PLACENTA Y MEMBRANAS EXTRAEMBRIONARIAS

MARCO TEORICO 1. PLACENTA Y MEMBRANAS EXTRAEMBRIONALES 1.1.LA PLACENTA La placenta es el órgano que facilita el intercam

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MARCO TEORICO 1. PLACENTA Y MEMBRANAS EXTRAEMBRIONALES 1.1.LA PLACENTA La placenta es el órgano que facilita el intercambio de nutrientes y gases entre los compartimientos materno y fetal. Cuando el feto inicia la novena semana del desarrollo, aumenta su demanda de nutrientes y otros factores, lo que conlleva cambios importantes en la placenta. El más importante de estos cambios es el aumento del área superficial entre los componentes materno y fetal para facilitar el intercambio. La disposición de las membranas fetales también se modifica al incrementar la producción del líquido amniótico. (1) 1.2.TEJIDOS EXTRAEMBRIONARIOS Las membranas extraembrionarias comprenden el corion (la combinación del trofoblasto más el mesodermo extraembrionario subyacente), el amnios, el saco vitelino y la alantoides. 1.2.1. AMNIOS El amnios, una delgada membrana ectodérmica tapizada con mesodermo, crece hasta encerrar al embrión a la manera de un globo. Está lleno de un líquido transparente que es generado en muchas partes como la piel del feto, el mismo amnios, los riñones fetales y posiblemente los vasos fetales. Al término del embarazo el volumen del líquido amniótico se aproxima a 1 litro. El líquido amniótico se elimina mediante intercambio a través de la membrana amniótica y deglución fetal. (2) 1.2.2. EL SACO VITELINO Es una estructura de situación ventral tapizada por endodermo y que no tiene una función nutritiva en los embriones de los mamíferos. Los islotes sanguíneos mesodérmicos en la pared del saco vitelino forman las primeras células sanguíneas y los primeros vasos. Las células germinales primordiales son reconocibles en la pared del saco vitelino, pero se originan en el mesodermo extraembrionario cerca de la base de la alantoides. (2) 1.2.3. LA ALANTOIDES Es un pequeño divertículo tapizado de endodermo, situado en el lado ventral del intestino posterior en los seres humanos. No tiene una función directa de respiración ni de almacenamiento de desechos. Estas funciones las cumplen la placenta y los vasos umbilicales que surgen al mismo tiempo que la alantoides. (2)

1.2.4. LAS VELLOSIDADES CORIÓNICAS Estas se forman como evaginaciones externas del trofoblasto. Las vellosidades primarias son proyecciones de solo trofoblasto. Cuando se forma una zona mesenquimatosa en el interior de una vellosidad, se convierte en veIlosidad secundaria y cuando el mesénquima se vasculariza, la vellosidad es terciaria. Conforme maduran las vellosidades, el citotrofoblasto de algunas de ellas crece a través del sincitiotrofoblasto en forma de columnas de células citotrofoblásticas y establece contacto con el tejido endometrial materno. El citotrofoblasto continúa creciendo alrededor del espacio lleno de sangre que rodea al corion hasta formar una cápsula citotrofoblástica, que es la interfase directa entre los tejidos matemos y fetales. Las vellosidades que hacen contacto directo con los tejidos matemos se llaman de anclaje; las que no lo hacen se llaman flotantes. Puesto que las vellosidades coriónicas flotan en un lago de sangre materna, la placenta humana se clasifica como placenta hemocorial. Estimuladas por el embrión al implantarse, las células del estroma endometrial experimentan la reacción decidual. Los tejidos matemos que se pierden en el parto reciben el nombre global de decidua. La decidua basal subyace a la placenta; la capsular, engloba al resto del corion como una cápsula; las partes de la pared uterina que no están ocupadas por el corion fetal constituyen la decidua parietal. Conforme el corion fetal madura, se subdivide en un corion leve, en el cual las vellosidades sufren regresión, y el corion frondoso, que es la región del corion más próxima a los tejidos basales del endometrio. El corion frondoso dará lugar a la placenta. (2) 1.3.FORMACIÓN Y ESTRUCTURA DE LA PLACENTA MADURA A medida que las diferencias entre el corion frondoso y el corion leve se hacen muy evidentes, se definen los límites de la placenta. Ésta consta de un componente materno y uno fetal (figura 6-10), el cual corresponde a la parte de la vesícula coriónica representada por el corion frondoso. Comprende la pared del corion, llamada placa coriónica, y las vellosidades coriónicas que surgen de esa región. El componente materno está representado por la decidua basal, pero lo que la cubre es la cápsula citotrofoblástica externa que se deriva del embrión. El espacio intervelloso entre los componentes fetal y materno de la placenta está ocupado por sangre materna que circula libremente. Para cumplir con su principal función como órgano que medio el intercambio entre los sistemas circulatorios materno y fetal, la morfología general de la placenta está estructurada para ofrecer una enorme superficie (más de10 m2) para dicho intercambio. (2)

