Posverdades emocionales

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Para contactar con los autores o con Fundació ÀMBIT ECOLOGIA EMOCIONAL: www.ecologiaemocional.org www.fundacioambit.org @EcoEmocional (autores) @Eco_Emocional (Institut Ecologia Emocional) © M. Mercè Conangla y Jaume Soler, 2018 © Profit Editorial, S.L., 2018 Amat Editorial es un sello de Profit Editorial, S.L. 1.ª edición, septiembre 2018 Diseño cubierta: XicArt Maquetación: Eximpre, S.L. ISBN: 978-84-17208-40-0 Producción del ebook: booqlab.com Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

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Referencias Sobre los autores

M. Mercè Conangla. Psicóloga y Diplomada en Enfermería.

Más información sobre M. Mercè Conangla

Jaume Soler. Psicologo y especialista en Desarrollo de Equipos y Recursos Humanos.

Más información sobre Jaume Soler

Sobre el libro

Mecanismos de protección mediante el relato. Para llevar una vida sana y ordenada, es imprescindible disponer de un estado emocional estable para hacer frente a lo que nos ocurre diariamente. Esto es posible si sabemos afrontar los hechos traumáticos. ¿Por qué a menudo preferimos mentirnos a nosotros mismos en lugar de asimilar una verdad dolorosa? ¿Con qué mecanismos nos protegemos emocionalmente y cuáles son sus consecuencias para nuestro bienestar y el de quienes nos rodean? Para evitar el sufrimiento psicológico, todos recurrimos a ciertos mecanismos de defensa que traemos en nuestro pack genético, pero también a la creación de «posverdades» o mentiras emocionales, que son fruto de nuestros diálogos interiores. Este libro nos ayuda a sumergirmos en dichos diálogos y nos muestra cómo tomamos decisiones a partir de los relatos manipulados de nuestras distintas voces interiores. Si somos capaces de detectar estos procesos, hacerlos conscientes y crear un comunicación interna más coherente, tendremos la oportunidad de crecer como seres humanos, mejorar nuestra vida y ayudar a los demás en su camino.

Más información sobre el libro y/o material complementario

Otros libros de interés

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Web de Amat Editorial

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¿Conoces el santo y seña para entrar en ti mism@? STANISLAW JERZY LEC

Este libro está dedicado a todas las personas que están dispuestas a recorrer el camino de la verdad y atender todas las voces que las constituyen, con curiosidad, valentía y ternura.

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ÍNDICE A MODO DE INTRODUCCIÓN LOS CUENTOS QUE NOS CONTAMOS A NOSOTR@S MISM@S • Posverdad social • Posverdad emocional • El ventrílocuo y sus muñecos • No queremos sufrir • Una historia personal • Todo un campo de posibilidades • Múltiples miradas • Actualizar nuestros relatos • El reto del lenguaje PRIMERA PARTE. EL VENTRÍLOCUO Y SUS MUÑECOS CAPÍTULO UNO. EL VENTRÍLOCUO • Ventrílocuo • Soy el ventrílocuo • Yo y mis muñecos • Escuela de ventrílocuos • Aprendemos a escondernos • El hilo conductor • Ventrílocuo sin guion propio • El momento de reescribir el propio guion • Orígenes CAPÍTULO DOS. LOS MUÑECOS • Personaje – Persona • Soy el muñeco • El Parlamento de los Yoes, asamblea de muñecos • Personajes en busca de dueño • Personajes encerrados, represión emocional, rebelión de muñecos • Un solo muñeco en el baúl CAPÍTULO TRES. EL RELATO • Babel • Silencio y palabras • La Casa de la Palabra

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Nos cuecen con palabras Sin neutralidad posible Fascinado por las palabras Nos relatamos para vivir Donde nace el relato Sherezade: seducir narrando Del «eres un…» al «soy un…» Líneas de fuerza emocionales del relato Tramas que debilitan el relato Diccionario de relatos

CAPÍTULO CUATRO. LOS SIGNIFICADOS • Kan ma kan • Lucha de fuerzas • El arte de retorcer las palabras • Una palabra dura • Así es si así te parece • Explicaciones sociales • Contaminación emocional por la palabra • La autobiografía es, por fuerza, un género fraudulento • Indicios que cuentan • Nadie es ferpecto • La gestión de los significados • Sobre la importancia de actualizar los relatos • Desactivar un relato CAPÍTULO CINCO. MÁS DIÁLOGOS ENTRE EL VENTRÍLOCUO Y SUS MUÑECOS • Conversaciones racionales, conversaciones emocionales • Con las palabras precisas todo se puede cambiar • Cada vez entiendo menos • A veces me siento inferior • Sobre emociones, dimes y diretes • ¿Siempre queremos lo mejor? • Confianza • Me aburro • No lo entiendo • Adioses • Cambio • Educación • Esfuerzo • Fracaso • Gratitud • Libertad • Muerte • Paraíso terrenal • Realidad y ficción

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• Tiempo • Vida SEGUNDA PARTE. POSVERDADES, VERDADES, MENTIRAS Y OTRAS PROTECCIONES EMOCIONALES CAPÍTULO SEIS. MECANISMOS DE AUTOPROTECCIÓN EMOCIONAL • La habitación cerrada • La fuerza del autoengaño • Adivina, adivinanza • Adula, que algo queda • Atribución siempre ganadora • Atribución en contra: siempre perdiendo • Aquiescencia • Compensación • Conformismo • Credulidad y posverdad • Desconexión • Erudición • Excusas y justificaciones: los «es que…» • Expectativas • Fabulación • Filtraje • Humor • Indefinición • Mimetismo • Negación • Olvido selectivo • Pasotismo • Postergación, procastinación • Proyección • Racionalización • Represión • Sublimación TERCERA PARTE. LA GESTIÓN DE LOS SIGNIFICADOS CAPÍTULO SIETE. ÉTICA, VALORES Y COHERENCIA EN EL RELATO • La gestión adaptativa del conflicto • No hay conflicto • Evidenciar el autoengaño • Neutralizar la contaminación emocional por la palabra • Acordar el desacuerdo • El arte de las preguntas • Los ocho acuerdos • Respeto profundamente, disiento violentamente

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Tener razón o ser razonables La fórmula de Kipling Conciliar La palabra al servicio de la paz Ventajas emocionalmente ecológicas de la comunicación pacífica Por un lenguaje ético y emocionalmente ecológico

EPÍLOGO. LA OBRA EN CRE-ACCIÓN • Destructividad o creatividad • «No pasar: peligro de vida» • Vivir con o sin cabeza • Sobre la generosidad y la aceptación • ¡Hágase la luz! • Relatos curativos • La obra nunca representada • Respondemos con nuestra vida • Mi vida en seis palabras • Diálogo final POEMA DE CIERRE

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El ventrílocuo y su muñeco son enemigos porque compiten por los mismos aplausos. Hay temporadas en las que el muñeco es más listo que su dueño. Por decirlo rápido, hay temporadas en las que el muñeco es el ventrílocuo. JUAN JOSÉ MILLÁS

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A

MODO DE INTRODUCCIÓN

LOS CUENTOS QUE NOS CONTAMOS A NOSOTR@S MISM@S Nacemos sin saber hablar. Morimos sin haber sabido decir. FERNANDO PESSOA

POSVERDAD SOCIAL ¿POR QUÉ ESTE LIBRO EN ESTE MOMENTO? Vivimos en una época repleta de contradicciones, fricciones, incertidumbre, confusión, enfrentamiento entre colectivos y terremotos políticos que nos afecta emocionalmente. Vivimos en una sociedad donde las nuevas tecnologías de la comunicación tienen un papel amplificador rápido —por no decir inmediato— de las informaciones, opiniones, pareceres, sentimientos, creencias…, lo que genera contagios o contaminaciones que, de forma parecida a un virus, acaban convertidos en pandemia global. Sea o no fidedigna, esté o no asentada en hechos verificados, la información que llega a las redes acaba convertida en posverdad. El impacto emocional que todo ello está teniendo en nuestras vidas es enorme, puesto que se reduce el nivel de confianza entre las personas y en las instituciones. Y sin confianza, es muy difícil mantener el equilibrio y el bienestar emocional, sobre todo cuando la incertidumbre forma parte de nuestro paisaje humano cotidiano.

PERO ¿QUÉ ES LA POSVERDAD? Es crear una verdad emocional a base de silenciar una parte de la verdad real. En la era de la posverdad, el hecho de que determinadas cosas sean ciertas o no es secundario. Lo importante es que sean emocionalmente satisfactorias. Los aconteceres 14

objetivos tienen menor influencia en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y las creencias personales.1 Las narraciones se desgastan y se vacían; se simplifican al máximo con el fin de redirigir los estados de ánimo sociales, abusando de palabras y de mentiras. En estos momentos, parece no importar tanto la veracidad de las cosas como las acústicas emocionales y su impacto. Durante el pasado 2017, el concepto posverdad se puso de moda. Se habla mucho de ella, a menudo vinculada a los movimientos populistas que han rebrotado con fuerza en todo el mundo. También se utiliza como crítica a unos medios de comunicación que, a veces, dan informaciones de forma precipitada para dar respuesta a la necesidad de inmediatez de sus lectores, sin contrastar las fuentes o comprobar la veracidad de lo que se afirma o bien las dan de manera interesada para contentar a su auditorio y reforzar sus puntos de vista. Hacerlo de otro modo requeriría mucha honestidad intelectual, ética y emocional e invertir en un proceso de investigación, que comporta tiempo e inversión en efectivos humanos y económicos en la búsqueda de la verdad. En este contexto no es extraño que surjan sistemas alternativos de significados emocionales en los que mentiras y verdades van tejiendo un relato comunitario que se acaba imponiendo.

¿CÓMO SE FABRICA UNA POSVERDAD? Primero se genera un relato, y luego, se intenta insertar en la realidad destacando las pistas que lo avalan y escondiendo las que lo evidencian como equivocado; buscando testimonios que lo apoyen y negando la participación pública a los disidentes, que podrían generar dudas en los auditorios. A fin de dominar el relato en el espacio público, se simplifican los mensajes, los procedimientos y los lazos sociales.2 Se polariza: así, hay buenos y malos, nosotros y los contrarios, los de arriba y los de abajo, los honestos y los corruptos, amigos y enemigos. Se busca el antagonismo emocional. Se fomentan emociones movilizadoras de masas: rabia, indignación, resentimiento, hartazgo. Se intenta mostrar la baja catadura moral del contrario y destacar la moralidad superior del propio grupo. Como consecuencia, cada vez más, vivimos en burbujas cognitivas y nos relacionamos con colectivos que piensan más o menos igual que nosotros; leemos fuentes seleccionadas en función de nuestra línea de pensamiento, y censuramos todo aquello que no encaja con el guion elaborado. De esta manera, nos reforzamos mutuamente las consignas y acabamos creyéndonos las posverdades. La complejidad descorazona e induce a buscar refugio en las verdades más simples y

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en los líderes que denuncian con más fuerza lo que uno mismo ha definido como una amenaza aterrorizante.3 Proliferan los eslóganes y se contagia la incapacidad o desgana para hallar relatos alternativos y verificarlos. Buscamos cosas que nos hagan sentir mejor cuanto antes, que confirmen que «tenemos la razón». Nos hemos convertido en consumidores de emociones rápidas, una especie de fast food emocional que la publicidad utiliza para llevarnos a su territorio. No importa tanto el producto como el hecho de que nos haga sentir cosas. En este periodo de posverdad, es más necesario que nunca recuperar la veracidad social, y esto no se conseguirá sin que cada uno de nosotros recobre su veracidad personal. Es preciso restablecer el territorio perdido en el que no hay una verdad, sino verdades que vamos a buscar conjuntamente. Para ello será preciso darnos tiempo para vivir juntos el proceso de a-cordarnos (poner de acuerdo los corazones).

POSVERDAD EMOCIONAL Decía Carl Gustav Jung: «Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón… Aquel que mira afuera, sueña. Quien mira en su interior, despierta». Nos preguntamos el porqué de esta posverdad social. Y no podemos dejar de aplicar una de las ideas-fuerza que plantea nuestro modelo Ecología Emocional:4 «Tal y como somos nosotros, así es el mundo». Lo que sucede afuera es el reflejo de lo que nos ocurre dentro. Por eso, en este libro vamos a hacer un paralelismo entre el fenómeno de posverdad social que padecemos y lo que vamos a denominar hipotéticamente nuestra posverdad emocional. Así, veremos que cada uno de nosotros es multitud por dentro. Que nos habitan muchas voces que quieren explicar su verdad. Que, a veces, enmudecemos algunas de ellas porque su explicación no encaja con la simplificación que hacemos de nuestro relato. Que podemos movernos más por instrucciones automáticas generadas por determinadas creencias que por una reflexión ética y por la búsqueda de veracidad. Que nos engañamos a nosotros mismos para eludir el sufrimiento que algunas verdades pueden ocasionarnos y para evitar que resquebrajen nuestra coraza de protección. Tomaremos conciencia de que los requisitos de la posverdad pueden también aplicarse a nuestro mundo interior: simplificamos, nos movemos por creencias, generamos burbujas cognitivas, silenciamos u olvidamos selectivamente partes de nuestra vida y cortamos o rehuimos los indicios que no encajan con la narración que nos hacemos sobre ciertos hechos vividos. Buscamos aquellas personas que nos reafirman en 16

nuestra posverdad y dejamos de relacionarnos con aquellas otras que nos muestran fragmentos de realidad que no concuerdan con nuestro relato. Seleccionamos la información que confirma nuestras creencias y obviamos la que las rechaza. Estos mecanismos pueden provocar que acabemos impermeabilizados ante lo que nos muestra la realidad y la neguemos, y que, en consecuencia, seamos refractarios a todo lo que pueda desestabilizar nuestro sistema de creencias sobre nosotros mismos, los demás o el mundo.

EL VENTRÍLOCUO Y SUS MUÑECOS Mediante una metáfora, la del ventrílocuo y sus muñecos, navegaremos por nuestro mar interior y nos daremos cuenta de que cada muñeco representa un personaje que tiene algo que decirnos. Podar, esconder su verdad o quedarnos solo con la de uno de ellos va a generar una posverdad emocional que nos alejará de nuestra coherencia y, por lo tanto, de nuestro bienestar y salud. En la primera parte del libro, conoceremos a Ventrílocuo, que es, en definitiva, la voz que acabamos manifestando a los demás, una especie de portavoz de nuestra diversidad interna. Nuestro ventrílocuo, de forma parecida a un director de orquesta, intentará orquestar –valga la redundancia– nuestras voces interiores y ponerlas de acuerdo. No siempre será posible. Veremos que es importante que Ventrílocuo –equivalente a nuestro yo-ejecutivo– tome sus decisiones después de haber atendido la diversidad de relatos, de razones, de formas de sentir. De no hacerlo así, nuestra vida será un permanente campo de batalla. También reflexionaremos sobre las distintas voces que oímos en nuestro interior y que metafóricamente estarán representadas por diferentes muñecos. Reconoceremos algunos de los mecanismos que utilizan para hacerse oír, y por descontado, trataremos un aspecto crucial: los relatos que estos elaboran y los significados que les otorgamos. Es curioso que se hable tanto de comunicación interpersonal y mucho menos de comunicación intrapersonal. Conscientes de que, en función de cómo nos comuniquemos con nosotros mismos así nos vamos a comunicar con los demás, hemos dedicado espacio a la gestión de los significados y a los diálogos internos. En la segunda parte del libro, nos centraremos en lo que llamamos mecanismos de autoprotección emocional. Haremos hincapié en aquellos que tienen que ver con el autoengaño, que es una elaboración personal de una posverdad emocional que pretende evitar el sufrimiento simplificando o escondiendo partes de nuestra realidad. Lo hace elaborando mentiras más o menos inconscientes en un intento de protegernos de la división interna, de la incoherencia, de la fragmentación. Vamos a reflexionar sobre hasta qué punto vivimos en la verdad y la buscamos, o bien preferimos una vida repleta 17

de sucedáneos de posverdades elaboradas, aunque suponga limitarnos a sobrevivir. Finalmente, en la tercera parte del libro, propondremos algunos caminos ética y emocionalmente más ecológicos, rutas que nos llevarán, en primer lugar, a ser conscientes de qué mecanismos de autoprotección emocional forman parte de nuestro repertorio y, en segundo, a ver cómo podemos cambiarlos por estrategias conscientes que mejoren nuestra vida y, por consiguiente, nuestro entorno. El buen uso de la palabra, la comunicación pacífica y las buenas prácticas son algunas de las propuestas. Esperamos que este libro te sirva. A nosotros nos ha servido escribirlo. Hemos aprendido mucho sobre nosotros mismos y sobre la anhelada búsqueda de la verdad que dignifica al ser humano. Después de todo, al final de nuestros días, nuestra verdad habrán sido nuestros actos vividos y la respuesta, nuestra vida entera.

EL ÚLTIMO ENCUENTRO Uno acepta el mundo, poco a poco, y muere. Comprende la maravilla y la razón de las acciones humanas. El lenguaje simbólico del inconsciente… porque las personas se comunican por símbolos, ¿te has dado cuenta?, como si hablaran un idioma extraño, chino o algo así, cuando hablan de cosas importantes, como si hablaran un idioma que luego hay que traducir al idioma de la realidad. No saben nada de sí mismas. Solo hablan de sus deseos, y tratan desesperada e inconscientemente de esconder, de disimular. Este es un bello fragmento del libro El último encuentro de Sándor Márai. Todo lo que somos y lo que nos parece que somos, lo que queremos ser, lo que mostramos y lo que escondemos, lo que acabamos mostrando a veces sin querer, se refleja en el lenguaje que utilizamos. Nuestras palabras acaban desvelando quiénes somos, seamos o no conscientes de ello.

NO QUEREMOS SUFRIR El autoengaño opera tanto a nivel de la mente individual como colectiva. DANIEL GOLEMAN

Sucede que, en ocasiones, la vida nos duele. Sufrimos y no queremos sufrir. Sucede que hemos nacido en un pequeño planeta donde vivimos experiencias no deseadas, además de otras buenas y agradables. Y aun así, el peso de lo que nos duele, aunque sea en un pequeño porcentaje de lo vivido, puede oscurecer nuestra visión de la 18

vida. El poder del sufrimiento es tal que puede infiltrarse en todas las dimensiones que nos componen, incapacitándonos para ser felices y darnos cuenta del don que es estar vivo, incluso en las peores circunstancias. La alternativa para no sufrir es el no ser, el vacío. Y para un ser consciente, imaginar la nada resulta difícil de concebir. Sí, a veces la vida nos duele y, para sobrevivir, debemos protegernos del sufrimiento. Aquí intervienen los mecanismos de protección emocional y de defensa que hemos integrado en nuestro pack genético y que se ponen automáticamente en marcha cuando la situación lo requiere. Y además, participa nuestra capacidad creativa de seres narrativos: generamos posverdades encajando en fragmentos de realidad trocitos de medias verdades y mentiras, en un intento de explicar lo que, a veces, tiene difícil justificación. El autoengaño empieza de forma inconsciente. Nuestra mente creativa, a medida que nos volvemos más competentes con el lenguaje, aprende a elaborar relatos para aliviar el sufrimiento. Lo hace escondiendo lo que tememos, alojando en los más oscuros desvanes de nuestra mente aquello que es desagradable, colocando en el congelador algunos temas punzantes, o bien tapando algunos agujeros mentales con recuerdos inventados, pulidos, limados, mejorados o, simplemente, tergiversados. Así, aprendemos a ver solo lo que queremos ver, sin necesidad de que nadie nos entrene para ello. Intentamos justificar lo injustificable argumentando de forma distorsionada y tendenciosa, y nos mentimos descaradamente. Lo cierto es que buscar la verdad –aunque sea un pedacito de ella– puede llegar a ser demasiado doloroso para nosotros. Esto explica que podamos vivir toda una vida de espaldas a quienes somos y dejando de ser quienes hubiéramos podido llegar a ser, aquella mejor versión, aquella persona despierta y consciente capaz de iluminar con su propia luz este mundo a veces demasiado a oscuras. Te proponemos explorar el autoengaño, investigar, cuestionar y reírnos de nosotros mismos y de algunas de nuestras miserias. Porque el lenguaje, además de ser una gran fuente de creación humana y generar lo mejor, también puede orientarse a crear vidas ficticias, a oscurecer, a tapar o a dañar. Veremos que, si somos capaces de convertir el autoengaño inconsciente en consciente y detectar los mecanismos que utilizamos para protegernos del sufrimiento, tendremos una gran oportunidad para crecer como seres humanos, mejorar nuestra vida y ayudar a los demás en su camino.

UNA HISTORIA PERSONAL De mí dependía la existencia de todo lo que nacía, moría o acontecía en las arenas inmóviles donde germinaban mis cuentos. Podía colocar en ellas lo que quisiera, bastaba 19

pronunciar la palabra justa. ISABEL ALLENDE5

¿Quién relata mi vida? Que en mi epitafio se pueda leer: «El dueño de mi relato soy yo». Todas las historias son, en el fondo, una sola historia: la nuestra. Nuestro relatos nos constituyen. De hecho, cada vida puede ser narrada de mil maneras diferentes, de tal forma que una misma historia será drama o comedia en función de quién la cuente. Es curioso que los mismos materiales puedan dar resultados tan distintos como increíbles según la manera en que los elaboramos. Así, la vida es un valle de lágrimas para unos y una enorme oportunidad para otros. Unos dicen que «han venido a sufrir»; otros, que están aquí para «ser felices»; algunos alternan ambos argumentos de acuerdo con su momento vital. Somos tiempo y en él nos tejemos, pero el resultado de todo va a depender del tejedor y, en nuestro caso, de la narración que este nos relata.

TODO UN CAMPO DE POSIBILIDADES La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia el imposible. ARTHUR C. CLARKE

«¿Qué vas a ser de mayor?», nos preguntaron. Raramente, las preguntas son: «¿Quién vas a ser de mayor?», «¿Qué tipo de persona quieres ser?», «¿Te vas a orientar a crear o a destruir?», «¿Vas a vivir tu vida como una gran oportunidad o como una batalla que hay que librar?». Somos parecidos a un brillante con muchas facetas. Cuando se incrusta el brillante en un anillo, algunas de las facetas se ven, mientras que otras quedan escondidas. Lo oculto también existe y puede aflorar cuando uno menos se lo espera. Que no veamos algo no significa que no esté ahí. Existe más de un narrador de nuestra historia. Desde pequeños, oímos las voces de diferentes personajes que, progresivamente, van habitando nuestra casa interior y reclaman ser oídos. Estas voces pueden ser contradictorias, y la división interna nos causa sufrimiento. ¿A qué voz debemos hacer caso? ¿Cuál tiene razón? En un momento dado, alguna de estas voces puede tomar protagonismo y anular las demás. Así se consolidan las posibilidades en las que el observador centra su atención. Armonizar estas 20

voces internas e intentar dar cohesión a nuestro relato será una tarea que durará toda nuestra vida.

MÚLTIPLES MIRADAS TESTIMONIO Muy a menudo he reflexionado acerca de los diferentes personajes que componen este gran todo que llamamos YO. De pequeña me sentía asustada cuando, de la forma más inesperada, una persona conocida se transformaba y pasaba de la calma aparente a la furia más atroz. Cuando vi la película del doctor Jekyll y Mr. Hyde, pude poner nombre a una parte de lo que me preocupaba. ¿Qué tenía que ocurrir para que alguien sufriera un cambio tan terrible? ¿Y dónde se quedaba el personaje fagocitado por el que acababa de surgir?, ¿dónde se hallaba mientras el otro gritaba y se descontrolaba? ¿Cuál de los dos era el personaje real? Me he dado cuenta de que esta primera explicación se quedaba corta. No existen tan solo dos personajes. La expresión «personalidad múltiple» sería más adecuada en algunos casos. Y si bien los extremos indican un yo dividido y patológico, todos hemos experimentado algún que otro altercado entre las diferentes voces que nos constituyen. Estoy convencida de que cada persona conoce, con mayor o menor profundidad, estos personajes que duermen en su interior. Estos que esperan el momento adecuado para hacerse oír, que desean tomar el control y convertirse en protagonistas de la obra en lugar de quedarse encerrados en un baúl.6 ¿Cuántos personajes diferentes puede llegar a ser una persona? ¿Qué sería de una persona sin sus personajes? Algunos parecen vivir para poder contarlo. Otros necesitan contarlo para poder vivirlo. Hay miles de formas y versiones diferentes de relatar algo que se ha vivido. Todo depende del personaje que lo narra. Es habitual que dos personas que vivieron a la vez determinada situación tengan recuerdos diferentes. Quien las escuche puede pensar que hablan de temas distintos. Una se dio cuenta de unas cosas; la segunda, de otras, y además, las versiones del relato y su significado no se corresponden. Asimismo, se puede narrar algo vivido desde la voz de los diferentes personajes que nos constituyen y, caso a caso, la historia cambiará, puesto que cada uno aportará un fragmento del puzle de realidad que quedó condicionado por las emociones sentidas. 21

¿Quién es el narrador?: ¿el niño asustado o el intrépido?, ¿el adolescente inseguro o el explorador?, ¿el adulto prepotente o el sereno?, ¿la persona necesitada o la generosa?, ¿el ofendido permanente o alguien capaz de perdonar?... Cada uno de ellos seleccionará los fragmentos que confirmen su tesis. La pregunta es quién tiene la razón entre tantas versiones. Todos y ninguno, seguramente. Es la maravilla de la singularidad y diversidad humanas. Y es que la verdad es como un espejo que en un momento dado se rompió en trocitos. Cada uno de nosotros dispone solo de alguno de estos fragmentos.

ACTUALIZAR NUESTROS RELATOS La memoria es un cuento que nos contamos a nosotros mismos, cambiamos continuamente y nos resulta esencial para vivir. ROSA MONTERO

Es preciso revisar y actualizar nuestros relatos en lugar de limitarnos a repetirlos. Cuando los creamos, éramos niños o adolescentes y aún no disponíamos de un repertorio suficiente de capacidades, conocimientos y experiencia. Hoy, en cambio, podemos reinterpretar el significado de lo que nos sucedió en el pasado. Hemos crecido, hemos madurado y disponemos de mayor experiencia vital, capacidad de análisis, recursos de gestión emocional y perspectiva. Es inteligente, pues, revisar desde el ahora nuestra historia de posverdad emocional y volver a generar un relato honesto, más enraizado con la veracidad. Ya no somos los mismos y, si asumimos nuestra responsabilidad, podremos acceder a otro nivel de comprensión acerca de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos.

EL RETO DEL LENGUAJE Una palabra bien elegida puede economizar no solo cien palabras, sino cien pensamientos. HENRI POINCARÉ

La cuestión central para gestionar lo que experimentamos es que, a fin de lograr un buen relato que nos explique, necesitamos ser competentes en el arte de la palabra y en la gestión de su significado. Los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo.7 22

Vamos a trabajar con el poder de las palabras. Veremos que en nuestro interior hay muchas voces pugnando por salir a la luz y nos daremos cuenta de que cuando conseguimos ordenar nuestro discurso, también logramos clarificarnos y poner en orden nuestra vida. Así lo afirmaba el poeta Miquel Martí i Pol: «Lo que está claro en las palabras está claro en la vida».

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_______________ 1. Oxford Dictionary, Oxford Univertity Press (versión online). 2. Máriam Martínez-Bascuñán, «Populismos y Europa contemporánea», conferencia en el Palau Macaya, Fundació La Caixa, Barcelona, enero 2018. 3. Fabrizio Andreella. 4. Modelo creado por Jaume Soler y M. Mercè Conangla en 2002. Se aplica a diferentes ecosistemas: familiar, escolar, organizaciones, con el fin de incrementar la calidad ética y emocional a partir de la mejora de las personas que los habitan. Véase Ecología emocional para el nuevo milenio, Barcelona, Amat, 2014. 5. Isabel Allende, Eva Luna (1987), Barcelona, DeBolsillo, 2017. 6. Testimonio recogido en nuestra investigación. 7. Wittgenstein Ludwig, Tractatus logico-philosophicus (1921), Madrid, Tecnos, 2007.

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PRIMERA PARTE

EL VENTRÍLOCUO Y SUS MUÑECOS Los hechos son marionetas de ventrílocuo. Sentados en las rodillas de un hombre sabio emitirán palabras sabias; en caso contrario no dirán nada o dirán tonterías. ALDOUS HUXLEY

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CAPÍTULO UNO

EL VENTRÍLOCUO Un día –dice el ventrílocuo–, me di cuenta de que mi muñeco me tenía atrapado y que yo no era libre. Él había tomado las riendas de mi relato. Cuando decidí liberarme, el muñeco quedó supeditado a mi voz. Hoy vivo atento para que él no tome otra vez el mando. SOLER & CONANGLA

VENTRÍLOCUO Ventriloquia: palabra derivada de ventrílocuo, que a su vez proviene del latín ventrilocuus, «el que habla con el vientre». Es el arte de modificar la voz para imitar otras voces u otros sonidos. Dado que la ventriloquia está orientada al mundo del espectáculo, forma parte de la brillantez de la actuación el que la emisión de voz se haga de la manera más discreta posible, esto es, que el ventrílocuo sea capaz de dar voz al muñeco sin mover, o casi sin mover, los labios, de modo que una vez proyectada la voz, parezca originarse efectivamente en el propio muñeco. En un principio se pensó que era el resultado de un uso poco corriente del estómago durante la inhalación, y de ahí su nombre del latín venter, «estómago», y loqui, «hablar». La práctica de la ventriloquia se realiza casi siempre mediante un diálogo, generalmente cómico y/o sarcástico, entre una persona y un muñeco al que aquella le presta la voz. Estos muñecos se denominan dummies.8

SOY EL VENTRÍLOCUO Me presento: soy el ventrílocuo. Soy muchos yoes en acción. Distintos, diversos, singulares, les permito que tomen protagonismo en función del momento. Yo hablo a través de ellos. Ellos me representan. Soy su dios: yo los creo y les doy vida. Yo los callo y los elimino. Ellos me constituyen; son fragmentos de mí mismo con cierta autonomía. Cambio de muñeco en función del personaje y de la imagen que me interesa mostrar y, de tanto cambiar los muñecos, ya no sé cuál me representa en mi 26

esencia. A veces me pierdo entre tanto personaje. En todos hay presente algo de mí y también algo que me huye. Para no sentir la soledad de ser solo uno, me disperso, divido, disemino, en los diferentes roles que me representan. Me sé vulnerable, y por ello, escondo determinados aspectos de mi persona y resalto otros. He creado personajes falsos que no se parecen a mí, pero que encajan y cumplen las expectativas de los otros. Convivo entre la verdad y la mentira, caminando por un fino alambre que en cualquier momento se puede romper. Soy el ventrílocuo: procuro dar unidad a lo que soy y, al mismo tiempo, intento protegerme del posible daño que puedo recibir si me muestro demasiado. El ventrílocuo es la representación metafórica de nuestro yo consciente, esa parte del cerebro ejecutivo que, de forma parecida a un director de orquesta, da la entrada, marca el ritmo, acalla, impulsa, coordina los diferentes intérpretes y voces internas que nos representan.

YO Y MIS MUÑECOS Yo soy yo y mis circunstancias. José Ortega y Gasset

Diversos muñecos representan al ventrílocuo, que es el resultado de las múltiples combinaciones, interacciones, dominancias y predominancias de unos sobre otros; de las relaciones de poder o de sumisión que establecen; de las ausencias, del abandono y del enmudecimiento de algunos muñecos que el ventrílocuo no deja asomar. El ventrílocuo propone y los muñecos disponen, o ¿tal vez es al revés?, ¿los muñecos proponen y el ventrílocuo dispone? No siempre el ventrílocuo ostenta el mando de la situación. A veces, por imperativo de supervivencia, los muñecos toman el poder y empiezan a comportarse sin control: a ironizar, a insultar, a decir lo indecible o lo que siempre se había evitado expresar; a comportarse descaradamente o a burlarse de lo que se consideraba más sagrado. En momentos así, el ventrílocuo queda mudo, contemplando, asombrado y con terror, cómo estos personajes surgen de su interior. Afortunadamente, o no, esta situación no suele alargarse en el tiempo. Avergonzado, quizá sintiéndose culpable, el ventrílocuo consigue guardar en el baúl a los personajes sublevados. Nuevamente amo de los hilos, intenta recuperar el relato.

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ESCUELA DE VENTRÍLOCUOS Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan solo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre... ha inventado todos los cuentos. Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos.9 Nacemos, y como escribió en este bello poema León Felipe, nos duermen con cuentos. Y también nos despiertan con teatrillos de títeres que a veces nos asustan, otras nos hacen reír y que siempre nos enseñan. Observamos a nuestros mayores. Asistimos a numerosas funciones de teatro y, como espectadores, respondemos a la representación que han preparado para nosotros. Comedias, tragedias, dramas, monólogos, actos sacramentales, teatro humorístico... se suceden en escenarios diversos. Nos conmovemos, nos asustamos, reímos, aplaudimos o nos escondemos, según los personajes y su papel en la función. De pequeños somos esponjas y absorbemos lo que vemos y oímos. Hay conductas que nos impactan profundamente y que integramos en nuestra memoria emocional. Sea agradable o no, a veces podemos sorprendernos a nosotros mismos reproduciendo aquella forma de actuar. «¡Igualita que mi madre!», se horrorizaba una conocida que, precisamente, no se llevaba demasiado bien con ella. Había reproducido una expresión, un tono de voz e incluso una expresión facial que nos la habían recordado a todos los que la oímos.

APRENDEMOS A ESCONDERNOS La culpabilidad, la vergüenza y el miedo son los móviles inmediatos del engaño. DANIEL GOLEMAN

Desde la infancia, nuestros adultos nos ofrecen su repertorio de actuaciones. 28

Nos sorprendemos al darnos cuenta de que cada uno de ellos puede ser diversos personajes: está la madre cariñosa, pero también la que chilla cuando algo no va bien, o la que se queja para llamar la atención; o el padre paciente y alegre, competente y capaz de arreglarlo todo, pero que, ante determinado inconveniente, sale golpeando la puerta. Vemos que se manifiestan en múltiples personajes que parecen no tener nada en común. De ellos aprendemos a escondernos detrás de nuestros muñecos y a fabricar protecciones y defensas. Nos sentimos inseguros. Nos desorientan esos adultos cambiantes. ¿Acaso sabemos cuándo va a aflorar el personaje que más tememos? Aprendemos a movernos de puntillas, a hablar bajito, a ir con cuidado para no despertar al muñeco desagradable que hemos tenido la oportunidad de conocer. Para no sufrir por su hiriente relato, empezamos pronto a crear nuestros propios personajes, aquellos que expresan lo que nosotros no nos atrevemos a expresar; los que luchan cuando nosotros estamos escondidos bajo la mesa o protegidos bajo las sábanas; los que se insolentan, chillan y se rebelan cuando nuestro yo real está acobardado, mudo, siente vergüenza o tiembla de miedo. Escuela de ventrílocuos. Aprendemos para sobrevivir. Y así surgen nuestros muñecos, que dialogan con los muñecos de los demás. De este modo, nos protegemos representando guiones escritos por otros para mantenerlos contentos, no defraudar sus expectativas y lograr que nos quieran más. Puede suceder que llegue un momento en el que ya no recordemos cuál es nuestra verdadera voz y cuáles son nuestras propias palabras. Entonces, cuando nos damos cuenta de que vivimos escondidos, tenemos la oportunidad de recuperar el control de nuestra voz y el contenido de nuestro relato.

EL HILO CONDUCTOR Cambiar de respuesta es evolución; cambiar de pregunta, revolución. JORGE WAGENSBERG

Repetimos, memorizamos, imitamos y emulamos a las personas que nos educan. No siempre el resultado nos produce bienestar y, por ello, nuestra mente invierte mucha energía en buscar un hilo conductor que unifique y dé coherencia a los diversos episodios que vamos viviendo. El objetivo es evitar el sufrimiento que surge cuando estamos divididos por dentro; cuando lo que pensamos, sentimos y hacemos está en contradicción. Y, en lugar de modificar conductas, pasamos a modificar nuestro relato. Así se inicia el autoengaño. Lo cierto es que este proceso puede ser complejo. Hay quien no consigue hilvanar los 29

fragmentos y se queda con un relato de vida seccionado y sin unidad. Otros logran elaborar todo un libro de ciencia-ficción, en el que hay más imaginación que realidad. No vale echar las culpas a los demás del resultado de nuestra obra. Es clave comprender que, por pésima que haya sido la escuela de ventrílocuos en la que nos hayan educado, no estamos predeterminados a proseguir en esa línea. Una vez adquirida la conciencia, nos convertimos en responsables de nuestro guion, de nuestra interpretación, de nuestra función y de la gestión de los diversos muñecos-personajes que nos constituyen. El ventrílocuo puede resistir muchas cosas, menos la tentación de ser un muñeco.

VENTRÍLOCUO SIN GUION PROPIO Revolucionario será aquel que pueda revolucionarse a sí mismo. LUDWIG WITTGENSTEIN

¿Quiénes han sido los guionistas de nuestra historia? ¿La hemos escrito nosotros, o bien se han encargado otros? En nuestros primeros años han sido muchos los cocreadores de la obra: Nos llovieron ideas, mensajes, consignas, creencias... Nos llovieron muchos «debes», «has de», «tienes que»: sentir, decir, ser, hacer… Nos pasaron el peso de muchas expectativas sobre lo que teníamos que ser y lo que debíamos hacer, lo que era correcto o incorrecto, lo bueno o lo malo. Así, hay quien narra una historia que no siente suya y la interpreta con poca convicción. Desconectado de sí mismo y sin pasión, puede acabar representando una burda comedia o tragedia. El ventrílocuo puede sentir rechazo hacia sus muñecos por lo mal que representan la obra, y desprecio por el público asistente, que aplaude la pésima representación. Realmente patético: algo no va bien.

EL MOMENTO DE REESCRIBIR EL PROPIO GUION Sé tú mismo, el resto de papeles ya están cogidos. OSCAR WILDE

Cuando tomamos conciencia, ya no valen excusas. Toca reescribir el guion. Es momento de buscar los pedazos que se quedaron sin encajar. Es hora de soltar lo heredado de otros, separando lo propio de lo ajeno. Es preciso 30

recomponerse, recrearse, enfrentarse a la página en blanco, a la arcilla informe, y empezar a crear la propia obra. Hay quien se rinde sin luchar. Tiene que ver con la comodidad, la debilidad, la falta de asertividad, la rutina, el miedo al rechazo, la inseguridad... Entonces, se queda solo como intérprete del guion de otros, introduciendo los cambios que estos le van dictando sobre la marcha. Intentando contentar a todos, no contenta a nadie, y menos a sí mismo. Es un ventrílocuo descabezado porque otros piensan en su lugar y acaba provocándose más dolor del que quería evitar. El hilo conductor que me llevó a ella fue una camisa. Yo la compré en un almacén del centro de Cali y esta excedía mi talla. Como no quería guardarla para siempre en el armario, me puse a pensar qué haría con ella. Cuando caminaba por la calle Candela, leí un letrero que decía: «Se arregla ropa de hombre y de mujer, se pegan hebillas y botones y se reducen tallas». Rápidamente llegué a esa casa y toqué tres veces. Enseguida me abrió la puerta ella y, desde ese momento, me di cuenta de que Salomé iba a ser una mujer muy importante en mi vida. Después de que nos miramos por un largo espacio, yo rompí el silencio y le dije: —Señora, vengo a ver si me puede arreglar esta camisa. Mi cuerpo no va de acuerdo con la talla. —No se preocupe —me dijo—, aquí se arma y desbarata lo que usted quiera; si tiene rota el alma y se le han ido diez puntadas al corazón, aquí se los remendamos. —En eso estoy de acuerdo. Si me puede remendar el corazón y entretejer el alma, se lo agradecería. Ella me redujo la camisa, y con sus besos y caricias, me remendó el corazón y reparó mi alma. Pero un día el hilo conductor se rompió porque vino otro insensible y le dejó sangrando el corazón y le envenenó el alma. Yo tuve que aprender sastrería, pero no pude recoser las puntadas que se le habían escapado; tampoco pude desmancharle el alma. Salomé anda por ahí con el corazón en la mano, mostrándolo a las mujeres, y con un antídoto y un veneno en el bolsillo de su chaqueta, cada beso que da puede curar o matar a quien lo recibe.10 La cuestión es que no siempre aparece una Salomé en el camino, y esa persona capaz de remendar almas rotas deberemos ser nosotros mismos. ¿Quieres realizarte y conseguir objetivos? Date permiso. ¿Hay algo que no ves claro en tu vida? Indaga y ve al fondo. ¿Quieres que los demás te entiendan? Entiéndete tú primero. 31

¿Hay algo a lo que temes? Trabaja la confianza. Y, por favor, no lo intentes. ¡Hazlo!

