La Redención de Mainländer

ATLÁNTIDA Boletín Virtual Filosófico Nº 001 – Oct. 20 de 2012 Escritor Misterioso BOLETÍN VIRTUAL FILOSÓFICO Ensayos

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ATLÁNTIDA

Boletín Virtual Filosófico Nº 001 – Oct. 20 de 2012

Escritor Misterioso

BOLETÍN VIRTUAL FILOSÓFICO

Ensayos, Artículos, Monografías, sobre temas filosóficos, filológicos, literarios, artísticos y jurídicos

HPHRAIM

LA REDENCIÓN DE MAINLÄNDER POR: DAVID EFRAÍN MISARI TORPOCO (*)

1. Juventud de Mainländer Philipp Batz, a quien conocemos mejor como Philipp Mainländer, se dio cuenta que el pretender ser un comerciante, no era lo suyo y se dedicó al estudio de la filosofía, con la cual terminaría por inmortalizarse. Revisemos algunos aspectos de su juventud. Recibió su formación escolar en la Realschule de Offenbach (su ciudad natal) situadas a orillas del río Main, de donde proviene su seudónimo “Main-länder”. En 1856 frecuenta la escuela de Comercio en Dresden, y dos años más tarde viajará por Francia e Italia para llegar a Nápoles, con el fin de ocupar un puesto en una casa de comercio. Fue durante este tiempo que en el año 1860, Philipp contando con diecinueve años durante su estancia en Napoles (1858 – 1863) llega a conocer “El mundo como voluntad y representación”, obra de Arthur Schopenhauer, la cual le serviría de inspiración para construir su propia obra metafísica. Mainländer fue arrastrado por dicha conciencia schopenhaueriana a una peligrosa antinomia, que no se puede dejar de lado. Veamos que nos dice el mismo Philipp: “En Febrero de 1860 llegó el día más significativo de mi vida. Fue cuando entré a una librería y le eché un vistazo a los libros frescos que recién habían llegado de Leipzig. Y mientras revisaba algunos textos encontré “El mundo como voluntad y representación” de un tal Schopenhauer, a lo que me pregunté ¿Schopenhauer? ¿Quién era Schopenhauer? Nunca había oído ese nombre hasta entonces, luego al revisar la obra, leí sobre la negación de la voluntad de vivir y me encuentro con numerosas citas conocidas de un texto que me hizo presa de sus sueños.”(Mainländer 2004 pp. 8-9) A su regreso en Offenbach, se hizo cargo del negocio de su padre. Ya por el año 1968, terminaría por trasladarse a Berlín, donde recibe el nombramiento de “Martin Magnus”, en una casa de banca. Luego de algunos años vuelve a su ciudad natal para empezar a redactar parte de su obra principal, pero decide

por voluntad propia, entrar como coracero en Halberstadt. Ya en noviembre de 1875 se establece definitivamente en Offenbach para concluir su obra principal. Fue en su corta juventud, a la cual se dedicó tiempo completo a su egregio texto. Revisemos los aspectos más importantes de su tratado. 2. Filosofía de la Redención Luego de ver su obra impresa, el 1° de Abril de 1876, Mainländer elegiría su redención, ahorcándose con una soga al cuello, renunciando así a este mundo lleno de dolor. Pero veamos que nos quiere transmitir con su escrito. El nombre de su obra en alemán es Die Philosophie der Erlösung, y es en ella, donde Mainländer elabora una trágica cosmogonía, sosteniendo que el Universo nace a partir de un Dios, pero que al verse “saturado y obstruido en su súper propio ser, decide suicidarse creando la humanidad”. De este modo arbitrario, origina la catástrofe absoluta, con la cual, el Universo no surge por un acto de “creación divina”, sino por el resultado de un agotamiento de “voluntad divina”, y es por eso que el filósofo sostiene lo siguiente: “Dios ha muerto y su muerte fue la vida en el mundo (...) todo lo que vemos en el mundo, no es más que la contemplación de la voluntad de autoanulación de Dios”. Es así como nuestra nefasta existencia, más que ser “voluntad de vida”, es una “voluntad de muerte”, pues en el instinto de todo ser vivo, se encuentra el impulso arrebatador de tanatos. La filosofía de la redención, parte con la tesis en que Mainländer construye una ontología negativa, donde es preferible el “no-ser” al “ser”, ya que “somos fragmentos de un Dios que en el principio de los tiempos, se autoaniquiló, porque quiso no-ser. Toda la historia universal, no es más que la oscura agonía de esos fragmentos que quedaron dispersos en el mismos cosmos.” Si le damos un giro a la filosofía schopenhaueriana, en “el mundo de

