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Los Mensajeros de la SERPIENTE EMPLUMADA (Teología Tolteca) Frank Díaz Copyright © 2002, por Frank Díaz [email protected]

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Los Mensajeros de la SERPIENTE EMPLUMADA (Teología Tolteca) Frank Díaz Copyright © 2002, por Frank Díaz [email protected] © Kinames S. A. de C. V. [email protected]

Dedicado a Se Akatl Topiltsin Ketsalkoatl, mensajero de la Serpiente Emplumada.

Índice Nota ortográfica Presentación Introducción: Del chamanismo a la Toltequidad Capítulo 1 Ketsalkoatl Capítulo 2 Dios único y dios dual Capítulo 3 El doble Capítulo 4 Cinco emanaciones Capítulo 5 Las dimensiones de Ketsalkoatl Capítulo 6 Teskatlipoka Capítulo 7 El ciclo de Ketsalkoatl Capítulo 8 El simbolismo de la mano Capítulo 9 El simbolismo del pie Capítulo 10 Los pasos divinos Capítulo 11 Historia de Se Akatl Tolpiltsin Capítulo 12 La profecía del retorno Epílogo: El mensaje de los Wewetla’tolli Obras citadas

Nota Ortográfica Este texto contiene palabras pertenecientes a la lengua nawatl, hablada en el México antiguo. Para facilitar su lectura, he adoptado la ortografía fonética, en la cual los vocablos se leen tal como se escriben, según la pronunciación de las letras en el español actual. Las citas textuales y los nombres de lugares aún en uso conservan la ortografía original. Los sonidos del nawatl son los siguientes: • Cinco vocales: A, E, I, O, U. • Dos semivocales: W, Y. • Once consonantes: Ch, K, M, N, P, S, Sh, T, Tl, Ts y L. • Una oclusión glotal representada por el apóstrofe (’). Todas las palabras de esta lengua, excepto los monosílabos, se acentúan en la penúltima sílaba. La doble L se pronuncia como L larga.

Presentación En el México antiguo, llamado por sus moradores Anawak y por los investigadores Mesoamérica, se desarrolló una de las civilizaciones más originales de la Tierra. A pesar del trauma de la penetración europea, la memoria compilada por los sabios de Anawak no se perdió; quedó cifrada en piedras, códices, trazos de ciudades, crónicas y leyendas. Hoy podemos decodificar esas fuentes, penetrando en su rico mundo simbólico, pleno de proposiciones artísticas, científicas y religiosas. Hace algunos años tuve la suerte de hablar con personas sencillas, pero muy informadas en la tradición oral de los campos de México, quienes creen que los antepasados viven y les hablan a través de sueños. Aquella convivencia me impulsó a elaborar tres libros. El primero, que tienes en tus manos, contiene un panorama general de las creencias de los moradores de Anawak. Este trabajo tiene como objeto contribuir a la consolidación de la identidad nacional a través del conocimiento de las raíces. Es mi esperanza que sirva de estímulo a quienes desean profundizar en el arcano de la Toltequidad, donde a cada paso nos esperan nuevos retos y descubrimientos. Frank Díaz, México DF, 2000

Introducción

DEL CHAMANISMO A LA TOLTEQUIDAD Hace cuarenta milenios comenzó la gran aventura del continente americano. En aquella época aún no había fronteras en la Tierra; los seres humanos llevaban una existencia nómada, en estrecho contacto con la Naturaleza. Poco a poco, grupos de cazadores que se desplazaban por el norte de Asia detrás de los rebaños de animales, descubrieron América1. A pesar de su modo rudimentario de existencia, aquellos hombres tenían una elaborada concepción del mundo, a la que hoy damos el nombre de “chamanismo”2. La sociedad chamánica 1 Descubrimientos realizados en el desierto de Mohave y otros sitios, indican que América pudo haber sido poblada en tiempos anteriores por una especie pre-sapiens. 2 Chamán es un término de origen sánscrito que significa meditante. A través del budismo, pasó a las lenguas siberianas, y de allí al lenguaje antropológico.

estaba basada en valores como la armonía con la Naturaleza, el respeto a los poderes generativos manifiestos en la mujer, y la exploración de la conciencia a través de ejercicios y sustancias que la modifican. Hace ocho milenios, la sociedad se hizo sedentaria y los valores de los viejos chamanes perdieron vigencia. El vínculo con los poderes naturales se transformó en la adoración de unos dioses hechos a imagen y semejanza del ser humano; la condición sagrada de la madre se trocó en el culto a un dios “padre” que prefiere a sus hijos varones, y los ejercicios de poder fueron sustituidos por rituales simbólicos, conducidos por sacerdotes asalariados. Ese fenómeno ocurrió principalmente en el llamado “Viejo Mundo”. Por una combinación de factores, fue más atenuado aquí, en América. Los primeros estados imperiales indígenas se formaron hace un par de milenios, con la llegada de los tihuanacos a la zona Andina y los teotihuacanos a Anawak3. Pero, aún así, los chamanes se las ingeniaron para convivir con los sacerdotes, respetándose sus áreas de influencia, e incluso se fusionaron para producir un fenómeno social de nuevo tipo. Los pueblos de alta cultura de América merecen un estudio especial, porque lograron materializar el ideal de una sociedad civilizada, pero en profundo contacto con la tierra; donde la diversidad de opinión no condujo a las guerras de fe; donde, a pesar de ciertas carencias materiales, el espíritu se expresó en una rica creatividad; donde se diseñaron instituciones para inhibir la idolatría y para potenciar los aspectos sutiles de la percepción. Contrario a lo que mucha gente cree, los indoamericanos no eran primitivos adoradores de la lluvia y los elementos. Como afirma un autor, Tenían un conocimiento metafísico de lo existente. Hablaban lenguas copiosas, con las que podían expresar conceptos de máxima abstracción, suficientes para contener la finura y la solidez del lenguaje científico, la filosofía y las manifestaciones poéticas. (Tenían) un concepto del mundo que explica sus cualidades de grandes matemáticos, astrónomos, ingenieros, arquitectos y escultores. (Bonifaz Nuño, México profundo) El conjunto de logros artísticos, científicos y sociales acumulado por los pueblos de Anawak fue llamado Toltekayotl, toltequidad, un término nawatl4 formado de la raíz Tol, tallo, que con el tiempo llegó a significar cultura. El primer diccionario nawatl, redactado a mediados del siglo XVI por el padre Molina, traduce el término Toltekayotl como “arte para vivir”. La Toltequidad es el legado característico de México al mundo. Si (las culturas euroasiáticas) tuvieron el Tao, el hinduismo y el budismo, nosotros tenemos la Toltecayotl. Si otras civilizaciones tuvieron a Zoroastro, Hermes, Buda, nosotros tenemos a Quetzalcoatl y el maíz... Más que una cultura o etnia, “tolteca” fue un grado de conocimiento de los hombres sabios del México antiguo, y Teotihuacan fue el centro generador e irradiador de la Toltecayotl en todo el Anahuac. (Guillermo Marín, Historia verdadera del México profundo) A partir de una interpretación difundida en un congreso científico en 19415, el término “tolteca” se ha venido asociando exclusivamente con los moradores de la ciudad de Tula, en el estado de Hidalgo. Sin embargo, Tula o Tollan es un título nawatl que significa capital, compartido por ciudades como Teotihuacan, Cholula, Tenochtitlan, etcétera. La Tula de Hidalgo se llamaba Xicocotitla y, si bien llegó a ser una de las capitales de Anawak, no Zona de desarrollo de la fue la única, ni la más esplendorosa. civilización en América. Como podemos comprobar en la siguiente definición de un 3

Como límite político-astronómico, Anawak se extendía desde Nicaragua hasta el trópico de Cáncer; pero su área de influencia abarcaba todo Centro y Norteamérica. 4 El nawatl es una lengua de la familia Uto-azteca, hablada en Norte y Centroamérica. 5 Wigberto Jiménez Moreno, “Tula y los Toltecas según las Fuentes Históricas”, Sociedad Mexicana de Antropología, 1941.

códice mexica, en el México antiguo, todo el que aceptaba los principios de la Toltequidad era considerado un tolteca: El tolteca es sabio, es una lumbre, una antorcha, una gruesa antorcha que no ahuma. Hace sabios los rostros ajenos, les hace tomar un corazón. No pasa por encima de las cosas: se detiene, reflexiona, observa… De este modo os convertiréis en toltecas: si adquirís hábito y costumbre de consultarlo todo con vuestro corazón. (Códice Matritense) Haciendo justicia al concepto original, en este libro emplearé el término “tolteca” para referirme a todos los moradores de Anawak, desde los olmecas del segundo milenio antes de Cristo hasta los mexicas que cerraron aquella historia, y desde los pipiles en Nicaragua hasta los tarahumaras en la frontera norte. El enfoque tolteca se componía de fórmulas ideológicas que propiciaron el desarrollo sano de la sociedad. Se basaba en tres pilares semejantes a los que rigen en otras propuestas religiosas de la tierra, que eran: Primero: un arquetipo mesiánico al que llamaban Ketsalkoatl, serpiente emplumada. Segundo: una regla de vida contenida en un libro sagrado, hoy perdido, llamado Teomoshtli, libro divino. Tercero: una iniciación espiritual cuyo depositario recibía el título de Masewalli o macehual, merecido por el autosacrificio. El fundamento de la Toltequidad era Ketsalkoatl, la serpiente emplumada. Ketsalkoatl no era un dios tribal, sino el Ser Supremo – el mismo que, en otras tradiciones de la Tierra, es adorado con los nombres de Yahvé, Allah, Brama, Tao, etcétera. Representaba la totalidad, ya que la serpiente aludía al lado material del Universo y las plumas a la energía. Pero también era una propuesta de acción, pues la metáfora de la serpiente que emprende el vuelo encerraba el concepto de la trascendencia. Más que un dios, en el sentido cristiano del término, Ketsalkoatl era la imagen de nuestro potencial de desarrollo como seres humanos. La Serpiente Emplumada. Los toltecas creían que Ketsalkoatl creó al mundo a través Códice Nuttall. de ciclos de desarrollo gradual, pasando por la materia inanimada, las plantas, los animales, diversas humanidades embrionarias y, finalmente, el ser humano cultural. Una vez surgida la cultura, la deidad encarnó en un cuerpo físico, dando origen a un linaje de sacerdotes-voceros que mantuvieron encendida la llama de la civilización. Los antropólogos e historiadores califican este tipo de creencias como “mesianismo”. La concepción mesiánica del mundo parte de la idea de que existen dos realidades, la humana y la divina, las cuales pueden cohabitar en un hombre o mujer, que se transforma de ese modo en el mediador de su comunidad. Cuando tales creencias incluyen la profecía del retorno del mediador, el fenómeno mesiánico se denomina “milenarismo”. Las creencias mesiánico-milenaristas de los antiguos mexicanos no se han estudiado como merecen. Los primeros misioneros españoles procuraron acentuarlas, en un intento por favorecer la conversión de los indígenas al cristianismo. Pero, a fin de hacer más sugerente el parecido entre las vidas de Jesús y Ketsalkoatl, crearon falsas leyendas, como que Ketsalkoatl era un hombre blanco de ojos claros y rubios cabellos, vestido a la usanza europea, que auguró la llegada de un pueblo conquistador. Cuando analizamos tales afirmaciones a partir de las fuentes que se conservan, encontramos que no tienen fundamento histórico. En la actualidad, las especulaciones de los cronistas españoles han sido desarrolladas por la iglesia mormona, la cual afirma que Jesús resucitó y apareció en México, dando origen al mito de la Serpiente Emplumada. En consecuencia, los mormones interpretan la historia de Anawak como un eco de temas bíblicos6. En el extremo opuesto de esta tendencia interpretativa, están los investigadores modernos, 6

Lo paradójico de tal creencia es que, si bien Jesús no es Ketsalkoatl, Cristo si lo es, ya que, etimológica y simbólicamente, el nombre de Cristo significa exactamente lo mismo que el del mesías tolteca: señor de Venus.

quienes, en su mayoría, se resisten a estudiar las creencias toltecas en el contexto de las religiones comparadas. En ello percibo la resistencia de la cultura occidental, que no quiere arriesgarse a una comparación que podría fracturar algunos de sus soportes ideológicos. Salgamos de ambos extremos. Enfoquemos la Toltequidad como un objeto específico de estudio, pero sin desvincularlo de su contexto universal. Para ubicar el mito de la Serpiente Emplumada, hay que tomar en cuenta que la creencia en un mediador divino no es exclusiva de los cristianos, sino patrimonio común de todos los pueblos de la Tierra. En consecuencia, es natural encontrarla en Mesoamérica, y es legítimo analizarla desde una óptica mesiánicomilenarista. La idea subyacente en este libro es que el mito de la Serpiente Emplumada es una creación colectiva que se manifiesta en cada pueblo con características propias. A partir de ahí, analizaré algunos símbolos típicos de Anawak, tomando como ejemplo la vida del último mesías tolteca – un personaje que vivió en la segunda mitad del siglo X después de Cristo y llevó el nombre de Se Akatl Topiltsin Nakshitl Ketsalkoatl, nuestro señor uno caña cuarto paso de la serpiente emplumada. Tratar de descifrar las creencias toltecas apoyados únicamente en las armas de la antropología, es tan ingenuo como pretender reducir el aroma de una flor a la descripción de sus componentes químicos. La fe de un pueblo no cabe en un inventario cultural porque, en lo que respecta al fenómeno religioso, la suma de las partes no es igual a la totalidad. Pasarán siglos, se escribirán muchas páginas y la Serpiente Emplumada continuará siendo, como hoy, un misterio de insondables proporciones. Sin embargo, es mi deber aportar siquiera un minúsculo grano de maíz a estos estudios, en favor del esclarecimiento de un aspecto fundamental de nuestra historia.

Capítulo 1

KETSALKOATL Ketsalkoatl es el nombre nawatl del Ser Supremo. Para comprender a profundidad las creencias toltecas, hay que averiguar qué entendía el morador del México antiguo cuando escuchaba ese nombre. El término Ketsalkoatl se compone de dos elementos: Ketsal, pluma, y Koatl, serpiente; su combinación significa serpiente emplumada. Sin embargo, la raíz Ketsal también tiene el sentido de algo precioso, en particular las plumas verdes del quetzal y las piedras verde-azuladas como el jade o la turquesa. Aquí encontramos una alegoría, pues, según la leyenda, el nacimiento de los profetas de Anawak ocurrió cuando E’ekateotl, el espíritu divino, penetró en el seno de una virgen o una asceta bajo la forma de un jade o pluma. Así que el nombre de Ketsalkoatl contiene, en primer lugar, una leyenda o “misterio” teológico. Ketsal también significa feminidad; era un nombre muy común entre las niñas mexicas. Esto le daba al título un matiz femenino, indicativo de que se trataba de una deidad andrógina o hermafrodita. Es por ello que los mexicas, al orar a Ketsalkoatl, le llamaban Teteoinan teteoitta, madre y padre de los dioses. La raíz Ketsal se relaciona con otras dos: Ketsil y Ketsa, que significan pisar, dar un paso, ponerse de pie, detenerse en el camino, dejar una huella. Aparecen en términos como Ketstiu’, criatura nacida de pie, Shimoketsa, ponte de pie, y Ketsilpaina, andar de prisa. La relación entre la Serpiente Emplumada y el símbolo del pie se debe a que, en Anawak, el paso y la huella eran metáforas del nacimiento y los ciclos. Como verbo, Ketsa contiene dos sentidos contrarios: fecundarse los animales y abortar la criatura. Su explicación es la siguiente: puesto que Serpiente Emplumada era la suprema conciencia del Universo, se consideraba que tenía el poder de crear y destruir la vida. Ambos

El nacimiento del ser humano. Códice Borgia.

El emblema del caracol. Dibujo y relieve de Teotihuacan, relieve maya.

El contador de historias. Códice Florentino.

Columnas en forma de serpiente emplumada y de cargador. Chichén Itzá.

El ciempiés y la serpiente. Códices Borgia y Laúd.

sentidos se recogen en la leyenda del nacimiento del héroe Se Akatl, quien fue abortado por su madre en una batalla que duró cuatro días. También lo vemos en la siguiente imagen de un códice mixteco, donde el infante divino es comparado con una caña que brota de la frente el dios ciego del inframundo, la cual se quiebra y precipita hacia la tierra como metáfora de la ruptura de la visión interior. Al duplicarse, la raíz Ketsa forma el verbo Keketsa, dilatarse el tiempo, sucederse las edades, en el cual percibimos una referencia a los ciclos de manifestación. La obsesión de los mesoamericanos por el tiempo y sus recurrencias, materializada en el extraordinario calendario de Anawak, es un elemento imprescindible para entender aquellas creencias. Otra acepción de la raíz aparece en el sustantivo Ketstli, caracol vocero, el instrumento con el cual se proclamaban los mensajes reales. Aquí percibimos tres contenidos: en primer lugar, los toltecas emplearon el corte transversal o longitudinal del caracol como emblema de su fe. En segundo, es una referencia a la creación del Universo a través de la voz, tal como afirma un texto maya: Entonces brotó la primera palabra allí donde antes no había palabras, se desprendió de la piedra (de fundamento) y cayó en el tiempo. Y comenzó a proclamar su divinidad. (Chilam Balam, Libro de los antiguos dioses) En tercer lugar, el caracol vocero aludía a las manifestaciones humanas de la Serpiente Emplumada, uno de cuyos títulos era Tloa’toani, los de la palabra. Ese sentido se refuerza por otros significados de la raíz Kets, tales como anunciar y aconsejar. Además, al unir a dicha raíz la partícula Tla, que indica una acción sostenida, se forma el verbo Tlaketsa, contar historias, lo cual nos recuerda una importante función de los sacerdotes mesoamericanos: la de sostener la identidad del grupo a través de la palabra. Otro sentido de Tlaketsa era columna, sostén. La columna aludía a la Serpiente Emplumada como eje del Cosmos, es decir, como sostenedor de las leyes naturales, y también a la función de sus mensajeros como baluartes ideológicos de la comunidad. De esa acepción deriva el nombre maya de los mensajeros: Bacab, columnas, bastones. Los toltecas sintetizaron dicho sentido en un elemento arquitectónico característico de sus templos: las columnas en forma de serpientes emplumadas que flanqueaban la puerta del santuario, las cuales, en ocasiones, eran sustituidas por efigies humanas cuyos brazos alzados expresaban la idea de sostener el peso del mundo y el orden social. En una clave chamánica, Tlaketsa era la columna vertebral, vehículo de la fuerza de vida que

corre por nuestros nervios. De ahí que, con frecuencia, la Serpiente Emplumada fuera representada como un espinazo o una serpiente que sale del espinazo, o incluso como un ciempiés cuyos segmentos y patas semejaban vértebras. Mencionaré, por último, que la raíz Kets y su variante Kech nombraban a la melena y la barba. En consecuencia, tales atributos físicos llegaron a ser distintivos de los profetas de Ketsalkoatl, como afirma la siguiente cita: Este sabio predijo que habría de asumir el trono un señor, el cual ostentaría ciertas señales en el cuerpo, siendo la principal sus abundantes cabellos, con los cuales la Naturaleza formaría una tiara en torno a su cabeza. Asimismo, que habría de ser barbado y tendría el aspecto de un dios. (Alba Ixtlilxochitl, Primera Relación) Debido a que los aborígenes de América tienen escasa vellosidad facial, algunos autores interpretan la presencia de barba en las imágenes de Ketsalkoatl como evidencia de que se trataba de un extranjero. Sin embargo, si tenemos en cuenta que los chinos y otros pueblos asiáticos pertenecientes a la misma raza que los indoamericanos, también tuvieron la barba como emblema de sabiduría, comprendemos que se trata de un simbolismo Personaje barbudo que cuenta historias. universal. La melena y la barba representaban Códice Fejervary y vaso maya. los rayos del Sol y el estado de conciencia “solar” de los profetas. Una vez despejado el significado de la primera parte del nombre de Ketsalkoatl, vayamos a la segunda. El sentido directo de Koatl es serpiente. La serpiente es uno de los íconos más característicos del arte mexicano. Por la sutileza de sus movimientos, representaba la sabiduría y daba nombre a los sabios. Su forma alargada recordaba a la columna vertebral y al eje del Cosmos, lo cual hacía que las raíces Koa La proyección del nagual. Mural olmeca de y Ketsa armonizaran muy bien. Oztoticpac y Códice Laúd. La segunda acepción de Koatl es doble, gemelo, conservada hasta hoy en el aztequismo “cuate”. De ahí que una de las traducciones más comunes de Ketsalkoatl sea gemelo precioso. En este caso, el título alude a una creencia muy arraigada en Anawak: que todos los seres vivos poseemos un “doble” o contraparte del cuerpo físico, llamado Nawalli o nagual, proyectado. Debido a que la Serpiente Emplumada encarna los poderes del nagual, uno de los títulos que le dieron fue Nawalpiltsintli, príncipe de las transformaciones. En las leyendas, el doble adopta la forma de un ocelote o perro, cuyo trabajo es transportar las almas de los difuntos a través del río del olvido. Al igual que en otras culturas de la Tierra, en Mesoamérica la serpiente representaba al miembro sexual masculino y, por extensión, al acto de producir vida. De ahí que la raíz Koa diese origen a términos como Yekoatl, acto sexual, y Koatlaka, generación humana. Ese sentido quedaba enfatizado al combinarse con los atributos femeninos contenidos en la raíz Ketsal, lo cual expresaba gráficamente la capacidad de Ketsalkoatl de ser la madre y el padre del Universo. De lo anterior deriva otra acepción de Koatl: ombligo. El ombligo es el órgano que alimenta la vida, relacionado con el feto o estado potencial de la manifestación. También es el punto del cuerpo donde se concentra la energía, por lo que tenía para los anawakas el significado de centro. Todos estos contenidos se reflejan en la siguiente figurilla olmeca, que semeja un falo en forma de feto, en cuyo interior hay una especie de matriz con otro feto diminuto y una serpienteombligo. La connotación umbilical o ventral se hace más clara en la escritura nawatl del término Koatl, que se podía hacer de dos maneras: pictográfica, empleando la caricatura de una serpiente,

o fonética, uniendo los jeroglíficos Ko, vasija, vientre, y Atl, agua. A través de esta última, el título divino adquirió otros dos significados: recipiente de agua y agua del vientre. El primero daba nombre a la sacerdotisa suprema de la Toltequidad: Siwakoatl Tlakiach Amapane, señora serpiente dueña de los ocultos canales de agua; el segundo aludía al líquido amniótico de la embarazada. ¿Qué significan estas metáforas? La vasija de barro tipifica al cuerpo físico y el agua a la conciencia. La combinación Ko-atl describía, pues, a la materia y el espíritu, es decir, a esa dualidad filosófica a la cual los filósofos toltecas llamaron Tonal y Nagual. En una interpretación relacionada con la anterior, Koatl era el atanor o recipiente donde se realizaba la “obra” de la transmutación alquímica. Este juego de ideas aparece en el mito del nacimiento del profeta. El Popol Vuh, libro sagrado quiché, cuenta cómo, en cierta ocasión, una joven llamada Chimalma fue al río a buscar agua, pero un dardo divino perforó su vasija (la vasija intacta y llena de agua es la Luna llena y la madre del profeta, mientras que la vasija quebrada y vacía como una Luna menguante representa la fecundación y el parto). Chimalma lloró, pero los dioses, apiadándose de ella, acudieron rápidamente y cerraron la abertura. He aquí un modo mesoamericano de representar el misterio de la inmaculada concepción. La serpiente entra en el mito fundacional de México, ya que un sinónimo de Koatl era Shiktli, nombre biológico del ombligo. El nombre de “México”, o mejor dicho, Me-shik-ko, con acento en la penúltima sílaba, se compone de Me, luna, maguey, Shik, ombligo, más el sufijo locativo Ko. Cuando las raíces Me y Shik se asocian, la primera adquiere el sentido secundario de vientre. Por lo tanto, México significa lugar del ombligo de la luna o del maguey, y en sentido figurado, el vientre o centro de la tierra. Lo notable es que el jeroglífico con el que se escribía ese nombre no estaba formado por una luna o un maguey, sino por un águila devorando a una serpiente. El águila es un emblema solar, por eso se dibujaba en el acto de agredir, simbólico de la fecundación; la serpiente es lunar, por lo que se representaba sometida y enroscada sobre sí misma, formando un glifo que también significa “matriz”. La lectura directa de esta combinación es Kuau’koatl, águila-serpiente, un concepto que encierra la misma dualidad del ave y el reptil presente en el nombre de Ketsalkoatl. Este análisis nos permite comprender por qué, en la siguiente imagen de un códice mexica, el dios Witsilopochtli, colibrí zurdo, fue representado como un

Relación entre la serpiente y los genitales masculinos. Códice Vaticano 3738. Falo antropomórfico con un feto en su interior. Figurilla olmeca.

Ave y serpiente. Códice Durán.

Ketsalkoatl y el colibrí. Códice Magliabecchi.

Cuervo y serpiente. Códice Dresden. Garza y pez. Relieve maya.

apéndice o advocación de Ketsalkoatl. Vemos un colibrí que liba la flor de la sabiduría, la cual brota del collar de los ciclos, que a su vez sale del hueso-germen de la vida, que se proyecta desde la frente o visión interna del sacerdote de la Serpiente Emplumada. ¡La vida que nace de la muerte! Witsilopochtli también revela su vínculo con Ketsalkoatl de otro modo, pues su primer término, Witsil, colibrí, es el equivalente mexica del águila o el quetzal teotihuacano, mientras que el segundo, Opochtli, daba nombre a lado izquierdo de la creación, y por lo tanto, al nagual. Como dios independiente, Opochtli era el patrón de los pescadores, recibiendo el apodo de Amimitl, ola. Esto se relaciona con Ketsalkoatl pues los términos Ketsal y Koatl Personajes adorando una cruz. están jeroglífica, etimológica y simbólicamente relacionados Relieve maya, Palenque. con el agua; y dentro de unas páginas conoceremos cómo el Ser Supremo se transformó en pez para anunciar a la virgen Chimalma el nacimiento de su hijo. En la iconografía indoamericana aparecen otras aves, además del quetzal, el águila y el colibrí, en relación con una serpiente, un dragón o un pez, cuya conjunción compone en todos los casos el nombre del Ser Supremo. Los mayas empleaban en tal sentido a la guacamaya y a la garza, mientras que los incas preferían al cóndor y el halcón. En el Popol Vuh, el ave mediadora es un cuervo que Ave-serpiente. Relieve mexica. servía como mensajero entre el cielo y la tierra, al cual los señores del inframundo, en un desesperado intento por impedir el cambio de ciclo, le ordenaron que sacrificara a la embarazada. Pero, en lugar de matarla, el cuervo la salvó y desde entonces se dedicó a velar por el desarrollo del niño7. En algunos monumentos, el nombre de Ketsalkoatl se Bolsa que identifica a los sacerdotes. invierte; en lugar de dibujarse como una serpiente con Glifo de la cantidad 8000. plumas, adopta la forma de un ave con atributos de serpientes, tales como cascabeles, ojo de reptil o lengua bífida. Con frecuencia, el ave se posa sobre un árbol cuyas ramas se extienden a modo de cruz. Aquí hay un juego de palabras, pues el nombre nawatl del árbol procede de la raíz Kau, alargado, de donde también se forma Koatl. Por otra parte, la cruz representaba la intersección de los cuatro rumbos, y uno de los nombres de este concepto era Nauyaktli, cuatro puntas o cuatro arremetidas, aplicado también a la serpiente de cascabel. Como consecuencia de tal integración de símbolos, la cruz fue uno de los principales emblemas de los profetas mesoamericano (circunstancia que desconcertó a los misioneros españoles, quienes la aprovecharon hábilmente en sus prédicas), adquiriendo los sentidos secundarios de sacrificio y redención, tal como afirma el siguiente testimonio: Vieron que (los mayas) tenían cruces, y al preguntarles por su origen, contestaron algunos que, al pasar por aquellos parajes cierto varón hermosísimo, les había dejado dicha reliquia como recuerdo. Otros (añadieron) que en ella había muerto un hombre más resplandeciente que el Sol. De cierto, nada se sabe. (P. M. Anglería, Décadas del Nuevo Mundo) Otro significado de la raíz Koa es pecar o tener un dolor; se refuerza al combinarse con Ketsalli, que en tal caso adquiere la connotación de gracia, impecabilidad. Tal dualidad transforma el nombre de Ketsalkoatl en la descripción de un movimiento, en un retrato del sendero tolteca, que va de lo limitado a lo pleno y de lo pecaminoso a lo impecable, a través del merecimiento. 7

En Apocalipsis 12 aparece un mito semejante: una mujer de pie sobre la Luna, que pare al niño divino mientras es acechada por un dragón de siete cabezas, pero recibe alas de águila con las cuales vuela y escapa.

Relacionada con la anterior, está la acepción paralítico, inmovilizado, que da a su acompañante Ketsal el sentido relativo de moverse con rapidez. En su combinación, ambos términos conforman una mística idea que fue descrita por dos grandes maestros con las siguientes palabras: El signo del Padre que lleváis en vosotros es movimiento y quietud. (Jesús, Evangelio de Tomás, 50) Un estallido controlado y una quietud controlada son la marca de un guerrero. (Carlos Castaneda, Viaje a Ixtlan, capítulo 10) Por último, mencionaré que el plural de Koatl, Kokoa, significa comprar y vender, y daba nombre al dinero. La asociación entre el mediador divino y el dinero o medio de cambio es muy antigua; se remonta a la época en que el ganado era la moneda corriente. Aún se conserva su recuerdo en el título semita Mashiakh o Mesías, cordero, formado por una raíz que se relaciona con el nombre nawatl del venado, Masatl, y con el merecido, Masewalli. Por lo tanto, al pronunciar el nombre de Ketsalkoatl, las personas de habla nawatl inevitablemente percibían un matiz comercial o transferente, en el más respetuoso sentido del término. Lo anterior explica diversas tradiciones mesoamericanas. Por ejemplo, el emblema de los sacerdotes era un Shikipilli o monedero, en el que no guardaban monedas, sino espinas de penitencia, collares para rezos, motas de algodón y trozos de incienso; uno de los principales símbolos de la Toltequidad (la cruz de los cuatro rumbos) era también el glifo del oro y de la cantidad 8000, que representaba la abundancia material; asimismo, Ketsalkoatl era el patrón de la casta de los Pochteka, comerciantes. En la biografía de Se Akatl hay un episodio que recoge tal asociación de ideas. Según narra el cronista Diego Durán, pocos días antes de inmolarse en una hoguera, el príncipe de Tula regaló a los ancianos de Cholula ciertas cuentas de piedra verde, una de ellas ...muy bien labrada con una cabeza natural de mono. (Historia de las Indias). Tales gemas servían por entonces como moneda. Sus seguidores entendieron el mensaje: a través de esa “compra”, quedaron comprometidos a continuar la misión. Por eso guardaron el precio del rescate en un monedero de piel de ocelote y lo veneraron en el santuario de Cholula como la joya de máximo valor. Hasta aquí, lo que cabe decir sobre la traducción razonada del nombre de Ketsalkoatl. Como vemos, no es posible dar en español una idea exacta de la amplitud de imágenes que ese título evocaba en los antiguos mexicanos, a menos que recurramos a diversas traducciones simultáneas, tales como: serpiente con plumas, doble precioso, ave de las edades, gema de los ciclos, ombligo o centro precioso, serpiente acuática fecundadora, el de las barbas de serpiente, el precioso aconsejador, divina dualidad, cuatro rumbos, femenino y masculino, pecado y perfección, movimiento y quietud, etcétera.

Capítulo 2

DIOS ÚNICO Y DUAL Una vez descifrados los secretos del nombre de Ketsalkoatl, lo siguiente es conocer el contexto en que el mito se desarrolló. Las creencias religiosas de los mesoamericanos se formaron durante miles de años, llegando a su integra-ción cuando surgió la civilización olmeca, a fines del tercer milenio antes de Cristo. Aquellas creencias daban al pueblo una explicación del mundo, una razón de ser y un vínculo con la dimensión divina, tal como percibimos en la respuesta que dieron los ancianos mexicas a los primeros frailes cristianos llegados a México: Ahora hablaremos un poco, revelaremos algo del secreto que Nuestro Señor nos legó. Vosotros decís que no conocemos cercana e íntimamente al Aquel a Quien los cielos y la tierra pertenecen, que nuestras divinidades no son verdaderas. Es una palabra nueva lo que venís a

decirnos, por eso nos perturbamos y nos sentimos incómodos. Nuestros antepasados no solían hablar de esa manera. Nosotros sabemos a Quién debemos la vida, a Quién debemos nuestro nacimiento, a Quién debemos nuestra generación y crecimiento, cómo orar, cómo pedir. (Informantes de Sahagún, Coloquio de los doce) A partir del análisis de los documentos que se han conservado, podemos concluir que la fe tolteca abarcaba todas las manifestaciones del espíritu, desde la devoción del creyente hasta la ascesis del anacoreta, de la praxis chamánica a las especulaciones de los teólogos, y del elaborado ritual de las grandes capitales al sencillo culto agrario. En aquella sociedad no había una diferencia nítida entre las manifestaciones que hoy llamamos religión, arte, ciencia y filosofía; las ideas religiosas lo permeaban todo. Por ejemplo, tanto el sacerdote como el astrónomo llevaban el mismo título: Tonalpou’ke, contador de días. El empleo frecuente en el lenguaje religioso nawatl del término Teteo, dioses, hizo pensar a los advenedizos europeos que los toltecas eran politeístas, circunstancia que enarbolaron como justificación para imponer la fe cristiana. Lo que ellos no tuvieron en cuenta, es que todas las religiones de la tierra aceptan una pluralidad de dioses. Por ejemplo, la Biblia le atribuye al Ser Supremo decenas de nombres, cada uno de los cuales se puede comportar como una entidad independiente, y afirma que en los cielos viven doscientos millones de ángeles en lucha contra cien millones de demonios8. Los mesoamericanos fueron más modestos; el inventario de los padres españoles mostró que la Serpiente Emplumada sólo tenía dos mil nombres, que a veces se comportaban como entidades independientes. A pesar de sus prejuicios, algunos cronistas se dieron cuenta de que este supuesto politeísmo era más aparente que real: En opinión de algunos experimentados y versados en estas materias, todos estos nombres (de los dioses), o los más de estos, eran nombres de Huitzilopochtli, según diversos favores que les hacía. (Jacinto de la Serna, Tratado de las Supersticiones) Sería un error tratar de definir las creencias toltecas a partir de conceptos occidentales como “monoteísmo” o “politeísmo”, pues aquella teología partía de un principio que no fue tenido en cuenta por las religiones del Viejo Mundo: la evolución. Su idea central era que los poderes divinos comenzaron siendo muchos en su subconciencia, pero, a través de la creación del Universo, la Tierra, la vida, el ser humano, la cultura y la Toltequidad, llegaron a fundirse en la unidad. Aunque cada uno de los poderes creadores de la Serpiente Emplumada se comportaba hasta cierto punto como una deidad independiente, todos compartían la misma esencia. Por ello, los informantes de Tlatelolco le reportaron al padre Sahagún que sus antepasados creían en un dios único: Sólo un dios tenían, el Dios Único, al que invocaban; su nombre era Quetzalcoatl... El sacerdote de su dios les decía: “Dios es Uno. Quetzalcoatl es Su nombre. Nada pide. Sólo serpientes, mariposas (cuerpos y almas), eso le ofreceréis”. (Códice Florentino) El título de Ketsalkoatl como integrador de los poderes de la Naturaleza era Senteotl, de la raíz Sen, uno, y Teotl, divino. Los mayas le llamaban Hunab Ku Hahal Ku, dios único y verdadero. Al respecto, afirma un cronista: Este dios era amado de todos los indios y le llamaban Tlazopilli, que quiere decir “dios amado” (de Tlasotla, amor, y Pilli, príncipe). (Teogonía e Historia III.169) La presencia de un dios absoluto en el panteón de Anawak, indica que la Toltequidad tenía una expresa vocación universalista. A Senteotl se le reconocía en todos los dioses de la Tierra, no importa a qué religión pertenecieran o en qué lengua fuesen pronunciados sus nombres. En el mundo entero eres invocado, porque tú guías las cosas y haces que existan sobre la Tierra. (Cantares, Canto de Tetlepanketsanitsin) Él ha venido a sustentar en su mano el cielo y la tierra. (Cantares, Retorno de los guerreros) El título de Senteotl también significa divino maíz, pues el nombre del número uno, Sen, derivaba de Sentli, grano de maíz. Según afirma don Felipe Alvarado, el patriarca del pueblo de Amatlan de Quetzalcoatl9, tal sentido agrario no es accidental:

8 Estos datos se encuentran en Apocalipsis 9:16 y 12:4. Estos números parecen relacionarse con los 330 millones de “dioses” que adoran los hindúes, todos resumidos en Brahma. 9 Supuesto sitio natal del héroe tolteca.

