Relacion Entre El Psicoanalisis y El Paciente

RELACION ENTRE EL PSICOANALISIS Y EL PACIENTE http://www.temasdepsicoanalisis.org/2013/07/02/la-funcion-y-el-trabajo-del

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RELACION ENTRE EL PSICOANALISIS Y EL PACIENTE http://www.temasdepsicoanalisis.org/2013/07/02/la-funcion-y-el-trabajo-del-analista-valoracionrelativa-del-setting-y-la-interpretacion/

https://mentalizacion.com.ar/blognuevo/?p=206

https://www.apra.org.ar/pdf/_Resena_Coderch.pdf

https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=41184

http://reader.digitalbooks.pro/book/preview/12749/Intro.xhtml

https://psicologiaymente.com/clinica/relacion-entre-psicologo-y-paciente

Entendemos por relación terapéutica al vínculo de tipo profesional que se forja entre terapeuta y paciente y que va dirigida a tratar uno o más aspectos o problemas concretos que dificultan la calidad de vida del paciente o de su entorno y que el primero quiere cambiar. Este relación debe estar basada siempre en el respeto mútuo, y especialmente centrada en la figura del paciente o usuario. Si la relación terapéutica es positiva, se facilita la consecución de los resultados independientemente de la técnica a emplear, el sujeto no se siente confundido y comparte con facilidad sus pensamientos y emociones con el profesional y promueve la disposición al cambio. Se busca generar un clima y un entorno en que el paciente pueda sentirse protegido. A nivel de terapeuta, es necesario manifestar cierto nivel de proximidad en la que el sujeto pueda llegar a sentirse aceptado y escuchado. La presencia de empatía y cordialidad en el profesional también ayudan. Asimismo la autenticidad también es relevante: la capacidad de ser uno mismo y responder de manera sincera a las preguntas que se generen en consulta. Por último, cabe destacar la ausencia de juicio hacia el paciente, la escucha activa, el interés por el otro y la búsqueda de su bienestar como elementos básicos de esta relación.

Transferencia y contratransferencia Dos de los conceptos más famosos y a la vez más importantes en lo que respecta a la relación entre psicólogo y paciente provienen del psicoanálisis, siendo estos los términos transferencia y contratransferencia. La transferencia hace referencia a la proyección por parte del paciente de los patrones de comportamiento, crianza, afecto o deseo que sintió hacia otra persona en la figura del terapeuta. Si bien la transferencia en sí es hasta cierto punto positiva ya que permite exteriorizar dichas informaciones, lo cierto es que llevado al extremo puede hacer llegar a pensar en la existencia de fuertes sentimientos que no pueden verse correspondidos debido al tipo de relación que ambas personas poseen. Dicho de otra manera, puede considerarse la transferencia como el conjunto de reacciones que genera el terapeuta en el paciente. La transferencia es entendida como un elemento positivo que nos permite trabajar diversas temáticas que de otro modo podrían no surgir. Sin embargo hay que valorar que la transferencia también puede llevar a la aparición de sentimientos excesivamente intensos hacia el terapeuta, hasta el punto de surgir enamoramientos u odios. Estos deberán ser trabajados en terapia.

Por otro lado podemos encontrar la contratransferencia, o el** conjunto de emociones y sentimientos que el paciente puede llegar a despertar en el terapeuta**. Aunque evidentemente va a aparecer cierta contratransferencia en la mayoría de procesos terapéuticos, el profesional deberá ser capaz en primer lugar de identificar estas emociones y posteriormente actuar de la manera más objetiva posible, y en caso necesario debería derivar al paciente. Esta contratransferencia suele ser valorada como negativa, puesto que limita la objetividad del psicólogo y puede generar un efecto en la propia relación terapéutica.

