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EL SENTIDO CINESTÉSICO Y EL SENTIDO VESTIBULAR Aspectos neurofisiológicos El sentido cinestésico y el sentido vestibular

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EL SENTIDO CINESTÉSICO Y EL SENTIDO VESTIBULAR Aspectos neurofisiológicos El sentido cinestésico y el sentido vestibular nos informan del movimiento de nuestro cuerpo y del mantenimiento de la postura corporal. Proporcionan una orientación permanente en las tres dimensiones del espacio. Esta función no está asignada a un solo órgano, a un solo grupo o tipo de receptores, sino a una serie de estructuras y funciones tan dispares como los aparatos vestibulares, los ojos y la sensibilidad cutánea y profunda. De éstas, es el aparato vestibular del oído interno el órgano específicamente destinado a esta función. Los receptores de estas estructuras captan información de la situación espacial de la cabeza, de los distintos segmentos corporales entre sí y de la presión ejercida sobre cualquier zona de la piel. Estas impresiones sensitivas son transmitidas a los centros superiores troncoencefálicos y al cerebelo, de cuya coordinación se produce la integración, consiguiéndose una precisa orientación espacial y permitiendo que el fallo de algunos de los receptores pueda ser suplido, en lo esencial, por el resto. Las señales acaban en la corteza cerebral, probablemente en un centro primario del equilibrio localizado cerca del área auditiva. A partir de toda la información recibida, y como respuesta a excitaciones ópticas y vestibulares, es ya posible que, desde el cerebelo, órgano por excelencia regulador del equilibrio, postura y marcha, se desencadenen los actos motores precisos para que, en todas las posiciones del cuerpo, los movimientos se adapten al fin propuesto. Actuación que se produce gracias a disponer de programas almacenados, adquiridos por la experiencia y por la práctica, de esquemas de conexiones para el curso de cada movimiento. Se consideran sensibilidades independientes ya que se puede actuar en una sin afectar el funcionamiento de la otra. Por ejemplo, si estamos tumbados, quietos y con los ojos cerrados, podemos saber, aun con ausencia de movimiento y gracias al sentido cinestésico, en qué postura nos encontramos; pero si nuestro cuerpo sufre un movimiento con relación al espacio sabremos que aquél se desplaza gracias al sentido vestibular o laberíntico. Tienen en común el hecho de que se sabe poco acerca de ellos y que normalmente, a pesar de su importancia, no somos conscientes de su funcionamiento. Difieren en su función y en los mecanismos fisiológicos que los desencadenan. SENTIDO CINESTÉSICO Función La cinestesia incluye las sensaciones que provienen de la posición y del movimiento de las diferentes partes del cuerpo. A través de esta sensación, obtenemos información acerca del movimiento, la postura, el nivel de esfuerzo y el grado de tensión muscular. Funcionamiento Los receptores que producen las sensaciones cinestésicas son:

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Los órganos tendinosos de Golgi. Situados en los tendones, responden cuando los músculos ejercen presión sobre ellos. Los corpúsculos de Pacini. Situados en los músculos, responden cuando se produce una presión profunda sobre ellos. Terminaciones nerviosas libres. Proporcionan información del movimiento cuando éste se acompaña de dolor.

En general, lo que sucede es que cuando las diferentes partes del cuerpo se mueven, estos receptores son estimulados por el estiramiento y la presión producida, dando lugar a la estimulación cinestésica. Características específicas Para mover de forma voluntaria cualquier parte del cuerpo es necesario que el cerebro mande la orden para hacerlo; se puede considerar que para obtener información sobre el movimiento del cuerpo, el sistema nervioso central dispone de dos medios, uno a partir de la información que recibe de los receptores sensoriales y otro a partir de las órdenes que ha dado para la realización del movimiento. Otras modalidades sensoriales (básicamente la vista, el oído y el tacto) proporcionan indicios complementarios a este tipo de información. APARATO VESTIBULAR

Fig. 1. Esquema del oído interno. 1: Conductos semicirculares. 2: Utrículo. 3: Saco endolinfático. 4: Conducto endolinfático, 5: Sáculo. 6: Cóclea. (Según Zóllner.)

El también designado como órgano periférico del equilibrio, nos informa de la situación y movimientos de la cabeza. Está ubicado en la porción petrosa del hueso temporal, en las cavidades que forman el llamado laberinto óseo u oído interno, y lo componen dos vesículas (utrículo y sáculo) y tres conductos arqueados (conductos semicirculares). Utrículo y sáculo, ocupan la porción central, vestíbulo, del laberinto. A un lado del vestíbulo confluyen los conductos semicirculares, y al otro lado la cóclea o caracol, perteneciente al sentido auditivo. El sáculo está unido al utrículo y a la cóclea por unos estrechos canales. El canal que conecta el utrículo al sáculo (conducto endolinfático) tiene forma de Y, cuyo fondo ciego es el saco endolinfático.

Todo este sistema vesicular y tubular está relleno de líquido (endolinfa), cuyo desplazamiento, provocado por los movimientos de la cabeza, estimula cinco formaciones muy diferenciadas (máculas y crestas) en cada conducto semicircular, otra en el sáculo y otra en el utrículo. De máculas y crestas parten fibras sensibles, nervio vestibular, con destino a los núcleos vestibulares del trocoencéfalo, desde donde se establecen tres conexiones principales: con los núcleos oculomotores (troncoencefálicos, reguladores de los movimientos de los ojos), con el cerebelo y con la médula. La actividad constante de los dos aparatos vestibulares y las conexiones establecidas provocan reflejos tendentes a corregir la posición de la cabeza y de los ojos y regular el tono postural en todas las circunstancias en que se produzca un desplazamiento del centro de gravedad. 1. Sáculo y utrículo Constituyen el órgano estático e informan sobre la posición espacial de la cabeza y de sus cambios en los movimientos progresivos. Cada uno de ellos posee una placa sensitiva, mácula, cuyas células disponen de unas pestañas. La mácula está recubierta de una sustancia gelatinosa en cuya superficie tiene unos gránulos, otolitos o estatoconias, que por acción de la gravedad producirán una deformación de las pestañas, con los que se estimularán las células sensitivas. Las dos máculas están dispuestas perpendicularmente entre sí: la del utrículo horizontal y la del sáculo vertical. 2. Conductos semicirculares Son los responsables del sentido de la rotación. Los tres conductos arqueados están dispuestos de modo que cada uno se corresponde con uno de los planos del espacio. Todos nacen del utrículo para, tras dilatarse en forma de ampolla, desembocar de nuevo en el mismo. Cada ampolla está dotada de una placa sensitiva, cresta, cuyas células poseen pestañas. Cuando la cabeza gira alrededor de su eje vertical, el desplazamiento de la endolinfa en los conductos, por la inercia, dobla las pestañas de las crestas afectadas, dando la sensación rotatoria. Las perturbaciones vestibulares, por deficiencia de irrigación u otras causas, provocan vértigos y trastornos del equilibrio que se caracterizan porque aumentan con la supresión del control visual. Estos trastornos pueden detectarse al cerrar los ojos. Función El sentido vestibular nos informa sobre la orientación, el movimiento y la aceleración de nuestro cuerpo con relación al espacio, sin que sea necesaria una actividad muscular. Somos muy poco conscientes de este sentido, salvo cuando los receptores se estimulan de forma poco usual. Es importante diferenciar el sentido vestibular del cinestésico: la diferencia esencial estriba en que para que se produzca la sensación vestibular no es necesario que haya movimiento en las partes del cuerpo, sino únicamente movimiento del cuerpo con relación al espacio. Funcionamiento Algunos estímulos fisiológicos que activan esta sensación son: la rotación del cuerpo, el cambio de posición de la cabeza con relación al mismo, movimientos

ondulatorios y de aceleración, y algunos estímulos visuales en movimiento (el efecto de éstos últimos muestra la relación que existe entre el sentido vestibular y la visión). Los receptores que proporcionan indicios de la posición corporal en ausencia de la actividad muscular se encuentran situados en la parte no auditiva del oído interno, en concreto en los canales semicirculares, vestibulares o laberínticos, receptáculos llenos de fluido (endolinfa) que tienen una cavidad común en el utrículo; cada canal es funcionalmente un circuito de fluidos completo e independiente, en cuyo interior hay un conjunto de células pilosas sensoriales y cuya base se amplifica en una cámara llena de fluido llamada ámpula, que contiene los receptores vestibulares. Cuando se produce la estimulación fisiológica (aceleración, desaceleración, cambios de dirección, etc.), los receptores vestibulares se estimulan activados por el movimiento del líquido de los canales y estimulan las fibras nerviosas asociadas que envían la información a los centros inferiores del cerebro (médula y cerebelo). Otros factores relacionados con el equilibrio El sentido vestibular está muy relacionado con el sentido de la vista. Sin embargo, cuando la información vestibular y la visual difieren, se presentan diferencias individuales en la respuesta; algunos individuos se basan más en la información vestibular y otros en la información visual. El sentido vestibular está sujeto a la adaptación o a la habituación; así, por ejemplo, hay procedimientos que reducen determinados fenómenos vestibulares aunque el organismo permanezca en movimiento, como por ejemplo mantener estable la información visual (mirada) mediante la observación de un punto. Un mal funcionamiento de este sentido puede producir alteraciones en el individuo afectado; la característica más común de la estimulación vestibular anormal es el mareo o náusea por movimiento. Las situaciones que producen mareo por movimiento se caracterizan por cierto estado donde la información proporcionada por el sentido espacial de la visión discrepa o no concuerda, en cierto modo, con la proporcionada por el sentido vestibular; parece ser que en el movimiento que de forma potencial produce mareo debe existir cierta forma de aceleración, lo cual explicaría por qué el mareo no aparece cuando la persona se transporta a una velocidad uniforme. En caso de pérdida de la función vestibular, se puede ayudar al sujeto a compensar la deficiencia a través del sentido de la vista. Los individuos con sordera congénita pueden tener los órganos vestibulares degenerados, con notables consecuencias en el mantenimiento del equilibrio. Los individuos que, además de sordera, padecen ceguera, pueden tener graves dificultades para mantener el equilibrio. Los ojos. Los informes ópticos ayudan a mantener el equilibrio, simplemente por detección visual de la posición con relación a la vertical. Un movimiento ligero del cuerpo desvía instantáneamente las imágenes visuales en la retina, hecho suficiente para activar los mecanismos correctores. Esta información es similar e incluso complementaria a la obtenida por el aparato vestibular, lo que se hace manifiesto en determinadas situaciones, como las que reseñamos a continuación: • Un individuo con anomalía o malformación vestibular puede mantener un equilibrio casi normal mientras mantenga abiertos los ojos. • Un individuo al que se haga dar vueltas sobre una silla giratoria sufrirá, al detenerse bruscamente, la sensación de que sigue dando vueltas (debido a



la inercia del movimiento de la endolinfa), sensación que puede corregir si fija los ojos en un objeto estacionario. El pasajero de un avión, que vuele en completa oscuridad, con movimiento circular a velocidad constante, perderá el sentido del plano en que gira, puesto que, tras una primera estimulación, el movimiento de la endolinfa coincidirá con la del propio conducto, cesando el estímulo a las pestañas, y creerá que viaja en línea recta, hasta que pueda percibir informes visuales.

