10.

C om o condocir la s operaciones

DE CONTRAGUERRILLA La organizacidn enemiga En cualquier operacion militar, primero tenemos que situar al enemigo, antes de que concentremos nuestro ataque con el. Sabemos que en la guerra moderna no estamos peleando contra un grupo de partidas armadas, sino mas bien contra una organizacion que ha logrado instalarse dentro de la propia Doblacion, que constituye una verdadera maquinaria de comDate y en la cual esas paitida armadas no son mas que pequenos elementos. Para ganar la pelea, pues, tenemos que destruir totalmente esa organigacion. Ya hemos visto la importancia que una organizacion terro­ rista puede tener en una ciudad como Argel, pongamos por ejemplo. Precisamente por la experiencia que hemos tenido en Argel, sabemos ya lo que representa luchar contra organizaciones de este tipo. Argelia, como hemos dicho en otra ocasidn, tiene su orga­ nizacion enemiga dividida en 6 wilatjas o distritos militares mayores; cada tcilaya estd dividido en 4 6 5 zonas; cada zonas; en 4 6 5 regiones; cada region en 4 6 5 sectores, y finalmente, cada sector esta dividido en cierto numero de comunidades. Igual que en las ciudades, en los mismos puntos geografi­ cos, realizando las mismas funciones, encontramos a los mis­ mos Ifderes; es decir, un hder politicomilitar, un ayudante po-

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IiHco, otro militar, asi como un ayudante responsable de la c'onexion entre ambos y su movimiento de inteligencia. Hay tambien otros departamentos, innecesarios en las ciudades, que han sido creados por la organizacibn. Esto ineluye un director responsable de los problemas que se presenten, como, por ejemplo, la falta de alimentos; v una persona responsable del servicio de salubridad, que esta encargada de organizar la hospitalizacibn de sus lesionados cuar.do ello sea necesario, y tiene que entenderse con el pueblo para esc objeto. Estos elementos toman sus decisiones en los casos que les conciernen, pero el jefe politicomilitar es quien soluciona definitivamente los problemas mas dificiles. Para los efectos de la guerra que se prepara, un wilaya comprende mas o menos la misma area que un igumie (que es el territorio que, en la administracibn francesa, cubic cl ins­ pector general del departamcnto administrativo). La unidad basica de la organizacibn es la rcgibn. Es el lugar mas bajo de los distintos sectores que comprende la organizacibn, que posee el staff de jefes en la forma que hemos senalado anteriormente. En capas mas bajas, digamos en los sectores y en las comunidades, el staff esta practioamente en embribn. En las comunidades, sobre todo, queda reducido a un «comite de clnco», doude la figura mas importante resulta ser el encargado de los abastecimientos. Una regibn es dividida en determiiiado numero de .secto­ res, 4 b 5, dependiendo estos de la extensibn del territorio que cubre y de la caracteristica del mismo. El sector urbano generalmente es el mas pequefio en area, pero comprende la mayor concentracibn de poblacibn, debido a que generalmente cubre la principal ciudad de la regibn. Aqui se situa una unidad militar, bien entrenada y bien arma­ da, que tiene a su cuidado la misibn de realizar los asesinatos y mantener en constante sobresalto a la poblacibn. Despues hay 3 b 4 sectores de caracteristica similar. En el sector urbano, el enemi,go generalmente seleccioua elementos, de su propia organizacibn para actuar en la adniinistracibn politica. Cada uno tiene a su cuidado el terreno que comprende el area de habitantes situada entre el sector de la

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capital y las colinas que lo circundan. Aqui es donde se sitiia la base de la partida armada, usualmente una compania por sector. La llamada area de refugiados esta situada en la parte pegada a las montanas, de cuyo lugar las bandas pueden salir en caso de peligro. E.xcepto en caso de excepcional importancia, digamos para cumplir una mision especial que se le ha confiado o cuando ocurre un probleina de intenso peligro, la banda no abandona el sector, donde ha establecido sus raices y tiene ya los con tactos nccesai'ios con los elementos del pueblo para garantizar su subsistencia. Si abandona su sector, no solo caminara por terreno desconocido, sino que no podra contar con la ayuda que necesita para cumplir debidamente su mision. En este caso, resultara vulnerable al ataque y, por ende, pereceri. Dentro de determinado sector, los elementos del enemigo estan divididos en tres grupos, a saber: 1. Los centres de poblacion, que quedan bajo la jurisdiceion de un jefe, politicoadministrativo, el cual tendra que organizar las colectas, los actos de terrorismo, la propaganda y el servicio de inteligencia encargado de averiguar los movimientos de las tropas y elementos del gobierno. 2. El area rural habitada, bajo el control de un jefe politicomilitar que esta encargado del mantenimicnto del control de la poblacion, asi como de proporcio­ nar alimentacion a las bandas que operan por el lugar y abundante informacion para que sepan como y cuando tienen que moverse. Asiste tambien a las pandillas que pasan por el lugar y atiende a todo elemento de la organizacion que por una razon u otra tenga que salir apresuradamente de la ciudad. 3. Y cl area de los refugiados, donde se estacionan las guerrillas, cuyo responsable, un jefe politicomilitar, queda encargado de que a las mismas nunca les falten alimentos, ni municiones, ni informacion apropiada para completar su labor. Esta area esta situada en una porcion de terreno cuyo acceso es realmente dificil, aislada de la poblacion por caminos y vericuetos que han sido bianco de distintos sabotajes y, por tanto, no estan en disposicion de continuar ofreciendo un servicio normal. En consecuencia, las guerrillas pueden considerarse un tanto seguras en ellas. La guerrilla armada, en definitiva, por la amenaza que

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constantemente representa para la poblacibn y el peligro que supone para las unidades del ejercito leal, constituye la garantia de la organizacion terrorista, Generalmente se situa en el area fijada en el sector para los refugiados, pero en muchas ocasiones baja a sectores inmediatos para completar una mi­ sion o para escapar de los rigores del invierno en los liltimos meses del ano. Los integrantes de la organizacion, pues, se mantienen en dos distintos sectores durante su guerra con las tropas leales. O residen en la ciudad y se integran para cualquier mision en el area inmediata, o bien residen en el area de los refugiados y bajan tambien al area inmediata; pero en ningun momento hay conexion alguna entre los residentes del area de refugia­ dos )■ los que trabajan en la ciudad. Cuando una organizacion como la que hemos descrito logra instalarse en determinado pais, cualquier operacion militar que se prepare contra ella no tiene posibiiidad de realizarse con exito. Aun cuando se llegue a determinados sectores, la parte esencial de los mismos, quedara Intacta, y, aun sin las bandas de guerrilla, sera todavia lo suficientemente fuerte para mantener en un puno a la poblacion. La victoria, por tanto, solo podra obtenerse mediante una completa destniccion de la organizacion. Estrategia de las contraguerrillas La parte mas vulnerable de una organizacion terrorista esta en la ciudad, siempre al alcance del control del ejercito leal que la ocupa, y que en cualquier momento puede ser destruida por la red que le tienda la actuacion interna de la policia. Sin embargo, la parte que tenemos que destruir es el area intermedia, que solo puede desaparecer cuando tengamos bien dominados los medios necesarios para poder movernos con seguridad. Esta operacion nos guiara nuevamente hacia la organizacion terrorista de la ciudad, ayudandonos a descubrirla, y de paso nos proporcionara los canales apropiados para

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Ilegar hasta donde estan escondidas las bandas en el area de los refugiados. Suprimiendo esta area intermedia, cortaremos tambien las lineas de abastecimientos y de informacion de los guerri­ lleros que estan en las lomas, retirados, y esto nos dara una gran oportunidad para eliininarlos. Tenemos, pues, que movernos rapidamente para dominar el area intermedia, y esto solo se conseguira realizando una perfecta operacion policiaca, tal como hemos descrito en capitulos anteriores. Cuando logremos nuestro objetivo, habremos forzado a nuestros adversarios a refugiarse en las lomas, y alii, sin el abastecimiento de alimentos y municiones, no podran salir a completar operaciones sin exponerse a grandes riesgos, y acabaran por quedar tan aislados, que podran ser facilmente vencidos. Tacticas de contragueniH a

La organizacibn de la red de defensa. Los primeros actos terroristas —colocaciim de bombas, ataques inesperados, accibn de guerrillas por sorpresa, etc— generalmente toman a las fuerzas del gobierno, construidas y mantenidas para tiempos de paz —nos referimos a la policia, los gendarmes y el mismo ejercito—, sin estar debidamente preparadas para la respuesta. Distribuidas muy ampliamente, y apenas sin comunicacibn, las fuerzas leales, Ibgicamente, no se exponen, y lo primero que hacen es replcgarse hacia la ciudad, donde indudablemente tienen mayor posibilidad de resistir y combatir al agresor. El fuerte de las tropas es colocado en posiciones que deben defender, y el transito por esos lugares es cuidadosamente vigilado, permitiendose tan sblo el cruce a los convoyes militares. En estos casos, los caminos veciuales son practicamcnte abandonados. El agresor nos obligara tambien a constituir lo que se lla­ ma area de defensa, que necesitamos proteger de modo vital, a fin de que la poblacibn no quede practicamcnte estrangulada. Esta defensa, mas o menos grande, se pone en funciones despues que se ban tornado en consideracion una serie de

