La palabra que camina

LA PALABRA QUE CAMINA COMUNICACIÓN POPULAR PARA EL VIVIR BIEN / BUEN VIVIR Adalid Contreras Baspineiro Quito, octubre d

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LA PALABRA QUE CAMINA COMUNICACIÓN POPULAR PARA EL VIVIR BIEN / BUEN VIVIR

Adalid Contreras Baspineiro Quito, octubre de 2015

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INDICE Prólogo Introducción Capítulo 1 El Vivir Bien/Buen Vivir: una cosmovisión que comunica Vivir Bien/Buen Vivir es una cosmovisión de la vida en armonía Vivir Bien/Buen Vivir es convivencia comunitaria y solidaria  Uno/a para todos/a, todos/as para uno/a  Complementariedades  Integralidad Vivir Bien/Buen Vivir es una propuesta de la vida en plenitud  Vivir Bien/Buen Vivir con dignidad  Equilibrio  Superar el vivir mejor El Vivir Bien/Buen Vivir es una propuesta de los pueblos originarios para el planeta  El origen  Referentes pluridiversos  El pensamiento Qhapaq  Interculturalidad y plurinacionalidad  Devenir histórico El Vivir Bien/Buen Vivir es una epistemología del sur Desde la periferie hasta el centro  Epistemología del Sur  En el seno del capitalismo  En las comunidades y en el Estado Capítulo 2 ¿Qué es la Comunicación para el Vivir Bien / Buen Vivir? (Re)construir sentidos de vida buena en plenitud Vivir Bien/Buen Vivir es diálogo y decisión  Definición de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir  Horizonte de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir Saber comunicarse  Debemos estar siempre comunicados  Hablar como personas que viven la vida Saber escuchar  Escucharnos con todos los sentidos  Escuchar las voces del ambiente y los sonidos de la naturaleza  Escucharnos en la práctica política Saber compartir  Educar para transformar  Cantos de esperanza 2

Saber vivir en armonía y solidaridad refrendando las palabras con los actos  Convivir entre culturas Saber soñar  Institucionalidad para el Vivir Bien/Buen Vivir  Políticas de comunicación y de culturas para el Vivir Bien/Buen Vivir  Derecho a la comunicación Capítulo 3 Metodología de la convivencia comunitaria Concepción metodológica de la complementariedad Niveles de intervención  La cuadralidad comunicativa  Sentidos de enunciación Lógica tetraléctica  Referentes  Convivir sentipensando - Sentir/pensar - Decidir/actuar - Volver/convivir - Celebrar/esperanzar Métodos y procedimientos  Estrategar con los pies en la tierra  Para construir los discursos - Acción de comunicación - Tema general - Objetivo general - Objetivos específicos - Subtemas/mensajes - Sujetos - Medios/géneros/formatos Conclusiones Bibliografía Anexos

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“Llegará el día en que nos demos cuenta de que todo lo que somos, nuestra existencia misma, se la debemos a las gentes que han reservado su cultura y su herencia, a esas personas que han mantenido con vida los rituales, las historias, las leyendas y los mitos. Y será gracias a este conocimiento que ellos han preservado, como volveremos a estar otra vez en armonía con la Naturaleza, con la Madre Tierra y con la humanidad misma. Y descubriremos que este conocimiento es nuestra clave para la supervivencia. Éstos serán los Guerreros del Arco Iris”1.

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En el siglo XIX, una anciana y sabia mujer de la tribu Cree llamada "Ojos de Fuego", lanzó una profecía que hablaba de Los Guerreros del Arco Iris.

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Prólogo (FALTA: redactará el Dr. Francisco Sierra, CIESPAL)

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Presentación (FALTA: Escriben los directivos de ALER)

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Introducción El título de este libro es un reconocimiento a la creatividad, la fortaleza y la energía de los pueblos de nuestro continente. Con ellos la historia camina sin pausa, aunque con ritmos cambiantes que a veces permiten avanzar y otras detenerse o dar marcha atrás para tomar impulso. Los pueblos no marchan solos, otras fuerzas también influyen para que los contextos de la historia se acomoden a sus intereses. Y entonces los pueblos resisten. Afinan sus propuestas. Luego emergen y se proyectan en la vida con sus cosmovisiones, con sus culturas, con su ciencia y tecnologías, con sus formas organizativas, con sus formas de relacionarse y comunicarse, con sus esperanzas para ellos, para la Madre Tierra, para el mundo. En este caminar por la historia, que va y viene, se desarrollan verdades batallas simbólicas donde la palabra acompaña y alimenta las ideas, las costumbres y los “sentipensamientos”, tensionándose entre las expresiones de las fuerzas que quieren eternizarse en la univocidad del discurso y del poder y las fuerzas de las voces múltiples que enuncian proyectos de sociedad variopintos con el común denominador de la justicia y de la vida en armonía. La palabra camina en el día a día de las personas y de las sociedades. No se detiene nunca, se hace en los diálogos, en los intercambios culturales, en las relaciones sociales, políticas y espirituales y en las vinculaciones de los hombres y de las sociedades con la naturaleza y los dioses tutelares. Camina con los sentimientos,

conocimientos,

prácticas

y

esperanzas

de

las

sociedades

reflejándolas, enriqueciéndolas, conectándolas, desafiándolas, orientándolas y proyectándolas. La palabra está caminando nuestra América Latina y el Caribe, expresando las voces de un Sur que ha decidido recuperar de sus entrañas de resistencia al (neo)colonialismo, al capitalismo y todas sus expresiones discriminatorias, propuestas de dignificación que ponen en el horizonte y en el camino el diseño de una sociedad de la vida buena en plenitud, con armonía personal, social, con la naturaleza y con el cosmos: la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir. 7

La palabra del Vivir Bien/Buen Vivir está caminando en las prácticas, experiencias, interrogantes y construcciones de la comunicación popular, que desde su misión irrenunciable de visibilización y representación de la vida de los pueblos y de sus luchas por un mundo justo, así como por la democratización de la palabra, se interrogan ahora por la sociedad de la vida buena en plenitud y armonía. Las preguntas, dudas, respuestas y desafíos de esta caminata que la comunicación popular hace desde los pueblos es la base de la propuesta de este libro: la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir. La palabra camina también por las páginas de este libro, que en su primer capítulo define la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir, recuperando su origen en la sabiduría y experiencia de los pueblos indígenas, así como sus expresiones en las reivindicaciones y luchas de otras y diversas sociedades. El segundo capítulo propone una definición de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, estableciendo sus principales componentes y características. Con este armazón, en el tercer capítulo aventuramos la concepción metodológica de la convivencia comunitaria, con su lógica tetraléctica, que esperamos orienten el diseño de prácticas y producción de materiales de comunicación para la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir. Como ocurre con frecuencia en la historia de la comunicación latinoamericana, también en este tema la práctica está caminando por delante de la teoría. El Vivir Bien/Buen Vivir nace en las resistencias, experiencias y propuestas ciudadanas, desde donde da un salto a la política y las políticas estatales, sin haber tenido el tiempo suficiente para sistematizarse, teorizarse y dotarse de un cuerpo metodológico. La teoría necesita ponerse al día conceptualizando a partir del valor de las experiencias. Este trabajo cuenta no solo con el aval, sino con las reflexiones, búsquedas y extraordinarias experiencias de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), la red continental más representativa de la comunicación popular latinoamericana y caribeña. A sus directivos, emisoras asociadas y audiencias quiero expresarles mi admiración, aprecio y agradecimiento por haber 8

respaldado esta publicación y por sus prácticas e interrogantes que convierten este libro en un material de trabajo que está presto a recibir los borrones, los apuntes y los aportes de quienes están caminando con la palabra que construye, pasito a paso, la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir. Quiero reconocer los esfuerzos que realiza el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL), mediante diversas iniciativas de debate y producción teórica y metodológica, para promover la reflexión académica sobre la comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir. En este marco, la publicación de este libro es posible gracias a su generosidad en coedición con ALER. Agradecimiento también al amigo Omar Rincón y la Fundación Frederich Ebert Stiftung, por animarse a apoyar misiones polémicas como el contenido de las páginas de este libro. Con la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir retomamos la palabra de nuestros pueblos, seguimos la huella de la comunicación popular y caminamos la senda abierta por los pioneros de la comunicación horizontal y participativa, para seguir aportando en la construcción de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación. La utopía está vigente. Quito, noviembre de 2015

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Capítulo 1: EL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR: UNA COSMOVISIÓN QUE COMUNICA

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EL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR ES LA COSMOVISIÓN DE LA VIDA EN ARMONÍA Si cosmovisión es una forma de ver, de interpretar, de entender y también de construir el mundo con un conjunto de creencias y convicciones que permiten analizar, interpretar y reconocer la realidad, el punto de vista particular que caracteriza

al

Vivir

Bien/Buen

Vivir

como

una

cosmovisión

es

la

cosmoconvivencia. La cosmoconvivencia se construye en base a la articulación, interacción, intercomunicación, encuentro e interdependencia de estas cuatro cosmovisiones:

COSMOCÉNTRICA

BIOCÉNTRICA

COSMO CONVIVENCIA

ECOCÉNTRICA

ETNOCÉNTRICA

Decimos que es una concepción cosmocéntrica, porque el eje sobre el que gira la interpretación, comprensión, definición y proyección del mundo es la vida en y del cosmos. O sea, la vida de todos los seres vivos en nuestra relación con la vida del planeta y cosmos que habitamos los humanos, los animales, las plantas, las montañas, la naturaleza, todos los que vivimos en y de la tierra y cosmos que nos dan vida al mismo tiempo que perteneciéndoles nosotros también les damos vida. Esta concepción se construye sobre la base de la cosmovisión biocéntrica, que reivindica el valor primordial de la vida de todos los seres. La vida, tal y como se entiende en la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir, contempla estos niveles: 1) La vida en convivencia, individual y social, entre seres humanos y con todos los otros seres vivos y con la naturaleza y las deidades. 2) La vida digna, es decir con derechos y responsabilidades, tanto ciudadanos como de la naturaleza. 11

3) La vida en plenitud, donde la felicidad de todos es la felicidad de uno, con relaciones de colaboración, sin ostentaciones, con lo suficiente, sin discriminaciones, con justicia. Estamos hablando de la cultura de la vida con relaciones perdurables que en esta manera de entender y construir el mundo es más amplia que la cosmovisión etnocéntrica o antropocéntrica que se caracteriza porque prioriza al hombre, su bienestar, su progreso y crecimiento, tal como lo postulan las tradicionales propuestas del llamado desarrollo. Así mismo, es una visión más amplia que la ecocéntrica, que coloca en el centro de su atención al medio ambiente, a los ecosistemas, a las especies y el desarrollo sustentable. En realidad, el Vivir Bien/Buen Vivir no solo es más amplio y profundo que el desarrollo humano y el desarrollo sostenible, sino que es distinto, es otra concepción que tiene la capacidad de relacionarlos, enlazarlos y darles un nuevo sentido transformándolos, o saliendo de la tradicional forma de entender el desarrollo como crecimiento y progreso, para construir otra sociedad, de convivencia comunitaria con su eje centrado en la vida en y del cosmos. Así mismo, el Vivir Bien/Buen Vivir transforma en derechos de la naturaleza lo que se mal denomina recursos naturales que son gestionados y negociados como mercancías. Además de la característica de la cosmoconvivencia, afirmamos que el Vivir Bien/Buen Vivir es la cosmovisión de la vida en armonía porque la vida misma, la vida digna y la vida en plenitud sólo serán posibles si logramos construir y conciliar las siguientes relaciones: 1) La armonía de los seres humanos consigo mismos. Esta es la dimensión subjetiva y espiritual del Vivir Bien/Buen Vivir. Quiere decir que debemos trabajar nuestras personalidades y nuestros sentimientos y no solo nuestros conocimientos para predisponernos a vivir la vida preservando el planeta, a trabajar por la vida digna, a compartir en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres y a valorar la vida en plenitud con solidaridad y 12

suficiencia. Es necesario establecer un compromiso personal y una convicción política con esta cosmovisión de la vida en convivencia. 2) La armonía de los seres humanos en sociedad. La dimensión comunitaria del Vivir Bien/Buen Vivir sostiene que debemos vivir colaborativamente en sociedad,

juntos,

relacionándonos,

respetándonos,

reconociéndonos,

apoyándonos, preocupándonos por nuestros semejantes, trabajando en comunidad por nosotros y por los otros, por sociedades con justicia. 3) La armonía de los seres humanos y de la sociedad con la naturaleza que comprende a todos los seres vivos acogidos por la Madre Tierra. La dimensión ecológica nos recuerda que la tierra no nos pertenece sino que nosotros le pertenecemos a la Madre Tierra que nos protege y nos da vida, a nosotros y a todos los seres vivos. Nos corresponde preservarla, alimentarla, quererla, asumirla como la casa común para nosotros y las nuevas generaciones. 4) La armonía con las deidades y fuerzas tutelares es la dimensión cósmica del Vivir Bien/Buen Vivir. El cosmos es el universo donde en forma ordenada coexisten la materia, la energía, el espacio, el tiempo y los dioses creadores y hacedores de la vida. En una definición cercana a la cosmovisión de la vida en armonía, Francois Houtart propone el Bien Común de la Humanidad como un nuevo paradigma, que tiene como su opción fundamental “[…] una dinámica social equilibrada entre personas, géneros y grupos sociales, en armonía con la naturaleza, para promover la vida y asegurar su reproducción” (2013, p. 39). También la Encíclica Laudatio Sí del Papa Francisco, afirma el principio del Bien Común como “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección” (2015, numerales 156-158), para que las personas satisfagan sus derechos básicos e inalienables y para su desarrollo integral con un llamado a la solidaridad y la opción preferencial por los pobres.

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La cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir es integral y sus cuatro componentes (cosmocéntrica, biocéntrica, etnocéntrica y ecocéntrica) son interdependientes, por lo que necesitan ponerse en diálogo para generar un sentido integrador de la vida, a sabiendas que “…ocurre una doble revolución copernicana en la concepción del desarrollo. Primera: Ya no gira todo en torno al crecimiento económico sino que lo económico gira más bien en torno al crecimiento en humanidad. Segunda, tampoco la Madre Tierra –el Cosmos, siendo más inclusivos– gira en torno de los humanos sino que nosotros también nos sentimos fruto y parte de esta Madre Tierra y Cosmos, y tenemos que avanzar y convivir juntos de una manera armónica. De la prioridad económica se pasa a la humana, y ésta se inserta en lo cósmico, que no excluye lo demás, pero le da un sentido más incluyente. Y sólo entonces podemos comprender qué es realmente el convivir bien e intentar realizarlo” (Albó, 2010, p. 140) VIVIR BIEN/BUEN VIVIR ES CONVIVENCIA COMUNITARIA Y SOLIDARIA Uno/a para todos/as, todos/as para uno/a Se suele afirmar que enfatizar en la vida comunitaria destacando la importancia de los grupos, de los colectivos y de las organizaciones anula a los individuos y desconoce los derechos y las libertades de las personas. Y no es así. La vida comunitaria no desconoce a la persona, por el contrario, como hemos visto en la cosmovisión de la vida en armonía, se valora a los seres humanos en sí mismos, en su intimidad, y desde ellos, en su vida de convivencia con otros seres humanos en sociedad, para lograr resultados en común que satisfagan a todos y todas, individual y colectivamente, material y espiritualmente. Lo que sí es cierto que cuestiona la convivencia comunitaria, y esto es otra cosa, son los anti-valores personalistas como el individualismo, el egoísmo o la insolidaridad y la competitividad sin ética ni respeto por los otros. También se suele decir que la vida en comunidad es una característica sólo de los pueblos indígenas para los pueblos indígenas y de las comunidades campesinas de antiguas generaciones. En consecuencia, desde estas comprensiones, el Vivir 14

Bien/Buen Vivir no sería viable en zonas urbanas, ni para los jóvenes, y menos para estos tiempos de modernidad y de tecnologías de la información que facilitan exposiciones

y

decodificaciones

comunicacionales

individualizadas

y

desterritorializadas. Si esto fuera cierto, ¿cómo deberíamos nombrar a los trabajos comunitarios que se realizan en los barrios de las ciudades?, ¿qué son sino los clubes de madres, las asociaciones de residentes, los centros de jóvenes, las fraternidades, las cooperativas, los sindicatos, las federaciones, los grupos de amigos, las redes sociales, la familia y otras tantas formas de expresión del encuentro y del emprendimiento conjunto para alcanzar objetivos comunes? Por supuesto que son prácticas comunitarias que como nos podemos imaginar, abundan en las provincias, en los cantones, en las ciudades pequeñas y en las grandes metrópolis, de todos los países, de todas las regiones, de todas las culturas, en todos los idiomas y en todos los grupos sociales, de todas las edades. Donde realmente no tiene cabida la vida comunitaria es en el espíritu del neoliberalismo que alimenta la competitividad egoísta entre personas, entre grupos, entre regiones y entre países, aislándonos unos de otros, condenándonos a la soledad, ensalzando las libertades y emprendimientos individuales y haciéndonos creer que así ya están diseñadas las sociedades con futuro. Para justificar estas comprensiones, hasta le han cambiado su sentido a las palabras, por ejemplo la palabra libertad que supone liberación la identifican con prerrogativas individuales; la palabra solidaridad que significa velar por el conjunto, la entienden como la responsabilidad del conjunto para el beneficio de uno; al concepto de interculturalidad que quiere decir encuentros entre culturas diversas para acciones compartidas de superación de las asimetrías, la identifican con tolerancia estática de los distintos. Y así por el estilo, muchas otras palabras y signos son acomodados a los intereses de un mundo egoísta. Desde esta manera individualista de mirar el mundo, y con el acompañamiento de los medios de comunicación sensacionalistas que difunden mensajes advirtiendo que con el comunitarismo se va a eliminar la propiedad privada, o que se van a 15

ignorar los derechos de las personas, se siembran miedos y temores ante la presencia de los vecinos, de los distintos, de los migrantes, de los refugiados, de los otros, de la comunidad, del futuro, de la vida misma. Esta siembra de desconfianzas está en consonancia con las características del “vivir mejor” occidental, individualista, que divide y separa a las personas e inclusive promueve que crezcan a expensas de los demás, y de la naturaleza. Es ahí donde no tiene cabida la convivencia comunitaria. No podemos en consecuencia descalificar la posibilidad de vivir colaborativamente en comunidad. Lo importante es reconocer que en la vida comunitaria urbana y rural, nacional, regional, continental y mundial, se busca que todas las personas promovamos espacios de encuentro, de colaboración y de mutua preocupación practicando valores como la solidaridad. Y debemos tomar conciencia que tal como está diseñado y funcionando el mundo ahora, no va a ser posible vivir en armonía y plenitud, por lo que tendremos que transformarlo y, en la práctica de su transformación,

legitimar

pedagógicamente

experiencias

colaborativas

de

solidaridad, equilibrio y armonía. Reiteramos que el eje o motor del Vivir Bien/Buen Vivir es la vida en comunidad o la convivencia entre diversos, donde recíprocamente la existencia de uno depende no solo de sí mismo, sino de la de los otros y de la naturaleza y cosmos que nos dan vida; y donde la felicidad de uno es también la de los otros y la felicidad de los otros es la de uno mismo. O sea que debemos pensarnos como parte de una sociedad y de un planeta. El mundo no empieza y acaba en uno mismo. Entre algunos ejemplos de la vida cotidiana que demuestran lo afirmado, tenemos la experiencia de la comida comunitaria que tiene distintas representaciones de solidaridad. En barrios populares de las ciudades, en momentos de escasez, se cocina en ollas comunes, donde todos aportan y comparten. En comunidades indígenas y campesinas el apthapi es la mesa común tendida sobre tejidos en el suelo, donde cada persona y familia ubica la comida de su merienda y que, una vez colocada en el tendido, junto con las de los otros, se convierte en comida comunitaria, de la que disfrutan por igual, todos y todas, en convivencia. Un 16

ejemplo más: la sintonía familiar o colectiva de la radio que se hace parte de los diálogos y las tertulias cotidianas, convirtiéndose, en “compañera” que acompaña la vida individual y colectiva. Estas y otras son experiencias de relación comunitaria que al mismo tiempo que provocan encuentros y beneficios individuales y colectivos, son aprendizajes para la generación de culturas de la solidaridad, así como cimientos para la construcción de políticas de vida comunitaria. Complementariedades Ahora bien, en un mundo real y virtual que está penetrado por una ideología del individualismo, construir la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir implica un emprendimiento individual y colectivo por otra forma de pensamiento, por otros valores y principios, otras utopías, otro mundo y otras prácticas que en lugar de ser egoístas e individualistas sean colaborativas, inclusivas y busquen la complementariedad y la reciprocidad desde la diversidad. Veamos como ejemplo de lo que estamos diciendo, lo que ocurre en la relación entre el Yin y el Yang. El Yin es el principio femenino y el Yang el masculino. Juntos hacen una unidad complementaria aun siendo fuerzas distintas. En su clásica representación se puede ver cómo no solo que no se anulan, sino que además de complementarse, uno se origina en el otro. En el siguiente gráfico, tanto el círculo negro del Yin como el blanco del Yang parecieran islas dentro los territorios de los otros, cuando en realidad no son cuerpos aislados sino componentes que nacen en el espacio de los otros. Su vida comienza en el opuesto y su desarrollo ocurre en sus relaciones opuestas, pero complementarias.

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Así es también en las sociedades, donde cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento con el que se corresponde para su existencia, al mismo tiempo que (con)vive dentro del otro. Uno es el complemento del otro, de su opuesto, de su par. Ninguno de los elementos existe en estado puro ni en absoluta quietud. Unos y otros se complementan y se transforman en una dialéctica que les hace encontrarse continuamente. Pero no siempre están en equilibrio o armonía, muchas, muchísimas veces un elemento se impone al otro, por eso la convivencia entre opuestos o pares no es un movimiento inercial ni mecánico, hay que trabajar para que se encuentren, porque si no corren el riesgo de separarse, de dividirse, de sobreponerse, de conflictuarse y de confrontarse, o anularse. Hay que trabajar para lograr la armonía entre los diversos. Esto ocurre en todos los niveles y en todos los aspectos de la vida, por eso es menester generar una mentalidad para buscar armonía entre la naturaleza humana y no-humana; entre lo religioso y lo “profano”; entre la vida y la muerte; entre producir y consumir; entre dar y recibir; entre hoy ayer y mañana; entre ésta y las generaciones venideras; entre trabajo y ritual; entre el yo y el nosotros; entre la noche y el día; entre lo público y lo privado; entre el pasado el presente y el futuro; entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre los ciudadanos y el Estado, así como entre lo urbano y lo rural. Sin embargo esto debe quedar claro: buscar complementariedades con los distintos y los opuestos en el Vivir Bien/Buen Vivir no significa avalar y eternizar las inequidades y las injusticias, por el contrario, lo que se busca es superarlas. Un camino posible para que las complementariedades y reciprocidades se expresen en situaciones de vida justa, son las transiciones que plantea el paradigma del Bien Común de la Humanidad y que exponemos a continuación: i) redefinir las relaciones con la naturaleza, transitando de la explotación al respeto como fuente de vida; ii) reorientar la base de la vida, privilegiando el valor de uso por sobre el valor de cambio; iii) reorganizar la vida colectiva hacia la generalización de la democracia en las relaciones sociales y las instituciones; y iv) instaurar la 18

interculturalidad en la construcción del bien común universal (Houtart, 2013, pp. 39-68) Como se puede apreciar son transiciones que señalan cambios de cualidad en las políticas y en la vida porque obedecen a otra cosmovisión. También el Papa Francisco, en Laudatio Sí, hace una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el planeta, subrayando que se precisa una aproximación integral para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente cuidar la naturaleza. El camino que sugiere para ello, es considerar la existencia de una ecología integral que es ambiental, económica y social (2015, numerales 138-142) En resumen, el pensamiento paritario o de la oposición complementaria se caracteriza porque busca priorizar los consensos, los pactos y los encuentros antes que las diferencias. Sin negar la existencia de contradicciones, se trata de trabajar objetivos y proyectos comunes, cuya característica sea la búsqueda de la vida comunitaria con equidad y con justicia. Integralidad ¿Y cuál es el espacio y el motor que permiten que sea posible la armonía entre los diferentes y los opuestos?, ¿es realmente posible o es solo una ilusión irrealizable? Insistimos en que las cosas no ocurren mecánicamente y que hay que trabajar para la complementariedad entre los opuestos. En el Vivir Bien/Buen Vivir lo que dinamiza estos encuentros es el sentido comunitario de la vida que destaca la felicidad de las personas en la felicidad del conjunto, de todos compartiendo y construyendo un sentido inclusivo del nosotros que incluye a los otros, con una identidad colectiva que tiene en la convivencia solidaria el espacio para la satisfacción de necesidades no solamente materiales sino también espirituales, a diferencia del concepto occidental de “bienestar” que está limitado al acceso, acumulación y disfrute de bienes materiales. Por eso junto con la armonía y la complementariedad está como principio de vida la integralidad, que se define como exigencia normativa y no solo de buena 19

voluntad para la vida comunitaria. Este principio se fundamenta en valores incorporados a la identidad del Vivir Bien/Buen Vivir, como son la equidad que supone inclusión; la igualdad en la diversidad con el reconocimiento implícito de las diferencias y de las pluralidades; el bien común; la transparencia y la ética. En las relaciones sociales ciudadanas estos valores se materializan en la generalización de formas de vida fraterna, sin carencias y sin excesos; y en las políticas públicas la integralidad se expresa en la distribución justa y equitativa de la riqueza, con una opción clara por los más pobres, así como en políticas inclusivas y sustentables, asegurando la participación ciudadana y la convivencia de las futuras generaciones. En pocas palabras, Vivir Bien/Buen Vivir es convivencia complementaria o una relación del individuo con la sociedad y la naturaleza sin desequilibrios respecto a riqueza y poder; siendo de trascendental importancia el sentido de pertenencia y responsabilidad con la comunidad, lo que supone preocupación por los demás, así como expresiones de afectividad y reconocimiento (Huanacuni, 2010, p. 2) Es importante interiorizar la afirmación anterior para evitar confusiones sobre el sentido de la armonía, la complementariedad y la integralidad. Como se ve, estos valores o principios no podrán ser posibles si la riqueza sigue estando mal distribuida y si sigue alimentando la voracidad de unos y la pobreza de muchos. Ni la armonía, ni la complementariedad ni la integralidad son posibles cuando los poderes no gobiernan para la inclusión con equidad de las mayorías. No hay armonía posible mientras el machismo siga justificando impunemente los feminicidios. La armonía no es posible si el crecimiento económico sigue haciéndose a costa de la depredación de la naturaleza. No es posible armonía alguna si no se superan el racismo, las desigualdades, la depredación de la naturaleza y el desarrollo lineal entendido como crecimiento económico que profetiza que su maximización derivará en chorreo financiero para las políticas sociales. Trabajar por el Vivir Bien/Buen Vivir, entonces, implica una acción integral, teniendo claro el horizonte de la vida en convivencia y armonía a la que hay que 20

saber llegar; al mismo tiempo que se tiene que recorrer el camino hacia esa meta practicando la solidaridad comunitaria, como proclaman los pueblos del Abya Yala: “Vamos todos juntos, que nadie quede atrás, que a nadie le falte nada, y que todo alcance para todos”. VIVIR BIEN/BUEN VIVIR ES UNA PROPUESTA DE LA VIDA EN PLENITUD Vivir Bien/Buen Vivir dignamente El Vivir Bien/Buen Vivir es la buena convivencia o la sociedad buena para todos en suficiente armonía. Para llegar a esta situación de plenitud, es necesario recoger las experiencias, propuestas y esperanzas de los pueblos que luchan por la inclusión, la igualdad y la justicia, siguiendo un camino de colaboración comunitaria. De esta manera el Vivir Bien/Buen Vivir germina en el proceso que se tiene que seguir

para

llegar

a

un

estado

de

convivencia

armónica

practicando

comunitariamente la solidaridad, la reciprocidad y la complementariedad. Está en el camino y en el punto de llegada, es decir en la sociedad donde la convivencia es equitativa, justa y suficiente para todos y donde se vive una convivencia que apuesta por una existencia individual y colectiva digna, sin opulencias, sin angustias, suficiente, equitativa, donde la felicidad no se mide por la cantidad de bienes que se poseen, sino por la satisfacción material y espiritual, individual y colectiva. Para llegar al estado de plena armonía un elemento a tomar en cuenta es la apropiación del planeta tierra como “nuestra casa grande”, que habitamos y debemos cuidar, estando conscientes que los recursos que nos brinda la naturaleza no son infinitos y por eso los minerales, el agua potable, la tierra, los hidrocarburos, el aire, la biodiversidad, etc. deben tener un manejo que permita respetarlos y sostenerlos.

