La Importancia de La Oratoria

LA IMPORTANCIA DE LA ORATORIA El lenguaje es el instrumento por el que se controla la comunicación verbal. La persona e

Views 67 Downloads 3 File size 266KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

LA IMPORTANCIA DE LA ORATORIA El lenguaje es el instrumento por el que se controla la comunicación verbal. La persona es lo que expresa, por lo que hablar con corrección es de gran importancia. Fluidez verbal, elocuencia, concisión, ritmo, tono, pausas, son fundamentales para conseguir una buena oratoria y ofrecer la mejor imagen de uno mismo. Ya lo deciá Sócrates: "Habla para que te conozca". La Vanguardia

Expresar: pensar y pensarnos Eduardo Resbier Profesor titular de la UB y director del posgrado sobre Persuasión Estratégica Personal de la UB La mayoría estaríamos de acuerdo en considerar que la comunicación es trasmisión de información. Información en sentido amplio: ideas, emociones. Los mensajes que damos no sólo son verbales sino, simultáneamente, no verbales. Y esto es cierto pero la comunicación es algo mucho más profundo y serio. A través de ella decimos a nuestro entorno quién somos, qué nos preocupa, cómo queremos ser tratados y hasta cierto punto lo que creemos de nosotros mismos. Nuestros pensamientos, nuestras creencias configuran cómo nos vamos a comunicar. Observe el lector su cuerpo cuando se “siente seguro”. Probablemente sus hombros estarán hacia atrás, su espalda recta, su mandíbula ligeramente hacia arriba. Camine así por la calle y estará, sin hablar, generando efectos muy determinados: trasmitirá seguridad. Pruebe a caminar con los hombros encogidos, mirando al suelo, con la comisura de los labios hacia abajo, verá que los efectos que genera en los demás y en sí mismo son muy distintos. Mejorar la comunicación no es sólo trasmitir correctamente sino “pensar y pensarnos” de una manera diferente. Es decir, tener inteligencia emocional. Y es que este déficit en comunicación ya viene desde el colegio. La mayoriá de estudiantes universitarios, por ejemplo, ya vienen de serie con miedo a hablar en público. Sus intervenciones servirían para escribir un espléndido manual de lo que no debe de hacerse. En otros paiś es los exámenes son orales. Cuidan esta habilidad porque saben de su relevancia. Miren los grados universitarios y se asustarán por la falta de este tipo de estudios. Por ejemplo, algo tan universitario como los grupos de debate brillan por su ausencia. Nos indignamos cuando oímos que profesores con bajo nivel de inglés dan clases de ese idioma pero no nos planteamos el nivel que tienen en expresión oral. Hay que interesar a los niños, hay que ofrecerles modelos adecuados que puedan usar de modelo. El gran problema de expresarse es el miedo a la evaluación, a lo que los demás piensen de uno. Este miedo desemboca en ansiedad y cuando quitas esta ansiedad tanto el niño como el profesional empiezan a mejorar su destreza. El miedo a lo que pensarán de nosotros no solamente afecta cuando hablamos en público sino también cuando nos relacionamos en nuestra vida cotidiana. Pero trabajar la comunicación no tiene por qué empezar en las escuelas. Hay que darse cuenta de los mensajes que trasmitimos. En los parques infantiles he visto secuencias interesantes. Ver a uno de los padres pegar a un niño diciéndole: “¡No está bien pegar”. Diciéndole a gritos:“Nogrites”.Loterribledelcasoesqueesospadres no se dan cuenta de que están comunicando al niño justo lo contrario de lo que quieren trasmitir. El mensaje real, fácilmente, se convierte en: “pega, grita”. En definitiva, “haz lo que hago pero no lo que te digo”. Hace poco, tomando un café, un conocido me explicó que no saben qué hacer con su hija. Le dicen que estudie, que lea y no hace nada de eso. Estuve a punto de preguntarle: “¿Ella os ve leer o sólo decís que lea y vosotros veis sólo la televisión?”. Todo ello son mensajes que calan muy profundamente en los