ORÍGENES Nos hacemos con los demás. Si me explicas tus recuerdos, te diré quién eres o quién no eres. —¿Recuerdas bien tu infancia? —pregunta Ventrílocuo. —La recuerdo bastante bien, por más que se dice que es un mundo secreto para cada persona —dice Muñeco. —¿Cómo fueron tus orígenes? —Yo estuve de suerte. Decía Dostoievski que quien tiene recuerdos felices de su infancia está salvado para siempre. Yo dispongo de muchos buenos recuerdos, y sé que, por más difícil que me sea la vida, cuento con una especie de salvavidas que evitará que me hunda. Llevo mi infancia incorporada; no la he dejado de lado. —La infancia es nuestro punto de partida. ¿Cómo fue la tuya? ¿Amas tus orígenes? ¿Cómo era tu familia? ¿Sabes realmente quiénes eran tus padres? ¿Cómo hubieras deseado que fuesen? —Me haces demasiadas preguntas, Ventrílocuo. Yo pienso que he sido afortunado en el sorteo genético, una mezcla de destino y de azar. Aparecí en un grupo humano llamado familia que ha condicionado mi vida, y no me ha ido tan mal. —¿Por qué lo sientes así? —Eran buena gente; humildes, trabajadores. Intentaban cuidarnos lo mejor que podían. Luchaban para seguir adelante. Me respetaron, no me maltrataron. Algún grito o castigo, como era habitual en la época, pero nada me faltó, e incluso me dieron estudios, cosa nada habitual entonces. — ¿Qué te preguntas sobre ellos? —Si me amaron realmente. ¿Por qué me trajeron al mundo? ¿Qué supuse yo en su vida? Tal vez era lo que tocaba hacer: tener hijos. A veces, pienso que no se plantearon realmente para qué traer hijos al mundo. Nos trajeron, simplemente; quizá por impulso de preservar la especie, o acaso por mandato social. —Así, ¿los habrías escogido a ellos de haber podido, o hubieras cambiado algo? —Es una pregunta comprometida para mí. Si cualquier persona hiciera una cartapetición de padres, seguramente no darían el perfil los dos. Si te soy sincero, uno de los míos lo daría más que el otro, e indudablemente hubiese cambiado muchas cosas de ambos. —¿Y serías quien eres ahora de haberlos cambiado? 32

—Seguramente, sería distinto. Nos hacemos personas con los demás y, sin duda, quienes nos educan en la primera etapa de nuestra vida colocan unos fundamentos en nuestra casa personal que van a condicionar lo que a partir de esa base queramos construir. Yo he tenido que recolocar algunas piezas destruyendo las anteriores, porque mi base era inestable y lo que ponía encima se caía. Me costó tiempo aprender que, aunque la aportación de mis padres me había condicionado, no estaba determinado a perseverar en lo que estaba mal colocado. Me di cuenta de que tenía la potestad de cambiar lo que no funcionaba, a pesar del mucho trabajo que me supuso. —Y todo esto, ¿cuándo sucedió? —En mi caso fue cuando los sueños de la adolescencia se esfumaron y me encontré con quien realmente era. Lo que vi no me gustó demasiado. Tantas personas habían puesto la mano en mi masa que no reconocía como mía la figura que estaba emergiendo. —¿Y qué hiciste? —Primero, quejarme amargamente; luego, rechazarme a mí mismo; más adelante, culpar a mis padres, a mis maestros y a los demás. —¿Qué te ocurrió? —Me habían dicho tantas veces que «tenía que ser alguien» que vivía bajo presión. De hecho, no comprendía qué significaba esa expresión. Habría agradecido que hubiesen sido más específicos. Yo sabía que tenía que ver con el éxito, el poder, el ser reconocido, pero nadie me indicaba el camino, y menos ellos, mi familia, que tampoco se sentían alguien. Habían depositado demasiadas expectativas en mí, pero no me habían indicado cómo hacerlo. Por eso, sufría, me rebelaba. —¿Cómo cambió la situación? —Solo cuando, al final, tomé conciencia de que yo era el responsable del tipo de persona que llegaría a ser. Entonces, empecé a trabajar para crecer como individuo. Decidí que tenía que ser yo el artista de mi vida; que lo importante para mí no era lo que pensaran los demás ni su decisión de si era o no alguien. Lo importante era el veredicto del que estaba al otro lado del espejo. Mis padres lo habían hecho a su manera… y ahora me tocaba a mi tomar las riendas. —Así, confiaste en ti mismo… —Primero, esperaba. Luego, confié. Sentía miedo porque me desconocía y lo que pensaba de mí era lo que me decían los demás, sus juicios de valor, su desprecio o su valoración. Era una persona muy insegura porque dependía de ellos para sentirme bien, y como su mensaje era que «tenía que ser el mejor de todos», ser alguien…, yo me sentía incompetente al defraudar sus expectativas. —Entonces, ¿cómo llegaste a confiar? —Encontré a un profesor que me hizo abrir los ojos cuando me dijo: «Lo más importante no es ser el mejor de todos; es ser el mejor de uno mismo». Decidí tomar la responsabilidad, y esto significaba descubrir quién era yo, en soledad, y escuchar lo que 33

decía mi propia voz. —Vayas donde vayas, lo que tú eres va contigo, Muñeco. En La guerra de las galaxias así se afirma: «Las armas no te servirán de nada en la cueva, Luke… Solo llevarás lo que llevas contigo». —Sí, Ventrílocuo, este es el verdadero Origen.

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_______________ 8. Wikipedia. 9. León Felipe, «Sé todos los cuentos». 10. Adaptado de: http://www.loscuentos.net/cuentos/link/440/440119/

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CAPÍTULO DOS

LOS MUÑECOS Tus muñecos son unos embaucadores que pueden arruinarte. No les facilites su trabajo. JAUME SOLER Y M. MERCÈ CONANGLE

PERSONAJE – PERSONA Siempre hay elementos de mi vida, pero transformados de tal manera que se conviertan en la vida de un personaje. Nunca es exactamente lo que me pasó a mí. MARCELO BIRMAJER

Los muñecos son los PERSONAJES. Personaje = per-sonare, «lo que resuena». Máscara. Personalidad = algo que utilizamos para hacernos oír. Porque si nos oyen, entonces existimos. Somos importantes. ¡Necesitamos tanto serlo! ¡Por favor, que alguien nos vea, que alguien nos oiga, que alguien se interese! Los muñecos representan partes de nuestra personalidad. Son a la vez portavoces, interlocutores y suplentes de nosotros mismos. ¿Personalidad múltiple reunida en diferentes voces? No solo cambia el personaje, también cambia la voz. ¿El ventrílocuo presta su voz al muñeco? O tal vez, ¿el muñeco presta su personaje al ventrílocuo? Los muñecos son fruto de una pregunta del ventrílocuo: «¿Cuánta verdad estoy dispuesto a soportar?». De hecho, no hay una sola verdad, sino fracciones de ella que nos llevan al engaño.11

SOY EL MUÑECO Soy una máscara parlante, dirigida por el ventrílocuo. Lo sustituyo, lo represento. 36

Me saca a su conveniencia del baúl donde habito. Me da su voz, me mueve a su aire. El ventrílocuo me ha otorgado un papel. Lo represento a su medida. Lo sirvo. Me utiliza. Me usa para seducir, aislarse, protegerse, defenderse… En ocasiones, yo mismo tomo la decisión de salir de la caja y lo sorprendo con mi iniciativa. Por un momento, yo mando en mi personaje y me siento poderoso.

EL PARLAMENTO DE LOS YOES, ASAMBLEA DE MUÑECOS La suma total de las propias experiencias y recuerdos forma una unidad absolutamente distinta a la de cualquier otra persona. A esta unidad le damos el nombre de Yo. ¿Qué es este Yo? JOSEF ALEXANDER SCHRÖDINGER

Explica Erich Fromm: «El hombre en cada cultura contiene todas las posibilidades: el hombre arcaico, el depredador, el caníbal, el idólatra y el ser dotado de la capacidad de razón y amor y justicia. El contenido del inconsciente no es ni bueno ni malo, ni racional ni irracional, sino todo al mismo tiempo: está compuesto de todo lo que es humano».12 Cada ventrílocuo dispone de un repertorio más o menos amplio de muñecos. Hay muñecos que tienen escasa cuota de voz y raramente el ventrílocuo los saca de su escondite. Otros, en cambio, disponen de elaborados discursos, muy ensayados. Cuando toman la palabra son difíciles de acallar. Incluso el propio ventrílocuo puede tener dificultades para hacer que vuelvan a su baúl. Cuestión de control, o mejor dicho, de autocontrol. A menudo, los diferentes muñecos entablan conversación. Entre ellos, también se da la lucha de poder. Cada uno tiene mucho que decir y quiere hacerse oír. Por ello, cuando uno acapara tiempo y protagonismo, los demás se pelean con él. El ventrílocuo intenta poner orden y no siempre lo consigue. Golpea y golpea con su martillo sobre la mesa para dar la palabra, hacer callar o mediar en los conflictos que se presentan. A veces, acaba dejando a sus muñecos descontrolados en la sala y dimite de su responsabilidad, escondiéndose en algún lugar alejado para no presenciar tamaño alboroto. En el Parlamento de los Yoes puede dominar el muñeco de la razón, o bien el del corazón. En las contadas ocasiones en que llegan a acuerdos, el ventrílocuo siente paz. No obstante, cuando no lo logra, la pelea entre ambos bandos prosigue inacabable. 37

PERSONAJES EN BUSCA DE DUEÑO Continuamos siendo imperfectos, peligrosos y terribles, y también maravillosos y fantásticos. Pero estamos aprendiendo a cambiar. RAY BRADBURY

Buscamos la atención de los demás. Hay déficit de reconocimiento. Necesitamos ser mirados y, por qué no, admirados. ¿Cómo obtener la cuota necesaria ante tantas personas que la requieren? ¡Es preciso utilizar alguna estrategia! A más necesidad, más urgente es disponer de uno o varios personajes que alternativamente consigan su dosis de atención. Por eso, disponemos de una caja llena de muñecos. Son personajes en busca de dueño. ¿Alguno de estos forma parte de tu repertorio?

SOY PERFECT@ Todo lo hace bien, lo sabe todo, es competente en todo. Encuentra los defectos de los demás con una gran facilidad. No soporta la imperfección. Es exigente. Quiere dar la imagen de alguien que está por encima de los otros. Busca un elevado nivel de excelencia. No tolera los errores; dispone de una enorme lupa busca-defectos. Suele desquiciarse ante la incompetencia que detecta. Los demás le temen; tal vez le obedecen, pero no lo aman.

ESTOY MUY OCUPAD@ No sabe si va a poder atendernos. Consulta a menudo su agenda. No dispone de tiempo ni para respirar. Está tan solicitado, tiene tantas demandas, que nos pone a la cola de su larga lista si le pedimos algo. Es alguien que lleva mucha prisa y vive muy aceleradamente. Ha interiorizado el ansia y, en el fondo, le asustaría y angustiaría enfrentarse a la agenda en blanco, al día sin plan, a las vacaciones sin hacer nada.

YO CONTROLO Está pendiente de lo suyo y también de lo de los otros, e incluso, de los fenómenos meteorológicos, del azar, de la fortuna, del destino... En el fondo, se siente todopoderoso y cree que, si no está al tanto de todo, el mundo se caerá. Es alguien convencido de su propia importancia y de su papel en el universo. Si se distrae, será catastrófico. Por ello, 38

pregunta, dirige, manda, controla, no delega, no confía, y se cansa, se cansa mucho. Se parece a un malabarista con demasiadas bolas en el aire que en cualquier momento pueden caer.

SOY EL MÁS DIVERTID@ DEL GRUPO Quiere ser el centro de atención. Desea ser el más guay. Explica chistes, intenta sacar punta a todo. Busca sorprender y hace el payaso para provocar la risa y el deleite. Suele ser muy popular. Es por sí mismo el equipo completo de animación de una celebración, de una salida, de una cena... Se le echa en falta cuando no está. Y, no obstante, si les preguntas a los demás quién es, qué hace realmente, qué siente, qué le importa lo bastante como para luchar..., se quedan callados, pues no han visto más Yo que la máscara de la diversión.

PRESUME DE CULT@ Alardea de lo que sabe, de las exposiciones que ha visitado, de las funciones de teatro que ha ido a ver, de los conciertos, de los últimos libros leídos. Deja caer a menudo citas de quién dijo qué. Da por supuesto que los otros saben de qué habla, a pesar de ver su cara de desconcierto. Con frecuencia, antes de un encuentro, prepara lo que dirá, busca información en Google, introduce una frase en inglés o en alemán por aquí y por allí. Raramente permite que otro hable. Quiere la última palabra. Tiene la certeza de que está por encima de los demás. Su auditorio suele asentir en silencio, temeroso de mostrar su ignorancia.

TENGO MUCHA CLASE Critica a los otros por cómo visten, cómo hablan, cómo se comportan. Los juzga y los clasifica basándose en su propio estándar. Explica dónde compró qué y lo carísimo que es. Desprecia lo común. Busca lugares exclusivos, únicos..., habitualmente caros. Alardea de la gente chic que conoce. Cuenta adónde ha sido invitado y con quién se ha relacionado. Necesita que le admiren, que le reconozcan como diferente y especial, tal vez porque no se siente así.

POBRE DE MÍ, VICTIMADELASITUACIóN Busca ser compadecido, mover a piedad y generar lástima. Es una forma fácil de obtener 39

atención. ¡Hay tanto salvador suelto! Cuando aparece indefenso, mostrando su vulnerabilidad y alardeando de ella, los muñecos-salvadores de otros ventrílocuos salen disparados de su baúl, prestos a ayudar. Las cosas le pasan, la vida es injusta, no ha tenido suerte, se le acumulan las desgracias, la gente no le trata bien... No asume la responsabilidad de su relato. Así, narra su historia de penas hasta cansar al más paciente, al más generoso, al más atento. No se interesa por el otro, acapara tiempo y se recrea en su mal. Cansa mucho a todos.

ERIZO-NOTEACERQUESAMÍ No es que en determinadas ocasiones despliegue sus púas para defenderse, es que suele ir casi siempre con ellas puestas, listas para pinchar. Este personaje es quisquilloso, hostil, no acepta la cercanía de los demás, desconfía. Considera que los otros son un peligro si se aproximan demasiado. Mantiene las distancias de tal forma que, si uno atraviesa cierto límite, recibe un doloroso pinchazo. No ha aprendido a discriminar el momento adecuado. En el fondo, está muy solo y se queja amargamente de ello. No entiende que la intimidad requiere distancias cortas. Las púas para defenderse son su principal enemigo.

NIÑIT@INDEFENS@ A veces, por sorpresa, sale del baúl y toma la palabra. Mira, asustado, a su alrededor, siente temor y, sobre todo, inseguridad. No confía en sí mismo y busca en los demás aliados y salvadores que den respuesta a sus necesidades. Utiliza su voz, su mirada, su corporalidad para manipular a los otros y conseguir que hagan lo que no está dispuesto a hacer ni asumir. Cuenta con muchas estrategias de seducción que siempre le han funcionado. Modula dulcemente la voz y le tiembla un poquito. Sonríe a medias, como pidiendo perdón. Su indefensión despierta en los demás al salvador que llevan dentro. Así, suele conseguir que muchos ventrílocuos saquen el muñeco-salvador de sus baúles y se erijan como protectores de lo débil, lo vulnerable y lo tierno que lleva dentro. ¡Pobrecito!, es que no sabe, no puede, no le enseñaron, le cuesta tanto, nos necesita tanto, ¡qué sería de él sin nuestra ayuda!, ¡no lo vamos a dejar en la estacada! Sin dictar directamente el guion, el personaje consigue ayuda de los demás sin necesidad de pedirla. Y si alguien no se la da..., es una persona desalmada.

SALVADOR@TODOPODEROS@ Lo conocemos. Lo somos. Es uno de los grandes arquetipos. Ser salvadores nos hace 40

sentir bien: poderosos, competentes, útiles, superiores, fuertes, necesarios, necesitados, reconocidos. Pero si este personaje toma el protagonismo de la función, puede convertirse en insoportable. Porque para que en la obra el salvador tenga un buen papel debe existir alguna víctima o Niñit@Indefens@ que salvar. Si no la hay, se rompe el equilibrio, y el salvador se frustra. —¡Ponte malo para que te pueda cuidar! —dijo la mamá al niño. Terrible pero conocido guion, ¿verdad?

POR FAVOR, ADÚLAMEUNPOCO Busca desesperadamente la aprobación, la admiración y la loa de los demás. No le importa que no sean ciertas: «¡Dime que soy magnífico aunque no lo creas así! Dime que soy el mejor, el más guapo, el más inteligente, ¡el más de lo más!». Deficitario de vitaminas emocionales, se desdibujó en algún momento y necesita que las palabras de los otros lo dibujen como se imaginó. A cambio de recibir adulación, está dispuesto a pagar un elevado precio. Es capaz de arrastrarse, de esconder su realidad, de dejar de ser quien en el fondo es. Se alimenta de falsedad. Algunos de estos personajes se lo creen tanto que toman vida y el control del ventrílocuo, y acaparando la escena, elaboran un único relato.

PERSONAJES ENCERRADOS, REPRESIÓN EMOCIONAL, REBELIÓN DE MUÑECOS ¿Cuánta humanidad hay en el autómata, y cuánto de autómata en el ser humano? El ventrílocuo se quedó sin palabras porque, bloqueados y encerrados en el baúl del subconsciente, los diferentes muñecos que lo componen están aprisionados y en silencio. El ventrílocuo teme dejarlos salir. Tiene miedo de lo que podrían contar a los demás. Lo que siente en su interior es doloroso y caótico. Está convencido de que, si permite que sus personajes se expresen, los espectadores sentirán tal desagrado y tal rechazo que acabarán dejándolo solo a él y a su teatrillo. Así pues, ante la duda, prefiere dejar de expresarse. Sella la boca de sus muñecos con cinta aislante y, uno a uno, los mete en el baúl. Cierra con llave la tapa y se sienta encima. 41

De este modo, acaba provocando lo que tanto temía que pasara: ahora está solo, sin los demás, pero —lo que es más peligroso de todo— sin él mismo. El ventrílocuo pierde el control de los muñecos y ya no es dueño de su relato. Tal vez, desde dentro de la caja, ellos murmuren historias por su cuenta. La represión emocional es un encierro. Desconectados y sin voz, algunos aspectos de nosotros mismos quedan silenciados. ¿Qué ocurre con aquellas emociones que no nos permitimos sentir, experimentar o expresar? ¿Acaso desaparecen por el hecho de ser ignoradas? ¡De ningún modo! Siguen su curso, pero ahora es un curso alterado. Las emociones reprimidas se van descomponiendo, generando tóxicos que acaban corrompiendo lo mejor de uno mismo. Si las mantenemos encerradas demasiado tiempo, si reprimimos la expresión de nuestros muñecos, podemos acabar provocando una rebelión. En el momento más inesperado, van a romper el baúl y saldrán descontrolados a derrocar al ventrílocuo. Lo más inteligente sería dialogar con todas nuestras voces y atender a sus sorprendentes relatos. Y necesitamos mucha valentía para hacerlo.

UN SOLO MUÑECO EN EL BAÚL Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo. MARCO TULIO CICERÓN

Al muñeco le han dicho que en la vida uno debe ser alguien. Llega un momento en que se da cuenta de lo importante que es ser más específico. A veces, ventrílocuo y muñeco son uno. ¿Tanta unidad no puede acabar siendo rigidez? ¿Monolítico o coherente? ¿Pensamiento único o pensamiento múltiple? Si no dudamos, no podemos plantearnos nuevas realidades. Afortunadamente, el ser humano no viene programado. El hecho de cuestionarnos nos pone delante de nuestra libertad y responsabilidad. Dos situaciones posibles: una, el ventrílocuo acaba fusionando a todos los muñecos en un único personaje, de modo que su yo dialoga consigo mismo sin verse fragmentado; dos, el ventrílocuo da tanto protagonismo a uno de sus muñecos que este, al final, desplaza a los demás, y por tanto, aquel queda limitado a un único personaje y pierde su repertorio de roles. 42

Afirmaba Karl Heisenberg que la búsqueda de lo uno ha desempeñado, sin lugar a dudas, un papel similar en el nacimiento tanto de la religión como de la ciencia. La búsqueda de nuestra propia unidad y el deseo de superar la fragmentación interna no debería hacernos olvidar que las diferentes partes que nos componen son interdependientes. Cuando alguien las ignora para crear un único personaje sin grietas, puede volverse rígido internamente, sin capacidad de adaptación, fluidez y flexibilidad, características cada vez más necesarias en este mundo incierto.

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_______________ 11. Maya es el nombre con el que, según el hinduismo, se representa a los engaños de la mente. 12. Erich Fromm, Anatomía de la destructividad humana, Madrid, Siglo XXI, 1975.

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CAPÍTULO TRES

EL RELATO El relato siempre se mueve entre las aguas de la existencia y las profundidades de la vida.

BABEL Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia Oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». Mas Yahvé descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahvé los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahvé la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie.13

SILENCIO Y PALABRAS ¡Que se haga la luz! GÉNESIS 1, 1-4

Al principio no fue la palabra, sino el silencio, y del silencio emergió la palabra con sentido.14 Para vivir en armonía es clave usar el lenguaje reflexivo y la palabra que nace de una mente clara, en silencio y serena. Porque la mente se parece a un lago cuando está tranquilo, puede verse el fondo; pero cuando está picado por el oleaje, se vuelve opaco y 45

oscuro. Escribió Alejo Carpentier: «Silencio es palabra de mi vocabulario. Habiendo trabajado la música, la he usado más que los hombres de otros oficios. Sé cómo puede especularse con el silencio; cómo se le mide y encuadra. Pero ahora, sentado en esta piedra, vivo el silencio; un silencio venido de tan lejos, espeso de tantos silencios, que en él cobraría la palabra un fragor de creación. Si yo dijera algo, si yo hablara a solas, como a menudo hago, me asustaría a mí mismo».15 Sin el silencio interior, aparece Babel, una torre símbolo de confusión e incomunicación, donde todos hablan y nadie escucha, donde cada persona habla un idioma distinto y no se comprenden los significados de los demás.

LA CASA DE LA PALABRA A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo, y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido. En la casa de las palabras había una mesa de los colores. En las grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino.16 La palabra nace en nuestro interior, en la casa de la mente, y pronto aprende a volar hacia el corazón para llenarse de todos los colores de las emociones. Se viste, según los casos, de luz o de sombra, se protege en muros densos para sentirse segura, o bien se arriesga a volar libre, sin defensas y sabiéndose vulnerable, pero al mismo tiempo suficientemente fuerte para la aventura de la comunicación que la espera. Puede nacer de un silencio lleno de reflexión o puede aflorar del pozo de la inconsciencia, donde, a veces, se cría y crece. Cuando parte del silencio, la palabra suele ser precisa y coherente, hija de la verdad que cada uno de nosotros lleva en su interior. Cuando aflora del pozo de la irreflexión y el miedo, se transforma en un dardo que hiere a quien se cruza en su camino. La palabra vive en nosotros y nos construye. Las palabras que nos llegan en la infancia son piezas con las cuales vamos a ir levantando nuestro edificio interior. Si provienen de casas amorosas nos acarician y nos dan energía para enfrentar las dificultades y peligros de este mundo incierto y en constante transformación. En cambio, 46

si vienen de casas cerradas o de pozos profundos, si nacen del miedo, del caos emocional o del ruido interno, pueden llegar a hundir edificios de incipiente construcción personal, a desequilibrar su base o a sabotear la creatividad y la belleza de la obra. Nuestro autoconcepto y nuestra autoestima se nutren de estas piezas: palabras que curan, consuelan, animan, retan, unen, o palabras que hieren, prohíben, aprisionan, hunden y dividen. La Casa de la Palabra se encuentra en Mali y forma parte de una sabia tradición: En un pequeño poblado perdido de Mali se halla la Casa de la Palabra. La gente de la tribu va allí a negociar para llegar a acuerdos y solucionar los conflictos. Aquella casa se levanta sobre columnas de fango prensado y no tiene paredes. Solo está cubierta por un tejado de paja y ramas. Sin barreras ni muros, las palabras pueden fluir, volar a su aire y danzar enlazándose unas con otras. La casa mide un metro veinte de altura, aproximadamente. Para poder entrar en ella es preciso agacharse y bajar la cabeza. Así —nos dicen—, quien entra recuerda que es preciso ser humilde para comunicarse con los demás. La Casa de la Palabra no tiene muebles. Los que van a dialogar se sientan unos ante otros. Nos explican que si uno de los negociadores, llevado por la ira o por la pasión de la discusión, se levanta agitado para abalanzarse sobre el otro, se da un fuerte golpe en la cabeza con el techo. El dolor que siente le recuerda que es necesario ser paciente y que dejarse llevar por las emociones solo sirve para finalizar el diálogo.17 ¿Cómo es nuestra Casa de la Palabra? ¿Qué sucede si nuestra mente es como una casa oscura, con gruesos muros sin ventanas; un edificio que hace años que no se reforma, oxidado y lleno de grietas; un lugar cerrado que no deja entrar nuevas ideas, que no se alimenta de la realidad ni de sueños? Los muros que cierran nuestra mente están formados por creencias, certezas y dogmas bien establecidos e inmunes a la revisión y al cambio: «Eso es así y basta», «Porque te lo digo yo», «Siempre se ha hecho así», «Estás equivocado», «No puedo», «Eso no es posible», «¿Para qué vamos a complicarnos la vida?»... Rutina, tradición, etiquetas, juicios de valor… Pontificamos con cierto orgullo pensando que «tenemos razón». En nuestro modelo de ecología emocional,18 nos planteamos que no se trata tanto de quién tiene la razón, sino de adónde nos ha llevado a cada uno de nosotros esa razón que tanto reivindicamos. Porque «la razón no se tiene», sino que «se ejerce», y este ejercicio puede hacerse de forma incorrecta. ¿Acaso no es preferible construir una mansión mental abierta a los cuatro vientos, con un cartel de «constantemente en obras», donde entre la luz del conocimiento, la magia de los paisajes humanos, la melodía de la música, de las emociones y las experiencias de todas las 47

personas que la visiten? Los conflictos y las crisis forman parte de nuestro paisaje diario y es preciso aprender a abordarlos bien. La Casa de la Palabra de Mali nos recuerda la importancia de la humildad y que es necesario dirigirnos al otro partiendo de una mente limpia y ordenada, y de un jardín emocional bien cuidado. Solo así las palabras en lugar de ser dardos que hieran se convertirán en verdaderas semillas y puentes de diálogo.

NOS CUECEN CON PALABRAS No abras los labios si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio. PROVERBIO ÁRABE

Somos seres simbólicos. Nos cuecen con palabras. Nos amasan con ellas. Y más adelante, somos nosotros mismos quienes nos amasamos y cocemos. Con palabras dardo o palabras puente. Palabras que crean, palabras que destruyen. Palabras que intentan evitar el sufrimiento, palabras protección, palabras defensa, palabras que curan. Palabras que dañan, palabras dulces, palabras ácidas, palabras humildes, palabras agresivas, palabras consoladoras. Palabras en frascos de colores, expuestas en la Casa de la Palabra, para que nosotros, poetas de la vida, las elijamos según nuestra inspiración. Ahí se originan los relatos.

SIN NEUTRALIDAD POSIBLE 48

El lenguaje no es emocionalmente inocente. «Imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida», afirmaba Ludwig Wittgenstein.19 La palabra es una forma de energía vital que podemos poner al servicio de la vida o en su contra. Existe una conexión entre pensamiento y palabra, entre mentalidad y fisiología del ser humano. Una de las herramientas más poderosas que nos fueron dadas a las personas es nuestra capacidad de expresión verbal. El poder de la palabra es tal que puede generar bienestar, creatividad, armonía y equilibrio, o por el contrario, malestar, confusión, desequilibrio y caos. Tal es su fuerza. Así pues, las palabras no son neutras y delatan nuestra manera de mirar y ser en el mundo, nuestras experiencias, deseos, expectativas, creencias y emociones. ¿Somos conscientes de la carga emocional de las palabras que utilizamos? Transportan mochilas virtuales repletas de positividad o negatividad, de atracción o aversión. En función del sentido que les damos, nos conectan con la alegría o con el dolor, con la confianza o con el miedo, con la ira o con la serenidad. Cuando convertimos los pensamientos en palabras agresivas, acabamos padeciendo los resultados de esta comunicación violenta. Un solo minuto entretejiendo pensamientos negativos deja nuestro sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. ¿De qué catálogo de palabras disponemos? ¿Cuál es nuestra palabra más pronunciada? ¿Tal vez amor, tal vez no, tal vez adiós?, ¿tú, yo, nosotros, hola, gracias?, ¿adelante, lucha, imposible? «Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras»,20 decía el poeta Neruda. ¿Qué hacemos con este tesoro? ¿Qué nivel de competencia tenemos a la hora de elaborar un relato? A veces, nos perdemos con las palabras, y otras, ellas nos pierden. Sea como fuere, tomar conciencia de su poder es esencial parar mejorar en su buen uso.

FASCINADO POR LAS PALABRAS —¿Qué relación tienes con las palabras, Muñeco? —Siempre me han fascinado. De pequeño, cuando estaba solo, las decía en voz alta, jugaba con ellas, las soltaba al aire, las pronunciaba bajito o gritando fuerte. Me las decía a mí mismo casi sin abrir la boca, permitiendo que me resonaran en el estómago. —¿Cuál es para ti la palabra más luminosa? 49

—Amor. —¿Y la palabra que más te duele? —Rechazo. —¿Y la que más te consuela? —Son dos: estoy aquí. —¿La que más te apena? —Adiós. —¿La que más te libera? —Adiós. —¿La que más te cuesta decir? —Adiós. —Te debes haber equivocado en la respuesta, Muñeco; has repetido palabra. —No. En determinadas ocasiones, la palabra adiós para mí equivale a pérdida, y por eso siento tristeza y me cuesta decirla. En cambio, en otros casos, decir adiós puede ser liberador; por ejemplo, cuando suelto una relación que me resulta destructiva o un trabajo que me hace enfermar. —Entendido, seguimos. ¿Cuál es la palabra más burbujeante? —Ilusión. —¿La más suave? —Ternura. —¿Y tu palabra preferida? —Vida.

NOS RELATAMOS PARA VIVIR La vida solo son secuencias de momentos. Si encadenas estas secuencias, la vida cambia. RICHARD DAVIDSON

¿Cuántos relatos comienzan con el afán de ser originales y se quedan en simples copias? El universo no está hecho de átomos. Está hecho de historias, de palabras que flotan en el aire, palabras dichas desde la verdad y el amor, o desde la ira y el temor. «La palabra que decimos / viene de lejos, / y no tiene definición, / tiene argumento. / Cuando dices: «nunca», / cuando dices: «bueno», / estás contando tu historia / sin saberlo», explica el poeta Luis Rosales.21 Hilvanamos relatos que nos explican para poder comprendernos a nosotros mismos. Un relato está compuesto metafóricamente por infinidad de semillas que se 50

convierten en nuestro bosque de la vida. Cada árbol que nace es una historia de posibilidades, realidades e interacciones con el viento, el agua, la naturaleza, los pájaros, el tiempo... Un relato nos expone, nos muestra y nos hace vulnerables. Tal vez por este motivo, nuestros antepasados inventaron los cuentos, los mitos y las metáforas como vestidos que disfrazan de alguna forma las intenciones del discurso para hacerlo menos evidente.

DONDE NACE EL RELATO La existencia tal vez se aloje en la imaginación de alguien. FERNANDO TRÍAS DE BES

Los relatos beben de nuestros recuerdos y de nuestra imaginación. Los recuerdos son energía en movimiento plasmada en forma de imágenes y palabras que se entrelazan para componer un relato coherente. Cuando intentamos compartir los recuerdos, nuestra mente consciente genera un discurso creativo que reinterpreta lo pasado desde el presente, y lo hace con los recursos actualmente disponibles. La frontera entre el recuerdo real y la imaginación difícilmente es clara. En el relato, lo más lógico o racional no siempre es lo más certero o adecuado. Explicamos a otros para explicarnos a nosotros mismos, y de ahí, deriva el poder terapéutico de la comunicación. Al hilvanar nuestros recuerdos, para hacerlos comprensibles a los demás, en el fondo estamos dando sentido a lo vivido. Para poder relatar es necesario poder soñar. Y el derecho a soñar no se halla en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, porque este es un derecho que solo nos podemos otorgar nosotros mismos.

SHEREZADE: SEDUCIR NARRANDO Las palabras tienen, pues, un poder oculto por cuanto evocan. Su historia forma parte de su significado, pero queda escondida a menudo para la inteligencia. Y por eso seducen. ÁLEX GRIJELMO

Anhelamos el reconocimiento de los demás. Es una necesidad básica del ser humano. Somos porque alguien nos mira, alguien nos habla, alguien nos cuenta, alguien nos tiene en consideración, alguien nos escucha, alguien nos da respuesta. 51

Somos porque pertenecemos a un grupo humano que nos percibe singulares, importantes y no intercambiables. Somos parte del relato de muchos otros. Porque si no nos ven, miran, escuchan, tocan, aman…, ¿acaso somos alguien? Tal vez por ello invertimos tanta energía en hacernos sentir, y no es extraño que desde que nacemos intentemos seducir a los demás. De hecho, ¿hay alguien más seductor que un bebé? Los adultos nos quedamos mirando embobados sus muecas, cada cosita que hace, sus ruiditos, sus sonrisas, sus ademanes… ¡Qué sabia es la naturaleza! Sin esta capacidad de seducir, no habríamos podido sobrevivir. Sherezade utilizó la seducción mediante la palabra para que el sultán no la matara. Así, iba encadenando palabras con tanto arte que él la mantenía viva para saber cómo seguía el relato de Las mil y una noches. No obstante, puede ser peligroso disponer solo de la seducción por la palabra como único recurso. Alguien que habla bien, con precisión, con destreza y con arte seduce, pero si la palabra no se convierte en acción, será como humo que no se consolida y se difumina en el aire. «Es un cuentista», se dice de alguien así. Mucho «bla-bla-bla», pero ¡nada! Seduce al auditorio con sus palabras —como hacía el flautista de Hamelín con su música—. Pero la distancia entre seducir y manipular es muy sutil. En ambos casos se necesita a más de uno: el que seduce y el que es seducido, el que manipula y el que se deja manipular. Son relaciones de poder. Veremos que el ventrílocuo puede llegar a ser todo un artista en el uso de la palabra. Álex Grijelmo, en un bello libro titulado La seducción de las palabras, resume poéticamente esta idea: A veces podemos dejarnos llevar, conscientemente, por la música y el valor propio de las palabras. Admiraremos el talento de un poeta que nos envuelve, o la elegancia de un amante que habla a su pareja con frases elevadas para pedirle lo que, expresado de otro modo, podría constituir una bajeza. Y con el mismo gusto con que nos hundimos en el ritmo de un poema podremos desentrañar la retahíla mentirosa de un pelagallos. Cómo se elige cada palabra para el momento adecuado, cómo se expresa con música lo que en realidad es un ruido, cómo se tocan los lugares sensibles de nuestra memoria… Eso es la seducción de las palabras. Un arma terrible..22

DEL «ERES UN…» AL «SOY UN…» 52

La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la cosa más fácil es hablar de los demás. TALES DE MILETO

Un recién nacido no tiene autoestima porque carece de conciencia de sí mismo y hará falta mucho tiempo para que se dé cuenta de que existe separado de los demás. A medida que vaya creciendo, los adultos le hablaremos, le contaremos nuestros relatos, le explicaremos cuentos y emitiremos juicios de valor sobre quién es y quién deja de ser. Recibirá una lluvia de palabras: algunas palabras-dardo y otras palabras-puente; palabras que le dañarán o curarán, palabras que le capacitarán o incapacitarán y le hundirán en la miseria más absoluta. Recibirá muchos eres: eres lindo, feo, alto, bajo, bueno, malo, inteligente, tonto, capaz, incapaz… Y un día, ya mayor, y en ausencia de sus ascendientes de referencia, aquel bebé, convertido en adulto, se encontrará repitiendo palabras y juicios sobre sí mismo heredados y no filtrados. El «eres...». se ha convertido en «yo soy…». Ya ha adquirido una creencia que va a afectar a su autoestima en positivo o en negativo, y por tanto, a su vida. Así, pasamos de receptores a protagonistas y actores de un guion no escrito por nosotros mismos. Y pagamos el precio de un relato que, tal vez, no se ha vuelto a revisar.

LÍNEAS DE FUERZA EMOCIONALES DEL RELATO El lenguaje se deteriora, pero es función de los poetas revalorizar las palabras. OCTAVIO PAZ

Las líneas de fuerza emocionales son las que dan a los relatos potencia, capacidad de influencia y poder. Son las que permiten revelar el mensaje que se esconde, las que nos mueven a querer saber más, las que nos seducen positivamente. Hay diferentes elementos que es importante considerar y que tienen una gran influencia emocional. Nosotros vamos a centrarnos en estos: impacto, coherencia, creatividad, creencias, emociones, expectativas, foco, sencillez y humildad, verdad y alma.

IMPACTO: ¿SEMILLAS O DARDOS? Un lenguaje consciente es un lenguaje responsable. SERGIO SINAY

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¿Qué efecto pueden producir nuestras palabras? Nuestros relatos ponen a prueba nuestra integridad. Cada palabra que pronunciamos es energía viva lanzada al medio y, por lo tanto, tiene un impacto en el mismo en forma de energía equilibrante o desequilibrante. El relato que no ha pasado por el corazón solo se comprende con la mente, pero no aporta comprensión plena. ¿Con qué tipo de palabras construimos nuestros relatos? ¿Palabrasdardo o palabrassemilla? Cuando utilizamos las palabras-dardo, actuamos de forma agresiva, invadimos, golpeamos al otro con ellas, creamos un clima tóxico donde el amor no puede crecer, matamos su inspiración y neutralizamos su motivación. ¿Cuántas palabras-dardo hemos recibido y hemos emitido desde que nacimos? Mensajes de desastre, de incompetencia, de fracaso, de enfermedad, juicios de valores, rumores, basura emocional lanzada al medio en forma de palabras descontroladas, hirientes, irrespetuosas, que faltan a la verdad y que contaminan donde llegan provocando un calentamiento emocional global peligroso. Como proyectiles, las palabras nos penetran, hacen mella en la memoria emocional y sedimentan, poco a poco, hasta consolidarse: «eres un desastre», «todo lo haces mal», «no sirves para nada», «no serás nada en la vida», «eres un inútil», «eres un egoísta», «no lo vas a conseguir nunca», «nadie te querrá», «eres malo», «estás loco»... Interrumpimos, no escuchamos, nos impacientamos, juzgamos… Este equipaje pesado dificulta nuestro camino. Nuestras creencias nos mueven de forma consecuente: «si todo lo hago mal..., para qué intentarlo»; «si no sirvo para nada..., mejor paso de todo»; «si ya me han colgado la etiqueta de inútil..., para qué decepcionarlos»... Así, las palabras-dardo perseveran en el tiempo, incluso cuando ya no viven las personas que las pronunciaron. A partir de ahí es posible que acabemos asumiendo un rol de víctima y aceptemos como normales las agresiones de cualquiera. Una vez que se consolidan las creencias a partir de los discursos recibidos, es difícil reinterpretar y rehacer nuestro relato, pero no imposible. En cambio, cuando nos valemos de las palabras-semilla, podemos entrar en otro corazón sin invadirlo, sembramos ideas que pueden echar raíces potentes, y así, los sueños que están latentes pueden germinar, crecer y convertirse en realidades. Con estas palabras creamos relatos-puente, que unen y curan. Tienen un impacto positivo en nosotros mismos y en los demás. Son vitaminas emocionales, consuelan, sanan, animan, capacitan, enseñan. Las palabras-semilla nos conectan con emociones como la gratitud, la ternura, la valentía, la confianza, el amor, que se contagian positivamente y generan bienestar emocional y crecimiento personal. «Tú puedes lograrlo. Confío en ti. ¡Adelante!» «Mi mundo es mejor porque tú existes». 54

«Gracias por tu escucha, por estar ahí». Estas palabras que alguien sembró en algún momento acaban integradas en nuestra Casa de la Palabra y dan buenas cosechas. Así, mejoran nuestra autoestima, y es desde aquí desde donde podemos darnos estos mensajes a nosotros mismos. «Yo puedo lograrlo. Confío en mí. ¡Adelante!» «Existo, y puedo mejorar el mundo con mis acciones». «Voy a escuchar las diferentes voces que me acompañan. Voy a estar atento a los mensajes que me regalan y a actuar en consecuencia».

COHERENCIA Con buenas palabras se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras. LAO-TSE

Explico lo que hago ante una situación. El hecho que explico ocurrió. El significado que doy al hecho es otra cosa muy diferente. La vida me interroga. Yo respondo con una acción, silenciosa o no. El «sí, pero no». El «no, pero sí». Son los leit-motiv de la contra-dicción, de la incoherencia y la división que nos produce el hecho de faltar a lo que somos. Somos seres sentipensantes, inmersos en determinado contexto social y cultural que nos condiciona. La coherencia no es en ningún caso un valor absoluto que defender. Uno puede ser muy coherente intentando destruir a alguien que ve como adversario. En nuestro modelo de ecología emocional,23 proponemos la coherencia orientada al valor del amor, del cuidado a la vida, de la preservación de todo lo que es sensible y valioso. Relata tal y como piensas, si no acabarás pensando tal y como relatas. Cuando lo que decimos nos contradice profundamente, algo muere en nosotros.

