La Historia de Isaac e Ismael

La Historia De Isaac E Ismael: ¿cómo Empezó Todo? UN VIAJE SORPRENDENTE Hace algunos años comencé a escribir un libro s

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La Historia De Isaac E Ismael: ¿cómo Empezó Todo?

UN VIAJE SORPRENDENTE Hace algunos años comencé a escribir un libro sobre Isaac e Ismael —comencé de mala gana, respondiendo a la solicitud de alguien, sin estar convencida de que yo fuese la persona adecuada para hacerlo—. Existen muchas personas, pensaba, que estarían mucho mejor calificadas para escribir sobre Isaac e Ismael y sobre el pueblo árabe. Por otra parte, estaba muy consciente de la afirmación de que los árabes modernos no eran descendientes de Ismael. Me preguntaba qué hacer —¿debería escribir este libro sobre los personajes bíblicos: Isaac e Ismael? ¿Debería escribir este libro sobre los judíos y los árabes? En fin, ¿debería escribir este libro?— Sabía muy poco respecto al viaje que emprendería: el viaje por descubrir las bases bíblicas y la explicación espiritual de los hechos empíricos. Tenemos dos pueblos diferentes: árabes y judíos; tenemos la evidencia de su cercanía y similitudes en muchas formas —desde su leguaje hasta su ADN—. Pero desafortunadamente, también tenemos infinitas tensiones y conflictos entre ellos. A parte de lo que algunos científicos dicen, ¿no crees que hay una historia bíblica y una realidad espiritual más allá de esta complicada realidad visible? Este viaje ha sido sorprendente —la mano de Dios y Su guía ha sido evidente durante el trayecto— y mi corazón no solo ha sido tocado profundamente, sino que mi forma de pensar también ha sido hondamente sacudida por lo que he descubierto en las páginas de las Escrituras. Gran parte de mi descubrimiento está basado en las ideas hebreas de los capítulos 16-21 de Génesis; otra parte llegó a través del PARDES —el método de exégesis judío que proporciona una estructura para el libro—. Muchos de mis lectores no están familiarizados con el PARDES; tampoco leen las Escrituras en hebreo, por eso me gustaría compartir algunos de mis descubrimientos en estas páginas. PARDES En la exégesis judía, el método PARDES describe cuatro niveles diferentes de interpretación bíblica. El término PaRDeS es un acrónimo formado por las iniciales de estos cuatro niveles, los cuales son: Peshat (‫“ – )פְּ שָׁ ט‬plano” y “recto” o el significado directo y literal de las Escrituras; Remez (‫)רמֶ ז‬ ֶ – “pistas”, o el significado profundo y simbólico, más allá del sentido literal;

Derash (‫)ד ַרש‬ ְּ – “investigar” y “buscar”, o el significado comparativo: un significado más profundo obtenido de un pasaje al comparar sus palabras y contenido con pasajes similares en otras partes; Sod (‫“ – )סֹוד‬secreto” y “misterio”, o el significado de las Escrituras revelado por inspiración o revelación. En otras palabras, Peshat significa la interpretación literal; Remez es el significado noliteral o alegórico; Derash representa el significado amplificado de la aplicación de la vida; mientras que Sod representa el significado secreto, oculto del texto. UNA SORPRENDETE PROMESA La historia de Ismael empieza en Génesis 16, pero comenzaremos nuestro estudio desde Génesis 15, ya que la conversación con Dios que abre este capítulo, es crucial para comprender la decisión de Abram en el siguiente capítulo. En Génesis 15, somos testigos de una sorprendente conversación: Por primera y única vez, Abram expresa su pesar al Señor. No sabemos si fue una decisión hecha conscientemente de ante mano o si él simplemente no pudo contener su decepción. Lo que sabemos es que cuando Dios le dice a Abram: “Tu recompensa es extremadamente grande”, en lugar de una humilde y mansa gratitud, le escuchamos una queja con resentimiento: “Señor Dios, ¿qué me darás? Si estoy sin hijos”. Así es como se lee en la traducción del inglés. En hebreo, sin embargo, es incluso peor: “Anohi oleh ariri!”. Sí, la palabra ariri (cuando se deletrea con ayin) significa “sin hijos” —pero también tiene la connotación de “solitario, abandonado, olvidado”—. Además, esta palabra suena muy cercana a la raíz “maldito” (deletreada con alef),que la amargura de esta declaración es verdaderamente abrumadora: Estoy maldito por no tener hijos y tú me hablas de recompensa. “Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?”[1] Todos podemos entender el dolor de Abram: ha estado esperando durante mucho tiempo. Sin embargo, debes leer en hebreo para poder comprender algo más —constantemente le ha sido recordado este dolor por ironía de su nombre: ‫אברם‬, Av-Ram, “padre grandioso”—. Ha llevado consigo este nombre durante ochenta y cinco años, aún así todavía no tiene hijos. Realmente está dolido, y por eso es que se queja dos veces, como si quisiera dejar claro que su dolor y decepción se transmite claramente al Señor. El tercer versículo del capítulo 15 simplemente reitera el segundo, con el mismo resentimiento y casi la misma actitud amarga: “Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa”.[2] Y ahora la conversación viene a ser verdaderamente innovadora, porque Abram aprende, por primera vez, que a Dios no solo le importa su obediencia, sino también su dolor. No hay mayor revelación del amor de Dios que darse cuenta de que cuando lloramos, Él también llora. Creo que este fue justo el momento de Abram, porque después de su amarga