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Esto lleva a considerarlos como organismos generadores de vida y que por tanto gozan de derechos. A diferencia del capitalismo que los sobreexplota y aniquila, en la sociedad de la convivencia en plenitud –y en el camino de su construcciónse los renueva y se los maneja pensando en su función cósmica y en su beneficio para las futuras generaciones. Se debe repensar que los bienes comunes de la humanidad como son el agua, la biodiversidad, el aire o las materias primas tengan que ser propiedad de unos cuantos, personas o empresas, cuando su pertenencia es comunitaria, global, cósmica y universal y a los que todos y todas debemos tener acceso. En el mismo sentido, otros bienes comunes que son derechos ciudadanos y que se deben garantizar en sus posibilidades de acceso y beneficio colectivo y universal porque son esenciales para la existencia humana y su preservación, son la educación, la alimentación, la salud, la vivienda, los servicios básicos y la comunicación. Debe primar una política de distribución y redistribución justa de los bienes comunes, siguiendo los principios de la solidaridad y de la complementariedad, superando las políticas individualistas, egoístas y mercantilistas que pregona el capitalismo. Una característica fundamental de la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir, es que se constituye en el espacio donde se superan, se reordenan y se transforman las relaciones de poder que oprimen y que explotan, reemplazándolas por otras que posibilitan relaciones equitativas y colaborativas. Es el espacio donde se transforman y se superan las relaciones económicas desiguales, los privilegios sociales, la colonización discriminadora de culturas, y las sociedades que fomentan el patriarcado. Cerrando este punto, retomamos la propuesta del “imperativo categórico del Vivir Bien/Buen Vivir y del socialismo democrático” propuesto por Estermann: “Actúa siempre según la máxima de acuerdo a la que una vida humana en dignidad (satisfacción de las necesidades básicas; autodeterminación social, política y cultural; respeto e igualdad de oportunidades) puede ser garantizada para todos los seres humanos en presente y futuro y que garantice a la vez la supervivencia del planeta Tierra” (2012, p. 517- 533) 22

Equilibrio Para constituirse el Vivir Bien/Buen Vivir en una forma de vida y en una alternativa de sociedad, la convivencia comunitaria requiere de otro elemento: el equilibrio, que es como una balanza que le otorga a la vida comunitaria una dimensión política. Es el factor que cuida por la superación de las desigualdades y las injusticias promoviendo la participación comunitaria con normas y principios que velan por la convivencia fraterna, solidaria y amistosa entre sociedades y con la naturaleza. El Vivir Bien/Buen Vivir es una alternativa de vida que para hacer posible la armonía debe enfrentar, reubicar y cambiar las características de inequidad que lo frenan o tienden a anularlo y que viven en el mundo que tiene que cambiar. Por esta característica, afirmamos que otro rasgo de la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir es la constitución de una nueva era o una nueva civilización caracterizada por la equidad y la justicia. ¿Y cómo se explica que antes dijimos que todo tiene su par con el que se tienen que buscar complementariedades, aunque no solo sea distinto sino incluso su opuesto? La respuesta radica en el hecho que, aun sabiendo que se parte de la convivencia con su opuesto, lo que se busca es la construcción de un nuevo tipo de sociedad, con equidad y con justicia, que no será posible mientras sus elementos opuestos sean retardatarios y obstaculicen formas de vida comunitaria en armonía. El equilibrio no podrá ser posible mientras los elementos que lo impiden sigan siendo los predominantes y vuelquen el peso de la balanza hacia el lado de la legitimación de las inequidades. No habrá equilibrio mientras persista y pretenda eternizarse como hegemónico un modelo económico, social y cultural que desiguala y destruye el planeta y la vida en el planeta. Es esta la realidad que lleva a David Choquehuanca a afirmar que “debemos asumir seriamente nuestra actual visión de vida y modo de vivir (…) en un planeta finito con una capacidad limitada para mantener a las especies que alberga (…) 23

Vivir Bien y en abundancia y en armonía con la madre naturaleza para todos los habitantes, ajustando los niveles de producción, consumo y uso de energía y materias primas dentro de los límites realistas que la salud y los recursos de nuestro planeta permitan” (2009, pp. 17-19) Un caso paradigmático que sirve como referente para construir alternativas al desarrollo desde prácticas basadas en la justicia, la equidad y el respeto de la naturaleza, son las experiencias de economía social y solidaria desarrolladas por organizaciones sociales que emprenden colectivamente procesos comunitarios en el campo de las finanzas, la producción de bienes y servicios, la soberanía y seguridad alimentaria, la comercialización, el intercambio o trueque, la salud comunitaria y la gestión social. Son experiencias que se desarrollan con respeto de los derechos laborales, sociales y ambientales, buscando como fin último la vida en armonía de las sociedades, mediante procesos organizativos y redistributivos justos para las personas y las sociedades. En diversos países, en ausencia de políticas estatales, las organizaciones ciudadanas han desarrollado creativamente propuestas que se complementan en redes nacionales, temáticas, continentales e intercontinentales, con experiencias de integración en las que la diplomacia de los pueblos ha tejido experiencias de comercio justo, donde el capital es relegado por el respeto de la naturaleza y por la vida en suficiencia de los pueblos. Esto es guardar equilibrio para una vida buena en armonía y plenitud. Superar el vivir mejor Construir sociedades del Vivir Bien/Buen Vivir con complementariedades, con integralidad y con equilibrio, impone la tarea de promover rupturas históricas con elementos estructurales que desequilibran el orden social, entre ellos: 1) con el “vivir mejor” característico del sistema capitalista; 2) con el (neo)colonialismo racista y xenofóbico; 3) con el patriarcado; 4) con la depredación desmedida del medio

ambiente y de los ecosistemas; y 5) con el desarrollo confundido con

crecimiento y progreso. 24

Es imprescindible que el Vivir Bien/Buen Vivir desarrolle acciones que superen en la práctica, procesualmente, el vivir mejor característico del capitalismo y más específicamente del neoliberalismo, y que se construye en base a la explotación y no la colaboración, en base a la discriminación y la no inclusión. Se trata de crear las condiciones económicas, culturales, sociales, éticas y espirituales para transitar a las sociedades del Vivir Bien/Buen Vivir, transformando la cultura capitalista día a día, en el nivel cotidiano y en el manejo del poder político. Se tienen que superar los rasgos del (neo)colonialismo que es racista, excluyente y que legitima las desigualdades. Del mismo modo, se tiene que eliminar el patriarcado que no solo discrimina la participación de las mujeres, sino que naturaliza su sometimiento a fórmulas machistas intolerables. La voracidad capitalista tiene una de sus expresiones más destructivas en la depredación del medio ambiente, y tiene que ser una responsabilidad mundial la recomposición de las formas de vida preservando el planeta. Así mismo, el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que constituirse en una alternativa al desarrollo entendido como un proceso lineal centrado en el crecimiento económico para el que lo más importante es el capital. Sabemos que son rupturas complejas, estructurales, de largo aliento y que además el Vivir Bien/Buen Vivir se teje en el vientre del sistema que quiere superar. Esto hace que su construcción sea un proceso de idas y retornos, de pausas transicionales y de encantos y desencantos, porque siendo todo lo contrario, o el opuesto de lo que propugnan el neoliberalismo, el neocolonialismo, el patriarcado y el desarrollo depredador equivalente a modernización, se confronta con sistemas centenarios que no se resignan a ser mutados sino, todo lo contrario, se estructuran para eternizarse. No debe extrañar por ello que en la construcción de formas de convivencia comunitaria, algunas acciones, como por ejemplo la redistribución de la riqueza con criterios de equidad, lleve a que algunos sectores se sientan afectados porque evidentemente, desde su punto de vista “sufren pérdidas”, cuando lo que ocurre en realidad es que se restringen los lujos de unos a cambio de ganancias 25

colectivas, para que la torta alcance para todas y todos y no solo para unos cuantos. En definitiva, “[…] atentar a la naturaleza, dañar y afectar al medio ambiente de modo directo e indirecto, explotar o abusar de otros de modo directo e indirecto, someter al prójimo, mentir, robar (…) no es vivir bien” (Huanacuni, 2010, p.2) En el ámbito social, el Vivir Bien/Buen Vivir es la representación del encuentro entre pueblos. Un encuentro que reconoce la diversidad e identidad cultural, así como la diversidad territorial. Por eso tiene un carácter incluyente, es “entre nosotros”, todos y todas, postulando que “no se puede vivir bien si los demás viven mal”. Por eso promueve la pertenencia y realización individual y colectiva como partes de la comunidad local, regional, nacional e internacional, construyéndola con cimientos de solidaridad para ser protegidos por ella, siempre en armonía con la naturaleza y en equilibrio con todo lo que nos rodea, desde una perspectiva en la que el Vivir Bien/Buen Vivir está relacionado con la dignidad material así como con dimensiones inmateriales, intelectuales, espirituales y subjetivas como el aprecio, el reconocimiento comunitario y el afecto. Nos preguntamos: ¿estas características de dignificación de la vida se encuentran en el capitalismo, o dónde están? Y nos respondemos que, si bien son componentes de una sociedad que tenemos que construir, en buena medida están instalados en las prácticas solidarias de nuestros pueblos diversos, en las estrategias de sobrevivencia de las familias, en la profundidad de las movilizaciones sociales que luchan por sus derechos, en el pensamiento libertario que clama por justicia, en las propuestas y políticas públicas dignificadoras de la sociedad y de la vida, en las legislaciones que viabilizan las democracias. En suma, en los encuentros de vida comunitaria. Teniendo claro que el Vivir Bien/Buen Vivir es un cuestionamiento y propuesta de superación del desarrollo, en la definición de estrategias para su transición histórica, que es procesual, existen matices que es necesario exponerlos: Desde una perspectiva se entiende que se debe desarrollar un proceso de

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“…humanización del desarrollo”2, en una relación donde el desarrollo que se espera construir superando con acciones prácticas la visión desarrollista del progreso, está irrevocablemente articulado a la igualdad, la justicia social, la interculturalidad y el respeto a la naturaleza con intervenciones ciudadanas y estatales solidarias, inclusivas y en complementariedad. En otro matiz se sugiere un Vivir Bien/Buen Vivir en un estado de postdesarrollo que marca una ruptura sin transiciones a una nueva sociedad que está en la vida en plenitud, más allá del desarrollo3. En realidad, ambas visiones avizoran el mismo destino, pero sus matices podrían llevar a interpretaciones que encuentren caminos diferenciados en la construcción de la vida armónica. En pocas palabras, el Vivir Bien/Buen Vivir es una propuesta política traducida filosófica y programáticamente en alternativas de sociedad, como lo afirma el Presidente Evo Morales Ayma: “[…] están en debate dos formas de cultura: la cultura de la vida y la cultura de la muerte (…) La cultura de la muerte es el capitalismo… es el vivir mejor a costa del otro; y la cultura de la vida es el Vivir Bien… ¿Cuáles son las profundas diferencias entre el Vivir Bien y el vivir mejor? El vivir mejor (es) vivir… explotando al otro, saqueando los recursos naturales, violando a la Madre Tierra, privatizando los servicios básicos. Mientras que el Vivir Bien

es

vivir

en

solidaridad,

en

igualdad,

en

complementariedad,

en

4

reciprocidad…” . Resumiendo, Vivir Bien/Buen Vivir es el acceso de todos los seres humanos a los bienes universales comunes (alimentos, salud, educación, vivienda, comunicación) para su existencia y la de su descendencia. Requiere la distribución y redistribución justa y equitativa, porque mientras que alguien esté “mejor”, otras personas están “peores”; y mientras que alguien haga grandes ganancias en un mundo limitado, otras personas sufren pérdidas… (Plan Nacional de Desarrollo: Bolivia digna, soberana, productiva y democrática, 2006) 2

Plan Nacional de Desarrollo: Bolivia digna, soberana, productiva y democrática, 2006 Entre otros, ver ALER (2012), Acosta (2010) 4 Discurso del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Juan Evo Morales Ayma, en el COP15, Copenhague 2009. 3

27

EL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR ES UNA PROPUESTA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS PARA EL PLANETA El origen René Zavaleta Mercado afirma que todo proceso histórico tiene un momento constitutivo que ocurre en un tiempo y un espacio determinado, es el “momento en el que las cosas empiezan a ser lo que son y por eso es el momento ancestral o su causa más remota” (1990, p. 180) Recuperar el origen, no para imitar sino para tenerlo como guía y fuente de inspiración, es de vital importancia, puesto que en él están contenidos la filosofía, la utopía y los procedimientos que dan lugar a un proceso histórico que sigue el camino adecuándose creativamente a los diferentes tiempos y espacios en los que se desenvuelve. Afirmamos que el Vivir Bien/Buen Vivir tiene su origen y su principal fuente de inspiración en los saberes, prácticas comunitarias y culturas enraizadas en los pueblos del Abya Yala5, afirmación que no niega la posibilidad que esta cosmovisión esté también enraizada en las identidades de pueblos originarios de otros continentes. Somos convencidos que la diversidad refleja pluralismos con respuestas coincidentes en las formas de existencia comunitaria de los pueblos que se saben prolongaciones sinérgicas de la naturaleza y del cosmos con los que conviven. Son sociedades que, como sabemos, en América Latina y el Caribe están vivas y con fecundas experiencias comunitarias de vida solidaria que se ofrecen como una alternativa viable para el planeta. Sólo a modo de ejemplo, en un listado que debe ser completado con las experiencias de otros pueblos, tenemos estas distintas manifestaciones de la vida buena en plenitud: el Suma Qamaña aymara en las tierras altas de Bolivia, Perú y Chile; el Sumak Kausay quichua/quechua en los valles interandinos que van desde el norte argentino hasta Colombia, pasando por Bolivia, Perú y Ecuador; el Wacha´lal en la región maya centroamericana y 5

Abya Yala, en lengua Kuná, Panamá y Colombia, significa tierra en plena madurez, o tierra noble que acoge a todos. Es el concepto que los pueblos originarios han apropiado para identificar a nuestro continente latinoamericano-caribeño.

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mexicana; el Tekó Kaví guaraní del Paraguay, noreste argentino y sureste boliviano; el Küme Mongen mapuche del sur chileno; y el Lekil Kuxlejal tsotsil y tzeltal chiapacanecos. Una particularidad de los pueblos aymara y quechua/quichua es que han sistematizado prospectivamente el Suma Qamaña y el Sumak Kausay respectivamente y, con el empuje de sus organizaciones y movilizaciones sociales, junto con las luchas de otros movimientos antisistémicos, han logrado convertirlas en propuestas que son la base filosófica

de los marcos

constitucionales y las políticas públicas en el Estado Plurinacional de Bolivia y en la República del Ecuador. Con la emergencia de los pueblos indígenas en la historia contemporánea, a diferencia de otras etapas históricas en las que las Constituciones eran adecuaciones de las reivindicaciones y los derechos dentro los márgenes del sistema feudal o del capitalista, ahora, al influjo de la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir, ocurren verdaderas transformaciones que sientan las bases para un cambio civilizatorio, con un nuevo constitucionalismo basado en la vigencia de los derechos colectivos que incluyen los individuales y reconocen los derechos de la naturaleza. Referentes pluridiversos La nación aymara propone el Qamaña que significa vida o habitar, morar, radicar; y también lugar abrigado y protegido, por lo que se entiende además como cobijarse y cuidar a otros. Se refiere a la convivencia integral e interdependiente entre las personas, los animales y las plantas en el mundo de la Pachamama que representa la tierra, de los Achachilas que representan a los dioses tutelares y de Umalmama que representa el agua y el territorio, en el marco de una institucionalidad, en el pueblo aymara representada en el ayllu o comunidad6,

6

Espacio donde “[…] procesan cuatro factores como elementos de una ecuación de la vida = crecimiento material más crecimiento biológico, más crecimiento espiritual, más gobierno territorial con crecimiento

29

Qamaña se materializa en tres niveles del Vivir Bien/Buen Vivir: 1) el Suma Jaqaña o Vivir Bien individual, donde cada ser humano encuentra su realización espiritual y material asegurando su seguridad alimentaria como fuente de vida; 2) el Suma Qamaña, o sea el Vivir Bien colectivo o entre todos, donde la felicidad es de convivencia comunitaria; ya que suma qamasiña es (con)vivir bien, no unos mejor que otros ni a costa de otros; y 3) el Khuska Qamaña, que es el nivel superior donde todo está armónicamente en su lugar, y donde el Vivir Bien se construye en lazos de igualdad y de situaciones en las que todos nos necesitamos a todos para materializar la convivencia y la vida en plenitud. La nación quichua/quechua propone el Sumak Kausay y el Allin Kausay. La palabra Sumak significa hermoso o bello, Allin quiere decir bueno o espléndido. Kausay significa vida. Sumak y Allin coinciden en significar la vida virtuosa o la vida espléndida. Una vida buena en plenitud, sin excesos sino con lo suficiente para una vida individual y colectiva sin carencias, digna, en un espacio ubicado con un estar bien aquí y ahora, en la realidad presente y en el futuro, con una vida sana y equilibrada, sin apuros ni angustias, entre los seres humanos y con todos los seres vivos que alberga la naturaleza. Para el pueblo guaraní el Vivir Bien/Buen Vivir es el Tekoporâ, expresión que contiene dos palabras: Tekó que significa identidad, modo propio de ser y estar, costumbre, cultura; y Porá que hace referencia al bien o a la belleza en el sentido de lo máximo. Tekoporá vendría a ser entonces el buen modo de ser y de estar o experimentar la vida, individual y colectivamente, material y espiritualmente. El buen modo de ser supone valores como la generosidad y la reciprocidad (jopoi) no solo de bienes con las manos abiertas, sino también de la palabra con los labios y oídos abiertos en el tekobá o lugar de vida y convivencia. De manera más

Qa=cm+cb+ce+gtc = bienestar y armonía integral de la comunidad biótica natural. Esto es eco – biótico biosférico dinámico” (Yampara, 2004, p. 3)

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específica, el Tekó Kaví se refiere a la vivencia de vida compartida, o al modo de estar con los otros humanos y no humanos, sociedad y naturaleza. En el pueblo maya, el Tiichajil es una manera totalizadora de entender el estado de bienestar integral, de los hombres en sociedad, con la naturaleza y el mundo espiritual. Es una civilización en la que la existencia de uno se explica en la de los otros, como expresa el Wach'alal que quiere decir “como mi hermano y mi otro yo”, o no hay un yo sin nosotros. La vida comunitaria se representa en el concepto del Tiqato’ qi’, que se refiere a la ayuda mutua, a la cooperación con el prójimo y con la comunidad, siendo la colaboración uno de los pilares fundamentales de la vida comunitaria y de la solidaridad7. El pueblo mapuche tiene internalizado el Vivir Bien/Buen Vivir en sus formas de vida comunitaria. El Küme Mongen es un modo de vida y de relación basada en el principio del equilibrio interior a las personas y exterior en las relaciones sociales y con toda la creación. Expresa la cultura de la vida en armonía con todos los seres, con los demás hombres y mujeres, con Dios, con las fuerzas espirituales y con la naturaleza. En Chiapas, el Lekil Kuxlejal se expresa en las prácticas de vida colectiva y comunitaria, en el trabajo, en el compromiso y en la reciprocidad buscando el equilibrio y la armonía entre los seres humanos, con la Madre Tierra y con la Naturaleza8. Como el Abya Yala es una sociedad de raíz común tejida de diversidades a lo largo de nuestra América Latina y el Caribe, sin duda que si buscamos expresiones del Vivir Bien/Buen Vivir en otros pueblos, nos vamos a encontrar con manifestaciones culturales propias a la vez que coincidentes, por su característica común de ser pueblos respetuosos de sus semejantes, de la naturaleza y del

7

Oliva Muralles, Carlos, La política del buen vivir, valores mayas y la descolonización epistemológica, en www.albedrio.org/htm/.../OlivaMuralles-ensayosobreBuenVivir.pdf, consultado el 19 de agosto de 2015 8 Basado en Parra, Yolanda, “Epistemologías de Abya Yala para una pedagogía de la reconexión”, revista Pensar. Epistemología y Ciencias Sociales, N° 8, Editorial Acceso Libre, Rosario, 2013, http://revistapensar.org/index.php/pensar/issue/view/8/showToc, consultado el 28 de septiembre de 2015

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cosmos, en busca de la “vida buena en plenitud” (Macas, 2010, p. 14) o la vida buena en convivencia armónica9. Para los pueblos originarios, el Suma Qamaña, el Sumak Kausay, el Tekoporá, el Tiichajil, el Küme Mongen, el Lekil Kuxlejal u otras acepciones que se encuentran en otros pueblos, no son conceptos que se detienen en la felicidad humana, puesto que implican además un contrato o compromiso vinculante de los hombres con la naturaleza y con el cosmos, en convivencia con sus congéneres, con la Madre Tierra o Pachamama y los dioses tutelares. El pensamiento Qhapaq Qhapaq en quichua/quechua es cabal, exacto, justo y en aymara quiere decir virtuoso o consagrado y trascendente. El pensamiento qhapaq dice que el origen primigenio de la convivencia comunitaria, justa y trascendente, se basa en la paridad con complementariedad y proporcionalidad. Esta lógica, propia de nuestras sociedades originarias en América Latina y el Caribe, se diferencia del pensamiento occidental que tiene tendencia o a igualarnos a todos o a dividirnos destacando las contradicciones antes que los posibles puntos de convergencia. Sin el ánimo de agotar su caracterización, ni mucho menos, sino haciendo referencia solo a los factores relacionados con la definición de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, vamos a recoger elementos de su expresión en: i) la chakana; ii) el tink; iii) el qhapaq ñan; y iv) la Pachamama. i)

La chakana

9

Simón Yampara dice que la armonía contempla como elemento fundamental la convivencia entre el mundo animal, el vegetal, el de las deidades y el de la tierra; mundos con los que convivimos los seres humanos. Entrevista con Simón Yampara, Debate del Buen Vivir, una solución a la crisis de civilización moderna, Bolivia, Rebelión, 7 de abril de 2000.

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La chakana, conocida como la cruz andina, representa una dinámica que asciende escalonada y procesualmente desde la base hasta el nivel superior, siguiendo los tránsitos de la vida comunitaria con una racionalidad tetraléctica, hecha de paridades que sostienen principios de correspondencia en su relación vertical, de complementariedad en la horizontal, de transversalización diagonal, y de un curso cíclico del tiempo en una circularidad que gira intermitentemente de izquierda a derecha. Ubicado en el centro, el ser humano en relaciones colaborativas es el eje garante del equilibrio entre estas múltiples interacciones. Lo que genera esta organización es una compleja composición “tetraléctica” que no opone sino más bien complementa cuatro dimensiones de la vida en comunidad: el espíritu, la sociedad, la naturaleza y el cosmos, que se materializan en la vida comunitaria con relaciones de reciprocidad y de complementariedad. La reciprocidad quiere decir que debemos corresponder a los otros por lo que hacen por nosotros. “Hoy por ti y mañana por mí” suele decirse cuando nos colaboramos para alcanzar objetivos que le favorecen a uno y a todos. La minkha o minga es una forma de trabajo comunitario donde unos brindan su trabajo a otros y son luego correspondidos de la misma manera, o recíprocamente. El ayni, que equivale a “dar la mano”, tiene el mismo sentido de cooperación, en la lógica de un sistema colaborativo de ayuda mutua. Por su parte, la complementariedad reconoce las diversidades y los opuestos, demostrando que para hacer vida en comunidad no siempre se debe pretender ser 33

iguales, sino desarrollar acciones colaborativas o complementos que faciliten alcanzar objetivos comunes, cada uno desde lo que mejor puede aportar. ii)

El Tink

La paridad no es solo la relación indivisible de división – encuentro, sino el sentido mismo de la existencia. El gráfico anterior que representa al Tink, simboliza el encuentro, choque, envoltura, seguimiento, o modalidad de resolución de las diferencias tanto por la vía del no-conflicto como de la confrontación entendida como forma de encuentro o Tinku que se produce para armonizar y equilibrar. El Tink expresa la proporción y el balance de los encuentros de pares en movimientos cíclicos de un camino infinito que une las partes (Megil, 2007, p. 77). En estas relaciones el intercambio no agota resultados, abre nuevos caminos. Socialmente el Tink es la senda intercultural que permite hermanamientos siguiendo la ruta de la justeza o de la cabalidad, el Qhapaq Ñan. iii)

El Qhapaq Ñan

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Qhapaq Ñan significa Ruta o “Camino de los Justos y de la Sabiduría” 10. Como se puede apreciar en el gráfico anterior, traza dos esquemas de articulación territorial y social. Por una parte un perfecto trazo diagonal que une importantes poblaciones a lo largo de la Cordillera de Los Andes, en “una recta o diagonal a 45° del eje Norte-Sur” (Lajo, 2003, p. 66) Por otra parte, su distribución concéntrica-circular que permite la integración de diversas regiones y ecosistemas en permanentes correspondencias, como por ejemplo articulando la distribución del espacio en un nivel de arriba (Aransaya o Hanansaya) y otro de abajo (Urinsaya o Huninsaya) con una línea de encuentro en el Kay o el mundo de aquí (Vilcapoma, 2010, p. 49), que asumidos comunitariamente mediante un sistema de “control vertical de un máximo de pisos ecológicos” (Murra, 1975) para regular las variaciones del tiempo, permiten intercambios complementarios de la producción agropecuaria que garantizan con suficiencia y diversidad la seguridad alimentaria entre sociedades de la sierra o altiplano con sociedades de los valles, la amazonía o la costa. Por esto afirmamos que son sociedades complementarias o de la integración. Qhapaq Ñan también se puede interpretar como la ruta de la interculturalidad y del encuentro,

o

el

camino

del

permanente

movimiento,

que

se

transita

intercambiando, relacionándose, comunicándose, integrando, con interacciones entre sujetos de un territorio y de los otros territorios con los que se enlaza vinculando, uniendo, sociabilizando, dándole sentido a los tránsitos de una vida

10

La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia define el qhapjjñan como camino o vida noble.

35

comunitaria que se dinamiza con “la palabra que camina” (Contreras, 2015, p. 127-137) Es caminando el Qhapaq Ñan; es intercambiando entre diversos; es dialogando e interactuando que las sociedades y culturas diversas se entroncan en la búsqueda de una civilización que quiere recuperar y legitimar los principios de la complementariedad, la reciprocidad y de la vida en comunidad con armonía y equilibrio, es decir la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir. iv)

La Pachamama

Todos los elementos de la práctica y de la racionalidad de los pueblos originarios del Abya Yala, que se constituyen en la base filosófica del Vivir Bien/Buen Vivir, destacan su identificación con la Pachamama o Madre Tierra, la Mama o madre y la Pacha o unidad del espacio y del tiempo. Por esto, la relación con la Pachamama escenifica la relación hombre - mundo – cosmos – época, en la medida que la Tierra no se reduce al suelo que se habita sino que abarca la naturaleza en su conjunto y, es más, no sólo al planeta Tierra sino al universo entero, encontrándose con el cosmos donde moran los dioses tutelares. La Pachamama es mujer, madre dadora y protectora de vida. La que provee de lo esencial para vivir con fecundidad y fertilidad. Es la casa de todos y todas. Es la calidez de la naturaleza con la vida en el planeta. Es el espacio-tiempo donde se materializa la fecunda relación como conjunto indivisible o unidad complementaria que se establece entre los hombres como personas, como sociedad, con la naturaleza y con el cosmos. Es el germen y sinergia del Vivir Bien/Buen Vivir. Un ejemplo representativo del valor de la Pachamama es la “crianza de la chacra”, que no es lo mismo que “manejo” de la chacra. Los pueblos del Abya Yala no manejan las plantas, las crían con respeto y cariño, estableciendo una relación afectuosa, llena de rituales que acompañan todo el proceso productivo, desde el permiso para roturar la tierra hasta la cosecha, almacenamiento, transformación y consumo de los alimentos.

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La relación fecunda con la Pachamama -con la naturaleza y el cosmos- ocurre también en los medios de comunicación, como se puede apreciar en la experiencia de Radio Ondas del Titicaca, emisora comunitaria-indígena en Huarina, Bolivia, que inicia su programación cotidiana con un rito, pidiéndoles permiso a los dioses tutelares: “Madre Tierra, Padre Sol, Madre Luna, difuntos antepasados, dioses tutelares Illampu, Mururata, Illimani, Sajama, Huayna Potosí (nevados de la cordillera), respetados dioses que descansan bajo la tierra, padres que nos cuidan todo el tiempo, con su permiso vamos a guiar este programa con la voz del viento” (Mamani, 2004, p. 219) Las prácticas comunitarias que se expresan en distintos niveles de la vida, son en realidad canales de aprendizaje y legitimidad de la convivencia con la Pachamama, porque predisponen de manera natural los pensamientos, los corazones y las voluntades a la vida colaborativa entre humanos y con la naturaleza. Son hábitos que forjan cotidianamente culturas de la vida. En la misma dimensión podemos ubicar los ritos religiosos y las actividades pedagógicas, son espacios de aprendizaje, de encuentro y de construcción de conocimientos y formas de vida colectiva. Interculturalidad y plurinacionalidad Hemos hecho reiterada referencia a la interculturalidad como un elemento presente no sólo en las características, sino también en el contexto y en los desafíos del Vivir Bien/Buen Vivir, en tanto constituye “complejas relaciones, negociaciones e intercambios culturales, y busca desarrollar una interacción entre personas, conocimientos, prácticas y lógicas, racionalidades y principios de vida culturalmente diferentes; una interacción que admite y que parte de las asimetrías sociales, económicas, políticas y de poder” (Walsh, 2009, p. 45) Queda claro en este planteamiento que interculturalidad no se reduce al reconocimiento de diversidades, ni solamente a la generación de diálogos y relaciones entre culturas distintas. Es necesario reconocer la existencia de desigualdades y asimetrías, lo que provoca que las relaciones e interacciones 37

sean complejas, dándose que los intercambios entre culturas no se detienen en el conocimiento de los otros, sino que avanzan a su reconocimiento y a la construcción de una nueva situación producto precisamente de que la interculturalidad no es una categoría étnica, sino que los intercambios culturales son también sociales y políticos. Interculturalidad no se equipara con hibridación, porque las culturas no se fusionan, una no se impone a la otra, se encuentran y complementan o se rechazan. Sobre el tema, Silvia Rivera, explica bien la relación analizando el sentido del ch´ixi (plomizo), para entender el mestizaje como la mezcla abigarrada, donde se conjuga el mundo de uno con su opuesto sin mezclarse, en una “[…] coexistencia en paralelo de múltiples diferencias culturales que no se funden, sino que antagonizan o se complementan” (2010, p. 70) Entonces, en definitiva, no podemos pensar en hibridaciones estériles donde unos se asimilan a los otros, tenemos que reconocer que se trata de coexistencias con antagonismos o con complementaciones. Un elemento más, con la interculturalidad no se trata solamente de reconocer las diferencias o la diversidad, tampoco se trata expresamente de tolerar y mantener matrices culturales, sino de combinar y construir nuevos procesos civilizatorios. Por lo tanto, la propuesta de interculturalidad “[…] debe contribuir a establecer un principio de obligatoriedad mutua; es decir, que los grupos que comparten el mismo espacio asuman igualitariamente las responsabilidades que implica la convivencia” (Kowii, 2011: 27). Esto supone la legitimación de una cultura y una organización social con derechos y con deberes, o una política nacional germinadora de paz y de justicia, en la medida que el Vivir Bien/Buen Vivir es “[…] un vínculo, regla o compromiso vinculante, o contrato entre los humanos con la Pachamama (deidad identificable con la naturaleza), y entre los humanos consigo mismos” (Lajo, 2010, p. 124) Entonces, la interculturalidad “[…] va mucho más allá de la coexistencia o el diálogo de culturas; es una relación sostenida entre ellas. Es una búsqueda expresa de superación de prejuicios, el racismo, las desigualdades, las asimetrías 38

(…) bajo condiciones de respeto, igualdad y desarrollo de espacios comunes” (Ayala, 2011, pp. 57-58) En este marco, un elemento clave para el desarrollo de los procesos de interculturalidad y de las sociedades del Vivir Bien/Buen Vivir es la constitución de Estados Plurinacionales, o la organización política y jurídica de una sociedad de varias naciones unidas con pleno ejercicio de sus derechos, vigencia de sus sistemas de administración, tierra y territorio y pluralismo jurídico en un solo Estado y una única Constitución Política. Se trata de la construcción de Estados que superan la conformación del Estado liberal o monocultural, puesto que, como dice Raúl Prada, “en lo que respecta a la compresión del Estado plurinacional se requiere entender los ciclos del colonialismo, sus transformaciones, la estructura de sus crisis, además de sus estrechos vínculos con el capitalismo y la modernidad. Es indispensable comprender la crisis civilizatoria y los alcances de la crisis ecológica. Por otra parte, es urgente situar el pensamiento pluralista en el contexto de las cosmovisiones indígenas, en su profundo animismo e inmanencia” (2012, pp. 407408) De manera tal entonces que la plurinacionalidad es el camino para la autodeterminación de los pueblos. Se construye desde la perspectiva de las cosmovisiones indígenas, de los movimientos regionales y de las luchas antisistémicas que interpelan la modernidad, el capitalismo y el neocolonialismo excluyentes y proponen sociedades más inclusivas. Podemos afirmar que el Estado Plurinacional es innato a las posibilidades de construcción del Vivir Bien/Buen Vivir. Esta cosmovisión no sería posible realizarse en Estados-Nación de una sola cultura, una sola religión, una sola ideología, sin la necesaria complementariedad de los diversos en sociedades plurales. Un símbolo que ejemplifica bien la interculturalidad y la plurinacionalidad, es la wiphala o bandera andina, que tiene 4 lados iguales con 7 colores distribuidos en 39

49 cuadros. Los siete colores provienen del arcoíris (kurmi). El blanco (kutukutu) representa al tiempo y la transformación permanente; el amarillo la energía (ch'ama-pacha); el naranja la sociedad y la cultura; el rojo al planeta Tierra (akapacha); el violeta representa a la política y el poder comunitario; el azul al espacio cósmico infinito (araxa-pacha); y el verde la economía y la producción. Socialmente, la wiphala es el símbolo de la unidad en la diversidad y la armonía del sistema comunitario.

