Macrocefalia Urbana

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Macrocefalia Urbana Macrocefalia en geopolítica, se entiende como la concentración de poder político, económico y administrativo en la ciudad capital por lo general. Ésta se da en los países cuya red urbana está muy desequilibrada por el predominio de una gran ciudad que concentra a gran parte de la población urbana, en el caso de nuestro país, se manifiesta en Caracas. Según NEGRON(2001): “Caracas posee una concentración excesiva de actividades y población con relación al resto del territorio nacional, lo que implica no tanto un "simple" desequilibrio territorial, sino más bien sería la expresión territorial de un mecanismo de explotación, donde el centro extrae valor agregado de la periferia.” Este fenómeno tiene que ver con la economía obviamente: todas las entradas más poderosas (económicamente) del país se ven acumuladas en la ciudad capital. Las actividades económicas que se desenvuelven en la macrocefalia, son de tipo terciario. La economía Venezolana está caracterizada por estar en vía de desarrollo y por tener estructuras económicas yuxtapuestas que serian la que pertenece al sector precapitalista; la cual se une al sector capital por medio de las relaciones tradicionales del sector capitalista.

Desde el inicio del asentamiento informal, el fenómeno por sí mismo tiene una impronta: una expresión propia de autoorganización, autoproducción y autogestión de su hábitat. Expresión propia que se ha “adquirido” por la réplica incesante de las experiencias positivas en logros de implantación de vivienda; es decir que la cultura de constituir formalidad por medio de la informalidad se ha comunicado en el tiempo a través de una tradición experiencial y oral que ha servido de insumo para que los asentamientos de origen informal se reproduzcan indistintamente, y que se repiten unos a otros con las variables propias de las condiciones ambientales del lugar y la idiosincrasia de los actores sociales que forjan los procesos. Lo que se inicia con una simple ubicación de un grupo de espacios medianamente habitables, poco a poco se transforma en una “estructura ordenada” establecida a partir del conocimiento previo de la trama urbana formal y en la intuición de la comunidad para aprovechar de mejor manera las condiciones de localización, tanto geográficas como topográficas. De este modo, los asentamientos de origen informal no son ortogonales ni rectilíneos, son a menudo, quebradizos y sinuosos, y pretenden replicar modelos urbanos establecidos, con un lugar de inicio, pero que no tienen un punto de finalización determinado.

A pesar de los racionamientos lógicos y de la praxis que acompañan los procesos urbanos informales, es inevitable, en algunos casos, el impacto ambiental que trae consigo la implantación de un conjunto espacial caracterizado por la no concurrencia de normativas urbanísticas, el déficit en el acceso y cobertura de servicios públicos y la utilización de terrenos inadecuados para construir; aspectos estos, que contribuyen a intervenciones poco adecuadas de los contextos geográficos en la localización de las viviendas. Los espacios públicos El tejido conector de la ciudad, donde se producen los encuentros entre los habitantes, y de ellos con la ciudad. Se define como el espacio urbanístico, que no está limitado por derechos de propiedad, que es accesible, en principio, a cualquiera y en el que se puede experimentar el comportamiento colectivo. Junto con las áreas verdes, constituye los vacíos estructuradores de interacción social y es el complemento de la masa edificada. Aquel donde la gente, desarrolla las actividades funcionales y rituales que unen a una comunidad, sea en las rutinas cotidianas o en las festividades periódicas PERCEPCION IMAGEN Cada individuo percibe el entorno urbano de un modo La imagen urbana es la particular, así también interactúa de cierta forma, con un percepción que tiene el mayor o menor grado de participación. Habitante del espacio, que Depende: adquiere cierto significado para las personas. Disponibilidad con el medio externo En todo Espacio Público, este Que el espacio satisfaga a quien lo ocupa. Significado se obtendrá por la conjunción de diversos aspectos, tales como, su localización, uso, actividades que se desarrollen, conformación de sus bordes y diseño interior. SIMBOLISMO Se considera como simbólico, un espacio sobre el cuál un individuo o grupo ha depositado una determinada carga de significaciones, emociones o afectos, como consecuencia de su bagaje El espacio público resulta el lugar de encuentro, cultural e ideológico, de su el articulador, no sólo de la trama urbana sino pasado ambiental y de las de la dinámica social que se expresa de manera relaciones que en ese espacio multidimensional, constituyéndose en el mantiene con los otros contenedor de las vivencias colectivas. Individuos o grupos sociales.

