Neurosis Obsesiva 1

BERTO MAllUCA  04É3RIEL LOMBARDI CjDE LAJONQUIERE ICOANALISIS Y iCOPATOLOGIA 5 , ROBERTO MAllUCA GABRIEL LOMBARDI C

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BERTO MAllUCA  04É3RIEL LOMBARDI CjDE LAJONQUIERE ICOANALISIS Y iCOPATOLOGIA

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ROBERTO MAllUCA GABRIEL LOMBARDI C. DE LAJONQUIERE

CURSO DE PSICOPATOLOGIA V

NEUROSIS O B S E S I VA COLECCION: PSICOANALISIS Y PSICOPATOLOGIA

TEKNC

Motivo de Tapa: GOYA: Caprichos: ¿Si sabrá más el discípulo?

Oplecidétu POICOANALtete Y PlICOPATOLOMA Dirigida pos II abono Mimes

Otro, títulos de esta colección: CURSO DE PSICOPATOLOGIA: I. Temas introductorlos a la Pidcopatología. 1986. U. Estructuras clínica. Psicosis. Perversiones. 1987. ID. Identificadores e histeria. 1986. IV. Primera nosología freudiana. Semiología y nosologías psiquiátricas. 1987.

necudón Integral: Rafael de Armas & Asoc. 1.8.13.N.: 950-596-069-1. o Editorial Tekné, 1987. Impreso en Argentina - Printed in Argentina. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Prohibida su reproducdón pardal o total. Gral. Urqulat 772

EDITORIAL TEKNE

Buenos Aires

INDICE Presentación ........................................................................................... 7 Cap. 1. La elaboración freudiana de la neurosis obsesiva (I). La solución de continuidad entre psiquiatría y psicoanálisis Roberto Mazzuca .............................................................................. 11 Cap. 2. La elaboración freudiana de la neurosis obsesiva (II). Esencia, mecanismo y variedad clínica de la neurosis obsesiva en los textos sobre las neuropsicosis de defensa. Roberto Mazzuca .............................................................................. 37 Cap. 3. La elaboración freudiana de la neurosis obsesiva (III). Actos obsesivos y prácticas religiosas. La predisposición a la neurosis obsesiva y Sobre las transmutaciones de las pulsiones, especialmente del erotismo anal. Roberto Mazzuca ..................... 89 Cap. 4. La elaboración freudiana de la neurosis obsesiva (IV). La diacronía de la neurosis. Diagnóstico previo y constitución de la neurosis en la transferencia. Roberto Mazzuca.................... 87 Cap. 5. La elaboración freudiana de la neurosis obsesiva (V). "Lecciones introductorias . ." e "Inhibición, síntoma y angustia". Roberto Mazzuca........................................................... 113 Cap. 6. La neurosis obsesiva en la enseñanza de M. Klein y de J.Lacan (I). Roberto Mazzuca ....................................................... 133 Cap. 7. La neurosis obsesiva en la enseñanza de J. Lacan (II). El seminario V. Gabriel Lombardi. .......................................................................... 151 Cap. 8. La neurosis obsesiva en la enseñanza de J. Lacan (III). El seminario X Gabriel Lombardi ........................................................................... 173 Anexo. El desdoblamiento de la cadena significante en el grato: el deseo (d) y la demanda (D). La relación sexual no existe. La demanda de muerte. Roberto Mazzuca ................................ 193

Entre los cambios en las formas de enseñanza surgidos después de la normali zación universitaria, muy pronto se impuso la necesidad de grabar y publicar las clases. Con cierta sorpresa comprobamos que estas publicaciones, dirigidas en primer término a los estudiantes de la carrera, resultaban de interés para un público más amplio, lo que nos alentó a realizar su edición en forma de carpetas para los primeros cuatro volúmenes y ahora en forma de libro. flan sido revisa das, se eliminaron reiteraciones propias del discurso oral, se cubrieron algunas la gunas, pero se conservó en cada caso la estructura general con que fueron dicta das. En este volumen quinto abordamos, en primer lugar, la elaboración freudiana de la neurosis obsesivo, a través del comentario de los sucesivos textos en los que Freud se ocupó de este tema. Este itinerario toma como punto de partida los artículos sobre las neuropsicosls de defensa anteriores a 1900. Al mismo tiempo que la originalidad de Freud en relación con el saber psiquiátrico que lo prece dió, mostramos de este modo que ya en el comienzo mismo de su trabajo Freud disponía de una diversificada y compleja trama conceptual sobre la neurosis obsesiva, que le permitió formular tanto problemas metapsicológicos como cuestiones clínicas —registros siempre inseparables en su elaboración— en forma muy precisa. Con el comentario de textos posteriores: Actos obsesivos y prácticas religiosas, La disposición a la neurosis obsesiva, Sobre las transmutaciones de las pulsiones, especialmente del erotismo anal, y algunas de las Lecciones introductorias de 1917, detallamos las transformaciones que Freud fue imponiendo a sus primeras nociones sobre la neurosis obsesiva, acordes con los otros términos de su teoría y su práctica. Esta primera parte finaliza con un comentario de los capítulo« 5 y 6 de Inhibición, síntoma y angustia. Dos de los grandes textos freudianos sobre la neurosis obsesiva: el historial del Hombre de las Ratas y Totem y Tabú, quedan excluidos de este comentario por haber sido objeto de estudio en otras actividades de la cátedra. En segundo lugar consideramos los desarrollos post-freudianos sobre la neurosis obsesiva, en especial en la teoría de M.Klein y en el psicoanálisis nor teamericano, intentando delimitar las nociones que desdibujaron el planteo estructural de Freud. Finalmente comentamos el modo en que J. Lacen la retomó en su enseñanza, en especial en las últimas clases del Seminario V, Formaciones del inconsciente, y del Seminario X, La angustia. En este último caso para abordar especificamen-te la cuestión del erotismo anal, tema freudiano que padeció selectivamente de diversas confusiones y que Lacen discrimina y articula con precisión en ese momento de su enseñanza. Estas lecciones sobre la neurosis obsesiva comparten las características generales de nuestro curso de psicopatología: la constante confrontación del saber y método psiquiátricos con el discurso psicoanalítico, el intento de aprehender la originalidad freudiana —que en este tema es casi absoluta—, de mostrar los 8

avatares que sufrieron sus nociones antes y después de su muerte, el retorno a Freud inducido por la enseñanza de Lacan —que renueva sorprendentemente la clínica de esta neurosis—, y contribuir de esta manera a delinear las principales cuestiones y problemas de la práctica actual. Constituyen también un testimonio de una posición asumida: la de que someterse a las disposiciones del discurso universitario, en este momento, no impide constituir herramientas para la transmisión del psicoanálisis. En nuestro caso a consecuencia de una apuesta precisa: que la discriminación y confronta ción de discursos enseña a advertir a posteriori, al alumno o aun al analista, cuándo cambia de discurso, Cuándo por ejemplo, creyendo haber interpretado, ha ordenado o prescripto, cuándo ha deslizado una vez más a la milenaria prácti ca médica de la sugestión. Después de tanto tiempo en que psiquiatría y psicoanálisis se confundieron en una sola psicopatología —en esto los manuales de la psiquiatría dinámica son muy ilustrativos—, el esfuerzo por separarlos y distinguir la psicopatología que deriva de cada momento histórico de cada uno de ellos, pero también por articularlos y confrontados para construir de una manera renovada los problemas de la práctica actual, constituye un cambio de discurso en la Universidad que, creemos, era esperado y que es compartido con un amplio sector de docentes, estudiantes y graduados, que con su presencia y colaboración han hecho posible nuestro trabajo. Los Autores

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LA ELABORACION FREUDIANA DE LA NEUROSIS OBSESIVA (I) La solución de continuidad entre psiquiatría y psicoanálisis.*

Este es el primero de los cinco teóricos que dedicaremos al tema de la neurosis obsesiva. Todo lo que veamos en estos teóricos ustedes tendrán que ir relacionándolo con el trabajo que hicimos en los ateneos clínicos del primer cuatrimestre, con algunos de los próximos ateneos del segundo cuatrimestre y también con el trabajo realizado en el seminario sobre el historial del "Hombre de las Ratas" que estuvo a cargo de Roberto Santisi. A diferencia de los temas dedicados a la nosología y semiología psiquiátricas, esta vez nos vamos a ocupar de Freud y también de Lacan. Pero no solamente de ellos, ya que tendremos que hacer algunas referencias a la teoría y a la práctica tanto kleiniana como de otros post-freudianos: qué pasó con este tema de la neurosis obsesiva en la teoría y en la práctica del psicoanálisis después de la muerte de Freud. Pero fundamentalmente nos vamos a ocupar de Freud y de Lacan. Esto vale corno un principio de respuesta al reclamo que ustedes sostuvieron en el ágora que hicimos el sábado a la tarde, donde nos dijeron que querían más Freud, más Lacan y menos psiquiatría. En las reuniones de los docentes de la cátedra hemos seguido discutiendo las cosas que se comenzaron a plantear en ese ágora. No sé qué les pasó a ustedes desde entonces, si algo se modificó o no. Para nosotros fueron muy importantes las cuestiones que discutimos con ustedes ese día, y eso ha tenido un efecto en el interior del trabajo * Clase N° 38 dictada el 11/9/86 por Roberto Mazzuca. 11

del grupo de docentes: al hablar con ustedes pudimos al mismo tiempo escucharnos entre nosotros de un modo distinto del que lo hacíamos habitualmente en nuestras reuniones. De esta manera nos fuimos ubicando mejor en el plan de trabajo de la cátedra de este año y en el programa de la materia que, les recuerdo, está estructurado sobre un eje principal y lleva por título justamente "La psiquiatría y el psicoanálisis en el campo de la psicopatología". Ustedes no ignoran, ya que ha sido explícito desde el primer mo mento del trabajo de este año, que la posición de la Cátedra para la enseñanza de la psicopatología, es una posición psicoanalítica, y en especial freudiana, inspirada en el retorno a Freud que promueve la / enseñanza de Lacan. Ahora bien, precisamente si queremos ser freudianos y si queremos ser lacanianos, no podemos limitar y reducir nuestra lectura solamente a los textos de Freud y de Lacan. Y esto en cuanto a muchos temas. La obra de Melanie Klein se presenta como una especie de sistema cerrado con muy pocas referencias al contexto histórico o a otros intereses del entorno cultural, o a temas y objetos de otras disciplinas científicas. Por el contrario, la obra de Freud y la de Lacan constituyen una enseñanza abierta donde las referencias a otros sistemas conceptuales es continua. Esto se verifica en el mismo campo del psicoanálisis a través do una lectura muy cuidadosa de los trabajos producidos por otros psicoanalistas y del diálogo y la discusión sobre las nociones que ellos van construyendo. Pero se verifica también en la referencia y articulación con nociones de otras disciplinas científicas y de prácticas no psicoanalíticas. Y en especial, si vamos a hablar de la psiquiatría y el psicoanálisis en el campo de la psicopatología, tenemos que constatar el lugar clave que ocupan las nociones psiquiátricas, tanto en la obra de Freud como en la de Lacan. Esta constatación surge de una manera directa al ocuparnos de la historia de la psiquiatría y del psicoanálisis. Y además no podría ser de otra manera, si no ¿qué haríamos?: abordaríamos los problemas, los temas del campo de la psicopatología, desde una posición ahistó-rica, como si esos problemas no tuvieran historia. Este abordaje ahistórico es estrictamente el que hace la psiquiatría norteamericana, que es uno de los temas que ustedes no tendrán que eStudiar este año. Se trata de una psiquiatría que rechaza toda nosología. ¿Que la rechaza invocando qué?, invocando el desechar, el barrer, el despojar de toda noción teórica al sistema de clasificación de las enfermedades mentales. Y en este caso el término no ea mío,es de este misma gente que propone este sistema: quieren hacer una descripción de los síntomas, de los síndromes, y una caracterización de las distintas entidades con términos ateóricos, con términos del lenguaje común que no agreguen nada a lo estrictamente observable. ¡Como si el lenguaje común no implicara una sedimentación de saber, de teorías e ideologías! Lo 12

que queda fuera de discusión además, es que esos términos del lenguaje común están tomados de la lengua inglesa tal como se habla en , ese país. Entonces ya no se trata de nosología, afirman, se trata de nomenclaturas; es una especie de clasificación de computadora donde si están presentes n cantidad de síntomas entre tantos y tantos y no están presentes tales otros, se organiza todo eso y a partir de allí se hace es• te diagnóstico que he llamado diagnóstico de computadora, ya que es imposible que alguien retenga esos parámetros en su memoria; podemos llamarlo uí si quieren: el diagnóstico imposible. Este tipo de sistemas está adquiriendo cada día mayor difusión. In clusive hay una cantidad de organismos dependientes de las Naciones Unidas, por ejemplo la Organización Mundial de la Salud, que, bajo la influencia de distintas corrientes que se desarrollan en el país del norte, están tomando este sistema, este tipo de nomenclatura con el intento de unificar un uso universal de todos los términos psiquiá tricos. La última versión de la nomenclatura de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana es la que van a escuchar nombrar como el DSM 3. Les decía que esta propuesta explícitamente ateórica es también ahistórica. Es justamente por esto, para no llegara hacer este tipo (le presentaciones, por lo que desde nuestra posición psicoanalítica consideramos que es decisivo, que es clztve esté ayo afe—hi-sTórico. De lo contrario nos póñdríamos —eri-Una posiélaireidé la cual, ni podríamos entender de dónde sale Freud —ya que no sale de la nada, surge de ese momento tan especial del desarrollo y de la culminación de la psiquiatría que ha merecido el nombre de psiquiatría clásica—, ni podríamos entender tampoco cuál es la originalidad de Freud, qué es lo nuevo que trae el psicoanálisis. Es sumamente importante trabajar estos temas, no es de cualquier psiquiatría que les estamos propo niendo su estudio ; sino de esta psiquiatría que lamentablemente casi ya no existe más entre los psiquiatras, esta psiquiatría que es la psi quiatría de la época de Freud. Freud ha mantenido y revitalizado al gunos intereses y planteos de esa psiquiatría al transplantarlos al campo del psicoanálisis. Debemos oponer psiquiatría y peicoanidisis, es cierto, pero es cierto también que el psicoanálisis se hace cargo —de otra manera— de problemas constituidos a lo largo del desarrollo de la psiquiatría y en este sentido es su continuación, LA LECCION 16