queja, en lugar de la esperada reprimenda y reproche, Dios le lleva afuera y le dice: “Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas”. En hebreo, esta frase ‫( הַ שָׁ מַ יְּ מָׁ ה הַ בֶ ט־נָׁא‬hebet-nah hashamaymah) incluye una palabra interesante –‫(נָׁא‬na)– la partícula hebrea de la súplica: ¡Por favor, te lo pido! Esta partícula es típicamente utilizada para marcar una forma muy educada de hablar o una solicitud emocional, y normalmente, es la gente quien dice “na” a Dios, no al revés. (Un ejemplo famoso es la palabra ‫( נא הושיעה‬hoshi’a na) en el Salmo 118:25, de donde viene Hosanna). Aquí, sin embargo, somos testigos de algo verdaderamente único: Dios mismo dice “na” a Abram —y mediante esta pequeña palabra, completamente perdida en la traducción, podemos ver con cuanto cuidado, amor y ternura Dios habla a Abram, incluso ahora, después de su amarga y dolorosa queja—. Y entonces Abram escucha estas maravillosas palabras: “No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará…”[3] Probablemente, en este punto, Abram empieza a sollozar. Él ha estado esperando por mucho tiempo. Tiene ochenta y cinco años y todavía sin hijos. Pero ahora aprende que después de todo, él tendrá un hijo propio. No solo una multitud de descendientes en un futuro nebuloso, sino su propio hijo, de su propio cuerpo, a quien será capaz de sostener con sus propias manos. Esto es algo que Abram de Génesis 13, aunque asegurado por la promesa de Dios respecto a su descendencia y el polvo de la tierra, todavía no sabía —y es este conocimiento lo que hizo a Abram increíblemente feliz—. Pero hay algo que este hombre, sobrecogido por la gracia del Señor en el esplendor de la noche estrellada, todavía no sabe: Estaba feliz al saber que iba a tener un hijo a una edad no demasiado joven, pero todavía no tiene ni idea de que va a tener dos hijos, y de que su inmenso deseo de ser padre, su amor por esos dos hijos, y la inevitable dinámica familiar resultante, todo dentro del contexto del plan de Dios, dará forma al curso de la historia humana. Continuará… Los extractos de mi libro “Abraham had two sons” están incluidos en este artículo, así que si te gustó este artículo, podrías también disfrutar del libro. Da clic aquí para obtener una muestra gratis: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/