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Al volver a narrar un relato sin cambio alguno, podemos descubrir con sorpresa cuánto hemos cambiado nosotros. Algo se nos rompe por dentro. En este sentido, vamos a poner la palabra al servicio de estos valores y, para hacerlo, en primer lugar, debemos ordenar el caos que hay en nuestro interior. La metáfora del eje PEA24 (pensamiento – emoción – acción) nos puede servir para generar un relato que dé fuerza y sentido a lo que planteamos: estas tres dimensiones deberían hacer equipo entre ellas. Si las tenemos presentes al elaborar nuestro relato, nos sirven para ordenarnos y lo clarifican. Lo que pienso al respecto es… • Lo que siento es… • Lo que quiero hacer, elijo hacer, necesito hacer, voy a hacer… es • Pienso (considero, valoro, opino...) que… y siento…, por lo que pido (quiero, no quiero, solicito, estoy dispuesto a...) La coherencia es fuente de salud emocional, mientras que la fragmentación nos desequilibra, nos divide y genera sufrimiento. Los relatos coherentes nos hacen sentir acompañados y generan nuevas energías y apertura a la experiencia. Una cadena de relatos es tan fuerte como su anilla más débil. Lo que no encaja…, aquel detalle pequeño que en apariencia no tiene importancia, puede acabar generando olas de destrucción en la argumentación supuestamente más sólida. Los investigadores saben mucho sobre la importancia de la coherencia, sea en una investigación científica, médica o policíaca. Nos delatamos hablando. Recordemos estas palabras: «Habla solo si tienes palabras más fuertes que el silencio; si no, guarda silencio». Escribió Gioconda Belli: «Vivimos en constante tensión entre la violencia y la belleza».25 Luchamos interiormente para conciliar las partes, a veces contradictorias, que nos constituyen. Ignoramos algunas de ellas y reafirmamos otras. De forma inocente, creemos que «si no reconocemos algo, es que no existe». Craso error. Más que eliminar es preciso integrarlo, reconducirlo o canalizarlo. Apreciar y generar belleza puede ser una vía para reducir la tasa de violencia. La verdadera sabiduría tiene mucho que ver con la coherencia y la salud emocional de nuestra alma. «Mis títulos no son de sabio, son de enamorado», decía Pedro Salinas, una bella forma de narrar con pocas palabras todo un posicionamiento vital.

CREATIVIDAD Somos facilitadores de nuestra propia evolución creativa. 56

BILL HICKS

Rebobinar, play, delete, corta-pega, nota a pie de página, resaltar, cursiva... Hay un tipo de personas muy creativas al relatar. Utilizan todos los recursos disponibles para resaltar, conmover, mover, manipular, seducir, convencer, explicar... Algo legítimo. Y, no obstante, a veces se pierde naturalidad. La sencillez es importante y radica en mostrarnos tal y como somos sin adornos. El lenguaje claro, honesto, responsable, está orientado a crear. En ocasiones, únicamente somos capaces de explicar la sombra de la realidad, y esto nos limita. Como en la caverna de Platón, trasladamos a los demás solo algo parecido a la sombra de lo que quisiéramos narrar. Para ser creativo en el lenguaje es preciso entrenamiento y una buena base de contenido, haberse impregnado de muchas palabras, haberse leído muchos cuentos y libros, haber trabajado con diccionarios, ser buenos oyentes y muy curiosos. Es necesario perder el respeto a las palabras, jugar con ellas, dibujarlas y, también, cantarlas, decirlas en voz bajita y con voz poderosa, cambiar el tono, saltar con su melodía, recitar… La creatividad admite vestidos diferentes. El mismo mensaje puede llevar distintos trajes en función de la misión del relato. Palabras serias, sobrias, austeras, musicales, largas, cortas, divertidas, alegres, tristes, pesadas, difíciles, combinadas. Todas ellas al servicio del ventrílocuo. Todas ellas en la Casa de la Palabra, donde acuden los poetas, y los que no lo son tanto, a elegirlas y sacarlas de los tarros en los que alguien las depositó mágicamente un día sin fecha.

CREENCIAS Filtros de realidad, las creencias pueden limitar la mente como murallas que esconden otros caminos posibles. ERCEM

Las creencias condicionan el relato, lo limitan o lo abren. A veces, pueden ser tan cerradas que nada queda por decir. «Yo tengo la razón» es una afirmación que cierra todo tipo de diálogo. «No es posible» niega cualesquiera hipótesis alternativas o elucubraciones creativas para buscar otros caminos. Construimos las creencias en un proceso lento e imparable. Son como un software para nuestro cerebro, unas instrucciones que van a permitir que nuestra mente funcione o se quede bloqueada. Los juicios que otros hacen sobre nosotros, las afirmaciones capacitadoras o destructoras de la autoestima, las frases hechas con las que somos bombardeados desde niños pueden acabar –si no las filtramos – convertidas en creencias. 57

Cuando no conocemos algo, tendemos a negarlo. Si queremos conocer cuáles son las creencias de alguien, solo hay que analizar su relato. Lo que creemos se muestra de forma implícita en las palabras que utilizamos y en las frases que formulamos. Veamos algunos ejemplos: No es lo mismo decir «el hombre» o «la mujer» que «la persona». En el momento actual, cuando hablamos de aspectos que atañen a ambos sexos, es importante contemplar el uso de un término genérico que los incluya a ambos. Los términos persona, humanidad, infancia o similares indican que quien los está utilizando está buscando un lenguaje que englobe, agrupe, reúna. El que apela a ellos en lugar de utilizar los habituales «el hombre» o «los niños» muestra sensibilidad para igualar en vez de separar. Hay quien usa y abusa de absolutos: siempre, nunca, jamás, todo, nada, ninguno... Hay quien matiza y es más preciso: bastante a menudo, hasta este momento no, algunos, pocos… Hay quien habla sin asumir la primera persona, buscando culpables: la gente, los demás, el gobierno, los otros... Hay quien habla desde el yo: siento, pienso, digo, hago, asumo… Nuestras palabras acaban revelando nuestras creencias y valores; raramente son neutras y cuentan a los demás quiénes somos.

EMOCIONES ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se elimina? Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. MATEO 15, 16

En las entradas de los templos hindúes, el primer peldaño del pórtico tiene en su pie dos caras de demonios esculpidas. Uno simboliza los celos, y el otro, la ira. Nos recuerdan que para entrar en el templo con el corazón a punto es necesario desprendernos de estos dos demonios. Así, el espacio de relación que construimos con otras personas debería ser un espacio protegido; metafóricamente hablando, un templo. ¿Cuántas veces entramos ahí sin habernos desprendido de nuestros demonios? Cuando nos hablamos mal, anclados en emociones desequilibrantes, añadimos una dosis de sufrimiento evitable al clima emocional compartido. Es necesario, pues, gestionar las emociones caóticas antes del encuentro. Desde nuestra perspectiva esto es practicar la higiene emocional. Nuestros relatos serían en blanco y negro sin la luz y el color que aportan las emociones. ¿Desde qué emoción hablamos? 58

¿Desde la ira o el odio? Los relatos llenos de ira y odio tienen que ver con la miseria moral. ¿Desde los celos? Estos relatos nos hablarán de nuestro sentimiento de vacío, de inseguridad y de posesión, de nuestra creencia de que otra persona puede ser de nuestra propiedad. ¿Desde el miedo? En el relato, los miedos, como los límites, muchas veces son solo ilusiones. Pero anclados a los miedos, nos quedamos en zona protegida y dejamos de explorar. ¿Desde la calma, la ternura, la gratitud…? Entonces, nuestro relato es claro, cálido, repleto de vitaminas emocionales que generan bienestar a quien lo recibe. Cada palabra lleva consigo una carga emocional que puede aportar paz o sufrimiento, curar o dañar, desesperar o consolar. El mismo suceso narrado por muñecos diferentes nos puede conectar con tonalidades emocionales totalmente distintas. La narración que una persona hace de su vida puede ser antigua y puede no haberse actualizado. Sería como si su relato hubiera sido congelado durante tanto tiempo que necesitara toda la calidez del corazón para recuperarse.

EXPECTATIVAS —Parece como si fuera la primera vez que te enamoras. —Sí, lo parece. STANLEY DONEN, CHARADA

No experimentamos el mundo; experimentamos nuestras expectativas sobre el mundo. Encontramos lo que esperamos. De eso se encarga nuestra mente. Se hace, de este modo, realidad la profecía. Relatamos lo que esperamos que sea o lo que nos habría gustado que hubiese sucedido. Cuando esperamos con anhelo, en nuestro interior se produce una lucha entre lo que estamos viviendo y lo que se supone que debería ser. Y focalizados en lo que deseamos, vivimos como pérdida lo que aún no ha sucedido. Focalizados en ello, nos perdemos lo que sí que es. Al aspirar a ser aceptados y reconocidos por los demás, somos capaces de fabricar, cambiar o deformar nuestro relato para adaptarlo a sus expectativas. Así, podemos traicionar nuestra propia esencia, limitándonos a interpretar un guión ajeno que acabará causándonos daño. Locus de control interno o externo Locus = el lugar desde donde elaboramos el relato. ¿Desde afuera –locus de control externo–, o como protagonistas de una situación –locus de control interno–? ¿Asumimos 59

las responsabilidades, o bien buscamos culpables? Responsabilidad respecto a nosotros mismos: ¿Cómo nos hablamos? ¿Somos comprensivos y benévolos? ¿Sabemos consolarnos y animarnos cuando van mal las cosas? ¿Hacemos algo para mejorar nuestra competencia en el uso de las palabras? O por el contrario, ¿nos reñimos, hacemos autosabotaje, nos faltamos al respeto, nos insultamos y menospreciamos? Responsabilidad respecto a los demás: ¿Qué palabras lanzamos al exterior? ¿Son palabras-puente, semillas limpias, respetuosas y amorosas, o bien palabras-dardo que hieren, contaminan y provocan sufrimiento? Responsabilidad respecto al mundo: ¿Cómo nos relacionamos con el ecosistema en el que participamos? Es curioso que algunas personas elijan siempre a su favor. Cuando los otros ganan, dicen «hemos ganado»; cuando los mismos pierden, dicen «han perdido». Otros, en cambio, funcionan al revés: cuando unos ganan, dicen «han ganado», y cuando los mismos pierden, dicen «hemos perdido».

FOCO De la abundancia del corazón habla la boca. LUCAS 6, 45

Nuestra mente consciente es más limitada que nuestra mente inconsciente. La primera se parece a un telescopio que apunta al cielo. Al mirar a su través, podemos observar grandes y lejanas cosas, pero, en realidad, solo estamos viendo una pequeña porción de la cúpula celeste. De forma parecida, ocurre con nuestros relatos. Estos reflejan la dimensión y la profundidad con las que nos posicionamos en la vida. Decía C. G. Jung: «Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino». Este fenómeno de conciencia selectiva puede ser tanto nuestra salvación como nuestra maldición. ¿Vamos a relatar lo positivo que hemos vivido en la vida, los dones, las oportunidades, lo que nos ha sido dado gratuitamente? ¿Vamos a centrarnos en las personas que nos han amado, nos han acogido, nos han cuidado, nos han respetado, nos han acompañado, nos han enseñado? ¿Tal vez vamos a dirigir nuestra atención hacia todo lo que ha ido mal? ¿Haremos un inventario de todos los errores, los fracasos y las meteduras de pata, y nos centraremos en las personas que nos han dañado, nos han insultado, nos han excluido, nos han mentido, nos han ofendido, nos han maltratado? ¿Vamos a mirar más allá de nuestro pequeño mundo personal o a enrocarnos en él, evitando la entrada de los demás? Realmente, todo relato plantea restricciones y oportunidades, y si bien la realidad es la que es, nosotros elegimos con qué gafas vamos a mirarla, con qué filtro y a qué 60

distancia. Escogemos si observamos la vida con microscopio, lupa o telescopio. Y en función de cómo apliquemos estos instrumentos que llevamos incorporados, nuestro relato nos llevará por paisajes emocionales diferentes. De alguna forma, al modificar el enfoque del relato, podemos cambiar el clima emocional en el que habitamos; tal es su poder. Dice el guía a los turistas: —Pero ¿qué hacéis fuera de la camioneta? ¡Hay leones sueltos! —No se preocupe, que no les vamos a hacer nada. Uno pone el foco en proteger a las personas; el otro lo pone en proteger a los leones. En uno de Los ensayos de Michel de Montaigne, hallamos un fragmento muy clarificador: «Estamos contraídos y apiñados en nosotros mismos y nuestra vista no alcanza más allá de la nariz. Preguntaron a Sócrates de dónde era. No respondió “de Atenas”, sino “del mundo”. Él, que tenía la imaginación más llena y más extensa, abrazaba el universo como su ciudad, proyectaba sus conocimientos, su sociedad y sus afectos a todo el género humano, no como nosotros que solo miramos lo que tenemos abajo».26 Lo que decimos desvela quiénes somos. Dependiendo de cuál sea el enfoque, ganaremos o perderemos oportunidades. A través de nuestro relato, damos significado y forma a nuestro mundo, y para conjugar todas sus posibilidades, será preciso estar dispuestos a revisarlo constantemente. Lo esencial y lo superfluo Respecto al foco, deberíamos reflexionar también sobre dos conceptos: lo esencial y lo superfluo, y en cuál de ellos ponemos nuestra atención y energía. Este es un relato narrado por Fromm: Un día un judío neoortodoxo, para el cual llevar barba era un deber ineludible para todo hombre judío, le preguntó a Rabinkow —maestro de Fromm— por qué él no la llevaba. Este, sin dejar el humor, le dijo: —Supongamos que mi vida llega al final y no llevo barba. Una vez muerto y llegado al otro mundo, lo peor que me puede pasar ante el trono de Dios es que me diga: »—Judío Rabinkow, ¿dónde está tu barba? 61

»A lo que responderé: »—Señor, he ahí a un judío sin barba. »Pero cuando tú aparezcas ante Dios, este te preguntará: »—Barba, ¿dónde está tu judío?27 ¿A qué damos valor? ¿Qué consideramos esencial y qué anecdótico en nuestra vida? Piensa qué cosa de las dos siguientes elegirías si se te diera la oportunidad: • Una pluma Montblanc de las más caras del mercado. • Un bolígrafo BIC con un certificado que acredite que lo utilizó Barack Obama para firmar la aceptación de su cargo. Se lo preguntamos a más de 200 personas y el 90 % escogió la opción bolígrafo. ¿Por qué, si la forma tenía más valor en el primer objeto? Pues porque para la mayoría lo importante no era la forma (objeto), sino su significado. Y el significado es totalmente emocional. Son las emociones que vinculamos a un objeto, situación o sujeto las que dan el valor real a lo vivido.

SENCILLEZ Y HUMILDAD Amo las conversaciones sencillas que, al mismo tiempo, te retan y conectan con la vida JAUME SOLER

La sencillez nos aporta libertad interior. Personas sencillas pueden generar relatos de vida éticos y llenos de significado. Incluso la persona que tiene un trabajo repetitivo y rutinario puede darle un sentido gracias a las relaciones que establece con sus compañeros o sintiendo que cada pieza que coloca servirá para pagar la universidad de sus hijos. Ser sencillo no consiste en privarnos de nada esencial, sino de eliminar aquello que no nos aporta valor. Por este motivo, la poesía puede ser la forma más elemental y eficiente de explicar la vida. Cuando la sencillez del relato está íntimamente asociada a la bondad del corazón, se generan espacios de esperanza. Las metáforas, los cuentos, los relatos, las anécdotas, las parábolas… son formas sencillas de conseguir que algo llegue a todas las personas, cruzando las barreras de la razón y de la cultura. Sencillez no significa simplicidad ni superficialidad, todo lo contrario. La importancia de la palabra sencilla es tal que grandes maestros de la humanidad la han utilizado como parte de su pedagogía. 62

No cuesta más esfuerzo crear un gran relato que uno pequeño. Evitemos cargar con palabras de las que no podamos prescindir. Las que de verdad importan no ocupan demasiado: están en el corazón. —¿Y si olvido mi discurso, mi conferencia, mi ponencia? —Si hablas desde el corazón, si hablas de lo que has vivido, has experimentado, has sentido… no te vas a olvidar. Olvidamos la teoría, lo que no hemos asimilado ni integrado. Pero cuando las palabras viajan con su equipaje emocional incorporado, nos habitan por dentro y fluyen en el momento en que las necesitamos. La fuente de la Verdad no se seca. Lo mejor de todo es que cada persona interpreta a su manera lo que oye. El auditorio es el que da significado y extrae sus propias conclusiones. Por este motivo, la sencillez es capacitadora y abre puertas en lugar de cerrarlas con ampulosos verbos que alejan, apartan y hacen desistir a muchos de entrar en la Casa de la Palabra. Si quieres que tu relato vital se mantenga vivo y coherente durante mucho tiempo, conéctate con la humildad. Nadie lo sabe todo. Todos sabemos algo. Los demás pueden ser nuestros maestros. Dejemos de pontificar, de querer crear adeptos. Si lo que yo sé te sirve, lo pongo a tu disposición.

VERDAD Que el relato te recuerde la verdad que hay en ti. ECREM

«¿Dónde debemos buscar la verdad, en la claridad o en la oscuridad?», se preguntaba Heisenberg.28 Tal vez la verdad sea un espejo que se rompió y cada uno de nosotros tenga un pedacito. Decía Schiller que la verdad habita en las profundidades y que es necesario bucear para llegar a ella. Hace falta convertirse en explorador de uno mismo para conseguir alcanzar la esencia que representa. Y esto no es ni rápido, ni fácil, ni evidente; es un trabajo para exploradores emocionales dispuestos a asumir el riesgo de conocerse a sí mismos. «Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su imagen y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal», escribió Nietzsche.29 63

Muchas personas saben que es importante decirse la verdad a uno mismo, pocas se lo creen y menos lo hacen. Según Billy Wilder, «Si quieres decirle a la gente la verdad, sé divertido o te matarán». Saber relatar y conversar es un arte, y decirse la verdad, una elección con consecuencias. Para hacerlo, uno deberá ser consciente de cuáles son los mecanismos de autoengaño en los que cae más a menudo. La verdad no deja de ser una construcción consensuada y cocreada por más de una persona. Y, por ello, la verdad tiene fecha de caducidad. Grandes verdades antiguas se convirtieron en equivocaciones más adelante. Verdades como «la Tierra es plana» o «la Tierra se halla en el centro del universo» ya hace tiempo que caducaron. Es preciso cuestionar la verdad desde la humildad. Decía Marco Aurelio: «Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad».30 Nada hay más peligroso que un relato falso disfrazado de verdadero. Hay personas que guardan formas de la verdad y acaban creyendo que aquello realmente sucedió de tal modo. Si les dijeras que mienten, se sentirían realmente escandalizadas. Entre tanta media verdad y media mentira, se perdieron a sí mismas. Viven vidas llenas de palabras y pocas obras. Su ventrílocuo se ha especializado en crear la situación que mejor encaja y que mayores beneficios le reporta. ¿Qué precio pagamos al hacerlo así? Con el desmentido, perdemos las ganancias conseguidas, pero mantener la ficción puede tener un precio mucho más elevado. Por otro lado, las certezas intimidan, pueden ser inhumanas, acaparan el territorio de nuestra mente y lo impermeabilizan. «En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira», escribió Campoamor. Entonces, ¿todo es relativo? Hablamos de la verdad que reside en nuestro interior, esa esencia que debemos dar a luz y que Erich Fromm propuso como la tarea de toda una vida. Esa verdad en potencia requiere atención, cuidados y amor. Negarnos a nosotros mismos es la peor mentira. Porque quien no se habita no conoce su verdad ni su misión vital. «¿Tu verdad? No, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela», dijo el poeta Machado. La Verdad es una construcción humana conjunta que supera las verdades individuales, más parciales y pequeñas. Y hay muchos obstáculos para que aflore. El más importante es la inconsciencia. Hemos incorporado numerosos mecanismos de defensa para evitar sufrir, y entre ellos, el autoengaño se lleva la palma. La terquedad que a veces mostramos para modificar el relato tiene mucho que ver con la ignorancia. Así, dijo G. K. Chesterton: «Si la historia y la diversidad humana nos han enseñado algo es que es más que probable que haya hombres dispuestos a ser acuchillados en la batalla o quemados en la hoguera antes que admitir que los tres ángulos de un triángulo puedan sumar más que dos ángulos rectos».31 64

ALMA Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma. ESOPO

El alma se refiere al orden central, al núcleo interior de un ser.32 Las palabras viven en los sentimientos, forman parte del alma y duermen en la memoria.33 Su función es humanizar el pensamiento. Sus raíces deberían asentarse en el corazón. A la persona con alma le importa la gente. Es capaz de des-centrarse para pensar qué necesita, qué le va bien, qué le importa, qué desea y qué sueña el otro. Su alma se expresa en su sencillez, en su coherencia y en su verdad. No finge, no hincha su ego para ser mejor visto, no habla para lucirse, sino para servir. Esta generosidad es reconocida por los demás y la buscan. La rareza de este ser le confiere valor a él y a sus palabras, que se convierten en luces que iluminan su camino. Los discursos de grandes líderes que han movido a otros seres a mejorar y a crecer, que han generado energía positiva y han formado parte de la solución de la humanidad, son buenos ejemplos de este tipo de relatos. La expresión más clara del alma reside en el silencio pleno porque hay experiencias para las que la palabra es una energía limitada. Te proponemos pronunciar palabras con alma y poner alma en las palabras y en los silencios. Autoentrevista En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato», y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. P.: ¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? R.: Amor. P.: ¿Y la más peligrosa? R.: Amor.34

TRAMAS QUE DEBILITAN EL RELATO ¿Dónde está la sabiduría perdida en el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?

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T. S. ELIOT35

¡Cuántas vidas empiezan con el afán de ser originales y acaban convertidas en meras copias! Somos el resultado del relato de muchos muñecos que, entrelazando historias, tejen el tapiz de nuestra existencia. Los nudos quedan debajo del tapiz y son tan relevantes que merecen ser contados. En lo que no se dice y lo que no se ve, también reside la fuerza del relato. Nuestra narración, siempre inacabada, se hace, se rehace y se reinventa a partir de nuestras acciones, de nuestra capacidad de iniciar algo y de lo que este algo pueda desencadenar. Se debilita cuando falta la coherencia, cuando no está vinculada al sentimiento y cuando la verdad está ausente. Entonces, se deshilvana, se deshace, se vuelve inconsistente y genera desconfianza.

CUANDO EL RELATO JUEGA EN CONTRA NUESTRA Deshilvanado, el relato se pierde en los entresijos de la mente. ¿Dónde se halla el hilo que puede unir nuestros fragmentos dándoles sentido? Necesitamos conocer lo que guardamos en el cuarto oscuro para así poder llegar a comprender también la oscuridad de los demás. En este sentido, decía Jung que «comprendemos a otra persona de la misma manera que nos comprendemos o intentamos comprendernos a nosotros mismos. Lo que no entendemos en nosotros tampoco lo entendemos en la otra persona». En Elegía para un americano, Siri Hustvedt escribió: «Un paciente me dijo una vez: “Dentro de mí habitan fantasmas pero no siempre hablan. A veces no tienen nada que decir”. Creo que todos tenemos fantasmas dentro y que es mejor si hablan que si no».36 Cuando lo que contamos a los demás no tiene su raíz en la verdad ni en la coherencia, la credibilidad desaparece y, con ella, la confianza y la capacidad de influir. Hay relatos sin línea de continuidad. Ocurre cuando a la persona le faltan piezas. Se las quitaron o las escondieron, y en su ignorancia, su mente elabora piezas de ficción para recomponerlos. Nuestra mente no tolera la ambigüedad y la incertidumbre, y por ello inventamos los cuentos en un intento de rellenar los agujeros de ignorancia. Así, reducimos el dolor de no saber y la incomodidad que sentimos cuando tomamos conciencia de que las piezas no encajan. Es necesario gestionar la incertidumbre de este mundo cambiante y contradictorio, y en el mismo lenguaje, encontramos ejemplos divertidos: todo junto se escribe separado, y separado se escribe todo junto. 66

Hay relatos abstractos y breves que esconden una historia muy larga. De hecho, el ejemplo más claro puede ser el epitafio que algunas personas piden que se coloque en su tumba. En una sola frase expresan destilada la esencia de su vida.

LOS RELATOS QUE NACEN EN UNA JAULA TIENEN MIEDO A VOLAR La idea que no trata de convertirse en palabras es una mala idea; la palabra que no trata de convertirse en acción es, a su vez, una mala palabra. GILBERT KEITH CHESTERTON

Cuando un relato es la repetición constante del pasado es como si estuviera atrapado dentro de una jaula y tuviera miedo a volar. Volar supondría soltar creencias, drenar emociones encerradas desde hace tiempo y aprender a buscar nuevos horizontes que lo expliquen de forma diferente y más amplia. Esto es una tarea creativa y de actualización y comprensión de su significado. En cambio, quedarse encerrado en un relato circular, que se reitera una y otra vez, es más fácil y cómodo que lo anterior, ya que la narración queda como versión única. El ventrílocuo hace recitar al muñeco el texto repetidamente. La seguridad de «lo malo conocido» deja afuera «lo bueno por conocer». Un ejemplo serían los cuentos circulares, en los que al final se vuelve a la situación inicial. Esto supone una vuelta de tuerca, un retorno del ser en sí mismo.37 Este breve relato de Borges, titulado «Un sueño», podría ser un ejemplo: En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma del círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular... El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.

MUCHA FORMA Y POCO FONDO Es un sinsentido deducir que un hombre debe tener algo en su interior, solo porque no hay forma de sacarle nada. GILBERT KEITH CHESTERTON

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La forma es necesaria, aunque debe descansar en un fondo coherente. Es posible hablar mucho e integrar poco. Hay relatos muy adornados, estéticos, pero poco éticos, puesto que faltan a la verdad, son incoherentes y utilizan un lenguaje ampuloso que no dice nada. Hablar sin decir es todo un arte, muy conocido por algunos políticos y personajes públicos. Hay relatos muy largos que contienen un gran vacío. Ellos mismos son puro vacío. Se asientan en fantasías de «lo que pudo haber sido y no fue, pero yo me lo invento». Son relatos que utilizan muchas palabras y perífrasis que esconden el miedo a no tener nada que contar. Esto es algo que desafortunadamente observamos en numerosos discursos políticos. También se da este tipo de relatos cuando el que habla no conoce a fondo el tema, no es experto, y se limita a expresar vaguedades.

LOS RELATOS RíGIDOS TIENEN MIEDO A LAS EMOCIONES Utilizan un bajo nivel de calidad de comunicación. Hablan articulando tópicos, frases hechas, tratando temas neutros, o bien utilizando rocambolescas racionalizaciones. Pero algo se les escapa: no tocan al auditorio, no conmueven, no emocionan… Desconectados de la fluidez del mundo emocional, se convierten en armazones rígidos sin alma. —¡Muñeco!, no me digas lo que sabes, ni lo que piensas. Dime lo que sientes sobre lo que me estás diciendo. Solo así vamos a conectar sin competir. Se pueden encadenar palabras durante mucho tiempo para hablar solamente de lo que dijeron otros: «Según el autor X…» Citas y más citas. Datos, fechas… —¡Eh!, Ventrílocuo: ¿me hablas por tu boca, o hablas de lo que otros han dicho, han experimentado, han vivido? ¿Y tú qué piensas, qué sientes, qué has vivido de todo esto que cuentas? ESPONTANEIDAD, SINCERIDAD, SINCERICIDIO La sinceridad no obliga a que se diga todo, sino a que lo que se diga sea lo que se piense. ÁNGEL GANIVET

Son excusas que buscan algunas personas demasiado cómodas o indolentes para reflexionar, con el fin de justificar sus errores. • «¡Yo es que soy muy espontáneo!» 68

• «¡Yo es que soy muy sincero!» Espontaneidad: (Del latín sua sponte, «desde adentro») Es una respuesta adecuada a una nueva situación, o una nueva respuesta a una situación antigua. Sin espontaneidad no hay creatividad. Se trata de hablar desde el corazón, dejar salir lo que uno realmente siente; es una creación verbal voluntaria que nace de nuestro interior y no es filtrada por la razón. En muchos casos, se utiliza como equivalente a sinceridad Ambas cualidades serían sinónimos de naturalidad y verdad. Sinceridad: (Del latín sinceritas) Quien es sincero respeta la verdad y se expresa sin mentiras ni fingimientos. El término está asociado también a la sencillez. Si bien en general la espontaneidad y la sinceridad se valoran como algo positivo, pueden convertirse en desadaptativas si cruzan una delgada línea roja: no tener en cuenta el contexto, la sensibilidad de las personas que lo habitan, su dimensión y el impacto emocional del contenido que van a lanzar al medio. Por lo tanto, no todo lo espontáneo y sincero equivale a maravilloso. Una persona puede herir profundamente a otra siendo ambas cosas. Sincericidio: Decía Oscar Wilde: «Un poco de sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad absolutamente fatal». Considerado, a veces, como honestidad verbal, el sincericidio coloca el valor de una verdad —siempre subjetiva, y en consecuencia, un trocito de verdad— por encima del mérito de la prudencia, sin sopesar el impacto ético y emocional que tendrá una vez sea lanzada, tanto respecto al que lo emite como respecto a los que la van a recibir. Una cosa es sinceridad, y otra es sincericidio. Por más razón que alguien crea que tiene al decir su verdad a otro, la acaba perdiendo si no halla un cómo expresarla adecuado y respetuoso. Cualquier crítica, incluso la que se hace para animar a la mejora, puede ser percibida como negativa. Es preciso proteger la autoestima del otro, resaltar lo que sí que hace bien y comunicarnos con él desde la calma y la serenidad. En este sentido, la psicóloga clínica Beatriz Goldberg explica: «Es como un hipersinceramiento. Pero en realidad no es bueno que uno diga todo lo que piensa. De hecho, los psicólogos tenemos un filtro para nuestros pacientes porque no podemos enumerarles sus problemas cuando no están preparados para escucharlos. Hay situaciones en que conviene esconder parte de la realidad». Es harto imprudente y peligroso ser totalmente sincero y espontáneo en el uso del lenguaje. No se debe explicar a alguien aquello que no está en condiciones de entender por no tener la madurez psicológica o emocional suficiente, o por no haber finalizado el proceso que le permitiría colocar la información recibida en el marco adecuado. LAPSUS LINGUAE 69

Según Freud, los lapsus linguae son errores o malas jugadas del inconsciente al hablar debidos a un conflicto interno. Falla el mecanismo de represión. El lapsus es un resbalón cometido por un descuido, de manera que se abre una brecha que permite que asome lo que se quería esconder. Freud pone como ejemplo la anécdota de un presidente de la Cámara de Diputados que pronunció sin inmutarse la siguiente frase: «Compruebo la presencia en el recinto de un número suficiente de señores diputados, y por lo tanto, declaro cerrada la sesión». Según Freud, de forma subconsciente, el político no quería abrir el debate, sino darlo por terminado; un pensamiento, necesidad o deseo inconsciente que se revelaba de este modo a través del discurso. Otro ejemplo: un profesor, en el discurso en que asumía la titularidad de una cátedra, queriendo decir «yo no me reconozco en los méritos de mi eminente predecesor», inconscientemente expresó: «Yo no estoy dispuesto a reconocer los méritos de mi eminente predecesor». La paronomasia entre las palabras alemanas geneigt, que era la que intentaba decir, y geeignet, que fue la que dijo, facilitó el lapsus.

OLVIDO Y MEMORIA ¿Para qué sirve un vaso lleno? Es necesario vaciarlo para que recupere su sentido. JAUME SOLER Y M. MERCÈ CONANGLE

Olvidar es una estrategia de supervivencia. De forma parecida a un ordenador que contiene demasiados archivos en su memoria, nuestra mente podría colapsarse con toda la información que constantemente le llega del medio exterior e interior. Puede ser malo no recordarlo todo, pero acaso puede serlo más no olvidar nada. El ventrílocuo que olvida su historia está condenado a repetirla. Hay olvidos selectivos muy oportunos. Hay quien olvida lo bueno y hay quien olvida lo malo. Olvidamos lo que no hemos integrado, lo que no nos interesa ni importa. Olvidamos lo que nos conecta con el dolor para evitar seguir sufriendo. A veces, olvidamos lo que nos retrotrae a momentos de vergüenza o ridículo. A veces, nos empeñamos en recordar y nos seguimos torturando. Como dijo Borges, «la vida se puede soportar porque el dolor no se acumula». Por ejemplo, una persona ingresada en el hospital por una enfermedad dolorosa sufre mucho, pero al salir el dolor desaparece o acaba diluyéndose. Cuando el dolor físico reaparece no se suma al anterior; es un dolor nuevo que deberá vivirse y gestionarse. Otra 70

cosa diferente es el dolor emocional, que sí que se puede acumular en la memoria y que, con el estímulo adecuado, vuelve a aflorar con toda la intensidad de lo sufrido cuando menos lo esperamos. El ventrílocuo, que gestiona el relato, tendrá que hallar el equilibrio entre lo que merece ser recordado y lo que puede borrarse de su discurso. Para no olvidar recurrimos a la repetición. —¡Abuelo no nos cuentes tus batallitas! —Os las cuento para no olvidarme yo mismo de quién soy. Hay olvidos trágicos. En algunas demencias, el enfermo olvida a su propia familia y su propia identidad. Es muy duro. Lo que sus muñecos farfullan no tiene sentido para quienes lo oyen. Ha perdido el hilo del relato. Se han derrumbado los puentes para acceder a la Casa de la Palabra y se siente perdido e impotente en el territorio del olvido. Hay olvidos deliberados o falsos. Se dan cuando uno aparenta que se han borrado determinadas escenas vividas para no asumir responsabilidades. La memoria siempre está repleta de agujeros. Y como el cerebro no puede convivir bien ni con la incoherencia ni con la incertidumbre, y la mente es creadora, cuando le faltan fragmentos de realidad, llena el espacio con informaciones mejor o peor seleccionadas, zurciendo los agujeros con trocitos de vida. Y, si es necesario, inventa.

BUENAS INTENCIONES «Tiene buena voluntad», se afirma a veces respecto de alguien que no tiene resultados en algún empeño. Se dice como justificación de la falta de los mismos. «Mi intención era buena; no quería hacerle daño». «No era mi intención alarmarle». «Se lo dije con buena intención». Las buenas intenciones no siempre se acompañan de buenos resultados. Decía una tía abuela nuestra que «el infierno está empedrado de buenas intenciones». «No lo intentes, ¡hazlo!: si no tenías intención de dañar, no dañes, pero, por favor, no digas que lo intentas y ya está». Una vez que las palabras han salido de nuestra boca ya no las podemos recuperar, de modo parecido a lo que ocurre con nuestras acciones. De ahí deriva nuestra responsabilidad. En uno de los episodios de la serie televisiva «House», el protagonista decía: «El laxante más eficaz del mundo se llama tenemos que hablar». Esta expresión suele conectarnos como pocas con el miedo de haber hecho algo mal; raramente las personas 71

la vinculan con algo positivo. Solo las buenas intenciones no son suficientes para abordar determinadas conversaciones difíciles. Será preciso mucho más.

REPLAY:

REPETICIÓN PELIGROSA

Es difícil detener e interrumpir un discurso una vez ha echado a andar. [...] Sobre todo son peligrosos los ancianos, que conservan el recuerdo de las cosas pasadas, pero han perdido el de sus repeticiones. He visto cómo relatos muy agradables en boca de cierto señor se volvían muy aburridos, pues todos los presentes se los habían tragado cien veces.38 MICHEL DE MONTAIGNE

Las anécdotas mil veces repetidas son señales de que se está viviendo en el pasado y que, desde entonces, no se ha experimentado nada más interesante, divertido o apasionante. Pero cuando se acaba la grabación…, se inicia el relato verdadero. Y cuando se acaba el relato…, empieza la vida real. Hay personas que sueltan discursos totalmente preparados que no dejan espacio alguno a la espontaneidad. Son guiones elaborados con cuidado y mejorados con el tiempo. Les sirven para presentar su mejor cara a los demás y funcionan como protección. Si los escuchamos con atención y damos tiempo suficiente al ventrílocuo para que desarrolle todo el discurso preparado, llega un momento en que la grabación termina. Entonces, suele ocurrir una de estas dos cosas: o bien se reinicia nuevamente el relato –prácticamente idéntico en contenido y gramática al anterior–, o bien a partir de ahí empieza la historia verdadera. Esta es la más interesante y tiene más que ver con la realidad. Según nuestra experiencia en terapia psicológica, a menudo la información crucial que surge del paciente se da al finalizar la sesión. En algún momento, casi ya en la puerta, la persona dice algo significativo que clarifica el relato. Su cinta pregrabada, ya finalizada, permite iniciar una línea nueva de discurso que valdrá la pena explorar.

LA MENTIRA Y SU ARTE ¡Hasta qué punto el lenguaje falso es menos sociable que el silencio! MICHEL DE MONTAIGNE

A no ser que alguien tenga una memoria espléndida es mejor no mentir. El discurso creativo puede ser peligroso cuando no se basa en la verdad. Por ello, se puede detectar que alguien miente cuando repite la misma explicación casi sin cambiar palabra. Una mentira suele explicarse siempre igual. El mentiroso se inventa lo esencial y algunos 72

detalles, o bien narra algo que tiene una parte real y lo adorna con complementos que refuerzan los aspectos que más le convienen. Una visión interesante sobre la mentira es la del poeta cubano Roberto Fernández: «Mentira no es solo decir A cuando es B, o Sí cuando es No. Mentira es presentar solo una parte del todo, mentira es decir lo malo y callar lo bueno, mentira es utilizar un mismo nombre para designar cosas que sabemos que han cambiado de esencia, mentira es subrayar lo negativo pequeño y dejar en brumas, o no mencionar, lo positivo grande, mentira es mezclar lo verdadero con lo dudoso, para que lo dudoso parezca verdadero también».39 La frontera entre los recuerdos y la imaginación no es clara. El relato fabricado para tapar algo no se puede mantener mucho tiempo y lo que se construye en secreto acaba apareciendo en público. Trataremos más la mentira y su arte en el capítulo sobre los mecanismos de protección y autoengaño.