Para desarrollar este tema de la neurosis obsesiva . . . uno de los textos de Freud con los que vamos a contar es el de las Lecciones Introductorias qj PsteupOsis, en especial la ,que lleva p royo título:"É/ sentido de 1Q-Ludntotria4."Para ra arla más o menos adecuadam-ente tenemos que tomar el conjunto que forma con la lección que le antecede y con algunas de las que le siguen. La lección que antecede, la número 16, lleva por título justamente uno 13

bastante parecido al de nuestro programa: Psicoanálisis y psiquia• t:211:: y ayer, al releerla, me encontré con que Freud dice en esta lec-cion, cosas como éstas: "... el psicoanálisis y la psiquiatría se completan una a la otra..." Son las lecciones introductorias, es decir 1916.1917. Termina este párrafo y más adelante dice: ". , . me concederéis por tanto que en la naturaleza de la labor psiquiátrica no hay nada que pueda servir de argumento contra la investigación psicoanalítica. Es el psiquiatra y no la psiquiatría el que se opone al psicoandliais77. Después hace una comparación entre psiquiatría y psicoanálisis con la anatomía y la histología y termina afirmando: ". una contradicción entre estos dos órdenes de estudio, continuación uno del otro es inconcebible , • ,", Aquí lo tienen con todas las letras: la psiquiatría se termina cuando surge el psicoanálisis, en ese sentido el psicoanálisis es el fin de la psiquiatría, el final. Pero esta misma frase se puede entender en otro sentido: es el psicoanálisis el que puede llegar a realizar, a investigar toda una cantidad de problemas que la psiquiatría comenzó a plantear y con sus propios medios no pudo ni resolver, ni siquiera seguir planteando. En este otro sentido creo que tenemos que decir que el psicoanálisis es la culminación de la psiquiatría, esta de lecciones el objetivo que Freud se propone lo dice explicítamente en el texto: ". . . en esta nueva serie de conferencias me propongo exponer la concepción psicoanalítica de los fenómenos neuróticos . . .". Nosotros las vamos a usar especialmente para introducirnos en este tema de la neurosis obsesiva, porque cuando Freud, a esta altura de su obra, quiere exponer la concepción psicoánalítica de los fenómenos neuróticos, no-toma como ejemplo a la histeria, sino a la neurosis obsesiva. Y la mayóría de los casos que incluye en esta serie de bonferenciai son casos que corresponden a historiales de neurosis obsesiva. Antes de abordar el campo de las neurosis y sus síntomas y para hacer cierto enlace con las lecciones anteriores, para mostrar las analogías y las diferencias, Freud incluye primero un ejemplo de lo que él llama actos sintomáticos, en relación a los sueños, lapsus, todos estos fenómenos que constituyen la psicopatología de la vida cotidiana de los que Freud se había ocupado en las lecciones anteriores. Entre 14

este grupo de fenómenos está esto que Freud llama actos sintomáti cos, que se diferencian de los actos fallidos en que los actos fallidos he caracterizan por tener una cierta intencionalidad consciente que se ve defraudada, ge fractisealliads51 del _arlo, y en los acta iaroniáticos no, no ay ningún fracaso. Es decir que en el acto falliz Lig se puede ver mucho más claramente lo que es la transaqción entre ro re.21mYVy.,~pze.sión; en el acto sintomático no, porque aparentemente se trata de cualquier acto, más frecuentemente actos sin im portancia o aparentemente sin ningún sentido pero que sin embargo Freud no duda en incluirlos en la misma categoría de estos otros fenómenos, es decir que también son. tran_sacciones. Esto es importante tenerlo en cuenta, lo vamos a ir retomando a medida que desarrollemos este tema, en el sentido de que para consideraruna :idea o una representación como una idea obsesiva no es a su_ contenido al que nos tenemos que.rlinitir, es decir que no necesariamente una .illeii5ara ser obsesiva tiene que ser absurda, una idea incongruente. alsul'euidel_pueda..quedig ubicada en_ este lugar d r.tri-siñtdriia No nos vamos a detener a relatar en detalle la descripción, simple mente Freud incluye como ejemplo un acto sintomático que no es tá tomado de la vida cotidiana sino que es un ejemplo de un pacien te, parece que bastante frecuente, ya que después lo analiza como al go que suelen hacer algunos pacientes y que consiste simplemente en el hecho de que, cuando entran al consultorio, dejan abierta la puerta que comunica el consultorio con la sala de espera. No es nada más que esto, algo que podría pasar desapercibido, pero para Freud esto es un acto sintomático. Tampoco me voy a detener en el desarrollo bastante extenso de la interpretación, la pueden encontrar leyendo la lección 16, donde se van a dar cuenta de lo que es Freud, pero lo que es Freud no solamente en el desarrollo de sus ideas, sino lo que era Freud en su vida, lo que era Freud en sus actos, cómo procede él cuando trabaja. Lo menos que se puede decir de esa interpretación, es que es una interpretación totalmente delirante. Inclusive se puede decir que es paranoica directamente, lo cual nada tiene que ver con el hecho de que sería errónea, ya saben que es el mismo Freud quien dice que en_todo delirio hay un núcleo de verdad. Pero lo que quiero acentuar no es tanto la interpretación en el sentido de su contenido, cuál es el significado que Freud interpreta en este acto sintomático, sino lo que Freud hace con la interpreta ción de este acto. De ninguna manera Freud se pone ahí a formular una interpretación del tipo "esto que Ud. hizo significa tal cosa" o bien diciendo: " uPn adsociaciones tiene usted con este acto"; no, Freud 1 oma como un .ac 0,1 es decir que él sostiene que estos actos tienen_iii1W —c,arlpa_tien -e-n un sentido, tienen una intención, que es lo que él comienza introduciendo en esta lección: el acto sin__. tora_ático, posee 1111a2hVil...1111-i.glida...Y.,9114inteoci¿gi. Ya vamos a ver créspues que Freud no es univoco al usar sus términos pero que 15

siempre podemos ir distinguiendo iatrºa en_la inte~acIón, el primero al que podemos llamar e registro del-si gnif$042.1 que es lo que tiene que ver con el contenido de ra mr""liIretacion o si lo referimos a los términos de rreuci en La interpretación de los sueños lo que él llama el contenido del sueño, el contenido latente del sueño,.. también lo llama el pensamiento del suela. Contenictoo_peasamian.migue en el sueño es latente; ¿qué quiere decir que es latente?, es lo que no aparece directamente en el texto manifiesto del sueño, 41. conte 'do del sueño es el.que anarece_en el texto del sueño pero_ „1nad..oz a mterpretacion tiene que recorrer el camino del trabajo del sueño, e) camino que el trabajo del sueño hizo para deformar ese contenido; h_W. r.k.. 3t tiene•tecor r ere E_Lesamina.alair 41, en sentido para entonces a poner en evidencia cuál era ese contenido sin la deformación que el trabajo del sueño le imprimió. A.: ¿El contenido latente es Inconsciente? P,: Esto es capital y fundamental. Pasa con este tema algo pared• do a lo que ocurre con el tema de las identificaciones. A pesar de ser una cuestión fundamental es una cuestión que no está clara en casi ninguno de los textos psicoanalíticos, se confunde el contenido latente con el inconsciente y no tienen nada que ver. nt,t2.01tenido -latente ItU3Leficl_perteneee_ al .sistema .preconsciente:conscientb, ' inritia a consciente na vez o o = texto del pensamiento del sueño, una vez hecha la primera parte de la interpretación, el desciframiento que nos revela cuál es el contenido, resta todavía la segunda parte de la ínter, pretación; porque te [u¿ deformado es-oorqqe cíe wjasje.egenuáptge,. ¿Cuál es el deseo inconsciente que está actuando para que ese e contenido haya caído, haya pasado del sistema preconsciente al cual pertenece para ser objeto de un tra--tamiento de acuerdo a las leyes del proceso primario? El responsable de este cambio es el deseo inconsciente y es acá donde tiene que apuntar la interpretada, que no debe confundirse jentonces con el momento de d,c.to. Este modelo lo vamos a ir uscan o e distintas maneras a lo largo de nuestras clases en lo que tiene que ver con el síntoma, los sintomaa,samLestálmi ___cerca..cle-unacto_que_sie_un.sueño. Recuerden ustedes el esquema de La interpretación de los sueños, capítulo VIL Freud construye la explicación de que este mecaniarpo ocurre porque hay una guaguijaclientid9 115PiC,94 en el sentido de que este aparato_peíliuico que Akestá postulando allí, en lugar de funcionaren Vina direcciptLproiresiva funciona al revés, en lligar de regr-es'ion- pocffiámos decir inversión, porque Freud justamente explica el sueño por el hecho de que mientras el sujeto está durmiendo, como no yxiptels,..posibilidad de 11 resolución por el lado del polo motor (pIo motor quiere.decir dita°, las acciones), entonces el sueño se caracteriza por este funcionamiento invertido del aparato que en lugar de

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culminar en un acto ulmiruna..per.cepción, es decir, en la llamada s — alisirácción alucinatoria del sueño . . . la alucinación entonces -es lo que aparece allí en el lugar del acto, sustituyendo un acto. Algo análogo podemos decir de los síntomas. Vamos a ir distin: guiendo estos dos niveles o registros. Porque, como les decía antes, Freud no usa términos unívocos. A este primer registro lo llama sig-.nificado y a este otro el sentido deLsíntoma, pero Freud no siempre los usa así, a veces usa sentido del síntoma como totalmente equivalente a significado del síntoma, y entonces para referirse a este otro registro lo llama la intención o el propósito del síntoma. Es más bien de esta última manera como está usando estos términos cuando afirma que los actousintomáticos poseen uninóuil,unaentida-y-edema una intención... ¿Qué hace Freud entonces con este acto sintomático de sus pacientes que dejan la puerta abierta? ¿Los interpreta? Sí, de algún modo al litijirdl ctuies un significado y una intención en realidad los interpreta, pero fundamentalmente lo que hay que destacar es que él responde, ¿Responde de qué manera? Dándole a ese acto sintomático toda la categoría de un acto, es decir que por más inconscientes que sean el significado, el sentido, el móvil o la intención del paciente al hacer ese acto sintomático, por más inadvertido que sea para su conciencia, Freud le responde exactamente igual que si fuera un acto totalmente deliberado e intencional. ¿Entonces qué nos cuenta él que hace con los pacientes que hacen estas cosas? El dice: . . r no dejo nunca de hacerles notar su negligencia y exigir que la reparen . .". 44

Yo se los leí abreviado porque la frase entera es: ", . . no dejo nunca de hacerle notar con enojo su negligencia y exigirle que la repare . .". Podría traducirse también "con enfado" como lo hace López Ballesteros, o más literalmente "con tono bastante inamistoso". Está claro en su respuesta que él otorga a ese acto el carácter de un acto ofensivo, el carácter de un acto despreciativo, él lo toma en ese sentido como un desprecio que el paciente le hace. Por supuesto que no lo toma sólo en el sentido de lo que el paciente le está haciendo a él, sino ya como un signo de lo que el paciente va a hacer con su análisis si es que llegara a iniciarlo. Quise detenerme en esto para acentuar este segundo aspecto, cómo Freud responde considerándolo como un acto y respondiendo con un acto; por más inadvertido e inconsciente que sea, no deja de ser una ofrensá-y il hace lo que correponde en ese caso. A continuación, y- para hacer un paralelo con este ejemplo del acto sintomático, Freud incluye el primero de una serie de ejemplos que va a ir introduciendo y trabajando a lo largo de estas lecciones, ejemplos de casos o simplemente de síntomas obsesivos. En este primer ejemplo se ',zata, dice él, de un joven oficial que aprovecha una de 17

sus licencias en el ejército para ir a consultar a Freud para pedirle que trate a su suegra. Una mujer de quien decía que, a pesar de vivir en condiciones felices, desde hacía un tiempo envenenaba la vida de la familia, debe suponerse que la vida conyugal también. Freud hace una entrevista con esta mujer a la que describe como muy bien conservada a pesar de su edad. Les incluyo sólo algunas características ya que espero que ustedes después lo lean. Sintéticamente se trata de algo que es caracterizado como delirio de celos. Esta mujer atraviesa una cantidad de crisis en las cuales se le ocurre la idea de que su marido la engaña con una empleada joven. Esta idea de alguna manera había sido apoyada por un anónimo que esta mujer había recibido en el que se delataba esta situación. A lo largo de las entrevistas que Freud hace con esta paciente —que en realidad no llega a ser paciente, Freud hace sólo dos entrevistas en este caso—, se va aclarando esta situación; en realidad esta mujer sabía perfectamente que esta idea que ella tenía no era cierta, ella sabía que su marido no le era infiel. Más todavía, ella sabía claramente quién había mandado este anónimo, que era una de las mucamas de la casa, e incluso llegan a ver con Freud que es ella quien había sugerido a la mucama esta idea. Freud llega a aclarar esto en la entrevista como algo que nunca había dejado de ser consciente, Es necesario insistir en esto, esas ideas conexas —al igual que lakideas.obresivas— pertenecen al alatorna.prewilsjeuta:copscient. N'Inca había dejado de ser consciente, no sólo que ella sabia quiéri había enviado ese anónimo sino que además había sido ella misma quien se las había arreglado para sugerirle a esta mujer que trabajaba en la casa esta posibilidad del anónimo: nada sería tan terrible para mí, le había dicho el día anterior a la recepción del anónimo, que enterarme de que mí marido me engaña con una mujer joven. Hasta acá, podríamos decir, la ipteroreta,ción_ deLsfritoma transcurre en este EriTer nivel, en el registro del 'significado, vean que aquí la intención riiés—tan clara. Se tratad i ahoia de pasar al otro registro. Cuando Freud intenta hacer esto es allí donde se termina la entrevista, la señora no tiene más ganas de seguir hablando. Lo que han aclarado hasta ese momento es que: la paciente sabía que el anónimo era falso, por tanto su idea era falsa, la paciente sabía que ella misma lo había provocado. Por lo tanto quedaba claro que en esta cuestión de la infidelidad estaba en juego un deseo que era previo a todo este episodio. Dice Freud que cuando llegó a ese punto de la entrevista la paciente pretendía no tener nada más que decir y al cabo de las dos sesiones hubo necesidad de poner fin al análisis, puesto que ella declaraba sentirse completamente bien y estar segura de haberse desembarazado para siempre de su idea patológica. Es claro que Freud no se engaña, termina la frase diciendo: "declaración que le fue dictada indudablemente por el temor de verme proseguir el análisis . . .". 18

