Pedro Pizarro Cronica Oficial

Mauricio Sampi, Carmen Cristina Arqueología (2° año) Pedro Pizarro: Relación del descubrimiento y conquista de los Rein

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Mauricio Sampi, Carmen Cristina Arqueología (2° año)

Pedro Pizarro: Relación del descubrimiento y conquista de los Reinos del Perú I.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene la finalidad de demostrar la vital importancia de las crónicas concernientes a Pedro Pizarro y así como también profundizarnos en su biografía para poder entender la manera en que vio, según él, la sociedad andina de aquel entonces. Por lo tanto, a lo largo del relato se ira detallando y relacionando los detalles de su vida juntamente con la crónica desde sus enfoques y perspectivas hasta llegar al punto de tratar las descripciones en las que resaltaremos los materiales que aportan y se ven relacionadas II.

BIOGRAFÍA DE PEDRO PIZARRO

Entre las aproximaciones a un trabajo realizado por Maldonado (2003), lo poco que se sabe de Pedro Pizarro es su porvenir a América junto a Francisco Pizarro, una vez que éste obtuvo el permiso del Rey Felipe para la conquista del Perú. Desarrollando una participación durante el periodo de la conquista Incaica para luego ser enviado este relato al Rey Felipe. Este cronista acompañó a Francisco Pizarro a América una vez que se obtuvo el permiso de la autoridad suprema en aquel entonces, para la conquista del Perú. Desafortunadamente Pedro Pizarro no llego a el punto final de envió, pues por diferentes motivos la persona encargada no llego a entregarle al Rey dicho mandato, aunque finalmente su crónica llego a manos del Padre Bernabe Cobo, siendo así este el que difunda mediante su crónica sus relatos. Casi todo lo que se sabe de Pedro Pizarro hoy en día se reduce a lo que el mismo nos ha querido contar en su crónica, ya que posee una materia autobiográfica, pues este era un hombre en la guerra pero también tenía motivos para escribir los sucesos que pasaba y veía. (Calvete 1978) Visto desde otro ángulo, según Lohman (1978) se puede concernir a su biografía de Pedro Pizarro que nació en Toledo teniendo como padre a Martin Pizarro y madre a Luisa Méndez, aunque también menciona a su abuelo llamado Diego Pizarro, todos estos mencionados con anterioridad fueron naturales de Trujillo. Así mismo tuvo cuatro hermanos llamados: Andrés, que en 1560 se hallaba en la costa de Arica y falleció antes de 1575; Isabel, que vivió en Toledo, donde se casó con Alonso de Nava; Lorenzo; vivió en Trujillo hasta sus últimos días y Diego, que

radico en Arequipa. Muy aparte, por los años de 1551 nuestro cronista llega a casarse con María Cornejo de Simancas, hija de Francisco de Simancas y de Francisca Sierra. Aunque Calvete de Estrella (1965) solamente la nombra como María Cornejo (hija de Miguel Cornejo). Es así como lo confirma Ibañez (1992) con el siguiente cuadro genealógico, en donde todos los testigos coinciden, para él, afirmar los datos recogidos. (Fig. 1)

Fig. 1 Cuadro genealógico de la familia Pizarro (Ibañez 1992: 166)

Pizarro pasó a mejor vida económica en los años de 1602 por recibir diferentes herencias de diferentes parientes. Se tiene también información de que tuvo una hija fuera de su matrimonio con Beatriz de Idiaquez llamada Isabel Pizarro, se tiene registro de ella que en 1560 se casó con Miguel de Entrambasaguas. Y por último, Pedro Pizarro falleció en la noche del 9 de Marzo de 1587, habiéndosele inhumado en la capilla mayor de la iglesia de la Merced. Ante estos sucesos es tentador preguntarse el círculo de amigos que tuvo este cronista. “Todo deja suponer que el ambiente telúrico arequipeño, tradicionalmente propicio para la lucubración ejercía ya entonces su benéfico influjo.” (Lohman 1978: XXIX) Tenemos en cuenta que para Pease (1988) Pizarro corresponde a los autores finales que atañen a los cronista de la primera escuela, como por ejemplo Xerez o Sancho, quienes deseaban transmitir un mensaje que fue recibido por los autores generales de la época como Gonzalo Fernández de Oviedo o Francisco López de

Gómara, ya que estos recogieron abundante información; dicho mensaje hablaba de una sólida organización jurídica en los momentos iniciales de la invasión. III.

