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RABINAL ACHÍ Cuando se piensa en el legado literario de la cultura maya, generalmente viene a la mente el poderoso alien

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RABINAL ACHÍ Cuando se piensa en el legado literario de la cultura maya, generalmente viene a la mente el poderoso aliento épico del Popol Vuh o el Encanto adivinatorio y esotérico de chilam Balam. Pocos recuerdan una obra refinada y breve, cargada de símbolos y misterios, terrestre y cósmica: el Rabinal Achí. Muchos valores posee la obra, testimonio cultural, nos da cuenta de la existencia de un género literario desconocido para nosotros, en donde teatro, danza, música y drama se unen para crear una representación tan larga como la jornada de fiesta a la que está destinada. Testimonio histórico, representa un momento en la civilización maya-quiche, quizá su momento más alto, quizá muy poco antes que llegaron los españoles .testimonio cósmico, encierra claves y misterios de la cosmogonía maya, en lecturas sagradas que nos hablan de mundos indestructibles. El contexto es de por si ancestral. En aquellos tiempos, el noble guerrero, Quiché Achí, de la familia Cawec, del linaje de Nima Quiché, recibe la orden de sus jefes de exigir tributo a los rabinaleb, en esta región. Luego de sus aventuras por todo el dominio Quiché, es capturado por Rabinal Achí, otro noble guerrero de los rabinaleb, e interpelado en la corte del ajau Hobtoj, luego de lo cual se le sentencia a morir sacrificado. Quiché Achí se defiende pero a pesar de eso es condenado a morir, antes de aceptar su sentencia solicita de sus captores que le den de comer y beber de lo que ellos comen y beben, vestirse como ellos se visten, así como bailar con una de sus doncellas, Uchuch Gug (la reina de las plumas verdes), y lo insólito: pide un Tzolkin para ir a despedirse de sus tierras, allá lejos en Chajul. Todo le es concedido. Otro hecho insólito: Quiché Achí regresa y es sacrificado. La oralidad dice que muere luchando contra los guerreros águilas y los guerreros tigres de Rabinaleb. También cuenta que es amarrado a un árbol y luego flechado. El caso es que se cumple su sentencia a manos de los rabinaleros. 3.1.- De los testimonios de la época colonial a las representaciones actuales, a través del descubrimiento de brasseur La escasez de texto de origen prehispánico de la región maya venido a nosotros, y por la tradición oral en documentos escritos durante la colonia, permite una comprensión única parcial de la espiritualidad y ansiedades de los intelectuales que se reflejan. A diferencia del mundo Nathual donde la abundancia de testimonios de elaboración literaria de los antiguos mexicanos permite una visión amplía y eficaz del pensamiento prehispánico, la zona maya dicen contar sólo tres códigos para asegurar el origen precolombino, las inscripciones jeroglíficas, el bagaje cultural que se transmite por tradición oral y documentos escritos que ya están desde la época colonial (y postcoloniales)