Aquí termina la entrevista y Freud dice, bueno, esto no siguió, no obstante con lo que alcanzamos a ver durante la misma tenemos datos suficientes para poder interpretar, para hacer lo que hemos llamado el segundo paso de la interpretación, poder interpretar cuál es el_ deseo actual que estaba allí en juego, cuál es el deseo actual que está sosteniendo la idea delirante y da lugar al síntoma. Todo deseo actual para Freud recibe su fuerza_ .de utislesen infantil, él hace este_ pasaje por el deseo_lefiláríúe fe permite ubicar el sentidosiel_áintorna_en relación a la vida Ci)tidiana_del 51,1j_CtO en ese mbmento. Freud formula entonces la hipótesis de que esta mujer estaba enamorada, ¿de quién?, de su yerno, el que tan solícitamente la había traído a la consulta. Que un enamoramiento en estas condiciones de parentesco difícilmente accede a la conciencia, o sólo lo hace bajo la forma de la ternura, permaneciendo inconsciente el impulso sexual. Y que ga_estg deseo el que estaba sustentando ese síntoma delirante. Freud no se limita a decir esto, recalca otras condiciones que refuerzan este deseo, Toma en cuenta el hecho de que esta mujer está pasando por la etapa del climaterio, en que las necesidades sexuales de una mujer, afirma, se ven reforzadas. A esto Freud agrega que tal vez haya que pensar en cierta impotencia del marido. Es bastante severo Freud en este sentido, dice: ". . . también es posible que el excelente y fiel marido no se hallase desde algunos años. en posesión de una potencia sexual propondonada a las necesidades de su mujer, mejor conservada que él. Sabemos por experiencia —concluye este párrafo— que estos maridos, cuya fidelidad no tiene necesidad de ninguna otra explicación, se distinguen precisamente por el tierno cariño que muestran a sus mujeres y por una indulgencia poco común con respecto a sus trastornos neuróticos". A partir de estos datos, entonces, Freud concluye que el sentido del síntoma, el sentido ubicándonos en este segundo registro, no es otro sino el de poder justificar sus propios deseos de infidelidad. Freud lo dice de esta manera: ". . . si su marido incurriera en la gravísima falta de enamorarse de alguien mucho más joven que él, quedaría ella libre del remordimiento de su propia infidelidad .. .". Este es entonces el seyti ido-del síntoma, la intención o el propósito del síntoma. Acá no podemos oponlró distinguir tátt tJantemente los dos niveles, pero van a ver que en otros casos es sumamente importante y decisivo que podamos hacerlo. A partir de allí —recuerden que en esta lección se venían planteando las relaciones entre la psiquiatría y el psicoanálisis— Freud se pregunta: "¿qué actitud será la que tendrá un psiquiatra ante un caso de 19

este género?". Lo desarrolla —yo voy salteando—, y más adelante dice: ". . . conforme a los métodos habituales el psiquiatra intentará en primer lugar caracterizar al síntoma por una de sus propiedades esenciales. No puede decirse que la idea que atormenta a la enferma sea absurda en sí misma. Es muy frecuente que hombres casados y en edad madura sostengan una amante joven". Más adelante dice: "Dadas estas circunstancias debería decirse que sus celos carecen de todo fundamento y en efecto lo piensa así, pero a pesar de ello continúa sufriendo como si poseyese pruebas irrefutables de la infidelidad de su marido. La psiquiatría ha convenido en calificar de obsesiones las ideas de este género, refractarias a los argumentos lógicos. Así pues esta buena señora según la psiquiatría sufre de celos obsesivos constituyendo esto la característica esencial de su caso patológico ...". Hoy les estoy leyendo del texto de la traducción de López Ballesteros. En realidad en el texto original de Freud no aparece casi nunca en relación con este caso el término obsesión. Sólo una vez y como adverbio: "obsesivamente". Donde la traducción dice ideas obsesivas y celos obsesivos, en el texto original encontramos ideas delirantes y

delirio de celos. En el seminario 3, en un capítulo que ustedes discutirán en las co-

misiones, Lacan se ocupa de comparar los celos en las neurosis y las psicosis. En ambos casos se pone en juego el mecanismo de la pro: , pero su fenomenología es bien diferente. ¿Qué puede haber ev o al traductor a forzar el texto de esta manera? Si bien los datos que incluye Freud en el breve relato del caso son insuficientes para establecer esa distinción, es claro sin embargo que él se limita al uso de la denominación psiquiátrica delirios de celos. También en lo que sigue. Tras esta primera conclusión él se empieza a formular una cantidad de preguntas. Entonces dice: Ct

. . . si una idea delirante resiste las pruebas de realidad esto implicará que su origen tiene que ser otro, no tiene que ver con la realidad, ¿cuál será su origen? . • .". Después agrega otra pregunta: ¿por qué en este caso el contenido de la idea delirante son los celos? Después agrega otra: ¿por qué esta paciente habrá formado un delirio de celos y no otro tipo de síntomas? . . mucho me agradaría saber —termina diciendo Freud acá— to20

do lo que sobre esto piensa el psiquiatra pero nuestra curiosidad queda por completo defraudada . Es decir que a lo sumo la respuesta que la psiquiatría ha dado hasta ese momento es que se produce en aquellas personas con una cierta disposición especial, es decir la referencia a la degeneración. Freud no desecha el_ término delirante para calificar en algunos casos a lasleáobsesivas. Incluso a veces utiliza el término delirios 155seairuos. De modo que es claro que para Freud un delirio no ca por sí mismo la diferencimliunóstiCa_ y_paicosiA "Á su-vez la psiquiaTría había utilizado regularmente el término dell: rio para referirse a las obsesiones, pero en ningún caso la denominación delirio de celos que estaba establecida para un síndrome de la paranoia. Necesitamos examinar entonces qué categorías existían en relación con las obsesiones en la nosología psiquiátrica anterior a Freud. -

LAS OBSESIONES EN LA PSIQULATRIA QUE PRECEDE A FREUD

La categoría de la obsesión como entidad clínica no tiene la antigüedad de la histeria, que ustedes saben es varias veces milenaria. Su construcción por parte del saber psiquiátrico había comenzado apenas un par de dadas antes de que Freud comenzara a trabajar en estos temas y fue introducida en la nosología con los nombres de ',49cgosit„dykdil" y "1.14ititslel factor:. A pesar de su introducción tan reciente, la psiquiatria hibraPiCiducido una descripción bastante precisa de una serie de síntomas, destacando no sólo las ideas y los actos compulsivos, sino otra característica que va a ser considerada por Freud también fundamental y que es la duda, el,kado de irresolución. Por ejemplo, Zairet.hij2 escribe en 1886 esta definición: "Fiverda&II). trasfondo de esta enfermedad.cPnsiste_sobre todn_en ver incesanfernen.le. sobre. las mismas ideas y sobze los mismos sotos. experimentando des21Iitdfl KLia.necesidad- de jitadirlasmismas _palabras hallrealilallba_mismos actos. sin Onsegliujarnás satisfacersin-iiiiicerse, ni siquiera ante la evidencia. Estos enfermos viven en un estado_ de_dulla_pw_etuo y no logran detener ese trabajo incesante Ué- su pensamiento que se ensaña constantemente consigo mismo, sin llegar nunca a un resultado definitivo. Por eso mi padre propuso con razón darle a este estado mental el nombre de e fermedad d 1P A a (folie du doute) para resumir en su forma más gene e echo psicológico que constituye su fundamento principal". Como ustedes ven, se trata de una descripción clara y precisa que se ajusta a las exigencias del método descriptivo que se impuso la psiquiatría clásica, la clínica de la mirada. Pero además se constata el intento de trascender el registro de lo meramente descriptivo tratando de identificar y delimitar "el hecho psicológico" que constituye su fundamento. Señalar como' hecho psicológico fundamental a 91

la duda, al estado de irresolución, no es algo que como psicoanalistas podamos calificar de erróneo. ¿No podríamos llamar a esto que Freud nombró como neurosis com ulsiva y que nosotros llamamos neurosis obsesiva, no p riamos asignarla como neurosis de irresolución? Estaría plenamente justificado. Sólo que allí estaríamos marcando, al mismo tiempo que una coincidencia, una diferencia fundamental que es específicamente freudiana: no diríamos "locura" de duda sino neurosis. Hay otro psiquiatra de la misma época, aunque menos conocido, que escribió junto con Falret hijo un trabajo sobre el delirio de persecución y que se llama Legrand du Saulle. En 1875 presentó un artículo en el que se queja de que los obsesivos no hayan sido todavía clasificados. Les leo una cita algo cómica: "Muchos alienados parciales, en efecto, cuyo estudio sería de gran interés, muy conscientes de sí mismos y sintiéndose desgraciados, andan errando a la ventura, sin etiqueta aparente, y se mueven con cierta inquietud en el suelo frágil de la razón limitada". ¡Pobres alienados! Podríamos decir que el colmo de un obsesivo es no llegar a ser clasificado, carecer de etiqueta. Lo que me importa destacarles hoy, es que ya existía en la psiquiatría, cuando Freud comienza a inventar el psicoanálisis, un saber sobre las obsesiones, que hay un trabajo hecho que es su punto de partida y del que Freud es continuador, con mejores títulos que otros psiquiatras de su época y de las que siguieron. Si no tenemos esto en cuenta no se puede entender el trabajo de Freud, entender que él al igual que cualquier otro no creó de la nada. Pero sólo así podremos calibrar también en su justa medida cuál es la verdadera innovación freudiana —el 4ej yffi como todavía se sigue diciendo—, el lugar donde p emos afirmar que hay creación de la nada, lo que marca el antes de Freud y el después de Freud. LANOVEDAD FREUDIANAEN LANOSOLOGIA Ahora bien, si aislar, describir, nombrar como obsesivo a un síntoma no ea algo original de Freud, si se trata de un diagnóstico psiquiátrico, ¿cuál es entonces la novedad de Freud en relación a este tema del que hoy nos empezamos a ocupar? Si la noción de obsesión, de ideas fijas, es algo que ya existía, ¿qué es lo que Freud viene a traer como nuevo en este tema? Como increíblemente nuevo, la increíble originalidad freudiana en este tema. Mil. pezamos, a partir de este momento, a remitirnos a lo que hemos venido desarrollando en los cinco teóricos anteriores acerca de la primera nosología freudiana, a partir de los cuales ustedes saben que respecto a este tema, lo fundamental en esta nosología que Freud inventa y en esto consiste la odié andad de Freud en relación con la neurosis .obsesiva, es haber Féuriido' en un Mismo grupo_nosalógicau.lazguz941 22

Por eso (ya que más adelante en estas clases nuestro trabajo va a tener por objeto distinguir, diferenciar, incluso oponer histeria y neurosis obsesiva) es importante que ahora, al comenzar el tema, pongamos el acento en la otra parte y no en la diferencia histeria-neurosis obsesiva, en la oposición histeria-neurosis obsesiva. Para hacer valer esta oposición éj_Iir-e-Oiso lártir. de esta comunidad entre histeria y neurósié.oliiesiva, yo sería más fuerte todavia, y digo de -eitii ideritt: dürlfiertisfélTa y neurosis obsesiva. Es sólo en relación con esta identidad que toma valor luego la afirmación de sus diferencias. Ustedes saben por las clases que hemos desarrollado anteriormente, que Freud no se limita a poner en un mismo grupo a estas dos entidades, sino que postula que son de la misma naturaleza y más todavía: postula que tienen urrfr Si no acentuamos esto no estamos en condiciones de percatarnos, no sólo de la originalidad, sino diría de la osadía de Freud en relación con este tema, cuestión a la que no es ajena la nomenclatura, ya que es esto.. lo q_ue le permite a Freud llamar a estas obsesiones, "ter eurosis obsesiyas. Esto es de Freud, no dela psiquiatría. ¿Plats-es lo que existió psiquiatría, en la nosología, en relación con este tema? Ya se los dije y ustedes lo han visto en las clases con el profesor adjunto Carloslajonviére: dos denorn. "ones en la psiquiatría francesa `,11áiriLle.„slii deicon ~11 o det ztact que por comparación con la locura razonante —esto es ininediátamente anterior a que Kraepelin estabilice su noción de paranoia— era considerada un "delirio parcial", una de las formas de delirios parciales. Vayan fijándoll-in los términos "delirio", "locura". En Kraeplin encontramos ya otros términos, vecinos a éste, pero probabablemente por influencia de Freud, sin embargo él no la llama neurosis obsesiva, la llama "locura"ºbsesiva.. Es decir que lo que aquí está en juego es la distinción psicosisneurosis. Pero no la distinción psicosis-neurosis freudiana, sino la distinción psicosis-neurosis psiquiátrica, que es totalmente diferente. Esto lo vimos en nuestras clases sobre la primera nosología freudiana. Recuerden que neurosis, antes de Freud, refería a acuellas entidades c_lyi os síntomas eran ene síntomas corrafes y que psicosis, la connotación, el uso quz-séliida-de este término psicosis estaba referido a aquellas entidades cuyos síntomas se manifiestan en lo_mental. (En la 1"-pó-ai -dé FreTinillniños psiquiatras ya lialial"Coiri-enz—alY a usar el término neurosis también de una manera general y ambigua pero cuando era utilizado en la denominación de una entidad clínica particular tenía la connotación que les acabo de decir. Recuerden que en la clasificación de IS/a./....~ las neurosis son la hipocondría, la histería--y-TCélinbiiiiiY que posteriormente incluye la neurastenia). En tanto los síntomas pre, valentes de lo que Freud va a venir a llaroar_ileurosis-Z~Bia, son síntomas que surgen en er registro, en él área de lo mental, (se trata de ideas,_de ac_tos, después desarrollare28

mos esto), entonces en esa medida la psiquiatría ni siquiera soñó en hablar de "neurosis" obsesiva. De modo que nos encontrarnos acá con una gosición_psiviátrica cuerpo-mente que no es una oposición freudiana. La oposición cuerpo-r~, soma-psique, es una oposición prefreudiana. Y es sobre esa oposición que la psiquiatría ubicaba la diferenciación neurosis-psicosis. Por el contrario ustedes ven cómo Freud reCIne_en el mismo grupo de las e . ' histeria y a la obsesión. Lo digo sintéticamente, u es ya saben que para hacer esto Freud se ve obligado a crear un nuevo po distinto, slel dejas-neurosis„ el griipb. de las neuropsicoque uércrva a ser llamado el de las_psiosaeurosis, y que es en el inerior de ese grupo donde va a distinguir las psiconeurosis de transfer jujit de las neurosis nardaistas y que eirc:feíde esta oposición que surgirá la diferencia freirdlina- de neurosis y psicosis, que ya no es entonces una oposición psiquiátrica, sino una oposición psicoanalítica. En cambio, la oposición psiconalítica neurosis-psicosis no está construida sobre la oposición cuerpo-mente. De alguna manera esta oposición cuerpo-mente la vamos a ver reaparecer dentro de la nosología psiconalítica, es decir que dentro de las psiconeurosis de transferencia podrán decir ustedes que están la histeria y la neurosis obsesiva y que en un caso los síntomas se manifiestan en el cuerpo (conversión) y en el otro en la mente, pero esto ocurre dentro del mismo grupo. Si extremamos las cosas podemos decir que vemos reaparecer esta oposición dentro del grupo de las psicosis y ubicar a la rarn* fundamentalmente como una entidad donde es lo Vital, lo psíquico lo que está alterado y a la esquizofrenia donde es el pugTo el que está afectado, cl.....1epoen_el sentido _psicoanalítico este cuerpo que no llega a estar constituido, el llamado esguizo.frénico,co-mo dice Lacen, que dina ore dganna4zero_nodisp_one_d_e___. cuerbo_dande poner esos º anos. Freud intentó en algunos momentos establecer una analogía entre histeria y esquizofrenia y entre neurosis obsesiva y paranoia. Pero en todo caso, si vemos reaparecer esa oposición, es siempre secundaria al eje fundamental que es el de la diferencia neurosis-psicosis. La diferencia freudiana toilgiLnewnsisgasictisisflo pasa por la oposición cuerpo-mente. Es indudablemente acá donde tenemos qué ubicar - la mugajard, ginalidad de Freud al ~luir esta entidad de la neurosis obsesiva como tal, como_ neurosis. En cierto sentido el registro, la marca, el "recuerdo" de esta innovación freudiana, se conserva en el mismo nombre. Les estoy diciendo algo obvio: que la palabra neurosis está incluida en el término "neurosis obsesiva". Aunque no es extravagante decir "neurosis histérica", lo habitual es decir "histeria". En cambio el término freudiano siempre fue neurosis obsesiva y ésa es la expresión usual entre nosotros a pesar de que en los postfreudianos se deslizó en el psicoanálisis inglés hacia la de "técnicas obsesi24

