Mitos y Leyendas de Cali y Corregimientos

MITOS Y LEYENDAS DE CALI Y SUS CORREGIMIENTOS TABLA DE CONTENIDO Introducción …………………………………………………………...…………………………5 MI

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MITOS Y LEYENDAS DE CALI Y SUS CORREGIMIENTOS

TABLA DE CONTENIDO

Introducción …………………………………………………………...…………………………5 MITOS Y LEYENDAS…………………………………………………………………………..6 La llorona de San Antonio………………………………………………………………………...6 La mano del negro en la loma de la cruz…………………………………………………………...7 El ojo de buziraco…………………………………………………………………………………8 La dama de blanco………………………………………………………………………………...9 La leyenda de la Torre Mudejar…………………………………………………………………..10 El fantasma de Pichinde………………………………………………………………………….11 El pollo pelón…………………………………………………………………………………....12 La candileja……………………………………………………………………………………...13 El duende………………………………………………….…………………………………….14 La patasola………………………………………………………………………………………15 Juan Machete…………………………………………………………………………………….17 El cura sin cabeza………………………………………………………………………………...18 El guando………………………………………………………………………………………..19

El diablo en Agapito………………………………………………………………………….…..20 La vendedora de velas…………………………………………………………………………… 21 Conclusiones…………………………………………………………………………………….23 Bibliografía……………………………………………………………………………………...24

INTRODUCCION

En el siguiente trabajo encontramos diferentes mitos y leyendas originarios del municipio de Santiago de Cali y corregimientos cercanos, los cuales han sido contados de generación en generación por los habitantes de la zona.

MITOS Y LEYENDAS

LA LLORONA DE SAN ANTONIO

En el año 1593 vivía en el barrio de san Antonio el concejal Álvaro Pérez llanos con su esposa Micaela, un matrimonio que pertenecía a la clase alta de la ciudad. Con ellos vivía una hermosa empleada, gitana y mestiza exuberante belleza, llamada Margarita Hernández. La leyenda cuenta que margarita conoció en una fiesta a don Salvador de Ribera, del cual se enamora a primera vista, aquí empezó la tragedia. Salvador estaba casado con doña Ana Maldonado, al darse cuenta la infidelidad de su esposo envió una casa al obispo de España, acusando a la pareja de adultero y don Álvaro Pérez, amigo de la familia de alcahueta. La carta llego a manos de la familia Pérez y al darse cuenta del penoso incidente decidió matar a don Salvador. Don Álvaro Pérez espero al enamorado tras de la puerta su casa, al verlo llegar desenvaino su espada para darle muerte, pero don salvador se defendió con su espada e hirió a don Álvaro. El alboroto despertó a Micaela quien, al darse cuenta del asunto, golpeó casi hasta la muerte a Margarita y la acusó de ramera y la echó de la casa. Margarita se suicidó en su alcoba y Don Salvador, por su parte, fue acusado de adulterio y desterrado.

La familia Pérez intentó ocultar la desgracia y lanzó el cuerpo de Margarita envuelto en una manta, a un muladar. Pronto don Álvaro Pérez comenzó sentir ruidos en la sala de su casa y en uno de sus chequeos, fue atacado con furia por el que se dice que era el fantasma de Margarita. Se dice que Margarita deambula las calles de San Antonio llorando su pena. LA MANO DEL NEGRO EN LA LOMA DE LA CRUZ Esta leyenda sucedió por el año 1.559 en la Hacienda de Don Alberto Bujalande, un terrateniente de gran prestigio en la región. Crecencio era un negro rebelde, que se enamoró de Juana la negra, dama de compañía y sirvienta de Doña Carmen de la Ronda, esposa de Don Alberto Bujalande. Pronto Doña Carmen se convirtió en cómplice de los dos peones, hasta que un día Juana le confesó a su ama que se había casado con Crecencio en el altar de Piedra Grande en el Valle del Lili. También le contó que ambos escuchaban una voz grave y profunda que los invitaba a los Farallones. Doña Carmen se acordó de la leyenda que decía que en ese sitio se reunía el diablo con sus brujas a danzar, y decidió estar a favor de los designios sagrados de Dios, y no dejar que el Diablo tentara a sus dos peones. Así que los delató, lo cual implicaría la muerte para Crecencio, quien al darse cuenta decidió fugarse con Juana. Pero al final fueron arrestados en Vijes y llevados ante don Alberto, quién entró en cólera y golpeó a Juana casi hasta matarla, ante lo cual Crecencio se liberó de sus ataduras y le partió la mandíbula a su antiguo patrón. Como castigo, a Crecencio se le cortó la mano y de paso, el pene. Mientras que a Juana la aventaron al monte y fue devorada en embarazo por las fieras. Al poco tiempo Crecencio también apareció muerto. Su cuerpo, sin una santa sepultura, fue echado al muladar que era el sitio donde se echaba el estiércol y la basura de las casas.