Devenir histórico Para los pueblos originarios de América Latina y el Caribe el Suma Qamaña / Sumak Kausay / Tekó Kaví / Tiichajil / Küme Mongen / Lekil Kuxlejal no es un símbolo del pasado, sino un proyecto con continuidad y con futuro. Esto es lo que se llama un permanente devenir histórico donde el pasado, el presente y el futuro son partes de un mismo tiempo: el Uku Pacha o mundo de abajo – pasado – adentro; el Hanan Pacha o mundo del alto – futuro – afuera; y el Kay Pacha o mundo de aquí – presente – ahora. La ineludible referencia al pasado, o al origen, tiene el sentido de lo que el pueblo aymara denomina amta, o sea el acto de recordar el pasado pero no para añorarlo, sino para reconstituirlo o retornar trazando un plan para el presente y el mañana, en una especie de “recuerdo del futuro” (Choque, 2007, p. 281). Este recuerdo-proyección se realiza en un tiempo y un espacio definido, que es la vida comunitaria donde se preserva la colectividad, se promueve la convivencia armónica, se practica la solidaridad con reciprocidad, se tienen principios, normas 40

y autoridad que vela por el conjunto, y se alimenta un espíritu comunitario, con prácticas de convivencia y de respeto por la vida. El desafío para el Vivir Bien/Buen Vivir es saber caminar esa ruta trazada del recuerdo del futuro, siguiendo el thaqui o camino a seguir que conducirá a las prácticas de convivencia de los tama (hogares) y de los ayllus (comunidades), guiados por normas y autoridades (mallku), cuidándose y protegiéndose entre todos (tumpa) El

recorrido

del

camino

del

y

para

el

Vivir

Bien/Buen

Vivir

es

el

khuskakipxañasataki, palabra aymara que significa trabajar para que todos vivamos con las mismas posibilidades y condiciones, sin discriminaciones. Se ratifica que la vida en plenitud no es solamente el punto de llegada sino el camino de vida fraterna y colaborativa donde se practican la reciprocidad, la complementariedad, la solidaridad y la justicia, en permanente comunicación y entendimiento entre las personas, alimentando la convivencia comunitaria con “la palabra que camina”. Este recorrido tiene normas, reglas, deberes y derechos vinculantes que los podemos resumir en la vigencia del Ama Sua (no seas ladrón), Ama Killa (no seas flojo) y Ama Llulla (no seas mentiroso)11, que los pueblos andinos sostienen y han dejado como legado para la construcción de nuestras sociedades, señalando el sentido del “hacer bien” (suma luraña), que articula los principios con las prácticas. De esta forma, y siguiendo normas, principios y autoridad, colectivamente se alimenta el Qamaña / Kausay, vida o existencia, y más concretamente la convivencia para una espléndida existencia o Suma Qamaña / Suma Kausay, teniendo claro que se trata de un camino por profundizarse en un compromiso obligatorio con los semejantes, con los diferentes, la naturaleza y el cosmos. Los modos de abordar integralmente estos espacios están relacionados con tres compromisos individuales y colectivos: el Allin Ruay o hacer bien las cosas; el Allin 11

Principios reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas – ONU para la administración y gestión transparentes

41

Munay o querer bien; y el Allin Yachay o pensar bien (Lajo, 2010, p. 116). Estos compromisos definen un sentido vinculante, obligatorio y no espontáneo ni casual. El hacer, el querer y el pensar deben caracterizar los modos de actuar en la construcción de la armonía y el equilibrio con complementariedades y reciprocidades. EL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR CAMINA DESDE LA PERIFERIA HASTA EL CENTRO EL Vivir Bien/Buen Vivir es una “Epistemología del Sur” “Epistemologías del Sur” es un término acuñado por Boaventura de Sousa Santos para legitimar las expresiones de subversión con el pensamiento occidental y la proposición

de

alternativas

emancipadoras

desde

los

grupos

sociales

discriminados por el capitalismo, el colonialismo y sus distintas “naturalizaciones de la desigualdad” (2011, p. 16), dando presencia a pensamientos desde un sur geopolítico y metafórico. El Vivir Bien/Buen Vivir es una de las expresiones más emblemáticas de estas epistemologías que caminan desde la periferia hacia el centro de las decisiones del planeta. Su origen está en la vida y en las luchas de los pueblos originarios confinados a una historia donde, como diría Enrique Dussel, la "conquista" y el coloniaje son procesos de negación de un “otro”, que además es subsumido a la totalidad dominadora como oprimido (1994, p. 41) Pero el Vivir Bien/Buen Vivir no es la historia de la opresión, sino más bien la historia de la resistencia, de la subversión y la emancipación con propuestas que se enraízan en cosmovisiones de afirmación de la vida digna y solidaria de los pueblos originarios. Estas formas de resistencia y subversión combinan dos modalidades: 1) una de movilización política, social y cultural expresada en rebeliones cuya particularidad radica en la demanda de inclusión con autodeterminación; y 2) en profundas y auténticas prácticas culturales que legitiman

tejidos

sociales

e

historias

de

solidaridades,

normatividades,

religiosidades y racionalidades comunitarias que han permitido no sólo su 42

sobrevivencia, sino también sus proyecciones esperanzadoras desde el Sur, para el planeta. Por una parte, desde una perspectiva geopolítica, el Vivir Bien/Buen Vivir en el Sur geográfico tiene su equivalencia con la denominación del “Tercer Mundo” con que se identifica al conjunto de naciones condicionadas a relaciones desiguales y asimétricas en relación con las políticas coloniales de occidente e imperialistas del norte. Estos pueblos que no aceptan el sometimiento, dice René Ramírez, son sociedades que por cuestiones de geopolítica viven y sienten nuestro planeta desde el Sur (2010, p. 135) y sus movimientos están dirigidos a desequilibrar las hegemonías carcomidas de la rutina capitalista, proponiendo esquemas de convergencia y de una hermandad universal comprometida políticamente contra los sistemas dominantes que han diseñado un mundo injusto, deforme y violento, allá como acá, y que se quiere cambiar de manera radical (Fals Borda, 2009, p. 372) Pensar desde el Sur, es en realidad aceptar la existencia de un Sur metafórico, de sociedades ocultas, opacadas, silenciadas e invisibilizadas incluso por los Nortes metafóricos que conviven en los países del Sur geográfico, reproduciendo con sus poderes nacionales los proyectos (neo)coloniales e imperialistas digitados desde occidente y desde el norte geográfico. El Sur metafórico es el Sur antiimperial y anticolonial que pregona construir participativamente sociedades comunitarias, colaborativas, justas e inclusivas, es decir sociedades de la vida buena en plenitud y armonía. En palabras de Boaventura de Sousa, las “Epistemologías del Sur” son las reivindicaciones que se tejen “a partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido, de manera sistemática, destrucción, opresión y discriminación causadas por (…) el valor de cambio, la propiedad individual de la tierra, el sacrificio de la madre tierra, el racismo, el sexismo, el individualismo, lo material por encima de lo espiritual y todos los demás monocultivos de la mente y de la sociedad –económicos, políticos y culturales– que intentan bloquear la imaginación emancipadora y sacrificar las alternativas” (2011, p. 16) 43

Como hemos visto, el Vivir Bien/Buen Vivir tiene su origen milenario en el particularismo de las identidades socioculturales de los pueblos indígenas y sus dinámicas inclusivas expresadas en rebeliones enlazadas por sus aspiraciones de reconocimiento como pueblos con derechos. Pero este origen se enriquece sucesivamente con las luchas de los movimientos anti-sistémicos contra el capitalismo y el (neo)colonialismo; las luchas de las mujeres contra los sistemas patriarcales; las luchas de los movimientos ecologistas por la defensa y preservación de la naturaleza; las luchas de los jóvenes por sociedades con esperanza; las luchas de los defensores de los derechos humanos; las batallas simbólicas de los comunicadores populares por la democratización de la palabra, y tantas otras expresiones más, cada una desde sus propios espacios y, todas en conjunto, abonando las condiciones de recuperar/formar un imaginario colectivo que permite retrabajar la globalización con esperanza. La expresión universalista del Vivir Bien/Buen Vivir cobra identidad y legitimidad política cuando se la expone sistematizada como una respuesta alternativa a la desestructuración económica, social y política de nuestros países provocada por las políticas neoliberales que generaron crisis de legitimidad, de esperanza y de vida, irreversibles desde su propio sistema y desde las tradicionales visiones políticas. En ese contexto, la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir se presenta como el halo de esperanza que permite entusiasmarse por el diseño de otros tipos de sociedad. Haciendo un parangón con los sentipensamientos de Orlando Fals Borda, esta emergencia del Sur para el planeta es como “los Macondos, junto con los bosques brujos de los yaquis, las selvas de los Mundurucú y los río-anaconda de los tupis… símbolos de la problemática tercermundista y de la esperanza euroamericana: reúnen lo que queremos preservar y lo que ansiamos renovar. Retan lo que cada uno cree que piensa de sí mismo y de su entorno. En fin, lo macondiano universal combate, con sentimiento y corazón, el monopolio arrogante de la interpretación de la realidad que ha querido hacer la ciencia cartesiana” -u occidental- (2009, p. 373) 44

Construyéndose en el seno del capitalismo Como hemos podido apreciar, el Vivir Bien/Buen Vivir no es tan sólo una alternativa al desarrollo equivalente a modernización, crecimiento económico o progreso lineal; sino que es otra propuesta, otro modelo que no está todavía consolidado, sino que se constituye en una realidad por construir. El Vivir Bien/Buen Vivir es una propuesta que se construye en el vientre mismo de una tradición colonial de más de cinco siglos y su continuidad en la organización capitalista-neoliberal acelerada y extendida por la globalización, con sus manifestaciones

desarrollistas,

patriarcales,

racistas,

discriminadoras

individualistas y egoístas. No es fácil por ello para el Vivir Bien/Buen Vivir el desafío político de saber construir otra sociedad en el seno mismo del (neo)colonialismo y del capitalismo que cuestiona, superando y liberándose progresivamente de sus centenarias distorsiones. Por esta razón, y dado que el desafío no es nada sencillo, surgen distintos tipos de cuestionamientos para un proceso de construcción que es de largo plazo y que además no es lineal sino complejo, porque está sujeto a constantes idas y venidas, avances y retrocesos, ya que no puede dejar de arrastrar elementos que tiene que transformarlos en la práctica y con la inclusión de las sociedades12. Entre algunos cuestionamientos se arguye que el Vivir Bien/Buen Vivir es una propuesta socialista y estatista de carácter anticapitalista, no armónica, sino confrontativa entre sectores sociales, culturales y regionales. Se dice también que es una corriente ecologista que enfatiza en la preservación de la naturaleza, con propuestas radicales contra la producción. También se afirma que es una cuestión indigenista o “pachamamista” inventada por y para los pueblos originarios. Así mismo, se suele afirmar que es una filosofía para los espiritualistas que viven en el mundo de la meditación. 12

Francois Houtart recuerda que Maurice Godelier en sus cursos de la Universidad Católica de Lovaina solía afirmar que “el drama del socialismo es que ha tenido que aprender a caminar con los pies del capitalismo” (op. cit., 2012, p. 59) Experiencia similar están viviendo los procesos de cambio en América Latina, insertos en una tradición colonial de más de cinco siglos.

45

Otros cuestionamientos están relacionados con las tensiones que se originan entre el ideal del Vivir Bien/Buen Vivir y el desarrollo de algunos programas estatales, especialmente en el campo económico y ambiental, por ejemplo la condena que hacen corrientes ecologistas a las acciones extractivistas que los gobiernos se obligan a realizar en los campos de la minería e hidrocarburos, sin poder suplir “de golpe y porrazo” la matriz productiva primario-exportadora de sus economías por otra de transformación productiva 13 para cuestionar el desarrollo en su propia naturaleza. Por esta característica se suele juzgar las políticas estatales como neodesarrollistas. Por otra parte, se argumenta que los principios y objetivos del Vivir Bien/Buen Vivir son fantasiosos e idealistas, y por ello difíciles de concretar en la práctica, especialmente de las políticas estatales, lo que llevaría a que sus contenidos tengan bordes borrosos (Domínguez y Caria, 2014, p. 18) Otra corriente cuestiona que el Vivir Bien/Buen Vivir se oponga a reconocer la validez del vivir mejor, y Xavier Albó aclara que suma (en aymara) o sumak (en quichua/quechua) incluyen el sentido de “el mayor grado posible”, que en efecto es distinto al “mejor” desarrollista que se entiende como que un individuo o grupo vive y está mejor que otros y a costa de los otros (2010, p. 140) En las comunidades y en el Estado El Vivir Bien/Buen Vivir se está realizando –y construyendo- en dos campos políticos14 cuya correspondencia y complementariedad será la base para la construcción de una cultura de la vida en armonía: 1) El espacio ciudadano de la comunidad urbana y rural, tradicional y moderna, real y virtual donde los seres vivos establecemos relaciones que deben realizarse en vida armónica y colaborativa. 13

Los casos más conocidos son los de la construcción de una carretera en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) en Bolivia, y la explotación petrolera en un territorio de pueblos no contactados: el Parque Nacional Yasuní, Ishpingo, Tambococha y Tiputini (ITT) en el Ecuador. 14 Bourdieu reconoce en el campo político un espacio donde intervienen un nivel de acción ideológica relacionada con la hegemonía del poder, otro institucional en el que se identifican los actores políticos, y un tercero en el que se definen los principios y normas.

46

2) El espacio de las políticas estatales, donde el Vivir Bien/Buen Vivir, al influjo de la ciudadanía, tiene que consagrarse en marcos normativos y constitucionales, y traducirse en políticas, estrategias y planes nacionales que legitimen, promuevan y enriquezcan las prácticas ciudadanas. En efecto, el Vivir Bien/Buen Vivir, originado en el espacio comunidad como una cosmovisión de la vida en armonía y una cultura comunitaria y enriquecido con otras propuestas antisistémicas, se proyecta en el mundo político como una alternativa convertida en una semilla que germina en legislaciones y políticas estatales identificadas con la vida digna y en plenitud, que son expresiones de sociedades con justicia15. Un aspecto que debemos tomar en cuenta en esta relación es que el campo político comunitario se desarrolla en relaciones ciudadanas y, también, desde allí, alimenta articulaciones de oposición o complementariedad con el Estado. El campo político comunitario podría desarrollarse sin la influencia estatal, en cambio el campo político estatal nunca podría ser posible sin la sinergia, participación e identidad cultural de los movimientos políticos alternativos al capitalismo, que son los espacios que le están dando vida y sustento al Vivir Bien/Buen Vivir. Obviamente que si los dos campos políticos se alimentan mutuamente, los procesos y los resultados son más visibles y contundentes. En países como Bolivia y el Ecuador el Vivir Bien/Buen Vivir se está labrando en los dos campos políticos, por lo que es importante alimentar la articulación entre sociedad y Estado, comprometidos ambos en un mismo proyecto histórico, para lo cual es imprescindible la participación ciudadana, el diálogo, la construcción plural de propuestas, el fortalecimiento de las diferentes formas de organización social y su inclusión protagónica en las definiciones y en las decisiones de políticas públicas. La ciudadanía es sujeto fundamental de la construcción del Vivir 15

Algunos ejemplos que muestran cómo la demanda ciudadana se convierte en políticas de Estado que favorecen el Vivir Bien/Buen Vivir, son: la legislación que ha revertido del 20 al 80% las regalías hidrocarburíferas en favor de los Estados y que ha posibilitado un significativo incremento de las políticas sociales y una redistribución más equilibrada de la riqueza; el reconocimiento del agua como un derecho humano; la incorporación de los derechos de la naturaleza en las políticas nacionales; y el reconocimiento de los Derechos de la Madre Tierra en oposición a la “economía verde”, en el seno de las Naciones Unidas.

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Bien/Buen Vivir y no beneficiario de políticas estatales que los excluyen y/o deciden por ella. El campo comunitario no está constituido por sociedades ya consolidadas en la vida colaborativa. Por el contrario, del mismo modo que el conjunto de realidades, es un espacio fuertemente afectado y penetrado por la influencia capitalista y colonialista que desarticula el convivir comunitario. Debemos reconocer que no existe una sociedad ideal que pueda copiarse tal cual es y generalizarse como modelo. Con esta afirmación no queremos negar las extraordinarias experiencias de los pueblos indígenas que se han logrado mantener con terquedad a lo largo de siglos de historias de opresión y resistencia. Son precisamente estas prácticas comunitarias las que se convierten en los referentes que deben ser conocidos, valorados, recuperados y dimensionados en las características y posibilidades de las sociedades contemporáneas. De la misma manera, el campo político estatal se mueve en la herencia y arrastre bicentenario de prácticas de negación de la equidad, de la justicia, de la sostenibilidad ambiental y de la participación ciudadana. Por eso, para aportar a una sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir, tiene que reconvertirse primero en una institucionalidad que en su legislación, en sus programas, en su organización y en sus modalidades de gobierno predique, y sobre todas las cosas practique, los principios de la vida en armonía. El campo político estatal tiene que saber forjarse en contextos donde la ciudadanía es demandante de sus derechos y cuestionadora de “lo oficialista”. El Vivir Bien/Buen Vivir se ha convertido raudamente en política oficial, hecho que está influyendo para su coexistencia con algunas inconsistencias que debe saber superar: i) no ha tenido el suficiente tiempo previo para legitimarse como un paradigma completamente estructurado, pues de las luchas sociales y prácticas cotidianas aterriza en las políticas públicas sin pasar por la argumentación académica; ii) su traducción en propuestas concretas se obliga a arrastrar factores del desarrollo clásico que se niega, en complejas transiciones que le condicionan a convivir con dinámicas del sistema que se tiende a superar; y iii) al convertirse 48

en política pública, con promesas de vida buena tan exigentes, el Vivir Bien/Buen Vivir se confunde perceptivamente con las acciones gubernamentales y se somete a diversas lecturas, desde adhesiones absolutas, pasando por aportes críticoconstructivos, o por expectantes indecisos, hasta miradas contestatarias sesgadas en los particularismos y empeñadas en encontrarle desajustes que arrastran la concepción y proyecciones del Vivir Bien/Buen Vivir confundidas con las críticas a la gobernabilidad. Lo que pasa es que “desde su circulación sistematizada empezando el Siglo XXI y su incorporación como la base filosófica de las Constituciones Políticas del Estado Plurinacional de Bolivia y de la República del Ecuador, no ha transcurrido ni siquiera un decenio. Es un tiempo que no ha permitido su suficiente sistematización para cerrar la cosmovisión del Suma Qamaña/Sumak Kausay como dogma o paradigma. Su característica constitutiva es que tanto en su conceptualización como en su operativización, se va construyendo y validando sobre la marcha- en tensas dinámicas nacionales de cambio inclusivo en democracia y en contextos internacionales de multipolaridad exigentes en relaciones que, a contracorriente de las búsquedas estatales del Vivir Bien/Buen Vivir, empujan a la reprimarización de las economías, a las asimetrías entre regiones y países y a la eternización de las brechas sociales” (Contreras, 2014, pp. 62-63) Comunicacionalmente, reposicionar las lecturas entreveradas sobre el Vivir Bien/Buen Vivir y las acciones gubernamentales, tendrá que, entre otras cosas, aprender a demostrar y reconocer que, como en pocas oportunidades, acaso después de las luchas libertarias y la formulación latinoamericana de la Teoría de la Dependencia, nuestro continente ha concebido un pensamiento auténtico y una propuesta propia que debe saber forjarse viable en las políticas estatales, en y con las experiencias ciudadanas y en la argumentación académica. Por ello mismo, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir desde una doble tarea vigilante y propositiva, tiene que acompañar dinámicamente estos procesos de construcción de una nueva civilización en el seno mismo de otra civilización 49

discriminadora, explotadora, depredadora y centralista, promoviendo desde la ciudadanía interacciones que contribuyan a superar la civilización capitalista y (neo)colonial en la ideología, en la cultura, en la economía, en la organización administrativa-política, en las relaciones sociales y en las formas de vida cotidianas. Para este camino hay bases sentadas que deben ser tomadas en cuenta como conquistas ciudadanas y, en consecuencia, ser asumidas como espacios de exigibilidad. Una de estas bases, en el campo político estatal, es la aprobación de las constituciones políticas del Estado Plurinacional de Bolivia y de la República del Ecuador. En la de Bolivia16, su Capítulo 8 dice que “1) El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), tekokavi (vida buena), ivimaraei (tierra sin mal) y qhapajñan (camino o vida noble). 2) El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales, para vivir bien”. Asimismo, la Constitución del Estado Ecuatoriano17, incorpora el “Régimen del Buen Vivir” o Sumak Kausay y Allin Kausay, postulando que “el Buen Vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades, y de la convivencia armónica con la Naturaleza” (CPE, art. 275)

16

Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, aprobada por Referéndum el 25 de enero de 2009. 17 Aprobada en Referéndum el 28 de septiembre de 2008.

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Son marcos normativos que las ciudadanías los tienen como referentes garantes para el ejercicio de sus derechos con una concepción que transita del desarrollo a la vida. Son también bases generales que necesitan traducirse en acciones específicas. Y, aunque ciertamente el Vivir Bien/Buen Vivir es un concepto huidizo al momento de traducir los principios en acciones prácticas, se los ha podido reclutar en políticas estatales, como se evidencia en los Planes Nacionales de Desarrollo de Bolivia y del Ecuador que afirman que “no se trata de volver a un pasado

idealizado,

sino

de

encarar los

problemas de

las

sociedades

contemporáneas con responsabilidad histórica”18, dinamizando el cambio de era. El Plan Nacional de Desarrollo Bolivia digna, soberana, productiva y democrática para Vivir Bien, en su operativización, se propone “[…] la convivencia equilibrada y la complementariedad con equidad de la Economía Estatal, la Economía Comunitaria (…) la Economía Mixta y la Economía Privada”, dejando en evidencia su pertinencia histórica para la realidad presente y futura, con un espíritu inclusivo, plural y de reciprocidad entre sus diferentes actores. El objetivo de la Bolivia Digna es la erradicación de la pobreza y la inequidad para lograr un patrón equitativo de distribución y/o redistribución de ingresos, riqueza y oportunidades. La Bolivia Democrática busca construir una sociedad y Estado plurinacional y socio-comunitario, donde el pueblo ejerza el poder social y comunitario y sea corresponsable de las decisiones sobre su propio desarrollo y del país. La Bolivia Productiva está orientada hacia la transformación, el cambio integrado y diversificación de la matriz productiva. Y la Bolivia Soberana contribuirá a constituir al Estado en un actor internacional, soberano, autodeterminado, con identidad propia, mediante una política exterior que oriente la acción política y diplomática con presencia de los pueblos y defensa sostenible de los recursos naturales y de la biodiversidad.

18

Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017 del Ecuador, que como marco general plantea que “el Buen Vivir es la forma de vida que permite la felicidad y la permanencia de la diversidad cultural y ambiental; es armon a i ualdad e uidad solidaridad o es uscar la opulencia ni el crecimiento económico infinito”.

51

Por su parte, la operativización del Plan Nacional para el Buen Vivir en el Ecuador considera tres ejes estratégicos. El primero hace referencia a la transformación del sistema democrático: “cambio en las relaciones de poder para la construcción del poder popular”19. El segundo eje recoge elementos de equidad, promoción de derechos ciudadanos, identidad y derechos de la naturaleza: “derechos, libertades y capacidades para el Buen Vivir”20. Y el tercer eje se refiere a las relaciones económicas, centradas en la “transformación económica-productiva a partir del cambio de la matriz productiva”21 Como se podrá apreciar, son propuestas con grandes similitudes en su formulación y en su composición, con estrategias de transiciones y construcciones procesuales de los cambios inspirados por la complementariedad y la integralidad. Lo que sigue es que estas formulaciones sepan expresarse en procesos y resultados reales, medibles en la vida de los pueblos, traduciéndose en relaciones cotidianas de dignidad, vida colaborativa, suficiencia, igualdad, inclusión, participación ciudadana, armonía y equilibrio. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir en este contexto del campo político estatal, requiere legitimarse en el diseño, formulación y realización de Políticas Plurinacionales de Comunicación, que promuevan la inclusión participativa y protagónica de las diversas naciones que componen un mismo territorio, con una memoria histórica, un proyecto y un marco legal común. Una Política Plurinacional de Comunicación que respeta la autodeterminación de los pueblos con su tierra, territorio, cultura y formas de legislación y administración, es por sobre todas las 19

Este eje comprende el primer o e ivo del Plan Nacional ) onsolidar el s ado democr ico y la cons rucción del poder popular. 20 Diversos objetivos le dan cuerpo a este eje 2) uspiciar la igualdad, la cohesión, la inclusión y la equidad social y territorial, en la diversidad 3) Me orar la calidad de vida de la po lación 4) or alecer las capacidades y po encialidades de la ciudadanía ) ons ruir espacios de encuen ro com n y for alecer la identidad nacional, las identidades diversas, la plurinacionalidad y la in ercul uralidad ) onsolidar la ransformación de la us icia y for alecer la seguridad in egral, en es ric o respe o a los derechos humanos 7) Garantizar los derechos de la naturaleza y promover la sostenibilidad ambiental territorial y global. 21 Tiene como o e ivos ) onsolidar el sis ema económico social y solidario, de forma sos eni le ) aran i ar el ra a o digno en odas sus formas 0) mpulsar la ransformación de la ma ri produc iva ) segurar la so eranía y eficiencia de los sec ores es ra gicos para la ransformación indus rial y ecnológica y 2) aran i ar la so eranía y la pa , profundi ar la inserción es ra gica en el mundo y la in egración la inoamericana.

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cosas una alternativa integracionista de estas diversidades en la unidad nacional, con el eje común de la vida colaborativa y armónica en comunidad. Esta visión plurinacional incluye la participación de las diversidades organizadas en movimientos ciudadanos garantes del Vivir Bien/Buen Vivir. El Estado debe facilitar el acceso de los diversos pueblos al manejo de los medios de comunicación, incentivando su funcionamiento con estrategias multimediáticas de las más variadas tecnologías. Estos emprendimientos, con los medios comunitarios o ciudadanos, los estatales, los públicos y los privados, deben conducirse por procesos comunicacionales dignificadores de la palabra y de la vida, bajo los principios orientadores del Derecho a la Comunicación. Las experiencias de Comunicación Popular son un referente a la vez que la base filosófica y ética de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, por lo que sistematizarlas, actualizarlas y desafiarlas a un emprendimiento colectivo e integracionista por la vida buena en armonía y plenitud tanto en el campo comunitario como en el estatal, es la tarea estratégica más trascendente para hacer realidad la utopía.

