La Orientacion Vocacional Frente A La Discapacidad

LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL FRENTE A LA DISCAPACIDAD Ps. Sergio Javier Enrique Asociación de Profesionales de la Orientaci

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LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL FRENTE A LA DISCAPACIDAD Ps. Sergio Javier Enrique Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina / APORA [email protected] www.ovrosario.blogspot.com www.apora.org.ar Buenos Aires 20 de Noviembre de 2010

Presentación Buenos días a todos, es muy grato para mí poder estar hoy aquí con ustedes por dos razones. Una es por poder compartir esta Jornada con entrañables amigos de APORA, con Marcelo Rocha, Gabriela Capel y Liliana Pantano. La otra es poder acompañar la creación de un área dentro de la Asociación que esperamos vaya creciendo y produciendo aportes significativos a las problemáticas que aquí nos convocan: Orientación vocacional y Discapacidad. Acerca del título Para comenzar, podemos decir la orientación vocacional frente a la discapacidad es algo que en el uso de las palabras merece hacerse alguna aclaración. El nexo “frente” entre una problemática y otra puede tener una primera consideración adverbial en el sentido de una localización: algo frente a algo. También puede tener una significación militar o bélica: enfrentarse a. O incluso la significación de una resistencia: hacer frente. Sin embargo aquí ponemos el acento en dicho nexo más bien como un verbo: afrontar. Afrontar significa disponerse en actitud de acción ante un problema, responsabilidad, etc., para tratar de resolverlos o llevarlos a cabo sin eludirlos. Entonces, decir la orientación vocacional frente a la discapacidad es afrontar una serie de problemas comunes entre ambos campos de problemáticas y asumir la responsabilidad que nos toca como Profesionales de la Orientación Vocacional, para estar a la altura de la época. Al decir campos (en el sentido bourdieuano del término) es tener en consideración que éstos, se constituyen por la existencia de múltiples variables intervinientes, sociales, políticas, económicas culturales y psicológicas que definen la problemática de cada uno. Cada campo, el de lo vocacional y el de la discapacidad poseen sus especificidades claramente demarcadas y socialmente reconocibles. Ahora bien, el entrecruzar ambos campos formula un espacio que aloja algunos aspectos comunes: por ejemplo aspectos que tienen que ver con la educación y con el mundo del trabajo, por solo nombrar los que nos atañen, y que podemos incluirlos en uno más amplio que es el de la salud mental. Si rastreamos históricamente algunos hitos de este entrecruzamiento, podemos resaltar como tempranamente en Argentina se intentó abordar el

tema de la orientación y la discapacidad a través de algunas experiencias concretas: •

1937 en Buenos Aires, Asociación de Orientación al Inválido AOI, que evaluaba, orientaba y les conseguía trabajo a las personas con discapacidad



1959 se organizó en Argentina un Centro de Rehabilitación Profesional, asesorado por la OIT, que utilizaba test proyectivos como complemento a la evaluación ocupacional



En el Museo Social Argentino funcionó un Gabinete de Orientación Profesional, para personas con discapacidad; tenía además un servicio de rehabilitación profesional

Ahora bien, acorde a la época en que fueron implementadas, la forma en que era pensada la problemática de la discapacidad en los primeros años del siglo XX estaba atravesada por las demandas propias de las incipientes sociedades capitalistas industriales. Durante ese periodo primaba en el mundo del trabajo, la idea del right man in the right place al que se le asociaba el concepto fordista de integridad física y mental. Lo cual definía taxativamente las posibilidades ocupacionales y/o profesionales de una persona con discapacidad. Fue recién con posterioridad a la 2º guerra mundial que comenzó a admitirse personas con discapacidad en la industria y las ocupaciones. A consecuencia del alto número de personas con secuelas y mutilaciones fue que el tema comenzó a ser cuestionado. Lamentablemente existe muy escasa bibliografía que nos permita dar un mayor esclarecimiento sobre los modos de abordaje de la discapacidad desde el campo de la Orientación Vocacional. Sí merecen recordarse aquí los esfuerzos realizados por otros colegas hace una década1 por abordar la problemática. En líneas generales podríamos decir la forma tradicional de abordar los asuntos relacionados con la discapacidad ha sido a través de enfoques sanitarios o caritativos, a menudo basados en la hipótesis de que la discapacidad es un problema individual (biomédico o funcional). Así, las organizaciones para discapacitados se han dedicado a prestar servicios aislados, teniendo muy poco en cuenta, o ignorando por completo, el derecho de las personas con discapacidad a participar como ciudadanos en igualdad de condiciones. En las últimas décadas, en todo el mundo han promovido un planteamiento basado en los derechos humanos, así como un planteamiento basado en el entorno, de los temas que les afectan. Ambos enfoques se basan en un modelo social de discapacidad, centrado en los derechos de las personas discapacitadas y en la necesidad de cambiar la sociedad para que todos 1