DICCIONARIO DE RELATOS Anestesiantes Te duermes oyéndolos. Son tan pesados que te insensibilizas y acaban convertidos en un ruido de fondo que te arrulla. Te desconectas, y tu mente continúa con sus cosas, elaborando paisajes que anticipan lo que ocurrirá. Mientras, oyes el ruido de fondo del muñeco que habla. Tal vez asientes. La atención duerme. Realmente, encuentras aburrido lo que el otro te cuenta, pero evitas decírselo. Descatalogados Resulta complicado catalogarlos. Han adquirido características únicas que los hacen difíciles de agrupar. Fuera de juego o fuera de circulación. Perdidos en alguna región remota del inconsciente. Sucumbieron a la necesidad imperiosa de demasiado realismo. Alguien los prohibió o te los prohibiste tú mismo. El ventrílocuo los ahogó en el lago del olvido. A veces, regresan por la rendija de un aroma o los despierta una música. Entonces, asoman a la conciencia y, si duelen, los volvemos a archivar con rapidez. Encadenados 73

Hay relatos que son nuestras propias cárceles, pero nosotros siempre tenemos la llave. Les falta un aire de libertad. Son prisioneros de creencias antiguas sin revisar. Carecen de alas, puesto que no se permiten soñar. Aprisionados por el qué dirán, atrapados en los juicios externos, pueden acabar muriendo. De nosotros depende cuestionarlos. Este es el primer paso para liberarlos. Espejos El relato nos relata. Es un gran espejo de nosotros mismos. De alguna forma, lo que decimos es lo que somos. Lo que expresamos es una muestra de nuestros intereses. Si resaltamos lo feo y lo malo, es que estamos centrados en eso. Quien solo ve lo peor de los demás posiblemente deba preguntarse si no será que también ve lo peor de sí mismo. Decía Hermann Hesse: «Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros». Realmente, tanto la fealdad como la belleza se hallan en los ojos del que mira y en los oídos del que escucha. Hinchados Afán de protagonismo: el relato pretende y exige toda la atención. Ha sido elaborado de tal forma que anula el de los demás. Se hace grande, se hincha, se vuelve enorme y ocupa el tiempo disponible. Así, se consigue por un momento ser protagonista de la función que se representa colectivamente. Un ventrílocuo pequeñito se vale de un gran relato para hacerse ver. Su muñeco exagera para llamar la atención. Muñeco hinchado, ego hinchado, relato hinchado. Cree que si lo repite lo suficiente y lo adorna adecuadamente, se hará realidad lo que explica. Habla con convencimiento y busca la complicidad del auditorio. Inacabados Todo lo que relatamos se halla siempre inacabado. Nuestros relatos están sometidos constantemente a revisión, hasta que morimos. Sin final. El ventrílocuo no sabe cómo acabar lo que empezó. Desorientado, rebobina una y otra vez buscando inspiración. En ocasiones, se queda colapsado y mudo. Inéditos

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«Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde», escribió Julio Cortázar. Lo que se quedó sin decir. Todo aquello que por algún motivo no se expresó. Sea por miedo, por timidez, por un respeto mal entendido; por evitar ser rechazado, por creer que no valía la pena ser dicho. Hay vidas enteras sin relatar. El poeta Evtushenko nos dejó estos versos: «Cuando un hombre muere, muere su primera nevada, su primer beso, su primer combate… / Desaparecen mundos, no personas». Uno de los temas pendientes más importantes en el momento de la muerte es lo que se quedó sin decir. Aquellos «te quiero», «gracias», «perdona»…, aquellos recuerdos o aprendizajes de vida no compartidos se los lleva la muerte. ¡Cuánto capital emocional desaprovechado! «Yo me guardaré, si puedo, que mi muerte diga nada que primero no haya dicho mi vida, y abiertamente», sentenció Michel de Montaigne. Interrelacionados Mi relato está relacionado con el tuyo…, con muchos otros relatos... Es pura física. El secreto es estar atento a lo que dicen todos los muñecos de los demás, detectar lagunas, contradicciones y pistas que pueden abrir nuevos caminos de comprensión. Silenciados Relatos jamás narrados. Nada tarda más que aquello que no llega a iniciarse. ¿En qué dimensión de la existencia se hallan las palabras no dichas, las emociones no expresadas, los pensamientos abortados o escondidos? Todos ellos eran energía creativa que se quedó sin expandir. Tal vez habitan en el limbo de las posibilidades perdidas. Allí la pesadumbre, la tristeza y la desesperanza se pasean lamentando haber perdido lo que nunca se tuvo. Así, escribió Carmen Kurtz: «Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos y de las cuales ya no guardamos recuerdo duermen bajo las aguas. Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su turno para salir a flote. Las cartas que hemos roto, las no recibidas y las veces que hemos dicho adiós. La pena que sentimos y que ahora, al recordarla, nos parece pequeña. La risa o el llanto que no llegó a brotar. La amistad que buscamos en el momento difícil y que resultó más débil que nosotros, más falta de ayuda. La persona a quien quisimos consolar y nos sirvió de consuelo… Todo duerme allí, en ese fondo».40 Superficiales 75

Hablan de todo y de nada que sea realmente relevante para el ventrílocuo. Tienen un nivel mínimo de calidad de comunicación. Están repletos de tópicos y frases hechas. Aún no nos han dado la respuesta y ya sabemos lo que seguirá. Sin riesgo alguno. Sin interés alguno. Trascendentes Son los que crean sentido y compromiso. Sobrepasan sus propios límites. Contienen en su interior una explosión de energía espiritual que ilumina bruscamente y que va más allá de la anécdota que cuentan. Tienen la virtud de no envejecer. Los llevamos con nosotros siempre porque trascienden la cotidianidad de las experiencias y nos conectan con algo superior que nos da esperanza.

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_______________ 13. Génesis 11, 1-9. 14. Francesc Torralba, Rostres del silenci, Lleida, Pagès, 2006 (1.ª ed., 1996). 15. Alejo Carpentier, Los pasos perdidos (1953), Madrid, Alianza, 2014. 16. Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, Madrid, Siglo XXI, 1993. 17. M. M. Conangla, J. Soler y L. Soler Conangla, Emociones: las razones que la razón ignora, Barcelona, Obelisco, 2012. 18. Jaume Soler y M. Mercè Conangla, La ecología emocional, Barcelona, Amat, 2005 (1.a ed.). 19. Ludwig Wittgenstein, Investigaciones filosóficas (1953), Barcelona, Crítica, 2008. 20. Pablo Neruda, Confieso que he vivido, Barcelona, Seix Barral, 2017 (1.ª ed., 1974). 21. Luis Rosales, Poesía reunida, Seix Barral, 1981. 22. Álex Grijelmo, La seducción de las palabras (2000), Madrid, Punto de Lectura, 2015. 23. Jaume Soler y Mercè Conangla, La ecología emocional, ed. cit. 24. M. Mercè Conangla, Jaume Soler y Laia Soler Conangla, Emociones: las razones que la razón ignora, ed. cit. 25. Gioconda Belli, La mujer habitada, Barcelona, Seix Barral, 2010 (1.ª ed., 1988) 26. Michel de Montaigne, «La formación de los hijos», en Los ensayos, Barcelona, Acantilado, 2007, cap. xxv. 27. Rainer Funk, Erich Fromm. Una escuela de vida, Barcelona, Paidós, 2009. 28. Werner Heisenberg y otros, Cuestiones cuánticas: escritos místicos de los físicos más famosos del mundo, Barcelona, Kairós, 1987. 29. Friedrich Nietzsche, Libro del filósofo, Madrid, Taurus, 2000. 30. Marco Aurelio, A sí mismo, Edaf, 2007. 31. G. K. Chesterton, «Defensa de los pelmazos», en Correr tras el propio sombrero y otros ensayos, Barcelona, Acantilado, 2005. 32. Tratamos más ampliamente este tema en el capítulo «Mecanismos de autoprotección emocional». 33. Álex Grijelmo, ob. cit. 34. Truman Capote, «Autorretrato», en Los perros ladran, Barcelona, Anagrama, 1999. 35. T. S. Eliot, Cuatro cuartetos, Barcelona, Lumen, 2016. 36. Siri Hustvedt, Elegía para un americano, Barcelona, Anagrama, 2008. 37. http://www.dondevivenloslibros.com/2011/05/cuentos-circulares.html 38. Michel de Montaigne, ob. cit. 39. Roberto Fernández Retamar, «Elogio de la mentira», Revolución (7-9-1959). 40. Carmen Kurtz, Duermen bajo las aguas, Barcelona, Planeta, 1955.

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CAPÍTULO CUATRO

LOS SIGNIFICADOS Quien mira hacia afuera sueña. Quien mira hacia adentro despierta. JOAQUÍN DE SAINT-AYMOUR, EL EFECTO MARIPOSA

KAN MA KAN Anota Jorge Riechmann: «En árabe —dicen quienes saben árabe—, el equivalente del “érase una vez...” con que comienzan nuestros cuentos es kan ma kan, que se traduce: “era así y no era así…”.41 Qué fórmula tan hermosa… y tan extraordinariamente precisa».

LUCHA DE FUERZAS El ciclo del nacimiento y de la muerte se cierra en el relato. Nuestros relatos diarios son una lucha de fuerzas entre el crear y el destruir. Su valor es como una bolsita de infusión: no sabes de qué es ni cuál es su calidad hasta que la pasas por el agua cálida del corazón. Lo importante no es lo que nos pasa en la vida, sino cómo lo transformamos en sentido. Como dice el doctor Pema Dorjee, hay varios conceptos que debemos tener bien claros: el abuso, el mal uso y la carencia. Sugerimos añadir otro: la pasividad. El abuso en la interpretación del relato. El mal uso de las palabras. La carencia de las mismas. Quedarse sin… La pasividad ante la vida, la falta de esfuerzo para buscar mejores recursos, formas de decir y de hacer. Nuestro cerebro gestiona la información, y lo que integra constituye el conocimiento. La aplicación y la integración del conocimiento son los elementos 78

clave de la sabiduría. ¿Cuál es el significado de tus relatos? Cuando dices X, ¿qué significado tiene para ti? Significado y sentido son fuerzas importantes en nuestro relato vital. Es importante valorar el para qué vamos a decir lo que diremos. Si no hay un buen para qué (un sentido), es mejor guardar silencio. La venganza o la descarga emocional son malos motivos y fuentes emocionales desadaptativas que nos desequilibran. Somos seres interpretativos, sujetos a las propias necesidades. Cada relato tiene tantos significados como personas lo vayan a interpretar. El significado que les damos acaba condicionando nuestra vida. Afirmaciones de los cinco judíos que cambiaron la humanidad: • Moisés: la ley lo es todo. • Jesucristo: el amor lo es todo. • Marx: el capital lo es todo. • Freud: el sexo lo es todo. • Einstein: todo es relativo.

EL ARTE DE RETORCER LAS PALABRAS La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. PHILIP K. DICK

Comentaba Màrius Carol en «El valor del eufemismo»42 que este es un ejercicio de civilización, aunque a menudo sea también una manifestación de cinismo. De hecho, hay palabras tan difíciles de soportar o con tal impacto emocional que hemos optado por usar sucedáneos menos dolorosos. Por eso, nos colocamos preservativos emocionales a fin de que su significado no nos duela tanto. Eufemismos Tolerancia cero = intolerancia Discriminación positiva = favoritismo Regular = prohibir Concurso de acreedores = suspensión de pagos Expediente de regulación de empleo = despidos Ajustes de salario = recortes de salario Desaceleración = crisis económica 79

Tasa de ocupación negativa = paro Intervención militar = guerra Daños colaterales = víctimas civiles Posverdad = mentiras Apropiación indebida = robo Amortización del puesto de trabajo = despido Ataque preventivo = acción armada a traición sin provocación previa Cese de negocio = ruina Crecimiento económico negativo = recesión Economía sumergida = explotación laboral Limpieza étnica = genocidio Tráfico de influencias = sobornos Y solo son unos cuantos ejemplos. Las palabras van unidas a emociones que las convierten en significativas y, en nuestra sociedad, estamos apostando por minimizar los impactos del lenguaje mientras que maximizamos los impactos por la acción. Hipócritas divididos, usamos preservativos en el lenguaje para evitar sentirnos tan mal por nuestra falta de ética y humanidad.

UNA PALABRA DURA Normal es una palabra dura. Una pareja normal. Un trabajo normal. Una felicidad normal. Una vida normal.

ASÍ ES SI ASÍ TE PARECE Dos ratas blancas estaban conversando a través de los barrotes de sus jaulas de laboratorio. —Dime —dice la primera rata blanca a la otra—, ¿qué tal te llevas con el doctor Smith? —Muy bien —respondió la segunda rata blanca a su compañera—. Me ha costado un poco, pero al final he conseguido entrenarlo. Ahora, cada vez que aprieto el timbre, me trae la cena. 80

Uno puede traducir los hechos de la forma que más le beneficien. Fijémonos en lo bien que funciona el autoengaño. —El otro día estaba hablando con Zeus y dice que ejerces una mala influencia sobre mí —afirma Dimitri. —Curioso, porque yo creo que él es una mala influencia para ti — dice Tasso. —¿Por qué? —Porque te convence de que las voces que oyes en tu cabeza son reales.

EXPLICACIONES SOCIALES Un hombre mata a otro. El hecho es el mismo. Escenario 1: Tiempo de paz. Significado 1: Es un asesino. Escenario 2: Tiempo de guerra. Significado 2: Es un héroe. Tal vez la única forma de neutralizar el poder letal de algunas palabras es sentirse y ponerse siempre de la otra parte.

CONTAMINACIÓN EMOCIONAL POR LA PALABRA La contaminación emocional es el fenómeno por el cual somos capaces de lanzar al exterior, de forma totalmente indiscriminada e irresponsable, nuestras basuras emocionales, prescindiendo del impacto que van a tener en el clima emocional global del conjunto. Vamos a analizar algunas púas dolorosas que pueden deteriorar nuestras relaciones:43

CHANTAJE EMOCIONAL —Pero Rhett, si te vas, ¿qué va a ser de mí? ¿Adónde iré? —dice Escarlata O’Hara en la película Lo que el viento se llevó.44 —Sinceramente, querida, me importa un bledo —contesta Rhett. No hace falta ser desconsiderado como Rhett, ni maleducado, ni duro, ni insensible, aunque sí que, en determinadas ocasiones, será preciso marcar unos límites claros. Si quieren jugar con nuestro sentimiento de culpa, deberemos apelar al sentido de la responsabilidad del que lo intenta: 81

—Sin ti..., ¿qué va a ser de mí? —Pues será lo que tú hagas que sea. Tu vida es tuya. El sentido de tu vida es tuyo. Es tu responsabilidad.

AUTISMO COMUNICATIVO —¿Qué te pasa? —Nada. No me pasa nada. Una especie de acorazado, cerrado y a la defensiva que no expresa ni pensamientos ni sentimientos; aislado y encerrado en su propio mundo sin permitir el acceso al otro. La comunicación es imposible porque no hay puentes entre los territorios íntimos de ambos. El cordón umbilical emocional que alimenta la relación deja de recibir oxígeno. Aunque uno se esfuerce, no se puede mantener unilateralmente una relación.

Diales distintos —¡Me siento muy desanimada! —¿Qué has preparado para cenar? Interpretación: «No le importo. Me usa para su necesidad o comodidad». Impacto: Tristeza o enfado. Inicio de una discusión agresiva o aislamiento. —¡Estoy fatal! —¡Pues mira que yo he tenido un día...! —Eres un egoísta. Nunca me escuchas. [Dos errores: un juicio de valor y una generalización.] —Es que siempre te estás quejando. [Ídem.] Interpretación: Línea cerrada y acabada. Ambos se dicen: «Lo importante para mí soy yo». ¡Que cada uno se solucione lo suyo! Impacto: Sentimiento de soledad. Lanzamiento de basura emocional.

LOS INSULTOS, EL DESCONTROL Y LA FALTA DE RESPETO La mujer de Nasrudín empezó a decir cosas muy feas sobre él. Estaba muy enojada y se comportaba de forma grosera y agresiva, gritando cada vez más. Nasrudín estaba sentado en silencio, escuchándola. De repente, la mujer se volvió hacia él y 82

le dijo: — ¿Así que otra vez estás discutiendo conmigo? Nasrudín le respondió: — ¡Pero si yo no he dicho ni una sola palabra! Su mujer le dijo: —Ya lo sé. ¡Pero estás escuchando muy agresivamente! Interpretación: Falla la capacidad para autogestionar las propias basuras emocionales. La irracionalidad y el mal humor es un cóctel emocional contaminante y de elevado peligro de contagio. Debemos aprender a poner límites al mal humor y a desprendernos de él, sin dañar al otro. Impacto: Cuando el mal humor toma el control de nuestra conducta nos comportamos de forma agresiva y desconsiderada.

LA AUTOBIOGRAFÍA ES, POR FUERZA, UN GÉNERO FRAUDULENTO La vida es una palabra. El querer vivir es un grito. SANTIAGO LÓPEZ PETIT

Vale la pena tomarnos tiempo para explicarnos quiénes somos, puesto que es así como nos construimos. • «¡Vuélvemelo a explicar!», le pedíamos a nuestra madre, padre o abuelos cuando nos contaban cuentos. Nos encantaba volverlos a escuchar y detectar si se saltaban fragmentos del relato o cambiaban hechos. • «¡No era así! Has cambiado esta parte», protestábamos. Y ellos a menudo entraban en el juego para observar si estábamos atentos a sus palabras. Relatar es relatarse, un género autobiográfico que acaba mostrándonos, aunque nos disfracemos con múltiples máscaras. Nuestro relato es nuestro retrato. «Vivir consiste en conjugar día tras día el verbo “querer vivir”. Únicamente».45 El escritor Jaime Barylko decía que «nos han educado para los sustantivos, pero la realidad está en los verbos». El secreto de una buena vida reside en pasar de vida a vivir. Al fin y al cabo, sin las acciones y experiencias, todo sería solo vida pensada, apoyada en la imaginación, en el deseo o en la fantasía, pero no un relato verdaderamente conectado, creado con cada pequeña acción cotidiana. 83

La autobiografía puede ser fraudulenta si solo tiene una voz. Es preciso atender a los relatos de los diferentes muñecos que habitan nuestro baúl, para que pase de ser unidimensional a pluridimensional y represente mejor la compleja, única y diversa persona que somos.

LA BALSA: RELATO AL QUE NOS AFERRAMOS PARA CRUZAR LAS INSEGURAS AGUAS DE LA INFANCIA Las marionetas sueñan en vano con el monólogo de Hamlet.46 STANISLAW JERZY LEC

Si te dieran la posibilidad de salvar un único relato, ¿cuál sería? ¿Cuál ha sido tu balsa para cruzar el territorio incierto de la infancia hacia la juventud y la edad adulta? ¿Qué relato te ha permitido generar la resiliencia suficiente como para salir indemne de los paisajes difíciles que has tenido que transitar? Nuestra vida no tiene caminos preconcebidos, y los dos sucesos más interesantes y definitivos, nuestro nacimiento y nuestra muerte, se escapan al relato en primera persona. Así, escribe Fernando Aramburu: «Sabemos de antemano que el autor nos escatimará uno de los episodios más interesantes de su vida y de la de cualquier ser humano, el suceso que acaso proporcione la explicación definitiva a la suma de experiencias individuales: su propia muerte47». No obstante, la parte más importante de una lápida es lo que hay entre la fecha de nacimiento y la de la muerte de la persona. En aquel guion de en medio se halla el relato de toda una vida. En cualquier caso, cuando somos adultos necesitamos elaborar un relato que explique nuestra infancia con el mínimo dolor y la máxima felicidad posible. Este relato es la balsa que nos ayuda a cruzar a la adultez. Y aunque no siempre sea factible, vale la pena rescatar todo lo valioso, bello y puro de esa etapa de vida.

INTERPRÉTATE A TI MISMO El cínico quisiera ser el semáforo de la vida que corre. El utópico quiere poner un horizonte a la vida que pasa. El jovial afirma la inocencia de la vida. SANTIAGO LÓPEZ PETIT

Cuando tu relato no admite preguntas, lo escriben las respuestas ajenas. JAUME SOLER Y M. MERCÈ CONANGLE

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Vivimos intentando comprendernos y llegar, metafóricamente, al centro de nuestro laberinto interior, y nos encontramos con paredes que se mueven y caminos que se bifurcan. No disponemos de mapa ni de señalizaciones que nos orienten en este viaje. La incertidumbre y los cambios son parte del paisaje que vamos a recorrer. A veces, lo conseguimos y sentimos que todo está claro y en su sitio, pero no podemos disfrutarlo mucho tiempo. La vida rediseña otra vez el laberinto y volvemos a quedar descentrados. Comienza otra vez la exploración. El sentido de nuestro viaje es la interpretación de nosotros mismos. El contenido de nuestro relato es lo que somos. Nadie, aparte de nosotros mismos, nos puede interpretar, y sería un error hacer nuestros los significados de los demás. El camino hacia uno mismo es individual y no puede ser recorrido por otros. Desde que nacemos, nos llegan los juicios y etiquetas de los demás. ¿Los hacemos nuestros? ¿Cómo nos influyen? ¿Pueden distorsionar lo que pensamos sobre nosotros mismos? ¿Disponemos de recursos suficientes para gestionarlos? Porque dependiendo de cómo elaboremos nuestro diálogo interior, vamos a gozar de bienestar emocional o a sufrir desequilibrios. No siempre resulta fácil deshacer los nudos de nuestra historia vital. Para conseguirlo es necesario tomar perspectiva, observar las tramas y detectar sus puntos clave. Sin lugar a dudas, la mejor forma de salir del laberinto es hacerlo sobrevolándolo. Desde arriba queda claro su diseño, dónde se hallan los mejores caminos, dónde los bloqueos y dónde la salida.

LO QUE ESPERO DE LA VIDA, LO QUE LA VIDA ESPERA DE Mí «No se trata de lo que tú esperas de la vida. Lo importante y pertinente es lo que la vida espera de ti. Esta es la cuestión a la que debes responder». Algo así les decía el logoterapeuta Viktor Frankl a sus pacientes cuando se quejaban de que la vida no era justa y que defraudaba sus expectativas. Fijémonos en la importancia que supone el cambio de enfoque del relato. Pasamos de situarnos en lo que nosotros esperábamos y no se cumplió a preguntarnos qué se supone que la vida espera de nosotros y qué le podemos aportar. Es un camino que va de la queja y el lamento a la conciencia de que tenemos la responsabilidad de aportar algo bueno y mejor en nuestro paso por el mundo.

INDICIOS QUE CUENTAN He visto marionetas con cadenas en lugar de hilos.

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STANISLAW JERZY LEC

Lo que nos une no es lo mismo que lo que nos ata o aprisiona. Realmente, hay marionetas que no se sostienen con hilos, sino que están aprisionadas por cadenas que las someten. Es preciso reflexionar sobre lo que nos cuentan algunos indicios y valorar si nos ayudan o nos desequilibran. ¿Nos movemos por necesidad de poder o por necesidad de sentido? ¿Nuestros relatos tienden a buscar el placer o a evitar el dolor? Voluntad de poder, voluntad de sentido, voluntad de acción. Hay muchos indicios escondidos en los relatos que afectan a la traducción del mensaje y cambian el significado, y que, por lo tanto, influyen en nuestra vida y en la de los demás. El grado de disociación de un relato puede oscilar entre: • Lo realmente vivido y lo realmente narrado. • Lo que uno siente y lo que uno expresa. • Lo que uno afirma y lo que uno duda. La fragmentación interna del ventrílocuo comporta que los relatos de los muñecos sean cada vez más hinchados, egotistas y despojados de verdad.

VIDA REAL, VIDA IMAGINADA —No me digas lo que piensas, dime lo que haces, Muñeco —exige Ventrílocuo. —¿Por qué no puedo decir lo que pienso? —protesta Muñeco. —Sí que puedes, pero siempre acaba en esto: piensas mucho, haces poco o nada. —Bueno, es más fácil pensar que hacer. La mayoría de las personas hablan de cosas que ni saben, ni piensan, ni hacen, y algunas tienen incluso éxito —Sí, así es, pero ¿no te has planteado que toda tu vida será un conjunto de palabras vacías si no las conviertes en realidades? Al final de tus días, no te vas a lamentar de lo que no has dicho, sino de lo que no has hecho. —¿Y no puede ser que decir también sea una forma de hacer? Por ejemplo, hay quien se lamenta de no haberle dicho «te quiero» a alguien que ha muerto. —Sí, esto es muy triste, pero tal vez lo peor no sea no habérselo dicho, sino no haberle manifestado el amor a diario en forma de acciones. Es fácil asegurar: «La generosidad es un valor muy importante; tienes que ser generoso». Pero ¿qué ocurre si cuando lo dices te pregunto qué tres acciones generosas has hecho en la última semana? 86

¿Te sería fácil hallarlas? —Buena pregunta, Ventrílocuo. Voy a reflexionar sobre esto. No quiero vivir una vida solo pensada o imaginada; la quiero real.

UN RELATO TRABADO EN LA MITAD La angustia es la disposición fundamental que nos coloca frente a la nada. MARTIN HEIDEGGER

Cuando el relato se queda a medias..., algo ha pasado. La obstrucción del discurso es muy significativa. Hay tensión emocional o una profunda división interna. La corticosterona bloquea el sistema de recuperación de la información,48 y un mecanismo más potente que el propio ventrílocuo corta el flujo de las palabras. El nivel de sufrimiento va al alza porque uno se está falseando a sí mismo. Lo que se dice está distanciado de la experiencia. Son indicios de que la persona tal vez esté dejando su vida a medias, bloqueada... Se queda en blanco.

NADIE ES FERPECTO En la película Con faldas y a lo loco, un espléndido Jack Lemmon (en el papel de Jerry), disfrazado de mujer, le dice a Joe E. Brown (en el papel de Osgood): —Osgood, te lo diré directamente: tú y yo no nos podemos casar. —¿Por qué no? —Pues, en primer lugar, no soy rubia natural. —No me importa. —Y fumo… —Es igual. —Y tengo un terrible secreto: los últimos tres años he vivido con un saxofonista. —Te perdono. —¿Y sabes qué? Nunca podré tener hijos. —Los adoptaremos. —Pero ¿por qué no quieres entender, Osgood? —Se quita la peluca—. Soy un hombre. 87

—Bien, nadie es perfecto.

LA GESTIÓN DE LOS SIGNIFICADOS Solo porque el mensaje tal vez nunca sea recibido no significa que no valga la pena enviarlo. RITUAL SEGAKI

Somos responsables de lo que decimos, pero no de lo que los otros entienden que decimos. El desfase puede ser enorme y, en este caso, cada uno tiene su responsabilidad. Tal vez no deseamos explicarnos porque lo interpretamos como una justificación ante los demás. Tal vez no deseamos entendernos porque esto supondría cambiar nuestro mapa de la realidad. De hecho, de todo encuentro en el que realmente nos comunicamos, salimos diferentes. Algo cambia en nuestra mente, algún circuito neuronal se redibuja. Hay grandes diferencias entre: • Hablar de algo y conocerlo. • Tener razón y ser razonable. • Discutir y comprenderse. Según Fromm, al igual que existe un carácter individual, hay un carácter social, que es una especie de matriz de estructuras de los miembros de un grupo y que tiene como función dar estabilidad al mismo. Los significados compartidos son los transversales, que unen a los individuos que lo componen. Así, existe un inconsciente social formado por filtros como el lenguaje, la lógica y los tabúes. La gestión de los significados nos lleva a un campo de exploración apasionante. Vamos a prestar atención a algunos aspectos que nos pueden ayudar a traducir mejor nuestras verdades; el escepticismo, la experiencia, los malentendidos, la confusión, los juicios, la crítica o la predicción son algunos de ellos.

EL ESCEPTICISMO Lo más molesto en este mundo es que los idiotas están seguros de ellos mismos y las personas sensatas repletas de dudas. BERTRAND RUSSELL

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El escepticismo49 es generalmente cualquier actitud inquisitiva hacia el conocimiento, sea este hechos, opiniones o creencias declaradas como hechos, o de duda respecto de afirmaciones que son tomadas por supuestos en otra parte. No negamos nada, pero vacilamos y necesitamos más respuestas. Es algo sano y responsable. Todo explorador emocional debe acogerse a la duda. Y, en este caso, no se apela al mecanismo de defensa de la negación porque si se encuentra una evidencia que aclare la situación, se acepta e incorpora. Puede ser interesante esta postura si no acaba convertida en un lugar donde apoltronarse. Cuestionar algo es inteligente, y buscar evidencias, también.

LA EXPERIENCIA Nada más desventurado que el hombre que recorre en círculo todas las cosas y que indaga, dice, las profundidades de la tierra, y que busca, mediante conjeturas, lo que ocurre en el alma del vecino, pero sin darse cuenta de que le basta estar junto a la única divinidad que reside en su interior y ser su sincero servidor. MARCO AURELIO

El problema de la experiencia es que puede ser un arma de doble filo que acabe limitando o condicionando lo que uno es capaz de ver. Los expertos pueden escuchar más o menos que la generalidad de la gente. Depende de si están conectados con la humildad o el orgullo. En este último caso, quizá no escuchen nada. Quien va de experto puede ir escaso de humildad. Somos eternos aprendices de todo, y todas las personas pueden ser nuestros maestros. Cada una de ellas lleva consigo un mensaje valioso para nosotros. Por este motivo, vale la pena invertir tiempo en conocerlas y escucharlas con atención. Al abrir nuestra mente a las suyas, permitimos que sean sembradas nuevas semillas de conocimiento, y algo inédito y valioso podrá crecer.

MALA ORTOGRAFÍA, INCORRECTA INTERPRETACIÓN —No creo que los signos de puntuación sean importantes —dice Muñeco. —¿Ah, no? —responde Ventrílocuo—. Podemos morir por un error ortográfico, Muñeco. Te daré un ejemplo. No es lo mismo poner una coma que no ponerla en el siguiente caso: «no, ¡espere!» frente a «no espere». En el primer supuesto, es importante quedarnos; en el otro, es mejor irnos. Podemos cometer muchos errores al traducir los significados de los relatos que oímos. 89

Ventrílocuo toma una tiza y escribe en la pizarra: «Muñeco dice: Ventrílocuo es un ignorante». —Yo nunca diría eso de ti, Ventrílocuo —responde Muñeco. —Pues yo sí —dice Ventrílocuo, que, tomando de nuevo la tiza, cambia la puntuación. La frase queda así: «Muñeco —dice Ventrílocuo— es un ignorante». Por favor, no te pierdas una magnífica actuación de los Luthiers50 en la que la lectura interpretada de un texto sin la puntuación y la ortografía correctas se convierte en un juego de disparates divertidísimo. Dejando de lado la parte humorística, la incompetencia en el uso del lenguaje puede provocar muchos malentendidos y un sufrimiento innecesario. Y lo peor de todo, si no somos competentes para elaborar un relato claro de nuestra vida y de lo que nos sucede, nos acabamos perdiendo a nosotros mismos.

LOS MALENTENDIDOS —Es que no me comprendes… —se lamenta Muñeco. —¿Qué significa el término comprender? Tal vez es que no te explicas, o tal vez es que tus argumentos no me convencen y, por este motivo, no te doy la razón. —Quizá es que no me escuchas con atención; tal vez estás distraído, o cerrado de mente, o demasiado lleno de prejuicios como para dejar entrar mi verdad en ti. —Que desees que te comprenda no significa que te tenga que dar la razón. Tan solo que entienda el porqué de tu comportamiento. —Entonces, aunque lo comprendas, ¿igual no te parece bien? —¡Tú no me has pedido que me parezca bien, solo que te comprenda! —¿Me estás escuchando? ¿Atiendes? Veamos una anécdota que podemos comparar con algún error que cometemos al dialogar con nosotros mismos. A veces, nos quejamos de que no logramos los objetivos que perseguimos y sería interesante dilucidar si los tenemos claramente definidos porque, de no ser así, no es extraño que no los consigamos. Un hombre le pidió a su vecino que le ayudara a mover un sofá que se había quedado atravesado en la puerta. Cada uno se fue a un extremo del mueble. Forcejearon un buen rato, hasta que quedaron exhaustos, pero el sofá no se movió. —Olvídelo, jamás podremos entrar este sofá —dijo el hombre. El vecino lo miró con extrañeza y le preguntó: —¡Ah!, ¿se trataba de entrarlo? 90

¿Qué significa malentendido? —Has entendido mal lo que yo he expresado. —Tal vez yo he entendido bien y seas tú quien no ha expresado lo que quería expresar. —¿Y por qué no puede ser que yo me haya explicado perfectamente, pero tú hayas estado distraído o poco receptivo y hayas interpretado erróneamente lo que yo te he dicho? —Tal vez no me interesa lo que dices; tal vez deberías explicarte mejor; tal vez traduces mal el significado de lo que expreso; tal vez tu diccionario y el mío tienen definiciones diferentes de las palabras.

LA CONFUSIóN POR IGNORANCIA, LA CONFUSIóN POR DIFERENCIAS INTERCULTURALES Una familia inglesa que pasaba unas vacaciones en Escocia observó, en uno de sus paseos, una casita de campo que, de inmediato, les pareció cautivadora. Indagaron quién era su dueño y resulto ser un pastor protestante, al que se dirigieron para que les mostrase la finca. El propietario se la mostró, y fue tan de su agrado que se comprometieron a alquilarla para el siguiente verano. De regreso a Londres, repasaron detalle por detalle cada habitación y, de pronto, la esposa recordó no haber visto el WC. Dado lo prácticos que son los ingleses, decidió escribir al pastor, y le preguntó por ello en los siguientes términos: Estimado pastor: Soy miembro de la familia que hace unos días visitó su finca con deseos de alquilarla para nuestras próximas vacaciones, y como omitimos enterarnos de un detalle, quiero que nos indique más o menos dónde queda el WC. Finalizó la carta como es de rigor, y se la envió al pastor. Al recibirla, el pastor, que desconocía la abreviatura WC, creyó que hacía referencia a una capilla de su religión que se llamaba Well Chapel. Entonces, les envió la siguiente carta: Estimada señora: Tengo el placer de indicarle que el lugar al que usted se refiere queda solo a 12 kilómetros de la casa. Esto es molesto, sobre todo si se tiene que ir con frecuencia, pero 91

algunas personas llevan la comida y permanecen allí todo el día. Algunas viajan a pie y otras en tranvía y, habitualmente, llegan en el momento preciso. Hay lugar para 400 personas sentadas y 100 de pie. Los asientos están forrados de terciopelo púrpura y hay aire acondicionado para evitar sofocaciones. Se recomienda llegar temprano para tener sitio. Mi mujer, por no hacerlo así, hace diez años tuvo que soportar todo el acto de pie y desde entonces no usa este servicio. Los niños se sientan juntos y cantan a coro. En la entrada se da un papel a cada uno y las personas que no lo consiguen pueden utilizar el del compañero de asiento, aunque al salir deben devolverlo para poder continuar usándolo todo el mes. Todo lo que se deja depositado allí es utilizado para dar de comer a los pobres del hospicio. Hay fotógrafos especiales que toman fotografías en diversas posiciones y las publican en el diario de la ciudad, en la sección «Vida social». Así, el público puede reconocer a las altas personalidades en actos tan humanos como este. La familia inglesa, al recibir la carta, estuvo a punto de desmayarse, a pesar de toda su flema, y decidieron cambiar de lugar de veraneo.

EL JUICIO = INTERPRETAR LOS SIGNIFICADOS DE LOS DEMÁS Decidimos lo que le pasa al otro, lo que siente y lo que es, y además, sin interesarnos por lo que nos explicaría su diccionario emocional personal. Lo curioso es que solemos juzgarnos a nosotros mismos en función de nuestros ideales y a los demás en función de sus actos. Por descontado, ellos salen perdiendo. ¡Qué importante es aprender a detectar el alma del otro (qué sentimientos, necesidades y pasiones contiene) sin comparar ni valorar a partir de nuestros propios significados! Y para hacerlo es clave preguntar, interesarnos realmente por sus motivaciones e inclinaciones. Nada de esto es posible si primero no nos conocemos y comprendemos a nosotros mismos. La autoaplicación previa es esencial. ¿Somos benevolentes y compasivos en nuestras interpretaciones, o nos juzgamos con severidad? Dependiendo de estas premisas, vamos a comportarnos con los demás.

LA CRÍTICA Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás no tener las cualidades que nosotros creemos tener. JULES RENARD

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La crítica dentro del relato es noble si prepara el nacimiento de la belleza. Cuando existe una crítica vinculada a la curiosidad, a las ganas de conocer, de aprender, de saber más y de comprender el porqué de nuestras acciones y las de los demás, se abre ante nosotros un rico territorio de exploración que nos hace crecer como personas. Entonces –una vez consensuado el significado–, más que la palabra crítica lo que aplicamos es pensamiento crítico. «El hombre de talento se inclina naturalmente a la crítica, porque ve más cosas que los otros hombres y las ve mejor», decía Montesquieu. El psicólogo humanista Erich Fromm51 explicaba un hecho que lo marcó durante la Primera Guerra Mundial y que lo llevó a hacerse esta pregunta: «¿Por qué personas que no se conocen ni tienen nada unas en contra de las otras se matan entre sí?». El hecho de no quedarse con lo obvio y universalmente aceptado –«cuando hay una guerra es legítimo matarse»– lo llevó a sus dieciséis años a investigar en busca de la respuesta. Su bello legado humanista y su prolífica obra son el resultado de ese planteamiento.

LEER ENTRE LÍNEAS Entre líneas lo que hay es un espacio de papel en blanco. Quienes leen entre líneas proyectan en el espacio vacío sus propios miedos y esperanzas. La interpretación de una línea en blanco supone que el que interpreta se muestra en lo que expone de una forma inconsciente.

LA PRE-DICCIÓN, DAR POR SUPUESTO La narración antecede a la realización y la realidad. La palabra crea un escenario donde los muñecos interpretan el futuro, a menudo, desastroso. Si tenemos alguna duda, lo mejor es clarificarla. Si tenemos una sospecha, preguntemos. La suposición nos lleva a inventar historias para llenar los huecos de la desconfianza. Algunas de ellas pueden ser infundadas y venenosas. Es una gran fuga de energía que podríamos invertir en la búsqueda de la verdad.

LAS PALABRAS UTILIZADAS NOS DEFINEN

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Las y suman. Los pero nos llevan al territorio de la queja, de la duda, de la sospecha, de lo negativo, de la oposición. • «Me gusta lo que has dicho, pero…» (ahí viene lo que nos va a desequilibrar emocionalmente). • «Me gusta lo que has dicho y… me añado a este planteamiento» (equilibrador). ¡Demasiados peros! Entre los «no me entiendes» y el «no me explico»: en el primer caso, damos la responsabilidad al otro de lo que va mal en la conversación; en el segundo, asumimos nosotros la responsabilidad de mejorar el mensaje para que llegue bien al otro. Los «si hubiese…» nos llevan al pasado. Es una mirada encallada en algo que ya no está. Y, mientras se mira hacia atrás, no se trabaja para construir un mejor presente. Es territorio queja. Los «debería…» nos llevan a una mirada al futuro con demasiado peso emocional. Nos remiten a la obligación, nos explican un sentimiento de carga, repletos de tareas por cumplir que tal vez no hayamos elegido en conciencia y libertad.

SIGNIFICADOS ATÁVICOS Llanto: derramamiento de lágrimas en reacción a un estado emocional. El llanto es anterior a la palabra. ¿Qué nos cuenta el llanto? ¿Qué significado tienen las lágrimas? Hay tantos significados como momentos y personas. Llanto de alegría, de desesperación, de tristeza, de soledad… Llanto de impotencia, de desconsuelo. Llanto de desahogo, llanto de alivio. Llanto con grito o sin grito. Llanto cerrado hacia adentro, llanto de queja hacia fuera. Llorar no significa que seas débil, significa que estás vivo, que sientes, que expresas. Hay algunas expresiones que gráficamente contienen significados interesantes:52 Llorar lágrimas de cocodrilo: Expresión que significa fingir dolor o pena ante una desgracia, y está asociada a la hipocresía. Tiene su origen en el comportamiento de algunos cocodrilos que segregan lágrimas al devorar a sus presas por motivos meramente 94

anatómicos y fisiológicos (la ubicación de las glándulas lacrimales, las salivales y los músculos de la mandíbula en estos animales). Sin embargo, en el lenguaje esta expresión significa expresar sentimientos de lástima, arrepentimiento o pena por algo o por alguien cuando, en realidad, no se sienten. Llorar como una Magdalena: Expresión que significa llorar en abundancia, sin parar y/o desconsoladamente. Hace referencia a María Magdalena, un personaje del Nuevo Testamento. En el Evangelio según san Juan, cuando Jesús se aparece a María Magdalena, se utilizan frases como «María se quedó fuera, llorando junto al sepulcro» y «¿Por qué lloras, mujer?».

SOBRE LA IMPORTANCIA DE ACTUALIZAR LOS RELATOS Hay palabras con un peso muy específico que mueve el alma. ECREM

Nuestros relatos son como libros. Los leemos y los guardamos en una estantería. De vez en cuando, los recuperamos y los releemos total o parcialmente. ¿Te ha ocurrido alguna vez que releyendo un libro antiguo te has dado cuenta de cosas que en la primera lectura no viste? Si lo habías subrayado, igual el párrafo señalado ya no te dice nada y, en cambio, localizas algún fragmento que ahora te parece que vale la pena destacar. Lo mismo ocurre con nuestros relatos. Algo nos sucedió de niños. En aquel momento, y con los recursos de comprensión de que disponíamos, le adjudicamos un significado y, con él, una carga emocional concreta. Han pasado los años, hemos crecido, hemos evolucionado, hemos aprendido, somos diferentes, más capaces y fuertes, pero, curiosamente, aún podemos estar relatándonos y sintiendo lo mismo que hace veinte años. No hemos actualizado el relato, y eso es un error. Porque cuando volvemos a narrar algo lo hacemos siempre con los recursos con que contamos en el presente. Así pues, la interpretación no será igual si explicamos el suceso desde la perspectiva de los cincuenta años que si nos limitamos a repetir un relato que fabricamos a los diez. Cuando nos re-explicamos algo, actualizamos, al mismo tiempo, los significados iniciales, reinterpretando nuestra experiencia y aplicando nuestras capacidades y competencias actuales. Esto es necesario porque, cuando un relato está muy alejado de la experiencia actual, resulta muy estresante para el ventrílocuo. Es preciso cambiar de muñeco y sacar del baúl a algún otro que cuente la historia desde otro enfoque, con una mirada más amplia y mayor capacidad de comprensión.

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DESACTIVAR UN RELATO Le dijeron a Sócrates que alguien no había mejorado en absoluto después de viajar: —Lo creo —respondió—; se había llevado consigo.53 Para desactivar un relato es preciso desentrañar su significado más íntimo, por lo general vinculado a creencias fuertemente consolidadas. Es necesario cargarse de valentía y estar dispuesto a bucear hacia el fondo del iceberg personal, en el agua helada del autoconocimiento, para buscar las grietas que pueden provocar que se hunda. Para desactivar un relato será necesario descomponerlo en las múltiples piezas que lo constituyen, revisar cada una de ellas y, sobre todo, conectarse con la compasión y el perdón. ¿El relato pone su peso en la primera persona? ¿Habla desde el yo o carga la responsabilidad en otras voces? ¿Qué margen de conocimiento y control teníamos cuando sucedió? ¿Hasta qué punto hemos cambiado y disponemos de nuevos recursos? ¿Somos capaces de explicar lo mismo de tres formas diferentes? A partir de aquí, y desde esta flexibilidad mental, vemos que aquello que nos hemos ido repitiendo como algo inamovible se convierte tan solo en una manera de valorar lo que sucedió y que un relato puede tener tantas versiones como personas lo narren. Entonces, crecemos.

