Los Ciclos de Las Guerras

ROBERT D. DOOLAARD LOS CICLOS DE LAS GUERRAS 1700 - 2000 Traducción y adaptación gráfica ERNESTO G. BERMEJO 1 LOS C

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ROBERT D. DOOLAARD

LOS CICLOS DE LAS GUERRAS 1700 - 2000

Traducción y adaptación gráfica ERNESTO G. BERMEJO

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LOS CICLOS DE LAS GUERRAS 1700 – 2000 Por Robert D. Doolaard

Resumen Esta investigación tiene como objetivo verificar la relación existente que enlaza al Índice Cíclico de Barbault con la eclosión mundial de las guerras surgidas desde el año 1700. Para hacer la relación más evidente aún, hemos complementado este indicador mediante otros dos subíndices. Los tres índices así creados se denominan, respectivamente, Onda de Urano, Onda de Saturno y Onda de Júpiter, cada uno de los cales tiene su propio ritmo, asociado al planeta concreto de que se trate. Se aporta un gráfico de 61 grandes guerras, con anotaciones respectivas a las fases relativas que presenta cada una de dichas ondas. El resultado es el "Efecto Catástrofe” es decir, tanto peor es una guerra, cuanto más fuerte sea el vínculo asociativo con las tres ondas. Las grandes guerras que tuvieron lugar entre 1500 y 1700 también se han incluido como suplemento a esta investigación. Posteriormente, el Efecto Catástrofe se ilustra una vez más por medio de ejemplos históricos, comenzando con el colapso del Imperio Asirio. Como conclusión final, el material vuelve a analizarse a través de una prueba propuesta por el profesor Suitbert Ertel. También se discute la relación existente entre la Astrología Mundial y el Historicismo.

Introducción Este material de investigación se publicó por primera vez en 1993, en el Diario Astrológico, “Symbolon”, así como también en la escéptica revista científica holandesa “Astrología bajo Escrutinio”. Esta última publicación presentó este estudio a tres árbitros. La redacción encontró alguna de las observaciones interesantes, pero finalmente no estuvo de acuerdo con mis conclusiones y mantuvo la opinión de que las coincidencias podrían deberse a la simple casualidad. Un profundo silencio siguió a esta opinión y mi trabajo pareció haber caído después en el olvido en el Mundo de habla Inglesa.

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Empecé esta investigación para proporcionar una prueba cuantitativa de las, en mi opinión existentes, conexiones planetario – cíclico - historiográficas, publicando el texto titulado “Ondas: Las Influencias Planetarias en la Cultura 600 aC - 2000 dC.”, obra que vio la luz en idioma holandés en el año 1986. Un resumen, en cuatro partes, de este libro se publicó también en el Diario Astrológico de Gran Bretaña (Doolaard 1990-1991). En ese momento una Traducción al Inglés estaba en preparación e iba a ser publicada por Urania Trust, bajo iniciativa de Charles Harvey, que se mostró entusiasmado con mi trabajo (véase Astrología Mundial, segunda edición 1992, página 218, ref. 55), pero debido a la desgraciada muerte prematura de éste y a otras circunstancias fuera de mi control, esto nunca llegó a materializarse. En 1993 escribía: "Ahora que la democracia se está extendiendo, especialmente desde que los regímenes autoritarios comunistas comenzaron a disolverse, somos capaces de abrigar alguna esperanza, ya que la historia enseña que las democracias son extremadamente menos totalitarias que esos regímenes sedientos de sangre”. Desde el año 2003 nos damos cuenta de que incluso las democracias modernas no dudan en iniciar una guerra basada en información inventada, por lo tanto, dejando a un lado la cuidadosamente construida orden jurídica internacional para hacerlo, Tiene en común con la I Guerra del Golfo el que ésta también se desató en el inicio de una fase descendente del Índice Cíclico. El siguiente texto es el mismo que publiqué en 1993, solamente ha sido abreviado en la medida de lo posible, mínimamente retocado y puesto al día. En la parte final del mismo incluyo una nueva prueba más, con sus correspondientes comentarios.

Ciclos = Tiempo Nuestra división del tiempo está relacionada con la rotación de la Tierra alrededor de su eje y con su órbita alrededor del Sol. Este es sólo un pequeño paso más que podemos extender a todos los planetas de nuestro sistema solar. El rasgo característico de todos ellos es su movimiento circular o cíclico. Así como un período de veinticuatro horas, se divide entre luz y oscuridad, un año lo hace entre verano e invierno, somos también igualmente capaces de percibir las diferencias existentes entre las fases que presenta el ciclo combinado de dos planetas. Así tenemos una fase de salida o creciente, (que va desde de la conjunción a la oposición) y una fase de entrada o menguante, (desde la oposición a la conjunción), cada una con su singular carácter. La visión cíclica del tiempo es muy antigua, probablemente tan antigua como la observación humana. Durante la época clásica griega, nuevos vientos soplaron basados en esta visión, así florecieron las ideas por ejemplo de filósofos como Pitágoras, Heráclito, Empédocles, Platón y Aristóteles. El redescubrimiento de los ciclos de la astrología, y su aplicación práctica se ha llevado a cabo en fechas recientes. 3

