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LA PERSONA: DIGNIDAD Y MISTERIO Hacia una comprensión de la noción de persona humana La Persona Humana es un ser indepen

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LA PERSONA: DIGNIDAD Y MISTERIO Hacia una comprensión de la noción de persona humana La Persona Humana es un ser independiente, inteligente y racional, que desde pequeño desarrolla sus conocimientos, y se apoya en la educación para desarrollar todas sus potencialidades frente a la sociedad, que es la que lo lleva a convertirse en un hombre productivo para la sociedad, que lo lleva a ubicarse en el contexto social como una persona que logra sus metas y propósitos que siempre serán individuales. Autores como Jacques Maritain, nos advierten el peligro de una distinción real entre individuo y persona. Claro que existe una distinción conceptual: al decir “individuo” humano nos estamos refiriendo a un ejemplar de la especie humana, así como cuando decimos éste perro, nos referimos a un ser que pertenece al género perruno. Ahora bien, cuando empleamos el término individuo indicamos que estamos ante un ser “indiviso”, único y singular. Esto permite evitar una visión abstracta de la persona, pues el término individuo se refiere al ente concreto. Sin embargo, tal distinción ha sido nefasta, pues la interpretación que se le ha dado es que como si hubiera individuos humanos que no son personas; por ejemplo, un feto La persona desde la metafísica clásica: Esto quiere decir que cada persona humana es superior a los fines que tiene propuesto a la especie, esto no sucede con el resto de las especies, el fin de individuo se agota por el bien de la especie. Un individuo en una especie se desarrolla, madura y se reproduce, lo importante es que la especie se mantenga, por eso. El individuo se subordina al bien de la especie. En la persona humana no sucede así, aunque biológicamente lo parezca. Pero es mucho más que eso, vive para ser feliz planteándose metas y fines que no se encuentran en la naturaleza, pues cada hombre se propone a sí mismo sus fines. El fin del hombre no es el fin de la sociedad, esto es lo que olvida el colectivismo, según el cual, el hombre está subordinado al bien de la sociedad. Si esto fuera sí, la persona sería relativa a la sociedad, el bien de la persona estaría al bien de la sociedad. Cada persona es única, e irreprensible, más bien es la colectividad la que está subordinado a la persona humana. Por otro lado ser uno mismo delante de Dios” es asumir plenamente la propia condición metafísica, y es la raíz de la vida moral. “Este es el origen y la fuente de toda originalidad. El que ha osado esto es el que tiene propiedad, es decir, ha logrado saber lo que Dios le había dado y cree, absolutamente y por eso mismo, en el carácter propio de cada uno. En efecto, el carácter propio no es mío, sino que es un don de Dios, con el que concede el ser. Esta es la insondable fuente de bondad en la bondad de Dios: que Él, el Omnipotente, da de modo que el que recibe obtiene la propiedad

Caracteres esenciales de la persona: Podemos afirmar también que, dada la complejidad de la persona humana, muchos autores contemporáneos prefieren hablar de notas o propiedades esenciales de la persona. Hay autores que utilizan otros términos para referirse a lo mismo: caracteres esenciales, dimensiones de la persona. A su vez, estas propiedades pueden ser entitativas u operativas, ya sea que se den el orden al ser de la persona o en orden a su actuar. En orden a su ser: Subsistencia o “sustancia”. Aunque sea una categoría criticada por haber sido extraída del mundo natural, sin embargo, el hombre es un ser sustancial peculiar, pues no sólo tienen un “ser en sí mismo” sino que se hace cargo de su propio ser. Mismidad” o identidad, lo que le permite saber que es él mismo a pesar de los cambios en el trascurrir de su vida. Apertura”, tanto a la intelectiva como volitiva, en sentido de apertura “trascendental”, pues toda la persona que está abierta a la realidad y al más allá de este mundo natural. Incomunicabilidad”, en cuanto que su propio acto de ser le pertenece y no puede abandonarlo ni comunicarlo a otro ente. Auto posesión”: la persona humana se posee a sí misma y es capaz de obrar por ella misma, y no por otro. Las cosas sí son objeto de posesión, pero la persona no puede ser poseída. La esclavitud es rebajar a la persona humana, que esencialmente escapa a la posesión y a la utilización. Individualidad” o autonomía entitativa: la persona humana posee una autonomía en su ser, la persona humana no puede ser un accidente, la persona humana no existe en otro, alguien puede decir ¿pero viven sociedad? Sí... pero no es la sociedad. El hombre, a diferencia de los animales, posee como característica exclusiva la racionalidad. Esta le permite pensar, evaluar y actuar de acuerdo a ciertos principios para satisfacer algún objetivo o finalidad, con los recursos que tiene a su alrededor. Este atributo humano hace que la conducta de nuestra especie sea consciente, en lugar de la instintiva animal, por lo que somos capaces de hacer frente de forma innovadora a problemas que no habíamos tenido anteriormente. En orden a su actuar Autoconciencia”: la persona humana al volver sobre sí misma se posee de forma intencional, como objeto de conocimiento. Libertad” u autonomía operativa: supone la autonomía entitativa.