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circunstancias, como, por ejemplo, los puntos vulnerables, el total de la poblacion, la actitud de sus habitantes y el mantenimiento abierto de aquellas carrcteras que son vias esenciales para la vida de la poblacion. Para organizar debidamente la defensa, se establece lo que se llama la red del sistema defensivo, en la cual la orga­ nizacion militar sigue las lineas trazadas por la organizacion civil, para que no se pierda el ritmo de la maquinaria administrativa; y el departamento se convierte en zona, el punto administrativo mas pequeno se transforma en sector y la re­ gion en cuartel. Esta retirada, desde luego, entrega practicamente una gran franja de terreno al enemigo. En este caso, la sorpresa le concede esa ventaja. Una vez instalados en este campo, nuestros adversarios trataran de consolidar su posicion, defendiendo a cualquier costo el territorio conquistado, para aniquilar despues, una a una, todas las tentativas que se hagan de recuperacion. Ello les permitira ampliar su radio de accion, y eso los dejara en posicion de romper la red defensiva que las fuerzas leales hayan instalado. Ofensiva. Sector parejo. En estas condiciones, ^conio podemos nosotros con las fuerzas que tenemos a nuestra inmediata disposicion, aparte de los refuerzos que podamos conseguir, iniciar la destruccion de la organizacion enemiga y liberar el territorio que nos ha arrebatado? Primero, tenemos las tropas que pueden establecer la base de nuestra respuesta, llamemoslas tropas de sectores. Si la region es la base de la organizacion enemiga, el sector tiene que ser, entonces, la base de nuestro sistema de respuesta. La retirada de nuestros elementos ha dado lugar a la creacion de puestos militares en las localidades mas senaladas, y en las ciudades, particularmente, en la mas importante del sector. Ya hemos visto lo imitiles que resultan los puestos milita­ res. Desde el momento en que el control de la poblacion es el punto vital de la guerra moderna, cualquier elemento que

no este en contacto directo y permanente con la poblacion no sera de utilidad alguna. Es mas, si tratamos de lortalecer los puestos, haciendolos casi inexpugnables, estaremos perdiendo el tiempo, y, en definitiva, los habremos rodeado de murallas innecesarias, porque el enemigo no tendra nunca la menor intencion de conquistarlos. En la practica, los puestos no sirven para nada. En las localidades, en cambio, podemos encontrar dos o tres casas inhabitadas que muohas veces sirven de albergue a las pandillas de guerrillas cuando pasan de transito, y nosotros podemos ocuparlas, para hacerles el alojamiento dificil. En la localidad, no solo organizamos tambien la defensa de nuestro puesto militar, sino que preparamos la defensa de toda la poblacion y sus habitantes, transformando el lugar en un punto estratbgico. Un perimetro al que no se puede llegar facilmente, por­ que esta circundado de alambres de puas, n\.aleza y otros materiales, y se encuentra protegido por elementos con armas automaticas, capaces de aniquilar al mas osado, rodea entonces la localidad, haciendola bastante invulnerable. La policia realiza de inmediato las operaciones que le corresponden para investigar a los habitantes, y nuestra organizacidn se dedicara a preparar al pueblo, tratando de unirlo a nuestro equipo, poniendo en practica la tactica de captacion de que ya hemos hablado en otros capitulos. Residentes de localidades cercanas no protegidas, y ele­ mentos que han quedado aislados al establecerse el perimetro protector, son traidos al territorio de seguridad que hemos creado. H abra muchos que, temiendo quedar en manos de los terroristas, solicitaran rapidamente nuestra ayuda, incorixirdndose a nuestra organizacion. En estas condiciones, se ponen en practica ciertas orde­ nes de control sobre la localidad, obligandose a sus habitantes a salir de ella solamente por las puertas y caminos oficialmente establecidos. Para evitar los contactos con los elementos de la guerrilla, no se permitira a nadie salir con dinero, y mu­ cho menos en horas de la noche. Y no se permitiran viajes a las lomas con bolsas de alimento. Quizd muchos digan que en ello se emplean tdcticas me-

dievales, pero este es el mejor sistema para evitar el contacto de los informadores, miembros de las bandas terroristas, que tienen la mision de llevar a sus pandillas los detalles de todos nuestros movimientos. Cuando se persigue un fin de este tipo, no hay que detenerse en los medios. 'La primera accion de la policia se llevara a efecto en el sector de menor importancia de la poblacion. Una oficina se encargara de llevar el censo de los habitantes, que deberan inscribirse en la misma. Esta oficina tendra a su cuidado el alineamiento de los residentes, y al mismo tiempo sabra lo que hace cada cual durante el curso de las 24 boras del dia. Cada residente recibira, como ya dijimos anteriormente, una tarjeta, firmada por el oficial del censo, una copia de la cual sera enviada a las oficinas del distrito. Cada tarjeta contendra la fotografia del individuo, la calle donde reside, la barriada a que pertenece, la letra de su distrito y la letra de su sector. Una parte de la tarjeta nos dira de donde viene, y la otra quienes son los lideres responsables de la barriada o sector donde reside. Esta tarjeta nos ayudara muolio en nuestra in­ tencion de controlar a todos los residentes de la poblacion. Se hara un censo tambien de todos los animales que haya en la localidad: caballos, burros, mulas, terneros, vacas, toros, etc., para lo cual se inarcara en el animal el numero de la tarjeta del censo que tiene su propietario. Nadie tiene una idea de lo importante que para el man­ tenimiento de una guerrilla resulta el abastecimiento alimenticio. Por tanto, si logramos hacer un censo cerrado de todos los animales existentes en una localidad y lo comprobamos con frecuencia, no habra posibilidad de que ocultamente se lleven algunos para las lomas, para que puedan proporcionar comida a los guerrilleros apostados. Sin alimentos, no hay guerrillero que dure muoho tiempo 'peleando. Es, por tanto, cuestion capital que hagamos este censo, porque si logramos cortar totalmente la ruta de abastecimiento de los terroristas, les habremos ganado la mitad de la pelea. Si todo esto que hemos senalado y planeado se lleva a cabo rapidamente por las fuerzas leales, puede tenerse la segu­ ridad de que, aun en desventaja o con fuerzas reducidas, po83

dremos mantener un fuerte control sobre la poblacion y no perinitiremos a los partidarios de los terroristas moverse con alguna ayuda en direccion a las montanas. En esta situacion, tendremos a nuestro lado al 80 por ciento, por lo menos, de la poblacion, y eso hara mas dificil el proposito del enemigo. Siempre habra espacios, desde luego, que no podremos controlar totalmente. En ese caso, los .habitantes de ese lugar cstaran a mcrced de nuestros enemigos, y unicamente se podra evitar gran parte de la intranquilidad que tendran que e.xperimentar si realizamos incursiones frecuentes por su territorio para dar a nuestros adversaries la idea de que estamos por las cercanias. Cuando tengamos bien controlados a los habitantes de una poblacion, conociendo todos sus movimicntos por los ele­ mentos que ya nuestra organizacion haya colocado entre ellos, poco a poco los iremos convenciendo hasta que finalmente se situen a nuestro lado y nos ayuden en nuestro trabajo de de­ fensa. Con esta partida ganada, gran parte de nuestras tropas cpiedaran relevadas de permanecer cn constante vigilarucia dentro de la ciudad y podran formar lo que nosotros llamariamos tropas de contacto, que estarian encargadas de man­ tener la comunicacion entre nuestros puestos de avanzada y la organizacion militar de la ciudad. Estas tropas tienen que ser lo suficientemente grandes para anular cualquier ataque por sorpresa que, al ponerse ellas en contacto con los puestos de avanzada, fuera de la ciudad, puede producirse por parte de las guerrillas, cuyos observadores siempre estan atentos. Ademas, nos daran la oportunidad muchas veces de metenios en los mismos terrenos de los guerrilleros, si es que estcs no son numerosos, y eso sorvira para evitar que ellos se refuercen y reorganicen, haciendose mas tarde mucho mas dificiles de derrotar, Una buena idea seria formar un batallon de infanteria de cuatro companias que, aun cuando realizaria la mayor parte de sus movimientos a pie, tendria equipos motorizados para ganar facilmente grandes distancias. Y su mision consistiria, repetimos, en destruir cualquier pandilla que tuvieran nues­ tros rivales en la llamada zona intermedia, asi como parte de 89

sus grupos de guerrilla situados en las lomas, si es que se deciden a ofrecernos batalla. Ademas, podrlan conducir civi­ les de una locaHdad a otra, cuando estos dcseen unirse al grupo que ya encuentra protegido y controlado on la gran ciudad. Tenemos que insistir en que el batallon lo formen cuatro companias, porque de lo contrario no estara en disposicion de controlar a los elementos contrarios establecidos en la zo­ na mtermedia y en las lomas. Y este es un sector que tenemos que atacar, porque es el que mas dano nos hace. No hay que olvidar que es el sector intermedio entre las partidas de guerrilleros y los informantes de la ciudad. Una cosa que nos ayudara mucho en nuestra operacion seran los informes que obtengamos de los elementos de nues­ tra organizacion, que, bien preparada por la policia, mantiene un movimiento similar al de los terroristas. Cuando estemos en poder de una confidencia o un aviso oportuno, tenemos que aprovecharlo rdpidamente, porque, aunque no podemos aspirar a que los adversarios se dejen coger facilmente, al menos, si obramos con rapidez, tendremos la posibilidad de sorprenderlos, y eso nos ayudara grandemente. Si nuestras tropas penetran en el area intermedia y el enemigo, sorprendido, logra escapar, yendo hacia la zona de los refugiados, donde estan sus partidas de guerrilleros, no de­ bemos iperseguiclos todo el tiempo, pensando que puedan presentarnos batalla. Aqui tenemos que hacer uso de los in­ formes que nos proporcionan los elementos que trabajan en la ciudad en combinacion con la policia, y en esta forma, cuando hagamos una incursion hacia las lomas, la .haremos pisando terreno seguro. Cuando invadimos el area intermedia, aun con un infor­ me a mano, tenemos que obrar siempre con cautela. Una bue­ na idea serd mantener una compania en reserva, mientras las otras se despliegan dentro de la zona en sus actividades. En­ tonces, mientras un grupo lleva a cabo la busqueda de los elementos terroristas, tratando de encontrar, de paso, algiin depdsito de bombas o municiones, otro realizara casi un tra-