Mainländer”, veremos que la ley universal que rige es el dolor y la muerte, que al quedar así, será la única manera de cómo el hombre llegaría a encontrar una redención de su existencia en el suicidio. 3. Mainländer y la muerte de Dios Influenciado por la filosofía de Schopenhauer, del cual extrajo algunos puntos para elaborar su propia concepción pesimista del mundo, Mainländer también sirvió de influencia a Nietzsche, quien lo menciona, ya que fue el primer filósofo que habló y trató sobre “la muerte de Dios.” La filosofía de la redención, aparte de continuar las doctrinas de Kant y Schopenhauer, también confirma el budismo y se puede leer diversos aspectos tratados sobre el cristianismo puro. Todos estos sistemas filosóficos son rectificados y completados por Philipp, tratando a su vez, de reconciliar a estas religiones con la ciencia. La filosofía de la redención fundamente el ateísmo no en una creencia cualquiera (como estas religiones las tienen) sino como una filosofía en el saber, razón por la cual queda el ateísmo por primera vez, gracias a ella, fundamentado de un modo científico. Para Mainländer, la moral del cristianismo, no es más que un mandamiento lento y suicida, con el cual se puede lograr tomar conciencia de la caída y decadencia de un catastrófico destino del mundo. Podemos darnos cuenta de este fenómeno, si tan solo revisamos la vida de Jesús “El Cristo”, como la de Buda, pues ambos – según Philipp – habrían expresado el sensu allegorico a través de sus vidas. Con respecto a su visión del Universo, el filósofo propone una tesis propia, en la cual, Dios queda saturado de su propio “Súper-ser” y decide como un suicida, autoeliminarse en una catástrofe absoluta, y con este agotamiento de la voluntad divina, se originó todo lo demás. En un principio existe una vuelta repentina de perfección, sin tiempo, ni espacio, lo cual tiende hacia la nada. De modo increíble, esto es lo que la ciencia denominó “Big Bang”, pues el curso irreversible de esta

(*) Escritor, ensayista y filósofo de formación autodidacta peruano. Estudio Derecho y Ciencias Políticas en la UIGV (Promoción 2008 – III). Ex – Docente de EGACAL de Teoría General del Derecho y Latín Jurídico. Además se especializó en estudios de Filosofía e Historia de las Religiones en la UARM (C.E.U.). Es autor del texto “ABC del Derecho l Latín Jurídico” (2011) y Co – autor del texto “Oratoria Forense y Redacción Jurídica” (2010). Además escribió análisis y críticas sobre temas jurídicos – filosóficos para distintas revistas del ámbito jurídico. También es un profundo investigador de temas relacionados al estudio de la Filología Clásica.

gran explosión, se llega a extender a través de su fuerza omnipotente de creación, hasta el exterminio de todo lo que le precede, lo cual solamente se encuentra aun presente “existiendo” y a la vez “deviniendo” hacia su extenuación. Para Mainländer, el simple hecho es lo que la conciencia advierte a través de los tráfagos de la vida, diciendo a nuestro inconsciente que “la no existencia es mejor que la existencia”, como si esta fuera la sentencia que Sileno le dijo al rey. Pero ¿por qué esto? Simplemente porque este conocimiento le abre al hombre la posibilidad de negar perpetuarse y tender a autoaniquilarse, para consumar finalmente el gran ciclo de la redención (Erlösung) del ser. Mainländer afirma que todos somos fragmentos de un Dios, que al igual que en el “Big Bang” del principio de todos los tiempos, se destruyó ávido de no-ser. El filósofo nos dice: “Esta unidad simple que ha sido, ya no existe más. Ella se ha fragmentado, transformando su esencia absoluta en el mundo de la multiplicidad. Dios ha muerto y su muerte fue la vida del mundo. Por esa razón, nosotros ya no estamos “más en Dios”, porque la unidad simple se ha destruido y ha muerto.” Sin embargo, es consciente de sus límites, y pregúntese ¿existió realmente una unidad simple? Mainländer sostiene que sí existió. Pero no es posible descifrar en algún modo, lo que esta “unidad simple” fue al principio, ya que solo afirma que su “Ser” fue saturado por su propio “súper-ser”, el cual, no se asemeja a ningún ser que podamos concebir, porque todo ser que se conoce es por el contrario, un ser cuya manifestación es movimiento o devenir. Tesis que nos hacen recordar a Heráclito y Parménides. Sin embargo, Mainländer sintetiza sus teorías centrales, como la desintegración de la unidad en la multiplicidad, pues la transición del campo trascendente hacia el inmanente “la muerte de Dios” y acerca del origen del mundo, en los siguientes pasos: 1. Dios quiso el no-ser. 2. Su esencia fue el obstáculo para la entrada inmediata en el no-ser. 3. La esencia tuvo que desintegrarse en un mundo de la multiplicidad, cuyos individuos tienen, todos juntos, el afán de “no-ser”. 4. Es en este afán, donde se obstaculizan mutuamente, luchan los unos con los otros y debilitan de esta manera, su fuerza. 5. La completa esencia de Dios vino hacia el mundo a través de una forma transformada y en una determinada suma de fuerza. 6. El Universo, el mundo completo, tiene una meta “el no-ser” y logra esta, mediante el continuo debilitamiento de las sumas de fuerzas. 7. Cada uno llegará a través del agotamiento de su fuerza, en su proceso evolutivo, hasta el punto que su ansia de alcanzar, el exterminio y pueda llegar a ser cumplida.