vas" y en el norteamericano hacia la de "conductas obsesivas", cuestión de la que nos ocuparemos más adelante. A nosotros, que ya estamos tan familiarizados con estas nociones freudianas de la oposición neurosis-psicosis y de la diferenciación neurosis obsesiva-histeria, pero atención, familiarizados, ¿qué quiere decir? ¿Que las entendamos, que podemos dar cuenta de ellas? Familiarizados quiere decir que las hemos escuchado nombrar tanto que no nos llama la atención. Es a esto a lo que yo quisiera llevarlos a ustedes, a que en este primer momento en que accedemos a este tema, que esto les pueda llamar la atención, que podamos asombrarnos de este acto de Freud, porque esto es un acto, enunciar que Ity-rosis obsesiva e histeria configuran una misma entidad con un mecanismo comari,---éiteceirtiñ atttr,"'el3 enunCiánifii afirmación'que va én Ióntra"créTo—das las ideas psiquiátricas de su época y cuando alguien se anima a hacer una afirmación de este tipo, hay que sostenerla, no se trata solamente del nivel del enunciado, hay que hacer algo con ella y vamos a ir viendo a continuación todo lo que Freud fue haciendo con esto. Lacan tiene una fórmula para definir lo que ocurre cuando algo empieza a circular y ya deja de llamarnos la atención y a lo sumo entendemos el significado de lo que se dice pero hemos perdido la dimensión del acto. Su fórmula es "el decir queda olgIdado trItslsuus se dis,e. sta es una distinción lacaniana: entre lo que se dice o lo dicho y el decir, para áCentiar—éntedites esfa -ffifeVincia ettrrerttetertlYalEr 41/517 lo que se dice, elzontenid 1 nciado. Si ustedes quieren pueden montar esta diferenciación sobre estos os registros que mencionamos anteriormente. El_enLmciad coro_estent2, y muchas veces no tenemos otra alternativa para ubicar la dimensión del acto más que la de partir de los elemento_ del ____L___ficado del enunciado: Esto es lo que propone hacer Lacan con la obra déFFeud: no ponernos a repetir como loros las cosas que Freud decía, a repetir sus términos, a repetir sus significantes. En este retorno a Freud que Lacan propone no se trata meramente de seguir diciendo lo que Freud decía: de lo que se trata es de recuperar la dimensión del acto, no sólo lo dicho por Freud sino el decir de Freud. Entonces si en esas clases sobre la primera nosología freudiana ha= bíamos puesto el acento en la histeria, en cómo Freud traslada, tiene que sacar a la histeria del campo de la neurosis en el viejo sentido, ahora en estas clases estamos acentuando la otra parte, cómo él tiene que extraer, sacar, trasladar a las obsesiones del lugar que ocupaban en la psiquiatría para poder ubicarlas en este grupo de las neurosis, ahora en el nuevo sentido, en el sentido freudiano. EL METODO PSIQUIÁTRICO Y EL METODO DEL PSICOANÁLISIS

Pero si Freud puede hacer esta agrupación absolutamente original que le permite ir más allá de la oposición cuerpo-mente, ¿lo hace por 26

, qué? Acá tenemos que remitirnos a la confrontación del método psiquiátrico con el método psicoanalítico: porque Freud no agrupa solamente a partir de una descripción de lo síntomas, no agrupa por los síndromes, no agrupa a partir de lo observable, de lo que se puede describir de la conducta del paciente sino, como ya lo habíamos remarcado en esas clases y por eso insistimos en la importancia de manejar bien la nosología freudiana, porque para Freud esta nosología no ea una mera descripción de síntomas sino que implica además una articulación con la terapia psicoanalítica y un_postulado sobre enanismo de fo mas que resultará esencial en el sistema e reud en cuanto a lo que podemos llamar la teoría de la neurosis, Entonces, si Freud puede agrupar de esta manera es porque no se guía solamen~r111%-dISZIrptivo sino también por una explicación, •2,,r_iti Mecho de postular un mecaniorg9_211ste Cap ea, mún a la hist,er,íair. ala neurosis obsesiva. Y tidiEtis por un tercer eleMento • decisivo Sin él cual no se entiende —esto ya se orrélun-arii7 1 .1 primer teórico del año-- la diferencia freudiana neurosis-psicosis; Freud usa como criterio e incluye en esta clasificación no-sológica todo Jo relativo al tratamie, a la terapia, al análisis y tal vez deberíamos decir que éste es el —ciiterio decisivo en la nosología de Freud: fundamentalmente porque una psicosis y una neurosis no responden de la misma manera al tratamiento psicoanalítico, esto es lo fundamental, lo nuclear para que Freud vaya construyendo su diferenciación neurosis-psicosis. En la clase de hoy hubiera querido retomar estos textos sobre la primera nosología freudiana donde los dejamos en la última clase, en especial el segundo de los textos sobre las neuropsicosis de defensa, para ocuparnos esta vez más específicamente de las hipótesis que Freud incluye allí sobre la neurosis obsesiva. Esto va a quedar para la clase próxima y entonces el resto de la clase de hoy lo voy a ocupar en dos cosas. Una en recordar algunas citas de textos de Freud para remarcar esta cuestión de la solidaridad histeria-neurosis obsesiva. Otra, para agregar algunos datos sobre la cuestión de las obsesiones en la psiquiatría inmediatamente anterior y contemporánea a Freud. De este modo podremos precisar un poco más la comparación entre el método psiquiátrico y el método psicoanalítico. En cuanto a la primera, para Freud es claro y explícito que este movimiento que él realiza al inventar su primera nosología no se puede entender si desconectamos a la histeria de la neurosis obsesiva, si desconocemos la solidaridad que él quiere poner en evidencia al incluirlas en el grupo de, las neuropsicosis. Creo que ya habíamos citado esto, el trabajo de la herencia y la etilogía de las neurosis donde dice: . . he descubierto examinando su mecanismo psíquico que las obsesiones se hallan enlazadas a la histeria más íntimamente de 28

lo que se cree. La histeria y la neurosis obsesiva forman el primer grupo de los grupos de neurosis por mí estudiadas . . .". Pero les cito además otro párrafo de un texto que ya comentamos que es el de la neurosis de angustia. En el capítulo que lleva por título: Relación con las otras neurosis, relación de la neurosis de angustia con las otras neurosis, Freud dice: ". . . si nos retractáramos de reconocer a la neurois obsesiva el carácter de una entidad independiente, tendríamos que renunciar para obrar consecuentemente, a la,separasjeeLtan_trahajOsarnerit.e _lograda de la histeria con, la neuntatenia . .". Ustedes ven cómo Freud insiste descre—eTprimer momento de su obra en esta solidaridad en su manera de entender a la histeria y a la neurosis obsesiva. Por el contrario, la psiquiatría que precede a Freud se ve obligada a negar esta relación. Si les digo "se ve obligada" es para destacar que esto no es una cuestión accidental sino una consecuencia necesaria de su posición empirista. Lo que se juega acá es la oposición entre el método descriptivo de la psiquiatría y el método psicoanalítico. Lo interesante es que por 'sil propio método descriptivo la psiquiatría no pudo dejar de "observar" esta solidaridad entre histeria y obsesión, y sin embargo no estaba en condiciones de reconocerla. Si les digo entonces que se vio obligada a negar esa relación es específicamente en el sentido de una renegación, de un desconocimiento. Por lo general los psiquiatras que se ocupan de la locura de duda y del delirio del tacto señalan casi sin excepción que los sujetos que lo padecen sufren simultáneamente de síntomas histéricos. Por ejemplo Falret hijo en el mismo artículo que les cité anteriormente dice: "va acompañada generalmente por síntomas físicos y en particular por fenómenos de histeria o de hipocondría". Es decir que se destaca la simultaneidad, la concomitancia, pero no se re• conoce el nexo. Más todavía, hay cierta insistencia en admitir que el médico general, el que no está formado en la disciplina psiquiátrica, puede caer fácilmente en el error de confundir a estos delirantes del tacto con los histéricos. Por ejemplo, en el otro trabajo que les mencioné, el de Legrand du Saulle, podemos leer: "Como esta alteración parcial ha sido confundida hasta hoy con la histeria y la hipocondría, se pueden encontrar en las observaciones publicadas, por error, con estos dos títulos, algunos hechos . ..". O bien: "...se las confunde fácilmente sea con la histeria, sea con la hipocondría". O bien, cuando se refiere al comienzo de la enfermedad, señala que puede pasar inadvertido porque "ha podido estar enmascarada por fehlimenos cloróticos, histéricos, dismenorreicos, gastrálticos. . .". Pueden anotar a partir de esta cita que estos psiquiatras opinaban que si bien esta forma de locura puede afectar a los hombres, es más común en las mujeres. Es bastante probable que hayan sido las histéricas las que les enseñaron a los psiquiatras que existían lis obsesiones. 21

Ustedes pueden verificar entonces que a pesar de que las observaciones describen su presencia simultánea, la psiquiatría ubicó a la histeria y a la locura de duda en dos lugares muy distintos de la nosología, a la primera entre las neurosis y a la segunda entre los delirios parciales. En esta distancia podemos reconocer el efecto de la oposición soma-psique, corporal-mental. Es esa distinción la que está operando. Freud, por el contrario, no se deja llevar por esta oposición y en un doble movimiento separa primero a la histeria de las neurosis, reconociéndole a la histeria, por más que sus síntomas sean corporales, un mecanismo psíquico. Y esto le permite en un segundo paso reconocer la identidad de su mecanismo con el de las obsesiones. Por eso es tan importante la formación de ese grupo de las neuropsicosis en el comienzo de su nosología. Por el contrario, por ins e ojo su método descriptivo, la psiquiatría ubicó a las oboe nes en....QtroAttgitr:.di,lui.iimjtóliie- rry5IrTst e resultar filariatutlasificación taionómica_podriamos decir. Pero agregaridl-q-ue esto se impuso aún en contra de lo que la misma ~pida les mostraba a estos agudos observadores, algunos de los cuales por lo menos no dejaron de sorprenderse ante diferencias "evidentes". Por ejemplo Falret hijo dice:"Sorprende que este estado mental que frecuentemente se prolonga durante toda la vida . . no desemboque jamás en una verdadera demencia". Aquí ustedes tienen oportunidad de apreciar algo que ya les dije antes, y en lo que me gusta insistir, ue 311 q t' -91rTiltdiialopl,11,9/11P19.uP ,1119111~. La teoría" álu aha por 'e contrario no es un idealismo. Y ante todo por plantearse desde el vamos como una práctica. Por eso hay que destacar que el criterio terapéutico es no sólo uno de los tres criterios que Freud pone en juego para construir su propia nosología sino que, y esto es lo más importante, que es el criterio vertebrador fundamen-tal Lel criterio decisivo. Algunos psiquiatras cláiii&is"---eifféf,érciiial-mente, es cierto— advirtieron ciertas posibilidades terapéuticas con los obsesivos, que los diferenciaban nítidamente de los otros delirantes. Por lo menos este LegrahasiuSaujjgjlegó en esto mucho más lejos que otros. Podrfanilis decir de él que en su práctica terapéutica era un verdadero psicólogo sistémico. Advirtió claramente lo que en términos lacanianos podemos llamar la necesidad del obsesivo de real ponder a la demanda del o . Y parece quélo usablard'eurantrdél` facto, edece". Y agrega: "lo que ha querido encontrar esencialmente en el médico es una autoridad que domine su voluntad y la subyugue . . . Busca pues un tutor que ordene como amo y no un complaciente . ..". Si el psicoanálisis freudiano no es un idealismo, tampoco es un discurso amo, el cual constituye la estructura característica de la práctica que sostiene el saber psiquiátrico, al igual que todas las otras prácticas que intentan fundar (y fundarse) el saber en la empiria, desde Aristóteles en adelante. Pueden hacer una ecuación entre empirismo, idealismo y discurso del amo, 28

FREUD EN LA PSIQUIATRIA DE SU EPOCA

Finalmente, me gustaría leerles, para que tengan una idea más cla ra de qué pasa con esta cuestión de las obsesiones en la psiquiatría en la época misma de Freud, algunos párrafos de Kraepelin, del mismo texto del que ya han leído algunas lecciones en los prácticos. En este caso se trata de la lección N° 27 que lleva por título —fíjense ustedes — "Obsesiones y Fobias". Ya saben que éste es exactamente el título de uno de los trabajos de Freud de esta primera época, es un trabajo de 1896 y este texto de Kraepelin es de 1905, es decir que tenemos 10 años de diferencia entre un texto y el otro. Realmente, les vuelvo a insistir, es sumamente importante que ustedes lean estos textos,• sobre todo Kraepelin. Además es muy interesante, en algunos casos hasta divertido —¿no les ocurrió esto al leer esas tres lecciones? —. A.: No tenemos sentido del humor, P.: Hay una cosa decisiva. Es importante esto; leer textos psiquiátricos y psiconalíticos es también una manera de acrecentar su experiencia. En ningún caso la experiencia de un psiquiatra o de un psicoanalista puede ser tan amplia como para que a lo largo de su trayectoria profesional pueda ver todo tipo de pacientes y una enorme cantidad de casos. Esto puede ser suplido —y a veces con mucho éxito — leyendo acerca de lo que es la experiencia de otra gente que además se tomó el trabajo de registrar su experiencia, de publicarla; van a ver que se aprenden muchas cosas y sobre todo en cuanto a este trabajo de empezar a adquirir distinciones, de adquirir discriminaciones, no hay que poner el acento en "ver" pacientes. porque para poder escucharlos es necesario que dispongan de una serie de categorías y de distinciones. Es cierto que los recursos psiquiátricos son limitados, eso no quiere decir que esta gente sea tonta, no todos por lo menos. Kraepelin no está en la categoría de H. EY., es otra cosa. En una de las clases anteriores había hecho referencia a los psicoanalistas que, al no llegar a ubicarse correctamente en las definiciones psiconalíticas, padecen en su trabajo, en sus interpretaciones, de una cantidad de confusiones. Les había mencionado el ejemplo en el que insiste Lacan, la confusión tan frecuente en relación a esta noción freudiana de envidia del pene en la mujer, esta confusión entre desear tener un pene, y confundlla con querer ser 21-rroirffrenno tiene nija- que ver, so sasucSclistirias y suí Ihititago la literatura psicoanalítica está plagada de interpretaciones de este tipo. Obviamente no se van a encontrar en Kraepelin con una distinción de esta naturaleza, pero sí se van a encontrar con otras distinciones. Por ejemplo con ésta que ustedes leyeron en la lección 3 sobre la demencia precoz, donde Kraepelin, después de presentar al primer paciente de esta lección, dice: A partir de acá ustedes podrían creer en un examen superficial que se trataría de un cuadro depresivo como vimos 29

en el paciente que presentamos en la lección anterior. Pero si observan con más atención, agrega, se percatarán de que a pesar del parecido, se trata de algo completamente diferente ya que "si el paciente habla muy lentamente y con monosílabos no es que experimente dificultad para hablar sino simplemente que no siente necesidad de hablar". Nos encontramos acá con una distinción de la que no podrán decir que es tonta o intrascendente. Sin ella pueden errar un diagnóstico de prepalcosis. O bien esta otra, que corresponde a uno de los casos de la lección 27 que veremos a continuación: "ustedes ven que en este paciente el temor cobra el aspecto de una impulsión. Pero analizándolo con cuidado, se constato que en real• dad no es que se sienta impelido a ejecutar los actos que él teme, sino solamente que experimenta el temor de ejecutarlos". Si ustedes no pueden hacer este tipo de distinciones, si no llegan a tomar el gusto por este tipo de distinciones, correrán el riesgo de equivocar los diagnósticos y muchas veces se comprueba que el error diagnóstico proviene de apreciaciones como las que aquí Kraepelin llama superficiales. Por ejemplo, para tomar uno de nuestros ateneos clínicos, funcionando con el prejuicio de que se trataba de una neuroda obsesiva se confundía con un ritual de limpieza lo que en realidad era la certidumbre psicótica de que la suciedad implicaba infección y destrucción. Por decirlo brevemente, ya que ustedes saben por su trabajo en los prácticos que el significado es difícil de delimitar cuando se trata de ese tipo de certeza. Les decía que estas lecciones de Kraepelin son de 1905, diez años posteriores al momento en que Freud reúne histeria y obsesión en un mismo grupo nosológico. No tenemos datos de que Kraepelin aceptara nociones de Freud ni, mucho menos, de que lo leyera. Sin embargo en estas lecciones de 1905, y esto es lo que quiero mostrarles, Kraepelin ya formula articulaciones entre histeria y neurosis obsesiva, articulaciones que no son en absoluto congruentes con sus anteriores nociones. Aún hasta la sexta edición de su tratado de29 en la que, como ustedes ya saben, la histeria forma parte de las neurosis generales junto con la epilepsialas riétirosis fraiiirattemr y—én caro curad esiva se incluye entre áticos 4.~am,clies._ Fue una época, ésta en la que trabajó Fue, en la que las ideáiarculaban velozmente entre investigadores y las influencias entrecruzadas de manera múltiple son difíciles de seguir. No sé todavía cuál fue el papel de Janet en esto. Lo cierto es que en 1905 Kraepelin ya establece relaciones aunque ambiguas --no voy a decir que a la manera de Freud— entre histeria y obsesión, lo cual es original de Freud. 80