La sensibilidad profunda. Aporta informes de la situación del cuerpo en general y de sus distintas partes entre sí. A tal fin se dispone de receptores situados en las articulaciones, en los músculos y en los tendones, que captan aspectos como el grado de aproximación de los segmentos articulares, el tono muscular y la tensión a la que están sometidos los tendones. Destacan por su importancia los receptores del raquis cervical que informan de la posición de la cabeza respecto del cuerpo. La sensibilidad cutánea. De las distintas sensibilidades percibidas en la piel es la de presión la directamente relacionada con el sentido del equilibrio. La presión ejercida sobre las plantas de los pies, por ejemplo, indican si el peso del cuerpo está distribuido por igual en ambos o desplazado delante, atrás o a un lado. La presión del aire contra la parte anterior del cuerpo de la persona que corre indica la acción de una fuerza opuesta, y se produce el mecanismo reflejo de inclinarse hacia adelante, para contrarrestarla. Mantener el equilibrio, saber andar y correr, adoptar posturas adecuadas para distintas situaciones..., todo ello requiere un aprendizaje. Digamos, en síntesis, que hay que aprender a andar. El ejemplo más patente de este necesario aprendizaje lo tenemos en los llamados «niños-lobos», que por circunstancias muy diversas (abandono familiar, extravíos) no han convivido con seres humanos en sus primeros años, y que no saben adoptar la postura bípeda posteriormente, cuando son encontrados, rescatados y educados. Aprender a andar exige una sincrónica maduración del sistema nervioso. Y hasta los diez años no puede hablarse de una maduración generalizada, tanto de vías nerviosas como de conjuntos musculares. La cinestesia, o sentido de la posición, aptitud para la percepción de posiciones y movimientos, especialmente de las partes del cuerpo, y entendida como una forma de sensibilidad profunda, debe ser muy tenida en cuenta en todas las programaciones sistemáticas de aprendizaje del sentido del equilibrio. Se trata de hacer consciente la postura, el movimiento, con las partes del cuerpo implicadas, y desmenuzando y practicando todas las posturas y modalidades posibles. Por ejemplo, los desplazamientos pueden revestir las modalidades de: andar haciendo conscientes las tres posturas de talón, planta de pie y puntillas, bien practicando las tres posiciones de forma sucesiva, bien andando en una sola de tales formas. Si añadimos la mayor o menor velocidad, seguir un ritmo, andar a la pata coja..., comprobaremos la variedad de ejercicios que entran en la práctica del aprendizaje del equilibrio. En la práctica de diversas variedades de deportes: saltar, correr, nadar, ciclismo, esquiar.... veremos como todos exigen la práctica del equilibrio por

compensación y la adaptación del cuerpo a distintas situaciones dinámicas y, por supuesto, el aprendizaje de coordinaciones motoras que aseguran el equilibrio. Trastornos del equilibrio Dentro de la actividad cotidiana, suelen presentarse algunas situaciones que conviene tener en cuenta y, en lo posible, prevenir. El vértigo puede tener varias causas. Es una alteración del sentido del equilibrio, con sensación de inestabilidad y movimientos aparentes del propio cuerpo u objetos circundantes. Puede acompañarse de náuseas y mareos. Puede tener su origen en la ingestión de tóxicos (alcohol, droga), ciertos fármacos en dosis elevadas, ya que estos productos son absorbidos preferentemente por las células ciliares del aparato vestibular. Por poner algunos ejemplos prácticos: Las aulas recargadas con escaso o nulo espacio complementario para desplazamientos espontáneos, o la falta de espacios libres, pueden provocar situaciones individuales de claustrofobia o fatiga intelectual, derivadas en dolores de cabeza y mareos. En otras ocasiones, una errónea concepción del edificio, deviene, elevando la altura de las ventanas por encima del ángulo visual, a la larga, en claustrofobias e incremento de la fatiga visual. Los mareos de viaje, en el uso de transportes, también producen vértigo. Como educar y/o mejorar el equilibrio: El trabajo de educación de la psicomotricidad está relacionado con el equilibrio, aunque no todos los ejercicios de equilibrio están ligados a la psicomotricidad. Se deben de aprovechar las situaciones de la vida cotidiana para mejorar los umbrales y alcanzar el dominio de este sentido, tan necesario en el desenvolvimiento positivo diario. Los ejercicios breves de cinestesia, que vayan haciendo consciente cuáles son las partes del cuerpo, las que se mueven o están inmóviles, qué posibilidades tienen, cómo puede mejorarle el límite o umbral superior… Los juegos tradicionales son un acervo riquísimo: saltar a la comba, las carreras de sacos, andar a la pata coja, el tranco, correr hacia atrás, el pañuelo, juegos todos ellos con un fuerte componente de habilidad cinética y de equilibrio postural exigiendo cada uno de ellos determinado dominio del equilibrio. Lo interesante, en cualquier caso es la explotación a fondo del propio cuerpo, utilización al máximo de los útiles, herramientas, objetos e instrumentos cotidianos y alcanzables.

LOS SENTIDOS DE LA PIEL Se estudian en este apartado un conjunto de sensaciones que tienen en común el hecho de que los receptores se encuentran en la piel y son activados a partir de la estimulación táctil. Estos matices se recogen en terminaciones nerviosas específicas para cada uno de ellos y viajan, por sendas fibras sensibles, hasta la médula espinal y desde allí al encéfalo a través de la cual se desencadenan diferentes cualidades perceptivas: • La localización y discriminación de la estimulación táctil. • La percepción de la textura de los objetos. • La percepción de la temperatura. • La percepción del dolor. Estas cualidades vienen dadas por el funcionamiento de tres sensaciones somáticas o cutáneas: • Sensación de tacto o presión. • Sensación de dolor. • Sensación de frío o de calor (temperatura). Los sentidos de la piel tienen una gran importancia ya que nos informan de las cualidades de los objetos y/o nos protegen del dolor corporal y de las temperaturas extremas. Están relacionados con el sentido de la vista y con las sensaciones cinestésicas y vestibulares. Los receptores del tacto, presión y vibración son del mismo tipo (a menudo se les llama sentidos táctiles), y su mensaje se proyecta en la porción anterior de los lóbulos parietales (áreas 3, 1 y 2 de Brodmann). Por detrás de estas áreas sensitivas primarias se encuentran las asociativas (5 y 7), en las que se elaboran sensaciones más complejas que permiten apreciar la textura, forma, tamaño y peso de los objetos. Cada parte del cuerpo tiene su representación, casi exclusivamente, en el hemisferio cerebral opuesto (excepto una pequeña parte de la cara que se representa en el hemisferio del mismo lado), ocupando una zona proporcional al número de receptores de que disponga. La zona más amplia corresponde a los labios, que poseen mayor número de receptores, seguida por la de la cara y el pulgar, mientras que el tronco y la parte inferior del cuerpo se hallan representados en zonas relativamente pequeñas de esta corteza cerebral.

Fig. 1. Representación de las diferentes partes del cuerpo en el área sensitiva primaria (según Penfield y Rasmussen).

Descripción anatómica y fisiológica La piel La piel representa aproximadamente dos metros cuadrados de superficie receptiva; sus funciones son la regulación de la temperatura, la transpiración, la respiración y la protección del organismo. Existen dos tipos de piel: • Piel delgada. Es peluda y cubre la mayor parte de nuestro cuerpo. • Piel gruesa. Se llama así porque su capa externa es más gruesa. Se encuentra en las palmas de las manos, las plantas de los pies y en las superficies lisas de los dedos. Carece de folículos pilosos y sus receptores son más complejos, pues están relacionados con las actividades exploratorias. La piel está formada por venas, arterias, glándulas sudoríparas, folículos pilosos y receptores. Se divide en tres capas: •

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Epidermis. Capa externa, flexible, está constituida por epitelio queratinizado, entre cuyas células se hallan los melanocitos productores de melanina. Su espesor varía de unas zonas a otras, siendo mayor en las palmas de las manos y plantas de los pies, donde alcanza 1,5 mm. Se calcula que la epidermis humana se renueva cada veinte o treinta días. Dermis. Capa intermedia, donde se encuentran numerosas terminaciones nerviosas y la mayor parte de los receptores cutáneos. Su grosor es máximo en la planta del pie (unos 3 mm.). Hipodermis o Tejido subcutáneo. Permite el deslizamiento de la piel sobre las estructuras más profundas. Tiene una capa de tejido adiposo donde se acumulan las grasas.

Los receptores Son terminaciones de neuronas, si bien hay una gran variedad que difieren en su estructura y posiblemente en sus funciones. Los más conocidos son: • Los corpúsculos de Krause. Se localizan en la capa dérmica. • Los corpúsculos de Meissner y los discos de Merkel. Se localizan en la piel gruesa (no pilosa). Son particularmente abundantes en los labios y en las yemas de los dedos, y probablemente explican la capacidad de identificar la contextura de los objetos. Los corpúsculos de Meissner se adaptan pronto y son sensibles al movimiento de objetos muy ligeros; en cambio, los discos de Merkel dan sensaciones más estables y permiten recibir contactos prolongados. • Los corpúsculos de Ruffini. Se localizan en las zonas subcutáneas y en los tejidos más profundos. informando de estados de deformación y de presión en los tejidos profundos. • Los corpúsculos de Pacini. Se localizan en la dermis, en los tejidos subcutáneos (especialmente en los de las manos y los pies) y en las articulaciones y sus ligamentos. se estimulan por movimientos muy rápidos, y son importantes para el sentido vibratorio. • Receptores de Golgi y Mazzoni. Se localizan principalmente en los tejidos musculares y en los tendones. • Terminaciones nerviosas libres. Se localizan en las zonas más superficiales. se hallan en cualquier zona de la piel. El número de receptores por centímetro cuadrado de superficie es diferente, según la zona de la piel que se estudie, y varía así la capacidad de discriminar ante estímulos producidos simultáneamente. Mientras que en la yema de los dedos percibimos como distintos los extremos de un compás que disten 1-2 mm., en la espalda son necesarias distancias mayores, entre 30 y 70 mm., para localizarlos como puntos separados. Cuanto más sutil es la sensibilidad de una parte del cuerpo, mayor es la densidad de receptores que posee. No está clara la relación entre el tipo de receptor y su función; parece ser que por su localización y estructura, las terminaciones nerviosas libres responden más a los estímulos dolorosos y térmicos que los corpúsculos, y que los receptores de los tejidos musculares y los tendones están más relacionados con las sensaciones cinestésicas (algunos autores incluyen el estudio de las sensaciones cinestésicas dentro de las sensaciones de la piel). En el estudio de la relación entre el tipo de receptor y su función se han desarrollado tres teorías cuyo estudio dejaremos para otra ocasión. Vías nerviosas La transmisión neuronal de la información de los receptores de la piel hacia el cerebro se realiza a través de dos sistemas: • Sistema espinotalámico. Formado por fibras nerviosas pequeñas, de transmisión lenta y de poca precisión.



Sistema lémnisco. Formado por fibras nerviosas grandes, de transmisión rápida y de mayor precisión. Ambos sistemas transmiten la información a la corteza somatosensorial, en concreto a diferentes partes del tálamo desde donde la información pasa al córtex parietal. Umbral táctil La presión mínima necesaria para producir la sensación táctil oscila entre los 2-3 g/mm2, en labios y yemas de los dedos, y alrededor de 50 g/mm2 en la espalda. Entre estos valores se encuentran las necesarias para las demás zonas corporales, siendo las menores para el dorso de los dedos, el brazo y la cara interna del muslo, y progresivamente mayores para el dorso de la mano, la pantorrilla, el hombro, el abdomen, parte anterior de la pierna, planta del pie y dorso del antebrazo. Tabla en la que se señalan, según Luria, el número de receptores sensibles por milímetro cuadrado en distintos sectores de la piel

Todo el material que nos rodea y envuelve, es fuente de interés y atención. Como ejemplos pueden servirnos las diferentes texturas de los objetos, los alimentos o los estados de la materia: más o menos caliente, más o menos duro, más o menos denso, más o menos voluminoso, más o menos suave...Todo ello podremos utilizarlo para ampliar los umbrales máximo y mínimo, los límites de la percepción cutánea. Podemos partir desde un “grado cero” y, sin limitarnos a una mera percepción táctil de los objetos, intentando llegar hasta los más altos niveles de agudeza, memoria y aplicación de estos conocimientos. Llegar a ser expertos táctiles, explotando al máximo las posibilidades de conocimiento sensorial, adentrándonos en umbrales de profesiones especializadas El tacto Incluye las sensaciones desencadenadas por la distorsión o deformación de la piel, ocasionadas cuando ésta toca o es tocada por un objeto. Aspectos fisiológicos Los receptores más estudiados del sentido del tacto son los corpúsculos de Pacini, células grandes, de forma elíptica, formadas por capas sobrepuestas en el extremo de un axón que envuelven la terminación nerviosa. Responden más a un

cambio del estímulo que a una estimulación constante. Su densidad en algunas áreas de la piel les permite señalar de forma efectiva la localización del estímulo. La información del tacto se transmite a través de diferentes canales que se diferencian en los receptores involucrados, la velocidad de adaptación, la sensibilidad al tamaño y duración del estímulo y en los campos receptivos: • Los corpúsculos de Pacini y las fibras de adaptación rápida. Responden a cambios en la estimulación, dejando de responder cuando la presión sobre la piel es continua. • Las fibras de adaptación lenta. Responden cuando la presión sobre la piel se realiza de forma continua. Los receptores de la piel generan impulsos que se transmiten al córtex somatosensorial. La actividad somatosensorial se puede dar de dos formas, que corresponden a dos sensaciones diferentes, especializadas y complementarias: el tacto pasivo (notar) y el tacto activo (identificar). Tacto pasivo Se produce cuando un estímulo o un objeto se ponen en contacto con la piel. La sensación básica que se deriva es la de notar el objeto. Los estudios sobre el tacto pasivo se refieren a dos aspectos básicos: • Estudios de los umbrales absolutos. Miden los umbrales de los sujetos en la detección de un estímulo único sobre la piel. Destacan las aportaciones de Weinstein (1968), quien estudió los umbrales absolutos en los hombres y en las mujeres, llegando a las siguientes conclusiones: • Tanto en los hombres como en las mujeres, algunas partes del cuerpo son más sensibles que otras. • En algunas partes del cuerpo, las mujeres son más sensibles al tacto que los hombres. • Las mujeres y los hombres difieren en sus patrones específicos de sensibilidad. • Estudios del umbral de discriminación de dos puntos. Miden la capacidad para detectar la estimulación de dos puntos de la piel. Weinstein (1968) encontró: • Diferencias entre distintas partes del cuerpo. Por ejemplo, la cara y los dedos pulgares tienen un umbral bajo en la detección de dos puntos. • Una relación entre el tamaño del área cortical y el tamaño de los umbrales de discriminación de dos puntos. Por ejemplo, la gran área cortical dedicada al labio corresponde a un umbral bajo de esta parte del cuerpo en la discriminación de dos puntos. Tacto activo Se produce cuando el individuo realiza una exploración activa del objeto. Es un fenómeno complejo, en el cual intervienen las informaciones procedentes de las sensaciones cinestésicas, y propositivo, es decir, selectivo e intencional. Aporta mucha más información que el tacto pasivo, ya que en general, permite la identificación de los objetos. Las informaciones combinadas de la piel y la cinestesia constituyen la base de un sistema perceptual denominado sistema háptico. Algunas de las aplicaciones más importantes derivadas del tacto activo son el método de Tadoma para sordos y el sistema Braille para ciegos.

