La Doctrina Del Shock I

La doctrina del shock I, Naomi Klein La escritora canadiense Naomi Klein vuelve a meter el dedo en la llaga de los gobie

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La doctrina del shock I, Naomi Klein La escritora canadiense Naomi Klein vuelve a meter el dedo en la llaga de los gobiernos capitalistas con su nuevo libro, The Shock Doctrine (“La doctrina del choque”), editado por Penguin politics. Después de la fama conseguida hace seis años por su ensayo “No logo”, analizado y diseccionado desde Kuala Lumpur a Sevilla, vuelve Naomi Klein con un estudio aún más pormenorizado gracias a la facilidad para investigar que su fama le ha proporcionado. The Shock Doctrine (La doctrina del choque) es un volumen extenso, sorprendente, imprescindible, chocante, que nos despierta los interrogantes que llevamos dentro pero estaban dormidos. Klein ha escavado tan hondo que ha llegado a las mismas raíces de la doctrina neoconservadora estadounidense, su propagación global y todo el sufrimiento humano que ha repartido esta ideología económica con la utilización de todo tipo de chantajes políticos y sociales. Desde el Cono Sur Americano, (donde en los año cincuenta y sesenta habían comenzado a despegar políticas democráticas igualitarias), hasta Indonesia, África, Europa o el Irak actual. El ensayo se reparte en 7 piezas, cada una de las cuales se compone de dos o tres capítulos, cerrándose con una conclusión y una completa bibliografía y documentación. Hay, asimismo, un gran número de citas impresionantes al comienzo de cada capítulo, tanto de los responsables de la doctrina del choque: Arnold Harberger, Friedman, Rumsfeld, Carl Schmitt, Cheney, Bush Jr, etc...como de intelectuales de gran prestigio: George Orwell, Eduardo Galeano, M.D. Gandhi, Susan Sontag, Ernest Hemingway, Desmond Tutu, Bertolt Brecht...Por todo esto he decido hacer un comentario dividido en seis partes que dan cuenta de una información lo más completa posible, con el fin de que pongáis a trabajar la impresora y os sentéis en vuestra butaca preferida a sumergiros en la verdad.

PRIMERA PARTE, El laboratorio de la tortura o como el terror funciona Voy a intentar englobar en este artículo la primera y segunda parte del ensayo, tituladas “Dos doctores del choque: Investigación y desarrollo” y “El primer ensayo: nacimiento de la sangrienta contrarrevolución”. En la primera parte Klein informa de los experimentos llevados a cabo por el doctor Ewen Cameron en la década de 1950 con pacientes depresivos, la CIA al tanto de los mismos con ferviente interés en el blanqueo de mentes, lo que ha sido considerado como pieza clave en el desarrollo de la tortura. El tal doctor Cameron proporcionaba dosis altas de electroshock a pobres incautos con la intención de dejar a cero sus mentes y volver a reescribir sobre ellas. Entonces aún había ciertos derechos en Estados Unidos, por lo que sus “investigaciones” se mudaron a terreno vecino, Canadá. Estos conejillos de indias, objeto de las locuras del doctor, sufrieron enormes secuelas de por vida, algunos de los ellos dan testimonio en el ensayo de Klein. No muy lejos en el tiempo, otro doctor, este en economía, comienza también a tejer una red experimental que abrirá, felizmente, la caja de Pandora de los privilegiados oligarcas, cansados ya, en las décadas sesenta y setenta, del resguardo estatal y concesiones sociales alcanzados por el trabajador después de la Gran Depresión Americana. Me refiero al Premio Nóbel 1976 de economía Milton Friedman, que forma la pareja perfecta con Cameron en el uso de las “terapias de shock”, en este segudno caso a favor del libre mercado. Y aquí la CIA alcanza su climax, no podía ser de otra forma, se relame en lo que supondrá un cambio social radical mediante el uso del mayor daño posible, además del físico, el económico. Friedman forma polluelos de toda nacionalidad en la famosa Escuela de Economía de Chicago, enviados de vuelta (bien formados) a todos aquellos países con luz roja, es decir aquellos que pretenden mejoras sociales o nacionalizar sus propios recursos. Su intención es clara: reformar el capitalismo, volver a un capitalismo sin contaminar....sin contaminar de seguridad social, salarios mínimos, becas universitarias, servicios públicos, sindicalismo, etc etc. Es el momento en el que se forma la base de una alianza que marcará la histsoria de rojo sangre, Pinochet-Chicago, concediendo a Chile el título de génesis contrarrevolucionaria, o génesis del terror. Los programas Friedman serán aplicados primero en los países latinoamericanos e Indonesia, donde cobran especial interés sus materias primas para los grandes negocios de las empresas americanas. Arranca el

nacimiento de la deslocalización, qué!. Y serán aplicadas sus ideas a base de carros blindados en las calles y tortura sistemática, produciendo, aún hoy, espanto el número de desaparecidos (sólo en Chile 3.200 personas desaparecidas o ejecutadas, 80.000 encarceladas, y 200.000 expatriados) en la América Latina de los años setenta, siniestro periodo cuando más arriba los hippies norteamericanos vivían su flower power, y nosotros aquí comenzábamos una flácida y adulterada Transición. Chile, Argentina y Paraguay, unidos por la notoria Operación Cóndor, fueron los laboratorios en los que se enriquecieron muchas transnacionales estadounidenses, patrocinadoras de tortura, entre ellas, Ford Motor Company, Mercedes -Benz, Chrysler y Fiat Concord. Compañías que hoy son objeto de investigación por esta colaboración. El comienzo, es decir el golpe chileno, presenta tres distintas formas de choque, receta que se duplicará en los países limítrofes, y emergerá, tres décadas más tarde, en Irak. El tratamiento de choque capitalista de Friedman y el choque de Ewen Cameron, codificado en el manual Kubark de técnicas de tortura de los programas de entrenamiento de la CIA. Naomi Klein entra en detalle en estas dos primeras piezas del ensayo sobre el terror llevado a cabo en Latinoamérica por medio del golpe chileno, el asalto al poder argentino, uruguayo y brasileño. Todos con el respaldo y los consejos (prácticamente impuestos) de las ideas de Milton Friedman, (!Premio Nobel recordemos!, al igual que su jefe Henry Kissinger). En las prisiones ensangrentadas de estos países también dispensaban sus servicios psicólogos que diseñaban técnicas de tortura a medida de cada individuo, método usado ahora en Guantánamo. Klein trae varios puntos claves a colación: El asesinato en tierra americana, un año después del golpe chileno, del apreciado diplomático Orlando Letelier; El mito falso del milagro económico chileno (45% de la población cayó en la pobreza absoluta, el 10% de los más ricos vio aumentar sus ingresos en un 83%, el paro se situaba a comienzos de los años 80 en un 30%, diez veces más que con Allende. Aún hoy Chile mantienen una de las sociedades más desiguales); La comparación de la operación Latinoamérica con el modelo Hitleriano “Noche y Niebla”, desaparición de molestos activistas durante vuelos secretos, (¿nos recuerda esto algo?); Localizaciones tétricas y diabólicas como Villa Grimaldi o el Estadio de fútbol de Chile; La limpieza cultural; El robo de bebés por el Estado; El trabajo de Amnistía Internacional en la época, ganadores también de un Nobel por denunciar la sistemática violación de los derechos humanos, pero, aclara Klein, sin entrar en las causas de tanto terror: el tremendo empobrecimiento de la población debido al cambio económico de distribución de la riqueza por el Mercado Libre propuesto por Milton y sus secuaces. El Cono Sur no solo fue abatido, se rompió en pedazos, fue quebrado.