Rodigou - Que y Como Registrar

Facultad de Psicología Cátedra “Estrategias de Intervención Comunitaria” Ficha de Cátedra Elaborado por: Lic. Maite Rodi

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Facultad de Psicología Cátedra “Estrategias de Intervención Comunitaria” Ficha de Cátedra Elaborado por: Lic. Maite Rodigou Ano 20031

ALGUNAS REFERENCIAS EN RELACIÓN A QUÉ Y CÓMO REGISTRAR

La necesidad de los registros en el trabajo comunitario está planteada desde la actividad permanente de acción -reflexión - acción, en cuanto acción pensada e intencional, planificada, evaluada, sistematizada, como práctica que se instaura en un quehacer comunitario. Registros que no sólo tienen que ver con el sujeto profesional, en cuanto acción, sino en relación a los propios sujetos comunitarios, en cuanto devolución permanente de su palabra y de sus acciones. Qué es un registro? “... es la producción de un texto ligado a la experiencia. Plantea la presencia de hechos significativos, procesos, puntos críticos, logros, interrogantes e hipótesis, etc.” (Rotondi, G., 1990) Si bien en diversos textos, que se instalan dentro de la temática de la sistematización, se pueden plantear diversos tipos de registros, desde la Cátedra hemos optado por trabajar los llamados Cuadernos de Campo, que son registros de carácter continuo. “Nos referimos a un material que acompañe el proceso como un todo, en una forma probablemente cronológica de la acción. Que da cuenta del hilo de desarrollo, de hechos significativos, interrogantes o cuestionamientos, pequeñas evaluaciones, pequeñas conclusiones en proceso, etc.” (Rotondi, G. 1990) Ahora bien, en este registro continuo, ¿a qué atenderemos? ¿Qué registraremos? En principio, la experiencia, pero ¿qué experiencia?, la experiencia de la práctica comunitaria, que involucra la acción de los sujetos comunitarios y nuestra propia acción. Acción que incluye el pensar, hacer, sentir. Aquello que se construye determinará también nuestro modo de hacer. Esta práctica, por tanto, determinará distintos sujetos, distintos ámbitos o espacios, distintas relaciones, distintas intenciones. Por tanto, los registros de estas prácticas no pueden seguir un único patrón. Deberemos pensar y crear-recrear diversas formas del registrar. Hablar de registrar experiencia, prácticas, nos remite a experiencias y prácticas que observamos; nos implica, entonces, reflexionar sobre qué entendemos por observar. “El proceso normal de observación es selectivo; el investigador siempre selecciona en función de categorías previas -sociales y teóricas- sobre la realidad a la que se aproxima”... “La tendencia normal es eliminar de la vista todo aquello que se supone irrelevante. Por ello, es importante en la tradición etnográfica insistir en la consigna de 'observar todo' aunque de hecho sea imposible. La tarea de observación etnográfica no procede de un momento en que se 've' todo a otro (momento) en que se definen 'cosas' específicas para observar, sino al revés. Inicialmente la selección 1

La primera versión de esta ficha de cátedra se realizó en el año 1999.