Factores que influyen el tacto Puesto que los mecanismos y las funciones del tacto activo y pasivo son diferentes, también difieren los factores que los influyen. En síntesis, algunos de estos factores son: • Factores que influyen el tacto pasivo. La intensidad del estímulo, la zona sensorial, el umbral individual, la adaptación, etc. • Factores que influyen el tacto activo. La experiencia previa del sujeto con los estímulos, la influencia de otras modalidades sensoriales, situaciones específicas (como por ejemplo la ceguera), etc. Estimulación táctil El ejercicio del sentido del tacto es una actividad compleja, y requiere, más que otros sentidos, todo un aprendizaje. Digamos que hay que aprender a palpar, realizar ejercicios de memoria táctil: • En primer lugar, deben usarse las dos manos. Una mano sostiene el objeto que se está conociendo mediante el tacto, la otra efectúa el recorrido sobre el mismo: el contorno, indagación de rugosidades, huecos; presiona para conocer la dureza total o parcial, sus consistencia, su temperatura. Se aprieta, se sopesa, se repasa..., se toma posesión táctil del objeto. La otra mano realiza una función complementaria: se turna o alterna en el conocimiento, efectúa igualmente el efecto pinza (pulgar contra índice). Las yemas de los dedos permitirán prevenir cualquier accidente en la palpación por su mayor sensibilidad al dolor. • En segundo lugar hay que propiciar la palpación activa mediante el movimiento continuo de manos y dedos, articulando los mismos, girando las manos, abriendo y cerrando, presionando en torno al objeto. Y cuanto más activa sea esta palpación, mayor estimulación en el córtex, mayor riesgo neuronal, más actividad y rapidez en el punto central receptor... y mejor conocimiento y posibilidad de identificación del objeto. • En tercer lugar, la repetición del conocimiento-reconocimiento táctil resulta en un menor tiempo para la identificación. El dolor Aspectos definitorios El dolor tiene un gran valor biológico y adaptativo ya que, a partir de la información de la existencia de un estímulo nocivo, nos protegemos del mal corporal; las personas que carecen de esta sensación, muestran un ejemplo de la importancia de esta sensación ya que se pueden autolesionar sin darse cuenta. Tradicionalmente se considera que la principal superficie receptora del dolor es la piel, si bien es obvio que el lugar del dolor no se limita a la misma: la estimulación de casi cualquier región del cuerpo, interna o superficial, puede ocasionar dolor. Es difícil elaborar una definición del dolor debido a una serie de factores, entre los que destacan: • La existencia de diferentes estímulos que producen dolor. • La existencia de diferentes experiencias de dolor.

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La vinculación del dolor con las emociones. La gran carga de subjetividad que conlleva el dolor. El hecho de que no existe una única estructura cortical relacionada con el dolor, pues éste depende del funcionamiento de diferentes estructuras medulares y cerebrales. La existencia de muchas diferencias individuales en la percepción del dolor.

Estos factores llevan a pensar que una definición correcta del dolor debe tener en cuenta dos aspectos o componentes: • Componente sensorial. Existencia de un daño (estimulación) en los tejidos corporales. • Componente emocional. La experiencia desagradable dolorosa. Aspectos fisiológicos: Teoría del control de puerta (Melzack y Denis (1978)). Propone que la percepción del dolor está controlada por un circuito neural, cuya base es que las señales que producen la percepción del dolor deben pasar por el sistema de control de puerta antes de transmitirse al cerebro. La importancia de esta teoría radica en el hecho de que explica que el dolor está determinado no sólo por la activación de las fibras conectadas a los nocioceptores (aspectos más fisiológicos), sino también por el papel que juega el cerebro a través de las señales inhibitorias que envía (aspectos psicológicos). Factores que intervienen en la percepción del dolor: El problema más importante que se plantea en las investigaciones sobre el dolor es el de medir o cuantificar la intensidad del dolor que experimenta el individuo. Debido la propia complejidad del dolor, es fácil prever que son diversos y complejos los factores que influyen en su percepción. Estos factores afectan a dos aspectos básicos relacionados con el dolor: • El umbral del dolor. Intensidad del estímulo que el sujeto percibe como doloroso. • Las diferentes partes del cuerpo tienen umbrales diferentes. • La tolerancia al dolor. Máximo grado de dolor que el sujeto puede soportar o que acepta de forma voluntaria. Por razones éticas es difícil de investigar. Generalmente, los factores que intervienen en la percepción del dolor no actúan de forma aislada, sino que la combinación de algunos de ellos hace posible el aumento o la disminución del dolor. Se pueden clasificar en tres grupos y en síntesis, algunos de ellos son: • F a c t o r e s dependientes de la estimulación realizada: • El tipo de estimulación utilizada (mecánica, química, eléctrica o térmica). • La intensidad del estímulo doloroso. • La duración del estímulo doloroso. • La proporción de área estimulada (dolorida). • El tipo de dolor producido (localizado o profundo). • La adaptación. Se presenta en dolores leves pero no en dolores fuertes. • Factores dependientes del individuo que sufre el dolor:

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La cultura del sujeto. Tal como muestran ciertos rituales dolorosos que no son percibidos así por sus protagonistas. Las diferencias individuales. Relacionadas con factores de personalidad (ansiedad, extroversión y depresión). La experiencia previa del sujeto. La situación en la que se presenta el estímulo. El significado del dolor para el individuo. Estados mentales del sujeto. Utilización de técnicas para el control del dolor. Desarrolladas en el siguiente apartado.

Control del dolor Hay diferentes formas o métodos para controlar o reducir el dolor. Algunos de los más representativos son los siguientes: • Substancias químicas y fármacos. Entre ellos destacan la novocaína y las drogas derivadas del opio como la codeína y la morfina. • E n d o r f i n a s. De descubrimiento reciente, son substancias generadas por el cerebro (endógenas), que tienen efectos similares a las drogas derivadas del opio. Su estudio es muy interesante, ya que una vez conocidos los mecanismos mediante los cuales se liberan se pueden utilizar como analgésicos; dichos estudios son aún vagos, si bien parece que la acupuntura y las situaciones de estrés provocan la liberación de estas substancias. • Métodos contrairritantes. Provocan la irritación de un área para disminuir el dolor en otra. Los más representantes son: • La acupuntura. Sus mecanismos de funcionamiento no están del todo claros, si bien parece que la teoría del control de puerta puede aportar alguna explicación, en el sentido que lo que provoca la acupuntura es la estimulación de fibras grandes (cierran la puerta) que inhiben el dolor. • La analgesia por estimulación. Se produce a partir de la estimulación eléctrica de ciertas regiones del cerebro, que provoca una pérdida de la sensibilidad al dolor. • Procedimientos psicológicos. Los más representativos son: • La hipnosis. Consiste en una alteración de la conciencia, durante la cual el sujeto es susceptible a las sugestiones del hipnotista. Su utilización provoca gran escepticismo entre los investigadores. • Aproximaciones cognitivo-conductuales. Ayudan al paciente a desarrollar respuestas cognitivas y conductuales más adaptadas ante el dolor. Incluyen diferentes técnicas como la distracción o el modelamiento. Se han mostrado eficaces en situaciones como la preparación al parto, operaciones quirúrgicas, etc. Sensaciones de calor y de frío Aspectos fisiológicos Ambas sensaciones forman parte de un mismo fenómeno, la percepción de una fuente de calor, si bien fisiológicamente forman dos sistemas separados, ya que sobre la piel es posible identificar puntos diferenciados sensibles al calor y al frío.

La sensibilidad térmica está distribuida de forma irregular sobre la superficie de la piel; para que un receptor se estimule, la temperatura del estímulo debe ser diferente a la temperatura de la piel, considerada por algunos como punto de inferencia o cerofisiológico; esta temperatura puede no ser constante en todas las zonas de la piel. Sensaciones térmicas paradójicas Por sus características, se consideran dos tipos de sensaciones térmicas paradójicas: • Frío paradójico. Se produce cuando puntos sensibles al frío se estimulan con temperaturas muy altas (unos 45º), obteniéndose una sensación de frío. • Calor paradójico. Se puede producir cuando se estimulan simultáneamente puntos sensibles al calor y al frío al alternar la temperatura del objeto (caliente fría), obteniéndose una sensación de calor. Factores específicos de la temperatura Los factores específicos más característicos relacionados con la percepción de la temperatura son: • Los umbrales. Tanto los umbrales absolutos para el calor como los del frío, varían en las diferentes partes del cuerpo: la frente es especialmente sensible al calor, y las pantorrillas lo son muy poco; en cuanto al frío, el tórax es la parte más sensible, y la frente la menos sensible. El umbral diferencial depende de la velocidad del cambio de temperatura: notamos más un cambio repentino de la temperatura que un cambio gradual. • La adaptación térmica. Consiste en la disminución de la intensidad percibida de la temperatura (caliente o fría) como consecuencia de la exposición seguida. • Las sensaciones térmicas de la piel presentan adaptación, si bien la adaptación térmica absoluta sólo se produce en una fluctuación restringida de temperaturas; cuanto más extrema sea la temperatura, más largo será el tiempo necesario para su adaptación.

LOS SENTIDOS QUIMICOS: OLFATO Y GUSTO Los sentidos químicos son el gusto y el olfato, y son llamados así porque sus receptores (quimiorreceptores) son estimulados por el contacto con diferentes substancias químicas. Algunas especies dependen casi exclusivamente de estos sentidos para la obtención de información del entorno. En el hombre estos sentidos ejercen más una función informativa que está muy relacionada con aspectos culturales y emocionales; sólo en algunas ocasiones la función de estos sentidos es preventiva. Gusto y olfato se confunden a menudo: gran parte de lo que llamamos sabor es en realidad olor. Cuando se padece un catarro nasal y los conductos están obstruidos, la comida parece insípida, al no poder percibir su olor. El olfato El olfato es el sentido menos estudiado y menos conocido, pues aún se desconocen muchos de los mecanismos estimuladores y fisiológicos implicados. No obstante, se sabe que existe un uso diferencial del olfato en función de la especie y en función de la cultura y que puede jugar un papel importante en la cognición y la memoria humana. En este sentido, destacan los siguientes hechos: • Algunas especies son mucho más sensibles a los olores que los humanos. • En algunas especies, este sentido es imprescindible para su adaptación y supervivencia. • En muchos animales, el olor es el medio de comunicación dominante; en este proceso cabe destacar el papel de las feromonas, substancias químicas desprendidas por los animales que producen reacciones específicas al ser olidas por otros animales de la misma especie. • En nuestra cultura esta sensación raramente se utiliza con toda su capacidad, y su uso está muy relacionado con aspectos de placer altamente vinculados a aspectos emocionales y culturales. • En general, el hombre detecta fácilmente los olores pero le es más difícil identificarlos y reconocerlos; no obstante, una vez identificado o reconocido un olor su permanencia en el tiempo es larga, es decir, los olores no se olvidan con facilidad. Clasificación de los olores Se han realizado varias clasificaciones de los olores, aunque ninguna ha resultado completamente satisfactoria. La complejidad de los estímulos olorosos y el hecho de no poder postular la existencia de receptores específicos para olores específicos, han contribuido a este hecho. Las dos clasificaciones clásicas propuestas son: • El prisma olfatorio de Henning (1916). Clasificación basada en las descripciones de los olores que realizaron seis sujetos experimentales. En la estructura del prisma olfatorio se establecen seis olores básicos localizados en las esquinas: fragante, podrido, etéreo, resinoso, quemado y aromático, y una serie de olores complejos que se representarían en el interior del prisma y cuyas cualidades se parecerían más o menos a las de los olores primarios, en función de su aproximación.



La teoría estereoquímica de Amoore (1970). Postula que moléculas similares determinan un olor determinado y que hay receptores específicos relacionados con la forma de la molécula que se huele. Amoore determinó una lista de siete olores primarios (alcanforado, picante, floral, etéreo, menta, enmohecido y podrido) que posteriormente amplió a 32. La teoría, con poca evidencia empírica, demostró la existencia de una relación entre la forma de la molécula y su olor, si bien posteriormente se han encontrado moléculas idénticas que son percibidas como olores diferentes.