(Figura 6-10)

1.4.ESTRUCTURA DE LA PLACENTA MADURA La placenta madura tiene forma de disco, con un grosor de 3 cm y un diámetro aproximado de 20 cm (tabla 6-1). Una placenta normal pesa unos 500 g. El lado fetal de la placenta es brillante a causa de la membrana amniótica que lo cubre. Desde el lado fetal pueden verse el punto de inserción del cordón umbilical en la placa coriónica y las grandes ramas placentarias de las arterias y la vena umbilicales que se irradian desde allí. El lado materno de la placenta es opaco y está subdividido hasta 35 lóbulos. Los surcos entre los lóbulos están ocupados por tabiques placentarios, que surgen desde la decidua basal y se extienden hacia la placa basal. En el interior de cada lóbulo placentario hay varios cotiledones, cada uno de los cuales consta de una vellosidad principal en forma de tronco y sus ramas. El espacio intervelloso de cada lóbulo representa un compartimiento casi aislado de circulación materna hacia la placenta. (2)

(Tabla 6-1) 1.5.CORDÓN UMBILICAL El tallo de conexión, que en un principio tenía una base amplia, se alarga y se adelgaza conformar avanza el embarazo. El cordón umbilical se convierte en el conducto de los vasos umbilicales, que discurren a todo lo largo de él entre el feto y la placenta (figura 6-10). Los vasos umbilicales están empotrados en un tejido conectivo mucoide que se llama gelatina de Wharton. (1) El cordón umbilical, que por lo general alcanza una longitud de 50 a 60 cm hacia el final del embarazo, suele estar retorcido muchas veces. La torsión puede observarse fácilmente en el examen macroscópico de los vasos sanguíneos umbilicales. En aproximadamente 1% de los embarazos a término se forman nudos verdaderos en el cordón. Si se aprietan como resultado de los movimientos fetal es, pueden causar anoxia e incluso la muerte del feto. (2) En ocasiones el cordón umbilical contiene dos venas si la vena umbilical derecha no sufre su degeneración normal (figura 6-11). Aproximadamente 0,5% de los cordones umbilicales maduros contienen una sola arteria umbilical. Este fenómeno se asocia con una incidencia del 15 al 20% de defectos cardiovasculares en el feto. (2)

(Figura 6-11) Tanto el feto como la madre contribuyen a la circulación placentaria (figura 6-10). La circulación fetal está formada por el sistema de los vasos umbilicales y placentarios. La sangre fetal llega a la placenta a través de las dos arterias umbilicales, que se ramifican por toda la placa coriónica. Las ramas, más pequeñas de estas arterias entran en las vellosidades coriónicas y después se dividen en redes capilares en las ramas terminales de las vellosidades coriónicas, donde tiene lugar el intercambio de materiales con la sangre materna. Desde el lecho capilar velloso, los vasos sanguíneos se reúnen en ramas venosas cada vez más gruesas. Éstas recorren inversamente el camino a través de la placa coriónica hacia la gran vena umbilical única y de vuelta al feto. En contraste con la circulación fetal, que discurre siempre dentro de los vasos sanguíneos, el abastecimiento de sangre materna a la placenta es un lago de flujo libre que no está limitado por paredes vasculares. Como resultado de las actividades invasoras del trofoblasto, entre 80 y 100 arterias espirales uterinas se abren directamente a los espacios intervellosos y bañan las vellosidades con unos 150 mL de sangre materna, que se recambia de tres a cuatro veces por minuto. (2)