Freud se quejaba de la lentitud en la difusión de sus investigaciones y de la resistencia contra las ideas psicoanalíticas. No crean ustedes, a veces uno forma un panorama falso con esto, no crean que la psiquiatría no asimilaba rápidamente las contribuciones freudianas. Ya vimos que cuando Freud crea el cuadro de IKITERTIrgirdeirigíastll — otra originalidad freudiana en cuestiones de nts~- en pochs años ya es unTeaucfcra—érrirrancia Y que todavía su dacii .pción es reconocible aún hoy en el D.S.M. III. Las ideas de Freud se difunden rápidamente, sólo que, y esto es lo decisivo, desprovistas, despojadas de su hipótesis de la sexualidad y de la etiología sexual. LAS LECCIONES DE KRAEPELIN

Veamos la lección 27 de Kraepelin. Presenta tres pacientes. El primero, un hombre de 31 afios, profesor, que consideraba que su enfermedad había comenzado hacía 11 años cuando, siendo (»tu. diante todavía, la preparación de sus exámenes le producía una an gustia que se fue haciendo cada vez más intensa a lo largo de los años. Comenzó a tener miedos de adquirir diferentes enfermedades graves, miedos inalterables ante las consultas y consejos médicos y que bruscamente un día, 7 años atrás, se vio asustado por el miedo a una muerte súbita por lo que dejó su profesión para refugiarse dentro de la familia. El historial continúa, ustedes podrán leerlo, en la misma dirección; cada vez nuevos y diferentes miedos que a su vez le impo nen cada vez más restricciones. Sobre lo que quiero llamar su aten ción es sobre algunos comentarios que hace Kraepelin después de describir el caso. Por ejemplo: "Hay en este cuadro clínico muchos rasgos que recuerdan a la..hist4Id a, en espec ia l es tas apr ehensi ones rep .en tl a . . . Sin embargo, no 'encontramos ninguno de los aTitigrnas di las teria". Y más adelante agrega: "Debo finalmente destacar la completa uniformidad de las manifestaciones patológicas. Si bien este caso pertenece a la misma familia que la histeria, no demos por eso dejar de ubicarlo dentro de otro grupo mórbido suficientemente bien diferenciado al cual se le da el nombre de "locura obsesiva". En estos comentarios saltan a la vista —no tenemos tiempo de des tacar otras cosas también interesantes, como por ejemplo la manera en que Kraepelin hace intervenir en este caso la noción de personalidad y sus modificaciones— dos puntos: 1- cómo Kraepelin puede ubicar en 1905 a la histeria y la obsesión como "miembros de la misma familia", aunque esta expresión relativa al parentesco familiar sea to81

talmente ambigua, y 2- Que aún así no la llama neurosis sino que conserva el nombre de "locura" obsesiva. Segundo caso, un artista de 35 años que 7 meses antes había caído de un andamio permaneciendo sin conocimiento durante un lapso prolongado al cabo del cual hizo un acceso convulsivo. Desde esa época comienza a producir diferentes síntomas, uno de los cuales es la obsesión por el miedo a pronunciar, a pesar de él, malas palabras y en particular palabras de lesa majestad. Aquí pueden volver a aplicar la distinción de los dos registros, el de lo dicho y el decir. Recuerden el ejemplo: decir "el que diga que el rey es un canalla se las tendrá que ver conmigo" no impide que ese decir sea punible. Ubiquen además el lugar y la fecha en que se despliega la observación que Kraepelin está presentando, parece que el delito de lesa majestad no era precisamente un delito menor. La cuestión es que, aunque el paciente nunca había dicho efectivamente ninguna de las palabras que tanto temía decir, su miedo era tal que, primero, se ataba un pañuelo en la boca para no hablar, y después le fue necesario trasladarse al extranjero, a un lugar donde tal conducta no constituía un crimen, para poder desarrollar sus actividades. A esta observación corresponde el comentario anterior en el sentido de que si bier~1zúkst e se trata del impulso a tjecutar ciertos actoLen fInFladie tra-de temor a eiecutarlos. De- los comentarios -dé Kraepelin sobre este caso voy a destacar dos. El primero apunta en la misma dirección que en el caso anterior; dice: "En cuanto a los miedos, se relacionan sobre todo con una entidad pariente próxima de la histeria, la locura obsesiva, que al igual que aquélla es una manifestación de degeneración". Pero es interesante destacar no sólo el diagnóstico sino el pronóstico que formula Kraepelin. Como diagnóstico diferencial tiene que descartar que se trate de una neurosis traumatice (por el hecho de haberle desencadenado en un accidente) y tampoco de una epilepsia (por la crisis convulsiva). Y como pronóstico formula uno en términos pesimistas, afirma que se podrá liberar al paciente de sus síntomas pero no actuar sobre su predisposición degenerativa por lo cual "tarde o temprano, con o sin motivo, resurgirán nuevas manifestaciones". Esto es algo que se aplica, dice, sobre todo a los miedos obsesivos. Pero esto lo lleva al caso siguiente con el cual establecerá una comparación opositiva. Tercer paciente, entonces, una mujer de 26 años, que presenta una forma de obsesión "muy interesante", dice Kraepelin. Al principio aunque lúcida y entendiendo muy bien lo que se le pregunta, no contesta sino con monosílabos. Después de un tiempo explica que ella no es una enferma sino una mala persona, que la mandarían al diablo si conocieran todos sus pecados y que es indigna de los cuidados 82

que se le dedican. Sólo quiere partir lejos para no permanecer con su familia que tanto ha hecho por ella y a la que tanto ha defraudado. Y esto es todo lo que Kraepelin puede obtener de ella en una primera etapa. Por los relatos de la familia averigua que este estado de depresión se desarrolló muy lentamente a lo largo de muchos años. Habiéndolo advertido los padres y como presentaba dudas religiosas la encomendaron a un sacerdote y la enviaron a una peregrinación. El remedio fue peor que la enfermedad, se comenzó a reprochar cada vez más de pecados de 104 que no se podía arrepentir y por eso pertenecía al diablo. Perdió el apetito y llegó a un "estado sin deseo y sin voluntad, todo le era indiferente". Después de muchas vacilaciones, la paciente se decide a confiarle a su médico cuáles son las ideas que la torturan. Kraepelin cuenta entonces —y ustedes pueden ver que no les faltaba a lol psiquiatras material proporcionado por sus propios pacientes para verificar la hipótesis de Freud sobre el significado sexual de los síntomas— que una serie de j„InFlgenPs ReYnalPs no cesaban de imaliar_dolorosamente a sa paciente: "cada objeto que veía le recordaba los órganos genitales del hombre, un mango de cuchillo, un bastón, etc.". "Si veía una venda pensaba que se podía envolver con ella un pene. Un crucifijo despertaba el pensamiento de levantar el mandil para agarrar con sus manos los testículos. Para un mismo objeto surgían múltiples ideas análogas que la perseguían sin cesar y sin posibilidad de sustraerse a ellas" y agregaba, presten atención, que no sllo_había_algo.que.lainr7nba a ocuparse de todas estas cuestiones sirio que también "experimentaba placerfil hacerlo, sin lo cual sus pensamientos no Be le impondrían de ese manera". Tienen ustedes aquí una observación que contiene la mayor parte de los rasgos con que Freud va a construir su caracterización del síntoma obsesivo y los mecanismos .ue le origpf lo mantienen-río tlésarrollan. El croTripone elgril,'„,tplent d'él sulgtoparl ____________ ese ue Freud llamara tambien los "ii.1111".1 .qiie dan origen, nociones freudianas que iremos localizando-y` . elimitando en el recorrido que iniciaremos la clase próxima por algunos de sus textos sobre neurosis obsesiva, pero la mayor parte de los cuales ya vamos a encontrar desde el primer texto que vamos a comentar "Las nuevas observaciones ..." de 1896. Pero también otras que aparecerán más tarde en la obra de Freud, tales como, que a medida_que la neurosis avanza en su desarrollo predomina cada vez MU e-rcomponerde dé satisfacción pulsional del síntoma. Y, 88

si sabemos leer, también la articulación entre religión y neurosis obsesiva. Ya ven ustedes que el solo hecho de "ver pacientes" y escucharlos, por sí mismo es insuficiente. Conviene estar munidos de otras no ciones y distinciones, herramientas sin las cuales la observación no les servirá para nada. No es cierto que el analista opera con su nosaber. Por el contrario, dice Lacan, conviene que el analista esté pro visto de un saber fuerte. La potente mirada clínica de la psiquiatría no le sirvió a Kraepelin para ir muy lejos en este caso. ¿Cuáles son sus conclusiones y comentarios sobre esta tercera observación de su lección 27? En primer lugar una "regla clínica" que recuerda antes de construir el diagnóstico y que conserva todo su valor para nosotros analistas: "Un síntoma único, por especial que sea, no autoriza nunca a plantear un diagnóstico; una concepción exacta de una afección no puede basarse más que en el estudio del cuadro clínico en su conjunto". En segundo lugar, el diagnóstico diferencial que en este caso recae primero en la alternativa de demencia precoz que es descartada, segundo en la comparación con el paciente anterior para afirmar que las diferencias en la evolución no justifican agruparlos en una misma categoría con lo que también se descarta la locura obsesiva, y tercero lo que él mismo llama "la solución que es relativamente fácil": se trata de un acceso de locura maníacodepresiva. Veremos más adelante que Freud advierte explícitamente sobre "la facilidad" con que la ineurosis obsesiva puede ser confundida con este cuadro y con formas de la melancolía cuando la neurosis obsesiva se presenta con un franco predominio de la culpabilidad y de los reproches y permanece velado el componente de satisfacción pulsional. Recomendación "del Freud de 1896 que podría haber sido útil al Kraepelin de 1905. Y no porque permanezca velado el componente de satisfacción pul-sional. En tercer lugar el pronóstico que, a diferencia del paciente anterior, y como consecuencia de la distinción liagnóstica, es presentado para este caso como francamente favoraL: "Nos está permitido esperar entonces que en nuestra enferma los fenómenos actuales, a pesar de su intensidad, terminarán por ceder algún día . ..". Y en cuarto lugar la terapéutica, sobre la que tanto preguntan ustedes, ¿qué hacían esos psiquiatras con esa enorme acumulación de saber? La pregunta por sí misma indica que ustedes acceden a este campo de la psicopatología después que Freud ya produjo su inter- . vención sobre la psiquiatría clásica. Y la respuesta es lo que Lacan lla84

maría el Parto de los Montes. Con esa enorme construcción de saber las indicaciones terapéuticas son las siguientes: "Del valor clínico de la observación se deduce fácilmente la terapéutica, Contrariamente a lo que dijimos del primer paciente, la internación, el alejamiento de la familia, la vigilancia en cuanto al suicidio, el reposo en la cama, son los puntos de primera importancia. Además, conviene dedicar una gran atención al estado de la nutrición y también al sueño. Se puede igualmente utilizar algunos sedantes, y la asociación de opio con un poco de bromuro me parece suficientemente adecuada". Para terminar podemos incluir algunos comentarios que formula Lacan en su seminario 5° y que resultan pertinentes para el caso de esta paciente. Allí Lacan se pregunta si el hecho tan frecuente en la neurosis obsesiva de que la figura de Cristo surja en las imágenes sexuales que conforman el síntoma, es una cuestión contingente o responde a una necesidad estructural de esta neurosis. En un sujeto formado en la religión cristiana, se entiende. Si se tratara de un musulmán podría ocurrir que el "pensamiento del síntoma", si me permiten esta expresión para ser breve, arisiltiera en un —Versículo del Corán. En ese seminario Lacan dedica varias clases al comentario de un caso de neurosis obsesiva. Se trata también de una mujer, al igual que el ejemplo que Freud incluye en primer término en la lección 16, que ya comentamcs. Hay que destacar que en la lección 17, donde Freud desarrolla más extensamente sus nociones sobre la neurosis obsesiva, casi todos los casos que incluye corresponden a mujeres. Destaco esto porque si en la época de Freud los psiquiatras todavía pensaban que no existía la histeria masculina, hoy muchos analistas parecen creer que no existe la neurosis obsesiva en las mujeres. En el caso cuyo análisis comenta Lacan en el Seminario 5° las ideas obsesivas también presentan un contenido sexual manifiesto y también se refieren a Cristo, sólo que en esta paciente no se trata ni de agarrar con las ma nos, ni tampoco los testículos, sino muy precisamente lo que ella fantasea es chupar la pija de Cristo, más todavía, tragarla. Se puede decir que se trata de una fellatio sacramental: en la eucaristía, esto es, cuando recibe en la comunión la hostia, imagina que es el pene de Cristo y que lo traga y lo incorpora. Si se le ha dicho que la hostia es el cuerpo de Cristo, ¿por qué no habría de ser una parte especialmente elegida y recortada de ese cuerpo? Este es el caso al que ya hice referencia antes, en el que Lacan critica la interpretación formulada por el analista, quien confunde el querer tener un pene con querer ser un hombre. El error es más grave todavía porque se trata de un final de análisis. Por otra parte, ciertos grupos de psicoanalistas postfreudianos han construido la teoría de que el análisis de los obsesivos gira en torno a la "fantasía de curación" de incorporar el pe85

ne del analista. De todos modos, dice Lacan, si esta mujer quiere tener un pene, e imagina conseguir uno que no es cualquiera sino el de Cristo, no es porque ese sea el falo por excelencia, es porque Cristo mismo es el falo en la medida en que, como dice el evangelio, es el `verbo hecho carne. Ese s'ntoma obses yo `rs-áb-1"---C, driliene el saber de que -ef-táló— hT) es cuestion. e al a crrila sino de-RThicroTZ(-7-1 c1 11121hume, NO se traff-di una coniingenCia entonces, siii6de una de Pusimaginalizaciones posibles de un hecho estructural. A la altura del seminario 5° Lacan no ha constituido todavía su.nación...de_ohjeto y por lo tanto tampoco —por lo menos explícitamente— su propuesta de que hay un más allá de la castración, de que el final cjel_ análisis cilinc e con a s dstfa:Illón, el i_zgsjaazde la fein éi Ta en ér-hombreTai ái 7rdiErTel pene en la mujer De todos modos ni esto, ni sus coinentrrios sobre ese caso dé neurosis obsesiva, ni las nociones sobre la estructura obsesiva que allí utiliza, hubieran sido posibles sin la elaboración freudiana de la neurosis obsesiva y el retorno a Freud y a la lectura de sus textos que comenzaremos a recorrer uno a uno desde la clase próxima. 3