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bajo de policia, interrogando a todo aquel que le caiga en las manos. Cuando se esta en esto, todos los habitantes de una lo­ calidad, hombres, mujeres y ninos, son llamados y advertidos de que no pueden abandonar la ciudad mientras duren las operaciones. Cada persona es interrogada individual y privadamente, sin que se le permita la menor resistencia. Ni tampoco debe emplearse, por nuestra parte, la menor violencia. El interrogatorio no tiene que ser muy amplio. Basta hacerles un par de preguntas, y eso dara los informes necesarios para proceder despues. Primero les preguntaremos; “^Quienes llevan a cabo las colectas para aumentar el fondo de los terroristas del pueblo?” O tambibn: “^iQuienes son los muchachos jbvenes de la localidad que liltimamente han sido vistos llevando armas o realizando practicas y movimientos milita­ res?”. Si este primer interrogatorio es conducido debidamente, mucha gente proporcionara los informes que se desean, y como en muchas ocasiones los individuos que se buscan se mezclan entre los detenidos para no despertar sospeohas, haciendose pasar por ciudadanos imparciales que han sido detenidos inesperadamente por la policia en sus raids, nos resultara muy fdcil detenerlos, porque seran delatados, privadamente, por los que los conocen bien Los que hayan logrado escapar, saliendo de la localidad, no iran muy lejos, porque caeran rapidamente en nuestras emboscadas cuando, al Ilegar la noche, ansiosos de noticias, salgan de sus escondites para buscarlas. O, ya listos para marcharse, salgan, protegidos por la noche, tratando de ganar la carretera. En esta operacion, la primera rama de la organizacibn enemiga caera en nuestras manos, y cuando se intensifique el interrogatorio sobre estos elementos ya descubiertos, entonces es casi seguro que nos facilitarbn los nombres de los jefes de los distritos, los nombres de los integrantes del Comite de los cinco, y nos dira quienes son los que llevan los alimentos a las lomas, los que ponen las bombas y los que hacen las requisas en las casas, Casi una semana, o tal vez un poco mbs, se emplea en esta

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operacion, que es lo menos que se pide a los integrantes de la fuerza policiaca de la localidad donde se llevan a cabo los hechos, para que complete su obra, Casi al unisono con la destruccion de la organizacidn contraria, iremos estableciendo las bases de la nuestra en la parte que se relaciona con la seleccidn de los agentes del Servicio de Inteligencia y los encargados de organizar debidamente al pueblo, Para salir airosos en toda esta empresa, nunca debemos perder de vista el detalle de que la informacion que recibamos del pueblo, que sera la que nos permitira movernos en direccidn firme, no se producira hasta que este pueblo este convencido de que puede facilitarnos esos datos sin coner el riesgo de una venganza por parte de los contrarios, Y esta seguridad tenemos que proporcionarsela nosotros. Para hacer esto, tenemos que escoger debidamente a nuestros hombres clave, que saldran precisamente del propio pueblo y seran los que, al ser interrogados, no muestren temor alguno en decir todo lo que saben y todo lo que piensan sobre el teiTOrismo, Una vez que tengamos formado un buen grupo con estos hombres, solamente nos pondremos en contacto con ellos cuan­ do tengamos necesidad de conocer quifees son los elementos del adversario que mas dano estan haciendo en la ciudad. Estos hombres se encargaran se senalarlos, y nosotros cuidaremos del resto, En los primeros momentos, no solicitaremos muchos in­ formes a este grupo, pero si le pediremos que mantenga estrecha vigilancia sobre los elementos conti'arios, para evitar que puedan reconstruir sus cuadros. Hay muchas cosas que la policia puede hacer por si, sin necesidad de tener que recorrer a los informadores. Por ejemplo, cuando un individuo que esta inscrito en el censo no se presenta cuando le llaman para ser examinado en su taqeta, ese individuo ya se hace sospecboso, y no hay mas que seguirle los pasos y vigilar a sus familiares y amigos para ver que clase de contactos mantiene. Deben ser admitidos los residentes de las areas rurales que deseen inscribirse y cooperar con nuestra organizacion. Con nuestra ayuda podran hacer muchas cosas utiles, aunque 92

nunca les podremos ofrecer la inisma proteccion que la que damos a los que viven en la ciudad, siempre debemos estar dispuestos a socorrerlos, porque, mientras mejor quedemos con ellos, mayor sera el numero de los que se uniran a nos­ otros. Y contando con abundante cooperacion en las areas rurales, nuestras tropas podran salir un poco mas afuera sin temor a emboscadas o ataques por sorpresa. Con la cooperacion de las gentes de las areas rurales, ademas, el abastecimiento de las bandas que viven en las lomas sera mas dificil, y si no logramos sorprenderlos y derrotarlos en las distintas incursiones que realicen nuestras tropas por su territorio, momento llegara en que, faltos de alimentos, saldran de sus escondites a buscarlos, y entonces podran caer facilmente en manos de nuestros hombres. O tambien, atendiendo a los informes quo estos elementos nos proporcionan, podremos ir a tiro limpio a buscar a esos terroristas a sus cuevas y destruirlos. El punto esta, pues, en realizar un metodico y paciente esfuerzo para alinear debidamente a las gentes del pueblo o nuestro favor. Cuando eso se haya conseguido, repetimos, la mitad de la batalla estara perfectamente ganada por nuestras fuerzas. Ofensiva. Zona al nivel. Si la accion de los comandos que estan al cuidado de los sectores es llevada a cabo decisivamente, el comando general de la zona podra comenzar a moverse con el proposito firme de alcanzar la metodica pero definitiva destruccion de la or­ ganizacion enemiga. Dentro de cada sector, el comando general senalara los Juntos vitales que deben ocuparse rbpidamente, a fin de reaizar felizmente el plan trazado, sin que ello represente dificultades para los mismos. Una cosa esencial sera tratar de mantener a toda costa, aun en el desarrollo mas dificil de las operaciones, las vias de comunicacibn que se han de conservar abiertas al transito. Y, una vez inferida a nuestros adversarios la primera de­ rrota, el comando general podra tomar la iniciativa en la ofen-

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siva, comenzando por atacar al enemigo en las localidades mbs importantes de la region, espeoialmente en la ciudad de mayor importancia, a fin de poner tbrmino a los espectacula­ res actos terroristas que los enemigos han venido realizando con el proposito de acrecentar su prestigio, El comando empezarb por dar las ordenes oportunas a la policia para que complete felizmente sus operaciones, y pondrb de su parte cuanto sea necesario para conseguir que las fuerzas leales tomen el control de la poblacion sin dilacion alguna. Todas estas cosas las realizarb de una manera unifor­ me, aun dentro del sector mbs lejano, de modo que se mantenga en todas partes el mismo sistema, el mismo procedimiento, la misma linea de conducta. Ademas, procurarb tener siempre considerables elementos de reserva para llevarlos a aque las partes donde se haga mas dificil la consecucion de los planes. A medida que estos comandos vayan dominando la situacion, deben tratar de no limitar sus actividades a su propio sector, sino que extenderan sus limites de accion de modo que, al aumentar ellos su dominio, Ibgicamente, se vaya cerrando el cerco a los enemigos. De ahi que deba mantenerse siempre la mejor coordinacibn en la operacibn que se realiza, en todos los sectores, de modo que no se registre fallo alguno. Las areas donde se estacionan los llamados refugiados son siempre de terreno irregular, de dificil acceso. Por tanto, el trabajo de eliminarlas estarb a cargo del comando general, que no iniciarb ninguna operacibn por ese sector hasta que la po­ licia haya finalizado su trabajo de pacificacibn y dominio del pueblo. Es importante observar, sin embargo, que aun cuando el comando general permite muchas veces que sus subordinados actuen por iniciativa propia, siempre asegurara mediante peribdicas inspecciones, que sus brdenes esenciales se cumplan estrictamente. Lo primero que barb serb cuidar de que sus planes de qacificacibn no se varien, especialmente en lo que respecta a a realizacibn de obras practicas de interbs publico, en las ca­ lles, aunque se sabe que son costosas, no debe malgastarsc mucho dinero. Entre estas obras podemos senalar la constiuccibn de nuevas carreteras, reparar aquellas que fueron par-

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cialinente destruidas por actos de sabotaje del enemigo, com­ pletar la construccion de edificios que puedan dar albergue a las numerosas familias que huyen de los sectores que han sido ocupados por las fuerzas contrarias, as! como construir escuelas, con los mejores adelantos, para que los ninos no carezcan de nada, y mercados lo suficientemente abastecidos para que el pueblo tenga resuelto el problema de la alimentacidn. Un bien combinado plan, ejecutado con determinacidn, coraje y amplia vision, salvara de muchas necesidades urgentes a una poblacion que, cogida entre dos fuegos, en este tipo de guerra moderna, sabe que esta sujeta a muchos contratiempos, sufrimientos y necesidades. En el desenvolvimiento del plan, las tropas del sector observaran qiie hay areas de muy dificil acceso donde las gue­ rrillas han establecido bien equipadas bases, casi siempre llenas de combatientes decididos y curtidos. No sera, pues, facil lograr su completa destruccion con tan reducido numero de elementos. En este caso, las tropas del sector deben recurrir al fuerte de las tropas leales, que ocupan el llamado sec­ tor de intervencion. En este sector de intervencion no solo actiian las tropas leales, sino que en muchos casos el grueso se ve ayudado por numerosos civiles que, con buena experiencia ya en estas lu­ chas, conocen el terreno y pueden moverse con mucha facilidad, a fin de que las ordenes del comando general se cumplan lo mas pronto posible. El montante de las tropas que se pueden utilizar en este servicio dependera de la importancia de las pandillas armadas que se intenta descubrir y de la extension del drea del terreno que ocupan. En t^rminos generales, dos o tres regimientos, trabajando coordinadamente y siendo apoyados por unidades del sector, deben eliminar al enemigo en poco tiempo. Y toda la operacion puede ser dirigida por el comando de la zona o por el comando del sector. Lo importante, sin embargo, es actuar con rapidez, a fin de que la comunidad existente entre los guerrilleros y los ele­ mentos que los ayudan y abastecen desde la ciudad quede rota definitivamente. Esto dejara casi desamparados a los guerri-

