Perspectivas Sobre La Metafora

Juan Rivano PERSPECTI\¿TS SOBRE tA METAFORA a -I '¡Ñ. ,,/ EDJTORIAL UNIVERSITARIA I I. I i f@qti[¡ \t t lJ ú ll

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Juan

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lns(ripción N'6t. lJ(, Derechos txciusivos ¡eserv¡dos p¡r! tudos trx ¡sBN ti4_il l.{0-

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Se terminó de imprimir esta 1" edición €o los ralleres de EDrroRrAL uNrvERsrrARrA

454. Santiaso de Chite en el mes de asosro d€ 1986

San Francisco

Uso de ventana cu¡driculada en cl d;bujo de paisaje

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(R¿ld sislo XVI

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IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE

Juan

Rivano

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EDITORIAL UNIVERSITARIA

INDICE

l.

Empleo usu:rl y cmpleo inusual de ias palabras 2. Definición a¡istotélica dc Ia metáfora 3. La net¿ifbra como analogía 4. T-¡ rnc¡rili,r¡ ci¡mo enirlr¡ir 5. La metáflra como nombre de lo que no riene 0ornbre

I1 19

23 27

I0

6. La extensirin mcralórica 7. Me cálora y perspectiva 8. La cucstión de las mctáfo¡as muerras 9. Me táfora y olvido 10, Meráfo¡a y supuesro

36 42

11. Meráfo¡a e intcracción

57

12. Metáfo¡a, significaclo y verclad 13. Concepción pra¡¡mática versus concepción semántica dc la ¡¡etáfora

63

14. La metáfora como arr¡a rerórica l!. Vino nuevo en odres viejos 16. La metáfora como símil 17. Met¿ífo¡a vcrsus sí¡nil 18. Del símil ¿ la metálo¡a i9. Los dos línites del habla mctafórica 20. Metáfor¿ y rcpresir'rn

21- Krauss ve¡sus F¡eucl 22. Me táfctra y bisociación

12

48 12

67 75

79

8l 85

89 92 100

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23. Bisociación y concepción pragmática

metáfora 24. Bafteld:

eJ argumento conrra

original

25. Literalidad'en las cosas'

alma' 26. La metáfota desde el punto del desa¡¡ollo 27

d.e

la

y 'en las

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afecciones del 130

de vista de la psicología

" Metáfora: Impertinencia semántica y ,.equívoco

categorial"

28. La meráfora desde el punro de visra

neurofisiológico

I

la li¡eralidad

B6 Á3 156

1. Enpleo usual y empleo inu¡ual

cJe

las palaltras

En Poética, int¡oduce A¡istóreles la metáfo¡a como utra espe, cie de las pal:tbras que llamamos susrantivos o nomb¡es.

La

división quc hacc pretende ser complcta; pero oo se ve qr-ré criterio haya empleacio al hacerla, si rie¡e sencido ¡rr",anj", que hay un criterio. IJe acuerdo a est¿ división, los nombrcs o st¡sc¡nrivr¡s Jcl¡en scr sicm¡,re: u r ft le palrbra rrsual que

la cosa, o (2) una palabra cxrranjera, o $) una metáforaj o (4) una palabra ornamental, o ()) una palabra acuñada, o (6) una palabra elongada, o (7) una palabra acortada, o (8) alterada en la formai. Estas distint¡o¡rcs debieron t1c rer aparcnrcs e imporrantes nomb-r¿

en la época y lugar en que se hicieron. Ciertome.rte, imporran

también en leriguas como la nuesffa. Sólo que ahora, tal vez, no ha¡íamos exactamente las mismas ¡i se¡ían éstas las únicas queiaríamos. Por ejemplo, Aristóteles dice que una palabra se elonga susrituyendo una vocal corra por _es

una larga

decir, la palabra elongada depende de una dife¡enci-a en las vocales quc no existe en nuestra lengua. pero, también. se alargan las lral¡br¡s inserr¿nclu o agrcg,rndo una s¡lab¿.

y

nosotros hacemos algo así cuanclo designamos la cosa con c.lim¡nurivos. iturncntJf rvos. despect ivos, etc. por

e¡ern¡lo.