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2 LA ELABORACION FREUDIANA DE LA NEUROSIS OBSESIVA (II) Esencia, mecanismo y variedad clínica de la neurosis obsesiva en los textos sobre las neuropsicosis de defensa.*

Los principales textos en que Freud se ocupa explícitamente de la neurosis obsesiva y que comentaremos en estas clases son los si guientes: 1— 1894 - Las neuropsicosis de defensa. 2 — 1895 - Obsesiones y fobias. Apareció en francés con ese título. Posteriormente otro trabajo en alemán con el título Mecanismo de las representaciones compulsivas y fobias. 3 — 1896 - Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa. 4 — 1907 - Actos obsesivos y prácticas religiosas. 5 — 1909 - Historial del Hombre de las Ratas: Observaciones sobre un caso de neurosis obsesiva que les fue presentado en el seminario de los días jueves. 6 -- 1912/13 - Totem y tabú. Además del capítulo 2 de la parte II explícitamente dedicado a este tema, este texto en su conjunto debe ser considerado como parte de la elaboración freudiana de la neurosis obsesiva y especial mente los capítulos que discutieron en prácticos sobre el mito de 1aJagrda originaria, del que Lacan afirma que es el único mita no, este que ha sido inventado por Freud, y al que considera en rela• ción con la estructura obsesiva. Mientras que el mito de Edipo como lo encontramos en Sófocles está en relación con la estructura histérica. A.: ¿El mito de Edipo no es igual para la histeria y la neurosis obsesiva? * Clase N° 39 dictada el 13/9/86 por Roberto Mazzuca. 87

P.: El mito de rateri, tal como lo construye Freud, es analizado por Lacan siguiendo el sentido de la propuesta de Levi-Strauss. Ido» de no tornar_almito en stisantenido solamente, sino,,eLraa-, do en que ismme van,, odando los elementos (l'irrito, lo qhe,LeviStrauss llam Para acceder y poner en descubierto cuál es ra estrtretúraZer mi o, 16 que hay que hacer es conocer sus distintas versiones, comparar una versión con otra, ir oponiéndolas y verificar el cambio de lugar y de función de los mitemas. Lacan va haciendo un trabajo análogo con estas dos versiones, la versión de Sínodos y la versión de Freud en Totem y tabú. Por ejemplo, el orden y el lugar del goce. En el mito según Sólo-cies, el goce es de E ' o del ueblo aparece después del ase del,padre. Ene mito e Freud, goce, es del padre y es anterior id assimpto,y m ii1Gliiii-prohibici6-para el hijo como inaccesible era al comienzo. Por otra parte, de acuerdo con el mito de Sófocles lo que aparece como objeto prohibido es la madre; en el mito de Totem y tabú no es la madre sino todas las mujeres. No es lo mismo, dice Lacan. En un caso al matar al padre el hijo accede a la madre, En el otro al matar al padre las mujeres resultan retroactivamente tan , prohibidas como antes. De esta manera entonces Lacan va comparando, va cotejando las diferencias de la versión edípica de Sófocles con la versión de Freud y llega a la conclusión de que Freud inventó un mito, al menos inventó una nueva versión del mito de Edipp y termina entonces_poniendo en~ri_uruk y otrutersión_conia.estruptura. histérica y_la estriíctunx obsesiva. Esto forma parte de la elaboración lacaniana de la diferencia entre histeria y obsesión. Postula que la versión de Sófocles está relacionada con la..estructuLr~a-Y-slue aversión de_FieucLrespondeructura42bLesi-w En este sentido yo les decía que debemos tomar este texto de Totem y tabú como un texto relativo a nuestro tema en general, no sólo en aquellos capítulos en que explícitamente Freud se ocupa allí de la neurosis obsesiva. 7 — 1913 - La disposición a la neurosis obsesiva. 8 — 1916/17 - Lecciones 16 a 19 de las Lecciones introductorias al psicoanálisis de las que nos comenzarnos a ocupar en la clase pasada. Fundamentalmente la lección 17 cuyo título es El sentido de los síntomas. 9 — De ese mismo año otro trabajo que se llama Sobre las transmutaciones de las pulsiones, especialmente del erotismo anal. 10 — Finalmente hay que mencionar el texto de 1926: Inhibición, síntoma y angustia. Es en este texto donde Freud prosiguiendo con las hipótesis que ya había construido sobre la neurosis obsesiva, se ve obligado a transformar una serie de nociones de su teoría para ponerlas de acuerdo, hacerlas congruentes con una cantidad de cambios que fueron sur88

giendo sobre todo a partir de Más allá del principio del

placer, y a partir de los textos sobre el Edipo femenino.

Es allí donde Freud llega a poner en un lugar_central a la cutrar cisbn_y a la_ a.ngustia_de castración- la consecuencia de esib esTO que vamos a ver aparecer en Inhibición, síntoma y angustia, donde Freud va a proponer que la cuestión ventral enlas.41stintakeImeturaanu: e ,tóticas, histeria, obsesión y también fobias —a esta altura incluidas en la estructura neurótica como unaTillil dos formas de la histeria— , que en estos tres caso c ió la arilustia de castración ocup_aarilugar...nentralen la problematIca era neurosis. A.: Freud habla de dos teorías de la angustia,

¿por qué usted dice que es una? P.: Afirmar así, categóricamente, que en Freud no hay dos teorías

de la angustia, es una afirmación de la que me hago responsable. Es decir, no la he tomado de ningún otro lugar. Indudablemente es una hipótesis que tiene una fuerte influencia de la lectura que Lacan hace de los textos de Freud y básicamente para que tengan una cierta idea, por tomar el punto más delicado, habitualmente cuando se afirma que hay una segunda teoría de la angustia en Freud se dice —y esto sí erróneamente— que en este texto de Inhibición, síntoma y angustia, aparece la noción de la angustia como señal de alarma. Esto es incorrecto, incluso si ustedes leen el diccionario de Laplanche lo van a encontrar de esta manera, se afirma que surge esta noción a partir de este texto de Freud; eso no es cierto, surge mucho antes. La encontramos ampliamente desarrollada en las Lecciones introductorias al psicoanálisis en 1916-1917 y también en estos primeros textos freudianos anteriores a 1900, por ejemplo, los textos sobre la neurosis de angustia. Es decir que de ninguna manera podemos hablar de una segunda teoría; al menos no en el sentido en que lo hacemos cuando decimos que hay una segunda teoría de las pulsiones o cuando decimos que hay una segunda teoría del aparato psíquico. En esos casos sí se puede afirmar legítimamente que hay una segunda teoría, donde Freud postula la existencia de una pulsión de muerte, implica una ruptura enorme con lo que fue el primer planteo que hizo Freud de las pulsiones. La segunda teoría del aparato psíquico que propone estas tres instancias, ello, yo y superyó, implica también una diferen cia marcada con lo que conocemos como primera tópica y genera problemas acerca de cómo poner esa primera teoría en relación con la segunda. Nada de esto sucede con la llamada segunda teoría de la angustia, no hay ningún cambio radical, no aparece nada como ruptura en cierto momento de la obra de Freud. Hay sí dos maneras distintas de definir a la angustia pero ambas están desde el comienzo y

Freud las va trabajando a lo largo de toda su obra y lo que ocurre en Inhibi-

ción, síntoma y angustia es que constituye el momento en que Freud logra unificar estas diferentes nociones de la angustia con las que él

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partió en 1895. Esta fue, sintéticamente, mi propuesta en el trabajo de oposición con que rendí el concurso de Psicopatología. Espero poder publicar ese trabajo a la brevedad y, si a ustedes les interesa, podrán encontrar allí más elementos para responder a esa pregunta. CARACTER Y NEUROSIS

En esta lista de textos en los cuales Freud va elaborando las nociones que tienen que ver con las neurosis en general y con la neurosis obsesiva en especial debe incluirse el historial del Hombre de los Lobos aunque no nos podremos ocupar de él este año. También se suele incluir otro texto de 1908 que lleva por título El caer_ y el erotis . Que este texto sea incluido como mia& In 1 0 tic n u ana do la neurosis obsesiva, presenta algunos problemas. Sobre todo si da lugar a que el carácter anal erróneamente pase a ser llamado carácter obsesivo. Freud nunca lo llamó así, cuando se refiere al carácter dice carácter anal. Si leen ese texto de 1908, van a verificar que a lo largo de todo el texto, Freud no menciona la neurosis obsesiva ni una sola vez. Y no porque a esta altura no hubiera trabajado suficientemente cierta cantidad de nociones en relación con la neurosis obsesiva, como vamos a ir verificando a medida que vayamos trabajando. ¿Por qué no menciona a la neurosis obsesiva allí? ¿Por qué se olvidó? No la menciona porque para Freud en ese momento son dos nociones diferentes. Recién en el texto dealla; La dis osicffin la neurosis obsesiva, la organización sádico-anal será postulada como piWi—si;osición tanto para la neurosis obsesiva como para el llamado carácter anal. Pero esto no quiere decir que tengamos que confundir una cosa con la otra, el carácter con la neurosis. Al final de este tex to del '13 Freud explícitamente establece una oposición. Les cito textualmente la frase: 4

... la comparación entre tal modificación del carácter con la neurosis obsesiva es interesantísima . . .". Al afirmar que es muy interesante comparar estas dos cosas está diciendo que son dos cosas distintas, por eso es posible compararlas. Establece allí una cantidad de rasgos homólogos entre carácter anal y neurosis obsesiva y establece también los rasgos diferenciales..E1 arácter anal se ilefinkpor un trabajo de transformación de la pulsión sádico-anal, tran-sformación que se lleva a cabo, según las nociones freudianas, por distintos mecanismos. El ubica allí fundamentalmente al mecanismo de la suAlirnacienu también lo .ttle_éplama_fonnaciónreactiv con lo cual se obtiene este cár—fifféi que Freud define p • dice que se trata de sujetos que son c • oo nónlicoso naces El ser cuidadosos puede llevar a a pu cri u , el sél ecohomico muy intensificado puede llevar a la avaricia y la tenacidad exagerada puede implicar la obstinación. Pero, ¿cuál es la noción fundamental a destacar en esta comparación entre carácter y 40

neurosis obsesiva: Que justamente por el trabajo de sublimación de estas pulsiones o por su transformación a través de las formaciones \ reactivas, se trata acá de distintos mecanismos y procesos que fundo-, nan apoyando, consolidando la represión. Es decir que son mecanii.1 mái solidarios con estó" 'que .Freud lláma la represión lograda, la re-: Pres_nró eficaz. Y justamente la neurosis se caracteriza por lo inverso a esto, yanoción central de Freud relativa a las neurosis apunta aun frucaig ,de la represión. No a la represión lograda sino a la represión qu f rilasa parcálinente y en, la medida en, que fracasa se produce un se : torno d4.,,15/ reprimido. Tratándose de las neurosis, este rItzilp Pf; la re.p.WIcip se da fundamentalmente a través de los ~§, Los sín-Miias son entonces —en términos de Freud— estas ramificaciones o /retoños de lo inconscionto, un retorno do lo inconsciente reprimido por el fracaso de la represión. A.: ¿Cómo podemos entender esto de la represión lograda o efectiva cuando _t2.1...el seminario III Laca!: dice que la represión y el zetorno de lo reprirDfdo seFailillairni('aYin esrnác5/71 1"¿ arn4nOcié:mas entendéresto dé represión lógWi¿tar ¿En qurcontexto lo rodemos ubicar? P.: Ya vamos a trabajar esto, cómo podemos reconocer esto que dice Lacan en los textos de Freud. Para comenzar iré adelantando las hipótesis primeras de Freud, y después vamos a ir mostrando cómo Freud va modulando esto. De todos modos les adelanto que no hay contradicción entre esas expresiones de Lacan en el seminario III y las de Freud. Allí Lacan no se está ocupando de la oposición entre neurosis y carácter sino entre neurosis y psicosis, de modo que el contexto, el problema que está considerando es diferente. Que en este caso las afirmaciones freudianas y lacanianas sean congruentes no implica sin embargo que siempre sea así. Tengan en cuenta siempre que cuando afirmamos que Lacan produce un retorno a Freud, que produzca un retorno significa que vuelve a la problemática freudiana, a los términos en los cuales Freud planteó el problema, lo cual no quiere decir que Lacan se limite a repetir a Freud. Volviendo a esa manera en que Freud ha planteado un problema, Lacan lo sigue trabajando y en algunos momentos rescata afirmaciones de Freud y en otros momentos produce afirmaciones que no podemos decir que sean rescatadas de Freud sino que son afirmaciones distintas. Es decir que no siempre Lacan dice lo mismo que dice Freud. En esta pregunta que usted hace podemos reconocer ambos aspectos. Veremos en Freud cómo se va modulando esto, pero además hay en su pregunta una referencia a algo que propone Lacan que va más allá de lo que Freud dijo. A.: (Pregunta no grabada). P.: Su pregunta es muy pertinente en relación a lo que estamos tratando en los prácticos y viene al hilo en este tema ya que ahí apa41

recen estos rasgos de carácter pero no en relación a una neurosis obsesiva sino en relación a una estructura perversa. Es decir que se trata de cosas que tenemos que diferenciar. ¿Por qué es importante y por qué me detengo en acentuar esto? Porque es demasiado común esta confusión. Y entonces es muy común que en el momento de la elaboración diagnóstica, que es uno de los objetivos que nos planteamos para el trabajo en esta materia —que ustedes estén en condicionas de afrontar esta tarea de formular un diagnóstico—, es muy frecuente que frente a esta tarea de formular un diagnóstico quien lo hace empiece a guiarse para establecer el diagnóstico de neurosis obsesiva por los rasgos de carácter, y esto es erróneo. Podemos decir que el problema es más amplio. Que ha llegado incluso n. deformar la noción freudiana de neurosis obsesiva, que más bien la idea que circula en el lenguaje común entre analistas —veremos después cómo se originó esto—, entre psicólogos, entre psiquiatras, es que el neurótico obsesivo es un sujeto ordenado, pulcro, etc., y no es así siempre. Ustedes van a encontrar estos rasgos de carácter en muchísimos sujetos que no responden u una estructura obsesiva; y los van a encontrar a veces sí, a veces no, en sujetos que responden a una estructura obsesiva. No podremos ocuparnos globalmente de este tema de las relaciones entre neurosis y carácter que en los postfreudianos ha alcanzado un extenso desarrollo, diverso y poco preciso. Freud mismo no ubica esta cuestión siempre de la misma manera. Sobre todo en sus textos póstumos. Por ahora lo importante es que no establezcan unliequivalerIcia automática entre carácter Analy_estructura obsesiva, así como veremos gil" tampoco hay que establece-fia entre el llamado carácter paranoico y la estructura paranoica. EL DIAGNOSTICO Y LA VARIEDAD CLINICA