[1] Génesis 15:2 [2] Génesis 15:3 [3] Génesis 15:4

La Historia De Isaac E Ismael: Abraham (peshat) By Julia Blumagosto 16, 2018No comments Una solución “perfecta” La última vez vimos a Abraham recibiendo la maravillosa promesa de Dios en Génesis 15. Así pues, en el capítulo 16 donde empieza la historia de Agar e Ismael, ya conocemos dos cosas importantes sobre Abraham: su fe en Dios y su deseo de tener un hijo. Estas dos cosas no solo definen a Abraham, sino que están enlazadas en su corazón: sí, él desea desesperadamente ser padre, pero también como prueba de fe y obediencia, sabe que ha de tener un hijo. Por eso, cuando Sara le presenta su “plan Agar”, él ve en ello la solución perfecta para lo que parecía ser un problema sin solución. Sara estaba bien avanzada en años para tener hijos, por eso, evidentemente era incapaz de tener un hijo. Por otra parte, el Señor le había prometido un descendiente “de su propio cuerpo”, era obvio pues, que otra mujer tuviese ese hijo. Sin embargo, si esa mujer era la sirvienta de Sara, su hijo aún sería legalmente considerado como hijo de Sara. Brillante. ¿Puedes imaginar los sentimientos de un anciano de 86 años quien toda su vida había estado sin hijos? —quien no solo durante muchos años había estado soñando con un hijo, sino durante muchas décadas, y ahora finalmente iba a tener un hijo?— Cuan bendecido y orgulloso debía haberse sentido sosteniendo en sus manos esta prueba viviente de la fidelidad de Dios a Sus promesas. Recuerda: aún así sabemos que Ismael no era el hijo de la promesa, Abraham no lo sabía. Durante trece años, desde el momento en que nació, Abraham vio a Ismael como su heredero físico y espiritual. Él amó muchísimo a su hijo, su corazón estaba satisfecho con Ismael, y durante esos alegres años, de alguna manera, un dato “pequeño” se escapó de su atención: Dios ya no le estaba hablando. Fuimos testigos del encuentro de Abraham con Dios en el capítulo 15, cuando él tenía 85 u 86 años. La próxima vez que el Señor se apareció a Abraham fue en el capítulo 17, cuando él tenía 99. Al menos durante trece años no tenemos registro de que Dios hablara con Abraham. Nuevo encuentro ¿Se dio cuenta Abraham de que Dios no había vuelto a hablar con él? Las Escrituras no dicen nada referente a estos trece años en que Ismael fue el único hijo de Abraham. Aún así, cuando el Señor se le aparece a Abraham en el capítulo 17, hay que remarcar que la única cosa que nosotros (y Dios) escuchamos de Abraham en este capítulo, es la súplica por su hijo: “Ojalá Ismael viva delante de ti”.[1] Presta mucha atención: Abraham dijo estas palabras cuando Dios ya le había dicho algo sobre otro hijo. Tal como leemos en el capítulo 17, donde Dios se le aparece a Abraham después de trece años de silencio, vemos que la promesa que sacudió el mundo de Abraham —de que tendría otro hijo—solo viene en el capítulo 16. Sin embargo, fue precedido por un largo discurso, en el cual Dios le contó a Abraham sobre el pacto con él y sus descendientes para