Intimidad”: es su propio mundo interior, efecto de la autoconciencia. Siendo auto-posesión, posee un mundo interior, compuesto de imágenes, recuerdos, deseos y lo muestra sólo cuando quiera y a quienes quiera mostrar. Diálogo o “intersubjetividad”: la persona humana se manifiesta en el diálogo, en una relación de su Yo con un Tú. Donación”: pues la persona es alguien que se posee y puede, a su vez, darse a los demás. La persona es un ser histórico. Todas estas características han sido tratadas por estudiosos de Antropología Filosófica en una clasificación que contempla a veces cuatro y otras cinco o seis notas o propiedades. Así, por ejemplo, el profesor José Ángel García en su Manual de Antropología Filosófica propone estas cinco notas: La autoconciencia, la libertad, el diálogo o intersubjetividad y la donación. LA DIGNIDAD DE LA PERSONA. Persona significa lo que es perfectísimo en toda la naturaleza, afirmó Santo Tomás, y, en nuestra época, esa perfección tiene un nombre específico: dignidad. La persona es el ser por excelencia por encima del cosmos, la materia, las plantas y los animales. La dignidad de la persona es una perfección intrínseca y constitutiva, es decir, depende de la existencia y características esenciales de su ser, no de la posesión o capacidad de ejercitar determinadas cualidades. Toda persona es digna por el mero hecho de ser persona, aunque carezca o posea de modo deficitario alguna de las características específicas de lo humano (discapacidades físicas o psíquicas, aspectos no desarrollados, etc.) La dignidad de la persona hace que sea un valor en sí misma y no pueda ser instrumentalizada. La perfección intrínseca de la persona hace que tenga valor por sí misma, por el simple hecho de ser persona o de existir. Por eso existe la obligación positiva de buscar su bien y la negativa de no utilizarla como mero instrumento para otros fines, lo que iría en contra de su dignidad. La dignidad de la persona es el fundamento de los derechos humanos. El valor absoluto y la dignidad intrínseca de la persona se traducen a nivel jurídicosocial en la existencia de los derechos humanos o derechos fundamentales que poseen por el mero hecho de ser persona. Estos derechos no son concesiones del Estado, sino exigencias interiores que dimanan del ser personal y que el Estado, si obra correctamente, no puede menos de reconocer. La dignidad de la persona hace que cada hombre y cada mujer sean irrepetibles e insustituibles. Las peculiares características de la persona humana nos permiten comprender que cada persona es única y tiene un valor irrepetible independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, etc. Nadie puede ser, en sentido estricto, sustituido.

La afirmación de la dignidad de la persona está históricamente ligada al cristianismo porque los cristianos fueron los primeros que afirmaron la total y radical igualdad de todos los hombres. “En efecto, afirma san pablo, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús. Dignidad ontológica. – es decir que la persona tiene una dignidad ontológica es afirmar que goza de una dignidad y, por lo tanto, es merecedora de un respeto y de una consideración. La dignidad de la persona humana, desde este punto de vista, radica en su ser y no en su obrar. Puede actuar de una forma indigna, pero, a pesar de ello, tiene una dignidad ontológica que se refiere a su ser. Dignidad ética. - Existe una dignidad arraigada al ser y una dignidad arraigada al obrar. La dignidad del obrar es la dignidad ética y se refiere a la naturaleza de nuestros actos. Se hacen dignos de una dignidad moral, mientras que los hay que, por su forma de vivir, son indignos desde un punto de vista moral. Sin embargo, ambos, por el mero hecho de ser personas, tienen una dignidad ontológica. Dignidad teológica. - La dignidad teológica se elabora por referencia a Dios. Desde el punto de vista bíblico, en el Génesis, la persona se define como imagen y semejanza de Dios. No esta o aquella persona, sino toda persona. Esto significa que la persona es un ser heterogéneo en el conjunto de la creación, pues solo ella es icono de Dios.