Gestión democrática en las metrópolis En primer lugar, es necesario afirmar que los movimientos sociales urbanos en sus diferentes contenidos revelan exigencias diferenciadas. Algunos se orientan a la urgencia (vivienda, empleo, servicios); otros, colocan en jaque la producción de la ciudad a través del cuestionamiento de las políticas públicas y de la planificación que aumenta las desigualdades; una tercera

categoría, critica la existencia de la propiedad del suelo urbano. Estos movimientos, en el seno de la sociedad, indican la inestabilidad y la fragmentación de una producción espacial que yuxtapone la morfología socioespacial.

La morfología vivida en la práctica socio-espacial, ilumina la producción del espacio urbano en su contradicción fundamental, que es la producción social de la ciudad en contraposición a su apropiación privada. Es decir, el acceso al suelo urbano, tanto para vivienda como para ocio, está subyugado a la existencia de la propiedad privada del suelo que define el lugar de cada uno en la ciudad y en la distribución de los bienes y servicios urbanos.

Los mecanismos que producen la vivienda en el espacio, revelan la extrema segregación con el desarrollo de la propiedad privada, que le devuelve al mercado inmobiliario la intermediación necesaria para la satisfacción de esta necesidad. Mas, el acto de habitar no se restringe al espacio privado, él involucra una relación con los espacios públicos, como lugares de encuentro, reunión, reivindicación y sociabilidad. Ahí, el individuo se coloca en relación con el otro y con la ciudad y sus posibilidades. Este es el sentido del uso, vivido por el ciudadano a través de su cuerpo incorporando todos sus sentidos. Sin embargo, el uso se enfrenta con las restricciones siempre ampliadas de la propiedad privada que en su crecimiento suprime las posibilidades de realización de la vida humana. De esa forma, mudanzas profundas impuestas por la necesidad de reproducción del capital penetran el plano de la práctica social sometiendo los lugares a su funcionalización. En este sentido, la casamercancía tiene el significado limitado de la función de morada. La práctica espacial urbana revela así, la extrema separación/disociación de los elementos de la vida, que fragmentados crean la separación de los momentos de la vida cotidiana, al separar cada vez más los locales de residencia de aquellos de trabajo y generando nuevos locales de entretenimiento (de acceso pago) en la medida en que las calles de los barrios pierden el sentido de lugares de recreación y puntos de encuentro. Por otro lado, el precio de la tierra urbana define el lugar donde se reside, por el acceso impuesto por la renta – definida en el mundo del trabajo. En esta dimensión, en el plano de lo vivido, el espacio y el tiempo se presentan entrecortados, en fragmentos, por actividades divididas y circunscritas, y el habitar en su sentido de acto social va desapareciendo en la medida en que la vivienda se reduce al abrigo o a la fuga.

Es así como las periferias se van consolidando como abrigo de una parte significativa de la población urbana que no tiene acceso a la tierra ni a los bienes y servicios urbanos que valorizan los lugares. Es así como en la periferia se encuentran las favelas construidas en locales donde la propiedad privada no prevalece – espacios públicos – loteos irregulares y ocupaciones provisorias para los que “nada tienen”.

En esta condición, la ciudad invadida por el valor de cambio – como condición de la existencia y extensión de la propiedad privada –, al mismo tiempo en que se orienta para las necesidades de la reproducción siempre ampliada del capital, suprime el uso que los habitantes harán de la ciudad. La reproducción de la vida entra en conflicto con las políticas que producen la ciudad en la dirección de la realización de la reproducción política y económica (no sin conflictos entre los dos planos) produciendo la ciudad funcionalizada que en el período actual de transformaciones aceleradas va a producir mudanzas significativas, transformando los lugares de realización de la vida.

El plano del habitar revela, de esta manera, en toda su profundidad esta contradicción. El plano de lo inmediato que da contenido a lo vivido redefine la vida social que se deteriora en la metrópoli, donde la calle tiende a desaparecer como acto, el cierre del pequeño comercio disminuye las posibilidades de los contactos cotidianos, la destrucción de los lugares de encuentro elimina la espontaneidad debido a la imposibilidad del encuentro; la extensión de la periferia revela el empobrecimiento de la población “presa” en las favelas y loteos sin infraestructura, mas al mismo tiempo en esa periferia se agigantan los condominios fortificados destinados a las clases de alto poder adquisitivo. Segregación, jerarquización de los lugares y ciudadanos en la ciudad revelan los contenidos de la urbanización.