Aquí comenzó la leyenda, cuando comenzó a aparecerse en la Loma de la Cruz, un negro sin mano que arrastraba cadenas y de cuyo muñón caía sangre sin parar. A su paso los animales enloquecían. Así, presos del terror, la gente hizo clavar una santa cruz en el lugar para santiguar el sitio.

EL OJO DE BUZIRACO El olor a azufre, la peste de la viruela, el dengue, la lepra, el tabardillo y la plaga de langostas sobre los cultivos, fueron algunos de los acontecimientos que sucedieron en Cali hacia 1.825. Pero lo más misterioso era que en las noches de lluvia se aparecía en el Cerro de Las Tres Cruces la figura gigante de un murciélago, alrededor del cual un conjunto de hombres y mujeres de color negro danzaban en medio de llamas al son de ritmos africanos. Al misterioso murciélago se le llamó el demonio de Buziraco: un ente, organismo, animal o persona, que había sido expulsado del Cerro de la Popa en Cartagena por un monje exorcista. De Popayán enviaron a los misioneros Vicente y Juan Cuesta para expulsar a Buziraco. En 1.837 los misioneros colocaron sobre el Cerro, tres cruces de guadua, con lo cual la furia de este demonio se aplacó. Pero hacia el año de 1.876, Cali fue víctima de saqueos e incendios. La leyenda cuenta que desde el Cerro se escuchó una voz ronca que con ira desmedida, maldijo la ciudad. Años después, en 1.925, hubo un temblor sin precedentes en el que se derrumbaron varias iglesias de la ciudad y se desplomaron Las Tres Cruces de guadua, como si se estuviera liberando de nuevo el temido Buziraco En enero de 1.937, el Padre Marco Tulio Collazos hizo volver a construir las tres cruces en concreto para más seguridad. Los cristianos tomaron por tradición subir al cerro a hacer

peregrinaciones, lo que supuestamente enfureció a Buziraco y éste en venganza confundió a los peregrinos, repartiéndole a los fieles aguardiente y mujerzuelas, lo que desembocó en un carnaval macabro de orgías, violaciones, saqueos y raponeos; así que la Arquidiócesis de Cali prohibió esta tradición. Sin embargo, dicen que Buziraco sigue haciendo de las suyas y que en lugar de haber sido desterrarlo, Las Tres Cruces lo dejaron atrapado. LA DAMA DE BLANCO En 1.789 en el barrio San Antonio vivía la familia del Alférez Real, conformada por don Manuel Caycedo, su esposa e hijos. Un día llegó a su hogar Inés de Lara, una pequeña y hermosa niña que tuvo que soportar la muerte de sus padres. Su madre murió cuando ella tenía siete y su padre falleció ocho años después, víctima de una enfermedad. Y aunque la familia Caycedo la acogió y fue criada como hija de ellos, a la niña siempre se le vio triste, pálida y moribunda. Siempre estaba asomada en el balcón de la mansión, con la mirada perdida. Rechazó muchas propuestas de matrimonio cuando llegó a la adolescencia, y se internó en el convento Las Carmelitas de Popayán hasta su muerte. Mucho tiempo después, en la mansión de los Caycedo, se encontró el esqueleto que parece ser el de Inés. La leyenda dice que en esa casa, hoy en ruinas, se escuchan pasos, se oyen golpes sobre las mesas, se abren y cierran puertas, y se ve a una majestuosa dama vestida de blanco pasearse por la casona.

