La Espiritualidad Del Ser Humano

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La espiritualidad del ser humano El hombre es un ser de la naturaleza pero, al mismo tiempo, la trasciende. Comparte con los demás seres naturales todo lo que se refiere a su ser material, pero se distingue de ellos porque posee unas dimensiones espirituales que le hacen ser una persona.

De acuerdo con la experiencia, la doctrina cristiana afirma que en el hombre existe una dualidad de dimensiones, las materiales y las espirituales, en una unidad de ser, porque la persona humana es un único ser compuesto de cuerpo y alma. Además, afirma que el alma espiritual no muere y que está destinada a unirse de nuevo con su cuerpo al fin de los tiempos. Esta doctrina se encuentra en la base de toda la vida cristiana, que quedaría completamente desfigurada si se negara la espiritualidad humana.

LA ESPIRITUALIDAD EN EL HOMBRE. Desde la perspectiva logo terapéutica de Víktor Frankl Lic. Dra. Marina B. Gómez Prieto Psicóloga. Médica psiquiatra El hombre es un ser que participa de tres dimensiones. Ante todo la somática, orgánica, después la psíquica, mental (en el sentido estricto), y finalmente la espiritual, pero no añadida como una dimensión en sí, sino que, sin ser ella la única, es sin embargo la verdadera dimensión del ser humano Cada hombre que viene al mundo es algo absolutamente nuevo que llega a la existencia, que se hace realidad. La existencia espiritual no es trasmisible, no puede trasplantarse de padres a hijos. El hijo es un nuevo ser que se llama “yo” a sí mismo. Ha surgido un nuevo tú, sin que por eso sus padres se empobrezcan de espíritu o pierdan el derecho de decirse yo a sí mismos. El espíritu, por naturaleza es invisible, aunque No todo lo invisible ha de ser puesto como irreal.

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Lo que existe espiritualmente aparece como algo que se trasciende. Su ser radica en la realización de sí mismo y sólo se verán sus actos pero no la realidad que subyace. El organismo psicofísico se presenta como un complejo de órganos, de instrumentos o medios para alcanzar un fin que no siempre deja ver con claridad la esencia espiritual del hombre. La persona espiritual es quien organiza al organismo psicofísico. Se establecen relaciones análogas a las de un músico con su instrumento. Tanto el uno como el otro son necesarios para la ejecución de la obra. Si el instrumento se desafina (enfermedad), no habrá músico capaz de tocar en él. A diferencia del conjunto músico-instrumento, el cuerpo y el espíritu no están en la misma dimensión del ser. El espíritu permanece invisible. Lo espiritual no puede enfermarse. Al contrario, será lo que permita al enfermo una relación personal a veces precaria con el proceso orgánico de su enfermedad. El espíritu, por esa íntima unidad, puede ser perturbado. En términos psicológicos Frankl percibe al espíritu como un eje que atraviesa el consciente, preconsciente e inconsciente. El espíritu –el yo en su esencia- se introduce en estos tres planos. Surge un nuevo concepto de “persona profunda”. No será ya la facilidad psicofísica, algo vegetativo o propio de un animal, sino la persona espiritual-existencial que en su dimensión más profunda es inconsciente. Frankl observa que en los actos espirituales la persona queda de tal modo absorbida que no puede ser objeto de reflexión, no puede aparecer la verdadera esencia de la persona: la propia existencia –dirá- es irreflexiva y no analizable; el espíritu tiene la capacidad de captar el mundo como objeto, siendo él mismo inobjetable. Lo espiritual, concluye “tanto en su última instancia como en su origen tiene que ser inconsciente”. Sintetizando: 1) La persona es un individuo. 2) Su unidad no se rompe nunca ni siquiera en la psicosis, en la que se puede dar una disociación de ciertos complejos asociativos pero nunca de la persona misma. 3) Es totalidad pues no se puede agregar ni disolver en la comunidad. Tampoco propagarse a sí misma, lo cual corresponde sólo al organismo. 4) Cada persona es un ser nuevo. Es espiritual, utiliza de su organismo psicofísico

