Politicas Publicas

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I N S TA G E R - P u n o Diplomado en Gestión Administrativa, Gerencia Pública y Administración de Recursos en Instituciones Educativas de Jornada Escolar Completa JEC-MINEDU

MÓDULO 1: ANÁLISIS Y GESTIÓN DE POLÍTICAS G U B E R N A M E N TA L E S

Dr. Nicolas Edgar Roque Barrios NÚMERO DE AULA

2017

Políticas públicas: definición y proceso Abordar las políticas públicas significa aproximarse a los principios y a la dinámica que rigen la relación entre la esfera política y la acción pública. Es decir, la esfera en la que se funda el régimen político y el dominio en el que se desenvuelven las políticas públicas. Las políticas no pueden ser entendidas, sino, en la perspectiva del tipo de régimen político y de la acción de gobierno de la que emergen. No son variables independientes que puedan ser explicadas de manera ajena al conjunto de factores políticos e institucionales en los que se estructuran. Las políticas públicas deben ser examinadas desde el régimen político. No basta establecer la naturaleza dependiente de las políticas públicas con respecto a los regímenes políticos y a la tarea gubernamental, de manera general. Además, es necesario establecer el nivel de gradualidad de esa dependencia; es decir, el grado en que las tipologías de régimen político y los niveles de autonomía gubernamental determinan la especificidad de los procesos de estructuración de las políticas públicas. Según Medellín (2004), “cuatro grandes razones justifican la centralidad del régimen político en el proceso de estructuración de las políticas públicas”:  El régimen político es el ordenamiento que le confiere corporeidad e identidad (propia y particular) a la idea abstracta del Estado, bajo la forma de aparato estatal. El régimen político imprime rasgos de estatales a unas instituciones por encima de otras, y define el sistema objetivo de instituciones del Estado y los contenidos que las diferencian de las demás.  El régimen político le confiere organicidad y orden al conjunto de relaciones que se entretejen en torno al Estado y la sociedad. Define e imprime un determinado sentido normativo y contenido valorativo a las relaciones sociales. Por una parte, bajo la forma del ordenamiento constitucional, establece los principios, códigos y normas específicos que ordenan y regulan una sociedad particular. Y, por otra, bajo la forma de ordenamiento institucional, establece los principios que dan fundamento a una particular especialización funcional y una estructuración jerárquica del poder que han de regir y regular la acción institucional del Estado.  El régimen político permite que el Estado se constituya y proyecte como un generador de orden interno y externo:  Interno, porque le imprime principios de unidad a las instituciones estatales como representación del Estado.  Externo, porque es el factor de cohesión de las estructuras y principios reguladores que rigen la vida en sociedad, para mantener el equilibrio global de sociedad como una unidad relativamente armónica.  El régimen político se constituye en el ordenamiento a través del cual el Estado confiere poder y autoridad formal a los gobernantes para tomar las decisiones; asigna competencias para comprometer, otorgar y aplicar los recursos públicos (humanos, técnicos y financieros); establece los controles y fija las modalidades y los márgenes de participación decisional y/o fiscalizadora de los ciudadanos y las comunidades.

