La Fertilizacion en La Vid

INTRODUCCIÓN La nutrición mineral influye en modo determinante sobre la calidad de la producción vitivinícola y se trans

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INTRODUCCIÓN La nutrición mineral influye en modo determinante sobre la calidad de la producción vitivinícola y se transforma, en consecuencia, sobre todo en la actualidad, en una práctica irrenunciable. Macro y micro nutrimentos son capaces de modificar el contenido de carbohidratos, proteínas, aminoácidos, aromas y vitaminas del mosto, como asimismo los ácidos orgánicos: el nitrógeno (N) estimula la síntesis de ácido málico, el potasio (K) la del ácido tartárico, el calcio (Ca) la del ácido oxálico, por citar algunos de los lazos existentes. El objetivo central de la fertilización, principalmente nitrogenada, es maximizar la producción de frutos en equilibrio con un crecimiento vegetativo y calidad de uva adecuados. Las dosis deberían ajustarse, pues, con la estrecha vigilancia de la relación entre el vigor de las plantas y del rendimiento. Todavía hoy la fertilización en muchas zonas vitícolas no se realiza o se realiza irracionalmente, con aporte desequilibrado que resulta en excesos, carencias, desequilibrios nutritivos, antagonismos y, en última instancia, en un decaimiento productivo y cualitativo. El efecto negativo de un exceso de N, por ejemplo, se evidencia en un excesivo vigor y un decaimiento cualitativo, entendido como elevada presencia en mosto de ácidos (especialmente el málico), compuestos nitrogenados y pobreza de azúcares, antocianas y taninos.

LA VID Y SU DEMANDA DE NITRÓGENO El periodo de crítica necesidad de nitrógeno de la vid es durante el rápido crecimiento primaveral de brotes hacia floración y crecimiento herbáceo de la baya. El requerimiento declina a través del verano hasta senescencia. El pico de absorción es entonces durante unas semanas, previo a floración, hasta envero, con un segundo pico entre cosecha y caída de hojas (en coincidencia con un periodo de crecimiento activo de raíces). La vid, como otros árboles frutales de hojas caducas, depende fundamentalmente de la redistribución de las reservas nitrogenadas almacenadas previamente en las estructuras permanentes (raíces, tronco, cordones, sarmientos) para soportar el crecimiento primaveral. Las reservas de nutrimentos, en especial el N, son importantes para todo el crecimiento de la vid. La principal forma de reserva es como arginina. En zonas templadas y cálidas con variedades de maduración temprana, más del 60% de las reservas nitrogenadas presentes en las plantas al comienzo de la estación, se originan en el N absorbido durante el periodo de poscosecha. En zonas frías o variedades más tardías, esta acumulación puede comenzar antes de la cosecha. Es esencial una adecuada fertilización en la zona radical en este período para prevenir deficiencias en la próxima estación.

EN LA DORMANCIA, ABSTENERSE Corrientemente se recomendaba realizar la fertilización nitrogenada durante el periodo de dormancia, antes de la brotación en primavera, así se aseguraba una buena provisión de N en el suelo para el crecimiento. Estudios realizados en los ’90 demostraron que esta aplicación es poco eficiente porque gran parte del N aportado es lavado en el suelo por las lluvias de invierno, o por riegos abundantes de lavado iniciales (comunes en las zonas áridas regadías cuyanas), antes de que el crecimiento comience. El N debería ser aplicado durante la estación de crecimiento, después de unas 3 a 5 semanas desde brotación hasta poscuaje, o bien en poscosecha. Cuando se aplica en poscosecha, la canopia debe estar todavía funcional. En algunas áreas vitícolas o con variedades tardías, el periodo puede ser demasiado corto para que la absorción ocurra en forma efectiva. En situaciones de suelos muy permeables, con riego superficial, susceptibles de lixiviación o lavado, la dosis total particionada entre poscuaje y poscosecha minimizará las posibles pérdidas. El nitrógeno no debería ser aplicado durante el invierno o temprano en la primavera en suelos arenosos o con altas tasa de infiltración.

DOSIS

Las cantidades recomendadas para la aplicación de N en las plantas adultas va de 0 a 100 kg/ha de N, teniendo en cuenta que los suelos más arenosos precisan de las cantidades más elevadas. Para plantas jóvenes (2 a 3 años) la recomendación varía entre 0 y 50 kg/ha de N. La recomendación más frecuente es una aplicación en post-cosecha (60% de los requerimientos totales) y otra después de cuaje (40% restante). El manejo debe balancearse con adecuadas cantidades de fósforo, principalmente, y analizar por necesidades de potasio y magnesio y particularmente micronutrientes como zinc, hierro, manganeso y boro. Los análisis de suelo, el diagnóstico foliar en floración o de arginina en órganos de reservas, son herramientas útiles para precisar cuánto y cuándo aplicar fertilizantes más efectivamente.

DETERMINACIÓN DE LOS REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES El manejo nutricional de los viñedos es un elemento clave para el éxito productivo del cultivo. Una cantidad adecuada de nutrientes es esencial, tanto para el crecimiento vegetativo como reproductivo de la planta, traduciéndose en una cosecha económicamente rentable. Por el contrario, un manejo nutricional incorrecto incidirá en una menor rentabilidad, ya sea por deficiencia o por toxicidad de los nutrientes. Lamentablemente estimar los requerimientos nutricionales de los cultivos no es una tarea sencilla, pues depende de numerosos factores. Por lo tanto, no es posible dar reglas prácticas debido a que debe analizarse cada caso en particular. Para lograr un correcto manejo nutricional, el productor ictícola debe adquirir el hábito de monitorear la dinámica de los nutrientes a través de los años. Existen diferentes herramientas que pueden ayudar al productor a realizar esta tarea y así definir una estrategia adecuada de fertilización. Ellas son: observación visual a campo, análisis de suelo y análisis de hojas o pecíolos. La observación visual a campo es sin duda la más conocida y realizada por el productor. La observación de síntomas de deficiencia y toxicidad en hoja, como así también del vigor y tamaño de la planta nos da una información muy útil sobre el estado nutricional de la planta. Sin embargo, hay que prestar especial atención porque no toda anomalía foliar tiene su origen en un problema nutricional. Cuenta además como desventaja, que cuando hay síntomas visibles de carencia de nutrientes, ya se han producido pérdidas de rendimientos.