Me refiero a los esfuerzos realizados por Sergio Rascovan, Cecilia Impini (APORA) y Liliana Pantano (CONADIS).

tengan cabida en ella. En estos modelos, lo que se considera discapacitante es la forma en que está organizada la sociedad para excluir a las personas con discapacidad, y no la discapacidad en sí. Las organizaciones se han ido uniendo cada vez más para luchar por sus derechos basándose en estos principios. A la hora de formular diversas propuestas rara vez se tiene en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad y, en la mayoría de los casos, no se esfuerzan lo suficiente en consultar a los representantes de la comunidad de discapacitados. A pesar de ello, está siendo adoptado gradualmente por los gobiernos y las instituciones internacionales el planteamiento social y basado en los derechos humanos – como se expresa en el Programa de Acción Mundial (1982), las Normas Uniformes de las Naciones Unidas (1993), la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (“International Classification of Functioning, Disability and Health – ICF 2001”). El hito más remarcable de este proceso es la Convención internacional para las personas con discapacidad sancionada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 13 de diciembre de 2006 y ratificada por Argentina en 2008. Dicho documento plantea explícitamente en su capítulo 27 sobre trabajo y empleo, lo siguiente: d) Permitir que las personas con discapacidad tengan acceso efectivo a programas generales de orientación técnica y vocacional, servicios de colocación y formación profesional y continua; e) Alentar las oportunidades de empleo y la promoción profesional de las personas con discapacidad en el mercado laboral, y apoyarlas para la búsqueda, obtención, mantenimiento del empleo y retorno al mismo; k) Promover programas de rehabilitación vocacional y profesional, mantenimiento del empleo y reincorporación al trabajo dirigidos a personas con discapacidad. La Argentina posee una referencia anterior que meramente enunciaba esto en la ley sancionada en 1981 Ley 22431 – Sistema de protección de las personas con discapacidad. En su capítulo II Trabajo y educación en su artículo Nº 13 inciso c) Crear centros de valuación y orientación vocacional para los educandos discapacitados;

Según un estudio reciente llevado a cabo por el CELS respecto a la problemática y en torno a la salud mental plantea que la Convención se funda en el modelo social de la discapacidad y en la lucha de las propias personas

