Medicos en Conquista Del Desierto

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médicos en la Exoea Lxpedicion d a I Desierto Federico Pérgola Buenos Aires

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Slrvió de fortaleza militar.

i . Rumania después del Pa­ rí a¡r h asta el año 2009 su función de VpaladoT (s. XV), modelo del mítico pon ~r.es militares varias veces du-

■a i ‘fue es el pasado. O scar W ilde

egún la opinión del capellán de la Expedición al De­ sierto -en 1 8 7 9 - Antonio Espinosa (1), observador participante, esa segun­ da incursión al territorio indígena no tuvo las ca­ racterísticas genocidas de la que efectuó el general Juan Manuel de Rosas en 18 3 3 . Se trataba de con­ vertirlos a la fe cristiana. "En agosto de 1 8 7 9 el número de los indígenas bautizados en la Capital llegaba a mil doscientos die z. Actuaban común­ mente de padrinos los jefes y oficiales de los cuerpos de tierra o de mar." N o obstante el trato no debería se r todo lo humanitario que se podría pensar y el desarraigo actuaría ferozmente sobre Una de las pocas fotografías directas que existen del ellos: "Los indios prisione­ general Julio A. Roca. ros y los niños indígenas eran distribuidos por la Sociedad de Beneficencia Otras voces no son tan categóri­ entre familias de la Capital, o enviados cas en la crítica a Rosas, sobre todo al interior." Les esperaría un destino tratándose de tribus que no eran los servil.

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habitantes autóctonos de las zonas fue esta primera expedición al desierto: que reivindicaban, efectuaban malo­ "Rosas, preocupado por la escasez de nes feroces y mantenían cautivas a las hombres y elementos para el cuidado y mujeres blancas. Con muchos indíge­ alimentación de la cantidad de indios nas el trato era cordial. "A l respecto, que resultaban prisioneros, indicó al Rosas le escribirá al general Tomás de coronel Ramos que en lo sucesivo, Iriarte: 'Estos indios son intolerables, tratándose de adultos -n o de mujeres no se cansan de pedir y si no se les ni criaturas- solo le mandase los de da se enojan, pero lo más admirable verdadera importancia; pero si no la son las necesidades que de poco tiem­ tenían, luego de tomarles declaración, po a esta parte se han creado; piden que los dejara atrás con una guardia hasta artículos de lujo cuya existencia a cuyo jefe instruiría para cuando que­ ignoran'. daran solos los ladeara al monte y allí "Las tribus salvajes cuentan en el los fusilase. Daba en las instrucciones caudillo con un protector entusiasta. el nombre del oficial capaz de servir P resta rle su cooperación armada de verdugo, agregando que si luego' durante la guerra civil de 1 8 2 9 les eran echados de menos los prisioneros reportó regalos y beneficios, además podía decirse que habiéndose querido de la pronta respuesta a sus demandas escapar, la guardia había cumplido reiteradas. su consigna de "Una vez en ■BBI^ hacer fuego sobre el gobierno, Ro­ oruenta^x/wcl¿c¿Mi de ellos. No conve­ sas había impul­ nía, al avanzar O ^uan Q /fía n u el de sado a la Sala de sobre una toldeRepresentantes a ___________________ ría, tomar muchos que instaurara, a prisioneros vivos, partir de las rentas públicas, un fondo pues con dos o cuatro bastaba y, si denominado 'pacífico' para atender las había más, en caliente nomás debían necesidades de los indios. El dictamen matarse. No había como guardar los fue muy cuestionado por la oposición, prisioneros seguros." En años posterio­ pues aducían que el mandatario dispo­ res -de la siempre trágica vida política nía indiscriminadamente de esa partida del p a ís- estos procedimientos y tales y era poco lo que les llegaba a sus razonamientos volvieron a reverdecer. verdaderos destinatarios (2)". Con respecto a la personalidad de monseñor Mariano Antonio Espinosa, es Udaondo -en un pequeño opúscu­ La/ e ta p a / d e /J u a y u M c m u e i/ lo - quien señala que en una "expedi­ ción que tuvo un éxito completo, (que) de/'RoMWr' conquistó para la civilización más de Esta introducción nos obliga a efec­ 1 5 .0 0 0 leguas de territorios riquísimos, tuar digresiones que, en cierto modo, deshabitados hasta entonces, por temor sirven para dimensionar los conceptos. a los indios de las pampas [...] tomó De acuerdo con las instrucciones escri­ parte el doctor Espinosa juntamente con tas que Rosas dirige al coronel Ramos, los sacerdotes salesianos Costamagna Schoo Lastra (3) destaca lo cruenta que (después obispo) y P. Botfa. Estos sacerH IS T O R IA N° 111