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lleros y dara mucha oportunidad de fortalecer sus filas a la organizacion creada por la policia. Las tropas responsables de toda esta accion, logicamente, llegara un momento que dominaran tambien el terreno, y en­ tonces, siendoles mas familiar el panorama, podran realizar con mayor seguridad su obra de cerco del enemigo, ampliando grandemente la zona de operaciones. Una vez que la red se haya oficialmente establecido, es de­ cir, cuando se sepa que hay positive control sobre todos los puntos que se ha buscado dominar, las tropas de intervencion podran introducirse en areas mas peligrosas, ya sea usando helicbpteros, a pie o dejando caer paracaidistas; y podran presentar batalla abierta al enemigo en la seguridad de que, con todos los caminos tornados, este no podra recibir la ayuda necesaria para escapar u ofrecer una resistencia insospechada que le conduzca a la victoria. Cuando se pone en maroha la operacion definitiva, ya con tollos los puntos controlados, unidades de avanzada del co­ mando de operacion realizaran, en cl primer dia de activida­ des, el reconocimiento de cuantos caminos y malezas encuentren, procurando llegar tan lejos como les sea posible, a pesar de que en muchas ocasiones seran victimas de emboscadas. Cuando se sepa que el grupo de reconocimiento ha encontrado rastros del enemigo, el comando de la zona, enviara en helicopteros a las reservas encargadas de completar la conquista del sector donde se opera, y esto hara mas fbcil y rapida la accibn. Nadie es capaz de imaginarse la importancia que tienen los helicopteros y los aviones ligeros en los actos de re­ conocimiento, proteccion y rapida conduccion a puntos cercanos. Todos los habitantes del area que se trata de ganar seran reunidos y, empleando procedimientos que ya hemos descrito varias veces, se obtendran las informaciones necesarias para que las tropas leales puedan presentarse en determinados lugares y apoderarse por sorpresa de los mismos. Sin embargo, en esta operacion las tropas deberan actuar con mucha cautela. Es decir, no deberan exponerse demasiado, porque no deben olvidar que han de verselas con un adversario que esta bien equipado, que esta endurecido por la luc.ha v que aparece de96

terminado a Ilegar hasta el ilimite para defenderse, porque, en definitiva, no tiene realmente nada que ganar y mucho que perder, al ser sorprendido. Si dentro de la poblacion donde se lleva a cabo la opera­ cion se encuentran algunos habitantes casi en medio del foco de la batalla, se los evacua, llevandolos a un centro de refu­ giados ya preparado al efecto en otra ciudad mas segura. Con esta decision se consigue tambien que, desde los pri­ meros momentos, los guerrilleros pierdan casi todo el contacto con sus elementos de la poblacion, y tendran que valerse en­ tonces de sus propios recursos para tratar de ganar la batalla. Con tropas bien alimentadas e instruidas, nuestros coman­ dos podran actuar con mas seguridad, llevando a cabo las emboscadas que se han planeado durante el dia, despues de realizado el reconocimiento. Y a medida que avanza la opera­ cion, cuando se va adquiriendo mas experiencia y se conoce mas el terreno, el numero de emboscadas que se preparan puede ir en aumento, y se podran combinar muchos grupos de 4 6 5 hombres para realizar felizmente su funcion Los caminos donde no se puedan colocar emboscadas, seran minados, utilizado para ello granadas, y estas minas seran retiradas por la manana por los mismo.s hombres que las hayan colocado a la caida de la tarde del dia anterior, para evitar un error costoso en nuestras filas. Entre emboscadas, trecbos minados y tropas bien situadas, el enemigo estara practicamcnte cogido, y si quiere arriesgarse saliendo, en horas de la noche, creyendo que puede burlarnos, caera mas facilmente en nuestras manos, porque sabremos como tenemos que movernos, y el no. En terminos generales, cuando se esta en esta situacion es recomendable disparar contra todo individuo que deambule en horas de la noche por los lugares cercanos a donde estan preparadas las emboscadas; digamos, a una distancia de 10 yardas. No deben intentarse, sin embargo, disparos de gran rnetraje, porque no debe olvidarse que resulta dificil hacer bianco, a distancia, en horas de la noche. Toda esta red es mantenida durante la noche y debe sostenerse dos o tres horas mas despues de romper el alba, poi»que en muchisimas ocasiones los guerrilleros gustan aprove-

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ohar las primeras horas de la manana para escapar del cerco que les tienen tendido. En este caso, todos los puestos de avan­ zada deben mantenerse alerta para detener a la primera per­ sona que se haga sopechosa. Y el que no muestre en debido orden su tarjeta de censo, ya anteriormente citada, sera considerado como ligado a los terroristas y debera ser arrestado e interrogado. Mientras tanto, en el interior de la zona, durante las ho­ ras del dla, patrullas policlacas recorreran los matorrales, registrandolos con mucho cuidado, por si en cualquier momento algun guerrillero ha logrado burlar la vigilencia que se le hace y se ha escondido alb. En esta mision, la policia no solo se ocupard de los que esten vivos, a los que, sorprendidos, arrestara e interrogara, sino que tambien tratara de apoderarse de las tarjetas de identificacion de los que aparezcan muertos, para ver de quienes se trata, de que lugar proceden y cuales pueden ser sus familiares y amigos, que a lo mejor tambien estan comprometidos. Esta cerrada accion, que no es ciertamente complicada si se efectua con precision, dejara casi totalmente aisladas a las guerrillas, las cuales, sin abastecimiento de viveres y mimciones tendran que salir de sus guaridas para sostenerse. Enton­ ces nuestras avanzadas de reconooimiento podran enfrentarse a ellas y derrotarlas, especialmente si, como se espera, las superamos en numero. Para hacer todavia mas efectivo y victorioso el raid, cuan­ do las tropas de avanzada tengan la seguridad de que se ha cortado totalmente la comunicacion entre los guerrilleros y sus amigos de la ciudad y estan faltos de alimentos y muni­ ciones, y, por ende, en baja moral de guerra, se pueden utili­ zar amplificadores invitandolos a rendirse, cosa que haran seguramente los m ^ debiles de caracter, a los cuales diversas circunstancias ban situado en esos grupos, aunque, en el fon­ do, jamas fueron comunistas de verdad. Por experiencia sabemos que muohas guerrillas que ban logrado huir de las emboscadas que se les han tendido han llegado a entregarse, desorientadas, hambrientas y sin armas para seguir combatiendo, muy especialmente si no tienen cerca

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un jefe implacable que no les permita dejarse llevar por sus sentimientos. Cuando se realiza una operacion de esta envergadura, no se puede permitir que quede en pie nada que pueda ayudar al mantenimiento de las guerrillas. De modo que las tropas tienen que estar alertas y destruir todo lo que pueda ser utilizado por esos elementos para defenderse. Lo que no pueda destruirse, como las casas prbximas a los lugares donde ellos estan situados, debe registrarse continuamente. Los residentes de estas viviendas deben ser evacuados, y la comida que se encuentre debe ser distribuida entre las familias que ban tenido que internarse en la ciudad. Esta es una operacion que no puede fallar, porque ya hemos repetido muchas veces que a las guerrillas hay que eliminarlas por complete. No se les puede dar oportunidad de reconstruir sus cuadros, porque entonces retornan con mas vi­ gor y se presentan a los ojos de los habitantes de una poblacion como elementos a los que las fuerzas del gobierno no pueden controlar. Cuando se ha eliminado a la guerrilla, tampoco debe abrirse la mano, restableciendo totalmente, de pronto, las facilidades que el pueblo tenia. Hay que seguir controlando los alimentos, la circulacion de las personas, los animales, etc., hasta que la paz sea una cosa definitiva en todo el territorio de la nacion. Cualquier debilidad o descuido prematnro rompiendo el sistema establecido, dara base a los enemigos para retornar, esto hara la lucha mas dificil. Ofensiva. Teatro de operaciones. El comandante en jefe del teatro de operaciones debe tener siempre a mano un buen material de reserva. Esto le per­ mitira asestar el golpe definitivo en aquellos puntos donde la luoha pueda aparecer indecisa y acelerara la pacificacion de las areas mas dificiles. Puede darse el caso de que, por obligada economia de guerra, algunas areas tengan que ser abandonadas o sostenidas con muy pequenas fuerzas despubs de conquistas. Aqui el el enemigo podra meterse otra vez, para leorganizarse, bus-

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cando aumentar sus fuerzas. Y este es el campo que puede quedar, entonces, bajo la vigilancia de los elementos de re­ serva. Ello dara a las tropas la oportunidad de seguir adelante. Cuando comienza el conflicto, el enemigo no esta nunca en posicion de romper las hostilidades simultaneamente en todo el territorio de la nacion. En ese caso, se limita a estacionar a sus guerrillas en las areas de terreno que les son mas favorables y donde tienen mayor cantidad de partidarios para niantener mejor control. En este punto, si las fuerzas leales rcalizan las cosas co­ mo hemos descrito anteriormente, estaran en disposicion de aniquilar a las guerrillas rapidamente, y asi evitaran la propagacion del conflicto. Una operacion de este tipo es de enorme importancia, porque puede devolver la libertad al pais en poco tiempo. Debe realizarse con la misma cautela que describimos anteriormente, porque, repetimos, tiene muchisima im­ portancia. Cualquier movimiento de guerrillas que se aleje de la mano, se puede convertir en una operacion de fatales consecuencias para el gobierno, que no la atienda como es debido. For eso entendemos que en esta operacion inicial deben em­ plearse cuantos recursos scan necesarios para triunfar, porque no hay que olvidar que el enemigo esta tierno todavia cn las andanzas de la guerra, y no podra escapar a nuestros ataques con mucha facilidad. Una vasta operacion policiaca nos permitira destruir esas guerrillas en toda esa zona y ayudara grandemente a la eliminacion, casi en flor, de la parte politicoadministrativa de la organizacibn enemiga. Puede que, completando la obra, tropecemos con algun grupo de guerrilleros que estan mas fuertes que nuestro grupo, e intenten destrozamos para ganar reputacion entre la gente de la poblacion. Pero deben enviarse refuerzos inmediatos, porque es vital aniquilar a nuestros adversarios cuando todavia no hayan tenido tiempo de establecer todas sus raices. Cuando el enemigo se asienta debidamente en un territorio, pudiendo establecer solidamente todas sus organizaciones de terror, no es facil derrotarlo. Y una operacion de limpieza que pudiera 100