Nuestros antepasados sabían que hay un solo Dios, pues lo nombraban Centeotl, único y a la vez dual, de acuerdo a la Naturaleza que observaban. Cuando sembramos los granos de maíz, no sabemos si las semillas serán machos o hembras. Ya crecidas las plantas, es tiempo de que empiecen a florecer; en la punta brota la espiga y a la mitad empieza a salir el elote tierno. En la extremidad brotan unos cabellitos, y al final de estos hay El dios del maíz. Escultura maya unos piquitos abiertos: ellos Las tres fases del desarrollo del maíz. Vaso maya. reciben el polen que caerá de la espiga y fecundará el elote que, al madurar, será el maíz que nos dará el alimento, la energía. Vemos en esta planta la dualidad, el macho y la hembra, la energía, Dios, padre y madre, simbólicamente hablando. (Chispazos del Quinto Sol) Por juego de palabras, Senteotl era también el señor del verbo, ya que la palabra (Sententli) era considerada la semilla de la creación. Así quedó escrito en el siguiente verso: He aquí el entendimiento oculto de la palabra, tal como fue recibida en esta tierra: ¡soy unidad, soy unidad, soy el sonido, soy unidad! (Chilam Balam, Libro de los Espíritus) Senteotl se representaba como un joven andrógino con atributos de ave-serpiente o pezmaíz. Sus estatuas tenían un gesto característico, con las manos extendidas arriba y abajo cual hojas de maíz que conectaran el cielo con la tierra. Haciendo juego de palabras entre su nombre y función, la leyenda afirmaba que Senteotl hizo el cuerpo humano con el cereal sagrado: Cuando los dioses quisieron hacer al hombre, esto fue lo que buscaron: con masa de maíz tierno, con los nueve jugos del maíz amarillo y del maíz blanco hicieron su carne. Así el maíz entró en el hombre, fue su carne, fue su sangre. (Popol Vuh III.1) En un vaso maya fue representado el proceso mediante el cual Senteotl se fundió en su propia creación: vemos una serpiente que representa la tierra, cuya cola se proyecta en forma de un joven precioso con un cráneo alargado cual mazorca tierna, y de cuya boca asoma un dios anciano con rico atuendo de jades que simboliza la mazorca madura. Entre ambos, en un bucle de la serpiente que alude a los ciclos de tiempo, reposa un ser de grandes pechos, que enfatizan su carácter fecundo, representando al grano de maíz cuando es sembrado. Su cuerpo tiene la postura de la resurrección, pues los toltecas creían que, al ser enterrado, el cuerpo servía de semilla para la ascensión del alma (de ahí que el nombre nawatl del cementerio fuese Tetokoyan, sembradero humano). Observemos cómo, a través de la metáfora del maíz, la Setilistli, unidad, se transforma en Yetilistli, trinidad, sin perder por ello su condición integrada. En aquella simbología, el número tres describía los procesos evolutivos; como era de esperar, también fue deificado, y le aplicaron el nombre de Ometeotl. Ometeotl no era un dios personal, sino un principio trascendente que conciliaba toda forma de polaridad. Por su carácter sutil, fue ubicado en el ápice de la escala celeste: Sabían los toltecas que muchos son los cielos, son doce las escalas. Allá vive el Dios verdadero, al que llamaban Ometeotl, con su contraparte. (Informantes de Sahagún) Para sus creyentes, era imposible entender a Ometeotl con las facultades mentales, pues la criatura no puede exceder al creador ni la parte a la totalidad. Por ello, uno de los nombres que le daban al cielo o plano de conciencia donde moraba este dios, era una interrogación: Kenami Kan, lugar del cómo. Al respecto, pregunta un poema mexica: ¿Qué forma tendrán nuestros rostros en la casa del misterio? ¿Es aquello real, o acaso no lo es? ¿Quién puede, de cierto, definir la verdad? El Dador de Vida se muestra impenetrable. (Cantares de los Señores) El nombre de Ometeotl es un compendio de las creencias toltecas. Los libros de divulgación

lo traducen generalmente como dios dual. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en las religiones bíblicas, la Toltequidad no admitía un dualismo radical; aquí no había cabida para un dios bueno en lucha permanente contra uno malo, ni un estado absoluto de oscuridad contra otro de absoluta iluminación. El Universo era visto como un campo integrado de fuerzas, y los símbolos empleados para representar a la deidad partían de un concepto de la armonía o conciliación de los opuestos. Para entender el significado del nombre de Ometeotl, hemos de descomponerlo en sus elementos básicos. Se forma de Teotl, divino, más los elementos Om y E, sintetizados en el numeral Ome, dos. Así que, en primer lugar, los hablantes de nawatl percibían en este nombre el sentido de divina dualidad o fuerza polar del Universo. Pero, según las reglas del nawatl, cuando dos términos se unen, el primero pierde su desinencia. Así le ocurre al número Ome, el cual, al ser compuesto con otra palabra, se queda en Om u On, tal como podemos ver en los términos Ompoalli, cuarenta (literalmente, dos veintenas), Onyoal, dos noches, Ontetl, dos objetos, etcétera. De modo que un concepto como “dios dual” se diría propiamente Onteotl, a menos que se quiera enfatizar el significado de la sílaba E. El sonido Om u On designaba originalmente, tanto en las lenguas indoeuropeas como en las indoamericanas, al número uno; aún lo detectamos en el español Uno, el maya Hun, el quechua Oma y el inglés One. Con el paso del tiempo, llegó a significar un par de elementos. De ahí, adquirió más tarde el sentido de dualidad y, hacia el momento en que se consolidó la lengua nawatl (fines del primer milenio de la era cristiana), terminó designando al número dos. Sin embargo, la partícula Om, On, siguió expresando la integración, y aún se conserva en términos como Ompowi, completo, entero, y Matlaktli-om-ei, trece (literalmente: diez en unidad con tres). Por lo tanto, en segunda instancia, el nombre de Ometeotl contenía un sentido de unidad. En cuanto a la raíz E, pronunciada Ye, Ei o Yei, según vaya antecedida de vocal, termine la palabra o aparezca aislada, significa tres. En dialecto pochuteco10 el tres se dice Eiom y se forma por combinación de la raíz E con el nombre del dos, Om, lo cual enfatiza su significado. En este caso ocurre lo contrario que en la composición nawatl Omei, dos-tres o dual trinidad. De modo que el tercer significado de Ometeotl era trinitario, conciliador y relativista. Una prueba de la interpretación anterior procede de la lengua pipil de Nicaragua. Los pipiles, hablantes de una forma antigua del nawatl, emigraron al sur cuando cayó Teotihuacan en el siglo VIII después de Cristo. Por entonces, ellos ya reverenciaban a Ometeotl, al que llamaban Omeya, un arcaísmo compuesto de las voces pipiles Om, dos, y Eya, tres. Vemos, pues, que el sentido del nombre de Ometeotl no era dios dual a secas, sino algo mucho más complejo: divina uni-dual-trinidad. Es por ello que, a pesar de lo fácil que hubiera sido escribir este nombre mediante la unión de los glifos Ome, dos, y Teotl, divino, los mesoamericanos prefirieron representarlo mediante un triángulo con el glifo de “nudo”. Representaciones de la trinidad. Una prueba de la interpretación anterior, es que la única Relieve maya, Códice Nuttal y relieve inca. definición del concepto de Ometeotl conservada en las fuentes, especifica que se trataba de la integración de tres funciones: Omeyocan: este es como si dijésemos la causa primera, por otro nombre llamado Ometeotl, que es tanto como Señor de Tres Dignidades... (cuyos aspectos son) Olomris, Hivenavi y Nipaniuhca. (Códice Vaticano 3738) Esta cita no sólo describe a la trinidad en forma esquemática, sino que, además, da un nombre específico a cada uno de sus aspectos, dejando fuera de duda que los mexicas entendían a Ometeotl en un sentido relativista. Aunque fueron escritos en un nawatl un poco bárbaro, podemos reconstruir sus sentidos, que son los siguientes: 1ro. Olomris (Oloni), de quien mana la existencia. 2do. Hivenavi, ortografía arcaica de Iwinawi, el dispensador de dicha. 3ro. Nipaniuhca o Nepaniu’ka, el que media o sintetiza. En consecuencia con lo anterior, en diversos textos indígenas, el Ser Supremo es aludido mediante el número tres: 10 Una forma antigua del nawatl que aún se habla en la costa del Pacífico.

Cuando los dioses quisieron hacer el Sol, hicieron penitencias para merecerlo, ofreciendo a los Tres Grandes perlas preciosas, incienso y otras cosas muy ricas. (Teogonía e Historia de los Mexicanos) Toda sangre (generación humana) llega al lugar de su reposo, como llegó a su poder y a su trono. Medido esta el tiempo en que podamos alabar la magnificencia de Los Tres, y medido el que encontremos la protección del Sol. (Chilam Balam de Chumayel) El Popol Vuh especifica que las tres esencias de Ometeotl coexisten en unidad, y les llama “corazón del cielo”, es decir, el principio motor de la existencia: He aquí cómo existía el Cielo y el Corazón del Cielo, que tal es el nombre de Dios. Estaba cubierto de plumas verdes y azules, por eso se le llama Serpiente Emplumada… Su primer nombre es Relámpago, el segundo Huella Sutil del Relámpago, y el tercero, Rayo que Golpea. Los tres son el Corazón del Cielo. (Popol Vuh I.1,2) Los quichés personificaron la trinidad con los nombres de Tohil, hacedor de lluvia, Havilix, sembrador, y Hacavitz, señor del fuego (vital). En otro texto, el Popol Vuh identifica a Tohil con el Ketsalkoatl de los yaquis (mexicas), a fin de que no quede la menor duda de que, a pesar de sus múltiples nombres, en realidad se está hablando del mismo ser: ¡Grande era su triple naturaleza! En verdad, el llamado Tohil es el mismo dios de los yaquis, cuyo nombre es Yolcuat Quizalcuat (“serpiente oscura” y “serpiente emplumada”). (Popol Vuh III.4,9) Como era de esperar, la concepción de la deidad como una energía trina quedó reflejada en la cosmogonía. Los mesoamericanos dividían el Universo en tres planos: cielo, tierra e inframundo, llamados Topan, lo que nos excede, Tlaltikpak, sobre la tierra, y Miktlan, mundo de la muerte. A su vez, dichos planos se trifurcaban infinitamente, generando un mundo de objetos trinos en constante evolución. Así lo vemos en un mural de Teotihuacan, donde el cielo teológico fue representado en el centro de la composición mediante el jeroglífico Ilwitl, cielo (un arco con vírgulas en sus extremos) sobre el cual descansan cinco puntos orlados con una diadema de plumas de quetzal, emblema de la perfección. De ese centro se proyectan hacia arriba nueve pirámides, y otras tantas hacia abajo, resumidas en tres triángulos con las flores cruciformes de Ketsalkoatl. El significado de esta composición es evolutivo, pues los toltecas creían que los procesos requieren de nueve etapas para manifestarse. El triple rostro solar. Relieve maya. Las pirámides superiores están unidas, pues simbolizan los planos divinos, mientras que las inferiores están separadas en tres grupos, como corresponde al mundo de la desintegración. Por ello se conectan con tres nubes que contienen semillas y perros (el perro era el doble de Ketsalkoatl, encargado de sacar del inframundo los gérmenes de la vida). Por debajo de todo fue dibujado el mundo de las formas dividido en dos partes: una acuática – el plano de los “dobles” energéticos – y otra terrenal, que se multiplica en tres planetas repletos de semillas, en cada uno de los cuales hay siete caracolas que son los nombres, rayos, alientos o espíritus de la Serpiente Emplumada, según quedó descrito en el siguiente texto: Allí nacieron siete piedras sagradas, siete guerreros suspendidos en el espíritu, siete llamas elegidas, y se movieron. Y siete fueron sus nombres. (Chilam Balam de Chumayel, Libro de los Espíritus) La creación. Mural del Templo de la Agricultura, Teotihuacan.

Una idea semejante aparece en una imagen del Códice Vindobonensis, donde el fenómeno del paso cenital del Sol fue aprovechado para representar el proceso de la creación. Ante todo, vemos cómo, desde el seno de la Galaxia (el disco radiante ubicado en el extremo superior del dibujo) descienden dos rayos paralelos, que son las dos corrientes vitales que fecundan el Universo. Las corrientes se refractan a través de una “lente” en cuyo interior aparece el jeroglífico Uno Flor, nombre calendárico del Sol. Finalmente, los rayos son recibidos en la Tierra, El descenso de la triple fuera dibujada como una pirámide ardiente con doce escalones divina. Códice Nuttall. o trece planos. La interpretación de este dibujo es muy oculta y no cabe en unas pocas palabras, pero puedo notar que, en Mesoamérica, la Galaxia representaba al estado de conciencia de donde mana la entidad, el Sol era el ego que nos dota de una individualidad, mientras que el templo en llamas tipificaba al cuerpo físico, sujeto a muerte e incineración. En una lectura teológica, esta composición expresa la relación entre Ometeotl, su emanación mediática Ketsalkoatl y su soporte humano, Se Akatl Topiltsin. Encontramos su clave en un poema mexica que describe así la glorificación de Se Akatl: Yo no lo sabía, y en la pirámide de fuego me fue revelado. He visto un paso allá, en el fondo del mar, donde el mundo se curva y se esparcen sin forma las arenas. Este cofre de jades incendié por mí mismo, ¡y renací! (Cantares de los Señores) A través del diseño cosmogónico, la doctrina de Ometeotl influyó también en la concepción del fenómeno mesiánico, entendido como la triple manifestación de un poder. Por ejemplo, en una imagen del Códice Nuttall, el descenso de los voceros se representó como tres El descenso de la conciencia. guerreros que caen desde el cielo de Venus, portando Códice Vindobonensis cada uno de ellos en su mano derecha un escudo y tres flechas (la unidad y la trinidad), mientras que con la izquierda lanzan hacia la tierra sus respectivos atributos: la piedra, el rayo y el agua, que equivalen a los elementos alquímicos de tierra, fuego y agua. Además, la figura de la izquierda es el portador de la palabra (aire). Una idea similar aparece en el documento maya llamado Título de Totonicapan, donde se narra cómo la Serpiente Emplumada adoptó la forma de tres jóvenes de aspecto resplandeciente, quienes jugaron un papel importante en el establecimiento del predominio quiché sobre los mayas del sudoeste. El libro de Chilam Balam contiene un relato parecido, pero con fechas y otros datos que permiten identificar a los jóvenes con ciertos personajes históricos que arribaron a la península de Yucatán a lo largo del siglo X de la era cristiana. Afirma: El (Señor) del Palacio (fue) el sacerdote que vino a medir estas tierras. Luego vino el (Señor) del Árbol de la Profundidad y removió la tierra. Pero el que las barrió, fue el Señor Barredor11. Entonces amaneció para ellos. Nuevo señor, nuevo despertar de la tierra. (Chumayel, Libro de los Linajes) Finalmente, a través de los mensajeros de la Serpiente Emplumada, el orden cósmico representado por Ometeotl modeló el orden social, descrito también como una trinidad: Apréndete esto y entiéndelo: uno sólo es el rey, el corazón de la ciudad, pero dos son los señores... Así lleva (al mundo) Nuestro Señor (Ometeotl), así lo ha cifrado. (Códice Florentino 11

Tal como observan Vasquez y Rendón, barredor se dice en yucateco Miscit, término que hace juego con el nawatl Nakshitl, cuarto paso, aplicado al príncipe Se Akatl.

VI.20) ¿A qué se debe la asociación entre el número tres y la divinidad? El origen de esta doctrina es psicológico. Debido a que nuestro entendimiento del mundo se basa en lo que podemos captar con los sentidos, en todas las cosmogonías de la Tierra el Creador es el reflejo de su propia obra. El número tres es el primero en que se trascienden lo par y lo impar, entrando propiamente en la esfera de las cantidades; además, expresa la mecánica del acto perceptual, compuesto de un sujeto, un objeto y una relación. De ahí que fuera elegido para representar a ese ser ideal cuyo cuerpo es la entera creación. La trinidad aparece en casi todas las religiones de la tierra, ya sea directamente, en forma de tres dioses, o modificada mediante el culto al mesías. En el antiguo Perú – una civilización que, por sus relaciones con Anawak, puede arrojar mucha luz sobre algunos aspectos de la Toltequidad – la creencia en Ometeotl, a quien llamaban Illapa, rayo, dio origen a una doctrina particularmente interesante: En oposición a los objetos complementarios, Yanantil, (los incas) conceptuaron también como sagrado todo aquello que estaba sólo o era único, Ch’ulla… La conjunción de ambos elementos simbólicos, par e impar, representaba el todo único que estructuraba el orden del Universo. Este todo estaba representado por el signo de los tres escalones, en el cual los tres espacios configurados en su forma representaban las tres dimensiones mayores, entre las cuales consideraban interactuaban los flujos de energía vital que hacían posible la interrelación entre los hombres y lo divino. (F. Salazar, Cuzco y el Valle sagrado de los Incas)

Capítulo 3 EL DOBLE

Una característica del pensamiento tolteca era que las proyecciones de Ketsalkoatl se presentaban en pares, masculino y femenino. Los mitos lo explicaban diciendo que los dioses tenían esposas, hermanas, padres, gemelos, etcétera; pero, en el fondo, lo que querían significar es que todos los poderes se resumen en la dinámica bipolar que da forma al Universo. Si bien no admitían dualidades excluyentes, los toltecas dedicaron una gran atención al estudio de los aspectos polares de la existencia, a los que llamaban Yilan-Kailan, par e impar, y Tonalli-Nawalli, evidente y oculto (esto es, el orden perceptible a nuestros sentidos y lo que hay más allá de ellos). La Serpiente Emplumada se concebía como dos corrientes de energía en constante interacción. Su lado positivo o evidente era Ketsalkoatl, mientras que su lado negativo u oculto recibió el nombre de Yowalkoatl, serpiente nocturna. Aunque el atributo de Yowalkoatl era la negrura, no lo consideraban un ser tenebroso; por el contrario, se trataba de aquella función del Ser Supremo por cuyo sacrificio fue iluminada la “caverna” de nuestra existencia terrena. En consecuencia, los textos lo describen en relación inalienable con su contraparte luminosa: Yolcuat Quetsalcuat ubixka (“Yowalkoatl Ketsalko-atl es su nombre”). (Popol Vuh III.9) Ni necopinaliz e Yohualcouatla (“Yo, doble y copia de la Serpiente Nocturna”). (Manuscrito Aubin, Canción de Timal) La forma más común de representar la relación entre Ketsalkoatl y Yowalkoatl, era como un reptil de dos cabezas, o como dos serpientes entrelazadas, una clara y la otra oscura, o una entera y la otra trunca, o una que asciende y otra que desciende; también mediante la combinación de la serpiente y el ciempiés. En una lámina del Códice Vindobonensis, ambas serpientes – una oscura y con estrellas y la otra emplumada y con llamas de fuego – se enroscan en torno al árbol del conocimiento a modo de una escala viva por donde asciende un personaje cuyo casco, en forma de cabeza de dragón, lo identifica como un iniciado tolteca. Gracias a las serpientes, el personaje ha logrado escapar del plano terrestre simbolizado por el recuadro al pie del árbol, y penetra valientemente en lo desconocido. El gesto de sus manos no puede ser más elocuente: su izquierda indica la pluralidad, es decir, la descomposición inherente al cuerpo físico;

El iluminador del inframundo. Relieve olmeca. La lucha de la luz y las tinieblas. Códice Laúd. La integración de la dualidad. Figurilla de Tlatilco.

La Serpiente Emplumada devora la dualidad. Códice Dresden. Representaciones de la dualidad. Relieve maya y Códices Borgia y Borbónico. Escala de serpientes. Códice Vindobonensis.

su derecha, el renacimiento del espíritu en unidad. En el siguiente conjuro mexica encontramos la misma idea de ascenso y trascendencia de las dualidades a través de la “escala preciosa” de la conciencia: !Venid! Subamos la preciosa escalera. No mañana ni pasado mañana, ¡aquí y ahora! Veamos quién está matando al respetable hijo de los dioses (el ser humano). Os lo ordeno yo, el sacerdote, el sabio, el que cura. (Alarcón, Tratado de las idolatrías) Como hijos Yowalkoatl-Ketsalkoatl, los humanos también tenemos una naturaleza dual, pues estamos constituidos por una mitad visible (la personalidad) y otra invisible, generalmente escondida en lo profundo del subconsciente. De ahí que el nombre nawatl del ser humano fuese Tlakatl, mitad, ya que no se consideraba completa a una persona hasta que encontrase y desarrollase el otro par de su totalidad, al cual, por lógica, le llamaron Nawalli, doble. Ese doble oculto fue personificado bajo el nombre Sholotl, de la raíz Shol, resbalar, deslizarse. Sholotl representa la capacidad que, según aquellas creencias, posee todo ser humano para hilvanar una secuencia de memoria en ese ámbito de la conciencia donde la personalidad se desconecta. Es el que se proyecta, el chamán de doble iniciación, capaz de volar entre la tierra y el infierno para servir de guía a los seres vivientes. En una imagen de un códice mixteca lo vemos en función de maestro nagual (identificable por su tocado de lechuza), instruyendo con su cara diestra al sacerdote de Ketsalkoatl y con la siniestra al de Yowalkoatl. ¡Es el amo de la ambigüedad! De él dice el conjuro mexica: ¡Vedme! Soy el dragón de luz, conozco al Anciano y a la Anciana, vivo en el mundo de los muertos y con los que ya no mueren. (Alarcón, Tratado de las Idolatrías) Por su función de psicopompo o transportador de almas, Sholotl es el Sol de medianoche, es decir, el vestigio de voluntad que resta aún en el más profundo estado de subconciencia. En una lámina del Códice Borbónico lo vemos en animada plática con su hermano, el Sol diurno (el ego), rodeados de signos que describen el proceso del despertar; entre ambos hay una bola de estambre en forma de ojo-estrella (visión interior) atravesada por dos espinas floridas (penitencia) que tipifican la guerra entre las opuestas tendencias de los instintos animales y la voluntad. El ardor de la guerra se denota por los glifos que hay debajo: un chile y una cesta con

flechas. Sus resultados aparecen en la parte superior: un monedero sacerdotal emplumado del que brota una cabeza de serpiente (la condición de Ketsalkoatl), una cesta de ofrendas con un pernil de venado y un ala (la abundancia espiritual) y unas correas de carga (la condición del macehual o merecido por el autosacrificio). La doble cara de la Divinidad. Y esta guerra tiene lugar en el seno del agua celeste, Códice Nuttall. bajo el cielo de Venus, el astro de la transformación. Los toltecas creían que aquellos individuos que consiguen domesticar a su Sholotl interior, se transforman en naguales. Según afirma un cronista, tal facultad era prerrogativa natal, pero había que ratificarla mediante un entrenamiento y unos compromisos apropiados: Cuando el niño nace, el demonio, por el pacto expreso que sus padres tienen con él, le dedica al animal que ha de tener por nahual. Advirtiendo que tal niño, después que llega a uso de razón, reitera el pacto expresamente. (De la Serna, Tratado de las Supersticiones) Generalmente, Sholotl era pintado como perro, por la capacidad que tiene este animal de acompañar y guiar al ser humano; también como ocelote, pues su rol de combatiente contra los demonios del inconsciente era Sholotl y el Sol nocturno. Códice Borbónico. eminentemente onírico, y las manchas del ocelote recordaban las estrellas y la vida nocturna. Otra de sus características era su deformidad, ya que sus miembros se retorcían en forma del glifo Ollin, movimiento, lo cual describía un simbolismo de destrucción-renovación. Por su oscuridad, su naturaleza animal y su deformidad física, Sholotl representa el tránsito entre las leyes y los estados, la disolución alquímica de los elementos, la quiebra entre el día y la noche, el paso de la muerte a la resurrección y el giro vertiginoso de la conciencia por los infinitos mundos de la percepción. En las religiones dualistas, como la cristiana o la musulmana, el papel de Sholotl es asignado a una deidad negativa, que sirve de tentador y, al mismo tiempo, de contrapeso a la deidad positiva. Pero en la visión tolteca no había más tentación que un estado de ignorancia; de modo que Sholotl no es otro que el propio Ketsalkoatl, encargado de enfrentar al hombre con su finitud, haciéndole saber que está sólo ante las fuerzas de la Naturaleza, y que únicamente cuenta con su capacidad para proyectarse.

Sholotl en forma de perro con emblemas de Ketsalkoatl. Códices Fejervary y Borgia. Sholotl en forma de ocelote. Códice Cospi y Mural de San Mateo Xalatlaco.

El mito relata que, en cierta ocasión, Ketsalkoatl viajó al inframundo para sacar los huesos preciosos de los antepasados, a fin de crear por quinta vez a la humanidad. Como su carga era muy pesada, tropezó y cayó en tierra, de modo que los huesos se desparramaron y rompieron. Entonces Ketsalkoatl preguntó a Sholotl: ¿Qué haremos, doble mío? Aquel le respondió: Se frustró tu misión, ¡pero sigamos adelante! (Anales de Cuauhtitlan)

La moraleja de la historia es que somos producto de una voluntad que supo pasar sobre las dificultades. Sholotl es, pues, la reserva de energía que permite a la conciencia sobreponerse al agobio del reino de los muertos, el atajo vivencial que lleva al campo de la espiritualidad pura, que los nawas llamaban Senka Papalokan, el país de las infinitas mariposas. En tal función de guía y camino, el arte lo representa como un Ketsalkoyotl, coyote emplumado. Esto es un juego de palabras, porque la raíz Koyo, además de coyote, significa soplar y agujero, lo cual identifica a Sholotl como una advocación del espíritu divino, y como el agujero o paso entre las múltiples dimensiones de la realidad. Este último sentido fue dramatizado por la leyenda que describe al príncipe Se Akatl agujereando la “pirámide” de su propio cuerpo para emerger en la cima como Señor del Fuego Nuevo: Entonces el joven invocó el espíritu de los topos y los tejones y les dijo: “¡Venid, hermanos! Horadad este templo desde su base hasta arriba, haced un camino secreto para mi ascenso”. Ellos lo hicieron así. (Alarcón, Tratado de las Idolatrías) Por ese logro, sus seguidores le otorgaron el título Tepekoyoni, el que taladra la montaña, en el entendimiento de que la “montaña” es el mundo visible y la cueva que hay debajo de ella, por donde se acortan las distancias y los tiempos, es la morada del nagual, accesible únicamente a los que son como niños de corazón. Ello explica la siguiente versión de la leyenda: Los dos maestros de la penitencia, Quetzalcoatl y Totec (Nuestro Señor, otro nombre de Sholotl), tomando a los niños e inocentes de Tula, llegaron a cierta montaña que no pudieron pasar. Entonces idearon agujerearla por debajo, y así pasaron. (Códice Vaticano 3738, p. 14) Y fue su palabra una medida, un destello de gracia que quebró y barrenó las espaldas de los montes. (Chilam Balam de Chumayel) Otra imagen del paso entre las dimensiones, era el espejo perforado. Por su asociación con los reflejos, que representaban el trabajo de los sentidos, el espejo era el emblema de la percepción. Un agujero en su superficie reflectante indicaba la capacidad de percibir, tanto los reflejos superficiales como lo que hay más allá de ellos, es decir, las apariencias y las esencias. Por ello, la condición del tolteca se definía así: El tolteca es sabio, es una lumbre, una gruesa antorcha que no ahuma, un espejo horadado de lado a lado. Hace sabios los rostros, les hace tomar identidad. (Códice Ketsalkoatl y Shipe Totek pasan entre los montes. Matritense). Códice Vaticano 3738. En el espejo de la cabeza, allí donde se adquiere la vida (espiritual), ha creado mi dios al guerrero. ¡Yo perforaré el madero del fuego, allá, en la montaña de la Serpiente de Nubes, el lugar de los antepasados! (Cantares de los Señores, Canto de Cinco Flor) Al describir a Sholotl-Ketsalkoatl como un taladrador, el mito nos pone en la pista de otra de sus funciones, pues él es el agricultor divino, aquel que, al perforar la tierra con un palo, permite la germinación de la semilla. En un mural de Teotihuacan descubierto por Laurette Séjourné, Sholotl fue dibujado como un minúsculo perrito que asoma su cabeza en la El sembrador divino. Mural de Teotihuacan. Jeroglífico Uno Caña. bolsa de semillas con las cuales el sacerdote de la Serpiente Emplumada fecunda a tierra. Al caer, las semillas producen un sonido que se eleva al cielo cual florida oración. Como es obvio, el palo y el hueco resultante eran una gráfica imagen de los atributos del macho y la hembra en acto de fecundación, lo cual por sí mismo recordaba a los anawakas el nombre de Ketsalkoatl. Pero este símbolo también tenía un sentido jeroglífico, ya que, en su

conjunción, el palo y el círculo del agujero daban nombre al profeta Se Akatl, uno caña. Un mito recíproco al del paso del héroe por el mundo inferior, es el que cuenta cómo Ketsalkoatl hizo construir un puente sobre “el torbellino de las aguas que chocan”, a fin de conciliar ambas orillas de nuestra dualidad. He aquí el relato: Llegaron a una quebrada por donde pasaba un río de grandes aguas, en cuya orilla había un promontorio de piedras. Ce Acatl golpeó la piedra, la cual cayó y formó un puente sobre el cual pasaron. El puente aún existe en aquel paraje que, por su causa, se llama Peñas Desgajadas. (Cita resumida de Anales de Cuauhtitlan) Con historias como esta, el pensamiento tolteca encontró una solución metafórica a un dilema que en otras religiones generó grandes problemas filosóficos: la contradicción aparente entre nuestras naturalezas divina y animal. Tal como afirma Séjourné, El mensaje de Quetzalcoatl consiste en resolver el problema de nuestra dualidad. La parábola del rey de Tollan enuncia los principios del desprendimiento y la renunciación por los cuales el hombre puede reencontrar su propia unidad. Quetzalcoatl hecha sobre él un puente para que sus discípulos puedan seguirlo. Esta acción de crear un puente nos dice, una vez más, que su misión tiene por objeto establecer una comunicación entre la tierra y el Cielo, unir el hombre a Dios. (Pensamiento y Religión en el México antiguo)

Capítulo 4

CINCO EMANACIONES Ahora hablemos un poco de números. Puesto que todo lo que vemos participa de las cualidades de número y proporción, los mesoamericanos consideraban que el Universo era producto de un dios matemático. Como sabemos, nombraron al Supremo mediante la conjunción de las cifras uno, dos y tres. Y para explicar la creación, elaboraron una geometría sagrada sustentada sobre el principio de la polarización de la energía. En Anawak, los números representaban categorías de fenómenos; el uno era la integración; el dos, el antagonismo; el tres, la relación; el cuatro, la expresión (por eso fue elegido como número ritual de énfasis); el cinco, la conciencia; el seis, lo incompleto, y el siete, la perfección. Los jeroglíficos empleados para identificar a los “dioses” o advocaciones de Ketsalkoatl se formaban a partir de las figuras geométricas representativas de esos números, tal como vemos en los siguientes ejemplos: - El concepto de Teotl, energía, se simbolizaba mediante un triángulo. - El mismo triángulo, pero sin base, se leía Ilwikatl, cielo. - El glifo de Tlalteku’tli, el señor de la tierra, era el cuadrado, pintado a veces como una pirámide, una escalera, una cruz o una “H”. - El cubo, resuelto como un hexaedro descompuesto en triángulos yuxtapuestos, daba signo al tiempo infinito, Semikak, personificado en Weweteotl, el dios antiguo. - Este último signo, atado por la mitad con una banda o cortado por un circulo, nombraba al año, Shiwitl, y a Shiu’teku’tli, el señor del tiempo. - La descomposición del cubo como una cruz era el emblema de la Toltequidad. En la actualidad, este signo se conoce como Quincunce, pero su nombre nawatl era Teokuitla, excremento divino, pues abarcaba los extremos de la creación. - La unión del cuadrado y la espiral formaba el signo Atlachinolli, agua quemada, emblemático del trabajo alquímico.

Emblemas del cielo, el tiempo eterno y los ciclos. Códice Vaticano 3738, estela de Uxmal, museo de Kamilajuyú. Formación del jeroglífico del tiempo a partir del cubo.

Jeroglíficos de la tierra. Vasos mayas. El campo del juego de pelota, emblema de la tierra. Códice Tolteca-chichimeca. La greca escalonada y la cruz de los rumbos y el signo Atlachinolli. Historia Tolteca-chichimeca.

Un cuerpo con siete cabezas. Estela huasteca. Los planos del Universo. Los cinco planos del Inframundo. Relieve olmeca.

- El signo de la evolución y de los profetas de Ketsalkoatl era una espiral abierta al extremo de una escalera, extensión del concepto de “pisar la tierra”, que indicaba un principio de ascensión interna. - El mismo signo, dispuesto como una estrella de cinco o siete puntas con una espiral en su interior, representaba a la Serpiente Emplumada y al planeta Venus. - La estilización de dicha estrella aludía al saber esotérico y era glifo de Nawalpiltsintli, el príncipe de las transformaciones. Todas estas figuras eran mutuamente convertibles y todas tenían en común la noción del “centro”. Los toltecas concebían al Universo como una conjunción de pisos y escalones celestes e infernales, cuya combinación con los cuatro rumbos permitía la manifestación de las cosas. El punto de encuentro entre los planos vertical y horizontal representaba lo equilibrado, lo correcto, lo intencional, lo que nos dignifica. Según vemos en el siguiente texto, no se trataba de una posición estática, pues, para permanecer allí, era preciso moverse de determinada forma: Sólo avanza directo adelante, sólo mira al frente cuando vayas. Pues únicamente en el centro existe la función social, la condición honorable. (Olmos, Huehuetlahtolli) Debido a su vínculo con la posición central, los toltecas fueron conocidos como Kiname’, equilibrados, armónicos.

El centro se representaba mediante la intersección de los palos de la cruz; por ello se le atribuyó el número cinco. A su vez, el cinco emanaba los sentidos de “arriba” y “abajo” para formar el sagrado siete, número de la integración de la multiplicidad. Así lo vemos en la siguiente estela huasteca, dedicada a un personaje cuya cabeza está compuesta por siete serpientes que, al desplegarse como un tocado de plumas finas, forman el glifo de la Serpiente Emplumada. La relación entre el cinco y el siete fue percibida por Séjourné: Si el cinco es la cifra del reencuentro dinámico que anula los contrarios, el siete, asociado a escenas de plenitud, quizás simbolice la reintegración definitiva en el Gran Todo. (Pensamiento y Religión en el México antiguo) Pero el simbolismo iba más lejos. Estos números también representaban al inframundo y el cielo, dibujados respectivamente como una pirámide invertida de cinco pisos y nueve escalones, y una positiva de siete pisos y trece escalones12. En el ápice de la escala celeste moraba Ketsalkoatl; su contraparte, Miktlanteku’tli, el señor de los muertos, habitaba en el quinto plano de la escala infernal13. Por su posición en el ápice del inframundo, este quinto plano fue llamado Ilwikatl Mamaluakoka, el cielo donde se gira en torno. Aquí se transforma la energía, resumiendo la experiencia de las generaciones pasadas y generando nuevas creaciones, en un ciclo automotor, increado y eterno: Los nueve pisos (escalones) del cielo (inframundo)... giran sobre la tierra, y giran para siempre allá, en torno al primero. (Título de Totonicapán) Yo (Ketsalkoatl) recorro el camino amplio, el que se bifurca en dos (corrientes), el que carece de centro y de extremos, el que nunca cesa (en su movimiento) y nunca se empolva (porque es arquetípico), el que, día y noche, es recorrido (por las energías). (Alarcón, Tratado de las idolatrías) El conjunto de los planos celestes e infernales recibía el nombre de Semanawak, unidad en la diversidad, un término equivalente a nuestro concepto de Universo, pues se forma de las raíces Sen, uno, y Anawak, contrario. A su vez, ambas pirámides se conectaban en Tlaltikpak, sobre la La deidad de la tierra y el signo de los tierra, el plano de la conciencia humana cotidiana. cuatro rumbos. Relieve mexica. Siendo reflejo del orden cósmico, Tlaltikpak generaba su propio micromundo, ya que se desplegaba hacia los cuatro rumbos en el plano horizontal. Tales rumbos definían tanto un ámbito espacio-temporal como psicológico, pues estaban dedicados a grupos de personas que constituían modelos de conducta en aquella sociedad; sus nombres eran: 1. Tlawistlampa, rumbo de la luz, al oriente, dedicado a los guerreros muertos en batalla, quienes, se decía, acompañaban al Sol en su recorrido diurno. 2. Siwatlampa, rumbo de las mujeres, al poniente, donde moraban las mujeres muertas en la sagrada guerra de dar a luz, quienes tenían la misión de acompañar al Sol en su curso nocturno. 3. Miktlampa, rumbo de los muertos, al norte, habitación de los divinos antepasados que forjaron la nación. 4. Witsnawatlampa, rumbo de las espinas, hacia el sur, La cruz de los rumbos. la casa de los ascetas, considerados “muertos” para las Códice Fejervary. obras de este mundo. 12 La elección de esos números se originó de un trasfondo psicofísico común a la especie humana, que fue estudiado en detalle por las culturas de Anawak, constituyendo la base de un sistema cabalista-calendárico de gran profundidad. 13 Aún hoy, la expresión “quinto infierno” significa en México lo más profundo.

Pero tal división cuaternaria, por sí misma, carecía de conciencia; el cuatro precisaba de un corazón para volverse humano; de ahí que las cuatro dimensiones del espacio-tiempo se equilibraran en el punto central, considerado un rumbo especial y llamado Tla’kotlampa, con dos traducciones: hacia el centro y espacio humano. Aquí residían los “dioses”, es decir, los mensajeros de la Serpiente Emplumada, unidos en su intento por iluminar al mundo y transformados por el mito en el Sol, la Luna y las estrellas. Debido a que representaba la solución de continuidad entre lo divino y lo humano, el quinto punto adquirió sentidos contrarios; no sólo representaba el equilibrio, sino también la tentación, la trasgresión y la conciencia de culpa: Dicen que todos los días de cada cinco de este calendario son aplicados a esta caída, porque en tal día (Ketsalkoatl) pecó. (Códice Telleriano-Remensis) Según se deduce de la cita anterior, la cosmogonía proporcionó el marco para la interpretación tolteca del mito mesiánico. Los rumbos fueron personificados bajo los nombres colectivos de Tameme’, cargadores, y Bacab, columnas o sostenes del orden cósmico; de ellos dice un cronista: Entre la muchedumbre de dioses que esta gente adoraba, adoraban cuatro llamados Bacab. Decían que eran cuatro hermanos a los cuales puso Dios cuando crió el mundo a las cuatro partes de él, sustentando el cielo para que no cayese. Decían de estos Bacabes, que escaparon cuando el mundo fue destruido por el diluvio. (Landa, Relación de las cosas de Yucatán) Por su parte, la leyenda nawatl contaba cómo, al comienzo del tiempo, Ometeotl proyectó una dualidad en la pareja Omesiwatl y Ometeku’tli, señora y señor de la uni-dual-trinidad. Debido a que su función era sostener la conciencia humana, fueron apodados Tonakasiwatl y Tonakateku’tli, señora y señor de nuestro sustento. Ambas energías cohabitaron en la oscuridad y produjeron a cinco hijos llamados los Teskatlipokas, humos del espejo. He aquí su nacimiento: Tenían un dios al que decían Tonacateuctli, el cual tuvo por mujer a Tonacacihuatl, los cuales estuvieron siempre en el treceno cielo, de cuyo principio no se supo jamás. Este dios y diosa engendraron cuatro hijos. Al mayor llamaron Tlatlauhqui (“rojo”). Al segundo Yayauhqui (“negro”). Al tercero llamaron Quetzalcoatl, por otro nombre, Yohualli Ehecatl (“tinieblas y viento”). Al cuarto y más pequeño llamaban Huitzilopochtli (“colibrí zurdo”), porque fue izquierdo, al cual tuvieron los de México por dios principal. (Teogonía e Historia de los Mexicanos) En la siguiente imagen del Códice Borgia, los cuatro Teskatlipokas se proyectan de una bola de incienso como emanaciones del quinto, quien permanece por encima de todos, sosteniendo dos cetros con forma de hocico de dragón que indican que él es el creador de los ciclos. Debido a que eran cinco, el arte los representaba como una estrella, emblema de la unidad del quinario. ¿Qué representan los Teskatlipokas? El término nawatl Poka o Popoka, humeante, también significa reflejo, resplandor. De modo que ellos son los cinco rayos o tonos vibratorios cuya combinación produce la entera creación, y cuyos reflejos en la materia son los cinco sentidos que nos conectan con las cosas. Por eso, los dibujaban con los colores básicos de la paleta prehispánica (blanco, negro, verde-azul, amarillo y rojo), y les apodaban los Tonaleke, luminosos: Creían los mexicanos que había trece cielos... En el quinto (moraban) cinco dioses, cada uno de diverso color, y por esa causa (llamados) Tonaleque. (Teogonía e Historia III.99) Su gestación se consideró una respuesta de Ometeotl al clamor de la Madre Tierra, alarmada por la depravación moral de la especie humana: Se levantó la Gran Madre Ceiba en medio de la destrucción de la tierra, se sentó derecha y alzó su copa pidiendo hojas eternas. Con sus ramas y sus raíces llamaba a su Señor. Y se levantó el niño rojo al oriente de la tierra. (Luego) se alzó el niño blanco al norte de la tierra y reclamó su autoridad. Y se levantó el niño décimo y pidió a su Señor. Y se levantó el niño Verde. Estas son las voluntades de la tierra. (Chilam Balam, Libro de los antiguos dioses) Tonacatecutli envió a su hijo para salvar al mundo… Porque el Padre lo había creado, pero los hombres se entregaron al vicio. (Códice Vaticano) Los Tonaleke son los poderes ejecutivos del Ser Supremo. Se les asociaba con los cinco árboles sagrados, las cinco edades de la tierra y los cinco momentos astronómicos del planeta Venus. Según el mito, cada uno de ellos se manifestó durante el predominio de una edad cósmica. El primero en aparecer fue Yayau’ki, el Teskatlipoka negro o manchado, quien contenía en potencia los atributos que posteriormente desplegaron sus hermanos. El segundo fue Shoshou’ki,

el verde o liberado, adorado como Tlalok, Señor de la lluvia y la fecundidad, cuyo rostro estaba formado por serpientes y nubes. Le siguió Chichiltik, el Teskatlipoka rojo, también conocido como Shipe Totek, nuestro señor desollado, representado como un guerrero en el acto de deshacerse de su piel vieja para revestirse de otra nueva. Tras ellos se manifestó Istak, el Teskatlipoka blanco, más conocido como Ketsalkoatl. Por su capacidad de resumir la serie, Los Teskatlipokas. Códice Borgia. el quinto Teskatlipoka fue apodado Makuilshochitl, El quinario. Almena de Teotihuacan. cinco flor, y recibió como emblema una flor de cuatro pétalos en cuyo centro se mezclan todos los colores. Más que entidades, los Teskatlipokas son funciones divinas, o si se prefiere, proposiciones filosóficas. Representan la conexión entre lo alto y lo bajo, lo oculto y lo manifiesto. Pero también se proyectan en una naturaleza humana, tal como revela el hecho de que los mayas les apodaron Ah Katiyom, los padres del sacrificio: La teogonía chortí, calcada sobre los mitos del Popol Vuh, establece diferencias funcionales entre las tres diosas lunares… La única que desempeña funciones maternales es la Luna adulta, porque marcha siempre en compañía del dios-niño, el cual tiene un séquito de (otros) cuatro infantes llamados Ah Katiyom, ya que dieron su vida para salvar al mundo. (R. Girard, El Popol Vuh, fuente histórica) El concepto del sacrificio implicaba la existencia física, esto es, la limitación de la conciencia por el contacto con el lado material del Insignias de Teskatlipoka, Tlalok, Shipe, Universo. En otras palabras, los Tolnaleke son los Ketsalkoatl y Makuilshochitl. Códice Magliabecchi. moldes arquetípicos de ciertos individuos de carne y hueso que asumieron la conducción de la sociedad mesoamericana como representantes de la Serpiente Emplumada. Según revela la siguiente cita, se trató de personajes reales, con una trayectoria y un mensaje propios, aunque poseedores de un título común: Este Quetzalcoatl fue el que dicen que hizo el mundo… Este solo tenía cuerpo humano… y los demás dioses no tenían cuerpo (eran abstracciones). Y le llaman Cuatro Veces Señor, porque dicen que (él) se ha perdido cuatro veces y se ha de perder otra… Porque siempre que se perdía, no se perdía (resucitaba). (Códice Telleriano) Resumiendo lo estudiado hasta aquí: la teología tolteca proponía la existencia de un principio único sostenedor del Universo (Senteotl-Ketsalkoatl), una manifestación trina con funciones creadoras (Ometeotl), una manifestación quinaria que mediaba entre los diversos aspectos de la creación (los Teskatlipoka o Tonaleke), y una manifestación humana, también quinaria, con funciones sociales y religiosas (los voceros de la Serpiente Emplumada). Todos estos principios colaboraban para sacar al Universo de la confusión y transformarlo en un sitio habitable, digno de la presencia humana. Y por supuesto, concebían también un reflejo de esta teogonía, compuesto por la personificación y jerarquización de aquellas fuerzas reactivas que se oponen al orden del caos. Debo aclarar que la creencia en cinco rayos o emanaciones del Espíritu no es originaria de Anawak; aparece en términos muy semejantes en toda América, y también en el Viejo Mundo. Los aimará de Bolivia y Perú les llaman los Uru Samptni, deidades originales, cuyos nombres eran Pakani, el grande, Malku, el real, Uma, el primero, Inti, el solar, y Pachamama, la madre tierra.