El valor de rabinal achi como documento prehispánico no solo consiste en esta particular visión humana e individual de la existencia, sino también en el singular estado de conservación, los módulos de expresión, y del significado del trabajo. Único texto precolombino sin la influencia europea, fiel expresión de la cultura maya, el rabinal achi, erróneamente considerado por la crítica (que esporádicamente se han ocupado) un inédito ejemplo de dramaturgia indígena. El drama, en realidad y cercanamente ligado a las formas contemporáneas de dramatización pero que han sido objeto de una fuerte contaminación occidental durante la colonia. 3.3 Testigo de la Presencia del baile del tun en la era colonial. A pesar del notable estado de conservación del texto, el Rabinal Achi no debe ser considerado un ejemplo aislado de teatro prehispánico relacionado a sacrificar, con una verbal y un tessuso Aparato escénico firmemente sujetos. Tenemos noticias aún en época colonial, en varias regiones de Guatemala, de las demás actividades teatrales de origen precolombino, desarrollado y evolucionado probablemente por las mismas ceremonias de sacrificio y sucesivamente caído en el olvido. 4.4.- Representación del ceremonial de Espacio y Tiempo . Representación de la dinámica política entre los reinos de Dell meseta no se resolvió en su significado histórico y contingente , pero invirtió varios niveles simbólicos, el paso continuo entre el mundo terrenal y la realidad suprasensible . Las hostilidades y reclamaciones militares de independencia política del reino de Rabinal se convirtieron , en esta perspectiva, la plástica Representación de tensión cósmica , el reflejo terrenal de la dualidad entre la fuerza fecundante del cielo , representado por el quiche, y la fertilidad de telúrico Rabinal , encarnaban en principezza U- chuch Q 'a, siendo virgen , como la tierra , el guerrero enemigo había llegado a tratar de dar a la luz por primera vez . A través de su ritual de sangre , Quiché Achí ofreció el alimento divino y propició la fecondida linaje Rabinal . La relación simbólica con el orden cósmico, el intento de rescate Político no está condicionada por el entorno histórico , para adquirir valor eterno y universal y de justificar en términos de la dignidad espiritual de los dos pueblos. La textura verbal está constituido por ' intrecio simbólico de las dos plantas, la continua referencia a una dimensión sagrada y ceremonial , de la fusión de la importancia histórica y el valor espiritual correspondiente . Los personajes , objetos rituales , sino también la Característica Espacio - Tiempo , invirtieron dos niveles simbólicos complementarios .

Rabinal Achí Patrimonio Intangible de la Humanidad Marco Guillén En la historia de Guatemala se ha dado una constante negación y aniquilamiento de la diversidad étnica y cultural, sobre todo hacia las manifestaciones de los pueblos indígenas. El poder político dominante consistentemente buscó ocultar y negar el espacio de las mayorías indígenas. Esta tarea no sólo se dirigió hacia las tradiciones culturales, sino que como bien sabemos, también hacia las vidas mismas de los indígenas. En la lucha por la conservación de la tradición étnico-cultural de los pueblos autóctonos de Amé- rica, la mayoría de los documentos culturales que llegan a nuestros días reflejan su necesidad de defender lo propio y la legitimidad de sus instrumentos socio-políticos y culturales frente a las acciones del poder colonizador. En este sentido el Rabinal Achí marca una particularidad en tanto no contiene referentes ni formales, ni conceptuales con esa lucha, en la cual ya la presencia hispá- nica formaría parte del texto. Entonces vale la pena hacerse algunas preguntas sobre las razones tan fuertes que provocaron la conservación de esta tradición cultural a través de los siglos. Esto se hace más significativo cuando conocemos sobre el carácter clandestino de su transmisión. ¿Por qué este texto se ocultó y se transmitió de forma prácticamente secreta? ¿Por qué preservar una manifestación performativa? ¿Por qué resultaba importante para una cultura proteger una danza teatral que además no debía ser conocida por el extranjero, o que por lo menos debía ser conservada en y desde lo interno de la cultura resistente? ¿Por qué consiguió este texto sobrevivir a pesar de siglos de clandestinidad? Estas preguntas nos dirigen la atención hacia los contenidos étnico-culturales que encierra el Rabinal Achí, y a su condición de testimonio de la identidad propia de su pueblo. Empecemos por revisar de qué trata el Rabinal Achí y su procedencia. Son muchas pero inciertas las hipótesis acerca del origen del Rabinal Achí y de la posible autoría del texto inicial y/o de los orígenes de la representación misma. De acuerdo a los referentes históricos los hechos narrados se remontan al siglo XIV. Se supone que su condición de clandestinidad se inicia hacia el año 1625 cuando se censuran todas las manifestaciones que contengan elementos prehispánicos en la región. Ante la incertidumbre de la condición inicial de su transmisión podemos suponer que es entonces que la preservación del Rabinal Achí se apoya en la tradición oral. Sin embargo nuestra más concreta referencia al Rabinal Achí sin duda se remonta al descubrimiento hecho por el Abad Brasseur de Bourbourg en 1855 y su posterior traducción y publicación en Francés (1862) gracias al dictado de Bartolo Sis, tío de su sirviente. Un dato interesante es que Bartolo Sis es la primera persona de quien tenemos referencia como depositario de la tradición oral y que de su memoria es que Brasseur la copia y traduce. Esto es importante porque nos deja ver cómo, hasta nuestros días, el Rabinal Achí se transmitió a través de personas depositarias que recibieron, aprendieron y memorizaron el texto al heredarlo de sus mayores como un encargo de preservación de una tradición de un pueblo completo. De acuerdo con los