I Poétira,

t4i1b, l-4.

ll

"¡nuje¡cita," "much¿chóo," "homb¡ezuelo. " Y las aconamos "diz" por "dícese," también haciendo apócopes -como "cuan" po¡ "cuanto"- ab¡eviando *como "etc. " por "etcé"hidalgo" tera", "m" por "mer¡o"- y condensado -como "hijo "antaño" "presrímano" por de algo", por a te dn um, por "presto de manos". Sobre las palabras acuñadas dice A¡istóreles que son "nombres que, siendo del todo desconocidos enrre la genre, son asignados por el poeta mismo". De esra especie de palabras son "hetaírica" (de heraira

= cortesana), "báquico" (de Baco), "fídico" (de Fidias), "tripentálico" que emplea Ped¡o A. Gorzílez y hay muchas y de varias especies diseminadas en las ler¡as latinoamericanas. Y, a propósiro, acuñadas son también en nuestra lengua palabras como "Latinoamérica", ''Hispanoamérica",'Ibe¡oamérica", "Indoamérica", "Sudamérica" y "Suramérica", que se emplean alte¡nativamentc para nombrar la pa¡te su¡ de nuestro conrinente. Todas ellas son, en efecto, acuñadas; y el auror que emplea una cualquie-

r¿ no va a emplear las orr¿si porquc tiene r¡zones pJr¿ emplearla que son ordinariamente incompatibles con las razones que rienen los autores que emplean las otras. La propaganda, la promoción social, las ideologías recurren con f¡ecuencia al expediente de las palabras acuñadas. "subdesa¡rollo" es un buen ejemplo por la amplitud que ha logrado su aplicación y por la índole, por decirlo así, bautismal y súbita

de su origen. Si se hubie¡a preguntado a un gramático, previamente, por el sentido literal de la expresión "subdesarroilo hubrrrd respondido quc no riene ninguno y c¡rrc es. ¡ur el contrario, un disparate. Sobre las palabras extranjeras dice Arisróreles que son "las que se usan en orra pa¡re"; por lo que resulta obvio que las mismas palabras son usuales o extranjeras según el lugar en 12

que se las emplee. En ouestra lengua rambién hay palabras que significan algo en otra parte y que se emplean entre nosotros a pesar de ailar. I nmediatamente viene el ejemplo de A¡istóteles de cualificación por adición y po¡ sust¡acción. Adición: El bailarín, como el ¡¡ompoj se quita la capa para bailar. Sustracción: Pero el trompo tiene que ponérsela antes de empezar: "Sin la capa no puedo bailar", tal como "la copa de Ares", metáfora del escudo, "que no co¡rtie¡e vino". De esta forma, descubrimos algunos principios de los acertijos con analogías: (1) Sólo se dan dos té¡minos de la analogía (en general, los dos empleados como meráfo¡as); (2) Se agre¡¡an meráforas que se obtienen por adición y susrrac-

ción, La sustracció¡ sola da a la adivinanza el aspecto de 29

enigma. La sust¡acción combinada con la adición' el aspecto de cont¡adicción o Paradoja. Un análisis segl¡ramente más elegante y con 'razones en serie' puede hacerse de la famosa pregunta de la Esfinge a los tebanos: "¿Cómo es que andas en cuatro patas en la maÁana, en dos al mediodía y en tres por la tarde?"

1

. La metáfora c0m0 nlntltre de lo que no tiene nombre

Volvamos a los términos sin nombre Tratando de responder a la pregunta: ¿Por qué recurrimos al empleo metafórico del por ejemplo, en lugar de decir lite¡allenguaje -porque, mente "adorable mujer" decimos "mariposa de ensueño2", se han adelantado diferentes respuestas, de las que destacamos aquí tres: adornar con vistas a complacer; disf¡aza¡ con vistas a persuadir y comparar con vistas a nomb¡ar lo que no tiene ¡ombre . Como diiimos, esta última explicación tampoco era extraña para Aristóteles. Tanto es así que la incorpora sin más

comentario en sus esc¡itos sobre la metáfora, dando por descontado que muchas veces "nombramos una cosa con el nombre de otra simplemente Porque no tenemos otra posibilidad de nomb¡arla. Lo que importa retener aquí es que el ¡ecu¡so de nomb¡ar lo que no tiene nombre mediante metáforas permite resolve¡ en lo esencial el problema de nombrar'

"Puede ocu¡rir", dice A¡istóteles, "que alguno de los términos relacionados de esta manera (por analogía) no tenga nombre propio, Pero ciefiamente igual será descrito metafóricamente. Así, Ianzar trigo es 'sembrar'; pero lanzar el sol su luz no tiene nombre. Este acto sin nombre (B) se encuent¡a en la misma relación con su objeto, la luz del sol (A), en que se

l0

encuent¡a sembra¡ (D) con el trigo (C). De aquí la expresión del poera: 'sembrando la luz de un dios (A ¡ D) rr.

