Lucanamarca-retrato de Un Sobreviviente

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4/7/08

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FOTO: OSCAR MEDRANO

FOTO: OSCAR MEDRANO

Lucanamarca

Viernes 4, 9:00 horas.

Tras recorrer a pie 15 km desde Lucanamarca hasta ‘Condorhuachana’, CARETAS ubica al sobreviviente.

“¿Te acuerdas de mí?”, preguntó Oscar Medrano de CARETAS. Edmundo Camana no tardó en reconocerlo.

Edmundo Camana fotografiado por Oscar Medrano un día después de la tragedia. Su retrato se convirtió en la foto símbolo de la CVR.

¿



Te acuerdas de mí?”, preguntó Oscar Medrano, reportero gráfico de CARETAS. Edmundo Camana Sumari, de 56 años, no tardó en reconocerlo: –“Ahh, sí. Tú viniste cuando los terrucos me sacaron la mierda”. Fue hace exactamente 25 años. El domingo 3 de abril de 1983, unos 60 terroristas de Sendero Luminoso incursionaron en el distrito de Santiago de Lucanamarca, a 180 kilómetros al sur de Ayacucho. Asesinaron a 69 personas a machetazos, en venganza porque el pueblo se rebeló ante la tiranía * senderista y mató a algunos de ellos.

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CARETAS / ABRIL 10, 2008

CARETAS volvió a encontrarlo 25 años después de ocurrida la brutal matanza de Lucanamarca. Aquí su testimonio.

Retrato d e un Sobreviviente CARETAS / ABRIL 10, 2008

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Lucanamarca

General EP Clemente Noel escucha el relato de la matanza de uno de los sobrevivientes.

Medrano fue el único periodista en llegar a Lucanamarca un día después del suceso. El excepcional testimonio de la tragedia apareció en CARETAS 743. Entre las víctimas de la atroz “mesnada”, como la calificó Abimael Guzmán, hubo 18 mujeres y una veintena de niños. Sólo cuatro pobladores sobrevivieron. Edmundo Camana, 31, y ganadero, fue uno de ellos. El comunero recibió un corte profundo en la nuca y fue abandonado pensándolo muerto. Veinte años después, el retrato de Camana de Medrano se convirtió en la foto símbolo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. El paño de tela sobre la mitad de su rostro, y la mirada profunda y triste del comunero, simbolizaron con estoica certeza la tragedia política de esos años. Un cuarto de siglo después, CARETAS retornó a Lucanamarca en busca del sobreviviente. No fue fácil dar con él. En CARETAS 743 consignó su nombre como Celestino Ccente, “oriundo de las alturas de Iquicha, provincia de Huanta”. El comunero había dado un nombre Camana dio un nombre falso por temor represalias. Por esfalso por temor a una ta razón, la propia CVR no pudo recoger su testimonio.

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CARETAS / ABRIL 10, 2008

FOTO: OSCAR MEDRANO

“Desperté a la una de la madrugada. No había nadie. Sacudí a los demás, pero todos estaban muertos”.

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represalia. Por esta razón, la propia CVR no pudo recoger su testimonio. Se pensó que estaba muerto. Pero no era así. El pasado fin de semana, Medrano y quien escribe caminaron 15 km desde Lucanamarca hasta colina de ‘Condorhuachana’ (donde nacen los cóndores) donde, al pie de la colina, en una casa construida con piedras, vive Camana. El hombre está paralizado de la cintura para abajo como resultado del hachazo. Su hermana Victoria lo cuida en la medida de sus exiguas posibilidades. La familia vive del pastoreo de un puñado de ovejas, reses y alpacas. Postrado sobre una piel de oveja Camana observa la famosa fotografía y recuerda: “Tú eres un gamonal explotador”, me dijeron. “Me agarraron cerca de Muylacruz, cuando venía de mi estancia montado en mi caballo. Uno de ellos me tiró un puntapié y yo me amargué y le saque la mierda. Era bajito nomás, pero el resto de sus compañeros lo ayudaron. Eran muchos y no pude defenderme. Luego de amarrar mis manos con la soga de mi caballo, me arrastraron con dirección a Lucanamarca. En el trayecto, encontramos a varias personas haciendo su faena comunal al borde de la carretera. Éstos, al ver a los senderistas, se escaparon, pero 10 fueron capturados”. Entonces se desató la carnicería. “El primero en ser atacado fui yo”, narró Camana. “Me arrodillaron en presencia de los demás y me golpearon con el hacha en la nuca. Caí desmayado y no escuché cómo los mataron a los demás. A la una de la madrugada desperté en medio de los cadáveres. No había nadie. Me dolía fuerte mi cabeza que estaba cubierta de sangre. Sacudí a los demás, pero constaté que todos estaban muertos. Así, mal herido, agarré un palo y cojeando me vine por la carretera hacia Huancasancos, donde fui auxiliado por mis vecinos, quienes me contaron de la matanza de Lucanamarca. Me trasladaron a Huamanga donde estuve cinco meses en rehabilitación, pero no quedé bien. Luego me fui a Ica y luego retorné a Ayacucho. No me atreví a decir nada a los de Derechos Humanos porque tenía miedo que los terroristas se enteren de que estaba vivo”. Exiliado en pampa cubierta de ichu, nunca se enteró que las líneas recias de su rostro golpeado dieron la vuelta ■ al mundo. (Abilio Arroyo)