LA LEYENDA DE LA TORRE MUDEJAR La torre mudéjar se yergue en los ámbitos de la ciudad de Cali, como una llamarada de la arcilla humana. Es como el símbolo del amor de Jesucristo, que asciende hasta lo alto; la quinta esencia de la arquitectura morisca. La torre del templo de San Francisco de Cali, varias veces centenarias, es una joya rara, y en ella como entre un motivo exótico, entre sus galas y majestad, ha jugueteado, como un hada traviesa, la imaginación popular. Sobre su origen han sido tejidas varias versiones de leyenda, todas con tres personajes centrales: una dama española, un moro y un peninsular de abolengo. Cuéntese que un árabe por más señales constructor, estaba locamente enamorado de una bella dama, hija de un hombre de dinero de la entonces naciente villa de Santiago de Cali. La dama le correspondía. Furtivamente tenían comunicaciones y el amor creció hasta tal punto, que los dos no vieron una solución mejor que el matrimonio inmediato para atar sus vidas. Así las cosas, él lo propuso y todo fue convenido para llevarlo a afecto. El padre de la dama, hombre orgulloso de su poderío, sobre manera adinerado, llego a tener noticias del suceso próximo por lo cual, ni corto ni perezoso, movió todas sus influencias para impedirles la realización de su propósito. De este modo, el enamorado, hijo de arabia, fue juzgado y luego sentenciado, a solicitud del antiguo beduino, le fue conmutada la pena

máxima por la construcción de una obra que fuera ornamento de la villa caleña. Así surgió la torre morisca de la ciudad de Cali.

EL FANTASMA DE PICHINDE En 1.685 un fraile misionero construyo una iglesia en Pichinde, km. 19 carretera a yanaconas, en la que ubico la imagen gigante de una virgen que el mismo había traído desde quito y cuyos ojos eran dos esmeraldas de gran valor. Un día llego al pueblo un apuesto sacerdote, de quien la gente dice que no se había ordenado ante Dios y que se ganó fácilmente la confianza de los feligreses de misas y sermones, sin embargo, a los pocos días de su arribo, el hombre fue hallado muerto en la iglesia, aplastado por la imagen de piedra de la virgen, cuyos ojos de esmeralda, habían desaparecido. Desde entonces, justo a la hora de la oración en la localidad de Peñas blancas, se aparece el supuesto sacerdote solicitando por la carretera un aventón, pero desaparece de inmediato una vez recogido por los conductores lo que dice la leyenda es que el padre “suplantador” sigue buscando a los ladrones que se llevaron las esmeraldas, piedras de las que siempre se quiso adueñar.

EL POLLO PELÓN Este ser es un demonio, el cual pía en las noches oscuras, así como también, cuando muere un condenado al infierno. Cuenta la leyenda que el Pollo Pelón, conocido también como el Pájaro Pollo, nació cuando un cura le hizo un exorcismo a una muchacha; ella tenía un demonio, el cual pasó a refugiarse en el primer ser vivo – no humano – que se encontraba cerca: un pollo. Tiene

forma

de

pollo

recién

nacido,

pero

más grande, y con los ojos saltones, rojos y chispeantes; pico afilado y de color verde fosforescente; cuello de víbora, alas de vampiro y patas de gallo, con enormes espuelas, esa es la descripción de este personaje. Este pollo, bastante particular, aparece en momentos especiales: Cuando éste endriago canta en las noches tempestuosas o cuando alguien agoniza y se escucha su terrible piar, los campesinos suelen santiguarse. Hay personas que aseguran que en el Parque del Acueducto y en Pance se le escucha eventualmente.