ENFOQUES Y PERSPECTIVAS

A través de las anotaciones preliminares de Lohman (1978) intenta aducir y dar con el análisis de la atmosfera ideológica que lo envolvió a Pedro Pizarro para desarrollar su contexto histórico y lo que realmente sucedió mientras acababa su narración, para así entender los posibles motivos que irradiaba el deber de escribir dicha crónica. Se suscitan muchas y variadas hipótesis que podrían resolver la interrogante de que realmente incito al veterano soldado a escribir este relato testimonial. “Esta crónica sería la de una respuesta bien a un consigna directa del Virrey, bien a un envite personal por haber llegado vagamente a sus oídos el afán del mandatario por acopiar informaciones fidedignas sobre el pasado peruano tanto en la época incaica como los acontecimientos ocurridos a partir de la llegada de los españoles.”(Lohman 1978: VII) Pero el mismo Lohman descarta esta primera hipótesis, porque no cree que Pizarro confió fácilmente en presentar su crónica al gobernante de aquel entonces. “Pedro Pizarro, lejos de quedarse en la zaga, se solidarizara en la corriente de opinión que respaldaba la legitimidad de la conquista determinándose a dejar su visión personal de esa empresa, a fin de restablecer la verdad de los hechos y de paso enervar las negativas doctrinas…” (Lohman 1978: VIII) Ahora, frente a la versión del régimen incaico, Lehman (1978) menciona personajes como Matianzo o Toledo que dieron un enfoque crítico, en congruencia Pizarro intenta dar un realce en el sentido providencial de la conquista. Se nos refiere sobre “los sufrimientos padecidos por sus compañeros de armas, las costumbres impolíticas y las creencias, idolatrías de los nativos, presas de las garras del demonio; el carácter despótico del régimen incaico; las crueldades de los mandones; la irregularidad de Atahualpa en razón de ser usurpador y tirano…” (Lohman 1978: X) Se puede resaltar que él no compartía la idea de basar sus crónicas en relatos escuchados y pasados entre voces por otros, aunque para Maldonado (2003) eso no es necesariamente cierto ya que más adelante se verá en su crónica que el también compartía relatos que no precisamente el mismo era testigo de lo sucedido; sin embargo, nuestro cronista sustenta el hecho que la conquista fue una obra de gran magnificencia y que favorecía los intereses comunes. En un diferente aspecto, Maldonado (2003) nos da un contraste entre Cieza de León y Pizarro, porque como ya es sabido Cieza busca una investigación en las

causas de los hechos, pero Pizarro no le toma mucha importancia ya que resalta el papel de los conquistadores como los poderosos de la región. Como ya es sabida la participación de Pedro Pizarro en los viajes que se hizo en la costa para luego adentrarse a las ciudades de Cajamarca y Cuzco, nos brinda una información respectiva de lo que vendría hacer llamada una cultura material. Para Maldonado (2003) el cronista Pedro Pizarro tiene como característica en su respectiva crónica la llamado “soldadesca”, porque es escrita por uno de los que estuvieron en los avatares de la conquista del Imperio de los Incas. Aunque este relato difiere de los primeros, si bien en su mayoría, es la descripción de acontecimientos, dada la distancia remonta a años, lo relatado por Pizarro ya tiene una finalidad no solo narrativa si no la existencia de una intencionalidad. Como ya es sabido Pedro Pizarro es familiar cercano del conquistador Francisco Pizarro, es por dicha razón que justifica y da razones en la manera porque se suscitó las discrepancias con Diego de Almagro, a quien a lo largo de la obra lo tilda de ser un ambicioso y hombre de poca palabra. Él (Pedro Pizarro) toma participación en el botín de la isla de Coaque. En esta parte el cronista hace una descripción de cómo es la vestimenta de los indígenas, como llevaban el corte de cabello de los hombres, como es que el oro y la plata se encontraban en el vestimento común del pueblo y no como grandes signos de riqueza, causando impresión hacia los conquistadores, ya que en su sociedad el oro solo era para aquellas gente de alcurnia. El a lo largo de toda la crónica, no está de acuerdo con el estilo y la forma de vida que llevaban los “naturales”, tomados como indios, tildándolos de ociosos y de malas costumbres; un ejemplo de resaltar más de una ocasión que eran borrachos y fiesteros. Justifica así el aporte positivo que trajo la conquista, ya que ponen en evidencia que ellos llegaron en el preciso momento para mejorar su conducta imponiendo y salvado su “alma” del destino del “demonio”. Cuenta además el inicio de la riña entre Almagro y Hernando Pizarro que fue a causa del incumplimiento de palabras por parte de Almagro para luego darse un intercambio de insultos entre ellos Lohmna (1978) supone que Pedro Pizarro era un fiel creyente y que esto influyó en sus escritos, dando siempre gracias por cada éxito del accionar español sobre la conquista del Perú. También en cada oportunidad de no morir a manos de accidentes o batallas ya sea en contra de los indios. Adicionando a esto Maldonado (2003) creé que por medio de la religiosidad justifica la muerte de Francisco Pizarro, por ser consecuencia de haber asesinado a la hermana de

