Leyendas y Mitos Incas

Huarcuna El hijo del Sol, Túpac Yupanqui, "el Hombre de todas las virtudes", como lo llamaron los Huravicus (hombres del

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Huarcuna El hijo del Sol, Túpac Yupanqui, "el Hombre de todas las virtudes", como lo llamaron los Huravicus (hombres del saber) de Cuzco, celebraba su victoria sobre la indomable tribu de los Pachis. Todo el imperio estaba ahí para festejar su triunfo. Pero un suceso nefasto se produjo: el cóndor de las alas gigantescas, cobardemente herido y sin fuerzas, cayó de la montaña más alta de los Andes, tiñendo la nieve con su sangre. El Gran Sacerdote, viéndolo morir, anunció que se aproximaba el fin del reinado de Manco Capac, primer Inca fundador del Imperio; que otras gentes vendrían con inmensas piraguas para imponer su religión y sus leyes. Pero ese día la fiesta continuó. Se hizo venir a una bonita cautiva que iba a ser entregada al Inca. Su corazón estaba lleno de amargura porque había sido alejada del ser que ella amaba y se la obligaba a cantar alabanzas al vencedor. De repente, ella se puso a temblar viendo que su novio se encontraba allí, también prisionero del Inca. La noche comenzó a caer sobre las montañas, y la suite real se detuvo en Izcuchaca. De pronto la alarma cundió en el campamento. La bonita cautiva, la joven mujer destinada al serrallo del Inca, fue sorprendida huyendo con su amante, a quien mataron al defenderla. Tupac Yupanqui ordenó la muerte para la esclava infiel. Y es con alegría que ella escuchó la sentencia, deseando más que nada en el mundo reunirse con el amante de su corazón y porque ella sabía que la tierra no era la patria del amor eterno. Desde entonces, en el lugar donde fue inmolada la cautiva, sobre el Palla Huarcuna situado en la cadena de montañas entre Izcuchaca y Huaynanpuquio, se puede ver una roca que tiene la forma de una india con un collar alrededor del cuello y un turbante de plumas sobre la cabeza. Se afirma que nadie puede pasar la noche en el Palla Huarcuna sin ser devorado por el fantasma de piedra.

El lago Titicaca Hace mucho tiempo, el lago Titicaca era un valle fértil poblado de hombres que vivían felices y tranquilos. Nada les faltaba; la tierra era rica y les procuraba todo lo que necesitaban. Sobre esta tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio, ni la ambición. Los Apus, los dioses de las montañas, protegían a los seres humanos. No les prohibieron más que una sola cosa: nadie debía subir a la cima de las montañas donde ardía el Fuego Sagrado. Durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de los dioses. Pero el diablo, espíritu maligno condenado a vivir en la oscuridad, no soportaba ver a los hombres vivir tan tranquilamente en el valle.

Él se ingenió para dividir a los hombres sembrando la discordia. Les pidió probar su coraje yendo a buscar el Fuego Sagrado a la cima de las montañas. Entonces un buen día, al alba, los hombres comenzaron a escalar la cima de las montañas, pero a medio camino fueron sorprendidos por los Apus. Éstos comprendieron que los hombres habían desobedecido y decidieron exterminarlos. Miles de pumas salieron de las cavernas y se devoraron a los hombres que suplicaban al diablo por ayuda. Pero éste permanecía insensible a sus súplicas. Viendo eso, Inti, el dios del Sol, se puso a llorar. Sus lágrimas eran tan abundantes que en cuarenta días inundaron el valle. Un hombre y una mujer solamente llegaron a salvarse sobre una barca de junco. Cuando el sol brilló de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus ojos: bajo el cielo azul y puro, estaban en medio de un lago inmenso. En medio de esas aguas flotaban los pumas que estaban ahogados y transformados en estatuas de piedra. Llamaron entonces al lago Titicaca, el lago de los pumas de piedra.

La Achirana del Inca Achirana significa "Lo que corre limpiamente hacia lo que es hermoso" y resume la leyenda de una de ellas en Ica, región ubicada al sur del Perú, que con maestría don Ricardo Palma cuenta en una de sus tradiciones más populares.