Podemos observar que existe una cosmovisión que concibe la historia universal como la oscura agonía de los fragmentos que correspondieron a un Dios y que apela a la destrucción del mundo y del “yo” para acelerar el proceso de destrucción. Mainländer nos dice al respecto “La ley del debilitamiento de la fuerza es la ley universal. Para la humanidad, esta se llama ley del dolor.” Entendiendo esta postura, y en compatibilidad con ello, solo una teología del exterminio es capaz de aliviar aquel dolor cuyo proceso viene a ser un padecer irreversible, a lo que solamente queda colaborar con la desintegración del mismo. En efecto, esto solo se logra con la autodestrucción o autodesintegración. Queda claro que para Mainländer el dolor no es un impedimento mortífero, solo es parte de un engranaje que debe terminar por extinguirse. Es por ello que Mainländer defiende su propia postura metafísica y sostiene que: “El verdadero significado metafísico del mundo, el credo de todos los buenos y los justos, el desarrollo del mundo con la humanidad hasta el extremo. El mundo es el punto de tránsito, pero no para un estado nuevo, sino para el exterminio, el cual desde luego, se encuentra fuera del mundo, esto es lo metafísico.” Es así, como el pesimismo autodestructivo mainlanderiano transmuta el concepto de negación, por el de destrucción. 4. La Voluntad de Muerte La voluntad de muerte en Mainländer, no es más que la conciencia de la vida, como medio para alcanzar la liberación a través de la muerte. Bajo esta cosmovisión, toda cosa en el mundo es inconscientemente voluntad de muerte. El mundo se mueve como si tuviera una causa final, pero lo que en verdad se desea no es la vida, porque esta es solo apariencia de la voluntad de muerte. Sin embargo, la redención puede comenzar en vida, al tomar conciencia de que lo esencial ya no es aquella voluntad que tiene como fin la vida, sino aquella que sirve como medio para la muerte. Mainländer nos habla de sí para persuadirnos sobre ello: “Quisiera en adelante destruir todos los motivos fútiles que puedan amedrentar a los hombres para buscar la noche sosegada de la muerte, y cuando pueda tranquilamente quitarme de encima la existencia, cuando mi nostalgia de la muerte se acreciente solo un poco más, entonces mi confesión podrá tener la fuerza de apoyar a cualquiera de mis semejantes en su lucha contra la vida.” Albert Camus casi un siglo más tarde, en la misma línea de confesión sostiene: “Matarse, en cierto sentido y como en el melodrama es confesar. Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o que no se le comprende.” Pero ambas confesiones difieren entre sí. El hecho es que Mainländer si elaboró un tratado de más de mil páginas, donde incluye una minuciosa teleología del exterminio (Teleologie der Vernichtung). En