La primera publicación sobre los ciclos que presentan los duplos planetarios, dentro de un contexto psicosocial, fue obra de Th.JJ Ram (1935). La inspiración le llegó de su amigo Thierens (1933). El elemento más importante consistió en el reconocimiento de un contraste cualitativo y dinámico entre los conceptos cíclicos de “salida y entrada”. El primer artículo (realmente brillante e inspirador) que pude leer (en 1963) en ese sentido, fue debido a André Barbault, en él describe la sucesión de acontecimientos históricos mediante un ejemplo donde compara la evolución que experimenta la Unión Soviética, con la sucesión de aspectos relativos que presentan entre sí Saturno y Neptuno. Una visión cíclica, pero sin ningún tipo de diferenciación cualitativa especial entre aspectos salientes y aspectos entrantes. Más tarde con la aportación del descubrimiento del Índice Cíclico de Gouchon, Barbault dejaba totalmente demostradas las posibilidades del Índice Cíclico en su obra “L'Astrologie Mondiale” (1979). Más tarde me confesó que había conocido a Ram ("homme charmant ONU"), pero no recordó después sus propuestas de discusión. También ha habido publicaciones de interés sobre ciclos en idioma Inglés, desde las propuestas de Dane Rudyar (1971) y, por supuesto, las observaciones históricas, filosóficas y prácticas de Michael Baigent, Nicholas Campion y de Charles Harvey en “Astrología Mundial” (1984). De gran importancia es también “El gran año” (1994), obra de Nicholas Campion, un inventario de todos los conceptos de tiempo en la historia occidental. Pero es realmente, gracias a una idea genial del astrólogo francés Henri Joseph Gouchon, (desarrollada posteriormente por Barbault en 1973 y 1979, y por Harvey en 1984) pero sobre todo redescubierta y propagada por André Barbault, que el concepto cíclico se ha convertido en una grave consideración en la investigación astrológica.

El Índice cíclico Durante la Segunda Guerra Mundial Gouchon así como Barbault se propusieron resolver un grave problema que se planteaba. Ni un solo astrólogo pudo prever que la catástrofe se aproximaba (Harvey 1984). Gouchon entonces concibió la idea del cálculo de las distancias zodiacales (la separación angular) de los 10 ciclos que presentan los 5 planetas exteriores tomados entre sí (desde Júpiter a Plutón). Luego agregó a estas las 10 distancias angulares, calculadas una vez cada año (el 21 de marzo), componiendo así el trazado de los resultados en un gráfico. A través de la conexión de los niveles resultantes de estos puntos trazó una línea ondulante entre ellos, que fue tomando forma, mostrando el movimiento promedio de las fases cíclicas combinadas de estos 5 planetas exteriores. El patrón de la curva resultante está siempre dominado por el planeta más rápido, en este caso Júpiter. Cuando la línea se desplaza descendiendo, Júpiter lo hace igualmente

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Moviéndose hacia su conjunción con los planetas más lentos (fase de entrada o descendente en el gráfico). Cuando la línea sube, Júpiter se mueve hacia su oposición (en forma expansiva, creciente o saliente, fase ascendente). Gouchon llamó a este gráfico “L'indice de concentración des planètes lentes", (Barbault 1973). Fue evidente para él que la I y II Guerras Mundiales se habían producido durante la fase de entrada, es decir con el Índice Cíclico en descenso. Sobre esta base, predijo que hasta 1950 no habría ninguna otra gran guerra. En 1950, la Guerra de Corea estallaba (Harvey 1984). Fueron los astrólogos (Barbault en 1973 y 1979, y Harvey en 1984), quienes estudiaron en profundidad el Índice Cíclico concluyendo que es un buen indicador del grado de estabilidad en las relaciones económicas y políticas internacionales. La historia reciente ofrece amplias ilustraciones del funcionamiento de éste indicador de tendencias. En la segunda mitad de los años 70, durante la fase descendente del índice cíclico, tras haber culminado su alza durante los luminosos años sesenta, la economía (mundial) fue gradualmente empantanándose por la inflación, la quiebra y el rápido aumento del desempleo. Al mismo tiempo que las relaciones internacionales se deterioraban después de los terribles sucesos en los campos de exterminio en Camboya, vino la Revolución Fundamentalista en Irán, la invasión de las tropas rusas en Afganistán y la guerra entre Irán e Irak. Fue un período de gran cinismo y derrotismo. Sólo a partir de 1983, cuando el Índice Cíclico comenzaba a elevarse de nuevo, la economía también mejoró gradualmente. Las tensiones internacionales igualmente entonces disminuyeron, sobre todo a raíz el ascenso de Gorbachov y sus esfuerzos de reforma (Glasnost y Perestroika). Posteriormente el Índice alcanza la cresta de la ola en 1989/90, mientras las dictaduras comunistas de Europa del Este se desplomaban (¡hecho predicho por Barbault en un artículo publicado en el año 1955!) (Barbault 1990), siguiendo después la desintegración de la Unión Soviética y la Guerra Civil en Yugoslavia, mientras que al mismo tiempo la situación política (Guerra del Golfo Pérsico) en todo el mundo empeoraba.