LA CANDILEJA La Candileja es un alma en pena. Una mujer que, por estar celando a su esposo en la calle, dejó a sus tres hijos solos, quienes murieron quemados cuando, por descuido de la mujer, se incendió su vivienda. Desesperada la mujer por tamaña desgracia, y temiendo el enojo de su marido, que era cruel, hizo una pira, le prendió fuego y luego se lanzó a las llamas, que dieron cuenta de sus últimos suspiros. Quienes juran haberla visto, dicen que es una mujer de rostro cadavérico, desnuda y blanca, que porta en sus manos una calavera, de cuyas dos cuencas donde antes eran los ojos, brota una luz verde. Dicen que el espectro de la mujer se aparece en las noches de invierno, en los callejones oscuros de las viejas zonas céntricas de Cali y en los montes recién derribados en el Valle del Cauca.

EL DUENDE Según la tradición oral, existía un ángel que era el más hermoso de todos, se llamaba Luzbella y era el consentido de Dios, a tal punto que le enseñó y permitió hacer ángeles. Luzbella se sintió tan poderoso que se sentó en el trono tratando de suplantar a Dios, éste se enfadó y lo sentenció: “por haberme desafiado ya no serás Luzbella, sino Luzbel-Lucifer” y lo expulsó del cielo junto con sus ángeles. Los que cayeron a la tierra se convirtieron en mariposas y los que cayeron en el infierno se convirtieron en demonios y Luzbella en el Diablo. Dios conservó de los ángeles Luzbellinos a los que tocaban el tiple. Esos ángeles-músicos podían salir y entrar al cielo con entera libertad y aprovechaban para venir a la tierra a parrandear. Cada vez se demoraban más en regresar, hasta que un día encontraron cerradas las puertas celestiales. Dios no quiso dejarlos entrar nunca más y los ángeles errantes regresaron a la tierra. Aquí se convirtieron en Duendes, pequeños seres vestidos con colores que llevan un gran sombrero, ligados a la música, en particular al Tiple. La divinidad o maldad de estos encantados seres es algo ligado a las actitudes de la gente con sus congéneres o con el entorno natural, del cual son guardianes, haciendo que los cazadores no puedan ver a sus presas a pesar de tenerlas en frente o envolatándolos en el bosque para que no puedan hacer daño a la vegetación y a los seres que allí habitan. Además de la música a los duendes les encantan los niños a los que atraen con juguetes coloridos que sólo esos pequeños pueden ver, hasta adentrarlos en sus terrenos y llevárselos para no volverlos a ver. Se interesan por las crines exuberantes de los caballos, las cuales

enredan en la noche con nudos que nadie es capaz de soltar, no habiendo mas remedio que cortarlas. Para ahuyentar a un duende que hace travesuras se usa un tiple nuevo y se afina como se afinaba en el cielo. Se deja el instrumento en algún lugar visible de la casa o sitio visitado por el duende para que lo pueda ver y como buen músico no aguantará las ganas de tocarlo, así se encontrara con el temple sagrado y furioso destrozará el tiple y jamás volverá.

LA PATASOLA Se dice que este personaje fue inventado por los hombres celosos para asustar a sus esposas infieles e infundirles terror. Cuentan que en cierta región un arrendatario tenía como esposa una mujer muy linda y en ella tuvo tres hijos. El dueño de la hacienda deseaba conseguirse una consorte y llamó a uno de sus sirvientes de más confianza para decirle: "vete a la quebrada y escoge entre las lavanderas la mejor; luego me dices quién es y cómo es". El hombre se fue, las observó a todas detenidamente, al instante distinguió a la esposa de un compañero y amigo, que fuera de ser la más joven, era la más hermosa. El sirviente regresó a darle al patrón la filiación descripción y demás datos sobre la mejor. Paso el tiempo, y el esposo de la bella relató a su compañero y amigo emisario sus tristezas, se quejó de su esposa, pues la notaba fría, menos cariñosa y ya no le arreglaba la ropa con la misma dedicación de antes; vivía de mal genio, era déspota desde hacía algunos días hasta la fecha. Le confesó que le provocaba irse lejos, pero le daba pesar con sus hijitos. El emisario sabedor del secreto, compadecido de la situación de su amigo, le contó lo del patrón, advirtiendo no tener él ninguna culpabilidad. El entristecido y traicionado esposo le dio las gracias a su compañero por su franqueza y se fue a cavilar a solas sobre el asunto y se decía: "...si yo pudiera convencerme de que mi mujer me engaña con el patrón, que me perdone Dios, porque no respondo de lo que