Un alma humana tocando otra alma humana Si bien es importante tener claro que la relación entre psicólogo y paciente es un vínculo de tipo profesional, dado en un contexto terapéutico y en el que el psicólogo debe ser objetivo, ello no implica caer en un error relativamente frecuente: la frialdad. No es extraño que muchos profesionales, especialmente si acaban de empezar aunque ello no es necesario, mantengan una actitud ligeramente distante y piensen y se manifiesten únicamente en términos de tratamiento o centrados en el problema. Pero aunque la intención que muchos de ellos tienen es hacer una separación que no confunda al paciente entre lo que es relación profesional y personal, un excesivo distanciamiento provoca que este tenga mucho más difícil sentirse comprendido por el profesional e incluso confiar en él. Y es que no hay que perder de vista que la base principal de todo buen tratamiento, uno de los principales elementos de cualquier tipo de terapia, es el establecimiento de una buena relación terapéutica. Sentirse entendido y valorado por el profesional es algo que ya por sí mismo es terapéutico, y debe ser favorecido por ambas partes. Una actitud abierta y cercana, que refleje aceptación incondicional hacia el paciente y una escucha activa de lo que comenta y le preocupa son de hecho algunos de los aspectos que más cercanía y a su vez que más productivos son de cara promover un cambio en el paciente. Tampoco olvidemos que quien se hace psicólogo lo hace porque quiere ayudar a los demás a que puedan vivir su vida sin limitaciones y sin un sufrimiento excesivo que permita una vida normal.

Lo que hace un psicoanalista cuando psicoanaliza a un paciente El hecho de compartir idioma y experiencias nos permite entender, en una primera aproximación superficial, lo que el paciente dice. Ya sea que hable con un lenguaje claro y coherente, o entrecortado y confuso, aún en los casos en que su discurso posea un aspecto congruente es posible "auscultar" en ese discurso lagunas, nexos que han quedado rotos o que resultan poco convincentes, motivos que parecen pueriles o injustificados. Descubrimos de este modo un drama que se va desplegando en un conjunto de escenas, y que constituye nuestra puerta de acceso a lo inconciente. La compleja trama de significados frecuentemente aparece deshilvanada, con algunos de los "hilos" entretejidos desordenados y sueltos. Se nos revela así una cierta destrucción de la coherencia del sentido en lo que respecta a ese tema particular. Como si se tratara de realizar una paciente labor de crochet, el analista debe reconstruir el "dibujo" de la trama que configura la anécdota o el cuento. Necesita para ello de un "hilo conductor" que le permita "atar cabos", "levantar puntos sueltos" y rearmar el "tejido". Cuando el paciente no se expresa verbalmente y permanece en silencio, el analista puede trabajar con el material que, en presencia del paciente, él puede producir. El ordenamiento y procesamiento de los sentimientos, asociaciones y ocurrencias que constituyen la contratransferencia, da lugar a la construcción de un relato, a partir del cual es posible extraer una temática. Decimos que este relato, que el terapeuta formula "en silencio" y "para si mismo", está implícito en el analizado, y constituye así, en estos casos, el material sobre el cual comenzamos la tarea analítica. Los "guiones iterativos" como la exclusión, el desprecio, la excitación insatisfecha, la vergüenza, el miedo, la traición, la venganza, o la culpa, que hoy vive el paciente, son los mismos que a "uno" le están pasando, le han pasado o le podrán pasar. Por eso nos encontramos en otro ser humano con alguien como uno, al que denominamos "semejante".

