Monologo de Un Alcoholico-guion

“EL ARREPENTIMIENTO DE UN ALCOHOLICO” R.A.V. I INTEGRANTES: AGÜERO MAXIMILIANO AVILA JUAN BORGNA LUCAS CAMACHO DANTE I

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“EL ARREPENTIMIENTO DE UN ALCOHOLICO” R.A.V. I INTEGRANTES: AGÜERO MAXIMILIANO AVILA JUAN BORGNA LUCAS CAMACHO DANTE

INT.-HOSPITAL-DIA Un hombre se encuentra postrado en la cama de un hospital. HOMBRE Felicidad…Pff!! Menuda palabra esa… creo que es la que más decimos y menos clara tenemos. A muchos les llama la atención que diga cosas así, pero sinceramente, creo que en algo tengo razón. Es triste, de hecho, pero desde que la gente no sabe para que lado tirar, cada vez me dan más razones para pensar así. O quizá soy yo el pelotudo que se dio razones. Todavía recuerdo como en un comienzo, para mí, felicidad era salir a jugar al fútbol con los chicos, ver una película en el cine y salir a tomar una cerveza. Y de hecho, para muchos tipos grandes sigue siendo igual. Sin embargo yo seguí otro camino… de adolescente pensaba que la felicidad era vivir todas las cosas posibles, experimentar todo cuanto antes por que la vida era corta y tenemos una sola. ¡Que loco! no se por que razón creía que por tener una sola vida debía tomar todo el alcohol posible… es que para mi era un estimulante, como un cohete mágico que me ayudaba a hacer realidad todas mis locuras. —Ríe sarcásticamente.--- Supongo que me quedé en esa época… De tanto en tanto se me viene a la cabeza la primera vez que caí preso, cuando mi madre me fue a buscar a la policía, con todo el rimel corrido. - Pausa: silencio y recuerdo – Esa noche ella había ido al cine con el viejo, puteó a media comisaría por que tenía toda mi chaqueta vomitada, y no me habían limpiado… supongo que no debían… La viejita siempre me decía… que no debía tomar tanto el fin de semana, que solo me diera un gustito, y yo me limitaba a decir que había tomado poco y que me había caído mal. Pobrecita ella, se encerraba en el baño a llorar – Quiebra su voz – solo para esconder su tristeza y mostrarse más firme o mas benevolente conmigo… y las veces que también lo habrá hecho mi viejo. Un día mi madre se murió, si! cáncer de mamas. Me acuerdo que mi padre estuvo mucho tiempo a mi lado protegiéndome. ¿De que?, de que no mandara mis estudios a la mierda y me dedicara a la joda, esa joda que yo llamaba felicidad por que me hacía olvidar de todo. Pero yo sabia que el Hugo (Padre.) estaba mal, el no me lo demostraba, pero se notaba igual de que la pena lo estaba morfando.

¡Un grande mi viejo! Cuando la soledad lo aplastaba se venía a mi pieza y hacia sus planos conmigo, el era ingeniero, y mientras… me daba fuerzas para seguir estudiando… y yo lo hacía, por que me sentía acompañado y querido. Sin embargo, no me pudo alejar de la joda, y del alcohol. En ese entonces las caídas a la comisaría del barrio eran normales, por que me peleaba con otros borrachos, por que me hacía el pistola con las chicas, o por que merodeaba por ahí rompiendo cosas. Un día mi padre se cansó de eso y el mismo fue al boliche a hablar con el dueño. Le preguntó por el precio de las bebidas y de ahí en más me daba lo justo como para uno o dos tragos. Empecé a robar, como haría un drogadicto de mierda, aunque supongo que yo lo soy también. Le robaba cosas a mis amigos, cosas que no valían nada y que por eso las tiraba a la mierda o me las arreglaba para devolvérselas sin que se dieran cuenta. Me costaba tanto conseguir plata, por que en definitiva siempre fui un inútil, que un día me le planté al viejo en frente y le canté las cuarenta. Me acuerdo que en ese entonces me las daba de rey, y le dije qué se creía él para negarme el dinero. Que lo usaba para distraerme de la vida de mierda que llevábamos los dos, y que el no tenía derecho a obligarme a ser un amargado como él. La palabra de Hugo siempre fue de hierro macizo, inquebrantable. Dijo que no, y por eso me fui de casa. Ya había pensado en buscar trabajo para terminar mis estudios de economía, pero como de costumbre, apareció papá. Me hizo sentir terrible, no por que me recriminara algo, sino por todo lo contrario. Lo consideraba un tipo de hierro, y cuando lo vi entrar a la casa de mi tía- por que ahí me hospedaba.- llorando y diciéndome que todo estaba bien y que me quedara con él, me rompió el corazón. Como en las películas románticas, mi viejo no tardó en seguir a mi madre, y para mi desgracia una de las últimas imágenes que me quedó de él fue la de casa de mi tía. A menudo me sentía culpable de lo que le había pasado, y por momentos pensé en recurrir al alcohol para consolarme, pero recordé por todo lo que habían pasado mis viejos y pensé en que no sería bueno honrarlos así. Por esto le di con todo a mis estudios y en tres años terminé economía. No niego que caí completamente borracho al menos dos veces a la semana, por que aún pensaba que la felicidad era la joda y la vida loca. Pero al menos me despertaba a la mañana preocupado por algo: Mis estudios y Anabel, una chica de mi curso con la que salía.

