La Fundacion de Roma

LA FUNDACION DE ROMA Según el mito, Rómulo y Remo, dos gemelos abandonados en el río Tiber y amamantados por una loba, f

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LA FUNDACION DE ROMA Según el mito, Rómulo y Remo, dos gemelos abandonados en el río Tiber y amamantados por una loba, fundaron Roma, ciudad que llegaría a ser el centro de uno de los mayores imperios de la historia. A la pregunta de quien fundó Roma, nadie dudará en responder: Rómulo y Remo. Y en efecto, la representación de los divinos gemelos amamantados por la loba se ha convertido en una imagen universalmente conocida, quizá la que mejor simboliza a la Ciudad Eterna en cuanto que representa a sus legendarios fundadores. Sin embrago, tal afirmación no responde a la realidad histórica: salvo el caso de las colonias, pocas ciudades de la Antigüedad clásica fueron resultado de una fundación, sino más bien el producto de un largo proceso de formación. Pero para los antiguos romanos necesitaban crear un origen mitológico de su ciudad que se relacionara con la intervención de un héroe fundador, vinculado a los dioses. La leyenda de la fundación de Rómulo y Remo se fue configurando poco a poco a base de aportaciones sucesivas que varían el mito en función de los gustos y los intereses políticos del momento. Según la versión más extendida del origen de Roma, la historia de Rómulo y remo se remonta a su abuelo Numitor, rey de la ciudad de Alba Longa, en el Lacio. Numitor fue despojado del trono por su hermano Amulio, quien, para evitar futuras complicaciones, decidió impedir la descendencia de su hermano: ordenó dar muerte a su único hijo varón, mientras que a su hija, conocida con los nombre de Ilia y Rea Silvia, la hizo ingresar en el colegio de las vestales, un sacerdocio femenino que obligaba a sus miembros a conservar la virginidad durante treinta años, con lo cual le impedía tener descendencia. No obstante, cando en el cumplimiento de sus funciones sacerdotales Ilia se dirigió a una fuente para buscar agua, fue violada por el dios Marte, quien la dejó encinta de dos gemelos. Una vez tuvo lugar el parto, Amulio ordenó dar muerte a los niños, pero los servidores encargados de la misión les abandonaron dentro de una cesta en el rio Tiber. Las aguas desbordadas del rio depositaron la canasta con os pequeños a los pies del monte Palatino y allí una loba, atraída por el llanto de los pequeños, acudió y les ofreció sus mamas. Poco después aparecieron unos pastores y la loba se alejó. Uno de ellos, llamado Faústulo, recogió a los gemelos y se los entregó a su esposa, Acca Larentia, quien los crió. Rómulo y Remo pasaron su infancia y adolescencia en un ambiente salvaje, entre los pastores de la zona. Pronto revelaron condiciones innatas para el liderazgo y formaron una banda de jóvenes que se dedicaba a combatir a los ladrones. Cuando Faústulo les reveló su origen, los dos hermanos acudieron a Alba Longa, destronaron a Amulio y restauraron a su abuelo Numitor en el trono. Pronto les apremió el deseo de fundar una ciudad en el lugar exacto donde habían salvado la vida gracias a la loba. Desplazados al lugar junto a sus compañeros, surgió el conflicto entre los dos hermanos sobre cuál de ellos debía ser el fundador de. Decidieron resolver la disputa consultando los presagios y, a tal fin, Rómulo se situó sobre el monte Palatino y remo subió al Aventino. Remo fue el primero en observar seis buitres, pero inmediatamente se presentaron el doble de aves ante Rómulo. Finalmente se impuso Rómulo, quien procedió a fundar Roma siguiendo las reglas señaladas por el ritual