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Capítulo 2: LA COMUNICACIÓN PARA EL VIVIR BIEN / BUEN VIVIR22

22

El presente capítulo, con ampliaciones y modificaciones, se basa en un trabajo anterior: Contreras Baspineiro, Adalid, Sentipensamientos. De la comunicación-desarrollo a la comunicación para el vivir bien, Ed. UASB / Ediciones La Tierra, Quito, 2014, pp. 81-174

54

¿QUÉ ES LA COMUNICACIÓN PARA EL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR? (Re)construir sentidos de vida buena en plenitud Si el Vivir Bien/Buen Vivir es una respuesta a la deshumanización provocada por el capitalismo, el (neo)colonialismo, el patriarcado, la depredación de la naturaleza y el desarrollo como crecimiento económico, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es la respuesta a la funcionalización de los procesos de comunicación a estos sistemas. La comunicación funcionalizada a estos sistemas se caracteriza por su orientación (neo)difusionista, manipuladora de la información, evasiva de las realidades, con medios de comunicación administrados como empresas organizadas en sistemas de concentración monopólica y representación multinacional, para cuya existencia enarbola la libertad de expresión y de prensa que justifican la libertad de empresa. Este sistema comunicacional generaliza un estilo comercialista que aligera la vida, discrimina, banaliza la política, distorsiona la imagen de la mujer, marketea las enunciaciones, fomenta un ambiente de miedo y desconfianza, individualiza, aísla, opaca las identidades, estereotipa los liderazgos democráticos y alimenta un ambiente de terrorismo mediático. Obviamente que con un sistema y procesos de comunicación de esta naturaleza no es posible pensar siquiera en promover una cultura de la vida comunitaria con armonía. Este sistema es el polo opuesto de una comunicación para la vida en plenitud. Por eso es necesario transformarlo acompañando la construcción del Vivir Bien/Buen Vivir con otra comunicación que dignifique la vida y la palabra. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir trabaja un futuro de vida en plenitud, construyéndolo en la vida cotidiana donde se forjan formas de vida armónica que caminan con la ciudadanía, haciéndose con ella, paso a paso desde el presente hasta el devenir histórico, como nos enseña la experiencia de Radio La Tribu en Buenos Aires: “[…] mientras persista un orden social que pretende que nos acostumbremos a convivir con la injusticia, permanecerán los hombres y las mujeres que gritarán ´no´. Un ´no´ presente en los micrófonos de nuestras radios 55

(…) Y también un ´sí´. Ese que está en todos los cuerpos, las voces, las manos que luchan por una vida justa, por una vida feliz, todos los días, en todos los lugares del mundo, (…) mientras tratamos de hacer del presente lo más parecido a lo que deseamos del futuro” (La Tribu, 2004, p. 311) Conceptualizar la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir implica un esfuerzo de doble recorrido: 1) Por una parte, recuperar el acumulado teórico-metodológico compatible y pertinente con los objetivos históricos de la sociedad de la vida buena en armonía y plenitud. En este cometido, la comunicación crítica, la comunicación alternativa y participativa, la economía política de la comunicación, la comunicación como mediaciones y la comunicación popular ofrecen un legado que debe ser profundizado en relación con la cosmovisión de la “cosmoconvivencia”. Desde la perspectiva política que compromete la comunicación con la construcción de sociedades con justicia, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir podría interpretarse como la expresión contemporánea de la comunicación popular. 2) Por otra parte, en la medida que, a diferencia de otras corrientes y paradigmas, el Vivir Bien/Buen Vivir nace en la práctica milenaria de los pueblos originarios y se enriquece con las luchas de los movimientos antisistémicos, haciendo presencia en el campo político, los esfuerzos académicos no pueden pretender encasillar estas realidades en conceptos preestablecidos, sino más bien teorizar desde estas prácticas y hacerse partícipes de sus construcciones. Como dice Francois Dubet, en su Sociología de la Experiencia, son trascendentales las subjetividades o las singularidades de cada sujeto, cuya perspectiva depende de sus prácticas sociales, políticas, culturales y espirituales, así como del lugar que ocupa en la sociedad. Conceptualizar la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir entonces, recuperando el valor de la experiencia, como sugiere Benjamin, es un ejercicio de sistematización de las prácticas, discurriendo la vida desde los 56

sensoriums y la palabra de los pueblos que viven colaborativamente, en comunidad. Tomando en cuenta lo escrito hasta ahora, y para empezar a reflexionar y diseñar una comunicación que se confronte con el estilo de la comunicación mercantilizada, y que sea pertinente a la construcción de la sociedad de la armonía y de la vida en plenitud, planteo la siguiente definición (Contreras, 2014, p. 81): La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es un proceso de construcción, de/construcción y re/construcción de sentidos sociales, culturales, políticos y espirituales de convivencia intercultural y comunitaria con reciprocidad, complementariedades y solidaridad; en el marco de una relación armónica personal, social y con la naturaleza; para una vida buena en plenitud que permita la superación del vivir mejor competitivo, asimétrico, excluyente e individualizante cosificados en el capitalismo y el (neo)colonialismo. En este proceso, la construcción del discurso promueve una interacción participativa desde las diversidades y alteridades; poniendo en relación enunciaciones desde el espacio público y privado, estatal y ciudadano, real y virtual; compartiendo signos y significados para la construcción del Vivir Bien/Buen Vivir a través de múltiples recursos y medios de comunicación, en sistemas plurales enmarcados en el ejercicio del Derecho a la Comunicación. Analicemos los principales componentes del concepto propuesto: 

Un proceso de construcción, de/construcción y re/construcción de sentidos de sociedad, cultura, política y espirituales. Con esta formulación remarcamos el carácter participativo y dialogal de la comunicación; reconociendo que la producción del discurso no es sólo una construcción del polo de la emisión, sino también del activo polo del consumo o recepción, donde los sujetos decodifican o 57

interpretan, aplican y rehacen los mensajes a partir de sus propias vivencias personales y colectivas, o de sus mediaciones o puentes que tienden desde su vida cotidiana con sus entornos sociales, culturales, políticos, ambientales y cósmicos. La comunicación consiste en poner en común o poner en relación los conocimientos, sentimientos y esperanzas de quienes emiten y quienes receptan y reconceptualizan los mensajes; y esta interacción genera siempre nuevos sentidos o nuevas maneras de interpretar el mundo e intervenir en él. O sea que cuando desarrollemos prácticas de comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir debemos partir de los sujetos, de sus experiencias, de su vida, de su palabra. Tradicionalmente en comunicación cuando se habla de sentidos, se destacan solamente los sentidos de sociedad y de cultura; pero en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es irrenunciable la construcción de sentidos o de conceptos y prácticas en el campo de la política que es el espacio de construcción de hegemonía, así como en el ámbito espiritual que destaca la trascendencia de la naturaleza y el mundo cósmico. 

Convivencia

intercultural

y

comunitaria

con

reciprocidad,

complementariedades y solidaridad. Los sentidos y contenidos del discurso comunicacional se materializan en el convivir en comunidad y en las prácticas de solidaridad que señalan caminos de equilibrio siguiendo principios como la equidad, la integración, la inclusión y la justicia. La interculturalidad, que no es una categoría étnica sino política, es el camino que se debe seguir guiados por la cosmovisión nacida en las culturas originarias, enriquecida en las luchas de los movimientos sociales y en las prácticas solidarias de distintos sectores. Los contenidos y las metodologías de comunicación para una vida comunitaria en armonía, apelan al “nosotros” para una convivencia 58

colaborativa con reciprocidades y complementariedades, y para una vida digna, equitativa, en plenitud. 

En el marco de una relación armónica personal, social y con la naturaleza. Este es el espacio que caracteriza las relaciones que promueve la Comunicación para el Vivir Bien: la armonía espiritual y subjetiva de cada uno de los seres humanos; la armonía de los seres humanos en sociedad; la armonía con los otros seres de la naturaleza; y la armonía con los dioses tutelares. Nuestros productos de comunicación tienen que trabajar mensajes desde y para estos cuatro niveles, tomando en cuenta que son parte de una misma unidad. Es decir tienen que hablar las personas individuales y en sociedad y también las voces de la naturaleza y los dioses.



Para una vida buena en plenitud que permita la superación del vivir mejor. La realización política de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que cuestionar el individualismo y la competitividad insolidaria enraizadas en el espíritu del capitalismo. También tiene que contribuir a descolonizar las prácticas y pensamientos deshumanizantes y patriarcales del (neo)colonialismo. Así como tiene que cuestionar las prácticas depredadoras del crecimiento económico sin límites.



Promueve una interacción participativa desde las diversidades y alteridades. El sentido comunicacional del Vivir Bien/Buen Vivir cuestiona el difusionismo y revalora la participación y el diálogo. Promueve el ejercicio de la palabra y el derecho a expresarla, visibilizando todas las culturas, todas las sociedades, con opción preferencial por los excluidos del sistema. La palabra se enuncia desde nuestros lugares situados, en el que somos, pertenecemos y 59

tenemos identidad; un lugar desde donde pensamos, sentimos, amamos,

odiamos,

gozamos,

padecemos,

soñamos,

(nos)

proyectamos, construyendo una memoria y una práctica colectivas. Se tiene que proclamar lo que Daniel Prieto Castillo llama “la pasión por la palabra”, que equivale a la vocación por la participación ciudadana como sujeto de su historia, expresándose desde su situación concreta, en su lengua, con sus propios códigos, con sus actitudes solidarias y con sus propuestas que deben hacerse parte de las decisiones en el planeta. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir no es ajena ni impersonal; no le habla a un sujeto en abstracto, no se dirige a las “masas”. Por el contrario, personaliza, convoca, apela, demanda y promueve formas dialogales de comunicación. 

A través de múltiples recursos y medios de comunicación, en sistemas plurales enmarcados en el ejercicio del Derecho a la Comunicación. Todos los medios, ya sean masivos, grupales o digitales tienen que organizarse estratégicamente para trabajar o mediar la palabra de la vida en armonía. Las programaciones de estos diversos medios, que pueden articularse en sistemas multimediáticos, deberán guiarse por los postulados del Derecho a la Comunicación que reconoce la responsabilidad social por los derechos humanos y de la naturaleza.

60

Relación armonía - personal - social - con la naturaleza Sentidos

- con el cosmos

sociedad, cultura, política, espiritualidad Múltiples mediaciones e Interacción participativas ejerciendo el Derecho a la Comunicación

Construcción De/construcción Re/construcción

- Reciprocidad Convivencia

- Complementariedad

intercultural y

- Solidaridad

comunitaria

- Integración

Resumiendo, digamos que el sentido de la construcción de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es el mismo de la creación del mundo en el Popol Vuh23: “Llegó entonces aquí la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz24, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento (…) Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre” (1960, pp. 23-24). El eje es el diálogo, o la construcción del discurso argumentado, buscando un objetivo y decisiones compartidos, con la comunicación como una construcción sociocultural al mismo tiempo que un constructor de sentidos. Horizonte de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir Su horizonte está definido en el mismo derrotero de la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir, que es la vida en plenitud, en el futuro y aquí y ahora, forjando una sociedad de la armonía individual, social, con la naturaleza y el cosmos, 23 24

Libro sobre las antiguas historias del pueblo Quiché, traducido luego al español y otras lenguas Dioses progenitores que viven en el corazón del cielo

61

mediante la práctica de la convivencia comunitaria con reciprocidades y complementariedades para una vida suficiente, sin lujos ni carencias, para todos y todas. Este horizonte requiere necesariamente de un cambio en el orden social imperante, por lo que la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir tendrá que transformar procesualmente con prácticas cotidianas de vida comunitaria y políticas públicas inclusivas, la hegemonía capitalista, (neo)colonial, patriarcal, desarrollista y depredadora de la naturaleza. Es necesario otro orden mundial, basado en la solidaridad y la justicia social, económica, cultural y ambiental. A la par de esta visión, el horizonte de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, tiene que trascender el orden comunicacional prevalente y que es funcional al

sistema

imperante.

Otra

comunicación

basada

en

la

construcción,

de/reconstrucción y re/construcción de sentidos de sociedad, cultura, política y espiritualidad, tendrá que dinamizar formas participativas de expresión de la palabra comprometida con la vida digna. Este horizonte no debe verse como algo ajeno a las prácticas de comunicación educativa, alternativa y popular que se desarrollan en nuestro continente. Tenemos que recuperar sus utopías, sus planteamientos, desplazamientos y programaciones, porque allá están ya latiendo los corazones de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, como expresa el horizonte definido por Radio Fe y Alegría, en la región del Zulia, Venezuela: “la construcción de un proyecto nacional democrático, a través del fomento de la participación ciudadana y el logro de cambios culturales orientados a la búsqueda del desarrollo social, integral y sustentable, en vinculación estratégica con diversos actores de la vida nacional, desde una opción por los más pobres y excluidos” (García, 2004, p. 103) Recuperando este planteamiento y enmarcándolo en la búsqueda, junto con otras experiencias, de una sociedad-mundo de la vida plena, la experiencia seguirá aportando a construir caminos que se recorren con la palabra que dignifica la vida, en la misma medida que cotidianamente las prácticas tienen que transformar el 62

sistema comunicativo, humanizándolo, así como la realidad concreta en la que están insertas. En el horizonte debe instalarse la utopía siempre vigente por un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación. SABER COMUNICARSE Debemos estar siempre comunicados “Saber comunicarse” en el Vivir Bien/Buen Vivir tiene el sentido de la expresión aymara aruskipasipxañanakasakipunirakispawa, que se traduce como “debemos estar siempre comunicados”, o “tenemos que comunicarnos”, o "necesariamente debemos comunicarnos unos a otros". “Debemos estar siempre comunicados” tiene dos características, una inclusiva y otra imperativa: 1) Refleja un sentido inclusivo expresado en el “nos comunicaremos”, nosotros, unos a otros, todos los seres humanos, poseedores del don de la palabra,

de

la

construcción

de

imágenes

y

de

nuestra

comprensión/racionalización por gestualidades. Este don nos otorga la posibilidad de dialogar con nosotros, entre nosotros y con los sonidos y voces de las plantas, los animales, la naturaleza y los dioses y espíritus, acudiendo a formas de comunicación horizontal y participativa. 2) La “obligación de comunicarnos” (entre nosotros), más allá de la deliberación es un compromiso para arribar a compromisos colectivos. En este sentido la comunicación no es solamente un espacio de intercambios de discursos o de circulación de informaciones, sino también un espacio de entendimientos, decisiones y soluciones para promover y asumir la solidaridad, la complementariedad y la reciprocidad como principios que se construyen en la práctica social cotidiana. “Nos comunicaremos entre nosotros”, es por sobre todas las cosas un acto de humanización de la palabra, para “hablar con el corazón”, con franqueza,

63

constructivamente, de manera trasparente, con amor, con fundamento, con fines de armonización y de fortalecimiento social. Hablar como personas que viven la vida David Choquehuanca identifica en el jaqi aru (palabra de la gente), cuatro elementos que caracterizan lo que es el “saber comunicarse”: 1) saber escuchar; 2) saber compartir; 3) saber vivir en armonía y complementariedad; y 4) saber soñar (2012, p. 1) Por su parte, y de manera coincidente, Silvia Rivera Cusicanqui en diálogo con Boaventura de Sousa Santos considera que la palabra legítima debe recogerse en los enunciados de “los de abajo”, es decir de los ciudadanos, y para ello recupera el principio y práctica del jaqen parlaña o hablar como la gente, que conlleva tres condiciones: 1) primero escuchar para hablar; 2) hablar sabiendo; y 3) refrendar las palabras con los actos25. El siguiente gráfico, estructurado con la lógica de las complementariedades y rotación permanente de la Chakana, resume el sentido del saber comunicarse para el Vivir Bien/Buen Vivir:

25

Conversa del mundo entre Silvia Rivera Cusicanqui y Boaventura de Sousa Santos, en el Hotel Allkamari, Valle de las Ánimas, La Paz, Bolivia, el 16 de octubre de 2013. Publicado el 12 de marzo de 2014 en http://alice.ces.uc.pt/news/?p:2753

64

El factor que vincula estos elementos es la palabra, el discurso, que sea cual fuere su manera de expresarse: visual, escrito o hablado, tiene que hacerse en el lenguaje de los sujetos con los que se construyen los procesos de comunicación. Lo importante es expresarse desde las voces ciudadanas, como lo hace la Radio Favela en Belo Horizonte, Brasil: “nosotros creamos el favelés. Tenemos el portugués que se habla allá abajo. Aquí arriba lo que se habla es el favelés. Es nuestro dialecto. Todo el mundo lo entiende...” (Barbosa, 2004, p. 183) El favelés, o portugués de las favelas con que se consolida la intraculturalidad para ir luego a los encuentros interculturales y las alteridades. Los cuatro elementos siguen un orden lógico en la construcción del discurso: primero escuchar; luego compartir que supone conocer y dialogar; después convivir o poner en práctica las decisiones compartidas; y finalmente soñar o alimentar esperanzas para seguir construyendo las sociedades de la vida buena en armonía y plenitud. SABER ESCUCHAR En realidad, no es un principio desconocido para las teorías participativas de la comunicación ni para las prácticas extendidas en las radios populares latinoamericanas y caribeñas, que desarrollan sus experiencias partiendo del otro comunicacional y de la palabra de los pueblos considerándolos sujetos protagónicos de sus vidas y de la historia. Sin embargo, es un principio que se suele olvidar; así como es una práctica desconocida en los medios y programas que se dedican sólo a la difusión de las verdades

que

ellos

mismos

construyen

y

confunden

participación

con

retroalimentación o con manipulación. Incluso es una propuesta combatida desde los sectores que no valoran la palabra de las sociedades ni de las culturas que caminan por los bordes de la normalidad oficial, y que en cambio se dedican a programaciones ligeras, sensacionalistas, degradantes y que las suelen justificar con el criterio de que “eso es lo que le gusta a la gente”.

65

Lo novedoso del “saber escuchar” en el Vivir Bien/Buen Vivir, está en la presencia de los distintos elementos que plantea David Choquehuanca, y que no han sido necesariamente considerados en las propuestas comunicacionales centradas en los sujetos sociales y sus proyectos políticos de transformación social: “[…] escucharnos entre nosotros, escuchar a la Madre Tierra, a todos los seres, al río, a nuestras aves, sobre todo a los más humildes. Y el que escucha aprende, cambia, está preparado para servir a su pueblo” (2012, p. 1) Esta formulación contiene cuatro componentes del “saber escuchar”: 1) El acto comunicativo de la escucha que se basa en una concepción participativa de construcción de los discursos, partiendo del otro o de los otros comunicacionales. Para ello sus metodologías serán de carácter dialogal, de manera que se comparten y no se imponen conceptos, ideas, propuestas (escucharnos entre nosotros) 2) La definición del sujeto social, individual y colectivo, como un sujeto que tiene vida y que junto con otros seres vivos como los animales y las plantas, pertenecemos a un entorno histórico y natural, ubicados en la tierra y la sociedad a la que pertenecemos (escuchar a la Madre Tierra, a todos los seres, al río, a nuestras aves) 3) El compromiso reivindicador de la palabra de los excluidos, lo que del mismo modo que la evangelización y que la comunicación popular contiene un proyecto histórico de sociedad con justicia (escuchar… sobre todo a los más humildes) 4) Una comunicación que promueve conocimientos, sentimientos, actitudes, prácticas y esperanzas para construir el Vivir Bien/Buen Vivir, compartiendo con

los

demás,

en

convivencia

comunitaria,

solidariamente,

con

responsabilidad de servicio o “mandar obedeciendo” (y el que escucha aprende, está preparado para servir a su pueblo) Saber escuchar quiere decir también saber mirar, saber entender, saber respetar, saber reconocer todas las voces y la vida de los otros. Por eso, “saber escuchar”, como dice la expresión guaraní yapysaka, es “saber ver con los oídos”. 66

Saber escuchar en medios de comunicación masivos o digitales, que han sido inventados para transmitir, ha implicado importantes transformaciones realizadas por las radios evangelizadoras y populares que tienen la misión comunicacional del diálogo. Para ello realizan sondeos de audiencia, abren sus micrófonos a la expresión ciudadana, registran datos siguiendo las llamadas telefónicas o cartas a los medios, realizan análisis de discurso y muchas otras formas de sintonizarse con los sujetos de su trabajo comunicacional. Su filosofía se resume en este postulado de Radio La Cometa en San Gil, Colombia: “Antes de hablar… escuchar. Lo primero que hace el colectivo responsable es auscultar la realidad mediante tres consultas: Un estudio sobre gustos y usos de la radio en San Gil. Una investigación participativa sobre los gustos con grupos específicos (…) Una consulta con las organizaciones asociadas para saber qué esperaban de la emisora” (Rodríguez, 2004, p. 296) Escucharnos con todos los sentidos En su extraordinario “Manual urgente para radialistas apasionados”, José Ignacio López Vigil afirma que “nuestros oídos son muy sensibles (…) Nuestros oídos sienten (...) el cerebro traduce sonidos a sentimientos”. (2005, p. 22) Saber escuchar, desde esta comprensión, es activar todos los sentidos para traducir los sonidos en identidades, en comprensiones y sentires del mundo que se obtienen mirando, escuchando, palpando, degustando, viviendo, reconociendo la importancia de las vidas y de las historias de quiénes están expresando su palabra con el habla, con sus sonidos, con sus signos, sus símbolos y sus significados. Saber escuchar quiere decir colocarse en los zapatos del otro, leer sus historias, comprometerse con sus proyectos y esperanzas, incluirlos como sujetos de los procesos sociopolíticos y culturales, construir juntos, entablar relaciones de compañerismo, compartiendo y soñando nuevos horizontes. Esto explica que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir guarde correspondencia con la comunicación horizontal, dialogal y participativa que construye “[...] relaciones que 67

van a permitir que los involucrados produzcan y construyan sentidos de comprensión de sí mismos, de los demás y de la realidad, posibilitando cambios decididos por los propios sujetos” (Alfaro, 2006, p. 98) El reconocimiento del sujeto como protagonista de la comunicación y de los procesos sociales, políticos y culturales, permite recordar que la comunicación no se reduce a la relación entre emisor y receptor, o al intercambio de signos y significados mediados por un mensaje con feedback (retroalimentación) El reconocimiento del sujeto permite superar la horrorosa consideración de las personas y organizaciones como “clientes” que pueden ser manipulables, o como “beneficiarios” de nuestras compasiones y caridades, o como cajas de resonancia de mensajes preelaborados, o como “masas” tratadas como seres inanimados en los que se vacían mensajes. Con el reconocimiento del sujeto volvemos a la idea original de la comunicación entendida como communicare o la acción de poner en común y en relación. Es decir, que los intercambios y construcciones de discurso se realizan entre seres con identidad, con historia, con capacidad de decir, pensar, hacer y constituir su sociedad y su vida. Siendo así, el camino de la comunicación no puede sino empezar en la escucha, en el reconocimiento de la palabra de los otros, en la inclusión de las personas y sociedades con sus identidades, y en la capacidad de generar

mensajes

aprendiendo

(mirando,

palpando

y

escuchando)

permanentemente. La participación es un acto de comunicación que pone en común conocimientos, sentimientos, opiniones, prácticas y esperanzas que se comparten, se debaten y deciden nuevos sentidos, como sugiere Jesús Martín-Barbero, a partir de mediaciones sociales, culturales26 además de políticas y cósmicas, que recuperan la vida cotidiana y la incorporan en las relaciones y procesos de construcción de los discursos.

26

Martín-Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. Barcelona, Ed. Gili, 1991

68

Pero, ¿con quiénes entablamos diálogos?, ¿conocemos a los sujetos con los que interactuamos?, ¿cómo es posible saber por ejemplo en medios no tradicionales cómo son las radios o televisoras por internet, quiénes son los sujetos de sus procesos de comunicación? La experiencia de Radio Internacional Feminista (RIF), Ciudad Colón, Costa Rica, nos da algunas pautas: “En radio una clave indispensable es conocer la audiencia, sus gustos, sus hábitos frente al medio. Sin embargo la “recepción” en internet es generalmente muy anónima (...) Las mujeres de RIF tienen algunas sospechas de las motivaciones que tiene el público para visitar su sitio. Entre ellas está la cobertura de asuntos ignorados en otros medios, el hecho de ser una propuesta interactiva donde se puede escuchar y hablar y porque la información es pública, no hay que registrarse, ni suscribirse para entrar a las páginas. Además en internet los públicos se crean según intereses” (Gutiérrez, 2004/2, 132) Todo lo dicho lleva a concluir que las relaciones de comunicación, o que los intercambios e interacciones entre sujetos producen espacios de entendimiento, de consensos y de pactos, acudiendo a diálogos sustentados con argumentos que permitan generar acuerdos. Debemos saber con quiénes interactuamos y no olvidar que la comunicación cumple una función social y política y no se limita a la consideración de medios de comunicación, géneros, formatos y mensajes. La participación recupera el rol activo e interpelador de los sujetos y desarrolla la capacidad de saber imaginar al otro comunicacional en su contexto, de modo tal que no se le mutile ni su historia ni su identidad ni su hábitat, sino por el contrario se entable con él intercambios e interacciones, en su realidad situada, pensando y construyendo juntos, desde allá, nuevas sociedades. Escuchar las voces del ambiente y los sonidos de la naturaleza ¿Cómo se puede “escuchar a la Madre Tierra (…), al río, a nuestras aves…”?, ¿cómo se puede establecer diálogo y comunicación participativa con ellos? La Teología de la Liberación y los procesos de Educación y Comunicación Popular acudieron a la expresión de “la voz de los sin voz”, para darle presencia a la 69

palabra de los excluidos de la sociedad, de la historia y de los medios de comunicación masiva. Y a sabiendas de que en realidad tenían voz, pero que ésta había sido secuestrada y acallada, pusieron medios de comunicación alternativos al servicio de “devolverle” la voz a los pueblos, en sus idiomas y sus gramáticas, desarrollando para ello notables experiencias de comunicación que giraron creativamente en torno a un desafío: ¡el mismo pueblo, desde su saber popular27, debe tomar la palabra! Necesitamos el mismo sentido comunicativo para darle presencia a las voces del ambiente y los sonidos de la naturaleza. ¿Pero cómo, si no hablan?, será una pregunta recurrente. Y la respuesta constante: “recuperando sus formas de expresarse con sonidos y movimientos convertidos en imágenes, o en el canto de las aves, el batir de las ramas, el baile cimbreante de los árboles, el silbido del viento, el goteo de la lluvia, los desplazamientos migrantes de bandadas y manadas según las estaciones del año; o los gemidos de la Madre Tierra, o las manifestaciones climáticas que nos dicen el valor de la naturaleza en la reproducción de la humanidad” (Contreras, 2014, 121-122) Estamos obligados a plantearnos interrogantes y respuestas desde otros lugares y paradigmas que no estén centrados sólo en el hombre. Se hace necesario redireccionar las ópticas para que las voces del ambiente fluyan en forma combinada desde los sonidos de la naturaleza y desde los sentidos libertarios acumulados

en

las

ciencias,

las

sabidurías

populares

y las

prácticas

reivindicativas. Es decir, necesitamos recuperar la “cosmoconvivencia” del Vivir Bien/Buen Vivir y aplicarla en el campo de la comunicación con mediaciones, metodologías, mensajes, géneros y formatos que nos permitan dialogar con la naturaleza y el cosmos.

27

“[…] conjunto de conocimientos disposiciones, actitudes, comportamientos, resistencias, simulaciones, innovaciones, apropiaciones, sincretismos, yuxtaposiciones, etc., que los grupos subalternos procesan en la lucha cotidiana por alcanzar en este tiempo el reconocimiento de su existencia y de su lugar en la estructura social imperante”, uerra Bravo, Samuel, “Pro lemas epis emológicos en el es udio del sa er popular”, en Ciencia Andina, Vladimir Serrano Pérez (Compilador), CEDECO / ABYA YALA, Quito, 1999, p. 61

70

Un caso –urgente- donde la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que saber construir discursos combinando diferentes sentidos, es el de los latidos y las demandas de la naturaleza por el cambio climático y de la sociedad por sus efectos, que son consecuencia de las políticas económicas depredadoras propias del capitalismo a ultranza. El deshielo de los glaciares es un mensaje; los huaykos o aluviones y deslizamientos de tierra e inundaciones son voces que reclaman; el bramido de los volcanes y sus fumarolas son alertas; y el efecto invernadero en ciudades y pueblos son quejidos que se emanan por el calentamiento global. Tenemos que saberlos escuchar, con todos los sentidos. Para abordar este tema es necesario tomar en cuenta matices ambientalistas, ideológicos, sociales, culturales y políticos. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tendrá que aportar con imágenes, sonidos, casos y testimonios que recuperen los quejidos de la naturaleza y los sufrimientos de las sociedades, haciéndonos

sentir

la

gravedad

del

problema

para

que

asumamos

responsabilidades compartidas. Comunicacionalmente tendremos que reivindicar los derechos de la Madre Tierra y compartirlos, para que las sociedades demanden un mundo armónico; para que los centros de poder mundial admitan la necesidad de cambios en sus políticas exterminadoras; y para que los gobiernos diseñen nuevos modelos de desarrollo basados en el Vivir Bien/Buen Vivir y no en la depredación ambiental del capitalismo salvaje que no tiene límites. Como dijimos, no son sólo las voces del ambiente y los sonidos de la naturaleza los que nos hablan, sino también la sabiduría popular y las múltiples manifestaciones de estudiosos, militantes, autoridades, sabios, ancianos y ciudadanos sabedores de la importancia del equilibrio hombre – sociedad – naturaleza - cosmos. Sus aportes en imágenes, testimonios, frases, poesía, canciones, recopilación de leyendas, análisis y experiencias que consagran la capacidad expresiva de la naturaleza, tienen que ser recuperados. Un ejemplo, la poesía del gran Arguedas: “Está cantando el río, / está llorando la calandria, / está dando vueltas el viento; / día y noche la paja de la estepa vibra; / nuestro río

71

sagrado está bramando; / en las crestas de nuestros Wamanis montañas, / en sus dientes, la nieve gotea y brilla…”28. Otro ejemplo nos lo regala la experiencia de Radio Marañón en Jaén, Cajamarca, Perú: “El Marañón rompe las cordilleras en voluntarioso afán de avance. Cuando el río carga brama contra las peñas invadiendo la amplitud de las playas y cubriendo el pedrerío. Corre burbujeando, rugiendo en las torrenteras y recodos… Nosotros, los cholos del Marañón escuchamos su voz con el oído atento. No sabemos dónde nace ni dónde muere…” (Figueroa, 2004, p. 207) Un camino para expresar las voces del ambiente no con un sentido catastrofista, sino de esperanza y alegría por la belleza y las bondades de la Madre Tierra, es hablar desde la voz de los pueblos cuya identidad comunitaria expresa una filosofía de amor y de armonía con la naturaleza. Veamos como ejemplo la vivencia del pueblo quichua/quechua, para el que todo se rige bajo un principio de la vida en el planeta: “Los sujetos animados e inanimados no son vistos como objetos si no, como sujetos que cumplen roles que se complementan con el de las personas, es decir, se caracteriza por tener un sentido humano de la vida y de las cosas” (Kowii, 2005, p. 3) Recuperar las expresiones de identidad hombre – sociedad – naturaleza - cosmos, contribuirá a construir mensajes que reivindiquen la vida y promuevan vivirla en complementariedades y solidaridades. Al respecto, con acierto la Declaración Final de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático29, le atribuye a la Pachamama / Madre Tierra las características de un ser vivo, capaz de escuchar, de reaccionar, de ser amada y, por estas razones, ser un sujeto de derecho, con el que establecemos “[…] una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual”. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que manejar de manera justa y equilibrada, pensando en los derechos humanos y los derechos de la naturaleza, las tensiones que se dan entre el cuidado sostenible de la naturaleza, con la

28 29

Arguedas, José María, A nuestro padre creador Tupac Amaru (Kamaq taytanchisman - haylli-taki) Cochabamba, Bolivia, 22 de abril de 2010

72

inevitabilidad de la producción, industrialización y distribución de sus recursos, especialmente

cuando

éstos

se

producen

sin

considerar

criterios

de

responsabilidad ambiental y equidad social. Otra forma de reconocer las voces del ambiente y sonidos de la naturaleza, se encuentra en la identidad de los medios de comunicación, que con su nombre hablan de su personalidad que tienen que saber respaldar con sus programas. Veamos el caso de Radio La Voz de la Sierra Norte, Cuetzalán, en el Estado de Puebla, México: “Dicen que Cuetzalán viene de ´cuetzallí´, que en Nahualt significa ´pluma roja bermejo´, debido a que en la región abundaban unos pájaros llamados ´cutzaltotolt´ que tenían plumas de ese color” (Velasco, 2004, p. 153) Escucharnos en la práctica política Hemos apelado permanentemente a lo largo de este texto a principios y acciones relacionados con la necesidad de transformar el (des)orden que depreda la naturaleza, que genera asimetrías, que alienta la competitividad individualizante, que legitima el patriarcalismo, que permite actitudes racistas y xenofóbicas, que incentiva las inequidades y que aspira a imponer un pensamiento único e individualizante. Con el Vivir Bien/Buen Vivir se trata de cambiar esa situación y construir una nueva civilización. A esto se refiere David Choquehuanca, cuando afirma que se tiene que saber escuchar “sobre todo a los más humildes. Y el que escucha aprende, cambia, está preparado para servir a su pueblo”. En estas condiciones, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es un compromiso para contribuir, desde el campo del discurso y de la palabra, a la construcción de la sociedad del buen convivir transformando los poderes hegemónicos que naturalizan las relaciones desiguales. Por esto decimos que es una acción política opuesta al capitalismo, al (neo)colonialismo, al patriarcalismo, a la depredación, al desarrollo en su sentido tradicional y lineal de crecimiento y progreso, y al sensacionalismo mediático.

