La Neuroplasticidad

1. LA NEUROPLASTICIDAD Cuando intentamos exponer el término neuroplasticidad nos encontramos con vastas publicaciones,

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1. LA NEUROPLASTICIDAD

Cuando intentamos exponer el término neuroplasticidad nos encontramos con vastas publicaciones, desde artículos científicos hasta libros y tesis enteras. Para empezar nuestra exposición hemos elegido una idea de Norman Doidge: “El sistema cerebral está formado de numerosas vías neuronales que están conectadas unas a otras y trabajan de manera conjunta. Si algunas de estas vías resultan bloqueadas el cerebro recurre a otras para sustituirlas” (2008, p. 24). Este planteamiento sobre la neuroplasticidad, a la que el autor llega siguiendo uno de los experimentos más conocidos del famoso neuroplástico Bach-y-Rita, implica un cerebro que no funciona como una máquina, sino como un organismo inteligente que busca salidas diferentes cuando no puede realizar alguna tarea de modo rutinario. Asimismo, contradice la idea generalizada por los localizacioncitas de que el cerebro es una especie de conjunto integrado por partes que se vinculan pero que no pueden reemplazarse unas por otras en sus funciones. Doigde (2008) sostiene que cuando el sistema nervioso central encuentra bloqueada alguna ruta cerebral, debido a alguna lesión o anomalía, que le permite realizar alguna de sus tareas consuetudinarias (caminar, ver, oír, hablar, leer, etc.), este busca rutas alternas.

A este proceso se le llama

desenmascaramiento cerebral (p. 24). El desenmascaramiento trae consigo la modificación de la corteza cerebral e incluso de otras partes del cerebro. Antes de abordar someramente la clasificación y los tipos de neuroplasticidad es necesario comprender el viejo debate entre los científicos de tendencia localizacionista y la neuroplástica. 2. LOCALIZACIONISMO VS NEUROPLASTICIDAD El localizacionismo, siguiendo la reseña de Doigde (2008), es la tendencia científica que concibe el cerebro como una máquina, mas no como un organismo vivo e inteligente. Esta idea puede rastrearse hasta el siglo XVII en que Galileo determinó que los cuerpos se movían por fuerzas mecánicas y

muchos científicos aplicaron este mecanicismo al estudio del cuerpo y del cerebro. Un ejemplo de la popularidad de esta concepción es el planteamiento de “William Harvey (1578-1657), quien estudió Anatomía en Padua, Italia, donde enseñaba Galileo, y descubrió cómo la sangre circula por nuestros cuerpos y demostró que el corazón funciona como una bomba, que no es otra cosa que una máquina sencilla” Doigde (2008, p. 27). Esta idea acerca de este órgano es de aceptación general en la actualidad. Luego de estos descubrimientos, el polifacético René Descartes propondría una idea análoga respecto del cerebro “Nuestros nervios son en realidad conductos, decía Descartes, que iban desde las extremidades hasta el cerebro y de vuelta a los primeros” (2008, p. 28). El planteamiento del científico francés no estaba del todo desencaminado y los estudiosos de su época reformularon esta teoría y explicaron que lo que circulaba por nuestros nervios no era líquido, si no corriente eléctrica. Esta concepción del cerebro como una máquina compleja culminó en lo que se conoce como localizacionismo. Pronto estos supuestos no tardaron en aplicarse a la actividad sensorial: […] se llegó a la conclusión de que cada uno de ellos -la vista, el oído, el gusto, el tacto, el olfato y el equilibrio- tiene una célula receptora especializada en detectar una de las muchas manifestaciones de energía que nos rodean […] La mayoría de los científicos era de la opinión de que estas áreas cerebrales eran tan especializadas que una nunca podría realizar la función de otra. (Doigde, 2008, p. 28).