dotes arrastraron todas las inclemencias del desierto y las penalidades de lar­ gos viajes a caballo para llevar los beneficios de su apostolado a esas aparta­ das regiones con peligros de sus vidas. No obstante esto, los fres misioneros rechazaron el premio en tierras que les correspondía por ley del Congreso" (4). Circunstancia esta última que los enaltece. No eran, ciertamente, los habitantes itinerantes del desierto vecinos como para establecer buenas relaciones. Los años trans­ curridos y la desaparición de todos los protagonistas La Campaña de Rosas despertó agudas críticas borran el h o rro r de la durante y después de ella. invasión -en 1 8 7 0 - de Tres Arroyos con rapto de mujeres y niños y muerte de los hombres, saqueos e incendios, hubo genocidio, sino guerra contra el como tampoco el malón de Namuncurá usurpador. La apetencia por el ganado y sus hermanos sobre Bahía Blanca que -dice Gandía (7)-, desde años atrás, felizmente la fusilería hizo abortar. Tan aproximaba cada vez más a los indios antiguo fue el problema de los mal- a Buenos Aires. González A rrili es más hechores, los indígenas y los blancos preciso aún al expresar que "lo s indios plegados a las depredaciones que, aún de Callvucura (sfc) arreaban animales sin ser gobierno, Rosas trató de en- por miles, camino de la cordillera. Los contraríe un paliativo. "Con tal objeto saqueos de estancia eran negocio orgaRosas elevó en febrero de 1 8 1 9 una nizado. Contaban con agentes en Chile memoria al Directorio; en la que propo- y en Buenos Aires, su sistema de infor­ ma la fundación de un establecimiento mación y su sistema bancario" (8). denominado Sociedad de Labradores Luego de sucesivos intentos de y Hacendados para el auxilio de la pacificación, lograda a medias, el policía de campana" (5). Gobierno Nacional se decidió a acTiempo después, vencido Rosas tuar. "Pese a la existencia de estos en Caseros, Calfupurá llamaba Chilol acuerdos o tratados, menudearon los (lugar de Chile o pequeño Chile) a robos de haciendas y los sangrientos su toldería. Era un indígena invasor malones, con cuyo producto los indios y por ello, para García Enciso (ó) no negociaban posteriormente en Chile o HISTORIA N° 111

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con otros cristianos poco escrupulosos las compensaciones que se lograban refugiados en el desierto. Ello les per­ por la liberación de los cautivos; los mitía adquirir ropas, bebidas, adornos, regalos periódicos recibidos de las elementos varios y especialmente armas autoridades coloniales en ocasión de de fuego, con las que enfrentaban a las la firma de convenios o la celebración tropas nacionales. De donde no es de de tratados de paz; los robos realiza­ extrañar que más tarde se viera a al­ dos en la frontera durante los malones gunas tribus abandonar la lanza para o los ataques a viajeros o caravanas manejar habitualmente el Remington u que cruzaban la llanura. Pero malones otras armas de fuego" (9). y ataques fueron disminuyendo a me­ M andrini (10) trata de descifrar dida que se afianzaron las relaciones la complejidad de la frontera con los pacíficas entre ambas sociedades." indígenas y dice: "En la conquista y ocupación de esas tierras indias, pro­ ceso que se completó en la segunda Lev etapas cie/Julío-A. Roca/ mitad del siglo pasado (Nota: se refiere al siglo XIX} y comienzos del presente, Roca fue quien comandó la gesta se dirim ieron ambas cuestiones: la destinada a terminar con todas las eliminación definitiva de esas fronte­ circunstancias mencionadas y, funda­ ras interiores por mentalmente, ocu­ la incorporación par esas tierra s efectiva de los te­ fértiles. El hecho íerc/iciaú co/i. /t a c/está rrito rio s indios a de haber sido de­ (/e CR-f. Sofoca, los nacientes Es­ signado coman­ tados y la fijación dante general de de los límites entre las fronteras de las naciones que aspiraban el control Córdoba, San Luis y Mendoza, en re­ de los mismos. Cabe señalar que en la emplazo de Mansilla, le permitió tomar región meridional de América del Sur, conocimiento directo de los problemas la ocupación efectiva del territorio por que planteaban el indio y el desierto. argentinos y chilenos incrementó las Preparó entonces la acción definitiva tensiones entre ambos Estados [...]" contra el malón. Prosiguió la lucha -ya Agregando en otro párrafo de su desde el M inisterio de Guerra, que trabajo con respecto a los pobladores ejercía por la designación del presi­ autóctonos lo siguiente: "Los intensos dente Avellaneda- que, con críticas, contactos que mantenían las pobla­ había iniciado Alsina para la conquista ciones del sur bonaerense con Buenos del desierto, operación considerada Aires y luego también con Carmen de complemento de la independencia y la Patagones les permitían aprovisionar­ reorganización nacional. No obstante, se de productos europeos esenciales la campaña de Roca fue tenida, en para su subsistencia. Cabría señalar el último tiempo por grupos contesta­ además del activo comercio que se tarios, como un verdadero genocidio desarrollaba entre ambas sociedades, que, además, permitió la constitución al menos otros tres mecanismos por de enormes latifundios. los cuales se obtenían esos productos: El ¡efe del Estado Mayor fue el