siempre. Dentro de los catorce primeros versículos del capítulo 17, la palabra “pacto” aparece diez veces; la palabra “descendiente” aparece cinco veces y todos estos sucesos ocurren antes del versículo 16 —antes de que Abraham escuchara por primera vez que tendría un hijo con Sara—. Eso significa que todo este tiempo, mientras escuchaba al Señor hablando sobre el pacto y los descendientes, Abraham obviamente piensa en Ismael, porque hasta ese momento, no tiene ningún otro descendiente. Entonces llegaron las últimas noticias de Génesis 17:16: “Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer…Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo”— personalmente no creo que Abraham estuviese especialmente emocionado al escuchar esto—. Era un hombre viejo, ya tenía un hijo, su corazón y su vida estaban satisfechos con Ismael, e incluso no estaba seguro de desear otro hijo. Estas noticias fueron tan inesperadas, tan inconcebibles y probablemente tan incómodas, que Abraham no tuvo prisa de contárselo a Sara: cuando Sara lo escucha en el capítulo 18, se ríe con la famosa risa “para sus adentros”, lo cual muestra claramente que es la primera vez que ella escucha algo así. ¿Huésped o huéspedes? Según comentarios judíos, tan solo habían pasado unos días entre la aparición de Dios a Abraham en el capítulo 17 y Su aparición entre los árboles de Mamre en el capítulo 18. Abraham aún no estaba completamente recuperado después de su circuncisión al final del capítulo 17. La Torá no menciona esto. En su lugar, se nos muestra algo sorprendente, que en mi opinión refleja la lucha en el corazón de Abraham después de su encuentro con Dios en el capítulo 17. El famoso comienzo del capítulo 18: “El Señor se le apareció a Abraham” es seguido por la conversación de Abraham con sus huéspedes, y es aquí, en esta conversación, que descubrimos signos de inseguridad en Abraham que están completamente perdidos en la traducción. Mira en el texto hebreo de abajo, incluso si no sabes del todo hebreo, puedes ver por la diferencia de colores que el hebreo aquí cambia del singular (subrayado) al plural (resaltado) —reflejando claramente la inseguridad de Abraham sobre si los visitantes eran humanos o divinos—. Por ejemplo, hay una controversia sobre si Adonai aquí debe ser leído como palabra sagrada, “Señor”,o como una palabra regular en plural “señores”. Creo que justo aquí, justo después del capítulo 17 con las últimas noticias, esta interacción entre singular y plural llega como una expresión de la indecisión y lucha interna de Abraham entre lo natural y lo sobrenatural: si creyó —o si quiso creer— esta promesa sobrenatural. ‫ ַוי ֹּאמַ ר ג‬: ‫ ֲאדֹּ נָׁי‬, ‫אם‬-‫ָׁא‬ ִ ‫אתי נ‬ ִ ָׁ‫אַ ל–בְּ ֵעינֶיָך חֵ ן מָׁ צ‬-‫תַ עֲבֹּ ר נָׁא‬, ‫עַבְּ דֶ ָך מֵ עַל‬.

3 Señor, si ahora he

hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. ‫י ֻקַ ח ד‬-‫מעַט נָׁא‬-‫ם‬ ְּ ִ‫מַ י‬, ‫וְּ הִ שָׁ עֲנּו ַ;רגְּ לֵיכֶם וְּ ַרחֲצּו‬, ‫הָׁ עֵץ תַ חַ ת‬. 4 Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, ‫פַת וְּ אֶ קְּ חָׁ ה ה‬-‫לִ בְּ כֶם וְּ סַ עֲדּו לֶחֶ ם‬, ‫כִ י–תַ ֲעבֹּ רּו אַ חַ ר‬-‫עַל‬-‫עֲבַ ְּרתֶ ם כֵן‬, ‫עַל‬-‫ֹּאמרּו ;עַבְּ ְּדכֶם‬ ְּ ‫ ַוי‬, ‫ַכאֲשֶ ר תַ עֲשֶ ה כֵן‬ ָׁ‫דבַ ְּרת‬.ִ 5 y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. Por favor, no me malinterpretes. No estoy diciendo que Abraham no estaba feliz con el nacimiento de Isaac o que él no amaba a su hijo pequeño. Desde luego, él amó a Isaac; no hay ninguna duda sobre ello. Sin embargo, él había amado a Ismael durante trece años antes de

escuchar algo sobre Isaac, y durante esos trece años, no había esperado que nadie más ocupase su lugar. Trece años es un tiempo muy largo, y durante todo ese tiempo, Ismael había sido su único hijo y heredero. Desde luego, después de este nacimiento sobrenatural de Isaac, Abraham supo, más allá de cualquier duda, qué hijo había de ser el hijo de la promesa; pero necesitamos recordar que él todavía amaba mucho a Ismael, y este es el lazo —el lazo de su enorme amor hacia ambos hijos y del plan de Dios— el cual intentamos desvelar aquí. Extractos de mi libro “Abraham had two sons” están incluidos en este artículo, por eso, si te gustó el artículo, también podrías disfrutar del libro. Da clic aquí para obtener una muestra gratis: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/ [1] Génesis 17:18