El nomb¡a¡ metafórico que describe Aristóteles recuerda, pues, esas proporciones matemáticas en que uno de los cuatro

términos es desco¡ocido, pudiéndose determinar por medio de los ot¡os. Nombramos lo que no riene nombre medianre la relación analógica en que se encuenrra con ot¡os t¡es términos

que sí Io tienen- Por ejemplo (para abundar al respecto): "una espada es menos penerranre que una pupila fiera". No disponemos de una palabra que nombre la acción de una mirada

fiera. La analogia es: La penetración es a la espada como X es a la mirada fiera. El poeta nombra la acción de la mirada fiera,

X, con ayuda de los orros r¡es rérminos. También, cuando el poeta dice "sed de ternu¡a" adiciona dos términos de la analogía (Agua, Sed, Ternura, X) para nombrar lo que no tiene nomb¡e. Y también se nombra lo que no tiene nombre en: "el ve¡so cae al alma como al pasro el ¡ocio". De dos maneras se nombra; po¡que si decimos: el verso es al alma como el rocío al pasto y empleamos la expresión "cae" aplica-

da al rocío su t¡aslado merafó¡ico nombra lo que no riene nombre. Si, por el contrario, aplicamos la expresión "cae" al alma (como cuando por ejemplo se dice que ral persona cae bien o cae mal) entonces al rrasladarla y aplicarla metaforicamente al rocío también nombramos lo que no tiene nombre (y que acaso no tiene se¡tido, como no sea animista). Desde luego, no siempre se aplica la metáfora a lo que no tiene nomb¡e sino que muchas veces podemos reemplazarla por un equivalente lite¡al. Considé¡ese, por ejemplo, este hermoso verso con que te¡mina un conocido soneto de Da¡ío: "Como una margarita de amor (la Muerte) te deshojó". Aquí,

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Poót;,a, 1451É,

2t lt.

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analogia es: mori¡ es a la amada como deshojar es a Ia margarita. Se expresa un hecho que tiene nombre con el nombre de otro; deshojar una marga¡¡t¿'

la

6. La

extensión netafórica

Consideremos el ejemplo de la "mirada peoetrante" De aquí "iuicio podemos sacat metáforas en multitud Por eiemplo, "análisis penetranpenemante", "inreligencia pen€trante", te". O sin más: "penetración". "Mirada penetrante" sirve también como muestra de ot¡as metáforas de estructura parecida e igual de exitosas. En primer lugar, todas provienen de analogía de la forma (A, B, C, X), es decir, contienen un término sin nombre. En segundo lugar, mientras la primera y razón (4, B) se muestra en las cosas, la segunda (C' X) está un sujeto que hay en no está en las cosas en la medida implicado. Esta segunda parte de la analogía está como

distribuida: una Parte en el sujeto. otra en sus exptesiones'

actitudes, comportamientos. Ejemplos: el peso de la duda, el peso de la pena, el peso de la preocupación, el peso del pasado, la frustración, los ¡emordimientos Surge toda una categoría de sentimientos que se ponen a pesar' Los pesares o, sin más, el pesar, la pesadumbre. Pero también: el peso de las razones, el Peso de las pruebas, el peso de los pensamientos y las ideas de peso. Una doctrina de peso; un hombre de peso Y del carácter: pesadez, persona pesada o cargante. Y cargante viene de carga, de donde salen a luz metáforas a granel, como

de peso: las cargas de Ia vida, las catgas familiares, los encargos, cargos y descargos; cargar con la responsabilidad, cargaf con Ias preocupaciones, descargar la conciencia; la mirada cargada de odio, de desprecio, de dinamita; y las 12

amenazas cie que está catgada la atmósfe¡a. y puesto que estafnos en la línea de los pesos y las cargas, pod.-o, ,,mirada ""g,ri, con las metáfo¡as de "grave". Desde luego, la gro:ve,,; ,,tulorrte pero también el "ademán grave',, ..hu_

el grarr.,,, el blar grave". Una multitud de actitucles, e*pr".ion"" y.orn_ portatrientos graves. y así, sin rnás, gravedad. Como pesa_ dumbre y pesadez. Lo que sólo es en la lí¡ea de la fuerza de atraccion de la ricr¡a. pero hay otras fuerzas: presion, adhe-

sión, expansión, compresión, propulsión, derención, r¡ac_ ción, impulsión, rorsión, erc. y de todas salen metáfo¡as inconrables. ¿Qué frases más diversas en aplicaciones que las de represión, sociedad represiva, política represiva, represión

sexual, educación represiva? Toda la vida ,ubconr.i.nt"

.

inconscientc la reduceo algunos a la dinárica de la represión. Y todas las doctrinas del freudismo son inseparables de uoa complicada represenración metafó¡ica en que unas cuantas

llerzas

juegan las contingencias del equilibrio psíquico

dinámicor2.