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coronel Conrado Villegas . sus fu e rza s estaban "armadas por cinco divi­ siones comandadas por Nicolás Levalle, Eduardo Racedo, Napoleón U riouru, Hila rio Lagos y una a su cargo. No podemos dejar de mencionar al coronel A lva ro B a rro s que, al decir de Cár­ denas de Monner Sans (11), fue "el militar que ~iejor conoció el desierto ■ el que escribió libros y folletos apuntando suge­ rencias muy estudiadas para lograr paz interior •• defender las fronteras nternacionales de nuesrro país". Alvaro Barros fue el primer gobernador de la Patagonia, por ley 9 5 4 , promulgada e l 11 Conrado Villegas fue el Jefe de Estado Mayor de la de octubre de 18 7 8 . Expedición de Roca. ¿Qué papel cumplie­ ron los médicos en esta campaña? "La medicina de la campaña figura representada ocupa profesionalmente de la opera­ por el Cirujano de Ejército Dr. Miguel ción militar no los menciona. Gallegos y el Cirujano del Cuartel Emilio R. Coni (14), en ese mo­ General Dr. Apolinario Martini, bajo el mento destacado ¡oven médico, antes mando directo de Roca. En la tercera del inicio de las acciones por parte división del general Racedo servirán el de Roca, escribía: "Sabemos la im­ Dr. Benjamín Dupont, francés y el Dr. portancia que tiene la elección de los Luis O rlandini, italiano. En la cuarta campamentos, que, a la vez de reunir división Julio C. Medeiros, Justino Vélez ciertas condiciones estratégicas, deben y Alejandro Marcó revistan como ciru­ ser lugares higiénicos, y en este sentido janos, aún sin título universitario. En la el ¡efe del Estado Mayor y el médico expedición naval al Río Negro, apoyo deben cuidar, en lo posible, que el arte de la campaña terrestre, podemos citar y la ciencia de la guerra se hermanen al Dr. Vicente Uriburu (12)". con el arte y la ciencia de la higiene, Pero es probable que el hecho que precave las enfermedades. El ci­ militar haya echado sombra sobre los rujano mayor debe velar por la buena aspectos médicos. Walther (1 3) que se calidad de los alimentos, bebidas, HISTORIA N° 111

