Proteccionismo y Liberalismo 3º ESO

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DOS MODELOS ECONÓMICOS: PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO El PROTECCIONISMO está pensado para proteger la producción y la venta de productos del propio país: se intenta que éstos sean suficientes para abastecer las necesidades del país (se tiende a la autarquía o autoabastecimiento). Para ello el estado: - promueve industrias propias o financia o posee algunas que le parecen importantes. - intenta evitar la entrada de productos extranjeros en el país poniendo aranceles elevados para que cuando se vendan los productos éstos sean más caros y se prefieran los nacionales En el siglo XIX se extendió la teoría del liberalismo, que en economía defiende entre otras cosas que el estado no debe intervenir (no debería poner aranceles) y que los productos deben circular libremente (LIBRECAMBISMO). A pesar de muchos retoques, hoy en día impera el librecambismo a nivel mundial. La mayoría de países – sobre todos los grandes productores y comerciantes – defienden la disminución o supresión de aranceles aduaneros. La OMC (Organización Mundial del Comercio) agrupa a la mayoría de los países y defiende el librecambio, afirmando que de esa forma la riqueza aumentará en todo el mundo. No obstante, muchos de estos mismos países adoptan políticas proteccionistas cuando ven amenazados sus intereses. Además muchos países que están integrados en Bloques comerciales (asociaciones de países entre los cuales existe libertad total de comercio, como en la U.E.) mantienen tasas aduaneras elevadas para “terceros países” (por. Ej: entre España y Francia no hay fronteras pero Marruecos debe pagar elevados aranceles por vender sus productos en la Unión Europea).

INTERCAMBIOS DESIGUALES En el comercio internacional algunos países venden sobre todo materias primas y otros productos manufacturados o tecnología. El valor de ambos grupos de productos no es el mismo dado que las materias primas siempre son más baratas que los segundos (salvo en el caso del petróleo). La mayoría de países menos desarrollados no consigue competir a nivel mundial con los productos industriales o la tecnología de los países muy desarrollados, por carecer de una industria avanzada. De esa forma lo que vende son sus materias primas, a los países que teniendo industria (desarrollados) los manufactura. Luego es frecuente que dichos paìses desarrollados vendan – a precio lógicamente más caro – los productos que elaboraron, y que los países menos desarrollados obtienen pagando precios elevados. Este tipo de intercambio, desigual pues genera más riqueza para los que ya son ricos, se le llama también colonial o neocolonial pues se parece al que existía antiguamente entre las metrópolis europeas y las colonias. Las primeras, que se industrializaron durante el XIX, organizaron imperios coloniales en ese siglo: la colonia suministraba materias primas que la metrópoli manufacturaba. El caso de Inglaterra y la India es ejemplar: la primera hacía las telas con el algodón que obtenía en la India, y que vendía a los mismos indios luego. Hoy en día, aunque ya no existen Imperios coloniales, aún existe este tipo de intercambio “neocolonial”. Muchos países poco desarrollados basan su economía en la venta de ciertos productos – materias primas – comprados por los países desarrollados. A su vez, se ven “obligados” – puesto que no los tienen – a comprar productos elaborados o tecnología de los desarrollados, mucho más cara, lo que les lleva a endeudarse con esos países. El problema se agrava cuando los precios de las materias primas cae, con lo que se arruina el país, ya endeudado frecuentemente, sin muchas posibilidades de recuperación. Ejemplo típico es el comercio del cacao, materia prima de países tropicales que se manufactura – para hacer chocolate – en países ricos (grandes multinacionales como la Nestlé). El descenso del precio del café llevó a Bolivia a una crisis económica que ha sido una de las causantes de que los agricultores bolivianos sustituyeran este cultivo por el de la hoja de coca, con las gravísimas consecuencias de salud y corrupción que conocemos.

El problema de la DEUDA EXTERNA Para solucionar esta situación, los países endeudados suelen pedir ayuda al Banco Mundial, que gestiona préstamos para los países con problemas a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), una especie de agencia de préstamos. Los préstamos se conceden no obstante a cambio de reestructuraciones económicas que suelen pasar por obligar al país a adoptar políticas librecambistas (supresión de aranceles). Algunos opinan que esto termina por hundirle económicamente, pues sus productos quedan desprotegidos mientras que grandes empresas multinacionales pueden vender libremente sus productos o establecerse en el país (Ventajas: promueven la economía, dan trabajo, aportan tecnología e infraestructuras – carreteras, teléfono, etc.desventajas: dependencia de la economía del exterior, presiones e intervención política). Otros opinan que para sacar a estos países de su situación habría que intentar reducir o condonar (perdonar) la deuda que tienen. Esto es problemático pues se debe dinero a empresas privadas, estados, al FMI... Además en muchas ocasiones los responsables de la situación son políticos corruptos que de esa manera verían perdonar sus delitos y fraudes. La polémica está servida...... También los hay que dicen que si a los países menos desarrollados se les permitiera vender libremente sus productos agrícolas a un precio justo en el primer mundo, conseguirían enriquecerse y no tener que depender de la “caridad” mundial. De hecho, la mayoría de los agricultores y ganaderos europeos o norteamericanos reciben subvenciones por sus productos, porque si los vendieran a precio libre mundial, la competencia de los productos de países más pobres les impediría venderlos (sale mucho más caro por ej. el trigo español que el egipcio o chino).