La importancia del régimen político radica, entonces, en que es el ordenamiento lo que define las instancias, grados y escalas en que se produce y estructura el ejercicio del gobierno, y con él la estructuración de las políticas públicas. Definición: Las políticas públicas pueden ser entendidas de manera general como aquellas soluciones específicas de cómo manejar los asuntos públicos; según Dye (1998), son los proyectos gubernamentales y las actividades administrativas propuestas y gestionadas desde el Estado (a través de un gobierno y de una administración pública) que tienen la finalidad de satisfacer las necesidades de una sociedad en el presente y también en el futuro. Como este autor señala: “Todo aquello que los gobiernos deciden hacer o no hacer”. Asimismo, cabe mencionar la diferencia conceptual entre la política y las políticas públicas, «las cuales si bien se influyen de manera recíproca son entidades diferentes» (Lahera, 2006). Tanto la política como las políticas públicas tienen que ver con el poder social. Pero mientras la política es un concepto amplio, relativo al poder en general, las políticas públicas corresponden a soluciones determinadas de cómo manejar los asuntos públicos. Las políticas públicas son un factor común de la política y de las decisiones del gobierno y de la oposición. Así, la política puede ser analizada como la búsqueda de establecer políticas públicas sobre determinados temas, o de influir en ellas. A su vez, parte fundamental del quehacer del gobierno se refiere al diseño, gestión y evaluación de las políticas públicas. Los gobiernos son instrumentos para la realización de políticas públicas. En efecto, más que mirar al ordenamiento de las actividades del sector público, como dado por su organización, conviene mirarlo como un instrumento para la realización de las políticas públicas. Desde un punto de vista analítico, puede distinguirse cuatro etapas en las políticas públicas, y en cada una existe una relación con la política:  Origen.  Diseño.  Gestión.  Evaluación. En este punto, conviene destacar algunas de las características más importantes de las políticas públicas (Ortegón, 2008):  Constituye una acción permanente, un Estado en actividad que se materializa en la administración de los asuntos públicos y que trasciende los ejercicios esporádicos de redactar planes, leyes o decretos legislativos. De esta manera, la política pública se entiende como un trabajo de largo aliento con horizontes de mediano y largo plazo, y que conlleva una visión de país.  Compone un flujo permanente de decisiones y acciones en procura del bien común, en el que teoría y práctica se conjugan como un proceso de aproximaciones sucesivas hacia una decisión realizable en la cual hay interacción entre la evidencia y su posible aplicación.

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Presupone, para hablar de calidad, un cierto nivel de enforcement o cumplimiento de metas y objetivos, independientemente de los grados de intervención del Estado, del predominio del mercado o de las alianzas público-privadas. Consta de un contenido con propósitos específicos, de un programa de acción, de orientaciones normativas y de factores de coerción o impositivos que provienen de la fuerza del Estado y de su legitimidad social en las dimensiones espaciales y temporales. Sobrelleva o se desarrolla en un contexto de valores, ideologías y creencias. Esto hace que, en la búsqueda del mayor beneficio de la sociedad, los hábitos, las costumbres y las tradiciones estén siempre presentes. Conlleva en su retórica o discurso político elementos de negociación y persuasión; se vale de la retórica y la reflexión para convencer y generar apoyos. Recoge de manera comprehensiva los fundamentos de diversos enfoques (económico, político, institucional y organizacional -sistémico) con el objetivo de mejorar tanto la capacidad decisional como la justicia redistributiva. Involucra recursos escasos y actores e instituciones de diversa índole; y su hechura se inserta en un sistema político donde importan tanto los costos como los resultados. Parte de la base de que la homogenización, la estandarización, la predicción, el control, la certeza y el consenso son escasos o inexistentes tanto en su fase de diseño como de ejecución.

Proceso: Las políticas públicas en su desarrollo atraviesan varias etapas que configuran un ciclo. La noción de «ciclo» ayuda a analizar las políticas, pero la realidad de algunas de ellas no se ajusta necesariamente al esquema que se identifica a continuación. Las fases del ciclo son interdependientes, por lo que el replanteamiento de cualquiera de ellas afecta a las siguientes. El ciclo, como cualquier sistema, se “cierra” con un proceso de retroalimentación: la política pública no se extingue con la evaluación de sus resultados, sino que esta puede dar lugar a una nueva definición del problema que inició el ciclo. Las principales fases del ciclo de las políticas públicas son las siguientes:  Identificación y definición de problemas.  Formulación de políticas.  Adopción de la decisión.  Implantación.  Evaluación.