Manco Inca, aduciendo que estaría pagando dicho pecado con una muerte violenta. IV.

CULTURA MATERIAL DENTRO DE LA CRÓNICA DE P. PIZARRO

En los comienzos de esta crónica podemos encontrar una descripción que Pedro Pizarro hace respecto al viaje junto a Francisco Pizarro, llegando a enrumbar a uno de sus destinos como lo fue “Puerto Viejo” para luego arribar a “Tumbez”. Aquí es donde encuentran una balsa donde se depositaban objetos de sumo valor para ellos. …Y en algunas balsas que tomaron andando en el mar hubieron cintos de chaquira de oro y de plata y alguna ropa de la tierra, la cual guardaron para llevar por muestra a España a Su Majestad… (Pizarro 1965 [1562]:169)

En el transcurso del viaje despojan puerto para Santa Marta y toman tierra en la Bahía de San Mateo. Encuentran aquí un pueblo llamado Coaque es aquí donde los españoles encuentran más tesoros considerados para ellos. …los españoles las recogieron y juntaron el oro y la plata porque así estaba mandado y ordenado. […] En las esmeraldas hubo gran yerro y torpedad en algunas personas por no conocellas; aunque quieren decir que algunas que las conocieron las guardaron; pero, finalmente, muchos hubieron esmeraldas de mucho valor […] Aquí se halló mucha chaquiera de oro y plata, muchas coronas hechas de oro y manera de imperiales, y otras muchas piezas en que se avaleó montar más de doscientos mil castellanos. […] En este Coaque se hallaron muchos colchones de lana de ceyba que son unos árboles que lo crían, que ansí se llaman. (Pizarro 1965 [1562]:171)

Por lo mucho también Pedro Pizarro llega a observar a estos poblados enfocándose en lo que utilizaban y llevaban puesto como vestimenta. Para Maldonado (2003) afirme que era frecuente encontrar el oro y la plata ubicada en la vestimenta común del pueblo y que no representaba signo de riqueza en la sociedad incaica. Esta gente de esta isla y los del Puerto Viejo y Tumbez traen un traje que es unos sedacillos en las cabezas; los principales e indios de caudal traen unos cintos tejidos de chaquira de oro y plata de ancho de cuatro dedos, y más ceñidos a raíz de las carnes junto a las caderas que les ciñe todo el cuerpo; traen las vestiduras encima que lo tapa. Las mujeres traen lo mismo algunas, y las mujeres ansí mesmo en las muñecas y en las piernas arriba del tobillo. […] tienen por armas tiraderas, dardos arrojadizos, macanas. (Pizarro 1965 [1562]: 174)

Las primeras noticias que se recibió de la ciudad del Cuzco fueron gracias a la interrogación que se dio a un indio.

…dijo que era un pueblo grande donde residía el señor de todos ellos, y que había mucha tierra poblada y muchos cantares de oro y plata, y cosas chapeadas con planchas de oro. (Pizarro 1965 [1562]: 174)

Se dan incipientes registros de Pedro Pizarro sobre los lugares sagrados para la sociedad incaica que llamaban huacas, hasta hoy en día. …fortaleza que se llama guaca, de los indios, donde adoraban sus ídolos… (Pizarro 1965 [1562]: 175)

Se sigue precisando más descripciones al respecto del vestimento utilizado por el poblado de “Tumbez”: Estos tallanos traen unas camisetas y mantas de algodón labradas de algunas labores con lana; traen unos rebozos alrededor de la cabeza que les da vuelta debajo de la barba con unos rapacejos. Las mujeres traen unos capuces vestidos que les llegan hasta la garganta del pie; tienen ellas horadados los labios junto a la barba y metidos en los agujeros unas puntas de oro y plata redondas que les tapan el agujero. (Pizarro 1965 [1562]: 175,176)