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Durante la siguiente fase ascendente de la economía estaba en auge de nuevo y los mercados bursátiles alcanzaron un pico increíble principalmente provocado por los fondos tecnológicos (Nuevo Boom Económico). Con la oposición de Júpiter a los planetas exteriores, (a Plutón en 2000) los mercados de valores se derrumbaron y en la oposición de Saturno (a Plutón en 2001) la estabilidad política internacional finalizó con los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Durante la presente fase descendente del índice cíclico (desde 2003) la situación internacional parece sombría.

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La investigación Nuestra intención es comparar el Índice Cíclico de los últimos tres siglos con las guerras que tuvieron lugar dentro de ese período. La hipótesis dice lo siguiente: la fase ascendente de un determinado período señala la dominante del optimismo, la estabilidad relativa, la creatividad y el crecimiento. La fase descendente corresponde a un período de involución, destrucción, pesimismo, confusión y relativo caos. Aunque esta es una representación algo simplificada de los hechos, es adecuada para este estudio. La pregunta ahora es: Si el momento del estallido de guerras confirman esta hipótesis, y existe una correspondencia verdadera, podríamos, en consecuencia anticipar, que las guerras estallan con mayor probabilidad durante las fases decrecientes, cuando el Índice está descendiendo. que durante las fases ascendentes del Índice Cíclico.

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Los gráficos En primer lugar me gustaría explicar cómo evolucionó el gráfico (Fig. 1). He incluido los 2 índices cíclicos para Urano y Saturno. La razón se hará evidente más adelante. Todos los cálculos (geocéntricos) están hechos para el 21 de marzo de cada año. El programa utilizado para la posición de los planetas es Astrocalc de Collin Miles. Todos los cálculos se hacen a mano y dibujados en Corel Draw. Tomando el año 2000 como un ejemplo, comenzamos con el índice cíclico de Urano. A ello, en primer lugar, sumamos la distancia (ángulo entre Plutón y Neptuno, es decir, 53 grados. A esto le sumamos las separaciones angulares entre Urano-Plutón y Urano-Neptuno, respectivamente 66 y 13 grados, obteniendo un total de 132 grados. El gráfico comienza en 100 grados, un punto se establece para Urano en 132. Para obtener el índice cíclico de Saturno, las separaciones angulares entre Saturno-Plutón, Saturno-Neptuno y Saturno-Urano se añaden a 132. Para calcular el Índice Cíclico de Júpiter (es decir, el Índice Cíclico original de Barbault) se sigue el mismo procedimiento, obteniendo estos resultados:

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Estos cálculos se realizan para cada uno de los 300 años que estamos contemplando. Los puntos se señalan en un gráfico. Como el término "índice cíclico de Urano", etc es más bien un índice parcial, a partir de ahora usaremos los términos sectoriales de onda de Urano, Saturno y onda de Júpiter. Podemos ver en este gráfico cómo la onda de Urano impulsa la onda de Saturno y cómo esto a su vez fortalece o debilita las crestas y valles de la onda de Júpiter.

Las Guerras Poseo dos listas de guerras. La primera de ellos recopilada por el historiador francés, Bouthoul (1976), Barbault amablemente me la envió. Esta lista contempla desde 1740 hasta 1974. Tomé contacto con el Instituto polemológico holandés de la Universidad de Groningen y el Centro para la Investigación de Conflictos Sociales de la Universidad de Leiden. Ellos me aportaron todos los datos necesarios. La lista que estoy utilizando, denominada: "Las guerras y las muertes relacionadas con la guerra, 1500-1990", fue compilada por William Eckhardt, Director de Investigación del Laboratorio de Investigación de la Paz en Lentz, y fue publicada en "Gasto Social Militar Mundial 1991".