Los incas los compararon con cinco “huevos” o esencias creadoras que puso Pariacaca, el Supremo, en la cima de una montaña, según vemos en el siguiente mito: De los cinco huevos que Pariacaca puso en la montaña volaron cinco halcones. Esos se convirtieron en hombres y echaron a andar. Y (debido a que) escucharon tanto de las cosas (malas) que habían hecho los hombres, dijeron: “Soy dios”, y así se hicieron adorar. (F. de Ávila, Dioses y Hombres de Huarochirí) Existen conceptos muy parecidos en el arco de culturas que se extiende desde la antigua Grecia hasta el Extremo Oriente. Por ejemplo, en la cábala judía leemos: Desde el día en que el Santo dijo a la Novia celeste (la sabiduría): “¡Desciende (a la tierra) y empequeñécete!”, ella ya no volvió a unirse en vínculo perfecto con el Sol hasta que vino Diagrama teogónico mesoamericano. Salomón (el prototipo mesiánico). Porque Salomón está en el quinto grado (de la escala celeste), y el quinto día creativo es el misterio de la redención. (Zohar) El génesis chino cuenta cómo, hace miles de años, el Creador descendió a la tierra en forma de cinco hermanos llamados Wu Lung, los cinco dragones o iniciados. De ellos dice un estudioso: Los gobernantes de los Cielos entregan su Mandato a los más enaltecidos de los mortales, quienes a su vez tratan con los espíritus (humanos) para asegurar que el mundo se mueva de acuerdo a los ciclos. Guiados por las manos invisibles…, los Wu Lung son la orden más elevada dentro de la jerarquía instruida de China. (http://www.oscurossecretos.com.ar/index.php?op= articulos&task=verart&aid=726) En la India, la creencia en los cinco rayos o avatares de Shiva, el hacedor-destructor de mundos, alcanzó un desarrollo comparable al tolteca, llegando a constituir la doctrina central del hinduismo. De ahí pasó al budismo, donde generó la doctrina de los cinco Dhyanis o budas meditantes que sostienen el Universo. He aquí como la describe un autor, con términos que son completamente aplicables al mito de Ketsalkoatl: Los Cinco Budas de meditación son guardianes de los cinco rumbos. Aunque tienen atribuciones diferentes, son esencialmente semejantes. En su esencia trascendente pertenecen al Nirvana y no poseen ningún vínculo directo con el mundo. Esta inaccesibilidad hace que se desdoblen en un cuerpo mediador, capaz de emitir una forma (humana) para descender a la tierra. Se reparten en cinco sentidos, cinco virtudes, cinco colores y cinco puntos cardinales sobre los cuales ejercen su regencia. En la India, el cinco era el número sagrado del matrimonio entre el Cielo y la Tierra. (M. Percheron, O Buda e o Budismo)

Capítulo 5

LAS DIMENSIONES DE KETSALKOATL Casi todas las culturas de la Tierra han empleado el reptil y el ave como atributos del mediador divino, ya que, en su conjunción, describen a un ser capaz de volar al cielo de la conciencia, manteniendo, no obstante, los pies sobre la tierra. Imágenes de dragones (serpientes emplumadas o aladas) aparecen con abundancia en el arte chino. El caduceo o cetro de HermesMercurio se formaba por dos serpientes aladas. Los egipcios vieron en el Sol a una serpiente volátil, responsable de las crecidas del río Nilo que fecundaban los campos físicos y espirituales. Los hindúes veneran a Shesha, la serpiente de los ciclos sobre la cual cabalga Vishnu, el prototipo mesiánico. En el lenguaje alquímico, la serpiente voladora representa al espíritu. En la Biblia se le llama Serafín (del hebreo Saraph, serpiente), y es aludida en la estatua que el patriarca Moisés elevó frente al campamento israelita con la inscripción: “todo el que la mire, vivirá” (Números 21.8). Los cristianos aceptan dicho simbolismo desde el momento en que Jesús les recomendó ser sutiles como serpientes y libres como aves, y se presentó diciendo: Yo soy la serpiente que se alza (en vuelo) sobre el desierto. (Juan 3.26).

Caduceo de Mercurio. Moneda hebrea con un serafín. Serpiente alada alquímica. Serpiente con alas. Mural egipcio.

Relieve de la Puerta del Sol, Tiahuanaco. Pájaro-serpiente. San Agustín, Colombia. Serpientes aladas. Moundvill, Alabama, Spiro M., Oklahoma.

Serpiente alada olmeca. Monumento 9, San Lorenzo. Serpiente emplumada dragón. Vaso maya.

Todos los pueblos de Indoamérica conocieron a Ketsalkoatl, aunque con diversos nombres. Las naciones del norte le llamaron Manittu, el gran espíritu. En Colombia y Centroamérica era el sabio Bochica, quien envió a Chibcha para sostener la tierra. Los peruanos lo conocieron como

Viracocha, simiente del océano, esculpido en Tiahuanaco en forma de hombre-sol que enarbola dos serpientes con cabezas de cóndor. Los mayas lo representaron como un dragón con plumas que arroja fuego por la boca, síntesis del poder de los cuatro elementos. La universalidad de los símbolos que describen al Ser Supremo demuestra que existe una psicología común tras el impulso humano de adorar. Lejos de derivar de un sentimiento de temor a lo desconocido, como afirmaban los antropólogos del siglo XIX, los símbolos revelan que ese impulso procede del reconocimiento extático de que en nuestro interior conviven dos naturalezas, una animal y otra divina, y que ambas se pueden fundir en un intenso estado de conciencia. Todas las religiones de la Tierra procuran acercar al creyente a ese estado; sus diferencias responden más a la forma de hablar o vivir de cada pueblo, que a cuestiones esenciales. Por ello, el mito de la Serpiente Emplumada nos puede ayudar, no sólo a descifrar un aspecto de la historia de México, sino también a entender ciertos fundamentos de la cultura occidental. Ese mito abarcó cuatro significados principales, que eran: Primero: Ketsalkoatl era el Ser Supremo, tanto en el sentido impersonal de los filósofos, como en el sentido teísta de la gente simple. Segundo: constituía la imagen ideal de lo humano, el modelo de una forma de vida. Tercero: era el transferente de nuestras limitaciones, el mediador ante la región divina. Cuarto: era un título otorgado a los más altos sacerdotes dentro de la jerarquía eclesiástica tolteca. Analicemos cada una de estas dimensiones. En primer lugar, Ketsalkoatl representaba lo más parecido a la idea que los cristianos tienen de Dios. Según el obispo Las Casas, Sólo este, entre todos los dioses, se llamaba “señor” por excelencia. De manera que cuando juraban y decían “por Nuestro Señor”, se entendía por Quetzalcoatl y no por algún otro. (Los Indios de México) Debo aclarar que, aunque la teología tolteca era abstracta, la gente sencilla personificaba a sus dioses, tal como lo hacen todos los pueblos de la Tierra. Según demuestran numerosos descubrimientos de ofrendas y exvotos realizados en los santuarios, Ketsalkoatl era adorado como el creador literal del Universo, una especie de artesano supremo que sacó del vacío la sustancia del mundo y modeló con ella la multitud de las cosas visibles. Sin embargo, los sacerdotes y filósofos tenían creencias mucho más refinadas; para ellos, la serpiente con plumas no era tanto un dios como el arquetipo de la humanidad. Por tal razón, con un sentido didáctico, el arte mezclaba sistemáticamente los atributos de la serpiente y el hombre. Asimismo, en el texto tradicional Wewetla’tolli, libro de las antiguas palabras, uno de los títulos más comunes aplicados a la deidad es “humano”. Ahora que nos favorece el Humano, el maravilloso Ser divino, principio de toda existencia, perfecto en serenidad, Aquel por quien vivimos, ¿acaso callaremos? (Olmos, Huehuetlahtolli) Tal visión antropomórfica del mundo no fue disimulada, como en otras religiones de la Tierra, sino que se aceptó y elevó a la categoría de un principio, según vemos en las siguientes citas: La naturaleza humana nunca se perdió, (a pesar de) todas las veces que se perdió el mundo. (Códice Telleriano) Pues les repugnaba que lo que nunca fue hombre ni estuvo revestido de carne, obtuviese distinción divina. (Hernández, Historia de las indias) Para los toltecas, la condición humana era causa y la divinidad consecuencia; entre ambas mediaba el trabajo interior por la conciencia, sin el cual no había mérito posible. La chispa divina nacida en cada niño no era un estado final, sino una semilla que debía plantarse y cultivarse cuidadosamente, para que diese fruto en la forma de un hombre verdadero. Ello no significa que limitaron lo divino a la escala de los valores humanos, sino que, por el contrario, atribuyeron a la carne una dimensión sublime derivada de una elevada toma de conciencia, y de la capacidad de percibir que, en esencia, toda materia es energía. No había dualidad antagónica en esa visión; tal como afirma Séjourné, Dios y hombre pertenecían a la misma realidad: El pensamiento nahuatl repite incansablemente la aventura del hombre que se convierte en Sol. Esta comprobación perturba nuestros hábitos mentales porque, al proclamar el origen

humano de la Divinidad, señala una religión en las antípodas, no sólo del tan celebrado politeísmo de los primitivos, sino también de toda teología en la que Dios es de una esencia diferente de sus criaturas. (El Universo de Quetzalcoatl) Al pasar por el cauce de la humanidad, el concepto tolteca de lo divino incorporaba los atributos de dolor, pecado y muerte, que la cultura occidental considera El hombre hecho astro. Códice antitéticos de Dios. El razonamiento subyacente en esta de Chumayel. doctrina era que, así como la semilla tiene que pudrirse para producir fruto y el alma ha de pasar por el infierno antes de resucitar como estrella del alba, también los poderes de la Serpiente Emplumada tuvieron que entregarse en ofrenda a los imperativos de la Naturaleza, para conseguir el milagro de la creación de un semejante: el ser humano. Más aún, el mito asociaba la toma de conciencia de los dioses a dicha creación: Permanecía en soledad el Creador, el Formador, la Serpiente Emplumada, el Engendrador de toda vida, permanecía en el seno del agua rodeado de luz. Su naturaleza era de profunda concentración. Así existía el Cielo y el Corazón del cielo. Entonces manifestó su Palabra, habló consigo mismo, se consultó y pensó, comprendió su pensamiento y meditó sobre él. Y mientras Una devota ofrenda a la Serpiente meditaba se hizo la luz, y con la luz se manifestó el Emplumada. Relieve maya, Palenque. Hombre, pues se dijo: “no habrá gloria ni grandeza en nuestra creación hasta que exista el ser humano, el hombre formado”. (Popol Vuh I.1) Observemos cómo, en el momento en que las fuerzas del Universo cobran identidad en Ketsalkoatl, surge en ellas el propósito del ser humano. Pero no el hombre o la mujer común, esclavo de sus pasiones y sujeto al doloroso proceso del nacimiento y la muerte, sino el proyecto ideal representado por los mensajeros de la serpiente14. Con esta interpretación, los sacerdo-tes mesoamericanos transformaron el mito en una incitación al hacer dignificante, incluyendo, de paso, el esbozo de una escatología – es decir, la promesa de una redención. El uso de lo humano como metáfora y condición de lo divino hecha por tierra la creencia popular de que los antiguos mexicanos fueron víctimas de un supersticioso terror por lo sobrenatural. A través de tal licencia religiosa, el concepto mismo de lo humano se fundió en el ideal de la Teowatia o divinización, a tal punto, que los mortales involucrados en actividades sagradas fueron identificados, no por su especie, sino por su función: Aun el rey llama a los sacerdotes “dioses suyos”, por la bondad y la pureza de sus vidas. (Códice Florentino VI.21) Este ideal religioso tomó cuerpo en la ciudad de Teotihuacan, donde cristalizaron hace dos mil años los moldes de la Toltequidad. Teotihuacan significa el lugar donde la gente se diviniza. Tal divinización no consistía en adorar a las advocaciones de Ketsalkoatl, sino en algo mucho más sutil; como afirma Séjourné, Lejos de implicar groseras creencias politeístas, el término Teotihuacan evoca el concepto de la divinidad humana y señala que la ciudad de los dioses no era otra cosa que el sitio donde la serpiente aprendía milagrosamente a volar, es decir, donde el individuo alcanza la categoría de ser celeste por la elevación interior. (Pensamiento y Religión en el México antiguo) La teología tolteca se puede definir como “liberación por merecimiento”, pues concebía la respuesta del ser humano al proyecto civilizador de la Serpiente Emplumada en términos de Masewalistikayotl, merecimiento, un acto de correspondencia cuyo resultado era la paulatina emancipación de las ataduras impuestas por Mayawel, embriagadora, la diosa de la embriaguez 14

Este hombre arquetípico es el Adán Kadmón de los cabalistas y el Sanat Kumar de los hindúes. Los anawakas le llamaban Mishkoatl, serpiente de nubes.

de los sentidos. El camino para transformarse en un Teowa, divinizado, era la imitación del modelo legado por los voceros divinos. Esta es la razón por la cual las biografías de diversos personajes de la historia mesoamericana repiten o intentan repetir el mito de Ketsalkoatl. La divinización era un objetivo práctico. Implicaba representar en la vida el misterio de la humillación y renacimiento de la Serpiente Emplumada, de modo que se desvaneciera todo sentimiento de distancia entre el devoto y la divinidad. El mito alegorizaba este ideal, al afirmar que ciertas “culebras” (es decir, los iniciados en la sabiduría) lograban que les creciera una “pluma” en la cabeza, tras lo cual se convertían en quetzales. Quetzalcoatl, en la lengua mexicana, quiere decir cierta culebra que tiene una pluma en la cabeza. Afirman los indios que estas culebras, en ciertos tiempos, se convierten en pájaros o aves de plumas verdes. (B. De las Casas, Los indios de México y Nueva España) Este apéndice coronario aparece en otras tradiciones de la Tierra; los cristianos lo describen como una lengua de fuego que se posó en las cabezas de los apóstoles cuando recibieron el espíritu santo; los hindúes, budistas y mayas lo representan como una flor, los olmecas como un brote del maíz y los mexicas como un cuchillo de pedernal. En todos los casos, el significado es el mismo: la resurrección o renacimiento interior. Así lo vemos en el siguiente canto mexica: ¡Oh, mi Dios! Tu agua, don de piedras preciosas, al descender a mi canal, ha convertido al árbol en quetzal15. La preciosa serpiente de fuego me abandonó. ¡No perezca yo, tierno brote de maíz! Mi corazón es turquesa, ¡vea el oro!16 Sea mi corazón reconfortado, madure (en mi) el hombre, nazca el vencedor. (Sahagún, Himnos sacros, Canto de nuestro señor desollado)

Apéndice coronario. Pintura de El Bosco y estatua china. La flor y la planta de maíz en la coronilla. Vaso maya y relieve olmeca.

El Teowa o divinizado no era un dios, sino una mujer u hombre que, gracias a su condición energética y a su arduo aprendizaje en los terrenos del espíritu, lograba convertirse en nagual. Un autor contemporáneo describe así dicha transmutación: En su corazón y su simiente cada hombre tiene su propio Coatl, su serpiente, la energía de Tonatiuh, el poder del mismo Sol, y en ella duerme su conciencia. El buscador aprende a volcar hacia adentro su serpiente y hiere al enemigo que lleva en sí. De ese modo, el héroe obtiene el gran secreto: por el conocimiento, el esfuerzo, el sacrificio, hace que su serpiente envaine sus colmillos y trague su propio veneno. De la digestión crecen alas. ¡Ha nacido Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada! ¡Se mueve entre los dioses y los hombres! (La Pirámide de Fuego) Ketsalkoatl era el título de dignidad y el emblema de la condición del Teowa. Aunque todos los naguales y muchos sacerdotes fueron advocaciones de Ketsalkoatl, no todos llevaron una vida pública; sólo unos pocos, en ciertas épocas, se hicieron guías sociales, llegando a constituirse en Teomama, cargadores de la divinidad. Según un texto maya, la función de estas personalidades fue “reformar la escritura”, es decir, diseñar nuevos modelos para la elevación del pueblo: Sólo al dios verdadero adoraban en la lengua de la sabiduría. Y se escribió un glifo en la palma de su mano, un glifo en su garganta y otro glifo en la planta de su pie. Reformadores de la Escritura se llamaron. No eran dioses, eran gigantes. (Chilam Balam, Libro de los Linajes) A través de tales “gigantes” del espíritu, penetramos en la tercera dimensión del nombre de 15 El árbol representa a la serpiente; el canal es el vehículo energético del practicante. 16 Es decir, sea engarzado como una joya preciosa.

Ketsalkoatl: la mesiánica. La Serpiente Emplumada no sólo era el ideal de humanidad, sino también la persona que lo encarnaba, incorporando los elementos del mito solar17. A riesgo de que se interprete como ateísmo, debo insistir en que los dioses del panteón tolteca no eran personales. La mayoría de los nombres divinos representaban conceptos abstractos o fuerzas de la Naturaleza, por lo que estaban desprovistos de intención, sentimientos o individualidad. Es por ello que, si bien las lenguas de Anawak tenían términos para expresar ideas como “divino”, “espiritual”, “sagrado”, etcétera, carecían del término “dios”, en el sentido cristiano. Lo anterior fue constatado con asombro por un cronista: En los indios hay algún conocimiento de Dios. Comúnmente sienten y confiesan un Supremo Señor y Hacedor de todo... Aunque es cosa que mucho me ha maravillado que no tuviesen vocablo propio para nombrar a Dios. (Joseph Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias V.3) Por otra parte, existían algunos nombres divinos que sí tenían un carácter personal, ya que pertenecían a seres humanos que alcanzaron la condición de serpientes emplumadas. Algunos de los indios daban a entender que sus dioses eran o habían sido primero puros hombres, puestos luego en el número de los dioses por ser señores principales y por algunas notables hazañas que en su tiempo habían hecho. (Torquemada, Monarquía indiana) Este dios (Ometeotl) dicen que hizo el mundo, y sólo a este pintan con corona, como señor sobre todos, y nunca le hacían sacrificios, porque dicen que no los quiere. Todos los demás (dioses) a quienes ofrendaban, fueron hombres en sus tiempos. (Códice Telleriano) En este punto, la teología tolteca tiene una polaridad inversa a la cristiana. Las religiones bíblicas interpretan el misterio mesiánico como el producto del acto mágico de un Dios personal, el cual descendió literalmente a la tierra para mostrar un camino de redención a los humanos. En cambio, la Toltequidad afirmaba lo contrario: ciertos individuos comunes y corrientes fueron capaces de alcanzar por sus propios méritos un estado de conciencia divino, transformandose en modelos viables para sus semejantes. En consecuencia, estas creencias no sólo asumían el cuerpo físico con sus poderes y limitaciones, sino que, de hecho, lo consideraban un vehículo imprescindible para el desarrollo de la conciencia. Lejos de constituir un elemento inútil que no hace más que molestar al espíritu, la materia le es necesaria, porque únicamente por la acción recíproca del uno sobre la otra, la liberación es conseguida. Parecería que si la materia es salvada por el espíritu, este a su vez tiene necesidad de ella para transformarse en energía conciente, sin la cual la creación dejaría de existir. Esa energía indispensable a la marcha del Universo no puede surgir más que del hombre, porque sólo él posee un centro susceptible de transformar el espíritu que estará destinado a perderse en la materia. Salvándose él mismo, el hombre – del que Quetzalcoatl es arquetipo – salva entonces a la creación; por eso es el redentor por excelencia. (Laurette Séjourné, Pensa-miento y Religión en el México antiguo) Quienes creían en Ketsalkoatl, establecían una clara diferencia entre su estado de conciencia y la persona que lo representaba. Ello se nota, por ejemplo, en el hecho de que ninguno de los testimonios conservados sobre Se Akatl Topiltsin menciona un acto de adulación hacia su persona. La opinión que tenían los informantes indígenas al respecto se vislumbra en la respuesta que dieron al cronista Sahagún: Estos ancianos adoraban a Quetzalcoatl, que fue rey de Tula, y lo llamaban Topiltzin. Era hombre mortal, porque se murió. No era un dios, aunque era un hombre santo que practicaba penitencias. (Historia General de las cosas de Nueva España) Observemos también en qué forma tan humilde se presenta a si mismo el vocero de Ketsalkoatl en el siguiente poema mexica: Vosotros, representantes divinos que moráis hacia los cuatro rumbos: con vuestra voluntad y en vuestro ciclo he venido yo, el representante, huérfano de padre y madre, dios único. Ved: ya pasé por mi tierra de regadío, por los montes de grosura, por las fragosidades de evasión. Penosamente estoy viniendo a vuestro lado izquierdo yo, el hijo de los dioses. ¡Ayúdame, madre de las convocaciones, Conejo en el Espejo Ahumado, Falda de Estrellas, Rayo (solar)! También tú, mediador (que estuviste) enfermo y (hoy eres el) Príncipe de las Preciosidades. En cuanto a ti, mi 17

El mito del hombre que se hace sol es la esencia de la concepción mesiánica. Aparece en la mayoría de las religiones, incluyendo el cristianismo, donde Cristo es llamado “el sol de justicia con rayos de salud” (Malaquías 3.20).

hermana retorcida, que nadie te revele (dónde está naciendo) el Sacerdote. (Alarcón, Tratado de las idolatrías) La interpretación de este texto es como sigue: los “moradores de los rumbos” son los cinco Teskatlipokas. El nuevo mensajero es “huérfano” de padre y madre, ya que su condición no procede de la carne, sino del espíritu. La “tierra de regadío” es la fecundación; los “montes de grosura”, la placenta; las “fragosidades de evasión”, la vagina. El “lado izquierdo” significa el mundo material. El “mediador enfermo” es el profeta teotihuacano Nanawatsin, antecesor de Se Akatl en el linaje de las serpientes emplumadas. La “hermana retorcida” es la embriaguez figurada de los sentidos. Más que en una “salvación” por medios mágicos, los toltecas creían en el desarrollo gradual de la sociedad y el ser humano. Ello dio origen a una doctrina peculiar (aunque no exclusiva) de Mesoamérica: la pluralidad de las manifestaciones divinas. En un discurso que pronunció ante los embajadores españoles, el emperador mexica Moteku’soma (más conocido como Moctezuma) evocó tres de esas apariciones: Nosotros no somos naturales de estas tierras. (Nuestros antecesores) vinieron a ellas desde muy lejos y los trajo el Señor Quetzalcoatl... Este volvió después de mucho tiempo y halló que nuestros abuelos ya estaban asentados en la tierra y no quisieron recibirlo como señor. Él se volvió (al cielo) y dejó dicho que tornaría con tal poder, que los pudiese atraer a su servicio. Y bien sabéis que siempre lo hemos esperado. (H. Cortés, Segunda Carta de relación) A pesar de sus especificidades, el mito de Ketsalkoatl es de tal modo congruente con la doctrina mesiánica universal, que consiguió emocionar incluso a los cronistas españoles. Por ejemplo, al leer a Diego Durán, se nota que la imagen de Se Akatl le impacta como arquetipo crístico, y lo confiesa de un modo bastante claro, teniendo en cuenta las presiones ideológicas de su época: Aquel hombre venerable al que llaman Topiltzin y Ueimac o “Papa” fue, según las tradiciones, un santo y penitente sacerdote del que se recuerdan episodios al parecer milagrosos. Podemos probablemente tener que este santo varón fue algún apóstol que Dios aportó a esta tierra. (Historia de las Indias de Nueva España) Fray Jerónimo de Mendieta confiesa lo mismo: Los hechos grandes y maravillosos de Topiltzin son recordados El profeta de Ketsalkoatl. entre los indios. Ellos recuerdan tantos milagros, que no me atrevo a Relieves olmeca y maya. hacer ninguna declaración sobre eso. Sin embargo, la historia de su vida me ha impresionado grandemente, y me ha conducido a creer que, puesto que los naturales son criaturas de Dios, capaces de salvación, él no puede haberlos dejado sin un profeta, y ese profeta fue Topiltsin. (Historia eclesiástica indiana) A partir del análisis comparado de los mitos, llegamos a la conclusión de que Ketsalkoatl fue, para los pueblos de Anawak, el equivalente del Mesías de los judíos, el Cristo de los cristianos, el Mazdhi de los zoroastrianos, el Ca’im de los musulmanes y el Avatar de los hindúes. Por último, mencionaré que Ketsalkoatl fue el máximo título de la jerarquía sacerdotal tolteca, equivalente al Papa de los católicos o el Dalai Lama de los budistas. Según afirma un códice, …los sacerdotes atendían mucho a las cosas espirituales, reverenciaban en invocaban a Quetzalcoatl. El sacerdote supremo también se llamaba Quetzalcoatl. (Códice Florentino) Los informantes indígenas afirmaron que dicho grado podía ser alcanzado por cualquiera, siempre que llevara un estilo de vida ajustado a los cánones morales de aquella época. En la elección (de los sacerdotes) no miraban el linaje, sino los ejercicios, doctrina y buena vida, si vivían castamente, si guardaban todas las costumbres. Se elegía al que era virtuoso, humilde y pacífico, considerado y cuerdo, no liviano, sino grave y riguroso, celoso de las costumbres, amoroso y misericordioso, compasivo y amigo de todos, devoto, temeroso de Dios. De estos sacerdotes, a los mejores elegían por sumos pontífices y les llamaban sucesores de Quetzalcoatl. (Sahagún, Suma Indiana)

Se cuenta que fue el propio Topiltsin quien diseñó tal institución, al repartir Anawak en cuatro partes y nombrar sobre ellas a sus principales discípulos: A los cuatro discípulos que Quetzalcoatl ordenó regresar (a Cholula) los recibieron los de la ciudad por señores, dividiendo todo el señorío de ella en cuatro principados. (Las Casas, Los Indios de México y Nueva España) Este consejo tenía a su cargo la elección del Ketsalkoatl y de su contraparte femenina, la Siwakoatl, mujer serpiente. Curiosamente, el relevo no se hacía cuando estos personajes morían, sino cada 52 años, con el cambio de ciclo calendárico; si el sacerdote o la sacerdotisa morían antes de ese plazo, eran representados por clérigos de alto grado. El principio para mantener la pureza del linaje sacerdotal tolteca era el celibato. Con tal prescripción, aquella sociedad evitó que los hijos clandestinos de los sacerdotes heredasen las dignidades de sus padres, y que la riqueza acumulada por los templos y monasterios cayese en manos de unas pocas familias. Al mismo tiempo, al requerir un arribo continuo de sangre fresca para ocupar los puestos, la jerarquía eclesiástica tolteca se aseguraba de mantener un contacto directo con las masas. Un error común en los textos de investigación, es confundir los aspectos mesiánico y sacerdotal de Ketsalkoatl, ya que sus representantes llevaron el mismo título. Los sacerdotes supremos fueron muchos, pero de los voceros sólo se conocen cuatro, cuyas biografías analizaremos en un próximo capítulo. Sería apresurado concluir que todos los significados que hemos analizado en este capítulo estaban presentes en el mito de Ketsalkoatl desde el comienzo de la historia de Anawak. En todas las culturas se puede observar una correlación entre mesianismo y conciencia histórica, pues ambos modos de percibir el mundo evolucionan en paralelo. Por lo tanto, podemos concluir que este mito se fue formando y perfeccionando con el tiempo. Sin embargo, parece razonable inferir que sus principales implicaciones ideológicas ya habían madurado durante el Período Clásico, entre los siglos II y VII después de Cristo, cuando tuvo lugar el auge de Teotihuacan.

Capítulo 6

TESKATLIPOKA Así como el lado luminoso de Ketsalkoatl encarnó en el príncipe Se Akatl y en otras grandes personalidades de Anawak, también su cara oscura proporcionó un oponente a su medida, genéricamente llamado Teskatlipoka, humo del espejo. Ha llegado el momento de averiguar quién era esa misteriosa entidad, a la que los toltecas atribuían sus vicisitudes y desgracias. Todas las religiones de la Tierra han personificado lo negativo. Creer que existe un ser superior de carácter maligno, es el modo más fácil de explicar ciertos fenómenos caóticos que vemos a nuestro alrededor, desde la enfermedad y la guerra, hasta el estallido de las estrellas y el choque de las galaxias. Los cristianos y musulmanes culpan de lo malo al Diablo, en quien ven una persona real, completamente opuesta a Dios. Los toltecas, en cambio, se preguntaron cómo es posible que exista el mal en un Universo que, desde su raíz más profunda hasta el último de sus frutos, es producto de la voluntad de Ometeotl. En lugar de dividir su pan-teón en dioses antagónicos, procedieron a un análisis sutil, comprendiendo que lo bueno y lo malo son descripciones humanas, no características intrínsecas de las cosas. En consecuencia, los dioses toltecas eran neutros. Las acciones de un ser neutro pueden ser ambiguas; y eso precisamente representa Teskatlipoca: la ambigüedad cósmica. He aquí como lo describe una fuente: Ahora es tiempo de saber quién era este Tezcatlipoca, del cual los indios hacen gran cuenta. Este nombre está compuesto de Tezcatl, “espejo”… Pues dicen que él siempre lleva un espejo muy reluciente consigo que humeaba a causa del incienso que en él llevaba. Dicen que este mismo dios creó el aire. (Teogonía e Historia III.170-172)

La última frase nos pone sobre la pista de su identidad, ya que E’ekatl, el viento, era el espíritu de Ketsalkoatl. De modo que Teskatlipoka, con todo y su negatividad, ¡es otro nombre de la Serpiente Emplumada! En un dibujo del Códice Borgia, ambas deidades fueron representadas en el mismo cuerpo; el dios del viento se identifica por su pico de pato y por el caracol que lleva sobre su pecho, y Espejo Humeante por su atributo característico: la ausencia de una pierna. Sin embargo, a pesar de esta irrefutable identificación, los mitos Personaje con atributos de afirman que Teskatlipoka fue el responsable de la tentación, pecado, Ketsalkoatl y Teskatlipoka. destierro y muerte de Se Akatl, la advocación humana de Ketsalkoatl. Códice Borgia. ¿Cómo entender esto? Comencemos penetrando en el sentido del nombre de Teskatlipoka. La voz Poka, derivada de Poktli, humo, también quiere decir brillo, reflejo, por lo cual fue empleada para denominar a los cinco rayos creativos de Ometeotl. Ya mencioné que estos seres primordiales se resumían en el primero de ellos, apodado “el negro” por su condición de absoluta invisibilidad. La otra parte del nombre, Teskatl, significa espejo. Filosóficamente, el espejo representaba las apariencias, es decir, aquello que, aún teniendo las características visibles de la realidad, en el fondo carece de sustancia. Pero, como nota el investigador Arturo Meza, la formación del nombre de Teskatlipoka es atípica, pues cuando el sustantivo Teskatl se compone con otro término, se queda en Teska. Por lo tanto, el sonido “i” que hay a continuación, es una raíz aparte y corresponde al pronombre posesivo de la tercera persona, suyo. Teskatl-i-poka no es una palabra, sino una frase, cuya correcta traducción es su humo o su reflejo del espejo, lo cual corresponde al carácter insustancial de aquello que esta deidad representa18. Los investigadores han llegado a diversas interpretaciones sobre el significado de Teskatlipoka. Para Arturo Meza, se trata del dios de la memoria profunda, la personificación de esa sensación de continuidad que nos dota de rostro propio: Como Humo del Espejo definieron (los mexicanos) a la neblina vibrante a través de la cual contemplamos reflejados nuestros recuerdos. En ese sentido, Tezcatlipoca es el espejo donde han quedado inscritas nuestras vivencias en forma consciente y subconsciente. (Conferencia, Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 15 de Febrero de 1995) Para Luis Yáñez, Teskatlipoka es la facultad de soñar, o mejor aun, de controlar el contenido de nues-tros sueños: Espejo Humeante es el estado desde el cual pode-mos desplazarnos conscientemente más allá de nuestros límites vigílicos, a fin de convertirnos en agentes de la creación del mundo. (Comunicación personal) Por su capacidad de encarnar atributos típicamente humanos, Séjourné considera que Teskatlipoka ...no es otro que la humanidad misma. Las múltiples facetas del dios son los reflejos de esta masa opaca y moviente en busca de salvación. (Pensamiento y religión en el México antiguo) Yo opino que los dos elementos del nombre – el espejo y el humo – aluden a los dos aspectos del acto perceptual. El espejo son los sentidos, esos órganos especializados donde se reflejan las vibraciones procedentes del mundo exterior; el humo es la mente, o mejor dicho, las interpretaciones que hacemos para organizar las impresiones sensoriales. Su producto, el espejo ahumado, es el mundo integrado donde se desarrolla nuestra vida. En clave psicológica, Teskatlipoka es la imagen que nos hacemos de nosotros mismos, a través de la síntesis parcial de nuestras experiencias personales. Ello explica otro de los títulos que le daban: Titlakawan, con dos sentidos: tú eres el dueño (de Ti, tú, y Tlakawani, poseedor de esclavos), y lo que es nuestro (de To, nuestro, Itla, cosa, y Kawa, poseer). Así que Teskatlipoka es ese “algo” en nosotros sin cuya posesión dejamos de ser: la conciencia. 18

La misma estructura se ve en otros nombres sagrados; por ejemplo, Chalchiu’tl-i-kue, falda de jades; Koatl-i-kue, falda de serpientes.

Al asomarnos a él nos vemos, pues Tezcatlipoca nos mira con nuestros propios ojos. (Mesa, o.c.)

Esta creencia dio origen a una doctrina típica de la Toltequidad, según la cual, el mundo en que vivimos carece de entidad real, es un sueno, un reflejo en el espejo, un acto puro de confianza: Es muy cierto lo que dejaron dicho los ancianos: nada es verdad. No es real lo que vamos diciendo, lo que expresamos, lo que hacemos. (Códice Florentino libro VI) El Dador de Vida se burla: perseguimos un sueño, amigos míos. Nuestros corazones confían, pero, en verdad, él se burla. Conmovidos, gocemos el esplendor de las pinturas. (Cantares mexicanos, folio 13) En consecuencia, los toltecas concebían al ser humano como un eco o reflejo de la realidad divina: Tepeolotl (“el eco en la montaña”)... es el (el nombre del) hombre que quedó en esta tierra donde ahora andamos, y es lo mismo que decir el retumbo de la voz cuando va de un cerro a otro. (Códice Telleriano) Como amo de los sentidos, la memoria y el sueño, Teskatlipoka era también el dios de la iniciación mistérica19. Por ello, un texto mexica lo describe como aquel Ser cuya conciencia impregna el Universo, a través de cuya comprensión podemos alcanzar un vislumbre de la realidad: Allá existe el Gran Espejo, de doble cara, que ilumina el cielo y el mundo de los muertos. Si puedes entenderlo, verás la curva del Universo. (Olmos, Huehuetlahtolli) En otra acepción, Teskatlipoka es la vibración reactiva del impulso creador de Ometeotl. Así como Ketsalkoatl representaba las leyes y el orden, la característica de Teskatlipoka era su absoluta imprevisibilidad. Con un fin didáctico, el mito acentuaba la contradicción entre ambos dioses, afirmando que Ketsalkoatl era blanco y Teskatlipoka negro; el primero se dedicaba a crear, el segundo era un irresponsable jugador, capaz de premiar las malas obras y condenar las buenas; Ketsalkoatl diseñó la Toltequidad para redimir al hombre y predicó una doctrina de paz; en cambio, Teskatlipoka inventó el nagualismo y se complacía en las batallas. Tomando estas diferencias en un sentido literal, algunos investigadores consideran que Ketsalkoatl y Teskatlipoka son dos entidades diametralmente opuestas. Este modo de entenderlos es herencia del pensamiento cristiano, que vio en el primero al substituto indígena de Cristo y en el segundo directamente al Diablo. La falacia de tal razonamiento se evidencia en la siguiente conclusión del padre Sahagún: Si (Teskatlipoka) tiene todos los atributos de Dios y no es Dios, entonces no puede ser otro que el mismo Diablo. (Historia General) Pero el dilema cristiano no existía para la mentalidad tolteca, porque esta aceptaba sin reservas la doble naturaleza de la divinidad. En conclusión: Serpiente Emplumada y Humo del Espejo eran dos funciones de Ometeotl, y ningún tolteca culto habría cometido el error de identificar a la parte con el todo. De ahí que el siguiente canto mexica reconozca al dios de los reflejos como el verdadero creador del Universo: En el lugar del mando gobernamos. Es el reino de mi Señor principal, espejo que hace aparecer las cosas. ¡Embriágate, embriágate! Es la divina dualidad, inventora del hombre, espejo que hace aparecer las cosas. (Sahagún, Himnos sacros) No debe extrañarnos, entonces, que una bandera del Códice Magliabecchi utilice el emblema específico de la Serpiente Emplumada (el corte de caracol) para identificar a Humo del Espejo, y que en otra bandera, este emblema tome el nombre del animal nagual de Teskatlipoka: la araña. Asimismo, un canto mexica describe a ambos dioses como padre e hijo: Nadie me conoce: yo obro sortilegios. Nadie me conoce: yo soy el guerrero. Las cabezas se doblegaban ante mi capitán, (pero ahora) hay alaridos de injuria en la morada de mi hijo. (Himnos Sacros, Canto del Guerrero Suriano)20

19

El acto simbólico y efectivo mediante el cual los candidatos a la ordenación chamánica o sacerdotal reciben las claves de su conocimiento. 20 Este poema se refiere al momento en que Se Akatl fue depuesto de su cargo y expulsado de Tula.