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vestidos, etc., del soldado y todos sueldos que se ofrecían sólo tentaron estos cuidados, por insignificantes que a aquellos que poseían muy escasos parezcan, necesitan ser dirigidos por recursos. En la documentación exami­ una persona respetable por su saber nada predominan los casos de estu­ y experiencia y coadyuvado por un diantes que son eximidos de aranceles personal inteligente. No se improvisan universitarios por pobreza y que en un médicos y cirujanos con estudiantes de determinado momento de su carrera (a I o a 4° año de medicina; ni farmacéuti­ veces al comienzo de la misma) suspen­ cos con practicantes de farmacia, como den sus estudios para incorporarse c las fuerzas expedicionarias. sucedió con la campaña del Paraguay; "De tal manera que la situaciór el señor general Roca y el señor co­ ronel Luis María Campos han podido del Cuerpo Médico podemos resumirle apreciar las penalidades y sufrimientos en los siguientes puntos sobre los que en aquella campaña, por falta de un hay general coincidencia en diversa: personal médico ad hoc. fuentes: I. La cantidad de facultativo: "Hasta la fecha, y a pesar de de­ fue insuficiente. 2. Los médicos y ciru círsenos que la campaña al Río Negro ¡anos en general estaban mal pagos tendrá lugar el 10 del corriente abril 3. Una buena parte de los mismo: no hemos podido adolecía de falte averiguar el nom­ de p re p a ra d o r bre del Cirujano y e x p e rie n c ic >t (/tctrio i¿n c/u /a r i/u itra Mayor del Ejército (ha b ía mucho: expedicionario, ni io ¿m t.a /a/ior- cien tífica estudiantes y re del personal médi­ cién graduados) eafiedociomamM co-farmacéutico; 4 . Los recursos hu sólo hemos con­ manos estuvieror seguido ver, en los mal organizado: talleres del Parque de Artillería, dos (tal vez peor en el Ejército que en le hermosos carros de capacidad para Armada). 5 . Entre os profesionale ocho enfermos en camilla, los cuales hubo abundancia de extranjeros qu< sirven de base para armar carpas para en general revalidaron después de le cuarenta o cincuenta; el diseño de mo­ Campaña. Algunos de los extranjero chilas para medicamentos de primera ni siquiera eran médicos. Las plazas n< necesidad; diseño de cajas botiquines eran estables. Sólo había estabilidac y unas camillas que, colocadas sobre en los fortines donde predominaroi ruedas, facilitan el traslado de enfer­ justamente los extranjeros. mos de un lugar a otro." "Todo el panorama profesional ar Kohn Loncarica (15), en un comple­ tedicho sumado al cuadro sanitario ar to trabajo donde indaga 3 0 legajos tes esbozado nos permite afirmar qui del Archivo Central de la Facultad el Cuerpo Médico de la Campaña c de Medicina de Buenos Aires dice lo Desierto fue, salvo contadas excepcic siguiente: "H a y evidencias que un buen nes, de muy discreto nivel: que casi m número de los galenos enganchados hubo investigación científica por part trabajó en la expedición militar por de los médicos con la sola excepció razones de tipo económico. Los bajos de los estudios del doctor Benjamí

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Dupont y algún otro trabajo disperso botánico; Adolfo Doering en calidad al que luego aludiremos. Asimismo es de zoólogo y geólogo; Gustavo Niefácil advertir que buena parte de las derlein, ayudante de botánica y Fede­ estructuras académicas oficiales de rico Schultz, preparado en zoología. nuestra medicina se mantuvo totalmente En 1881 tres volúmenes resumirían la al margen de la Conquista del Desier­ tarea cumplida por estos hombres de to. Probablemente se pueda afirmar ciencia en la empresa de Roca. Entre también que esto fue así también con los que no participaron del viaje pero relación a la Sanidad M ilita r, cuya colaboraron en su sistematización po­ organización anterior a 1 88 8 fue en demos citar a Carlos Berg y Eduardo general precaria. En ese sentido reite­ Ladislao Holmberg. Se suman estos remos que Emilio Coni condenó seve­ expertos y notables investigadores a ramente tal estado de cosas, criticando los que han contribuido a que nuestra acerbamente la práctica de cubrir los tierra se aprecie y pueda impulsarse su cargos con estudiantes y extranjeros, progreso sobre bases concretas" (17). y señalando que "lo s médicos de la Los tiempos eran otros y lo que hu­ sanidad militar eran mal tratados y biera sido necesidad impostergable mal pagados." Remigio Lupo (ló ), corresponsal del diario La Prensa, quien envia­ ba sus crónicas de la expedición al Cuartel General, nombra tam­ bién a los presbíteros, aunque desde Médano Colorado, el 8 de mayo de 1 8 7 9 , comenta que se agrega a una comi­ sión compuesta por el naturalista Doering y el médico del Cuartel Ge­ neral Dr. M artini, entre otras personas. "En lo que concier­ ne a lo científico la expedición del general Roca contó con el apor­ te dispuesto por la Aca­ demia de Ciencias de Córdoba, nacida por iniciativa de Germán Burmeister en la presi­ dencia de Sarm iento: Coronel Hilario Lagos, quien estuvo al mando de una Pablo G. Lorentz como de las cinco divisiones de la Conquista del Desierto. HISTORIA N° 111