73

La acción política desde la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, identificada con la dignificación de los más humildes, es la encargada de subvertir y alterar el orden tradicional desde las voces que provienen de la sociedad movilizada por sus derechos ciudadanos, por el reconocimiento de su identidad, por la convivencia comunitaria, por la igualdad de género, por la garantía de justicia social para las nuevas generaciones y por los derechos de la naturaleza. Como el horizonte es una nueva civilización, la de la vida buena y armónica en plenitud, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que garantizar la existencia, funcionamiento e integración de instituciones y medios que promuevan las

acciones

favorables

a

la

solidaridad,

la

complementariedad

y

la

democratización de la palabra. Son necesarios sistemas propios de comunicación, masivos y grupales, regionales y comunitarios, estatales y ciudadanos, electrónicos y digitales, audiovisuales y escritos, comprometidos con el ejercicio del Derecho a la Comunicación, con los Derechos Humanos y con el Derecho a la Naturaleza. Se comprenderá que como se trata de construir una cultura de la vida en armonía, no basta con conocer los principios, valores, normas y características del Vivir Bien/Buen Vivir, sino más bien, de practicarlos y enriquecerlos, sin idealizaciones que los hagan imposible realizarlos; sino por el contrario, haciéndolos parte de la convivencia solidaria cotidiana. El Vivir Bien/Buen Vivir no está hecho para recitarlo, sino para vivirlo; no es un modelo para ser copiado sino para ser construido en las características específicas de cada sociedad y cultura; es una inspiración para la vida buena. En consecuencia, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir no es neutra. Está comprometida con la construcción democrática, real y simbólica del poder de la buena convivencia y de la vida en armonía. Una tarea que rema a contracorriente del proyecto de sociedad que impulsan los medios mercantilistas. Hay que saber competir con ellos en batallas por las representaciones simbólicas de la sociedad de ahora y del futuro.

74

La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene ya una trayectoria acumulada en las experiencias de comunicación alternativa, participativa, educativa y popular. Hay que recuperar lo mejor de ellas para complementar y profundizar su trabajo en los desafíos contemporáneos que consisten en la capacidad de tender puentes entre movimientos sociales libertarios y generar mediaciones sociales, culturales, políticas y espirituales que contribuyan a imaginarse, diseñar y practicar comunitariamente la espléndida existencia, descolonizando su opuesto: la exclusión, el individualismo egoísta, la discriminación y la explotación. Para ejemplo, veamos la experiencia de Radio Encuentro en Viedma, Argentina: “Hacemos una radio con contenidos fuertes pero divertida. Nos reímos del poder económico y valoramos el saber popular (…) Tratamos de organizar la bronca y animar la esperanza. Generamos debate. Discutimos lo que el poder nos presenta como natural y obvio, como la distribución injusta de la riqueza y la impunidad de los poderosos” (Busso, 2004, p. 176) Hay que dar igual batalla por la armonía con la naturaleza y el cosmos y por la vida en plenitud, para todos y todas. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene como ejes las relaciones comunicacionales (intercambios simbólicos) y las relaciones políticas (lucha por ideas fuerza desde la perspectiva de la sociedad de la convivencia armónica), que se construyen recogiendo (saber escuchar con todos los sentidos) la dinámica de actores provenientes del espacio político (Estado, partidos y gremios), del espacio social (ciudadanía) desde las prácticas de vida y convivencia comunitaria, desde la justicia social, desde la equidad de género, desde las relaciones armónicas de las sociedades con la naturaleza (los derechos de la Madre Tierra) y desde la dimensión cósmica (el encuentro de los sujetos con su propia interioridad y con las deidades) SABER COMPARTIR David Choquehuanca dice que “[…] saber compartir es saber distribuir la riqueza de manera equilibrada entre todos (…) Compartir es dejar de competir para complementarse, es saber dar para recibir, es saber que todos somos hermanos y 75

tenemos una sola madre, que es la naturaleza, que es la Pachamama, que es esta tierra” (2012, p. 1) En el mundo aymara la dimensión individual y subjetiva del Vivir Bien, el Suma Jaqaña, se enlaza armónicamente y con reciprocidades con el buen vivir colectivo o Suma Qamaña. En este emprendimiento la Tumpa, práctica que significa saber cuidarse y protegerse solidariamente entre todos en comunidad y su entorno, es un valor, un principio y un comportamiento equivalentes a la lealtad y la confianza. Un hábito comunitario que compromete a los colectivos y los individuos con la vida en armonía, una práctica de vida en comunidad donde todos se preocupan por todos, comprometiendo la convivencia y el bienestar individual y colectivo. Este es el sentido del “saber compartir”, que nos señala como camino la fuerza inspiradora de las prácticas de vida comunitaria donde el compromiso individual se define en su compromiso con la colectividad. Para trabajar esta dimensión en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, son necesarios dos enfoques y acciones: 1) la comunicación educativa de esencia liberadora, formadora y transformadora; y 2) la expresión de formas de vida solidaria recogidas en testimonios y relatos. Estos valores, de construcción de vida en comunidad se dan entre seres humanos y de ellos con la naturaleza y el cosmos. En la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir debemos promover la capacidad que también tienen los medios de comunicación para hacerse parte de la convivencia comunitaria. Veamos dos ejemplos: “Desde que estoy en la radio todo el mundo me conoce y yo conozco a todo el mundo. Me pasan papelitos, me dan encargos, me llaman adentro para conversar. Radio Sur me despertó a la vida de la comunidad” (Geerts, 2004, p. 232) Y esta otra en la expresión de un representante de las audiencias: “(Radio Sucumbíos) es una radio que ha sido criada por las mismas comunidades desde hace mucho tiempo (…) Es propia de nosotros, porque también nosotros hemos puesto un granito de arena para que salga adelante. Nosotros nos sentimos como familia de la radio” (Berrezueta, 2004, p. 246)

76

Educar para transformar Es necesario dotarle de sentido educativo al proceso comunicativo que parte de la trascendencia de la práctica, conocimientos y sabiduría de los sujetos y de las voces de la naturaleza y sonidos del medio ambiente. No pueden ser procesos de difusión, de publicidad, de transferencia o transmisión de conocimientos los que van a legitimar el Vivir Bien/Buen Vivir; son por el contrario prácticas dialogales y liberadoras las que van a permitir la sistematización de las prácticas existentes, así como la producción de nuevos conocimientos, para su apropiación crítica en las reivindicaciones sociales y en las políticas públicas. O sea, se requiere una intervención educativa para nosotros y los otros, asumiendo que "[…] la educación como práctica de la libertad no es la transferencia o transmisión de la sabiduría o de la cultura, no es la extensión del conocimiento técnico, no es el acto de depositar informes o hechos en los aprendices, no es la perpetuación de los valores de una determinada cultura, no es el esfuerzo de adaptación del aprendiz a su medio ambiente” (Freire, 1969, p. 59) La educación es, ante todas las cosas, saber compartir la práctica liberadora de reconocimiento e intercambio de experiencias y saberes, para aportar desde los sujetos a sociedades de vida solidaria en comunidad, integración y convivencia. Al hablar de educación, Paulo Freire reconocía como uno de sus aspectos centrales el hecho que permite provocar “[…] un reconocimiento del mundo, no como mundo dado, sino como mundo que está dinámicamente en proceso de creación” (1990, p. 20) Ciertamente, la realidad es dinámica, cambiante, y está en permanente proceso de construcción y re/construcción. Las realidades se regeneran a veces sobre bases sólidas y otras cambiando sus cimientos. El mismo Vivir Bien/Buen Vivir es un dinámico proceso que está en permanente creación. Y ni el mundo ni el Vivir Bien/Buen Vivir se hacen solos, mecánicamente, por inercia. Hay que construirlos, hay que trabajar con mente, alma y manos, con saberes, haceres y poderes, para transformar el mundo del vivir mejor y del egoísmo y convertirlo en otro mundo donde prime la convivencia comunitaria y 77

solidaria. Reconocer el mundo dinámico como es, y transformarlo, implica asumir el compromiso y la práctica de saber compartir para que la convivencia comunitaria sea no solamente el punto de llegada, sino también el camino. Educar supone transformar. Y específicamente en el campo de la comunicación implica

desarrollar

estrategias

que

permitan

disputar

enunciaciones

y

significaciones a las voces pro-sistema que se amparan en los medios empresariales y en los grandes monopolios mediáticos. Es necesario desarrollar lo que María Cristina Mata llama el trazado del mapa de la ciudadanía, porque “[…] lo que nos toca hacer visible es una urdimbre hecha con hilos de diferente espesor y color pero capaz de entretejerse diseñando combinaciones que alteren los lugares y jerarquías establecidas en las prioridades de gobernantes, en las agendas mediáticas, en las ofertas culturales del mercado” (2011, p. 20) Este mapa está hecho de estallidos de la diversidad social, regional, política y cultural; también desde los medios ciudadanos y populares que van desde los interpersonales hasta las redes satelitales en expresiones gráficas, auditivas, sonoras y corporales. Tenemos que transitar con ellos desde los bordes de la normalidad hasta el centro de las decisiones de políticas comunicacionales y contribuir a diseñarlas también desde la perspectiva de la cosmoconvivencia. En este contexto siempre cambiante, para profundizar la presencia de las formas del Vivir Bien/Buen Vivir, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir debe desarrollar un trabajo intenso y creativo de articulación y conexión de las experiencias existentes, por ejemplo las de educación y comunicación popular, entrelazándolas al mismo tiempo que fortaleciéndolas en su diversidad. Lo importante, para asumir pedagógicamente el “saber compartir”, es desarrollar un pensamiento crítico que teja dinámicas transformadoras, incitando –y excitandoapropiaciones positivas de las prácticas de vida en comunidad. Como el Vivir Bien/Buen Vivir se realiza tanto en iniciativas públicas desde el Estado, así como en iniciativas comunitarias desde la sociedad civil, se deberá trabajar también por construir articulaciones entre estos espacios. No se trata de oponer lo oficial con lo alternativo, o lo público con lo privado, o lo urbano y lo 78

rural, o lo indígena y lo mestizo, o lo estatal y comunitario; el desafío es saber compartir y desarrollar complementariedades con un horizonte claro. Sin duda que, en nuestros tiempos, las acciones de los medios ciudadanos y populares, ya sea de manera individual u organizada en redes, no puede seguirse deteniendo en su propio fortalecimiento o en su anclaje en un discurso alternativo que no siempre llega hasta la incidencia. Tiene que dar el salto a la corresponsabilidad en las políticas públicas del Vivir Bien/Buen Vivir, por supuesto sin renunciar a su naturaleza ciudadana, desde donde cumplen roles de vigilancia, de proposición de alternativas, de garantía de la participación y del diálogo, así como de promoción de una cultura de la convivencia armónica y comunitaria. Las trayectorias de la Comunicación Popular son fuentes de aprendizajes fundamentales para la construcción del Vivir Bien/Buen Vivir. Desde su factor de origen, el del derecho de los pueblos a hablar y expresarse rompiendo sus silencios y visibilizándose en la sociedad desde sus propias identidades, reconocimientos y constituciones, es un referente para trazar los caminos de la sociedad de la armonía y vida plena. Otro elemento referente es el de la politicidad de

la

Comunicación

Popular

porque

representa

la

palabra

ciudadana

interpeladora, impugnadora, contrahegemónica y expresiva de la construcción de una nueva sociedad, con justicia social, económica, cultural y ambiental. Ante el planteamiento de “saber compartir es saber distribuir la riqueza de manera equilibrada entre todos”, que es tarea de las políticas de Estado, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que combinar una posición reivindicacionista con otra de intervención convergente con propuestas favorables a los pueblos promovida por los medios públicos y estatales, e incluso los privados, en una batalla concertada de significaciones que traduzcan la equidad y la justicia en políticas de Estado. La

otra

dimensión

del

“saber

compartir”:

“…dejar

de

competir

para

complementarse, dar para recibir” y “saber que todos somos hermanos y tenemos una sola madre, que es la naturaleza, que es la Pachamama, que es esta tierra”, 79

supone emprendimientos que no se limitan a emitir mensajes sobre los principios del Vivir Bien, sino que asumen la tarea de coadyuvar a su realización práctica y cotidiana, con pactos y consensos amplios desde los que se construye otra sociedad. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, recuperando prácticas ancestrales, reivindicaciones sociales y experiencias de educación presencial virtual y a distancia, tiene que aportar al conocimiento de las más avanzadas propuestas científicas, entre ellas la sabiduría acumulada en la relación hombre – sociedad tierra/naturaleza - cosmos que sustenta la producción alimentaria, o la relación hombre – espacio mediado por las más altas tecnologías, de manera que la ciencia y la tecnología sean componentes de la vida comunitaria. Cantos de esperanza Si el Vivir Bien/Buen Vivir se realiza en experiencias que lo construyen permanentemente, es necesario que los procesos de Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir que lo acompañan trabajen géneros que recojan testimonios, relatos, crónicas y otras expresiones que permitan conocer, entender, apropiarse y recrear con sentimiento estas prácticas y sus encaminamientos a un futuro con esperanza. Existen experiencias rurales y urbanas, originarias y modernas, indígenas y mestizas, ciudadanas y estatales, individuales y colectivas, que navegan aisladas, sin puntos de unidad, lo que les resta posibilidades de convertirse en referentes para políticas públicas o en alternativas de sociedad. Los testimonios, las historias de vida y los relatos, en tanto son expresión de sucesos, experiencias y prácticas vívidas, reales e imaginarias, tienen sentimiento. Y en esta cualidad que recoge la palabra propia de los sujetos que la expresan, radica su contundencia histórica para la construcción de culturas. También las crónicas, en tanto hechos narrados secuencialmente, describiendo vivencialmente acontecimientos y evocando y reconstruyendo historias vividas, contadas e imaginadas, son un recurso poderoso para construir colectivamente el Vivir 80

Bien/Buen Vivir. Las sabidurías se encuentran contenidas en los relatos, testimonios y crónicas de todos los pueblos, urbanos y rurales. Cuando estos narran sus experiencias, dejan lecciones de identidad y de sociedad solidaria que existen en la realidad y en la memoria. Estos géneros tienen la virtud de expresarse en lenguaje coloquial, cotidiano, sencillo, directo, reiterativo, ejemplificador, contextualizante, dinámico, comparable y replicable en el tiempo y los espacios. Además, por lo general, aunque contengan historias individuales, son construcciones comunitarias con temas de interés colectivo. Son recursos que permiten inclusiones en el sentido de recuperar la noción de un “nosotros” con identidad cultural y social aunque las historias sean particulares. Son historias colectivas de fuerte apropiación e identificación individual y subjetiva. Son identificables en el plano local y también en el global; en experiencias reales o imaginarias; en todas las formas de realización del arte, el cine, la literatura y la música como manifestaciones de vida. Como además de contar historias sobre la convivencia comunitaria se trata de desenmascarar las historias con visión colonialista, patriarcal y capitalista, hay que saber leer estos relatos, los orales, los escritos y los construidos con imágenes. En este camino, Silvia Rivera Cusicanqui nos propone una “sociología de la imagen”, argumentando que “[…] hay en el colonialismo una función muy peculiar de las palabras: las palabras no designan, sino encubren” (2010, p. 19) Con esto advierte que los discursos que distorsionan o callan las realidades acaban convirtiéndose en formas de “no decir”. En contraposición, rescata las imágenes “[…] que iluminan este transfondo social y nos ofrecen perspectivas de comprensión crítica de la realidad” (Rivera, 2010, p. 29) Los análisis de Rivera, particularmente sobre la obra de Waman Poma de Ayala, destacan en las imágenes la presencia de un “mundo al revés” en el orden colonial. Y muestran cómo las historias contenidas en los tejidos, en la astrología, en las pinturas, en las organizaciones territoriales revelan una organización del mundo no expresada en las culturas oficiales, por lo que al ser desterrada está también obligada a subvertir para que se las reconozca. En un sentido parecido 81

David Choquehuanca propone “aprender a leer en las arrugas de los abuelos”, expresión a la que suele acudir para explicar la función complementaria del sentido de la razón y la vitalidad del sentimiento, o la fuerza del pensamiento sistematizado o académico y el valor y sabiduría de la memoria colectiva y la experiencia. Las narrativas de amor por la vida son géneros que se enlazan con las rememoraciones reales o virtuales, vividas o contadas, y que cuando se comparan con las realidades de ahora y de nuevas generaciones, sufren mutaciones, adecuaciones y reconstrucciones en función de cada realidad donde se las apropia. La narrativa es un recurso que vale tanto para historias transcurridas en el pasado, como historias tejiéndose en el presente, o para historias imaginándose para el futuro. Son historias que valen tanto para las generaciones que crecimos en un mundo de pensamiento analógico, hecho de relaciones de semejanzas o diferencias en un marco de continuidad de la vida; así como para las generaciones de ahora, las civilizaciones de las redes sociales, donde prima un pensamiento digital, más plural que jerárquico, más circular que lineal, más centrífugo que centrípeto, más virtual que material y con múltiples y discontinuas referencias no siempre identificables. Son historias que valen tanto para las culturas escritas, como las ágrafas, las orales y las de la imagen. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que tomar en cuenta que “cada sociedad retranscribe los signos transnacionales, los adapta, los reconstruye, los reinterpreta, los ´reterritorializa´, los ´resemantiza´” (Mattelart, 2006, p. 103) Y como cada sociedad escribe sus historias con su puño, con sus letras, en su lengua, con sus representaciones gráficas, desde sus imaginarios y desde sus vivencias, comunicacionalmente es importante recuperar y socializar estas narrativas para ponerlas en el escenario pluralista de la democratización de la palabra, enfrentando los intentos de un pensamiento único.

82

Para la producción, circulación y apropiación de las narrativas, relatos, crónicas e historias de vida, en nuestros días es imposible dejar de considerar la influencia que ejercen los medios de comunicación que, como sabemos, en tanto mediadores, construyen también sus propias historias y les ponen su marca. No se trata de generalizar y esparcir exclusivamente micro-historias que levanten muros de contención a los grandes relatos universales. Lo local y lo cotidiano no deben perder la perspectiva de la dimensión nacional y global. Sería erróneo ignorar que un mundo transnacionalizado crea complicidades con las ciudadanías locales acudiendo a las más diversas mediaciones comunicacionales que enlazan las identidades locales y reales con las globales y virtuales. Tenemos que crear otras historias que globalicen la esperanza. SABER VIVIR EN ARMONÍA Y COMPLEMENTARIEDAD REFRENDANDO LAS PALABRAS CON LOS ACTOS Al influjo del paradigma del Vivir Bien/Buen Vivir se están reponiendo pensamientos y prácticas donde la reciprocidad se reconoce como forma de vida, la comunidad como forma de organización, la convivencia con la naturaleza y el cosmos como identidad, la igualdad entre hombres y mujeres como cotidianeidad, la equidad como dignidad y la vida plena como destino. ¿Cómo

construir

discursos

desde

una

cosmovisión

basada

en

la

complementariedad, la solidaridad, la equidad y la reciprocidad?, ¿cuáles van a ser las características de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir en estas expresiones que provienen de la diversidad, de la heterogeneidad, de la dignidad o de la palabra que camina? Dos senderos convergen en este camino: 1) la coherencia entre las prácticas de comunicación con los postulados del Vivir Bien/Buen Vivir; y 2) el desarrollo de enfoques y prácticas de interculturalidad. Refrendar las palabras con los actos

83

Vale para todos y todas. Construir experiencias de la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir es caminar con la cosmovisión, los principios y las prácticas juntos, porque son una unidad. Los gobernantes promoviendo políticas públicas para la vida en armonía de los pueblos. Los pueblos practicando cotidianamente y en distintos ámbitos formas de convivencia comunitaria y complementariedad solidaria. Y las experiencias de comunicación construyendo la palabra, caminando con ella, para dignificar la comunicación, y la vida. En las reivindicaciones y movilizaciones sociales los medios populares y alternativos han jugado importantísimos roles de acompañamiento a los pueblos. Se transformaron en actores políticos de los movimientos libertarios, guiados por las voces de los sujetos y organizaciones que claman por sus derechos. Estas acciones, que reflejan el compromiso de los medios con la transformación del sistema comunicacional y social, les reporta reconocimiento y apropiaciones ciudadanas, estableciendo hermandades y pactos por la vida. Hay múltiples ejemplos. Veamos la experiencia de Radio Yaraví en Arequipa, Perú: “Un día de junio de 2002, cientos de ciudadanos arequipeños se congregaron frente a Radio Yaraví y comenzaron a gritar: ´¡Radio Yaraví, el pueblo está contigo!´ (…) Durante toda una semana, el pueblo de Arequipa había protagonizado la más grande movilización de los últimos 50 años en contra de la privatización de la empresa eléctrica. Radio Yaraví había acompañado a la gente, para que se oyeran todas las voces (…) había sido el espacio de diálogo, de análisis, de búsqueda de propuestas y salidas a la crisis...” (Ramírez, 2004, 160). Radio Yaraví fue consecuente con lo que pregona, expresó en la práctica su compromiso de opción por los más pobres y con la democracia participativa, se ratificó como actor social y político. Experiencias hay varias y variadas, en diversos lugares y en distintos momentos de la historia. Experiencias heroicas. Experiencias paradigmáticas cuya energía tiene que ser ahora el germen para canalizar estas voluntades en la construcción de la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir, acompañando paso a paso a los pueblos en su caminata por la vida plena, con prácticas solidarias individuales, 84

organizadas, protegiendo la naturaleza, velando por el cosmos, avanzando comunitariamente en convivencias por una vida sin carencias ni grandes lujos, con justicia, con dignidad. La Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), ha marcado ya una hoja de ruta de prácticas consecuentes con los horizontes, para que las acciones sean coherentes con las palabras. Así reza su “Carta desde el Futuro”: “En educación y comunicación el foco del esfuerzo está en la transformación de los modelos hacia paradigmas para los cuales el contexto es la referencia, la interacción es la estrategia y la ética es el compromiso con la vida. De ahí están emergiendo múltiples experiencias de educación y de comunicación para la vida” (2012, p. 149) En cada contexto interactuando, compartiendo, dialogando. En cada situación con la ética de la justicia y de la dignidad, con la crítica y autocrítica que requiere el Derecho a la Comunicación. Y con la fuerza de educomunicar para la vida buena, practicándola. Convivir entre culturas Desde tiempos remotos, la diversidad es una cualidad de la vida en nuestro planeta. Es la forma como se organiza la historia de nuestras sociedades, culturas y regiones. En la diversidad coexisten distintos tiempos históricos, distintos grados de organización social y múltiples culturas y regiones. Es una convivencia que se construye en un terreno lleno de contradicciones, dificultades, desacuerdos, distanciamientos y hasta desigualdades. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir reconoce esta diversidad como un modo de funcionamiento de la vida en el planeta, pero no se conforma con contemplarla. Llevada por su filosofía de la armonía, promueve que los diversos se expresen y se encuentren, que se conozcan, que intercambien historias, narrativas y proyectos, y que se complementen para empeñarse juntos en sociedades del respeto, de la solidaridad y de la vida compartida, entre humanos, en la biodiversidad, entre las sociedades y el planeta, entre el presente y el futuro.

85

La Comunicación para el Vivir Bien tiene que tener claro, y comunicar, que la interculturalidad conocimientos,

“[…]

busca

prácticas

y

desarrollar lógicas,

una

interacción

racionalidades

y

entre

principios

personas, de

vida

culturalmente diferentes; una interacción que admite y que parte de las asimetrías sociales, económicas, políticas y de poder, y de las condiciones institucionales que limitan la posibilidad de que el ´otro´ pueda ser considerado sujeto –con identidad, diferencia y agencia- con capacidad de actuar” (Walsh, 2009, p. 45) Analizando la cita anterior, encontramos que interculturalidad supone relaciones, negociaciones e intercambios entre sujetos que son diferentes. Es un concepto que reconoce la existencia de desigualdades y relaciones asimétricas que se tiene que enfrentar, para que los sistemas de poder que privilegian a unos reconozcan a los otros como sujetos que tienen su identidad. Interculturalidad no es entonces pretender

que

todos

seamos

iguales,

sino

que

nos

complementemos

reconociendo por igual las capacidades de los otros en un camino de justicia donde la complementariedad se entiende como correspondencia justa y la proporcionalidad o equidad como los vínculos fundamentales de los encuentros culturales y de integración. En este cometido, la Comunicación para el Vivir Bien debe contribuir a superar las imposiciones y provocar encuentros, visibilizando todas las voces para construir en conjunto sentidos de sociedad, cultura, política y espiritualidad con armonía y complementariedad. Esta tarea supone que para poder reconocer a los otros como sujetos, tienen que provocarse cambios en los principios y modos de entender el mundo. Si siguen primando los pensamientos discriminadores y racistas, nunca se van a valorar las otredades. En este sentido, interculturalidad quiere decir también construir una nueva forma de vida en convivencia. Veamos cómo Radio La Voz de la Selva, Iquitos, Perú, recoge en su estrategia el desafío de los intercambios culturales, en una región amazónica donde conviven 22 pueblos indígenas con 16 familias lingüísticas: “La radio tiene como objetivos el desarrollo integral del hombre y la mujer amazónicos, el respeto a la diversidad cultural de los pueblos indígenas y el uso racional de los recursos naturales que 86

sustentan la vida de la región. Los pueblos indígenas mantienen una vida amazónica con la naturaleza, han domesticado muchas plantas del bosque y conocen el poder curativo de muchas de ellas. Este conocimiento y experiencia es una base para cualquier desarrollo local” (Figueroa, 2004/2, p. 199) Debemos subrayar que los encuentros no son meros intercambios entre distintos o entre pares, sino la base de la construcción de nuevas relaciones de cultura y de sociedad. Por eso la interculturalidad apunta a cambios radicales en las relaciones asimétricas y (neo)coloniales. Interculturalidad no es una categoría étnica, sino la base de una cosmovisión o forma de vida y de organización social para el Vivir Bien/Buen Vivir, cuya construcción requiere, en una de sus dimensiones, procesos de descolonización y, en otra, procesos de apropiación de los principios y acciones

sustentados

en

la

armonía,

el

equilibrio,

la

inclusión,

la

complementariedad y la reciprocidad. Un buen referente para abordar el trabajo de la interculturalidad desde la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, es lo que se plantea en la Comunicación para el Cambio Social, cuya esencia “[…] no pretende otra cosa que establecer términos más justos en el proceso de interacción cultural que se produce en el roce entre las culturas. La costura que se forma en la frontera entre dos culturas es a veces una herida, en lugar de ser un espacio compartido. Para establecer un diálogo horizontal entre dos culturas es necesario primero afirmar la propia. Alguien que no maneja bien su propia lengua difícilmente puede dialogar con otro e intercambiar en igualdad de condiciones valores y símbolos” (Gumucio, 2004, p. 21) SABER SOÑAR Choquehuanca afirma que se debe “saber soñar sobre cómo defender nuestra identidad, cómo complementarnos de manera equilibrada, para que el más abandonado tenga la posibilidad de compartir la educación, la salud, la convivencia natural y comunal” (2012, p. 1)