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Durante el período de 1700-1991, se enumeran 491 guerras, en cada una de las cuales se registraron 1.000 o más muertes (entre militares y civiles). En estas guerras aproximadamente 135000000 personas perdieron la vida. Imaginen, lo que esta cifra significa, es tanto como señalar a la población total existente en Europa a mediados del siglo XVIII, una cifra que equivale a la suma de las poblaciones actual de las Islas Británicas, Francia y los Países Bajos. Si colocamos la fecha de comienzo de estas guerras junto a las ondas, entonces obtenemos el siguiente resultado:

Los números que se señalan detrás de los signos menos y más, tienen relación con el número de guerras que se estallaron durante la onda descendente de Júpiter (fase-menos), y, durante La onda alcista de Júpiter (fase-más). Las diferencias no son tan grandes y caen dentro del terreno de la coincidencia. Por lo tanto no hay una correlación obvia entre los Índices Cíclicos de Júpiter y Saturno, y el número de guerras que se produjeron. Podemos comprobarlo... Para superar este aparente impasse decidí dividir las guerras en tres categorías:

En la tabla precedente podemos corroborar como las guerras de las dos primeras categorías contempladas se dispararon más a menudo durante fases alcistas, durante fases de salida, más que en fases entrantes o bajistas. Igualmente podemos observar de nuevo que las diferencias no son demasiado elevadas, y por lo tanto están incluidas dentro de la expectativa de márgenes de posible coincidencia. Consideremos ahora las grandes guerras. 15

Las grandes guerras Los signos más y menos que acompañan a los planetas muestran las fases (+ significa alcista, y - bajista) en las que las diversas ondas se están desplazando. Debajo de Urano existen dos notaciones. La primera señala la dirección de su fase asociada con Plutón, la segunda de forma análoga marca el sentido de la fase que lo asocia con Neptuno.

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Ver nota final 2 sobre y 'medio' 'predominante'. Ver nota final 3 para el lapso de tiempo las ondas están en fase - o + fase. En las 61 grandes guerras mencionadas anteriormente, las relaciones son mucho más claras. 40 suceden durante el descenso y 21 en la fase ascendente de la onda de Júpiter. Esto representa un ratio 02:01. La misma relación resulta para la onda de Saturno. Además, durante la fase descendente simultánea de las ondas de Júpiter y Saturno, las guerras estallan 4 veces más a menudo (26: 6) que en la situación inversa. Sin embargo, si se compara el número de muertes en las guerras a partir de la fase descendente con las sucedidas en los inicios de fases ascendentes de la onda de Júpiter, llegamos a una relación de 12:01. En este grupo de grandes guerras es responsable del 92% del número total de muertes en todas las guerras de este período, creo que es un resultado extraordinario. De este grupo el 66% (85.250) mueren en las guerras en el 9% de las veces (27 años) cuando inician el descenso simultáneo las ondas Júpiter-Saturno, y la de Urano, un ratio 27 veces mayor que en los períodos en las que todos ellas están en ascenso.

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Mega-guerras Los resultados se tornan aún más interesantes cuando seleccionamos de la lista anterior las guerras que produjeron un millón o más de víctimas, las mega-guerras. A continuación se muestra una lista donde podemos constatar que estas terribles guerras representan el 82% de la cifra total de muertos.

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Un gran número de estas 22 mega-guerras comenzó durante la fase de descenso de todas las ondas y grupos de ondas. Todas estas mega-guerras comenzaron, a excepción de dos, durante la onda bajista de Júpiter, ocasionando una cifra de muertes 36 veces mayor que las sucedidas en las dos mega-guerras que se iniciaron durante la fase ascendente. Este grupo de las guerras es responsable del 82% de todas las muertes contempladas en nuestra investigación, el resultado aquí también es sorprendente.

Refuerzo de la Onda Lo siguiente aclarará por qué incluyo no sólo el Índice Cíclico de Júpiter, sino también el de Saturno y Urano. Si preguntamos a un historiador qué acontecimientos han supuesto la mayor amenaza para la Continuación de la civilización europea en los últimos tres siglos, ciertamente respondería: las Guerras Napoleónicas (1803-1815) y las dos Guerras Mundiales. Estos tres desastres tienen un hecho en común, todos ellos estallaron durante una fase simultánea descendente de las ondas de Júpiter, Saturno y Urano. Esto demuestra que estas ondas, en una fase similar, se refuerzan en gran medida entre sí. Este efecto corresponde a hallazgos similares en los ciclos interrelacionados de Plutón, Neptuno y Urano (Doolaard 1986, 1991-2). Podemos recordar al lector que si analizamos el Ciclo de Neptuno-Plutón, en el período comprendido entre el final del prolongado trígono entrante y el comienzo del siguiente sextil prolongado saliente de este ciclo (la última vez entre 1793 y 1943, es decir desde el reinado del terror hasta el punto decisivo para la civilización que representó la II Guerra Mundial) podemos constatar que en este periodo la humanidad atravesó un profundo abismo. Eso ha ocurrido 5 veces anteriormente, cada 500 años, cualquier historiador puede confirmarlo. Sin embargo otras 5 ocasiones hemos superado este profundo valle que señala inequívocamente el Ciclo Neptuno- Plutón durante el posterior sextil prolongado saliente. Históricamente todos estos periodos han coincidido con fases de apogeo en el desarrollo cultural. Todos estos periodos han sido bautizados como "clásicos" o de "renacimiento", ¡comenzando con la Edad de Oro de Pericles! (Doolaard, 1986, 1990-1, 1997).