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era la presencia de antropólogos y las enfermedades con las que también sociólogos; destinados a interpretar el ganaban las batallas. En efecto, en un grave problema generado en el choque pasaje de su libro, Pastor (20) expresa cultural y la aculturación. que "la 3a División concluyó la misión Doering y Loentz (18) tuvieron la que le confiara el general Roca, re­ virtud de, además de su labor científica gresando a Mercedes y Río IV con el documentada, llevar un diario de su ex­ siguiente resultado: 123 indios de Lan­ pedición, donde volcaron las vivencias za, 4 6 9 de chusma y 4 9 cautivos res­ de una tarea singular para científicos catados. De los indios prisioneros, 153 de su calibre. Clodomiro Zavalía, en el habían muerto por la viruela y otras prólogo de estas memorias dice: "Se enfermedades". Se repetía aquello que conoce todo el interés que para los vemos a diario en los últimos tiempos: hombres de ciencias ha tenido siempre la penetración del hombre en sistemas la formación pampeana. Compréndese ecológicos cerrados genera intercam­ que el general Roca formulase al minis­ bio de afecciones desconocidas para tro Lastra, de buen grado, la indicación alguno de los protagonistas. Aunque de que en la expedición figurasen los indígenas mantenían contacto más personas capacitadas para el estudio, o menos asiduo con el hombre blanco, en sus diversos aspectos, de los pro­ los grupos tribales más alejados, más blemas científicos de la Patagonia. Al internos, permanecían vírgenes a sus igual que Napoleón cuando organizó enfermedades infectocontagiosas. Tam­ su viaje a Egipto, tuvo en cuenta que bién morían de viruela los milicianos ¡unto con los tiempos militares, debían del gobierno nacional. también asegurarse beneficios para la Una de las condiciones que fa­ cultura científica. vorecía la epidemia de viruela era "Los doctores Doering y Lorentz el hecho que, para evitar el ataque eran hombres de refinado espíritu y sorpresivo del indígena, las unidades con especiales aptitudes para apreciar debían permanecer agrupadas. Uno la grandiosidad del paisaje en el cual y otro bando contaban con enfermos, íbanse internando." aunque fueran menores los del ejército. "Acompañaron también enfermeros "Se ha invocado acerca de esta sus­ y auxiliares -dice Cresto (1 9 )-. Los ceptibilidad -indica Depalma (21)-, a indios prisioneros y los niños, mujeres diferencia de las ocasionales víctimas y ancianos fueron examinados por sus entre los soldados criollos, su natural dolencias, vacunados y muchos de falta de inmunidad, su falta de abrigo, ellos remitidos a diversos hospitales su desnutrición, ya que se alimentaban de la muy precaria Buenos Aires de de raíces y restos de cuero de toldos esos días." abandonados cuando no podían re­ agruparse, cazar y huir hacia los pasos neuquinos. En una orden general de la Memoria M ilitar y Descriptiva de la Ter­ IL yv a r m a ; biológica/ letdb cera División Expedicionaria de 1 8 7 9 , Con respecto a la cuestión médica, leemos la citación urgente del Jefe de los blancos llevaban, sin saber que Operaciones para que los cirujanos se estaban usando un arma biológica, presenten a la carpa del Comandante -