87

Esta afirmación, que resume y proyecta el saber escuchar, el saber compartir y el saber vivir en armonía y complementariedad, contiene como elemento fundamental la existencia de una sociedad con derechos que lleven a legitimar como forma de vida el Vivir Bien/Buen Vivir. Hemos abundando en referencias sobre este tema en páginas anteriores y quisiéramos ahora destacar que también la comunicación debe asumirse y ejercerse como un derecho, para que desde su propio espacio tome iniciativas que dignifiquen la palabra en un Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir necesita pensarse entonces en las formas de construcción de los discursos, así como en los soportes normativos e institucionales que permiten hacer comunicación. Tres ámbitos son necesarios para contribuir a sentar las bases y a sostener la edificación de la construcción, circulación y apropiación democrática de la palabra: 1) la institucionalidad de las organizaciones y redes de comunicación con sentido democrático y misión centrada en el Vivir Bien/Buen Vivir; 2) las Políticas de Comunicación y de Culturas; y 3) el Derecho a la Comunicación. Institucionalidad para el Vivir Bien/Buen Vivir Tenemos que colocar nuestras instituciones y organizaciones al nivel de los desafíos del Vivir Bien/Buen Vivir. Por supuesto con estructuras adecuadas a la realidad donde se desarrollan su cobertura, su composición y sus recursos. Estos elementos son imprescindibles para ello: 1) Una estrategia institucional que se plantee objetivos para sus espacios de realización, pero que también tome en cuenta un horizonte más amplio, para que el planeta se embarque en la utopía de la vida en plenitud. 2) La organización institucional, con capacidad para acometer grandes desafíos en pequeños o amplios espacios; para ello se requieren comunicadores

y

comunicadoras

formados

y

comprometidos,

programaciones pertinentes a la realidad y la historia, géneros y formatos

88

que sumen solidaridades, redes mediáticas que le den a las estrategias la fuerza de la integración y el alcance planetario que demanda la época. 3) Apropiación con confianza y credibilidad institucional, para que los pueblos incorporen estas organizaciones en sus reivindicaciones, en sus luchas, en sus acciones cotidianas y en sus sueños por una sociedad en armonía social, con la naturaleza y el cosmos. La estrategia institucional debe identificarse con los principios del Vivir Bien/Buen Vivir, y enmarcarse en la definición y postulados de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir. La organización institucional tiene que modelarse en las características de la democracia participativa, con sistemas de transparencia e incorporación de representantes de las organizaciones populares en su estructura y seguimiento. Y la apropiación depende del compromiso, de la consecuencia, de los estilos comunicacionales y de la capacidad de interactuar como un actor más de la construcción de la vida en plenitud. Para

la

estrategia

o

proyecto

histórico

institucional,

rescatamos

como

imprescindibles los elementos propuestos por José de Sousa Silva, responsable de la evaluación y planificación de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER): “(i) la visión de mundo que prevalece con sus premisas— verdades—sobre qué es y cómo funciona la realidad; (ii) los significados de los conceptos esenciales, constitutivos del alma de su mandato; (iii) las premisas— verdades—específicas que prevalecen como fuentes específicas de inspiración de decisiones y orientación de acciones vinculadas a sus ejes de actuación; (iv) los conceptos, teorías, paradigmas, enfoques y modelos que de forma explícita o implícita condicionan su modo de interpretación; y (v) su misión, visión, valores, objetivos, políticas, prioridades y compromisos” (2011, p. 81) El mismo de Sousa Silva, en relación a la organización con capacidad institucional, remarca que son necesarios criterios de eficiencia (interna) y relevancia (externa). Y sustenta que cuanto más alto es el grado de coherencia interna de una institución, más alta es su eficiencia. Así como cuanto más alto el grado de correspondencia de una institución con las realidades, necesidades 89

actuales, desafíos emergentes y aspiraciones futuras de los actores sociales, económicos, políticos e institucionales de su contexto, mayor es su relevancia. La apropiación con confianza y credibilidad se hace en la práctica diaria y predicando con el ejemplo. Los medios, las instituciones y las organizaciones tienen que ser reflejo y demostración de la democracia participativa, al estilo de la experiencia de Radio La Primerísima de Managua, Nicaragua, que se caracteriza porque “promueve la democracia, la participación y la transparencia a través de la crítica y de la vigilancia cotidiana. Además practica en su seno lo que difunde hacia fuera. La radio y su organización matriz son ejemplos de participación democrática y transparencia. La organización interna, su relación con el público y sus alianzas con varios actores sociales, son ejemplos de ello” (Gumucio, 2004/2, p. 332) Políticas de comunicación y de culturas para el Vivir Bien/Buen Vivir El Vivir Bien/Buen Vivir conlleva la necesidad de construir Estados plurinacionales e interculturales, en los que todos los pueblos se incluyan con su cosmovisión, idioma, legislación, formas de organización y administración para su convivencia armónica con otros sectores sociales y étnicos, superando en conjunto, y sin exclusiones, la tradicional estructura discriminadora de los aparatos de Estado. Y como el Vivir Bien/Buen Vivir “[…] se sustenta también en algunos principios filosóficos

universales:

aristotélicos,

marxistas,

ecológicos,

feministas,

cooperativistas, humanistas…” (Acosta, 2010, p. 13), será un factor generador de encuentros étnicos, regionales, generacionales, nacionales, clasistas y de cuestionamiento de la concepción occidental del desarrollo como evolución, del bienestar como forma asimétrica de redistribución, y de la colonialidad como eje desigual de relación. Por esto no es casual que el Vivir Bien/Buen Vivir se visibilice como una crítica radical al neoliberalismo, al patriarcalismo y al (neo)colonialismo, al mismo tiempo que se legitime como alternativa de transformación de este estado de situación a otro de convivencia basada en el respeto a la vida digna y de “[…] convivencia sin 90

miseria, sin discriminación, con un mínimo de cosas necesarias y sin tener a éstas como la meta final” (Acosta, 2010, p. 33) Para saber soñar o imaginar con realismo el futuro, se requiere un marco normativo e institucional que sustente formas de comunicación con derechos y comprometida con la justicia social. Un camino reconocido para ello es el de las Políticas de Comunicación, que el maestro Luis Ramiro Beltrán Salmón puso en agenda definiendo una Política Nacional de Comunicación como “un conjunto integrado,

explícito

y

duradero

de

políticas

parciales

de

comunicación

armonizadas en un cuerpo coherente de principios y normas dirigidos a guiar la conducta de las instituciones especializadas en el manejo del proceso general de comunicación en un país” (1976, p. 4) Esta propuesta reconoce la responsabilidad central del Estado en la promoción de los procesos de comunicación, respetando su pluralismo y su carácter democrático y participativo, así como contextualizando las construcciones nacionales en la necesidad de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC). En la actualidad, y en el marco de la realidad y desafíos de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, es necesario plantearse Políticas Plurinacionales de Comunicación, para garantizar la inclusión de nuestras sociedades pluridiversas en Estados desconcentrados y participativos, donde los ciudadanos construyan sus derechos a la comunicación y la palabra, en estrecha relación con el rol promotor del Estado y el rol vigilante de los medios que se encuentran en el objetivo común de la democratización de la sociedad30. En el contexto actual es importante considerar en el funcionamiento de las instituciones y medios la validez de la Economía Política de la Comunicación, que enfrenta tres tareas básicas que se pueden asumir también como tareas de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir: 1) debatir sobre la propiedad de los medios y trabajar en la definición de políticas democráticas de comunicación, 30

En el contexto de crisis del modelo neoliberal planteamos la necesidad de trabajar Políticas Ciudadanas de Comunicación, que las recogemos como la base de las Políticas Plurinacionales de Comunicación, en Contreras Baspineiro, Adalid, Imágenes e imaginarios de la comunicación-desarrollo, CIESPAL, Quito, 1988, pp. 70-75

91

luchando por un contexto internacional más justo en la distribución de los recursos y flujos de información; 2) estudiar el funcionamiento de las industrias culturales: su lógica, su importancia económica, su participación en la acumulación del capital y las formas de producción; y 3) plantear programas de intervención con unidad entre academia, organizaciones sociales y Estado para una más profunda y radical liberalización de la estructura monopólica u oligopolista de los medios de comunicación (Sierra, 2009, p. 163) En estrecha relación, las Políticas Culturales de Segunda Generación están sustentadas en la construcción de la cultura como práctica cotidiana, con actores, estéticas y procesos que emergen desde el mundo masivo y popular para que en encuentros de afirmación contribuyan a re-conceptualizar y enriquecer el sentido tradicional del arte, del patrimonio y de las industrias culturales que en las Políticas Culturales de Primera Generación navegaban en los mares de la denominada “cultura culta”, cercada en museos y discriminadora de las culturas populares. Parafraseando a Jesús Martín-Barbero, son necesarias entonces “[…] unas políticas que activen en el público lo que hay de pueblo, que hagan posible la experiencia de apropiación y de invención, el movimiento de recreación permanente de su identidad” (2010, p. 192) La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es una apuesta por la equidad y necesita políticas que la sustenten y que repongan en la agenda la necesidad de acceso a los medios con sistemas de propiedad equitativos que superen los monopolios; industrias culturales democratizadas; pactos entre medios estatales, ciudadanos y privados en favor de la democracia y de la vida digna y plena; y políticas comunicacionales y culturales inclusivas de las diversidades. Derecho a la comunicación Conectado estrechamente a los planteamientos de las Políticas de Comunicación, a la Economía Política de la Comunicación y a las aspiraciones de las Políticas Culturales, el Derecho a la Comunicación contribuye a legalizarlas y concretizarlas

92

en medidas prácticas, constituyéndose en una condición de posibilidad para apostar por otro sistema de comunicación donde se democratice la palabra. Para tener la posibilidad de la comunicación como un derecho, hace falta lo que con razón plantea José Ignacio López Vigil, que “[…] el gran desafío, la mayor originalidad de nuestro tiempo, será devolver a los medios de comunicación su vocación primera, la de aproximar a los seres humanos, la de ponerse al servicio de la ciudadanía. Más aún, devolver los medios a la ciudadanía. Que todos los sectores sociales tengan igualdad de acceso a las frecuencias, analógicas y digitales, y a contenidos multiculturales mediante un software libre. Que todos y todas ejerciten su derecho a la palabra y a la imagen pública a través de radios y televisoras propias, de señal abierta y vía Internet…” (2005, p. 346) En esta perspectiva, con la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir “[…] se debe apostar por otro mundo, con derechos humanos exigibles, ejercibles y justiciables, con derechos que al mismo tiempo que luchan contra las desigualdades construyen democracias participativas (…) Otro mundo con medios de comunicación que dejan su cubículo exclusivo de trabajo por arriba, en la opinión pública, para articularse en las calles con los movimientos sociales que se forjan por abajo, en la organización social y la vida cotidiana contando sus historias con rostro y sus esperanzas con identidad y rastro histórico” (Contreras, et. al., 2006, p. 60) Si el Vivir Bien/Buen Vivir es la estructura y aspiración de una nueva civilización, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir requiere no sólo de procesos sino de sistemas de comunicación a su altura y dimensiones. El camino para crear las situaciones en términos de espacios de comunicación va a ser la vigencia de sistemas regidos por el Derecho a la Comunicación que, como todo derecho, no es producto de concesiones sino de conquistas. Y en la realidad actual, estamos en presencia de dos caminos para viabilizarlo: uno, en aquellos países que se rigen por la libertad de empresa, reivindicar y normar los derechos bajo la égida de la democratización de la palabra; y el otro en aquellos países donde las conquistas ciudadanas se han ya reflejado en legislaciones que hacen del Derecho a la 93

Comunicación una política de Estado, legitimarlo y consolidarlo y hacerlo exigible en políticas, estrategias y planes, para que se desenvuelva en los marcos admitidos del acceso, la propiedad, la participación, la responsabilidad social, la democracia y la construcción del Vivir Bien. El Derecho a la Comunicación en la construcción de una nueva era es un componente sustancial del Vivir Bien/Buen Vivir, y para aportar a un mundo nuevo debe reflejarse en normas y en prácticas donde sea posible la reversión de la concentración de la propiedad, eliminando los monopolios y permitiendo la participación ciudadana en la emisión de su propia palabra. Se requieren marcos normativos que promuevan mensajes por la responsabilidad social e individual, la ética y la vida. El Derecho a la Comunicación es un derecho complejo compuesto a su vez por una serie encadenada de otros derechos: el Derecho a la Información, los Derechos Culturales, los Derechos de Protección, los Derechos Colectivos, los Derechos de Participación, los Derechos a la Autodeterminación (Hamelink, 2005, p. 144), y los Derechos de la Naturaleza y de la Madre Tierra. Democratizar la comunicación es, ante todo, “[…] una cuestión de ciudadanía y de justicia social, enmarcada en el derecho humano a la información y a la comunicación. Por lo mismo es consustancial a la vida democrática de la sociedad, cuya vitalidad depende de una ciudadanía debidamente informada y deliberante para participar y corresponsabilizarse en la toma de decisiones de los asuntos públicos” (León, 2013, p. 9) Un ejemplo actualizado de aplicación del Derecho a la Comunicación, que articula responsabilidades para los medios y las autoridades, así como derechos para la ciudadanía, lo encontramos en la Ley Orgánica de Comunicación del Ecuador31, que en su Título II Principios y Derechos, plantea lo siguiente: Principio de no discriminación, para el acceso y disfrute de los derechos a la comunicación; principio de acción afirmativa, o medidas de política pública para el 31

Aprobada el 14 de junio de 2013

94

acceso y ejercicio a grupos en desigualdad; principio de democratización de la comunicación e información, creando condiciones materiales, jurídicas y políticas que permitan democratizar la propiedad y acceso a los medios de comunicación; principio de participación de los ciudadanos y ciudadanas en los procesos de la comunicación; principio de interculturalidad y plurinacionalidad para que comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades produzcan y difundan contenidos que reflejen su cosmovisión, cultura, tradiciones, conocimientos y saberes en su propia lengua, respetando la diversidad; Derechos de las niñas, niños y adolescentes, para la expresión de sus ideas, pensamientos, sentimientos y acciones en sus códigos, sin discriminación ni estigmatización; y velando por su protección integral; y principio de transparencia para que los medios difundan sus políticas editoriales e informativas y su código deontológico en portales e instrumentos públicos. Un factor fundamental para trabajar proyectos y procesos de futuro, es alentar la relación entre Estado y organizaciones de la sociedad civil, construyendo acuerdos, convergencias y acciones comunes que recojan las aspiraciones ciudadanas. Para ello la comunicación será un espacio privilegiado de expresión, de debate y de acuerdos para que las políticas públicas representen en acciones concretas la utopía de un nuevo orden de la información y la comunicación y de una sociedad donde podamos con-vivir en armonía.

95

Capítulo 3: METODOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN PARA EL VIVIR BIEN

/

BUEN

VIVIR

O

METODOLOGÍA

DE

LA

CONVIVENCIA COMUNITARIA

96

Entendemos la metodología como el camino trazado y construido ordenadamente, paso a paso desde su inicio hasta su meta; o también, como el camino que partiendo de un objetivo definido en función de un pensamiento o teoría y en una realidad específica, organiza rigurosamente las acciones pertinentes para alcanzarlo. La metodología se entiende también como el conjunto de métodos, que son los modos como se organizan estratégicamente planes y procedimientos con sus respectivas acciones seleccionadas de manera coherente para alcanzar determinadas metas u objetivos. Toda metodología se sostiene en un enfoque teórico o una posición política que permite seleccionar los métodos y procedimientos pertinentes a este postulado. Por ejemplo una teoría o corriente de la comunicación como difusión requerirá métodos básicamente informativos y propagandísticos; en cambio una teoría alternativa, educativa y popular se organizará con métodos fundamentalmente horizontales y participativos. Como señala Oscar Jara desde las reflexiones sobre la Educación Popular, “lo metodológico tiene que ver con los criterios y principios que le dan unidad y coherencia estratégica a todos los elementos que intervienen en un proceso, a todos los momentos específicos que se desenvuelven a lo largo de él y a todos los pasos o acciones que uno impulsa” (1995, p. 5) De manera más concreta, metodología en comunicación vendría a ser la organización coherente, ordenada y lógica entre el marco teórico y/o doctrinario y/o político que sustenta un proceso de comunicación, con sus respectivos objetivos, métodos o procedimientos para organizar y construir los discursos, la participación de los sujetos que intercambian sentidos y los medios de comunicación que serán los soportes del discurso o palabra, dándole un sentido estratégico en el contexto social, histórico, ambiental y espiritual en el que se desenvuelven las acciones de comunicación. La metodología en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, por sus características inclusivas de las sociedades y culturas es básicamente 97

participativa; por la armonía de las sociedades con la naturaleza y el cosmos es fundamentalmente educativa; y por su orientación política que busca un cambio de los factores inequitativos de la realidad, es irreversiblemente una expresión contemporánea de la Comunicación Popular. Es la “metodología de la convivencia comunitaria”. A continuación vamos a explicar nuestra propuesta de Metodología de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tomando en cuenta estos componentes: 1) su concepción metodológica; 2) su lógica metodológica32; y 3) sus procedimientos para la construcción del discurso. CONCEPCIÓN METODOLÓGICA DE LA COMPLEMENTARIEDAD Enfoque Las características de la comunicación en el arranque del Siglo XXI se definen en el marco de tensiones entre una globalización excluyente que quisiera eternizarse y movimientos anti-sistémicos que pugnan por superar una era aperturista catastrófica para los pueblos latinoamericanos y caribeños. Desde la perspectiva que tiende a consolidar la globalización y su expresión modelo, el neoliberalismo, la comunicación es entendida como un espacio de igualación y de mundialización a partir de parámetros generales o universales y, por eso, los medios de comunicación secuestrados por la libertad de empresa organizan sus acciones con un sentido de utilitarismo de la libertad de expresión, de instrumentalización del discurso, de individualización de las personas y sociedades, de aligeramiento y banalización de la vida, de sensacionalismo en las formas comunicativas predominantes y de un rol político que sostiene guerras mediáticas que acompañan movimientos desestabilizadores de los regímenes democráticos.

32

En Sentipensamientos. De la comunicación-desarrollo a la comunicación para el vivir bien (2014), además de estos factores metodológicos, hemos propuesto considerar: los sentidos de enunciación, las estrategias y la organización discursiva. Son elementos que los vamos a recoger en los que hemos propuesto en este documento.

98

En este contexto, la metodología de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir precisa de un enfoque que sea capaz de abordar –desentrañando- esta compleja organización del poder, y que tenga la virtud de humanizarlo en los aspectos que sea posible hacerlo, o transformarlo con respuestas alternativas desde las características opuestas del Vivir Bien/Buen Vivir como cosmovisión para una cultura de la vida. Aclarada esta perspectiva, nos valemos del pensamiento de Efendy Maldonado sobre la metodología, para afirmar que el enfoque metodológico de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir “[…] se nutre de la vida, de la experiencia, de las culturas, del mundo concreto (y)... se sitúa lejos de las corrientes especulativas, abstractas y formales, proponiendo una multiléctica que combina praxis teórica y empírica” (2009, pp. 32-33) La cita anterior recoge en primer lugar un elemento al que hemos hecho referencia de manera insistente: partir de los pueblos o sujetos sociales en su vida cotidiana, su cultura, su idiosincrasia, su organización y movilización social, su memoria acumulada, su sabiduría, sus esperanzas y sus propuestas. En segundo lugar se infiere que el Vivir Bien/Buen Vivir no se origina en especulaciones, ni se desarrolla en teorías abstractas y menos se legitima recitándolo, puesto que hay que realizarlo en la vida diaria; es decir que no es concepto metafísico sino un estilo de vida. Por eso, como tercera característica nos apropiamos de la “multiléctica”, que a diferencia de la dialéctica que opone los contrarios, como vimos en el enfoque de la “paridad” y en el de la “tetraléctica”, busca más bien complementariedades que no separan práctica de teoría, ni trabajo manual de trabajo intelectual, ni el ser del deber ser, ni sentimientos y razón, ni creencias y certezas, ni significantes y significaciones, y que reconoce la pluridiversidad. Este enfoque metodológico requiere una visión y un abordaje transdisciplinario, es decir que se trabaja con el concurso coordinado de distintas áreas (económica, social, cultural, política, ambiental, espiritual…), reconociendo que la comunicación es una disciplina de fronteras, que teje y transversaliza al mismo tiempo que es atravesada por estas otras disciplinas. 99

En esta coordinación interdisciplinaria la comunicación es como las venas que irrigan de sangre el cuerpo dándole vida. Es el hilo conductor que articula entre ellas las distintas áreas con la fuerza de la palabra hablada, escrita, visual o gestual, provocando el encuentro de diversos sujetos, enfoques, interpretaciones, conocimientos y experiencias que tienen en común la búsqueda del buen convivir para una espléndida existencia, en el presente y en el futuro. Además de coordinar las acciones de distintas disciplinas en la construcción de sociedades de la buena convivencia, la comunicación es el factor que va a permitir llevar el Vivir Bien/Buen Vivir de las buenas intenciones a las realizaciones y de los principios a las acciones, otorgándole el derecho a la palabra a los pueblos y gobernantes comprometidos con la vida en convivencia comunitaria. Esta comprensión de la cosmovisión de la vida en armonía consolida la comprensión del lenguaje-trabajo y discurso-práctica, que Jesús Martín Barbero afirma es el “lugar en que la lengua se carga y es cargada de historia y de pulsión” (2015, p. 143), o dicho de otra manera es el lugar donde el discurso se define como la producción y circulación social e histórica de la palabra. Es también menester destacar que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir en su rol articulador de distintos campos disciplinarios, contribuye a consolidar el carácter integral del Vivir Bien/Buen Vivir, otorgándole una mirada estratégica, estructural y de largo plazo que es alimentada por acciones puntuales, cotidianas, inmediatas, que ocurren tanto en el espacio de la ciudadanía como en el de las políticas estatales a las que la sociedad civil tiene que alimentar, vigilar y enriquecer. Se requiere un enfoque que combine visiones, posiciones e intervenciones interculturales, educativas y políticas, cuidando la tentación de apropiaciones memorísticas, retransmisoras, acríticas y fanatizadas de un Vivir Bien/Buen Vivir que no es un modelo capaz de ser apropiado en manuales o recetarios, sino un proceso que está siendo construido en encuentros de múltiples alteridades culturales y sociopolíticas; por lo que más que recitarlo doctrinariamente se tendrá

100

que aprender a vivirlo en la intimidad personal, en las relaciones sociales, culturales y políticas, y en las relaciones con la naturaleza y el cosmos. En otro orden, el de su trascendencia histórica-política, se debe subrayar que el enfoque de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es inconfundiblemente anticapitalista, anticolonialista y antipatriarcalista. Busca transformar estas realidades y construir la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir, que está basada en la convivencia

comunitaria

con

reciprocidades,

complementariedades

y

solidaridades, en armonía con la naturaleza y el cosmos, garantizando una vida sencilla, suficiente y equitativa. En coincidencia con este enfoque, Eric Torrico sugiere trabajar una “comunicación para salir del desarrollo”, argumentando que precisamos “una comunicación que tiene que recuperar los fines del proceso comunicacional en lugar de privilegiar las finalidades de su uso. Así, es una comunicación para el des-cubrimiento de uno mismo y de los otros, para el reconocimiento recíproco, para el entendimiento entre diferentes, para la vida en comunidad, en democracia y con paz. En otras palabras, la que debe advenir es una comunicación humanizadora (...) Basta, pues, de desarrollo; reencontremos la comunicación” (2013, p. 74) Tomando en cuenta lo dicho, reafirmemos que la comunicación es ante todo un hecho social, cultural y político, como lo expresa bien la experiencia de la mítica Radio Pío XII en Bolivia: “En la Pío el periodista debe hacer mucho más que cubrir su fuente y expresarse bien. Tiene que saber comunicarse bien con la gente, llegar a su corazón. El radialista no debe conformarse con las simples declaraciones. Tiene que ir más allá. Y la radio debe aportar a la solución de los problemas de las organizaciones y los vecinos. La radio se hace desde la gente y para su bien” (Mitre, 2004, p. 318) El referente más cercano de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, que son las experiencias y definiciones de la educación horizontal, la comunicación alternativa, la comunicación educativa y la comunicación popular, han tomado en cuenta tres espacios de activación en sus enfoques: acceso – diálogo 101

participación, que Luis Ramiro Beltrán (1981, pp. 19-20) los considera de la siguiente manera: 1) El acceso es la precondición para la comunicación horizontal por cuanto sin oportunidades similares para todas las personas de recibir mensajes no puede, para comenzar, haber interacción social democrática. 2) El diálogo es el eje de la comunicación horizontal porque, si ha de tener lugar la genuina interacción democrática, toda persona debe contar con oportunidades similares para emitir y recibir mensajes de manera que se evite la monopolización de la palabra mediante el monólogo. 3) La participación es la culminación de la comunicación horizontal porque sin oportunidades similares para todas las personas de emitir los mensajes el proceso permanecería gobernado por la minoría. Como la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir se realiza refrendando la palabra con los actos, es decir practicando sus postulados, requerimos que estos tres espacios, que siguen vigentes, se desafíen a un paso más, incorporando la práctica en la acción comunicacional, para aportar a la solución de los problemas y amplificar los logros de las sociedades. Nos referimos a la construcción de la convivencia comunitaria, que no es solo participación en los intercambios horizontales discursivos, sino también manejo de tensiones y de consensos para obtener formas colaborativas de vida, como el espacio de donde emerge y se construye la palabra con sentidos inclusivos, de complementariedad y solidaridad, con o sin medios de comunicación. La convivencia es el espacio de confluencia y realización comunitaria del acceso, el diálogo y la participación. Los cuatro espacios del enfoque de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir serían entonces: acceso – diálogo – participación – convivencia, reafirmando en esta relación que la Metodología de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, es la metodología de la convivencia comunitaria. Niveles de intervención: la cuadralidad comunicativa

102

Lo expresado guarda relación con los niveles de intervención de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir. Normalmente se considera que la comunicación tiene tres dimensiones: el universo natural o funcional referido a la implicación del hombre en el mundo de los objetos; el universo cultural y social o de las relaciones interindividuales; y el universo creativo o de los órdenes sociopolíticos (Maigret, 2005, pp. 14-15). En el nivel natural o funcional el intercambio de informaciones se explica por leyes y relaciones de causa y efecto; el nivel social o cultural se refiere a las identidades y las diferencias delimitando grupos y sus relaciones; y el nivel de la creatividad se explica en el marco político y jurídico. Estos elementos, típicos de la conceptualización de la comunicación en sus diversos paradigmas, no consideran –o invisibilizan- otro elemento que es característico de la integralidad innata a la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir: “[…] el cósmico, donde se explican las subjetividades expresadas en relaciones del hombre con la naturaleza y las deidades” (Contreras, 2014, p. 69). Es este el espacio de la espiritualidad y la ritualidad que se alimenta de y acompaña las prácticas sociales, culturales y políticas, y que debe ser incluido como el cuarto universo de la comunicación, insistiendo además en destacar en los anteriores la trascendencia de la naturaleza. Con estos cuatro elementos, que los representamos recuperando la estructura de la Chacana o Cruz Andina, proponemos la “cuadralidad comunicativa”, tal y como se representa en el siguiente gráfico:

103

El cuarto universo, cósmico, es de difícil comprensión y reconocimiento en la cultura occidental, aunque no esté ausente de sus vivencias, creencias, imaginarios, santerías y religiosidades33. Por el contrario, en la generalidad de las culturas indígenas, así como en las urbano-populares, la espiritualidad y la visión cósmica son un elemento natural no sólo de su cotidianeidad sino también de su sabiduría y de sus mecanismos de decisión. Algunas de sus acciones se guían por sus relaciones con los dioses en el cielo que les dan conocimientos, poder y protección; o con sus bendiciones a la tierra dadora de producción, de salud y de vida. Se convive con estos mundos que se los sueña, se los convoca, se los cuida y se los vive con sentimiento. Alejandro Baquero y Chiara Sáez-Baeza, sostienen que “mientras que la ciencia moderna establece que sólo lo medible y lo cuantificable es objeto de conocimiento, los principios multidimensionales que integran el buen vivir, como el ayni andino –traducido, en sentido laxo, como reciprocidad–, apuntan a lógicas de intercambio, cooperación y generación de redes como base para crear conocimiento, comunidad y riqueza” (2015, p. 60) Es decir que los aspectos cualitativos, espirituales y del mundo de los valores, juegan un papel fundamental en la construcción de conocimientos y en la definición de los ámbitos que abarca la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir. Los cuatro universos de intervención comunicacional se relacionan y operan mediante un ejercicio de oposición-complementaria en la que uno de los elementos no niega a los otros, sino que más bien se complementan. En este sentido, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir articula un modelo de intercambios, negociaciones e interacciones entre los seres humanos en sociedad; una posición de identidad o diferencias en sus relaciones socioculturales; una visión y roles de equidad en relación con el orden político; y principios y acciones de relaciones armónicas con el entorno natural y cósmico.

33

Por ejemplo, “Yo no creo en ru as, pero de que las hay, las hay”, o “Soy a eo, e lo uro por Dios”, son expresiones comunes en la vida cotidiana de quienes al mismo tiempo las han desterrado de la categoría de lo racional, de la ciencia, de lo moderno y de la misma política... Pero de que las hay, las hay.