En este proceso la propiedad de la tierra se vuelve abstracta bajo la forma privada que fundamenta la segregación, que delimita las posibilidades de uso de los lugares al mismo tiempo en que crea las posibilidades de su cuestionamiento, a través de la acción de los movimientos sociales urbanos en la medida en que se confronta con el uso (la apropiación como fundamento del conjunto de la vida social) impuesto por la reproducción económica. Esta contradicción revela embates en torno de la construcción-reconstrucción de la ciudad.

Así, en su origen, la segregación de la ciudad es consecuencia de la existencia/extensión de la propiedad que al negar el uso hace surgir la lucha. En este sentido, la ciudad revela los conflictos de la producción del espacio – la ciudad como concepto expresa un contenido que revela una realidad concreta. De esta manera, la potencialidad de los movimientos sociales urbanos radica en que reúnen las contestaciones, definen el rechazo, colocando el derecho a la ciudad en el centro de la lucha, demostrando la necesidad de la transformación radical de la ciudad que aparece y es vivida como pérdida y privación, extrañamiento y caos, en la cual la velocidad, apreciada como triunfo indiscutible de la técnica, fundamenta la ideología del progreso que sustenta el “chantaje utilitario” que hace con que las políticas urbanas que valorizan los espacios destinados a la realización de la reproducción del capital sean consideradas una necesidad de todos en la búsqueda del progreso inevitable.

Así, la lucha por el derecho a la ciudad ocurre cuando éste no existe, surgiendo como necesidad, como negación de la fragmentación, indicando nuevas contradicciones entre integración/desintegración/deterioración de los lugares en la ciudad en relación a la economía globalizada; entre transformación/persistencia en el plano local de la vida cotidiana (vividos como carencia, percibidos como extrañamiento) indicando la funcionalización del espacio-tiempo.

La cuestión central es como se amplían y profundizan en el mundo moderno las contradicciones derivadas de la reproducción de la sociedad, en un momento de generalización de la urbanización anunciada por el desarrollo de la ciudad, es decir, con su “explosión”, revelando una nueva relación Estadoespacio, a través, por ejemplo, de las políticas públicas.

Hábitat y Pobreza Urbana en América Latina La revisión de las políticas específicas, señalan que hasta el presente el campo del hábitat, con contadas excepciones, ha sido abordado — limitadamente— como problema de vivienda, planteándose su solución excluyentemente a través de la vía del mercado. Paralelamente, las políticas tradicionales —basadas en el financiamiento de la oferta— fueron progresivamente agonizando, a la par que se profundizaron las prácticas clientelares. La pobreza urbana que comprende a cientos de millones de habitantes del continente es multidimensional y heterogénea, cambios en el trabajo, en las estructuras familiares, en el habitar urbano, expresan la transformación histórica de las formas de vida asumidas en los últimos años.

Esta caracterización en el campo de las políticas sociales nos introduce en el análisis de la denominada “nueva cuestión social”, la pobreza actual, refleja la imposibilidad de vastos sectores de acceder al conjunto de derechos básicos que en el imaginario social debe satisfacer el Estado a sus ciudadanos. Esta demanda no satisfecha ha dado lugar a la aparición del concepto de “exclusión social”. Esta definición trasciende la inequidad en la distribución de la riqueza, dado que priva a un porcentaje muy importante de la población del acceso al trabajo, y con ello a la dignidad y rutinización que permite a los ciudadanos vivir en comunidades organizadas. En el marco de la realidad señalada, los especialistas que deben enfrentar diariamente las demandas de los sectores más postergados de la sociedad, en particular por lo vertiginoso del proceso descripto, carecen de herramientas cognitivas y de metodologías de intervención aptas para afrontar la exclusión, dado que su formación se sostiene en los antiguos paradigmas sectoriales.

Lo expresado determina que el campo académico enfrenta un gran desafío histórico, en donde los abordajes tradicionales en los que se ha basado nuestro andamiaje formativo deben ser totalmente revisados. La creación del Programa responde a los requerimientos planteados por la realidad coyuntural señalando la necesidad de un abordaje interdisciplinario sistémico y metodológico capaz de abordar la problemática creciente, en el cual pobreza urbana se ha transformado en uno de los principales temas a encarar en el contexto latinoamericano, enfrentándola con carácter prioritario en las agendas públicas a nivel nacional, provincial y municipal,

requiriendo nuevas modalidades de ejercicio profesional y conocimientos aplicados.