investigadores del Rabinal Achí, podemos concluir también que, por lo menos en el último siglo y medio, se ha transmitido tanto por la vía oral como también gracias a la existencia de manuscritos, pero que la existencia de estos últimos no ha significado el abandono o debilitamiento de la tradición oral. Por supuesto los depositarios de la tradición siguen siendo aquellos que lo reciben oralmente como herencia cultural en un linaje familiar. En su nivel argumental se trata de una danza teatral que representa la aprehensión, el juicio de un guerrero rebelde y su posterior condena, y la aceptación de su muerte.

Pero a través de esta sencilla anécdota argumental se hace referencia a una serie de hechos históricos y políticos de los antepasados del pueblo maya; a su organización social, a su visón del mundo circundante, y se establecen una serie de valores de convivencia y espiritualidad propias de este pueblo. El conflicto de la obra se plantea entre dos personajes, Rabinal Achí y K’iche’ Achí, estos deben ser entendidos como la representación individual de la colectividad de sus pueblos. Pueblos que a pesar de su condición antagónica resultan ser uno mismo y como uno se han de restablecer al someterse K’iche’ Achí a la autoridad del Rey Job Toj. Es curioso observar como la autoridad del rey Job Toj se ejerce en un tono conciliador pues su autoridad 39 reside primeramente en la justicia y el equilibrio. En este sentido es importante el señalamiento que hace Alain Breton en sus investigaciones, cuando dice que en la misma forma de designar este personaje se encuentra implícito el sentido de autoridad suprema, de su condición de anciano y representante del conocimiento y la tradición de los antepasados, y como el de encargado de impartir la justicia y dilucidar en los conflictos. Job Toj ejerce su autoridad entre dos guerreros haciendo prevalecer el orden. Es importante ver como a pesar de los reclamos de Rabinal Achí, su hijo, Job Toj ofrece al vencido la posibilidad de la restitución de sus deudas y el perdón, por supuesto buscando su sometimiento. El arma conciliatoria de Job Toj es el diálogo, la negociación, el apelar a la condición ancestral de hermanos. Pero el Rabinal Achí es ante todo un texto performativo. Lo anterior está reforzado por el hecho de que el texto no tiene narrador y más bien se trata de un diálogo entre personajes. O sea su función fue ante todo el de la representación. Aunando a lo anterior la circunstancia de su clandestinidad forzada durante la colonia, su transmisión no podía encontrar mejor camino que la oralidad. Es lamentable que hayamos perdido referencias concretas del carácter representacional del Rabinal Achí. El nombre inicial del Rabinal Achí es el de Danza del Tun y en este nombre está implícito ese carácter preformativo, no solamente por el uso de la palabra danza, sino que también en Tun que se refiere a instrumentos musicales. Esto nos obliga a subrayar un valor importantísimo del Rabinal Achí en tanto constituye uno de los referentes más antiguos de la tradición del espectáculo teatral de nuestros antepasados prehispánicos. A través de él podemos ver como la teatralidad se constituía en un espectáculo que reúne a la danza, al teatro, a la música, a la poesía. Pero lo importante es que más allá de este nivel informativo, en el Rabinal Achí encontramos un referente vivo. El nivel coreográfico, el nivel textual, el nivel de los personajes, de la estructura, de la ambientación, del lenguaje, etc., son formas vivas de una tradición distinta a la tradición eurocentrista dominante en nuestra cultura. Pero no ignoremos que si bien son formas vivas, se encuentran en una constante amenaza de extinción y sufren de una desvaloración aniquilante ejercida desde la cultura dominante y lo intereses