hacerse en un relativo corto periodo de tiempo se transforma en una operacion gigantesca de algunos anos de actividad y preparacidn. Resumiendo cuanto hemos manifestado, diremos que la guerra de guerrillas, debido a las ventajas que proporciona a los guerrilleros para atacar y huir, las facilidades que posee por el terreno conocido, la ayuda de una poblacidn por el te­ rror y otas cosas mas, puede provooar que una pequena banda de hombres, bien conducidos baga frente y hasta se anote vic­ torias sobre un ejercito de consideracidn. Estos hombres senalaran el punto y la bora que Jes convenga para su ataque, y cuando lo realicen tendran un gran porcentaje de posibilidades para triunfar. Pero esto no quiere decir que la guerrilla sea invulnera­ ble. Puede ser derrotada si se traza un bien combinado plan de ataque, y esto es lo que recomendamos que se baga tan pronto se sepa que los adversarios ban inidado las hostilidades en lo que pudieramos llamar una guerra no declarada contra el gobierno constituido y el orden publico. La contraguerrilla tiene que ser efectiva, desde luego, y no puede dejar la menor puerta de escape a nuestros adversa­ rios, porque, como bien ha dioho el coronel Beebe, “si el ene­ migo conserva alguien con vida, la batalla no esta realmente ganada” . “Una operacion de contraguerrilla solo terminara —repite Beebe— cuando no quede una sola guerrilla enemiga en el area, cuando toda su organizacion haya sido destruida y en su lugar este funcionando la nuestra”. La lucha contra las guerrillas, como el lector habra supuesto ya, no es una guerra para tenientes y capitanes. Todo el andamiaje que se mueve en esta operacion, que envuelve muchas actividades dentro de la propia ciudad, tiene que ser conducida por los comandos antes descritos, distribuidos en las zonas que citamos. En otras palabras, la guerra de contraguerrillas no es una batalla de caracter militar, sino una cuestidn de metodos. El gobierno tiene metodos y material de sobra para alcanzar la victoria, s6Io que hasta abora, desgraciadamente, hemos empleado esos recursos pobremente. Habra militares que no e s t ^ de acuerdo con estos m6to101

dos. La .historia de todo soldado demuesrta que nunca le ha gustado utilizar ciertos sistemas para imponer su victoria. Pero &tos son tiempos modemos. Tiempos de la guerra moderna. E inteligente sera el soldado que utilice todos los medios a su disposicion con tal de alcanzar rdpidamente el fin.

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Tercera parte LA GUERRA LLEVADA AL CAMPO ENEMIGO

11.

L o INADECUADO DE LA GUERBA TRADiaONAL

Hemos estudiado distintas formas para reacionar contra un contrario que utilice los metodos de la guerra moderna en nuestro territorio. Pero ellas solo conducen a las destruccion de las fuerzas enemigas cuando ya han logrado introducirse y organizarse dentro de nuestras propias fronteras. El enemigo, sin embargo, antes de declararnos una gue­ rra abierta, tratara de asegurar primero la ayuda o proteccion de una o dos naciones amigas no beligerantes. Empezara por instalar en esas naciones las bases de entrenamiento de sus tropas, apilando en ellas su material de guerra. Estos lugares serviran tambien muchas veces para lanzar desde alii ataques hacia nuestras costas. AlH sera, al romperse inicialmente las hostilidades, donde nuestro enemigo construira la estructura de sus comandos y formara el gobierno provisional que espera imponer en nuestro territorio tan pronto logre la victoria. El hecho de que la nacion que esta proporcionando escenario tan importante para esas actividades no sea beligerante nos vedara el atacar a nuestros contrarios y dejara a nuestros enemigos completamente libres para recibir toda clase de ayu­ da sin interrupcion, especialmente para hacerse con el mate­ rial y los hombres que necesita para hacemos la guerra. H asta tanto esta fuente de abastecimiento no sea total­ mente destruida o neutralizada, la paz, aun cuando haya sido alcanzada en nuestras costas, estara en precario y sera amenazada constantemente. Esta libertad de accion que tiene el enemigo tuera de

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nuestras fronteras, es uno de los factores que determinan la duracion del conflicto. Ayuda material y moral, y la seguridad de que el hilo de abastecimiento no sera cortado, constituyen un punto esencial para mantener la moral entre los que nos combaten en el interior de nuestro suelo. Sin esa ayuda y la esperanza de que en cualquier momento se produjera un desembarco de hombres armados de parte de nuestros aliados, los maquis franceses, que tanto dieron que hacer al ejercito aleman durante la ocupacion de Francia en los dias de la segunda guerra mundial, no hubieran sido capaces de resistir la dura presibn a que estuvieron sometidos diuante tanto tiempo. Po­ demos presentar algunos ejemplos mas para demostrar que la ayuda desde el exterior, salida de un pais no beligerante, ejerce un papel importantisimo en la guerra modema y tiene mucho que ver con su posible resultado.. Grecia no pudo aniquilar el ataque comunista de que era victima hasta que Yugoslavia, habiendo abandonado el campo sovietico, no quiso continuar prestandose a servir de base a las pandillas armadas que peleaban en el territorio griego. El principal error de Francia en Indochina fue no haber tratado de alcanzar la victoria lo mas rapidamente posible, casi al inicio del conflicto, antes de la llegada de los comunistas chinos a la parte fronteriza de Tonkin. A partii- de ese instante, los hombres del Vietminh pudieron hacer uso de las bases que les ofrecieron sus amigos los chinos comimistas, y recibieron cons­ tantemente provisiones y peitrechos para hacernos la guerra, aparte de que muchos de sus hombres fueron entrenados pri­ mero alii, antes de venir a pelear a nuestro suelo. El cardcter de la guerra cambib entonces por complete. La lucha se perdib para Francia, que no pudo continuar ayudando a sus hombres con la misma facihdad con que lo hacian los chinos, debido a que sus bases de abastecimiento estaban muy lejos del esccnario de las operaciones. La destruccion o neutralizacibn de esas bases enemigas, instaladas en territorio extranjero, pues, es esencial si pretendemos precipitar el fin de la guerra para garantizar despues una paz duradera. La solucibn mas simple que se conoce es mover los resortes diplomaticos para obtener la promesa formal de que las

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nadones “amigas” no prestaran su territorio a nuestros ene­ migos para que establezcan alii sus bases. Pero, desde que se llevo a cabo la guerra civil en Espana, el mundo se ha dividido de acuerdo con la ideologia de las naciones, y eso ha colocado a las grandes potencias mundiales en distintos campos. Nues­ tros enemigos ideologicos, como se comprende, trataran por los mejores medios que posean de obtener la ayuda de las grandes potencias que les scan afines, y estas naciones, con to­ da seguridad, les ofreceran la mano, con mas o menos fuerza segiin sea la distancia que los separa, o los propositos para que puedan servirle, y eso permitira a nuestros adversarios el contar con el respaldo necesario para seguir haciendonos la guerra. Hay mas; debido a la forma en que el mundo esta dividi­ do actualmente, cualquier movimiento revolucionario que se produzca en un pais que este dentro de los planes de una nacion potente, sera explotado por esta convenientemente, y no permitira que ese movimiento sea atacado. El bloque sovietico, en particular, brindara todas las facilidades que sean necesarias al inesperado aliado que le caiga en las manos, si ello le permite d'ebilitar o pequdicar en cualquier forma una nacion que este en el lado ideolbgico contrario. En esas condiciones, los grupos adversarios recibiran pronto mas atencion que cualquier gestion diplomatica que se este haciendo. Cuando la gestion diplomatica demuestre ser inefectiva, el pais atacado se vera forzado a establecer fortificaciones a lo larde todas sus costas a fin de obstaculizar las entregas de abaste­ cimiento a los rebeldes. Pero esto implica una labor tremenda, porque las costas son de enorme extension, y siempre queda un punto desctiidado por donde pueden hacerse las entregas. En un movimiento defensive de este tipo, la mision de la marina es proteger nuestras fronteras maritimas; Es posible que, guiada esta por un buen Servicio de Intehgencia, pueda interceptar embarcacioncs sospechosas, aun en alta mar. Esta accion puede reducir mucho las fuentes de abastecimiento de nuestros rivales. Pero en forma alguna terminara con el contrabando de armas y otros materiales que son de tanta urgencia a nuestros enemigos para ponemos en jaque. Mantener una eslrecha vigilancia de todos los puertos y de las partes mas accesibles de las costas, es responsabilidad

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de la autoridad civil. Pero esto crea muchas veces incontables problemas por el numero de bases administrativas que comprende y por el voliunen del transito maritimo que hay que controlar, especialmente en los grandes puertos. Tambien pue­ de agregarse que, por efecto de todo este proceso, el abasteci­ miento que es necesario a nuestro pueblo para su sostenimiento tiene que experimentar un largo retraso en su expedicion, y esto no resulta realmente practico. En horas del dia, la aviacion puede hacer muoho para mantener una buena vigilancia sobre las costas, evitando los desembarcos de armas y hombres. Hasta puede atacar navegaciones enemigas que lleven preciosa carga para nuestros rivales, cuando pasen del limite naval. Pero cuando llegan las horas de la noche este servicio pierde mucho de su eficiencia; aparte de que le resulta dificil inspeccionar muchas pequenas embarcaciones que se acercan a las costas y suelen confundirse con las embarcaciones pesqueras, tampoco puede impedir la caida de material y agentes. en paracaidas, en areas no muy vigiladas que el enemigo ha escogido al efecto. Vigilar la frontera por el mismo terreno es todavia mas dificil de realizar. Las guerrillas, como se sabe, usan siempre material ligero de guerra, y lo utilizan con mucha economia; por tanto, si conseguimos cortarles las vias de penetracion de sus hombres, siempre se las arreglaran para sostenerse, utilizando las armas que pueden llegar a sus manos, enviadas a traves de caminos de la montana solamente conocidos por contados expertos. La verdad es que pocas veces podremos cortarles definitivamente este abastecimiento. En Argelia, recordando experiencias anteriores, consegui­ mos establecer un cerco de indisputable efectividad. Si nues­ tros adversarios quedaron estancados y no pudieron crear grandes unidades guerrilleras, teniendo que contentarse con grupos que formaban casi una compania, ello se debio a que la cerca que establecimos les impidio recibir los abastecimientos vitales para el desarrollo de sus actividades. La guerrilla opera esporadicamente, tratando mas de man­ tener un control sobre la poblacion rural que de perturbar la actividad de nuestras tropas. Su fin es establecer las fuentes del terror, porque esto mata el movimiento de una ciudad y