Los profesionales y técnicos provenientes de distintas disciplinas que en América Latina operan en el campo del hábitat, demandan una ampliación en su formación y capacitación, de manera que les permita mejorar su gestión en los niveles político institucionales, en organizaciones sociales, en empresas, facilitándoles el enfrentar problemáticas complejas, en escenarios altamente críticos, en los cuáles se encuentran operando densos entramados de intereses.

En términos generales, toda comunidad se asienta y se circunscribe en un territorio, pero el territorio no es solo un espacio geográfico y administrativo, es también un lugar físico y muchas veces simbólico, de donde surgen relaciones sociales de complementariedad, de competencia, de conflicto y, en, de vida grupal. En este sentido, el territorio constituye un espacio de vida. Igualmente, este espacio esta sujeto a transformaciones económicas, estructurales, tecnológicas, culturales, entre otras.

Desarrollo territorial en Venezuela El conocimiento del territorio requiere el conocimiento y reconocimiento de los grupos sociales que se desenvuelven en ese espacio físico y simbólico, representativo o referenciado. Este espacio aparece a veces limitado, otras veces cerrado; en ocasiones es la base fundamental de la libertad, la identidad o solidaridad, la inclusión o la segregación, destacando siempre la importancia de los valores actuales culturales y sociológicos de quienes lo habitan. Puede decirse que como proyecto, el concepto de territorio hace alusión a planificación, en función de un objetivo o norte especifico a seguir dentro de un marco histórico, tradicional, artificial de hechos sociales y culturales que pueden ser moldeados, desarrollados o potenciados según el interés propio de los agentes que allí conviven, lo cual no es otra cosa que planificación de su desarrollo económico, sobre la que se asientan y en las que se desenvuelven los distintos agentes sociales e institucionales que participan en el propio desarrollo comunitario o local. Es así, que los principales elementos del desarrollo local son: la población, el medio físico y natural, la infraestructura y equipamiento, los recursos financieros, los servicios sociales, sanitarios, educativos y culturales, el grado de satisfacción

personal y las relaciones interpersonales. Y dentro de los principales actores se encuentran: la población, las administraciones (públicas y privadas), los centros educativos, los servicios sociales y sanitarios, las empresas, las agencias de desarrollo local y las asociaciones.

Las innumerables interrelaciones que se establecen entre los múltiples actores del desarrollo local, así como los diversos grados de cultura, socialización, capacidad emprendedora, disposición o ubicación de recursos naturales, idiosincrasia, entre otros; así como la manera como estén sustentadas las relaciones de poder en un sistema de gobierno multinivel, que impliquen determinados mecanismos políticos de asignación y distribución de competencias y recursos financieros hacia las localidades o territorios, determinaran que unos sean ricos y otros pobres.

Puede observarse del análisis hecho sobre la concepción teórica del proceso de participación ciudadana en el desarrollo local, que es una variable clave y muy compleja que abarca diferentes campos de acción del ciudadano como ser social y de cuya activación en forma permanente y sostenida, es que depende el éxito o fracaso de cualquier plan o proyecto de desarrollo local a mediano o largo plazo, cuya visión debe necesariamente ser integral dentro de la localidad o territorio donde se ejecute, a objeto, precisamente de hacerlo sostenible y sustentable en el tiempo. En virtud de la cruda realidad social y política que afronta Venezuela actualmente, en medio de un proceso socio-político altamente polarizado, donde aquellos ciudadanos, grupos sociales y sociedad civil en general, que no estén de acuerdo con los preceptos ideológicos del máximo líder político, son excluidos totalmente del sistema participativo en pro de mejoras económicas en sus regiones o territorios de acción, no puede preverse otra cosa que la participación ciudadana y el desarrollo local en Venezuela representan una verdadera utopía, muy lejana de hacerse realidad, pues la amenaza sobre el régimen democrático y pluralista, cada vez se hace mas evidente y concreto, en el marco de un verdadero proceso de desconocimiento de los preceptos constitucionales legalmente establecidos y aprobados por el pueblo venezolano en el año 1999.