Inca Pachacutec (Foto: Internet) La Achirana del inca, narra el sentimiento que inspiró una doncella en el implacable Pachacútec, cuando éste dominara el valle de Ica sin mayor esfuerzo, dado que sus habitantes eran muy pacíficos.

Recorriendo el territorio sometido, el Inca llegó hasta un desértico pago llamado Tate, cuya dueña era una anciana que vivía acompañada de su bellísima hija, de quien Pachacútec quedó prendado y dispuesto a conquistar. Si bien el territorio había sido fácil de dominar, no fue así el corazón de la

joven. Ella no se dejó deslumbrar por el rango de su pretendiente, pues amaba a un joven de su comarca. Conmovido por el desinterés y honestidad de la doncella, el inca quiso plasmar su admiración y cariño concediéndole lo que ella pidiese. La joven arrodillada le suplicó agua para sus tierras que morían de sed: "Siembra beneficios y tendrás cosechas de bendiciones"- le dijo besando su manto. Pachacútec prosiguió su camino triunfal en su anda de oro, pero sus cuarenta mil hombres se quedaron diez días para ejecutar su promesa: Abrir el cauce que llevaría agua a los pagos de esa región iqueña. Aquella achorana quedaría como un homenaje al sentimiento de un poderoso soberano doblegado por una doncella.

El dios Huiracocha En el antiguo Perú se narraba acerca del origen del hombre, que el dios Huiracocha, en una época en que en el cielo no había ni sol, ni luna, ni estrellas, vino a la tierra andina (que ya existía antes de Huiracocha) y creó a una primera generación de hombres y mujeres, pero de talla muy elevada; resultó, sin embargo, que esta primera generación se portó mal, hasta olvidó a su creador, por los que Huiracocha los consideró soberbios y los castigó convirtiéndolos en piedra, que son las que se pueden ver ahora en Tiahuanaco.

Luego vino una gran inundación, terriblemente descomunal. Pero después Huiracocha visitó la isla del Titicaca, lugar desde donde creó el sol, la luna y las estrellas para que iluminaran la tierra.

De ahí pasó a Tiahuanaco y decidió crear la definitiva generación humana, aunque esta vez a su imagen y semejanza y de baja talla solamente. En seguida, por parejas, los sumergió en el lago Titicaca; y esta gente, buceando, se profundizó en las aguas hasta encontrar aberturas o cavernas en las paredes y pisos del lago. Por ellas penetraron hasta salir por otras aberturas y bocas que se encontraban ubicadas en cerros, puquios y árboles de diversas provincias. Fue entonces que, así por parejas comenzaron a poblar el mundo andino. Esta gente creada y enviada por Huiracocha sabía hablar, se vestían y tenían una serie de conocimientos enseñados por el mismo dios Huiracocha. Las aberturas por las que emergieron a tierra recibieron el nombre de "pacarinas" (cuevas por donde se amanece o se sale). Después Huiracocha creó a los animales; y en esta labor tuvo como ayudantes a dos hombres muy inteligentes y poderosos. Como se ve, en el antiquísimo mito de Huiracocha, cuando éste llegó a la isla de Titicaca, a la tierra ya la halló creada, el solamente dio origen a los hombres, a los animales y a las plantas.

El Mito del Paititi

Durante los primeros años después de la conquista española del Tahuantinsuyo, entre los pobladores del Cusco capital del imperio Inca, se propaló la noticia de la existencia de una ciudadela Inca ubicada en la región del Antisuyo(1) próxima al Cusco denominada “El Paititi”, poblado que los gobernantes Incas utilizaban parasus días de descanso, ciudadela incógnita con fortificaciones revestidas con oro, rodeada de andenería para el cultivo de plantas ornamentales, medicinales y alimenticias, con dotación propia de agua distribuida adecuadamente a través de toda la ciudadela, la cual también poseía jardines, palacios y viviendas construidas de piedra bien labrada, con escalinatas de comunicación, con necrópolis, y su hermosa campiña que la circundaba, todo su entorno estaba embellecida por árboles y arbustos, bien cuidados libres de malezas, poblada también por animales propios del clima cálido de la zona, que por las noches con sus cantos y el bullicio que creaban, amenizaban plácidamente el ambiente, dicha ciudadela de ensueño, estaba bien apertrechada con buenos caminos de acceso, constantemente reparados y mantenidos. Cuenta la tradición que el Inca Huascar(2) aun cautivo de su hermano Atahuallpa(2), con anuencia de sus celadores, convoco urgentemente en secreto a sus numerosos hermanos y otros familiares de su padre el Inca Huayna Ccapac, discutiendo y analizando con ellos sobre el peligro que entrañaba la llegada de los españoles, y de cómo codiciaban el oro y la plata, demostrada en los