socioeconómicos hacia los que se encaminan la política actual. Es en la representación de la Danza del Tun que sí podemos encontrar la sincretización con formas de la cultura colonial. Pero esto es fácilmente entendible y explicable en tanto que esa sincretización constituye una forma también de sobrevivencia y de alguna forma una estrategia de la cultura subyugada para mantener su tradición. Originalmente se dice que la fecha de representación del Rabinal Achí correspondía a un día dedicado dentro del calendario maya a la presentación de ofrendas al dios Tohil que había sido instaurado como divinidad por la casta de los Toj. Pero los referentes actuales ubican su representación alrededor de la celebración cristiana de San Sebastián, el 20 de enero, y de San Pablo, el 25 de enero. Estas fechas más que adoptadas de la tradición católica, fueron adaptadas y de alguna manera apropiadas para mantener la celebración indígena durante su período de clandestinidad. Parece que está costumbre parte también de la instancia de Brasseur que incitó a los indígenas a representarla para estas fechas católicas. Sin embargo, es importante subrayar que su representación no pasó de ser esporádica y que hasta nuestros días no ha tenido regularidad ni constancia. Es precisamente en el presente, a través de las iniciativas de rescate, que se le busca dar periodicidad. La organización de la representación está ligada a la figura de las Cofradías de la Iglesia católica. Pero para su representación se ofrecen una serie de rituales previos caracterizados por su carácter precolombino. A través de estos rituales se busca el permiso de los antepasados para ejecutar la danza. Estos rituales se realizan en la Iglesia, el cementerio y en cinco montañas que rodean el pueblo de Rabinal. Lo importante de estos lugares es su sentido sagrado y simbólico en tanto son espacios que abren la comunicación entre los antepasados, los Dioses y los individuos del presente. Es a partir de ellos que la Danza… adquiere su carácter primordial de convertirse en diálogo entre el presente y el pasado de una cultura. Diálogo que se inscribe en varios planos que van desde lo espiritual hasta lo histórico. En el Rabinal Achí es sin duda de suma importancia la fusión entre lo histórico y lo mitológico. A través de la danza el pasado se hace presente. Esta presencia del pasado tiene un nivel simbólico en los personajes que con la utilización de máscaras y vestuarios materializan a los ancestros. En los rituales los ejecutantes invitan a sus ancestros a tomar parte de la representación a través de ellos, los interpretes. Así se trae el pasado al presente en su condición de edificador de ese mismo presente. Es una forma de hacer vivir en el presente el pasado, con todo lo que ello implica para una 39 38 cultura en constante amenaza de aniquilación y de negación. La Danza adquiere con ello su función de resistencia y de conservación de la identidad y la memoria en el sentido antropológico. Los referentes históricos y cosmogónicos que se reflejan en el texto del Rabinal Achí, le dan un carácter mitológico que permite a los mayas explicar una importante parte de su constitución como cultura. La narración de los hechos del texto nos ubica en la región donde se constituyeron las capitales prehispánicas luego de largos periodos de migración que se sucedieron entre el siglo X y XII. Los hechos que se discuten en la obra nos refieren a épocas de poblamiento, asentamiento y expansión sobre todo por parte de los K’iché. Pero ante todo estas referencias nos llevan al momento de la fragmentación política que produce varios ataques de los K’iche’ a la región de Rabinal. El juicio contra K’iche’ Achí, que es la situación básica del Rabinal Achí, marca la culminación de un largo período fundacional. En ese sentido el texto hace constantes referencias que colocan a Kajyub, nombre del lugar, como el ombligo del cielo y el ombligo de la tierra, lugar del inicio de las cosas.

