Liderazgo Ministerial

Liderazgo Ministerial DEFINICIÓN: ¿QUÉ ES LIDERAZGO MINISTERIAL? LIDERAZGO: Viene de la palabra líder y a su vez esta vi

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Liderazgo Ministerial DEFINICIÓN: ¿QUÉ ES LIDERAZGO MINISTERIAL? LIDERAZGO: Viene de la palabra líder y a su vez esta viene de la palabra “leader” en el inglés y esta viene de la palabra “lead” que quiere decir dar dirección, conducir, guiar entre otras. En gramática estos verbos necesitan de un sujeto y un objeto, es decir, alguien que ejecuta la acción o verbo y alguien que recibe la ejecución de esa acción: Alguien “da dirección, conduce, guía a alguien más MINISTERIO: Servicio, Oficio en el griego. La palabra habla de un ministerio, el ministerio de la reconciliación. 2 corintios 5 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. LIDERAZGO MINISTERIAL: Se trata de dar dirección, conducir o guiar a otros en el ministerio, servicio y/o oficio de la reconciliación. ¿DÓNDE COMIENZA O INICIA? Como todas las cosas con Dios y en la palabra de Dios el origen del liderazgo ministerial es el Señor Jesús. ORIGEN: El origen o Principio de todo es el Señor Jesús Apocalipsis 1

Si hay un problema en los últimos años, es que hay una falta de liderazgo en la iglesia. Lo que me refiero, es que estrategias para llevar una iglesia, sobran. Muchos principios para llevar una iglesia, usualmente mas como una corporación y menos como un cuerpo orgánico, que es compuesto por los redimidos por la sangre del Cordero de Dios, Jesús.

Autoridad

Un Líder es aquel que puede influenciar la vida de otras personas, acompañados o guiados por una visión. En este caso trataremos acerca del Liderazgo de Josué, quien había sido escogido por Dios mismo como el sucesor de Moisés. Surge una interrogante ¿De qué manera este nuevo Líder podía ganarse el respeto o reconocimiento de un pueblo tan grande como los Hebreos? La respuesta es a través del Respaldo de Dios hacia él. Cuando la presencia de Dios va con alguien y respalda todo lo que hace, es considerado como un líder. A un líder no lo define otra cosa que sus actos, sus obras, no bastan sus buenas palabras o ideas, lo definen sus hechos. Josué 4:14 dice: “Por lo que Dios hizo ese día, todos los israelitas reconocieron a Josué como un gran líder. Lo respetaron durante toda su vida, como antes habían respetado a Moisés”. Dios había abierto el Río Jordán a través de el nuevo sucesor con la finalidad de que todo el pueblo pase en seco hacia Jericó. Esa gran obra, prodigio y milagro de Dios, no lo podía hacer un hombre, sino fue Dios mismo quien abrió el río a vista de todos los hebreos, para demostrarles a ellos que Dios era quien los guiaba y respaldaba. El reconocimiento primero viene de Dios Para que las demás personas reconozcan a Josué como nuevo líder debía de ser respaldado por alguien más, en este caso fue Dios quien lo reconoce como tal y le da la autoridad para ejercer el liderazgo. Respeto y Reconocimiento Josué se ganó el respeto y reconocimiento de todos los Israelitas al ver el respaldo que Dios hacía para con él. Todas y cada una de sus palabras no fueron sin fruto, sino más bien Dios las respaldó, hizo que sus palabras se cumplieran cada una de ellas, y todo lo hizo porque las palabras que Josué decía provenían de Dios mismo. Josué pasa a la historia siendo reconocido como un nuevo líder ahora delante de los hombres. Obediencia/Acción Otra de las características principales que tuvo Josué como Líder, es que supo prestar sus oídos para escuchar bien la voz de Dios, para posteriormente obedecer o accionar a esas palabras. No bastaba solo escuchar la voz de Dios, tenía que actuar, como seguidores de Cristo somos llamados a no solo ser oidores de la palabra de Dios, sino hacedores de ella. Para obedecer la voz de Dios hay que tener un oído muy fino, hay que tener una constante comunicación con el Espíritu Santo, para saber cuáles son los planes o propósitos que Dios quiere. Y por ello es tan importante pasar tiempo en comunión con Él, porque acompañado con su misión vendrá la fuerza y valentía para poner por obra todo lo que se ha pedido.

Muchos quieren ser líderes, pero pocos están dispuestos a esforzarse en cumplir su labor con madurez. El siervo llamado a ministrar a otros debe ser capaz de desempeñar todas las tareas en obediencia a principios bíblicos, desde una perspectiva cristocéntrica y en la realidad del poder espiritual. Esto no es un trabajo para niños sino para personas adultas, tanto física como espiritualmente. Podemos mencionar seis características deseables en aquellos que pretenden ser líderes maduros, genuinamente espirituales: 1. Amor incondicional. No hay nada que un individuo haya hecho o llegue a hacer que pueda causar que un líder maduro deje de amarlo. Tal vez no esté de acuerdo con sus acciones, pero lo amará como persona y hará todo lo posible para su edificación (1 Co. 13:1-8). 2. Disponibilidad. El líder cristiano maduro pone sacrificialmente su tiempo, energía, puntos de vista y posesiones a disposición del grupo (Hch. 2:43-47). 3. Vulnerabilidad y confiabilidad. La madurez requiere que el líder cristiano sea una persona abierta, que pueda compartir sus sentimientos y luchas, sus gozos y tristezas de una manera honesta con otra gente, en especial el grupo más próximo a él, y que no encierre todo en sí mismo (Ef. 4:25; Stg. 5:16; 1 Jn. 1:5-7). Asimismo, debe responsabilizarse de hablar la verdad en amor (Ef. 4:15). 4. Apertura. El líder maduro está dispuesto a escuchar a otros, a realizar un examen de las costumbres y tradiciones, a recibir y evaluar nuevas ideas, y poner en práctica aquellas que sean más convenientes; además, es sensible a lo que sucede a su alrededor y sabe analizar las características de su entorno. 5. Responsabilidad. El líder espiritual maduro asume seriamente su rol en el crecimiento de otros. Se hace responsable ante Dios, la iglesia y, especialmente, ante los demás miembros de su equipo de cumplir fielmente la tarea que le ha sido encomendada. 6. Autoridad espiritual. Un líder cristiano se somete voluntariamente a la autoridad congregacional legítima. Él confía en que Dios hace su voluntad en la congregación, de tal manera que en el cuerpo reinen la unidad, la armonía y la estabilidad (Ef. 4:11-16). A las características mencionadas puede añadirse un séptimo elemento: la integridad, que lo identifica como una persona incorruptible y honesta, que cumple sus promesas.