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El efecto catástrofe Para regresar a nuestro estudio, podemos ver claramente que tanto más terribles son nuestras guerras cuanto mayor sea la tendencia a estallar durante fases descendentes de onda. Esto trae a la memoria el “Efecto Eminencia”, como es conocido el trabajo de Michel Gauquelin y Suitbert Ertel.

Las grandes guerras en Europa El hecho de que el doble de guerras estalle más durante fases de onda descendente de Júpiter que en fases alcistas, significa que, incluso durante la fase ascendente deberíamos estar alerta. Eso es contrario a nuestra experiencia. En la lista de 61 guerras tenemos 19, que se produjeron en Europa. Estas están marcadas con dos puntos en lugar de uno, después de cada número cronológico con que las hemos ordenado. 16 de estas 19 guerras, que tuvieron consecuencias que no se limitaron siempre a Europa, comenzaron durante la fase descendente y sólo 3 en la fase ascendente. Esto ya no da una relación de 2:1 como en los 61 grandes guerras, sino de 5:01. La relación entre el número de muertes sucedidas en estas guerras europeas surgidas en fases descendentes de Júpiter y las que se iniciaron durante su fase ascendente es más de 100:1. Es importante no olvidar que en todo este período de 300 años las ondas Júpiter-Saturno y Urano descienden simultáneamente durante 27 años, y ascienden juntas durante 35 años. En 7 de las 19 grandes guerras europeas que estallaron el 9% de las veces que lo hicieron con las 3 ondas en descenso simultáneo ocasionaron el 93% de las muertes. Si, por casualidad, las dos Guerras Mundiales, con su enorme tasa de mortalidad, se hubiesen iniciado durante una onda descendente de Urano, este debía haber dejado un énfasis exagerado a estos eventos. Para despejar las dudas sobre este punto, he incluido las siguientes especificaciones: Vemos aquí que las dos Guerras Mundiales forman una excepción. Todas las Mega-guerras europeas muestran una clara relación con la fase descendente de todas las ondas y grupos de ondas. ¡No es de extrañar que algunos astrólogos mundanos concedan tanta importancia al Índice Cíclico!

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Conclusión Habiendo revisado el material anterior, podemos hacer las siguientes anotaciones: 1. Pequeñas guerras pueden estallar en cualquier momento inoportuno, independientemente de la fase que adopte el Índice Cíclico.

2. El 89% del número total de víctimas caídas en guerras, sucede en las que comenzaron en onda descendente de Júpiter. 3. La razón principal de esto es que a partir de las 22 mega-guerras, responsables del 82% de la cifra total de víctimas mortales, 20 estallan durante ondas bajistas de Júpiter, siendo responsables del 97% de las pérdidas en este grupo. 4. En estas 22 mega-guerras el 96% de las víctimas murieron en las 19 guerras que estallaron durante una prevalencia de fases descendentes de onda, y el 75% en guerras que se iniciaron cuando las tres ondas estaban en descenso, lo que sucedió sólo durante 9% del tiempo. 5. A menudo la peor guerra, es la que estalla durante las fases descendentes de los índices cíclicos (efecto de catástrofe). 6. Por causas aún desconocidas las grandes guerras en Europa suceden relativamente más a menudo que en otras partes del mundo durante la fase descendente de Júpiter. 143 veces más muertes se producen muertes con ondas bajistas de Júpiter que con alcistas... De hecho el 93% de los muertos en esas guerras, suceden en las que estallan durante los 27 años, el 9% del tiempo (300 años) de este estudio, en los que la fase de estas tres ondas se encuentran descendiendo simultáneamente. El grupo de 9 mega-guerras europeas, acumulan el 97% de todas las muertes ocasionadas en las guerras iniciadas durante los últimos 300 años que contempla este estudio. Los momentos en que se inician las guerras europeas, revelan una relación tan clara de fase para todas las ondas y grupo de ondas que, sin duda, esto significa que las posiciones (en movimiento) de los planetas exteriores son de gran importancia para nuestro continente. Estos resultados estadísticos reafirman nuestra hipótesis y confirma trágicamente en un amplio sentido y de forma extremadamente consistente que la calidad de nuestra existencia, por lo que a guerras se refiere, mejora durante el ascenso y empeora durante la fase declinante de los índices cíclicos.