Valga apuntar también que en las figuras del Rabinal Achí está implícito el mito maya del origen del sol, de la luna y el maíz; elementos básicos en las explicaciones mitológicas de los orígenes de la cultura maya. Y en este sentido el texto no sólo refleja la historia sino que también las bases ideológicas de la organización política y cultural de un pueblo. Si aceptamos lo anterior entonces podemos entender mejor como el dar presencia al pasado en el presente, tiene a su vez un sentido de futuro. Nos referimos a la necesidad de recordar y transmitir esos principios sobre los que se constituyó la cultura misma. La Danza del Tun se establece como un testimonio y memoria de la identidad del pueblo maya-achí. Su preservación fue y es entonces un medio necesario para preservar la identidad y constituye un arma de resistencia simbólica fundamental. Por las mismas razones anteriormente expuestas, en el ámbito de la conformación de la vida espiritual de la cultura maya achí, este texto tiene un valor sagrado. La relación entre los ancestros y el individuo del presente es posible a través del Rabinal Achí puesto que la representación tiene un carácter ritual y evocativo, de comunicación con aquellos que los precedieron y con sus dioses. El Rabinal Achí encierra una codificación simbólico religiosa que lo convierte en una guía espiritual para los hombres del presente. Desde el punto de vista geográfico el texto hace mención a una serie de territorios donde la cultura maya emerge y se asienta y que tiene claros referentes con la actualidad. Se trata de lugares donde la tradición surge y donde debe ser preservada. En este sentido es importante que todos los lugares a lo que se hace mención y a muchos de los cuales se les asignan una condición sagrada, son los mismos lugares que circundan el lugar donde se guardó la tradición del Rabinal Achí y en donde hoy en día se representa y se busca preservar. Lugares a los que hay que restituirles su condición étnico-cultural, su sentido de propiedad y su valor simbólico dentro de la cultura indígena. 41 En este sentido es primordial entender que el lugar histórico de Kayjub está íntimamente ligado a la tradición del Rabinal Achí. Desde el punto de vista lingüístico el Rabinal Achí, es una tradición que ocurre en una lengua indígena, el kiché, en claro peligro de extinción y cuyo uso hoy día es limitado. Los testimonios expuestos por los que guardan su tradición con relación al hecho de la dificultad de que el texto no sea entendido por la población general por tratarse de una lengua que ya las nuevas generaciones no entienden, nos señalan la urgencia de su preservación. Pero no se trata de sólo eso, quizás lo más importante está en el sentido cultural y poético de la lengua. En las estructuras, en los ritmos, en las figuras retóricas, en la composición que utiliza el texto se refleja una forma particular de conceptuar las cosas, de concebir la naturaleza y sus relaciones con el hombre, de relacionarse con los hechos de la realidad y de organizar el mundo. Pero en este caso también se refleja una forma de organización del lenguaje mismo en tanto su función poética y su función preformativa. El Rabinal Achí presenta la particularidad de cubrir una gran cantidad de ámbitos que como hemos comentado van desde su oralidad y carácter preformativo, pasando por lo histórico, lo mitológico y lo identitario, lo social, lo lingüístico, etc. Esto podemos empezar a verlo en el carácter simbólico del diálogo entre el pasado y el presente, entre la tradición y la actualidad que encontramos en la Danza del Tun. También lo vemos en el hecho sorprendente de su preservación a través de los siglos a pesar de la clandestinidad y de la negación de la cultura indígena. Pero sobre todo lo vemos en el hecho más sorprendente de su representación a pesar de las dificultades y que sólo se explica en un arraigo innegable a la tradición y en un acto de reafirmación étnico-cultural.