etrusco, trazando un surco con el arado que marcaría el límite de la ciudad. Rómulo estableció la prohibición de atravesar con armas el límite de la ciudad, pero Remo se burló de la obra de su hermano atravesando armado el surco. En la refriega que siguió y en cumplimiento de la justicia Rómulo mató a Remo. Pero la leyenda no se detiene aquí. La ciudad recién fundada por Rómulo necesita una población, ya que solo cuenta con el grupo de compañeros que habían acompañado en su viaje a los gemelos. Rómulo instituyó un lugar de asilo en la depresión intermedia del monte Capitolio, al cual se acogieron numerosas gentes procedentes de todos los lugares, en especial fugitivos de la ley y marginados. Pero faltaban las mujeres. Para conseguirlas Rómulo inventó una estratagema. Convocó unos juegos e invitó a ellos a un pueblo vecino, los sabinos. En plena celebración lo primeros romanos raptaron a las sabinas con la intención de convertirlas en sus esposas. Según la tradición, Rómulo reinó durante treinta y seis años. Sobre su muerte existían dos versiones, muy distintas, que se usaban en función de los intereses políticos del momento. La más antigua dice que desapareció durante una tormenta y fue elevado al cielo (versión divinificadora); mientras que la otra versión sostiene que Rómulo habría sido asesinado y que su cuerpo fue descuartizado por los senadores, cansados de su comportamiento tiránico (versión utilizada por los republicanos que se oponen al liderazgo protagonista de los caudillos militares) En la leyenda (mejor, en las diferentes versiones de la leyenda de Rómulo Y Remo) existe un núcleo antiguo, un fondo mitológico en el que puede encontrarse rastro de las creencias de la población primitiva del Lacio además de aportaciones de otras civilizaciones antiguas del Mediterráneo fácilmente reconocibles (amenaza de muerte, abandono de los niños en el rio, salvación milagrosa, la infancia como etapa de desconocimiento de la verdad, revelación de los verdaderos orígenes y toma de postura firme, enfrentamiento entre los hermanos, asesinato fratricida…) El mito, plenamente elaborado de Rómulo y Remo como fundadores de Roma se configuró en el siglo IV AC. La leyenda seguía los esquemas griegos, en una época en que las prósperas colonias helenas en el sur de la Península Itálica (Magna Grecia) habían establecido profundas relaciones con los pueblos latinos. Para los griegos, toda ciudad debía ser obra de un fundador mitológico y ellos atribuyeron ese protagonismo a Eneas, el héroe troyano que escapó a Italia después de la destrucción de su ciudad por los aqueos, según relataba Homero en la Iliada. Los romanos del siglo IV AC tienen un gran interés en invocar una lejana procedencia griega de sus orígenes pues esto les otorga una dosis de nobleza extraordinaria. Admiten, por ello, la tradición griega sobre la llegada de Eneas a Italia, pero la transforman: el héroe troyano deja de ser el fundador de Roma y se convierte en el progenitor del pueblo latino (muy anterior a la existencia de Rómulo y Remo), como verdadero fundador de la ciudad, los romanos prefirieron mantener a su héroe autóctono. Es un ejemplo más de la admiración y la búsqueda de vínculos con el mundo heleno pero sin renunciar a sus esencias diferenciales.

Muy probablemente fue durante la segunda mitad del siglo IV AC cuando se elaboró la leyenda completa de la fundación de Roma. A partir de entonces, la historia de Rómulo y Remo fue objeto de manipulaciones en función de los intereses políticos. A finales del siglo II AC y durante el siglo I AC en el largo periodo de la decadencia de la República, fue constante la mirada hacia los grandes personajes del pasado, que se convirtieron en modelo de actuación política. Quienes aspiraban al poder trataron de identificarse con Rómulo para, de este modo, justificar su aspiración a “refundar” la ciudad, mientras que sus adversarios políticos no dudaban en denigrar la figura de Rómulo como muestra precisamente de su oposición (versión de la tiranía de Rómulo). En general seguí creyéndose que el relato acerca del origen de Roma era verídico, pero algunos empezaron a dudar sobre algunos detalles concretos, como la paternidad de Marte y la intervención de la loba. Es decir, se llevaron a cabo intentos de búsqueda de explicaciones racionales a los mitos. Por ejemplo, se supuso que no fue Marte quien violó a rea Silvia, sino su tío Amulio. Tito Livio asegura que la loba no era realmente una loba sino que se trata del apelativo con el que se conocía a Acca Larentia, “la loba” por haber trabajado en un lupanar (prostíbulo). Así, se resuelve el enigma del animal salvaje en una actitud tan maternal y al mismo tiempo se desprestigia, una vez más, la presencia femenina en el mito.