Aspectos anatómicos y fisiológicos

Esquema representativo del sentido del olfato, situado en el interior de las cavidades nasales.

En síntesis, en el camino hacia la sensación del olor la molécula olorosa sigue los siguientes pasos: Se produce en la región situada en el techo de las fosas nasales. En dichas fosas nasales se distinguen tres regiones: 1. Vestíbulo. Es la porción más anterior, y corresponde al interior de las alas de la nariz. Su mucosa dispone de pelos o cilios y glándulas que impiden la entrada de partículas gruesas. 2. Áreas respiratorias. Comprenden las cavidades nasales principales, que están separadas por el tabique nasal. En la pared lateral de cada cavidad destacan tres prominencias (cornetes) que limitan unos espacios (meatos). La mucosa contiene glándulas secretoras de moco, epitelio con cilios y un abundante plexo venoso. Su función es servir de filtro y humedecer y calentar el aire que respiramos. Si el aire exterior es caliente y húmedo, los cornetes se deshinchan, mientras que si es seco y frío, se congestionan. En determinadas condiciones (resfriados, alergias), el plexo venoso puede congestionarse y dificulta la libre circulación del aire. 3. Área olfatoria. Corresponde a la zona superior de las cavidades nasales principales, y está ocupada por la membrana olfatoria. Esta membrana, de unos 5 cm2 de extensión total, está formada principalmente por una capa de células de sostén y sensitivas. Las células de sostén poseen un pigmento responsable de color parduzco.

Las sensitivas son neuronas bipolares, que disponen de cilios, considerados como los quimiorreceptores, revestidos por la delgada película mucosa. Las señales que provienen de los receptores del olfato se procesan en un primer nivel en el bulbo olfatorio. La información que proviene de los dos bulbos olfatorios se combina posteriormente en algún lugar de la vía olfatoria. Del bulbo olfatorio parten las neuronas a través de dos vías: el tálamo, área central de los procesos sensoriales y el hipotálamo, estructura importante en la ingesta del alimento y en la regulación del comportamiento. Del procesamiento superior de esta sensación se sabe bastante poco. Según los diferentes estudiosos situando este proceso en distintas partes del cerebro. Factores que influyen en la percepción de olores Algunos de los factores que influyen en la percepción de los olores se han estudiado a partir de los umbrales absolutos y los umbrales diferenciales de los olores: • Factores que influyen los umbrales absolutos. Influyen en la determinación de la presencia del olor. Destacan los siguientes: • El tipo de olor. Se han encontrado diferentes umbrales para diferentes olores. • La especie. Los humanos somos menos sensibles a algunos olores que otros animales. • Las diferencias individuales en la sensibilidad olfativa. • El género. La mayor parte de los estudios muestran que las mujeres son más sensibles a los olores que los hombres. • Las preferencias olfativas. Dependen de la concentración. Parece ser que hay evidencias sobre la preferencia por el olor propio. • Umbrales diferenciales de los olores. Normalmente son altos ya que prevalece la constancia del olor, es decir, la fuerza percibida de un olor sigue siendo la misma a pesar de las variaciones en la intensidad de la inhalación. • Otros factores que están relacionados con la percepción de los olores son: • Diferencias culturales. Debidas a la función o el papel que tiene en cada cultura la percepción de los olores. • Diferencias individuales específicas. Provocadas por situaciones específicas como la ceguera, que provoca mejor reconocimiento e identificación de los olores. • La adaptación. Pérdida temporal de la sensibilidad a un olor presentado durante un intervalo temporal. Parece ser que en la adaptación a los olores intervienen estructuras corticales relacionadas con la memoria. Para percibir una sustancia se precisa que sea volátil, para que las moléculas que desprenda sean llevadas por el aire al inspirar, y soluble en grasas y agua para atravesar la película mucosa, contactando con los cilios. La razón por la que somos capaces de oler miles de sustancias diferentes es desconocida, y se han enunciado distintas hipótesis. Una de ellas considera que entre estímulo y receptor se produce un encaje del tipo llave-cerradura. Así, los cilios dispondrían de huecos («cerradura»), que sólo responden a moléculas de una cierta forma («llave»). Esta teoría permite explicar la adaptación a los olores; durante la permanencia en una atmósfera fuertemente

olorosa, los receptores de estas moléculas irían bloqueándose, disminuyendo e incluso cesando la sensación. Se admite la existencia de 50 o más sensaciones odoríferas primarias. Una característica del olfato es la de poseer un umbral mínimo muy bajo y uno máximo, relativamente cercanos. Para producir la sensación son suficientes cantidades mínimas de moléculas, mientras que bastan concentraciones 10 a 50 veces superiores para desencadenar la intensidad máxima. Este hecho contrasta con la gran amplitud entre los umbrales de otros sentidos (por ejemplo, auditivo, visual), y parece indicar que es un sentido destinado a detectar la presencia o ausencia de olor, más que a cuantificar intensidades. Podemos aumentar las posibilidades de olor aspirando con fuerza para incrementar la cantidad de aire y, por consiguiente, la de moléculas arrastradas. El gusto El significado que normalmente atribuimos al gusto o al sabor de los alimentos va más allá de la experiencia sensorial que se produce al colocar alguna sustancia en la boca; la denominación responde más bien a un grupo de experiencias que surgen al activar los receptores gustativos de la lengua y probablemente ciertas partes de la actividad bucal. En síntesis, estas experiencias vienen determinadas por: • La influencia del olfato. • Las propiedades mecánicas de los alimentos y de otras substancias implicadas. • La temperatura de los alimentos. • Sensaciones hápticas y cinestésicas (que se producen en la boca). • Contribuciones nerviosas centrales. • Aspectos emocionales. Cuando se habla del gusto como modalidad sensorial, se hace referencia a las percepciones que resultan del contacto de determinadas substancias químicas con los receptores específicos de la boca. Estas consideraciones y la experiencia particular relacionada con los sabores de las comidas, evidencian la estrecha relación entre el gusto y determinados factores individuales (afectivos) y culturales. Clasificación de las cualidades gustativas En principio, una sustancia puede estimular la sensación del gusto si es disoluble en la saliva. La efectividad estimulante de las substancias depende además de otros factores como el grado de solubilidad, la concentración, la capacidad de ionización, la temperatura y la composición química. Si bien hay cierta controversia, la mayor parte de investigadores cree que en los humanos existen cuatro cualidades gustativas básicas: • D u l c e. • A m a r g o. • S a l a d o.



A g r i o.

Esta clasificación ya fue propuesta por Henning (1916), quien utilizó la forma de un tetraedro para representar en cada una de sus esquinas las cuatro cualidades principales del sabor, en los bordes los sabores intermedios (mezclas de dos sabores primarios) y en la superficie los sabores combinados (a partir de tres sabores primarios); estos términos son adecuados para describir la casi totalidad de nuestras experiencias gustativas. Parece ser que existen propiedades físicas y químicas para cada uno de estos sabores básicos, aunque no son completamente exactas las conexiones entre las propiedades físicas y químicas de las substancias y la cualidad de su sabor. Además, la complejidad en la especificación de los estímulos aumenta si consideramos el hecho de que el sabor de algunas substancias cambia con su concentración. Cabe considerar que algunos estudios realizados sobre identificación de componentes concluyen que la complejidad de los sabores no se puede analizar en sus componentes primarios, sino como una única cualidad compuesta por diferentes ingredientes. Aspectos anatómicos y fisiológicos Los receptores del sentido del gusto se encuentran en los botones o corpúsculos gustativos distribuidos por la boca; los más estudiados son los que se encuentran situados formando pequeñas protuberancias sobre la lengua: las papilas gustativas. Los corpúsculos gustativos tienen una vida corta (unos diez días) y se van regenerando. En los niños, los botones gustativos son muy numerosos, sobre todo en la punta de la lengua. En el adulto su número es más reducido y, por lo general, después de los cuarenta y cinco años, muchos botones degeneran y hacen que la sensación resulte cada vez menos aguda. La estimulación por puntos de las áreas de la lengua y del paladar blando parece indicar que existe una cierta relación entre la región de la lengua y la sensibilidad para cada uno de los gustos (la parte media de la lengua no tiene corpúsculos gustativos): • Salado. Mayor sensibilidad en la punta y en los lados. • Dulce. Mayor sensibilidad en la punta. • Amargo. Mayor sensibilidad en el paladar blando. • Agrio. Mayor sensibilidad en los laterales de la lengua. Hoy en día la mayoría de investigadores creen que los botones gustativos son sensibles a más de un gusto si bien responden de forma más precisa a un gusto determinado. Factores que influyen en la percepción del gusto En síntesis, algunos de los factores que influyen en la percepción del gusto son los siguientes: • Interacción del gusto con el olfato. El sentido del olfato es muy importante en la determinación de los sabores, lo cual demuestra una cierta cooperación de los mecanismos nerviosos implicados. • Temperatura de la sustancia que se gusta. Parece ser que su influencia está relacionada con el aprendizaje realizado por el sujeto.



Características visuales de la sustancia que se gusta. Parece ser que su influencia está relacionada con el aprendizaje realizado por el sujeto.

Adaptación Cuando una sustancia se coloca en la lengua, aumenta el umbral absoluto para esta sustancia; es decir, para saborearla, es necesaria una mayor concentración de la misma. La adaptación se produce más en las sustancias condimentadas y en las cuatro cualidades del gusto, siendo inferior en la vida diaria que en los estudios de laboratorio. La adaptación a una sustancia puede afectar el sabor de otra sustancia degustada a continuación, pudiéndose producir: • La adaptación cruzada. La adaptación a una sustancia aumenta el umbral para otra sustancia; normalmente es específica para una propiedad del sabor particular. • La potenciación cruzada. La adaptación a una sustancia disminuye el umbral para otra sustancia. • Efecto de contraste. Producido, normalmente, por los modificadores del sabor, que son unas substancias especiales que cambian el sabor de otros alimentos degustados a continuación. Uno de los más conocidos es la llamada fruta milagrosa, que cambia el sabor de las substancias agrias. • Diferencias individuales en el sabor. Debidas a factores genéticos o a experiencias pasadas con determinados alimentos. Pueden ser de preferencia o de aversión. • Hambres específicas. Parece ser que son de origen genético y tienen un papel fundamental en la regulación de la ingesta de determinadas substancias. • Preferencias hedónicas. Parece ser que en el hombre son aprendidas y dependen de factores culturales, si bien dentro de una misma cultura se encuentran diferencias individuales importantes. • Deficiencias en la percepción del sabor. En ocasiones se producen como consecuencia de traumatismos encefálicos o de la radioterapia. La deficiencia más grave y poco frecuente es la pérdida total del gusto (ageusia); otros trastornos son la sensibilidad acentuada a los sabores (hipergeusia) y la percepción distorsionada de los mismos (disgeusia).

EL SISTEMA AUDITIVO Mediante el sistema auditivo nos llega información compuesta básicamente por los sonidos que nos rodean. A través de esta modalidad, también se produce la codificación de otros fenómenos auditivos más complejos como la localización del sonido y la percepción del lenguaje. Los estímulos de la audición Los sonidos que oímos son pautas de alteraciones de presión sucesivas que ocurren en algún medio molecular, que puede ser gaseoso, líquido o sólido. Los sonidos no pueden existir en el vacío, es decir, en ausencia de alguno de estos medios. Cuando un objeto produce un sonido, su superficie vibra rápidamente y crea diferencias de presión en el aire circundante. Estas variaciones de presión generadas por los cuerpos vibratorios se desplazan en forma de onda dentro del medio, siendo el tipo más sencillo de onda sonora la que produce cambios de presión sucesivos en el tiempo, en forma de una onda sinusoidal única repetitiva. Una característica específica es que las ondas avanzan en el espacio sin que lo haga necesariamente su medio de transmisión; la velocidad del sonido se calcula a partir del tiempo necesario para que una compresión se mueva a una distancia conocida y depende de las características físicas del medio, siendo inversamente proporcional a la densidad y compresibilidad del medio de conducción; así por ejemplo, en el aire, a 0º C, las ondas viajan a una velocidad aproximada de 340 metros por segundo, siendo esta velocidad de transmisión superior en el agua. Propiedades de las ondas físicas y dimensiones del sonido Cada una de las propiedades físicas de una onda sonora está asociada con cada una de las consideradas dimensiones del sonido o características experimentales o psicológicas del mismo: • Frecuencia. Corresponde a la rapidez con la cual varía la presión, es decir, al número de ciclos o cambios de presión completados en un segundo; se mide en hertzs. Las diferentes frecuencias originan la característica conocida como el t o n o de un sonido que se expresa en ciclos por segundo (c p s). Normalmente, un sonido no mantiene una frecuencia constante, sino que lo que se produce son cambios tipificados en la frecuencia conocidos con el nombre de modulaciones de frecuencia. Existen diferencias entre las especies con relación a la capacidad de oír sonidos con diferentes tonos. • Amplitud. Corresponde a la intensidad de la vibración, es decir, al grado de desplazamiento de las partículas vibratorias en cualquier dirección a partir de la posición de descanso; se mide en Newton por metro cuadrado (N / m2). La amplitud del sonido origina la característica psicológica de la sonoridad y se mide en decibeles (d B). Existe una gran variabilidad de presiones a las cuales son sensibles los oídos; la mayor parte de las experiencias sonoras cotidianas se encuentran en el rango comprendido entre 60 y 90 dB. En la experiencia diaria, las ondas complejas, formadas por varias ondas seno, son fenómenos auditivos más comunes que las ondas seno puras utilizadas normalmente en la mayoría de las investigaciones. La dimensión psicológica del timbre, propiedad sonora del tono, corresponde a la complejidad de la combinación de las ondas sonoras. Una onda compleja es característica de la voz y de los instrumentos musicales.