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para actuar y expresarse. No se halla bajo la dictadura del Ello, es el Yo el que manda. 5) Es también existencial, dinámica y capaz de trascenderse a sí misma. 6) La persona es libre y responsable. La actitud que asume frente al destino o sufrimiento, a lo que nos es dado, nos hace sujetos de una responsabilidad. La responsabilidad tiene dos puntos de referencia intencional: el sentido (de cuyo cumplimiento somos responsables) y un Ser delante del cual ser responsables. Debe como ser espiritual- estar por encima de su ser psíquico, ir más allá de lo vital y de lo social. En esta nueva dimensión –la espiritual- Frankl distingue dos capacidades específicas humanas: a) El Autodistanciamiento: posibilidad de distanciarse de una situación, de los condicionamientos, de sí mismo. Se puede separar de sí mismo. Esto es elegido libremente. b) La Auto trascendencia: Capacidad esencial: Ser hombre significa trascenderse a sí mismo. La intencionalidad de los actos espirituales es el aspecto cognoscitivo de la Auto trascendencia. La existencia de la persona espiritual se expresa a través de un cuerpo. Es Él que nos da nuestra misión. Solamente en la medida en que consideremos a nuestra vida como misión buscaremos como llenarla de sentido, realizar los valores. No podemos detenernos en nosotros mismos, es necesario trascender, completar el acto intencional. Ser hombre significa estar preparado y orientado hacia algo que no es él mismo, a la trascendencia. Si a veces la distinción entre el actuar consiente y lo inconsciente puede ser poco clara, existe siempre “una línea divisoria que separa lo espiritual de lo impulsivo” El hombre solo puede actuar como ser responsable y que decide, existir como tal, cuando no es impulsado, cuando no hay un ello que impulsa sino un yo que decide. Previo al querer hay un deber del que se ha tomado conciencia. El ser humano se encuentra frente a los valores por los que es atraído más que empujado. El Análisis existencial, promovido por Frankl sostiene que la

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dinámica de lo espiritual no está basada en la impulsividad sino en el anhelo por los valores.

LA RELIGIÓN: refleja una relación esencial con la Trascendencia. En Frankl aparece la idea de un inconsciente espiritual. (Inconsciente espiritual por la incapacidad de autoconciencia reflexiva del espíritu). Es en el inconsciente espiritual en donde tendrán cabida una moralidad y una creencia o religiosidad inconsciente. El inconsciente espiritual no se halla a nivel impulsivo, no es instinto. No será, por lo tanto, que uno se sienta arrastrado hacia Dios sino que ha de decidirse por Él o contra Él. Según Frankl la religiosidad es lo más sagrado que hay en el hombre y está en lo más hondo de él, protegida por el pudor. Pertenece al Yo, no al Ello ni al Inconsciente Colectivo. El Dios del hombre religioso es Trascendente, siempre calla, aunque se lo invoque. El HOMBRE RELIGIOSO El hombre que ha llegado a entender su vida como misión puede dar un nuevo paso: Vivir la misión como mandato. Se descubren los rasgos esenciales del Homo religiosus: un hombre cuya conciencia y responsabilidad se da junto a la misión que él se impone. No debiera haber gran diferencia entre el actuar responsable del hombre no religioso y del que lo es. El primero vivirá su existencia como un deber, como un reto a su responsabilidad. El segundo cumplirá su deber como algo mandado por Dios. El hombre religioso “ve más”que el que no lo es, tiene la vivencia de Quien le impone un deber, de Quien está sobre su conciencia.

EL PROBLEMA DE LA FE Y LA EXISTENCIA DE DIOS. El fenómeno de la fe es visto principalmente con relación al Sentido.

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Tanto la existencia de Dios como su no-existencia representan dos posibilidades para el psiquiatra y el psicólogo “Se me puede obligar dice a saber algo, pero nunca a creer en algo. La creencia empieza al poder elegir libremente. Si el hombre debe creer en Dios debe ser ayudado por la Gracia. La gracia en cambio se refiere a la dimensión sobrenatural. El hombre debe decidir, pero lo hará libremente. No será una decisión de carácter intelectual sino más bien existencial. Para llegar a Dios la principal vía será la emocionalidad (Frankl, 1991). Toda respuesta positiva a los problemas de finalidad o metas del mundo y al sentido de lo que nos sucede está reservada a la fe. De ese modo el hombre religioso resuelve el problema, con la idea de una Providencia. No le aferramos en el campo intelectual sino en el campo existencial, a través de la fe. El hombre que no puede llegar a comprender un mundo por encima de él puede vislumbrarlo por la fe. El paso realizado por la fe hacia la dimensión ultra humana se fundamenta en el amor. La fe debe ser precedida por algo que va más allá de los argumentos. La fe en un Sentido Último está precedida por la confianza en un Ser Último, por la confianza en Dios. La fe en un Sentido Superior hace al hombre más fuerte por ser auténtico, por nacer de una fuerza interior. No es Dios la imagen de un padre humano, sino que el padre humano es imagen del Creador. Dios para Frankl es la Super Persona, el Super Sentido. Es quien da sentido a todo (Fin Último de Sto. Tomás). El Fin Absoluto no puede ser alcanzado en esta vida, sólo buscado: existe para nosotros en la búsqueda. No debemos hacer preguntas sobre el Sentido Último. Somos más bien los interrogados. Debemos con nuestra vida dar respuesta. Nosotros, sólo nosotros somos los seres que buscamos sentido a la vida. Pero no lo hallaremos a menos que nos abramos a una dimensión profunda, a menos que todo lo que vivimos, experimentamos, obramos, elaboramos, esté impregnado de la confianza en algo que no nace de nosotros mismos. Viktor Frankl abre las puertas de la fe.