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inconsciente es un obstáculo para la observación y es necesario entrenarse para 'ver' más. Esto se logra inicialmente mediante la apertura a 'detalles' que aún no encajan en ningún esquema; o bien con la atención a las señales que proporcionan los sujetos y que indican nuevas relaciones significativas. Estas 'pistas' se recuperan y se vuelven interpretables en la medida en que el trabajo teórico paralelo las integra”(Ezpeleta, J. 1987) . Por tanto, nuestra primera consigna es la de ampliar la mirada, registrar todo, aunque tal tarea sea imposible de llevar a cabo completamente. Además de la selección inconsciente de la que nos habla Ezpeleta, hay una intencionalidad -consciente- en el trabajo comunitario que estamos realizando, en donde vamos a priorizar en nuestra observación algunos hechos en relación a otros que pueden suceder contemporáneamente. Las intencionalidades de cada acción, de cada actividad, inscriptas dentro de una intencionalidad más abarcadora, cual es la del proyecto en la cual se inserta nuestro trabajo comunitario, implican distintas atenciones en nuestro registro. Atenciones que las podríamos denominar detenciones, pero que no significa obviar los otros aspectos o minimizarlos. Si estamos realizando un registro de actividades grupales, como puede ser una reunión de trabajo de un grupo comunitario o la de un Taller específico, nuestras detenciones pueden realizarse en orden a la dinámica de relación que se establece en esta instancia o en la producción misma. Si vamos a trabajar ciertos temas, que serán devueltos por ejemplo en forma de cartilla a estos grupos para que a su vez lo trabajen con otros, será importante el registro textual de las distintas intervenciones en relación a los contenidos del Taller, que implica recuperar, revalorizar las palabras dichas, lo producido en esta instancia. Si nuestra atención está dirigida especialmente a lo que está pasando en este grupo, intentaremos atender a aquellos aspectos relacionales, quién habló, cómo, dirigiéndose a quién, la recepción desde dónde, quiénes y cómo intervienen, qué se dice, qué aparece en los gestos y los movimientos de las personas, cómo se distribuye el trabajo, etc. Todas las anteriores reflexiones acerca de las particularidades de nuestras construcciones, no niega que sí existan algunos aspectos básicos a tener en cuenta en el registro. De esto hablaremos a continuación. El registro de nuestra práctica no puede soslayar la cronología de la misma. Por tanto, algo imprescindible es poder fechar cada registro, así como el lugar, y el acontecimiento que se registra. El registro implica un trabajo “in situ”, el registro en el propio lugar en que se desarrolla la práctica (una reunión del Consejo de Administración de una Cooperativa, por ejemplo) y un trabajo posterior, que se recomienda realizar en la forma más inmediata posible (específicamente dentro de las veinticuatro horas) a fin de que no confundamos los sentidos de esos primeros registros -siempre fragmentarios o incompletos- o se nos olviden ciertos aspectos de lo acontecido. El trabajo posterior implica completar los registros in situ o realizarlos por entero, (si lo que hemos estado haciendo por ejemplo, es una recorrida barrial, donde no podemos ir anotando en nuestro cuaderno); implica también registrar las primeras observaciones, análisis, hipótesis, conjeturas, interrogantes que se han suscitado en nosotros, y que serán retrabajadas luego en reuniones de equipo y confrontadas con material teórico, con otras experiencias, otras observaciones, con los sujetos con los que trabajamos, etc.

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Este registro debe atender especialmente (en cuanto ítem a trabajar permanentemente) lo que produce esta práctica en nuestra subjetividad, ya que trabajamos y nos instalamos en una dinámica que implica inicialmente un encuentro con el otro y que se desarrolla hacia una construcción de una relación con el otro y de una relación del otro conmigo/ con nosotros. Registro de sensaciones, que, como dice Rockwell, abarcan desde la angustia, el sentirse abrumado, el aburrimiento, la fascinación, el hartazgo, la omnipotencia/impotencia, la curiosidad, la negación, el agotamiento, etc. Trabajo difícil, pero totalmente necesario de realizar, ya que poder objetivar nuestros sentires, percepciones, emociones, nos posibilita el poder trabajarlos en nuestra práctica y no actuarlos. Pero nuestro registro no puede quedar atrapado en nuestras resonancias subjetivas. Debe poder recuperar el acontecimiento, los sujetos, el grupo, la asamblea, etc. Aquí entonces debemos pensar la tarea del registro como una práctica que debemos adquirir y en donde debemos entrenarnos para escuchar y recordar lo dicho. Práctica que nos requiere un “plus” de esfuerzo, de atención y concentración. En relación a la textualidad de los registros, creemos que es un eje clave de los mismos. “La textualidad no es del todo posible, aún cuando se graba; al escuchar y transcribir, continuamente interpretamos de alguna manera, entre varios posibles, lo 'dicho' por el hablante. Al registrar se nos escapan palabras y frases desconocidas, resumimos el sentido de lo dicho, eliminamos repeticiones, etc. No obstante, es posible distinguir y marcar mayores niveles de “textualidad” del discurso documentado o aproximarse a la “oralidad” en la transcripción del discurso grabado. Generalmente son más valiosos los fragmentos más textuales del discurso que el 'todo' resumido en palabras del investigador, aunque uno y otro son posibles, según los intereses y condiciones reales de los registros” (Rockwell, E. 1987) Este énfasis en la textualidad nos está hablando de la importancia de recoger los testimonios de los sujetos, en donde su palabra está enunciando su subjetividad, sus condiciones de vida, sus prácticas. Ya que como Jara y Vidal dicen, “la imagen inscripta en el testimonio es un vestigio material del sujeto… la palabra participa en la realidad del objeto que muestra y acusa: la inscripción funda al sujeto; es a la vez, la extensión del sujeto y el modo de recuperarlo, de reeembolsarle la vida en el paso por la muerte”. Implica en muchas ocasiones, la revalorización de la palabra de un sujeto que no es escuchado socialmente, la posibilidad de la práctica de la enunciación social y política. Como indicación técnica, siempre hay que entrecomillar lo textual en los registros, diferenciándolo así de otros registros que hacen, por ejemplo, al resumen de lo dicho o lo sucedido en una situación, desde nuestra perspectiva. En los registros, podemos encontrar diversos estilos personales: “Se tiende hacia la lógica del discurso o hacia la textualidad, hacia el relato coherente o hacia lo fragmentario pero más rico, hacia lo central y explícito o bien hacia lo periférico, azaroso, contextual, implícito. La progresiva mejoría en los registros significa tender hacia la capacidad de incluir, en lo posible, todo esto” (Rockwell, E. 1987) Sin embargo, no debemos perder de vista el para qué registramos. Esto significará determinado esfuerzo que deberemos hacer en relación a nuestros estilos personales de registro.