Aspectos anatómicos y fisiológicos Las ondas sonoras, desde su emisión, realizan un recorrido a través de las tres estructuras básicas del oído (oído externo, oído medio y oído interno), hasta llegar a los receptores situados en estructuras específicas del oído interno. En síntesis, este recorrido sigue los siguientes pasos: 1. Oído externo Recoge las ondas sonoras y las conduce hasta el tímpano. Comprende el pabellón de la oreja, el conducto auditivo externo y la membrana del tímpano.

Fig. 1. 1: Conducto auditivo externo. 2: Tímpano. 3: Trompa de Eustaquio. 4: Cadena de huesecillos. 5: Oído interno. 6: Cóclea o caracol. 7: Nervio estatoacústico.

1.1. Pabellón de la oreja. Está constituido de cartílago elástico y no tiene prácticamente función orientativa e intensificadora de los sonidos. 1.2. Conducto auditivo externo. Mide unos 3 cm. de longitud. Su mitad externa, continuación del cartílago del pabellón, está recubierta de piel rica en pelos y glándulas secretoras de cerumen. 1.3. Membrana timpánica. Es una lámina fibrosa recubierta de epitelio. Transforma las ondas en vibraciones mecánicas 2. Oído medio o caja del tímpano Transmite las vibraciones timpánicas hasta el oído interno. Es una pequeña cavidad, llena de aire, que contiene la cadena de huesecillos. Comunica con la nasofaringe a través de la trompa de Eustaquio, y con el oído interno por dos orificios dotados de una finísima membrana. Al orificio superior se le denomina ventana oval, y al inferior, ventana redonda. 2. 1.

Cadena de huesecillos.

El mango o manubrio del martillo está firmemente englobado en el tímpano. El pie del estribo está encajado mediante fibras elásticas a la ventana oval. El yunque ocupa una situación intermedia. Esta disposición en cadena permite que las oscilaciones del tímpano lleguen al estribo que, a modo de émbolo, presionará sobre el líquido del laberinto a través de la ventana oval. El martillo y el estribo disponen de sendos músculos, estimulables por los sonidos intensos, que al contraerse atenúan los movimientos de la cadena. 2.2.

Trompa de Eustaquio. Es un conducto formado por el cartílago elástico, que mide unos 3,5 cm. de longitud. En su estado normal, en reposo, sus paredes están en contacto, ocluyendo la luz de la trompa. Al hablar o deglutir las paredes se separan y el orificio inferior (nasofaringe) se abre, circulando el aire por él si hay una diferencia de presión con el exterior. Actúa como una válvula reguladora de la presión M aire existente en el oído medio. Este mecanismo garantiza la libre oscilación del tímpano, al conseguir que haya la misma presión a ambos lados de la membrana. 3. Oído interno o laberinto Comprende una serie de membranas en forma de tubos y sacos (laberinto membranoso) incluidas en una cápsula ósea (laberinto óseo). El laberinto membranoso está relleno y rodeado de líquido (endolinfa y perilinfa). La porción central (vestíbulo) y posterior del laberinto la ocupa el aparato vestibular, perteneciente al sentido del equilibrio. La porción anterior corresponde a la cóclea o caracol, órgano del sentido auditivo. Caracol: Presenta forma de tubo arrollado en una espiral de 2.3/4 vueltas. Su luz se halla dividida en tres compartimientos, el superior o rampa vestibular, el medio o conducto coclear y el inferior o rampa timpánica. Las rampas vestibular y timpánica contienen perilinfa y están separadas entre sí por una laminilla ósea, excepto en el vértice del caracol, donde se comunican. La vestibular está relacionada con la ventana oval mediante el vestíbulo del laberinto, mientras que la timpánica limita con la ventana redonda.

Fig. 2. 1: Membrana vestibular. 2: Conducto coclear. 3: Organo de Corti. 4: Membrana basilar.

El conducto coclear, relleno de endolinfa, está cerrado por dos finísimas membranas (membrana vestibular y membrana basilar) e incluye al órgano de Corti. El órgano de Corti es la parte sensible del aparato auditivo. Apoyado sobre la membrana basilar, se extiende a todo lo largo del conducto coclear. Lo forman grupos de células ciliadas, que son los verdaderos receptores, sobre cuyos cilios flota la membrana tectoria. De las células ciliadas parten las fibras nerviosas, que agrupadas forman la rama coclear del nervio estato-acústico (VIII par craneal). Las vibraciones de la perilinfa producen oscilaciones de las membranas del conducto coclear, y las células sensitivas son excitadas al contactar sus cilios con la membrana tectoria. Bekesy y Ranke proponen que el oído trabaja según un principio hidrodinámico. Las oscilaciones del estribo originan una onda progresiva, cuyo alcance está determinado por las propiedades de los conductos del caracol y por la frecuencia de las oscilaciones. De este modo las distintas frecuencias estarían relacionadas a ciertos sectores del caracol; los sonidos agudos, frecuencias altas, generan ondas que alcanzan el máximo de vibraciones en la base de la cóclea, mientras que los graves alcanzan su máximo en la cúspide. El líquido del laberinto también puede vibrar a partir de otros puntos de la cápsula del caracol. Las vibraciones de un diapasón, colocado sobre los huesos del cráneo, son percibidas mediante conducción ósea Frecuencias e intensidades. El ser humano es capaz de percibir sonidos de frecuencias comprendidas entre 16.000 20.000 hertzios (vibraciones por segundo). El oído es mucho más sensible a las situadas entre 1.000 - 3.000 hertzios. Los sonidos fundamentales para la comprensión del lenguaje se sitúan en una zona media de 500 hasta 3.000 hertzios. Se utiliza el decibel (dB) como unidad de intensidad de sonido. 130 dB Nivel de sensación dolorosa. 120 dB Tormenta. Entre 110 dB y el umbral doloroso Discotecas «en ambiente». 110 dB Avión con motores en marcha, a 15 metros. 100 dB Un taller de calderería. 90 dB Rugido de un león, desde el otro lado de la jaula. Entre 80 y 70 dB Una vía urbana muy activa, en hora de mayor tránsito 60 dB Una conversación en grupo. 50 dB Un automóvil poco ruidoso. 40 dB Calle tranquila en gran ciudad. 30 dB Comedor o sala de estar en una casa, con sus habitantes. 20 dB Susurro, conversación en voz baja (entre dos). 10 dB Las hojas agitadas por la brisa (no por el viento). «La conversación corriente, a 40 dB por encima del susurro, pone en juego 10.000 veces más energía que aquél, y el ruido de un avión a escasos metros aporta al oído 100 veces más energía que el rugido de un león, 100.000 veces más que la conversación corriente y 10 elevado a 11 veces más que los ruidos más débiles» (ídem).

ESCALA DE NIVELES DE INTENSIDAD EN ALGUNOS RUIDOS EN DECIBELIOS, según Gribenski

Localización de un sonido La experiencia nos muestra que en la mayor parte de las ocasiones somos capaces de oír un sonido y localizarlo, es decir, identificar su dirección y la distancia a la cual se emite; esta capacidad nos guía nuestra atención y nos permite la localización y/o la evitación de objetos. En este proceso intervienen una serie de estructuras y factores, si bien no hay acuerdo sobre el grado de intervención de cada uno en la localización del sonido. Algunos de estos factores y estructuras son: • Distancia de la señal aural y diferencia de intensidad interaural. La mayoría de las veces el sonido no se produce de forma equidistante a los dos oídos, originándose la diferencia de intensidad interaural (DII), que es la diferencia entre los dos oídos en cuanto a la presión sonora recibida de una fuente externa; esta diferencia varía en función de su relación con la diferencia de distancia binaural, que depende de la distancia real a la cual se emite un sonido, de su intensidad y de sus características específicas. En síntesis, un sonido no equidistante de los dos oídos llega primero al oído más cercano y transmite un sonido ligeramente más intenso en este oído; la distancia a la cual se percibirá dependerá de su intensidad, en el sentido que cuanto más intensa sea, más cercano se percibirá y viceversa. • Movimientos de la cabeza. El papel de los movimientos de la cabeza en la localización de un sonido fue estudiado por Wallach (1939, 1940) quien observó que los sonidos que permanecen en el plano medio del oyente a medida que gira la cabeza, están localizados en el plano vertical de la misma, casi siempre por encima de la cabeza, mientras que los estímulos situados fuera del plano horizontal deberían mostrar cambios en estos dos parámetros interaurales cuando la cabeza gira. Thurlow y Runge (1967) no comparten esta idea. • El pabellón de la oreja. El papel del pabellón de la oreja en la localización del sonido fue estudiado por Gardner (1973), quien realizó una serie de estudios en los cuales diseñó una serie de tapones para obstruir el pabellón y comprobó que la localización del sonido era deficiente en estas condiciones. Destacan también los estudios de Butler y Humanski (1992) sobre la influencia de las altas frecuencias en la localización en el plano medio vertical. Con relación a la transmisión de la onda sonora a través del pabellón se han desarrollado dos teorías: • Teoría de la sombra. Según esta teoría los pabellones transforman un frente de onda acústica que contiene frecuencias altas y que sirve para diferenciar los estímulos anteriores de los posteriores. • Teoría de las reflexiones del pabellón. Según esta teoría, los frentes de onda reflejada son ecos procedentes de las diversas superficies del pabellón, que tienen varios períodos de retraso en función del ángulo de incidencia de los frentes de onda de presión sonora. Algunas deficiencias o patologías auditivas Existen diferentes formas de manifestarse un mal funcionamiento del sistema auditivo, siendo múltiples sus causas y consecuencias. En síntesis, una posible clasificación de las disfunciones auditivas es la siguiente:

Ausencia total o parcial de la sensación auditiva La ausencia de la sensación auditiva se conoce con el nombre de sordera. Puede afectar a un oído o a ambos y según el grado de ausencia que provoque puede ser total o parcial. En el ámbito anatómico funcional la sordera puede ser de dos tipos: • Sordera de conducción o de transmisión. Debida básicamente a deficiencias en el mecanismo de conducción del estímulo sonoro, es decir, a una deficiencia en el funcionamiento del oído externo o del oído medio; son un ejemplo las sorderas que provienen de la perforación del tímpano, de la existencia de un tapón de cerumen, de infecciones del oído o de la otoesclerosis (inmovilización del estribo). • Sordera nerviosa. Debida básicamente a deficiencias o patologías de la cóclea o de los nervios auditivos. Quien la padece presenta pérdida auditiva a ciertas frecuencias, pudiendo ser la audición normal en otras. Distorsiones en la forma de recibir un sonido Las distorsiones en la forma de recibir un sonido o algunas características específicas del sonido pueden ser transitorias o actuar de síntomas de alguna patología más compleja. Algunas de las más representativas son las siguientes: • Tinitus. Se conoce también con el nombre de zumbido. Consiste en la manifestación de un sonido de fondo, normalmente de un tono elevado. Puede tener diferentes causas, incluyendo tumores en el nervio auditivo, traumatismos encefálicos y sobredosis de algunos fármacos; también se puede manifestar de forma esporádica, en ausencia de patología. • Presbiacusia. Consiste en una disminución progresiva de la sensibilidad auditiva (más común a las frecuencias altas). Se produce normalmente por una degeneración nerviosa que se da de forma paralela al envejecimiento. Ilusiones y alucinaciones auditivas Son poco frecuentes y normalmente están relacionadas con una patología más o menos grave del sujeto, como lesiones corticales, estados de psicosis, etc. Algunos autores como Hécaen (1978) incluyen aquí el tinitus, como una ilusión elemental, las alucinaciones musicales y las alucinaciones verbales. Las agnosias auditivas Las padecen sujetos que tienen respuestas ante las estimulaciones acústicas pero que presentan dificultad a la hora de identificar los sonidos asociados. Algunos ejemplos son la sordera tonal, que consiste en la dificultad a la hora de distinguir los tonos, y la sordera melódica, que consiste en la dificultad de diferenciar melodías. Otras agnosias están relacionadas con trastornos psicopatológicos más graves como la imposibilidad de identificar la significación de los ruidos (sordera psíquica) o la imposibilidad de comprender palabras (sordera verbal). Perturbaciones del lenguaje En este apartado se incluyen el conjunto de patologías y deficiencias en el habla, en la estructuración del lenguaje, etc. que tienen su origen en un mal funcionamiento del sistema auditivo.