La sangre materna entra en el espacio intervelloso a presión reducida por los tapones de citotrofoblasto que ocluyen parcialmente las luces de las arterias espirales. No obstante, la presión de la sangre materna es suficiente para forzar el paso de la sangre arterial materna oxigenada hacia las bases de las ramificaciones vellosas en la placa coriónica (figura 6-10). La presión global de la sangre materna en la placenta es de unos 10 mmHg cuando el útero está relajado. Desde la placa coriónica, la sangre se filtra sobre la vellosidad terminal a medida que regresa hacia las vías de drenaje venoso localizadas en la placa decidual (materna) de la placenta. Un flujo adecuado de sangre materna a la placenta es vital para el crecimiento y el desarrollo del feto, y un aporte reducido de sangre a la placenta conduce a un feto pequeño. (2) En las vellosidades terminales (flotantes), los capilares fetales están localizados cerca de la superficie trofoblástica para facilitar el intercambio entre la sangre fetal y la materna (figura 6-12). La barrera placentaria de la placenta madura está compuesta por el sincitiotrofoblasto, su lámina basal, la lámina basal de los capilares fetales y el endotelio A menudo las dos láminas basales parecen haberse, fusionado. En los embriones más pequeños hay una capa de ciotrofoblasto en la barrera placentaria, pero hacia los cuatro meses esta capa comienza a atrofiarse y a los cinco meses prácticamente ha desaparecido. (2)

(Figura 6-12)

1.6.LA PLACENTA DESPUÉS DEL NACIMIENTO Unos 30 minutos después del parto, la placenta, las membranas embrionarias y el resto del cordón umbilical, junto con gran parte de la decidua materna, son expulsados del útero en lo que se denomina alumbramiento o cuarto período del parto. La superficie fetal de la placenta es lisa, brillante y grisácea a causa del amnios que cubre el lado fetal de la placa coriónica. La superficie materna es de un rojo mate y puede tener coágulos de sangre; es necesario examinada con cuidado porque si falta un cotiledón y éste se queda retenido en la pared uterina, puede causar una seria hemorragia en el posparto. Conocer algunos tipos de patologías placentarias puede arrojar información sobre los factores intrauterinos susceptibles de afectar el bienestar del recién nacido. (2)

2. PERIODO FETAL El periodo entre el comienzo del tercer mes hasta el final de la vida intrauterina se llama periodo fetal. Se caracteriza por la maduración de los órganos y tejidos y el crecimiento del cuerpo. Durante este tiempo se producen muy pocas malformaciones, o ninguna, aun cuando la muerte celular en el sistema nervioso central causada por factores citotóxicos puede causar trastornos en la vida postnatal. (3)

La longitud del feto suele expresarse como longitud vértice – nalga (talla en posición de sentado) en centímetros, o longitud vértice- talón (medida desde el vértice del cráneo hasta el talón) en posición de pie. Esta medida se correlaciona por la edad del feto en semanas o meses lunares. Durante el tercer, cuarto y quinto mes es extraordinario el crecimiento en longitud, mientras que el incremento de peso es más llamativo durante los dos últimos meses de gestación. En general, se considera que la duración de la gestación es de 280 días o 20 semanas después del comienzo de la última menstruación o, de manera más exacta 266 0 38 semanas después de la fecundación. (3)

BIBLIOGRAFIA 1. Langman, J. Consideraciones clínicas: Corion y decidua basal. En: Carreras E. y Vigo M. Embriología Médica. 11ª Edición. Barcelona: Editorial médica, 2010. p.95 2. M. Carlson, Bruce. Capítulo 7: Placenta y membranas extraembrionarias. Embriología Humana y Biología del desarrollo Humano. 4ª Edición. Madrid: S.A. ELSEVIER ESPAÑA, 2009. p.135-148 3. Gratacós E. Capítulo 2: Aspectos generales de la embriología humana (periodos embrionario y fetal) y desarrollo de la placenta. Medicina fetal. 1ª Edición. Barcelona: Editorial medica panamericana, 2008. p.12-14