con discapacidad para autoafirmarse como ciudadanos con igual dignidad y valor que los demás. El modelo social subraya que lo concebido como discapacidad obedece a causas preponderantemente sociales. Asimismo, señala que las discapacidades son producto del encuentro entre personas que experimentan un determinado impedimento, y barreras sociales que limitan su capacidad para participar en condiciones de igualdad en la sociedad. En consecuencia, la Convención determina que los Estados deben adoptar todas las medidas necesarias para garantizar la participación efectiva de las personas con discapacidad en cada una de las actividades de la vida en comunidad. Pese al cambio de paradigma plasmado en este instrumento internacional, las normas argentinas aún no se han adecuado y no garantizan el reconocimiento de la capacidad jurídica plena a las personas con discapacidad, es decir, el ejercicio por sí mismas de sus propios derechos. Este desconocimiento es todavía más evidente en el caso de las personas usuarias de los servicios de salud mental. El estudio del CELS plantea que el diseño legal vigente en nuestro país basado en el viejo modelo tutelar de incapacitación y sustitución en la toma de decisiones debe adecuarse a los nuevos estándares internacionales sobre derechos humanos y salud mental y, en especial, al nuevo modelo social de la discapacidad que impone con carácter vinculante la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Ello requiere, entre otras reformas legislativas, modificar el Código Civil, los códigos procesales y las leyes de Ministerios Públicos de cada jurisdicción, así como abordar integralmente la cuestión, permitiendo la participación en el debate de distintos actores institucionales y sociales. Estas reformas legislativas deben articularse en torno a los siguientes principios fundamentales: el reconocimiento de la personalidad jurídica de la persona usuaria de los servicios de salud mental; su consideración como sujeto de derecho con plena capacidad jurídica para ser titular y ejercer sus derechos, en igualdad de condiciones con los demás y en todos los aspectos de la vida; el respeto indispensable de su voluntad en todo proceso que la afecte; y la obligación estatal de adoptar todas las medidas que sean necesarias para proporcionar los apoyos que las personas usuarias requieran para la toma y ejecución de sus propias decisiones. La flamante sanción de la nueva Ley de salud mental intenta revertir tantos años de negligencia y abandono. Las transiciones al mundo adulto y los proyectos de vida en jóvenes con discapacidad ¿Qué aporta la Orientación Vocacional al proceso de autonomía de un sujeto? ¿Y a las personas con discapacidad? ¿Las personas con discapacidad son pensadas como capaces de dirigir su propia vida, ser autónomas en su pensamiento y en sus deseos? ¿Qué significa lograr la autonomía? En principio estamos de acuerdo en que la Orientación Vocacional es un “invento”. Es un invento de la modernidad para asistir a las personas que se preguntan por su hacer, presente y futuro. Es la intervención tendiente a facilitar el proceso de elección de los objetos vocacionales.

A su vez es una experiencia a través de la cual se procura dilucidar señales respecto de la forma singular que cada sujeto tiene de vincularse con los otros y con las cosas; de reconocer su propia posición subjetiva en tanto sujeto deseante a partir de lo cual poder proyectarse hacia el futuro. Todo ello constituye el campo de Lo vocacional. Un campo de problemáticas vinculadas con el qué hacer humano, problemas relacionados con la elección y realización de un hacer, que tradicionalmente estuvo y está asociado al estudio y/o al trabajo. En los actuales tiempos que corren, nuevas demandas a la Orientación Vocacional plantean a su interior tensiones y nos confrontan a una reformulación de su operatoria que obliga a promover un proceso de elucidación crítica. Y creo que proponer hoy esta área en una Asociación de más de 25 años de historia es un gran aporte a esta elucidación y que pone en práctica una postura ética que Rodolfo Bohoslavsky enunciara allá por los 70 y que conserva su vigencia: “La ética surge del hecho de que al considerar al hombre sujeto de elecciones, consideraremos que la elección del futuro es algo que le pertenece y que ningún profesional por capacitado que esté, tiene derecho a expropiar”.2 Y esto en principio se aplica a todo sujeto, porte o no una discapacidad. Hace un siglo, mejor dicho hace no tanto tiempo, hace 20 años, era insospechado preguntarse por las expectativas de estudio o trabajo de un joven con discapacidad. Estoy convencido de que como otras prácticas, la Orientación Vocacional debe inadaptarse a los cánones establecidos e intentar alojar las características y necesidades sociales de cada momento pero también actuar frente a éstas por medio de intervenciones pensadas desde modelos teóricos y conceptualizaciones diferentes a las que se está o se estaba acostumbrado. Como Marcelo Rocha enuncia en su libro3: “hoy los principales desafíos – frente a la discapacidad– tienen que ver con lograr la inclusión no solo desde lo rehabilitativo que atañe exclusivamente al cuerpo, sino también desde lo social en sus diferentes campos: educativo, sanitario, laboral etc., como principales vías de acceso”. Para toda persona con discapacidad, “mas allá de la elección a tomar (trabajar o estudiar) se encuentra implícita la necesidad de seguir sintiéndose incluido en los procesos sociales”. Silverkasten4 plantea que discapacitado “es aquel… que no puede insertarse plena y fácilmente dentro del sistema de producción de bienes y servicios de una comunidad” “el discapacitado al no insertarse en un sistema productivo, no circula por un sistema de intercambios, es un sujeto fijado”.