Medida de la audición Ante la sospecha de una alteración auditiva podemos efectuar dos pruebas simples que nos orienten: • Prueba del lenguaje cuchicheado. Se efectúa colocándonos a una distancia de 1 m. La intensidad de la voz y. la validez de la prueba nos la dará la experiencia comparativa con otros. • Prueba con diapasones. Situados tras el observado, colocamos el diapasón cerca del pabellón auricular, alternativamente de un oído a otro, y pedimos que nos indique por cuál oye. Sirve de comparación entre ambos oídos. También puede efectuarse manteniendo el diapasón en un lado hasta que deje de oírlo, momento en que lo trasladamos al otro oído, o al nuestro, con el que se contrasta. Estas pruebas son meramente orientativas, y sus resultados deben verificarse en otras ocasiones, ya que hasta un simple resfriado puede afectar a la trompa de Eustaquio y producir una disminución auditiva pasajera. Audiometría. El audímetro es un aparato que emite sonidos de frecuencias e intensidades variables, a voluntad del explorador. El sujeto debe indicar los que oye. El resultado se expresa en unos ejes de coordenadas (audiograma). En el eje horizontal se sitúan las distintas frecuencias utilizadas, normalmente entre 125 y 8.000 Hz, y en el vertical las intensidades, entre 0 y 100 dB. La línea horizontal, de intensidad cero, corresponde al umbral teórico auditivo normal. Cualquier otro valor indica pérdida auditiva. Si en un audiograma observamos que, para una frecuencia de 1.000 Hz la gráfica pasa por 40 dB, por ejemplo, significa que el interesado tiene una pérdida auditiva de 40 dB, puesto que necesitó una intensidad de 40 dB más de la que necesitaría un individuo normal para percibir dicho tono. Educar el oído es un objetivo general muy ambicioso. Su desglose en otros más parciales y específicos es el siguiente: • Distinguir sonidos de ruidos, es decir, lo agradable de lo desagradable, lo placentero de lo incómodo. • Deleitarse con sonidos, musicales o naturales. • Evitar ruidos innecesarios, producir sonidos bellos. • Saber distinguir volumen, frecuencia, timbre, tono. • Identificar sonidos y ruidos insólitos: los del propio cuerpo, los de una nevera; distinguir el ruido de un secador en distintas posiciones. • Iniciar toda una educación musical enriqueciendo el oído, aprendiendo a distinguir los distintos instrumentos musicales y, dentro de cada uno de ellos, sus tiempos. • Mejorar la memoria auditiva, tanto la corta («retentiva») como la larga (evocación). • Acostumbrarse a realizar «paisajes sonoros». Paisajes rurales, urbanos, domésticos.

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Ruidos y sonidos corrientes, cotidianos, insólitos, lejanos, cercanos. Sonidos y ruidos nuevos, viejos. Escuchar en silencio y el silencio. Más difícil todavía: diferenciar profesiones, ocupaciones y oficios, según ruidos y sonidos. Y en cada profesión, ocupación y oficio, matices, actividades. Cálculo de distancias, de tiempos, por el sentido auditivo. Y su posterior comprobación.

EL SISTEMA VISUAL El sentido de la vista es muy importante para la adaptación y la supervivencia del individuo. Tiene una historia evolutiva que se explica a partir de la evolución de unas células sensibles a la luz que ya se encontraban en algunas de las formas primitivas de vida y que en el transcurso de la evolución se han ido convirtiendo en células especializadas cuyo funcionamiento es más o menos complejo y diferenciado en las distintas especies. Del sistema visual depende la mayor parte de la información que percibimos del entorno, entre la que destaca: • La localización visual de los objetos. • El reconocimiento de los objetos. • La percepción del color. • La percepción de la distancia y la profundidad. • La percepción del movimiento. A partir de esta información el individuo puede orientarse y actuar en el medio. El sistema visual, como el de los demás sentidos, consta fundamentalmente de un órgano receptivo y codificador del estímulo (el ojo) y de un centro de tratamiento de la información (cerebro), en donde se analiza y se compara con otras almacenadas en la memoria. Estudiaremos los aspectos más generales del funcionamiento anatómico y fisiológico del sistema visual y de la percepción del color. Anatomía y funcionamiento general El estímulo que inicia la experiencia visual es la radiación electromagnética que corresponde a un rango muy restringido de longitud de onda. Se puede considerar que la luz está constituida por rayos emitidos por fuentes luminosas que varían en su intensidad y en su longitud de onda, de forma que el patrón espacial y temporal de la luz que converge en un punto determinado del entorno proporcionará información acerca de la estructura de ese punto y de los sucesos que en él ocurran. El ojo Del ojo humano cabe destacar dos características importantes que confieren a la visión las características específicas siguientes: • Movilidad intracraneal. Permite seguir la pista de objetos móviles moviendo sólo los ojos, sin necesidad de mover la cabeza o en ausencia de movimiento corporal, y fijar la mirada realizando cambios posturales. • Posición frontal. Permite que ambas fóveas registren esencialmente el mismo patrón de información visual, lo cual genera un mayor grado de sobreposición binocular que mejora la percepción de distancias y profundidades. Constituye un medio ideal para ubicar objetos en el espacio y provoca un aumento de las capacidades manipulativas relacionadas con la visión, la coordinación visomanual, etc. Para que «veamos», una estructura luminosa que procede de un objeto ha de recorrer una trayectoria a través del globo ocular, del nervio óptico y de los centros corticales neurales visuales.

Fig. 1. 1: Córnea. 2: Cond. de Schlenn. 3: Cuerpo ciliar. 4: Cristalino. 5: Esclerótica. 6: Coroides. 7: Retina. 8: Mácula. 9: Nervio óptico.

Situado en la órbita ósea, tiene forma esférica y su envoltura está constituida por tres capas: externa, formada por la esclerótica y la córnea; capa media, formada por la coroides, el cuerpo ciliar y el iris; y capa interna o retina. Interiormente dispone de unos medios transparentes: la lente o cristalino y los humores acuoso y vítreo. El humor vítreo ocupa el espacio posterior, entre cristalino y retina, mientras que el humor acuoso se sitúa entre el cristalino y córnea. 1. Capa externa o túnica fibrosa 1. 1. Esclerótica: Da consistencia al ojo, es blanca, opaca y forma las cinco sextas partes de la superficie ocular. 1.2. Córnea: Es la continuación anterior de la esclerótica, y es transparente, permitiendo el paso de la luz. En la transición esclerocorneal se encuentra el conducto o canal de Schlenn, por donde se drena el humor acuoso, producido por el cuerpo ciliar, y cuya obstrucción provoca aumento de la presión intraocular (glaucoma). 2. Capa media, túnica vascular o úvea 2. 1. Coroides: Tapiza interiormente a la esclerótica. Contiene un conjunto de vasos sanguíneos con función nutricia. 2.2. Cuerpo ciliar: Corresponde a un engrosamiento anterior de las coroides y en 61 se inserta el ligamento suspensor del cristalino. Se compone de los procesos ciliares y del músculo ciliar. a) Procesos ciliares: Son unos pliegues muy vascularizados que producen el humor acuoso. b) Músculo ciliar (músculo de la acomodación): Lo forman dos grupos de fibras musculares, las fibras meridianas y las circulares. Las meridianas se insertan en la esclerótica. Participa en el mecanismo de la acomodación visual; cuando se contrae

lleva hacia adelante y adentro los procesos ciliares, produciendo una relajación del ligamento suspensor del cristalino, lo que permite a éste aumentar su convexidad. 2.3. Iris: Es una membrana con forma de corona circular, situada entre el cristalino y la córnea, cuyo orificio central 0 pupila es de tamaño variable. Su misión es regular la entrada de luz al interior del ojo, merced a los músculos dilatador y esfínter de la pupila. 3 Capa interna o retina Presenta una porción posterior sensitiva y otra anterior ciega que cubre el cuerpo ciliar y la parte posterior del iris. La componen células nerviosas y tejido de sostén. Conos y bastones son los dos tipos de neuronas fotosensibles, y disponen de distintos pigmentos descomponibles por la acción de la luz, que se traduce en el impulso nervioso. Estas reacciones fotoquímicas dependen de la longitud de onda del estímulo. Los conos recogen las radiaciones matizando sus distintas longitudes de onda y, por consiguiente, los colores; son los responsables de la agudeza visual y de la discriminación del color en condiciones de buena intensidad de luz (visión diurna). Abundan en la zona posterior de la retina (mácula), en cuya porción central o fóvea son los únicos componentes y es mayor la nitidez de visión. Se admite que existen tres tipos de conos, cada uno de los cuales responde en forma máxima a uno de los colores primarios, azul, verde o rojo. A los bastones concierne la visión con escasa iluminación, dando sólo cuenta de intensidad, y no permiten distinguir colores ni detalles finos de los objetos; únicamente aprecian si son claros u oscuros. Las prolongaciones de las células sensibles salen por el polo posterior del ojo, papila o punto ciego, formando el nervio óptico. 4. Medíos transparentes internos 4.1.

Cristalino. Es una lente biconvexa de gran elasticidad; se mantiene en posición por una serie de fibras (ligamento suspensor o zónula) que se insertan en el cuerpo ciliar. Su elasticidad es importante para el proceso de acomodación que nos permite enfocar y ver nítidos objetos situados a distancias diferentes del ojo. Cuando el ojo está en reposo, enfocando un objeto lejano, la zónula está tensa y el cristalino se mantiene extendido. En esta situación es capaz de concentrar en la retina los rayos que incidan paralelos al ojo (se consideran así cuando provienen de una distancia superior a 6 m o punto remoto). No obstante, cuando queremos enfocar un objeto cercano, el músculo ciliar se contrae y permite el aumento de convexidad del cristalino. En el niño menor de diez años el poder de acomodación es muy grande y llega a tener su punto próximo a 7 cm. Con la edad se pierde elasticidad del cristalino y el poder de acomodación, aumentando el punto próximo. A los quince años se encuentra a 8,5 cm. aproximadamente. A partir de los cuarenta o cuarenta y cinco años se sitúa en unos 22 cm. y se establece la denominada presbicia fisiológica o vista cansada (para poder leer se necesita ir aumentando la distancia del libro al ojo).

La transparencia del cristalino también se pierde paulatinamente con la edad denominándose catarata a su opacidad. 4.2.

Humores acuoso y vítreo: Aumentan el poder de concentración de los rayos incidentes y eliminan lo aberrantes.

5. Estructuras anejas Son los párpados, las glándulas lacrimales y la musculatura extrínseca del ojo. Hacemos especial mención de la conjuntiva y de las glándulas secretoras de los párpados, cuya situación más exterior las hace asiento de patología infantil frecuente. Las glándulas de los párpados drenan en su borde y la infección o retención de su contenido puede llegar a ser aparatosa. Entre las infecciones es conocido el orzuelo. La conjuntiva ocular es una membrana finísima que cubre la parte anterior de la esclerótica y se continúa por la superficie interna de los párpados. Su inflamación está muy influenciada por el nivel higiénico y se denomina conjuntivitis. En síntesis, los pasos que sigue la estructura luminosa para llegar a producir la sensación visual correspondiente son los siguientes: 1. La luz pasa a través de la córnea, capa protectora transparente que constituye la parte frontal de la capa externa del ojo llamada esclerótica. 2. Las radiaciones luminosas pasan a través de la pupila, formada por la abertura del iris, de colores variables, que ajusta su tamaño para regular la cantidad de luz que entra; así, ante un aumento de luz se producirá una contracción pupilar (iris más cerrado) para dejar pasar poca luz y viceversa. 3. Los rayos luminosos atraviesan la lente o cristalino, cuya misión es enfocar la imagen sobre la superficie de la retina. 4. Las radiaciones luminosas atraviesan el humor vítreo, denso fluido transparente, que ocupa la mayor parte del volumen del ojo. 5. Las radiaciones luminosas alcanzan la retina, en cuya capa más externa se encuentran los receptores de la visión y las estructuras nerviosas asociadas y en la cual se realizará la transducción. Los receptores luminosos son de dos tipos, los bastones y los conos, que a grandes rasgos darán lugar a dos tipos de visión («nocturna» y «diurna») que se analizarán en el siguiente apartado. 6. Los impulsos nerviosos generados en la transducción viajan a través del nervio óptico y llegan a los lóbulos occipitales situados en la parte trasera de los dos hemisferios cerebrales. Existen muchas interconexiones complejas entre los fotorreceptores de la retina y las células corticales del área visual del cerebro. Teoría de la duplicidad La teoría de la duplicidad propone que en los humanos hay dos clases de fotorreceptores diferentes, El sistema visual humano se basa en las respuestas de dos tipos de receptores: los conos y los bastones, cuyas diferencias anatómicas y de funcionamiento justifican dos tipos de visión: la visión fotópica y la visión escotópica. •

Conos. En un número aproximado de 6 millones, están localizados en la fóvea, situada en la zona central de la retina y sobre la cual incide el estímulo

visual cuando fijamos los ojos en un objetivo; son los responsables de la visión diurna o fotópica de la cual dependen la agudeza visual y la percepción de los colores; su umbral es alto ya que necesitan bastante energía (luz) para su activación. Hay tres tipos de fotopigmentos o yodopsinas en los conos, que indican diferentes sensibilidades a las diferentes longitudes de onda; estas diferencias podrían ser la base de la percepción del color. •

Bastones. Situados en la retina periférica, los más de 120 millones de bastones son los responsables de la visión nocturna o escotópica, que se produce en la penumbra y que no es capaz de registrar los detalles ni los colores de los objetos; su umbral es bajo ya que se activan con muy poca energía luminosa. Todos los bastones contienen el mismo fotopigmento, la rodopsina. Esta diferenciación responde a los distintos grados de luz a los que tenemos que responder constantemente; el paso de una luminosidad alta a la oscuridad no se produce de una forma brusca, sino a través del proceso llamado de «adaptación a la oscuridad», que dura unos minutos y puede alterarse en unos instantes.