La capacidad tolteca de distinguir el hecho espiritual del símbolo con el cual se le representaba, dio origen a una costumbre que, para una religión como la cristiana, equivaldría a sacrilegio: la de destruir cada cincuenta y dos años los templos, imágenes, códices, vasijas, incensarios, uniformes rituales y objetos del culto, en previsión de una posible idolatría. Como han descubierto Mantas o banderas de Teskatlipoka. con asombro los arqueólogos, las pirámides Códice Magliabecchi. de México contienen capa tras capa de construcciones que, en ocasiones, fueron soterradas con todos sus relieves y objetos, aún en el esplendor de su funcionamiento. Naturalmente, la teología reflejaba esa visión, generando doctrinas tan exóticas como la de la ambigüedad divina. La identificación de Teskatlipoka nos permite comprender sus funciones. El mito afirmaba que este dios descendió a la tierra por un hilo de seda para juzgar a vivos y Etapas de reconstrucción del Templo Mayor de muertos. Por lo tanto, sus naguales eran la Tenochtitlan. Destrucción de imágenes y objetos araña, tejedora de redes mortales, y la rituales en el Fuego Nuevo. Códice Florentino. mariposa, cuya capacidad de tejer un capullo para transformarse, de gusano en un ser con alas, le hacía emblema por excelencia del ciclo de la Serpiente Emplumada. Siendo hijo de la araña y la oruga, los juicios de Teskatlipoka son sutiles como la seda y, desde el punto de vista humano, pudieran parecernos absolutamente arbitrarios. Por ello, uno de los principales apodos que le daban era Yaotl, señor de la guerra, entendida esta como un juego de polaridades. Yo soy la guerra, para mí todo es juego. Me burlo de todos, convirtiendo a unos en otros, trocando los nombres, embriagando a la gente, sumiéndoles en densas tinieblas de sueño. (Alarcón, Tratado de las Idolatrías) Tú, que en tu nicho de eternidad te hastías de este sueño de un día, ¿cómo no te cansas de hacernos llorar? (Cantares de los señores de la nueva España) Pero esta ambigüedad no era una expresión de maldad, pues estaba en función de un magno objetivo: el perfeccionamiento de la creación. En tus manos está el vaso de jade, junto a las aguas verdes y azules, donde la caña cubierta de rocío que sacudes sobre todos. Así los lavas, así los limpias. Y en tus manos yace el alacrán, la ortiga, el agua helada, la vara estrecha, el taladro, la arena fina con que desbastas, adelgazas, pules. (Olmos, Huehuetlahtolli) Como fuerza purificadora del Universo, la misión de Teskatlipoka era borrar lo negativo para crear condiciones a la renovación. Su implacable determinación le ganó el apodo de Nekok Yaotl, enemigo de ambas partes, es decir, el insobornable. Teskatlipoka es Ketsalkoatl como vengador de las iniquidades. Su función se justificaba por los sufrimientos que tuvieron que atravesar sus voceros durante su periplo terrestre: Nosotros, los que aquí veis, somos los vengadores de los dolores y sufrimientos de nuestros padres (los profetas precedentes). Nosotros también hemos sufrido los males que les habéis hecho a ellos. Por eso acabaremos con vosotros, os daremos muerte y ninguno escapará. (Popol Vuh II.14) La iconografía del período clásico se resistía a representar a Teskatlipoka con cuerpo humano, aludiéndolo mediante símbolos más abstractos, como el ojo, la mano, la vírgula de la palabra, la huella del pie, un círculo negro, una flecha, una estrella, la mancha de la piel del ocelote, etcétera. Los mexicas lo pintaron con cuerpo humano, pero con los atributos del viento, para enfatizar su carácter espiritual; y, tal como afirma la siguiente cita, sobreentendían que su apariencia era un mero símbolo:

Teskatlipoka era el que sabía todos los pensamientos y estaba en todo lugar y conocía los corazones, y por esto le llamaban Moyocoya(ni) 21, que quiere decir que es Todopoderoso o que hace todas las cosas. Y según este nombre, no le sabían pintar sino como aire. (Teogonía e Historia) Esta última frase es una referencia a otro de sus títulos: Yowalli E’ekatl, niebla y viento, metáfora que significa “invisible e impalpable”. A su vez, esta alegoría deriva del título de Yayau’ki, negro, es decir, el que lo sintetiza todo. Aquí se escondía un simbolismo teogónico, y quizás incluso un conocimiento astronómico, pues, tal como vemos en una de sus banderas y en la siguiente cita, Teskatlipoka es el agujero negro de donde emanó el Universo. Manta de Teskatlipoka. Códice Magliabecchi. Tezcatlipoca se hizo Sol para alumbrar; y dicen Glifo del Fuego Nuevo. Códice Laúd. que lo que vemos no es el Sol, sino la claridad del Sol. (Teogonía e Historia II)

Capítulo 7

EL CICLO DE KETSALKOATL Los toltecas concebían la historia del mundo como la peregrinación de la conciencia en siete etapas, cinco de las cuales tenían que ver con el desarrollo de las formas, por lo que ocurrían en el espacio inferior del Miktlan, el mundo de los que vamos a morir. Todo comenzó cuando la Serpiente Emplumada introdujo una estructuración en el caos, dividiéndolo en Tonal y Nagual22. A partir de este primer impulso, los poderes creativos comenzaron a especializarse y se desdoblaron en un conjunto de dioses con nombres y funciones propias, quienes crearon al hombre de maíz, la criatura pensante por excelencia. Entonces el impulso tomó un nuevo rumbo, centrado en el ser humano como responsable de los destinos de la energía. Finalmente, a través del sacrificio y la búsqueda del merecimiento, los dioses encontraron en el Teokua o divinizado un rostro común, retornando a la luminosa plenitud de la Serpiente Emplumada. Este mito no se refiere a un acto de creación especial, acometido por uno o varios dioses caprichosos y aburridos, sino a una metamorfosis natural, que abarcó muchas eras y procedió de forma gradual, a partir de un estado de subjetividad que quedó descrito en el siguiente texto: Estaban solos (los poderes creativos) en el agua, rodeados de luz, ocultos bajo plumas verdes y azules. Por eso se les llama Gucumatz (“serpiente acuática emplumada”). Así existía el Cielo y el Corazón del Cielo, que tal es el nombre de Dios. (Popol Vuh I.1) En la imagen siguiente, tomada de un vaso maya, vemos al Creador como un ser solitario, con rasgos de hombre y mujer, cuya cabeza se alarga cual mazorca de maíz, que permanece oculto tras los abanicos de plumas de su propia radiación. Las plumas representan su esencia El dios del maíz antes de la creación. Vaso maya. espiritual, mientras que el collar que ciñe el dibujo a todo lo largo indica que él es Nimak o Hunab, la unidad de medida de los ciclos creativos, lo cual se confirma por el medallón que aparece en el centro del collar, formado por el glifo del cero, el número que contiene en potencia a todos los demás. 21 22

Moyokoyani, aquel que se crea o inventa a sí mismo. El Nagual es la energía como un todo y el Tonal una selección inteligible.

En cierto momento, el Corazón del Cielo sintió la necesidad de llenar el vacío, la tierra “despertó” y comenzó la danza frenética de los ciclos. La concepción y la creación de la gente… fue hecha en el corazón de nuestro Dios, debido a que el cielo estaba vacío. (Título de Totonicapán) Uno, dos, tres, trece veces cuatrocientos, infinitos ciclos y despertó la tierra. Y fue creado un centro, el centro de la piedra-simiente, allí donde no había cielo ni tierra, en la profunda noche. Brotó entonces la primera Palabra, cayó en el tiempo y comenzó a proclamar su divinidad. Y se estremeció (al oírla) la inmensidad de lo eterno. (Chilam Balam, Libro de los antiguos Dioses) Según esta enseñanza, Ketsalkoatl es divino porque es el primero, no porque tenga una naturaleza diferente al resto de la creación. Los seres que aparecieron después de él, como consecuencia de leyes naturales, produjeron en este primer testigo la sensación de emanar las cosas de sí mismo, y esa sensación hizo que se autodivinizara y llegara a ser, de hecho, el Dios de este Universo. El nombre nawatl de esta fase de la deidad es Moyokoyani, quien se inventa a sí mismo, es decir, quien toma conciencia de su propio ser. Por su función, un texto maya lo describe como un guerrero, alguien capaz de trocar con su voluntad la estabilidad infértil de los eones. Del abismo nació la tierra cuando no había cielos ni tierra. Y fue formado un guerrero antes de que naciese el primer guerrero; tenía los cabellos en guedejas23. Y se hizo divino. Luego bajó (a la tierra) y se hizo hombre. Cuando nació en la inmensidad de la noche, donde antes nada había, recibió su divinidad él solo y por sí mismo. Y al descender, dijo dulcemente: “Sea afirmado”. (Chilam Balam, Libro de los antiguos dioses) Pero, a pesar de su singularidad (o más bien por causa de ella), en esta etapa el creador es un ser insatisfecho. Como nada puede igualársele, nadie lo reconoce, su divinidad es vacía. Incapaz de comunicarse, duda, llama, se queja. Al nacer empezó a decirse a sí mismo: “¡Yo no soy nadie en mi soledad! Soy divino, poderoso… ¡Dioses, oíd mi voz! Nadie en mi soledad. ¡Yo os invoco, dioses, escuchadme! Nadie escucha mi voz”. Así suavemente hablaba mientras nacía. (Chilam Balam, Libro de los antiguos dioses) El texto explica que, a fin de expresar su divinidad mediante el despliegue de una jerarquía cósmica, ese ser descendió, es decir, proyectó un mundo físico. En el Popol Vuh, esta etapa del creador recibe el nombre de Caculhá Huracán, rayo del primer paso. Caculhá, casa o espacio del rayo, se refiere a la súbita toma de conciencia del mundo circundante. Se le llama así porque, al cambiar su excelso estado de conciencia por un papel subordinado, se precipita a la materia. Jesús usó la misma parábola cuando dijo: Yo vi a Satanás caer del cielo como un rayo. (Juan 12.31) Es Venus del atardecer, Prometeo, Lucifer, Yahvé, el hacedor de la luz y las formas, el ángel caído de la tradición judeo-cristiana. Caculhá es tanto un ámbito físico como psicológico. En una interpretación cosmológica, es la “gran explosión” de la que habla la ciencia moderna, un instante anterior a todas las causas que originó el Universo. Se le llama Rayo de Una Huella, porque fue en ese momento cuando la polarización de la energía dejó esa impronta a la que llamamos “materia”. La versión mexica de este mito emplea metáforas antropomórficas, detrás de las cuales podemos percibir la intuición o el conocimiento de ciertas leyes físicas: Esta creación (la) atribuían al dios Tezcatlipoca y a (su doble) Ehecatl, los cuales dicen haber hecho el cielo de esta suerte: había una diosa llamada Tlalteotl por cuya boca entró Tezcatlipoca; su compañero Ehecatl entró por el ombligo. Y juntándose ambos en el corazón de la diosa, que es el centro de la tierra, formaron el cielo. Muchos de los otros dioses vinieron a ayudar a subirlo. Una vez que fue puesto en lo alto, en donde ahora está, algunos de ellos se quedaron sosteniéndolo para que no se caiga. (Teogonía e Historia de los Mexicanos) Tlalteotl, la divina tierra, es el estado que los físicos llaman la ebullición de la materia virtual. E’ekatl y Teskatlipoka son las fuerzas de la polaridad que provocaron que la radiación original se estructurara en átomos, moléculas y cuerpos cósmicos, y que los cuerpos comenzaron a alejarse entre sí, creando la expansión del espacio-tiempo. Se dice que penetraron por la boca y el ombligo de la diosa, ya que estos son los puntos donde el lado interno del cuerpo conecta con 23 Se refiere a la melena de Ketsalkoatl, que simboliza los rayos del Sol.

el exterior, significando que lo que era virtual se transformó en algo concreto. Los “dioses” que ayudaron a expandir y sostener el Cielo son las fuerzas naturales (gravitación, electro-magnetismo, etcétera) que ordenaron el movimiento de los astros y equilibraron poco a poco el caos inicial, permitiendo el surgimiento de planetas capaces de albergar vida y conciencia. ¿Y quiénes fueron aquellos dioses que decidieron quedarse a cuidar de la Tierra, “para que el cielo no se caiga”? Las sucesivas encarnaciones de la Serpiente Emplumada que orientaron al primate en su proceso de humanización. Pero, no nos adelantemos. Una vez consciente de su singularidad, la Serpiente Emplumada toma una decisión: ha de crear semejantes. A través de ellos, cual espejo nebuloso, quizás logre reconocerse a sí misma, retornando a su unidad y proyectando una voz, una presencia ante las futuras generaciones. Esta nueva etapa lleva el nombre divino es Chipi Caculhá, huella sutil del relámpago. Chipi significa cosa pequeña, sutil, interior; es el plan, el esquema metafísico de las cosas visibles. En la concepción indoamericana del mundo, todo objeto, estado, movimiento o ser vivo es consecuencia de una intención. Ese intento era comparado con la voz, porque el habla es anuncio de la acción. De ahí que el texto afirme: Este es su nombre, que hiende las épocas: el eterno, el de una sola edad, el muy alto. Y vino su descendencia de siete generaciones. Cuatro veces resonó su palabra, sello de la noche, sello del Cielo, (diciendo): “¡Yo soy el principio, yo seré el fin!” (Chilam Balam, Libro de las Generaciones) Al transmitir su chispa de conciencia a la materia, Ketsalkoatl se multiplica y adopta una serie de nombres que son descriptivos de su función teúrgica, todos relacionados con el trabajo del artista o el artesano en la sociedad prehispánica. Como aún está solo, el Popol Vuh lo describe hablando consigo mismo: ¡Da a conocer tu naturaleza, tú, dos veces madre, dos El dios del aliento dando enseñanza veces padre, Serpiente Emplumada, tallador de turquesas, y tomando la vida de un difunto. labrador de joyas, escultor, modelador, alfarero! ¡Oh tú, Vasos mayas. creador del hermoso plato (la tierra), del verde vaso (el cielo), maestro de la resina y el incienso! Tú serás llamado El Tolteca por mi obra y creación, ¡oh cerbatanero! (Popol Vuh I.2) Al hablarse de ese modo, se reconoce a si mismo. Lo que hasta entonces era un conjunto semiconsciente de poderes creativos, cobra identidad, resuena, y adquiere el título nada accidental de Cerbatanero. La caña y los objetos derivados de ella jugaban un gran papel en el simbolismo mesoamericano. En particular la cerbatana, por su función de conducir el aliento, tenían el mismo valor simbólico que el pico del colibrí característico de E’ekatl. Por su capacidad de entrar hasta el fondo de la flor iniciática para extraer de ella el néctar del saber, E’ekatl era el transmisor de los estados acrecentados de conciencia y el receptor final de la chispa vital. Así lo vemos en los dibujos siguientes, en el primero, alimentando boca a boca a un aprendiz cuyo tocado de piel de ocelote lo identifica como devoto de Teskatlipoka, y en el segundo, transportando el alma de un difunto. El descenso del dios del viento. E’ekatl es la voz de Ketsalkoatl; pero ese nombre no Códice Vindobonensis. sólo significa viento, aliento, sino también arteria, tubo. Por su naturaleza volátil, era el vinculador universal. Estaba presente en el espacio cósmico, en el interior de las piedras, en el fuego del hogar y en el corazón humano.

La raíz Eka también significa sombra. Por ello, un texto identifica a E’ekatl como el hijo primogénito del Señor del Inframundo: A este tenían por dios del aire. Dicen que fue hijo de otro dios que llaman Mictlantecuhtli, que es “Señor del lugar de los muertos”. (Códice Magliabecchi) Ekawilli, la sombra, era uno de los cinco vehículos de expresión que, según estas ideas, constituyen al ser humano. De modo que E’ekatl es la personificación del substrato vital que anima a todas las criaturas, incapaz de sostener la conciencia por sí mismo, pero provisto de un poderoso instinto de supervivencia. En una imagen del Códice Nuttall lo vemos descendiendo por un hilo de araña, único vehículo capaz de transmitir la delicadeza de la vida. El hilo, adornado con plumones que simbolizan la reproducción y le dan aspecto de una columna vertebral, se proyecta a la tierra desde el cielo de Venus. Los escudos que porta E’ekatl en sus manos – el primero en forma de cruz de cinco puntos y el segundo con el caracol de la evolución – describen las etapas de su penetración a los cinco planos de la manifestación. Su bastón está formado por dos cañas atadas, signo de fragmentación. E’ekatl tenía en esta teología un papel semejante al Ruah o aliento del Génesis bíblico, con que el Yahvé construyó el alma humana. Sólo que, en Anawak, la función de Yahvé se mezclaba con la de Lucifer, ya que los toltecas consideraban que la vida y la muerte eran prerrogativas del mismo dios24. Sus templos tenían un trazo peculiar: la base era cuadrada y estable como la tierra; el santuario tenía paredes circulares como los remolinos del viento, con una puerta que semejaba una boca de serpiente; el techo era triangular, como las llamas del fuego, y se elevaba a modo de la punta de una flecha. Estos elementos también se podían disponer Templos de E’ekatl en Cempoala y Calixtlahuaca. de un modo exclusivamente simbólico, tal como Ventana de un santuario maya. Palenque. vemos en un altar de Calixtlahuaca, cuya planta es una cruz Tau (en forma de T), representativa de la vida y la regeneración. Los mayas eligieron el emblema de E’ekatl, al que llamaban Ik, como diseño de las ventanas de los templos, pues para ellos el aliento no sólo tenían una función biológica, sino también metafísica, sirviendo de enlace entre la realidad exterior (el atrio del templo) y la interior (el sagrario). Según el Popol Vuh, la voz de Ketsalkoatl comenzó fabricando un mundo a partir de “la nada dotada de existencia”. Luego hizo las plantas, los animales, los guardianes del monte (cierta especie de seres semihumanos) y, finalmente, humanidades de barro, madera y maíz, en ese orden25; esta última creación llegó a ser el hombre perfecto, la criatura devocional. En todo momento, el afán de Ketsalkoatl fue recordarse a sí mismo, transformándose, de espíritu desolado, en dios reconocido. El texto lo dice claramente: ¿Cómo haremos para ser invocados, para ser recordados sobre la tierra? ¿Cómo perfeccionaremos nuestra obra? ¿Cómo crearemos adoradores verdaderos? He aquí, probemos de nuevo, que ya se acerca el amanecer. (Popol Vuh I.2) Consumado este paso, entramos en la siguiente etapa: la aparición del hombre y la cultura. En este punto, la Serpiente Emplumada adopta el nombre de Raxa Caculhá, rayo verde o rayo que golpea. La imagen del “golpe” indica la condición humana; en cuanto al color verde, debido a su predominio en la Naturaleza, era emblemático de la existencia biológica y de la mazorca tierna de maíz. Confirmando la idea de que la Serpiente Emplumada ha llegado al fin del proceso creador, la 24 La identificación del dios Creador con el Tentador no es exclusiva de los mesoamericanos. También en el mito del Génesis, Lucifer, el hacedor de la luz, sopló en la nariz del hombre aliento de vida y luego lo tentó bajo la forma de una serpiente. 25 El barro, la madera y el maíz representan, respectivamente, el cuerpo físico, la mente y el espíritu. Describen el gradual despertamiento de la especie humana.

voz Raxa también significa acabar la obra, llegar al extremo. Afirma el Popol Vuh que los primeros seres humanos fueron cuatro hombres y sus mujeres, cuyos nombres revelan que se trata de seres “nocturnos” o prototípicos: Balam Quitzé, sacerdote oculto, Balam Acab, sacerdote nocturno, Mahucutah, guardián de lo escondido, e Iqui Balam, sacerdote lunar. El texto añade que “no tuvieron padre ni madre”, pues fueron hechos de masa de maíz. Tales criaturas no son individuos, sino linajes que poblaron la Tierra hace mucho tiempo. Su carne de maíz indica que ellos fueron los primeros seres culturales, propiamente hablando. ¿A qué se debe tal asociación? A que el maíz es una planta artificial, creada durante milenios de selección genética; su semilla no es capaz de fructificar por sí misma, por lo cual necesita de una esperada atención. Sin la presencia humana, el maíz desaparecería; por lo tanto, llegó a ser emblema de la cultura y lo intencional. Según el mito tolteca, lo humano en nosotros no es un producto de las fuerzas ciegas de la Naturaleza, sino un resultado social, planificado y dirigido por los mensajeros de la Serpiente Emplumada. Por tal razón, el Popol Vuh especifica que nuestra permanencia en la Tierra no sólo implica un balance apropiado de alimento, sueño y reproducción, sino también la necesidad de cultivarnos espiritualmente. Ello quedó especificado en el contrato que celebraron Ketsalkoatl y los primeros padres al principio de la historia: Entonces habló Tohil (el divino) y les dijo: “Somos vuestros. Grande será nuestra gloria por la obra del hombre. Vosotros cuidad de la ciudad y nosotros os daremos instrucción”. (Popol Vuh III.10) He aquí expresada en su forma más sintética la doctrina mesiánica tolteca: el creador reconoce su dependencia para con la criatura (“somos vuestros”), reconoce que toda la gloria pasará en adelante por las manos del hombre (un anuncio del advenimiento de sus mensajeros), y se ofrece para consumar la obra creativa mediante la enseñanza esotérica. A cambio, sólo pide una cosa: que el ser humano “cuide de la ciudad”, es decir, que se haga responsable de su compromiso socio-cultural. De ahí que los conceptos de civilidad y merecimiento espiritual llegasen a estar indeleblemente unidos en el pensamiento tolteca. Para cumplir su promesa, Ketsalkoatl proyectó su voz y apareció en la tierra como nagual. Pero no bastaba con un advenimiento; la frágil condición humana exigía un plan escalonado, que permitiera que una especie recién nacida y aún con rasgos de simio, tuviese acceso a niveles progresivos del conocimiento. Para conseguirlo, Ketsalkoatl dividió la historia en etapas o “soles” y envió a sus voceros a desarrollar aspectos específicos del mensaje redentor. Según afirma un libro maya, estos mensajeros, a su vez, crearon linajes de sacerdotes que expandieron la cultura. Y bajó la palabra del Eterno a la punta de su lengua. Dulce El vocero de Ketsalkoatl en la boca de E’ekatl. Códice Borgia. fue su boca, dulce su cerebro (enseñanzas), su descenso no tuvo semejante. Tras él bajaron (otros) cuatro gigantes con ánforas en las manos, donde traían las mieles de todas las flores. Y (de ellos) salieron olorosos sacerdotes, olorosos reyes, olorosos guerreros, los servidores del Señor de las flores. (Chilam Balam, Katunes aislados) El descenso de las serpientes emplumadas tiene un objetivo: pulir el “espejo” de la conciencia humana mediante el ejemplo de su merecimiento en carne y sangre, hasta convertirlo en un vehículo digno de la belleza pura del Espíritu. La sabiduría se formó al golpear la piedra-simiente en la oscuridad. Entonces entró Chac por la grieta de la piedra y nació como gigante, como hijo único de Dios, como espejo que mostrará su hermosura, como Señor de la piedra, ¡oh Padre! (Chilam Balam, Libro de los antiguos dioses) Aquí el héroe es llamado Chac, nombre maya del Señor de la lluvia y la fecundidad. Se le describe como un gigante, pues el gigantismo es un atributo universal de los héroes solares26. Su alumbramiento ocurrió cuando Raxa Caculhá, el rayo que golpea, creó una fisura en la piedra cúbica de fundación, por la cual brotó a raudales, como un río, la sabiduría. En nawatl, Chac es 26 En lenguas nawatl y maya, el término “gigante”, de la raíz Kin, significa equilibrado y solar, atributos de Ketsalkoatl.

Tlalok, aspecto de Ketsalkoatl encargado de regir sobre el mundo de abajo, tal como afirma un códice mexica: Tlaloc significa “con tierra”, porque su influencia era en lo que (se) hacía en la tierra. (Códice Maglia-becchi) Los atributos de Chac-Tlalok eran la lluvia y el rayo fecundante, lo cual revela que él es el creador de los cuerpos físicos. Una características muy señalada, es que se le representaba con unos anillos en torno a los ojos, jeroglíficos de las nubes y el humo, lo cual sugiere que, en esta fase de la evolución, la conciencia de Ketsalkoatl, simbolizada por sus ojos, ha sido de algún modo nublada por el reflejo de los sentidos. El mito lo explicaba así: una vez creados los primeros padres, la Serpiente Emplumada los llamó y les preguntó: “¿Veis? ¿Oís? ¿Son buenos vuestro lenguaje y vuestro andar? ¿Habéis visto las montañas y los valles? ¿Qué opináis de vuestro estado? ¡Probad, Tlalok. Estatuilla miradlo todo!” Ellos contemplaron todas las cosas del mundo y dieron gracias, huasteca. diciendo: “¡En verdad os damos gracias dos, tres veces! Porque tenemos boca y rostro, hablamos, oímos, pensamos, andamos, sabemos, conocemos perfectamente lo que está lejos y lo que está cerca, lo grande y lo pequeño, la superficie y el interior de la tierra.” (Popol Vuh III.2) El ser humano estaba aún unido a la Naturaleza, no se sentía especial y no tenía otro interés que el disfrute de sus sentidos y capacidades de percepción. Pero ello no bastaba para el propósito civilizador del Supremo. Los creadores no oyeron su respuesta con agrado; se dijeron: “No está bien lo que dicen nuestras criaturas. ¿Acaso no son por su naturaleza simple hechura? ¿Han de llegar a ser dioses? ¿Y si no procrean cuando salga el Sol? Hagamos esto: refrenemos su ímpetu, que su vista alcance sólo lo que les queda cerca, y únicamente en la superficie de la tierra”. Entonces el Corazón del Cielo echó un vaho sobre sus ojos, los cuales se empañaron como cuando se sopla sobre la luna de un espejo. (Popol Vuh III.2) Contado así, el mito parece indicar que los creadores sintieron envidia de los hombres; sin embargo, la enseñanza profunda es muy distinta, ya que, en realidad, la Serpiente Emplumada no existe fuera de su propia obra. En clave psicológica, la velación de los ojos de los primeros padres se refiere al surgimiento del ego, cuya consecuencia fue la ruptura de la memoria profunda, el desgajamiento de la Naturaleza, la subjetiva división de las vivencias en sueño y vigilia, y la aparición de una sociedad regulada por gobiernos e ideologías. En una interpretación teológica, la velación de los ojos contiene una alegoría sobre la trasgresión y muerte de los mensajeros de la Serpiente Emplumada. Una vez consumada la degradación de la conciencia, los poderes creadores adoptan el nombre nawatl de Sholotl, monstruo, y el maya de Ixbalamqué, ocelote hembra, adquiriendo atributos híbridos de animal y humano. Sholotl es el quinto aspecto del ciclo divino, encargado de representar a Ketsalkoatl en el tenebroso reino de los muertos. Su número de orden lo identifica con el sufrimiento; su calidad de doble anuncia que él es el depositario del conocimiento oculto; su postura dinámica, incluso violenta, representa la ruptura de todas las reglas. Séjourné lo describe así: Personaje eminentemente nocturno, conocedor de los más ocultos secretos, Xolotl, doble interior, es materia en fusión. Sus ojos escurren de sus órbitas; su boca, enorme y abierta, está sellada con el signo de la llama; sus cuatro miembros se tuercen como los del jeroglífico Movimiento. De ahí deriva que, para sobrevivir a las grandes operaciones mentales, el pensamiento deba disolverse hasta convertirse en un residuo que, rompiendo su propia medida del mundo, introduce lo excesivo como la propia esencia del ser humano. Ciertamente, no es por casualidad que Xolotl signifique lo anormal, lo monstruoso. (El pensamiento nahuatl cifrado por los calendarios) En un mural teotihuacano, Sholotl fue pintado como un perro con cuerpo de pájaro-serpiente que desciende desde el resplandor celestial y llueve sobre la tierra como siete gotas que salen de las manos de Teskatlipoka. Sholotl personifica, pues, el tránsito del hombre al dios, un tránsito que necesariamente pasa por las fauces de la tierra, ya que sólo puede liberarse lo que está

Sholotl se proyecta al Inframundo. Mural teotihuacano. Sholotl trasporta los restos de los difuntos. Códice Dresden.

preso. Es la fase humana de nuestra existencia, caracterizada por las debilidades y la muerte, pero también por la posibilidad de alcanzar merecimiento. En la vida de Se Akatl, Sholotl representa la etapa que medió entre su expulsión de Tula y su renacimiento como profeta en Cholula. Por su condición infernal, es un dios de ojos hinchados, casi ciego. Hace mucho tiempo que dejó de ver el cielo, y en su olvido, sólo atiende al imperativo de sus pasiones, tan oscuras como el laberinto visceral donde mora. Por eso,

es el único dios cobarde de este panteón: Se dice que uno (de los dioses) rehusaba la muerte y dijo: “¡Oh dioses, no muera yo!” Y lloraba en gran manera, de suerte que se le hincharon los ojos de llorar. Y cuando llegó a él el que mataba, echó a huir y se escondió entre los maizales. (Sahagún, Suma indiana) El valor era el principal atributo cívico en la sociedad anawaka. Por lo tanto, la cobardía de Sholotl representa aquello que nos aparta de la condición social, regresándonos al estrato animal de donde partimos. Sin embargo, precisamente por ello, este dios es la garantía de la continuidad de la conciencia profunda. Tal como Caronte, el velador del infierno griego, se le pinta como el perro barquero del río del inframundo, portando una fúnebre carga de restos humanos, pero provisto del bastón de empuñadura en forma de mano que lo identifica como un aspecto de Makuilshochitl-Ketsalkoatl. Por su función de psicopompo o transportador de almas, un himno mexica lo pone a jugar en el campo de juegos que es esta vida, empeñado en hacer pasar la “pelota” de la atención por el “hueco precioso” que conduce al reino del nagual: ¡Juega, juega, viejo Xolotl, en el encantado campo de pelota! ¡Juega, Xolotl, en el hueco de jade! (Himnos sacros, Canto de Atamalcualoyan) Recordemos que el arte teotihuacano pinta a Sholotl dentro de la bolsa de semillas del divino agricultor, como el abonador de la milpa de nuestra carne. En esta metáfora, el alma humana es comparada con un grano de maíz; no todo grano alcanza el privilegio de florecer en gloria, pero todos lo contienen en derecho. La enseñanza de Shotlotl es que sólo la reducción despiadada de nuestro constituyente humano, la desintegración de toda sensación de pertenencia biológica o social – un suceso representado por la autoincineración del príncipe Se Akatl – puede permitirnos el prodigio de conservar viva la chispa de la conciencia en el antro del olvido. Con la aparición de este dios tiene lugar un episodio único de esta mitología: es retado en su trono el Señor del Inframundo. A pesar de su cobardía, y tal como sus congéneres el perro y el coyote, Sholotl también representa la astucia y la fidelidad. En consecuencia, es el aliado más constante de Ketsalkoatl cuando ambos conciben la idea de arrancar del seno de la muerte los genes preciosos de los antepasados. Cuando, por fin, a fuerza de argucias, el héroe logra desplazar de su puesto a Miktlanteku’tli, el perro barquero recobra su dignidad y fija su atención en un nuevo estado, donde se define si la simiente humana, ya descompuesta y reducida a pasta básica, renacerá como espiga o morirá para siempre. Hemos llegado al plano más profundo de la conciencia, en el cual los poderes creadores reciben el nombre de Itstlakoliu’ki, cuchillo curvo. Las escalas del ¿Cuál es la razón de tan extraño título? Los mesoamericanos asociaban inframundo. el cuchillo con la muerte, el hielo, la blancura y el frío, entendido este, no Códice Vaticano. como una condición física, sino como carencia de Tonalli o fuerza vital. ¿Por qué se le llama “cuchillo curvo”? Porque esta entidad personifica el punto exacto donde la curva

de la encarnación revierte su caída en ascenso. Como vemos en una lámina del Códice Vaticano 3738, Istlakoliu’ki es el velador del paso que conecta los planos quinto y sexto del Inframundo (el extremo inferior de la pirámide invertida), cuyos nombres respectivos son Remolinos Afilados y Cuchillos Curvos. El remolino de viento y la espiral de hielo sugieren que aquí el héroe, despojado de todo vestigio de su herencia carnal, ha retornado a su condición de espíritu puro, aunque preso, por ahora, del más profundo estado de postración. Por ello, la característica principal de Istlakoliu’ki es su absoluta ceguedad: no tiene ojos. Como hemos visto, los estados de conciencia en las sucesivas etapas de la creación fueron representados mediante el símbolo del ojo. Por su relación con la luz, elemento que daba nombre a los Tonaleke’, este órgano llegó a contener un significado metafísico. Se consideraba que el ojo estaba facultado para ver la realidad más allá de las interpretaciones. Por ello, los mexicas llamaban al representante humano de la divinidad Ishteokale, dueño del ojo del templo o poseedor de la casa de la pupila, mientras que la voz Ishtepetla, invidente, también significaba inconsciente. Los ascetas de la zona andina, quienes tenían creencias muy semejantes a las mesoamericanas, desarrollaron al respecto una costumbre curiosa, y a mi juicio aberrante: la de clavar sus ojos en el Sol y seguirlo durante todo el día. Creían que la capacidad de ver era un don divino y había que merecerla mediante una vida pura y una esclarecida atención. El simbolismo era tan sugestivo, que los anawakas llegaron al extremo de purgar ciertas culpas mediante una pena atroz: la botadura de La botadura del ojo como penitencia. los ojos – una práctica que, de paso, les daba Dios sin rostro con atributos de Teskatlipoka. la posibilidad de ver las cosas desde un nuevo Códices Borgia y Fejervary. ángulo. A través del mito de las peregrinaciones del alma por el Inframundo, hemos visto la maduración de un símbolo. Lo que comenzó siendo una nube en torno a los ojos de Tlalok, materializada en la veladura de la visión de los primeros hombres y agravada luego en la tumefacción del rostro de Sholotl, en la etapa final del descenso de la conciencia se ha convertido en ceguera total, representada por la venda que ciñe el rostro de Istlakoliu’ki. Tal condición se explicaba como producto de la ira solar, que quemó el anhelo revolucionador de Sholotl: (El Sol) no quería andar, estaba fijo. Entonces (Sholotl) le dispara una flecha para moverlo. Falla, y el Sol le replica con sus saetas, lo arroja a tierra y le tapa la cara con los nueve cielos… (y lo envía) con la cara hacia abajo, hacia el río del mundo inferior. De ese modo, el Lucero de la Mañana se transformó en dios del frío27. (Leyenda de los Soles) En nawatl, el rostro y el ojo se dicen con el mismo término, Ishtli. Para los anawakas, el rostro era emblema de la personalidad. La ausencia de visión y el enmascaramiento del rostro del dios del frío significan que, en esta fase de su tránsito, Ketsalkoatl carece de identidad. Su búsqueda de reconocimiento se ha refinado, ha pasado del temor infantil a estar solo, al estremecimiento existencial de quien contempla el vacío. Ya no grita, exigiendo adoración; en cambio, cubre sus ojos y se oculta en la más profunda zozobra. Se ha reconocido en la dualidad, la ambigüedad, el pecado y la finitud, y esa toma de conciencia, que no le gusta, hace que se pregunte: ¿Soy alguien yo? ¿Soy este que soy? ¿O acaso un niño que llora en medio de la tierra? (Chilam Balam, Libro del principio de los Itzaes) Pero su gélida depresión no es definitiva. Así como la descomposición de la semilla no es su estado final, sino el preludio del renacimiento, el ciclo de Ketsalkoatl continúa; después del plano de los cuchillos curvos, describe un ascenso, esta vez restringido a quienes lograron mantener viva la chispa de la inmortalidad. Observemos esta imagen de Istlakoliu’ki. Por debajo de su hábito de guerrero infernal, 27

Aquí se evidencia el carácter heliocéntrico de esta cosmogonía: el Sol verdadero permanece inmóvil; el que se mueve es un Sol aparente.

adornado con las rosetas cónicas del señor de la muerte, se hincha y deshace una piel corrupta, permitiendo adivinar que debajo late la carne viva. Su mano izquierda se levanta hacia Ometeotl en gesto de saludo, mientras que la derecha sostiene un atado de siete tules, jeroglífico de Tollan, el destino de las almas. Ciñe su cabeza la mandíbula superior de Sipaktli, el dragón iniciático, cuya forma y colores recuerdan al Monte del Blanco y el Negro, lugar donde el príncipe Se Akatl se incineró; una flecha la atraviesa en señal de toma de conciencia. A pesar de su terrible apariencia, Itstlakoliu’ki no es un dios de muertos, sino el Sol de medianoche, aquel que, habiendo llegado a lo más profundo, ya no puede sino ascender. Su ceguedad anuncia la apertura de un sentido interior; su lividez cadavérica encierra los gérmenes del renacimiento. En esta otra lámina lo vemos asumiendo el papel del alma del difunto, frente al señor de los muertos, sobre un trono de huesos-semillas y acompañado de dos lechuzas – las aves del nagual. El gesto de Istlakoliu’ki es favorable: ha desplegado sus manos como las hojas del maíz, lo cual anuncia la posibilidad de un retorno. El señor El dios sin rostro. Códice Borgia. de la muerte inclina la cabeza, El juicio del alma en el Inframundo. Códice Borgia. resignado. Itstlakoliu’ki representa al conjunto de fuerzas creadoras en su máxima densidad. Durante el tiempo en que Ketsalkoatl se sumerge en este ente sin rostro, el reino del cielo ha cerrado sus puertas. Ha quedado huérfano el ser humano, con su herencia de espinas, apenas vivo gracias a un vago recuerdo, pero poseedor de algo que hasta los dioses envidian: un cuerpo con el cual obtener experiencia. Se acerca el fin del ciclo, la Naturaleza se prepara para una sacudida. La chispa de conciencia encerrada en el mundo material fue llamada Tlawiskalpanteku’tli. Ese largo nombre nawatl se compone de las raíces Tlawis, luz, Kalpan, casa, y Teku’tli, señor. Su traducción literal es señor de la aurora, pero teológicamente significa aquel que se hace morada de la luz, es decir, el iluminado en sentido espiritual. Astronómicamente, era el título de Venus matutino. La asociación entre este astro y el hombre-dios parte de un hecho natural, ya que, por causa de su posición con respecto a la Tierra, Venus tiene un extraño comportamiento en el cielo: por un lado, aparece desdoblado como Héspero y Véspero (luceros del alba y el atardecer), lo cual sugiere la condición doble de los mediadores; por el otro, tiene una sucesión de ciclos de visibilidad y ocultación que recuerda la doctrina de la muerte y la resurrección. Venus es, pues, el astro de las recurrencias. Como observa Séjourné: Es claro que al elegirle (a Ketsalkoatl) un cuerpo celeste por doble, se le señala una realidad sin comienzo ni fin. De ahí que, según la parábola del rey de Tula, la trayectoria del destino se cumpla por un movimiento que retorna eternamente a la fuente que lo engendra. El papel del planeta es precisamente representar el retorno periódico al país del Sol, después de un peligroso viaje por los abismos terrestres. (El Universo de Quetzalcoatl) Tlawiskalpanteku’tli es la victoria de la creación, el dios emergente, integrador de vida y muerte, patrón de los merecidos por el autosacrificio. Es el señor del plan divino, llevado adelante por aquellos que, merced a su iniciación Toltekayotl, …no se quedaron dormidos ni se ocultaron en el sueño (Olmos, Huehuetlahtolli). Es el Teowa, divinizado, el Teomama, portador de dios, el Piltsintli, santo, el Tla’toani, vocero, el Kiname, equilibrado, el Kulem, cíclico de la Serpiente Emplumada. Con él llegamos al final del periplo de la conciencia. Así como las etapas anteriores se caracterizaron por el desarrollo de un vehículo experiencial, pasando por el mundo físico, el cuerpo animal, la existencia humana, la veladura de los ojos, el temor y la muerte, en este punto el impulso se revierte: la conciencia ya no busca centrarse sobre sí misma, pues ha roto el espejo que la reflejaba; en cambio,

adquiere un silencioso anhelo de integración. No debe extrañarnos que la enseñanza de Tlawiskalpan sea el sacrificio. Los códices lo pintan como aquella entidad a cuyos pies se encuentran la noche y el día, que se sumerge decididamente en el misterio del quinto punto: el punto de la ofrenda por amor. Todos los mensajeros de Ketsalkoatl vivieron en el reino de Tlawiskalpan; fueron conscientes de su emancipación interna, pero también se ataron a la condición humana, legando un ejemplo, una enseñanza. La única salida de esa contradictoria condición era la ofrenda de la propia vida, entendida como un pago por el privilegio de mediar. Pero, a diferencia de la muerte cotidiana, ocurrida en condiciones de accidente, enfermedad o vejez, la ofrenda de los mediadores fue un acto soberano de voluntad, tal como afirma el texto: A pesar de todos los tormentos que les infligieron, no fueron Tlawiskalpan descabevencidos en el inframundo. Entonces se juntaron frente a frente y, zado. Códice Dresden. extendiendo los brazos, se inclinaron hacia delante y se precipitaron a la hoguera. Así murieron de una vez. (Popol Vuh II.7) La búsqueda de los toltecas era la transmutación de los principios físicos y psíquicos en la hoguera de la conciencia, es decir, el sacrificio de la vida mediante un ejercicio al que llamaron Tonemmiki, fuego interior. Los textos describen el resultado de esta metamorfosis con metáforas como el pez (la inmersión del alma en el océano de la mente cósmica), el ave (el vuelo libre por los mundos de la percepción), el corazón encumbrado (lo que está más allá de toda apariencia) y la ascensión del héroe en una nube de luz. Al quinto día volvieron a aparecer y fueron vistos en el río por la gente. Tenían ambos la apariencia de hombres peces. Luego subieron en medio de una luz y se elevaron al cielo. Y se iluminó la bóveda del cielo y la superficie de la tierra. Ellos moran en el cielo. (Popol Vuh II.8,9) Cuando ardió, al punto se alzó su corazón entre las cenizas y vinieron a verlo todas las aves que remontan el cielo. Su corazón ascendió, refulgente como un jade, y entró en el cielo. Y dicen los viejos que se convirtió en la estrella que sale al alba. (Códice Chimalpopoca) Astronómicamente, este es el momento en que Venus hace conjunción con el Sol y ambos astros unifican su resplandor. Psicológicamente, es la disolución del ego, un estado conocido como Shoshou’ki, libertad (literalmente, reverdecimiento). En clave teológica, representa el triunfo del bien sobre el mal, la ascensión del héroe solar y la apertura de una nueva era. Con Tlawiskalpan se consuma el periplo de la transformación de la energía. La oruga echó alas y remontó el cielo, dejando sobre la tierra la huella de un capullo roto. El Uno vuelve al Uno y ya no puede ser llamado por otro nombre que el de Ketsalkoatl.