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les permite anotarse tantos favorables con cl niinimo de ma­ terial. Por eso tenemos que cortarles, tanto como podamos, to­ das sus vias de abastecimiento. Buscando su proposito, la guerrilla puede esperar mu­ cho tiempo, sin embargo. Y las hostilidades de Argelia se han detenido. Es que el adversario esta contando con que Francia no podra sostener un conflicto costoso que sea duradero, y esta soportando tanto como puede, esperanzado en agotamos y quedar libre para alcanzar su meta. Hay que decir, sin embargo, que estas cercas de que hablamos presentan el mismo defecto de todas las organizaciones defensivas. Todo el mundo sabe donde estan situadas. El ene­ migo puede observar celosamente su funcionamiento, buscan­ do sus puntos mas vulnerables. A intervalos irregulares, el enemigo nos atacara con fuer­ zas pequenas, pero nunca con la idea de presentar batalla formal para disputar la posesion del terreno. Lo hacen unica­ mente para obligarnos a movilizar cierto numero de tropas. Hasta cierto punto, todo esto le beneficia, porque la facilidad con que repelemos la agresion deja muchas veces en nuestro campo una erronea sensacioh de seguridad que nunca debe­ mos permitir que nos impresione. En ningun momento debemos permitir tampoco que estas tacticas nos confundan. Eso es lo que esta esperando el ene­ migo para sacarle provecho, manteniendo asi alto el espiritu de sus tropas. Al mismo tiempo, los resultados del ohoque le permiten estudiar bastante nuestros recursos y nuestra reaccion al ataque. El verdadero ataque de nuestros adversarios no se producira hasta que no tengan los hombres, armas y municiones necesarios para llevar a cabo una lucha en gran escala. La leccion que recibimos en Dien Bien Fu no debe ser nunca olvidada. El territorio situado alrededor de la guamicion parecio asegurado debido a la cerca de alambres de piias con que se lo rodeo, en un espacio aproximado de 50 yardas a la redonda. Y todos esperaron un ataque en masa, que consideramos faoil de rechazar, de acuerdo con el armamento y los hombres que poseian. Ese ataque tardo en producirse, y cuan­ do se registro, las fuerzas comunistas del Vietminh tenian un

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completo conocimiento de las posiciones defensivas y realizaron su ataque empleando los medics mas apropiados para destruir esas defensas. No hay duda de que las cercas tienen cierto valor, pero no poseen la potencialidad de combate que deben tener para detener a un enemigo que se hace siempre fuerte con la ayu­ da que le prestan sus amigos gracias a la impunidad de sus fronteras. Antiguamente, particularmente en el siglo xix, cuando bandas armadas cruzaban las fronteras de las posesiones francesas en ultramar, el ejercito frances las perseguia, muchas veces —si ello era necesario— hasta muy dentro del pais que les daba refugio, y asi eran dominadas y colocadas en com­ pleta sumisibn. Ademas, existian acuerdos entre las grandes potencias, y eso hacia mas facil la busqueda de esos elementos creadores de disturbios, que en ocasiones no tenian impor­ tancia. Hoy la cosa ha cambiado. Debido a la diferencia ideologica de las grandes potencias y a la complicada situacion internacional, este tipo de intervencion conduciria a reacciones violentas que podrian tener repercusion mundial, y quizas pudieran ser el inicio de un insospechado conflicto. Pero la persecucibn continua siendo la reaccibn normal del militar. En consecuencia, si las bases enemigas estan prbximas a nuestras fronteras y al alcance de nuestros canones, siempre constituiran un bianco tentador, facil de ser alcanzado y destruido. Veamos, por tanto, los efectos que pudiera caucar un ataque aereo a esas bases y el tradicional ataque de fuerzas terrestes ayudadas por la aviacion y la artilleria. El ataque aereo ofrece la ventaja de su preparacibn secreta y su rapida ejecucibn. Sblo tendra efecto decisive, sin em­ bargo, si es un ataque de consideracion. Por tanto, requiere incontables recursos. Ademas, no puede dependerse mucho del elemento de sorpresa, porque eso solo hace dano, causando efecto, en los primeros bombardeos. Despues de eso, las fuerzas enemigas se dispersaran, y hasta se camuflaran, haoiendo menos danino el ataque. A pesar de la informacion precisa que se reciba, el bianco resultara cada vez mas dificil de encontrar, ya que, inteligentemente, en muchas ocasiones lo si-

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tuaran cerca de las areas de construccion, a fin de que la aviacion dude un poco en hacer intensivos los bombardeos. Finalmeute, el ataque aereo no proporciona, realmente los objetivos deseados. De paso, estara dando al enemigo m ate­ rial abundante para presentar los hechos a su modo —siempre favorable a ellos, desde luego—, acusandonos ante el mundo de que hemos matado a mucha poblacion civil indefensa y de que hemos destruido los mejores monumentos en lo que ellos 1 aman entonces ciudad abierta. En este orden de cosas, como ai propio tiempo apenas hacen mencion de lo que les hemos destruido, tenemos todas las de perder y nada que ganar. Un ataque aereo fuerte, capaz de destruir hasta grandes edificios, puede transformarse en una propaganda nada favo­ rable para nosotros, y eso sera aprovechado convenientemente por los, terroristas para explotar la noticia en contra nuestra, haciendonos aparecer mal ante el mundo. Esto no es nuevo. Aun la propia prensa de Francia exploto el unico ataque aereo que hizo el ejercito frances en Arge­ lia, en febrero de 1958, bombardeando duramento la base del Frente de Liberacion Nacional e.xistente en Shakiet Sidi Youssef, cerca de la frontera de Tunez, y los ataques que este recibio causaron un dano moral de consideracion, Un ataque convencional contra nuestros enemigos, por las fuerzas terrestres, tambien presenta sus desventajas. Es un he­ cho innegable que el cruce de una frontera por un ejercito re­ gular constituye lo que se llama im casus belli. Equivale a una declaracion de guerra, y en los centros diplomaticos internacionales nos consideraran agresores. La guerra moderna tiene esa ventaja. No esta clasificada ni codificada, y, como resultado, innumcrables ataques pue­ den realizarse en un pais por las fuerzas poderosas de un ehemigo no declarado. Bandas de guerrilleros armados pueden cruzar periodicamentc la frontera para molestar a las fuerzas del gobierno constituido con pequenas escaramuzas guerreras —todo esto con la intencion de crear un estado caotico que permita el derrocamiento del gobierno— y eso si que no cons­ tituye un casus belli. Los grupos terroristas y las pandillas armadas pueden pa­ sar tranquilamente de un lado a otro dc la frontera sin que

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eso llame poderosamente la atencion de las gentes no acostumbradas todavia a las vicisitudes de la guerra moderna. O no provoca ninguna reaccion entre los que estan interesados en que todo eso ocurra. Pero cuando el que cruza la fi'ontcra es un ejercito de consideracion, fuertemente equipado y, por consiguiente, de lento movimiento de traslacion, entonces to­ do el mundo se entera y todo el mundo protesta. Un ataque terrestre, con fuerte consistencia, y llevado a cabo con determinacion, puede producir, seguramente, magnificos resultados iniciales. La mayor parte de los depositos de abastecimiento de nuestros oponentes pueden ser destruidos o capturados. Un numero aceptable de tropas enemigas puede ser, inclusive, aniquilada. Pero nunca toda la tropa. Y es que nuestros adversarios, acostumbrados ya a la guerra de guerri­ llas, evitaran la caida, dispersandose, escondiendose, o recibiran la ayuda de muchos elementos de la poblacion cercana al lugar de los heohos, la cual, victima inocente de parte dc los ataques realizados, nos calificara de agresores y considerara casi un honor dar albergue a los que escapan de nuestra ofen­ siva. Y asi, sin ganar realmente ventaja de consideracion, esta­ remos ampliando innecesarianiente el campo de operaciones, que ya de por si se ha hecho muy dificil de controlar. Por encima de todo, co-n nuestra accion estaremos dando al enemigo inesperada ayuda en los circulos internacionales, los cuales, en muchas ocasiones, solo han estado aguardando la oportunidad para manifestarse en contra nuestra. Si es realmente indispensable destruir estas bases que el enemigo ha establecido en tierra extranjera no podemos utili­ zar, en modo alguno, los procedimientos de la guerra tradicio­ nal. En consecuencia, si nuestros adversarios- nos invaden y tratan de derrocarnos con metodos de la guerra moderna, son esos mismos metodos los que tenemos que emplear para aniqui larlos.

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12.