El Rabinal Achí se inscribe dentro de una lucha de los pueblos indígenas por el restablecimiento de sus tradiciones. Su autenticidad es sencillamente innegable. Suficiente sea el hecho de ser el único texto prehispánico que no refleja la contaminación que vemos en las otras manifestaciones prehispánicas que han llegado a nuestros días. Pero también lo vemos en sus referentes históricos, geográficos, simbólicos, en las formas lingüísticas en que se conserva y se transmite. Indudable es el riesgo que las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas sufren en nuestro continente. La represión étnica contra las poblaciones indígenas guatemaltecas está ampliamente documentada y testimoniada. El interés de las culturas dominantes por negar el valor de la producción y la tradición cultural de las mayorías indígenas es constante y está profundamente enraizada en las prácticas y las estructuras políticas, sociales y económicas de nuestros países. En la actualidad el istmo centroamericano se encuentra frente a una coyuntura muy peligrosa para los valores culturales autóctonos. Los Tratados de Libre Comercio que nuestros países han firmado o se prestan a firmar con las fuerzas económicas dominantes en el modelo de la globalización, nos ponen frente a nuevas formas de colonización. A estas nuevas formas de colonización no les interesan aquellas manifestaciones culturales que no se inscriban en las reglas del mercado. En el contexto de estos modelos las manifestaciones culturales son vistas y sometidas a la condición de productos comerciales, vaciando o manipulando sus contenidos culturales más profundos. Ante esta disyuntiva parece que el Rabinal Achí, que testimonia con su preservación la resistencia cultural, parece adquirir un significado actual y ejemplificador más allá de la cultura maya que lo produce. Creemos que frente al Rabinal Achí procede la humildad para reconocer su amplio valor étnico-cultural y a través de ello acogerla dentro de los valores más preciados que testimonian la condición humana desde nuestros antepasados hasta nuestro presente. Esta sola particularidad constituye una razón suficiente y primordial que ubica al Rabinal Achí como una manifestación que debe ser preservada, protegida, estudiada y divulgada.

RESUMEN El Rabinal Achi o Danza del Tun, obra indígena fundacional del teatro latinoamericano, forma parte hasta el día de hoy de una de las modalidades de intercambio de un grupo de parentesco proveniente del altiplano guatemalteco. Esta obra ha sido entregada como un Don desde hace aproximadamente ochocientos años, transformando a quien voluntariamente la ha recibido, custodiado, protegido, mantenido y posteriormente traspasado, en su Director y Dueño. Los antecedentes de esta cosmovisión se encuentran en los textos matrices de la cultura maya, Popol Wuj, Memorial de Sololá. Anales de los Kaqchikeles y El Título de Totonicapán. EL RABINAL Achi es una obra de teatro maya que desde el siglo XIII ha sido legada de generación en generación a un linaje proveniente del altiplano guatemalteco . Este proceso de traspaso familiar ha supuesto, en quien la ha recibido, una transformación que, entre otras cosas, lo ha convertido en su custodio y responsable, es decir, en su Director y Dueño. Desde una cosmovisión indígena mesoamericana persistente hasta nuestros días, esto supone ser copartícipe de uno de los bienes terrenos de los que pueden ser poseedores los hombres, en tanto meros administradores de aquello que posee el dueño del mundo, el Corazón del Cielo, Dios, Ajpop, manifestado en Uk’u’x Kaj Jun Raqan ubi’, Kaqulja Jun Raqan nabe, ukab k’ut Ch’ipa Kaqulja y rox chik Raxa Kaqulja; y su contraparte, el Corazón de la Tierra, Uk’u’x Ulew . Cabarrús (2006: 48) señala que la figura de Dios Dueño de todo pudo haberse acuñado en la sociedad prehispánica en que Ajpop,

el Señor “de la estera”, el principal, el representante del poder máximo, era considerado el poseedor de todas las cosas. Durante el período colonial independentista e incluso hasta nuestros días esta denominación siguió utilizándose.