LAS RESPUESTAS Un relato complejo requiere una respuesta multidimensional. Una niña estaba sentada observando a su madre mientras lavaba los platos en la cocina. De repente, notó que esta tenía varios cabellos blancos que sobresalían en su cabellera oscura. Miró a su madre y le preguntó inquisitivamente: —Mamá, ¿por qué tienes algunos cabellos blancos? —Bueno —contestó ella—, cada vez que tú haces algo malo y me haces llorar o me pones triste, uno de mis cabellos se pone blanco. La niña se quedó pensativa unos instantes y luego dijo: —Mamá, entonces, ¿por qué todos los cabellos de la abuelita están blancos?

¡NO ES LO MISMO DECIRLO ASÍ! 96

Que se nos haga un agravio no significa nada a menos que insistamos en recordarlo. CONFUCIO

Lo que decimos y cómo lo decimos es pertinente. Nuestras palabras y la forma en que encadenamos el relato y trenzamos las ideas esconden en su interior nuestra visión del mundo o de la situación. Cuando rehacemos nuestro relato, estamos cambiando nuestra visión de la situación, la suavizamos, matizamos o alteramos, según el caso. Paso a paso, vamos avanzando hacia un tipo de lenguaje emocionalmente más ecológico y, por lo tanto, responsable. En este lenguaje, prima el respeto hacia el otro, y también la prudencia, evitando juzgar sin reflexionar, delimitando y matizando. • «¡Soy egoísta!» «¡Eres egoísta!» (Supone un juicio de valor a la persona: toda ella es egoísta. El egoísmo forma parte de su esencia.) • «Me he comportado de forma egoísta». (Es una opinión sobre la conducta. Quien la expresa juzga la acción, pero no se extrapola el egoísmo a todas las dimensiones de la persona.) • «Pienso que mi acción ha sido poco generosa». (Sustituimos la conducta indeseable por la que queremos promover.) • «Me propongo actuar con más generosidad». (Aquí somos proactivos; formulamos claramente lo que vamos a hacer, incidiendo en lo que consideramos deseable.) ¿Cuál es el impacto emocional que cada una de estas expresiones genera en nosotros mismos? La que puede provocar mayor malestar emocional, al ser una especie de desahucio, es la primera. Un adolescente soltó esta expresión dialogando con su profesor: «No pienso esforzarme en mejorar… Como yo soy “el egoísta de mi casa”, haga lo que haga, ¿para qué? Ya me tienen la etiqueta puesta».

RELATOS DOLOROSOS Reposan sobre cinco palabras: yo, dolor, posesión, odio y miedo. En uno de nuestros viajes, hallamos escrita en una pared esta frase: «El dolor le rompió los días». El mensaje nos interpeló profundamente. Es una frase breve, pero con un elevado nivel de carga emocional de fondo. Nos preguntamos: «¿Qué dolor tan profundo fue el que sintió el que la escribió? ¿Cómo puede continuar uno viviendo con tal sufrimiento? ¿Cómo tiene uno fuerzas para levantarse de la cama si siente cada amanecer como el 97

inicio de un día roto?». Veamos otro fragmento de un relato doloroso contado por Michel de Montaigne: «Níobe, la desdichada madre que perdió primero a siete hijos y luego el mismo número de hijas, abrumada por tales pérdidas, se transformó finalmente en roca».54 No sentir… para no sufrir. No dejar entrar nada, no dejar que nada salga. Inmovilizada por una gran aflicción… Piedra. Muda, sorda, ciega de tanto dolor, Níobe adopta como recurso de protección deshumanizarse. Porque cuando permitimos que unas lágrimas surjan, o salga potente el grito, como rugido de dolor desde nuestras entrañas, entonces y solo entonces algo se transforma y desbloquea, la piedra se escinde y empieza a drenar por sus poros el dolor acumulado. Algunos mantras curativos pueden ayudarnos a soportar el dolor: • Es su vida, es su decisión, no es la mía. • Mi experiencia no puede ser transferida; solamente puedo transferir informaciones y conocimientos. • Esto también pasará… • Paso a paso, día a día. • ¿Buena suerte, mala suerte? • Inspira y espira. ¡Respira! • ¡Gracias vida! • Que no lo comprenda no significa que no exista. • Después de la tempestad llega la calma. Sin lluvia no hay arco iris. • El crecimiento personal no es una puerta, es una escalera. Aprender a tranquilizarnos, a resituarnos y a gestionar nuestro sufrimiento requiere entrenamiento emocional y saber reinterpretar los significados de lo que vamos viviendo. Cuando cambiamos el significado, cambiamos nuestras emociones.

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_______________ 41. Jorge Riechmann, Peces fuera del agua, Tenerife, Baile del Sol, 2016. 42. Màrius Carol, «El valor del eufemismo», La Vanguardia (17-12-2016). 43. Jaume Soler y M. Mercè Conangla, Juntos pero no atados, Barcelona, Amat, 2015. 44. Lo que el viento se llevó es una película de 1939, dirigida por Victor Fleming. Es una adaptación de una novela homónima de Margaret Mitchell. 45. Santiago López Petit, Amar y pensar: el odio de querer vivir. Barcelona, Bellaterra, 2005. 46. Jerzy Lec Stanislaw, Pensamientos despeinados, Valencia, Pre-textos, 2014. 47. Fernando Aramburu, «Pequeña magnitud», El País (28-4-2008). 48. La corticosterona bloquea la recuperación de información hasta una hora después de que el peligro haya pasado, lo que explica que nos quedemos en blanco al hablar en público debido al estrés previo. 49. Wikipedia. 50. http://www.youtube.com/watch?v=voN2ECb-d9Y 51. Erich Fromm, ob. cit. 52. https://www.significados.com/llorar/ 53. Michel de Montaigne, ob. cit. 54. Ídem.

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CAPÍTULO CINCO

MÁS DIÁLOGOS ENTRE EL VENTRÍLOCUO Y SUS MUÑECOS Cuando uno cuenta sus sueños, se hacen realidad. JAIME JARAMILLO (FUNDACIÓN NIÑOS DE LOS ANDES)

CONVERSACIONES RACIONALES, CONVERSACIONES EMOCIONALES La ira nos mueve; nuestra mano no la guía, es ella la que nos guía la mano; nos tiene sujetos, no la sujetamos nosotros. SÉNECA

El caos tal vez tenga un orden que no somos capaces de ver. A veces, el relato de una vida tarda en elaborarse y ordenarse, pero lo importante y lo que define su éxito es que al final sea un relato con sentido. Fracasamos en nuestras conversaciones cuando los relatos que hilvanamos no nos llevan a mejorar, ni a clarificar, ni a crecer. No sirven. Solo nos desgastan o nos conducen a un territorio incierto que nos confunde a nosotros y a nuestros interlocutores. La victoria de la civilización tecnológica ha generado inseguridad conversacional. La aceleración de los ritmos incrementa los errores comunicativos y las interpretaciones incorrectas. Además, las nuevas tecnologías pueden acabar funcionando como pantallas protectoras que nos permiten escondernos o aislarnos, incluso de nosotros mismos. La inmersión en el mundo digital no deja de ser uno más entre el repertorio de muñecos que utilizamos para elaborar nuestros relatos, otro mecanismo de protección o defensa que pretende suplir el contacto físico y emocional directo. Desde detrás de la pantalla, el ventrílocuo alimenta a su muñeco virtual con palabras sin elaborar, superficiales o peligrosas, que tal vez nunca se atrevería a pronunciar directamente; palabras desconectadas de lo que uno es en esencia. Así, el tímido puede arriesgarse a un 100

«te quiero» o a lanzar un dardo envenenado; así, el atrevido se permite mentir, insultar o menospreciar de forma prepotente porque se sabe a salvo. Exagero lo bueno, elimino lo malo. Simplifico, lanzo consignas, frases hechas sin más fondo. Autobombo. Medias verdades o medias mentiras disfrazadas que forman una posverdad emocional que nos queremos creer o queremos vender a los demás. Nuestro yo-primitivo, esa parte primaria que forma parte de nuestro cerebro límbico y que se mueve por instinto de supervivencia, puede acabar controlando nuestro lenguaje cuando estamos inmersos en una situación emocional. Entonces, estamos perdidos: quejas, insultos, falta de rigor en las afirmaciones, descontrol… El miedo, la ira o el rechazo dictan un discurso repleto de palabras-dardo que pueden herirnos o herir al otro. Mientras tanto, nuestro cerebro racional, inoperante, asiste mudo a la derrota del ser civilizado. Se inicia la espiral de violencia.

CON LAS PALABRAS PRECISAS TODO SE PUEDE CAMBIAR Para hablar de un problema lo primero y esencial es que el ventrílocuo reconozca que él es también el muñeco, lo cual no es fácil, puesto que, si así fuera, ya no sería preciso el muñeco. Es, precisamente, en el momento en que nos damos cuenta de que ambos son lo mismo cuando podemos iniciar un diálogo sincero y honesto. —Estoy cansado de mantener siempre el mismo guion —le dice Muñeco a Ventrílocuo —. ¿Por qué no estás más abierto a replantearte tus certezas? Solo de lo incierto nace lo nuevo. —Mis inhibiciones están causadas por tus creencias —le dice Ventrílocuo a Muñeco —. ¿Puedes vaciar tu mente de ellas para dejar espacio libre a tu creatividad y sinceridad? —¡Nunca pasa nada! Nada particular —dice Muñeco—. Todo bien. Todo normal. Todo aburrido. Cuando no pasa nada, puede estar pasando todo, pero por dentro. El muñeco «todo-está-bien» esconde el pánico del ventrílocuo a admitir que en su interior hay mar de fondo. —¿Lo que explicamos son realezas del pasado, o bien miserias del presente? —dice Muñeco a Ventrílocuo—. ¿Estás dispuesto a pagar el precio?

CADA VEZ ENTIENDO MENOS —¿Quieres que te diga algo? Cuánto más leo y estudio sobre el ser humano, menos lo 101

comprendo —dice Ventrílocuo. —Pues a mí me pasa otra cosa diferente. Veo que cada vez hay más espacio para la sorpresa —afirma Muñeco. —Pero ¿cómo te explicas lo que está pasando en el mundo? ¡Cuánta irracionalidad! —Es cierto que demasiado a menudo actuamos con todo menos guiados por la razón. Yo de una cosa estoy convencido: siempre soy capaz de encontrar una explicación elaborada sobre lo que sucede y mi relación con ello.

A

VECES ME SIENTO INFERIOR

—A veces me siento inferior —dice Muñeco. —¿Inferior a quién? —pregunta Ventrílocuo. —A todos. —¿Quiénes son todos? —No sé. Los demás. —¿Quiénes son los demás? —Pues todos los que no son yo. —Entonces, es el resto de la humanidad. ¿Y los conoces a todos como para compararte? —Evidentemente, no. —¿Entonces…? —Es que a mí desde pequeño siempre me comparaban con otros: con mi hermano, mis primos, los demás alumnos…, y siempre salía perdiendo. —Sí, entiendo —dice Ventrílocuo—. Desde la cuna nos ponen en balanzas que no solo miden nuestro peso. Miden nuestras emociones, competencias, habilidades, belleza física, destrezas, talento…, y en el otro plato de la balanza siempre hay alguien que nos supera. —De hecho —reflexiona Muñeco—, este es el objetivo, ¿verdad? Que tu plato de la balanza esté en desventaja. —¡Naturalmente! La comparación es una forma de control social, un modo de presionarnos para que demos más de nosotros mismos, o bien un arma para humillarnos. —Así ha sido para mí. Y aún hoy lo sigo arrastrando. —Recuerda: nadie puede hacerte sentir inferior sin contar contigo. Recuerda, Muñeco, la trampa de la balanza.

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SOBRE EMOCIONES, DIMES Y DIRETES —Muñeco, ¿qué me dices sobre los secretos y las confidencias? —pregunta Ventrílocuo. —Pues que cuando a uno le hacen una confidencia es porque alguien más también lo sabe. —¿Y qué me dices sobre la desconfianza? —Que es un odio insuficiente. —¿Y sobre la envidia? —La hierba es siempre más verde en casa del vecino…, hasta que uno se da cuenta que es césped artificial. —A mí siempre me han dicho que los extremos se tocan… —Y yo te digo que los extremistas chocan. —Creo que a veces puede ser más fácil empezar de cero que intentar modificar lo que ya existe. —Bueno, ya sabes, yo prefiero lo malo conocido que lo bueno por conocer. —Ya veo, no nos resultan cómodos ni lo incierto ni lo ambiguo. —Es que no me gusta la soledad que hay entre un SÍ y un NO. —A veces, esperamos la llamada que no hacemos. —Yo hace tiempo que no me llamo ni a mí mismo. —Realmente, quienes no se soportan son insoportables.

¿SIEMPRE QUEREMOS LO MEJOR? —Siempre queremos lo mejor para nuestros hijos —afirma Muñeco. —¿Estás seguro? ¿Qué significa lo mejor? ¿Lo mejor para quién? —duda Ventrílocuo. —Ya sabes…, lo mejor. Que lleguen más lejos que nosotros. —¿Y qué lugar es más lejos? —Pues que tengan más dinero, más cosas, más casas, más éxito, más salud, más felicidad que nosotros. —¿Y tú crees que más equivale a mejor? —Bueno, en los ejemplos que he mencionado, seguramente. —¿Y se lo has preguntado? ¿Sabes que realmente tus aspiraciones para ellos son sus propias aspiraciones? —Pues no. Pero todo el mundo sabe que lo que digo es algo bueno y deseable. —Creo que lo podríamos poner en duda. Lo bueno y deseable para una persona solo lo puede decidir ella misma, ya que es la única que tiene la información necesaria para 103

valorarlo. —¿En qué sentido? —Solo ella sabe de sus necesidades, sus expectativas, sus ilusiones, sus valores, sus emociones, su sentido de vida. Por lo tanto, solo esa persona puede saber si eso que a ti te parece mejor para ella encaja con su misión de vida. —¿No lo complicas demasiado, Ventrílocuo? Piensa que muchas veces nuestros hijos no saben lo que quieren y para ello estamos nosotros, sus padres, para guiarlos en su camino. —¿Acaso puede ser guía alguien en un territorio totalmente desconocido? Cada persona debe descubrir su camino, debe explorar sus deseos y debe decidir si está dispuesta a pagar el precio de hacerlos realidad. Dinero, éxito, cosas, casas… no siempre llevan a esa salud y felicidad que también les deseas. ¿Siempre queremos lo mejor?

CONFIANZA —¿Y tú, Muñeco, confías? —pregunta Ventrílocuo. —¿En quién? —En general, ¿te sientes confiado? —Pues, depende. Cada vez me cuesta más. Vivimos en un mundo lo bastante incierto como para poner demasiada confianza en los demás. Nunca sabes por dónde te saldrán. Yo me he sentido a menudo defraudado y, por lo tanto, ahora estoy en alerta y me lo pienso mucho antes de depositarla. —Permíteme la pregunta: ¿confías en ti mismo? —Bueno, depende. —¿De qué? —Depende de respecto a qué. Por ejemplo, si se trata de algo en lo que soy experto, confío. Si se trata de algo que me proponen y no he hecho nunca, no. —Así, lo que me dices es que tu confianza depende de tu nivel de control de la situación. —¡Exactamente! —Pero la vida no es algo que podamos controlar… —En efecto. —Entonces, ¿cómo lo haces para vivir sin estrés? —No lo hago. No puedo. Siempre vivo estresado porque no sé con certeza qué va a pasar y si lo podré controlar. —Esto es porque buscas la seguridad. Y seguridad no es confianza. —¿Cuál es la diferencia? 104

—La seguridad se basa en algo exterior. Y, como tú mismo has dicho, el mundo es incierto, con lo cual las seguridades se caen cuando menos lo pensamos. En cambio, la confianza interior nos guía en la vida cuando las cosas se nos tuercen. —¿Y cómo puedo sentir más confianza? —Trabajando para convertirte en la mejor versión de la persona que ya eres. Y para esto es necesario que te conozcas bien, sepas lo que te define, lo que te hace único. Si confías en ti mismo, Muñeco, siempre estarás en casa.

ME ABURRO —¿Sabes?, a menudo me aburro —dice Muñeco. —¿No hay nada que te apasione? —pregunta Ventrílocuo. —¿Qué quieres decir con apasione? —Pues algo en lo que creas firmemente en la vida, aquello en lo que inviertes esfuerzo y estima, algo que te hace sentir más vivo y te da sentido, algo que aportes tú a la humanidad. —Nada de eso he descubierto hasta ahora. —Pues aquí tienes una gran oportunidad: explorar hasta descubrir aquello que te hace sentir más vivo. —¿Para qué voy a complicarme la vida? —Tal vez la palabra complicarme es el problema. Mientras lo veas así te vas a quedar con lo conocido. Y lo conocido es la rutina. Y la rutina, si le quitas la t, es una ruina. Una vida sin pasión es pura supervivencia. —¡Vale! ¿Y por dónde empiezo? —Deja tu jaula de comodidad. Sal a aprender cosas nuevas. Conoce a otras personas. Lee libros con temas diferentes a los que lees. Escucha otro tipo de música. Aprende otro idioma. Cambia de acera cuando salgas a andar, ¡mira! —Te lo repito, Ventrílocuo, demasiada complicación, demasiado trabajo. Mejor me quedo con mi cómodo aburrimiento. —Tú mismo, pero deja de quejarte de una vez. «Tú te lo guisas, tú te lo comes».

NO LO ENTIENDO —Algunas personas me escuchan y esto les cambia la vida —afirma Muñeco. —¿Y tú te escuchas y cambias la tuya? —pregunta Ventrílocuo. —Esto ya es más difícil. Es curioso que cuando hablo a los demás sea tan clarividente 105

con lo que es necesario hacer y las decisiones que tomar, mientras que cuando se trata de mí mismo resulte tan complicado. —¿No será porque en este caso no eres objetivo? —Es posible. Cuando miro la vida de algunas personas soy capaz de ver claramente las líneas y trazos que les pueden dar equilibrio. Tal vez sea porque, como bien dices, Ventrílocuo, la puedo sobrevolar desde fuera y veo todo el paisaje. En cambio, cuando se trata de mí mismo, mi mirada queda condicionada por lo que siento. Veo el paisaje desde dentro del bosque espeso, la selva o el árido desierto en el que me encuentro inmerso. Por lo tanto, me siento perdido y el miedo se apodera de mí. —Así es, Muñeco; con miedo no puedes tener la claridad mental que se necesita para comprender desde la mente y el corazón, para escucharte en verdad. Tal vez sea por este motivo por el que no puedas cambiar tu vida. Necesitas des-centrar tu pensamiento, liberarte del miedo y valorar tu vida desde la serenidad.

ADIOSES —A mí no me gusta decir adiós —afirma Ventrílocuo con contundencia. —Entonces —pregunta Muñeco—, ¿cómo te despides? —Pues digo: «¡Nos vemos! ¡Hasta pronto!». —Pero tú sabes que en algunos casos igual no volverás a reencontrarte con esta persona. Pueden pasar años sin que os volváis ver, incluso ser la última vez que lo hagáis. Siempre que nos despedimos de alguien, debemos tenerlo en cuenta. —Sí, pero decirlo así queda más suave. De alguna forma, nos engañamos. Es que los adioses nos enfrentan a la pérdida. Y yo prefiero prenderme a desprenderme. La desposesión dibuja paisajes áridos en el alma que eludo visitar. —Te entiendo. Hay algunos adioses que nos arrancan algo por dentro. El peor es la muerte. Es el nunca más. —Sí. Recuerdo un fragmento de Asa Larsson que lo refleja con contundencia: «Parecía que esto fuera lo que más temía de morir. No poder vivir otra primavera, otro verano luminoso, otro ardiente otoño. Que las estaciones llegaran y acabaran sin él».55 Las despedidas me conectan con la pérdida y siento miedo. Mejor una fórmula que no sea tan realista, aunque sea más tópica. —De todas formas, fíjate, Ventrílocuo, en que cuando decimos «A-Dios», de alguna forma estamos encomendando a la persona a que un ser benévolo y superior guíe sus pasos o lo acompañe donde vaya. Es una especie de bendición. Tal vez no sea mala idea pronunciar esta palabra. —Lo voy a considerar, Muñeco, pero ya te digo que no estoy aún preparado para dar 106

muchos adioses.

CAMBIO —No me gusta este cambio constante que hay en el mundo. Las cosas deberían ser más estables —protesta Muñeco. —Las cosas cambian nos guste o no —asegura Ventrílocuo. —Pues yo donde me siento mejor es en mi rutina diaria. Si estoy confortable ¿para qué me voy a complicar la vida? Hoy he pasado delante de una iglesia y había un cartel que decía: «Después de más de dos mil años continuamos bajo la misma dirección». —¡Ja, ja! —ríe Ventrílocuo—, pues incluso ellos han tenido que cambiar formas, maneras, pedagogía… para poder sobrevivir a los cambios. ¿Acaso tú sigues tratando igual a tus hijos adolescentes que como les tratabas cuando eran bebés? —Bueno, salvo en el cuidado físico, el resto tampoco he cambiado tanto. —Pues ten cuidado, Muñeco, porque vas a tener problemas. Ellos sí que han cambiado, y tu conducta hacia ellos también debería evolucionar. —Tampoco se trata de cambiar por cambiar… Además, el tiempo, por sí mismo, todo lo cambia. —Eso es lo que la gente dice, pero no es cierto. Hacer cosas lo cambia todo. No hacer nada deja las cosas igual o peor que antes. Se trata de cambiar para mejorar. Respecto a los hijos, debemos respetar su momento, que es diferente al que era anteriormente, como también lo son sus capacidades y nivel de responsabilidad. Es preciso reinventarse a diario si queremos continuar siendo válidos. —Sueles hablar de forma enigmática, Ventrílocuo. A veces me cuesta entenderte. —Por ejemplo: antes les dabas biberón. No tenían dientes ni su aparato digestivo estaba preparado para asimilar nada más. Ahora, en cambio, les has cambiado su dieta, ¿no? —Claro que sí. ¿Cómo quieres que les dé aún biberón? —Pues es exactamente lo mismo respecto a cambiar de dieta emocional. Ahora necesitan espacio para explorar, confianza, autonomía y no estar pegados a ti. Saber dárselo supone cambiar tu conducta paterna. —Voy a reflexionar sobre ello. —Recuerda, Muñeco, que la supervivencia se basa en la transformación. Sin cambio nos apeamos de la vida.

EDUCACIÓN 107

—Cada vez creo menos en la educación. Por lo cara que es, los resultados no son demasiado exitosos —dice Muñeco. —¿Acaso no es más cara la ignorancia? —interroga Ventrílocuo. —Yo me he pasado muchos años estudiando y mira de qué me ha servido. —Estoy convencido de que sí que te ha servido, aunque sea para cuestionarte la propia educación. Hacerse preguntas y mantener un espíritu crítico forma parte de esa educación en la que dices que no crees. —A mí me traspasaron más informaciones que otra cosa. Me molesta que me quisieran adoctrinar. Mi experiencia no ha sido demasiado positiva. De hecho, estoy deseducándome de lo recibido. —Creo que ahora está cambiando la forma de educar. Hay toda una revolución. —¡Pues bienvenida sea! El papel del maestro como transmisor de información se acabó. Disponemos de herramientas más efectivas. Si no asume otro papel, está perdido. —Estoy de acuerdo contigo, Muñeco. De hecho, la misión de los maestros es dar herramientas y generar experiencias para que cada persona pueda construirse en función de lo que es y lo que quiere ser. Son facilitadores de procesos, y por eso, el respeto a las singularidades de los alumnos es clave. —Ya decía Salomón: «Ciencia sin conciencia es la ruina del alma». Así pues, para ser docente hay que ser decente. —Otra vez de acuerdo, Muñeco. En educación es imposible ser efectivo sin ser afectivo. Para mí, sabio no es el que sabe muchas cosas, es el que vive lo que sabe, y en educación, el aprendizaje mediante el ejemplo es imprescindible.

ESFUERZO Y conseguirás tu propósito si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te aleje del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho en lo relacionado con el destino. MARCO AURELIO

—Yo no creo en el esfuerzo. Las cosas fluyen porque el universo es un gran proveedor —dice Muñeco. —Pues yo con esfuerzo aprendí a escribir, a tocar un instrumento, a caminar, a montar en bicicleta, a estudiar una carrera… —enumera Ventrílocuo. —Quien posee talento para algo no tiene que esforzarse. —El arquero no vino al mundo con arco ni con la habilidad de dar en la diana. Yo 108

creo que es importante resaltar el esfuerzo. —La naturaleza nos proporciona lo que necesitamos. Si algo no sucede es que no tenía que suceder. Forzamos demasiado, y esto nos hace infelices. —Sí, Muñeco, la naturaleza nos proporciona naranjas, pero si yo quiero su zumo tengo que exprimirlo, ¿no? —Pues yo sigo creyendo que lo que no fluye es porque no toca hacerlo. No se deben forzar las cosas. Por ejemplo, una relación que cuesta demasiado es porque no te conviene. El esfuerzo es un peso. —El peso de un fardo depende de quién lo lleve y del sentido que para él tenga llevarlo. —Me sigue sin gustar este valor. Muchas cosas se arreglan solas. Hay que dejarse fluir. —Realmente, veo difícil que dejándote fluir aprendas a tocar el violín, por ejemplo. Solo después de mucho esfuerzo y práctica, un día el músico va a fluir tocando una bella melodía. Se lo habrá ganado a pulso, día a día, perseverando de manera constante a pesar de las dificultades. —¡Vale, vale!, tú ya me entiendes. Sigo pensando que «si algo tiene que ser, será». Yo busco cosas en las que no tenga que invertir tanto tiempo y esfuerzo. Lo encuentro antinatural. Siempre me complicas la vida, Ventrílocuo.

FRACASO —Me gustaría tener siempre a alguien a mi lado. La soledad me aterra, aunque digan que más vale estar solo que mal acompañado —dice Muñeco. —¿Has probado a amarte a ti mismo? Cuando yo lo hago no me encuentro nunca solo. —Creo que tengo miedo a fracasar y a defraudar las expectativas de los demás. —Tal vez estás demasiado pendiente de lo que dirán ellos. ¿Tú haces lo que realmente quieres? ¿Amas lo que haces? —A veces, sí; otras hago lo que creo que esperan ellos. —Entonces, ¿por qué no te arriesgas a luchar por lo que realmente quieres? —¿Y qué dirá la gente si no me sale bien? —Hagas lo que hagas, no podrás contentar a todos; por lo tanto, mejor contentarte a ti mismo, dado que contigo deberás vivir el resto de tu vida. —Sí, parece muy fácil de decir, pero es más difícil de hacer. Cuando no me aprueban, me siento rechazado y almaceno resentimiento. —¿Sabes que el resentimiento es como un veneno que te tomas cada día tú esperando que sean los demás los que mueran? 109

—No lo había pensado así. Es que a veces lo veo todo oscuro. —Cuando me ocurre a mí, miro al cielo de noche y, dentro de su inmensidad, siempre acabo encontrando la luz de una estrella. El error forma parte de nuestros procesos de aprendizaje, Muñeco. Busca tu estrella y lucha por ella.

GRATITUD —¡Estoy harto de hacer cosas y que nunca me lo agradezcan! —protesta Ventrílocuo. —Nunca sabemos el impacto que podemos tener en la vida de los demás y cómo lo que hacemos les puede cambiar la vida —responde Muñeco. —¿Qué quieres decir? —Hoy he recibido un correo de una persona que me escuchó en una conferencia hace diez años. Me dice que una de las cosas que dije le cambió la vida a mejor. —¿Y ha tardado diez años en darte las gracias? —Hay quien sintiendo gratitud no llega jamás a expresarla. Lo cierto es que para entender la gratitud uno tiene que ser capaz de darse las gracias a sí mismo. —¿Qué es la gratitud para ti, Muñeco? —Es la memoria del corazón. Mi abuela me decía siempre: «Cuando bebas agua, recuerda la fuente». —Veo que para ti la gratitud y la generosidad se dan la mano —deduce Ventrílocuo. —Sí, ser avaro es una manera muy triste de ser pobre. Y de entre todas las pobrezas, la pobreza emocional es la más triste de todas —responde Muñeco. —A mí me decían de pequeño: «¡Ojo con hacer favores! Quien hace un favor crea un resentido». —¡Qué triste! Yo agradezco cada día los dones que recibo, que son incontables. —¿Y a quién se lo agradeces? —A la vida, a quienes me rodean. Cada vez que tomo conciencia de que algo es un don, miro de expresarlo en forma de gratitud. —Espera un momento —dice Ventrílocuo—. Llaman a la puerta. —¿Quién es? —Una persona con una caja. —¿Y qué contiene? —Las llaves del cielo… —se asombra Ventrílocuo. —Ten en cuenta que estas mismas llaves también sirven para abrir las puertas del infierno. Cada uno de nosotros decide su utilidad.

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LIBERTAD La persona es el único pájaro que lleva jaula incorporada. ALEJANDRO JODOROWSKY

—Un ordenador no es libre —plantea Ventrílocuo. —Por eso es perfecto —suelta Muñeco. —Dicen que la vida nos esculpe —continua Ventrílocuo. —Yo he aprendido que soy yo quien me esculpo a mí mismo. Cada vez que elijo lo que hago, cada vez que me arriesgo o que me quedo en mi comodidad, defino un rasgo de la escultura que me representa.

MUERTE Creo que la muerte llega el día que dejas de amar. —¿Temes a la muerte, Muñeco? —Durante muchos años, así ha sido. Más que la muerte propia temía la de mis padres, la de los adultos que me cuidaban. Tenía mucho miedo de quedarme desamparado y solo. —Así, ¿era por egoísmo puro? —Supongo que puede verse de ese modo. Yo ahora diría que era por supervivencia. Me acuerdo que de pequeño, en las siestas de verano, dormía en una habitación con mis tíos y primos. Mis padres no estaban conmigo; yo pasaba el verano lejos de ellos, en la playa. En el calor de la tarde, en el silencio de la habitación, sentía un miedo intenso. «Y si todo el mundo muriera ahora, ¿qué haría yo para volver a casa con mis padres?» —¿Cómo lo gestionaste? —No lo hice. Fue una idea que durante muchos veranos aparecía de repente. Una parte de mí me decía que era una tontería, que era imposible que algo así pasara. Era muy difícil que todos murieran a la vez. Por otro lado, lo sentía como una posibilidad real. Había aparecido en mi vida el sentimiento de soledad. El gran temor de quedarme desprotegido, de ser vulnerable, de necesitar a los demás.

PARAÍSO TERRENAL —Hoy leía de nuevo la historia del paraíso terrenal —cuenta Ventrílocuo. —¿Tú crees que existió en realidad? —pregunta Muñeco. 111

—No lo sé. A veces pienso que el paraíso terrenal, como el cielo, es un estado mental. —Lástima que al paraíso solo se pueda ir con un coche fúnebre. —¡Hoy estás gracioso, Muñeco! —No sé. Pienso que nos hemos complicado la existencia. Intentamos discernir entre el árbol del bien y el del mal, y así ocurre que, obcecados en ello, nos acabamos olvidando del más importante: el árbol de la vida.56 —Entonces, para ti, ¿no existe el paraíso? —Pienso que es un espacio intangible que cada persona debe crear. Es una creación mental y emocional que se encuentra en nuestro interior. Esta casa interior que creamos puede ser un paraíso de paz o un infierno de caos emocional y de remordimientos. —Esto es muy complicado. No sabría ni por dónde empezar —se lamenta Ventrílocuo. —Es que ya has empezado. Cada paso que das en tu vida está generando las bases de un paraíso personal o de un infierno. Más que dedicar tiempo a teorizar es importante vivir las cosas. No sabemos lo que somos capaces de hacer hasta que lo hacemos.

REALIDAD Y FICCIÓN —La gente teoriza mucho y me pierdo entre sus palabras. —Uno suele explicar lo que sabe o lo que cree saber. Lo que ocurre es que queda reflejado en lo que hace y acaba mostrando lo que es —comenta Ventrílocuo. —Pienso que todo es muy relativo y que el mundo es muy complicado. Estoy harto de ir sin mapa, me siento perdido —continúa Muñeco. —¿Y quién haría el mapa del mundo? Cada persona lo ve de una forma concreta. Mi mapa no puede ser el tuyo; te perderías con él. El mundo no es como una persona lo concibe; es mucho más rico y complejo. —Entonces ¿qué es realidad y qué es ficción? Estarían las dos mezcladas. —Estoy convencido de que no hay una realidad. Cada uno de nosotros construye su realidad en función de sus recursos personales y de la capacidad para elaborar su relato. —¿Qué quieres decir exactamente, Ventrílocuo? —Que «así como soy yo, así es mi mundo». No hay realidad ajena a la persona que la narra. El observador cambia lo observado.

TIEMPO —El tiempo parece decirme: «Yo soy infinito, y tú, no» —dice Muñeco. 112

—¿Y cómo te sientes? – pregunta Ventrílocuo. —Angustiado, sin duda. Oigo el reloj marcando los segundos que se van perdiendo en el pasado. Visualizo un reloj de arena con cada vez menos arena arriba y más abajo. —Visto así es una tortura. —Lo es, lo es. Pienso en que todo acabará. Por un lado, quisiera llenar mi tiempo haciendo todo lo que es importante para mí; por el otro, ver la vida como algo que se me escapa es un sufrimiento. —Tal vez lo único que pueda sacarte de esta angustia sea vivir el presente a cada momento; estar en el aquí y el ahora con atención, agradeciendo la oportunidad de existir. Deja que sea la vida la que te sorprenda, en lugar de querer ser tú quien la llene. Yo, cada vez que me niego la vida, acabo teniendo problemas con el mundo y conmigo mismo.

VIDA Si esta vida que llevas se tuviera que repetir 1500 veces seguidas, ¿qué dirías? —Dicen que no todo lo que se ve es todo lo que hay —afirma Muñeco. —¿Qué es lo que realmente ves? —No me complico la vida. Veo las cosas en su globalidad y contexto. —Tal vez lo que ves se parece a mirar hacia el cielo a través de un telescopio. Aunque te parezca una visión amplia, solo percibes una pequeña porción del universo. ¿Tú hacia dónde te enfocas en tu vida, Muñeco? —No lo he pensado nunca… ¿Y tú, Ventrílocuo? —Si yo me centro solo en aquello que no funciona en mi vida, siento que pierdo la conexión con todo aquello que sí que funciona. —¿Acaso no puede también ser al revés? —Sí, ahora que lo dices, seguramente también funciona al revés. —¿Y qué tiene que ver el enfoque con tu vida? —Mi enfoque condiciona una parte importante de mis estados emocionales. En función de cómo veo mi vida, nacen en mi interior unas emociones agradables o desagradables. —Entonces, ¿puedes de alguna forma controlar las emociones que germinan en tu interior? —Sí. Está bajo mi control enfocar mi pensamiento. —¿No crees que puede ser perverso también? ¿Y si alguien decide ver solo la parte positiva de todo y, para no sentir desequilibrio, rehúye bucear en aquello que le genera 113

malestar? En ese caso, no haría nada para mejorar lo que no va bien. —Sí. Debo valorar este enfoque. Hay que ser valiente para acoger todas las emociones y comprender lo que me están diciendo. Ser consciente de que hacerlo me puede mejorar la vida. —Claro. El universo emocional es tan grande que sería una gran pérdida quedarse atrapado en determinados estados emocionales y no salir de ellos. De todas formas, esto de las emociones es complicado. Yo me limito a reaccionar ante lo que me ocurre sin darle tantas vueltas a todo. —Más que complicado, Muñeco, es complejo. En los momentos difíciles, me he dado cuenta de que la imaginación puede ser más importante que el conocimiento. Y de todas formas, he aprendido que es esencial explorar nuestra vida con todo su misterio. La respuesta a la pregunta final, «¿ha valido la pena?», será lo que la justifique y le dé sentido.

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_______________ 55. Asa Larsson, Sangre derramada, Barcelona, Seix Barral, 2011 (ebook). 56. Inspirado en Salvador Pániker.

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SEGUNDA PARTE

POSVERDADES, VERDADES, MENTIRAS Y OTRAS PROTECCIONES EMOCIONALES El puente que une un relato antiguo con un relato nuevo se llama RIESGO.

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CAPÍTULO SEIS

MECANISMOS DE AUTOPROTECCIÓN EMOCIONAL La iluminación no consiste en ver formas luminosas y visiones, sino en hacer visible la oscuridad. CARL GUSTAV JUNG

LA HABITACIÓN CERRADA Todo libro es una Odisea o una Iliada, porque toda historia es un viaje o una batalla. RAYMOND QUENEAU

En La trilogía de Nueva York, Paul Auster escribió este fragmento que nos puede ayudar a reflexionar sobre la dificultad de explicarnos nuestra vida: Vagabundeé mentalmente durante varias semanas, buscando la manera de empezar. Toda vida es inexplicable, me repetía. Por muchos hechos que cuenten; por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá; que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejó tras sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer esto sustituimos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderla porque nos entendemos a nosotros mismos. Esto es una superchería. Existimos para nosotros mismos, quizá, y a veces incluso vislumbramos quiénes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan; nos volvemos cada vez más opacos; más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la frontera que lo separa del otro 117

por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a sí mismo.

LA FUERZA DEL AUTOENGAÑO La naturaleza trabaja con enorme derroche: solo en el cerebro humano hay seiscientos mil millones de células. ¿Qué importa, pues, una sensación oculta, una emoción inconsciente? A veces, me parece que no importa mucho. Y otras pienso que todo depende de eso. SÁNDOR MÁRAI57

Afirmaba Michel de Montaigne que cualquier medio honesto para defendernos de las desgracias es no solo lícito, sino loable. Incluso Homero elogió el arte de la huida de Eneas. La huida es un mecanismo de defensa mediante el cual nos protegemos de daños mayores. Aun así, ¿vive realmente quien es un eterno fugitivo de todo? Nuestra fuerza radica en el conocimiento y en la honestidad de nuestros límites, y se consigue cuando uno ya no se engaña a sí mismo. «Todos escribimos siempre sobre nuestros mismos fantasmas, intentando encontrar la mejor forma de contarlo», escribe Rosa Montero.58 Les llamemos fantasmas o dragones, estamos hablando de zonas de nuestra vida en las que sentimos que hay una señal de peligro o un cartel de «prohibido el paso». Proyectamos afuera nuestros miedos y, a veces, limitamos nuestra vida a la pura supervivencia para protegernos de algo que nunca existió más que en nuestra mente. Lo deseable es vivir tendiendo a la felicidad o, por lo menos, a un cierto equilibrio y reduciendo al máximo la presencia de dolor. El autoengaño, a menudo inconsciente, pretende aliviar el sufrimiento y el desequilibrio creando posverdades emocionales con las que uno puede convivir. Hacer encajar lo que difícilmente encajaría es todo un arte de la manipulación mediante el lenguaje. El autoengaño puede tomar tales proporciones que uno acaba convencido de que vive en la verdad, aunque los indicios que le llegan lo contradigan. En ocasiones, más que centrarnos en lo que queremos, nos focalizamos en lo que no queremos o tememos. Es posible que las historias, que hoy algunas personas narran con cierta alegría o inconsciencia, se apoyen en una montaña de palabras victimizadas que no explican nada auténtico ni verdadero. Lo que pasa es que necesitan tanto creérselo que se las repiten muchas veces y, en cada intento, mejoran el guion, añadiendo detalles pequeñitos para darle profundidad y veracidad. Ensayan con muchos y variados auditorios, incorporan mejoras. Y al final, se convencen de que aquello fue real. No obstante, cuando los intangibles —pensamientos, emociones, deseos, ilusiones, 118

sueños, expectativas y valores— entran en colisión, interfieren en la consecución de los objetivos vitales de una persona. Entonces, para disminuir el nivel de sufrimiento y desequilibrio, tolerar las dificultades y las frustraciones y reducir los niveles de ansiedad, se activan los mecanismos de protección emocional y defensa. Así, se entreteje el autoengaño, y como dice Rafael Argullol: «El paraíso terrenal se pierde en cada mentira contra uno mismo».59

ADIVINA, ADIVINANZA Uno también construye lo que le ocurre. Lo construye, lo invoca, no deja escapar lo que le tiene que ocurrir. Así es el hombre. Obra así incluso sabiendo o sintiendo desde el principio, desde el primer instante, que lo que hace es algo fatal. Es como si se mantuviera unido a su destino, como si se llamaran y se crearan mutuamente. No es verdad que la fatalidad llegue ciega a nuestra vida, no. La fatalidad entra por la puerta que nosotros mismos hemos abierto, invitándola a pasar. SÁNDOR MÁRAI60

Poder echarle la culpa a alguien nos descarga emocionalmente, así es que, desde pequeños, entrenamos esta habilidad y nos centramos en buscar culpables en lugar de hacernos responsables. Y si no hay personas a quienes les podamos traspasar la culpa, entonces, se la atribuimos al destino, al azar, a la fatalidad, a la fortuna o a la buena o mala suerte. En estos escenarios, no tenemos el control de lo que sucede. Somos meras marionetas movidas por fuerzas descontroladas. Padecemos la vida y la sufrimos, aunque mucho menos que si nos consideráramos a nosotros mismos como causantes de la desgracia. Y al dejar de lado la responsabilidad, nos descargamos del peso de la culpa. • «Si todo estaba escrito, entonces no soy culpable». • «Si todo estaba escrito, entonces, hubiese hecho lo que hubiese hecho, habría acabado sucediendo igual». • «Si todo estaba escrito, ¿para que esforzarme y luchar? El hado, el destino no estaba de mi parte».