Los procesos retinianos: mecanismos centrales de la visión En la retina se produce, a través de un sistema complejo de procesamiento, la transducción de la energía luminosa en fibras del nervio óptico. En síntesis, los pasos seguidos son: • Las células receptivas hacen una primera sinapsis con una primera capa de neuronas bipolares mientras diferentes células amacrinas establecen conexiones horizontales entre las sinapsis de este nivel. • Se produce un segundo nivel de sinapsis entre las neuronas bipolares y grandes neuronas ganglionares; cada célula ganglionar está unida por medio de varias células bipolares a diversos receptores de forma que, en la fóvea, cada cono está unido por una neurona bipolar a una célula ganglionar y en la periferia de la retina, cada neurona ganglionar está unida a un gran número de conos. Esta disposición es muy importante pues contribuye a explicar las diferencias funcionales entre la visión fotópica y la visión escotópica: • En la visión fotópica, las imágenes que se proyectan en la fóvea se podrán analizar más nítidamente ya que cada cono podrá enviar a los centros superiores un mensaje diferente a los otros, si bien para que el sistema receptivo de los conos se active cada uno de ellos tendrá que recibir una cantidad de energía luminosa suficiente; se justifican así dos características de la visión fotópica: umbral elevado y alto poder de resolución espacial. • En la visión escotópica, el hecho de que varios bastones converjan sobre la misma célula bipolar e influyan en la respuesta de una misma ganglionar, proporciona características contrarias a la visión fotópica: no se pueden diferenciar dos puntos en el espacio que estén muy próximos, y ante un objeto poco iluminado las débiles cantidades de energía que recibe cada bastón van a parar sobre la misma neurona bipolar y, unidas, llegan al umbral a partir del cual la neurona emite el impulso proporcionando una visión poco nítida y sin distinción de los colores.

Los procesos posretinianos: dos sistemas visuales. En síntesis, en la vía hacia los centros corticales visuales se producen los siguientes pasos: 1. Los axones de las neuronas ganglionares, tras abandonar la retina, forman sendos conjuntos de fibras llamadas nervios ópticos que contienen información de ambos campos visuales relativos a la proyección de la mirada. 2. Las fibras procedentes de la hemirretina nasal se cruzan en el quiasma óptico y se dividen, dando lugar a dos sistemas visuales, identificador y localizador: • Sistema identificador. Formado por la mayor parte de las fibras, cuyo contenido, una vez cruzado el quiasma óptico, corresponde al del campo visual opuesto a la retina de la cual provienen; estas fibras se dirigen hacia los c u e rpos geniculados laterales del tálamo formando el sistema visual genículo-estriado o identificador, cuya función principal es la de reconocer y codificar («identificar») los estímulos visuales. El campo visual derecho está representado en el lado izquierdo del cerebro y el campo visual izquierdo lo está en el lado derecho del mismo. • Sistema localizador. Formado por el resto de fibras, de conducción más lenta, que se dirigen hacia los tubérculos cuadrigéminos superiores formando el sistema visual retino-tectal o localizador, cuya misión es controlar la motricidad ocular necesaria para «localizar» los estímulos visuales y enfocarlos con la fóvea, o para dirigir la mirada hacia un objeto móvil que se cruza en el campo visual. Procesos visuales básicos Existen una serie de procesos básicos relativos al funcionamiento visual; de su funcionamiento depende que la visión que tengamos del entorno sea correcta. Estos procesos son la agudeza visual, los movimientos oculares, la percepción del contraste y la percepción del color. Dadas sus características y su importancia, la percepción del color se estudia en un apartado específico. •

La agudeza visual La agudeza visual es la capacidad de ver los detalles en una imagen y distinguir diferentes partes del campo visual. Su importancia es tan grande que se considera que una buena agudeza equivale a una buena visión. La agudeza visual o la visión de los pequeños detalles es posible gracias a la visión foveal, basada en la activación y el funcionamiento de los conos: la visión por bastones está mucho menos capacitada para detectar detalles pequeños que la visión por conos; la agudeza visual es máxima en la fóvea y decae a medida que nos desplazamos hacia la periferia y a medida que la retina se va adaptando a la oscuridad. En el disco óptico donde el nervio óptico abandona el ojo, llamado punto ciego, no hay fotorreceptores y, por lo tanto, no se puede ver nada que se proyecte en este lugar de la retina; a pesar de ello, el sistema visual completa la información y hace que no nos demos cuenta de su existencia. La agudeza se puede medir utilizando diferentes métodos, que se basan en la descripción de la cantidad de espacio ocupada por el objetivo, llamada ángulo visual, que es el tamaño del ángulo que se forma al trazar dos líneas desde el ojo hasta los bordes externos del objetivo; el tamaño del ángulo visual depende del tamaño del objetivo y de la distancia a la cual se encuentra el objetivo del ojo.

Hay dos tipos de agudeza cuya medida se puede realizar a partir de diferentes tareas y del cálculo de algún tipo de umbral: • Agudeza visual estática. Se produce cuando el objeto y el observador no se mueven. Las pruebas o tareas de agudeza visual estática más usuales son: o Tareas de identificación. Requieren que el observador identifique una figura. o Tareas de detección. Requieren que el observador determine la presencia o ausencia de un objetivo. o Tareas de resolución. Requieren que el observador identifique una separación entre las partes de un objetivo. o Tareas de agudeza de localización de Vernier. Miden la posición relativa de un objetivo (una línea) y la capacidad de detectar un desplazamiento. •

Agudeza visual dinámica. Se produce cuando el objeto se mueve con relación al sujeto. Las medidas de la agudeza visual dinámica se usan para blancos en movimiento.

La agudeza visual depende de una serie de factores, entre los que destacan: • Las características del estímulo. Relacionadas con el nivel de luminosidad y el brillo. • Las características del ojo. Relacionadas directamente con el foco del ojo. Existen diferencias individuales en cuanto al grado de agudeza: La acomodación. Cambio en la forma del cristalino, necesario para mantener una imagen enfocada sobre la retina. La realiza el músculo ciliar: cuando se contrae, el cristalino se ensancha y se pueden ver objetos cercanos; cuando se relaja, el cristalino se adelgaza y se pueden ver los objetos alejados. Durante la oscuridad, el músculo ciliar se relaja y el cristalino alcanza un foco de reposo intermedio llamado foco de oscuridad. Movimientos oculares Los movimientos oculares nos permiten conservar sobre la fóvea objetos que están en movimiento. Su precisión, velocidad y complejidad son sorprendentes y básicas para poder seguir un objeto en movimiento. Se clasifican en dos grupos: • Movimientos de versión. Movimientos oculares en los que los ojos se mueven en la misma dirección y el ángulo entre las líneas de visión permanece constante. Pueden ser de dos tipos:  Movimientos sacádicos. Movimientos oculares rápidos (sácadas) que se producen cuando el ojo se mueve de un punto fijo al siguiente; son frecuentes, bruscos, rápidos y no producen fatiga. Se producen por ejemplo, durante la lectura.  Movimientos de persecución. Movimientos oculares que se producen cuando se siguen objetos que se mueven sobre un fondo fijo; son lentos, suaves y no permiten ver los detalles del objeto en movimiento. Se producen, por ejemplo, cuando observamos a un pájaro volar por el cielo. • Movimientos de vergencia. Movimientos oculares que se producen cuando cambia el ángulo entre las líneas de visión. Son importantes para mantener la agudeza ya que permiten que ambos ojos enfoquen sobre el mismo objetivo.

Percepción del contraste El contraste nos permite darnos cuenta de los diferentes objetos que nos rodean, de sus formas y de sus diferencias. El contraste es posible gracias a la existencia de un borde o de un contorno: lugar donde existe un cambio repentino en la brillantez, luminosidad o color; equivale a la región que permite separar de forma visual un objeto de otro distinto. La estimulación que proviene del ambiente ofrece, por lo general, discontinuidades de luminancia y de texturas superficiales; cuando se ve un campo completamente homogéneo (Ganzfeld), se percibe un ambiente sin estructura, ambiguo y desorientado. Según Goldstein (1995), el término de contraste puede tener dos acepciones: • Contraste físico. Se refiere a las diferentes cantidades de luz que refleja una determinada escena. Es una propiedad física que se puede medir. • Contraste perceptivo. Se refiere a cómo se ven las diferentes áreas de la escena, siendo una propiedad psicológica, percibida por una persona. El contraste perceptivo depende, además del contraste físico, de los siguientes factores: o El estado de adaptación del observador. o La naturaleza de los contornos existentes entre las áreas adyacentes (nítidos o borrosos). o La relación entre las áreas adyacentes. o La posición aparente del objeto en el espacio. o El tamaño o la frecuencia espacial del estímulo. La explicación fisiológica actual más convincente, aunque no del todo satisfactoria, del contraste perceptivo, se podría encontrar en los efectos de la inhibición lateral que se produce cuando una luz, que alcanza un punto en la retina, inhibe la actividad neuronal de los puntos cercanos. La inhibición lateral explica el fenómeno perceptual de las bandas de Mach, en las cuales se percibe una banda clara en el lado claro de una imagen formada por una superficie rectangular clara y una superficie rectangular oscura, y, al contrario, se percibe una banda oscura en el lado oscuro de la imagen.

LA PERCEPCIÓN DEL COLOR La percepción del color no es igual ni tiene el mismo valor en todas las especies; en el hombre es el resultado de una serie de fenómenos complejos que van desde las propiedades físicas del objeto a los efectos funcionales, emocionales y estéticos que producen en cada uno de nosotros; su importancia justifica que sean muchos los profesionales que se dediquen a su estudio y muchos también los desacuerdos conceptuales existentes. Al hablar de la percepción del color se puede hacer referencia a dos componentes: • Componente físico del color. Corresponde a las radiaciones de una determinada longitud de onda del espectro visible: cortas (de aproximadamente 400 nm), largas (de aproximadamente 700 nm) y medias (entre las cortas y las largas), que hacen posible las sensaciones

correspondientes a los llamados colores primarios (azul, rojo llamados así porque no son reducibles en colores componentes. •

y verde),

Componente interno del color. Corresponde a la forma en que se perciben los colores o a las consideradas como las dimensiones psicológicas del color: matiz, saturación y brillo, relacionadas, aunque no de forma exacta, con las características de la longitud de onda: o Matiz. Cualidad del color percibida, relacionada con la longitud de onda (azul, rojo, verde, amarillo, etc.). o Saturación. Grado de pureza aparente de un color (azul cielo, azul celeste, azul marino, etc.). o Brillo o luminosidad. Intensidad percibida o reflejo aparente de un color, la reflectancia o albedo (un estímulo azul fuerte se percibirá así en función de la energía que desprende; así si ésta es mínima, parecerá negro).