2

Rodolfo Bohoslavsky: Orientación Vocacional. La estrategia clínica. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, 1982. 3 Marcelo Rocha y Hugo Perilli Vivir en la discapacidad. Estructura subjetiva e imaginario social, UNR Editora, Mayo 2008. 4 Silverkasten Marcelo La construcción imaginaria de la discapacidad. Una excusa para una articulación discursiva. Revista Topía, Bs. As. noviembre 2005.

Estas coordenadas nos muestran claramente el mapa de situación de las personas con discapacidad frente a la inclusión en estudios superiores, trabajo y/o la construcción de proyectos de vida. Creo que de esto es de lo que debemos hablar. Tiene que ver con el que querer hacer con la vida de cada uno, con que metas alcanzar, que elecciones realizar, que decisiones tomar, y que estoy dispuesto a apostar por ello. En fin sujetos con proyecto… Existe una enorme área de vacancia para las prácticas de orientación y sobre todo en lo relacionado a los estudios superiores y empleo de los jóvenes con discapacidad. La discapacidad se encuentra invisibilizada en los ámbitos laborales y de los Estudios Superiores, y en la agenda pública opera un desconocimiento de las necesidades, obligaciones y derechos de estas personas frente a la posibilidad de proyectar su futuro. Si como dice Rascovan5, el deseo se traduce subjetivamente como búsqueda y proyecto. La tarea específica en Orientación Vocacional, debería tender a facilitar la construcción de recorridos abiertos al cambio. Propiciar una construcción subjetiva que no se amolde estrictamente a las estructuras de títulos y carreras sino que se organice dinámicamente como una subjetividad dispuesta a enfrentar problemas. Como dice Sergio debemos atrevernos a Pensar lo vocacional como la posibilidad de construir o inventar lugares para habitar. Para Heidegger en un texto que escribió en 1951 (“Construir, habitar, pensar”) decía que habitar implica construir: solo se puede habitar en la medida que se construya, esto es, el construir ya es, en sí mismo, habitar. No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan. Sólo si somos capaces de habitar podemos construir Creo que es una tarea impostergable el proponerse construir, habitar, pensar y habilitar la orientación vocacional a personas con discapacidad. Para cerrar quería tomar palabras que no son mías y que pertenecen a un gran intelectual brasileño: Paulo Freire. Las prefiero porque expresan mejor que yo, algo que es incuestionable. El nos dice “El respeto a la autonomía y la dignidad de cada uno es un imperativo ético y no un favor que podemos o no concedernos unos a los otros”. “Para mi es preferible reforzar el derecho que tienen a la libertad de decidir, aun corriendo el riesgo de equivocarse… Es decidiendo como se aprende a decidir. No puedo aprender a ser yo mismo si no decido nunca…”. Toda persona tiene mínimamente “…el derecho de probar lo “absurdo de su idea”. Por otro lado, la decisión de asumir las consecuencias del acto de decidir forma parte del aprendizaje. No hay decisión a la que no continúen

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Rascovan, Sergio Orientación Vocacional. Una perspectiva Crítica. Paidos Editorial Bs. As. 2005

efectos esperados, poco esperados o inesperados. Es por eso por lo que la decisión es un proceso responsable”. “Lo que es necesario, de una manera realmente fundamental, es que… el sujeto… asuma éticamente, responsablemente, la decisión fundadora de su autonomía. Nadie es autónomo primero para después decidir. La autonomía se va constituyendo en la experiencia de varias, innumerables decisiones, que van siendo tomadas”. “La autonomía, en cuanto maduración del ser para sí, es proceso, es llegar a ser… una pedagogía de la autonomía tiene que estar centrada en experiencias estimuladoras de la decisión y de la responsabilidad, valga decir, en experiencias respetuosas de la libertad”. Y todo ello es una responsabilidad infaltable de quienes somos orientadores frente a las personas con discapacidad. Muchas Gracias.