Mariategui - El Factor Religioso

Universidad Central del Ecuador Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Sociología Teoría Política IV Mariátegui, José.

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Universidad Central del Ecuador Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Sociología Teoría Política IV Mariátegui, José. El factor religioso Por Hugo Montalvo La religión del Tahuantinsuyo Los incas se veían a sí mismos y a la realidad que les rodeaba de un modo que nada tenía que ver con las representaciones modernas. Para poder estudiar su vida social y política, y dentro de ella sus manifestaciones culturales, es necesario tener presente esta consideración. La importancia de la religión incaica radica en el hecho de que, en tanto institución, constituía un todo junto con el Estado. No se trataba de una religión reconocida oficialmente, “la iglesia era el Estado mismo”. (Mariátegui, 1928). Así, la asimilación de las creencias de los pueblos conquistados seguía la misma lógica del sometimiento material, bajo la cual los dioses de los vencidos, en lugar de ser condenados quedaban subordinados a los dioses incas. El entrecruzamiento entre poder político y religioso en la figura de los gobernantes, arraigado en la “antigua costumbre salvaje de deificar a los reyes durante su vida” (Mariátegui, 1928), se hace patente en los chamanes que se convertían con frecuencia en jefes de sus grupos sociales. Los numerosos dioses de los pueblos bajo influencia incaica eran una suerte de espiritualización de los elementos naturales que los rodeaban. Sus adoradores no se preocupaban por cuestiones metafísicas, pero es posible afirmar, a partir de los elementos señalados, que practicaban el panteísmo, sin la necesidad de teorizarlo. Este mundo vasto y complejo significaría más tarde una serie de problemas a los conquistadores españoles para imponer su religión. El factor religioso en la conquista española reviste gran importancia, no sólo como instrumento de dominación, sino como la motivación esencial del proceso. En tanto “empresa esencialmente militar y religiosa” (Mariátegui, 1928), la conquista se puede considerar la última cruzada, que buscaba implantar su propia teocracia sobre otra ya existente, la incaica. Se trataba, sin embargo, de una cruzada distinta a las grandes gestas de la alta Edad Media. Ya no eran nobles los que combatían, y los pocos que sí, se veían obligados por la pobreza. Después de la Conquista, empresa militar con un fuerte componente religioso, vino el Coloniaje, cuya naturaleza era más bien política y eclesiástica. Ya conquistados los pueblos, lo siguiente era administrar los bienes obtenidos. Para ello era necesario contar con instituciones fuertes que aseguren el dominio español, siendo quizá la más importante la Iglesia, dedicada en este nuevo momento a tareas de evangelización y persecución y condena de herejes.