YA TE LO DIJE —¡Ya te lo dije! Cordialmente, tu intuición.61 119

«Yo ya lo sabía. Adivino lo que pasará». ¿Cuántas veces has dicho esta frase? ¿Cuántas te la han dicho? El «ya te lo dije» es una agrupación de palabras que levantan el yo-primitivo programado para la supervivencia, que reacciona ante todo lo que considera una amenaza o agresión. Quien las pronuncia está castigando al otro. Implícitamente le está diciendo: «Ya ves que yo tenía razón. ¡Mira que te avisé veces!, y tú, nada, ni caso. Entonces, ahora no llores ni te quejes porque ha pasado lo que ha pasado. Habrías podido evitarlo de haberme hecho caso y no me lo hiciste. A ver si lo tienes en cuenta para futuras ocasiones. A mí hay que hacerme caso porque soy… muuuuy listo, intuitivo, sabio, o… tú te lo has buscado, pues». Casi nada, ya ves. Un mundo de mensajes en cuatro palabras.

DESTINITIS —Ayer visité a una adivina —cuenta Ventrílocuo. —¿Cuál fue el motivo? —pregunta Muñeco. —Mi vida se ha convertido en un desastre y no sé qué hacer. Estoy muy indeciso —¿Y qué te dijo? —Que mejoraría sustancialmente dentro de seis meses. —¿Y ahora qué vas a hacer? —Nada. —¿Por qué? —Porque hasta dentro de seis meses las condiciones no me serán favorables y tampoco serviría de nada… —¿Y después? —Después de seis meses tampoco tendré que hacer nada, puesto que las condiciones serán favorables y todo se arreglará por sí mismo. —¿Y ya has resuelto tu indecisión? —Bueno, antes era indeciso. Ahora, no lo sé. Es mi destino. Estaba escrito en las estrellas. Ya lo decía mi carta astral. La destinitis nos exime de responsabilidad. Uno no puede ir en contra del destino. Haga lo que haga se producirá lo que estaba escrito. Es necesario transformar el destino en diseño.

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ADULA, QUE ALGO QUEDA El mundo entero representa una comedia. Hemos de representar debidamente nuestro papel, pero como el papel de un personaje prestado. La máscara y la apariencia no deben convertirse en esencia real, ni lo ajeno en propio. No sabemos distinguir la piel de la camisa. MICHEL DE MONTAIGNE

Palabras para seducir que parten de una mínima base de verdad. El adulador es un necesitado de atención, de mirada, de contacto, de reconocimiento, de tutela. El adulador no es sincero. Viste de sinceridad su discurso, pero lo decora con trampas que hinchan y dan lustre al ego del otro. En el fondo, es el inicio de una relación mercantil: yo te doy admiración e incluso te miento para que tú te sientas bien y me quieras a tu lado; a cambio de ello, tú me tienes en cuenta, me proteges, me acoges en tu círculo de relaciones y me ayudas cuando lo necesite. No debemos confundir adulación –transacción– con reconocimiento, con aportar vitaminas emocionales sinceras, refuerzos basados en la realidad, algo que es imprescindible para cultivar relaciones positivas y crecer con los demás. La diferencia es lo que nos mueve a decirlo: ayudar a crecer al otro, o bien utilizarlo para nuestros fines. Cuestión de ética.

ATRIBUCIÓN SIEMPRE GANADORA ¿Cómo explicamos lo que nos sucede?, ¿desde la víctima o desde el protagonista?, ¿desde la pasividad o asumiendo la responsabilidad? —Hoy me he examinado del carnet de conducir —dice Muñeco. —¿Y cómo te ha ido? —pregunta Ventrílocuo. —Me han suspendido. —¿Por qué dices «me han suspendido» si el que has suspendido eres tú? —No, no. Es que examinan de cualquier manera y siempre encuentran un pero en lo que haces. —¿Y tú realmente piensas que no has hecho nada para ser suspendido? —Yo no soy responsable de lo que los otros hacen mal. El examinador ha sido terrible. —¿Y qué vas a hacer ahora? 121

—Pues esperar a que cambie la suerte y me toque otro examinador. —¿Y no crees que esto es muy irresponsable? —Pues no. ¿Qué le voy a hacer si me tienen manía?

LA FUNCIÓN DE HOY62 —¿Cómo ha ido la función de hoy, Muñeco? —¿No has leído la crítica, Ventrílocuo? — No. —Dice que ha sido un desastre. —¿A ti te lo pareció, Muñeco? —En absoluto. La obra fue un éxito. Lo que ha sido un fracaso ha sido el público. Siempre a caballo ganador. Cuando lo que sucede es desagradable, una equivocación, un fracaso o algo no deseable, traspasamos la responsabilidad a los demás. Cuando lo que sucede es agradable, un acierto, un éxito o algo deseable, nos atribuimos el logro. Así: • «Hemos ganado». (Cuando nuestro equipo gana el partido.) • «Han perdido». (Cuando el equipo X pierde el partido. En este caso, también eliminamos la palabra nuestro.)

SE ME QUEDÓ LA BATA —Muñeco, ¿por qué hoy no te dejaron entrar en clase? —pregunta Ventrílocuo. —Es que se me quedó la bata… —¿Cómo que se te quedó? ¿Acaso la bata decide si se viene o si se queda? —Bueno, tú ya me entiendes, Ventrílocuo. Se me olvidó en casa y ya sabes que la profesora no nos deja entrar sin ella. —Entonces, ¿por qué en lugar de decir «se me quedó» no dices: «he olvidado mi bata»? —Pues porque así me parece que no es tan grave y no me siento culpable —explica Muñeco. —Ya, ya, así vamos tú y yo. No asumes responsabilidades y evitas todo lo que te haga sentirte culpable. Es que, Muñeco, no mejoramos… —¡Vale, vale! No hay para tanto. —Sí que hay para tanto. Por favor, Muñeco, empieza a asumir la primera persona. 122

Empieza a fabricar frases con el sujeto yo. A ver si te dejas de excusas y asumes la responsabilidad.

ES QUE NO ME HACE FELIZ —¡Ay, qué desgraciado me siento! —Hola, Muñeco. ¿Qué te pasa? —Estoy de mala suerte. Siempre me tocan personas egoístas como pareja. —¿Mala suerte? ¿Acaso no las eliges tú? —Sí, claro, pero al principio todos intentan hacerte ver su mejor parte y luego te encuentras con lo que te encuentras… —Pero ¿tú harás lo mismo…? —Desde luego, pero, mira, si yo tengo una pareja es para que me haga feliz, y si no me hace feliz, no tiene sentido. —¿Te has planteado que la responsabilidad de tu felicidad es tuya? —¿Qué quieres decir? —Que no puedes depender de otra persona para serlo. Si tú, que tienes acceso a toda tu información, que sabes de tus deseos, ilusiones, que conoces tus pensamientos y emociones, no eres capaz de darte esa felicidad, ¿no es injusto exigirla a alguien que ni tan solo dispone de esa información? —Hablas de forma muy complicada. Por mi parte, voy a seguir pidiendo que mi pareja me haga feliz. Tiene que adivinar qué necesito, qué siento y deseo, y dar respuesta a mis necesidades. Si no lo hace es que no es mi media naranja, y tendré que seguir buscando. —Pues busca, busca... —concluye Ventrílocuo.

LO HICIMOS JUNTOS Un enorme elefante y un ratoncito se hicieron muy amigos. Adonde iban, caminaban juntos, uno al lado del otro. Un día, llegaron a un puente largo y angosto suspendido sobre un barranco profundo. Lado a lado, entraron en el puente y caminaron hasta el otro borde. Cuando llegaron al otro lado, el ratoncito le dijo al elefante: —¡Caramba, es bien cierto que hicimos temblar a ese viejo puente!63 Interpretación: La confianza en uno mismo y una buena autoestima pueden funcionar como lente de aumento respecto de las propias aportaciones y logros. En este caso, el trabajo en equipo y las aportaciones de uno y otro no son iguales, y no obstante, 123

la mirada del ratón hace suyos los logros de su compañero y se vanagloria de ello sin ningún rubor. Y es que realmente siente que es así. Impacto: Recordemos el refrán «Quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija». La relación de amistad entre ambos hace que nada pierda el elefante y algo gane el ratón. Aun así, el ratón tiene un concepto muy distorsionado de sus propias capacidades.

ATRIBUCIÓN EN CONTRA: SIEMPRE PERDIENDO Solo aspiro a encontrar mi paraíso en la tierra. Y soy digno de compasión porque es posible que lo haya conocido en varias ocasiones y no me haya dado cuenta. TERENCI MOIX

A veces, fallan estos mecanismos de autodefensa, que lo que pretenden es evitarnos sufrir. Hay para quienes funcionan de forma totalmente opuesta al ejemplo anterior. Siempre son perdedores: • «He perdido». («Les he fallado. Me he fallado».) • «Han ganado». («Gracias a sí mismos. Mi aportación no ha sido de valor».) Es decir, uno se atribuye la responsabilidad de los errores, fracasos, desaciertos…, y rechaza el mérito de lo ganado, de lo acertado o de lo que ha sido un éxito. Si algo sale mal, es por culpa nuestra. Si algo sale bien, es que hemos tenido suerte o es mérito de los demás. Un mecanismo perverso.

AQUIESCENCIA —Muñeco, ¿verdad que no podrías vivir sin mí? —Sí... —¿Verdad que soy lo más importante de tu vida? —Sí… —¿Verdad que me quieres mucho, mucho, mucho? —Sí… —¡Ay, Muñeco, qué cosas tan bellas me dices! Interpretación: La necesidad de ser elogiado y reforzado prevalece sobre la necesidad de vivir en la realidad y ser amado en verdad. Ventriloquia: uno hace decir al otro lo que 124

el otro no dice o no siente. El otro, pasivamente, lo acepta. Impacto: Promueve una relación irreal y falsa. Fomenta un espacio de comodidad y rutina. Sentimientos de resignación y fastidio. Soledad emocional. Para que este mecanismo de protección emocional funcione, debemos rodearnos de un tipo de personas que no rompan nuestros esquemas. Suelen ser parecidas de pensamiento o de formas de mirar la vida, o bien pasivas y acomodadas. Prefieren darnos la razón antes que razonar con nosotros o llevarnos la contraria.

COMPENSACIÓN Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. REFRÁN POPULAR

Gustav Adler dijo que la compensación es un mecanismo de defensa ante el sentimiento de inferioridad. Quien se siente inferior en algún aspecto de su persona siente incomodidad o sufre, por lo que necesita hacer algo que elimine este sentimiento de incapacidad. El mecanismo de compensación cubre este papel. Si me siento muy inseguro, me pongo una máscara de seguridad exagerada. Si me ha faltado mucho amor de pequeño, puedo acabar construyendo relaciones familiares muy cerradas y controladoras, intento que nada le falte a nadie y desarrollo un talante hiperprotector y posesivo. Si tengo baja mi autoestima, exagero mis logros. Una forma de compensar lo que nos falta por un lado es acaparar por otro. A veces, la carencia de afecto se puede compensar con la avidez de poseer objetos o dinero. En otras ocasiones, puede provocar que uno se aferre con fuerza a otras personas, depositando en ellas el control de la propia seguridad y confianza. Así, lo que tenemos o poseemos se convierte en nuestra seña de identidad. El problema es que, si lo perdemos, nos perdemos. Por eso, hay quien se siente incapaz de desprenderse de lo que tiene, y le cuesta regalar o practicar el arte de la generosidad: al hacerlo, siente que una parte suya se le va.

EXAGERACIÓN ¡Y hasta qué punto el lenguaje falso es menos sociable que el silencio! MICHEL DE MONTAIGNE

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Este es un ejemplo de compensación de alguna carencia. Quien dispone de este mecanismo de protección emocional genera una posverdad basada en la emoción de las hazañas que narra, intentando seducir a su auditorio con ellas. La exageración y la vanidad se dan la mano. Para compensar su sentimiento de insignificancia, inseguridad o baja autoestima, la persona intenta llamar la atención de los demás a fin de ser vista, valorada o admirada. «Dime de lo que te vanaglorias y te diré de lo que careces». La exageración se muestra con un lenguaje falso que intenta aumentar una realidad que resulta demasiado pequeña. ¿Para qué ir presumiendo de algo si uno ya sabe que eso ha sido así, lo ha vivido y para él ya es suficiente? Exagerar méritos, sucesos, respuestas, explicaciones, cualidades, experiencias, resultados, importancia… compensa psicológica y emocionalmente de una carencia.

CONFORMISMO «Esto es lo que hay». Resignación y conformismo no es lo mismo que aceptación. La aceptación de algo está vinculada con el principio de realidad («lo que es, es») y es sano practicarla. En cambio, conformarnos, aunque también sea una manera de adaptarse a la realidad, también puede ser una forma de empezar a morir emocionalmente al dejar de luchar por nuestros sueños. —Venga, Muñecos, os quiero a todos aquí —dice Ventrílocuo. —¿Qué pasa? ¿Por qué tanta prisa? Con lo bien que estaba en el baúl… —se queja Muñeco-Quejica. —¿No puedes dejar de incordiar, Ventrílocuo? Siempre con exigencias. Estoy hasta las narices de ti —dice Muñeco-Irritable. —Vale, chicos, tengamos paciencia y vamos a ver qué quiere. Igual es importante para todos —apunta Muñeco-Conciliador. —Como sabéis, estoy encallado en el trabajo. Hace tiempo que no disfruto de lo que hago y me siento triste y desanimado —explica Ventrílocuo. —¡Pues mándalo a freír espárragos y te buscas otra cosa! —salta Muñeco-Irritable. —¡Calma, calma, calma! —aconseja Muñeco-Conciliador—. Tenemos que reflexionar antes de hacer nada. ¿Qué tiene de bueno tu trabajo, Ventrílocuo? —Bien, cobro al final de cada mes, y me da para pagar mis necesidades y algo más. —Entonces, deja de incordiarnos. Te conformas y ya está. ¡Cuántas personas quisieran tener algo así! —dice Muñeco-Irritable. 126

—Sí, eso ya lo sé, pero para mí no es suficiente. Creo que tengo mucho potencial que no estoy utilizando; se me ha quedado pequeñito el trabajo. No me siento motivado. —¡Déjate de tonterías! —se burla Muñeco-Irritable—. Pobre Ventrílocuo, no se siente motivado… —Deja de reírte de él —dice Muñeco-Conciliador—. Ventrílocuo está sufriendo y es cosa nuestra ayudarle a tomar la mejor decisión. —Por mí, ya está tomada. —Muñeco-Resolutivo toma la palabra—: Te conformas, te adaptas, te resignas, dejas de lamentarte y de incordiarnos a todos. La vida es así. Unos tienen más suerte que otros. Y tú no puedes quejarte; por lo menos, tienes un trabajo. —Yo ya os he dicho qué haría —sigue Muñeco-Irritable—. Sé valiente y vas hoy al jefe y te despides; lo plantas, le dices todo lo que piensas de él y te quedas tan ancho. —¿Y tú que me dices, Muñeco-Conciliador? —Pienso que debes hacer caso a lo que sientes. Tu tristeza te informa de que crees que estás perdiendo algo: la ilusión, las ganas de crear o a ti mismo. El desánimo te dice que padeces fugas de energía. Notas que se te escapa la vida. Tienes que actuar. —Así, ¿estás de acuerdo con Muñeco-Irritable o con Muñeco-Resolutivo? —Tal vez en esencia, pero no en el cómo de uno ni en el del otro. ¿Por qué no sigues reflexionando tú y tomas la decisión? Ni el conformismo ni la irreflexión suelen aportar equilibrio. Date tiempo, ¿vale?

CREDULIDAD Y POSVERDAD Y es cosa maravillosa cómo lo que el hombre mucho desea y asienta una vez con firmeza en su imaginación, todo lo que oye y ve, ser en su favor a cada paso se le antoja. BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, HISTORIA DE LAS INDIAS

Credulidad: Actitud que consiste en hacer nuestro el relato de otro, sin preguntarnos ni cuestionarnos. Falta de responsabilidad en el ejercicio de la razón. Posverdad: Los hechos objetivos tienen menos influencia en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y las creencias personales. En la era de la posverdad, el hecho de que determinadas cosas sean ciertas o no es totalmente secundario. Lo importante es que sean emocionalmente satisfactorias. Así, acabamos viviendo de una forma muy emocional, en una realidad construida con exageraciones espectaculares que nos cautivan.64 En momentos de incertidumbre y confusión, buscamos espacios de certidumbre que nos den seguridad. Y es muy fácil encontrar personas y organizaciones que nos los 127

ofrezcan en bandeja. El sentimiento de pertenencia a un grupo o red humana también nos proporciona esta anhelada seguridad. Somos parte de algo mayor que nosotros mismos y, por lo tanto, ya no estamos solos. Las islas de certidumbre, en medio de un mar agitado repleto de peligros, son el anhelo de un ejército de crédulos que no ejercen su razón y delegan su responsabilidad de pensar, de discriminar y de elegir en otras personas, que se convierten en sus líderes, maestros, gurús o guías. Se abrazan a cualquier superstición, opinión o mirada (porque si lo dice tal medio o tal persona, entonces, «será que es verdad»). Fáciles de manipular y sordos al consejo de una razón que está desentrenada, se sienten a salvo en sus certezas. —Esto es así. —Así pues, no puede ser asá. —Pero ¿te lo has cuestionado? Y tú, ¿a qué conclusión has llegado por ti mismo? ¡Ojo, que el pensamiento único es peligroso!, y la historia nos lo demuestra. Ejércitos matando porque el gran líder lo manda; masas de personas siguiendo a personas que las llevan al precipicio; miles de personas gritando consignas que no han pensado, no han reflexionado ni, a veces, comparten, llevadas por el contagio emocional del grupo. El pensamiento único se vale de la credulidad de la masa, de la simplificación, del populismo que se mueve por consignas, que no apela ni a la responsabilidad ni tampoco al ejercicio del pensamiento crítico. La masa crédula es fácil de manipular. Solo hace falta alguien que tenga un buen dominio del discurso y que sepa movilizar sus emociones, sean de miedo o de indignación. La credulidad se extiende como una pandemia porque nos lleva al terreno de la comodidad y la facilidad: • Lo que dicen los nuestros es verdad. Lo que dicen los otros es mentira. • Si lo dice mucha gente, será que es cierto. • Si lo ha publicado algún medio de comunicación, también. Es clave reflexionar sobre la credulidad y sus males. Si alguien quiere creerse un relato, siempre puede encontrar razones para hacerlo. Autoengañarse es muy fácil, y cuanto más lo estemos, tanto más vulnerables seremos al engaño urdido por otros. Escribe Fabrizio Andreella: Nuestra psiquis ya está educada para recibir su ración de exultación y queja, miedo y asombro, indignación y adrenalina. Es un alimento que no se cocina en el horno de la veracidad y que los medios nos entregan a domicilio para nuestras 128

conversaciones o monólogos interiores más maquinales, donde las emociones y las creencias son más determinantes que los hechos y los datos. Así pues, es clave tener bien presente que en los diálogos internos que mantenemos con nuestros diferentes personajes no pesan igual los hechos y datos que las emociones y creencias. Estas últimas son filtros de realidad, la seleccionan y modelan. Y si no somos conscientes de ello, podemos vivir en la posverdad emocional de forma casi permanente. Alguien dijo que en la verdad se vive y en la duda se cae. Aun así, aquí planteamos la importancia de ejercer el pensamiento crítico y cuestionar las verdades que nos quieren vender, ya sea en forma de publicidad, ideas o relatos. La conciencia de cuáles son los mecanismos de protección emocional que se activan para sobrevivir y el espíritu crítico para valorar nuestras distintas voces son indispensables para no quedar a merced del relato de cualquiera. La credulidad es peligrosa, tanto para el auditorio como para el propio ventrílocuo, puesto que sus personajes también aprenden a mentir. Los únicos relatos realistas son aquellos que nacen desafiados por el cuestionamiento y la duda. Son historias en constante revisión, abiertas a nuevas aportaciones y capaces de incorporar las verdades de otros ventrílocuos.

¡CUESTIÓNATE! Todo lo que ronda en nuestros relatos puede reducirse a una pregunta: ¿hay una causa final? Es interesante plantearse la duda como un acto inteligente. Tal vez el matiz entre dudar y cuestionarse sea muy sutil. Por ello, a veces, lo utilizamos indistintamente. Para nosotros el matiz emocional sería que la duda suele estar vinculada a la desconfianza, mientras que el cuestionamiento está vinculado a la curiosidad y al pensamiento crítico. ¡Preguntemos!: «¿En qué te basas para hacer esta afirmación? ¿Qué hechos la avalan? ¿Has vivido alguna experiencia similar?». Los relatos no son como son, sino como somos nosotros. ¿Adónde irán nuestros relatos cuando nuestra vida finalice?, ¿quedarán flotando, formando parte de la gran Mente Universal, algo parecido a una gran nube de palabras encadenadas de donde otros beberán para producir sus propias historias? El color del agua depende de la luz que le llega. Nuestra luz es el resultado de nuestra clarividencia mental y de nuestra transparencia emocional. Tal vez la serenidad, en algunos casos, consista en no creerse demasiado los propios 129

relatos. En la libertad de relatar, podemos hacer frente a nuestros demonios. El relato reparador empieza donde acaba la culpa y nace la responsabilidad.

DESCONEXIÓN Sufrimos porque sentimos temor y miedo. Los sentimos, pero además los tenemos. Y, a veces, ellos acaban poseyéndonos. Sentimos ansiedad y, en ocasiones, nos desbordamos. Sentimos tristeza y no sabemos cómo hacer los duelos. Y un día, nuestra mente elige dejar de sentir para no sufrir. Enfriamos nuestro corazón, nos ponemos entre paréntesis. No es un proceso consciente. Uno no dice: «Voy a desconectarme para no sufrir». Es la respuesta de nuestra mente ante lo que vivimos y una consecuencia del balance negativo entre lo que debemos enfrentar y los recursos de los que disponemos. Es un intento de proteger nuestra alma de fracasos, decepciones, rechazos, desengaños y de todo tipo de heridas emocionales. Y por ello, acabamos desconectándonos de toda situación o persona que, aunque inicialmente nos aporte algo positivo, pueda ser fuente futura de dolor. «Soy más feliz estando solo. No me importa». Con este relato justificamos la desconexión. Es un virus peligroso que se nos puede comer la vida. Pasamos a vivir con el programa de supervivencia activado en lugar de vivir de manera plena, con todos los riesgos, fracasos y premios que supone relacionarnos afectivamente con los demás.

ERUDICIÓN «Esto ya lo sé». (De-mente; demente.) Saben de todo, teóricamente. Hablan de memoria, proporcionan datos, nombres, referencias. Hablan de lo que otros han dicho. Citan a maestros. Este ha dicho… Este otro… Raramente hablan en primera persona. Hablan de oídas. Memorizan, pero no elaboran, no integran. Saben, pero no son sabios. Los oyes y los puedes admirar, pero te quedas sin saber quiénes son ellos, cómo 130

piensan o sienten; qué han vivido de todo lo que explican o dicen. Se esconden bajo su erudición. Mentes demasiado llenas, desconectadas del mundo emocional. Tienes ganas de decirles: —Y tú, ¿qué piensas sobre esto? Y tú, sobre todo, ¿qué has vivido y has integrado de esto de lo que tanto hablas y pontificas? Demasiada teoría y muy poca práctica. Sueltan una sucesión de citas célebres que no dejan de ser simplificaciones y consignas, características ambas de la posverdad emocional: tocamos sentimientos, propagamos creencias, pero… ¿dónde queda la praxis?, ¿dónde las acciones que ejemplifican tantas bellas palabras? Pura incoherencia. Erudición sin acción = traición.

EXCUSAS Y JUSTIFICACIONES: LOS «ES QUE…» Si te dicen que no sirves para pintar, toma un pincel y pinta. • «Es que... se me escapó el autobús», «se acabó la tinta de la impresora», «mi madre no me llamó», «el despertador no sonó». • «Es que... la gente no cumple con sus compromisos; yo lo hubiera entregado a tiempo si me hubieran pasado bien los datos». • «Es que... la dirección de nuestra empresa realmente no se cree lo que nos pide a nosotros. ¿Cómo vamos a lograrlo?» • «Es que... es demasiado difícil y estos objetivos son poco acertados. Me presionan demasiado». • «Es que… aún no es el momento. Tengo que elaborarlo más, y cuando esté más maduro, seguro que lo haré». Es fácil atribuir lo que va mal a una mala racha o a buscar culpables afuera, ya que se diluye nuestra responsabilidad. Eduardo Galeano nos da una muestra del sentimiento de pérdida de control. Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco y siento mucho 131

miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción.65 Entonces, si nos van mal las cosas es porque tenemos una mala racha, no tiene nada que ver con nosotros, ¿verdad? No somos nosotros quienes no ponemos atención en donde dejamos las cosas, no somos nosotros quienes estamos haciendo varias cosas a la vez y actuamos de forma distraída; no somos nosotros quienes no ordenamos nuestros papeles. Claro, es la mala racha. Y como es su culpa, nos libramos de la responsabilidad y, por lo tanto, de las consecuencias. ¡Ah! La excusa es un pretexto para no pagar por algo que se ha hecho mal, o se ha dejado por hacer. «Excusas de mal pagador» es la expresión popular que pretende despertar al que las utiliza: «Quien se excusa se acusa» (Excusatio non petita, accusatio manifesta). «Es que yo no sirvo para dibujar, no sirvo para emprender, no sirvo para vivir en pareja, no sirvo para…» ¿Lo has intentado? ¿Cuántas veces? ¿Con qué nivel de dedicación, compromiso y responsabilidad? «Es que yo no puedo hacerlo…» ¿No puedes, o no quieres invertir tiempo y esfuerzo y pagar el precio que supone recorrer el camino para lograrlo? ¿No puedes, o no quieres lo suficiente? ¿No puedes, o tal vez no estés dispuesto a abonar el coste de obtener tu sueño? ¿No puedes, o vives acomodado en un territorio que en el fondo ya te está bien? ¿No puedes, o intentas evitar el dolor que te supondría perder algo una vez obtenido? ¿No puedes, o prefieres vivir en la ignorancia y en la irresponsabilidad que supone buscar culpables fuera de lo que va mal en tu vida? «Es que yo soy así…» Pero ¿puedes ser de otra forma mejor? «No tengo tiempo…» Todos disponemos cada día de veinticuatro horas. ¿A qué das prioridad en tu vida? Las excusas que nos acusan, que nos anclan en lo que se nos dijo y nosotros nos creímos. Las excusas que intentan protegernos del trabajo de intentarlo, de luchar, de conseguir y consolidar un nuevo aprendizaje. Las excusas que se convierten en rutinas verbales que evitan la reflexión, el cuestionamiento, la revisión de nuestras barreras vitales. Las excusas son los clavos que utilizamos para mantener un edificio de fracasos. Mantener una vida complicada es una excelente excusa para evitar cambiarla. «No puedo evitarlo.».. Esto es lo que todos decimos cuando no queremos esforzarnos. Tú eres tu propia barrera. Sáltala desde dentro. «Pero ya es demasiado tarde». Siempre hay tiempo para un nuevo comienzo. Sea como sea, la justificación es una explicación que intenta eximirnos de 132

responsabilidad. ¿Es lo mismo una justificación que una excusa? A veces, hay excusas escondidas en explicaciones elaboradas. Este relato que nos explicaron sería un ejemplo de ellas: Un hombre devoto que había llegado a los ciento cinco años de edad dejó, de repente, de ir a la sinagoga. Alarmado por la ausencia del viejo después de tantos años de asistencia fiel, el rabino fue a verlo a su casa. Lo encontró con excelente salud, así que el rabino le preguntó: —¿Cómo es que después de todos estos años ya no participa en los servicios religiosos? El anciano miró a su alrededor y contestó con voz queda: —Le diré por qué, rabino. Cuando llegué a los noventa pensé que cualquier día Dios vendría a buscarme. Pero llegué a los noventa y cinco, después a los cien y después a los ciento cinco. Así que he llegado a pensar que Dios está muy ocupado y que se ha olvidado de mí. Por eso no se lo quiero recordar yendo a su servicio.

NO LO SABÍA La facilidad con que una sociedad desprecia, y hasta sepulta, las visiones discrepantes depende evidentemente del conjunto de lagunas compartidas por sus ciudadanos. No nos damos cuenta de lo que nos desagrada ver y tampoco nos damos cuenta de que no nos damos cuenta. DANIEL GOLEMAN

¿Desidia? ¿Pereza? ¿Desinterés? Actualmente, decir «no lo sabía» no te hace quedar demasiado bien a los ojos de los demás. Alegar ignorancia en la era de Google es difícil de justificar. ¿No lo sabíamos porque, en general, no nos interesamos en saber? ¿Era demasiado trabajo? En el fondo, ¿queremos mantener al margen de nuestra vida todo aquello que no nos encaja? Otro indicio de nuestra dificultad para asumir responsabilidades: es preciso leer la letra pequeña de la vida, de la misma forma que sería oportuno leer la letra pequeña de los contratos que firmamos.

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EXPECTATIVAS No quieras hacer cantar a un cerdo porque pierdes el tiempo e irritas al cerdo. ANTHONY DE MELLO

—¿Has intentado cambiar a alguien alguna vez? —pregunta Ventrílocuo. —Es parte de la historia de mi vida —responde Muñeco—. De pequeño, a quien quería hacer diferente era a mí mismo. No me gustaba lo suficiente. Además, algunas personas cercanas me animaban en este empeño. —¿En qué sentido? —Tenía una abuela que siempre me comparaba con mi prima. «Fíjate en Rosa —me decía—; ella sí que… sabe estar, es generosa, va siempre limpia, no dice palabrotas, es buena en los estudios». Así, lo único que consiguió con este discurso fue que yo entendiera que me decía: «No sabes estar, eres egoísta, vas siempre sucio, dices palabrotas, no vales para estudiar...». Su mirada me dolía profundamente, y lo que provocó fue que empezara a tener manía a mi prima y que estuviera enfadado con ella. —Así, reforzabas el concepto en el que te tenía. Realmente, tu abuela no ayudó demasiado a tu autoestima. —En efecto. Esto del «deberías ser o parecerte a…» es una expresión que supone rechazo a lo que se es. Yo aún no me acabo de aceptar a mí mismo. Sé que he decepcionado a mi familia. No he sido lo que esperaban de mí. —Y tú, ¿qué esperas de ti, Muñeco? —Tan solo ser quien soy, vivir como quiero vivir, sentirme en paz. Y eso no se consigue intentando contentar a todo el mundo. —¿Y por qué no te rebelas? ¿Por qué no centras tu energía en este objetivo, en ser quien eres en esencia? —Si lo hago, quizá dejaré de gustarles. Demasiado arriesgado. —Y si no lo haces, te defraudas a ti mismo. Y, recuerda, Muñeco, que tú eres la única persona con la que tienes la seguridad de que vas a vivir el resto de tu vida. Mejor que estés en paz contigo mismo. Los demás van y vienen. —Siempre me ha dolido sentirme constantemente medido, sopesado en una balanza, comparado con otros… Sufro mucho por este motivo. —Yo recuerdo una tía mía muy sabia que me decía: «No te compares con otros. Siempre saldrás perdiendo. Siempre habrá alguien más alto, más listo, más guapo, más rápido que tú. Pero recuerda: nunca ha habido ni habrá en toda la historia de la humanidad un ser como tú. Eres singular y, por lo tanto, valioso. Lo único legítimo es que te compares contigo mismo: ¿eres mejor este año que el anterior?, ¿has avanzado en 134

tus objetivos?, ¿sientes mayor bienestar?». —En verdad, era sabia esa tía tuya. Voy a reflexionar sobre lo que has compartido conmigo. ¡Gracias, Ventrílocuo!

FABULACIÓN La vida se vuelve casi interesante cuando ya has aprendido las mentiras de los demás, y empiezas a disfrutar observándolos, viendo que siempre dicen otra cosa de lo que de verdad piensan, de lo que quieren en verdad… Sí, un día llega la aceptación de la verdad, y eso significa la vejez y la muerte. SÁNDOR MÁRAI66

Quien tiene un miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo. El fabulador sabe que lo que explica no es auténtico ni verdadero, pero necesita tanto creérselo que, desesperadamente, teje con las palabras un tapiz de medias mentiras, a lo que añade mucha imaginación. Se lo repite muchas veces y se convence, finalmente, de que lo que cuenta fue real. Algo parecido es lo que llamamos guardar las apariencias. Aparentar que tenemos aquello de lo que carecemos. Pura fachada. Se hace para no ser rechazado por determinados grupos sociales, se hace para evitar sentirse humillado en momentos en los que las cosas van mal. Para conseguirlo, se invierten enormes cantidades de energía en hacer ver que somos lo que no somos. Es una actuación de cara al público. Luego, al regresar a casa, se caen las máscaras, y este mecanismo de defensa solo nos lleva al agotamiento, a la vergüenza y a la soledad.

FILTRAJE No estoy dormido, me estoy mirando por dentro. Filtro: Materia porosa que sirve para quitar impurezas de los líquidos. Deriva de la palabra fieltro (del latín filtrum). Extrapolando el significado, los filtros mentales que vamos incorporando a medida que vivimos sirven no solo para limpiar de impurezas los relatos que generamos o recibimos, sino también para seleccionar aquello que queremos que pase o que preferimos dejar afuera. Se trata de evitar el daño. Recordemos que todos los mecanismos de defensa tienen como finalidad primera y última evitarnos el sufrimiento, y el hecho de ser seres conscientes comporta asumir una tasa inevitable de dolor. 135

Interpretamos los significados en función de los filtros de nuestra historia personal. Filtramos la realidad para ajustarla a nuestro tamaño. Buscamos relatos similares como mecanismo para tranquilizarnos en la derrota, en el sufrimiento o en la desgracia. «Mal de muchos, consuelo de tontos». Somos, en parte, nuestros significados. Otros filtros eliminan todo lo que no nos encaja o no nos conviene, y se quedan solo con lo que es nuestro foco de interés. Veamos un ejemplo en este chiste: La señora Martos, viuda, está junto a la piscina de su club cuando ve un apuesto caballero tomando el sol. Se le acerca y se dirige a él: —Disculpe. No puedo creer que no le haya visto antes. —Hubiera sido difícil —contesta el hombre—. He estado treinta años en la cárcel. —¿De verdad? ¿Y por qué? —Maté a mi mujer. —¡Ah! —exclama la señora Martos—. Así que está soltero… No obstante, hay filtros que hacen justamente lo contrario: se dedican a buscar indicios de todo lo malo y dejan afuera todo lo bueno. Mantener activados estos últimos nos provoca muchos problemas de relación, y también mucha infelicidad. Las telarañas del relato nos hacen creer que podemos saltarnos la realidad, pero cabe la posibilidad de que acabemos atrapados en ellas. Cada persona interpreta la conversación que mantiene consigo misma en función de los problemas que tiene.

HUMOR —Mi madre siempre me decía: «A quien madruga Dios le ayuda». —Pues yo creo que quien madruga lo encuentra todo cerrado. —¿Sabes qué ocurre cuando un millonario pasa a mejor vida? —Pues que sus herederos, también. —¿El amor es ciego? —Yo creo que no. De todas formas, el matrimonio le devuelve la vista. —Dicen que más vale prevenir que… Ahora no lo recuerdo. —Que amamantar. —¿Cómo has conseguido que se te abran muchas puertas en la vida? —Tirando y empujando. —¿Es cierto que la pasión dura un año? —No lo sé, pero la pareja puede durar toda la vida. 136

—¿Crees que es importante saberlo todo? —Lo más importante es tener el teléfono de quien sabe. —A veces es importante luchar a contracorriente. —Pez que lucha a contracorriente muere electrocutado. —¿Tú crees que hay vida inteligente en otros planetas? —Alguien dijo que la prueba más clara de que la hay es que aún no han venido a visitarnos.

INDEFINICIÓN «Todo depende». «Sí, pero no». «No, pero sí». La indefinición, el territorio del camuflaje, el todo depende. «Ya no»... «Todavía no». Entre estas dos expresiones está nuestro presente como un momento crítico. Una cierra; otra deja una posibilidad abierta. «No sé si será posible». (¿Y cuándo lo sabrás?) «En principio, sí». (¿Y al final?) A medida que vamos haciendo relatos circulares, la frontera entre el bien y el mal se diluye. La indefinición nos defiende porque puede funcionar en diferentes sentidos y nos permite mimetizarnos adoptando los colores del grupo y del entorno donde nos movemos; una forma de protegernos que es reversible. No obstante, a fuerza de abusar de este mecanismo, puede llegar un día en que, mirándonos al espejo, nos digamos: «Y tú, ¿quién eres?».

MIMETISMO El yo-identidad es una construcción que se elabora a partir de los materiales de los diferentes personajes que nos habitan. Y hay yoes muy fragmentados. Les falta coherencia. Cambian de personaje en función de lo que sucede afuera: su ventrílocuo no tiene el control de sus muñecos, que se pelean entre ellos, y vive estresado improvisando sus relatos. El texto del aria La donna è mobile (la mujer es voluble), que continúa cual piuma al vento (como pluma al viento), podría ser la expresión –aplicable a ambos géneros– de 137

una persona con escasa coherencia interna: una veleta llevada por la brisa, sin voluntad propia, sin poder para definir su dirección. El camuflaje es una forma de protección que consiste en dar voz al personaje que mejor encaja con el entorno. El objetivo es pasar inadvertido y fundirse con el fondo. Si se trata con personas de derechas, uno se pronuncia en esta dirección; si son religiosas, se pone a rezar, y si son de izquierdas, hablará de justicia social. Es como si en el interior de esta persona, alguien hubiera amordazado a su yo-esencial para que esté calladito mientras dura el proceso de camuflaje. Este patalea y protesta hasta quedar rendido, tal vez dormido o anestesiado para que no moleste. Guardar las apariencias para no sentirse desplazado, para no ser rechazado. Aparentar saber lo que no se sabe. Aparentar ser lo que no se es. Adoptar los colores del contexto. Esconder nuestro yo-esencial. Diluirse en el grupo. Huir. «Como vosotros queráis. Lo que decidáis estará bien. Lo que diga la mayoría». Falta de asertividad. Dejamos de asumir riesgos. Falta de responsabilidad y estima hacia nosotros mismos.

NEGACIÓN DISTORSIÓN COGNITIVA Cuando no podemos tener lo que deseamos, nos decimos que aquello no está ocurriendo, que no es importante o que ya no nos interesa. Es una forma de huir hacia adelante y «esconder la cabeza bajo el ala». Para negar algo que puede ser evidente para los demás, es importante llegar a creer realmente que no existe, armar creencias bien enraizadas que nos sirvan de amortiguadores de realidad. La plasticidad de nuestro cerebro nos permite buscar fórmulas creativas que nos devuelvan la congruencia, eliminando el dolor del fracaso, de la pérdida o de la ausencia de alguna cosa que anhelamos. —Dicen que te gusta mucho el alcohol y que eres adicto —afirma Ventrílocuo. —En absoluto —responde Muñeco. 138

—Hagamos un experimento. Fíjate: sumerjo un gusano vivo en un vaso con alcohol... —Se retuerce, se morirá. —¿Qué aprendes de este experimento? —Que si tienes un gusano en el estómago, lo mejor es matarlo con alcohol.67

UVAS DEMASIADO VERDES —Hace tiempo que estás enamorado de Julia, pero ella no te corresponde —dice para provocar Ventrílocuo. —Ella se lo pierde —responde Muñeco. —¿No serás tú quien se lo pierda? —¿Sabes que te digo?, que en el fondo no me conviene. —Tal vez no supiste estar a su altura cuando, en la situación que tú bien sabes, no reaccionaste de forma madura. —Sí que fui maduro. Es ella que no supo apreciarlo. De hecho, pienso que la inmadura es ella. Y lo cierto es que me decepcionó mucho en aquella ocasión. —¿Estás seguro de que no te engañas a ti mismo? —¡Qué va! En verdad creo que no es una persona adecuada para mí. Me merezco alguien mejor.