Desde luego, las metáforas quc se originan en las múlti_ ples modalidades de la fr¡erza son también numerosísimas y de viejo

linaje.

Se

avienen como nada a lo que hemos consig_

nado como expresiones, actitudes y comportamientos del sujeto. ¿Qué más de suyo que la adhesión de los sentimien_ tos, la simpatía, la amistad, el amor? ¿y de dónde saca¡ más metáfo¡as que dc la repulsión cuanclo se trata de los aspectos contrarios¿ Pero se puede seguir y seguir, repasando los

r2Ver, por ejemplo, la autodefensa de l.reud en so famoso ensayo Más allá del Prirc4tio del Pkcer, cn que arguye ,,nuestra obligacióo de operar con tLrmr.nos ( renr ili, , 'r. c' Jcr rr. ron .rt,rcsronc" me¡.rfo¡ i"¡s pctulrrrcs de t¿ ¡'srcolocrr ru mr\ lrol,r¿'ncnrc l.r ¡,sr ologr.r lrotundd r, cr(.

31

capítulos de la Física, la Geometría, la Medicina, la Ast¡onomía, la Ingeniería, la Arquitectura, las Ciencias de la Gue¡ra, de Ia Navegación, del Comercio, la Agricultura, la Minería, etc. Las r¡etáfo¡as del espacio, por ejemplo: la amplitud del

carácter, la profundidad del ingenio, el largo camino de las mil formas de expectación, todas las variaciones de la superficialidad, Ia llaneza del trato, la altura de las consideraciones, Ia extensión de los conceptos, las esfe¡as del saber, los alcances y límites de Ia razón La tabula rara del espíritu, Ias galerías de la memoria, el amueblado de la conciencia Bécquer: "De un oscu¡o rincón de Ia memoria salen a perseguirme Ios recuerdos". Agustín: "Los campos y palacios espaciosos de

r¡i

memoria".

O se pueden investigar Ias metáfo¡as del frío y el calor en que pueden comprenderse todos los afectos, como la luz en la gama de los colores. Por ejemplo, Da¡ío: "Y su ¡isa fue como un agua hirviente"; o Man¡ique: "¿Qué se ficieron las llamas

"Pero de los fuegos encendidos de amadores?"; o Shakespeare:

tú, enamorado de la llama de tu mirada, la alimentas con la leña de tu propio ser"; o Calderón: "En llegando a esta pasión,

un volcán, un Etna hecho". El "f¡ío de la mirada", la "frigidez", la remperatr.rra del temperamento, la guerra fría, el deshielo. Si cornpletáramos este somerísimo escatceo que aPenas se ha iniciado aquí y que apenas toza el tema ateniéndose a las obvias categorías naturales y cotidianas, empezaríamos seguramente a p¡eguntarnos qué queda del lenguaje cuando apartamos lo que se origina mediante este expediente del nombrar

merafórico. Un buen eje mplo lo suminist¡an las metáfolas de Ia luz y la visión. ¿Qué quedaría de la Filosofía si reti¡áramos roclas las metáforas que provienen de la luz? La célebre 14

doctrina platónica de las ideas y el conocimiento se resuelve en metáfo¡as de la luz y lo visible. Las ideas clatas y distintas de Descanes, ¿qué más son que una denomi¡ación metafó¡ica del conocimiento y la verdad en ré¡minos de la luz y el ojo? Las cosas son oscu¡as cuando no hay

luz, confusas cuando no podemos verlas. El ideal de la visión es: buenos ojos y buena luz. ¿Qué otra cosa se pide con la claridad y distinción de las ideas gue unos buenos ojos y un cuano bien iluminado para eJ entendimiento? Paul de Man, examinando lo que dice Locke sobre las ideas simples no tiene dificulrades en llena¡ la mesa de metáforas hasta el ext¡emo de disolver todas las pretensiones

de rigor literal, tan explícitas y programáricas en Locke,

en no más que un espejismo del h¿bla, radicalmente metafo_ rica:

"Il

segundo ejemplo