niños, en las personas. Hay que ser conscientes de cómo comunicamos y de los efectos que genera nuestra comunicación. Cuando comunicamos estamos influyendo, estamos expresando a todos cómo pensamos, en lo que creemos, nuestros puntos fuertes y débiles. La persona insegura ¡comunica a la perfección su inseguridad! La tímida, al expresarse, enrojece, rehúye la mirada, quizás hasta tartamudee. Expresa perfectamente lo que en esos momentos siente. Aunque, probablemente, se sienta mal porque no quiere generar estos efectos. ¡No quiere comunicar cómo lo hace! Y ese sentirse mal acentuará su forma de interaccionar, es decir, en nuestro ejemplo, se sonrojara, hasta tartamudeará más. Y nos etiquetarán. Y nos tratarán en función de este etiquetaje. ¡Y sácate esta etiqueta de encima! Es más, es fácil que hasta esto contribuya a que uno se auto etiquete y se comporte con los demás en función de cómo se ha encasillado. Es inevitable que la gente tome decisiones sobre nosotros según cómo nos expresemos y relacionemos. Imagínese el lector a todo un profesional con un currículum excelente pero, que en su entrevista de selección, no se expresa con claridad, no es coherente, se deja llevar por una emocionalidad que juega en su contra. ¿Lo cogería? La mejora en la expresión oral pasa por muchos sitios, es cierto. Disponer de un buen vocabulario, saber lo que se quiere trasmitir etcétera. pero, fundamentalmente, pasa por vencer estas inseguridades. Cuando alguien me dice que “no sabe hablar en público” le contesto: “¿Cómo lo haces para hacerlo mal? Yo sé lo que hago para hacerlo bien pero no sé qué haces tú para hacerlo mal”. ¡Se sorprenden! Quizás piensen que hablar en público es algo que está en el ADN ¡y no! Es puro método. ¿Para cuándo las asignaturas de expresión oral en los colegios?

El arte de la oratoria Agustin ́ Rosa Experto en oratoria y motivación. Presidente del Club Internacional de Oratoria Aunque hace más de dos mil años se sabiá que hablar en público y comunicarse con eficacia era clave para triunfar en la sociedad, en el mercado actual pocos son los centros y las universidades españolas que enseñan a sus alumnos el arte de la oratoria de Sócrates, Cicerón o Quintiliano. Por ello, algunas universidades, centros de emprendedores y cámaras de comercio han puesto en marcha iniciativas que están acercando a los estudiantes, emprendedores y profesionales a esta materia mediante conferencias, talleres y cursos de formación para potenciar sus habilidades en oratoria. Hablar en público con eficacia y seguridad no sólo ayuda a crear mejores profesionales, empresas más competitivas o lid ́ eres capaces de elaborar discursos persuasivos, sino que también aumenta la autoestima y confianza personal, potencia las relaciones y permite desarrollar la inteligencia emocional, este es el mensaje que transmito a mis alumnos en los cursos que imparto sobre esta materia. En nuestra sociedad no es difić il encontrar reuniones de trabajo interminables, clases donde los alumnos acaban aburridos o presentaciones que no cumplen las expectativas; todo ello debido a una falta de dominio de la palabra oral. Aprender a sintetizar las ideas clave, conocer a nuestro interlocutor antes de hablar o preocuparnos por entregar algo útil al público son elementos clave para comenzar a mejorar nuestras habilidades de comunicación. Comunicar bien la idea de un proyecto o servicio es clave para que consiga tener éxito. Se puede tener el mejor producto, pero si no sabes transmitirlo ni comunicarlo, nadie acabará por comprarlo. Será una idea más que ha quedado en el baúl del olvido. Para ello, lo mejor es realizar una excelente preparación,

presentar la idea de proyecto a amigos, familiares y potenciales clientes, escuchar activamente sus opiniones y perfeccionar las partes que necesiten mejora. Para perfeccionar el arte olvidado de la oratoria de Cicerón, empieza por analizar las técnicas de Steve Jobs, Barack Obama o las conferencias TED. Investiga, lee y fórmate sobre la materia. No basta con saber o aprender, sino que hay que ponerlo en práctica. Aprovecha la siguiente reunión o propon impartir conferencias