Capítulo 8

EL SIMBOLISMO DE LA MANO Según el Popol Vuh, la finalidad de la creación es que el ser humano reconozca a su creador; en otras palabras, la evolución de la conciencia. La condición de invidencia figurada en que vive la humanidad hizo necesario el plan civilizador de las serpientes emplumadas. A través de un análisis mito-histórico, se puede comprobar que los voceros de Ketsalkoatl aparecieron en momentos críticos de la historia de Anawak y promovieron cambios masivos que reorientaron el cauce de la civilización. Por esa capacidad de trocar las instituciones, con frecuencia fueron representados como hombres de guerra o con atributos de animales feroces. La violencia asociada a los cambios de eras ideo-lógicas no es exclusiva de Mesoamérica. Los griegos recordaban la lucha de los hombres contra los gigantes, la de los gigantes contra los titanes y la de estos últimos contra sus antecesores, los dioses. La Biblia cuenta cómo Abraham, Moisés y Elías, destruyeron por fuego a los sacerdotes de la Luna. El propio Jesús definió la

naturaleza de su misión al ordenar a su seguidor: Vende tu manta y compra una espada. (Lucas 22.36) Asimismo, la profecía anuncia su retorno en forma de un guerrero fuertemente armado sobre un caballo blanco. Debido a que trasgredieron las instituciones, casi todos los mesías de la humanidad vivieron a contracorriente y tuvieron un trágico final. Zoroastro fue desollado vivo por renovar el mazdeísmo, Mahoma sufrió frecuentes atentados, el héroe andino Tonapa Viracocha fue asesinado entre unas peñas, Jesús crucificado, Krishna azaeteado, Gautama Buda probablemente envenenado... En el caso de Se Akatl de Tula, la leyenda cuenta que él tuvo que cometer autosacrificio en una hoguera para despertar las conciencias de quienes le rodeaban. El carácter profiláctico de los voceros de Ketsalkoatl fue simbolizado mediante imágenes fuertes, como un viento arrasador o un Sol incendiario He aquí una palabra que como clavo y espina y viento helado pasará por ti, que te arrojará a la tierra y te abatirá, para que regreses a ti mismo. (Códice Florentino VI.20) Se avivó el fuego del Sol, acercó su rostro y quemó la tierra. Y fue el día magnífico de poder y magnífico de hermosura, en que fueron entendidas las razones de los dioses, tiempo de levantar la cosecha y recoger (lo que sirve). Y desapareció para siempre la bestia maligna. (Chilam Balam, Libro de los antiguos dioses) Otro símbolo que reflejaba la violencia asociada a los cambios de era, fue el desmembramiento o la mutilación, ya sea de la cabeza, el corazón, la mandíbula, el pene, la mano, el pie o algún otro órgano del cuerpo humano. Tenemos tres ejemplos en los siguientes relieves: en el primero vemos cómo los miembros seccionados de Koyolshau’ki, la diosa de los ciclos lunares, forman el glifo Ollin, movimiento; en el segundo, la cabeza que perdió el jugador de pelota cósmico se ha transformado en un conjunto de serpientes que tejen el ciclo de la Naturaleza; y en el tercero, la mano izquierda del dios del maíz se transforma en una cabeza de dragón, símbolo del paso de la semilla por el inframundo. Seguiremos en particular el binomio de la mano y el pie. Por tener cinco dedos y porque dejan una huella característica, ambos órganos eran simbólicamente equivalentes. Su correlación es muy antigua, ya que, como nota un investigador, tiene una base lingüística: La alternativa pie-mano tiene su correspondencia en el fenómeno lingüístico por el cual los vocablos pie, mano, pierna y brazo suelen expresarse con raíces equivalentes en los diversos lenguajes derivados del tronco proto-maya. En quekchí, una de las lenguas más arcaicas de la familia maya, se usa el mismo vocablo para designar el brazo y la pierna, fenómeno que induce a pensar que, en su estado primitivo, el lenguaje maya tenía una sola raíz para ambos. (R. Girard, El Popol Vuh, fuente histórica) Era inevitable que las creencias de los mesoamericanos incorporasen las peculiaridades de las lenguas que hablaban. Por ejemplo, el rito cotidiano en el Templo Mayor de Tenochtitlan estaba centrado en “alimentar” a la divinidad con ofrendas, como muestra del afecto del pueblo. Observemos qué forma tenían tales ofrendas: La comida que (las monjas) hacían al ídolo (de Tlalok) eran tortillas pequeñas hechas a manera de manos y pies, y otras retorcidas. Este pan lo ponían delante del ídolo cada día. (Diego Durán, Historia de las Indias I) Podemos identificar el valor jeroglífico de esta ofrenda: los panes retorcidos representaban los ciclos de tiempo, mientras que las manos y pies aludían a determinadas etapas en bloques de a cinco unidades. En particular, la mano llegó a ser un poderoso emblema de las El desmembramiento. creencias, las dignidades y los procesos de conciencia. Tal asociación Relieve mexica, mural del no es exclusiva de Mesoamérica; ya en los primeros dibujos que el ser Tajín y estela de Seibal. humano realizó en cavernas, hace veinte o treinta mil años,

encontramos huellas o siluetas de manos que simbolizan la dimensión espiritual28. El más antiguo relieve descubierto en América, conservado en un templo de la localidad peruana de Kotosh, presenta dos brazos cruzados con las manos abiertas. Lo que caracteriza el emblema de la mano en Anawak es que, como afirma un investigador, ese órgano no sólo fue representado como un símbolo, sino que también contenía detalles anatómicos exactos: Lo más sorprendente de esta aparición de la mano en los textos epigráficos, es la manera como ha sido segmentada. No termina en una línea recta en la zona de la muñeca, como lo hacen las modernas señalizaciones gráficas; los mayas representaron un corte anatómico que evoca con gran eficacia el músculo y el hueso. No es una mano meramente conceptual, sino una mano que ha sido “cortada”. (Pablo Escalente Gonzalvo, Manos y Pies en Mesoamérica, Revista Arqueología Mexicana no. 71) Al enfatizar su origen corporal, la mano mutilada vino a ser la evidencia del autosacrificio

Manos. Dibujo rupestre de Río Pinturas, Argentina y templo de Kotosh, Perú. Manos creadoras en murales de Teotihuacan.

Relación entre las manos y los ojos. Vasija de Moundville, Alabama, escultura huasteca, relieve mexica y vaso maya.

La mano que mide el Universo. Mural teotihuacano. Las manos creadoras. Mural teotihuacano. Las manos de la Madre Tierra. Escultura mexica.

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De hecho, desde aquella época, la mano se transformó en el símbolo del ejercicio chamánico del ensueño.

mediante el cual la dimensión divina se transformó en el mundo material. Así que, en primer lugar, el emblema contenía el significado de desarraigo y cambio de estado. A partir de tal sentido, la mano incorporó otros muchos significados, siendo los principales los siguientes: Por ser el órgano que expresa la intención y por su papel en los actos de adoración, ofrenda y meditación, llegó a representar la toma de conciencia, un simbolismo que se reforzaba al asociarse con el ojo que todo lo ve. Debido a su capacidad de hacer cosas, la mano fue empleada también como signo de la voluntad creadora de la Serpiente Emplumada. El carácter sagrado de la mano está fuera de duda. Entre los mayas, constituye un jeroglífico que aparece constantemente en las esculturas y libros pintados. En algunos personajes Teotihuacan está cargada de un simbolismo que le presta una alta potencia creadora. (Séjourné, Pensamiento y religión en el México antiguo) La mano es el pictograma más visible y frecuente en las inscripciones mayas del período clásico; su prestigio como agente que ejecuta las decisiones de la voluntad, le aseguró una pervivencia, junto a signos más abstractos. (Pablo Escalente Gonzalvo, Manos y Pies en Mesoamérica, Revista Arqueología Mexicana no. 71) Una muestra del poder creador de la mano la vemos en el collar distintivo de Koatlikue, falda de serpientes, la diosa de la Naturaleza, formado por una sucesión de manos, corazones y cráneos. Tales órganos aluden a las tres funciones de la Madre Tierra: crear, sostener y devorar a sus hijos, mientras que el hilo que los hilvana indica que se trata de un ciclo ininterrumpido. El mismo conjunto de ideas aparece en un fresco teotihuacano, donde la mano y el pie (o mejor dicho, su huella) fueron pintados sobre una escuadra, el instrumento de medición con el cual Ketsalkoatl construyó el Universo.

El simbolismo de los gestos. Figurillas mayas y totonaca.

Las manos como emblema de renovación. Escultura mexica y Códice Laúd. La mano de venado. Códice Laúd.

En una aplicación materialista, la mano llegó a ser emblema de los poderes en general, y en particular, de la fuerza de los guerreros y las capacidades hipnóticas de los chamanes. De hecho, dejó de ser símbolo y se transformó en depositaria del poder en sí misma, llegando a ser esgrimida por los brujos como arma de combate. Por ello, una de las principales preocupaciones de

los parientes de la mujer muerta en la guerra del parto, era vigilar la integridad del cadáver, …porque no viniesen ciertos ladrones a desenterrarla y cortarle el brazo izquierdo con su mano, que guardaban y que (cuando) iban a hurtar, la llevaban y daban algunas palmadas con ella en medio del patio, y dicen que la gente de casa se amortecía de sueño y ellos hurtaban a salvo. (Códice Carolino) Pero la mano no sólo es capaz de hacer, sino que también puede señalar, expresar emociones, e incluso transmitir un lenguaje complejo mediante gestos; por ello, otro de sus significados era la comunicación. Las combinaciones de posiciones de manos y dedos proporcionaron cientos de signos, codificados en un arte al que los mexicas llamaron Machiomana, código manual. Este arte dejó innumerables huellas en el arte, sobre todo en los vasos y códices mayas, siendo capaz de transmitir ideas filosóficas y religiosas, y propiciando simbólica o literalmente ciertos ejercicios espirituales. Además, era empleado en la guerra, en circunstancias en las que resultaba imposible hablar en voz alta. Uno de los numerosos signos del lenguaje manual era el “cero”, significando, no la ausencia, sino el estado potencial de las cosas y el completamiento de los ciclos. Se realizaba colocando los dedos en forma de cuernos a un lado de la mandíbula. Por extensión, los dedos extendidos sobre la boca eran jeroglífico de diversas advocaciones de Ketsalkoatl relacionadas con la muerte y la resurrección, tales como Miktlanteku’tli, Sholotl y Makuilshochitl. El valor de plenitud potencial contenido en la mano derivó en el concepto de la renovación de la vida. En este caso, el simbolismo siguió la siguiente secuencia: en Mesoamérica, la piel y la carne contenían los sentidos de “mundo exterior” y “mundo interno”, respectivamente; se les aplicaba a la superficie de la tierra y al inframundo, o a los actos de la vida cotidiana y a lo que tiene lugar en el sueño o la muerte. En consecuencia, el desollamiento de la piel implicaba la idea de ir más allá de las apariencias. Una confirmación de este símbolo era la mazorca de maíz, ya que, debido a la forma de su túnica, había que desollarla para que sus granos se transformasen en alimento o semilla. Estas ideas fueron personificadas en Shipe Totek, nuestro señor desollado, una advocación de Ketsalkoatl cuyo nombre se forma de la raíz Shi, misma que da nombre al Shilotl, mazorca madura. Ahora bien, debido a que, al desollar a un cuerpo humano, las manos se dejaban intactas, estos órganos llegaron a representar tanto el acto de desollar en sí como su sentido espiritual, pues a los valores previos de ser agentes de la creación y la comunicación, se les sumó el de crear un cuerpo espiritual a través del abandono del físico. La transformación mediante el sacrificio de la piel revela otra acepción de la mano: servía también para representar el concepto del merecimiento. Así lo vemos una pintura del Códice Laúd, donde la diosa de la Naturaleza punza su oreja con un hueso y ofrece la sangre sobre un atado de leña y una bola de incienso. Su ofrenda es recibida por una serpiente bicéfala adornada con el sagrado número cinco, tres de cuyos glifos fueron destacados, aludiendo probablemente a Ometeotl. El producto del sacrificio es un sendero que nace de la boca de la serpiente, cuyo sentido es denotado por un par de huellas que ascienden. Este detalle nos revela el significado del dibujo: es un jeroglífico de Teskatlipoka; el estilizado cuerpo Equivalencia simbólica de la mano, la huellas del pie y el ojo. Mural de Cacaxtla. de la serpiente representa al espejo, mientras que la leña y el sendero que parte de ella remedan el humo. Ahora bien, ese sendero de merecimiento conduce a un lugar que ha sido representado mediante una mano de venado. Como pieza de cambio y animal de sacrificio, el venado era el emblema del Masewalli o merecido. La referencia al venado nos introduce en otro significado de la mano: a través del séptimo signo Manos asociadas al número cinco. Mural teotihuacano. del calendario, dibujado por los mayas como una

mano, pero llamado Manik, venado, este órgano pasó a representar a los ciclos de tiempo. Es probable que la asociación derivara de la costumbre de contar o calcular con los dedos de las manos. Además, el verbo nawatl Mana también significa recurrir, dar sostenidamente, como quien marca los campos, lo cual describe muy bien el paso de las edades. Por otra parte, uno de los conceptos básicos del calendario de Anawak (el traslape de dos ciclos) se describe en los libros de Chilam Balam con la expresión “la pisada del Katún”, siendo la huella del pie equivalente a la de la mano. Este sentido se ve muy claro en un mural de Cacaxtla, donde fue representada la relación entre los ciclos de Venus y la Tierra29. La ecuación está simbolizada mediante una banda celeste con las estrellas de Venus, que termina en manos alegóricas del cinco, rodeada de ocho huellas que son observadas por el ojo emplumado de Ketsalkoatl. Esta imagen pone en evidencia la constante simbólica mano-huella-ojo. Un sentido de la mano que no ha sido suficientemente estudiado, es el que la relaciona con los mensajeros de la Serpiente Emplumada. La asociación deriva del hecho de que tales personajes fueron considerados obreros espirituales, hacedores de milagros y plantadores de la milpa figurada que es la sociedad humana. Esta acepción quedó recogida en la siguiente cita del padre Lyzana: Otro altar y templo levantaron a aquel rey, donde pusieron la figura de la mano que les servía de memoria. Y dicen que alli le llevaban los muertos y enfermos, y que alli resucitaba y sanaba tocandolos con la mano, y asi se llama Kabul, que quiere decir “mano obradora”. (Historia de Nuestra Señora de Ytzamal) El simbolismo se hace aún más explícito en la costumbre nawatl de llamar Mapilli, dedos de la mano, a los miembros del cónclave sacerdotal30, en referencia a los rumbos de la mano “derecha” e “izquierda”, tradicionalmente asignados al conocimiento autorizado y la hechicería. También se evidencia en el título de Wemak, mano grande o fuerte, que el cronista Durán aplica al príncipe de Tula: Aquel hombre venerable al que llaman Ueimac o “Papa” fue, según las tradiciones indígenas, un santo. (Historia de las indias) Por su parte, el cronista Ixtlilxochitl da al antecesor de Se Akatl en el linaje mesiánico tolteca un nombre muy semejante: Weman, gran donador. De aquí saco en conclusión que Wemak y Weman no son nombres propios, sino variantes de un mismo título, aplicable a la condición mesiánica en el México antiguo. Dicho título explica una leyenda concerniente a la partida de Se Akatl, en la cual la mano, o mejor dicho, su impronta, tuvo un papel protagonista. Se cuenta que, poco antes de marchar a la Costa del Golfo, el príncipe de Tula se sentó a descansar sobre una piedra y ocurrió un milagro: El dicho Quetzalcoatl puso las manos tocando la piedra donde se sentó, y dejó señales de las manos en la piedra, como si fuese lodo, como si se hubiese reblandecido… Las señales aún se ven claramente, y entonces nombró al dicho lugar Temacpalco (“lugar de las huellas de la mano sobre la piedra”). (Durán, Historia de las Indias) Un simbolismo obvio de la mano es el número cinco, presente en el nombre nawatl de ese número, Makuilli (derivado de Mak, mano, y Okuilli, apéndices o dedos). De ahí que, con frecuencia, el contenido numérico de la mano se haga redundante, tal como vemos en el siguiente mural de Teotihuacan: La reunión de la mano y el pie con la cifra mística cinco y con las piedras preciosas (de fecundación), debería ser suficiente para convencernos de que estas imágenes no pueden, de ningún modo, referirse a sujetos profanos, y que deben revelar en Teotihuacan la presencia del dios invisible, el todopoderoso Tezcatlipoca31. (Pensamiento y religión en el México antiguo) Pero la relación es todavía más específica, pues, según informa un conjuro mexica dedicado a bendecir la mano del sacerdote consagrador, lo que simbolizaban los dedos no era meramente el poder hacedor de Teskatlipoka, sino también a sus cinco hijos o proyecciones, los Tonaleke. Aquí traigo mi espejo nagual cuya cara está humeante. ¡Ven, padre mío de rubios cabellos, 29 Esta relación consiste en que cinco años sinódicos de Venus equivalen a ocho años vagos terrestres (584 x 5 = 365 x 8) 30 Literalmente, hijos de la mano. Este dato se conserva por tradición oral. 31 O, más bien, de sus cinco hipóstasis.

Señor de la Casa de la Aurora, tú que eres padre y madre de los dioses! ¡Venid vosotros, los cinco señores solares de una sola intención y un mismo plan, guarnecidos por perladas conchas! ¡Vosotros, los de falda de serpientes, que no tenéis sangre y color! ¡Subid la escalera de los nueve Inframundos! (Alarcón, Tratado de las idolatrías) He aquí una decodificación de estas metáforas: el “espejo nagual humeante” es, por un lado, la mano con sus dedos, y por el otro, el señor Teskatlipoka. El “padre de rubios cabellos” es la palma de la mano y también Tlawiskalpanteku’tli, señor del alba. Los “cinco señores solares” son los dedos y los Tonaleke’. Las “conchas nacaradas” son las uñas, pero contienen un juego de palabra alusivo a los Tonaleke’, pues los mesoamericanos creían que en las uñas se concentraba el Tonal o energía vital de las personas. La “falda de serpientes” es el brazalete tejido del sacerdote consagrador, a su vez jeroglífico de Koatlikue, falda de serpientes. La referencia a que los cinco señores “carecen de sangre y color” indica la posición de la mano en gesto de adoración, y también que se trata de ascetas. Por último, el poema invita a estos señores a subir “la escala de los nueve inframundos”, refiriéndose al proceso de gestación y nacimiento. Encontramos más información sobre la relación entre la mano y los dioses mediadores en la siguiente cerámica maya, donde fue plasmado un templo que representa el Universo. La composición está dividida en tres partes: por encima se eleva un techo triangular emblemático del cielo, en cuya cúspide hay una deidad con atributos de ave y serpiente, orlada de cinco conchas. Del cielo se proyectan caracoles y gotas de lluvia que definen un espacio intermedio, donde cuatro aves escoltan a cinco manos creadoras. En la base del templo, sobre una estructura cuadrangular que representa a la tierra, estas manos se han transformado en cinco personajes con hermosos tocados de plumas. Como extensión del sentido anterior, la mano llegó a ser el glifo propio de Se Akatl, uno caña, el vocero de Ketsalkoatl. A pesar de que este nombre se ha relacionado casi exclusivamente con cierto personaje que vivió Tula hacia el siglo X de la era cristiana, lo cierto es que aparece desde mucho antes en la iconografía. Es uno de los motivos más típicos del arte teotihuacano, presente también el olmeca y el zapoteca. Lo cual demuestra que la conjunción de los glifos Se, uno, y Akatl, caña, fue aplicada al príncipe Cinco manos y cinco dioses. de Tula justamente porque ya contenía un significado Cerámica maya. teológico. Lo interesante es que, en el arte teotihuacano, el glifo Se, que en otras culturas se dibujaba como una esfera, adopta la forma de una mano cerrada. Veamos por ejemplo el siguiente vaso, donde una mano-ovoide es atravesada por una flecha. Su lectura no ofrece dudas: “uno caña”, pero también se puede interpretar como “los cinco que están en unidad”. Pero hay más: el ovoide alude al útero materno, lo cual es acentuado por la guirnalda de pluma que lo rodea, ya que el plumón representaba la fertilidad. Tal sentido, en asociación con la fálica flecha que la fecunda, transforman a la mano en un embrión que anuncia el futuro despliegue de cinco dedos, o mejor, cinco Okuilli, serpientes. Pero no olvidemos que el jeroglífico Se Akatl es una fecha, es decir, contiene una intrínseca referencia temporal. Es por ello que la mano está encerrada en un cartucho Mano que forma el jeroglífico Uno jeroglífico que representa al año. Puesto que los años se Caña. Vasos teotihuacanos. repetían en el ciclo del Fuego Nuevo, el glifo de esa periodicidad fue dibujado en la parte inferior del dibujo,

como un motivo en forma de puntas de flecha que es la estilización de un atado de cañas. En su conjunto, la caña, la mano y los signos que la rodean, sintetizan de un modo admirable el mito de los cíclicos nacimientos de la Serpiente Emplumada. Una idea similar aparece en este otro recipiente, donde la mano está rodeada de rayos alegóricos al caracol de E’ekatl, conformando el pectoral de Shiu’teku’tli, señor de los ciclos, quien cabalga sobre un quetzal cuyo cuerpo, adornado con tres ojos, se alarga como río-serpiente (un jeroglífico complejo de Ketsalkoatl). Séjourné llama la atención sobre la persistente asociación de la mano y la flecha en el arte teotihuacano, intuyendo que encierra un juego conceptual entre la unidad esencial y la pluralidad manifiesta: El círculo formado por una o dos manos atravesadas por una flecha, resulta la manera teotihuacana de representar la fecha mítica Ce Acatl… Ya hemos señalado el valor de totalidad que posee la imagen de la mano. Su asociación con la estrella de la mañana descubre que el “uno” que forma el nombre de Uno Junco (Se Akatl) constituye, no una unidad simple, sino una unidad lograda por la fusión de varios elementos, como el Quincunce (cruz de cinco puntos). (El Universo de Quetzalcoatl) La suma de los sentidos que hemos analizado nos lleva al último simbolismo de la mano que estudiaremos por ahora: el de Makuilshochitl, cinco flor. Makuilshochitl es una abstracción; tipifica el concepto del retorno del mediador, de modo que tiene en esta teología la misma función que el Paraclytos de la doctrina cristiana. La iconografía y los mitos lo relacionan con Sholotl, lo cual lo identifica como otro nagual de Ketsalkoatl. Según el mito, Makuilshochitl era hermano de Mayawel, la diosa de la embriaguez de los sentidos, y gemelo de Shochiketsal, la Naturaleza. En una lectura psicológica esto tiene un gran significado, ya que, así como lo absoluto es la propiedad del Ser Supremo, la ciclicidad es la característica de sus manifestaciones. Este dios representa, pues, la asociación del espíritu con la materia, corporificada en el nacimiento de las serpientes emplumadas. Además, como nota el investi-gador Guillermo Marín, tal mediación estaba asociada a los cinco rumbos que, como sabemos, servían de morada filosófica a los Tonaleke: Macuilxochitl significa literalmente “cinco flor”, pero herméticamente significa los cuatro rumbos de la existencia y el centro unificador. Macuilxochitl es la forma encubierta de hablar de la búsqueda del equilibrio espiritual y material. (http://www.aquioaxaca.com/pueblos/mcuilxochitl.htm) Como extensión de ese sentido, Makuilshochitl llegó a ser el dios de las danzas y el juego de pelota, pues el movimiento del balón y las ruedas de danzantes eran alegorías de los astros, que, a su vez demarcaban el calendario y los cambios de eras cronológicas y religiosas. En su función como músico celeste, Cinco Flor se identifica con E’ekatl, el heraldo de Teskatlipoka ante los seres humanos, tal como vemos en el siguiente pasaje: Le dijo Tezcatlipoca: “Viento, ve a través del mar a la casa del Sol, el cual tiene muchos músicos que le sirven y cantan. Una vez llegado a la orilla del agua, dirás a mis criados que hagan un puente, a fin de que tú puedas pasar, y me traerás a los músicos de la casa del Sol”. Los

Makuilshochitl como heraldo de los dioses. Códice Laúd. La mano sobre la boca identifica a Teskatlipoka y Sholotl con Makuilshochitl. Códice Fejervary y Borgia.

músicos estaban vestidos de cuatro colores: blanco, rojo, amarillo y verde; uno de ellos tenía tres pies. (Este) respondió enseguida y se fue con él, y llevó la música que ahora usan en sus danzas en honor a los dioses. (Teogonía III.173-179)

Analicemos los elementos de esta fábula: el “mar” representa la conciencia cósmica, en cuyo seno vive el Sol, que es la conciencia focal de los mensajeros. Los colores de los músicos (entre los cuales se omite el negro, que es síntesis del conjunto y propiedad de Teskatlipoka) demuestran que ellos son los Tonaleke o tonos de la creación. El puente que crearon a través del espacio es la secuencia de sus descensos. Y la respuesta que uno de ellos dio al llamado de Teskatlipoka, creando los himnos y danzas de los mexicanos, se explica por sí misma; más adelante veremos por qué se afirma que ese mensajero tenía tres pies. Lo más notable es que, aunque el nombre del dios de la danza se formaba del número cinco asociado a la flor, su escritura no se hacía mediante cinco flores, sino mediante una mano que muestra sus dedos, colocada en torno a los ojos o sobre la boca. Esto último tenía doble sentido, pues, por una parte, aludía al silencio sacramental de los sacerdotes, y por la otra, proclamaba que él era el quinto vocero de de la Serpiente Emplumada. A través de Makuilshochitl, ya sea en su expresión como señor de la música o en sus numerosas simbiosis con Sholotl, Teskatlipoka, Ketsalkoatl y otras advocaciones, la mano adquirió finalmente el significado de cinco retornos o ciclo quinario. A fin de avanzar a una comprensión más profunda de dicho simbolismo, en este punto nos es necesario saltar de la mano al pie, ya que este último es capaz de una función que a aquella le falta, y que describe admirablemente el trabajo de la Serpiente Emplumada: caminar.

Capítulo 9

EL SIMBOLISMO DEL PIE La mutilación del pie expresaba la violencia de los ciclos creadores de un modo tan gráfico como la de la mano. Ya mencioné que la cojera era el atributo que caracterizaba a Teskatlipoka. Dicha mutilación se explicaba así: con la huella de un pie sobre la arena del tiempo, él creó la materia, pero el otro pie permanece en el misterio. Por lo tanto, es cojo. El tema de la cojera del dios tentador forma parte de una extensa mitología, presente también el Viejo Mundo. Los hindúes apodaban a los primeros hombres Ekapada, de un solo pie, debido a que fueron creados por la mutilación del pie de Brahma. En el Mediterráneo, el dios cojo es Efestos o Vulcano, La lucha entre la serpiente y el héroe solar. Códice Madrid. Señor del Inframundo, al cual Zeus tonante (el Dragón) arrancó un pie que la diosa tierra abrigó en su seno como germen de una nueva raza. En la Ilíada, el héroe Aquiles tenía un único punto débil por donde murió: su talón. El mismo mito aparece en la Biblia, donde el tullido es prototipo del Mesías, tal como vemos en la maldición que Yahvé arrojó sobre la serpiente32: Pondré enemistad entre ustedes. Él te romperá la cabeza, pero tú morderás su talón. (Génesis 3.15) La mutilación de Teskatlipoka fue un acto violento, que introdujo una nota de desequilibrio en la estabilidad del Universo prototípico, disparando una serie de eventos en cadena que terminaron con la creación de la materia y la vida. El dragón arranca un pie a La iconografía simbolizaba ese momento clímax como un Teskatlipoka. Códice Fejervary. 32

Astronómicamente, esta parábola se refiere a los eclipses; la serpiente es la Luna y el héroe del hacha o la espada, el Sol.

chorro de sangre que brota del muñón del dios oscuro, mientras que la literatura lo describía como un agüero, es decir, un acto de naturaleza mágica: ¡Prodigio funesto es el que mora entre nubes! Al morador de la región del frío arrancó un pie. (Himnos sagrados, Himno a Huitzilopochtli) Sin embargo, como nota Pablo Escalante Gonzalvo, la ausencia del pie, lejos de anular al órgano, era una forma muy efectiva de llamar la atención sobre sus valores simbólicos: Lo más frecuente es que el símbolo del pie se haga presente bajo la forma de la ausencia del pie. Es una paradoja atractiva: el pie es importante en el repertorio simbólico mesoamericano, y nos percatamos de ello al observar imágenes en las que ya no está. (Manos y Pies en Mesoamérica, Revista Arqueología Mexicana no. 71) En conclusión: la mutilación de Teskatlipoka no anunciaba una carencia, sino un cambio de estado. Para comprender los alcances de este simbolismo, es preciso que nos preguntemos ahora: ¿qué pasó con el pie, a dónde fue a parar? Para seguir la pista del pie, nos servirá de guía una costumbre calendárica. Reporta el padre Sahagún que los mexicas dedicaron la doceava veintena de su calendario a Teskatlipoka, y le llamaron Teotle’ko, descenso de dios. El descenso o retorno anual de la divinidad era sugerido a través de un elaborado ritual, en el cual el papel principal lo tenía una huella. Al llegar la veintena mencionada, los sacerdotes tomaban un bulto de masa de maíz finamente molida, lo colocaban sobre un petate en el altar del templo y lo velaban durante toda la noche. Hacia el amanecer, el Señor Humo del Espejo se manifestaba, imprimiendo en la masa la huella del pie de un niño pequeño. En cuanto ocurría el milagro, el Sumo Sacerdote salía corriendo y gritaba al pueblo: Topiltsin otemoa!, ¡ha descendido nuestro señor! Este rito demuestra que, el pie que Teskatlipoka perdió en su batalla con el monstruo de la tierra, no desapareció, sino que se manifestó en forma espiritual, sólo perceptible a través de su huella. En adelante, la huella representó a Teskatlipoka, hasta el punto de que, en la imposibilidad de expresar con dibujos su trascendencia, los teotihuacanos la emplearon como un signo aceptable. La iconografía y los rituales demuestran sin lugar a dudas que la presencia invisible (de Teskatlipoka) se traiciona por la impronta de un pie. (Séjourné, Pensamiento y religión en el México antiguo) Como símbolo, la huella evoca una idea opuesta a la mutilación; no implica una ausencia, sino una manifestación. Presupone un ser capaz de andar, de tocar, de dejar una marca sobre las cosas. A través de la huella, Teskatlipoka dejó de ser “viento y tinieblas” y se transformó en una deidad al alcance de los sentidos, los sentimientos y el intelecto humanos. Por ello, la iconografía no lo representaba con muletas u otros implementos para apoyarse; por el contrario, le dotaba de posturas dinámicas y andadoras, ya que el pie que le faltaba fue sustituido por un instrumento aún más útil: el penetrante espejo de los cinco rayos. Fue así como, a pesar de su cojera (o, más bien, por causa de ella), Teskatlipoka llegó a ser el autor de la creación. Nada tiene de extraño que, en consonancia con el mito, los mesoamericanos escogieran el paso y la huella para representar el diseño y la medida del Cosmos, tal como vemos en el siguiente texto: Trece medidas tiene el cielo: cuatro pasos descienden, nueve pasos completan (la medida) hacia arriba. He aquí, en dos direcciones se extiende (el cielo) desde el suelo y con cuatro huellas sale en la tierra. (Chilam Balam, Libro de los enigmas) Aquí se describen los planos cósmicos. Los nueve pasos que ascienden son los escalones del cielo-inframundo, personificados en uno de los títulos de Ketsalkoatl como concretador de las acciones: Nueve Vientos. Los cuatro pasos que descienden y “salen en la tierra” son los cuatro rumbos del corte horizontal del Universo, alusivos a las cuatro fuerzas fundamentales de la materia. Debido al apretado entramado que forman, el nombre de esas fuerzas era Koapetlatl, tejido de serpientes o de energías, razón por la cual, en ocasiones, los dioses creadores eran dibujados con una pierna en forma de serpiente.

El empleo del pie y sus atributos como metáfora del diseño cósmico introdujo en este

Un portador celeste desciende con un espejo y una pierna. Mapa de Cuauhtinchan. El pie transformado en espejo humeante. Códice Borgia El pie-serpiente. Códice Fejervary.

simbolismo una acepción de enorme importancia: puesto que el Universo era visto como una conjunción de ciclicidades, las funciones del pie sirvieron para representar los cambios de eras. Observemos, por ejemplo, el uso de la patada, el pisotón y la huella en las siguientes citas: Duró (la Era de) Quetzalcoatl trece veces cincuenta y dos años, acabados los cuales, Tezcatlipoca (le) dio una patada y lo derribó y quitó de ser Sol. (Teogonía e Historia de los mexicanos) Trece huellas será (el nombre de) el día en que la Era sea pisoteada, cuando dé una vuelta completa y se doble la Era, cuando sea cambiado el trono y el reinado, cuando arroje su poder y se levante hacia otro mundo. (Chilam Balam, Cuceb de años tunes) Un uso similar aparece en las imágenes siguientes, las cuales, a pesar de distar más de mil años entre sí, describen el mismo mecanismo calendárico mediante un paquete de huellas alusivas a la combinación número diecisiete del calendario (Nawi Ollin, cuatro movimiento), representativa del movimiento y la revolución. Por su sentido cíclico, la huella llegó a ser signo de advenimiento y completamiento, conceptos que fueron aplicados no sólo al calendario, sino también a otros aspectos de la realidad. Por ejemplo, en una imagen del Códice Borbónico, una hilera de huellas desciende al seno de Tlasolteotl, la diosa de las relaciones sexuales, representando la Señor del tiempo. Mural de Teotihuacan y Códice Magliabecchi. concepción y el parto de la criatura. En otra, del Códice Borgia, una huella en la falda de Miktekasiwatl, la señora de los muertos, en el momento en que ella devora un cadáver, indica el completamiento del ciclo biológico. Todos los sentidos que hemos analizado hasta aquí (el cambio de estado implícito en la mutilación, la manifestación indicada por la huella, el diseño cosmogónico medido en pasos, la secuencia de los ciclos y los conceptos de nacer y trascender) se unifican en el mito de la Serpiente Emplumada. No en balde, la persona La huella como emblema del nacimiento y la muerte. coja se decía en nawatl Kekesnekuilo, Códices Borbónico y Borgia. término formado de la misma raíz

