Resumen La casa Heidegger

Heidegger en su refugio: la casa existencialista Heidegger escribe su texto “Por qué vivo en provincias” como una argume

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Heidegger en su refugio: la casa existencialista Heidegger escribe su texto “Por qué vivo en provincias” como una argumentación contra la vida inauténtica y desenraizada de las ciudades después de desvincularse del partido nazi. La casa de este sujeto que se interroga sobre sí mismo es así algo más que un marco neutro; en ella habita quien se piensa a sí mismo y es este pensamiento a su vez, el que habita la casa. La casa no es un marco inocente sino el reflejo de nuestros conflictos, el lugar de lo íntimo tanto como lo inhóspito. Repensar el ser, volver a los orígenes de la filosofía es un único trabajo que se enfrenta a la moderna alineación tecnológica. Este discurso en contra de la banalización de la modernidad acabará teniendo influencia poderosísima en las revisiones de la modernidad que surgen a finales de los sesenta. Solo a través de este refugio podremos reconocer en toda su complejidad la presencia de la casa existencial. Heinrich Tessenow, un influyente arquitecto berlinés se niega a seguir los dogmas de la modernidad, acompaña a Heidegger en este camino a la crítica existencial al proyecto moderno. Frente al utilitarismo y el tiempo finalista moderno, Heidegger contrapone una crítica radical: una vuelta a las raíces, al origen. Es necesario interrogarnos sobre el sentido de nuestras acciones, esta vuelta hacia atrás. Solo a través podremos transformar un mero alojarse en un auténtico habitar. El rasgo fundamental del habitar es el cuidar. Los mortales habitan en la medida en que salvan la tierra. Salvar la tierra no es adueñarse de la tierra. Estragar la tierra es lo que la ilimitada capacidad técnica heredada de la Segunda Guerra Mundial podía hacer si se seguían los valores del positivismo. El cuidado aplicado a la acción de construir conlleva un habitar en el que el serse despliega. El puente de Heidelberg: El viejo puente de Heidelberg servirá a Heidegger para explicar cómo esta inversión del valor del tiempo se corresponde con un cambio también radical en la noción del espacio pues la característica del puente no es tanto su espacialidad como su capacidad para definir un lugar. El rasgo fundamental del habitar es el cuidar. Los mortales habitan en la manera en que ellos cuidan a la cuaternidad en su esencia. El espacio tal como lo entienden los modernos no es más que extensión matemática y algebraica. Frente al inmenso programa de trabajo que tenían estos arquitectos modernos en mente, Heidegger los invito a conocer su minúscula cabaña. La cabaña es una casa de campo de la Selva Negra que un habitar rural construyo hace dos siglos. La casa se emplaza en la ladera de la montaña, al resguardo del viento. Esta no se ha olvidado del rincón para la imagen del Señor detrás de la mesa comunitaria, ni de en la habitación los lugares sagrados para el nacimiento y la muerte. Al contemplarlo a el y su esposa en la casa entendemos que quien sustenta estas concepciones de tiempo y espacio no es otro que aquel que detenta la autoridad. El dominio de la filosofía es el

dominio de la casa, la autoridad patriarcal que hace al otro esclavo dentro de la casa, un sirviente doméstico. El sujeto de la casa existencial es aquel que hereda la propiedad y bienes de sus padres y los administra con prudencia para transmitirle a sus hijos, que se constituye a sí mismo como un “puente”. La casa de Heidegger es la manifestación de los conflictos existenciales con el tiempo, lo que denominamos nostalgia, el producto de una idealización de la densidad y firmeza del pasado frente a la banalidad del presente. La noche de invierno y tormenta suponen el momento en el que se culmina la relación entre el habitante existencial y la naturaleza, cuando la casa aparece en todo su esplendor como refugio. En la casa existencial la relación con la naturaleza, al igual que con lo público, estará marcada por la violencia, y será esa violencia la que nos remita a la figura central del padre, de la autoridad. En la casa existencial será permanente la presencia latente de un esquema jerárquico autoritario: un habitar en torno a la protección del exterior y a la primacía del padre. Es lógico establecer una correspondencia entre este eje jerárquico autoritario y la organización espacial de la casa en torno a un espacio central o la chimenea. PENSAMIENTO MEDIEVAL DEL HABITAR: La casa existencial podría describirse como una casa centrada y vertical, habitada por alguien anclado firmemente al lugar, por una familia estable, jerárquica y autoritaria, una casa que protege del medio exterior agresivo, inauténtico y que se liga en el tiempo. La casa es la huida del ágora, del foro, de lo público (y del partido nazi). Lugar de lo auténtico en el que la entrada de las manifestaciones de la exterioridad supondría un desgarro, un velamiento de la autenticidad. Lo auténtico se contrapone a dos manifestaciones de la exterioridad: las tecnologías industrializadas y los medios de comunicación. La introducción del mundo de la opinión en el interior de la casa supone una violencia sobre el habitar, un retroceso del habitar al alojarse. El habitar existencial se erige contra la ciudad moderna y sus implementos técnicos que conducen tanto al abuso de la naturaleza como al olvido de la tradición. Tratado “Trabajo artesanal y pequeña ciudad” de Tessenow de 1919 y discurso de ingreso a la Academia de las Artes de 1921: dedicados a combatir la Grosstadt (ciudad al por mayor) y ensalzar la figura del pequeño artesano medio y su modesta casa con jardín y su pequeña ciudad. La Grosstadt aparece como origen de todos los males ya que, desde la industrialización acelerada hasta el abandono de las virtudes de la clase media, la gran ciudad encierra todas las condiciones que habían conducido al desastre de la guerra. Al igual que Heidegger, encontramos en él una enemistad a la ciudad como expresión de la irracionalidad de un ciego desarrollo tecnológico. La casa existencial y su cultura material: No hay espacio para la representación pública para la fiesta los invitados y todo aquello que pudiera venir a romper el orden interno de la familia. La casa tienda estar vuelta hacia dentro con un esquema centrado en torno a una sala familiar y, a su alrededor, células elementales de reducida dimensión sin complejidad ni cualidades espaciales. No tiene espacio propiamente