suceda...". Luego planeó una prueba y se dirigió a su vivienda. Allí le contó a su esposa que se iba para el pueblo porque su patrón lo mandaba por la correspondencia; que no regresaba esa noche. Se despidió de beso y acarició a sus hijos. A galope tendido salió por diversos lugares para matar el tiempo. Llegó a la cantina y apuró unos tragos de aguardiente. A eso de las nueve de la noche se fue a pie por entre el monte y los deshechos a espiar a su mujer. Serían ya como las diez de la noche, cuando la mujer, viendo que el marido no llegaba, se fue para la hacienda en busca de su patrón. El marido, cuando vio que la mujer se dirigía por el camino que va a la hacienda, salió del escondite, llegó a la casa, encontró a los niños dormidos y se acostó. Como a la madrugada llegó la infiel muy tranquila y serena. El esposo le dijo: ¿De dónde vienes?. Ella con tranquilidad le contestó: de lavar unas ropitas. ¿De noche?, pregunto el marido. A los pocos días, el burlado esposo inventó un nuevo viaje. Montó en su caballo, dio varias vueltas por un potrero y luego lo guardó en una pesebrera vecina. Ya de noche, se vino a pie para esconderse en la platanera que quedaba frente a su rancho. Esa noche la mujer no salió pero llegó el patrón a visitarla. Cuando el rico hacendado llegó a la puerta, la mujer salió a recibirlo y se arrojó en sus brazos besándolo y acariciándolo. El enfurecido esposo que estaba viendo todo, brincó con la peinilla en alto y sin dar tiempo al enamorado de librarse del lance, le cortó la cabeza de un solo machetazo. La mujer, entre sorprendida y horrorizada quiso salir huyendo, pero el energúmeno marido le asestó tremendo peinillazo al cuadril que le bajo la pierna como si fuera la rama de un árbol. Ambos murieron casi a la misma hora. Al esposo le sentenciaron a cárcel, pero cuando salió al poco tiempo, volvió por los tres muchachitos y le prendió fuego a la casa. Las personas aseguran haberla visto saltando en una sola pata, por cañadas y caminos, destilando sangre y lanzando gritos lastimeros. Es el alma en pena de la mujer infiel que vaga por montes y valles, que deshonró a sus hijos y no supo respetar a su esposo.

JUAN MACHETE Cuenta la leyenda, que hace mucho existía Juan, un campesino común y corriente de una región remota de América del Sur. Un día, cansado de la situación de la vida pobre que llevaba, decidió ofrecerle al Diablo la vida de su Esposa e Hijos, a cambio de que sus cosechas crezcan abundantemente hasta hacerse muy rico. Con el pasar del tiempo, Juan no recibió ninguna respuesta o una señal en especial, hasta que un día en medio de la noche, él se levantó y vio a un Toro Negro. Éste le dijo que debía tomar un Sapo y una Oveja negra para después coserles los ojos y por último enterrarlos vivos. Juan así lo hizo. Al pasar de los días, su tierra empezó a ser cada vez más fértil, hasta alcanzar dar grandes frutos, lo suficiente para ganar una gran cantidad de dinero, y mucho después, se volvió el hombre más rico de toda la región Un tiempo después, las partes del trato que nunca se realizaron por completo por parte de Juan, hizo que poco a poco perdiera toda su fortuna hasta quedar sin nada, y en la quiebra total. Después de esto, Juan se volvió totalmente loco, y enterró el poco dinero que le quedaba y se instaló en el bosque. Hoy en día, muchas personas que se dirigen a buscar el Tesoro del Campesino, aseguran que un Hombre fantasmal y sumamente alto los detiene y espanta llevando consigo un enorme machete.

EL CURA SIN CABEZA. Cuentan que se presentaba vistiendo su habito, en la mano derecha sostiene un rosario y en la otra su propia cabeza y en lugar de su cabeza una luz azulita, espanta a altas horas de la noche

saliendo

de

una

escuela

reconocida

y

caminando

hasta

la

Ermita.