Las nociones de Freud admiten una cantidad de composiciones: que de estas pulsiones parciales cierta parte de ellas haya sido elaborada a partir del carácter, que otra parte tenga entre estos destinos pulsionales, el destino de alimentar una neurosis. Este tipo de carácter lo pueden encontrar también en un obsesivo, pero no es a través de eso que ustedes van a hacer el diagnóstico. Lamentablemente en la actualidad para establecer un diagnóstico de neurosis obsesiva se suele fundamentar en este tipo de consideraciones, y de ese modo se va constituyendo una especie de modelo o de tipo único, que es lo que ustedes no tienen que hacer. Parkir accediendo al mando de estas erentes estructuras lo que no tienen que hacer en nip jeguldo á tratar dó obseswo, un po histérico, etc. Es por esto que nosZos es proponemos la nocion cfeestructyra.-- Hay algo en lo que vamos a insistir de distintas maneras en la clase de hoy, algo que Freud remarca mucho y que Lacan también acentúa: esta cuestión freudiana de que la neurosis obsesiva se presenta 42

en la c l í n i c q en o r 101414.~. Lacan lla ma a esto,la enorme 1)al'"--Téard ' - gestactura...absesia7 En 'cierto momento creí

ai

que esto era una indicación lacaniana, sumamente pertinente por cierto. Después advertí que era una confirmación más de la prolijidad con que Lacan leyó a Freud, rescatando de sus textos algo que fue totalmente dejado de lado por los "ortodoxos" post-freudianos. Más adelante vamos a verificar que esto no es un invente de Lacen, que acá Lacen vuelve, retorna algo que está explícitamente en los textos de Freud. Los obsesivos se presentan en la clínica de muy distintas maneras, hay muchas formas de neurosis obsesiva y vamos a ocuparnos en su manera de presentación en cuanto a la descripción, en cuanto a la fenomenología de la estructura obsesiva. Es una fenomenología muy variada, de modo que ustedes van a encontrar que hay muchos obsesivos que no se parecen en nada a otros obsesivos. Esta enorme variedad clínica de la obsesión •está planteada en Freud on relación a la neurosis misma. Pero para nosotros este problema se complejiza más todavía dado que no querernos plantear estas cuestiones solamente en términos de neurosis, no solamente en términos de estructuras patológicas, sino que lo queremos plantear como 9141144,rAp subjeIryas. Entonces, si planteamos esta dife- , renciación es porque planteamos una estcuakire_obse,siv_a_en,Ja.q99 no necesariamente_hay,.unap9A14s. Hay sujetos de estructura obsesiva que a lo largo de su vida llegan desencadenar una neurosis; hay otros que nunca la desencadenan. Tenemos que encontrar cuáles son los rasgos diferenciales de esta ( estructura más allá de los rasgos que la definen cuando ya hay una neurosis desencadenada. Y estos rasgos no son necesariamente ras-Los de carácter. Entonces esta cuestión de la variedad clínica se refracta en dos dimensiones, en dos sentidos. Por una parte, hay variedad en cuan to a la forma, y esto es lo que Freud recalca, porque sus nociones, su trabajo, están aplicadas fundamentalmente —al menos de una manera explícita— a la noción de neurosis obsesiva, a la patología. Y él allí recalca que no todos los casos de neurosis se presentan de la misma manera. Pero a esto tenemos que agregar lo que podríamos llamar lajizp,_ I nía411.j~sis, los distintos momentos en su desarrollo: ya sea litt Mraurosis todavía no se desencadenó, ya sea que se desencade nó pero está en sus primeros momentos o ya sea que nos encontremos con un caso donde hay una neurosis que lleva unos cuantos años de desarrollo, entonces se nos presenta de otra manera. Les doy un ejemplo de esta última situación. En la clase próxima, en que retomaremos este tema, incluiré algunos ejemplos de las ante riores situaciones. Un sujeto que llega a la consulta porque tenía una idea que provocaba en él una angustia muy intensa, la idea de que había matado a Aramburu. Por este dato ustedes pueden fechar 48

cuál es el momento histórico en que queda ubicada la consulta. Tal como veíamos en la clase pasada, no se trataba de que el sujeto creyera en su idea, él sabía que esto no era cierto, pero eso no mitigaba en lo más mínimo su angustia y su terror, más todavía, él se hacía otros planteos que lo acercaban más a un planteo delirante. En todo caso él sabía que no creía en su idea, pero ¿y la policía? La policía sí podía creer. A partir de esto podemos ir viendo los distintos' componentes que Freud va determinando, distintas categorías de síntomas de la neurosis obsesiva. Ea a partir de esto que el sujeto comienza a desemollar una cantidad de actos —ya no se trata entonces de una idea obsesiva sino de actor—. El tenía en su casa un arma, un revólver que había recibido como herencia de su padre, que a su vez lo había recibido de su padre. Está claro de esta manera que se trata casi de un arma de colección, pero para este sujeto el hecho de que él la tuviera en su casa para la policía podía funcionar como signo verificatorio de que efectivamente él había sido el asesino. De manera que empieza a desarrollar una serie de actos para esconder este objeto, lo entierra. Después, por esto mismo que Freud describe, que los actos lo largo del tiempo van cambiando su sentido y I llegan inOluo a tener un sentido .inverso, la obsesión es conectada con frit& si la pólicíá -llega a mi casa y ve que yo escondí el revólver y lo enterré, eso sí que es la verificación, la prueba de la culpabilidad. Entonces se tiene que dedicar a deshacer su acto. Esto es algo que Fmil ya había marcado también, que a veces los actos obsesivos se presentan~lempos: un tiempo en el que se reilizá.el acto y un se jEknOp»~po • II intenta deehacerlo. meato acrecienta-111-5fibres, ¿por qué? Porque para dificultar que este objeto fuera encontrado lo había desarmado, cada pieza la había enterrado en lugares distintos y entonces logra encontrar algunas pero no logra encontrar las otras. Podríamos seguir, pero me parece que con esto es suficiente para que ustedes se den cuenta de que en este caso se trata de una neurosis obsesiva que ya llegó a un punto bastante avanzado en su desarrollo, podríamos decir más o menos equiparable al punto en el que llega el Hombre de las Ratas a la consulta con Freud. Tal vez el Hombre de las Ratas llega en un momento todavía más avanzado en el sentido de que podríamos afirmar allí que incluso la transferencia con Freud ya estaba incluida en el síntoma. Ustedes saben que antes de ir a ver a Freud este hombre había leído algunas de sus obras: Psicopatología de la vida cotidiana. Le llamaba la atención la similitud de las cosas que Freud decía allí con las cosas que a él le pasaban, así que no carece de todo fundamento decir que lo que desencadena y motiva la consulta —todo lo que ocurre a partir del encuentro con este personaje que Freud llama en el historial "el capitán cruel"— era ya un efecto de la transferencia con Freud. De todas maneras aprovecho para recalcarles otra cuestión: la conexión entre los problemas, las temáticas, las preguntas, los conflic44

tos si ustedes quieren, que plantea un neurótico en su síntoma con los problemas, las situaciones del contexto social. Fíjense que de alguna manera lo que este sujeto del que les acabo de hablar traía en su consulta, este terror tomando como objeto a la policía que lo podía confundir con quien había sido el asesino de Aramburu, podemos decir que el terror que vive este hombre con su síntoma no es muy diferente del que algunos años después, advertida o inadvertidamente, se generalizaría para todos. Náris~eonsi r n ide es delirante rdtoor441, 4 1 —esto existe rió sólo u, —. ara Tivida cotidiana del momento en que este sujeto llega a la consulta, esta idea de que la policía lo iba a confundir con el asesino de Aramburu podía resultar totalmente extravagante y sin embargo, si nos fijamos bien, este sujeto obsesivo lo único que está haciendo es anticipar desde su síntoma el terror que iba a formar parte de la vida cotidiana de todos nosotros en un ciclo que abarcó unos cuantos años. El hecho de que los fenómenos neuróticos se planteen no sólo singularmente para cada sujeto, sino incluso que se plantean en la intimidad de cada sujeto, esto no quiere decir que no haya una conexión con lo que de una manera amplia podemos llamar lo social. Esto mismo podemos decirlo para el Hombre de las Ratas. No sé si alguno de ustedes recuerda . . . en 1921, Freud escribe Psicología de las masas y análisis del yo, donde desarrolla la noción de estructura li-bidinal de los grupos y la aplica fundamentalmente a la estructura li-bidinal de la iglesia y a la estructura libidinal del ejército. En algunos de los párrafos probablemente recordarán que él atribuye a una falla en la constitución de esta estructura libidinal en el ejército prusiano su derrota, y ahí dice que es una característica de ese ejército la enorme crueldad, sobre todo la crueldad que tienen los oficiales en relación con los soldados y Freud piensa que esta característica ha funcionado allí atentando contra la constitución de esta" ilusión que es necesaria para mantener cohesionado y unido a un grupo, que es la ilusión de un jefe que ama a todos los sujetos del grupo por igual, de la misma manera. Aunque no es en el ejército prusiano sino en el del imperio austrohúngaro donde ocurren las circuns- tancias en que se desencadena la neurosis en el Hombre de las Ratas. El encuentro con el capitán cruel es un episodio anecdótico o singular en la historia de este sujeto, es una contingencia haberse encontrado con este capitán quo cuenta esas prácticas de tortura, etc. Pero si nos ubicamos en esta otra perspectiva, no se trata de una mora cuestión contingente de un sujeto individual con otro sujeto individual. Esto ocurre cuando él debe incorporarse al ejército para estas maniobras periódicas, es decir que él en ese momento se incluye en un grupo donde esta cuestión de la crueldad está puesta en primer plano. En este sentido su síntoma lo podernos tomar como un síntoma singular de este sujeto pero lo podemos tomar tambiéri -Coino un síntoma de ese grupo. Esto no es solamente válido para las neurosis, 45

es, válido también para las psicosis. Es decir que aun cuando las psicosis se caractericen por alguna incapacidad del sujeto para afrontar ciertas situaciones y problemas que le plantea su vida en convivencia —cosa que también se les presenta a los neurótica—, y aun cuando lleguemos a decir que la psicosis es una estructura que no hace lazo social; esto no quiere decir que haya una desconexión. Y que aún en lo que podemos llamar loe síntomas, en un sentido amplio, de las psicosis, vamos a encontrar también estas problemáticas que cormponden a un escenario social más amplio. Lacea: ya afirma estas cosas mucho antes de ser psicoanalista, cuando todavía era psiquiatra, cuando él presenta su tesis que lleva por título "La psicosis paranoica y sus relacione. con la personalidad", Allí Lacan relata un caso y se ocupa de analizarlo extensa e intensivamente; es lo que conocemos como el caso Aimée, es el nombre que él le da a esta paciente en el historial. Ainlée llega a ser la paciente de Lacar: porque en lo que se llama el panda al acto alcético comete un acto delictivo, va a buscar a una artista de teatro muy famosa en ese momento —lo que ahora podríamos llamar una vedette—, la va a buscar a la salida de una función y la apuñala, por lo menos intenta hacerlo, entonces es conducida primero a la policía, después a otras instituciones que tienen los franceses. En la policía la gente que la recibe inmediatamente se da cuenta de que puede tratarse de un sujeto psicótico. Entonces Lacan, que en ese momento trabajaba como psiquiatra forense, se encuentra con Aimée. Lacan no deja de destacar esta cuestión, dice que, aún en este caso, esta figura con la cual ella entra en rivalidad especular y a la cual decide apuñalar, —todo esto que más adelante Laca') va a incluir en la noción de la WreSividad_propia del estadio del espejo-, dice que esta figura no es un problema sólo de esta mujer, la vedette es una figura típica y una figura problemática para nuestra época, ocupa un cierto lugar en los problemas de nuestra cultura. CI_LOcitZuslunos..~4§/1-03.1/2~si..912SeSiY,1 estamos Planten: -gILSilue-119-»~écesariarnente de una.neuxosia3 5 jaigamos haber utilizido otros términos que efectivamente han sido usados en la historia de la psicología, en la historia de la psiquiatría y aun en la historia del psicoanálisis, en lugar de decir estructura obsesiva podríamos haber dicho personalidad obsesiva para marcar esta diferencia con la patología. Muchos psicoanalistas lo han planteado así. Después de todo el término personalidad es un término que Freud utiliza. Ustedes conocen este texto del '32 donde Freud da una de sus últimas vueltas sobre la segunda tópica, ahí el término aparece en el título del trabajo: "La división de la personalidad psíquica". La noción de personalidad que Freud usa en ese trabajo, justamente la hipótesis fundamental es que si se trata de una personalidad se trata de la diuisión de esa personalidad. Es decir que podemos hablar de personalidad tal cual Freud lo utiliza pero siempre teniendo en cuenta que la noción freudiana de personalidad alude directamente a 46

la noción de división. Y que no concuerda con la tradición que tiene esta n—óción-Cle personalidad tanto en el saber psiquiátrico como en el saber psicológico, donde la noción de personalidad apunta fundamentalmente al criterio de la unidad, de la unificación. Pero además este término personalidad tal como se plantea en el saber de la psicología y de la psiquiatría es muy confuso también, es muy amplio. Preferimos el término estructura que se acomoda mejor a la enseñanza di Freud y sobré a la enseñanza cinacan, Lita cuestión de ir formandó un tipo de ahí hacer el diagnóstico constituye un problema mucho más amplio. No sólo se plantea en términos de carácter, Si he insistido sobre todo en eso es porque allí es donde me parece que está la dificultad mayor en este momento; pero se plantea también en relación a otras características. Para mencionarles otra: a las relaciones de estos sujetos con eLptzro sa,o. Es en la estructura obsesivadon-ai fundamenlEniii% vamos a observar esto que en el trabajo de Freud llamó rfflEa4.4441.44144"411114trlaltitc . A Esto ciarainente en el historial del Hombre de las Ratas, y en el comentario de Lacan en el Mito individual del neurótico, la mujer pobre y amada y la mujer rica e impuesta. Esto no quiere decir que todos los sujetos de estructura obsesiva presenten esto en su vida cotidiana exactamente de esta manera. Nos vamos a encontrar, sobre todo en casos de neurosis graves, que las relaciones con el otro sexo son inexistentes, o bien que cuando el sujéto intenta algo en este sentido sus angustias y su desorganización crecen enormemente, Esta noción freudiana de la degradación de la vida erótica está aplicada para la mitad masculina. También hay una cantidad de cuestiones que giran en torno a cierta imagen de lo que es una mujer obsesiva, En primer lugar el prejuicio del que les hablaba la otra vez, hay mucha gente que todavía sigue creyendo que sólo hay obsesivos y que no hay mujeres obsesivas, cosa que francamente no es cierto, Gran parte de las mujeres que se analizan son obsesivas, aunque a veces no les guste mucho, sobre todo si son analistas o psicólogas, o estudiantes de psicología (risas), Es como si hubiera cierto desprestigio para una mujer en que su constitución subjetiva responda a la estructura obsesiva. Pero a veces la cosa va más allá y, puede parecer chistoso, pero estas cosas ocurren cuando nosotros discutimos los materiales antes de hacer la presentación en los ateneos clínicos. A veces, cuando preparamos estas presentaciones, nos encontramos por ejemplo con un material acerca del cual la persona que lo presenta ha hecho en primer lugar la hipótesis de que se trata de una paciente histérica. Tratamos de indagar a partir de qué surgió esa hipótesis, y . . . vamos viendo que no hay ningún fundamento. No aparece ninguno de los rasgos a partir de los cuales vamos definiendo las estructuras y cuando ya no queda otro argumento esta persona dice 47