Esta concepción del sistema nervioso central y de la manera en que los sentidos se vinculan con el cuerpo humano nos lleva a la inminente conclusión de que si alguna de las partes esenciales se estropea y no se le encuentra reemplazo la máquina quedará, entonces, estropeada para siempre, sin posibilidad de recuperar la función que perdió. Ahora bien, es necesario aclarar que el localizacionismo no excluye cierta plasticidad del cerebro; pero esta plasticidad se da solo en determinados periodos de la infancia a los que se le denomina periodos críticos. […] studies of animal development have suggested a fundamentally different view of what have been called "sensitiveperiod" or "critical-period" phenomena. The traditional concept has been likened by Bateson (1979) to the brief opening of a window, with experience influencing development only while the window is open. Greenough, W, Black, J. Wallace y Christopher, S. (1987, p. 539).

Estos científicos sostienen, basados en experimentos con animales, que durante un lapso de tiempo determinado, casi siempre en la primera infancia, el cerebro realiza su configuración neuronal principal.

Pero lo que el

localizacionismo plantea es que una vez que este mapeo cerebral se ha realizado y se ha asociado los sentidos o habilidades a determinadas áreas cerebrales, esta configuración no puede ser modificada. En contraposición con lo anterior Doigde (2008) expone la tesis de los neuroplásticos narrando y exponiendo sus argumentos: Paul Bach-y-Rita fue prácticamente el único científico en rechazar estas ideas localizacionistas. Nuestros sentidos posen una importante naturaleza plástica, descubrió, y si uno de ellos resulta dañado en ocasiones otro puede reemplazarlo en un proceso que él llama «sustitución sensorial». (p. 28)

Como inferencia de uno de sus más famosos experimentos de Paul Bach-yRita, el devolver la capacidad parcial de ver a un ciego, vinculando una cámara a la piel de su espalda, este científico sostiene lo siguiente: Bach-y-Rita determinó que la piel y sus receptores táctiles pueden ser sustitutos de la retina porque tanto la piel como la retina son capas bidimensionales cubiertas de receptores sensoriales que permiten que sobre ellos se formen «imágenes». […] Para que eso sea posible tiene que aprender algo nuevo, y la parte del cerebro dedicada a procesar el sentido del tacto tiene que adaptarse a las nuevas señales. Esta adaptabilidad implica que el cerebro es plástico, en el sentido de que es capaz de reorganizar su sistema sensorial y perceptivo. (Doigde, 2008, p. 31).

Este aprendizaje de la corteza cerebral dedicada al procesamiento de la información del tacto para producir imágenes en el cerebro es una de las pruebas de que las regiones cerebrales pueden cambiar su especialización si son estimulados adecuadamente. Al parecer las pruebas acerca de la neuroplasticidad del cerebro son abrumadoras y hoy son aceptadas por la comunidad científica internacional. Esta nueva imagen del cerebro ha llevado a la búsqueda de nuevos métodos para aprovechar la neuroplasticidad en los ámbitos de la medicina al tratar a niños con dificultades de aprendizaje, adultos que hayan sufrido daño cerebral, para combatir enfermedades como el autismo y el alzhéimer.

Referencias bibliográficas

Greenough, W, Black, J. Wallace y Christopher, S. (1987). Experience and Brain

Development.

Child

Development.

Recuperado

de

http://tm.ermarian.net/Academic %20Junk/Psychology/Neuroscience/Learning/Greenough,%20W.,%20Black, %20J.,%20Wallace%20C.%20(1987)%20-%20Experience%20and%20Brain %20Development.pdf

Mapas cerebrales Periodos críticos CUANDO NUESTRO CEREBRO SE VUELVE RUIDOSO (2008) “Cuando nuestro cerebro es «ruidoso» la señal necesaria para almacenar un nuevo recuerdo no puede competir con la actividad eléctrica de fondo del cerebro, desencadenando un «problema de señal-ruido»”. (p. 98) El cerebro se vuelve ruidoso por dos motivos: el deterioro natura y la falta de ejercitación. El núcleo basal encargado de segregar acetilcolina, neurotransmisor responsable de la sincronización del cerebro, ha sido descuidado por completo. El aprendizaje que se da durante la infancia se frena cuando llegamos a la vida adulta. Dejamos de aprender en el sentido primigenio de la palabra y nos dedicamos a ejercitar las habilidades ya aprendidas (p.99)