saqueos sistemáticos de templos y palacios incas de la Costa, y que en tal cometido no respetaban creencias ni veneraban recintos sagrados del imperio, también discutieron sobre la captura perpetrada por los españoles de su hermano Atahuallpa en Cajamarca, y de como este ofrecía como pago de rescate a sus captores una cuantiosa fortuna en objetos y metales preciados, y lo que mas les preocupo era la marcha inminente de Pizarro y sus hombres hacia el Cusco capital del imperio. Una vez discutido y analizado las amenazas y peligros a las que estaban expuestos ellos y todo el imperio, les ordeno que transportasen en el acto hacia el Paititi, lo mas preciado de sus riquezas y ornamentos como eran sus ídolos, tótems, joyas y vajillas, así como otros objetos de oro y plata que considerasen valiosos de preservar, de la misma manera algunos registros o legados importantes de sus antepasados. También dispuso que para no levantar sospechas dejasen en el Cusco en forma intacta aquellos objetos que pertenecían a las deidades existentes de los recintos sagrados como: el Templo del sol, la luna, las estrellas o el Ccoricancha(3). Esta labor de recolección y traslado de tesoros, la encomendó a los familiares mas jóvenes y fuertes escogidos de la nobleza, quienes bajo juramento personal hecho ante el Inca, guardaron silencio de por vida sobre el secreto que sólo ellos y el Inca conocerían. Una vez establecido el pacto, de todas las partes del imperio inca, empezaron a trasladar apresuradamente todo lo mas preciado de las riquezas incas hacia el Paititi. Ya en el Paititi, lejos de las fortificaciones y la andenería de la ciudadela, los objetos preciados fueron escondidos en un deposito subterráneo labrado en el corazón de una roca viva, el cual fue sellado también con roca viva, esto ultimo para evitar que los objetos sufran algún deterioro o daño como producto de las inclemencias del tiempo, y todo aquello que ya no lograron transportar a tiempo, lo ocultaron en cuevas o mach’ays(4) existentes a lo largo de todo el trayecto hacia el Paititi. Transcurridos unos meses, estos mismos jóvenes al tener noticias de la muerte de Huascar y Atahuallpa, cumpliendo su promesa hecha al Inca Huascar, procedieron al camuflaje y la sepultura de la ciudadela del paititi, así como de aquellos recintos donde resguardaron las riquezas incas, finalizada esta tarea, procedieron a destruir aquellos caminos o rastros reales existentes que conducían al Paititi, de esta forma el mantenimiento antes rutinario, intencionalmente fue descuidado. Con el transcurso de los años la vegetación feroz de la Selva y la acción de la erosión hicieron su trabajo, ignorándose hasta el día de hoy la ubicación exacta de la ciudadela y de sus caminos de acceso. También existía otra versión referida al mito del Paititi, el cual cuenta que ante la desmedida ambición de los españoles por el oro y la plata, algún humorista de la nobleza Inca, con el afán de burlarse de los españoles, creo el mito y la farsa sobre la existencia de una ciudadela de oro conocida como El Paititi, induciéndoles de esta forma a exponer sus vidas a los peligros y enfermedades inminentes que la Selva inhóspita deparaba, especialmente a todos aquellos imprudentes que sin medir las consecuencias, osaban internarse en sus adentros. Del mismo modo se creía que la ciudadela pudo estar ubicado en algún lugar de la selva alta, en la colindancia de la región Cusco con la región de Madre de Dios, También se conoce que uno de los españoles que salió del Cusco en busca del Paititi fue Don Francisco de Orellana, quien en forma