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PATRÓN CÍCLICO 19 GRANDES GUERRAS EUROPEAS

PATRÓN CÍCLICO 9 MEGA-GUERRAS EUROPEAS

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Comentario final En la mayoría de las guerras es difícil establecer con exactitud el número real de víctimas que han perecido. Sin embargo, el número estimado de víctimas, da una indicación en cuanto a la gravedad del conflicto. La división de estas guerras en categorías por número de víctimas no representa ningún obstáculo para la investigación. Todos los antecedentes y hechos históricos, que también podrían haber sido de valor para este Estudio, han sido excluidos. Por ejemplo, sabemos que para la duración de los casi 3 siglos cubiertos en esta investigación, la población mundial se ha multiplicado ocho veces. (McEvedy y Jones, 1980). El método de hacer la guerra también ha cambiado dramáticamente en estos tres siglos. Mientras que un número limitado de profesionales capacitados practicaba el arte de la guerra en el siglo XVIII, pueblos enteros surgieron como ejércitos después de la Revolución Francesa. A través de la Revolución Industrial estas filas armadas se transformaron en una máquina de guerra, cuyas víctimas se fueron contando en millones. A pesar de esta dolorosa deflación de la dignidad humana me pareció conveniente ajustar las categorías a través de, por ejemplo, el aumento del valor umbral para grandes guerras del siglo 20. Sin embargo, los resultados que emergen de este estudio son claros. Resulta inspirador saber que estamos tan estrechamente conectados con los más lejanos confines del nuestro sistema solar. Está claro dónde radica nuestra debilidad: nuestra cultura no está en sintonía con un exceso de fases planetarias entrantes. Si relacionamos, mediante una analogía, el medio saliente de un ciclo como el periodo de luz de un día y las fases entrantes como el periodo de la oscuridad nocturna, entonces obviamente estamos asustados en la oscuridad. Que ello pueda conducir a reacciones de pánico se desprende de esta investigación. (Fin texto 1993).

Discusión En los casos en que los resultados de una investigación no son inmediatamente claros, a menudo es necesario someterlos a rigurosas pruebas y, si es posible, repetir la investigación con nuevos datos y aportaciones. Sin embargo, mi investigación incluyó todas las guerras desde 1700 en adelante según enumeran los polemologistas. El hecho de que las tres ondas, cada una con su propio ritmo, estén relacionadas con el estallido de las guerras es una triple confirmación de la hipótesis. Otra objeción por parte de los escépticos fue el número limitado de guerras, demasiado escaso para el análisis estadístico. Mi comentario de que la cantidad de muertes fue

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Más que suficiente fue ignorado. De todos modos, un estadístico de la Oficina Central de Planificación, un órgano económico asesor del gobierno holandés, junto con su equipo, consideraron los resultados como muy significativos. En su opinión, no era necesario hacer un análisis estadístico, ya que los hechos según su criterio resultaban evidentes. Entonces me pareció que había llegado a un callejón sin salida en mi investigación. El único escéptico que no mostró ningún desprecio por mis resultados fue el astrónomo Profesor Dr. Willem de Graaff. En respuesta a una petición de la revista astrológica holandesa, Froma, escribió: "En efecto, los resultados de la investigación de Doolaard son muy impresionantes, ha proporcionado evidencias excelentes "(Doolaard 1999). Su única crítica se debió a lo referente a la Guerra de 30 años (1618-1648), aunque esto ocurrió antes de que finalizase mi investigación. Él encontró que esta guerra no evidenciaba relación con los planetas exteriores y, por tanto, mantuvo sus reticencias. La siguiente tabla de guerras demuestra que también esta guerra tuvo un fuerte vínculo con las tres ondas, una característica común de las megaguerras. Yo no había incluido estas guerras en mi investigación inicial hasta que fui consciente que 7 grandes guerras en dos siglos eran más bien pocas. No es necesario remarcar que en esta Guerra la onda de Júpiter se destacó nuevamente, al igual que sucedió en la Guerra de los Campesinos.

PATRÓN CÍCLICO 7 GRANDES GUERRAS

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Historia Universal y Efecto Catástrofe En 1997 publiqué “La Historia Universal en 3000 años (6126 aC-2400 dC)”, una visión general de todos los aspectos formados entre Urano, Neptuno y Plutón, en el la que también se anotaban todas las conjunciones Saturno-Júpiter, además de aquellos períodos en los que las ondas que utilizo subieron o bajaron de manera conjunta, por ejemplo, durante la I y la II Guerras Mundiales. El texto estaba complementado con las reseñas periódicas más importantes y (280) anotaciones en lo referente a cultura y política para el período de 620 aC. a 2000 dC. Todos los datos cíclicos de este libro se condensan finalmente en un esquema dibujado en una página, en color, que se encuentra disponible bajo demanda. Si sólo consideramos los años en los que las tres ondas descendieron, en aras de brevedad nos limitaremos a esos momentos en los que esto sucedió con respecto a la conjunción de PlutónNeptuno (que tiene lugar cada 493 años), vemos dos veces épocas de colapso, como sucedió durante la caída de Nínive (en -612), que fue totalmente exterminada de la faz de la tierra, y durante la caída de Roma (año 410), a través de la cual se llegó al final de la civilización clásica. Los otros períodos coinciden también con periodos muy dramáticos, como el período prolongado de guerras civiles que tuvo lugar en Roma entre los años de -133 y --30. Los primeros 55 años estuvieron completamente dominados por un exceso de fases descendentes de onda, como sucedió más tarde en un período 1000 años posterior, cuando los vikingos, húngaros y sarracenos devastaron Occidente. 500 años después nos encontrábamos en la segunda mitad de la Guerra de los 100 Años...