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PAPEL DE LA RELIGIÓN: En Frankl encontramos una firme convicción de estar en el mundo representando un papel, aun cuando no seamos capaces de distinguir ante quien lo hacemos. No lo considera a Dios un ser muerto pero sí silencioso. El sentido de la vida lo puede encontrar cualquier persona, de cualquier creencia, incluso un no creyente. Los fines de la Religión y de la Psicoterapia están en dimensiones diversas: Son: • La salvación del alma y • La curación psíquica. Dios del Antiguo Testamento. Se presenta en forma velada. El pueblo no quiere oírlo directamente por temor a morir. Se resalta la Trascendencia y el poder. El hombre recoge la enseñanza del Génesis: 1. Hecho a imagen y semejanza. 2. Dignidad de la vida humana: el que destruye a una sola alma, debe ser considerado como al que destruye todo el Universo. Al hablar del amor y sufrimiento hace referencia a los Salmos, al Cantar de los Cantares. Recobrar la confianza de la posibilidad de hallar sentido al sufrimiento. “Dios está en lo alto, más allá de las bendiciones, himnos de alabanzas y de las consolaciones expresadas en el mundo”. Frankl descubre nuevas luces en las palabras “El Señor está cerca de quien tiene el corazón herido. El salva a los espíritus abatidos”. Muerte de Cristo en la cruz: Homo patiens. Habla del sufrimiento como prueba de la Cruz. Conoce las enseñanzas del Nuevo Testamento. Preponderancia del amor. Imitación de Cristo. Concepto de sufrimiento como prueba. Juan Pablo II. Importancia de la problemática sobre el dolor. Concepto de sufrimiento como prueba (salvifici doloris). Imposibilidad del encuentro con Dios b) El hombre único no por haber sido creado de modo único sino por su capacidad de responder de modo único. : Positivo el encuentro con Dios. c) Se pasa de los Mandamientos de Dios a lo que el hombre piensa que sean. d) Lo más importante es la relación del hombre con su conciencia. e) La expiación y el perdón no serían actos de Dios sino

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nuestros. f) Hacen afirmaciones que aparentemente sugieren que la Logoterapia es el camino individual de salvación. El logoterapeuta debe mantenerse neutral ante la elección religiosa del paciente. No prescribe nunca una religión. g) Küng: parece entender que la Logoterapia ha sido planteada como alternativa de salvación. Piensa que la Logoterapia, centrada en el sentido y con su apoyo de lo espiritual, se presenta como forma exclusiva de psicoterapia.

La cumbre de la creación material A veces se dice que no puede establecerse un orden entre los seres naturales, como si unos fuesen más perfectos que otros, y se añade que, en el fondo, una clasificación de este tipo incurriría en el defecto de ser «antropocéntrica», porque pretendería colocar al hombre, de manera egoísta, en el primer lugar de la naturaleza, justificando un uso indiscriminado de los demás seres.

Imagen de Dios Todas las criaturas reflejan, de algún modo, las perfecciones divinas. Pero, entre los seres naturales, sólo el hombre participa del modo de ser propio de Dios: es un ser personal, inteligente y libre, capaz de amar. La Sagrada Escritura, al narrar la creación, lo pone de relieve diciendo que el hombre está hecho a imagen de Dios: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó (Gen. I, 27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios.

Unidad y dualidad Cuando intentamos comprender nuestro ser, tropezamos con una realidad innegable: que somos un sólo ser, pero poseemos dimensiones diferentes. «El hombre es una unidad: es alguien que es uno consigo mismo.

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Pero en esta unidad se contiene una dualidad. La Sagrada Escritura presenta tanto la unidad (la persona) como la dualidad (el alma y el cuerpo)». Alma y cuerpo Para expresar la dualidad constitutiva del ser humano, durante siglos se ha utilizado una terminología ya clásica, según la cual el hombre está compuesto de alma y cuerpo. La Iglesia ha utilizado esta terminología en sus formulaciones, introduciendo a la vez las aclaraciones necesarias: por ejemplo, que alma y cuerpo no son substancias completas, y que el alma es forma substancial del cuerpo. Cuando la Iglesia habla de alma y cuerpo, se refiere a las dimensiones espirituales y materiales de la persona humana, que es un ser único; pero también subraya que el alma espiritual trasciende las dimensiones materiales y, por tanto, subsiste después de la muerte, cuando las condiciones materiales hacen imposible la permanencia de la persona en el estado que le corresponde en su vida terrena.