casual mientras efectuaba la búsqueda de la ciudadela de oro, descubrió el gran río Amazonas. Por ultimo la leyenda refiere que antes del final de los tiempos, el Inca regresara reencarnado en un ser actual poderoso, y develara la existencia del Paititi ante el mundo, además será fácil reconocerlo, porque su sola presencia inspirara respeto, y porque se dirigirá a todos aquellos pobladores de su vasto imperio en sus propias lenguas o dialectos, llámese quechua, aimara, guaraní, cañarí, mapuche, etc., también utilizara para comunicarse con los pobladores actuales lenguas adoptadas como el español y el portugués, también la leyenda cuenta que tal Inca será un hombre erudito, altamente preparado y que practicara con los actos los mandamientos que sus antecesores antiguamente practicaban e inculcaban a todo

Mito Inca de la Creación Cuenta la leyenda, que el dios Viracocha, creó un mundo sin luz y dio vida a unos gigantes que no lo respetaron ni lo obedecieron. Disconforme con el resultado de su creación, Viracocha envió un diluvio que sumergió a la tierra transformándola completamente. Una vez que los gigantes desaparecieron, Viracocha decidió crear hombres pero de un tamaño semejante al suyo. Para que los hombres pudieran apreciar su obra resolvió iluminar la tierra por medio del sol, la luna y las estrellas. Creo también plantas árboles y animales. Viracocha hizo aparecer a un enviado suyo, Viracochan, un hombre que imponía respeto, para que instruyera a los hombres sobre la manera de conducirse para vivir en paz y armonía. El les enseñaba como cultivar y cuando cosechar. Las hierbas que podían utilizar como medicina, y los vestidos que debían usar. Les enseñaba con bondad y mucha paciencia. A pesar de todos los beneficios que las enseñanzas de Virocochan les producía, muchos hombres lo injuriaron y se reían de él porque vestía una túnica andrajosa. Ellos fueron convertidos en piedras. Hubo quienes trataron de escapar de su furia, pero fueron alcanzados por fuego volcánico. Solo allí se dieron cuenta que estaban ante un ser poderoso al que le debían obediencia y respeto. Viracochan hizo un largo recorrido. Al llegar a un hermoso valle creó a una persona a la que llamó Alcaviza y a ese lugar le dio por nombre Cuzco. Luego exclamó: Después de Alcaviza, llegarán los incas orejones. Mi deseo es que sean respetados. Este era un anticipo de la llegada a Cuzco de Ayar Manco y Mama Ocllo, fundadores del Imperio Inca Viracochan tenía muchos nombres: Tumupa, Tarapacá, Viracochan, Pachayachicachan, Bichaycamayoc, Cunacuycamayoc, Pachacan. Todos esos nombres significan: El enviado de Viracocha, su fuente, el predicador, el encargado del presente o el conocedor del tiempo. Cuando Viracochan llegó cerca del Ecuador, les anticipó a los hombres muchas cosas que habrían de suceder y luego se introdujo en el mar caminando sobre el agua.

El Lago Titicaca Había una vez un valle muy fértil rodeado de montañas altísimas. Ese valle estaba ubicado en el territorio que hoy ocupa el norte de Bolivia y el sur de Perú. Los hombres que allí habitaban vivían felices sin preocupaciones. Los Apus , dioses de las montañas, les procuraban todo lo que necesitaban, desde alimento hasta abrigo. Además los protegían de todos los peligros y angustias. Los Apus habían puesto todos estos bienes a disposición de los hombres con una sola condición: Que ningún hombre debía escalar jamás la montaña donde ardía el fuego sagrado. Los hombres siempre habían obedecido el mandato de sus dioses protectores, pero un día, el diablo, molesto de ver tanta paz y tranquilidad, comenzó a instigar a los hombres para que compitieran entre ellos para averiguar quién de ellos era el más valiente. La muestra de coraje consistía en desafiar a los dioses. Un día, los hombres decidieron escalar la montaña donde ardía el fuego sagrado, pero los Apus los sorprendieron a mitad de camino. Al ver que los hombres habían desobedecido su mandato decidieron exterminarlos. Bajo la orden de los dioses, cientos de pumas que poblaban la