Clave En 1999 mantuve una interesante correspondencia con el profesor Suitbert Ertel. El me propuso probar mi teoría, analizando repetidamente los momentos, tomados desde un año antes hasta un año después, en los que las guerras habían estallado, analizando posteriormente si existían relaciones resultantes significativas que se producían en concomitancia con las fases consecuentes observables de las tres ondas. Dado que el período analizado era de 300 años, esto significaba que tendría que repetir mi investigación 300 veces, proporcionando unas relaciones que podían, si los resultados eran concluyentes por defecto o exceso, evidenciar mis conclusiones que, en ese caso, tendrían que ser tomadas en serio.

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En respuesta a la propuesta de Ertel compuse un gráfico que muestra la relación existente entre el número de guerras que estallan con las diversas fases de ondas que las acompañan desde 1-6 años antes y 1-6 años después (véase la figura 2.). Los tres gráficos que se muestran en el lado izquierdo representan el número de guerras que se iniciaron durante fases descendentes de onda y los de la derecha cuántas guerras comienzan durante fases alcistas. En el primer gráfico la línea de las posiciones marcadas con el número 0, corresponden al momento real de estallido de las guerras. Se pueden ver en los números correspondientes en el eje vertical, que en ese momento 20 de las 22 mega-guerras estallan. Si nos fijamos cuantas guerras estallan en fase de salida 1 ½ años antes de la fecha real, vemos que hay son sólo 11, como cabía esperar no existe ninguna correlación. Si miramos cuantas guerras estallaron un año más tarde, vemos que no hay cambios. Esto se debe a que las guerras por lo general duran más de 1 año. Cuando comienza el descenso, pasados 4 años se llega a la tasa de esperanza, de la que puede extraerse la conclusión de que la duración promedio de las guerras es aproximadamente de 4 años. En situación real todas las ondas están muy por encima de la tasa de esperanza. La razón por la que la onda de Júpiter manifiesta picos tan bruscamente es que

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ésta es la onda más rápida de todas las diversas ondas consideradas, y por lo tanto, funciona como un disparador. Las columnas oscuras en el centro muestran el porcentaje total de víctimas, por onda. Al 100% de las columnas llegarían a la cima. Los 3 gráficos de la derecha muestran la misma imagen, pero durante las fases ascendentes de onda. Si no existiese correlación, todas las ondas estarían alrededor de la posición de la línea de la tasa de esperanza. Las columnas verticales también terminarían en la vecindad de ésta. El contraste entre los gráficos de la izquierda y la derecha muestra el grado en que se confirma la hipótesis. Esto incluye al 82% de todas las víctimas de guerras que han muerto durante los últimos 300 años. De hecho, está claro que puedo desplazarme lo que desee en el tiempo, pero no encuentro otro momento, que no sea el de los estallidos de las tres mega-guerras (la I Guerra Mundial, la II Guerra y las Guerras Napoleónicas) en las que simultáneamente se den posiciones con todas las ondas en descenso, en otras palabras, es como una llave que sólo se ajusta a la cerradura correspondiente. Estos gráficos fueron inspirados por la propuesta de Suitbert Ertel, por lo que quiero expresar mi agradecimiento.

Historicismo Una de las razones más importantes por las que algunos científicos tienen una posición muy crítica, con respecto a mi investigación, es la objeción que hacen del Historicismo, que ya fue expresada por Karl Popper en “La Sociedad Abierta y sus Enemigos” (1945) y en “ La Miseria del Historicismo” (1957). De Campion, en “El Gran Año” (1994) demostró que, en la civilización occidental, el Historicismo fue la regla de pensamiento desde hace miles de años, y no la excepción. El Historicismo presupone que el proceso histórico funciona según leyes subyacentes. Esto ha llevado al nacimiento de varios sistemas de autoridad de pensamiento que han tenido una influencia desastrosa en la historia. Sin embargo, la madre de todas las astrologías, la Astrología Mundial, con André Barbault como fundador moderno, analizada desde una perspectiva histórica, tiene en mi opinión menos que ver con el historicismo de lo que a primera vista podría parecer, por dos razones importantes. La primera es que las relaciones que se muestran en esta investigación no se pueden considerar como “Que establezcan leyes”, porque las leyes toleran excepciones. La segunda es que las relaciones existentes, se han demostrado, algo que no es el caso en las teorías historicistas. La Astrología Mundial, al parecer es una herejía historicista, tiene una posición especial. Eso no disminuye el hecho de que este estudio es una oda a la filosofía clásica, por lo que sus resultados no se harán difíciles de imaginar.