La operación del recuerdo

En la relación entre paciente y analista se anudan dos historias que van a configurar un nuevo vinculo. Por esto necesitamos tener en cuenta que, si bien es cierto que el personaje que el analista contratransfiere depende de lo que el paciente le transfiere, también necesitamos considerar cómo se relaciona ese personaje con alguien de la propia infancia del analista, alguien que el analista “ha visto” encarnado en su paciente. A través de la emergencia de recuerdos logramos una mejor escenificación de la fantasía transferida, ya que el interjuego entre las vidas "pretéritas" del analista y del analizado es precisamente aquello que conmueve al terapeuta y le otorga un mejor acceso a los significados que intenta develar. Todo recuerdo, se trate de una escena “fija”, o de un conjunto en movimiento, constituye una historia que lleva implícita una temática particular. Pero las historias y los recuerdos, como las cajas chinas, se contienen, interminablemente, unos dentro de otros, de modo que cada uno de ellos recubre y oculta algún otro, con un significado distinto, que actualmente se prefiere ignorar. Si el analista, mediante su interpretación, consigue alterar el significado de la historia que impregna la actualidad del paciente, funcionará, en ese momento del vínculo, como un personaje “inesperado” que “ingresa” en la trama de la historia que el paciente transmite, como si lo hiciera “transportado” desde una historia distinta. Aunque el analista frecuentemente utiliza sus propios recuerdos infantiles, la emergencia de estos recuerdos durante la sesión psicoanalítica generalmente le pasa inadvertida, es decir que no suele reparar en el hecho de que lo que emerge en su conciencia es un recuerdo infantil. Un paciente, por ejemplo, relata que su abuela siempre le decía "me voy a tirar por la ventana" y que " al final murió diabética en la cama"; el analista recuerda que su madre, siendo él un niño, le decía frecuentemente, "me voy a tirar al río". Aunque el analista siempre supo, y podía recordar, aquello que su madre repetía, si se le hubiese preguntado antes de ahora si su madre lo solía amenazar con el suicidio, hubiera respondido que no. El significado de su propio recuerdo y la interpretación de que las palabras de la abuela del paciente constituyen, (como amenaza de suicidio) una extorsión melancólica, forman parte de un mismo acto de conciencia. Suele pasar desapercibido que el recuerdo aparece en el instante en que se recupera la vivencia reprimida, pero dado que esa represión, en el analista, se "levanta a medias", el pensamiento de " a mi también me sucedía", no adquiere, en el terapeuta, una conciencia plena. Por este motivo no se destaca lo suficiente que, cuando el analista interpreta bien, siempre recupera el significado de algún recuerdo infantil, aunque no siempre lo perciba.

La modalidad del vínculo que el paciente y el psicoanalista comparten Una tarea semejante a la que hemos realizado con el paciente nos permitirá elaborar nuestra contratransferencia. López Ballesteros utiliza el termino "transferencia recíproca" cuando, en su traducción de Freud al castellano, alude a la contratransferencia, lo cual resulta especialmente adecuado para subrayar que toda contratransferencia equivale, indudablemente, a una transferencia realizada por el analista. "Contratransferencia" es la palabra que utilizamos porque queremos referirnos al hecho de que la transferencia del analista es la respuesta a la transferencia del paciente. Habitualmente, cuando se pregunta "¿cuál es la contratransferencia?", se suele responder enunciando el sentimiento que el analista experimenta frente a su paciente, pero, en realidad, para que la respuesta se refiera a la contratransferencia, debería incluir la comprensión de esos sentimientos como repetición actual de un modelo de relación que se gestó en la infancia del terapeuta. La comprensión de la contratransferencia puede ser simultánea, posterior, o preceder a la tarea de analizar e interpretar como se produce la reedición del modelo infantil del paciente en la transferencia. Racker, quien acumula sobre sí la mayor parte del mérito por haber transformado la contratransferencia en un instrumento de la técnica psicoanalítica, sostiene que la intención de comprender al paciente crea la predisposición a identificarse con él. Si se identifica el yo del analista con el del paciente y puede decirse, con inexactitud terminológica, agrega Racker, que se identifica cada "parte" de su personalidad con la que le corresponde al paciente (su ello con el ello, su superyo con el superyo del analizado) nos hallamos frente a las denominadas "identificaciones concordantes" u "homólogas". Se siente lo ajeno como propio o se equipara lo propio con lo ajeno. Hay otras identificaciones que Racker denomina "complementarias", que corresponden a las identificaciones del yo del analista con los clásicamente denominados "objetos internos" del paciente, es decir con los personajes significativos de su historia. Aquí el analista se siente tratado como si él fuera esos objetos, o sea se identifica con ellos, y desde esa identificación comprende las situaciones vitales del analizado. A veces sin embargo la concordancia o la complementariedad se presentan en la forma inversa. El analista puede estar identificado con el yo del paciente y este último con sus objetos internos. También puede

suceder que ambos queden identificados con los objetos internos del paciente.