montaña del fuego sagrado salieron de sus cuevas y comenzaron a devorarlos. Los hombres pidieron ayuda al diablo, pero este los ignoró porque ya había logrado lo que pretendía. Desde lo alto del cielo, Inti, el dios del Sol contemplaba la masacre con tristeza. Tanto era su dolor que lloró amargamente durante cuarenta días. Tan profuso fue su llanto que sus lágrimas inundaron el valle por completo. Todos los hombres murieron salvo un hombre y una mujer que estaban en una barca de juncos. Cuando el sol volvió a brillar vieron que se encontraban navegando sobre un lago enorme. Y sobre las aguas del lago podían verse los pumas ahogados transformados en estatuas de piedra. Esta pareja llamó al lago Titicaca que significa el lago de los Pumas de Piedra. Manco Capac Hacia el norte del lago Titicaca había una región donde los hombres vivían como animales salvajes. Sus casas eran cuevas en la montaña. Se alimentaan matando animales y arrancando frutos de los árboles. Para ellos no existían las leyes ni la justicia ni los dioses. Un día, el dios del sol, Inti, decidió que había que ocuparse de instruir y civilizar a estos hombres. Inti convocó a su hijo Ayar Manco y a su hija Mama Ocllo y les pidió que descendieran a la tierra y crearan un imperio. Entre sus deberes, debían instruir a sus habitantes en las artes de cultivar y cosechar. Debían también enseñarles a respetarse entre ellos y a venerar a su dios creador, el sol. También les ordenó fundar la capital del nuevo imperio. Para ello les confió un bastón de oro y les dijo: Al llegar al lago Titicaca deberán caminar hacia el norte cada vez que se detengan deberán apoyar el bastón en la tierra. Cuando el bastón se hunda sin dificultad, es porque han llegado al lugar indicado para fundar la gran ciudad que será la capital del imperio. Esa ciudad se llamará Cuzco y desde ese lugar gobernarán el imperio del sol. Al día siguiente, los hermanos, ricamente vestidos , descendieron sobre el lago. Los hombres y las mujeres que los vieron quedaron deslumbrados y convencidos de que se trataba de seres sobrenaturales y los siguieron a la distancia. Los hermanos comenzaron su larga caminata hacia el norte apoyando en la tierra el bastón cada vez que se detenían. Los días pasaron, pero como el bastón no se hundía, seguían caminando. Un día llegaron a un hermoso y fértil valle. Cuando se sentaron a contemplarlo apoyaron el bastón de oro y este se hundió sin oponer resistencia. Esa era la señal que estaban esperando. Allí construirían la capital del imperio, el Cuzco que significa el ombligo del mundo. Ayar Manco se ocupó de instruir a los varones a cultivar y cosechar. A construir sus viviendas y a cazar. Mama Ocllo se ocupó de las mujeres. Les enseño a hilar y a tejer con la lana de las llamas. A cocinar y a mantener el orden en sus casas. Ayar Manco pasó a llamarse Manco Capac. Junto a su hermana Mama Ocllo, que se convirtió en su esposa, gobernó el imperio del sol. A partir de ese momento todos los sucesivos emperadores fueron descendientes de Manco Capac y gobernaron el imperio con sus hermanas devenidas en esposas.

La Leyenda del Oso Ukuku

En el pueblo Inca de Ollantaytambo, a orillas del río Vilcanota, vivía un apuesto y gallardo joven llamado Rumy, el cual estaba sumamente enamorado de la hermosa princesa Chasca, que era hija del soberano Inca. Como Rumy era muy pobre, se tenía que ver en secreto con la princesa Chasca, porque el Inca quería casar a su hija con un hombre muy rico y poderoso llamado Layka, que además era brujo. Todas las mañanas Rumy se encontraba con Chasca y jugaban alegremente en el río, nadando y haciendo piruetas. De esta manera ellos eran muy felices.