Actividades tales como leer el periódico, practicar nuestra profesión de toda la vida o hablar nuestra lengua materna no son más que la repetición de destrezas que ya dominamos, no verdadero aprendizaje. Y para cuando cumplimos los 70 resulta que durante 50 años no hemos ejercitado los sistemas cerebrales encargados de regular la plasticidad. (p.99) Para ayudar a este sistema se recomienda actividades que fuercen a mantener la atención, aprender un nuevo idioma, aprender una nueva profesión, solucionar rompecabezas complicados. Lo mismo ocurre con la movilidad Todo lo que hace un cerebro joven lo puede hacer también un cerebro adulto. A medida que envejecemos dejamos de ver no solo porque nos fallan los ojos, sino también porque lo hacen los procesadores cerebrales de la visión. (p. 101)

El control motor bruto también se ve deteriorado “… el hecho de llevar zapatos durante décadas limita este feedback sensorial de los pies al cerebro” (p. 102).

NEUROPLASTICIDAD AMOR Y SEXUALIDAD

“… la libido humana no es una tendencia biológica, invariable y estructural sino que puede ser curiosamente variable y verse fácilmente alterada por nuestra psicología y nuestras relaciones anteriores” (p. 106) Tenemos un tipo sexual y posponemos el placer hasta encontrarlo Las parejas que se conocieron a los 20 y ahora tienen 60 son diferentes, pero sus libidos se han adaptado. “Dado que la sexualidad es un instinto y el instinto se define tradicionalmente por un comportamiento hereditario exclusivo de una especie, la variedad de gustos sexuales resulta cuando menos curiosa. Los

instintos suelen resistirse al cambio y se considera que tienen un propósito claro y no negociable, es decir, la perpetuación de la especie. Y sin embargo el «instinto» sexual del ser humano parece haberse liberado de su objetivo básico, la reproducción, y sus variaciones son infinitas, algo que no ocurre con otros animales, en los que el instinto sexual sí se comporta como lo que es”. (p. 107) La idea del amor es plástica: amor por conveniencia, amor cortés (siglo XII), liberalismo, ergo amor romántico. (p. 108) “La estructura cerebral que regula las conductas instintivas, incluida la sexual, se llama hipotálamo y es plástica, como lo es la amígdala, la estructura encargada de procesar las mociones y la ansiedad”. (p. 108)

La plasticidad no se da aislada “Merzenich lo explica así: «La plasticidad no puede darse de forma aislada ... es del todo imposible». Sus experimentos han demostrado que si un sistema cerebral cambia, aquellos sistemas conectados a él también lo hacen” (p. 109). Para el desarrollo de la capacidad de amar existen periodos críticos de aprendizaje que determinan el desarrollo adulto del ser humano. Los apelativos cariñosos de las parejas son análogos a los que recibíamos durante la fase oral. Según Freud regresión, según neuroplasticidad desenmascarar antiguos circuitos neuronales. Lo sucio del sexo se explica por la consciencia que adquiere el niño de que los genitales son los elementos para la excreción, esta sensación será sublimada por el placer sexual intenso que se descubre en la adolescencia (plasticidad) (p. 111) “… lo principal es que durante nuestros periodos críticos podemos adquirir gustos e inclinaciones románticas y sexuales que podrán influirnos durante el resto de nuestras vidas. Y el hecho de que podamos adquirir diferentes gustos sexuales contribuye a la inmensa variedad de preferencias que existen entre las personas en este terreno” (p. 112).