104

Sentidos de enunciación Las enunciaciones de la palabra se producen tanto desde el espacio global, regional y nacional, así como desde la fuerza de lo local que, al articularse inevitablemente con lo global, sugiere procesos discursivos de “glocalización”. Desde este espacio, que es el cotidiano, asumir lo global pero desde lo local e incluso proyectando lo local en lo global, es una tarea que debe ayudar a transformar la era de las TICs (Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación) en la era de la comunicación, para que la tecnología se ponga al servicio de la expresión de la palabra. Para ello el Vivir Bien/Buen Vivir es un camino abierto a las interacciones, construcción de discursos, identidades, sentidos culturales y lazos sociales de comunidad y convivencia por todos los medios posibles, desde los grupales y comunitarios hasta los masivos y cibernéticos, pues del mismo modo que el propio Vivir Bien/Buen Vivir que es una proyección al futuro en un permanente devenir histórico, la comunicación es también una construcción local y global, originaria y moderna, grupal y masiva, artesanal y electrónica, de convivencia entre el pasado, presente y futuro para una civilización igualitaria. Los sentidos de la enunciación de la palabra en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, que como pocas propuestas toman en cuenta la trascendencia de la cosmovisión, las mitologías y los relatos como verdades y no solo como creencias, junto con las realidades sociales, culturales y políticas tienen como referente fundamental de su construcción a los imaginarios que están orientados hacia el futuro desde la realidad presente y desde el pasado. Los imaginarios –dice Armando Silva- se expresan en tres instancias secuenciales: 1) el imaginario como inscripción psíquica, en los que los sentimientos (afectos, miedos, odios, ilusiones…) dominan ante la razón; 2) el imaginario según la modalidad o soporte tecnológico visual, escrito o corporal adoptado para expresar e interactuar y materializar el discurso, provocando desde ellos irrupciones de producciones imaginarias en relaciones temporales entre 105

técnica y representación; y 3) el imaginario como construcción social de la realidad, que son representaciones colectivas que rigen los procesos de identificación social y con los cuales interactuamos en nuestras culturas haciendo de ellos unos modos particulares de comunicarnos e interactuar socialmente (2006, pp. 101-104) Desde este punto de vista, para definir los sentidos de los mensajes se deben valorar las definiciones que le otorgan los sujetos desde sus propias comprensiones que no siempre están racionalizadas, sino muchas veces asentadas en sus sentimientos, nostalgias, ilusiones y esperanzas, que trascienden los simbolismos propuestos por los productores de los mensajes. Luego se racionaliza con el apoyo o soporte de los medios de comunicación en todas sus expresiones grupales, masivas y digitales. Y finalmente se intercambian mensajes con los otros, en sociedad. Las representaciones de la historia, de la sociedad y de la cultura, por más que lo pretendan los que las producen, no tienen un significado universal. Por el contrario, lejos de ser leídas, o vistas, u oídas bajo un solo parámetro, son expresiones diversas de una realidad heterogénea. Por ello nuestra insistencia en que los discursos tengan su punto de partida en los imaginarios y aspiraciones de los sujetos, antes que en los mensajes pre-elaborados que conducen a procesos verticales de comunicación que no comunican. LÓGICA TETRALÉCTICA Referentes La “lógica” tiene dos maneras de entenderse: 1) por una parte se entiende como los principios generales y conceptos adecuados a un proceso de conocimiento; y 2) por otra parte se refiere al método u organización coherente de las ideas y hechos, siguiendo etapas y momentos secuenciales pertinentes, es decir, lógicos. La lógica metodológica vendría a ser la manera cómo se organiza el enfoque con pasos sistemáticos, sucesivos, encadenados y ordenados que se siguen para 106

producir conocimientos, así como organizar acciones y construir discursos que permiten apropiaciones constructivas en los sentipensamientos de las personas y en las dinámicas de las sociedades. Los antecedentes inspiradores más representativos para la definición de una lógica metodológica de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, son la de la Teología de la Liberación, la de la Educación y Comunicación Popular, y también la de la racionalidad de los pueblos originarios. Veamos rápidamente algunas de las principales características de estos antecedentes inspiradores: Con la metodología propuesta por la Teología de la Liberación, que se explica en el Evangelio como anuncio y denuncia, las acciones se organizan siguiendo la lógica de construcción del conocimiento: “Ver – Juzgar – Actuar”. Esta lógica sugiere como primer paso acercarse a la realidad y a las personas para conocerlas desde lo que ellas son; en el siguiente paso con la sabiduría de la doctrina se reflexiona el Evangelio en su relación con la realidad de las personas; y el tercer paso consiste en intervenir en esa realidad, ya sea denunciando las injusticias o proponiendo caminos de liberación. Por su parte, la Educación y la Comunicación Popular proponen la metodología dialéctica, que consiste en un proceso de “Acción – Reflexión – Acción” o “Partir de la práctica– Teorizar sobre la práctica– Volver a la práctica para transformarla”. Esta organización del proceso de conocimiento tiene su justificación en la búsqueda del fortalecimiento de las organizaciones y la capacidad de movilización del pueblo organizado para el logro de sus reivindicaciones y derechos, así como sus aspiraciones por una nueva sociedad, con justicia social. Tiene carácter crítico y participativo. El primer paso, entendido como la práctica política, consiste en posibilitar la expresión crítica sobre la realidad y el entorno natural por parte de los sujetos sociales organizados. El segundo paso profundiza esta expresión crítica con niveles de sistematización de las prácticas populares tomando en cuenta postulados para los cambios estructurales, para lo que se entabla un diálogo de saberes con producción colectiva de conocimiento. Y el tercer paso se centra en la toma de decisiones colectivas para la acción política transformadora. 107

En los pueblos indígenas su racionalidad o proceso de conocimiento sigue la secuencia “Ver – Saber – Poder”; es decir, “Saber Escuchar – Saber Elegir – Saber Decidir”. El primer paso, saber escuchar, equivale a valorar las identidades. El segundo paso, saber elegir, es trascendental porque define el rumbo y características de las actividades que se realicen en comunidad. Y el tercer paso, saber decidir, trata de la construcción de formas de poder ejerciendo el derecho a la palabra. Convivir sentipensando Precisamos un lugar y una forma de mirar y pensar la realidad real e imaginaria siguiendo la secuencia circular y no lineal, integral y no fragmentada, y de complementariedades más que de oposiciones, que existe entre conocimientos, sentimientos, acciones, esperanzas y vida comunitaria en reciprocidad. Necesitamos una forma de construcción del conocimiento que capture la palabra en su dinamismo, con idas y retornos y con entrecruzamientos permanentes entre la razón y las emociones, entre las certezas y las visiones, entre el pensamiento científico y las creencias mágicas, en la trascendencia de lo que David Choquehuanca

define

como

“piensosiento”

y

la

comprensión

de

los

latinoamericanos como seres “sentipensantes” que nos sugiere Orlando Fals Borda, recuperando el término de los pescadores del Río Magdalena en Colombia, y que Eduardo Galeano populariza en su “Libro de los Abrazos”, asumiéndonos como seres que pensamos y sentimos al mismo tiempo. En este sentido, nuestra razón junto con nuestras creencias tendrá que ser el taller de producción de capacidades y voluntades para la vida en solidaridad, como humanos, como hijos de la Madre Tierra y como comunidad. En consecuencia con estas comprensiones, una metodología de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, que como ya dijimos es la metodología de la convivencia comunitaria, requiere de intercambios de la palabra y también de espacios de silencio, de meditación, de alimento positivo y constructivo de la espiritualidad, al

108

mismo tiempo que de la capacidad de compartir, de comunicarse, de organizarse, movilizarse y construir colectivamente formas de vida más equitativa. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, cuya meta es aportar a la construcción de una sociedad de la vida en armonía, debe trascender el conocimiento y apropiación teórica o doctrinaria de los principios del Vivir Bien/Buen Vivir, para enfatizar en las decisiones que lleven a acciones comunitarias o de buen convivir. Tomando en cuenta todos los elementos mencionados, y recogiendo la riqueza metodológica que nos ofrecen como antecedentes la Teología de la Liberación, la Educación y Comunicación Popular, y la racionalidad de los pueblos originarios, en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir proponemos organizar la construcción de los conocimientos, de las prácticas sociales, de la acción política y de la palabra, siguiendo este proceso que denominamos “lógica metodológica de la complementariedad”: “sentir/pensar – decidir/actuar – volver/convivir - celebrar/esperanzar”34 Comparando con las lógicas referentes, tenemos esta relación: LÓGICA Vivir Bien/Buen Vivir Teología de la liberación Comunicación Popular Pueblos indígenas

PRIMER MOMENTO

SEGUNDO MOMENTO

TERCER MOMENTO

CUARTO MOMENTO Celebrar/esperanzar

Sentir/pensar

Decidir/actuar

Volver/convivir

Ver

Juzgar

Actuar

----

Acción Práctica Ver Saber escuchar

Reflexión Teoría Saber Saber elegir

Acción Práctica Poder Saber decidir

-------

Como se puede apreciar, y ocurre en otros campos de definición, la cosmovisión de la vida en armonía que sustenta el Vivir Bien/Buen Vivir, aporta un cuarto momento que no es necesariamente destacado, o es sobreentendido, o no es

34

En trabajo anterior: Contreras Baspineiro, Adalid, Sentipensamientos, 2014, pp. 90-96, propusimos estos componen es “sen ir/pensar – decidir/actuar – convivir/esperan ar”. Despu s de validar es a propues a en contextos comunitarios, académicos y públicos, ampliamos la lógica a los cuatro componentes que presentamos en este texto.

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considerado en las otras construcciones referentes de conocimiento. Desde el campo comunicativo resaltar el momento del “celebrar/esperanzar”, es dotarle de integralidad y de un dinamismo permanente a las formas de conocer y hacer siguiendo una lógica tetraléctica. La lógica metodológica propuesta articula armónicamente, por pares, las sensibilidades y creencias con los saberes; las experiencias y el conocimiento crítico de la realidad con los imaginarios individuales y colectivos; y los sentimientos y conocimientos con las acciones de vida comunitaria en convivencia de ahora y del futuro, donde la vida buena en plenitud es el resultado al mismo tiempo que el camino. Es una lógica de construcción del futuro con acciones en el presente, que se lee bien en lo que afirma Habermas: “[…] no disponemos de ningún mundo inteligible que nos proporcione ideas listas para usar, de modo que no tenemos otra opción que inventar verdades prácticas” (2003, p. 16) y este es un proceso permanente, que empieza varias veces a partir de los pasos que se avanzan procesualmente. Por eso los momentos de esta lógica metodológica guardan estrecha correspondencia con la organización de los principios de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir: “saber escuchar – saber compartir – saber vivir en armonía - saber soñar” Como se trata de comunicación, el eje sobre el que gira esta relación son los intercambios interculturales, o la construcción, de/construcción y reconstrucción de sentidos de sociedad, cultura, política y espiritualidad, expresados en la palabra. El siguiente gráfico muestra cómo los cuatro momentos de la lógica metodológica no siguen un curso lineal, sino que más bien se combinan holísticamente, complementándose, sobreponiéndose, rotando permanentemente en el sentido de la Chakana, desde la base hasta un estado superior, para encontrarse en una dinámica sin fin en la que se enriquecen mutuamente. Cada uno de los elementos nace y se explica en los otros, en conjunto, superando sus posibles aislamientos. Uno no se entiende sin los otros ni el conjunto sin sus interacciones y 110

correspondencias. Son una unidad de reciprocidades y están en una sinergia de permanente circulación.

CELEBRAR/ESPERANZAR saber soñar

SENTIR/PENSAR

COMUNICACIÓN PARA EL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR

saber escuchar

VOLVER/CONVIVIR saber vivir en armonía

DECIDIR/ACTUAR saber compartir

Veamos cada uno de estos cuatro momentos, para entenderlos primero en sus propias composiciones y, desde ellas, explicar sus relaciones y articulaciones con los otros momentos, con los que juntos en unidad, rotan por un solo destino, el del Vivir Bien/Buen Vivir: 1. Sentir/pensar El punto de partida son las construcciones de discurso de los sujetos tendiendo puentes de relación con una realidad a la que pertenecen y que nunca se detiene. La primera aproximación a esta realidad se sitúa en la unidad indivisible entre sentimientos y pensamientos, es decir los sentipensamientos, que expresan nuestras apropiaciones y recreaciones de la realidad histórica en lugares sociales, culturales, políticos y espirituales situados que nos hacen procesar los hechos y las ideas desde nuestros temores y esperanzas, desde nuestros saberes y sentires, desde nuestras realidades reales e imaginadas, en suma, desde nuestras identidades. Dicho en otras palabras, sentimos, pensamos, nos expresamos, soñamos, desde los lugares a los cuales pertenecemos, que son nuestras idiosincrasias o nuestros modos

propios

de ser, sentir,

pensar

y actuar,

ahora completamente 111

entrecruzados con pertenencias desterritorializadas en las conexiones que admiten las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, así como las programaciones globalizadas de los distintos medios de comunicación. Si así pertenecemos y nos reproducimos social y culturalmente, sentipensando, para comunicarnos tenemos que poner en práctica el principio del “saber escuchar”, saber mirar, saber entender, saber respetar, saber reconocer todas las voces y la vida de los otros; escuchar con todos los sentidos, participativamente, mirando con el corazón, escuchando las voces del ambiente y los sonidos de la naturaleza, y teniendo claro que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir se hace en la acción cultural cotidiana y en la práctica política que tiene que construir una nueva civilización, lo que la compromete con los desposeídos, los discriminados por el sistema, los explotados, los más humildes, los que en su día a día, con solidaridades, están construyendo la sociedad de la convivencia comunitaria. La metodología dialéctica de la Educación y Comunicación Popular define el “partir de la práctica” como el primer momento del proceso de construcción de conocimientos, realizando un triple diagnóstico: i) el autodiagnóstico de la organización o grupo en su realidad; ii) el diagnóstico de las acciones que los sujetos realizan en esa realidad para transformarla; y iii) el diagnóstico sobre el nivel de conciencia e interpretación que se tiene sobre la realidad y sus acciones. Luego, el segundo momento, el de "teorizar”, es un proceso de avance cuantitativo y cualitativo en el conocimiento de la realidad, además de profundizar la mirada política-estructural basándose en la comparación con otras experiencias y en el estudio de propuestas que permiten analizar críticamente esta realidad en su contexto histórico (Núñez, 1985, pp. 72-73) En la metodología de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, estos momentos están contenidos en una sola unidad, la de “sentir/pensar”, pero con el mismo sentido de la Comunicación Popular, que no se queda en la descripción de los hechos, sino que va enriqueciendo procesualmente el conocimiento crítico de la realidad y de las acciones para transformarla. En el Vivir Bien/Buen Vivir se 112

profundizan juntos los sentipensamientos, esto quiere decir que nuestros sentimientos, que están hechos de temores y de alegrías, al mismo tiempo y en el mismo nivel, se procesan con la fuente de interpretación e identificación de la realidad que son los pensamientos, saberes y marcos de referencia de nuestro conocimiento y nuestras vivencias sobre la vida comunitaria en convivencia. Es importante remarcar que cuando trabajemos procesos de Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir no se trata de abordar los sentimientos y saberes sobre todos los temas. Debemos centrar nuestra atención en los sentipensamientos sobre aspectos relacionados con el Vivir Bien/Buen Vivir, estableciendo cómo se expresan en la realidad concreta de las personas, grupos y contextos donde se van a desarrollar las experiencias comunicacionales. Nuestro conocimiento, nuestra palabra, nuestros mensajes comunicacionales empiezan a diseñarse en este nivel. De aquí nacen, con las expresiones propias de los sujetos “sentipensantes”. Y siendo éste el punto de partida, todo proceso de comunicación, mediatizado o no, tiene que saber interactuar, provocando empatías con estos “sentipensamientos” que reflejan experiencias personales y colectivas con trayectorias situadas en una sociedad, una cultura, una historia de vida sobre sus vivencias del Vivir Bien/Buen Vivir. Las experiencias de Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, empiezan escuchando, mirando, preguntando y sintonizando las palabras, imágenes, gestos y expresiones propias de las personas individuales y colectivas acerca de sus vidas personales, de sus experiencias de convivencia comunitaria, de sus relaciones con la naturaleza y de sus vivencias con el cosmos. El proceso de comunicación se inicia en la sabiduría popular amasada en la vida del “otro” comunicacional, proceso que siguiendo los postulados del Vivir Bien/Buen Vivir es horizontal, participativo y promueve relaciones de complementariedad y de armonía. 2. Decidir/actuar

113

El segundo momento de la lógica metodológica de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, que definimos como “decidir/actuar” debe permitir pasar de auscultar, pronosticar o tomarle el pulso a los sentipensamientos, a otro estado de situación donde el sentir/pensar se someta a una reflexión profunda sobre el valor que tienen los sentimientos, saberes y experiencias sistematizadas para construir una sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir. En el momento anterior, el del “sentir/pensar” se logra un análisis crítico que permite explicar la realidad más allá de la apariencia en sus causas estructurales, así como entender los hechos en su contexto. De lo que se trata ahora es de lograr la capacidad de crear, profundizar, proyectar y ampliar críticamente las experiencias del Vivir Bien/Buen Vivir, tanto en su propio contexto, así como aportando a su construcción en otros espacios de realidades parecidas o distintas, locales, regionales, nacionales, planetarias, ciudadanas y estatales. Este nuevo estado de situación concretiza en la práctica el principio del “saber compartir” o “expresarse sabiendo lo que se habla”. De la fase de conocimiento crítico se pasa a la fase de las decisiones y de las realizaciones de prácticas de vida colaborativa en comunidad y en armonía con la sociedad, la naturaleza y el cosmos. La palabra de la convivencia comunitaria se empodera en las predisposiciones ciudadanas para impulsarla. Para esto es necesaria una clara voluntad política personal y colectiva que impulse las acciones con mística y compromiso en la construcción de la sociedad de la buena convivencia. Comunicacionalmente el momento del “decidir/actuar” se produce en el campo del reconocimiento, de/construcción y re/construcción de los discursos, o sea el espacio activo de la recepción, que es cuando los sujetos sociales le ponen su sello e identidades al discurso en el campo ideológico, personal, familiar, organizacional, social, cultural, político y espiritual. Es el momento en el que se toman decisiones y se deciden acciones recuperando y fortaleciendo las memorias colectivas que contienen en sí mismas compromisos, esperanzas y proyectos de sociedad.

114

Estas operaciones en el espacio del consumo de los discursos, tiene el sentido del reconocimiento, definido por Eliseo Verón como un espacio/momento de recepción en el que los sujetos individuales y colectivos interpelados se apropian de los discursos, al mismo tiempo que re-crean (re-producen) los mensajes desde sus propias representaciones y sentidos, en una dinámica de intercambios con una dialéctica de múltiples mediaciones relacionadas con los lugares sociales, los procesos históricos y las cosmovisiones35. Por esto decimos que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir reafirma que el espacio de la recepción o consumo no es pasivo, sino absolutamente activo, porque es también un espacio de producción de discursos. Este proceso de construcción y reconocimiento discursivo es al mismo tiempo subjetivo, político, de identidad cultural y de decisión comunitaria. Se inicia en la interioridad y subjetividad, o en los modos de redefinición de los discursos en función de las vivencias, creencias, aspiraciones y esperanzas que las personas entablan con los contextos de sus historias personales y colectivas. De aquí surge la decisión para intervenir en sus realidades y en otras, en procesos de comunicación con otros, para trabajar formas de aplicación de la vida en convivencia comunitaria. El proceso es holístico y cíclico, porque cada realización conduce a una nueva situación en la que la comunicación debe seguir provocando que los imaginarios y las creencias se combinen con el conocimiento de nuevas reflexiones y experiencias, para que las personas y sociedades se comprometan a trabajar de manera solidaria y con complementariedades en la construcción y legitimación del Vivir Bien/Buen Vivir. Entonces, los cambios que ocurren con intervención de la comunicación, son posibles de ser percibidos desde los conocimientos, actitudes, sentimientos, prácticas y esperanzas que no se condicionan por los mensajes que circulan, sino

35

liseo Verón sos iene que es en es e m i o donde se reconoce el “poder” de la enunciación discursiva, así como la definición de sus efectos (eficacia) en los sujetos interpelados/constituidos. En La semiosis social: fragmentos de una teoría de la discursividad, Ed. Gedisa, 1997, Barcelona.

115

que las personas se apropian de ellos y los procesan desde sus experiencias cotidianas para tomar decisiones y definir acciones, al estilo de lo que propone el enfoque metodológico “dialógico-demostrativo”, que sostiene que los procesos pedagógicos se basan en las experiencias y se comparten oralmente, pero con rigor educativo para apropiaciones pertinentes de las prácticas comunitarias (Ochoa, 2013, p. 16) 3. Volver/convivir El tercer momento del proceso metodológico es el de la aplicación del principio del “saber convivir en armonía” o “refrendar las palabras con los actos”. Se trata de practicar cotidianamente la vida en convivencia comunitaria de manera colaborativa, velando por el conjunto de la sociedad, con políticas equitativas, con justicia social, con reconocimientos culturales, con igualdad de género, en armonía con la naturaleza y el cosmos. En otras palabras, se tienen que generalizar las distintas prácticas del Vivir Bien/Buen Vivir, transformando permanentemente la realidad con convicción, mística y compromiso. Este espacio consiste en la vida comunitaria en convivencia, que debe tener la capacidad de expresarse en relaciones concretas de solidaridad arraigadas a la vida de las sociedades. Paralelamente, debe también reflejarse en prácticas, valores, usos y modos culturales amplios, así como en políticas públicas con patrones de justicia. El camino para llegar a este nivel se inicia en los valores personales, para con ellos avanzar hacia complementariedades con otros sujetos, alimentándose mutuamente y de manera permanente las ventajas de la convivencia comunitaria. En el mundo andino, cuando se mira la realidad se aduce el qhip nayra en aymara o qhip ñawi en quichua/quechua, que consisten en mirar atrás para ir hacia adelante, o la “visión que integra la memoria del pasado en el futuro” (Choque, 2007, p. 174), sugiriendo el camino de explicación del presente a partir de una necesaria interrogación a lo propio, a la memoria almacenada, a la identidad, a la raíz instalada en el pasado, pero permitiendo conocer el futuro como personas y 116

como sujetos colectivos, plurales. Es una racionalidad que se explica bien en el concepto de la “memoria cultural”, o construcción y afirmación de la identidad no solamente viviendo el presente, sino enriquecidos por una memoria larga, que hace posible que “[…] en tanto que un grupo de personas conserva y cultiva una memoria cultural común, este grupo de personas existe” (Heller, 2001, p. 2) En las culturas originarias pensar desde su memoria histórica equivale a “volver a ser” o a “seguir siendo”, promoviendo la reconstrucción del camino a seguir (taqui o thakhi) mediante un mecanismo de reconstitución que permite “la reconstrucción de conocimientos y saberes…” (Mamani, 2007, p. 303) Se trata de volver a la realidad de partida, transformándola, retornando con los sujetos a una realidad de cualidad enriquecida por la vida comunitaria en solidaridad, siempre en correspondencia con la naturaleza y el cosmos. Por esto afirmamos que el tercer momento consiste en “volver/convivir”, porque debemos mirarnos en el espejo de la historia, de la identidad, de la cultura, de las esperanzas, de la pertenencia social, pero también de los imaginarios que nos hacen acariciar las sociedades del futuro, construyéndolas en prácticas cotidianas. La coherencia entre lo que se profesa y lo que se practica es la esencia del convivir. En el nivel comunitario con acciones de cooperación, consenso, colaboración y emprendimientos conjuntos donde todos se protejan a todos y trabajen en pos de objetivos comunes relacionados con la vida en armonía y plenitud. A nivel estatal con prácticas de transparencia que legitimen políticas de distribución justa de la riqueza, de lucha contra la corrupción y de liderazgos que promueven la democracia participativa. A nivel empresarial con políticas de responsabilidad social que los incluyan en la defensa del medio ambiente con respeto a la madre naturaleza, así como en la distribución equitativa de la riqueza y la generación de beneficios colectivos. A nivel de los organismos internacionales con procesos de integración que permitan superar las asimetrías. Así dadas las cosas, en todas las sociedades, ya sean aquellas donde el Vivir Bien/Buen Vivir se construye en relaciones tensas y en desencuentros, o sean las 117

sociedades que contienen importantes experiencias de convivencia comunitaria, cobra sentido el valor pedagógico de la pregunta sobre el futuro como un recurso que permitirá encontrar caminos adecuados para compartir y para transitar del vivir mejor al buen convivir. Las nuevas respuestas deben generarse a partir de preguntas nuevas en un ejercicio que tiene que ser permanente. La pregunta es un recurso válido en los cuatro momentos de la lógica metodológica, puesto que permite respuestas para visibilizar las voces y sonidos silenciados y poner en agenda -desde ellos-, con su lengua, sus signos y significados y cosmovisiones, sus modos de vida. Remando a contracorriente de la historia acuñada en la colonialidad, el patriarcado y el capitalismo, la pregunta posibilitará trabajar respuestas que contribuyan a crear un nuevo orden civilizatorio. Y la pregunta acompañará las construcciones de futuro, del tejido de propuestas y esperanzas para alcanzar la vida buena en plenitud en los niveles y profundidad que cada sociedad lo permita. 4. Celebrar/esperanzar La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que ser el escenario del gozo colectivo por las transformaciones civilizatorias, así como el espacio del anuncio entusiasta de la nueva sociedad más allá del capitalismo, del colonialismo, del patriarcado y del desarrollo equivalente a progreso. Es el terreno de construcción sentipensante de una nueva sociedad, con producciones discursivas y enunciaciones de la palabra que visibiliza, incluye y protagoniza las expresiones de la permanente esperanza por otro mundo donde la armonía, la equidad y la justicia son posibles. Este momento se corresponde con el “saber soñar” o saber imaginarse y construir el futuro cotidianamente. Celebrar equivale al jubileo que conmemora el anuncio de la Buena Nueva con un tiempo dedicado a la proclamación de la libertad, de la indulgencia y de los tejidos solidarios. Es la expresión de júbilo, alabanza y alegría por las conquistas, por la convivencia comunitaria, por las relaciones solidarias y colaborativas, por la equidad de género, por la preservación del medio ambiente, es el gozo por la vida. 118

Celebrar es también la festividad con agradecimiento y con esperanza a la naturaleza por la vida que nos otorga. Es el reconocimiento a nuestros semejantes por las actividades compartidas y los logros conseguidos. Es la ofrenda a la Pachamama porque nos protege. Es el recogimiento en diálogo con los dioses. Es la alegría por seguir –y hacer- el camino que nos conduce hacia la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir. Es la dicha de ser constructores y caminantes de esa ruta con expresiones de la palabra que crece en significaciones de la vida en plenitud y armonía. Si el convivir delinea las características de las sociedades del Vivir Bien/Buen Vivir,

sus

proyecciones

deben

garantizar

continuidad,

profundización

y

sostenibilidad en los niveles en los que se realiza, y fortalecer capacidades para que el paradigma se asuma procesualmente como una alternativa de vida que el Sur metafórico le ofrece al planeta, esperanzándolo con un destino de vida buena en plenitud y armonía. La esperanza debe sustituir el miedo a los cambios por el entusiasmo de ser parte de las transformaciones. La esperanza, o espera de una vida mejor que nace de la resistencia y propuestas de los pueblos debe sustituir a la globalización de la exclusión que desalienta y desorienta. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir asume la función que cumplen los sembradores de esperanza, trabajando por los cambios que, como se sabe, empiezan en la interioridad de cada una de las personas y se visibilizan en las prácticas de trabajo colaborativo. MÉTODOS Y PROCEDIMIENTOS Método es la manera como se organizan sistemáticamente y con orden riguroso los datos, hechos o conocimientos para alcanzar un resultado esperado. El método requiere de determinados procedimientos, pasos y acciones para alcanzar sus objetivos.

119

En este acápite vamos a establecer el método o las maneras cómo se organiza la construcción de los discursos en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, tomando en cuenta los momentos de la lógica metodológica, así como los enfoques y sentidos de la enunciación de los discursos. Para ello son necesarios estos componentes: 1) la planificación de estrategias multidiscursivas; y 2) métodos para organizar los discursos, considerando sus objetivos, temas, mensajes, sujetos, medios y géneros y formatos de comunicación. Estrategar con los pies en la tierra Debemos salir de la improvisación y de la espontaneidad, llevados de la mano de la elaboración de Estrategias de Comunicación, que las entendemos como la "articulación entre objetivos de comunicación, intervenciones de los sujetos y procedimientos o planes, con la finalidad de incidir en las prácticas sociales guiadas por el discurso" (Contreras, 2006, p. 11) Usualmente, las compresiones clásicas de la estrategia de comunicación, como ocurre con las escuelas difusionista, la del marketing social, la del media advocasy y otras, cierran el ciclo de su realización en lo que denominan “objetivos de comunicación”, para remarcar que inciden en los comportamientos de las personas o, lo que es lo mismo, en sus conocimientos, actitudes y prácticas. Nosotros sostenemos que la estrategia de comunicación, así como la propia comunicación, no se detienen en factores actitudinales a los que podrían guiar comprensiones de la comunicación limitadas a la relación “emisor – mensaje – receptor”. Si la comunicación se hace en las relaciones sociales, culturales, políticas y espirituales, allí también se tienen que realizar los objetivos de las estrategias de comunicación, guiadas por el discurso. Lo que en las comprensiones tradicionales es el punto de llegada: los objetivos de comunicación, para nosotros son un componente de la definición de la estrategia de comunicación, junto con los sujetos sociales que los reconocemos como 120

hacedores de las estrategias de manera participativa desde el diseño hasta la implementación de las estrategias, guiados por la construcción de sus palabras. Esto junto con acciones sistemáticamente planificadas para posibilitar la construcción, de/construcción y re/construcción de los discursos. Reiteremos que los procesos comunicativos no se detienen en resultados de formación o moldeamiento de comportamientos, sino que enraizados en las prácticas, se realizan en tres dimensiones: los sujetos individuales y grupales; las instituciones de comunicación; y las sociedades. Por esta razón, el punto de llegada de las estrategias de comunicación que combinan objetivos de comunicación,

sujetos

sociales

construyendo

su

palabra

y

planes

y

procedimientos, se realizan en el nivel de las personas, las organizaciones y las relaciones sociales, políticas y culturales. Siendo así, la planificación de las estrategias de comunicación tiene que pensarse desde

los

procesos

de

construcción

del

discurso,

y

no

acomodarse

mecánicamente a esquemas de planificación organizacional, económica o gerencial, como ocurre actualmente con la apropiación acrítica y ortodoxa de sistemas como el Marco Lógico o la Planificación Estratégica, que acaban instrumentalizando la comunicación o reduciéndola a la producción y difusión de mensajes. Necesitamos trabajar enfoques, metodologías y también herramientas con perspectiva de comunicación, desde las mediaciones. Con la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir los objetivos de comunicación se relacionan obligatoriamente con el propósito de la vida buena en plenitud y se concretizan en cada uno de sus principios: convivencia armónica, solidaridad, equidad, complementariedad, inclusión, integración y reciprocidades, que son en sí mismos, además de principios, prácticas y objetivos por lograrse con el aporte de la comunicación. Se trata que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir permita construir discursos que aporten a generar conocimientos, actitudes, sentimientos, prácticas y esperanzas que legitimen el ansiado mundo de mayor justicia. Para ello, de 121

manera procesual y con cada intervención, toda estrategia de comunicación debe lograr resultados en la realización de los principios que se convierten en formas de participación social e identidad cultural. Recordemos que la comunicación articulada al desarrollo, o en este caso a la vida en armonía, debe estar intencionalmente dirigida y sistemáticamente planificada. En este sentido, con razón, Rafael Alberto Pérez afirma que “[…] toda estrategia es el producto de un proceso de pensamiento que concibe y selecciona una ruta de acción. Transitar esa ruta y alcanzar nuestras metas exigirá otras habilidades complementarias. Es por ello que dominar la estrategia implica dos cosas: pensamiento y acción” (2012, p. 11) Se trata entonces de organizar procesos de comunicación que definan sus concepciones, puntos de partida, recorridos y espacios de llegada en los sentidos del Vivir Bien/Buen Vivir, cuyo punto de unidad es la “cosmoconvivencia” o cosmovisión y experiencia comunitaria colaborativa, o pensamiento y acción del buen convivir. Con sistemas de planificación desde las mediaciones, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, expresada en estrategias, va a combinar diversos procedimientos de comunicación. Para ello es fundamental definir los sujetos de la comunicación y los espacios desde donde producen, decodifican y reconstruyen los mensajes. Algunas veces se tendrá que apelar a la subjetividad y a la espiritualidad; otras a las identidades culturales y pertenencias sociales; en ocasiones a los procesos sociopolíticos historizados; y también a las experiencias de vida comunitaria practicadas en diferentes contextos. No se puede olvidar que el Vivir Bien/Buen Vivir propugna la conformación de Estados Plurinacionales, lo que lleva a valorizar como un factor de primera trascendencia el de la interculturalidad, que empieza en el reforzamiento de la intraculturalidad, por lo que comunicacionalmente será prolífica en programas basados en los propios códigos y lengua de los sujetos de la construcción de los discursos. Desde allá, las estrategias de comunicación se tienen que obligar a 122

pertinentes encuentros de alteridad con otros, para alimentar desde los diversos sociedades nacionales, articulaciones continentales y culturas planetarias del Vivir Bien/Buen Vivir. Dependiendo de los mensajes y sujetos de la comunicación, se podrá acudir al uso de medios masivos, o a las redes sociales, o a formas de comunicación grupal, o a todas ellas juntas en propuestas multidiscursivas con géneros informativos, y/o dramáticos, y/o lúdicos, y/o de opinión, dependiendo de los objetivos que se persigan y de los temas que marquen la agenda en su sentido de construir una cultura y políticas públicas del Vivir Bien/Buen Vivir. Lo dicho nos anticipa que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, ligada a la doble construcción de culturas y políticas de Estado, no se puede realizar plenamente

en

tareas

de

mera

difusión,

propagandísticas,

o

sólo

de

concientización; son necesarias con prioridad y como la característica de estos procesos comunicacionales, propuestas combinadas de diálogo, participación, relación y creación colectiva de discursos y prácticas que subvierten la modernidad excluyente para generar sociedades de vida buena. Una

aclaración

sobre

lo

expresado.