La identificación y definición de problemas El gobierno advierte la existencia de problemas u oportunidades en la sociedad y se plantea si debe actuar o no. Esta fase incluye en primer lugar, actividades de detección y selección de cuestiones, y, en segundo lugar, actividades de definición de problemas. La detección y la selección de cuestiones públicas: la agenda. En las sociedades occidentales, suele emerger un gran número de cuestiones que proceden de distintos sectores de la sociedad, que buscan la atención de los gobiernos. Ahora bien, no todas las cuestiones que preocupan a la sociedad acaban generando la formación de una política pública para solucionarlos. Para estudiar estos procesos se utiliza el concepto de agenda, y se suele distinguir entre agenda sistémica, por una parte, y agenda política, institucional o de gobierno, por otra. La agenda sistémica está formada por el conjunto de cuestiones que los miembros de una comunidad política perciben como merecedoras de atención pública y que, además, caen dentro del ámbito competencial de la autoridad gubernamental a la que se dirigen; son las cuestiones que preocupan a la sociedad. La agenda política, institucional o de gobierno está formada por el conjunto de asuntos explícitamente aceptados para ser considerados seria y activamente por los decisores públicos; son las cuestiones que preocupan al gobierno. En líneas generales, la agenda de gobierno suele reflejar la evolución de la agenda sistémica. La definición de los problemas públicos:  En primer lugar, definir un problema significa que, una vez reconocido como tal e incluido en la agenda de algún gobierno, el problema es percibido por los distintos actores interesados; es objeto de exploración, articulación e incluso cuantificación; y, en algunos casos, pero no en todos, se da una definición oficial, o al menos provisionalmente aceptada, acerca de sus posibles causas, componentes y consecuencias. 

En segundo lugar, que una situación concreta se convierta en problema público no es algo que se base solo y únicamente en circunstancias objetivas: la elaboración de una situación no deseada como problema público depende en gran medida de su conexión con los valores dominantes en ese momento en la sociedad de que se trate y del poder de los actores que promueven su incorporación a la agenda de gobierno.



En tercer lugar, la definición de los problemas públicos plantea numerosas dificultades porque los problemas públicos son enrevesados, retorcidos, inéditos: no tienen una formulación definitiva; no suele haber criterios que establezcan cuando se ha llegado a la solución; la solución no es nunca verdadera o falsa, sino buena o mala, y carece, además, de una prueba inmediata y resolutoria.

Formulación de políticas publicas Una vez que el gobierno conoce la existencia de un problema, lo define y rechaza la opción de no actuar sobre él, comienza la fase de formulación de políticas, que tiene que ver con el desarrollo de cursos de acción (alternativas, propuestas, opciones) aceptables y pertinentes para enfrentarse a los problemas públicos. Las políticas son concebidas, por lo tanto, como soluciones a los problemas públicos. Esta fase incluye las siguientes actividades:  El establecimiento de metas y objetivos a alcanzar. Los objetivos constituyen un elemento central en la acción pública: dan un sentido de propósito y de dirección a una organización y a sus políticas y programas. En la práctica, sin embargo, surgen numerosas dificultades a la hora de identificar los objetivos de las organizaciones y programas existentes y de especificar los objetivos para el desarrollo futuro de organizaciones y programas. 

La detección y generación de alternativas que permitan alcanzar los objetivos. El producto de esta actividad sería una lista de opciones de política pública, entre las que se pueden encontrar opciones ya conocidas o que cuentan con apoyos internos (identificación) y opciones desconocidas o que carecen de apoyos dentro de la organización (generación). Cada opción o alternativa debe ser caracterizada de forma tan precisa como sea posible.



La valoración y comparación de las alternativas. Una vez que se ha producido y definido las opciones, que están claras las ventajas y los inconvenientes de cada una de ellas, vendría el momento de utilizar algún tipo de técnica que permita realizar el proceso de elección. Una de las técnicas más conocidas es el análisis costebeneficio, que consiste en identificar los costes y beneficios asociados con cada alternativa y en la cuantificación económica de los mismos, con el propósito de facilitar la comparación entre las distintas opciones.