El viejo Layka era muy astuto y malvado, y trataba de engañar al Inca haciéndose el bueno, para así poder casarse con la bella princesa Chasca. De es esta manera, para lograr su objetivo, le llevaba muchos regalos al Inca. Le ofrecía vasijas llenas de oro, joyas y ropas lujosas tejidas en oro y plata. Para ganarse su favor, también solía obsequiarle regalos a la Colla, esposa del Inca y madre de Chasca. Layka no hacía todo esto por bondad, sino por interés, para llegar a ser algún día un príncipe inca.

Como Layka tenía poderes de visión, una mañana consultando con su esfera mágica de cuarzo, vio que la princesa Chasca se encontraba todos los días con Rumy en el fondo del río, por eso nadie se daba cuenta de su relación, porque se veían en secreto. Layka primero pensó en denunciar a Rumy para que fuera castigado por el Inca. Pero como era astuto, malvado y envidioso, se puso a idear un malévolo plan para vengarse. También temía que el Inca, siendo tan benévolo, pudiera perdonar a Rumy y permitir su casamiento con la princesa Chasca.

El brujo Layka comenzó a trazas planes para poder separar a la princesa Chasca de su amado Rumy, pero esto no era nada fácil porque los jóvenes estaban muy enamorados, y era casi imposible apartar al uno del otro. Entonces, APRA cumplir con su objetivo, consultó con otros brujos malvados, pero a nadie se le ocurría nada que pudiera separar a los jóvenes. De pronto, a Layka se le vino la perversa idea de convertir a Rumy en oso, y de esta manera separarlos para siempre. Así que le lanzó un potente conjuro, y a la mañana siguiente Rumy se despertó convertido en oso.

Rumy, ahora con la apariencia de un oso por el conjuro del malvado brujo Layka, sin entender lo que sucedía, se fue como todas las mañanas a encontrarse con su amada Chasca al río Vilcanota. Cuando la vio se llenó de alegría. Pero ella, al ver un oso, se asustó muchísimo y empezó a correr. Rumy gritó: “Chasca, no tengas miedo, soy yo, Rumy…, alguien me convirtió en oso”. Entonces Chasca se volvió y vio la vincha que ella le había regalado a Rumy en la cabeza del oso. También reconoció la voz de Rumy y se tranquilizó. Al reconocerse, Rumy y Chasca se abrazaron con mucho amor y alegría por su reencuentro y dedicaron un buen tiempo a conversar acerca de lo que tenían que hacer para escapar del brujo Layka y de sus conjuros maléficos. Finalmente decidieron que debían apartarse de la gente a un lugar lejano donde nadie pudiera encontrarlos. Así escogieron ir a vivir a las cercanías de la gran montaña llamada Apu Verónica, cuyas cumbres permanecen siempre nevadas.

Como fruto del inmenso amor que se tenían, Rumy y Chasca tuvieron un hijito al que llamaron Ukuku. Este era un niño que tenía apariencia de oso y de humano. Siempre estaba alegre y era juguetón. Tenía muchos amigos entre los animales y hacía travesuras jugando con el zorro, el cuy, el puma, el cóndor y el venado, que celebraban con alegría sus bromas. Todos lo querían muchísimo porque era bondadoso y ayudaba a sus padres y amigos cuando lo necesitaban. Un día, cuando Ukuku paseaba tranquilamente, de repente vio a lo lejos a un grupo de guerreros, encabezados por el brujo Layka, que venía a vengarse de sus padres. Entonces Ukuku les avisó para que escapasen y no fueran atrapados por el brujo. Chasca y Rumy, convertido en oso, comenzaron a correr hacia las altas montañas nevadas que conocían muy bien, porque llevaban viviendo allí varios años y conocían todos los lugares donde podían esconderse para no ser atrapados.

Sin embargo, los guerreros de Layka eran muy veloces y estaban acostumbrados a perseguir fugitivos siguiendo sus huellas. Además Laika había prometido dar mucho oro y plata, armas y ropas finas a los guerreros que capturaran a Rumy y a la princesa, y estaban a punto de capturarlos para entregarlos a Layka. Entonces, Ukuku, desesperado por querer salvar a sus padres, habló con sus amigos, los espíritus de las montañas, y les pidió que mandaran una avalancha de piedras que finalmente sepultó al malvado Layka y a sus guerreros.