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a efectos de arbitrar los medios que neutralicen la eclosión de una epidemia de viruela. A continuación se detallan las conclusiones enviadas por dichos cirujanos, aconsejando extremar las medidas de higiene, exigir un total ais­ lamiento de los virulentos y proceder a la vacunación y revacunación de todos los individuos de tropa, aun los que ha­ yan sido vacunados, tengan más de 10 años o que hayan padecido la viruela con varios años de antelación." Además de la pésima alimentación de nuestros soldados, habitualmente por inconvenientes en el traslado de las vituallas (inundaciones, tropelías y robos de los indígenas, etc.), Depalma menciona otras enfermedades como las fracturas, congelamientos, parasitosis, disenterías y enfermedades venéreas. Amén de ello, la sanidad estaba en manos de practicantes sin título y las condiciones para la cirugía de guerra eran de lo más precarias. Antes de biografiar escuetamente algunos de los médicos, es interesante destacar la estructura -de acuerdo con Kohn Loncarica (2 2 )- de los problemas médicos y sanitarios de la Campaña del Desierto: "1 . Problemas por desadaptación climática en la mayoría de los solda­ dos (deshidratación, patología por frío -pleuropulmonar y cutánea-, incluso casos de muerte por congelamiento, insolación, lesiones oculares por viento, etc.). "2 . Problemas nutricionales (escasa o inadecuada alimentación, o ambas circunstancias a la vez. Al parecer la ración fue frecuentemente insuficiente y con marcado predominio cárneo, lógicamente no lo más indicado para climas muy fríos). " 3 . Problemas derivados de la HISTORIA N° 111

vestimenta y calzado inadecuados (lesiones varias de marcha, falta de protección para temperaturas extremas y para la marcada variación de ellas entre el día y la noche). "4 . Problemas por malas condi­ ciones higiénicas en fortines y cam­ pamentos (la no existencia de buenas instalaciones sanitarias sumada a la muy baja temperatura de las aguas naturales originó patología por falta de higiene, en particular parasitosis dérmicas). "5 . Enfermedades infecto-contagiosas por combinación de los factores anteriores (en efecto, la desnutrición, la falta de higiene, la ropa y calzado inadecuados, la severidad del clima, las marchas agobiantes, la promiscui­ dad, en conjunto crearon las circuns­ tancias ideales para que proliferaran las enfermedades ¡nfecto-contagiosas. Predominaron la viruela, la disentería, la tuberculosis, los flemones y ántrax consecutivos a las frecuentes picadu­ ras de jejenes, tábanos y mosquitos y facilitados inmunológicamente en su desarrollo por las intensas caminatas, la desnutrición y la suciedad). "ó. Patología traumática (fracturas, luxaciones, heridas, naturales en medi­ cina militar). "7 . Patología venérea (particular­ mente sífilis y blenorragia. No debe olvidarse que varias columnas fueron acompañadas de 'chusma' de mujeres y niños, en su mayoría aborígenes y mestizos). "8 . Patología mental (todas las duras circunstancias anteriores reunidas en conjunto determinaron algunos ca­ sos de depresión y enajenación mental. Depalma refiere casos de suicidio entre la tropa). "9 . Proliferación del curanderismo

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(la escasez de profesionales, la falta de atendió una botica en el pueblo de medios de éstos, las severas condicio­ Dolores. Luego comenzó su actividad nes del medio, fueron sin duda campo como militar. En 1 85ó logró su habili­ propicio para la proliferación de curan­ tación como farmacéutico e instaló su deros y curanderas, cuyos métodos en propia farmacia, la denominada Fénix muchos casos tuvieron que ver con la en la esquina de Lavalle y Carlos Pemedicina de los aborígenes)." llegrini. Con ese título, ya que carecía Guerrino (23) efectúa un enfoque de estudios secundarios, se inscribió distinto y denomina Sin o p sis de la -en 1 8 6 1 - en la Facultad de Ciencias patología del desierto a un cuadro Médicas y en calidad de practicante donde señala: epidemias (viruela, có­ actuó en la guerra contra el Paraguay,, lera, disentería, fiebre tifoidea), procesos por lo cual fue ascendido a cirujanopsiquiátricos (psicosis, neurosis, alcoholis­ del ejército en 1 8 6 6 . Cutolo (24) dice mo, suicidios), males venéreos (sífilis, ble­ que antes había recibido su título de norragia), enfermedades dermatológicas abogado en la Universidad de Buenos (sarna, eccemas, herpes, úlceras), lesio­ Aires. Cuando se inició la campaña de nes del aparato respiratorio (bronquitis, Roca se le dio de alta en el servicio, neumonías, tuberculosis), problemas que había abandonado temporaria­ circulatorios (congelamientos, gangre­ mente por la política (que le ocasionó na), disturbios di­ la pérdida de su gestivos (diarreas, farmacia), y fue g a s t ro e n t e rit is , designado nueva­ ‘(pxt&nMi ¿ií/a