Kets o Kes que en el título de Ketsalkoatl significa pisar la tierra, dejar una huella. Ya sabemos que Teskatlipoka y Ketsalkoatl son aspectos de una misma deidad. Su conjunción se hace evidente precisamente a través del símbolo de la huella, como vemos en la siguiente profecía: Bajarán abanicos, bajarán enramadas, bajarán ramilletes perfumados del cielo, sonará el tambor y gritará la trompeta. Pues (viene) el del pie de madera, el del paso de pedernal, el del trono de oro. Es tiempo de que el ave preciosa (Ketsal) se siente sobre la serpiente del océano (Koatl). (Chilam Balam, Primera rueda profética) De más está decir que “el del pie de madera” es Teskatlipoka, también llamado “paso de pedernal” por causa de su nombre calendárico, Se Tekpatl, uno pedernal. Su descripción como un quetzal que cabalga en una serpiente no necesita interpretación. En otras palabras: el pie que Teskatlipoka sacrificó en los cielos, ¡dio nombre en la tierra al profeta de Ketsalkoatl! Se comprende por qué, en el siguiente canto mexica, la aparición del mensajero cósmico fue descrita como el acto de ponerse de pie en el centro de los cuatro rumbos: Mi corazón está brotando flores en medio de la noche. Nació el divino maíz en la casa de nuestro origen, en la región de las flores (nació) Uno Flor. En la tierra te has puesto de pie, en medio de la plaza, oh príncipe Quetzalcoatl. ¡Haya alegría junto al árbol florido! (Himnos Sacros, Canto de Atamalcualoyan) Las siguientes imágenes se refieren a ese mito. En la primera, vemos dos sacerdotes sencillamente ataviados, entre los cuales hay una huella que desciende y una flor que rompe en pedazos dos espinas. Esto alude al triunfo de la vida sobre la muerte y al florecimiento del alma a través de la penitencia; pero también, en una clave mesiánica, al descenso de la deidad. En la segunda, la huella arde en llamas como señal de concepción, y se transforma en embrión que abulta el vientre de Mayahuel, la madre mística de las serpientes emplumadas. La asociación de Ketsalkoatl con la huella y el paso llegó a ser tan fundamental, que aparece incluso en textos escritos en lengua maya, donde el nombre de esta deidad no contiene la raíz Ketsa: Entonces vino el esplendente nivelador desde la séptima capa del cielo. Al bajar, pisó la espalda del dragón de la tierra para limpiar de una vez la tierra y el cielo. (Chilam Balam, Katunes aislados) Yo soy el gran libertador, soy quien se puso de pie. Yo soy el gran mediador, soy quien se puso de pie. (Ritual de los Bacabs) Una vez definido el Descenso de una huella. Códice Fejervary. significado mesiánico de la La diosa del maguey de parto. Códice Laúd. cojera de Teskatlipoka, podemos pasar a analizar aspectos más profundos de este simbolismo. Para ello, nos detendremos en un texto maya donde la huella sirve como referente de dos sucesos que, según aquellas creencias, están intrínsecamente relacionados: el surgimiento del tiempo y el descenso de la deidad en forma de un profeta: Antaño, cuando aún no había despertado el mundo, nacieron los tiempos y comenzaron a caminar. Entonces llegaron al Oriente y dijeron: “Alguien ha pasado por aquí; mira, las huellas de sus pies”. “¡Mide tu pie!”, le ordenó la Señora del Mundo. Así fue como descendió Dios y midió su pie. Por eso hoy decimos: “Xoc Lah-cab oc-lae lahca-oc”; este dicho se inventó porque el de los trece pies dejó su huella (sobre la tierra). (Chilam Balam, Libro del tiempo) Para entender esta parábola, tengamos en cuenta que el pie automáticamente despertaba en los mesoamericanos la idea de “medida”, y a partir de ella, la de “ciclo de tiempo”, es decir, la manifestación de determinados principios calendáricos. Estos principios dieron nombre tanto a las

personalidades de Ketsalkoatl como a los años y eras cosmogónicas. Las huellas que el Señor de las edades y su madre, la conciencia de la Tierra, encontraron sobre la arena del tiempo, son las vibraciones relictas de una etapa anterior. En sentido teológico, se trata del resultado de las obras de los mensajeros solares que descendieron en ciclos prehistóricos. Por eso, la diosa ordena a su hijo que mida su pie, es decir, que demuestre que puede compararse con aquellos próceres. De paso, le está recordando que su descenso ha de ser conforme a unos plazos determinados. En este punto, el sacerdote que redactaba del documento recordó un dicho maya que decía: Xoc lahcab oclae lahcaoc. He mantenido sin traducir esta frase, ya que encierra un apretado juego de palabras y es preciso analizarla detalladamente para comprenderla. El término inicial, Xoc, significa pez; en particular, daba nombre al tiburón y otros peces grandes y peligrosos del mar, y al dragón que sostiene la tierra, el cual, al corresponder al primer signo de la veintena calendá-rica, representaba la sucesión de los ciclos. En los textos mayas, el título Xoc aparece en forma alterna o conjunta con otros dos nombres del pez-dragón: Ain, monstruo, e Imix, el de lo profundo, aplicados respectivamente al planeta tierra y al calendario. Este monstruo es el responsable de que Teskatlipoka llegara a ser un dios cojo; dicho en otros términos, es el agente que cataliza la manifestación divina. Pero, no nos confundamos, no hay una diferencia sustancial entre la deidad de una huella y la fuerza que lo desgarra; tal “Manta Tezcatipoca”. desdoblamiento es sólo un modo mesoamericano de dramatizar el Códice Magliabecchi proceso de la creación. Como podemos ver en esta bandera mexica, el pez que desgarra a Teskatlipoka, pintado como un cuchillo de pedernal, es el propio Teskatlipoka. En conclusión: la primera palabra del dicho maya afirma que la “medida” del paso de Ketsalkoatl tiene que ver con su aparición sobre la tierra como primer elemento de la rueda calendárica. A continuación encontramos un término compuesto: Lahcab. En maya yucateco, Lah significa condición preciosa, Cab son las extremidades en general y los pies en particular, así que aquí dice precioso pie o paso. En maya quiché, Lahcab significa paso o huella verde, piedra preciosa, y es uno de los trece nombres de la Serpiente Emplumada. Cuando el término Xoc se une a Lahca, el conjunto describe los atributos de Teskatlipoka y de los cinco cargadores del cielo, y contienen además una referencia a la mística fecundación de Chimalma a través de la turquesa que le fuera entregada por un pez. Podemos traducir la expresión Xoc Lahcab como el dragón de los hermosos pies, el hermoso pie o huella del dragón, la piedra preciosa del pez – esta última acepción, sobreentendiendo que se trata de un embrión humano implantado en forma sobrenatural. Pero el adjetivo Cab también contiene otro significado, que hay que tener presente para comprender el sentido profundo de este texto: alimento. Tal como vemos en la siguiente cita, uno de los apodos de Teskatlipoka es “el guardián del alimento”. Todo se aquietará cuando termine la palabra de los ciclos. Entonces ella (la Madre Tierra) estará sentada en medio de la isla de Cozumel, cuidando de las siete cestas de pan de maíz. Y ocurrirá el fin del poder de los sacerdotes (de la vieja era), porque descenderá, porque se humillará, porque marcará la tierra con su pie el guardián del alimento (espiritual). Pues terminará el ciclo Trece, y será momento de que coincidan el Sol y la Luna, será la noche y al mismo tiempo el amanecer del divino Trece, del sagrado Nueve. Y el gran pez que sostiene la tierra hará que renazca la vida perdurable. (Chilam Balam, Katunes aislados) El “ciclo trece” es la totalidad de la rueda calendárica; la expresión indica que el descenso del guardián del alimento ocurrirá dentro del plazo predicho. Por ello, a continuación el texto menciona la conjunción del Sol y la Luna, siendo el primero el astro del mito solar o mesiánico, y la segunda la reguladora del calendario. En cuanto a las cestas de pan de maíz, se refiere a uno de los títulos de Ometeotl en el área nawatl: Tonakateku’tli, señor de nuestro sustento. En el Popol Vuh, los ancianos creadores del ser humano también son llamados Señores del Alimento, pues hicieron nuestra carne de maíz. En conclusión: la expresión Xob Lahcab también se traduce dragón (donador del) alimento

precioso o del espíritu vital. El sentido de “alimento” se precisa en otra acepción del término Cab: miel. La miel era considerada la esencia del alimento; por su relación con las abejas, que eran animales heráldicos de las serpientes emplumadas, también significaba el conocimiento esotérico. El libro maya Katún de las Flores desarrolla por extenso la relación entre la miel y el “infante precioso” cuya huella delata el descenso de Teskatlipoka. En otro libro maya se declara que la miel formaba parte de las claves de la iniciación chamánica: Dice el iniciador: “hijo mío, tráeme la luz que ilumina la gran llanura (el Universo), tengo deseos de comerla”. Lo que le pide (al candidato) es la miel líquida. Es lenguaje de misterios. (Chilam Balam, Lenguaje de Zuyua) Otro sentido de Cab es sostenimiento. Está relacionado con los dos anteriores, pero tiene un matiz especial, ya que la función del dragón cósmico es sostener a la Tierra y a sus criaturas. A partir de esta lectura, se revela que la expresión Xoc Lahcab está relacionada con la función de los pies y las piernas: el precioso dragón que nos sostiene. Por último, mencionaré que Cab es el nombre maya del signo número diecisiete del año sagrado, movimiento, que acabamos de ver en relación con diecisiete huellas en dibujos mexicas y teotihuacanos. “Movimiento” es la condición filosófica de la existencia, la función de las piernas en el cuerpo y un título de Ketsalkoatl como convulsionador de las edades. De modo que una nueva interpretación de la frase Xoc Lahcab es: precioso dragón de la medida del tiempo. Pero la composición Lah-Cab también se puede leer como Lahcab o Lahca, el número doce. El doce representaba al Ketsalkoatl ascendente, pues, siendo trece los planos del cielo, son doce los saltos que hay que dar para trascenderlos. En este simbolismo, el doce remite inevitablemente al trece. De ahí que los doce pasos del monstruo de la tierra den lugar al resto de la expresión: porque el dios de trece huellas vino a imponer su pie. Los doce intervalos aparecen en un dibujo mixteca. Vemos dos figuras humanas identificables como Tlasolteotl-Shochiketsal, la Madre Tierra, y Tonatiu’, el espíritu solar. Ella señala con sus manos hacia arriba y lleva en la falda el glifo de dualidad, él porta en el pectoral el signo de unidad e indica con sus manos hacia abajo. Tales gestos diseñan el triángulo de Ometeotl, dibujado con un nudo en su interior, lo cual anuncia que ambos discuten sobre una operación “de amarre”, es decir, de creación del mundo. Sus ademanes denotan, además, la conexión del cielo con la tierra, lo cual se hace aún más evidente en la banda pintada sobre ellos, con siete lunas (la central a modo de boca o vagina) que representan los planos celestes. En el punto exacto donde el cielo se precipita a la tierra como un chorro de agua, comienza un sendero de doce pasos divididos en seis grupos, que indican que la operación creativa ha sido dividida en otras tantas etapas. Una vez descifradas las sutiles aristas de la expresión Xoc Lahcab, continuemos con nuestra traducción. A continuación encontramos la conjugación Oclae: así dejó o Los dioses creadores. Códice Nuttall. cayó su huella, seguida de un nombre calendárico de la deidad, Lahca Oc, con dos traducciones: doce perro y doce paso. El doceavo grado del calendario asociado al signo Oc, perro, indica que la operación ocurre en la trecena de Uno Lluvia, el ámbito de manifestación de Tlalok. Como ya vimos, este dios, cuyo nombre significa con tierra, representa a Ketsalkoatl como creador de la materia y las formas físicas. Por ello sus ojos estaban nublados, metáfora de la humillación de la deidad a través del nacimiento humano. Así que la segunda parte del dicho maya se traduce: el doce perro (Tlalok) dejó su huella, en alusión a su descenso. En resumen, este refrán contiene una lección de teología, que podemos traducir más o menos así: el dragón de los hermosos pies, suministrador de alimento espiritual, conmovedor de las edades, precioso fecundador, ha dejado su huella sobre la tierra.

Capítulo 10

LOS PASOS DIVINOS Donde el símbolo del pie alcanza su dimensión culminante, es en la secuencia de pasos implícita al caminar. Al igual que nosotros, los mesoamericanos expresaban la necesidad de hacer las cosas ordenadamente con la metáfora de “ir paso a paso”; los pasos dieron al pie un nuevo significado: el de progresión evolutiva. Este sentido aparece desde el momento en que Teskatlipoka pierde su pie, pues tal ausencia connota también la presencia de una huella única, y por lo tanto, la primera de una secuencia. Tal relación se nota mejor en el nombre maya de Teskatlipoka: Huracán, generalmente traducido un pie, pero que también se puede interpretar como primera huella, según aparece en dos de sus apodos: Ahraxa Lac, la huella sobre la llanura (del mundo), y Ahraxa Tzel, la huella en el vaso (del cielo). Lo notable es que esa huella única no era simple: estaba compuesta por la totalidad de sus advocaciones. De ahí que, en ocasiones, los teotihuacanos representaran a esta deidad mediante la impronta de un pie cuyos dedos conforman el número cinco. La secuencia de los pasos implícita en el nombre de Huracán fue personificada en Vukub Kakix, una deidad quiché cuyo nombre se forma del número Vukub, siete, y el sustantivo Kakix, rostro de fuego. Los textos yucatecos le llaman Kinich Ahau, señor ígneo, y Kinich Kakmó, ave resplandeciente, títulos que nos remiten al mito mesiánico. Prueba de ello es que, según el Popol Vuh, La mujer de Vucub Kakix era Chimalmat. (Popol Vuh II.1) Ya sabemos que Chimalma fue el nombre genérico de las madres de los mesías mesoamericanos. La aparición de este dios ocurrió así: tras crear a los animales y las plantas, Ketsalkoatl preguntó: ¿Cómo hacer para que aclare y amanezca? ¿Quién producirá el alimento y el sustento? Entonces surgió “un ser orgulloso de sí mismo” y proclamó: Verdaderamente, (mi) naturaleza es sobrenatural. Por mí caminarán y vencerán Huella cuyos dedos son números. Dibujo teotihuacano. los hombres, (pues) yo seré el Sol y la Luna Representación de Teskatlipoka. Escultura totonaca. para el linaje humano. (Popol Vuh I.1-4) Con frecuencia, Vucub es representado como un quetzal o guacamaya con lengua de reptil, posado sobre una planta de maíz o una ceiba que brota de las fauces del dios de la muerte. La asociación entre el ave y el reptil es una referencia a la Serpiente Emplumada, mientras que el maíz y la ceiba eran las plantas del renacimiento. Por lo tanto, esta deidad simboliza el retorno de los mensajeros solares. Sin embargo, la capacidad de retornar alude a su contraria, pues solo puede renacer lo que muere. Por su naturaleza, las ideas religiosas tienen cierta inercia que pervierte el ciclo natural de nacimiento y El ave solar sobre el árbol. Estela de Izapa y mural del San Bartolo.

muerte. Es por ello que, según el relato, Vucub “se llenó de soberbia”, quiso perpetuarse y fue necesario que Huracán decretase su caída. Para conseguirlo, envió a la tierra a un joven llamado Hunahpú. El nombre de Hunahpú tiene tres traducciones: guirnalda de flores, primer tirador e hijo del pie o del paso. Cada uno de ellos tuvo su propio desarrollo simbólico; el sentido floral estaba asociado a Makuilshochitl, cinco flor; lo de “hijo del pie” se refiere a su vínculo con Huracán; en cuanto al sentido de “primer tirador”, deriva de la cerbatana, el arma que empleó Hunahpú para derrocar a Vukub. Vale la pena comentar sobre esta arma. El valor simbólico de la cerbatana estriba en el material del cual está hecha: la caña, vegetal que daba nombre al vocero prototípico de Ketsaslkoatl: Se Akatl, uno caña. Siendo un instrumento por donde corre el aliento, la cerbatana y su equivalente, la flauta, eran emblemas de E’ekateotl, el espíritu divino. Ambos instrumentos representaban a la columna vertebral, esa “flauta” del cuerpo por donde corre la energía vital, así como al eje o conjunto de fuerzas que sostienen el Cosmos. Lo más interesante es que el nombre nawatl de la flauta, Wila, también significa cojera. De ahí que los Teskatlipokas fuesen colectivamente llamados “los flautistas o músicos solares”. Los significados del nombre de Hunahpú demues-tran que este dios representa lo contrario que Vucub: es aquella dosis de violencia mediante la cual se hace posible la renovación de las eras. Como toda deidad mesoamericana, Hunahpú tenía un doble: Ixbalamqué, ocelote hembra, alusión a uno de los animales naguales de Teskatlipoka. Para cumplir con su tarea, los gemelos tomaron su cerbatana y, con un tiro certero, desencajaron la mandíbula del Señor Solar. Como resultado, este “ya no pudo hablar bien, perdió su majestad”. Cabe aclarar que la plasticidad del simbolismo mesoamericano permitía que sus elementos permutaran casi infinitamente. La mano y el pie eran equivalentes a otros órganos del cuerpo representativos de la conciencia, tales como los ojos, el pene, el corazón y la cabeza. En el caso de Vucub Kakix, el órgano afectado fue la boca, pues este personaje era un vocero de Ketsalkoatl. La relación entre la boca y las extremidades se nota en el jeroglífico de Makuilshochitl (la mano sobre la boca); pero el mito la hace aún más explícita al contar que, como resultado de la lucha, Vucub arrancó el brazo de Hunahpú. La caída de Vucub no es un hecho histórico, sino un mito alusivo a las desapariciones y retornos del héroe solar. Su aplicación a la historia es fácilmente reconocible en el arte mesoamericano. Por ejemplo, en el Ketsalkoatl con bastón y cerbatana. Códices Fejervary y Dresden. siguiente relieve olmeca, vemos un personaje barbado con una bandera, lo cual le identifica como mensajero de Ketsalkoatl. A su izquierda hay tres glifos cuya posible lectura en maya sería como sigue: el círculo superior tiene el valor de Ahau, señor solar; la flor de tres pétalos es el signo Way, nagual; el pico del glifo inferior lo delata como Kinich Kakmó, guacamaya de rostro solar. El nombre propio de este personaje aparece a su lado derecho, formado por la impronta de un pie, de modo que en quiché Huracán, una huella. El derrocamiento de Vucub Kakix. Vaso maya. Este abanderado es el primer Ketsalkoatl que recuerda la historia de Anawak. Los mayas lo reverenciaron como Itzamná, dragón del océano, y los nawas como Sipaktonal, dragón de luz. Se decía que él creó la escritura y el calendario. Por ser el primero de los civilizadores, le apodaron Wewekoyotl, viejo coyote. El primer hombre se llama Huehuecoyotl… El Quetzalcoatl de Tula tomó su nombre de (este)

primer Quetzalcoatl. (Códice Telleriano) Ayunaban los cuatro días postreros (de la veinte-na en honor) al Quetzalcoatl de Tula, que es el que tomó nombre del primer Quetzalcoatl. Ahora le llaman Una Caña, que es la estrella Venus. (Códice Telleriano) La identificación del “primer paso” como el aspecto humano o manifiesto de Huracán, nos permite comprender porqué el Popol Vuh afirma que Vukub tuvo un hijo llamado Zipacná Cabracán, dragón del segundo paso. Por un recurso típico de la mentalidad mesoamericana, y tal como ocurre con otros héroes, como Hunbatz y Hunchuen, Hunahpú e Ixbalamqué, Se Akatl y Sholotl, Sipaktonal y Oshomoko, etcétera, el Popol Vuh presenta a Zipacná Cabracán como dos entidades separadas; sin embargo, sus funciones y atributos los identifican como un mismo ser: Vucub Caquix tenía dos hijos, el primero se llamaba Zipacná (“dragón”), el segundo Cabracán (“segundo paso”). Su madre se llamaba Chimalmat. Zipacná jugaba a la pelota con los grandes montes que existían cuando amaneció. Cabracán movía los montes, por él se conmovía la tierra. (Popol Vuh I.5)

Primer paso. Relieve olmeca. Dos huellas. Relieves olmecas de San Antonio Suchitepéquez y San Lorenzo Tenochtitlan.

Como segundo término de la secuencia, es difícil localizar a Cabracán en la iconografía, ya que su característica – el tener dos pies – es común a la mayoría de las imágenes. Sin embargo, los siguientes relieves olmecas lo muestra inequívocamente, en particular el primero, donde un sacerdote llamado “dos huellas” aparece en el interior de una figura humanoide que se toma de los pies para formar el círculo de los ciclos. La vida de Cabracán contiene tres de los más claros mitos mesiánicos de la cosmogonía mesoamericana: se afirma que permaneció en un sepulcro durante tres días, que luego resucitó, y que derrocó el árbol o eje del cielo, ocasionando la muerte de los cuatrocientos sacerdotes de las estrellas33. Así fueron muertos los cuatrocientos muchachos por Zipacná, el hijo de Vucub Caquix. (Popol Vuh I.8) Este último episodio permite relacionar a Cabracán con Nanawatsin34, bubosito, el extraordinario personaje del mito mexica. Siendo un hombre enfermo y contrahecho, Nanawatsin encarnó las debilidades del ser humano en su grado extremo, y en un gesto de supremo desprendimiento, se ofrendó en una hoguera por la iluminación del mundo, circunstancia que ocasionó la hecatombe de los cuatrocientos dioses. Al sustituir la vieja tradición por un ciclo nuevo, se hizo patrocinador del Quinto Sol y su nombre fue aplicado al astro rey. La condición de Nanawatsin como una vocero de la Serpiente Emplumada está claramente referida en las fuentes. En primer lugar, fue el “hijo” inmaculado de Ketsalkoatl: Quiso Quetzalcoatl que su hijo fuese Sol, el cual era hijo sin madre. Y para hacerlo, lo tomó y lo arrojó en una gran lumbre, y de ahí salió hecho Sol para alumbrar la Tierra. (Teogonía e Historia I.66) Segundo: fue engendrado por los dioses a través de padres humanos: 33 34

En Mesoamérica, el número 400 significaba “innumerables”. También llamado Nanawatl, Nanawak y Nanawaton.

En este tiempo había (un) dios llamado Piltzintecutli (“Señor príncipe”) y su mujer se llamaba Xochiquetzal (“Pluma florida”), los cuales tenían un hijo que no era suyo, pero lo criaban, llamado Nanahuaton, cuyo padre (humano) se decía Itzpapalotl (“Mariposa de Piedra”) y la madre Cuzcamiauh (“Collar de Espigas”). Pues (los dioses) tomaban cuerpo y figura humana cuando bien les parecía. (Teogonía e Historia) Tercero: el Popol Vuh lo identifica con Huracán, el patrocinador del ciclo mesiánico: Dios del cielo y de la tierra, Corazón del cielo y de la tierra… tú, Huracán Nanahuac, halcón flechador, conquistador Serpiente Emplumada, portador y donador (del conocimiento), abuela del día y de la luz. (Popol Vuh) Cuarto: una fuente afirma que Se Akatl fue su descendiente espiritual: Este Sol ya es nuestro, de los que hoy vivimos, el Sol de Topiltzin de Tula, de Quetzalcoatl. Antes de este Sol, su nombre fue Nanahuatl, quien era oriundo de Tamoanchan, pues el Señor de Nuestra Carne y de los Ciclos lo llamó y le dijo: “Ahora tú guardarás el Cielo y la tierra”. (Códice Chimalpopoca) Por último, se afirma que él alcanzó el título de Señor Solar y trajo gran riqueza espiritual al mundo: Cuando los dioses quisieron hacer el Sol, hicieron penitencia para poder merecer ser Sol, ofreciendo cosas muy ricas. Mas Nanahuatl, como era pobre, no tenía nada para ofrecer y su sacrificio era picarse con una espina. Entonces se arrojó al fuego, y por su arte mágica, en que era bien sabio, fue al infierno, de donde trajo gran riqueza y fue escogido por Sol. (Teogonía e Historia de los Mexicanos) Como era de esperar, la personalidad que sucedió a Nanahuatsin-Cabracán en el mito mesiánico llevó un nombre donde el glifo del “paso” se asociaba al número tres, tal como vemos en el siguiente relato: Le dijo Tezcatlipoca: “¡Viento! Ve a través del mar, a la casa del Sol, el cual tiene muchos músicos que le sirven y cantan, entre los cuales hay uno de tres pies”. (Teogonía e Historia de los Mexicanos, III.173) El texto anterior fue escrito en español a partir de un informe redactado en nawatl. Es casi seguro que el nombre de este músico solar fuera Ekshitl, tres pies o tercer paso. Hasta donde conozco, esta es la única referencia literaria a un personaje que aparece con frecuencia en la iconografía del período clásico, pero no con tres pies, como traduce burdamente el cronista, sino con tres huellas. En el siguiente fresco, descubierto por Séjourné en un palacio de Teotihuacan, vemos un sacerdote que luce sobre su pecho un collar de siete cuentas preciosas, con tocado de ocelotedragón emplumado, las comisuras de cuyos labios son dos recuadros con el glifo Ollin. A mi juicio, es el retrato de un sacerdote de Ketsalkoatl. En la mano derecha sostiene un corazón emplumado con fauces de serpiente del que manan gotas de sangre. Pero el motivo más interesante aparece en su mano izquierda: un escudo en cuyo interior se enrosca la cola de una serpiente emplumada, rodeada de tres huellas humanas en espiral, en un desarrollo interior que interpreto como alusión a tres etapas del paso del Espíritu. En esta otra imagen, que forma parte de un grupo de almenas de estilo teotihuacano descubiertas por la arqueóloga Carmen Cook de Leonard en el templo de Cinteopa, Amatlan de Quetzalcoatl, aparece un personaje que Cook interpreta como un sacerdote con los atributos de Tlawiskalpanteku’tli, la estrella del alba. Con perspicacia, se pregunta por qué su nombre se escribió en todos los casos mediante tres huellas. Concluye que es una forma morelense de representar el título de Nakshitl, cuarto paso. Sin embargo, lo que ella no tiene en cuenta es que ese título sólo fue aplicado al príncipe de Tula, quien vivió al menos seis siglos después de la confección de las almenas. Nanawatsin. El nombre jeroglífico de este sacerdote es Ekshitl. Probablemente, se Mural teotihuacano. trata del mismo personaje que el cronista Alba Ixtlilxochitl llama Weman, gran ofrendador, y del cual afirma: Hallábanse en la mayor prosperidad (los toltecas) cuando llegó a esta tierra un hombre a

quien llamaron Ketsalkoatl y Hueman, por sus grandes virtudes, teniéndolo por justo, santo y bueno, enseñándoles por obras y palabras el camino de la virtud y evitándoles los vicios y pecados, dando leyes y buena doctrina… Y al tiempo que se fue despidiendo de estas gentes, les dijo que en los tiempos venideros, en un año que se llamaría Ce Acatl, volvería, y que su doctrina sería recibida por todos. (Primera Relación I.20) La transición entre los ciclos de “tres pasos” y “cuatro pasos” quedó recogida en diversos textos mayas. Veamos como ejemplo el siguiente: He aquí, se cumplió el tiempo del tercer paso, en un día llamado Uno Muerte murió el poder de este ciclo. Y se alzó el divino cuatro, y los cuatro sostenedores (del mundo) lo arrasaron todo. Y al terminar la nivelación, se irguió la gran ceiba roja, columna del cielo, señal del amanecer de un (nuevo) mundo. (Chilam Balam, Katunes aislados) El contenido mesiánico del texto anterior se perfila aún mejor en el siguiente cuestionario maya de la fe, donde el discípulo es llamado “hijo” y su interrogador “padre”: ¿Quién es el que entra la casa de Dios (la tierra)? Oh padre, es el llamado Representante que retorna35. ¿Qué día (tonal) bajó al vientre de la virgen? Oh padre, el (llamado) Cuatro Pasos bajó a su vientre. ¿Y qué día (tonal) fue el que salió? El (llamado) Tres Pasos fue el que salió. ¿Qué día murió? Murió Uno Muerte y entró a su Los planos del cielo. sepultura. Códice Vaticano 3738. ¿Qué fue lo que (en realidad) entró a su sepultura? Oh padre, (sólo) su caja entró a su sepultura. ¿Y qué entró a su pierna? Oh padre, la piedra roja (de su vida). ¿Cómo se llama la piedra que entró al cielo? Oh padre, (se llama) Piedra de la Flecha. Ese día él impuso su pie, y entró una piedra roja al oriente, y una piedra blanca al norte, y una piedra negra al poniente, y Sacerdote con escudo de tres huellas. también una piedra amarilla al sur. (Chilam Balam de Mural de Teotihuacan. Chumayel, Libro de los enigmas) Destaquemos los versos iniciales, según los cuales salió un “representante” llamado Tres Pasos y entró otro llamado Cuatro Pasos. Aquí hay un juego de palabras, pues el número maya Can, cuatro, también significa serpiente y cielo; mientras que el término Oc, paso, da nombre al signo de Perro. La combinación Can Oc, cuatro paso, también se lee el perro celeste, y es una referencia al tránsito inframundano de Ketsalkoatl en compañía del nagual Sholotl. Es notable la declaración de que la muerte de los mensajeros es aparente, pues lo que entró a la tumba figurada de la historia fue “una caja”, es decir, la armazón externa del movimiento de conciencia que ellos detonaron. Personaje denominado “tres huellas”. Su esencia espiritual, simbolizada por una piedra roja, Relieve de Amatlán. permanece viva, en asociación con la “pierna” de Huracán, y se proyecta hacia los rumbos como cuatro dioses-sacerdotes. 35 Kulem, de la raíz Kul, retorno, ciclo, equivalente de Kulel, mediador, delegado.

Algo a tener en cuenta, es que esa “piedra roja” es llamada “la punta de la flecha”. En la simbología mesoamericana, la fecha, el cuchillo de pedernal y la herida provocada por ambos instrumentos significaban, entre otras cosas, la fecundación. Por lo tanto, el simbolismo se refiere al nacimiento físico del Kulem, mediador. El mismo concepto fue plasmado en una imagen del Códice Vaticano 3738, donde cuatro flechas se clavan en cuatro ovoides, pertenecientes a un quinteto que se ubica en el plano central de los cielos. Los círculos representan la gema que fecundó el útero de Chimalma; notemos que el quinto se dejó aparte, como promesa del futuro cumplimiento del ciclo. En la siguiente descripción de los atributos de Witsilopochtli (la versión mexica de Ketsalkoatl), los cinco ovoides se transforman en plumones simbólicos de la concepción, asociados con cuatro flechas fecundadoras: El principal ídolo de los mexicanos… tenía en la mano izquierda una rodela blanca con cinco borlas de pluma dispuestas en cruz, y por las manijas, cuatro saetas que, según decían, les Witsilopochtli con escudo de habían enviado del cielo para hacer las hazañas. (Joseph de cinco ovoides y cuatro flechas. Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias V.9) El desarrollo de este simbolismo produjo uno de los títulos más significativos de Se Akatl: Nakshitl. Los libros de Chilam Balam corrompen ese título como Naxcit; los quichés le llaman (N)Acxopilli, príncipe del cuarto paso, excepto en el Popol Vuh, que adopta la forma yucateca de Nacxit; los zutujiles lo conocieron como (N)Acxikoatl, la huella de la serpiente, mientras que el cronista Chimalpahim le dice “Topiltzin Acxitl”, debido a que sintetiza la nasal inicial de Nakshitl con la nasal final de Topiltsin. Usualmente, los investigadores traducen este título de un modo literal: cuatro pies, a pesar de que no existe en la biografía de Se Akatl ningún episodio que lo justifique. Piña Chan supone que el apodo deriva de la ocasional representación de Ketsalkoatl y Dos cuerpos y una cabeza. Relieve del Tajín. Sholotl en el arte totonaca como dos cuerpos con una sola cabeza. Sin embargo, dicha hipótesis queda refutada por las siguientes observaciones: Primero: en la visión tolteca, todos los seres, tanto divinos como humanos, tenían un doble. De modo que la expresión “cuatro pies” difícilmente hubiese servido como identificador. Segundo: hay en nawatl un vocablo específico para aludir a un ser de cuatro pies: Manenemi, pero nunca fue empleado en referencia a Ketsalkoatl y su doble. Tercero: existía una diferencia conceptual entre el pie y la huella. El primero se representaba mediante el dibujo esquemático de un pie y tenía un sentido naturalista; el segundo, en cambio, representaba el verbo “pisar”. Hasta donde sé, la escritura jeroglífica del nombre de Nakshitl nunca se hizo mediante cuatro pies, sino mediante cuatro huellas. Cuarto: como acabamos de ver, en la iconografía anterior al nacimiento de Topiltsin, el profeta de Ketsalkoatl se encuentra asociado a un paquete de tres huellas, no cuatro. Quinto: los cronistas mencionan variantes de este título, en las cuales se elimina la referencia al pie pero se mantiene el numeral, demostrándose que este último no estaba aplicado a aquel, sino a un concepto de orden. Por ejemplo: Nappateku’tli, señor de cuatro veces, y Nauyotl, el cuarto. A mi juicio, la interpretación literal se debe a una mala lectura, pues cuando el término Ikshitl pie, se compone con números, adquiere el sentido de paso. Por ejemplo, en el diccionario de Molina ese término se une a Sentla, uno, en la voz Sentlakshitl, que es traducida “paso del que anda”. También aparece el término Nekshi36, formado de Neppa, cuatro veces, e Ikshitl, significando “paso a paso”. 36 La raíz Na, reduplicado, también se pronunciaba Ne, como se ve en el término Neppa, cuatro veces.

Por si cupiera alguna duda sobre la interpretación etimológica del título de Nakshitl, las siguientes citas demuestran que fue la evolución de un antiguo símbolo de orden: En el año Tres Casa llegaron los ancianos. Los guió hacia acá su rey, llamado “el melenudo de los toltecas”, “el príncipe que retorna”. Fue él quien llevó en sus espaldas al dios, al diablo (la condición divina) que llamaban Nauhtecuhtli (“cuarto señor”). (Chimalpahim, Memorial breve) El señor único, Cuatro Señor, nació de pie, cuatro veces fue engendrado de pie. ¿Quién fue engendrado, quién encarnó? El señor solar, gran rey rojo de rostro descarnado, el que mora en el centro del cielo y en el centro de inframundo. He aquí, él nacerá de nuevo, he aquí, está siendo engendrado. (Ritual de los Bacabs) La secuencia de los advenimientos de la Serpiente Emplumada fue dibujada en una lámina del Códice Féjérvary, cuya lectura es como sigue: Arriba a la derecha encontramos a Ketsalkoatl con atributos del dios del viento, parado sobre los glifos Dragón, Viento y Casa, que no tienen sentido calendárico, sino ideológico, pues expresan la idea: (Descenso del) Espíritu sostenedor a la casa (de la manifestación). La segunda imagen muestra a su contraparte femenina, Shochiketsal, la Naturaleza. Permanece de pie sobre un glifo de “camino” dentro del cual hay Las hipóstasis de Ketsalkoatl. cinco huellas equidistantes. Encima, un atado de Códice Fejervary. leña y una bola de copal que arde aluden a la ceremonia del Fuego Nuevo, lo cual revela que las huellas representan intervalos cíclicos. El camino se tuerce a partir del tercer paso, de modo que el cuarto queda enfatizado. Dibujado en forma oblicua, como corresponde a un término de transición, este paso se asocia con una serpiente que se enrolla sobre sí misma en señal de recurrencia. Lo interpreto como referencia a la cuarta etapa del ciclo, un significado que queda enfatizado por los jeroglíficos pintados al pie: Lagartija (la generación) y Serpiente (el cuerpo físico). A continuación, la lámina muestra a los “hijos” de esta pareja, identificables por sus atributos. Sus posturas, en el acto de dar un paso, expresan la idea de sucesión. Todos están inclinados, pues son cargadores o denominadores de ciclos. El primero tiene barba, que indica su condición de maestro; su mandíbula pintada de blanco lo asocia con Makuilshochitl, mientras que su puntiaguda nariz le delata como Yakateku’tli, señor puntero o guía, una deidad que ha sido plenamente identificada con Ketsalkoatl. En su mochila hay una huella de la que brota una flor que le da nombre: Huella Florida. El segundo personaje porta un número dos en su mochila, lo cual indica su número de orden. Dos flechas lo atraviesan, en alusión a la enfermedad venérea o “solar” característica de Nanawatsin, bubosillo. La combinación de los números y las flechas forma el nombre de Omakatl, dos caña, la advocación de Ketsalkoatl como patrón de la medicina. El nombre del tercer caminante aparece escrito encima de su bastón, formado por una mano-pie de la que sale un hacha resplandeciente. Lo traduzco de dos maneras: Wewak, mano fuerte, y Tepostekatl, el del hacha, ambos nombres asociados con los voceros de Ketsalkoatl. El glifo de su mochila se forma por dos puntos separados por una raya, lo cual se lee Mikistli, muerte, y en este caso probablemente representa el valor Tla’ko, mitad, ya que el personaje está ubicado en el punto central de la serie. Por último, llegamos a un vocero que repite los atributos del primero: la barba, la mandíbula pintada y la nariz puntiaguda, indicando que con él se cierra una serie de desdoblamientos del mismo ser. Su identidad no admite dudas, pues carga una cruz sobre la cual está escrito el nombre de Nakshitl, cuatro huellas, lo cual se confirma en la siguiente cita de Sahagún: Nacxitl era uno de los hermanos de Yacatecuhtli. (Historia General)

Su mano derecha afirma que él es el cuarto de cinco individuos, mientras que la izquierda dice que estos cuatro coexisten en unidad, o que aún falta uno para terminar el ciclo (o ambas cosas a la vez).

Capítulo 11

HISTORIA DE SE AKATL TOPILTSIN Como muestra de un proceso mesiánico en el México antiguo, examinemos la historia de Se Akatl Topiltsin Nakshitl, nuestro señor uno caña cuarto paso, rey-sacerdote de Tula y vocero de la Serpiente Emplumada. Ante todo, disipemos los infundios que se han divulgado sobre su vida: Se Akatl no fue un vikingo arrojado por el mar ni un misionero cristiano; su inserción dentro de la cosmovisión mesoamericana no es accidental, sino medular. Su historia quedó mezclada con el mito de Ketsalkoatl, pero, cuando se deslindan los elementos generales de los individuales, el rostro del ser humano sale a la luz con suficiente nitidez como para ensayar una biografía. Su nacimiento ocurrió así: reinaba en la ciudad de Tula un señor llamado Mishkoatl Kamashtli, serpiente de nubes de rostro encendido. Un día, una joven llamada Chimalma fue abañarse al río. Mishkoatl la vio y quiso tomarla, pero la joven le presentó batalla y lo derrotó. Entonces él dio la orden de que la encerraran en un monasterio y la entrenaran como futura reina de los toltecas. Mishkoatl no es un personaje histórico, sino la advocación mediadora de Teskatlipoka. Probablemente, su aspecto humano fue el rey Totepeu’ Ilwitilmantli, nuestro caudillo del manto celeste, quien unificó el reino de Tula hacia la segunda mitad del siglo X después de Cristo. Por su parte, Chimalma es la madre genérica de los voceros de Ketsalkoatl; según afirma el cronista Ixtlilxochitl, la progenitora de Se Akatl se llamó Ketsalshochitsin, florecilla emplumada. Sin embargo, las leyendas se refieren a ambos personajes por sus nombres divinos, pues su parentesco con Ketsalkoatl los elevó automáticamente al rango de dioses del panteón. ¿Dónde ocurrió su encuentro? La tradición afirma: Un dios llamado Camaxtli, por otro nombre Mixcoatl, tomó por mujer a una diosa llamada Chimalma, de la que tuvo hijos, entre los cuales había uno de nombre Ketsalkoatl37. Éste nació en Michatlauhco y fue entregado a sus abuelos, pues su madre murió al darlo a luz. (Teogonía e Historia de los Mexicanos) Michatlako o Michatlauko es un locativo compuesto de Michin, pez, y Atlako o Atlauko, barranca, de modo que se traduce barranca del pez. En la actualidad no existe ningún pueblo de ese nombre, pero otra cita nos permite ubicarlo en Witsnawak, el actual estado de Morelos: Fue Mixcoatl a conquistar Huitznahuac; a su encuentro salió la mujer Chimalman… Se echa con la mujer de Huiznahuac, la que luego se empreñó. (Anales de Cuauhtitlan) Dos fuentes insinúan que el lugar exacto estaba cerca de la ciudad de Kuau’nawak, actual Cuernavaca: Estando en tierras de Cuernavaca, en cierta caverna, dos personajes, llamados él Oxomoco y ella Cipactonal, pareció a la anciana tomar consejo de su nieto, Quetzalcoatl. (Jerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana) El nombre del primer hombre no lo saben, pero dicen que fue creado en una cueva de Tamoanchan, en la provincia de Cuernavaca, que es Cuauhnahuac. (Teogonía e Historia III.128) Una ubicación más precisa se infiere de un mito conservado en el pueblo de Tepoztlan, cerca de Cuernavaca, relativo a cierto señor al que los lugareños llaman Tepostekatl, el hombre de la espada. El historiador Jiménez Moreno identifica a este personaje con Topiltsin, hipótesis que se sostiene mediante el estudio de varias láminas del Códice Magliabecchi, donde queda claro que 37 Respecto a sus hermanos, otras historias aclaran que eran hijos de Mishkoatl y su esposa anterior, Ilankueitl. Chimalma murió virgen.

Tepostekatl es otro título de Ketsalkoatl38. Una prueba adicional del sitio natal de Se Akatl se obtiene al analizar un mapa contenido en el códice Chimalpopoca, en el cual aparece un pez, glifo de Michatlako, en una sierra delimitada por los montes de Chimalma y Mixcoatl, junto a la expresión “Ce Acatl Topiltzin 52 (años)”. A su alrededor hay ocho localidades que tanto podrían asociarse con Tula como con Tepoztlan. Sin embargo, sería inútil buscar Michatlako en la geografía política actual de los alrededores de Cuernavaca, pues en la época en que Tula conquistaba esa región, los lugareños, para protegerse de las invasiones, vivían en las montañas. Es probable que la barranca del pez se encuentre en alguno de los parajes actualmente desabitados que se extienden entre Tepoztlan y Yautepec; quizás en Cinteopa, a pocos kilómetros del pueblo de Amatlán, donde quedan restos de un templo teotihuacano. Un día, mientras Chimalma se bañaba en la barranca de Michatlako, se le apareció un pez que le anunció un milagro: Ketsalkoatl había decidido volver a la tierra y la había elegido como madre. Como prueba de su mensaje, el pez le entregó una cuenta de jade, que ella guardó en su boca. Pero, mientras regresaba al templo, tragó la cuenta accidentalmente, de lo cual quedó embarazada. Un poema describe así su fecundación: ¡Oh, turquesita labrada donde el gran dios, donde la gran señora, por los dueños del tiempo cíclico! Has llegado a este mundo desde muy lejos, pobrecilla, fatigada. ¡Nuestro Señor Ketsalkoatl ha arrojado al polvo una piedra preciosa! (Códice Florentino) Este relato es simbólico y ningún tolteca culto lo hubiese tomado en sentido literal. Forma parte de la mitología universal. Por ejemplo, también el héroe hindú Matsya se metamorfoseaba en pez, como sus semejantes, el babilónico Oannes y el egipcio Osiris. Del patriarca Moisés se afirma que fue sacado del agua, Jonás pasó tres días en el estómago de un pez y Jesús declaró a quienes le tentaban que la prueba de su condición mesiánica era “la señal de Jonás” (razón por la cual el emblema del Cristo son dos peces cruzados). En Mesoamérica la relación se acentúa, ya que el nombre nawatl del cielo era Teoatl, agua

Chimalma y Mishkoatl en Michatkako. Códice Vaticano 3738. El pez mensajero de E’ekatl. Códice Laúd.