privado, carece de interioridad, de idea de espacio, la idea de espacio que Heidegger niega y hace analogía con el puente. La casa existencial es el reino del hombre interior. Carecera de objetos técnicos, los despreciara, la cultura objetual que se despliega en sus habitaciones es mínima. Los objetos son de la familia, pertenecen al linaje. La casa existencial estará hecha siempre de materiales naturales: piedras, madera, ladrillos. Éstos materiales están ahí para señalar el paso del tiempo y la ligación con el lugar, la autenticidad del habitar. La piel, es la frontera entre exterior e interior, campo de fricción entre estos dos ámbitos. La puerta, el acceso es el lugar particular las esferas de lo público y lo privado. Siempre encontraremos un esmeradísimo cuidado en la elaboración de este punto de frontera. Gianni Vattimo invita a asumir la historia como una tradición cultural y un destino que nos han sido dados y ante los cuales solo cabría una relación, una especie de reconciliación existencial con la memoria. Robert Venturi en la casa para su madre manifiesta una reconciliación con la memoria, son muestra de una actitud afirmativa de la presencia del pasado, pero son también la seña del desplazamiento del interés proyectual hacia la piel, dejando en manos de la convención unos interiores que gravitan de forma consecuente en torno a halls centrales, engrandecidos con recursos compositivos como corresponde a las familias cuyas casas apenas son habitadas por dos generaciones a causa de los diorcios y cambios de pareja.

La Arquitectura según Tati: Naturaleza contra Artificio - Jorge Gorostiza Pelicula de 1958

La interpretación del mundo que hace Tati está basada en las contradicciones entre lo natural y lo artificial, entre la naturaleza y el artificio para intentar demostrar las virtudes de uno sobre el otro. Sátira de la arquitectura moderna como ámbito donde se producen unos comportamientos ridículos, un modo de vida que es objeto de su crítica. La oposición entre natural-tradicional y artificial-moderno produce dos tipos de edificios: - la arquitectura tradicional está construidas con materiales naturales (piedra de la casa de Hulot), tienen colores cálidos, hay un desorden compositivo y una acumulación de elementos. - los edificios modernos es para Tati opuesta a la anterior e igual en todo el mundo, están construidos con materiales duros, artificiales, hay un orden compositivo y los espacios están desnudos, vacíos, sin elementos. Tati destaca las circulaciones, los recorridos a los que son obligados los usuarios de los edificios por su forma, demostrando que la función y la forma están íntimamente unidas. Hay gente prisionera en la arquitectura moderna porque los arquitectos les obligan a circular de una manera determinada, siempre en línea recta. Analisis de dos viviendas opuestas de Mi tío: la casa de Hulot y la de los Arpel:

La vivienda de Hulot tiene una ventana y una puerta con un frontón triangular que le da un cierto aire de templo clásico. Para acceder a ella se tiene que recorrer una sinuosa escalera, el recorrido de esta permite una relación más estrecha entre sus usuarios, relación humana que no existe en el barrio de los Arpel, donde los contactos se establecen a través de formales visitas o gracias a observarse por encima de los muros medianeros. La casa de los Arpel está rodeada por un jardín rectilíneo, demasiado compartimentado por pequeñas parcelas con tierras de colores artificiales y en medio, presidiendo el jardín por su altura, un estanque con una fuente bastante kitsch de un pez que sólo se pone en funcionamiento cuando llegan extraños a la casa. Cada una de las parcelas del jardín, se usa para una función distinta: almorzar, tomar café, recibir a los invitados, ver la televisión... olvidando el espacio de juego del niño, que debe montar en bicicleta en la terraza de su cuarto, detrás de unos barrotes.