Unidad de alma y cuerpo El Concilio Vaticano II expresa la simultánea unidad y dualidad de la persona humana con una fórmula breve y lapidaria: corpore et anima unus: «Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador»

La Espiritualidad del alma humana En algunas épocas, la Iglesia ha debido subrayar la bondad del cuerpo, frente a quienes proponían un espiritualismo que condenaba como malo todo lo relacionado con lo material. En la actualidad, con frecuencia se debe hacer frente al extremo opuesto: un materialismo que desconoce las dimensiones espirituales y pretende reducir al hombre a las dimensiones materiales que pueden ser estudiadas mediante los métodos de las ciencias empíricas.

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La inmortalidad del alma humana La Iglesia afirma, junto con la espiritualidad del alma humana, su inmortalidad: cuando el hombre muere, el alma espiritual continúa su existencia. La inmortalidad del alma humana ha sido afirmada en diferentes ocasiones por el Magisterio de la Iglesia* (22) , y el Concilio Vaticano II enseña: «Al afirmar, por tanto, en sí mismo la espiritualidad y la inmortalidad de su alma, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio provocado solamente por las condiciones físicas y sociales exteriores, sino que toca, por el contrario, la verdad más profunda de la realidad».

El alma humana, creada directamente por Dios La

Iglesia

afirma

también

que

el

alma

humana

es

creada

inmediatamente por Dios. El Papa Pío XII, a propósito de la aplicación de las teorías evolucionistas al hombre, advirtió que el cuerpo podía proceder de otros organismos, y señaló que, en cambio, «la fe católica nos obliga a mantener que las almas son creadas inmediatamente por . el Credo del Pueblo de Dios, formulado por el Papa Pablo VI, se lee: "Creemos en un solo Dios (...) y también creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal".

La espiritualidad humana y la vida cristiana La doctrina de la Iglesia sobre el alma humana no es algo meramente teórico; tiene importantes repercusiones en muchos aspectos de la vida cristiana. Por ejemplo, la vida moral no tendría sentido si no se admitiera la libertad, que supone la espiritualidad. De hecho, algunas confusiones doctrinales y prácticas arrancan de esa base: se niega la espiritualidad, se reduce la persona a los condicionamientos materiales (características genéticas, impulsos instintivos, condiciones físicas de vida), y se niega que

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exista auténtica libertad; en consecuencia, el cristianismo se reduciría a la lucha por unas metas que pueden ser legítimas, pero que se refieren sólo a la vida terrena. La lucha por alcanzar la virtud y evitar el pecado no tendría sentido, o en el mejor caso, las nociones de virtud y pecado deberían reinterpretarse, alterando toda la enseñanza moral de la Iglesia.

El conocimiento intelectual Es aquel asociado al entendimiento de cosas abstractas, de conceptos, de teorías, definiciones e interpretaciones de las mismas. Es todo aquel tipo de conocimiento que no puede ser representado por un estímulo de los sentidos, sino que debe ser evocado por el ser humano y por su mente. En la escala humana, este conocimiento puede considerarse como secundario cuando se compara al conocimiento sensorial. Este último refleja actitudes aprendidas, la respiración, el parpadeo o cuestiones que la mente humana evoca sin el ser humano estar consciente de ello. El conocimiento intelectual se diferencia de la información porque esta última es tangible y representa objetos físicos, el contexto no la afecta, se puede compartir fácilmente y los procesos a los que está sujeta cambian su representación. En cambio, el conocimiento representa lo intangible, lo que está en la mente, cambia dependiendo del contexto y no puede ser replicada fácilmente, pues se encuentra dentro de la mente de cada persona. El conocimiento intelectual Es la apropiación de los objetos que no pueden sernos presentados por los sentidos, a los cuales no pueden estimular. Estos objetos son Ios modos de ser de las cosas y sus relaciones, qué son, qué valen, por qué y para qué son, etc., etc. Los conocimientos logrados y que pueden servirnos para adquirir nuevos conocimientos, constituyen nuestro saber, el cual es, por tanto, la posesión o incorporación de nuestra vida de conocimientos dispuestos a ser actualizados.