La selección de una opción o combinación de ellas. Las técnicas mencionadas no adoptan decisiones. La decisión está en manos del decisor público. Las técnicas pueden, en el mejor de los casos, asistir a los decisores públicos y quizás persuadirles de la necesidad de adoptar una actitud más sistemática respecto a la identificación de criterios y datos relevantes, y respecto a la prueba de las premisas sobre las que se basan los cálculos de probabilidades de que ocurran ciertos hechos o de que las políticas produzcan determinados impactos. Los primeros análisis de políticas públicas se centraban en la fase de formulación de las políticas.

Gestión e implementación de políticas publicas Esta fase está exclusivamente en manos de uno o varios decisores públicos: para que una política sea considerada pública, esta debe haber sido generada por medios gubernamentales, debe emanar de una autoridad pública. Otras fases del ciclo de las políticas públicas (la implantación, por ejemplo) pueden quedar parcialmente en manos de actores, individuos u organizaciones que no están investidos de autoridad pública: no es el caso de la fase de adopción de la decisión. La implementación comienza una vez adoptada la decisión, y comprende todas las actividades y procesos desarrollados hasta que aparecen los efectos asociados con la intervención pública en cuestión. En ella, las unidades administrativas correspondientes movilizan recursos económicos y humanos, sobre todo para poner en práctica la política adoptada. Se trata de la puesta en marcha o ejecución de las políticas. La implantación es la secuencia programada de acciones, de la que forman parte muchos actores y muchas operaciones, dirigida a producir con unos medios específicos los resultados esperados. Es un proceso de gran complejidad porque: por una parte, interviene una multitud de actores, cada uno de los cuales tiene sus propias perspectivas, actitudes e intereses, y cuyo grado de compromiso con los objetivos del proceso puede variar; por otra, hay una multitud de «puntos de decisión» (cada vez que se requiere un acto de acuerdo para que el programa siga adelante) y de “puntos muertos” (cada vez que se requiere que un actor por separado dé su aprobación). La fase de implantación ha sido conceptualizada mediante la adopción de varias perspectivas. La más familiar la equipara a un proceso descendente, de arriba abajo; estudios posteriores ponen de relieve la importancia de concebirla también como un proceso ascendente, de abajo arriba:  El modelo de arriba abajo concibe el desarrollo de una política como un proceso que fluye desde la cúspide de las organizaciones públicas hacia las posiciones jerárquicas inferiores y en el que el protagonismo corresponde a los decisores públicos.  El modelo de abajo arriba sostiene que también requiere importancia el flujo de abajo arriba que permite adaptar la situación inicial a la multitud de contextos de implantación, y otorga el protagonismo del proceso a los implantadores.

Evaluación de políticas Las unidades de evaluación de la Administración Pública determinan en qué medida se ha logrado los objetivos de la política pública en cuestión. La evaluación cierra el ciclo de las políticas, y puede retroalimentar el proceso en cualquiera de sus fases. En la práctica, la evaluación no está tan extendida como sería deseable. La unidad de acción pública objeto de evaluación suele ser el programa. Un programa es un conjunto de actuaciones orientadas a la consecución de uno o varios objetivos y que consumen recursos de diverso tipo (humanos, financieros, legales, materiales, tecnológicos, etc.). Evaluar programas, en tanto que «paquetes» de recursos definidos con los que se pretende mitigar el estado de un problema mayor, resulta más factible que evaluar políticas generales cuyo propósito es aliviar una situación social que no nos agrada. Así, por ejemplo, no se suele evaluar la política universitaria en su conjunto, sino las distintas titulaciones ofertadas por cada universidad, ya que es más fácil identificar los recursos de distinta índole involucrados en cada una de ellas. Bibliografía: Lahera, E. (2006). Del dicho al hecho, ¿cómo implementar las políticas? Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No 35. Caracas. Medellín Torres, P. (2004). La política de las políticas públicas: propuesta teórica y metodológica para el estudio de las políticas públicas en países de frágil institucionalidad. Serie Políticas Públicas. Santiago de Chile: CEPAL, División de Desarrollo Social. Ortegón E. (2008). Guía sobre diseño y gestión de la política pública. Bogotá: Universidad de Alcalá (IELAT), Convenio Andrés Bello.