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En primera instancia, el registro nos permite recoger el acontecimiento, que luego será compartido, socializado con los otros miembros del Equipo, lo cual permitirá enriquecer y contrastar distintos análisis sobre esta práctica, este discurso, etc. En segunda instancia, nos posibilita recuperar para devolver a la gente sus prácticas, su palabra, su acción, en sus instancias de evaluación, sus discusiones, sus producciones escritas, etc. En tercera instancia, también nos permite realizar evaluaciones de nuestras propias intervenciones. En este sentido, no debemos obviar el registro de éstas preguntas, señalamientos, síntesis hechas, gestos, etc.- que introducen determinado sentido en el otro/los otros. En general, en el trabajo comunitario no estamos realizando sólo el trabajo del registro, sino que además estamos manteniendo una conversación, co-coordinando un grupo, etc. Esto implica cierta simultaneidad en la tarea, simultaneidad que nos requiere de cierto entrenamiento. En estas ocasiones, debemos planificar la realización de un trabajo de mayor selección, en cuanto qué escribir (tiene que ver con la intencionalidad del trabajo), cómo escribir (construir determinados símbolos, formas, que nos permitan una mejor reconstrucción posterior) y cuándo escribir (qué es conveniente, si atender a la dinámica de lo que está sucediendo, intervenir, o registrar) En este último punto, nos parece importante destacar que: “Escribir también puede convertirse en necesidad de uno, es una de las salidas a la angustia y es necesario vigilar esta tendencia para no escribir cuando no es adecuado hacerlo”(Rockwell, 1987) Esta advertencia también es necesaria tenerla en cuenta, aún cuando en una distribución de tareas del equipo cuando estamos dos o más en un trabajo, nos haya tocado registrar, ya que ésa puede ser nuestra responsabilidad prioritaria, pero no exclusiva. En la situación misma del registrar, puede existir sensaciones de incomodidad en el que desarrolla esta tarea frente a la persona o al grupo. Esto generalmente sucede, cuando uno mismo o el equipo no ha asumido la importancia y el para qué de los registros, y por tanto, no ha podido explicitar esto a los sujetos con los que trabaja. En los trabajos comunitarios, ya la gente tiene una experiencia previa con distintos profesionales que usan de este instrumento, es una práctica conocida, pero siempre es conveniente explicitar los sentidos que uno le confiere y también explorar los que ellos le pueden conferir. Por último y no menos importante, tenemos la Interpretación, cuestión que fue abordada previamente cuando hablamos de la observación, en cuanto la incidencia en la selectividad de nuestra atención, observación y registro. Sin embargo, debemos hacer un esfuerzo de separar los registros de lo acontecido y las inferencias e interpretaciones que nosotros hacemos del mismo. Es conveniente no incluir todos los múltiples niveles de interpretación que podríamos realizar, sino explicitar las interpretaciones que brindan información sobre el contexto o la situación misma observada que estamos atendiendo. La práctica de registrar, por tanto, implica realizar distintas tareas: observar, recuperar, construir, interpretar, sabiendo desde el vamos las notas de fragmentariedad y de incompletud que éstas tendrán.

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Bibliografía consultada:  EZPELETA, Justa: “La escuela entre el supuesto y la deducción”. Die, México, 1987  JARA, René y VIDAL, Hernán: “Testimonio y Literatura”. Prólogo. Minneapolis: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1986, 1-5.  ROCKWELL, Elsie: “Reflexiones sobre el proceso etnográfico (1982 - 1985)”- Die, Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN, 1987  ROTONDI, Gabriela.: "Principios epistemológicos para la formación académica en Trabajo Social", conferencia dictada en Asamblea de FAUATS (Federación Argentina de Unidades Académicas de Trabajo Social), 1990.

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