Nietzsche

Cierta pobreza de espíritu, propia de nuestra época, que lleva a los sujetos a un vaivén, por el que no se recrean. La c

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Cierta pobreza de espíritu, propia de nuestra época, que lleva a los sujetos a un vaivén, por el que no se recrean. La cual implica la renuncia a toda inteligencia obtenida fuera del ceno o en aparente contradicción a las asunciones previstas según orden metafísico; esa renuncia opera como medida de contención contra el surgimiento de toda apostasía posible. Tanto la que se deriva de un escepticismo indiferente y sin mayor principio que la ingenuidad, como de la que brota a la práctica de disertaciones de naturaleza filosófica/científica. Elucubraciones morales u ontológicas, en fin, acerca de la constitución de lo real, de lo valido y universal, tienen como implicación el acrecentamiento de la individualidad de quien se ocupa en especular y busca discernir por sí mismo; justo en oposición a los valores que se ‘adoptan’ en la medida en que la operatividad de la contención moral es efectiva e imprime prejuicios cuyas determinaciones son las previstas en un dogma. Una valoración que pretenda ejercerse con los elementos suficientes para ofrecerse con plausibilidad es imposible de realizar ―sugiere N.― sin un método suscrito en la honradez con que se da, llanamente, la Naturaleza, por lo que en mi trabajo tematizo de qué manera Nietzsche dota de rigor a suscritica ahondara de ahora en adelante tematizare la tarea de identificar la utilidad que subyace a aquella prescripción rectora de la sensibilidad instaura; y que en lo más mínimo consiste en alguna sugestión suscitada de modo provisorio. (Esto lo acentuamos por lo que sus implicaciones económicas, quiero decir, de distribución de posición, ejemplifican). El acondicionamiento a la conciliación a la que exhorta culmina una estrategia de corte estético-política y opera como amenaza o advertencia; augurando la perdición de quien se ufana con hacerse cargo de la constitución del sentido y la valoración de los contenidos del mundo circundante y opte por transitar ese origen-otro de sabiduría humana, encontrado en el sendero filosófico de la ilustración. Terminando por recabar autoridad tan sólo de sí mismo. Ese es el escollo fundamental entre la posición Nietzscheana y la ley moral promovida por la superstición metafísica; la cual, como se ha dicho, augura la destrucción para quien busca darse ley a sí mismo. Se ha puesto en claro la total distinción de perspectiva en la labor de un pensador que remitió todo acto verdaderamente voluntario a la consecución de un único valor irrevocable, ubicado más allá del ámbito moral, precisamente

Commented [1]: Me dices cuál es el sujeto del verbo “suponer”, por favor.

Commented [2]: No es claro qué quieres decir Commented [3]: ¿Dónde?