Luego Ukuku solicitó a los buenos Apus, espíritus de las montañas, para que protegieran en todo tiempo a sus padres, Rumy y Chasca. Entonces los Apus convirtieron a sus padres en dos hermosas montañas nevadas y fueron inmortales y felices para siempre. De esta manera, Ukuku salvó a sus padres, y él se quedó viviendo con sus amigos los animales; y sus papás Rumy y Chasca, transformados en hermosos nevados, permanecen juntos siempre. Así en el Perú, donde hay una montaña nevada existe un oso Ukuku, que es el defensor y custodio de los nevados, que recuerdan a la gente el profundo amor de Rumy y la princesa Chasca.

La leyenda de los soldados Pururaucas o los soldados de piedra es una leyenda inca que mitifica la victoria del ejército inca hacia el ejército chanca en 1438. Es un intento de engrandecer la hazaña de la sorpresiva victoria inca de la batalla de Yahuarpampa (en quechua: llanura de sangre). La Leyenda En la batalla se cuenta que cuando Viracocha Inca e Inca Urco huyeron abandonando a los cusqueños a su suerte ante la inminente llegada del poderoso ejército chanca, Cusi Yupanqui (Pachacútec) solicitó el retorno de su padreViracocha Inca para que dirija la defensa, ante la negativa del inca Viracocha Inca, Pachacútec se vio obligado a tomar el mando del ejército. Pachacútec reclutó a algunas etnias vecinas para resistir juntos al poderoso ejército chanca, sin embargo nadie deseó unírseles más que la etnia de los Canas.

Cuando el ejército inca se postró en el campo de batalla a esperar al ejército enemigo, Ttopauanchire, ministro del Coricancha, ordenó hacer pequeños montículos de piedra disfrazados de soldados para que a la distancia el ejército parezca más numeroso.

Según el relato, en plena batalla, los montículos de piedra se hicieron reales por la voluntad de los dioses para favorecer a los incas. La victoria de la batalla y la guerra fue para los incas. Explicación histórica: Lo más probable es que todo el relato haya sido cierto, tal y como se cuenta, a excepción de la materialización de los soldados de piedra. Cuando Pachacútec solicitó a las etnias vecinas un apoyo defensivo a la poderosa amenaza chanca, muchas de las etnias esperaron a observar que bando se inclinase a la victoria para unírsele. Cuando observaron esto en la etnia inca entraron en combate a su favor, así que hubo una alza repentina en el número de combatientes contra los chancas, pareciendo así que los montículos de piedra se transformaron en soldados de verdad Otra versión de esta leyenda es que el ejercito Chanca, huyo al ver la gran cantidad de soldados que tenía el ejercito Inca, pero no se trataba de Montículos de Piedra sino de llamas a las cuales Pachacutec mando a disfrazar al ver la desventaja numérica.

Inkarri Cuenta la leyenda, que una India, tuvo un hijo del dios Sol al que llamó Inkarri. Este niño creció con poderes sobrehumanos, ademas, tenia un asombroso látigo con el cual dirigía las enormes piedras para fundar el Cusco.

Con el pasar del tiempo, el Inkarri fue capturado por los españoles, y luego decapitado por temor a su gran influencia a pesar, de la angustia de los súbditos. Los indígenas están convencidos que un día, se unirán a las partes descuartizadas del cuerpo del Inkarri, enterradas en diversos lugares para volver y redimir, a la raza Incaica.