La segunda herramienta es el análisis de suelo. Éste se debe realizar antes de la implantación del cultivo, para identificar los niveles de nutrientes preexistentes en el suelo. También deberá realizarse en “post-plantación” para observar las tendencias de los distintos nutrientes a lo largo del tiempo. Si bien la información que nos proporciona el análisis de suelo es muy útil, éste no es adecuado para predecir el nivel nutricional del viñedo. Esto se debe a las diferencias en los niveles de absorción de cada nutriente en las distintas variedades, clones y portainjertos, como así también a las diferentes estrategias de riego y fertilización. La tercera y última herramienta es el análisis foliar. Esta es muy útil para monitorear el contenido de nutrientes que poseen las plantas y ayudar a identificar niveles nutricionales extremos como deficiencias o toxicidades. Cuando los análisis son tomados sistemáticamente a través de los años es una herramienta muy útil para manejar el estado nutricional de los viñedos y predecir futuros problemas. Debido a que los niveles nutricionales en las hojas varían a lo largo del ciclo, el momento más recomendado para tomar muestras de hojas se da durante la floración.

LA IMPORTANCIA DE LA FERTILIZACIÓN POST COSECHA

Los momentos óptimos para la fertilización son durante la estación de crecimiento, después de unas 3 a 4 semanas de producida la brotación, durante la etapa de rápido crecimiento de los brotes, hasta post cuaje y en post cosecha. A principios de primavera la planta depende de sus reservas para realizar su brotación y crecimiento inicial de brotes y hojas. Dichas reservas están compuestas por carbohidratos que se encuentran acumulados como azúcares y almidón en las estructuras permanentes de la planta: brazos, tronco y raíces, encontrándose en mayor proporción en estas últimas. Aproximadamente a partir de la floración, la vid ya posee una suficiente cantidad de hojas maduras para satisfacer sus propios requerimientos nutricionales. Desde este momento las reservas comienzan a restablecerse nuevamente de manera continua a través de los carbohidratos excedentes, generados principalmente por las hojas, alcanzando las reservas su nivel máximo durante el invierno. La vid, al igual que todas las plantas, obtiene carbohidratos mediante las hojas fotosintéticamente activas, por lo tanto, es primordial asegurar la existencia de hojas funcionales y sanas después de la cosecha. Para ello es importante que la planta esté bien hidratada y, de esta manera, continúe trabajando activamente hasta la caída de hojas. Obviamente el requerimiento hídrico en este momento será mucho menor que con anterioridad a la cosecha, por lo que el riego deberá ser moderado. También debe minimizarse cualquier otro factor que produzca pérdida de hojas activas inmediatamente después de la vendimia, como puede ser la cosecha mecánica, enfermedades o un excesivo estrés hídrico. Otra variable importante a manejar es la excesiva cantidad de racimos. Como muchos productores saben, el tiempo de madurez puede verse extendido debido a una sobreproducción. Este excesivo nivel de carga no sólo consume grandes cantidades de nutrientes y carbohidratos sino que reduce el tiempo que necesita la planta para la acumulación de reservas, produciendo perjuicios en el siguiente ciclo.

DOSIS En base a lo descripto anteriormente, las dosis de aplicación serán bastante variables y se deberán determinar de acuerdo a las 3 herramientas vistas

anteriormente. También en el cálculo correcto de la dosis a aplicar se debe tener en cuenta no sólo la reposición neta de nutrientes extraídos durante el ciclo, sino también el rendimiento esperado para el próximo ciclo, la devolución de nutrientes que realizan los sarmientos (si son incorporados al suelo) y fundamentalmente la textura del suelo, incrementándose la dosis en suelos arenosos. Nitrógeno: para plantas adultas las dosis de nitrógeno pueden variar desde 0 a 130 kg/ha, dependiendo de la fertilidad del suelo y rendimientos que se deseen alcanzar. Mientras que para plantas jóvenes, de 2 a 3 años, las dosis van de 0 a 50 kg/ha. En el caso de este nutriente se recomienda incorporar en post cosecha el 60% del requerimiento total calculado. Fósforo: en el caso del fósforo, las dosis para plantas adultas varían de 0 a 60 kg/ha. Uno de los momentos clave para la aplicación de este nutriente se da durante la preplantación, para estimular el desarrollo de raíces; debido a esto los viñedos jóvenes suelen no necesitar fósforo. No obstante, si los análisis muestran deficiencia se deberá realizar una fertilización. Ahora bien, el momento de aplicación ideal, si no se realiza fertirriego, es durante la época de la post cosecha. Esto se debe a que el fósforo posee escasa movilidad en el suelo, debiendo ser incorporado a una profundidad adecuada para que pueda ser captado rápidamente por las raíces (30-40 cm). Una aplicación durante la etapa de activo crecimiento de los brotes podría causar un daño significativo en el sistema radical afectando el crecimiento de dichos brotes.