Los Siete Ultimos Mandamientos

LOS SIETE ÚLTIMOS MANDAMIENTOS El código de comportamiento para todo hombre, y por excelencia para todo cristiano, está

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LOS SIETE ÚLTIMOS MANDAMIENTOS El código de comportamiento para todo hombre, y por excelencia para todo cristiano, está contenido en los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Por eso, nunca está de más insistir en ellos, sobre todo en una época como la nuestra, en que las nociones más elementales de la religión y la moral católica parecen casi olvidadas. ORACIÓN INICIAL: Quiero ser servidor de todos: Jesús, tú me enseñas que para seguir tus pasos hay que servir a los demás. Ayúdame a ser servicial, a preocuparme por los demás, a vivir pensando en ellos. Enséñame a ayudar a ser generoso y abierto, a estar siempre dispuesto para dar una mano. Quiero dar muchos frutos de buenas acciones. Quiero ser solidario y amar a los demás con gestos, hechos y actitudes, no sólo con palabras. Ayuda a que mi semilla pueda dar muchos frutos de cosas buenas . OBJETIVOS: 1. Entender y aplicar a la vida diaria los siete últimos mandamientos de la Ley de Dios, que están orientados hacia el prójimo. 2. Saber identificar quien es su prójimo. MOTIVACIÓN: 

Se le muestra a los niños recortes de periódicos donde se evidencie el poco amor al prójimo.

MIRAR LA REALIDAD: 1. ¿Ayudas a tu prójimo? 2. ¿Quién crees que es tu prójimo? 3. ¿Por qué crees existe tanta delincuencia?

Aplicado al hogar

LÉCTURA BÍBLICA: 1. Lc. 10,25-37 – El buen samaritano, explicar porque el samaritano ayudo al herido y los otros no, analizar con preguntas analíticas. BASE RELIGIOSA: Dios le ordenó al pueblo de Israel que HONRARA a su padre y a su madre. ¿Qué significa “honra a tu padre y a tu madre? A continuación les presento lo que un comentarista define: 4. Honra a tu padre y a tu madre. “Ese fue un mandamiento sencillo de Dios, escrito con su propia mano, y entregado por Moisés a ellos; era de naturaleza moral, y obligación eterna: y para que se entienda mejor, no se refiere solamente a esa alta estima en la que los hijos llevan a sus padres en el corazón, y al lenguaje respetuoso, gestos

adecuados que se usan hacia ellos, así como la alegre obediencia que se les rendirá; sino también se refiere al honrarlos con su substancia, alimentándolos, vistiéndolos y supliéndoles con lo necesario para la vida, cuando estén en necesidad; lo cual es por todo el servicio, por todo el cuidado, gasto y problemas que se les han presentado, así como el haberlos criado en este mundo” El honrar a los padres involucra alta estima, reverencia y ayuda. Significa el estar ahí al pendiente de ellos, cuidarlos. En comparación con los otros mandamientos, donde no se adjunta directamente alguna promesa específica, Dios, al dar este mandamiento también agregó una promesa determinada. Dijo: “honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Pero no terminó ahí. En Deuteronomio 5:16 viene el mismo mandamiento pero con una promesa adicional adjunta: Deuteronomio5:16 “Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.” Pablo repite el mismo mandamiento en Efesios 6:2-3 Efesios6:2-3 “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Pablo dice que ese “es el primer mandamiento con promesa”. El primer mandamiento que Dios dio y el cual contenía una promesa era ¡el mandamiento de honrar a los padres! Y en verdad ¡qué promesa! ¡Se prolongarán tus días y te irá bien! ¿Te gustaría vivir mucho tiempo en la tierra? ¿Quieres que te vaya bien? Bueno, aquí hay algo para ti: honra a tus padres y eso es lo que sucederá. Como en el caso de otros mandamientos, así también en este, Dios dice lo que pasaría si alguien no lo guarda. Jesús resumió ambos, el mandamiento y lo que pasaría si no se guardase, en Marcos 7: Marcos7:10 “Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.” 5. No matarás o no asesinarás. El mandamiento NO MATARAS en origen dice NO ASESINARAS. Su sentido era proteger la vida de las persona, sobre todo la vida de los indefensos. Martín Lutero opina sobre el mismo que: "Con este mandamiento Dios quiere tener protegido, liberado y seguro a cualquiera del crimen y de la violencia de todos.