Los colores que poseen matiz y saturación son los cromáticos, y el blanco, el negro y los grises son los colores acromáticos. La combinación de diferentes matices, saturaciones y brillos permite la discriminación de una gran cantidad de colores diferentes. Los colores se pueden organizar y representar de diferentes formas. Las más clásicas son: • La rueda cromática. También llamada círculo de colores, organiza las longitudes de onda del espectro de luz visible; es un círculo con todas las longitudes de onda colocadas sobre la circunferencia que organiza las longitudes de onda del espectro de luz visible. Permite representar el matiz y la saturación de los estímulos de color y predecir el resultado de la mezcla aditiva. La parte exterior de la rueda representa los colores monocromáticos (producidos por una única longitud de onda) y los matices no espectrales necesarios para completar el círculo. La parte interior representa los matices no espectrales (que no se pueden describir en términos de una longitud de onda única de una parte del espectro). Permite representar el matiz y la saturación de los estímulos de color y predecir el resultado de la mezcla aditiva. • El huso o sólido cromático. Representación tridimensional que permite representar el matiz, la brillantez y la saturación de todos los colores; equivale a una serie de ruedas cromáticas apiladas una sobre otra. La brillantez aparece a lo largo del eje vertical (va desde el blanco en la parte superior al negro en la base); la saturación se muestra lateralmente con los colores más saturados situados en el borde del círculo central y en el punto medio de la distancia vertical entre el blanco y el negro; el matiz se representa a lo largo del perímetro del uso. El sólido se afila en ambos extremos y no forma un cilindro debido a que algunas combinaciones de saturación y luminosidad son imposibles. Características asociadas al color Entre las características asociadas al color destacan las siguientes: • Mezcla aditiva de colores. Se realiza mezclando luces de diferentes matices, (por ejemplo proyectando la luz de distintos focos sobre la misma zona de una pantalla blanca), obteniéndose una adición de la energía luminosa que





produce u n incremento de su brillantez. Cuando se mezclan colores complementarios (el rojo con el verde y el amarillo con el azul) o bien los colores primarios con la proporción adecuada, el resultado es el gris. Cuando se mezclan colores no complementarios, el resultado es un color intermedio que se parece más al color dominante de la mezcla. Postimágenes. Consisten en la persistencia de los efectos cromáticos del estímulo visual después de su presencia física. Hay dos tipos de postimágenes: o Positivas. Se producen cuando la postimagen mantiene las mismas características cromáticas y de blanco y negro que el estímulo original; son poco frecuentes y transitorias. o Negativas Se producen cuando la postimagen presenta las características cromáticas y de blanco y negro del estímulo original invertidas; son más frecuentes. Efectos de contraste. Se pueden dar dos tipos de efectos de contraste del color: o Simultáneo. Se produce cuando la apariencia de un color cambia si está presente otro color al mismo tiempo. Por ejemplo, el color gris neutro se ve ligeramente amarillo cuando está presente un fondo azul, y parece ligeramente azul cuando está presente un fondo amarillo. o Sucesivo. Se produce cuando la apariencia de un color cambia si se ha presentado otro color previamente. Es un tipo de postimagen negativa.

Teorías de la percepción del color En el estudio de la percepción del color se han desarrollado básicamente dos teorías: • Teoría tricromática. Basada en las postulaciones de Young (1802) y Helmholtz (1856), postula la existencia de tres tipos de receptores (fotopigmentos que se segregan en tres tipos de conos) para cada uno de los tres colores primarios (verde, clorolabio; rojo, eritrolabio; azul, cianolabio); los matices resultado de la distribución de las luces espectrales y de sus mezclas se pueden explicar a partir de la contribución proporcional apropiada de estos receptores; así, por ejemplo, una estimulación del rojo produce una fuerte activación de los receptores del rojo y una débil activación de los receptores del verde y del azul. Estudios fisiológicos realizados posteriormente hacen que esta teoría tenga aceptación al menos como parte de la explicación del proceso retiniano. • Teoría de los procesos oponentes. Basada en las postulaciones de Hering (1878), postula la existencia de tres tipos de receptores independientes para cada uno de los dos sistemas opuestos de colores: blanco-negro, rojo-verde, azul-amarillo; cada par está asociado a dos cualidades únicas y el color o matiz correspondiente se obtiene a partir del conjunto de receptores activados; cuando se estimulan los dos opuestos con la misma intensidad, se producen matices de gris. Goldstein (1995) considera que las investigaciones posteriores al desarrollo inicial de las teorías parecen indicar que ambas teorías de la visión del color son correctas. La explicación es que si bien las teorías son diferentes, pueden ser correctas de forma simultánea si describen lo que está ocurriendo en distintas estructuras del sistema visual: la teoría tricromática explicaría cómo funcionan los

receptores, y la de los procesos oponentes, cómo lo hacen las células ubicadas a un nivel superior. Anomalías y defectos visuales Podemos considerar el comportamiento del ojo como el de una cámara de televisión que recoge las imágenes del exterior y las transmite al cerebro. Ambos ojos están sincronizados para transmitir imágenes superpuestas. Si uno de ellos es de mala calidad óptica (miopía, hipermetropía o astigmatismo), o si su movilidad es anormal (estrabismo), se pierde la sincronización, y el cerebro, al recibir dos imágenes de distinta calidad, selecciona la mejor, rechazando la defectuosa (fenómeno de neutralización). Si este defecto se perpetúa en el tiempo se llegará a la ceguera total del ojo afecto. La prevención pasa por la detección precoz de la anomalía y su tratamiento, mediante lentes si el defecto es de refracción, o tapando el ojo en caso de estrabismo. Lejos de incluir aquí la totalidad de patologías derivadas de un mal funcionamiento del sistema visual, se expone una síntesis de las más representativas, que se clasifican en cuatro grandes grupos. Pérdidas moderadas de la visión Se incluyen aquí los problemas visuales más generalizados derivados de un mal enfoque de la imagen en la retina. La mayor parte de personas con problemas de enfoque sólo sufre pérdidas moderadas de la visión que son fácilmente corregibles mediante gafas o lentes de contacto. Las más frecuentes son: • Miopía. Designa al ojo demasiado largo. Se produce cuando la imagen se proyecta en un foco que está ligeramente delante de la retina; sus consecuencias son una visión borrosa de los objetos que se encuentran alejados. Se corrige con lentes cóncavos adecuados al grado de desviación. • Hipermetropía. El ojo es demasiado corto. Se produce cuando la imagen se proyecta en un foco que está ligeramente detrás de la retina; sus consecuencias son una visión borrosa de los objetos que se encuentran cercanos. Se corrige con lentes convexos adecuados al grado de desviación. • Astigmatismo. Se produce cuando existe una mala curvatura de la córnea; sus consecuencias son una visión mal enfocada de la imagen. Se corrige con lentes que compensan la distorsión de la córnea. • Estrabismo: Desviación manifiesta del paralelismo de los ojos. Se designa indicando la dirección de la desviación (convergente, divergente, vertical). Pérdidas severas de la visión Se incluyen aquí una serie de situaciones en las que alguna enfermedad o daño físico puede tener como consecuencia una disminución considerable de la transmisión de la luz, que se puede manifestar en una pérdida severa de la visión o en algunos casos, en la ceguera. En términos de agudeza visual, la definición más generalizada de ceguera considera ciega una persona que tenga una visión foveal deteriorada y que necesite, aun después de la corrección con gafas o lentes de contacto, estar a una distancia de unos 6,5 metros para ver lo que una persona con vista normal puede ver a unos

66,5 metros, aproximadamente. También se puede considerar ciega una persona con visión normal en la fóvea, pero con una visión periférica pequeña o ausente. Las pérdidas severas de la visión pueden ser ocasionadas, básicamente, por cuatro factores: • Afecciones y lesiones en la córnea. Las más características son las que se producen cuando lesiones, infecciones o reacciones alérgicas producen en la córnea la formación de tejidos cicatrizados y la pérdida de su transparencia. • Ensombrecimiento de la lente. Se llama catarata. La causa más común es la edad avanzada (catarata senil), si bien puede estar presente desde el nacimiento (catarata c o n g é n i t a), deberse a otra enfermedad del ojo (catarata secundaria) o estar causada por una lesión (catarata traumática). Su único tratamiento posible es la cirugía. • Daños en la retina. Afectan a la circulación retiniana o a la relación entre la retina y el epitelio pigmentado, provocando una pérdida visual. Algunos ejemplos son la retinopatía diabética y el desprendimiento de retina. • Lesiones del nervio óptico. Impiden que se transmitan al cerebro los impulsos nerviosos generados en la retina. El ejemplo más característico es el glaucoma, que ocasiona la degeneración de las fibras del nervio óptico que llevan a la ceguera. Detección de las alteraciones 1. Exploración de la agudeza visual. Un método simple para detectar la anomalía de un ojo consiste en mirar un rótulo o dibujo, cubriendo un ojo y juego el otro. 1.1. Test para la visión lejana: Se utilizan los optotipos de Snellen, que son unas láminas con figuras o letras en negro sobre fondo blanco. Las láminas de cuadrados incompletos tienen la ventaja de ser útiles incluso para analfabetos; constan de varias líneas de cuadrados, de distinto tamaño, a los que les falta un lado. Generalmente se colocan a 6 m de distancia del sujeto, dependiendo del tamaño de la línea inferior. Hay comercializadas unas en las que la línea inferior corresponde al tamaño considerado como visión normal a 5 m de distancia. La inmediata superior debiera percibirse a 7,5 m. la superior a 10 m. y así hasta ocho líneas. Si no se dispone de estas tablas puede confeccionarse la línea inferior dibujando de seis a diez cuadrados a los que les falte un lado en distinta posición. Cada lado mide, aproximadamente, 8 mm. de largo por 2 mm. de ancho, y queda así una abertura de 4 mm. entre los dos lados paralelos. Para pasar la prueba se coloca la lámina en una pared bien iluminada, a la altura de los ojos. Se sitúa a éste a 5 m de distancia y se le pide que indique dónde falta el lado o hacia dónde señala la abertura. Se examina separadamente cada ojo, cubriendo el otro. Si puede ver las letras que deben observarse a 5 m, se dice que tiene agudeza de 5/5=1. Si sólo ve la línea que debiera ver a 7,5 m, su agudeza será de 5/7,5=2/3, y así sucesivamente. Hasta los seis años, aproximadamente, no se desarrolla totalmente la agudeza visual.

1.2. Test para la Visión Próxima: Se utilizan escritos impresos (optotipos de Jaeger) o la letra E en distintas posiciones, de diversos tamaños. 2. Exploración del campo visual o conjunto de puntos del espacio capaz de abarcar un ojo inmóvil. 2.1. Test de confrontación: Se coloca al u o a una distancia de 50 cm. del explorador. Mientras se vigila la inmovilidad del ojo explorado, se desplaza nuestra mano desde fuera hacía adentro. El indicará cuándo ve aparecer los dedos y se confronta con nuestro campo visual. Anomalías en la percepción visual Tienen como consecuencia una percepción visual distorsionada. Su origen puede ser un mal funcionamiento o una patología cortical más o menos grave de los mecanismos visuales, asociados a un trastorno psicológico más o menos severo. Entre ellas destacan: • Las ilusiones visuales. Debidas normalmente a una patología cortical, consisten en una modificación en la percepción visual de la forma, los contornos, el tamaño, el número o el movimiento de los objetos o de las personas. No se incluyen aquí las ilusiones visuales producidas por las características de los estímulos. • Las agnosias. Perturbaciones o trastornos de las funciones perceptivas de la vía visual, sin aparente déficit de la visión ni de los mecanismos neurales y corticales relacionados, que producen una distorsión en el reconocimiento de los objetos, los rostros (p r o p a g n o s i a), las formas, los colores o los datos espaciales. Anomalías en la percepción del color. Su existencia contribuye al estudio de las teorías explicativas del color. Las más representativas son las siguientes: • Acromatopsia. Se produce cuando el sujeto carece de conos funcionales y sólo dispone de la visión a través de los bastones, es decir en blanco y negro o en matices de gris; de los sujetos que padecen esta anomalía se dice que tienen «ceguera al color» o que son monocromáticos, ya que carecen de respuesta cromática, que en ocasiones va unida a otras disfunciones visuales como poca agudeza visual y una gran sensibilidad a la luz diurna. Es una anomalía severa pero muy poco frecuente. • Dicromatismos. Se producen cuando el sujeto carece de un fotoreceptor; existen tres tipos de dicrómatas: • Deuteranopas. Su visión es insensible al verde. • Protanopas. Su visión es insensible al rojo. • Tritanopas. Menos frecuentes, su visión es insensible al azul y al amarillo. Exploración de la visión cromática

La ausencia o defecto de un tipo de conos produce incapacidad para distinguir unos colores de otros. •

Método de confusión. Se usan lanas u objetos de distintos colores y tonos. Debe seleccionar los que sean similares a uno dado.



Láminas de Stilling e Ishihara: En ellas hay números o figuras con un color y a su alrededor otros círculos de otros colores.

Educación de la vista En términos generales, todos los ejercicios tienen un objetivo común: pasar del mirar al ver, es decir, de lo pasivo a lo activo, provocando un tropismo o movimiento del sujeto hacia el objeto, usando exhaustivamente el sentido de la vista. Conocimiento y familiaridad con el objeto, fenómeno o situación, alcanza a todos los aspectos que pueden abarcarse con la vista: comprobar todos los matices, cromáticos, de volumen, distancia, de tamaño; llegar con la vista a todos los recovecos, intersticios, puntos. Con ello se introduce en e¡ espíritu científico, en el que la observación deja de ser ocasional para ser sistemática, y de ahí, a la comprobación. Aprender a comparar visualmente, a clasificar, a graduar, a hacer escalas, a diferenciar, a encontrar semejanzas.