No

se

trata

de

negar

acciones

comunicacionales de información ni de sensibilización o persuasión. Éstas son necesarias

en

momentos

y

situaciones

determinados

y

deben

estar

sistemáticamente planificadas en el marco de estrategias comunicacionales para el Vivir Bien/Buen Vivir. Lo que afirmamos es que detenerse en estas acciones, o convertirlas en las predominantes, conlleva inevitablemente la reducción de la comunicación a difusión, con la unilinealidad característica de los modelos que a los sujetos les llamas “clientes” y conjugan propaganda y gestión de la opinión pública de la mano de una visión omnipotente e instrumental de los medios de comunicación. No olvidemos que por su naturaleza la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es una propuesta de superación de esta concepción verticalista, por lo que en cualquiera de los casos, las estrategias de comunicación relacionadas con el Vivir 123

Bien/Buen Vivir deben ser espacios de inclusión de la expresión múltiple, de la palabra diversa, de la construcción crítica y consciente del discurso con información, intercambios y debate profundos; así como de la participación social comprometida y entusiasta porque se trata de una movilización personal y colectiva, con mediaciones pedagógicas, por formas de vida en convivencia. La multiplicidad de discursos y medios que se organizan sistemáticamente en una estrategia

de

comunicación

discurrirá

entre

programas

de

información,

conocimiento y afirmación del Vivir Bien/Buen Vivir, espacios de expresión y participación y, también, de cuestionamientos y de interrogantes, siempre necesarios en procesos democráticos de construcción de la palabra. Estrategar con los pies en la tierra quiere decir también que se debe planificar tomando en cuenta las particulares características de cada región, de cada medio de comunicación y de cada programa o acción comunicativa. No importa el tamaño, ni los recursos, lo que es importante es saber organizar adecuadamente los pasos para construir el futuro, como lo hizo por ejemplo Radio San Roque en Ayolas, Paraguay, que es “como un circo pobre en el que el trapecista baja, se cambia y trabaja luego de domador, y después como vendedor de maní” (Dos Santos, Augusto, 2004, p. 225) Y así son muchos de los medios comprometidos con la construcción del Vivir Bien/Buen Vivir, pero esto no limita que desde su compromiso con los pobres trabajen por la reivindicación de sus derechos y los proyecten a otros contextos, mayores, con equidad y justicia. Para construir los discursos ¿Cómo organizamos la construcción del discurso en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir?, ¿bastará con repetir las teorías y los principios?, ¿será suficiente mostrar las experiencias que existen tanto en el plano ciudadano como en el estatal?, ¿tendremos que dar paso a las exposiciones de los especialistas en el tema del Vivir Bien/Buen Vivir?, ¿corresponderá ensalzar las prácticas originarias? Los discursos en la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir no se construyen repitiendo los principios solamente, ni tan solo conociendo las experiencias, ni 124

tampoco únicamente escuchando a los especialistas. Todo esto es útil, pero lo más importante es asumir que tenemos que construirlo entre todos y todas tomando en cuenta la lógica metodológica de la complementariedad y también la concepción de la comunicación que hemos definido como un proceso participativo de construcción, de/construcción y re/construcción de sentidos de sociedad, cultura, política y espiritualidad para una vida plena, en convivencia comunitaria y en armonía con la naturaleza y con el cosmos. Para diseñar nuestros programas comunicacionales, materiales, actividades educativas, reuniones y movilización por el Vivir Bien/Buen Vivir, en el siguiente esquema proponemos una forma de organización del discurso, tomando en cuenta los momentos de la lógica metodológica, los principios de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir y elementos clave de un proceso de comunicación: ACCIÓN DE COMUNICACIÓN: TEMA GENERAL: OBJETIVO GENERAL: FASES

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

SUBTEMAS / MENSAJES

SUJETOS

ESPACIOS DE COMUNICACIÓN

SENTIR-PENSAR (SABER ESCUCHAR)

DECIDIR-ACTUAR (REFRENDAR LAS PALABRAS CON LOS ACTOS)

VOLVERCONVIVIR

CELEBRARESPERANZAR (SABER SOÑAR) Fuente: Elaboración propia

125

Veamos una a una las principales características de los elementos mencionados en el esquema: Acción de comunicación Delimita una actividad comunicacional para trabajar el Vivir Bien/Buen Vivir. Puede ser por ejemplo una política de comunicación, o una estrategia, campaña, una reunión, un programa de radio, una serie televisiva, un encarte en periódico, un sistema de multimedios, un curso de especialización, una política nacional, una estrategia sectorial, un festival, una movilización u otras acciones. Lo importante es que esta acción tome en cuenta: i) que se trata de construir experiencias de vida comunitaria colaborativa y en armonía con la naturaleza; ii) la realidad concreta de los sujetos con los cuales se va a construir una experiencia del Vivir Bien/Buen Vivir; iii) el contexto o momento histórico que se está viviendo y en el que se desarrolla la experiencia; iv) los usos mediáticos y la competencia comunicacional existente en el área donde se desarrolla la acción de comunicación; y v) que se debe visibilizar la palabra y la vida de los sujetos comprometidos con la construcción de una nueva civilización superando la actual que es discriminadora, inequitativa y depredadora. Tema general Recogiendo definiciones trabajadas por Carlos Núñez Hurtado para la Educación y Comunicación Popular, digamos que el tema general es en realidad un "tema generador", por cuanto al ser desglosado su contenido nos permitirá formular detalladamente los subtemas y mensajes que deberán ser trabajados en el desarrollo del proceso de comunicación para generar los intercambios, apropiaciones y re-conceptualizaciones por parte de los sujetos. El tema general responde a la pregunta “¿qué?”, o mejor dicho “¿qué mismo?” y debe ser lo suficientemente amplio como para contener subtemas ordenados secuencial y coherentemente. Así mismo debe permitir establecer nexos con el contexto y conceptos del Vivir Bien/Buen Vivir, al mismo tiempo que debe ser lo 126

suficientemente concreto como para que los mensajes sean pertinentes a la vida de los sujetos y las realidades en las que se desarrollan. Al entenderse el tema general como un tema generador, como decía don Paulo Freire, debe estar referido a un aspecto fundamental de la vida de los sujetos, y debe tener la capacidad de motivar su reflexión, su interés y su expectativa para organizarse, movilizarse y participar en la construcción de la nueva sociedad, la del Vivir Bien/Buen Vivir. Una pregunta recurrente en comunicación, cuando se aborda el Vivir Bien/Buen Vivir, es ¿qué temas se pueden trabajar? Y una primera respuesta nos refiere a los principios del Vivir Bien/Buen Vivir, los mismos que desglosados ofrecen una amplísima gama de posibilidades temáticas para conceptualizar y vivenciar sus valores de vida en armonía, reciprocidad, complementariedad, solidaridad y justicia. Otra respuesta, más específica, la encontramos en las características del Suma Qamaña, válidas también para el Sumak Kausay, y que David Choquehuanca las cataloga en varias posibilidades de agrupaciones temáticas: 1) priorizar la vida; 2) llegar a acuerdos en consenso; 3) saber escuchar; 4) vivir en complementariedad; 5) equilibrio con la naturaleza; 6) defender la identidad; 7) aceptar las diferencias; 8) priorizar derechos cósmicos; 9) saber comer; 10) saber beber; 11) saber danzar; 12) saber amar; 13) saber trabajar; 14) retomar el Abya Yala; 15) soberanía alimentaria; 16) saber comunicarse; 17) control social en comunidad; 18) reciprocidad; 19) no robar y no mentir; 20) igualdad complementaria de la mujer; 21) vivir bien y no mejor; 22) ejercer la soberanía; 23) aprovechar el agua; y 24) escuchar a los mayores (2010, pp. 2-5) Objetivo general Es el resultado que se quiere alcanzar o lugar al que se quiere llegar, desarrollando un proceso de comunicación. Responde a la pregunta “¿para qué?” y debe tener directa relación y coherencia con el tema general y, obviamente, con la acción de comunicación. 127

El objetivo general señala el horizonte del proceso de comunicación y se convierte en el punto de llegada o meta que servirá para la práctica de la vida en convivencia comunitaria, al mismo tiempo que se convierta en el punto de arranque para nuevos y más exigentes resultados. Son los enunciados sobre la sociedad que se quiere construir con la participación activa de los sujetos expresando su palabra y la intervención de las organizaciones en espacios y procesos de comunicación. Desde las experiencias latinoamericanas de Educación Popular, Oscar Jara advertía que necesariamente la definición del objetivo general se realiza tomando en cuenta el resultado que se quiere lograr “gracias al proceso que se impulsa y no las intenciones con las que se quiere realizar el programa de formación” o de comunicación. Este señalamiento es muy importante: no son nuestras buenas intenciones las que van a cambiar el orden de cosas, son las acciones de comunicación que diseñemos, organicemos adecuadamente y realicemos sistemáticamente en el contexto en el que se desarrollan, las que van a provocar los cambios en un horizonte de la buena vida en plenitud y solidaridad. Objetivos específicos Los objetivos específicos se formulan tomando en cuenta dos referentes: i) por una parte el objetivo general al cual responden y al que desagregan en partes interdependientes que juntas forman una unidad; y ii) los momentos de la lógica metodológica (sentir/pensar – decidir/actuar – con/vivir volver/esperanzar) que les dan cualidades distintas y un orden para la construcción de conocimientos y prácticas del Vivir Bien/Buen Vivir. Deben expresar resultados medibles y metas concretas que se quieren y pueden alcanzar con el proceso de comunicación, definiendo para cada momento de la lógica metodológica de la complementariedad, realizaciones de la vida en armonía interpersonal, armonía social, armonía con la naturaleza y armonía con el cosmos. Expresado de otra manera, cada objetivo específico –dependiendo del tema-

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podría referirse a uno de los ámbitos de la armonía, de manera tal que su interrelación se refleje en un resultado integral más amplio en el objetivo general. Recordemos que la comunicación no se queda en la adopción de nuevos conocimientos o actitudes, sino que tiene realizaciones en las instituciones y en la sociedad. Por lo tanto, los resultados hay que señalarlos a nivel de las personas individuales y/u organizadas y/o en las instituciones u organizaciones y/o en la sociedad, con referencia a la vida en armonía. Subtemas / mensajes Como hemos visto al definir el tema general, las posibilidades de selección temática son diversas y amplias. Cada tema señalado da la posibilidad de una batería de desagregaciones que pueden proporcionar reflexiones y casos de apropiación del Vivir Bien/Buen Vivir. Los subtemas son desagregaciones del tema general. Es importante garantizar que las particularidades de cada tema y subtemas conduzcan siempre a la vida en convivencia comunitaria. Cualquiera sea el tema y subtemas desde los que se aborde la producción de discursos, debe acompañarse de una orientación de las acciones de comunicación dirigida a cuestionar y penetrar los estilos sensacionalistas de los medios, así como las programaciones desarraigadoras de la realidad o las que evaden el encuentro de las personas consigo mismas y con sus entornos. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir organiza su producción temática con otro sentido, el de incorporar programas en base a experiencias de amor por la vida, de solidaridades, de integración de los pueblos, de igualdad de género, de cuidado de la naturaleza, de cuidado de la salud integral, de valoración artística, de buenas prácticas, de defensa y exigibilidad de los derechos humanos, de acuerdos nacionales con distribución equitativa de la riqueza, de políticas nacionales inclusivas, de incentivos nacionales para promover la transformación de la matriz productiva, de experiencias de comercio justo, de esfuerzos continentales de integración y construcción de la Patria Grande.

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Los mensajes, que tienen como uno de sus componentes a los contenidos del discurso organizados por subtemas que responden a los objetivos específicos, deben diseñarse en las palabras, códigos, símbolos y lengua de los sujetos con los que se trabaja, porque el discurso parte de su vida. En consecuencia, los mensajes, con el mismo rigor con que cuidan los contenidos, deben cuidar la estética y la ética de su construcción, representación e interacciones que posibilitan los diálogos. Son mensajes que deben cuestionar, a fondo, los elementos y causas de la realidad que se quiere superar, del mismo modo que tienen que enaltecer las bases y características de la sociedad que se quiere construir. No olvidemos que la comunicación no es neutra sino una acción política. Como recomendación, retomo aquí algunos de los cuidados que Daniel Prieto Castillo nos sugiere que tomemos en cuenta al momento de elaborar los mensajes: i.

Comunicar en situación. Ubicados en la realidad, nunca al margen de ella, con los sujetos como los actores principales de la construcción de la palabra.

ii.

Evitar la entropía. Es decir, evitar el ensimismamiento o encerrarnos en nosotros mismos perdiendo la valoración e importancia que tienen las relaciones con el entorno, con los otros así sean distintos, con la naturaleza, con el cosmos, con la historia. La autovaloración desmedida de uno mismo perjudica la posibilidad del diálogo y de la vida comunitaria.

iii.

Evitar la euforia. No podemos caer en el activismo ni debemos creer que se hace comunicación saturando de mensajes desde los medios. No vamos a convertir el Vivir Bien/Buen Vivir en fetiche. Nos toca humanizar la vida comunitaria en convivencia como una alternativa para el planeta.

iv.

No caer en la ilusión. Cuidemos de no exagerar y menos falsear el alcance de los impactos de nuestras acciones, ni vamos a asumir posiciones 130

exitistas con las conquistas que alcancemos. Sin caer en la falsa humildad, y sin negarnos la expresión de alegría por los logros, vamos a ser realistas. Los mensajes, por sobre todas las cosas, tienen que tener la capacidad de expresar la palabra de los pueblos, y debe tener el don de entusiasmarlos y movilizarlos para trabajar mancomunadamente en la construcción de la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir. Sujetos La primera pregunta que orienta la definición de los sujetos es: “¿quiénes?”. Pero planteada así se corre el riesgo de un señalamiento muy estático, nominal y descriptivo, sin recoger su dinamismo en la construcción de sociedades de la vida comunitaria en convivencia. Por eso es necesario reformular la pregunta y plantearla así: ¿quiénes son los sujetos y qué acciones realizan en la construcción del Vivir Bien/Buen Vivir? Entendiendo que las acciones comprenden las enunciaciones de discurso que los sujetos portan en relación al tema que se está trabajando. El discurso contiene las re-significaciones y las construcciones de sus propios significados que los sujetos sociales e históricos expresan en sus hablas, gestos e imágenes. Si la pregunta se respondiera desde la tradición de la corriente difusionista de la comunicación, que define que las acciones discursivas se expresan en tres niveles: los conocimientos (C), las actitudes (A) y las prácticas (P), que hacen el Método CAP para modelar comportamientos, no contaríamos ni con el enfoque, ni con los niveles, ni con la filosofía y metodología pertinentes a la cosmovisión inclusiva y dialogal del Vivir Bien/Buen Vivir, puesto que la idea de los sujetos estaría limitada o a la noción de opinión pública, o a la de masas, o a los clientes, o a los beneficiarios. Para esta escuela el sujeto es pasivo y pasible de ser influido por los mensajes que se les trasmiten. Nuestro planteamiento es el opuesto a esta corriente. Y, ciertamente, a la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir le es pertinente admitir con Eliseo Verón que los discursos están investidos de prácticas socioculturales y políticas 131

que hacen que su construcción sea dinámica tanto en el momento de la emisión como en el de la recepción, que es también un espacio de (re)construcción discursiva. Por ello resulta más adecuado acudir al Método CASPE: conocimientos (C), actitudes (A), sentimientos (S), prácticas (P) y esperanzas (E), que elaboramos para planificar desde las mediaciones (Contreras, 2006, p. 19), reconociendo que la comunicación se basa en las interacciones y resulta en la construcción de sentidos. 

En el Método CASPE los conocimientos (C) son “materias primas” del pensamiento y están hechas de percepciones, imágenes, recuerdos y conceptos; es decir que se conoce recordando, comparando, clasificando y calificando los hechos, teniendo como fuente la realidad real e imaginaria, la vida cotidiana y los saberes estudiados o adquiridos.



Las actitudes (A) se expresan en predisposiciones para realizar o no emprendimientos,

reflejando

afectos

o

desafectos,

conductas

y

comportamientos de aceptación o de rechazo. 

Los sentimientos (S) tocan las subjetividades, sensibilidades, creencias e intuiciones, pertenecen al ámbito más personal, espiritual e íntimo de los sujetos, es el espacio de diálogo de los sujetos consigo mismos, siendo para ello un recurso comunicacional fundamental el silencio.



Las prácticas (P) son las experiencias, los haceres, las destrezas y capacidades que caracterizan la comunicación en tanto proceso generador de dinámicas relaciones sociales, culturales y políticas. La construcción discursiva como componente que acompaña y promueve las interacciones, acciones organizativas y sentidos comunitarios.



Las esperanzas (E) son la dimensión de las reivindicaciones expresadas como propuestas, soluciones y/o expectativas por los sujetos. Son los imaginarios de utopías de transformación y construcción de la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir, para sí mismos y para espacios sociales más amplios. Con el Vivir Bien/Buen Vivir, se trata de imaginarlo como alternativa para la vida en el planeta.

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Los sujetos pueden estar a favor o en contra de los procesos que se pretende construir, o incluso pueden ser indiferentes. Hay que reconocerlos en la situación en la que realmente están, partiendo de sus expresiones, para que en un proceso pedagógico de intercambios, reflexión, argumentación, debate y diálogo, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir pueda contribuir a construir la sociedad de la vida buena en plenitud desde la realidad que realmente es, combinada con la que esperamos que sea. Vamos a ser realistas, pero sin quitarnos el derecho a la imaginación. Por el contrario, como hemos visto en la cosmovisión del Vivir Bien/Buen Vivir, “saber soñar” es una condición para alcanzar metas de sociedades que tenemos que construir. Pero vamos a soñar el futuro con los pies en la tierra y vamos a trabajar los discursos con los sujetos partiendo del lugar en donde están, es decir, de sus conocimientos, actitudes,

sentimientos, prácticas, esperanzas;

desde sus

memorias y sus sueños, generando un devenir histórico que contenga pasado, presente y futuro. Espacios de comunicación He escuchado y leído en las expresiones despectivas e irónicas sobre el Vivir Bien/Buen Vivir, que sus formas de comunicación deberían limitarse a las relaciones interpersonales, cara a cara, de cultura oral, retornando al ágora o la plaza pública, en idiomas nativos de pueblos indígenas con pueblos indígenas y para pueblos indígenas, o la comunicación con medios grupales, o a la generalización de medios comunitarios de alcance local. Lecturas tan interesadamente sesgadas del Suma Qamaña/Sumak Kausay no expresan sino su desconocimiento y su desprecio por una alternativa de vida que comunicacionalmente debe construirse combinando medios interpersonales y grupales con los géneros y formatos más exigentes de la comunicación masiva y con todas las posibilidades de aceleración en la producción de contenidos y programas que ofertan las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) y las redes satelitales. Recordemos, el Vivir Bien/Buen Vivir 133

es un proceso de retorno permanente al futuro o, lo que es lo mismo, el desafío de la construcción de una nueva civilización. Hemos insistido en no quedarnos en los medios como instrumentos o como soportes del lenguaje, y hemos sugerido tomar en cuenta los medios como mediadores por los puentes que tienden con la sociedad, con las culturas, con la intimidad de las personas, con la política, con el contexto, en fin con la vida de todos los días y con el futuro soñado. Todos los medios apropiados por la palabra que camina por el Vivir Bien/Buen Vivir son necesarios y se los debe saber elegir de acuerdo a las acciones de comunicación que se realicen y los temas que se traten. En la selección de los medios debe considerarse que se realizan en determinados espacios de comunicación, que requieren se establezca la cobertura de las acciones de comunicación, es decir si será de alcance local, regional, nacional o planetario, en estricta relación con el carácter de los medios de comunicación, es decir si son masivos, o grupales, o digitales, dados sus distintos lenguajes, alcances y posibilidades, tomando en cuenta sus sentidos más que su tamaño o tipo de tecnología. Un medio que se compromete con el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que ser consecuente con sus principios y guiarse con ética. Experiencias que nos inspiren hay muchas e importantes, de ellas recojo el relato de un caso vivido en Radio Cumiches, en Estelí, Nicaragua, que tiene como característica que es una emisora de niños y jóvenes. “A un corresponsal infantil de 13 años, le preguntaron unos periodistas extranjeros: Si andas en la calle buscando noticias y de pronto te das cuenta que han violado sexualmente a una niña, ¿qué harías? (…) Primero la abrazaría y le diría que la amamos. Vos seguís siendo una niña, no tenés culpa. La llevaría al hospital, avisaría a su familia y en la radio le daríamos mucho amor y luego denunciamos y ayudamos para que encarcelen a la persona que le hizo daño. Haría un programa previniendo sobre estas cosas que no queremos que pasen a nadie. Pero no sería una noticia de estar sacándola por la radio, mucho

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menos decir el nombre de la niña. Somos distintos a otras radios” (Gutiérrez, Hernán, 2004, p. 111) Si queremos establecer mediaciones articulando las dinámicas de los medios con la vida de los sujetos, especialmente en los medios comunitarios, o educativos, o populares, es una necesidad recuperar la noción de la programación, de manera tal que no solo un segmento o determinados programas sean constructores de sentidos para la vida en armonía, sino la programación del medio en su totalidad, ya sea con programas informativos, o educativos, o musicales, o de debate, o de entretenimiento, cada uno, en sus alcances y posibilidades, con sus géneros y formatos pertinentes, contribuyendo a la vida colaborativa en comunidad. No se debe olvidar el carácter fundamentalmente participativo de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir para seleccionar los programas, géneros y formatos más pertinentes a cada situación. Recordemos que los géneros se refieren a las características generales de un programa, pudiendo ser informativos, de opinión, educativos, dramáticos, de entretenimiento y publicitarios. Los formatos en cambio son las maneras concretas, las figuras, las formas y sus respectivas actividades de cómo se organizan los temas y mensajes; por ejemplo el noticiero tiene como actividades la noticia, la crónica, el reportaje; o las campañas informativas se pueden hacer con spots, jingles o cuñas, afiches, vallas, hashtags y otras. José Ignacio López Vigil afirma que cada género crea sus hábitos y que cada formato tiene sus leyes, sus pautas ya aceptadas por el público. Por eso recomienda conocerlos, pero también innovarlos. Y clasifica los géneros desde tres perspectivas: el modo de producción de los mensajes, la intencionalidad del emisor y la segmentación de los destinatarios (2005, pp. 81-83) Tomando en cuenta el modo de producción de los mensajes, menciona los géneros dramático, periodístico y musical. Según la intención del emisor los géneros son: informativo, educativo, de entretenimiento, participativo, cultural, religioso, de movilización, social y publicitario. Y según la segmentación de los

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destinatarios son infantil, juvenil, femenino, de tercera edad, campesino, urbano, sindical, etc. Sin el ánimo de agotar su explicación, sino buscando entender la relación entre género, subgéneros y formatos, tomamos prestado de López Vigil su caracterización del género informativo, que lo divide en “cuatro subgéneros, tomando en cuenta la historia del periodismo: al principio, se hablaba únicamente de dos especialidades, el periodismo informativo y el de opinión. Más tarde, se sumó una tercera modalidad, el interpretativo. Muchos autores añaden un cuarto subgénero, el periodismo investigativo. Estas cuatro funciones (enterar, explicar, valorar y revelar) se implican mutuamente, son aspectos, más o menos acentuados, que intervienen en toda labor periodística” (2005, pp. 84-85) Y añade los siguientes formatos: “En el periodismo informativo están las notas simples y ampliadas, crónicas, semblanzas, boletines, entrevistas individuales y colectivas, ruedas de prensa, reportes y corresponsalías… En el periodismo de opinión tenemos comentarios y editoriales, debates, paneles y mesas redondas, encuestas, entrevistas de profundidad, charlas, tertulias, polémicas… En el periodismo interpretativo e investigativo el formato que más se trabaja es el reportaje” (Lopez Vigil, 2005, p. 85) Reiteramos que la comunicación no se acaba en los intercambios de mensajes entre emisores y receptores; y por lo tanto tampoco se detiene en los medios, géneros y formatos, aunque son elementos vitales para la construcción, apropiación y recreación de los discursos, puesto que son los espacios y modos de producción y circulación de la palabra ya sea hablada, escrita, gestual o expresada en imágenes. Lo esencial es que medios, géneros y formatos deben servir para crear sentidos de sociedad, de cultura, de política y de espiritualidad y para ello deben guardar coherencia con los temas y objetivos que se buscan, de modo tal que su selección permita que la comunicación sea parte legitimada de construcción de la palabra para la construcción de la sociedad, en este caso del Vivir Bien/Buen Vivir.

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CONCLUSIONES Hacen ya por lo menos tres décadas atrás, en mi natal Bolivia tuve la fortuna de trabajar/aprender experiencias de educación y comunicación popular con poblaciones indígenas-campesinas. Un sistema de multimedios construido por el Centro de Educación Popular Qhana36 articulaba cartillas, programas de radio, video educativo, eventos en comunidades, formación en centros de capacitación y festivales educativos, tenía la capacidad de abordar tres relaciones: las comunidades indígenas-campesinas entre sí en acuerdos culturales, sociales, políticos y territoriales pluridiversos; la realidad de los pueblos indígenas en su conexión con el país explicado desde su realidad profunda; y las aspiraciones institucionales con propuestas de transformación que aprendieron a enriquecerse con la cosmovisión de la vida comunitaria, equitativa, armoniosa con la naturaleza, previsora del futuro colectivo de los pueblos que entendían el desarrollo en el vivir bien suficiente, sin excesos ni carencias, para todas y todos. El eje que permitía hilvanar estas relaciones era un vital recurso pedagógico: la pregunta sobre la vida, sobre los orígenes, sobre las causas, sobre los contextos, sobre las esperanzas y sobre el futuro. La pregunta era la clave para provocar participación, diálogo y construcción de la palabra. Con la pregunta se motorizaban las organizaciones y movilizaciones por la vida digna. Siguiendo esta experiencia, en el cierre de este libro acudimos también a la pregunta para provocar que la palabra que camina por las páginas de este libro, siga siendo recorrida en los procesos de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir que acompaña. La pregunta gana sentido en el Vivir Bien/Buen Vivir que es un paradigma que está en construcción colocándose en el horizonte como destino de vida nueva, buena, en plenitud y armonía; y está también en el camino hacia una realidad que tiene que ser constituida sorteando día a día, paso a paso, las estructuras socioeconómicas, políticas y culturales que cuestiona y que halan a contra-reversa de la vida comunitaria solidaria y complementaria, buscando eternizarse en su capacidad globalizadora con complicidades. En este ambiente la Comunicación para el Vivir/Bien Vivir quiere instalar en las prácticas ciudadanas, en las decisiones políticas y en las reflexiones académicas una cosmovisión que desnuda las inconsistencias del capitalismo y arremete con principios y con 36

Palabra aymara que quiere decir luz, claridad

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experiencias de vida comunitaria que alimentan el equilibrio, la complementariedad, la equidad y la armonía individual, social, con la naturaleza y con el cosmos, desestabilizando en su raíz el neocolonialismo. Pero es evidente que el Vivir Bien/Buen Vivir opera en un ambiente de resistencias como éstas: i) las que provienen del mundo político por oposición o porque no admiten las dificultades para hacer realidad en el corto plazo las aspiraciones del Vivir Bien/Buen Vivir; ii) el fuerte peso que tiene el origen indígena de la propuesta que provoca incredulidades respecto a su aplicación en otros contextos; iii) la dificultad académica para teorizar desde el valor de la experiencia adjunta a la imposibilidad de encuadrar esta cosmovisión en paradigmas de otra raíz conceptual; y iv) las definiciones tácticas y estratégicas que se resisten a aceptar la inevitabilidad de arrastres del sistema que el Vivir Bien/Buen Vivir tiene que transformar en la práctica cotidiana de las sociedades y de las políticas estatales. Siendo las experiencias existentes del Vivir Bien/Buen Vivir lecciones en proceso, plantean una serie de interrogantes que las recuperamos como guías para profundizar la reflexión, definir estrategias, crear metodologías y desarrollar acciones de comunicación. Ahí les comparto algunas de las preguntas más frecuentes, para que pensemos juntos sus respuestas: Asumiendo que el Vivir Bien/Buen Vivir está más allá del desarrollo equivalente a crecimiento y progreso, ¿es lícito admitir la posibilidad de la “humanización del desarrollo” o se debe generar sin transiciones una ruptura que supere el modelo desarrollista?, ¿cómo?, ¿es realmente el Vivir Bien/Buen Vivir una alternativa al desarrollo o en su aplicación práctica no pasa de ser una alternativa de desarrollo? En relación con la posibilidad de la viabilidad universal de la cosmovisión: ¿Qué expresiones, experiencias del Vivir Bien/Buen Vivir existen más allá de su origen indígena? ¿Es realmente una paradigma capaz de generar un cambio civilizatorio a nivel planetario? Analizando el camino recorrido: ¿Son las experiencias ciudadanas de reciprocidad y complementariedad comunitaria bases reales para el desarrollo de políticas y programas nacionales del Vivir Bien/Buen Vivir? ¿Cuál es el impacto real de las políticas estatales basadas en el Vivir Bien/Buen Vivir en la calidad de vida de los ciudadanos, en la equidad,

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en la participación, en el cuidado de la naturaleza, en la democracia y en las formas de gestión gubernamental? En el campo de la comunicación: ¿Cómo se trabaja el Vivir Bien/Buen Vivir en la práctica cotidiana de los medios de comunicación? ¿Cuáles son los contenidos, lenguaje, géneros y formatos de su realización? ¿La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es una propuesta solamente para los medios ciudadanos/comunitarios o también para los estatales, públicos y privados? Si el eje de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es la participación y su razón de ser la construcción de una civilización de la vida buena, justa, equitativa, comunitaria y solidaria: ¿se puede contribuir a construir sentidos de sociedad, de cultura, de política y de espiritualidad transformadores con experiencias comunicacionales basadas en la publicidad y la difusión como únicas o predominantes alternativas? La palabra tiene que seguir caminando, acompañando la vida cotidiana en comunidad, la fuerza de la organización social que reivindica los derechos humanos y de la naturaleza, el cumplimiento de las políticas públicas para sociedades equitativas e inclusivas, y las voces del Sur que sueñan con un mundo de vida en plenitud y armonía.

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