Mito del Cóndor (Cusco) Se dice que en una comunidad, un hombre vivía con su hija. La hija pastaba las ovejas, llamas y otros animales. Cada día un joven vestido con elegancia iba a visitarla. Tenía un traje negro hermoso, chalina blanca, sombrero y todo. Cada día iba a visitar a la mujercita, y se hicieron buenos amigos. Jugaban a todo. Un día comenzaron a jugar de esta manera: “Álzame tú y yo te alzaré”. Bueno, comenzaron el juego, y el joven alzo a la mujercita. Recién cuando la había alzado en alto, la mujercita se dio cuenta de que estaba volando. El joven puso a la mujercita dentro de un nicho en un barranco. Allí el joven se convirtió en cóndor. Por un mes, dos meses, el cóndor criaba a la mujercita. Le daba toda clase de carne: carne asada, carne cocida. Cuando habían estado unos años juntos, ella llego a ser mujer. La jovencita dio a luz un niñito, pero lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en la comunidad. “¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién está cuidando a mis ovejitas? Devuélveme al lugar de donde me trajiste. Devuélveme allá”, le suplicaba al cóndor. Pero él no le hacía caso.

Un día un picaflor apareció. La joven le dijo: “¡Ay, picaflorcito, mi picaflorcito! ¿Quién hay como tú? Tienes alas. Yo no tengo ninguna manera de bajar de aquí. Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquí. Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su niñito”. El picaflor le contestó: “Escúchame joven. No llores. Te voy a ayudar. Hoy día iré a contarle a tu papá dónde estás, y tu papá vendrá a buscarte”. La joven le dijo: “Escúchame, picaflorcito. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay hartas flores bellas, te aseguro que si tú me ayudas, toditas las flores que hay en mi casa serán para ti”. Cuando dijo eso, el picaflor volvió contento al pueblo, y fue a decir al padre de ella: “He descubierto dónde está tu hija. Está en el nicho de un barranco. Es la mujer de un cóndor. Pero va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro viejo”, dijo el picaflor, y contó su plan al viejo. Fueron, llevando un burro viejo. Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco. Después llevaron dos sapos: uno pequeño, otro grande, y dejaron los sapos en el nicho del barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo.

El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tú no sabes que desgracia hay en tu casa”. “¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó. “Tu mujer y tu hijo se han convertido en sapos”. Bueno, el cóndor se fue volando a ver. Ni la joven, ni su hijo estaban dentro del nicho, solamente dos sapos. El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el picaflorcito está todos los días entre las flores en la casa de la jovencita. Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la comunidad.

El Puente del Inca Leyenda popular Argentina Cuenta la leyenda que hace muchos, muchísimos años, el heredero del trono del Imperio Inca, se debatía entre la vida y la muerte, siendo víctima de una extraña y misteriosa enfermedad. Las curas, rezos y recursos de los hechiceros nada lograban y desesperaban por no poder devolverle la salud. El pueblo amaba intensa y entrañablemente al Príncipe de los Incas. Invocaba a sus Dioses y realizaba sacrificios en su honor. Fueron convocados los más grandes sabios del reino, quienes afirmaron que sólo podría sanarlo el maravilloso poder del agua de una vertiente, ubicada en una lejana comarca. Partieron en numerosa caravana, vencieron infinidad de dificultades, marcharon durante meses en que veían agotadas sus fuerzas, y un día se detuvieron ante una profunda quebrada, en cuyo fondo corrían las aguas de un tempestuoso río. Enfrente, en el lado opuesto, se observaba el codiciado manantial, pero… ¿cómo hacer para llegar a ese inaccesible lugar? Meditaron durante mucho tiempo, tratando de buscar una forma de llegar hasta las milagrosas aguas, pero todo era en vano. Cuando ya la desesperación los dominaba: aconteció un hecho extraordinario: de pronto se oscureció el cielo, tembló el piso granítico y vieron caer, desde las altas cimas, enormes moles de piedra que producían un estrépito aterrador. Pasado el estruendo, y más calmado el ánimo, los indígenas divisaron asombrados, un puente que les permitía llegar sin dificultad hasta la fuente maravillosa. Transportaron hacia ella al Príncipe, quien bebió de sus aguas y pronto recuperó la salud. La omnipotencia del Dios Inti, el Sol, y de Mama-Quilla, la Luna, habían realizado el milagro. Así surgió ese arco monumental de piedra, que recibió el nombre de “Puente del Inca”, que se levanta custodiado por el Aconcagua, rodeado por la imponente belleza de los Andes.