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• Laura Hornero

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LAS VANGUARDIAS Las vanguardias pretenden experimentar, desarrollar un arte nuevo, mostrar hostilidad hacia la tradición y negar el pasado artístico. Los vanguardistas son provocadores: desprecian al gran público y a la burguesía con actitudes agresivas. Al igual que los románticos, se consideran superior al mundo mediocre que les rodea y también al igual que ellos suelen ser vitalistas y activos, polémicos y apasionados. En los manifiestos acatan el arte oficial y afirman sus nuevas propuestas estéticas, buscando la originalidad. Los movimientos vanguardistas predominantes son el Expresionismo, el Futurismo, el Cubismo, el Dadaísmo y el Superrealismo. El Expresionismo no supone una negación radial del arte anterior, sino la acentuación de los rasgos presentes en el Naturalismo y el Impresionismo. El expresionismo rechaza que el arte se limite a representar la parte externa de la realidad, tiene que revelar la realidad interior, y para lo cual usan personajes extraños, descripciones intensas, caricaturas, rasgos distorsionados, situaciones absurdas y uso libre del lenguaje. Entre los autores destacan Frank Kafka con La metamorfosis, El proceso y El castillo; y Bertolt Brecht, renovador del teatro del siglo XX. El Futurismo defiende que el arte se debe al futuro y rechaza radicalmente el pasado. El primer manifiesto futurista lo dio el italiano Filippo Tommaso Marinetti donde citaba los rasgos futuristas: amor al peligro y a la temeridad, la rebelión, la agresividad y la belleza de la velocidad. También destaca Vladimir Maiakovski, quien publicó Bofetada a gusto del público. El Cubismo es una acumulación de imágenes que sin expresarse lógicamente producen una atmósfera correspondiente a un estado de ánimo. Es equivalente a un collage, con materiales gráficos previamente usados. El lenguaje no sigue nexos del discurso habitual sino que se rompe y se recompone con mucha imaginación. . Su principal autor es Guillaume Apollinaire, que publica el ensayo Los pintores cubistas, y es conocido también por sus caligramas. El Dadaísmo es propenso a lo absurdo, la exaltación de lo ilógico, al regreso de la pureza infantil y a la búsqueda del primitivismo. Recurren a la incoherencia absurda, critican los valores tradicionales de forma provocadora, agresiva e irónica. Son polémicos e inconformistas; atacan los principios de la razón y lo niegan todo. El autor más influyente es Tristán Tzara. El Superrealismo surge como decadencia del dadaísmo. Es el movimiento más importante de las vanguardias y se desarrollará entre los años veinte y treinta. Ramón Gómez de la Serna fue quién propagó esta literatura por España y publicó el ensayo El concepto de la nueva literatura y tradujo el Manifiesto futurista de Marinetti. Pero no será hasta el final de la Primera Guerra Mundial cuando se cree el Creacionismo, en el que el poeta no ha de imitar a la Naturaleza, sino que debe crear él mismo nuevas realidades. Para ello se prescinde de lo descriptivo. Quien propaga este movimiento es Vicente Huidobro, y escribe Horizón carré. El Creacionismo dio lugar al Ultraísmo, que recoge diversas vanguardias con la intención de buscar caminos diferentes. Se pretende una poética nueva, con una percepción del mundo con ojos nuevos que les lleva a abandonar los antiguos moldes, mostrándose objetos desde perspectivas no acostumbradas. Cambia el concepto de belleza, ahora reside en el propio poema y está de los de toda sentimentalidad. Prefieren objetos materialmente duros como locomotoras, máquinas, etc. Utilizan la tipografía para hacer un poema visual, eliminan la puntuación, las mayúsculas y usan el verso libre y utilizan sobretodo la metáfora.