¿quiénes Fueron Los Nicolaítas En El Mundo De Éfeso Y Pérgamo? By Dr. Eli Lizorkin-Eyzenbergabril 19, 201570 comments Una dura advertencia a los Efesios va seguida por un estímulo que es notablemente difícil de entender. Este es un estímulo que nos provee de una gran cantidad de iluminación sobre este crítico tema. 6 Pero tienen una cosa: Odian las practicas Nicolaítas, cosa que yo también aborrezco. (Apocalipsis 2:6). El estímulo tiene que ver con la afirmación de Cristo, los Efesios odiaban las obras de los Nicolaítas. Para que se pueda entender lo que estas prácticas podían ser, debemos mirar lo que se le pidió a Juan que escribiera a la congregación de otra gran ciudad romana del Asia Menor,- la ciudad de Pérgamo. Leemos en Apoc. 2: 13-15 “Yo conozco donde habitas, donde está el trono de Satanás… Pero tengo unas cuantas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos inmorales. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los Nicolaítas”. (Apoc. 2:13-15) En estos versículos vemos las malas obras que Balaam enseñaba a Balac para hacer pecar a los Israelitas. La traición se refiere a dos cosas 1) comer alimentos sacrificados a los ídolos y 2) comprometerse en actos que son sexualmente inmorales (Números 22-24). Y estas dos cosas están de alguna forma conectadas con las enseñanzas de los Nicolaítas. Incidentemente, la decisión del Consejo de Jerusalén, tal como se expresa en la carta a los gentiles seguidores de Jesús, mientras que exime a los no judíos de toda clase de cargas sobre las observaciones obligatorias de los judíos, señala un conjunto concreto de prohibiciones también respecto a la comida de los gentiles. Leemos en Hechos 15:28-29: “Porque pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros, no imponerles ninguna carga más que estas que son necesarias: que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de estas cosas se guarden”. No es difícil darse cuenta que aparte de los cuatro comportamientos prohibidos para los gentiles, dos tenían que ver con los Nicolaítas y temas relacionados con Balam / Balac (comer alimento sacrificado a los ídolos y con la inmoralidad sexual). Es importante mirar que esta combinación de comida y delitos relacionados con el sexo fueron particularmente importantes para los Apóstoles judíos y para los ancianos, para abordar en sus cartas a los gentiles conversos, seguidores del Cristo Judío. En otras palabras, ¿es incluso concebible que los Apóstoles permitieran a los gentiles seguidores de Cristo, cometer homicidios, robo o estar obsesionados por las posesiones de sus semejantes? La respuesta, por supuesto es no. Esto no era un listado comprensible. Pero estas cuestiones traídas a los de Jerusalén (consumir alimentos

sacrificados a los ídolos, sangre, y sexo ilícito) parecían ser el principal desafío con que se encontraban los gentiles seguidores del Cristo Judío en su vida diaria, bajo el Imperio Romano. En la inmensa mayoría del mundo romano, el alimento que se vendía en el mercado primero era ofrecido/dedicado a una u otra deidad. La única excepción para esto era el aislamiento judeo/judío del resto de la población de Roma, quienes tenían sus propios privilegios y normas para matar. Muchos judíos residentes en el Imperio Romano formaban parte de una red en la cual, el concepto de alimentación no seguía el itinerario normal de ofrenda a los dioses romanos. Los escritos del Apóstol Pablo a las naciones (todas las cartas que Saulo-Pablo escribió, que forman el Nuevo Testamento) muestran claramente que este tema, continuaba siendo como una plaga para los creyentes, lo suficiente como para que él se dirigiese a ellos con considerable detalle (1ª Cor. 8:10). Juzgando por la 2ª Carta de Pablo a los Corintios (que por error le llamamos Primera Carta a los Corintios – 1ª Cor.5:9) algunos gentiles seguidores de Cristo, sintieron que podían seguir consumiendo alimento comprado en el mercado y que anteriormente había sido repartido procedente de la ofrenda a alguna deidad pagana. El Apóstol Pablo, si bien está de acuerdo con ellos en que esos dioses no son nada; apoya al Concilio de Jerusalén al prohibirles a los gentiles seguidores de Cristo, que consumiesen ese alimento asociado al culto y ritual greco-romano en cualquier forma. (1ª Cor. 8:1-3). Habiendo considerado este importante tema, regresemos al debate de los Nicolaítas. ¿Quienes fueron los Nicolaítas y cuál es el origen de esta palabra que encontramos primero en Apo. 2:6 y después se repite en Apo. 2:15? El principal intento tradicional para entender la etimología de esta palabra, a menudo está ligada con el designado diacono Nicolás en Hech.6:5 – “lo propuesto pareció bien al grupo, por eso eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, con Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmeas y Nicolás, un gentil de Antioquía convertido al judaísmo”. Presumiblemente, en una etapa posterior, Nicolás empezó a enseñar lo que eventualmente se definió como las malas obras de los Nicolaítas, el asunto es bastante oscuro. Sin embargo, hay otra opción, a menudo pasada por alto; sugerida hace muchos años por el gran hebraísta cristiano judío, John Lightfoot. Eso nos permite continuar leyendo el Libro de Apocalipsis como un exhaustivo documento Judío anti-Romano. Él sugirió que quizás el diácono Nicolás fuese una pista errónea a seguir. En su lugar, que Nicolaítas fuese un hebraísmo (en ese caso, algo originalmente dicho en hebreo pero deletreado en letras griegas) . ¿Qué tenía en mente? En hebreo, en vez de decir “comeremos”, el verbo ‫( נאכל‬nokal) habría sido empleado. Leemos en Isaías 4:1 “Y las siete mujeres echaron mano de un hombre diciendo: comeremos ‫( נאכל‬nokal) nuestro pan y vestiremos nuestros vestidos, tan solo déjanos llevar tu nombre, quita nuestra afrenta”. Si esta palabra hebrea ‫( נאכל‬nokal) se traduce al griego, la gente puede describirlo como “comeremos”. Por una parte, esto es lo que quería decir, su sentimiento “queremos comer” el alimento que otros creen que está prohibido (alimento ofrecido a los dioses paganos). Así τῶν Νικολαϊτῶν (ton nikolaton) “los Nicolitas” como grupo o como