OLVIDO SELECTIVO Tienes en ti mismo aquel que ya sabe lo que tú no recuerdas. No se puede vivir sin recordar, y sin atrevernos a recordar. El Quijote de Miguel de Cervantes comienza con una frase miles de veces repetida: «En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...». El recuerdo y el olvido son mecanismos misteriosos que no siempre dependen de nuestra voluntad. Como ha escrito Sándor Márai: «Entre los fenómenos de la conciencia, el mecanismo de la memoria es, para mí, el milagro más temible y misterioso».68 —¿Te acuerdas de Arnau? Sí, aquel chico que te sacó del atolladero en que te metiste cuando estudiabas en la universidad. —No me acuerdo, Ventrílocuo. —Sí, te metiste en un embrollo, y antes de que la cosa fuese a más y se dieran cuenta otras personas, te ayudó a solucionarlo. —No tengo ni idea de qué me hablas. 139

—Oye, pero ¿por qué no quieres hablar de ello? —Ya te he dicho que no me acuerdo. Seguro que te lo estás inventando. No ocurrió nada de lo que hablas. Yo no conozco a ningún Arnau. —¡Será posible! En el fondo, quizá no quieres acordarte de él porque no soportas que nadie te saque las castañas del fuego, y esto te avergüenza. —Mira, déjalo estar, ¿vale? Si no me acuerdo, no me acuerdo. Recordar es como ver las escenas de una película que nos ha gustado mucho o no. Rebobinamos una y otra vez aquella escena. La escena es la misma, pero lo que vemos y sentimos puede cambiar al ser nosotros mismos alguien diferente. ¿Por qué no nos dimos cuenta de aquel detalle la primera vez? ¿Por qué se nos pasó aquella información tan pertinente? ¿Cómo lo interpretamos tan mal?

DONDE DIJE DIGO, DIGO DIEGO No es que lo hayamos olvidado, es que ya no nos interesa acordarnos. Así, lo podemos sustituir por algo que nos sea más beneficioso en este momento. —Sí que te dije eso, pero tengo el derecho de cambiar, faltaría más. Y si cambio, no puedo seguir pensando lo mismo, ¿verdad? Entonces, ¿por qué te sabe mal que ahora diga otra cosa? ¿No quedamos en que seríamos sinceros? ¿Por qué me pides que sea estático como si fuera un trozo de cemento? Soy persona que evoluciona y, por lo tanto, ahora lo veo diferente y lo digo diferente. ¡Faltaría más! —protesta Muñeco. —Es que te cambias de camisa en función de tus intereses — apunta Ventrílocuo. —Bueno, ya te he explicado por qué. Solo las personas mentalmente rígidas no cambian. —¿Y no hay un punto medio entre ser rígido y no evolucionar, y ser un veleta total, sin capacidad de tener palabra? ¿No te das cuenta de que, si todo el mundo hiciera esto, en lugar de en una sociedad líquida estaríamos en una gaseosa, donde difícilmente se consolidaría nada, donde la incertidumbre sería la constante? —Mira que eres complicado. Podría haberte negado que dije digo y, en cambio, he reconocido la verdad, así que tal vez seas tú quien tenga el problema.

PASOTISMO —¿Qué es peor para ti, Muñeco, la ignorancia o la indiferencia? —No lo sé ni me importa.

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Que lo que pasa y nos pase no nos toque. Que no cruce la barrera de nuestra piel emocional. Hagamos como que no está sucediendo o como que no va con nosotros. Pasemos de puntillas sin comprometernos en nada. Así, nada nos dañará. «Esto no va conmigo». «No es mi problema». «Paso». Desprecio, falta de compasión y cierta dosis de cobardía. Pereza, falta de gratitud por la vida. Lo que les pasa a los demás, al mundo, a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestra sociedad, al planeta…, ¿decidimos que no va con nosotros? Porque si nos lo llegamos a creer, entonces no nos dolerá. Que venga alguien y lo arregle. Y si no lo hace, tampoco pasa nada. La nada es la construcción del pasotismo.

POSTERGACIÓN, PROCASTINACIÓN Posponer las cosas es como una tarjeta de crédito; es divertido hasta que nos llega la cuenta. CHRISTOPHER PARKER

—¡Tengo tantas cosas que hacer, tanto por solucionar!, pero no lo hago —afirma Muñeco. —Será que no son importantes —responde Ventrílocuo. —Sí, lo son, y mucho. —Pues hazlas. ¿Por qué lo estás postergando? —Bueno, me digo que más adelante tendré más tiempo y lo podré hacer con más calma. O que ya lo haré cuando no esté tan cansado. Es que ahora tengo que ayudar a mis hijos y no es el mejor momento. También me digo que lo haré cuando haya solucionado esta pequeña crisis que vivimos mi pareja y yo. Entonces, será mejor momento. —¿Todo esto te lo crees, Muñeco?, ¿o finges creértelo? —Me lo creo, naturalmente. Sé que muchas de estas cosas que no hago acabarán ordenándose solas. El tiempo lo arregla todo, o casi. Además, tiene su lógica. Más adelante me sentiré más seguro y estaré más capacitado para abordarlo. —¿No crees que lo que te dices es una trampa para ti mismo? —No, no. Lo creo realmente. Es más, estoy convencido de que es así. —En ese caso, ¿por qué te veo tan angustiado? 141

—Está claro, porque se me acumula todo y no doy abasto. —¿No te parece que debes cambiar de estrategia? Si continúas haciendo lo mismo de siempre, seguirás sintiéndote igual que ahora te sientes. Es hora de cambiar. —No, no. Pienso que es cosa del momento. Poco a poco todo volverá a su lugar. Mi bloqueo es situacional. —¡! Autosabotaje inconsciente. Aún no es el momento de hablarlo, de hacerlo, de cambiar, de… Es mejor esperar a estar preparado, a que sea el momento adecuado. «Cuando me jubile», «cuando mis hijos ya estén independizados», «cuando la coyuntura económica sea mejor», cuando, cuando… Así, aplazando, aplazando, se nos pasa la vida sin decir lo que era preciso decir. La postergación como justificación de la falta de acción. Hay necesidades inexistentes y que solo son deseos. Hay protecciones necesarias y protecciones excesivas. —Tengo muchos sueños y, si se cumplen, estoy seguro de que seré muy feliz —dice Muñeco. —¿Y por qué no los llevas a cabo? —pregunta Ventrílocuo. —Quizá ahora no sea el momento. —¿Y cuándo crees que lo será? —Más adelante. —¿Y cuándo será ese más adelante para ti?, ¿dentro de unos meses, un año, varios años? —Mira, Ventrílocuo, no me presiones que estoy harto de que lo hagas. Será cuando será. —Sí, pero mientras tanto…, ¿te gusta el trabajo que haces? —Ya lo sabes: no me gusta en absoluto. Solo pienso en jubilarme. —Pues ¿por qué en lugar de quejarte no haces algo? —Sí, muy fácil decirlo. ¿Y si me rechazan porque soy mayor? ¿Y si me dan el trabajo y no soy capaz de llevarlo a término con éxito? ¿Y si luego aún me siento peor por haber fracasado? Mejor esperar. —¿Esperar a qué?, ¿a que te traigan el trabajo que deseas a casa? ¿Esperas que alguien te llame y te diga: «Por favor, Muñeco, venga a trabajar con nosotros y, mire, le ofrecemos un contrato en el que dice que todo irá bien y no fracasará»? —Sí, en el fondo eso es lo que desearía. Así no tendría que asumir riesgos. 142

—¡Ah!, entonces ese es el meollo del tema: no quieres arriesgarte. —Es que no quiero defraudar a los demás, y tampoco a mí mismo, si fracaso. —Bueno, tú eliges: ¿vas a luchar para ser feliz como tú te mereces, o bien vas a vivir una vida de mínimos, escondido bajo tu miedo al fracaso? Para mí el fracaso no es equivocarte, ni que algo salga mal en mi vida. El peor fracaso es no haberlo intentado. —Voy a reflexionar sobre ello, Ventrílocuo. —Vale, Muñeco, reflexiona, pero decídete a actuar de una vez antes de que se te pase la vida. Tal vez lo que uno se dice que tiene que hacer no lo quiere hacer, no le motiva o no le encuentra el sentido. Tal vez lo que uno dice que quiere es demasiado grande para sus posibilidades del momento y debería ser dividido en metas más sencillas. El secreto para progresar es comenzar el camino.

PROYECCIÓN Hay un desplazamiento del principio de responsabilidad. Dado que no somos valientes para asumir la primera persona del singular —el yo—, proyectamos lo que pensamos, sentimos o deseamos en otra persona. Lo reprimido, al necesitar una vía de expresión, aflora de esta forma. El abuelo y su nieto van al zoológico. Cuando están en el recinto de animales salvajes, el nieto le dice a su abuelo: —No tengas miedo, abuelo. Si quieres ya nos podemos ir. El mecanismo de proyección nos permite atribuir a los demás aquello que sentimos, tememos, deseamos, nos desagrada o nos entristece. El otro se convierte en una especie de espejo, en un reflejo de nosotros mismos. Así, intentamos traspasarle nuestros pesos, para no tener que asumir nuestra responsabilidad de expresar lo que sentimos o de hacer lo que debemos. —¿Cómo es que le mientes a tu psicólogo? —pregunta Ventrílocuo a Muñeco. —Es que no quiero que se preocupe.

RACIONALIZACIÓN 143

La mente es muy astuta. Puede racionalizar la parálisis como meditación; puede racionalizar la torpeza como indiferencia; puede racionalizar el entumecimiento como renunciación. Cuidado. Recuerda siempre que si avanzas en la dirección correcta continuarás floreciendo. OSHO, EL HOMBRE QUE AMABA LAS GAVIOTAS Y OTROS RELATOS

Racionalizar no es razonar. Es dar prioridad a las razones para evitar la inseguridad de caminar por territorio emocional incierto. Así, el relato se puede convertir en una espiral interminable de argumentos cruzados y suposiciones infinitas. «Pensaba con mucha frecuencia que cuanto menos pasase las cosas por el filtro racional, mejor sería para ella, pues para lo único que le servía últimamente la razón era para crear “teorías de teorías de teorías”. Suposiciones que podrían ser infinitas y que al final solo servían para esconderse o enredarse creando así la sensación de seguridad, por el hecho de sentirse en la tierra firme de las “teorías absolutas”.69 Cuando racionalizamos, estamos elaborando un relato buscando formas de explicar lo que a veces es inexplicable, argumentando de manera complicada para que encaje lo que es difícil de encajar. ¿El fin justifica los medios? «Es que todos lo hacen así…» La persona que racionaliza suele estar desconectada de su ámbito emocional y tiene su eje pensamiento-emoción-acción (PEA)70 desalineado. Los racionalistas adaptan el relato a sus propias necesidades: —El vaso está medio lleno —dice el optimista. —El vaso está medio vacío —afirma el pesimista. —Este vaso es el doble de grande de lo que debería ser —concluye el racionalista.

REPRESIÓN ¿Cómo se protege el yo del peligro de verse desbordado? La represión es el mecanismo de defensa que consigue que los pensamientos o emociones desagradables ni siquiera alcancen la conciencia. Nuestra mente considera que algo puede hacernos daño. No queremos sufrir. Entonces, ese algo se almacena —mecanismo inconsciente— en algún lugar remoto de nuestra mente. Si la represión tiene éxito, ya no es necesario el mecanismo de 144

negación, puesto que «no hay nada que negar». Olvido forzado. Al no gestionarse, determinado tema se enquista y se coloca en modo latencia, por lo que deja de molestar en la mente consciente como cuestión pendiente. Ya no está. El contenido psíquico molesto se ha excluido de la conciencia. No obstante, puede aflorar la cuestión reprimida cuando alguien toca el tema. Aparece, entonces, una resistencia en formato alarmadespertador que nos mueve a decir: «No me hagas pensar en esto», «No quiero recordar este tema», «¡Basta ya! ¡Dejémoslo estar! Cambiemos de tema». El problema es que lo que reprimimos continúa estando ahí, en algún lugar, conectado mediante puentes más o menos amplios con nuestra memoria emocional. Reprimir no es gestionar. Así, vamos construyendo estancias interiores con el cartel de «prohibido el paso». En ellas se hallan atrapadas las emociones originales vinculadas a lo reprimido, que se van acumulando y deteriorando, hasta volverse tóxicas o provocar que nuestro yo-primitivo estalle cuando llegamos a una masa crítica. Se dispara por una gota que ha colmado el vaso.

SUBLIMACIÓN La música es verdaderamente la expresión de la vida y la humanidad hacia lo desconocido, la sublimación de todas esas emociones, buenas y malas, que de no ser por ella nos aprisionarían. YEHUDI MENUHIN

La sublimación es una forma de compensación psíquica madura. Tiene que ver con la gestión de las energías mentales, emocionales, físicas o sexuales. Cuando, por algún motivo, consideramos que el objeto hacia el que quisiéramos dirigirlas está prohibido o es inadecuado, recanalizamos la energía hacia otro objetivo que sea legítimo para nosotros. Freud pensaba que el estudio, el arte, la música, la investigación científica y, en general, gran parte de las actividades creativas representan una canalización de las energías sexuales hacia comportamientos productivos y tolerables. Es la trasformación de los deseos frustrados en actividades sustitutivas, constructivas y aceptables para la sociedad. Por ejemplo, una mujer que se siente atraída por el marido de su mejor amiga puede sublimar su pulsión escribiendo poemas de amor. A través de la religión, se pueden sublimar las pulsiones sexuales trasvasando esa energía en ayudar al prójimo. De alguna forma podríamos decir que crear implica siempre sublimar, aunque no a la inversa. En el 145

mundo del arte, hay mucho deseo sublimado al orientar algunas pulsiones que podrían ser destructivas hacia la creatividad.

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_______________ 57. Sándor Márai, Divorcio en Buda (1935), Barcelona, Salamandra, 2002. 58. Rosa Montero, entrevista Agencia EFE (7-5-2015). 59. http://rsrsg10.blogspot.com.es/2013/12/aforismos-de-rafael-argullol-y-de.html 60. Sándor Márai, El último encuentro (1942), Barcelona, Salamandra, 2000. 61. Visto en Pinterest.es 62. Adaptado de un relato atribuido a Oscar Wilde. 63. The Preacher’s Ilustration Service, Ventnor (Nueva Jersey), Italicus. 64. Fabrizio Andreella, «La realidad en la época de la posverdad», en https://fabrizioandreella.wordpress.com. 65. Eduardo Galeano, ob. cit. 66. Sándor Márai, El último encuentro, ed. cit. 67. Inspirado en un texto de Osho. 68. Sándor Márai, ¡Tierra, tierra! (1972), Barcelona, Salamandra, 2006. 69. Nadia Soledad García, Relatos de sueños, partículas y otros viajes, Pentian, 2016 (ebook). 70. M. Conangla, J. Soler y L. Soler Conangla, Emociones: las razones que la razón ignora, ed. cit.

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TERCERA PARTE

LA GESTIÓN DE LOS SIGNIFICADOS Actualmente, el destino del mundo depende, en primer lugar, de los estadistas y, en segundo lugar, de los intérpretes. TRYGVE HALVDAN LIE71

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_______________ 71. Político noruego (1896-1968).

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CAPÍTULO SIETE

ÉTICA, VALORES Y COHERENCIA EN EL RELATO Busca siempre lo positivo, aunque tengas que cavar y cavar.

LA GESTIÓN ADAPTATIVA DEL CONFLICTO La vida no nos interroga con palabras, sino con situaciones. VIKTOR FRANKL

Afirma Carl Gustav Jung: «Todo conflicto interno no llevado al consciente, tiende a convertirse en destino». Así pues, podríamos aseverar que todo aquello de lo que no somos conscientes tiene el terreno abonado para crecer y apropiarse de nosotros. El autoconocimiento se evidencia nuevamente como la clave para tomar de forma responsable la gestión de nuestra existencia. Según Heisenberg, «un experto es alguien que conoce cuáles son los peores errores que pueden cometerse en el tema de su especialidad y que sabe cómo evitarlos». ¿Somos expertos en nosotros mismos? ¿Por qué podemos llegar a ser tan competentes en el dominio de una disciplina, un arte o una ciencia y tan incapaces de gestionar nuestra vida? Ser expertos en la especialidad de nuestra vida supone ser conscientes de cuáles son nuestros puntos de mejora, aprender de nuestras equivocaciones y prevenir posibles nuevos errores. Nuestra capacidad emocional está relacionada con nuestra capacidad para relatar lo que vivimos, pero lo cierto es que, ante la misma situación, podemos generar tantos tipos de relatos como creatividad tengamos. Y si nosotros mismos podemos hacer distintas versiones de lo que nos sucede, ¿qué no pasará cuando queramos consensuar algo con los demás? ¿Por qué nos empeñamos en que los demás vean la realidad de la misma manera que nosotros? No hay una realidad, hay tantas visiones de la realidad como personas. Queremos convencerlos de que nuestros argumentos son los mejores y que ellos están equivocados; nos polarizamos en nuestra posición, y ellos hacen lo mismo. Así, 150

convertimos una divergencia en un conflicto. Choques de intereses, choques de poder…, conflicto. Y cuando vivimos algo como un conflicto, se ponen en marcha nuestros mecanismos de autoprotección emocional y nos alejamos unos de otros. Cuando el sistema emocional toma el control y el sistema límbico se conecta al programa de supervivencia, volvemos a la ley de la selva: el más fuerte gana. En nuestro modelo de Ecología Emocional, planteamos construir la cultura de la paz en todos los ámbitos humanos con la ayuda del buen uso de la palabra, tanto a nivel intrapersonal como interpersonal, generando palabras-puente, que tienen el poder de producir salud y bienestar emocional. Además, proponemos gestionar mejor los significados y crear espacios protegidos de respeto que permitan aproximarse a personas con diferentes visiones de vida. Y, para conseguirlo, deberemos tomar conciencia de cuáles son nuestros mecanismos de autoprotección emocional y trabajar con ellos. Accediendo metafóricamente a la Casa de la Palabra, donde los autoengaños se harán evidentes, neutralizaremos la contaminación emocional, acordaremos los desacuerdos, aprenderemos el arte de la pregunta y desarrollaremos buenas prácticas a partir de nuestro código ético y emocional.

NO HAY CONFLICTO —Si tuviera mucho dinero me casaría contigo ahora mismo. ¿Tú también lo harías? —Sí. —Entonces, es una suerte que ninguno de los dos lo tengamos. BLAKE EDWARDS, DESAYUNO CON DIAMANTES

Escribió Michel de Montaigne que la forma más común de ablandar los ánimos de aquellos a quienes hemos ofendido cuando nos encontramos en sus manos es suscitar su lástima y piedad dando muestras de sumisión. Sin embargo, añade, la osadía, la firmeza y la determinación – medios contrarios– pueden también servir para alcanzar el mismo resultado. «Dos no discuten si uno no quiere», dice la sabiduría popular. Lo que uno considera un problema, otro lo puede ver como una oportunidad. El conflicto no deja de ser un choque de voluntades en el que el cómo uno valora su realidad tiene mucho que ver. «¿Qué causas no inventamos para las desgracias que nos afectan? ¿A qué no echamos 151

la culpa, con razón o sin ella, para tener algo contra lo cual luchar?»,72 se pregunta Montaigne. Inconvenientes, dificultades, problemas, conflictos. Hay quien considera un problema la ausencia de aire acondicionado en un restaurante o el hecho de perder el tren. Para otros la palabra problema tiene que ver con el hecho de cómo salir económicamente adelante o alimentar a su familia. Sería emocionalmente ecológico revisar los significados de las palabras que utilizamos. Tal vez si fuéramos más precisos veríamos que problemas-problemas hay pocos en la vida. Si pueden solucionarse, no son problemas, y si no tienen solución, tampoco hay que dedicarles más energía emocional. Respecto a los conflictos, pongamos atención a este choque de voluntades. Y la primera voluntad con la que solemos chocar es con la de nuestra sombra, esa parte inconsciente que nos constituye y que nos domina, tanto más cuanto menos la conocemos y aceptamos. En el libro Encuentro con la Sombra, dice Marie-Louise von Franz: Cuando un individuo intenta ver su sombra se da cuenta, y también suele avergonzarse, de descubrir cualidades e impulsos que niega en sí mismo pero que ve con mucha claridad en los demás, como el egoísmo, la pereza mental, la indolencia; las fantasías, los planes y las fabulaciones irreales; la negligencia y la cobardía; la avidez exagerada por el dinero, en suma, todos aquellos pecados veniales de los cuales podríamos perfectamente decir: «Eso no importa, nadie se dará cuenta y, en cualquier caso, lo hace todo el mundo». Cuando nos enfadamos desproporcionadamente por el reproche de un amigo podemos estar completamente seguros de que tras nuestro enfado se oculta una parte de nuestra sombra de la que no somos conscientes, Obviamente es natural sentirse molesto cuando alguien que «no es particularmente mejor que nosotros» nos critique por los errores cometidos por nuestra sombra:73 Necesitamos conocernos para saber qué guardamos escondido en nuestro baúl, a la sombra; solo así podremos entender mejor a los demás y prevenir los conflictos. Como dijo Jung: «Comprendemos a otra persona de la misma manera que nos comprendemos o intentamos comprendernos a nosotros mismos. Lo que no entendemos en nosotros tampoco lo entendemos en la otra persona».

EVIDENCIAR EL AUTOENGAÑO Este es un momento de la película Desayuno con diamantes, del director Blake Edwards: 152

¿Sabes lo que te pasa? No tienes valor. ¡Tienes miedo! Miedo de enfrentarte contigo misma y decir: está bien, la vida es una realidad. Las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad. Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. ¡Bueno, nena! Ya estás en una jaula. Tú misma te la has construido, y en ella seguirás vayas a donde vayas porque no importa adónde huyas, siempre acabarás tropezando contigo misma. ¿Sirve de algo interpelar así a otra persona? ¿La ayuda o la acorrala? ¿Se siente con mayor energía para solucionar su falta de valor o, más bien al contrario, humillada y vulnerable ante la supuesta clarividencia del otro? Nuestra experiencia clínica, y también como facilitadores de procesos de crecimiento personal en nuestra fundación,74 nos permite afirmar que este fragmento no reuniría los requisitos de respeto al proceso del otro. De alguna forma, se ridiculiza e infantiliza a la persona y, más que acompañarla, se la empuja. No dudamos de que en algunas ocasiones un relato así puede funcionar como despertador del otro y empujarle al cambio positivo. En otras, tal vez la mayoría, esa persona se sentirá agredida, dolida y puede salir huyendo, por más ciertas que sean las aseveraciones del otro. La cuestión es que, si sustituimos al protagonista de Desayuno con diamantes por la voz interior de la persona a la que se dirige la diatriba, tendremos una imagen bastante aproximada de hacia dónde van estos, a veces, agresivos y crueles, diálogos interiores. No obstante, mediante la luz de la conciencia y el trabajo personal pueden convertirse en oportunidades para cambiar a mejor la propia vida: Lo que me pasa es que no tengo valor, tengo miedo de enfrentarme a mí misma y decir: «Está bien, la vida es una realidad». Las personas se pertenecen unas a otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad. Yo me considero un espíritu libre, un ser salvaje, y me asusta la idea de que alguien me pueda meter en una jaula. ¡Bueno!, ya estoy en una jaula que yo misma me he construido y donde seguiré vaya a donde vaya, porque no importa adónde huya siempre acabaré tropezando conmigo misma. Para crecer de forma madura, tanto la elaboración del relato como la interpretación de su significado han de ser propias. Dejar a alguien despojado de su mecanismo de defensa, antes de que haya tenido tiempo de incorporar estrategias para dar una mejor respuesta, es peligroso y le puede hundir. Otra cosa, diferente y necesaria, es hacernos conscientes de los propios autoengaños. Esto nos hará más fuertes y nos permitirá detectarlos cuando se activen y actuar en coherencia. Hay una expresión de autoengaño bastante utilizada: «Es que no puedo». 153

Los «no puedo» son un cajón de sastre que esconden muchas defensas diferentes. ¿Por qué no cambiamos los «no puedo» (incapacidad) por los «no quiero» (decisión voluntaria)?: «Es que no quiero lo suficiente como para molestarme en luchar por ello; he de invertir demasiada energía en ello; me obliga a salir de mi zona de comodidad; el precio para conseguirlo es demasiado caro; prefiero otra cosa a esto; demasiado arriesgado». En el primer caso, este «no puedo» nos lleva al territorio de la pasividad, de la indefensión y del victimismo; en el segundo caso, «no quiero» nos conecta con la elección responsable, con la conciencia de que tenemos la libertad para elegir y la responsabilidad de asumir las consecuencias. ¿Y si uno no quiere tomar conciencia? Es su elección. Vivirá atrapado por los «no puedo», dejando de desplegar sus capacidades y potenciales, sometido a un mandato que, en forma de creencia desadaptativa, va a condicionar sus decisiones y su vida.

NEUTRALIZAR LA CONTAMINACIÓN EMOCIONAL POR LA PALABRA En la NASA, hay un póster muy lindo de una abeja en el que hay escrito lo siguiente: «Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar; lo bueno es que la abeja no lo sabe».

PALABRA - CREENCIA - ACTITUD - CONDUCTA - RESULTADO Creencias distorsionadas, autoconcepto distorsionado y baja autoestima pueden inmovilizarnos o hacernos actuar violentamente. La palabra agresiva, injusta, imprecisa y prepotente es un gran contaminante emocional. Sus efectos en la persona que la recibe son muy tóxicos y generan nueva agresividad, que se propaga en forma de conductas violentas y destructivas. La fuerza destructiva puede ir dirigida contra uno mismo, o bien derivarse y amplificarse, afectando a todo nuestro entorno. Porque a partir de las palabras se originan creencias y, cuando estas se consolidan, mueven o paralizan determinadas conductas. Y en función de nuestras conductas, se producirán unas consecuencias beneficiosas para nosotros o totalmente destructivas. Para neutralizar los efectos negativos de algunos de estos mensajes, debemos comprender cómo es nuestro estilo de comunicación y detectar los puntos de mejora. Así, podremos ser más diestros en el difícil arte de comunicarnos: escuchar, hacer silencio, conectarnos empáticamente, preguntar y aprender a formular lo que queremos realmente desde el yo (primera persona), asumiendo la responsabilidad de nuestra 154

comunicación de forma asertiva.

ACORDAR EL DESACUERDO Acuerdo = a cordis Cordis = corazón Cuando los muñecos no representan ya al ventrílocuo y van a la suya, la persona vive dividida, ofuscada por tantas voces que no se armonizan entre ellas. Falla el autocontrol, no solo emocional sino también moral. No hay un buen director de orquesta (yoejecutivo) y, sin una buena dirección del centro operativo cerebral, se arma un guirigay en nuestro interior. Y entonces, las emociones toman el control y todo se convierte en una exigencia. ¿Cómo vamos a acordar los desacuerdos con los demás si no somos capaces de gestionar los propios? Zygmunt Bauman plantea la importancia de aprender a convivir con el desacuerdo y delimitar y acordar qué zonas lo componen: «Lo más excitante y creativo en la acción humana es el desacuerdo, la confrontación entre diversas opiniones sobre lo que es justo e injusto. En la idea del consenso y la armonía universal hay un olor desagradable de tendencias totalitarias». Realmente, da grima imaginar una sociedad en la que el desacuerdo desaparezca. Seríamos inhumanos, ejércitos de robots sometidos a órdenes o a los dictados del pensamiento único. Donde hay libertad hay divergencia, disparidad de pareceres y todos los matices comprendidos entre dos polaridades. Y aunque, indudablemente esto nos causa problemas, podemos convertir estos problemas en grandes oportunidades para crecer como seres humanos. En caso de discrepancia entre el ventrílocuo y los muñecos, lo mejor es dialogar y buscar por lo menos un punto de encuentro, aunque sea el de ponernos de acuerdo en que estamos en desacuerdo. Para lograrlo será preciso escuchar con atención las diferentes voces que nos hablan, darles espacio y acogerlas en su discrepancia. Cuando nos encontramos con otra persona debemos pensar que esta también lleva consigo todo un baúl repleto de muñecos que con diferentes voces le representan. Visto así se comprende la dificultad que podemos tener en nuestras relaciones interpersonales para llegar a acordar algo. Toda comunicación es un puente con dos direcciones que permite el intercambio y el encuentro. Sabremos que la comunicación ha sido productiva si cuando al separarnos después de un encuentro ya no somos iguales que antes y hemos cambiado algo en 155

nuestro mapa de situación. ¿Qué ideas no compartimos? ¿En qué, concretamente, no estamos de acuerdo? Acordar el desacuerdo y verbalizarlo es el primer paso para poder llegar a nuevos acuerdos de convivencia. No es posible solucionar algo que no ha sido claramente definido. Desde que nacemos vamos construyendo un diccionario emocional que vincula determinadas palabras con una carga emocional concreta, palabras con carga positiva, negativa o neutra en función de las experiencias emocionales a las que van asociadas. Así, la palabra perro puede ser para alguien emocionalmente neutra; positiva, si ha tenido experiencias agradables con este animal, o negativa si un perro le atacó y le mordió. Lo mismo pasa con otros términos como familia, padre, madre, hijo, escuela, bosque… Si cuando hablamos con los demás queremos comprendernos, será necesario consensuar los significados, explicándonos mutuamente qué carga emocional tiene aquella palabra para nosotros y qué definición le hemos dado. Tu diccionario no es mi diccionario, y si queremos comprendernos, será preciso dedicar un tiempo a explicarnos y a escuchar atentamente. Respecto al diálogo con nuestros propios muñecos, la estrategia es la misma. A veces, no revisamos los significados que hemos dado a las experiencias vividas durante años. Sometidos a mecanismos de autoprotección emocionales, cerramos herméticamente lo que nos duele o no nos encaja. Es preciso actualizar nuestros significados porque si bien el desacuerdo con otras personas genera sufrimiento, estar des-acordados (fuera del corazón) con nosotros mismos es lo peor de todo.

EL ARTE DE LAS PREGUNTAS Toda respuesta tiene el derecho a cambiar de pregunta. JORGE WAGENSBERG

La palabra pregunta procede de la palabra latina conto, que es un palo que el barquero hunde en el agua para explorar su fondo y así prevenir un eventual embarrancamiento. Una buena pregunta es un excelente medio para explorar algo y ya lleva implícita la mitad de una buena respuesta. Algunas preguntas nos ayudan a no embarrancar. Es importante incrementar su uso, ya que en nuestra comunicación funcionan como filtros de selección mental. Así pues, las preguntas pueden ser exploradoras («¿cómo valoras esta situación?»), contaminadoras («¿verdad que es insufrible?»), amplificadoras («¿puedes verlo desde otro punto de vista?») o clarificadoras («¿en qué sientes concretamente que no puedes contar conmigo?»). Las preguntas pueden ser las 156

respuestas si están bien formuladas. A menudo las preguntas ya vienen contaminadas. No es lo mismo decir «¿te gusta esta persona?» que decir «¿qué te parece esta persona?», porque en el primer caso ya inducimos al que responde hacia el concepto gustardesagradar. Comunicarnos así no es fácil, pero las ventajas son increíbles. La comunicación pacífica nos pide más esfuerzo, tiempo y dedicación, pero también es la más creativa y la que va a expresar mejor el amor y el respeto que sentimos por nosotros mismos y por los demás.

LOS OCHO ACUERDOS Nuestro yo intenta conseguir acuerdos entre: Lo que pensamos: PENSAMIENTO Lo que sentimos: EMOCIÓN Lo que nos gusta: DESEOS Lo que queremos: VOLUNTAD Lo que nos conviene: CONVENIENCIAS Lo que nos corresponde: DERECHOS Lo que somos capaces de hacer: LOGROS Lo que nos da sentido: VALORES Ponernos de acuerdo con nosotros mismos es lo primero antes de entrar en una discusión con otras personas. Tal vez, de hacerlo así en lugar de discutir, podríamos entablar un diálogo respetuoso en el que ambas partes expusiéramos pensamientos, emociones y experiencias que nos aproximarían y facilitarían la comprensión de los respectivos puntos de vista.

RESPETO PROFUNDAMENTE, DISIENTO VIOLENTAMENTE No todo lo que uno dice es respetable. Confundimos respetar a las personas con respetar lo que las personas dicen. Determinados contenidos xenófobos, homófobos, racistas, sexistas… son mensajes repletos de violencia hacia personas y colectivos, y lo que dicen no debe ser respetado para nada. Otra cosa distinta es respetar el derecho de expresión de las diferentes sensibilidades y miradas. La aquiescencia, como hemos visto, es un mecanismo de autoprotección emocional 157

que puede servir para rehuir el conflicto: • • • •

«Claro, vale, lo que tú digas, lo que decida el grupo». «Como quieras tú». «A mí ya me estará bien lo que decidas». «Claro, eso mismo».

Es preciso ser valientes y definir nuestros límites con claridad respecto a lo que compartirnos o en lo que no estamos de acuerdo. Y esto se puede hacer respetuosamente, utilizando expresiones como: • • • •

«No comparto en absoluto lo que acabas de decir». «Mi posición sobre este tema es totalmente diferente a la que acabas de exponer». «En estos momentos estoy en desacuerdo contigo sobre…, pero comparto…» «Mis datos no coinciden con lo que acabas de afirmar. ¿Puedes argumentar…? ¿En qué te basas para hacer esta afirmación?» • «Desde mi punto de vista…» • «Yo lo veo de otra forma». • «Mi experiencia no coincide con lo que has expuesto». Es muy diferente afirmar: • • • • •

«Estás totalmente equivocado». «Tu planteamiento es racista». «Lo que dices es una tontería. No tienes ni idea». «Estás mintiendo». «Esto que dices no es verdad».

En estos últimos casos, se utiliza un lenguaje agresivo, por lo que uno se convierte en juez del otro y se coloca por encima como autoridad. Esto va a generar más agresividad y a polarizar el conflicto. Así, en la primera frase, cuando decimos totalmente eliminamos los matices. En la segunda, al igualar planteamiento = racista, entramos a formular un juicio de valor y sabemos que esto provoca una activación agresiva del cerebro emocional del otro. Lo mismo sucede en la tercera frase: lo que dices = tontería conecta al receptor con emociones vinculadas al menoscabo o el menosprecio. En la cuarta, la expresión estás mintiendo vuelve a ser un juicio de valor y presupone que el otro tiene malas intenciones y que, de forma consciente, manipula el relato. 158

La quinta frase es bastante equivalente a la anterior. En este caso, nos nombramos poseedores de la verdad en lugar de ir a buscarla juntos. Por lo tanto, son frases con palabras-dardo, que no van a ayudar al buen entendimiento. Este tipo de lenguaje nos lleva al territorio de la agresividad y la violencia interpersonal, pero lo curioso es que este mismo tipo de trato nos lo podemos dar a nosotros mismos: • • • •

«No tengo ni idea». «Soy un inútil». «Mi opinión no tiene ningún valor». «Mi credibilidad es cero».

Como vemos, son palabras que menoscaban la propia autoestima y que ya es hora de desterrar.

TENER RAZÓN O SER RAZONABLES El enfado, la ira y la agresividad ante una observación son directamente proporcionales a la intensidad de la resistencia para no aceptar algo que se ha reprimido. ERICH FROMM

Aunque consigamos perturbar la vida de alguien con nuestras palabras, los residuos de estas siempre quedan en nosotros mismos. ¿Cuál es nuestro objetivo cuando nos comunicamos con alguien? En el relato, la reconciliación es más bella que la victoria. No obstante, todos, en algún momento, nos hemos tenido que morder la lengua para no contestar a alguien de forma hiriente al considerar que se lo merecía. ¿Qué deberíamos hacer en un caso así? Es importante responder a lo que percibimos como agresión, pero es preciso practicar el autocontrol. Autocontrol emocional no significa represión emocional, sino buscar el mejor momento para hacer la devolución acerca de lo que sentimos. Y el mejor momento es cuando hemos recuperado la calma y podemos hablar sin furia. Nuestra experiencia nos dice que, entonces, es posible la comunicación. No se trata de quién tiene la razón, sino de hacia dónde nos lleva esta razón de la que tanto presumimos. ¿Nos acerca al otro o nos aleja? ¿Genera bienestar o malestar? Tal vez lo inteligente es comprender que no existe solo una razón, sino que hay razones y que es preciso atender si queremos tomar las mejores decisiones.

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LA FÓRMULA DE KIPLING ¿Cómo podemos saber si algo es mentira o fruto de nuestro autoengaño? Aplicando la fórmula de Rudyard Kipling: Tenemos seis personas a nuestra entera disposición. Ellas nos enseñan todo lo que sabemos. Sus nombres son: ¿QUÉ, QUIÉN, CÓMO, CUÁNDO, DÓNDE, POR QUÉ?

CONCILIAR Nuestras propias necesidades, nuestra cultura, nuestros proyectos, con las necesidades de los demás, la cultura de los demás, los proyectos de los demás, con lo que es bueno para el mundo, la diversidad de culturas, lo que es sostenible para la humanidad. Yo – los demás – el mundo: es la metáfora del «taburete de tres patas» de nuestro modelo de ecología emocional.75 En todo lo que hagamos, y para una buena sostenibilidad emocional, es importante tener presente estos tres niveles de impacto/influencia. Aprender a cuidar cada uno de ellos nos lleva al equilibrio y a la armonía. Las cosas que reprimimos son las que más nos persiguen. Persistimos en lo que nos resistimos. Cuanto más nos cerramos a algo, tanta más energía negativa acumulamos, y esto debilita nuestra capacidad de poner atención en lo que sí queremos. Dedicamos un noventa por ciento de energía a nuestros pensamientos y solo un diez por ciento a la acción. Cuando la desesperanza es más grande que la confianza se activa el programa de supervivencia. Esto dificulta hallar un punto de conciliación y equilibrio entre nosotros, los demás y el mundo, puesto que dejamos de ser empáticos y compasivos con quienes tienen necesidades y deseos diferentes.

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LA PALABRA AL SERVICIO DE LA PAZ No es nada fácil el buen uso de la palabra ni tampoco poner la palabra al servicio de la paz.

SOLER & CONANGLA, EL CANSANCIO MORAL Quisiéramos conmover a las estrellas, pero nuestras limitaciones en el buen uso de las palabras nos dejan lejos de este bello objetivo. Gustave Flaubert lo reflejaba así en Madame Bovary: Había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas. Las palabras son poderosas porque pueden ser fuente de crecimiento y consuelo, o de sufrimiento y bloqueo. Por este motivo, debemos utilizarlas bien y no hablar por hablar y sin pensar. Se trata de que lo que digamos tenga su raíz en el silencio, en el pensamiento reflexivo y en el corazón. Tan solo así la comunicación cumplirá su finalidad: abrir puertas y ventanas a la experiencia y a la vida. Únicamente así podremos conocernos a nosotros mismos y reconocer a los demás. Proponemos trabajar para conseguir ser: APEPA = Auténticos en Pensamiento, Emoción, Palabra y Acción. La comunicación pacífica es urgente y un arte difícil que se puede aprender. Requiere, eso sí, voluntad, tiempo, esfuerzo y mucho amor a la vida.

VENTAJAS EMOCIONALMENTE ECOLÓGICAS DE LA COMUNICACIÓN PACÍFICA Se cuenta que a Teresa de Calcuta la invitaron a encabezar una manifestación «contra la guerra». Ella dijo que no, puesto que nunca iba en contra de algo. «Cuando tengan algo a favor de lo que manifestarse, cuenten conmigo», fue su respuesta.

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«A favor de la paz» es la propuesta de la ecología emocional. Aplicando la gestión de significados y el poder de la palabra, decidimos cambiar la expresión «comunicación no violenta» por «comunicación pacífica». Veamos sus ventajas: • Energía: Nos carga positivamente de energías limpias, sostenibles y renovables. • Clima: Fomenta un clima emocional armónico, a partir del cual podemos abordar y conciliar nuestras diferencias. • Territorio: Crea un espacio protegido de respeto, atención y silencio, donde cada uno puede ser «quien es con el otro». • Vínculo: Permite crear relaciones de mayor calidad, en las que la empatía está presente, se respeta la libertad individual y cada persona asume su propia responsabilidad. • Sentido: Es una comunicación claramente alineada con la cultura de la paz, generadora de sentido y un buen nivel de satisfacción vital. • Prevención: Reduce el nivel de conflictos y conductas violentas y, por lo tanto, también la tasa de sufrimiento humano global. Estamos convencidos de que si nuestra Casa de la Palabra interior se fundamenta en principios emocionalmente ecológicos, nuestro mundo gozará de un excelente clima emocional. Mejorar el adentro para mejorar el afuera. Este es el reto que proponemos.