El Rabinal Achi vendría a ser, para quien se define como su Director y Dueño, el equivalente al “mecapal” , es decir, el equivalente a la carga que cada ser humano es responsable de mantener, guardar y recordar. Según esta forma de concebir el lugar que ocupa el hombre en el cosmos y en sus niveles intermedios, a cada cual le corresponde un específico mecapal. El Rabinal Achi vendría a ser uno de ellos, particularmente especial por cuanto se trataría de un mecapal vinculado directamente a la religiosidad del pueblo maya achi (Henríquez 2007: 79-108). Hasta el día de hoy esta obra está al servicio del ritual y en este sentido, porta un valor de uso social, tal como ocurre con las expresiones artísticas de las sociedades arcaicas (Escobar 2008: 39). Este valor de uso predomina por sobre la mercantilización del objeto artístico, como así mismo predomina por sobre otras funciones, por ejemplo, estéticas, políticas y/o lúdicas que suelen figurar imbricadas en la producción artística de las culturas indígenas (Ibíd. 43). Ser Director y Dueño del Rabinal Achi no supone la apropiación privada del objeto, como si fuera una mercancía, sino su voluntaria aceptación, custodia, mantención y posterior traspaso. En este sentido, el Rabinal Achi podría ser considerado un Don, es decir, un objeto artístico que, puesto al servicio del fortalecimiento de los medios imaginarios de reproducción de la sociedad (Godelier 1998: 269), forma parte de una de las modalidades de intercambio de un grupo de parentesco de la sociedad maya y por tanto, de una de las modalidades a través de las cuales se restauran las relaciones sociales fundamentales y comunes a todos los miembros de la sociedad. Los antecedentes de esta forma de concebir la relación del hombre mesoamericano con los bienes terrenos se encuentran en los textos fundacionales de estas culturas indígenas6 . Sirevisamos la última versión del Popol Wuj nos encontramos por ejemplo, con que el maíz tiene cuatro deidades que figuran como sus “dueñas” y “custodias”: Ixtoj, Diosa del día de pago; Ixq’anil, Diosa del fruto del maíz cuando está listo para ser cosechado; Ixkakaw, Diosa del maíz como moneda y ofrenda; e Ixtziya, Diosa del maíz como producto cocinado y deidad que custodia la comida de maíz (2008: 79, notas 119-120). De ahí que cuando el Q’eqchi’, especialmente el anciano, toma la primera tortilla sopla tres veces, “para que no le quite su deidad” (Cabarrús 2006, 54).

La antigua cultura maya es una cultura profundamente ritualizada, profusa en representaciones sobre los vínculos entre el hombre, la naturaleza y el cosmos; y en la que cada cosa tiene un xmuhel, xtyosil, xwankilal, xwinkilal, un principio vital consciente que cuando es alterado en su función y naturaleza se puede escapar, ocasionando el awas o aku’as, el castigo (Cabarrús 2006, 54). Este principio vital consciente equivale a lo que Mauss identificó, a principios del siglo XX, en el marco de sus investigaciones sobre los fenó- menos religiosos de la Polinesia, como mana, es decir, como esa fuerza sagrada, ese espíritu que ejerce poder sobre el individuo y en este sentido, que ejerce autoridad sobre él (Mauss 2002: 265). El Rabinal Achi supone el despliegue de éstas y otras