El líder cristiano es el siervo de los siervos de Dios. Los numerosos pasajes que tratan del liderazgo espiritual guían a una serie de conclusiones, resumidas de la siguiente manera: El liderazgo espiritual está inseparablemente ligado a dones espirituales identificables y a un claro llamado de Dios a ocupar posiciones distintivas. El liderazgo espiritual consiste en una actitud de servicio, según el modelo de Jesucristo mismo. El liderazgo espiritual pone especial énfasis en que la gente se involucre activamente en la toma de decisiones, y se opone a la tiranía y a las técnicas autoritarias. El liderazgo espiritual siempre incluye la responsabilidad de enseñar y nutrir a aquellos a quienes está guiando. El liderazgo espiritual requiere una actitud de humildad y mansedumbre, sin confundir esta última con indecisión. No se alcanza la madurez en un día y, tampoco, dejando que simplemente pasen los años. Necesitamos reconocer los rasgos que la constituyen y moldear nuestra conducta en esa dirección. EL LÍDER CRISTIANO Y EL PODER El poder es algo íntimamente relacionado con el liderazgo de influencia. Un líder tiene la capacidad de afectar el comportamiento de los demás (Mintzberg 1993 y Pfeffer 1991). Ya sea por el puesto, los conocimientos o la autoridad que se le ha otorgado, el líder tiene poder. El líder cristiano debe estar consciente de todo lo anterior y además recordar que toda fuente de poder es Dios, así que es un asunto serio a manejarse con cuidado. Sólo Dios puede darle autoridad a una persona, y es él quien les ha dado poder a los gobernantes que tenemos. Romanos 13:1 TLA Jesús, el mejor líder de la historia y la persona con más poder que ha pisado la tierra, nos da una muestra de cómo manejar el poder. Cabe señalar que si existe una persona que en si mismo tenga las seis formas de poder, según French y Raven (1959) es Jesús. Nadie más en el mundo tiene o ha tenido, o tendrá un poder legitimo, de recompensa, coercitivo, basado en la experiencia, informativo y de referencia, en todo momento asociado con su persona. Sin

embargo Jesús nos habla de que tener todo el poder no implica satisfacerse a si mismo o enseñorearse sobre los demás, sino al contrario.

Jesús relaciona el poder con el servicio y el beneficio de los demás. El líder cristiano debe saber que con el poder viene una gran responsabilidad. Pues mientras más poder tenemos, más facultados estamos para servir a los intereses de los demás. Jesús dijo: Ustedes saben que los que se sienten jefes y grandes señores se portan como los amos del mundo e imponen su autoridad sobre todos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguien quiere ser importante, tendrá que servir a los demás. Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos. Yo, el Hijo del hombre, soy así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para liberar a la gente que es esclava del pecado, y para lograrlo pagaré con mi vida. Marcos 10:42-45 TLA Pensando en esto, el poder debe ser algo que los líderes cristianos anhelen, más no algo que busquen como un fin en si mismo, o algo a lo cual aferrarse. Jesús teniendo todo el poder, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse (Filipenses 2:6 NTV) sino al contrario, teniendo todo el poder decidió usarlo para servir a toda la humanidad. Dios da a los líderes cristianos el poder que necesitan para llevar a cabo la obra de Dios aquí en la tierra, todo poder viene de Él. Como discípulos de Jesús tenemos la oportunidad de recibir poder para ser testigos efectivos de Él y traer gloria a Dios.

CONCLUSIÓN

El líder cristiano no solo debe estar consciente de que tiene poder, sino de que ese poder y cualquiera que llegue a tener en cualquier contexto o sector de la sociedad, es un poder otorgado por Dios. Y más que un permiso o una facultad para hacer y tomar decisiones, es una responsabilidad y un privilegio que debe usarse para el beneficio de los demás y para alcanzar los propósitos de Dios aquí en la tierra. A fin de procurar un buen uso del poder, el líder cristiano debe buscar su crecimiento personal y espiritual a la imagen de Jesús. Pues es Él quien siendo la persona más poderosa en pisar la tierra, también es un ejemplo sublime de cómo usar el poder de la manera correcta. Aprendamos de Jesús y usemos el poder que Dios nos da para invertirlo en el reino de Dios, para su gloria. Así, estoy seguro que lograremos escuchar de parte de Dios las mismas palabras que encontramos en el evangelio de Mateo 25 para aquel siervo que valoró los talentos que su Señor puso en la mano y los invirtió de una manera correcta para generar ganancias para su Señor.