Ella siempre me ayudaba en todo, en los estudios y en mi casa. Muchas veces me encontré recostado en la cama y desnudo, después de una noche de alcohol tremenda, con Anita al lado mío, midiéndome la fiebre y limpiándome el balde. No obstante, y por más que parezca estúpido, no me sacaba esa absurda idea de la felicidad de arriba. Y pasaron muchos años después de casarme hasta que me di cuenta que realmente estaba equivocado, pues Anabel nunca festejó conmigo. Anabel era una excelente compañera, corría a mi lado como una gacela, ayudándome a conseguir trabajo en las mejores firmas, ayudándome en mis días tristes a salir adelante. Como será que me quería tanto, que aún sabiendo que me enojaría me llevó a alcohólicos anónimos. La primera vez que los vi, sentados alrededor de una mesa comiendo con vergüenza y hablando de sus vidas, me dije a mi mismo: ¡!JAJA!! Que pelotudos estos tipos, si cuando salen empinan el codo que da miedo. Este lugar es para los fracasetes, yo no necesito esto. Ella se enojo por esto, y mucho. En parte por que se exasperaba de ver como se me iba el dinero en “felicidad”, pero principalmente por que yo no fui capaz de hacer un mínimo esfuerzo por ella, ni por mí. Empecé a obtener dinero de otros sitios para que ella no se diera cuenta que tocaba el sueldo. Así, le pedí aumentos a mi jefe, y por último, cuando me los negaba, comencé a recurrir a otros lados. Lo último que hice fue jugar por dinero, siendo tan imbécil que me añadí otra adicción. Anabel se enfureció por esto, y tras peleas y peleas, le dije que era una basura y que me dejara vivir en paz. Se fue de casa al poco tiempo, pues un día me gaste medio sueldo en alcohol y demás joda. Me quedé solo, y para mi desgracia la gente comenzó a dejarme. Yo decía que eran unos intolerantes de mierda, pero a nadie le gusta tener a un tipo borracho al lado, y más cuando es crónico. También comencé a perder mi trabajo, mi casa, mis amigos. Paré en cualquier lugar lamentándome de todo lo que hice, y ahora me vez acá. En mi soledad me percaté de lo tonto de mi sentido de la felicidad. Pensé que era experimentar de todo, y por esas ansias me olvidé que la tenía justo enfrente de mis ojos, en mi trabajo, en mis amigos……en Anabel. Todo lo tiré pro la borda por que pensaba que era solo rutina. Todo estos años para darme cuenta de que más que vivir de todo, no realicé otra cosa que “hacer de todo”, por que en definitiva, nunca viví nada. Lo que se hace a apresuradas, nunca tiene el mismo sabor que aquello que se anhela y finalmente llega con esfuerzo.

Me hubiera gustado decir esto en los alcohólicos anónimos, decírselo a mis padres, a Anabel y a mis amigos, y no a un doctorcito principiante que me ve morir mientras vomito como un loco.