G uerra

m o d e r n a e n t e r r it o r io e n e m ig o

La guerra tradicional puede cortar, en cierta forma, el abastecimiento de nuestros adversarios, pero en modo alguno puede detener totalmente ese abastecimiento. El ejercito convencional, como ya hemos visto, utiliza la mayor parte de sus recursos en un campo de batalla exento de enemigos. No puede encontrarlo, a no ser por casualidad, por­ que los dos operan en campos completamente distintos. Como resultado, todo el ataque realizado cae gjeneralmente en un campo casi desocupado y resulta nulo. Ya hemos aceptado que la meta final de la guerra moder­ na es el control de la poblacion. El ejbrcito, consecuentemente, debe realizar sus mejores incursiones en aqueUos campos don­ de la poblacion es mas densa. Esto es, en las ciudades, aunque en Argelia, despubs de algunos exitos iniciales realmente impresionantes (batalla de Argel en 1957), las grandes ciudades fueron abandonadas por el ejercito, dejandolas en manos de las organizaciones terroristas, para perder mbs el tiempo yendo detrbs de pequena bandas armadas que se metieron en re­ giones menos pobladas. Debe insistirse con bnfasis en que el frecuente error del ejercito, al hacer estas cosas, descansa en el hecho de que por tradicion rechaza el uso de los metoidos modernos de guerra, de los que muy poco comprende. Por otra parte, los fuertes ataques que sus acciones ban recibido en los circulos de los intelectuales, ligados al pobre apoyo que el mismo gobierno ha ofrecido a su misibn, ban desalentado bastante a sus miem11 1

bros, al punto de que no parecen muy interesados ya en meterse en operaeiones para las que realmente no estan muy preparados, Atacados en nuestro territorio, primero tenemos que defendernos. Despues tenemos que caer encima de nuestros ad­ versarios, sin darles respiro, hasta que acabeu por capitular. Nuestro ataque sera hecho en su terreno con las armas de la guerra moderna, que nos permitiran alcanzarlos directamente sin exponernos a las complicaciones intemacionales que el uso de las armas tradicional aearrearia. El desarrollo de la guerra moderna exigc una eerrada colaboracion con la poblacion, como se ha dicho varias veces. Por tanto, primero tenemos que conseguir esc apoyo. Desde luego, la experiencia ha demostrado que no es realmente ne­ cesario que el apoyo sea general. Mucha gente es iudiferente. De modo que podemos limitarnos a formar una elite activa que pueda introducirse en las masas a fin de producir accibn en el momento deseado. Necesitamos un conjunto de jefes, y ellos son faciles de encontrar. En la antigua Unibn Francesa, un buen numero de hombres permaiiecieron files a Francia, como quedb am­ pliamente demostrado en Indochina y mas tarde en Argelia. Estos hombres seran atraidos mas facilmente por los beneficios que podran sacar de su colaboracibn, que por el x'Crdadero amor que puedan tener a nuestra patria; pero esto es lo de menos, si estamos dispuestos a aceptarlos asi y si sabcmos que van a trabajar estreohamente con nosotros en la obtencibn de nuestros objetivos, Es tambien sabido que, en momentos de peligro, intereses personales y ambiciones han sido generalmente poderosos incentives para conseguir una accibn dinamica de invididuos que queremos sacar de su ruta ordinaria y utilizar en otras partes. Ademas, la ambicibn y el interes personal pueden estar ligados a un ideal y pueden tener honorable intencion. Corresponde a nosotros descubrir en que consisten ese ideal y esa intencibn. En cada pais, dentro de cada raza, en cada capa social, tenemos que encontrar ese ideal y esa intencibn, que pueden ser distintos en muchas partes, pero que en definitiva 112

son capaces de conducir a una persona a afrontar los mayores riesgos. Las presentes dificultades sociales, con sus mismas luchas ideolbgicas, proporcionan un amplio campo para el estudio y la busqueda de estos elementos, que seran excelentes para ayudarnos a cumplir nuestros propositos, Oomo en todo Estado, todo sistema politico tendra sus oponentes y enemigos internos, lo mismo que el regimen que queremos derrocar. Su numero siempre es grande en una naci6n ocupada por un ejbrcito extranjero, bajo un rbgimen dic­ tatorial, y en ciertas regiones donde la oposicion a los poderes centrales no ha desapareoido. Es entre estos elementos que podemos encontrar los jefes que necesitamos. Establecimiento de las zonas de “maquis” El establecimiento de los maquis en territorio enemigo requiere un estudio amplio y anticipado para determinar, las zonas adonde debemos dirigir nuestros esfuerzos. Este estudio debe reunir informes de la geografia fisica, econbmica y humana, de la corriente psicolbgica y de la disposicibn de las fuerzas pobciacas y militares. Este estudio nos permitira de­ terminar que areas responderan mas a nuestra accibn y donde las operaciones de largo alcance podran ser mas efectivas. Al principio, nuestros recursos seran muy limitados. Por tanto, debemos escoger las areas menos protegidas; digamos las areas montanosas, donde nuestra actividad puede mante­ nerse mayor tiempo en secreto, hasta que estemos en dispo­ sicibn de plantar nuestros grupos de contacto. Nuestra accibn comenzara, pues, con el establecimiento de zonas de maquis en territorio extranjero. La experiencia ha demostrado que en un area indicada pa­ ra el establecimiento de un grupo de maquis no hay espacio pa­ ra dos lideres. El territorio perteneoc al primero que lo ocupa, En consecuencia, es muy dificil desalojar a las personas que ya vivan ahL La dura vida que llevan los del maquis y el temor que

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tienen que inspirar a los habitantes de la poblacion donde se encuentran para poder subsistir, obligara a los natives a cooperar con ellos, a pesar de que personalmente puedan desear lo eontrario. En estas areas donde intentamos comenzar, debe­ mos ser los primeros en llegar, para evitar que se origine otra autoridad ad em ^ de la nuestra. Para apoderamos de determinada zona de los maquis, te­ nemos que reclutar un nucleo crecido, y, si es posible, tene­ mos que designar un jefe que asuma el comando del area, que sera el representante del grupo etnico predominante en la zona. Estos hombres seran habitantes de esa misma area y la conoceran perfectamente, a fin de que puedan seleccionar habilmente a los elementos que han de formar los grupos. Se tendra buen cuidado en que sean personas de la localidad o que, sin serlo, hayan mantenido las mejores rclacioncs de amistad con los residentes. Los grupos de contacto. Estos primeros voluntarios seran reunidos en un campo especial destinado al entrenamiento de los grupos de contacto. Siguiendo un proceso de rigurosa seleccion, seran clasificados en tres categorias: personal de combate, que representara el 50 por ciento de los voluntarios; especialistas de comunicaciones, que formarbn un 25 por ciento, y los agentes politicos )■ del Servicio de Inteligencia, que comprenderan el 25 por cien­ to restante. Su entrenamiento consistira en instruccion bdsica general; es decir, en conocimientos de politica ( conocimientos psicologicos, militar, paracaidista, y de contrainteligencia) y en instruccion especializada, consistente en su mayoria en problemas de comunicaciones. Este entrenamiento sera c-onducido por jefes voluntarios especializados en la materia, por oficiales y por miembros del N.C.O. que, en definitiva, asumiran la responsabilidad de las bandas de maquis cuando entren en ac­ cion. Al final del primer periodo de entrenamiento, que durara de dos a tres meses, dependiendo esto de la capacidad mental

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de los alumnos, se constituira la primera mision de contacto, Esta sera integrada generalmente por un jefe de grupo, con su ayudante (quo sera designado entre los que hayan sido preparados especialmente para el combate personal), un especiaista en comunicaciones, que sera el encargado de los mensajes, y dos agentes politicos y del Servicio de Inteligencia. Unos diez grupos de este tipo seran suficientes para controlar la zona y realizar los cantactos necesarios que ban de crear des­ pues las bases. Los restantes voluntarios continuaran su entrenamiento, especialmente los encargados de tender las lineas de comunicacion, cuya instruccion debe completarse a la perfeccion, En un momento determinado, los grupos de contacto se­ ran reunidos en la zona de los maquis. 'Esto se hara dejando caer grupos de paracaidistas en horas de la noche o infiltrando elementos por tierra y mar. La caida de grupos, en paracaidas, ofrece la ventaja dc que pocos se dan cuenta del movimiento y evita que los hombres tengan que realizar largas caminatas, en las que el grupo puede sufrir alguna desercion. Cada grupo es independiente y operara en lugares que son cono'cidos por los jefes y donde les sera posible reanudar viejas amistades y establecer los contactos necesarios. Comuni­ caciones por radio permitiran el contacto de los grupos, que podran mantener constante informacibn en ese sentido. Cuando la operacibn de esta misibn de contacto este bien avanzada, el jefe del grupo y el agente del Servicio de Inteligencia podran regresar a la base. Si lo hacen por heliobptero, ganaran mucho tiempo. Y como para aquel entonces ya el te­ rreno les sera bastante familiar, no correran muchos riesgos. Con ellos iran una serie de muchachos bien escogidos, con cier­ ta instruccibn ya basica, que serviran para ser enrolados en los comandos del maquis. El ayudante del jefe de grupo, el especialista en las co­ municaciones y el otro agente del Servicio de Inteligencia permaneceran en el area a fin de que el contacto sea mantenido y, si es posible, mejorando. Esta fase de ocupar posiciones y esta­ blecer contactos no debe pasar nunca de dos meses. La informacibn ofrecida por los grupos de contacto, acoplada al retorno de los jefes de grupo, permitira al jefe central

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de la operacidn darse una idea de lo que puede hacerse. Le permitird ordenar nuevos redutamientos y entrenamientos de voluntaries, particularmente en el comando de maquis, que consistira en 100 hombres. Podra coordinar el contacto radial con el grupo que quedb atras. Y podra deteiminar el limite preciso de futuras zonas de maquis y estudiar la forma en que ha de registrarse el proximo envio de tropas paracaidistas, asi co­ mo el montante de armas, radios y otros materiales que debe entregarles. Cuando todos los grupos han sido preparados, cuando el entrenamiento de los comandos, el grupo de jefes y los distin­ tos especialistas han sido completados, cuando la organizacion de la zona ha sido coordinada debidamente, un efectivo ma­ quis debe ser puesto en movimiento lo mas pronto que se pue­ da. Los jefes del grupo de maquis deben ser dejados caer en la zona que se desea para iniciar la operacion. Una vez en tierra, estos jefes organizaran los grupos de maquis para su me­ jor proteccibn. La accibn de bstos comenzara inmediatamente despubs con el desmantelamiento de la administracibn local. El jefe de ellos seguira su imidad de comando y su equipo radial. Y en seguida se establecerb como la mbxima autoridad del lu­ gar, poniendo fin a la accibn de la policia local o de los gen­ darmes que interfieran con su actividad. Algunos actos de sabotaje, bien combinados y ejecutados, asi como algunos actos de terrorismo, forzaran a los ciudadanos mas recalcitrantes a prestar su colaboracibn. Entonces, podra iniciarse la destruccibn de las lineas de comunicacibn, que dejaran casi comple­ tamente aislada la zona. For medio de trastomo intemo, puede obtenerse la cooperacibn de las localidades cercanas. Una vez esta importante fase de la operacibn queda terminada, el desarrollo y la extensibn de la zona dependeran de su jefe y de la reaccibn del enemigo. Las armas en uso aumentarbn rbpidamente a mil rifles. La experiencia ha demostrado que una banda de maquis de mil hombres armados, apoyados en dos o tres mil habitantes que estbn dispuestos a colabo-rar, resultara prbcticamente invulnerable frente a las fuerzas de po­ licia. Si varies grupos de maquis pueden ponerse a trabajar al