POR UN LENGUAJE ÉTICO Y EMOCIONALMENTE ECOLÓGICO Tenemos apenas el tiempo de decir las cosas de cada día. Midamos, pues, bien el silencio, y el gesto y las palabras. MIQUEL MARTÍ I POL

Somos esclavos de nuestras palabras y rehenes de nuestros silencios. Dado que las palabras tienen el poder de crear o de destruir, de despertar lo mejor y lo peor, quien las pronuncia es responsable de su impacto. Para lograr una comunicación ética, pacífica y, por lo tanto, emocionalmente ecológica, es preciso aprender a dejar espacio al silencio, a la escucha y a la reflexión. El lenguaje creativo-amoroso-pacífico-autónomo (CAPA)76 es un lenguaje responsable. El comunicador se hace cargo de lo que dice y de las consecuencias de la energía que, en forma de palabras, está lanzando al medio. Es un lenguaje que parte del silencio interior, de la calma mental y de la reflexión. 162

Tiene en cuenta que las palabras pueden curar, pero también hacer mucho daño, y que el que las emite es responsable. • «¡Es que se me escapó!» (Dije lo que no quería decir, pero que en el fondo pensaba; dije lo que me dijeron que no dijera, pero la verdad saltó la verja del engaño.) • «¡Mira lo que me has hecho hacer! ¡Por tu culpa me he equivocado!» (No se aplica el principio de responsabilidad. El otro se convierte en el basurero emocional donde se vierte la propia incapacidad.) Si queremos saber quién es realmente una persona, observemos la coherencia entre su relato y sus acciones. ¿Tenemos en cuenta la ética cuando lanzamos palabras por doquier? ¿Somos conscientes del impacto, de las consecuencias, de la capacidad de crear y de destruir que tiene la palabra? En un comunicado de una empresa de publicidad, hallamos este mensaje que nos hizo reflexionar: Este mensaje contiene palabras bonitas y persuasivas, y puede ser dañino para la salud emocional de las personas si no se usa responsablemente. Corresponde al receptor revisar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Muchas gracias. Por una comunicación más sostenible. Así pues, es preciso que los valores que afirmamos tener sean aplicados a nuestra forma de comunicarnos con nosotros mismos y con los demás. Se trata de generar espacios protegidos, donde cada persona pueda expresar su singularidad de acuerdo con unas reglas de convivencia y humanidad. Veamos algunos de ellos. GUÍA DE BUENAS PRÁCTICAS CAPA Lenguaje CAPA (Creativo-Amoroso-Pacífico-Autónomo): Tiene su origen en la reflexión y el silencio (persona creativa), en el afecto y el interés por el otro, protegiendo la autoestima (persona amorosa), hablando desde la serenidad (persona pacífica) y utilizando las preguntas. Además, fomenta la autonomía del otro (persona autónoma). 1. Su base es el valor de la humildad Toda persona puede enseñarnos algo y debemos estar atentos a lo que nos cuenta. Humildad viene de humus, «tierra», «base». Uno de los valores importantes en comunicación es la humildad. Sin ella, es fácil iniciar una espiral de agresividad cuando estamos en desacuerdo con el otro. Con ella, podemos entrar en la Casa de la Palabra para dialogar con nosotros mismos y también con los demás. La humildad parte de la premisa de que las verdades están repartidas y que cada uno dispone de un trocito de ella. Nadie tiene la verdad y podemos aprender de todos si mantenemos una actitud adecuada.

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2. Conecta con el eje de coherencia (pensamiento-emociónacción) Pienso…, siento… y te pido… Hago. Nos a-cordamos con nosotros mismos. Somos seres sentipensantes en acción. Es importante que las palabras que pronunciamos —dirigidas a nosotros mismos o a los demás— no olviden ninguna de las dimensiones que nos constituyen. Así, será posible desprender la autoridad moral que deriva de esta coherencia y que nos dota de una enorme capacidad para influir positivamente en los demás. 3. Aplica el principio de respeto Evita hacer inferencias sobre lo que el otro siente y piensa. Sin respeto, no es posible convivir con los demás. Sin autorrespeto, no es posible vivir con nosotros mismos. No nos aguantamos. Urge recuperar nuestra sensibilidad por todo lo que es vivo y, de no hacerlo así, vamos a perecer. Respetar significa valorar la diversidad, preservar, cuidar, aplicar el principio de evitación del daño. Supone mantener una distancia adecuada, saber empatizar con los sentimientos del otro y expresarlos. Se trata de hablarle con sensibilidad, sin gritarle ni menospreciarlo por su diferencia con nuestros criterios. El respeto nos lleva a practicar el arte de la amabilidad (de hacerse digno de amor), de estar atentos a su momento y de escucharle con atención. 4. Aplica el principio de responsabilidad Habla desde el yo, conjugando la primera persona: en lugar de decir «me haces enfadar», dice: «yo me enfado cuando...». Pasa del «así fue» al «así lo quise yo». Se hace responsable de las palabras que pronuncia. Evita el impersonal. Se hace cargo del impacto de lo dicho y es consciente del poder de la palabra para equilibrar o desequilibrar, curar o dañar. Ya no valen expresiones como: • «Alguien me ha dicho…» (Quién, cuándo, dónde, qué nivel de credibilidad de la fuente... Y tú, ¿qué dices?) • «Parece ser que él…» (¿Estás seguro? , ¿lo has comprobado antes de decirlo?) • «No estamos de acuerdo contigo» (No estoy de acuerdo contigo, y si quieres saber qué piensan los demás, mejor se lo preguntas a ellos.) Dejemos de apelar al plural y al impersonal. Empecemos a asumir la responsabilidad de nuestra comunicación, de su forma y de su contenido. Es hora de hacernos mayores de edad en el buen uso de la palabra. 5. Valora el impacto emocional de lo que se expresa Una palabra es una carga de energía en acción que nos puede conectar al bienestar emocional o al desequilibrio. Puede dolernos o puede calmarnos. Puede generar un clima emocional sereno, donde las personas sean capaces de dar lo mejor de sí mismas, o bien puede desencadenar tormentas emocionales que minan la autoestima, causan desánimo o generan violencia. En el modelo de ecología emocional, proponemos tener en cuenta la metáfora del «taburete de tres patas»: ¿cómo va a impactar esta narración en nosotros mismos, en los demás y en el mundo? 6. Elige la palabra adecuada y precisa Puede ser difícil comunicarnos bien, con claridad y sencillez. El lenguaje CAPA propone reducir el uso de frases hechas y tópicos. Modula los términos utilizados sin exagerar o minimizar, dejando fuera los absolutos (nunca, siempre, jamás, todos…), las generalizaciones y los imperativos. Escribió el poeta Miquel Martí i Pol77 que «lo que está claro en las palabras está claro en la vida». Esto supone mejorar nuestra competencia en el dominio de lo que cada palabra trae consigo, discriminar, diferenciar, profundizando en su definición, matizando. Así, no es lo mismo sentir rabia (ira reprimida) que sentirse furioso (ira lanzada hacia afuera); no es lo mismo estar enamorado que sentir amor. 7. Utiliza el afirmativo En lugar de decir «no quiero que seas…» transformamos el mensaje en positivo diciendo lo que sí que queremos. Podemos decir: «No quiero comunicarme de forma violenta», o bien afirmar: «quiero comunicarme de forma pacífica». Es preferible la segunda expresión porque está definida claramente en positivo; nuestro cerebro la entiende mejor. Con respecto a nuestro diálogo interno, el impacto es diferente si nos decimos «no sabré hacerlo» en vez de «voy a trabajar para conseguirlo». 8. Evita los juicios de valor

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El impacto emocional de un juicio de valor es importante, sobre todo, si lo recibimos de alguien que nos importa, puesto que nos conecta a una emoción potente que nos desequilibra: el rechazo. No es lo mismo decirle a nuestro hijo «¡eres un egoísta!» que decirle «pienso que tu conducta ha sido poco generosa» o, aún mejor, «te pido que seas generoso». En el primer caso, generalizamos una conducta a toda la persona, y esto es agresivo e injusto. En el segundo caso, cambiamos la palabra egoísta –que no queremos– por la palabra que define una conducta que consideramos mejor: generoso. Esta es la palabra que trae consigo el contenido que queremos sembrar en la mente. Etiquetar negativamente a alguien tiene consecuencias; etiquetarnos a nosotros mismos, las peores, puesto que dejamos de trabajar para mejorar al decidir que forman parte de lo que somos. 9. Pregunta Las preguntas son llaves que abren nuevos caminos mentales y emocionales. Es mejor una buena pregunta que un gran discurso. Preguntar es un arte en el que es preciso entrenar mucho para no convertir las preguntas en interrogatorios. Las preguntas ayudan a mantener la distancia adecuada que evita la implicación invasiva en la vida del otro. Es importante hacernos preguntas abiertas que no se solucionen con un sí o un no: «¿Y tú como lo ves, cómo lo vives?». En el apartado «La fórmula de Kipling», hemos aportado seis posibilidades. 10 Es inclusivo Es un lenguaje amoroso, cuidadoso, creativo, armónico, poético, tierno, equilibrado. Evita discriminar por género o utilizar expresiones que sean despectivas y no incluyan la diversidad de razas, culturas y religiones. 11 Es sencillo, honesto Lo que podamos decir en seis palabras mejor no decirlo con ciento veinte. Deberíamos utilizar una comunicación más directa y sin excesivos circunloquios. Tal vez, por este motivo, la poesía es la muestra de la mejor destilación de un discurso. La reducción a lo esencial debería ser uno de los objetivos de la comunicación. Proponemos un lenguaje sencillo, adaptando nuestro discurso al momento y características de nuestro interlocutor. Se trata de llegar al otro y no de presumir de lo bien que sabemos hablar. 12 Personaliza El nombre de cada persona lleva consigo una carga emocional importante. Por ello, es clave preguntar a cada persona cómo quiere ser llamada. A veces, el nombre que figura en los documentos oficiales no genera emociones positivas a quien lo lleva. Siempre es mejor preguntar: «¿Cómo quieres que te llame?». Según nuestra experiencia, muchas personas proponen cambios. A partir de este nombre elegido, cada vez que lo pronunciamos, estamos aportando refuerzo positivo al otro, puesto que se siente reconocido por nosotros. También es importante trabajar con nuestros propios nombres, los que nos han dado desde que hemos nacido, observando con qué emociones nos conecta cada uno de ellos para elegir aquel que en este momento de la vida nos une a la aceptación y la ternura.

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_______________ 72. Michel de Montaigne, «De cómo el alma descarga sus pasiones», en ob. cit. 73. Marie-Louise von Franz, Encuentro con la Sombra, Barcelona, Kairós, 1993. 74. Fundació Àmbit Ecologia Emocional. www.fundacioambit.org. 75. M. Conangla, J. Soler y L. Soler Conangla, Emociones: las razones que la razón ignora, ed. cit. 76. La persona CAPA (creativa-amorosa-pacífica-autónoma) es un modelo humano propuesto por la ecología emocional. M. Conangla, J. Soler y L. Soler Conangla, ídem. 77. «Aquello que está claro en las palabras, lo está también en la vida».

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EPÍLOGO

LA OBRA EN CRE-ACCIÓN —¿Qué es en realidad el hombre? —Es el ser que siempre decide lo que es. VIKTOR FRANKL

DESTRUCTIVIDAD O CREATIVIDAD Sí, siempre hay elección, por diminuta que sea. Y en ese leve espasmo de nuestra voluntad nos jugamos la dignidad y la vida. ROSA MONTERO

Este es el dilema central que plantea el modelo Ecología Emocional. ¿Hacia dónde dirigimos nuestra energía emocional? Porque toda la energía que no dirigimos a crear se convierte en energía destructiva, y el lenguaje, como hemos visto, es una energía que puede orientarse en ambos sentidos. Nosotros decidimos hacia cuál nos vamos a dirigir y, en esta decisión, nos jugamos nuestra calidad de vida emocional. La vida es un proceso en espiral de creación y destrucción, y ambas se solapan, intercalan, simultanean, se equilibran y desequilibran. Las dos son necesarias. Debemos, no obstante, diferenciar entre destruir y ser destructivo. Está claro que hay cosas, situaciones o relaciones que deben morir para que nazcan otras nuevas y mejores, de igual forma que es preciso derrumbar un edificio con aluminosis para poder alzar otro nuevo, más sólido y mejor. En estos casos, la destrucción es una fuerza de la naturaleza que forma parte del flujo de la vida. Algo diferente es la destructividad, que es la destrucción por sí misma. Es el sinsentido. Uno puede ser destructivo dañándose con diálogos internos incapacitantes, maltratándose verbalmente y también engañándose hasta unos niveles que eviten la conciencia de realidad. En estos casos, la vida personal entra en una espiral de destrucción, enfermedad y desequilibrio. Desafortunadamente, en la sociedad actual se da mayor visibilidad a lo que va mal en el mundo que a lo que va bien. Las respuestas destructivas tienen mayor resonancia en los medios de comunicación, hacen más ruido, y por ello podemos pensar que es lo que más 167

abunda. No obstante, hay una revolución silenciosa formada por personas que han optado por la bondad, la benevolencia, la compasión, y la dirigen en primer lugar hacia sí mismas. Solo así son capaces de actuar del mismo modo con los demás. Y esto es algo que al mundo le urge.

«NO PASAR: PELIGRO DE VIDA» En lo más profundo del invierno finalmente aprendí que dentro de mí existe un verano invencible. ALBERT CAMUS

Tomar decisiones de forma responsable y coherente tiene mucho que ver con la forma en que cada uno de nosotros gestionamos nuestras emociones. Nuestros sueños deberían ser más grandes que nuestros miedos, pues es gracias a esta energía emocional y mental que podemos levantarnos cuando caemos, continuar incluso con dificultades y actuar con confianza a pesar de los temores. Todo intento de evitar el dolor nos lleva también a desviarnos de la ruta del placer. Y al final de la vida, no valoraremos no haber conseguido una casa más grande o más éxito en el trabajo, sino que lo importante será cuántas personas fuimos capaces de acoger en nuestro hogar, lo vivido y compartido con ellas; no la fortuna acumulada o perdida, sino cómo la ganamos y cómo la invertimos; no nuestros títulos universitarios, sino cómo utilizamos nuestras capacidades y saberes. Se trata de aceptar este peligro de vida, conscientes de que solo la muerte nos aleja del dolor. Aquí estamos todos, seres humanos poblando un pequeño planeta perdido en un espacio inmenso, «viviendo —como dijo Gioconda Belli— en constante tensión entre la violencia y la belleza». Debemos hallar nuestro punto de equilibrio, la belleza sencilla de lo esencial, la que da sentido a la vida, el amor hecho conciencia, como en este pasaje de Katherine Mansfield: Está llegando la última hora del atardecer y todos los sonidos son más suaves, más profundos. El susurro del viento en las ramas es más pensativo. Esta es la mayor felicidad que jamás he imaginado. [...] Hoy por ejemplo las golondrinas, su aleteo incesante, sus colas de terciopelo curvadas, sus alas transparentes como aletas de peces… luego el silencio.

VIVIR CON O SIN CABEZA 168

«No dejó títere con cabeza». Los decapitó. Los dejó sin su capacidad para pensar y para sentir. Y ¿cómo vamos a elaborar nuestro relato si vivimos huidos de nosotros mismos? Sin cabeza… ¿y también sin corazón? Hacemos, tenemos, conseguimos… y nos olvidamos de ser y ser con el otro. Sin el don de la palabra. O con palabras, sin el don de la razón y sin el bálsamo de la emoción… No se trata de olvidar ni de fabular, se trata de asumir la propia existencia conectados con un nivel de verdad suficiente. «Vivir sin cabeza» es una expresión de la psicología zen. Dejar de pensar. Silenciar el pensamiento y abrir los sentidos. Percibir de manera clara. Percibir el presente: aquí y ahora. Entonces, aparece lo más olvidado: nosotros mismos. Nos damos cuenta de que tal vez deba ser reconsiderada la antigua expresión «Pienso, luego existo». ¿Siento, luego existo? ¿Y por qué no todo a la vez? Siento y pienso, luego existo porque actúo.

SOBRE LA GENEROSIDAD Y LA ACEPTACIÓN ¿Quién puede entender los mil hilos que unen las almas de los hombres y el alcance de sus palabras? CARMEN LAFORET

Una persona encuentra por la calle un libro abandonado. Al abrirlo y darle una ojeada rápida se da cuenta con asombro de que es el relato de su vida. Dice: «¡Qué malo! ¡Con razón alguien lo tiró!». Menospreciarnos nos impide trabajar en nuestro desarrollo personal, puesto que para mejorar algo es preciso aceptar que hay algo que mejorar. Solo a partir de la aceptación podemos lograrlo. El relato evoluciona en la medida en que evoluciona la persona. De forma parecida a los libros que subrayamos de jóvenes, aquellas frases que destacamos y que al releer después de un tiempo nos mueven a preguntarnos: «¿Por qué señalé algo tan obvio 169

mientras que el párrafo siguiente, tan esencial, no lo destaqué?». ¿Nos damos cuenta de lo que vivimos? La aceptación de algo es el trampolín para trascenderlo. «En mis viajes para aprender alguna cosa de la comunicación con los demás observo la práctica de llevar siempre a mis interlocutores a hablar de aquello que mejor saben».78 Como dicen los versos de Propercio: «Baste al marinero hablar de vientos, al labrador de bueyes, y que el guerrero cuente sus heridas y que el pastor cuente sus rebaños».79 Estamos convencidos de que si aplicáramos esta visión habría mucho más silencio en el mundo. Esta sería una de las consecuencias de poner en práctica la generosidad, de dar espacio a los demás para que compartan sus conocimientos y experiencias. Hay personas muy generosas en su forma de comunicar. Son las que saben adaptar su lenguaje a las características de su interlocutor y tanto pueden hacerse entender a los niños como a los científicos, a las personas universitarias como a las que no han tenido la oportunidad de formarse. Son gente generosa capaz de ceder la palabra, de dar tiempo al otro para que se exprese de la forma que le sea propia, de regalarle preguntas que le permitirán sentir que interesa a su interlocutor, que este está atendiendo a lo que plantea y le escucha con atención. Son personas de elevada calidad ética y emocional. Son amadas, muy valoradas. Hacen que los demás se sientan cuidados y muy especiales. Y tú puedes ser una de ellas.

¡HÁGASE LA LUZ! Solo a través de la experiencia podemos decidir lo que es esencial. Existo porque me relato. Existo porque tú atiendes mi relato Cuando vivimos en la posverdad emocional, vivimos a oscuras. Y desde esta oscuridad, tomamos nuestras decisiones, ajenos a quienes somos, a qué necesitamos realmente, dejando a un lado nuestra esencia. Y por ello nos acabamos haciendo daño y lastimando a quienes nos rodean. Nuestros diferentes personajes interiores disponen de muchos recursos para hacer enmudecer a la voz esencial que nos recuerda quienes somos. Cuando permitimos que nos dominen dejamos de dedicar espacio y recursos a lo que es más importante: generar un relato y destino coherente con nuestro sentido de vida, nuestra misión en el mundo. La existencia humana es una aventura. Respiremos la vida que aún no se ha marchitado. Honremos nuestro camino. Nuestro paso por el mundo puede dejar huellas luminosas que sirvan a los que nos van a seguir en el camino. 170

RELATOS CURATIVOS Según cómo se colocan las bisagras en las puertas, estas se abren hacia afuera o hacia adentro. De forma parecida ocurre con las bisagras de nuestros relatos. Quien piensa que ya lo sabe todo no arriesga nada. Los inexpertos o los humildes son los que abren nuevas vías de conocimiento. Es la función…, no el ensayo. No es necesario aprenderse el papel. Si eres tú mismo, nunca olvidarás el texto. Fabricante de relatos curativos: el que narra con la cabeza y el corazón. Este ser sentipensante que, desde la coherencia, se muestra íntegro. El libro que guarde el relato de nuestra vida debería ser como la buena fruta: bella por fuera y gustosa y saludable por dentro. Porque si nuestra vida vale la pena vivirla, merece la pena relatarla.

LA OBRA NUNCA REPRESENTADA Para empezar algo es preciso valentía, para acabarlo perseverancia. ANÓNIMO

William Cullen Bryant: «De todas las palabras tristes nacidas de la lengua o de la pluma, las más tristes son estas: “hubiese podido ser”». Lo que pudo haber sido y no fue. Lo que tal vez deseamos y no fuimos capaces de crear Lo que pudo haber sido y no fue… Una vida perdida si lo que sentimos al despedirnos es pesadumbre por haberla desperdiciado. No vale culpar a los demás. Es el momento de decidir soltar los personajillos que interfieren y empezar a dar fuerza al personaje central, nuestra persona, per-sonare (lo que resuena), nuestra propia nota en la sinfonía de la creación. Nadie la aportará en nuestro lugar,

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RESPONDEMOS CON NUESTRA VIDA Las preguntas son estas: ¿Quién eres? ¿Qué has querido de verdad? ¿Qué has sabido de verdad? ¿A qué has sido fiel o infiel? ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía? Estas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo; eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera. SÁNDOR MÁRAI, EL ÚLTIMO ENCUENTRO

Re-cordare: volver a pasar por el corazón. Es de ahí de donde surge la belleza de nuestro relato. Tal vez la vida sea esto, constantes preguntas sin respuestas que acabamos respondiendo con lo que somos. ¿Verdad, o mentira? Se habla de la verdad descarnada porque esta expresión refleja bastante bien el sentimiento de dolor al ser despojados de lo que nos recubre. Bucear en la base de nuestro iceberg personal no es agradable, es peligroso, hace frío, debemos enfrentar peligros y podemos ver grietas que ignorábamos y que nos conectan con el miedo a sufrir. No obstante, mayor riesgo es vivir entre algodones de ignorancia, permitiendo que la vida se nos pase sin haber tenido el enorme privilegio de conocernos a nosotros mismos. Intentar transitar por la vida ajenos al dolor, inventando relatos que nos consuelen, aunque sean engaños, no hace honor a nuestras capacidades. Como dijo Einstein: «Mi vida, tanto interior como exterior, depende del trabajo de mis contemporáneos y del de mis antepasados. Y deberé esforzarme para entregar a mis descendientes la misma proporción que yo he recibido y que aún recibo».

MI VIDA EN SEIS PALABRAS Si tuvieras que definir tu vida apelando a seis palabras, ¿qué palabras elegirías? Esta es una actividad que hemos realizado con numerosas personas que han participado en sesiones de formación que hemos impartido sobre gestión de significados. Es realmente recomendable hacerla, puesto que nos puede ayudar a detectar cuál es la narración que nos hacemos de nuestra vida en estos momentos. Cada palabra nos conecta con un paisaje emocional, con situaciones donde se han manifestado nuestros valores y emociones, con determinadas etapas de nuestra vida. Se 172

reflejan en ellas nuestros éxitos y fracasos, momentos de felicidad y tristeza y, sobre todo, cómo nos explicamos nuestra historia, qué resaltamos, qué escondemos y su sentido final. A continuación, incluimos una muestra de las respuestas de cuatro personajes.

PERSONAJE 1 Mirando mi vida hoy me voy a quedar con estas seis palabras que la representan: curiosidad – aprendizaje – amor – trabajo – pérdidas – serenidad Curiosidad He sido un explorador en mi infancia y en mi edad adulta. Me ha emocionado conocer cosas nuevas, no he conocido el aburrimiento. Siempre he pensado que necesitaría más vidas para abarcar todos mis campos de interés. El mundo es tan bello, la Tierra tan grande, la vida es interesante y todo me apasiona. Cuando sea viejo deseo seguir mirando la vida con la misma capacidad de sorpresa que tenía de niño. No quiero que esta característica me abandone jamás. Aprendizaje Me encanta aprender cosas, leer, descubrir aquella frase luminosa en medio de un libro de quinientas páginas. Los libros han sido para mí compañeros increíbles de viaje. Van conmigo a donde voy. Cuando he estado en momentos difíciles o me sentía solo, los libros me han permitido viajar lejos, ser otras personas, aprender cosas nuevas, otras maneras de ver la vida. Y al comprender los personajes de las historias, me he ido entendiendo más a mí mismo. Amor He tenido suerte, nací en una familia que cuidaba a los suyos. Mis padres me dieron tanto como supieron dar y me abrieron el camino para que pudiera convertirme en una persona autónoma y capaz de salir adelante en la vida. Me siento agradecido por ello. Comparto mi vida con una pareja increíble que sabe conjugar el verbo amar. Soy padre y doy amor a mis hijos. Mi punto de mejora es generalizar este amor a otras personas y al mundo. Quiero generar espacios de paz, donde la ternura crezca alejada de la violencia y la destrucción. Trabajo Vivir es un continuo trabajar. No es solo hacer o ir al trabajo. Para mí, trabajo y vida 173

van unidos. A pesar de mi tendencia natural al no hacer, he conseguido disciplinarme lo suficiente como para desarrollar proyectos vitales importantes y llevarlos adelante a pesar de las dificultades que han surgido por el camino. No me he rendido ante ellas y, a pesar del sufrimiento, he buscado soluciones para continuar adelante si el objetivo se lo merecía. En este sentido, me siento orgulloso de mí. Ahora el reto es aprender a dejar de hacer, sin angustiarme ni culparme por no estar trabajando. Pérdidas Dado que soy un ser vivo sé que las pérdidas son inevitables. Mirando hacia atrás, veo que he perdido a personas importantes: algunas murieron, otras decidieron irse. He tenido el privilegio de acompañarlas en el trayecto final de su vida y he aprendido la importancia de decir lo que es necesario a quien amas antes de que sea demasiado tarde. He perdido lugares, paisajes; he sufrido decepciones al depositar expectativas en mí mismo y en otros. No quiero perder la capacidad de amar la vida. Sería terrible. Serenidad Mi camino no ha sido llano, pero cada vez veo más claro que la ruta elegida me lleva hacia la serenidad. Cada dificultad, cada conflicto, me ha permitido cuestionarme, entrenar capacidades dormidas, buscar mejores formas para aportar un poquito de paz en el mundo. Y cada vez tengo más claro que solo lo voy a conseguir si soy capaz de poner paz en mi propio interior. En esto estoy en estos momentos. ¿Quién dijo que era fácil?

PERSONAJE 2 ¡Qué tontería intentar definir mi vida en seis palabras, pero allá voy! Luchando por sobrevivir en territorio comanche Ahí las dejo, porque esta frase también podría ser mi epitafio. De pequeño luché para conseguir mi cuota de atención. Mi familia extensa estaba repleta de niños, niñas, adolescentes, jóvenes que exigían lo mismo. Dado que hacíamos muchas cosas en común, nos veíamos a diario, y en casa de los abuelos se explicaba todo; era bastante difícil conseguir cierta intimidad. Quien más destacaba era quien más atención recibía: en deporte, en el arte, en música, en simpatía, en belleza… Tal vez por eso me encerré bastantes años en mí mismo. Hablaba poco y me decían que era raro. Raro en comparación con… Ellos sí que… ¿Por qué no te pareces 174

más a…? No era simpático, y disponía de pocas habilidades sociales. Esto me perjudicaba. La atención va muy buscada en esta vida. Tienes que esforzarte para ser el mejor. Yo lo reconducía a través de los estudios. Encontré un espacio que se me daba bien y me sumergí en los libros y en aprender. Así conseguí mi cuota de aprobación. Muchos miedos me han cercado. De pequeño, los terrores nocturnos, fruto de mi rica imaginación y enorme sensibilidad, me provocaban accesos de pánico. Más adelante, cierta fobia social; la gente me daba miedo, nunca sabías por dónde te iban a salir. Yo necesitaba un entorno más seguro. Cada vez que tenía que hacer algo distinto con gente diferente, vomitaba. ¡Un horror! Mi vida adulta ha estado bien. He conseguido un buen trabajo, pero a costa de exponerme a lo que más temía. Nada me ha sido regalado. También he logrado construir una familia, aunque sé que mi supervivencia en ella ha dependido, en buena parte, de lograr cumplir sus expectativas. He desplazado partes de mí para no defraudarles y ser aceptado. Veo el mundo como un campo de batalla entre fuertes y débiles. Seres egoístas que luchan cada cual por su propia supervivencia. Me desagrada esta parte animal de los que buscan su propio bien y el de los suyos, dejando de lado las necesidades de los demás. Pero, ¿sabes qué?, yo hago algo parecido, y por eso rechazo esta parte de mí. Ahora con quien quiero hacer las paces, sobre todo, es conmigo mismo.

PERSONAJE 3 La vida pasa sin darme cuenta ¡Qué rápido ha pasado todo! Miro hacia atrás y parece que sucedió todo hace mil años. Miro hacia atrás y parece que sucedió ayer. Cada vez veo más claro que el tiempo es relativo. Vine al mundo sin darme cuenta, pero espero darme cuenta de que me voy de él. Ahora a mis sesenta años comprendo que he vivido demasiado distraído. Hubiera podido mirar más y mejor. A veces, estoy demasiado volcado en mí mismo. Introspección, introversión…, dicen. Dejé muchas cosas por experimentar. Ahora lo lamento. Quería seguir las directrices que me dieron: esto no toca, no te conviene, está mal visto, ¿qué dirán? Me fui muchas veces deseando quedarme. 175

Me quedé deseando irme. Dije sí, queriendo decir no Dije no, queriendo decir sí. ¡Qué desperdicio! Un buen chico, decían. Se me fue la infancia en un soplo. La adolescencia casi no la viví, puesto que inicié bien pronto las responsabilidades del trabajo adulto. La juventud se asoció con más responsabilidades. No conocí el «tiempo de contradicción y libertad» de los jóvenes de ahora. Responsabilidades hacia los demás. ¿Y dónde quedé yo? «Hay que hacer»… Estás en la rueda y hay que rodar. ¿Y el tiempo de ser? De estar ahí, sintiendo que estás, sin más obligación que sentir, mirar, apreciar la belleza; sin tener que estar respondiendo a las expectativas de los demás. La vida pasa sin darme cuenta y quiero darme cuenta más de mi vida. Quiero vivirlo todo con mayor profundidad, dejar de pisar de puntillas y vivirlo todo superficialmente. Quiero sumergirme más en mis relaciones, cuidarlo todo más, luchar por lo que yo realmente quiero, sea o no lo que los demás quieran.

PERSONAJE 4 Tú, ira, al baúl, sin salir De todas las emociones, la que he sentido a lo largo de mi vida, la que he mantenido más encerrada ha sido la ira. De pequeño presencié algunos estallidos de ira en mi familia. Aquellas explosiones me afectaron profundamente. «¡Nunca seré así!», me dije. Aquellos locos descontrolados daban miedo. ¿Cómo podía ser que alguien amoroso se convirtiera, de repente, en un destroyer? Aprendí a protegerme, a huir de las situaciones que presagiaban complicaciones. Aprendí a convertirme en malabar, manejando las bolas de conflictos para que ninguna cayera al suelo. Asumí la responsabilidad, sin que me fuera solicitada, de que todas estuvieran en el aire. Que el equilibrio se mantenga, que todo esté bien, que nada caiga, que nadie salga herido. 176

Conocía el dolor que las duchas de ira descontroladas causaban, no solo en mí, sino también en las personas que me rodeaban. Sentía con una sensibilidad desmesurada, el sufrimiento que las palabras lanzadas con sulfúrico causaban en ellas. Su daño era el mío. Por eso, cada vez me fui apartando más de los entornos que me podían generar tanto sufrimiento. Tenía pesadillas. Entreví la capacidad de dañar de las palabras que procedían de la ira descontrolada. Me prometí que nunca me comportaría así. Así pues, no me acuerdo cuándo fue, encerré mi ira en el baúl y se convirtió en un personaje que olvidar. No mostrar enfado no significa que no te enfades. Mi ira interior crecía, pero no le daba salida. Un día se convirtió en tristeza. En lugar de enfadarme, lloraba. Mi muñeco-tristeza creció y creció. La tristeza está más legitimada en mi vida. Un poso de ella viaja conmigo, aunque desde hace tiempo la tengo bien controlada. Raramente chillo, grito, descalifico. No es porque sea un dechado de bondad, es por pura supervivencia. Sé que las palabras pronunciadas desde la ira a menudo acaban provocando desastres. Sé que mis relaciones son valiosas y que debo evitar contaminarlas. Sé que hay palabras que una vez pronunciadas no tienen mecanismo de retroceso. Hoy he decidido abrir el baúl y soltar a Ira. Creo que le irá bien despejarse un poco. Tal vez se vaya a paseo y no vuelva, o si lo hace, mejor que sea solo de visita. Su espacio lo voy a ocupar con emociones como la confianza, la alegría, la paz. Seguramente dentro de un tiempo mis seis palabras serán otras: «Camino con alegría, gratitud, amor y paz». Hemos visto cuatro historias diferentes a partir de las seis palabras elegidas. Pero tal vez lo has intuido: las cuatro historias son, en realidad, la misma historia. Cada personaje que ha hablado es un muñeco que forma parte del repertorio de la misma persona. El personaje-1 es el que representa el relato final con el que el ventrílocuo ha decidido quedarse después de escuchar a los demás. Así lo narramos, así es para nosotros. El ventrílocuo tiene la tarea de escuchar todas las voces con atención. Ninguna de ellas posee la verdad, y todas tienen partes de verdades que deben ser incorporadas. No hay una única realidad. De alguna forma, a diario vamos modificando nuestro relato, por fortuna. Es emocionalmente ecológico e inteligente darse cuenta de las perlas que se esconden incluso en el peor de los momentos vividos e incorporarlas a nuestra narración. La calidad subjetiva de nuestra vida puede resumirse con el título de una obra de Luigi Pirandello: Así es (si así os parece). Somos amos de nuestro relato, y según sea este, será nuestro destino. 177

DIÁLOGO FINAL No siempre somos capaces de ver la realidad de nuestra realidad. MARINA CASTAÑEDA

—Al principio era el verbo —afirma Ventrílocuo. —¿Y al final? —pregunta Muñeco. —Nuestra ignorancia consciente. En el fondo, todos nos conocemos. —Pienso que soy un gran extraño para mí mismo. —No obstante, hay un inconsciente que actúa en nosotros. —Inconsciente no significa involuntario. —Quizá sea el lenguaje secreto lo que salva al mundo. —Sí, el lenguaje es el vertido del pensamiento. —Sí, el lenguaje es básico para comprender nuestra realidad. —Para mí, la palabra compartida es siempre palabra nueva. —¿Y qué me dices de todas estas voces que siempre estáis hablando en mi interior? —interpela Ventrílocuo. —Somos muchos muñecos y tenemos mucho que decir, aunque tú a veces no nos das la palabra. Habitamos en el bosque de los símbolos donde hay secuestradores de palabras. A veces, uno de nosotros se queda sin voz. —A mí me dan miedo algunas de estas voces. Tal vez por eso no dejo salir a algunos muñecos y los tengo encerrados en mi baúl. Lo que digan puede ser demasiado doloroso para mí. —Pero eso es peligroso, Ventrílocuo. Todos los muñecos tenemos mensajes importantes para ti. Merecemos ser escuchados. Luego, tú ya decidirás qué haces, pero es mucho mejor que nos tengas en cuenta si te quieres encontrar a ti mismo. —Yo aún me sigo buscando, aunque cada vez creo que me parezco más a quien quiero ser. —¿Sabes?, debes entrar en tu interior sin llamar. —¡Qué sentido del humor que tienes, Muñeco! —Es que cuando lo pierdo, me llaman psicólogo… —Hablando en serio, he llegado a la conclusión de que el amor sabe mucho de eso que llaman verdad. —Eso de la verdad me hace pensar mucho… —El amor siempre ganará al pensamiento. Ahora mismo acabo de sentir varios latidos afectivos. —Hay un momento en tu vida en que sabes quién es importante para ti, quién nunca 178

lo fue, quién ya no lo es y quién lo será siempre. Tú eres mi Ventrílocuo del alma —se emociona Muñeco. —¿Nos despedimos ya? —pregunta Ventrílocuo, intentando cortar tanta emocionalidad. —Las mejores despedidas son las que no terminan nunca… —Y se encuentran en los cuentos que nos contamos a nosotros mismos —concluye Ventrílocuo.

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_______________ 78. Michel de Montaigne, ob. cit. 79. Propercio fue contemporáneo de Tibulo. Su fecha de nacimiento se sitúa entre los años 54 y 43 a. C. Escribió unos noventa poemas recogidos en cuatro libros (Elegías, Madrid, Gredos, 1989).

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POEMA DE CIERRE Un latido afectivo define el movimiento de nuestro corazón, porque el amor sabe mucho de la verdad de la vida, y una vida de amor siempre ganará a una vida de pensamiento. Al otro lado del abismo de nuestra inconsciencia e ignorancia habitan personajes que conocen nuestra parte oscura, y cuentan historias que es importante atender, lenguaje simbólico básico para comprender nuestra realidad. Pugnan por ser protagonistas, se pelean entre ellos, se quitan la palabra, intentan dirigir nuestra vida, sus palabras visten nuestro pensamiento y lo cargan de emoción, y Ventrílocuo, nuestro yo-consciente, intenta poner orden. Los relatos exponen a los muñecos, los delatan, muestran su vulnerabilidad, su fuerza, su poder sus miedos, sus expectativas, sus defensas, sus deseos. Cada relato nos relata y descubre parte de nuestro misterio. Construimos mecanismos de autoprotección emocional necesarios, insuficientes, inconscientes, distorsionados, en un intento de hallar consuelo y evitar el sufrimiento que, al mismo tiempo, tiñen y difuminan nuestra verdad. Nuestro yo-consciente resulta del debate entre Ventrílocuo y Muñecos. Abramos el baúl, dejemos salir a los personajes, dialoguemos con ellos, escuchemos sus voces y su silencio, permitamos que protesten, que se quejen, que se enfaden, que se abracen, que lloren, que rían. Todos ellos son nosotros, y en este baúl reside la memoria de nuestra alma. Busquemos las perlas y tesoros que cada muñeco nos trae, acojamos con amor sus heridas, 181

seamos tiernos y compasivos con todos. Vamos a vivir con ellos el resto de nuestra vida. M. MERCÈ CONANGLA Y JAUME SOLER

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Índice Título 4 Créditos 5 Referencias 6 Índice 9 A modo de introducción Los cuentos que nos contamos a nosotr@s 14 mism@s Posverdad social Posverdad emocional El ventrílocuo y sus muñecos No queremos sufrir Una historia personal Todo un campo de posibilidades Múltiples miradas Actualizar nuestros relatos El reto del lenguaje

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Primera parte. El ventrílocuo y sus muñecos Capítulo uno. El ventrílocuo Ventrílocuo Soy el ventrílocuo Yo y mis muñecos Escuela de ventrílocuos Aprendemos a escondernos El hilo conductor Ventrílocuo sin guion propio El momento de reescribir el propio guion Orígenes Capítulo dos. Los muñecos Personaje – Persona Soy el muñeco El Parlamento de los Yoes, asamblea de muñecos Personajes en busca de dueño Personajes encerrados, represión emocional, rebelión de muñecos 183

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Un solo muñeco en el baúl Capítulo tres. El relato Babel Silencio y palabras La Casa de la Palabra Nos cuecen con palabras Sin neutralidad posible Fascinado por las palabras Nos relatamos para vivir Donde nace el relato Sherezade: seducir narrando Del «eres un…» al «soy un…» Líneas de fuerza emocionales del relato Tramas que debilitan el relato Diccionario de relatos Capítulo cuatro. Los significados Kan ma kan Lucha de fuerzas El arte de retorcer las palabras Una palabra dura Así es si así te parece Explicaciones sociales Contaminación emocional por la palabra La autobiografía es, por fuerza, un género fraudulento Indicios que cuentan Nadie es ferpecto La gestión de los significados Sobre la importancia de actualizar los relatos Desactivar un relato Capítulo cinco. más diálogos entre el ventrílocuo y sus muñecos Conversaciones racionales, conversaciones emocionales Con las palabras precisas todo se puede cambiar Cada vez entiendo menos A veces me siento inferior Sobre emociones, dimes y diretes

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¿Siempre queremos lo mejor? Confianza Me aburro No lo entiendo Adioses Cambio Educación Esfuerzo Fracaso Gratitud Libertad Muerte Paraíso terrenal Realidad y ficción Tiempo Vida

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Segunda parte. Posverdades, verdades, mentiras y otras protecciones emocionales Capítulo seis. Mecanismos de autoprotección emocional La habitación cerrada La fuerza del autoengaño Adivina, adivinanza Adula, que algo queda Atribución siempre ganadora Atribución en contra: siempre perdiendo Aquiescencia Compensación Conformismo Credulidad y posverdad Desconexión Erudición Excusas y justificaciones: los «es que…» Expectativas Fabulación Filtraje 185

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Humor Indefinición Mimetismo Negación Olvido selectivo Pasotismo Postergación, procastinación Proyección Racionalización Represión Sublimación

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Tercera parte. La gestión de los significados Capítulo siete. Ética, valores y coherencia en el relato La gestión adaptativa del conflicto No hay conflicto Evidenciar el autoengaño Neutralizar la contaminación emocional por la palabra Acordar el desacuerdo El arte de las preguntas Los ocho acuerdos Respeto profundamente, disiento violentamente Tener razón o ser razonables La fórmula de Kipling Conciliar La palabra al servicio de la paz Ventajas emocionalmente ecológicas de la comunicación pacífica Por un lenguaje ético y emocionalmente ecológico

Epílogo. La obra en cre-acción

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Destructividad o creatividad «No pasar: peligro de vida» Vivir con o sin cabeza Sobre la generosidad y la aceptación ¡Hágase la luz! Relatos curativos La obra nunca representada

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Respondemos con nuestra vida Mi vida en seis palabras Diálogo final

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Poema de cierre

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