38 Los moradores del Tepoztlán suponen que Tepostekatl fue un rey contemporáneo de la conquista española. Sin embargo, el análisis histórico demuestra que este título perteneció a la dinastía reinante de El Tepostekatl con atributos de Ketsalkoatl. Tepoztlán, fundada sobre la memoria de Se Akatl. Códice Magliabecchi. Mapa del Códice Chimalpopoca.

divina, también aplicado al océano mundial. Así como los cristianos, por creer que el cielo estaba hecho de aire, representaron al espíritu santo como una paloma, los mesoamericanos, por creerlo de agua, lo asociaron con un pez, tal como denota otro nombre de Mishkoatl: Mimich Shiu’nel, el pescador de la preciosa verdad. También la cuenta de jade o turquesa que fecundó a Chimalma tiene un sentido espiritual, pues representaba lo precioso y, por excelencia, al aliento y la vida, y daba nombre a la diosa de

Hombre-pez. Escultura totonaca. Mayawel amamantando un pez. Códice Borgia. Mishkoatl pesca un alma en el océano celeste. Códice Borgia.

El mesías babiolónico Oannes. Relieve persa. El avatar hindú Matsya. Pntura hindú. Osiris en forma de pez. Tumba de Jabejenet. Jeroglífico de Cristo, relieve copto.

la energía vital, Chalchiu’tlikue, falda de jades. En las transacciones comerciales, la cuenta servía como moneda, por lo que contenía el concepto del Masewalistli, merecimiento. Esto explica su papel en el mito, ya que, al igual que en otras tradiciones religiosas del mundo, el descenso de Ketsalkoatl fue interpretado como un acto de merecimiento o salvación colectiva: Él nació de la virgen cuyo nombre en el cielo es Chimalma. Chalchihuitl quiere decir la piedra preciosa de la penitencia o el sacrificio. (Códice Telleriano) Declaran que el Supremo dios Tonacatecutli hizo nacer a Quetzalcoatl sin intervención de mujer, por su solo soplo, cuando envió a su embajador y lo anunció a la virgen en Tula. Dicen que él salvó al mundo con su penitencia. (Códice Vaticano) A través de la gestación de Chimalma, Mishkoatl llegó a ser el padre adoptivo de la criatura; de ese modo, la teología tolteca resolvió una vez más la dualidad representada por Teskatlipoka y Ketsalkoatl. Ello explica la insistencia de los sacerdotes mexicas en proclamar el parentesco divino en las fiestas que celebraban en honor a Mishkoatl: Decían: “Hoy sale Camaxtle como su hijo Quetzalcoatl”. (Las Casas, Los Indios de México) Poco antes de nacer el niño, Mishkoatl fue asesinado por sicarios a las órdenes de sus propios hermanos. Cuando Chimalma se enteró, cayó en dolores de parto y pidió ser llevada a la caverna de Michatlako. Un texto describe así su alumbramiento: Sobre su escudo, por la virgen, fue dado a luz el gran guerrero. En el monte de la Serpiente de Nubes nadie pudo enfrentarlo. ¡La tierra se volteó cuando él tomó la pintura de guerra y la

rodela! (Himnos Sagrados, Canto del escudo) Pero el parto tuvo una consecuencia trágica: Cuando nació Quetzalcoatl, cuatro días afligió a su madre, y así que nació, ella murió inmediatamente. (Anales de Cuauhtitlan) ¿Cuándo ocurrió el nacimiento? Afortunadamente, la costumbre tolteca de nombrar a los niños según su fecha natal nos ayuda a resolver este enigma. Los Anales de Cuauhtitlan especifican que el nombre de Se Akatl, uno caña, se debió al año en que nació: Año Uno Caña. Se refiere que en él nació Quetzalcoatl, el que fue llamado Nuestro Señor, el sacerdote Uno Caña Serpiente Emplumada. Se dice que su madre fue la llamada Chimalma, quien concibió porque se tragó una turquesa. Debido a que los nombres anuales en la versión calendárica nawatl se repetían cada 52 años, la fecha Se Akatl se puede ubicar en cualquiera de los años de ese nombre en los que se desarrolló el reino de Tula: 791, 843, 895, 947, 999 y 1051 después de Cristo. Las dos primeras son demasiado tempranas, ya que por entonces Tula aún no era un reino imperial; en cuanto a las dos últimas, son rechazadas por los estudiosos, pues a principios del siglo XI comenzó el declive del reino. Los hallazgos arqueológicos señalan que el período de guerras de conquistas asociado con el reino de Mishkoatl comenzó en el siglo X después de Cristo, momento en que la influencia de Tula se Ketsalkoatl y Se Akatl. Relieve de Tula. extendió por toda Mesoamérica. En correspondencia con esto, los códices mixtecos reportan que alrededor del año 950 después de Cristo ocurrió lo que ellos llaman “la guerra celeste”. Quedan, pues, dos años Se Akatl para escoger: 895 y 947. Aquí vienen en nuestra ayuda los códices mayas, los cuales, al contar con un sistema calendárico paralelo, nos permiten triangular la fecha. Los libros de Chilam Balam describen algunos episodios de la vida de un Ketsalkoatl y su profeta junto a la fecha Siete Caña. Relieve de Tenochtitlan. personaje a quien llaman Kukulcán, serpiente emplumada. Su identificación con Se Akatl se establece a través de los libros de Tzimin y Chumayel, que aplican invariablemente a Kukulcán el apodo de Naxcit (Nakshitl), exclusivo del héroe de Tula. El Chumayel contiene una referencia fechada a su nacimiento: En el Ocho Ahau fue cuando la poderosa (Señora) de la miel limpió la plaza de la ciudad para preparar el descenso del poder del divino trece. Entonces se atavió el Rey de Uxmal39 y vino a imponer la huella de su pie en las espaldas del Dragón de la Tierra, aquí en Chichén, para que reinara Nacxit Kukulcán. (Eso) aconteció durante el gobierno del Señor Ulil. Y terminó el poder de la serpiente devoradora, pues fue superada por Kukulcán. Y lo vieron y oyeron todos los moradores, quienes habían dado a sus hijos en ofrenda para alimentar a la serpiente. (Chilam Balam, Libro de los Linajes) El ciclo maya Ocho Ahau transcurrió entre los años 928 y 948 de la era cristiana. El texto afirma que por entonces descendió el “cuarto paso” del “divino trece” a imprimir “una huella” en la espalda de la tierra. Dentro de este período cayó el año Se Akatl 947, que se erige como la única fecha firme para el natalicio. En cuanto al día natal, es mencionado en la siguiente cita: Topiltzin Quetzalcoatl nació el día Siete Caña. Ese día se hacía una gran fiesta en Cholula y 39 Uxmal fue la primera capital del Nuevo Imperio Maya. Su rey, de apellido Ulil, caracol, parece haber sido quien ofreció asilo político a Se Akatl.

venía toda la tierra a esa fiesta. (Códice Telleriano-Remensis) La importancia de ese día se confirma en un relieve dedicado a Ketsalkoatl por el rey mexica Awisotl en el año Siete Caña de 1499, donde aparecen la Serpiente Emplumada y su profeta. Para averiguar a qué fecha gregoriana corresponden este día, tenemos que correlacionar nuestro calendario con el tolteca. Según la más reciente investigación40, los mesoamericanos denominaban a sus años por el nombre del día en que ocurría el paso cenital del Sol en la latitud de la ciudad olmeca de La Venta, un suceso que, en la época mexica, ocurría el 3 de Mayo (actualmente, el 13 de Mayo). Por lo tanto, si el 3 de Mayo juliano fue Uno Caña, entonces el Siete Caña cayó veinte días antes, el 13 de Abril. Sin embargo, antes de apresurar una conclusión, hay que tomar en cuenta que estos veinte días demarcaban una veintena del calendario. Es posible que lo que celebraban los anawakas a la llegada del Siete Caña no fuese el natalicio en sí, sino el comienzo del “mes” en que dicho evento tuvo lugar. Ello explicaría la siguiente referencia del padre Las Casas: La ciudad de Cholula, entre muchas y diversas fiestas que tenía, celebraba una cada año el primer día de mayo, ofreciendo a Quetzalcoatl muchas rosas y flores. Los sacerdotes se vestían unas ropas largas hasta los pies, blancas, sembradas de flores negras, y salían con unas diademas en las cabezas. Esta era una fiesta muy suave y no costosa (no sangrienta). (Los indios de México y Nueva España) De aquí infiero que el natalicio de Se Akatl ocurrió en los últimos días de la veintena demarcada por las fechas Siete y Uno Caña. El niño Se Akatl tuvo una suerte difícil desde el primer momento de su existencia, pues los usurpadores del trono de Tula habían decretado su muerte. Para este fin, sobornaron a unas parteras, quienes lo arrojaron en un hormiguero; pero las hormigas alimentaron al pequeño con masa de maíz. Luego, las parteras lo echaron sobre las hojas de un maguey, a fin de que sus púas lo atravesaran; pero, en lugar de herirle, la planta acunó al cuerpecito y lo alimentó con su savia azucarada. Por esta razón, la gente comentó que el pequeño era protegido de Mayawel, destiladora, la diosa de los ritos de iniciación41, y le dieron los apodos de Mekonetsin, niño del Los sufrimientos del infante. Códice Fejervary. maguey, y Mayapiltontli, hijo de la embriagadora. Aquí se esconde una alegoría espiritual. Los antiguos mexicanos fabricaban su vino de juego de maguey. Creían que esta planta fue creada por E’ekatl, el espíritu, a pedido de los dioses, quienes se dijeron: He aquí, el hombre estará triste si no hacemos algo para regocijarle, para que tome gusto de vivir en la tierra y nos alabe y cante y dance. (Teogonía e Historia III.130) En Mesoamérica, las sustancias embriagantes tenían un significado ambivalente, pues, por un lado, se asociaban con los borrachos, violadores de las costumbres toltecas, y por el otro, con los devotos “embriagados” en el néctar de la espiritualidad. El maguey representaba, pues, los cambios de la conciencia. Como podemos comprender, el hijo de Mayawel no es el bebedor envilecido en su vicio, sino aquella persona que ha comulgado en la fuente de la embriaguez figurada de los sentidos, haciendo pacto con ella y trascendiéndola. Viendo que era imposible matar a Se Akatl, las parteras decidieron tirarlo al río. Pero el agua era un elemento afín al niño, pues este había sido engendrado por Tlalok, el señor del océano cósmico. De modo que la corriente lo depositó suavemente en la orilla, donde fue recogido por un leñador oriundo del pueblo de Yautepec. A partir de ese momento, el niño fue criado en secreto por sus abuelos. A los nueve años, Se Akatl localizó los restos de su padre, que habían sido apresuradamente enterrados por los asesinos en la costa del Golfo, y pidió a sus abuelos que les dieran un entierro digno. Esto alertó a los usurpadores del reino, quienes decidieron invitarlo a una ceremonia para 40

Lea al respecto Sagrado Trece, los calendarios del antiguo México, del autor. 41 El parecido entre este nombre y el de Maya, la diosa hindú de las ilusiones no es accidental. También la raíz sánscrita May significa embriagar.

asesinarlo. Pero el joven Se Akatl, sospechando esta celada, se levantó de madrugada, subió a la pirámide y encendió una hoguera en su cima. Al verlo, los príncipes corrieron, pero al subir por la empinada escalera se cansaron de tal modo, que Se Akatl pudo flecharlos fácilmente. Esta leyenda, donde quizás se esconde algún episodio histórico, refleja la inestabilidad que vivió el reino de Tula durante la segunda mitad del siglo X. Diversas circunstancias climatológicas y sociales se aunaron para forzar la migración de las naciones que vivían en el sur de los actuales Estados Unidos. Estos pueblos, a los cuales los toltecas llamaban despectivamente Chichimeka, hombres-perros, introdujeron la costumbre de sacrificar a los prisioneros de guerra en honor a Teskatlipoka. En ese contexto, resultó evidente la necesidad de una reforma religiosa que revitalizara el culto de Ketsalkoatl, y personajes como Se Akatl y otros entraron en escena. Una crónica cuenta que, antes de llegar a su mayoría de edad, Se Akatl se dedicó a la vida monástica. Después que Ce Acatl fue mancebo, hizo siete años de penitencia, andando sólo por los cerros y sacándose sangre. (Teogonía e Historia I.84) Esta etapa está relacionada con una leyenda que recuerdan los campesinos de Tepoztlán. Afirman que el joven príncipe fue devorado por una enorme serpiente, pero, estando en su vientre, sacó de su bolsa “unas navajitas de obsidiana” y desgarró con ellas a la fiera. Lo interpreto como sigue: la serpiente es la escuela sacerdotal tolteca, que por la época de Se Akatl tenía su sede en la ciudad de Wewetlapallan, lugar de la antigua sabiduría42. La navaja, equivalente simbólico del espejo de obsidiana, era símbolo de Teskatlipoka y del conocimiento esotérico. La metáfora de ser deglutido por un animal sagrado, convirtiéndose en parte de su carne y su sangre, significaba la incorporación del conocimiento y otras cualidades. A mi juicio, el relato se refiere a la entrada de Se Akatl en la hermandad de las serpientes emplumadas, un suceso que desgarró al cónclave sacerdotal en dos bandos: los partidarios de la tradición y los partidarios del cambio. La versión maya de esta leyenda se conservó en un pequeño libro de cantos rituales llamado Cantares de Dzitbalché, que afirma: Vengo a deciros cómo en esta región del mundo, mucho tiempo antes de que hubiésemos nacido, se paseaba el Señor Serpiente. Tenía este siete notables cabezas con las que tentaba a quienes encontraba en su camino, y quienes no sabían responderle, resultaban devorados. Pero, he aquí, un día apareció uno que supo responderle. Cuando lo oyó aquel, se entristeció, pues estaba dicho que, quien entendiera, ese sería llamado grande, verdadero hombre, y sería el nuevo

La Serpiente Emplumada devora al candidato. Códice Ríos. La Serpiente Emplumada adquiere un rostro humano. Dibujo maya.

Señor Serpiente. (Cantares de Dzitbalché) Afortunadamente, las preguntas iniciáticas se conservaron en otro libro maya. Aunque están elaboradas en un lenguaje esotérico, lleno de metáforas, juegos de palabras y velos sobre velos, podemos percibir a través de ellas que lo que se proponía al candidato a sumo sacerdote, era que demostrara su competencia en el manejo de los poderes de la mente y el cuerpo. He aquí un fragmento resumido: El preguntador viene a pedir su entendimiento a los príncipes de los pueblos, y que lo 42

Es probable que esa ciudad corresponda a los restos de una ciudad olmeca recientemente encontrada junto al pueblo de Minatitlan, Veracruz.

comprueben. Este es el primer enigma que le propondrá: ‘traedme al Sol’. Y el segundo: ‘traedme el cerebro del cielo’. El tercer enigma es que construya una casa grande, cuya fachada esté en línea recta con su techo, y que ambos sean de una pieza. En la cuarta prueba, se les pedirá que regresen a su casa y que lleven consigo a su perro. El quinto enigma es que busquen el corazón de Dios en el cielo. El sexto, que busquen la rama de la ceiba en torno a la cual hay torcidas tres cuerdas vivas. Por último, se les dirá: ‘alcanzad aquello que hay en el fondo del pozo’. El que haya entendido, podrá alcanzar el señorío. Los muertos nada entienden, pero los vivos entenderán. (Libro de los Enigmas, Chilam Balam de Chumayel) Como parte de su iniciación sacerdotal, Se Akatl aprendió artes marciales, y no había mejor ocasión para entrenarse que las guerras por la reunificación del reino. En el (año) trece, este Ce Acatl comenzó a guerrear y fue el primer (el más grande) señor de Tula, porque los moradores de ella lo tomaron por Señor, por ser valiente. (Teogonía e Historia I.85) Le pusieron este nombre: Ce Acatl, Tigre de la tierra, por ser el tigre el animal más bravo. (Códice Telleriano-Remensis I.186) Según el Códice Chimalpopoca, a los veintiséis años lo enviaron al colegio de estadistas en Tulancingo. Finalmente, en el año Cuatro Pedernal, equivalente al 976 de la era cristiana, lo eligieron rey de Tula. Fue entonces cuando recibió el título de Topiltsin, que tanto significa nuestro príncipe como reverendo bastón, ya que el bastón era emblema de los magistrados supremos de la nación, y ese fue el cargo que Se Akatl ocupó. La primera etapa de su reinado estuvo orientada hacia la integración del reino y la elevación de los niveles de vida de la gente. La leyenda lo describe como un gobernante sabio y justo, hábil constructor de pirámides y palacios, agrónomo, pintor y reformador del calendario. Por entonces Tula alcanzó su máxima influencia, controlando todo el Anawak mediante una alianza con las ciudades de Culhuacan, Cholula, Xochicalco y Chichén Itzá. Una crónica afirma: Nacxit era el gran Señor, el único y supremo juez de todos los reinos. (Popol Vuh IV.6) Pero el poder material no ensoberbeció a Topiltsin, quien se destacó por llevar una vida monástica, de servicio y penitencia. Una fuente lo describe así: ¿Acaso no era un hombre pacífico, acaso se burlaba de la gente? En verdad, andaba a ras de tierra, se humillaba, iba al encuentro de Nuestro Señor, el Amo de El rey Topiltsin. Códice Durán. la Cercana Compañía, velando en las Las penitencias de Topiltsin. Códice Florentino. noches, postrándose sobre sus rodillas y sus codos, suspirando a la medianoche. Sólo entonces se levantaba y salía, tomaba la escoba y barría el camino, limpiaba el pozo, atendía a las cosas. (Códice Florentino VI.20) Pero el destino le preparaba una amarga experiencia. Todo comenzó cuando Topiltsin prohibió los sacrificios humanos, circunstancia que determinó a los sacerdotes de Teskatlipoka a expulsarlo del reino. Cierta mañana del año Cinco Casa, equivalente al 977 de la era cristiana, un anciano tocó a la puerta del palacio real y pidió audiencia con el Topiltsin se encuentra con Teskatlipoka. Códice Florentino. rey. Una vez en su presencia, el viejo le Dos Conejo, dios de la embriaguez. Escultura totonaca.

mostró un espejo de obsidiana hechizado. Al asomarse, Topiltsin se vio transformado en un conejo ensangrentado, lanzó gritos de terror y juró que nunca permitiría que le vieran sus semejantes. A partir de ese momento, le aplicaron el mote de Ometochin, dos conejo. Para tranquilizarlo, el viejo le ofreció un frasco de medicina y lo conminó a beber. Pero el frasco en verdad contenía vino de maguey reforzado con hongos psicoactivos. Lo bebió Se Akatl y percibió que su alma se desdoblaba. En ese punto, el viejo le ordenó: ¡Por fuerza has de pisar el país negro y rojo! Allá te espera desde el comienzo del tiempo un Señor anciano, tu verdadero padre. El te dará en herencia un reino nuevo, mejor que este que aquí posees. Ese Señor es el Sol que nos alumbra, y su reino, el campo mágico de las infinitas mariposas. Entre vosotros os comprenderéis cuando llegues a su presencia. Cuerpo tendrás entonces de mancebo, y como niño, así te tornarás. (Anales de Cuauhtitlan) La brusca irrupción de la luz del hongo en el alma de Se Akatl tuvo un efecto que sus súbditos jamás hubieran esperado: el monje-rey rompió sus votos, cometió incesto con su hermana Ketsalpetlatl y cambió su hábito de penitente por un traje ostentoso. Tales hechos, contrarios a la ética tolteca, fueron interpretados como una trasgresión de todo el pueblo: Ellos perdieron su inocencia en el pecado carnal de Nacxit, en el pecado de Nacxit y de sus compañeros. (Chilam Balam de Chumayel, Kahlay de la Conquista) Enfrentado a su pecado, Se Akatl trató de suicidarse, pero la muerte no quiso llevárselo. Entonces se despojó de sus joyas, quemó sus libros, dio libertad a los pájaros preciosos que guardaba en su casa y marchó hacia el sur como un humilde peregrino. Después de una larga jornada, llegó a la tierra de los mayas, donde le concedieron residencia, primero en Chichén Itzá y luego Tihó (actual Mérida). Aparentemente, fue allí donde conoció a los sacerdotes supremos de la Toltequidad, quienes le introdujeron en los altos secretos de la Serpiente Emplumada. Tanto el libro de Chumayel como el de Maní afirman que su llegada a Yucatán ocurrió en el Katún Dos Ahau, durante los veinte años que transcurrieron entre el 987 y el 1007 de la era cristiana. Vinieron de la tierra de Tula… el gran Señor Serpiente y sus seguidores. En el Katún Dos Ahau se estableció en Uxmal. El Katún que corría cuando vino el medidor de la tierra para preparar la llegada del Señor Miscit (Nakshitl) era el Cuatro Ahau (967 a 987) (Chilam Balam, Libro de los linajes) Cuenta la historia que, durante algún tiempo, Tolpiltsin se dedicó a viajar por tierras lejano, adquiriendo el sobrenombre de Chontalli, errante. Finalmente, retornó a la zona nawatl, viniendo a radicar en la ciudad de Cholula, donde se dedicó al trabajo pedagógico hasta su desaparición Casa de Topiltsin en Cholula. física. Debido a ese vínculo, Cholula se convirtió en la Historia Tolteca-Chichimeca. capital de la Toltequidad y en zona franca de Mesoamérica, donde se refugiaban los fugitivos, se concertaban tratados de paz y estaban prohibidas las guerras. El obispo Landa afirma: Después de su vuelta, fue tenido en México por uno de sus dioses y le llamaron Cezalcuat (Ketsalkoatl). En Yucatán también le tuvieron por dios. (De Landa, Relación de las cosas de Yucatán) Los informantes indígenas relataron a los cronistas españoles sobre el carácter santo de su vida: Fue Quetzalcoatl hombre virgen, penitente, honesto, templado, religioso y santo. Predicó la ley natural y la apoyó con su ejemplo. Los indios lo creen Dios y dicen que desapareció a la orilla del mar. (L. de Gómara, Historia Topiltsin se dedica a la enseñanza. Códice Florentino. general de las Indias) Con el tiempo, gracias a sus innumerables

austeridades, tanto él como sus discípulos comenzaron a manifestar el poder de Ometeotl, lo cual les atrajo multitudes. Se afirmaba que, con sólo imponer sus manos a los enfermos, curaba las fiebres y otras dolencias. Llegó a esta tierra y empezó a juntar discípulos, y hacían milagros. (Durán, Historia de las Indias) Tenían los antiguos un ídolo, el mas celebrado, que se llamaba Ytzmatul, que quiere decir “el que recibe y posee la gracia”… Dicen que fue un rey gran señor de esta tierra que era obedecido por hijo de dioses, y cuando le preguntaban como se llamaba o quien era, no decía mas que estas palabras: Ytzen caan Ytzen muyal, “yo soy el rocío o sustancia del cielo”. Murió este rey y levantaron altares, y era oráculo… Cuando vivía este rey le consultaban los pueblos las cosas que sucedían en las partes remotas y otras cosas futuras. Asimismo le llevaban los muertos y dicen que los resucitaba, y a los enfermos sanaba, y así le tenían en gran veneración. (Padre Lyzana, Historia de Nuestra Señora de Ytzamal) Sin embargo, la vida de Se Akatl no se hubiera distinguido de la de otros próceres indígenas, de no ser por un extraordinario episodio, a través del cual se convirtió en la encarnación misma de la divinidad. Un himno sagrado azteca lo refiere mediante la metáfora del ciervo: He venido yo, extranjero, semejante a un ciervo – aquel ciervo que nos profetizaron nuestros pasados. Sufro, pues se me esconde el Dador de Vida. (Pero) he llegado a saber que regreso a Su casa. (Cantares de los Señores, Canto de primavera) Dentro de la rica simbología mesoamericana del ciervo, destacan cuatro motivos: era un valor de cambio, era el animal del sacrificio, sus cuernos recordaban al maguey y su excremento era la fuente principal de hongos alucinantes. En consecuencia, este animal representaba la redención mediante la modificación de los estados de conciencia, razón por la cual era (y aún es, entre las tribus del norte de México) el nagual del peyote. A esto se añadía una resonancia calendárica, pues el cuarto grado de la trecena del ciervo se llamaba en nawatl Nawi Itskuintli, cuatro perro (referencia al nagual de Ketsalkoatl) y en maya Can Oc, cuatro huella o paso (número de orden de Topiltsin). Conciente de la dimensión simbólica en la que se desarrollaba su vida, en cierto momento, el príncipe errante se dirigió a una cordillera en la costa sur del actual estado de Veracruz, conocida por entonces como Tlilistiktepek, monte del blanco y el negro. Debo notar que esta locación es muy significativa, porque fue allí donde surgió la Toltequidad con la llegada de los olmecas, y además, allí confluían y comerciaban siete de las principales naciones de Anawak: olmecas, nawas, mixtecas, zapotecas, huastecas, totonacas y mayas. A mi juicio, elección de este paraje constituyó un mensaje de unidad para todo el Anawak. En un punto que después fue llamado El Quemadero, Topiltsin ardió de repente con fuego interior y ascendió en el aire convertido en una nube radiante. Se dice que en La incineración de Topiltsin. ese momento se levantaron las almas de los muertos, Códice Borgia. convertidas en aves y mariposas, y escoltaron su corazón al cielo. Según sabían, fue al Cielo y allí entró. Decían los viejos que cuando murió, sólo durante cuatro días no apareció, porque entonces fue a morar entre los muertos. Y también durante (otros) cuatro días se proveyó de flechas (rayos), por lo cual a los ocho días apareció la gran estrella que llamaban Quetzalcoatl. Añadían que fue entonces cuando se entronizó como Señor. (Anales de Cuauhtitlan) Reparemos en la última frase, porque indica que, El ascenso de Nakshitl. durante su vida, el príncipe de Tula no fue reconocido Códice Vindobonensis.

como la Serpiente Emplumada. La fecha de su incineración quedó referida en el siguiente texto: Se dice que en este año Uno Caña llegó Ketsalkoatl a la orilla del agua divina. Entonces tomó sus insignias, lloró, se prendió fuego a si mismo y se quemó. (Anales de Cuauhtitlan) Esto nos lleva al año 999 de la era cristiana, cuando el héroe contaba 52 años de edad, lo cual coincide con el dato referido en el mapa del Códice Chimalpopoca. Por otro lado, el día se puede deducir de la siguiente afirmación del obispo Landa: (Veintena de) Xul: queda dicho la ida de Kukulcán de Yucatán, que dijeron se había ido (luego) al Cielo con los dioses. Tenían muy creído que en el postrer día (de esta veintena) bajaba Kukulcán del Cielo y recibía los servicios, vigilias y ofrendas (de la gente). Llamaban a esta fiesta “El Descenso del Pájaro Cantor”. (Landa, Relación de las cosas de Yucatán) Esta celebración conmemoraba la transformación espiritual de Se Akatl. Podemos localizarla en la cronología cristiana del siguiente modo: el año posclásico maya comenzaba el 26 de Julio. Contando a partir de aquí, la veintena de Xul terminaba el 12 de Noviembre, día del paso del Sol por el punto más profundo de la bóveda celeste en la latitud de Copán (la ciudad calendárica de los mayas), lo cual corresponde conceptualmente con el episodio de la muerte y descenso del héroe. Sin embargo, existen otras dos versiones sobre la desaparición de Topiltsin, que es necesario analizar para comprender la profundidad de esta leyenda. La primera afirma: Viéndose tan perseguido de Tezcatlipoca, se fue a un desierto, tiró un flechazo a un árbol y se metió en la hendidura de la flecha. Así murió. (Teogonía e Historia) Esta fábula es fácil de interpretar: el árbol herido es jeroglífico de Tamoanchan, la casa de nuestro origen, el cielo espiritual de los mesoamericanos. Por lo tanto, la fábula no describe un suceso literal, sino la reabsorción de la conciencia de Se Akatl en aquella dimensión de donde había partido. Más difícil de entender es otro relato, según el cual, su desaparición no ocurrió mediante fuego y sobre una montaña, sino en el mar: Quetzalcoatl era natural del pueblo llamado Tula, pero marchó por las provincias de Tlascalla, Huexotzinco y Cholula. Después se fue y desapareció por la costa de Coatzacoalcos43; ellos aguardaron su regreso. (Motolinía, Libro de las Cosas de Nueva España) Llegando a la ribera del mar, mandó a hacer una barca de culebras, entró en ella y se sentó como en una canoa. Así se fue navegando por la mar. No se sabe cómo llegó a Tlapalla (el sitio de la luz). (Sahagún, Historia General III) Esta la leyenda encierra una contradicción, pues es difícil entender cómo una misma persona pudo partir dos veces de este mundo, primero por fuego y luego por agua. Los investigadores suelen adoptar una u otra versión, de acuerdo con sus preferencias. Algunos solventan la incongruencia suponiendo que Se Akatl se lanzó al agua y, una vez allí, se incendió. Pero las crónicas especifican que su incineración ocurrió en una montaña y que sus cenizas fueron recogidas en bolsas de piel de ocelote y repartidas por los diversos reinos; así que esta interpretación no es válida. ¿Cómo conciliar los datos disponibles? Recurriendo a la teología comparada y al simbolismo alquímico. La iniciación postrera del mesías mediante fuego y agua es parte del mito solar en toda la tierra. Por ejemplo, el Popol Vuh cuenta de Hunahpú y su doble murieron en una hoguera, pero al quinto día aparecieron en un río como hombres-peces y luego subieron al cielo en una luz (Popol Vuh II.12,13,15). El teotihuacano La partida de Topiltsin. Mural de Teotihuacan. Nanawatsin pasó por una transmutación parecida: Luego que salió purificado de las manos del fuego, se arrojó en un estanque de agua muy fría que para eso estaba preparado, para que quien había pasado por fuego, pasase también por 43

No en la ciudad actual de ese nombre, que por entonces no existía, sino en una ciudad hoy en ruinas, probable Wewetlapallan, aledaña a la actual Minatitlan.

agua. Porque el agua era prueba (de divinidad), como lo había sido el fuego. Y habiendo salido bien de todo, subió al Cielo. (De la Serna, Tratado de las supersticiones) Los incas contaban algo semejante de su maestro Viracocha: Como llegase a una provincia de Cacha, hizo que de improviso cayese fuego del cielo, el cual quemó la cordillera… Y habiendo dejado en orden (al país), llegó a la provincia de Puerto Viejo, se juntó allí con los suyos que había enviado antes que él y se metió en el mar, caminando como si anduviese por tierra. (Juan de Betanzos, Suma y narración de los indios) En el Viejo Mundo hay historias parecidas. En el caso de Jesús, el fuego está simbolizado por su crucifixión y el agua por la nube que lo recibió en lo alto. De Buda se cuenta que murió por una indigestión (fuego) y a continuación fue trasladado al cielo por un arco iris (agua). Krishna fue flechado contra un árbol (fuego), pero luego resucitó y se fue al otro lado del mundo (agua). Lo mismo Osiris, descuartizado por Seth (fuego) y luego arrojado al río Nilo. En estos relatos encontramos una constante que tiene un gran sentido espiritual; en cada caso, el tema de la ignición precede al de la inmersión, formando en su conjunto un concepto que los toltecas llamaron Atlachinolli, agua quemada, símbolo de la fusión de los opuestos. De modo que la interpretación de la leyenda de Topiltsin es la siguiente: una vez que consiguió transmutar la parte combustible de su ser (el cuerpo físico) mediante el fuego del espíritu, alcanzó su objetivo final: diluir su conciencia en las aguas del mar cósmico. Pero dicha transmutación no hubiera sido posible sin una resurrección. Afortunadamente, un himno sagrado mexica conserva tan precioso dato: Al cabo de cuatro años nos fue devuelto. No fue reconocido, nadie lo esperaba. De la región del misterio, de la casa del quetzal, del país de la abundancia vino Aquel que enriquece al mundo. (Himnos sagrados, Canto de Tlaloc) Este texto explica por qué, en el documento llamado Leyenda de los Soles, se afirma que su desaparición definitiva de Topiltsin no ocurrió en el año Uno Caña 999 d. C., sino cuatro años después, en el Cinco Caña 1003 de la era cristiana. En otras palabras, para entender el mito de Ketsalkoatl hay que tener en cuenta el tiempo que Se Akatl pasó en el inframundo: los cuatro años rituales durante los cuales se creía eran procesados los vehículos de conciencia del difunto. Para concluir, notemos que, tanto el episodio de la incineración como la partida sobre el mar, están representados en monumentos anteriores al príncipe de Tula. Por lo tanto, no se trata de hechos históricos, sino de una actualización del mito que, probablemente, fue asumida en forma deliberada por se Akatl, a fin de justificar las señales de la profecía. Al repetir la gesta de Nanawatsin, el príncipe de Tula no sólo confirmó su fe en la trascendente veracidad del arquetipo, sino que demostró su valor como posibilidad vivencial para los anawakas. Su carisma impactó de tal modo a sus contemporáneos, que, tal como nos cuenta un cronista, fue capaz de movilizar a las multitudes tras un ideal de la autorrealización: (Había) ley establecida de que por medio del fuego, alcanzarían (los seres humanos) honra y excelencia, y quedarían por señores de lo superior… Esta voz y esperanza de excelencia juntó un gran número de gentes. (Alarcón, Tratado de las idolatrías) Ya hemos visto que algo tan íntimo como su pecado venéreo fue visto como un tropiezo de todo el pueblo. Del mismo modo, su sacrificio personal comprometió a la sociedad en un camino de salvación colectiva e individual por merecimiento, y su ascensión gloriosa fue interpretada como una auténtica recreación del género humano. Así es, en verdad: por su merecimiento, por su sacrificio, él inventó a los hombres y nos hizo seres humanos. Así, él mismo llegó a ser Quetzalcoatl, Señor y Señora de toda dualidad. Así transmitió su aliento y su palabra. (Olmos, Huehuetlahtolli) La vida de Se Akatl no sólo arroja luz sobre las creencias de los mesoamericanos, sino que son la demostración del alcance universal de la propuesta tolteca. Tal como afirma Séjourné, la Serpiente Emplumada es un modelo de la existencia humana, cuya eficacia no está limitada por la época, el lugar o la modalidad simbólica, pues contiene una enseñanza que es tan entendible hoy en día como lo fue hace mil años. Quetzalcoatl enseña que la grandeza humana reside en la conciencia de un orden superior. Él es el signo que contiene la revelación del origen celeste del ser humano… Es este mismo itinerario el que sigue el alma: desciende de su morada celeste y entra en la oscuridad de la materia para elevarse de nuevo, gloriosa, en el momento de la disolución del cuerpo. El mito de

Quetzalcoatl no significa otra cosa. Sus pecados y remordimientos corresponden a la dolorosa, pero necesaria toma de conciencia de la condición humana; su abandono de las cosas de este mundo y la hoguera fatal que construye con sus propias manos, señalan los preceptos a seguir para que la existencia no se pierda: alcanzar la unidad eterna por el desprendimiento y el sacrificio del yo transitorio. (Pensamiento y Religión en el México antiguo)

Capítulo 12

LA PROFECÍA DEL RETORNO Uno de los aspectos más populares del mito de Ketsalkoatl, fue su promesa de volver a la Tierra. El retorno es un principio del mito mesiánico universal, justificado en la naturaleza evolutiva de la vida y la sociedad. En Anawak, dicho principio alcanzó un gran desarrollo, ya que fue cimentado en la estructura misma del calendario, cuya incidencia era determinante en todos los órdenes de la vida. Su marco conceptual era la creencia de que, tal como afirmaba un refrán nawatl, todo es cíclico: Así como fueron las cosas, así volverán a ser en algún sitio, en algún momento. Quienes ahora viven, otra vez vivirán. (Códice Florentino VI) Los toltecas no concebían el tiempo como una continuidad rectilínea, sino como la recurrencia de ciertas causas. Ello se nota en sus mitos creativos, en su enfoque de la historia y en su creencia en cinco advocaciones de Ketsalkoatl. Aquella teología estaba de tal modo sujeta al principio de la ciclicidad, que incluso los dioses tenían su momento de exaltación y muerte: Todo camina y pasa… Porque tiene su fin el observar la trama de las estrellas, desde donde, custodiándonos, nos miran los dioses – los dioses que están aprisionados en (los ciclos de) las estrellas. (Chilam Balam de Chumayel) En consecuencia, el mensaje de los voceros de Ketsalkoatl mutaba. De ahí que, a diferencia de los cristianos, que sólo aceptan un salvador, los toltecas creyesen en los infinitos retornos de la divinidad. ¡Eternamente se escuchará mi voz proclamando la palabra de la verdad! (Chilam Balam, Jaculatorias) La condición de recurrencia se nota incluso en el nombre nawatl de la eternidad, Semikak, formado de las raíces Sem, uno, e Ikak, estar de pie, lo cual sugiere un movimiento destinado al recobro de la unidad. Observemos que tal concepto se formaba a partir de un verbo relacionado con los pies, y por lo tanto, con las huellas y sus secuencias; en otras palabras: contenía un principio de desarrollo gradual. Por ello, el signo de Ketsalkoatl era un caracol cuyas puntas se disponían a modo de escalones en espiral. A juzgar por la cantidad de veces que los cronistas reflejaron la profecía del retorno, parece que los mesoamericanos del siglo XVI vivían una verdadera histeria milenarista, acuciada por las señales generadas a partir de la presencia europea. Se afirma que fue el propio príncipe de Tula quien prometió regresar: Topiltzin (N)acxitl Quetzalcoatl dejó a sus gentes en Tollan y se fue por la orilla del mar. Y al marchar, dejó dicho que algún día volvería a ellos. (Chimalpahim, Relaciones originales de Chalco Amaquemecan) Dicen que Quetzalcoatl llegó al mar que llamaban Tlapallan (el Oriente), y cuando entró en él, no lo vieron más. Decían que él deseaba que al momento de su partida contuvieran su pena y esperaran su retorno. Él ascendió al Cielo y se hizo la estrella que es visible antes del amanecer. (Códice Vaticano) Entre otras doctrinas que les dio, fue que dijesen a los vecinos de Cholula que tuviesen por cierto que en tiempos venideros, (él) habría... de volver para gobernarlos y consolarlos. (Las Casas, Los Indios de México y Nueva España)

Una referencia interesante se conserva en la conversación que sostuvo cierto noble señor llamado Tsonkos con el emperador Motekusoma, quien se había inquietado por la aparición de unos espíritus. Tonkos lo consoló diciendo: ¡Oh Señor, no tengáis tristeza por vuestro reino y señorío! Pues está dicho y prometido lo que habrá de ser en el tiempo venidero, y las profecías hablan (del retorno) de Ce Tecuhtli, el gran señor Ce Tecuhtli, aquel que fue tenido por Quetzalcoatl. (Tezozomoc, Crónica Mexicayotl) Aquí encontramos un nombre atípico de Se Akatl, estructurado a manera de una fecha (Se Teku’tli, uno señor), pero con un signo que sólo existe en la versión calendárica maya: Ahau, señor solar. Su equivalente nawatl era Shochitl, flor, lo cual forma el apelativo Uno Flor, emparentado con el de Makuilshichotl, cinco flor. Otro dato remarcable, es que Ketsalkoatl no era esperado como un ser individual, sino como una conjunción de personalidades. Su dios Quetzalcoatl fue a los cielos y les dijo al partir que él regresaría de nuevo y traería a sus hijos. (Tezozomoc, Crónica mexicana) He aquí, Nuestro Señor retorna a su origen y nosotros nos vamos con él, porque lo acompañamos a dondequiera que vaya. Se va Aquel que es viento y tinieblas, pero habrá de volver, volverá a aparecer, de nuevo vendrá a visitarnos para concluir su camino en la tierra. (Códice Matritense) La última frase confirma la idea de que el retorno de Ketsalkoatl se interpretaba como la conclusión de un ciclo. Es importante tener en cuenta que esta promesa ha llegado a nosotros, principalmente, a través de los cronistas cristianos, quienes, con frecuencia, trataron de aplicarla a la llegada de los españoles, fuese para justificar esa intrusión o para facilitar la conversión de los nativos. En consecuencia, y a pesar de su congruencia con el resto de la cosmogonía mesoamericana, es preciso tomarla con ciertas reservas. Para deslindar el mito tolteca de las influencias políticas y religiosas que recibió, tenemos que analizarlo en su contexto global, recordando que aquellas creencias son reelaboraciones de ideas surgidas antes de la llegada de los primeros hombres a América, y conservadas también en las religiones del Viejo Mundo. Emplearemos un recurso propio de Anawak: el calendario. La relación de la profecía con el calendario puede considerarse un producto auténticamente mesoamericano ya que, por tratarse de un mecanismo mucho más complejo y exacto que el cristiano, la influencia de los cronistas no pudo penetrar en este punto. En particular, es muy rica la comparación de los aspectos mesiánicos de este calendario con sus equivalentes en otras partes de la Tierra. Al analizar las substituciones religiosas a lo largo de la historia, se nota que tienen un ritmo. Casi siempre están relacionadas, sea mítica o literalmente, con un período de tiempo redondeado en mil años. Por tal razón, los antropólogos que estudian ese fenómeno le llaman “milenarismo”. La tradición zoroastriana fue quizás la primera que aplicó el milenio al retorno del Mazdhi, que es como llaman los persas al mesías. Por influencia persa, los hebreos elaboraron la creencia de que el día de Yahvé dura mil años. Continuado con esa tradición, Jesús anunció que el Paraclytos o consolador regresaría “al fin del Aion”44, cantidad que el Apocalipsis fija en mil años y que los drusos aplicaron a su propio mesías, Hakim, aparecido un milenio después de Cristo. Donde mejor se nota la relación entre los ciclos y los mesías es en el nombre hindú de estos últimos: Avatar, de la raíz Ava, milenio, ciclo, recurrencia. La preponderancia del número mil se debe a la forma de contar de los pueblos euroasiáticos, basada en decenas. El mil es el cubo de diez, y por lo tanto, emblema de la perfección. Pero, como descubrió el historiador alemán Oswald Spengler, esa cantidad no es meramente simbólica o ideosincrática, ya que las culturas sufren profundos cambios una vez por milenio, que desencadenan mutaciones religiosas y substitución de paradigmas45. Este hecho es evidencia de una interactividad: un ciclo sociológico natural cercano al milenio dio origen a la doctrina milenarista, la cual, a su vez, generó una expectativa que precipitó o retrasó los acontecimientos, confirmando las profecías. 44 El Aion es un ciclo de la cosmogonía griega similar al Aevo de los latinos, con una duración básica de mil años, aunque también aplicado a otras recurrencias. 45 Este hecho también fue establecido por el sociólogo ruso P. Alexandrovitch Sorokin, quien descubrió que la dinámica sociocultural forma ciclos de dos mil años divididos en dos fases: una religiosa y otra científica.