Dicen que es un alma en pena, que al parecer se enamoró de una monja de la región, la cual, por su amor prohibido, se suicidó en la escuela de donde se ve salir el sacerdote.

EL GUANDO Hace muchísimos años vivía un hombre muy avaro, incivil, terco y malgeniado, que no le gustaba hacer obras de caridad, ni se compadecía de las desgracias de su prójimo. Los pobres del campo acudían a él a implorar ayuda para sepultar a algún vecino, pero contestaba que él no tenía obligación con nadie y que tampoco iba a cargar un mortecino. Que les advertía, que cuando él se muriese, lo echaran al río o lo botaran a un zanjón donde los gallinazos cargaran con él. Por fin se murió el desalmado, solo y sin consuelo de una oración. Los vecinos que eran de buen corazón, se reunieron y aportaron los gastos del entierro. Construyeron la camilla y cuando lo fueron a levantar casi no pueden por el peso tan extremado. Convinieron en hacer relevos cada cuadra, a fin de no fatigarse durante el largo camino al pueblo. Al pasar el puente de madera, sobre el río, su peso aumentó considerablemente, se les zafó de las manos y el golpe sobre la madera fue tan fuerte que partió el puente y el muerto cayó a las enfurecidas aguas que se lo tragaron en un instante. Al momento los hombres acompañantes bajaron a la corriente y buscaron detenidamente pero no lo hallaron ni a él ni al andamio. Lo que sí ha quedado por el mundo es su aparición fantasmagórica que atormenta a los vivos, haciendo estremecer al más valiente con el ruido de los lazos sobre la madera en un continuo y rechinante "chiqui, chiqui, chiquicha...".

Sus apariciones más seguras se verifican en la víspera de los difuntos, o sea en las fiestas de las Animas; en los lugares aledaños a los cementerios, causando gran pavor a la tétrica procesión, portando sus acompañantes coronas, cirios y rezando en voz alta.

EL DIABLO EN AGAPITO El apuesto hombre llegó solo al lugar. Era alto y fornido, en eso coinciden todos. Entró sonriente y coqueteando con todas las mujeres de la discoteca ubicada en Juanchito, justo al lado de Cali, y todas las mujeres fijaron su atención en él. Lo miraban de arriba abajo, querían saber quién era, querían mover sus pies a ritmo de salsa con los suyos. Eran casi las doce de la noche de un jueves santo, dicen algunos. Hace 18 años o hace 14, no se sabe. El hombre sonreía desde la barra, engreído, y pasados unos minutos por fin le tendió la mano a una caleña de piel trigueña, ojos cafés y pelo y la sacó a bailar. Se movía como ninguno. Sin duda era el mejor bailarín que habían visto en mucho tiempo. Una vuelta, un paso a la derecha, uno a la izquierda, otra vuelta. Y de pronto quien bailaba se convirtió en una bestia. Unos dicen que tenía cachos, otros que su cola se asomaba y se movía al ritmo de la música, pero todos coinciden en que sus pies no eran pies sino cascos, como de toro. El olor a azufre se hizo insoportable. Los gritos de dolor de la mujer caleña se mezclaron con la risa apabullante del demonio aquel, la luz se apagó y la gente salió corriendo despavorida. Todos querían huir, pero los carros no encendían.

Pasados los minutos, con los nervios de punta todavía, dos valientes hombres entraron al lugar de los hechos. La mujer estaba tendida en el suelo con los brazos quemados. Algunos dicen que murió, otros dicen que salió viva del asunto pero que se encuentra recluida en un manicomio. La discoteca estuvo varios días impregnada con un olor a azufre y la joven murió después de un tiempo con unas marcas de quemaduras en la espalda.