esta, llega a manifestar su absoluta convicción de haber hallado la redención al problema de la existencia humana. “Finalmente el filósofo inmanente ve en el Universo completo solo la profunda nostalgia de un exterminio absoluto, y esto es oído por él, el llamado claro que atraviesa todas las esferas celestiales ¡Redención! ¡Redención! ¡Muerte a nuestra vida! Y la respuesta consoladora dice: “Todos ustedes encontraran el exterminio serán redimidos.” El amor a la muerte de Mainländer apela a la valentía espiritual en su lucha contra la vida y nos dice: “Aquel que no le tema a la muerte, se precipita en una casa envuelta en llamas: quien no le teme a la muerte, sale sin vacilar en medio de un diluvio; quien no le teme a la muerte, irrumpe en una tupida lluvia de balas; quien no le teme a la muerte, emprende desarmado la lucha contra miles de titanes alzados en ira, quien no le teme a la muerte, es el único que puede hacer algo por los demás, sangrar por los otros y recibir al mismo tiempo la felicidad única, el único bien deseable en este mundo: la verdadera paz del corazón.” Si analizamos lo que Camus quiso decir al sostener “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía.” Camus quiso plantear un problema que en Schopenhauer no nos conduce a la autodestrucción, sino a la autonegación. Por más pesimista que parezca la cosmovisión schopenhaueriana, ella jamás buscó el cese inmediato, violento y autodestructivo de la vida, sino por el contrario, encontró un camino lento de conflictos internos, donde se busca negar el querer que produce el fenómeno del sufrimiento en la vida. Bajo esta concepción, el suicidio es antecedido por motivos que nacen de un “yo volente”, marcado visiblemente por las barreras individuales propias del principium individuationis, pero que más allá del fenómeno resultan solo ser una causa infundada. Esto se debe a que la voluntad de vivir no vale la pena ser afirmada y nos sobrepasa en ella lo inconcebible y lo doloroso, es que se debe negar su esencia y no destruir el fenómeno particular de ella, que se vive y se vivirá siempre en uno. Sin embargo, resulta paradójico que el apego a la vida suele ser más fuerte que todas las miserias del mundo, y aunque se juzgue que la vida no vale la pena ser vivida, son pocos finalmente los que obran según esta premisa, y ¿a qué se debe esto? Se debe a que el querer de la vida, no implica más que el que se la quiera, y es en este hecho donde radica su esencialidad. Soy de la idea, que no deberíamos preguntarnos si la vida vale o no vale la pena ser vivida, más bien solo nos queda sobrecogernos de ella, con el hecho de que la vida nunca resultará ser vivida para todo hombre. Y ¿por qué digo esto? Porque Camus sostuvo que vio morir a muchas personas que estimaron que la vida no vale la pena vivirla, pese a que en algún momento consideraron

(*) Escritor, ensayista y filósofo de formación autodidacta peruano. Estudio Derecho y Ciencias Políticas en la UIGV (Promoción 2008 – III). Ex – Docente de EGACAL de Teoría General del Derecho y Latín Jurídico. Además se especializó en estudios de Filosofía e Historia de las Religiones en la UARM (C.E.U.). Es autor del texto “ABC del Derecho l Latín Jurídico” (2011) y Co – autor del texto “Oratoria Forense y Redacción Jurídica” (2010). Además escribió análisis y críticas sobre temas jurídicos – filosóficos para distintas revistas del ámbito jurídico. También es un profundo investigador de temas relacionados al estudio de la Filología Clásica.

que sí era valioso hacerlo. Pero pese a ello, Camus afirma lo siguiente: “Nunca vi morir a nadie por el argumento ontológico. Galileo, que defendía una verdad científica importante y determinante para la época, abjuró de ella con la mayor facilidad del mundo cuando vio que su vida corría peligro.” Por su parte, Klaus Thomas en su obra Hombres ante el abismo, parece ser más cauteloso al recordar a Hegesias, a quien lo designó con el apodo de Peisithánatos, pues como bien dice su nombre, era un hombre que precisamente persuadía a matarse, y lo hizo, porque creía que la felicidad tan frecuentemente ensalzada, anhelada y buscada por los hombres, era simple y objetivamente inasequible y nunca jamás alcanzada. Pero luego, viene una parte interesante que no puede dejar de ser tomada en cuenta, para lo cual Klaus Thomas nos dice lo siguiente: “Hay pocos que estarían dispuestos a morir por una demostración ontológica.” Y nos preguntamos ¿puede realmente morir alguien por un argumento ontológico? La respuesta es un SÍ, y el último que murió por una demostración ontológica fue Philipp Mainländer. 5. El Suicidio de Mainländer: Su liberación El primero de Abril de 1876, el día en que Mainländer recibía la impresión de su obra Philosophie der Erlösung, el filósofo acabó con su vida. Con la impresión de su libro, tomó varios ejemplares y con ayuda de algunos apuntes más, levantó un cúmulo de papeles y lo utilizó como pedestal, como base de su redención filosófica. Cogió la cuerda y se la amarró al cuello, y la colgó en la viga. Luego dio comienzo al movimiento de piernas. Actualmente los físicos podrían ponderar la agudeza de su sensibilidad para expresar vivencial y consecuentemente lo que hoy la ciencia llamaría Big Bang, o también el aumento de la entropía, fuera de todos los aportes que pudo expresar así, concerniente a