Los toltecas también descubrieron el milenio, sólo que, como no contaban por decenas, sino por veintenas, la cantidad de mil años no era significante para ellos y tuvieron que expresarla con una fórmula calendárica. Hemos visto que, con frecuencia, los nombres propios de los voceros de Ketsalkoatl estaban formados por fechas. ¿Qué indica eso? Que tales “pasos” no ocurrieron en forma errática, sino con arreglo al calendario. Como regalo a los hombres del primer Ketsalkoatl, este mecanismo se consideraba materia sagrada, pues su prodigiosa exactitud servía para medir los ciclos de los astros-dioses. Por lo tanto, no es extraño que las profecías mesoamericanas contuviesen fechas concretas. Uno de los descubrimientos de los astrónomos toltecas, fue una periodicidad que permite conectar un gran número de sucesos celestes, terrestres y humanos: el lapso de 52 años, formado por la conjunción del año sagrado de 260 días con el natural de 365. El nombre de este ciclo era Shiu’molpilli, atadura de años, pero hoy se le conoce como Fuego Nuevo. Una vez conseguido este resultado, los cronólogos contaron con una herramienta capaz de dar sentido al pasado y predecir el futuro. La relación del Fuego Nuevo con el mito de Ketsalkoatl se nota en la biografía de Se Akatl, dividida en cuatro trecenios, que fueron: 1ro. Desde su nacimiento hasta los trece años vivió en su pueblo natal. 2do. A los trece comenzó su entrenamiento monástico. 3ro. A los 26 le eligieron como estadista. 4to. A los 39 comenzó la fase magisterial de su vida, que duró hasta los 52 años. Ahora bien, la cuenta de 52 años vagos (es decir, sin bisiesto) se adelanta en trece días con respecto a otros tantos años naturales. Puesto que la cantidad de nombres de días a disposición de este calendario era 260, era preciso que transcurrieran veinte saltos de a trece días, para que de nuevo volvieran a coincidir los cielos y las fechas. Así surgió el otro gran ciclo de este calendario: la sucesión de veinte Fuegos Nuevos o “milenio” tolteca, de 1040 años de duración46. Un análisis de la historia de Mesoamérica demuestra que esta matriz cronológica ejerció enorme influencia sobre la sociedad aborigen, regulando las migraciones y las guerras, el surgimiento de las culturas, la nomenclatura calendárica y, sobre todo, la simbología aplicada al culto de la Serpiente Emplumada. Veamos algunos ejemplos: Según la Cuenta Larga del calendario Maya, el presente Quinto Sol comenzó a regir a fines del siglo XXXII antes de Cristo. La cosmogonía cincelada en las piedras de la ciudad de Palenque parece estar relacionada con ese asunto, pues señala que el día 16 de Junio del año 3122 antes de Cristo nació un dios llamado Hunnalye, semilla única de maíz47. Debido a que las cuentas mayas y olmecas comenzaban por el cero, este ser no recibe número de orden; su nombre sugiere que representaba al entero conjunto de sus advocaciones. El ciclo de Fuegos Nuevos inaugurado por Hunnal terminó hacia el siglo XXI antes de Cristo, etapa en la cual comenzó la cultura olmeca. Por entonces aparecen en el arte las primeras representaciones de la Serpiente Emplumada y de su vocero, rodeados de glifos que permiten identificarlo con Huracán, primer paso. Aproximadamente un milenio más tarde, profundos cambios sacudieron la sociedad mesoamericana; las capital olmeca de San Lorenzo sucumbe tras una guerra posiblemente ritual, la cultura zapoteca se desliga de la Principales ruedas del calendario olmeca y construye su propia capital, y surgen los rudimentos de Anawak. de lo que más tarde serían las grandes civilizaciones de Teotihuacan y los mayas. Si la tesis desarrollada en este libro es correcta, es por entonces cuando el Popol Vuh coloca la historia de Cabracán, segundo paso. Hacia el siglo I antes de Cristo tuvo lugar una gran reforma calendárica que dio paso a una 46

A su vez, la manifestación de los cinco Tonaleke’ formaba paquetes de 5200 años llamados “soles”, que se agrupaban en conjuntos de cinco para completar los 26 mil años que tarda la rotación de la eclíptica. 47 Interpretación de la antropóloga Linda Schele.

nueva regencia de signos. La cultura olmeca se extinguió, Teotihuacan se transformó en un imperio cultural y las ciudades-estado mayas entraron en su fase clásica. El nombre de orden del Ketsalkoatl de entonces fue Ekshitl, tercer paso. Afortunadamente, podemos ubicar su existencia, gracias a su participación en un congreso calendárico que se llevó a cabo en la ciudad de Wewetlapallan, y cuya fecha quedó registrada: Hacía 166 años que ajustaron sus años, cuando el Sol y la Luna eclipsó… 305 años (después), Chalcatzin y Tlacamihtzin… comenzaron a quererse alzar con el reino… Salieron en el año que sigue… (el cual es) a nuestra cuenta el 439 de la Encarnación de Cristo, Nuestro Señor. (Ixtlilxochitl, Relaciones I.) Contando retroactivamente, llegamos al año 34 antes de Cristo, fecha que embona muy bien con el comienzo del auge de la ciudad de Teotihuacan. Un milenio después, como sabemos, tuvo lugar la gesta de Se Akatl Topiltsin. Si calculamos el tiempo transcurrido desde la aparición de Hunnal hasta la partida de Topiltzin, y lo dividimos por la cantidad de retornos de Ketsalkoatl reportados por los cronistas, encontramos que, en efecto, existe un módulo cercano a los veinte Fuegos Nuevos entre sus manifestaciones. Pero donde mejor se muestra la incidencia de las expectativas proféticas en la sociedad mesoamericana, es en el episodio de la invasión europea. Para comprenderlo, tenemos que penetrar en otro aspecto de esta cronología: todos sus ciclos eran binarios, pues se componían de un “día” o fase positiva y una “noche” o fase negativa. En consecuencia, los 1040 años del ciclo de los Fuegos Nuevos estaban formados por dos bloques de 520 años, el primero regido por Ketsalkoatl y el segundo por su opuesto dialéctico, Teskatlipoka. Tales bloques fueron reportados por Ixtlilxochitl, precisamente en el contexto de la profecía del retorno: Ese sabio predijo que, transcurridos quinientos doce después de su partida48, habría de venir un señor, con la voluntad de unos y contra otros, el cual ostentaría señales divinas en su cuerpo. (Ixtlilxochitl, Primera Relación) No analizaré por qué esta profecía, dictada hacia el siglo I antes de Cristo, se cumplió en Se Akatl exactamente en el doble del tiempo pronosticado. Lo que me interesa es destacar el hecho de que el período de diez Fuegos Nuevos se relacionaba de algún modo con el retorno. Por otra parte, está bien documentada la impresión que ocasionó entre los anawakas la llegada de los europeos. Los reportes demuestran que los españoles fueron el elemento catalítico de un clima de tensión religiosa que se había generado desde algunos años antes. Desde el comienzo de la regencia de Moteku’soma aparecieron señales que presagiaban un cambio, y ese cambio no era bueno, pues el emperador trató de conjurarlo. Yo opino que ese clima tuvo causas sociales objetivas, y que el factor Moteku’soma observa las señales detonante fue el calendario, específicamente, la del cambio. Códice Durán. inminencia de la mitad sombría del ciclo de Ketsalkoatl. Lo extraordinario de esta historia, es que la llegada del invasor Hernán Cortés y sus tropas ocurrió en el año 1519, exactamente 520 años después de la ascensión de Topiltsin. Lo que hoy vemos como un encuentro político, militar y cultural, los toltecas lo percibieron como la confirmación de su sistema de interpretación del mundo, pues, para ellos, era imposible que un suceso tan importante como el reencuentro de los continentes no hubiese sido decretado por la voluntad de Ometeotl. Así lo La llegada de los españoles. Códice Durán. expresaron los sabios mexicas a los primeros frailes 48 La diferencia se debe a que Ixtlilxochitl cuenta años de 360 días, 520 de los cuales equivalen a 512 años trópico.

franciscanos llegados a México: Entonces un señor de los Quequetzalcoa se levantó, saludó a los sacerdotes y pronuncio un gran discurso en el cual dijo: Señores, habéis venido a esta tierra con grandes trabajos, os ha permitido llegar Nuestro Señor, el Humano… De entre las nubes habéis salido, de la niebla del océano, pues el Dueño del Cerca y el Junto os ha enviado como sus ojos, sus oídos y sus labios. (Coloquio de los Doce) La última frase significa que los españoles fueron tomados como señales o mensajes de Ometeotl. Lo cual explica la actitud de los nativos ante la invasión, mezcla de rebeldía y resignación ante las pruebas de Teskatlipoka. Por supuesto que en el desarrollo de los acontecimientos también influyó el ambiente político que se vivía en México por aquella época. En 1519, el reino mexica llevaba cerca de un siglo hostigando a sus vecinos y practicando la doctrina del sacrificio en una forma cruelmente literal. En particular, generó mucho rencor el cobro de pesados impuestos para mantener un ejército profesional, y el bloqueo de sal y otros alimentos a los vecinos tlaxcaltecas. Era obvio que se avecinaba una guerra civil, con españoles o sin ellos, guerra que la invasión europea precipitó. Cuando Hernán Cortés entró en Tenochtitlan, las autoridades mexicas, en una política dirigida a ganar tiempo frente a la amenaza del ejército tlaxcalteca, lo recibieron como embajador de la Serpiente Emplumada, obsequiándole el uniforme y los atributos sacerdotales. Esta profanación de la fe tuvo resultados catastróficos, pues algunos pueblos del Altiplano rindieron armas ante el minúsculo ejército español, mientras que otros se desligaron de la política mexica. En la noche de la batalla decisiva, el 13 de Agosto de 1521, el ejército del general Kuau’temok sólo contaba con la tercera parte de sus activos regulares. Frente a tales hechos desconcertantes, algunos historiadores sostienen que el pueblo de México fue víctima de una inexplicable ingenuidad, confundiendo a las tropas españolas con los “niños” y los “santos” que acompañarían a Se Akatl en su regreso. A mi juicio, esta es una interpretación ingenua. Por supuesto que los sacerdotes toltecas insertaron la presencia europea en su cosmovisión, pero, al mismo tiempo, no pudieron dejar de notar que esa señal estaba compuesta por seres humanos comunes y corrientes, que pedían a gritos agua, comida y mujeres, carentes de escrúpulos morales y con una despreciable obsesión por el oro. En el encuentro de Moteku’soma con Cortés, a este último se le explicó que no debía mirar el rostro del gobernante mexica, lo cual demuestra que no lo confundieron con un dios. Una prueba de que, lo que percibieron los mesoamericanos ante la presencia europea no fue el retorno de Ketsalkoatl, sino el comienzo de la fase oscura del ciclo, la encontramos en la respuesta que un mexica dio al cronista Sahagún hacia la década de 1550, en la cual transfiere la promesa a un tiempo futuro: Vendrá el día en que él retornará para conocer de nuevo su estera y su trono. (Sahagún 12.9) Encontramos la misma convicción en el siguiente texto de Chilam Balam, escrito hacia 1542: Los sacerdotes (antiguos) se acabaron, pero no se acabó su nombre, tan antiguo como ellos. Solamente por causa del período de la locura, por la locura de los (nuevos) sacerdotes, entró en nosotros el cristianismo. Los cristianos llegaron con el “verdadero” Dios, pero ese fue el principio de nuestra miseria, (pues ellos son) el Anticristo sobre la tierra, el devorador del pueblo. Mas, llegará el día en que suban hasta Dios las lágrimas de nuestros ojos y de un golpe baje su justicia sobre el mundo. ¡Verdaderamente, es la voluntad de Dios que regrese el Músico Celeste para raerlos de la superficie de la tierra! (Chilam Balam, Libro de los linajes) La fecha exacta de esta profecía quedó recogida en diversos documentos. Afortunadamente, contamos tanto con la versión nawatl como con la maya, lo cual nos permite comparar los datos en dos sistemas cronológicos diferentes, solventando las limitaciones de cada uno de ellos. La fecha nawatl fue reportada por Ixtlilxochitl (1:20), quien afirma que Se Akatl prometió regresar “en un año que llevara su nombre”. La fecha Uno Caña se repite cada 52 años, por lo que esta promesa es ambigua. Sólo cobra sentido si la interpretamos en el contexto del ciclo de los Fuegos Nuevos, pues únicamente cada 1040 años, la fecha Se Akatl vuelve a caer en un mismo día astronómico. Si contamos esta cantidad a partir del año natal de Topiltsin, ello nos lleva al pasado 1987, comienzo de un bloque de 52 años que se extenderá hasta el 2039. Por su parte, la versión maya es más precisa y se conserva en el siguiente texto:

El Katún Cuatro Ahau se asienta en Chichén Itzá. Llegará el quetzal, el ave preciosa, al árbol dorado. Regresará el vómito de sangre por cuarta vez. Llegará la Serpiente Emplumada a los Itzaes (“iniciados”). Es la cuarta vez que habla su ciclo, la cuarta vez que retorna al Itzá. (Chilam Balam, Segunda Rueda de Katunes) Observemos que la manifestación prometida es el cuarto retorno, es decir, el quinto suceso de la serie. La llegada del “ave preciosa” al “árbol dorado” es el reencuentro del quetzal y la serpiente, un suceso que, en la expresiva prosa de Chilam Balam, afectará las entrañas de la tierra como un “vómito de sangre”. En cuanto a la fecha, es fácil de descifrar. Los katunes mayas eran ciclos de cerca de veinte años49 que se contaban en paquetes de trece, generando una periodicidad de casi 260 años; de modo que un katún cualquiera se repite en esa cantidad de tiempo. Si embargo, la combinación de esta profecía con la nawatl, demuestra que el katún aludido es el que comenzó el pasado 8 de Abril de 1993, cuya conclusión será el 22 de Diciembre del 2012, en un solsticio de invierno. Esta fecha es particularmente importante, ya que constituye el epicentro del ciclo Se Akatl 1987-2039, y además, será el fin una gran edad del calendario maya, de casi 5200 años. Por otra parte, pocos meses antes, en ese mismo año, ocurrirá un raro fenómeno astronómico relacionado con el ciclo de Ketsalkoatl: el paso de Venus sobre el Sol. La sincronización de todos estos detalles culturales y naturales, me induce a pensar que el ciclo predicho por las profecías toltecas está a punto de cumplirse.

Epílogo

EL MENSAJE DE LOS WEWETLA’TOLLI La historia de Anawak, desde sus orígenes olmecas hasta la caída de México Tenochtitlan, es testimonio del esfuerzo inquebrantable de un pueblo por retornar al estado original de iluminación, a través del vuelo de la Serpiente Emplumada. Habiéndose desarrollado en condiciones de un relativo aislamiento geográfico, estas creencias tienen características únicas, que nos permiten enfocar el fenómeno religioso desde una perspectiva verdaderamente “otra”. Así como no se puede comprender a cabalidad el pensamiento indoamericano si se desliga de su contexto mundial, tampoco podemos aquilatar el alcance de las ideas en el Viejo Mundo si carecemos de un punto de comparación, y ese punto es la Toltequidad. De un modo esquemático, la Toltequidad se define como el mensaje de Ketsalkoatl al ser humano, ejemplificado en la vida de Se Akatl Topiltsin y otros voceros; un mensaje que dignificó la tierra de Anawak, convirtiéndola en templo de Ometeotl. Porque es tu casa, Dador de Vida, porque aquí imperas tú, Nuestro Padre, en Anahuac se ha escucha-do un canto en tu honor y por doquier se derrama. (Cantares de los Señores, Retorno de los guerreros) A través de este libro, hemos analizado algunos aspectos de aquellas creencias, como son: Senteotl, la unidad divina; Ometeotl, la manifestación de las cosas; la relación de los opuestos; la ambigüedad representada por Teskatlipoka; la mediación de los Tonaleke; la humanización de la deidad en la figura de los voceros de la Serpiente Emplumada y la promesa del retorno. Pero, además de elaborar una teoría cosmogónica y escatológica, los sabios de Anawak dedicaron mucha atención al desarrollo de una doctrina moral. Los principales postulados de dicha doctrina quedaron recogidos en un texto tradicional llamado Wewetla’tolli, antiguas palabras, conservado principalmente gracias al esfuerzo de los cronistas Olmos y Sahagún. De ese corpus en lengua nawatl he traducido los siguientes fragmentos, que dan fe de la nobleza y el pragmatismo del pensamiento tolteca, abocado a resolver cuestiones fundamentales de la vida: 49

Exactamente, de 19.7 años, ya que se trataba de años “tunes” de 360 días.

I Estas son las palabras con que instruyó Ketsalkoatl a los toltecas. Les dijo: He aquí lo que nos dieron a guardar, la Antigua Palabra, donde se dice que una vida pura es como una turquesa preciosa, un jade redondo, un dulce canto sin mancha y sin sombra, salido del corazón. Sería una burla si yo ocultase uno solo de estos consejos, pues ellos son para vivir sobre la tierra y con ellos nos haremos atentos a todas las cosas. Es un saber que como espina y viento helado pasará sobre ti, que te arrojará a la tierra y te abatirá, para que vuelvas a ti. ¿Serás tú el que atienda, el que escuche, el que consiga endiosar su corazón, el que reciba y guarde adentro, para que te vaya bien, para que alcances la misericordia y vivas sobre la tierra? II Dios es Uno. Ketsalkoatl es su nombre. Nada exige. Sólo serpientes y mariposas (cuerpo y alma), eso le ofreceréis. Nuestros padres y abuelos nos exhortaron diciendo que él nos creó, él, cuyas criaturas somos: Nuestro Señor Serpiente Emplumada. También creó los cielos, el Sol y la divina tierra. Así fue, en verdad: por su merecimiento y por su sacrificio, él inventó a los hombres y nos hizo seres humanos. De ese modo llegó a ser el Doble Precioso, Señor y Señora de la dualidad; así transmitió su aliento y su palabra. Trece son los cielos, múltiples los planos. Allí vive el Dios verdadero, la esencia del Cielo. De allí recibimos la vida nosotros, los Merecidos, de allá cae nuestro destino cuando se escurre a la tierra un niñito. Porque él lo dijo, porque lo ordenó para sí, por eso existimos. No lo olvides ni de día ni de noche; invócale en suspiro, en aflicción. III En este mundo caminamos por lugares escarpados, un abismo de un lado y un abismo del otro. Si te mueves para acá o para allá, ¿cómo evitarás caer? Sólo en el medio es posible avanzar. No te vistas de bordados ni te pongas harapos. No seas presumido, pero tampoco corriente. Que tu palabra no se corte ni se alargue. No alces tu voz ni la bajes demasiado.No camines deprisa, tampoco muy lento. Y no tomes nada como regla absoluta. Evita los extremos, mantente en el medio, porque sólo en el medio existe la condición social, la condición honorable. IV En la infancia, cuando aun está libre la persona, es cuando tienen compasión de ella Nuestro Señor y le da sus dones. Y es en la infancia, en la edad de la pureza, cuando se merece una buena muerte. Por eso dicen los viejos que los niñitos, los chicos y las chicas, son los amigos de Señor de la Cercana Compañía, viven a su lado, junto a él se alegran y Él es su amigo. Por eso los sabios espirituales, los Merecidos, los ayunadores, tienen mucha confianza en los niñitos, pues, en verdad, son de corazón bueno, sin mezcla, limpios, atentos, perfectos. Se dice que por ellos permanece la tierra y ellos son nuestra paz. V El tolteca es sabio, es una lumbre, una antorcha, una gruesa antorcha que no ahuma. Hace sabios los rostros ajenos, les hace tomar un corazón. No pasa por encima de las cosas: se detiene, reflexiona, observa. Un tolteca todo lo saca de su corazón; es abundante, múltiple, inquieto, hábil, capaz; a sí mismo se adiestra, dialogando en su interior, encuentrando respuestas. Obra con deleite, hace las cosas con calma, con tiento, como un artista; compone lo defectuoso y hace convenir lo disperso; ajusta las cosas. En cambio, el falso tolteca obra al azar, es una burla a la gente; opaca las cosas, les pasa por encima y las hace sin cuidado; en lugar de crear, imita; defrauda a los demás y es un ladrón. De este modo os convertiréis en tolteca: si adquirís hábito y costumbre de consultarlo todo con vuestro propio corazón. Sed toltecas: hombres de experiencia propia.

VI El maestro es luz, tea, espejo. Suyas son la tinta negra y la roja, suyos los códices. Él mismo es escritura y sabiduría, camino y guía veraz; conduce a las personas y a las cosas, y es una autoridad en los asuntos humanos. Un maestro nunca deja de amonestar; hace sabios los rostros ajenos, nos hace tomar un rostro y desarrollarlo, abre nuestros oídos, nos ilumina. Es guía de guías y ofrece un camino. De él, uno depende. Él pone un espejo ante nosotros para que seamos cuerdos y atentos, nos obliga a cobrar identidad. Se concentra en sus obras, regula su camino, dispone y ordena, aplica su luz sobre el mundo. Conoce lo que hay en lo alto y en la región de los muertos. Gracias a él todos somos corregidos, enseñados. Por él, el niño humaniza su querer y recibe una estricta educación. Conforta el corazón de quienes le rodean, dando ayuda, remedio y curación. El falso maestro, en cambio es como un médico que ignora su oficio o un hombre sin cordura. Dice que sabe acerca de Dios, que tiene la tradición y la guarda, pero es sólo vanidad. Es jactancioso, inflado; es un torrente, un peñascal. Amante de la oscuridad y los rincones, es un ‘sabio’ misterioso, un ‘chamán’ con secretos, un ‘ensoñador’ que roba a su público, pues le despoja de algo. Es un hechicero, pues tuerce los rostros y los extravía, haciendo que los demás pierdan su identidad. Es falso, pues encubre las cosas, tornándolas más difíciles de lo que son y destruyéndolas. Hace perecer a quienes le siguen a fuerza de misterios, acaba con todo. VII Conoce ahora al médico. El médico verdadero es sabio, da vida, prueba las hierbas, piedras, árboles y raíces, ensaya sus remedios, examina, experimenta. El médico tolteca alivia las enfermedades, da masajes, concierta los huesos, purga a la gente, hace que se sientan bien, les da brebajes, los sangra, corta, cose, hace reaccionar, cubre con ceniza. En cambio, el médico falso se burla de su prójimo, y en su burla, mata a la gente con medicinas, provoca indigestión y empeora las enfermedades. Es un hechicero, pues se esconde en sus secretos; posee semillas y hierbas maléficas. Es un brujo que, en lugar de experimentar, echa suertes; mata con sus remedios, empeora, ensemilla, enyerba. VIII Y he aquí al padre verdadero: es raíz y principio de linaje de hombres. Bueno es su corazón, recibe las cosas, es compasivo y se preocupa. De él es la precisión, el apoyo, con sus manos protege. Cría y educa a los niños, les amonesta y enseña a vivir, les pone delante un gran espejo, una gruesa antorcha que no ahuma. Y el hombre maduro: un corazón firme como piedra, un rostro sabio, es dueño de su rostro y de su corazón. Hábil y comprensivo, buen componedor de textos, es un tolteca de la tinta negra y roja, un entendido. Dios está en su corazón y diviniza con su corazón las cosas. Dialoga con su propio corazón. Y el verdadero artista: un conocedor de colores, los aplica. Sabe de matices y armonías; dibuja pies, caras, les da sombra y relieve, logra efectos. Como tolteca, pinta los colores de todas las flores.” IX Acércate al que es modelo y ejemplo, pauta y señal, libro y pintura; al hombre honorable y de buena fama, a la condición social, la luz, la antorcha, el espejo. Observa a mis sacerdotes, los Merecidos, los de vida pura, trasparentes, buenos, rectos, dedicados, limpios de corazón, de vida sin mezcla, sin polvo ni impureza. Ellos llegan hasta la presencia de Señor de la Cercana Compañía, le ofrecen incienso, le oran, le ruegan por el pueblo. Acércate quienes, por todas partes, van haciendo lo excelente, dando brillo, dejando lo bueno, imponiendo un orden con prudencia, alegría y serenidad; a quienes son cofre y caja, sombra y abrigo, gruesa ceiba, sabino generoso que da brotes y se yergue poderoso, firme.

Ve con quienes no se ocultaron en el sueño, con quienes no desgarraron su labios (con calumnias); con quienes llevan en paz, sobre sus brazos y espaldas, a al (pequeñín) que va jugando, se divierte con tierra y duerme en la redecilla. En cambio, huye de estos sitios: el festín, el río y el camino. No te detengas allí, porque allí está, allí habita el gran devorador, (que es) la mujer ajena, el esposo ajeno, la prosperidad, la falda, la camisa ajena. X Amaos los unos a los otros, ayudaos entre vosotros en la necesidad con la manta, la joya, el salario y el alimento. Pues no es verdad, no es cierto si despreciáis a quienes os rodean. Dad limosna a los hambrientos aunque tengáis que quitaros vuestra comida. Vestid al que va en harapos aunque vosotros mismos quedéis desnudos. Socorred al que os necesita aún a costa de vuestra vida. Mirad que es una vuestra carne y una vuestra humanidad. Recordad al anciano, la anciana, el indigente, el desdichado, al que no se alegra, al que no es feliz, al que tiene pegado el intestino (de hambre), al que no encuentra su casa y vive en confusión, al que derrama sus lágrimas y muerde sus uñas (de desesperación). A quienes llevan las manos atadas a la espalda, a quienes donde las fieras y en las cárceles de la miseria van penando, a quienes por los desiertos y los montes se fatigan tras el chile y la sal, las verduras y el agua, a quienes son engañados en las plazas y tienen los labios resecos. Poned junto a vosotros a quienes son las manos y los pies del pueblo; no con indiferencia los saludéis ni con negligencia soportéis recíprocamente vuestras cargas. Pues vosotros sois guerreros águilas, ocelotes, sois el sostén y el remedio. XI En cualquier sitio puedes tropezarte con ellos: un anciano, una anciana, un enfermo, un niño. Por lo tanto, no tienes excusa. En cualquier sitio puedes encontrar a quien trabaja, a quien se expresa, a quien está creando algo. No estorbes entonces ni causes problemas a causa de tu ignorancia. En cualquier sitio, inadvertidamente, puedes romper una cabeza, violentar a otro, arrojar orina sobre su rostro, hacer que pierda la palabra con que habla, ignorar un buen consejo. ¡Despierta, ponte atento! No sea que el sueño te lleve y los hombres te apoden ‘Señor ronquidos, bola soñolienta’. XII Bueno es que te mantengas por ti mismo. Crea, trabaja, recoge leña, labra la tierra, siembra nopales; con eso beberás y vestirás. Pues honra, enaltece el trabajo duro. Pero, ¡cuídate de las obras mundanas! Porque mucho crece, rápido engorda lo que enferma, lo que atormenta, lo que fatiga, lo que causa espanto. Correcto es si junto a ti es dicha la buena palabra, la que no causa daño. Si la transmites, no le excedas ni le quites: sólo lo justo dirás. Pero, ¡huye de las palabras vanas, distraídas! Porque sólo pervierten, no son serenamente rectas; precipitan al hueco a quien las pronuncia, nos llevan a la trampa y al lazo, a la piedra y el palo. XIII Con llanto y preocupación hay que recibir la herencia y la fortuna. Pero, cálido es el hogar del pobre, y están tranquilos su esposa y sus hijos. ¿Naciste noble? Teme por ello; podría embriagarte o hacerte presuntuoso. He aquí lo que nos hace nobles: tomar la antorcha y el jabón, el chile y la cal, el azadón y la semilla. Esto, en verdad, es linaje y merecimiento. Se moderado y austero, verifica que los demás coman primero. Entonces toma agua y lava sus manos y sus bocas. Que no por ser noble perderás tu nobleza, ni caerán los jades, las turquesas, de tus manos llenas. Se dice que hay heredero al trono. He aquí como mostrara su condición: si baja su cabeza y se inclina con humildad; si mira al pobre con especial consideración; si le infunden respeto su mísero ceñidor, su manto raído; si al encontrar en el camino una anciana, un anciano, le dice: ‘Padre mío, mi abuela: que la paz te encamine, que no tropiece tu pie’. La cortesía, la modestia, la humildad, el llanto, el esfuerzo, eso te hará noble, amado,

enaltecido. Escucha, ningún soberbio, jactancioso o desvergonzado llegó jamás al reino. XIV Conoce los símbolos, las palabras. Canta bien, habla bien, conversa bien, responde bien, ora bien. La palabra no es algo que se compre. Conoce la condición honorable, lo que es bueno: no cometas adulterio, no te embriagues, no te sometas al juego ni al azar; no menciones tu linaje ni tu condición viril; no seas indiscreto ni cobarde; no procures los primeros lugares. Que tu corazón no sea tu madre. Que la ceniza esparcida y la encrucijada no te den órdenes. Que tu deseo no devore tu pie. Que una falda no te mueva ardientemente, pues envilece, desgasta, ensucia. No obres sin reflexión ni te entregues sin tomar medidas. No comiences tu trabajo sin analizar, y sin considerarlo serenamente no te impongas. No aceptes lo que no mereces ni reclames lo que no es tuyo, y no abuses de lo que no has creado. No te envanezcas de tus propias fuerzas. Que tu entendimiento no sea tu apoyo ni de tu convicción te jactes. No construyas tu casa sobre tus propias opiniones, pues eres tan sólo un pajarillo, una cuenta de jade, apenas una pluma. En cofre ajeno no te metas; en el plato de otro no te reclines. No te invites por ti mismo al convite. Que tu suerte no dependa del azar. Es peligroso, una trampa. Si alguno te sobrepasa, vaya delante. En la entrada no seas el primero. Cuando llegue el momento de hablar, que comiencen los demás. Y si Dios no te señala, no tomes la delantera. Si te dan aquello de lo que tienes necesidad en último lugar, no te enojes luego. Y si no te dan nada, agradece por ello. Así lo quiso el cielo: es merecimiento. No te hagas de rogar ni busques que te ofrezcan. Y no dos veces seas advertido, pues corazón tienes dentro de ti (para entender). No busques en exceso una buena apariencia, pues él te acepta así, discretamente. En cualquier sitio, en cualquier momento, tus adornos y tus joyas podrán arrojarte al torrente. A la hora de sembrar, no sólo vayas y siembres: prepárate bien, selecciona bien, planta bien, para que bien eches raíces. Cultiva bien tu sementera, tus campos, tus nopales. Constrúyete allí una casa buena, firme, con ayuda de todos, y déjala en herencia a aquellos a quienes educas. Que vean en ti al que enseña y se preocupa, pues el que instruye a otros fundamenta el modo de no dar vueltas en vano. XV Pide con entera humildad, suplica con justicia: he ahí concentrado todo el ritual. Pues satisface, compensa el labio que se manifiesta en súplica. ¿Es que ya lo sabes todo sobre la tierra? ¿No estás acaso tanteando con los pies? ¿Te conduces a ti mismo? ¿No eres aún llevado, cargado? Mañana o pasado mañana, ¿quizás llegaremos a saber aquello que sólo Él y únicamente Él conoce? Recuerda que te está viendo Nuestro Señor, el que conoce el interior de la piedra y el palo (cuerpo y alma), el que escudriña el corazón del hombre. ¡Nadie conoce su poder, nadie sabe su peso! ¡No es cierto que vivamos sobre la tierra! XVI Hay un hombre que vive en embriaguez y en sus manos se babea. Ha manchado su cuello, se apresta a difamar, se apropia de las cosas y da alaridos, pues la hierba y el vino le han atado. Ese ya no sale por su salida ni vive su propia vida, ya no corre su carrera, no tiene rostro ni orejas, ya no canta, no dice, no se expresa, a la hora del grito ya no puede gritar, no tiene camino ni conoce el orden, pues no presta atención a la palabra buena, aquella que eleva, que expresa. Sólo y sin reflexión vive, moviéndose siempre, cayendo de repente, desgarrado, revolcándose en su inmundicia, no se levanta en paz ni se acuesta en alegría, como conejo se inquieta, como venado huye. En ceguedad vive y no sale de ahí, no quiere crecer, solo anhela escabullirse, rechaza con el pie, nada com-prende ni retiene, no es civil, se arroja contra sí mismo, se abandona a las dudas, da golpes, gruñe, muerde. Ese violó la voluntad de Nuestro Señor. Por eso ya no extiende su brazo cuando debe

extenderlo ni va al sitio a donde debe ir, no entra a donde debe entrar ni morirá cuando deba morir. XVII Cuanto puedas produce, ambiciona las flores de Aquel que te dio la vida, Aquel por Quien vivimos. Puedes vivir a Su lado en este día que en préstamo has venido a pedirle. Regresa junto a Él, ten consciencia de tu dueño, pues se duele, se enfada cuando le olvidas y, puesto que sois uno, devuelve a tu corazón su pena y su olvido. Busca y reconoce qué es lo que Él quiere de ti sobre la tierra. Como cuando buscamos a tientas, como cuando pintamos un libro, ve así: con calma pero sin detenerte. Identifica en qué consisten el infortunio y la desdicha, la inhumanidad y la pérdida, y así no vivas. Sólo en tu propia paz, en tu prudencia, ve adelante sin vacilación ni duda, para que no entristezcas mi corazón. Con toda tu atención, serenamente, así vive. Y no te aflijas por la miseria humana, no te enfermes de pena ni tus entrañas adelgacen, no desfallezca tu corazón ante lo retorcido, ante lo que no es recto. ¿Es que sólo tibieza, bondad, ha de ser nuestra suerte? Sé un guerrero, arrójate al Ser del Cielo, Aquel que nos da vida. Con toda tu fuerza, con todo tu aliento, átate a lo alto, ve junto a él, arrójate a él. Y ocurrirá que él mismo llegará a ser raíz de tu existencia. XVIII ¿Has recibido Su aliento, Su palabra? Guárdalo en tu corazón como un secreto. Que no te aturda, ni embriague ni te cause orgullo. Ya comprenderéis cómo a nada, a nadie olvida Nuestro Señor. Entra en la bienaventuranza de Dios. Baja tu cabeza, flexiona tus rodillas, adopta una postura atenta, acostumbra tus piernas. Resbala, deslízate hacia Nuestro Señor. Y si algo te atormenta, si algo interfiere tu fluir, disípalo en su dicha y afirma tu vida. Entra en la presencia del Dueño de la Cercana Compañía, el Humano, el que es Noche y Viento (invisible e impalpable); ofrécele enteramente tu corazón y tu cuerpo. Concéntrate en Él donde estás, acércalo a tu rostro, a tu corazón. Mas aún: disfruta la riqueza de Aquel que te atormenta, Aquel que te hace puro. Su agua de intenso azul, su fuente de jades, su vaso de turquesa ha depo-sitado en ti para lavar tu alma y tu vida, y merecerte. No murmures nada en tu interior, nada digas ni pienses en forma reactiva del yerbazal (de tu mente), pues dentro del alma y el cuerpo ve y escucha Nuestro Señor. Si en verdad controlas tus distracciones, él dispondrá algún remedio para tu necesidad. Concéntrate enteramente en Él. El nombre y la gloria de Aquel que todo lo puede es lo único que causa gozo. Él reparte su gloria allá, en lo alto, para todos. Y cuando un hombre bueno lo recibe, Él se vuelve cual un ave excelente, de su cola, de sus alas brotan padres y madres, brotan aquellos que nos guían en cualquier rincón del Universo en que existamos. XIX Hijo mío, esto que te doy a comer es alimento puro. Lo que es para comer sobre esta tierra, acércalo a tu rostro. No te hagas semejante a piedra, pues ya sabes que si una piedra es dura, no sólo una vez se le golpea hasta que se quiebra. Observa al venado cuando lo persiguen: va asustando, ignora a dónde va: al hueco, a la muerte. Y tú, ¿acaso eres venado para que no sepas a dónde vas? Pues te ha sido mostrado el camino, por tu propia voluntad te traicionarías si lo pierdes. Mira: como árbol florido que ya no retoña ni echa brotes - pues sólo reverdece si resiste la helada, que de otro modo se marchita y seca -, así tú, si no retoñas y echas ramas a la hora del verdor y del renuevo, por tu propia voluntad te habrás arrojado a la boca de las fieras. Ahora que Nuestro Señor te ha mostrado su bondad, ahora que dentro de ti se agita, no lo desprecies. No juegues con un poco en tu interior para devolvérselo luego, hastiado, pensando: ¿en verdad he sido sanado? Ahora que te has acercado a la riqueza que de su presencia viene, ¿lo ofenderás de nuevo? ¿Volverás a ensuciar tu ser, tu alma? Con todo, aún cayendo muchas veces, si de nuevo recuerdas a tu Dios y te limpias sinceramente frente a él, arrojando tu mancha en su presencia, una vez más él tendrá piedad de ti y te mirarán sus ojos. Ve, disfruta de tu tesoro, que viene del seno de Nuestro Señor.

XX He aquí mi disposición final, aquello que os identificará como mis seguidores, lo que debéis seguir y compartir, pues es alimento escogido. Sólo tres consejos deseo encomendaros: El primero, que busquéis con anhelos hacerlos amigos de aquel que está en todas parte, en todos cuerpos, pues es noche y viento y Dueño del cerca y el junto. Y en tal empeño, mirad que no os hagáis orgullosos, desesperados o cobardes, sino humildes de corazón, poniendo toda vuestra esperanza en Nuestro Señor y atreviéndoos a mantener sus prescripciones. Lo segundo que debéis recordar: tened paz con todas los hombres, respetad a todos y a nadie agraviéis. Por nada del mundo avergonzaréis a otro hombre. Calmaos, que digan de vosotros lo que quieran. Callaos aunque os combatan y no respondáis. Así demostraréis vuestra condición viril y vuestra nobleza, y todos sabrán que sois dignos representantes míos. Y lo tercero que os pido es que no perdáis el tiempo que os ha dado Dios sobre este mundo. Ocupaos en lo que es bueno de día y de noche, no despreciéis el tiempo. Porque no sabéis si volveréis a vivir o si reconoceréis vuestros rostros allá, donde de algún modo se existe. Aprovechad esta vida. Basta con esto, que era mi misión. Haced en lo adelante lo que bien os pareciere. Todo hombre que se atenga a su propio bien allegará para sí la excelencia y conquistará la vida.

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