por ejemplo: " ¡Pero era una mujer lindísima!". Es así, esto existe. Así como existe la idea de que el obsesivo es un tipo ordenado y aburrido, existe la idea de que las histéricas son mujeres lindas, y las obsesivas ¿necesariamente son mujeres feas?. Y no, no es así. Hay muchas mujeres obsesivas que no sólo son lindas, también son muy atractivas y seductoras. Y las histéricas no siempre resultan atractivas, esto depende de la forma y del grado de desarrollo de su neurosis. En el ateneo en que se presentó el caso de Francisca, en que se trataba de una mujer histérica, el relator dijo que por su modo de vestir presentaba la imagen de una maestra jubilada. La imagen de la solterona la pueden encontrar en una histérica o en una obsesiva. Y esto pasa con los obsesivos también. Puede haber obsesivos seductores. Esta idea por supuesto no surge de la nada, hay una asociación entre seducción e histeria; pero una cosa es tomar esto en el nivel estructural y otra es cómo se presenta en el nivel de lo observable, de lo fenomelógico. . Hay relaciones entre un registro y el otro, entre el registro de la 'estructura y el registro de lo fenoménico, y por supuesto que es sólo a través de lo observable que podemos llegar a hacer un diagnóstico estructural. La estructura como tal no es observable, es transfenoménica, pero esto no quiere decir que hacemos diagnósticos mágicamente; para hacerlos bien tenemos que hacerlos a través de algo que observamos. Pero entonces lo decisivo allí es cómo vamos articulando lo que observamos para inferir a partir de ahí qué estructura es la que está en juego. Pueden encontrar, en algunos casos, obsesivos seductmys pero con ciertos rasgos, en esa labor de seducción, que les pueden hacer inferir que se trata de una estructura obsesiva; no por ser seductor o no ser seductor, sino en cuanto a cómo funciona eso en relación a la posición subjetiva. Hay algo que Lacen destaca en relación con la estructura obsesiva, es lo que él llama la "ptraC o la "haza, entiéndanlo en un primer sentido como lo ma iiiireffIntre hay al afán de un deportista, ese afán de conseguir un record. Les voy a contar en la clase próxima un caso de este tipo, un sujeto joven en el cual la seducción en una cierta etapa de su vida pasó a constituir su principal actividad, se había convertido en una especie de don Juan, pero sin embargo no tiene nada que ver con don Juan. Para este tipo esta tarea de seducción era efectivamente un trabajo, él hacía esto de esta manera como en otros momentos había hecho otras cosas de esa misma manera. Lo dejamos para la clase próxima así podemos continuar con el tema de esta clase. LA8 NEUEOPSICOSIS DE DEFENSA Voy a retomar ahora a partir del punto en que habíamos dejado el jueves pasado, cuando hacia referencia a que la novedad freudiana en torno a la invención de la neurosis obsesiva radicaba en haber agrupa48

do esta entidad junto con la histeria. Al hacer esto habíamos retornado nuestras clases sobre la primera nosología freudiana. Me voy a ocupar ahora en presentarles qué es lo que Freud construye sobre esta entidad de la neurosis obsesiva en los cuatro primeros textos de la lista que les mencioné. Debemos comenzar por el primero, Las neuropsicosis de defensa, que es el texto fundador de esa comunidad nosológica entre la histeria y la neurosis obsesiva como dos de las formas de neuropsicosis de defensa (la tercera, según este texto, refiere a las psicosis alucinatorias), fundación que se asienta en la postulación de un mecanismo psíqyico de_ajormacit5aLde_los líntnmns romiin.s.iiimEdjversas-tiir-mbs, que dé nomina en esta época con el término "defensa". Es decir, que éste es el primer lugar en que Freud explícitamente construye (se trata evidentemente de una construcción y no solamente de una descripción) los diferentes momentos de un mismo mecanismo psíquico que da cuenta simultáneamente de la formación de los síntomas histéricos y obsesivos. El cuidado que Freud pone en la exposición lo llevará a advertirle al lector cuáles de estos momentos son observables y cuáles necesitan ser objeto de una postulación. Afortunadamente este trabajo ya lo tenemos hecho, lo que nos permitirá abreviar considerablemente su comentario. Los remito entonces a la clase 1•1° 36, ya publicada en el cuaderno IV, donde encontrarán un desarrollo algo más extenso y les recuerdo ahora, a modo de síntesis, las cuestiones principales. 1 - Agrupamiento nosoló0co. Es suficiente destacar para este punto el párrafo introductorio: "Junto a esta teoría psicológica de las fobias y representaciones obsesivas, por medio de la observación de enfermos se dilucidó un aporte a la teoría de la histeria o, más bien, su modificación, que parece dar cuenta de un importante carácter común a la histeria y a las mencionadas neurosis". La denominación neurosis obsesiva (Zwangsneurose) todavía no es usada por Freud en este texto, lo hará al año siguiente en el artículo sobre la neurosis de angustia de 1895. Aquí utiliza la denominación fobias y representaciones compulsivas (Zwangsvorstellungen) que debe considerarse como totalmente equivalente. Es decir que los síntomas aquí designados con el término fobias son síntomas obsesivos.  En ese momento de la obra de Freud las fobias no han sido delimitadas todavía como entidad clínica independiente —y es discutible si alguna vez alcanzan verdaderamente ese carácter — y se designan síntomas —en un sentido amplio— que se observan en cuadros nosológicos muy distintos. La denominación misma síntoma fóbico permanecerá problemática en la obra freudiana. Hay que llamar la atención sobre la prioridad explicativa otorgada por Freud en ese párrafo inicial a la neurosis obsesiva sobre la histeria. Es decir que en él Freud afirma haber construido primero la teoría de las obsesiones (lo que en la frase anterior llamó ensayo explica49

tivo de estos síntomas), y posteriormente por extensión haberla aplicado a los síntomas de la histeria, de donde resulta una modificación de su teoría. Es decir que presenta a la teoría de la histeria como una consecuencia de la teoría de la neurosis obsesiva. Sabemos que cronológicamente esto no es cierto. Que no responde a la sucesión de los hechos del trabajo de Freud que tuvo como punto de partida indudable el estudio sobre la histeria. Pero retroactivamente, por una necesidad explicativa, se le impone el orden de sucesión inverso: dado que es más fácilmente aceptable que las obsesiones respondan a un mecanismo de naturaleza psíquica, si se demuestra que los síntomas histéricos responden al mismo mecanismo, entonces se justifica la postulación de una teoría psicológica de la histeria. De este modo, con este argumento, Freud no necesita presentar a la naturaleza psíquica de la histeria como un postulado inicial sino que la deriva, la deduce, de la teoría de las obsesiones. A partir de este momento ya no ocupa entre sus nociones el lugar de un axioma, podríamos decir, sino de un teorema. Que ésta es la lógica que preside este párrafo se confirma en su parte final donde se ve que si Freud incluye como tercera forma de neuropsicosis una entidad tan disímil como las psicosis alucinatorias, lo hace para apoyar ese mismo propósito: "Además tuve oportunidad de inteligir algo sobre el mecanismo psicológico de una forma de afección indudablemente psíquica (destacado mío), y a raíz de ello descubrí que el modo de abordaje por mí intentado establece un enlace inteligible entre estas psicosis, y las dos neurosis ya indicadas". Anotemos finalmente que Freud ya usa aquí el término neurosis para referirse a la histeria y la obsesión: "las dos neurosis ya indicadas". Pero si lo hace de esta manera es siguiendo el uso general que tenía ese término en la psiquiatría. No se trata todavía del uso capecífIcaraente freudiano que surgirá un año más tarde por su aplicación a la entidad misma de la "neurosis obsesiva". En cuanto al mecanismo de formación de los síntomas, convienes dividirlo en dos puntos: la predisposición y el síntoma propiamente / dicho. 2 - La,praxliopp* ión. Constituye la primera fase, la operación inicial derniecanistrio formación destritomas.y consisl en una diso- . cia-77919 7 1 aeyznác4 Caracterizar la fase inicial como un estacó de disociacion de la conciencia •no es una noción de Freud, es de la psiquiatría de su época. Lo que ea freudiano es afirmar que se trata de una operación y no de un estado, o con mayor exactitud, del efecto de una operación. A Freud le interesa dejar sentado que la disociación de la conciencia no es un dato primario, entre otras cosas para oponerse a la degeneración como teoría etiológica de las neuro50

sis. Si esta disociación no es un rasgo primario debe'sexplicarse entonces cómo surge. Freud propone que surge como efecto de un acto y califica a este acto, cosa que puede parecer sorprendente en el creador del inconsciente, como Ti actz,de voluntad. A menos que se aclare de inmediato, como Freud lo hace, que Iodoaeto,ppr dejibelpdq QP sea._ produce una consegmerkpla_que.eaffiointA de su propósito ¡nidal; ". . . la disociación del contenido de la conciencia es la concecuencia de un acto voluntario del enfermo, vale decir, que es introducida por un empeño voluntario cuyo motivo es posible indicar. Desde luego no sostengo que el enfermo se proponga producir una escisión de su conciencia; su propósito es otro, pero no alcanza su meta sino que genera una escisión de la conciencia". ¿Cuál es este propósito que puede ser determinado en cada caso?: se trata de un intentes olvidar. Ante una representación inconciliable que suscita un afecto penoso el sujeto decide olvidarla. Les dije en aquella clase que no hay que detenerse aquí, que conviene prestar atención al hecho de que Freud sostiene que esta decisiónolvidar es a_taLicezco,n,~ncia_deunacto, es la expres ng41.-' ncia al. esfuerzo de solucionar una contradicción: "no confiando en poder reno ver, ice reu con o, me an un trabajo de pensamiento, la contradicción que esa representación inconciliable le oponía". El neurótico juzga a su yo impotente, y con esa declaración de impotencia pretende justificar la renuncia a resolver una contra dicción. Hay que decir que estamos aquí en elje Por eso hemos ubicado esta operación inic — , a ase ceróliodríamos decir, del mecanismo de formación de síntomas, bajo el rubro de la predisposición. Freud se niega explícitamente a afirmar que esta renuncia, el intento de olvidar, 1; decisión de a•artarse del pensarniento,zzeda ser calificada eruiLmiam • 09 • un ac o 0.1.91.• ..r o. Podríamos drelt que si se trata de una rnelrn , como tal no puede decirse de ella que sea sana o enferma, es una aici' 'tica la patología es su consecuencia. Freud no legisla, no a a irmar que esta consecuencia sea necesaria, se trata sólo de jeto no puede enteramente introducirse en el lugar del Otro, de que 'hay algo del sujeto que es inasimilable al Otro, de que hay algo del su g,, no ta....sikinificarktizatz e,En el Otro el sujeto puede constituir sus ideales, puede tomar significantes como ideales e identificarse a ellos, puede alienarse —hacerse Otro— en ellos, encontrar allí ' su Ideal del Yo. El sujeto puede identificarse también con imkenes, es decir con el otro ya no con mayúscula, sino con minúscula. Sn otro el sujeto también puede encontrar sus imágenes, sus___________ ideales, sus YQ ideales. Pero hay algo que subsiste como extenorif los significantes y como exterior a las imágenes a las que se identifica, en las que se aliena el sujeto. El a va a ser justamente esa.441,4W~a esa parte real del suje , to, esa parte viviente del sujeto, esa parte que tiene que ver con laut qu _ne esid _________________________________ificante. en a a, ala Ablesu el resto de la constitución del sujeto enerlugar ikó7e-Tdei delmet fuera del Otro. ._ A.: Fuera de la imagen especular, fuera del espejo por un lado, y fuera del significante por otro. A.: Y también podríamos decir que ese objeto a causa del deseo es lo que nos da a los humanos la singularidad. P.: La singularidad en el sentido de que para cada sujeto hay algo que no tiene la universalidad que sí puede tener el significante o cier17 7

ita imagen, algo que es privado, que es Inalienable, que por razones de lestructura es imposible que sea del Otro, o del otro. Habiendo despejado esto Lacen se pregunta de qué manera, o por qué vía, el exc men o entra en la sulgetivación, de qué manera juega el excremento en este proceso de inliusión'indonclusa del sujeto en el Otro. Y la primera respuesta que da, para después empezarla a modu- i ' lar y trabajar, la primera respuesta a esta pregunta de por qué vía el excremento entra en la subjetivación, es: por la demanda del Inri?, 1 -p r i m e r l e n t 9 1Qt4L-,Q l Luego Lacen explica con cierto lujo de por la cuyo lugar es ocupado, por ler -general, en detalles esta dialéctica que sucede entre madre e hijo en la que la madre le pide que haga caca en tal momento, que no haga en tal otro, y todo el ceremonial que acompaña a eso, que tiene que ver con el aroma, con la limpieza, con la admiración, la exclamación, la aprobación y que hace que e en bjetn que-secgordina. con la de1 Qtro, con deman madre, no sea tanto senr—sccremento ensímamo sino el eltantsLqugnpediclw en tanto que es-,et..obj,12 , ol, cite Q Por él—Otro. Con lo cual lo que tendría que ser la satisfacción de una necesidad_, la necesidad de defecar, esia a bsumida bajo otra satisfacción, que es la satisfacciónclá [....ernan a del Otro.

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Comienza así a prevalecer otra cosa que trastorna la evacuación que en los animales suele ser bastante natural, salvo el caso de ciertos animales domésticos donde también hay cierta relación con la demanda del Otro que es acompañada por premios y castigos. Lo irn1•s ortante eces sn•aa tnr idze, l • 0 e1 :t9o:d E , . eedra gp óa gs oi c, oy. em - TbTi a t aA acelaom 1 2 °é1n• oel m n p r e m i o s e l es ojulsjaheeetdlcoehpm doreai pbm f lki os •. r ei l li ad dl lefA

a-Impresionante que aquí detecta Lacan es el hecho de que se: vuelve más importante nata el sujeto el hecho_de satisfacer o no satisfacer la emanda del Otro —satisfacerla o no, cualquiera de las dos prisil---dades— que itAli tislacción_cleja necesidad A partir de aquí no es muy difícil imaginar que esa sustitución debe estar implicada en síntomas tales como la constipación o las diarreas que no son de etiología orgánica. Esas perturbaciones a veces suelen ser impresionantes, como en el caso del Hombre de los Lobos. El Hombre de los Lobos llegó a no poder evacuar durante años si un criado no le aplicaba una enema previamente. Hay que destacar, a partir de casos como ése, hasta qué punto había allí algo del orden de una resistencia ala demanda—dei-Otzo; hasta qué punto en la constipación puede haber en jueli~e tiene__quever_ya no co_n_laatecesidad —aquí ya ol-victé-mosnos de la necesidad, la necesidad ha sido trastornada completamente por el efecto de la demanda del Otro— sino con el deseo, ( con el que entonces_aparepesgmoiesistencia.ala_demanlksiel Otro (laesdeseo idea lo que resistede a Lacan la'demanda del hace Otroaes deseo mismo, unade de que las riiás fecundas en lo que la el direc. •

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ción de la cura). Obviamente, al Hombre de las Lobos a la edad en que lo analiza Freud , no había nadie que le pidiera que haga caca. Sin embargo había allí cierta f retuviera, no cediera (no se diera). La dernimrho del Otro había ski iiita.en su fantasía, Podemos decir entonces que escin~or un .1.` lado se articula con la satisfaccio TFCI:. •mmfei con el deseo, con lo cual retomamos la definición que ya había dado Lacan: Mit

Linecesida. se