Pizarro resalta el hecho de que Hernando de Soto llega a tener un encuentro con Atahualpa, donde en la crónica lo hallamos con el nombre de “Atabalipa”, éste se encontraba en lo que vendría hacer un “galpón”. Romero (1983) aduce a este término referente a un “espacio cerrado”. …era un galponcillo pequeño que allí tenían para el señor, con otros aposentos para cuando allí se iba a holgar y bañar, un estanque grande que tenían hecho, muy labrado de cantería y al estanque venían dos caños de agua, uno caliente y otro frio, y allí se templaba la una con la otra para cuando el señor… (Pizarro 1965 [1562]: 176)

Pizarro despliega el tema de la guerra que envolvía a “Guascar” y “Atabalipa” en ese momento, también añade ciertas costumbres que se desarrollaban. Tocaremos este punto de costumbres por el hecho de encerrar datos de material cultural. Estos señores tenían por la ley y costumbre que el señor que de ellos moria le embalsamaban y le tenían envuelto en muchas ropas delgadas. […] El señor que entraba a gobernar se había de ser de servir de nuevos criados; las vajillas habían de ser de palo y barro hasta en tanto que él las hiciese de oro y de plata… (Pizarro 1965 [1562]: 182)

Llega a tomar el tema de Pachacamac refiriéndose a un ídolo que veneraba la población y que dicho ídolo poseía tesoros en magnitud.

Avía y abiado a llamar a los hechizeros que tenían cargo de la guaca de Pachacama, [...] diziéndoles que hinches en ellos otro buhío como el que él avía mandado […] Hernando Pizarro se partió con los guardadores del ídolo de Pachacama, y cuando allá llegó halló que habían alzado todo el tesoro y escondídolo. (Pizarro 1965 [1562]: 183,184)

Encontró en la casa del Sol (al que tildaban como dios) diferentes artefactos de sumo valor material para Pizarro y sus acompañantes, al cual Francisco Pizarro lo toma por joya y lo traslada a “Caxamalca”, que sería Cajamarca hoy en día. Escaño de oro quye encajaba en una piedra grande que tenían labrada, hecha escaño, donde decían que se sentaba el sol; y un bulto que ellos tenían hecho de oro […] y alguna cantería de oro y plata. Pizarro 1965 [1562]:184) Por lo que pudo haber escuchado en anterioridad y ver, respecto a Atabalipa (Atahualpa) llega a dar una intensa descripción tanto físicos (vestimenta) como personales. Este indio se ponía en la cabeza unos llautos que son unas trenzas de lana de colores, de grosor de medio dedo y de anchor de una, hecho de esto una manera de corona, y no con puntas, sino redonda, de anchor de una mano, que encajaba en la cabeza, y en la frente una borla cosida en este llauto, de anchor de una mano, poca más, de lana muy fina de grana, cortada muy igual, metida por unos canutitos de oro muy sutilmente hasta la mitad; esta lana era hilada, y de los canutos abajo destorcida, que era lo que caia en la frente; que los canutillos de oro tomaban todo el llauto ya dicho. […] Vestían ropa muy delgada y muy blanda ellos y sus hermanas que tenían por mujeres […] Poníanse este señor la manta por encima de la cabeza y atábasela debajo de la barba, tapándose las orejas […] en unos juncos verdes muy delgados y pequeños, estaba sentado este señor en un dúo de madera de altor de poco más de un palmo; este dúo era de madera colorada muy linda, y teníanle siempre tapada con una manta muy delgada, aunque estuviese el sentado en él. (Pizarro 1965 [1562]: 186)

A la vez, da referencia a las mujeres que siempre acompañaban a Atabalipa como en los momentos de comer. Es testigo de una escena en la que una india casualmente ensucio su ropa y se lo cambio a los minutos por otro. Entró a su aposento a vestir otro vestido, y vuelto sacó vestido una camiseta y una manta pardo oscura. (Pizarro 1965 [1562]: 186)

Intrigado, Pedro Pizarro preguntó el material de dichosa manta, a lo que en síntesis diremos la respuesta, a base de piel de murciélago. Pizarro también llega a informarse del lugar en donde reposaban los indios. Estos señores dormían en el suelo en unos colchones grandes de algodón; tenían unas fresadas grandes de lana con que se cobijaban… (Pizarro 1965 [1562]: 187)

BIBLIOGRAFÍA:

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