la teoría del caos y los postulados que guardan relación con las leyes de la termodinámica. Sin embargo, se puede deducir que el Big Bang o la teoría de la gran explosión matematiza y salda la fantasía mitopoética destructiva del “Comienzo-Final” catastrófico, el cual fue vivido por Mainländer como suicidio. Este hecho nos permite reconocer a su vez, la sensibilidad mitopoética como expresión del dolor que vivió y teorizó. Pretender ironizar que su suicidio fue un acto perpetrado para enaltecer su obra, es un juicio que no concierne en este caso a una reflexión que busca ser consciente de la esencialidad propia de su vivencia. Realzo en ella su sensibilidad mitopoética: “Más allá del mundo no hay ni un lugar de paz, ni un lugar de tormento, sino solo la nada (...) Esto puede generar un nuevo contramotivo y un nuevo motivo: esta verdad puede hacerlo retroceder a uno hasta la afirmación de la voluntad y a otro puede llevarlo poderosamente hasta la muerte.” 6. Conclusiones En este breve ensayo sobre la filosofía de Mainländer y el tema del suicidio, a la luz de la voluntad de vivir y la voluntad de morir, fue concebido como un intento de profundizar y comprender a partir de dos teorías antagónicas, una argumentación ontológica que lo condena y otra que lo legitima, hasta la radical consecuencia de consumarse en su praxis. Tres síntesis que podemos rescatar, serían: Primero: Que la consciencia advierte a través de los tráfagos de la vida, que la no-existencia es mejor que la existencia, y precisamente este conocimiento, es la que lleva que el hombre se niegue a perpetuarse y tienda a auto aniquilarse, consumando así, el gran ciclo de la redención del ser al no-ser, ya que todos somos “fragmentos” de un Dios, que en la génesis del Big Bang, se destruyó a sí mismo, ávido de no-ser. Segundo: Todo el proceso histórico-universal, no es más que la lúgubre agonía de esos

“fragmentos”, y la destrucción del mundo tendría como objetivo primordial resucitar a Dios. Tercero: Para Mainländer, Dios se sintió saturado de su “super-ser” y entonces decidió que la no-existencia era mejor que la existencia, y por eso al crear a la humanidad (al hombre de paso) se suicidó. También se puede entender que el auténtico Big-Bang, habría sido aquella decisión divina con la cual Dios puso fin a su vida. Mainländer escribe: “Esta unidad simple que ha sido, ya no existe más. Ella se ha fragmentado, transformándose en esencia absoluta dentro del vasto universo de la multiplicidad. Dios ha muerto y su muerte fue la vida del Universo”. El supremo cumplimiento que ha de atreverse a cometer el suicida, es la abdicación en pro de la nada, cuyo desenlace es la autoanulación de uno mismo. Esto quiere decir que el anulándose a sí mismo, es el resultado de una avidez vital de la nada, que se trasciende a sí misma. Datos bibliográficos: Mainländer, Philipp (1996), Die Philosophie der Erlösung. Tomos I y II. Hildesheim. Georg Olms (2004), Von Verwesen der Welt und anderen Restposten, editado por Ulrich Horstmann, Leipzig: Edition Sonderwege bei Manuscriptum. Müller – Seyfarth, Winfried (1993). Die modernen Pessimisten als decadents, von Nietzsche zu Horstmann. Texte zur Rezeptionsgeschichte von Philipp Mainländers Philosophie der Erlösung. Wurzburg: Königshausen und Neumann.

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[email protected] Director: David Efraín Misari Torpoco Jefe del Comité Jurídico: José Reynaldo Lopez Viera Secretario del Comité: Jhonn Villafana Huertas.

(*) Escritor, ensayista y filósofo de formación autodidacta peruano. Estudio Derecho y Ciencias Políticas en la UIGV (Promoción 2008 – III). Ex – Docente de EGACAL de Teoría General del Derecho y Latín Jurídico. Además se especializó en estudios de Filosofía e Historia de las Religiones en la UARM (C.E.U.). Es autor del texto “ABC del Derecho l Latín Jurídico” (2011) y Co – autor del texto “Oratoria Forense y Redacción Jurídica” (2010). Además escribió análisis y críticas sobre temas jurídicos – filosóficos para distintas revistas del ámbito jurídico. También es un profundo investigador de temas relacionados al estudio de la Filología Clásica.