representaciones que, aunque silenciadas en las versiones escritas de la obra, se hacen visibles en los intersticios de la escritura y, sobre todo, en el proceso de puesta en escena que anualmente se realiza en Rabinal de Guatemala. Ejemplo de ello son los ritos de paso, previos y posteriores a la escenificación de la obra, ejecutados en el marco de una cosmovisión según la cual el principio ordenador que permite la existencia es una combinación de fuerzas invisibles opuestas, que ejercen influencia sobre todo lo existente. Estos ritos de paso, tal como lo señalo en otro texto (Henríquez 2009), suponen distintas escenas y escenarios en los que es posible distinguir un patrón común de devoción, que permite al elenco la restauración de los vínculos con el Ajaw, con los abuelos y otras fuerzas invisibles que los cuidan, custodian, guardan y protegen y ante los cuales los integrantes del elenco retribuyen con veneración y respeto, es decir, retribuyen el Don otorgado con otros Dones materializados en plegarias y ofrendas. Este intercambio de Dones, entre esas entidades anímicas o espíritus protectores y los integrantes del elenco, forma parte hasta el día de hoy del protocolo ritual que anualmente se restaura en escenarios cercanos a Rabinal, con antelación a la escenificación de la obra. Manuel Solomán, profesor de Educación General Básica e integrante del elenco desde hace siete años, gran parte de los cuales ha representado al Varón de Rabinal, señala que una de las etapas importantes del rito es la ofrenda realizada a los veinte nawales. Las ceremonias nos sirven a nosotros para invocar a nuestros abuelos… para solicitarles permiso para salir en esta obra… Usamos candelas de sebo y cera, candelas de los seis colores principales que componen la cruz maya. El rojo que se coloca por el lado del Oriente, el negro que se coloca por el lado del poniente, el blanco por el norte y el amarillo por el sur, esos son los cuatro colores principales y en medio van dos colores, el azul, representa el cielo y el verde, a la naturaleza. Además de eso también se coloca azúcar, tabaco, pan, ajonjolí y licor. El azúcar y el tabaco son materiales que ayudan a dar vida al fuego. Otra cosa relevante en una ceremonia es la mención de los veinte nawales que componen el calendario maya. Cuando se mencionan los veinte nawales hay algunos materiales que se van colocando de acuerdo a los nawales. Por ejemplo, cuando se menciona el nawal Tz’i’, se coloca pan, se ofrenda con pan, porque es la comida de los perros y Tz’i’ es perro, entonces se le da de comer. Cuando pasa el kame, es muerte, entonces se colocan candelas de cebo, porque es para nuestros abuelos, estamos engordando, ofrendando a nuestros abuelos. En kame también se coloca licor o alguna bebida alrededor del fuego. El sacerdote maya es el que hace las menciones de todo, nosotros, cuando ellos hacen mención de los nawales, nosotros vamos y ofrendamos (Patricia Henríquez, comunicación personal, 2009). Es importante señalar que este protocolo ritual se inicia con el viaje que el elenco realiza a los lugares sagrados. Van Akkeren (2003: 30) señala que una de las estrategias mnemotécnicas de las culturas orales era la utilización de modelos fijos según los cuales ordenar la historia. Uno de estos modelos, sobre todo para describir la historia de linaje, era situar el origen en un lugar lejano, desde el cual el grupo de parentesco se trasladaba hasta llegar a otro espacio de residencia. nosotros vamos directo, eso es lo que nos enseñan los abuelos, nos dicen que vayamos al lugar donde tenemos que ir y no desviarnos, porque desviarnos es como no estar seguro de lo que uno va a hacer. Lo que nos enseñan los abuelos es que siempre nos mantengamos unidos, que nadie se quede atrás, como dice el Popol Wuj , que todos nos levantemos juntos. Entonces, normalmente así como nosotros sentimos que ellos nos cuidan, también ellos se sienten cuidados por nosotros. A

veces los muchachos, los jóvenes, agarran la primera vereda y son los primeros que van, pero normalmente se llama al orden (Patricia Henríquez, comunicación personal, 2009).

CONCLUSIONES El Rabinal Achi o Danza del Tun ha sido recibida, custodiada, mantenida y traspasada, desde el siglo XIII hasta nuestros días, a una sucesión de miembros de un linaje del altiplano guatemalteco. En este sentido, es posible afirmar que se trata de una obra representativa de las modalidades de intercambio de un grupo de parentesco de la sociedad maya y por tanto, de una de las modalidades de restauración de las relaciones sociales fundamentales y comunes a todos los miembros de la sociedad. De ahí que sea posible se- ñalar que el Rabinal Achi ha sido desde tiempos remotos un objeto artístico de uso socio-religioso cedido como un don, traspasado en su uso como un bien social en circulación, pero no en su propiedad. El proceso de traspaso se ha realizado en el marco de una cosmovisión según la cual cada espacio del territorio, incluyendo todo lo que lo compone y seres existentes en él, poseen un custodio, dueño o protector. La obra en estudio no ha estado exenta de esta condición, incluso es posible afirmar que gracias a ella y a su persistente referencia a un origen se ha mantenido en el tiempo. Los distintos directores y dueños del Rabinal Achi se han ocupado de producir y escenificar la obra, es decir, se han ocupado de restaurar anualmente el protocolo de los ritos de paso previos y posteriores a la puesta en escena; de mantener un elenco estable, incluyendo actores y músicos, todos hablantes nativos de maya achi; de restaurar una poética escénica y en este sentido, unas técnicas del cuerpo sintónicas con las modalidades de exploración de las formas de articulación de una ritmicidad circádica con formas y ritmos del universo; de organizar los ensayos, del vestuario, del arte plumario, de los tejidos y cerámica, de los penachos y máscaras, de la danza, música y poesía, es decir, de la flor y el canto, de los escenarios en los que se presenta la obra y del contexto en el que ésta se realiza.