Quiere que sea como una muralla y una fortaleza alrededor del prójimo, para que no se le inflija ni sufra daño". Esta es una imagen bonita para el efecto protector y liberador de este mandamiento. Dios quiere que los seres humanos estemos libres de la amenaza por asesinato y homicidio, que en este mundo nos encontremos protegidos de criminales que intentan matarnos. El mandamiento se opone al derecho del más fuerte, quiere defender a los más débiles y proteger su derecho a la vida. Pero Jesús ahondo en el significado de este mandamiento, nos dijo: "Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: NO MATARÁS, y el que mata será condenado por el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego" (Mt. 5, 21). En el sentido dado por Jesús se propone la protección de la vida y de la dignidad de la persona, se toma en serio a la persona. Nadie tiene el derecho de dañarla, de excluirla de la comunidad humana y de Dios. Nadie tiene el derecho de dañar a otro, con violencia física o psíquica. El mandamiento protege la dignidad de las personas. En este sentido podemos aplicar este mandamiento a los temas modernos de la pena de muerte, de la guerra, del aborto y la eutanasia. Dios quiere proteger justamente la vida del más débil. Lo que quiere decir que no tenemos derecho a matar a otra persona excepto en caso extremo cuando se actúa en legítima defensa, no tenemos derecho a iniciar una guerra para enriquecernos, salvaguardar intereses económicos y no tenemos derecho a matar la vida no nacida, que no puede defenderse por sí misma. 6. No cometerás actos impuros Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5, 27-28). Dios ha puesto dos mandamientos para ayudarnos a orientar el instinto sexual: el sexto –“no cometerás actos impuros", -que engloba todos los pecados externos en esta materia, y el noveno no consentirás pensamientos ni deseos impuros"-, que abarca todo pecado interno de impureza. LA VIRTUD DE LA SANTA PUREZA: Dios dio a nuestros primeros padres, y en ellos a los demás hombres, el precepto de multiplicarse y poblar la tierra, para facilitar el cumplimiento de esta obligación, asoció un placer al acto generativo. Por lo anterior, buscar el placer por sí mismo, olvidando el papel providencial que Dios confía al hombre, o buscarlo fuera de las condiciones establecidas por El, es ir contra el plan divino, es ofender a Dios, es un pecado grave: El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión (Catecismo, n. 2351).

La pureza es, precisamente, la virtud que nos hace respetar el orden establecido por Dios en el uso del placer que acompaña a la propagación de la vida. O bien, si se quiere una definición formal, es la virtud moral que regula rectamente toda voluntaria expresión de placer sexual dentro del matrimonio, y la excluye totalmente fuera del estado matrimonial. Ex. 20, 14; Prov. 6, 32; Mt. 5, 28; 19,10ss.; Col. 3, 5; Gal. 5, 19; I Tes. 4, 3-4; Ef. 5, 5; I Cor. 6, 9-10; Heb. 13, 4. “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy a tomar yo los miembros de Cristo, para hacerlos miembros de una meretriz? ¨O ¿no sabéis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo?”(I Cor. 6, 15-20). Esto vale también para los novios: “los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad” (Mateo 19,10-12).