doctrina pueden ser el origen del hebreo ‫( נאכל‬nokhal) “queremos comer” una conexión al contexto de Balaam y Balac, un incidente del libro de Números que se refiere en Apoc. 2:13-15. 7 El que tenga oídos para oír, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le será permitido comer del árbol de la Vida que está en el Paraíso de Dios. “El que tenga oídos para oír, que oiga” también es un hebraísmo que se utiliza en muchas ocasiones en los Evangelios por el mismísimo Jesús. Por ejemplo, en la parábola de la semilla que cae en tierra fértil y produce variada cantidad de fruto (Marcos 4:1-20). El significado básico de este hebraísmo es el siguiente: “si uno puede oírlo, uno debe obedecerlo”. En este caso (Apoc. 2:7) lo que el Espíritu Santo está diciendo a los seguidores de Cristo de las congregaciones del Asia Menor es tan importante, que si uno escucha, uno debe obedecer. A parte del hebraísmo, hay un juego de palabras en este versículo en griego. El que tiene oídos para oír “es el que vence” τῷ νικῶντι (to nikoti) que es una forma del verbo νικάω (nikao) que significa “ganar, conquistar, perseverar y salir victorioso”. Este sospechoso sonido, muy similar a la palabra que hemos mencionado – Νικολαί̈της (nikolates) “un Nicolaíta”. Si el lema de los Nicolaítas es “queremos comer”, entonces, como juego de palabras es lo que Dios promete al que venciere. Si ellos se abstienen de comer alimentos sacrificados a los ídolos, comerán del Árbol de la Vida y vivirán. El escritor de la Sabiduría de Salomón, compara a los justos con los árboles de vida, como si cada uno fuese un árbol. 1 Fiel es el Señor para con los que le aman de verdad, a los que soportan Su castigo, (2) A los que andan en la justicia de Sus mandamientos, en la ley que Él nos ha ordenado para que vivamos. 2(5) El que es piadoso en el Señor, vivirá para siempre. El Paraíso del Señor, los árboles de la vida, son Sus devotos. 3(4) Su semilla es arraigada para siempre. No serán deshojados en los días del Cielo: (5) Porque la porción y la heredad de Dios es Israel (Sabiduría de Salomón 14: 1-5). El Todopoderoso siempre guarda a los llamados y escogidos por Él. Les castiga pero siempre desea para ellos que sean probados fieles, para que puedan estar con Él para siempre, plantados como árboles en la Casa del Señor.