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mismo tiempo, es incalculable la magnitud de los disturbios que pueden provocar en la zona controlada por nuestros ene­ migos. Puede ser empleada tambien otra tecnica mas rapida, co­ mo ya se uso una vez en Indochina. Consistib en colocar 20.000 partidarios, bien equipados, en la region alta de Tonkin y en Laos durante un solo ano. Este grupo tenia que ser aumentado a 50.000 para el otoho, permitiendole la conquista de ese terri torio. Desgraciadamente, esta accion, seguida por iniciativa del general De Lattre de Tassigny, llegb demasiado tarde. El la­ mentable incidente de Dien Bien Fu puso bruscamente fin a las hostilidades, impidiendonos explotar nuestras magnificas po­ sibilidades. La accion realizada por los grupos de maquis, sin embar­ go, permitib la evacuacibn, sin perdida de hombres, de los campos de Nasan; la rcconquista por parte de Laos de las provincias de Fong-Saly y Sam-Neua, sin la ayuda de tropas regulares, la recuperacibn de numerosos prisioneros, asi como inmovilizacibn de mbs de 14 batallones del ejercito regular del Vietminlr. Sin embargo, el establecimiento del grupo de maquis en la region situada al norte de Tonkin, practicamente en el mis­ mo medio del area controlada por los comunistas, parecio im riesgo de considerables proporciones cuando se inicib en 1952. Esta potenciahdad de los comandos de maquis, aunque apenas llamb la atencion y practicamente ha sido olvidada ya, no debe perderse nunca de vista, Tan pronto como los maquis esten instalados en una loca­ lidad, podremos tomar el control de la misma. Y esto tiene importancia para establecer despues las areas de reunion, las areas de seguridad y el espacio destinado a los refugiados. Ocultando la construccibn. Para poder tener exito en esta operacibn que realizamos en territorio enemigo, es necesaria la mayor discrecibn. Tene­ mos que reclutar, cntrenar y reunir a nuestros hombres en el mayor secreto. De este modo, un terreno capaz de servir de campo de preparacibn a 500 hombres, que este lo mas aislado

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posible de la poblacion y lejos de la vista de cualquier persona, es el lugar indicado para este tipo de operacion, El metodo mbs prdctico, que garantiza los mejores resul­ tados, es entregar un sector de la frontera a la persona que sea designada para preparar y guiar la accion. Las fuerzas regulares del sector continuaran su labor habitual mientras dura el entrenamiento de los maquis y estaran en posicion de ayudarlos cuando comience la lucha E n ningun momento deben cruzar la frontera tropas re­ gulates, miembros de las tropas regulares o aislados elementos del gobierno. Nuestras tropas de intervencion recibiran solamente armas del enemigo y todo el equipo que se les haya ocupado en los combates. Muohos de nuestros maquis seran reclutados entre los prisioneros tornados al enemigo y entre muchos de los natives de la localidad. De este modo, aunque no enviamos tropas nuestras a traves de la frontera, para respetar asi las leyes intemacionales, podemos presenciar el inicio de las actividades comenzadas por nuestros amigos, a los que, aunque aparentamos estar divorciados de ellos, alentamos con nuestra personal simpatia. Trataremos de dar a nuestra accion militar un definido sentido politico, y, si es posible, un jefe simbolico sera llevado al frente. Le daremos al mismo toda la ayuda necesaria para su mejor desenvolvimiento, en preparacibn para cuando la si­ tuacibn internacional nos permita darle esa ayuda oficialmente Claro que nuestros enemigos no seran enganados con esto. Ellos sabran de dbnde proviene el golpe. Pero cualquier protesta que hagan en los circulos intemacionales no tendra valor ni fuerza alguna. La guerra moderna no ha sido codifi­ cada, y permanece oficialmente ignorada. Cualquier accibn diplomatica aparecera como si cualquier nacibn si estuviera metiendo en los asimtos intemos de otro pais soberano, y sera rechazada. La paz podra ser restablecida entonces en nuestros pro­ pios terminos. Esto es, cuando la ayuda que se presta a nuestro enemigo haya terminado.

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C o n c l u s io n

En la guerra moderna, como en las guerras tradicionales del pasado, es absolutamente necesario hacer uso de las mis­ mas armas que emplea el enemigo. No hacerlo es un absurdo. Perdimos la guerra en Indochina porque dudamos mucho para tomar las medidas necesarias, y las tomamos demasiado tarde. Por la misma razon vamos a perder la guerra en Argelia. Francia buscara una paz honrosa que jamas hubiera considerado si el ejercito le hubiera dado una victoria a que el pais tenia derecho en razon del incontable numero de sacrificios que habia realizado. Si un ejercito tiene armas atomicas y esta firmemente resuelto a utilizarlas para disuadir a un potencial enemigo que no debe atacarle, nosotros tambien debieramos decidir firme­ mente emplear todos los recursos de la guerra moderna para asegurar nuestra proteccion Esta decision, expuesta claramente y con valentia, debe ser suficiente para detener cualquier agresion. La forma de guerrear y las armas han evolucionado gradualmente con el tiempo. Nosotros estamos en estos momentos en un punto importante de esa evolucion. La ciencia esta permitiendo a los militares matar mayor numero de enemigos a mayores distancias. Aviadores, artilleros y aun soldados de infanteria han matado, o han perecido ellos, sin ver la cara a un solo soldado enemigo. Aquella guerra de antaho, con la luoha cruel y brutal del cuerpo a cuerpo, ha sido eliminada de la guerra moderna. Los combatientes de hoy

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aceptan filosoficamente matar o ser matados, pero usualmente evitan el contacto rudo con el adversario, que permitc ver su sufrimiento y presenciar su muerte. Con el adveniniiento del anna atomica, el poder de des­ truccion ha llegado a tal punto, que su uso puede cnvolvcr simultaneamente la desaparicibn de los contendientes de ambos bandos. Es posible, por tanto, que no sea usada. Pero la guerra no puede desaparecer. El aumento de po­ tencialidad en las armas, que pone distancia entre los comba­ tientes de determinados lugares, tambien los accrca cada vez mas. Una vez mas, ambos se enfrentaran en un campo deter­ minado, definido, y volveran a descubrir el contacto personal perdido durante tanto tiempo. Ejercitos inmensos no invadiran simultaneamente los campos de batalla. La guerra sera una especie de continuadas acciones de pequena cuantia. Inteli­ gencia y astucia, ligadas a la fuerza bruta, seguiran al poder de ciegos armamentos. Un problema nos preocupa; ^Haremos uso en la guerra moderna de todos los recursos necesarios para ganar, como siempre bicimos en las guerras tradicionales del pasado, o co­ mo parecemos querer hacer abora cuando fabricamos las ar­ mas nucleares? Otros soldados se han enfrentado a este mismo problema en el curso de la historia. En la batalla de Crecy, en 1346, el ejercito del rey de Francia se nego a utilizar el arco y la flecha que los soldados ingleses manejaban tan certeramente. Para ellos, el verdadero combate, el combate de Caballeros, era el que se sostenia hombre a hombre, frente a frente. Usar la flecha para m atar a un oponente a distanoia parecia un acto de extrema cobardia, incompatible con las leyes del honor, caballerosidad e hidalguia que regian las guerras de aquellos tiempos. En Agincourt, en 1415, la leccion de Crecy no se habia aprendido, y nuevamente un regimiento frances, de capa y espada, avanzo a caballo para enfrentarse a un regimiento ingl& que seguia usando flechas y fue iguabnente aniquilado. Los Caballeros, que en ese tiempo eran los altos militares del pais, se negaron a usar las flechas, pero el rey de FVancia, responsable de los destinos de su pais y de la vida de sus sol120

dados, las adopto finalmente y entreno un regimiento de in­ fanteria con ella. Es mas, yendo mas lejos. Carlos vir ordeno que toda compania tenia que mantener un arquero, y eso represento el primer paso en la construccibn del actual ejercito fiances. Los Caballeros, habiendose convertido en figuras arcaicas y de lujo, desaparecieron del campo de batalla, y para ellos una pagina de la historia fue cerrada. Ninguna accibn debe privar a su ejercito de todos los re­ cursos materiales y de su ayuda moral, como permite al mismo tiempo mantener su propio sfstema de justicia, severe muchas veces, que se encarga de juzgar y determinar la culpabilidad de los soldados que hayan sido acusados dc crimenes. Les sehala medicos que se encargan de cuidar a los heridos que se producen en el campo de batalla. Les proporciona padres que se encargan de brindarles la paz espiritual cuando estan falleciendo y de alentarlos dandoles poder de vida y muerte sobre sus oponentes en el marco de guerra que se sostiene. Usualmente, el ejercito tradicional permanece aislado de las perso­ nas en la duracibn del conflicto. La nacibn no pide al ejercito que solucione problemas, sino que gane la guerra y que proporcione a la poblacibn la proteccibn necesaria para garantizar su seguridad ante el peligro. Si, como los Caballeros de la antigiiedad, el ejercito de hoy rehusa utilizar todas las armas que la guerra modema pone a su disposicibn, no podra completar su misibn. Quedaremos indefensos, y nuestra independencia, esa independencia que tan­ to queremos y por la que tanto hemos luchado, desaparecem para siempre.

La impresion de estaedicion estuvo a cargo de Talleres GraficosYunque, Combate de los Pozos 968 y se termino de imprimir el 8 de mayo de 1981, festividad religiosa de NUESTRA SENORA DE LUJAN.