7. No robarás. Suele prevalecer en algunos la opinión de que, con este mandamiento, Dios se pone de parte de los ricos y en contra de los pobres, a quienes les gustaría tomar parte en la riqueza de aquéllos. Por eso resulta tan difícil de entender a primera vista cómo puede el séptimo mandamiento servir a la causa de la libertad de los hombres, y ante todo a la de los «pequeños». Para verlo con más claridad es importante preguntar por la intención original de este mandamiento. La intención original: Este mandamiento, ya desde sus orígenes, camina en dos direcciones: el secuestro y el robo. La prohibición del secuestro ocupa aquí, y de manera muy consciente, un primer plano, porque suele ser bastante ignorada. Por lo que se refiere a la prohibición del robo, ya hemos puesto anteriormente de relieve que en la Biblia se insiste enérgicamente en la dimensión necesariamente social de la propiedad. De ello se desprende, entre otras cosas, que el «robo desde arriba», es decir, el despojo de los pobres por parte de los ricos, lo considera la Biblia mucho más grave que el robo practicado por «los pobres». La prohibición del secuestro La tradición pedagógico-moral de la Iglesia ha relacionado casi siempre este mandamiento con el hurto de cosas. La investigación bíblica, por el contrario, ha mostrado claramente que este mandamiento se refiere ante todo a la prohibición del secuestro y del «tráfico» con personas. Esto queda especialmente expresado en el Éxodo y en el Deuteronomio, en cuyos respectivos textos del Decálogo se interpretan detalladamente las normas individuales. Así, en Ex/21/16, se dice: «Quien rapte a un persona -la haya vendido o esté todavía en su poder- morirá». Y de un modo muy parecido se expresa Dt/24/07: «Si se encuentra a un hombre que haya raptado a uno de sus hermanos, entre los hijos de Israel -ya le haya hecho su esclavo o le haya vendido-, ese ladrón debe morir. Harás desaparecer el mal de en medio de ti».

El mandamiento, por tanto, protege ante todo «la libertad misma del prójimo, manifestándose en contra del oculto secuestro del hombre libre con el fin, por ejemplo, de venderlo en otro lugar como esclavo (originalmente, pues, se refería al secuestro más o menos disimulado...)». Va, por consiguiente, en contra de la destrucción de libertad ajena. A decir verdad, en Israel no debería haber existido la esclavitud en modo alguno. Pero esto no se cumplió en la realidad. La intención original de la acción liberadora de Yahvé, sin embargo, se tenía constantemente presente, como se muestra, por ejemplo, en el hecho de que ya en el antiguo Israel (!) la legislación tomara partido unilateralmente en favor de los esclavos. Claus Westermann ha constatado que «todas las prescripciones de la legislación acerca de la esclavitud pretenden, o bien aliviar la existencia de los esclavos, o bien abreviar el tiempo de su esclavitud. Por el contrario, no hay ni una sola frase que trate de proteger los derechos del propietario del esclavo».

8. No dirás falsos testimonios. La hipocresía es también una especie de mentira que consiste en tomar sólo las apariencias de la virtud para atraerse la estimación de los hombres. No hay maledicencia sino cuando se revela lo que no es público, y la revelación es injusta, porque la caridad cristiana manda algunas veces manifestar las faltas del prójimo ya para corregirle, ya para impedir que pervierta a los demás, ya para contrarrestar el mal que causa. [...] La detracción y la difamación no se cometen únicamente de viva voz, sino que también se llevan a cabo, y de un modo desastroso en la prensa, en los periódicos y en otras publicaciones. Los chismes y rencillas, que los teólogos llaman «susurratio», consisten en repetir algunas palabras desfavorables que un tercero ha proferido contra él. Este abominable procedimiento da por resultado sembrar la discordia donde reina la paz, turbando las buenas relaciones de las familias y de los particulares. Es un pecado más grave que la detracción. La injuria es la que se hace al prójimo en su presencia, con palabras o con acciones ofensivas; esto es, un desprecio y una afrenta que tienden a mancillar su honor. Inclúyase en este pecado las palabras duras, los reproches, las calificaciones y las burlas provocativas. Para cumplir bien el octavo mandamiento conviene purificar el corazón de toda pasión de celos, envidia u odio, y pedir a Dios su auxilio para gobernar cristianamente la lengua, diciendo con el Profeta (Sal. 140): «Poned, Señor, un guarda a mi boca y una puerta a mis labios». 9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros. Con el Noveno Mandamiento, Dios nos pone en guardia contra los peligros del camino que nos pueden atraer y alejarnos de Él y de nuestra felicidad. No consentirás pensamientos y deseos impuros significa: No permitas que nada ni nadie te haga olvidar que estás llamado a ser feliz al lado de Dios. No te estaciones, sigue caminando hasta llegar a tu meta. Por ejemplo, Dios en el matrimonio nos permite ser felices disfrutando de una vida sexual en la que las sensaciones juegan un papel importante. Si somos unas personas normales, es natural que reaccionemos ante los estímulos que se nos presentan en el mundo. Los sentimientos y sensaciones, no son malos de ninguna manera. Son prueba de que somos normales Pero, éstos deben ser controlados por la razón. No nos deben hacer esclavos o dependientes. La imaginación: Seguramente, alguna vez habremos escuchado una estación de radio en la cual, de pronto, se mete una onda de electricidad que no nos permite escuchar nuestra canción favorita. Esto sucede en la vida real con la imaginación: podemos tener muy claro nuestro fin, pero de pronto, al ver una imagen, nuestra imaginación empieza a "meter ruido" en nuestro cerebro y puede