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Suele ser llamado saber potencial, para diferenciarlo de la utilización efectiva de esos conocimientos que se denominan saber actual. Asimismo recibe también el nombre de saber la terminación del proceso psíquico en que se conoce algo. Los

conocimientos y, por

tanto, el

saber, se

logran

mediante

la

producción de ciertas vivencias, cuyo conjunto recibe el nombre de pensar. Este se nos revela como un acontecimiento psíquico de naturaleza peculiar: versa sobre objetos, los cuales trata de aprehender total o parcialmente, se refiere a ellos, los mienta. Recordemos lo que en nosotros acaece, cuando oímos una palabra o una frase que entendemos; les ciamos un sentido: este ciar sentidlo y este sentido son actos de pensar Los son también la expresión de nuestras palabras, lo que mentamos como ellas y nuestro mentar. Por él nos sentimos especialmente activos, es un ir hacia aquí y hacia allá, un esforzarnos, siempre con un punto de mira, un continuo apuntar, ora en esta dirección, ora en la otra. Según Aristóteles (384-322 a. de C.), todos los seres vivos también tienen la capacidad de sentir (perciben y tienen emociones) el mundo de su entorno y de moverse en la naturaleza. Pero más sin embargo, los seres humanos tienen además de la capacidad de pensar o razonar, o, en otras palabras, de ordenar sus sensaciones en varios grupos y dases. El ser humano tiene sentimientos, emociones, y la capacidad de moverse como los animales, pero además una capacidad, que solamente la tiene el ser humano, y es la de pensar racionalmente y emocionalmente; de estar o adquirir un nivel o estado de conciencia. Lo cual le permita y ayude a entender de manera consciente todos los procesos a lo cuales se ve sometido durante su interacción en la sociedad y en el mundo. El Apetito Volitivo En El Hombre El

apetito

volitivo

Conocimiento intelectual.

o

dinamismo

intelectual

(voluntad

libre)

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En términos metafísicos, el conocimiento intelectual que es el que no hace ser verdadero, corresponde al apetito intelectual o voluntad que nos lleva a buscar ser algo bueno. La volición es la misma tendencia que la voluntad, y se presenta en varios grados. Puede ser: “El simple interés” la disposición se llama hobby. “La Intención” tendencia consciente de hacer y omitir algo. “La resolución” decisión de emplear los medios contundentes para obtener el objeto de la intención. La capacidad de apetecer hacia algo conocido o voluntablemente, en un acto libre. “La elección” la capacidad de escoger entre unas o varias opciones Voluntad o Voluntariedad del acto. Es el acto voluntario producido por la voluntad, y no debe de confundirse con el acto libre,

Qué es la Libertad: Libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad. Libertad es también el estado o la condición en que se encuentra un individuo que no está en condición de prisionero, coaccionado o sometido a lo que le ordene otra persona.

Valor Es la tendencia hacia lo bueno, cuando se apetece sin conocimientos, se dice que es natural, pero si es apetecido con conocimiento, se le llama e licito, porque ejerce cuando se conoce el bien.

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Un valor es una cualidad de un sujeto o un objeto. Los valores son agregados a las características físicas o psicológicas, tangibles del objeto; es decir, son atribuidos al objeto por un individuo o un grupo social, modificando -a partir de esa de lo cual es la atribución- su comportamiento y actitudes hacia el objeto en cuestión. El valor es una cualidad que confiere a las cosas comunes, hechos o personas una estimación, ya sea positiva o negativa. Se puede decir que la existencia de un valor es el resultado de la interpretación que hace el sujeto de la utilidad, deseo, importancia, interés, belleza del objeto. Es decir, la valía del objeto es en cierta medida, atribuida por el sujeto, en acuerdo a sus propios criterios e interpretación, producto de un aprendizaje, de una experiencia, la existencia de un ideal incluso de la noción de un orden natural que trasciende al sujeto en todo su ámbito. "Puesto que los valores no son cosas, ni elementos de las cosas, entonces los valores son impresiones subjetivas de agrado o desagrado, lo que nos producen a nosotros y que nosotros proyectamos sobre las cosas. Se ha acudido entonces al mecanismo de la proyección sentimental; se ha acudido al mecanismo de una objetivación, y se ha dicho: esas impresiones gratas o ingratas, que las cosas nos producen, nosotros las arrancamos de nuestro yo subjetivo y las proyectamos y objetivamos en las cosas mismas y decimos que las cosas mismas son buenas o malas, o santas o profanas". (García Morente, 1992).

Valores

tales

como:

honestidad,

lealtad,

identidad

cultural, respeto, responsabilidad, solidaridad, amor, tolerancia, sinceridad , agr adecimiento,

laboriosidad,

sociabilidad etc.,

para convivir pacíficamente en la sociedad.

son

fundamentales