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Paz No olvidemos que ha habido también períodos de paz, como se ve en la fig. 1, así como en los gráficos 3 a la derecha de la figura. 2. Desde 1720 hasta 1734 nos encontramos en medio del Rococó, un estilo apacible, natural y femenino (Tansy, 1996). También el último decenio del siglo XIX es bien conocido por su paz, prosperidad y optimismo. La segunda mitad de la década de 1990 trajo el momento máximo de integración de Europa y el auge de la Nueva Economía. Pero lo mejor está aún por llegar: entre 2025 y 2042, no sólo todas las ondas ascienden de forma simultánea, sino que también alcanzaremos la segunda parte del sextil prolongado entre Plutón y Neptuno, acompañado por sextil y trinos de Urano (Doolaard 1997). Estos tres ingredientes de paz, fertilidad cultural e iluminación se activarán de forma simultánea. Algo que nunca sucedió antes (desde el año 600 antes de Cristo). Si pudiera cuantificarse la paz, habría escrito Ondas de Paz en su lugar. Ámsterdam, septiembre de 2004

Notas finales 1. Bajo Grandes Guerras me refiero a esas guerras, que lamentablemente se traducen en más de 100.000 víctimas, que duran más de 10 años y que causan por lo menos 25.000 muertes al año. Así, una guerra con 110.000 muertes en un año (la nº 50) se incluye en la lista, mientras que la Guerra del Norte entre Suecia y Rusia a partir de 1700 - 1721, con 382.000 víctimas, sin embargo, se coloca en el grupo de guerras de tamaño mediano, debido a que no cumple la norma anual. Si desconocemos en qué año la lucha era más encarnizada, tiene poco sentido para compararla con el Índice Cíclico. Para el grupo de 22 mega-guerras, cada una con un millón o más de muertes, ninguna limitación se ha establecido. Este grupo mantiene un fuerte vínculo con los tres índices cíclicos, que hace innecesario determinarlo en un subgrupo. Tengo dos listas de guerras que he comparado entre sí en diversos componentes. No existe una lista única absolutamente perfecta, pero la aportada por William Eckhardt es la más extensa. Tuve que corregir un par de datos. A veces un grupo de guerras se combinaban apareciendo como una sola guerra en una de las listas, mientras que en la otra, aparecían como guerras separadas. Al parecer, todo el mundo hizo lo que mejor le pareció, porque ninguno de los compiladores es totalmente consecuente en este sentido. Por ejemplo, Eckhardt reduce las diversas Guerras Francesas Revolucionarias (nº 6) y también las diversas Guerras Napoleónicas (nº 7) en conflictos individuales. Bouthoul, por otra parte, toma nota de cada una de estas guerras de forma separada, quizás porque él era francés. Otro caso en el que Eckhardt unifica diferentes guerras es por ejemplo, la nº28. En estos dos casos concretos he usado la Lista de Bouthoul donde aparecen claramente separadas (como 6 y 7), clasificadas entre las megaguerras por el número de muertos y su considerable impacto. También he tomado en

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consideración las dos Guerras de los Balcanes, que tuvieron lugar en años sucesivos, considerándolas como una sola guerra (nº.25) ya que, su impacto, puede claramente ser considerado similar al de las grandes guerras. Personalmente he añadido las últimas cuatro guerras a la lista (SIPRI y PIOOM-banco de datos). Aunque algunos de estos ajustes fueron inevitables y unos más deseables que otros, tienen poco efecto en el resultado final. Los he mencionado sólo por bien de la exhaustividad. La guerra en el Congo constituye una notable excepción. Durante los últimos 500 años, ninguna otra mega-guerra ha estallado en un período de ascenso de las ondas. Se podría argumentar que esta guerra comenzó mucho antes de 1998 debido a que varias docenas de señores de la guerra han estado luchando entre sí desde la guerra civil en Ruanda en 1994, y la caída de Mobutu. La lucha por el territorio y las materias primas continúa. He incluido esta guerra en mi lista sobre todo por el inmenso número de defunciones estimadas (1 ½ a 2 ½ millones en 2 años). 2. Hablo de predominio tres de cada cuatro veces más o menos. Sólo estamos en fase predominante. Cuando tanto la onda de Júpiter como la de Saturno están en la misma fase. La mitad significa que hay dos posibilidades, el cincuenta por ciento, + - o - +. 3. La siguiente tabla muestra cómo durante muchos años durante el período 1700-2000, el grupo combinado de ondas de Júpiter, Saturno y Urano estuvieron en el fase – o fase +.

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