suceder que, de un momento a otro, perdamos contacto con nuestra inteligencia y con Dios. Y, seguramente, terminemos haciendo las locuras que nuestra imaginación nos dicte... con las consecuencias que ello nos traiga. La imaginación es una herramienta maravillosa, un don de Dios al que debemos en gran parte el desarrollo científico, artístico y tecnológico del mundo, pero "desatada" es un verdadero peligro: 

Puede convertir un ruido en la oscuridad en una historia de terror.



Puede convertir una fotografía en una historia de lujuria y sensualidad.



Puede convertir un error humano en un verdadero drama, pues no mide, no se limita, inventa y juzga a su antojo. Puede hacer ver correcto lo que no lo es.



10.

No codiciarás los bienes ajenos.

Este mandamiento está contenido en el séptimo. Pero insiste en que también se puede pecar deseando tomar lo ajeno. Se trata, naturalmente, de un deseo desordenado y consentido. El décimo mandamiento prohíbe la codicia. Eso no quiere decir que sea pecado el desear tener, si pudieras lícitamente, una cosa como la de tu prójimo. Este mandamiento no prohíbe un ordenado deseo de riquezas, como sería una aspiración a un mayor bienestar legítimamente conseguido. Manda conformarnos con los bienes que Dios nos ha dado y con los que honradamente podamos adquirir. Pero sí sería pecado murmurar con rabia contra Dios porque no te da más; y tener envidia de los bienes ajenos. La Iglesia exalta el desprendimiento de los bienes de este mundo. Pero esto no se opone al progreso que tiende a hacer desaparecer la miseria que impide practicar la virtud de algunos sectores sociales. No dejes que la amargura de corazón corroa la paz de tu alma. Aunque la vida sea dura y la queja asome a tus labios, no dejes que la amargura se apodere de tu corazón. Esfuérzate por mejorar tu situación y satisfacer tus necesidades, pero sin amargura. Dios lo quiere y la Iglesia -como madre tuya- es la primera que lo procura, enseñando a todos lo que el trabajador se merece. Recuerda lo que te he dicho en el cuarto mandamiento. Esfuérzate, sí; pero siempre por medios lícitos; no con espíritu de rebeldía, ni de odios, sino con espíritu cristiano, con fe en la Providencia de Dios, y sin olvidar que en esta vida no se puede hacer desaparecer el sufrimiento. Por otra parte, no olvides que no consiste todo en amontonar dinero. Es mucho más importante hacer buenas obras, pues el premio eterno del cielo vale más que todo el oro del mundo. Si creyéramos esto de verdad, pondríamos mucho más empeño en practicar el bien. COMPROMISO: 

El niño debe comprometerse a ayudar a su prójimo.