LA VENDEDORA DE VELAS Por las calles de Cali suele pasearse una mujer que trae consigo oscuridad y miseria. ¡Ocúltense! cuando haya un apagón en la ciudad, corran a casa y no se asomen a las ventanas. La vendedora de velas puede estar cerca. Una noche hubo un repentino apagón en la ciudad. En la calle reinaba el silencio, cortado en ocasionas por las hojas secas que eran arrastradas por el viento. Entonces, de entre las hojas, se escuchó el caminar lento y pesado de una persona. Un hombre, víctima de una curiosidad ingenua, se asomó a la ventana para encontrarse con la imagen que trastornaría su vida para siempre. En la calle sola y oscura vio la silueta de una anciana vestida con harapos, caminaba lento y casi arrastraba con su mano enclenque un canasto de mimbre, en la otra mano sostenía una vela. La mujer siguió su camino sin percatarse que él la observaba desde la ventana, hasta perderse completamente en la oscuridad. Al final él sólo escucha la pasividad de su andar cansado. Se quedó contemplando la calle en tinieblas y, sólo cuando dejó de escuchar completamente los pasos de la mujer, se alejó de la ventana. Buscó a tientas una linterna que tenía guardada en la habitación, pero al encontrarla se dio cuenta que esta no encendía. Trató después con fósforos, tampoco, estos se despedazaban

como si los hubiesen sumergido en agua. Entonces escuchó el primer golpe, un golpe seco y fuerte que provenía de la puerta principal. El eco del golpe retumbó en cada rincón de la casa, que permanecía sumergida en la oscuridad más absoluta. No sabía por qué, pero ese golpe le erizó la piel. Entonces vino un segundo, un tercero. Los golpes eran pausados pero continuos, ganaban intensidad al punto que pensó que echarían la puerta abajo. Se armó de valor y se acercó a la puerta, se asomó a la ventana, pero la oscuridad era tan compacta que no le permitía ver quién estaba tocando. Los golpes continuaron hasta que el hombre estuvo frente la puerta. Preguntó quién era, pero el eco de las hojas fue su única respuesta. Permaneció de pie sosteniendo el pomo, preguntó de nuevo… nada. Entonces una nueva arremetida hizo que el pomo vibrara en su mano, abrió la puerta de golpe… Ahí estaba la anciana. El hombre enmudeció y una oleada de temor le recorrió la espina. La mujer hacía un gesto que parecía una sonrisa, la poca luz que proporcionaba la vela hacía que se le vieran unas arrugas profundas, su rostro pareciera deformado, indefinible, destrozado por la vejez. Entonces la mujer metió en el canasto la mano con que lo sostenía y después le extendió algo, una cosa delgada y larga envuelta en papel. –Para que se ilumine- Le dijo la anciana con una voz añejada por los años. El hombre le dijo que no tenía dinero, renuente a recibir el paquete. –Para que se ilumine-, repitió la mujer, acercando más el paquete que, por educación, el hombre recibió. Adentro hay fósforos- dijo la mujer mientras giraba para marcharse. Entonces el hombre cerró la puerta y tanteo el paquete para saber qué contenía. Era algo cilíndrico, alargado y delgado, se sentía un poco viscoso, con unas partes blandas y otras endurecidas. El hombre encontró un fósforo en uno de los pliegues de la envoltura y, en cuanto lo encendió, empezó a sentir un dolor agudo en la canilla, el dolor era tan intenso que le hizo perder el equilibrio. Mientras caía la electricidad volvió e iluminó la casa de golpe; el pantalón se le humedecía con un líquido caliente y espeso en la parte de la pierna que le producía dolor, mientras sostenía en su mano, aún envuelto parcialmente en papel, un pedazo de hueso.

CONCLUSIONES -

Pudimos apreciar la tradición oral de nuestro municipio y sus alrededores al leer cada uno de los mitos y leyendas que nuestros bisabuelos y abuelos transmitieron de generación en generación.

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Todos estos mitos y leyendas nos dan a entender que las malas acciones tienen su debido castigo de una u otra forma.

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Algunos de estos mitos y leyendas nos cuentan el origen de lugares, cosas o situaciones que se dan a nuestro alrededor.

BIBLIOGRAFIA -

http://marielaibarra.com/2013/09/03/leyendas-calenas-la-vendedora-de-velas/

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