La Doctrina Del Shock

LA DOCTRINA DEL SHOCK. El auge del capitalismo del desastre Últimos 30 años, han sido aprovechadas para instaurar lo q

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LA DOCTRINA DEL SHOCK.

El auge del capitalismo del desastre

Últimos 30 años, han sido aprovechadas para instaurar lo que ha denominado como el “capitalismo del desastre”, una doctrina formada bajo los presupuestos políticos, económicos y sociales desarrollados por el padre de la Escuela de Chicago, Milton Friedman, y cuyo principal objetivo es desmantelar los restos del Estado de Bienestar y promover a nivel global el modelo de desarrollo neoliberal.

A juicio de la autora, para los seguidores de Friedman, caracterizados por su marcado carácter neoconservador, las fuerzas económicas del mercado como la oferta y la demanda, la inflación y el desempleo, constituyen fuerzas naturales, fijas e inmutables, a las cuales es necesario volver borrando todo rastro de intervención estatal que impida la consecución del libre mercado, entendido como “utopía de los emprendedores”. En este sentido, el “capitalismo del desastre” postula que detrás de toda “tragedia” es posible ver una “oportunidad”, como es la de aprovechar el trauma colectivo para promover e implementar reformas económicas y sociales de carácter radical sustentadas en los principios básicos del corporativismo como son la eliminación del rol público del Estado, la absoluta libertad de movimientos de las empresas privadas y un gasto social prácticamente nulo.

La implementación de este modelo debe su éxito a una estrategia política denominada como “la doctrina del shock”, la cual orienta los procesos de reconstrucción implementados como respuesta tanto a los efectos de intervenciones militares como a desastres naturales de distinto

tipo, abriendo “apetitosas oportunidades de negocio” a los agentes, defensores y promotores del “capitalismo del desastre”.

Más que un estudio estrictamente académico, el libro de Klein constituye una documentada investigación periodística que recrea de manera detallada el largo e intrincado itinerario de maduración y reproducción del modelo propuesto por Friedman con posterioridad a la Gran Depresión del año ‟29, constituyéndose como una reacción crítica al éxito alcanzado por las propuestas keynesianas en EEUU, las propuestas socialdemócratas en Europa y las teorías desarrollistas en América Latina.

Derivado de lo anterior, el libro analiza también la conformación de una clase política y empresarial formada bajo su ideario y agrupada en torno a la Escuela de Chicago, desde donde ha desarrollado una importante expansión hacia distintas regiones del mundo desde mediados del siglo XX hasta hoy.

Junto con lo anterior, la autora da cuenta pormenorizada de la manera como “la doctrina del shock” ha sido aplicada en distintos momentos históricos y en distintas regiones del mundo, con el objeto de imponer sus postulados de libre mercado. Dentro de dichas experiencias destaca, por ejemplo, el decisivo papel jugado por el gobierno estadounidense y la CIA en la desestabilización del gobierno socialista de Salvador Allende y el activo papel que los “Chicago Boys” jugaron para convertir a Chile en el laboratorio de su modelo político y económico, amparados bajo el terror y la coerción impuestas por la dictadura militar de Augusto Pinochet. Asimismo, la autora da cuenta también de las experiencias de shock desarrolladas bajo los gobiernos de Margareth Thatcher en el Reino Unido y de Ronald

Reagan en el mismo EEUU durante la década de los „80s, de las transformaciones implementadas en Polonia, Rusia y Sudáfrica durante.

El capitalismo del desastre consistía en que los gobiernos aprovechaban periodos de crisis económicas, guerras, desastres naturales, ataques terroristas y epidemias, para saquear los intereses públicos y llevar a cabo todo tipo de reformas a favor del libre mercado, de esta manera los únicos beneficiarios son los gobiernos y la economía.

Los precursores de la doctrina del shock son los llamados “Chicago Boys” de Milton Friedman que se basaban en el descubrimiento del electroshock de la psicología para borrar los recuerdos y regresar al sujeto a un estado infantil para poder reescribir su historia. Esto se tradujo en aprovechar las crisis económicas, guerras etc, medidas de choque económico,

para introducir impopulares

la gente no protestaba porque vivía con miedo a las

circunstancias de caos que había en ese momento debido a las ansias de poder de los gobiernos.

Este caos se dio en varios países, siendo los primeros Chile y Argentina con sus respectivas dictaduras. Posteriormente hubo otras crisis en las que se aplicó, como son: la crisis económica de wall Street, el Katrina, la guerra de las Malvinas en Gran Bretaña en 1982, Rusia en 1993 y el 11S en los Estados Unidos.

Ya hace más de 40 años que comenzó a aplicarse esta doctrina, la sociedad en estas épocas pasadas no estaba preparada para luchar contra este fenómeno, vivían en una época de terror.

Hoy día, en pleno siglo XXI parece ser que ya somos inmunes a esta doctrina, ya que en la situación inicial de crisis se está protestando y haciendo manifestaciones hacia las medidas de recortes que estamos viviendo.

La doctrina del shock Naomi Klein Friedman y sus poderosos seguidores durante más de tres décadas, habían perfeccionado precisamente esta estrategia: esperar a que se produjera una crisis de primer orden o estado de shock y luego vender al mejor postor los pedazos de la red estatal a los agentes privados mientras los ciudadanos aún se recuperaban del trauma, para rápidamente lograr que las reformas fueran permanentes.

El complejo empresarial está en manos de multinacionales estadounidenses, pero su naturaleza es global: las compañías británicas aportan su experiencia con una red de ubicuas cámaras de seguridad, las empresas israelíes su pericia en la construcción de vallas y muros de última tecnología la industria maderera canadiense, vende casas prefabricadas que son diez veces más caras que las del mercado local y así podríamos seguir indefinidamente.

La tortura, o por utilizar el lenguaje de la CIA, los interrogatorios coercitivos es un conjunto de técnicas diseñado para colocar al prisionero en un estado de profunda desorientación y shock, con el fin de obligarle a hacer concesiones contra su voluntad.

Los creyentes de la doctrina del shock están convencidos de que solamente una gran ruptura puede generar el tipo de tapiz en blanco, limpio y amplio que ansían. En esos periodos

maleables, cuando no tenemos un norte psicológico y estamos físicamente exiliados de nuestros hogares, los artistas de lo real sumergen sus manos en la materia dócil y dan principio a su labor de remodelación del mundo.

Hacia la década de 1950 los desarrollistas, igual que los keynesianos y los social demócratas de los países ricos, podían enorgullecerse de una serie de impresionantes éxitos. El laboratorio más avanzado del desarrollismo fue el extremo sur de América Latina, conocido como el Cono Sur: Chile, Argentina, Uruguay y partes de Brasil. El epicentro fue la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina en Chile.

En la Argentina de los años setenta, la sistemática política de desapariciones que la Junta llevó a cabo, eliminando a más de treinta mil personas, la mayor parte de los cuales activistas de izquierda, fue parte esencial de la reforma de la economía que sufrió el país, con la imposición de las recetas de la escuela de Chicago; lo mismo sucedió en Chile, donde el terror fue el cómplice del mismo tipo de metamorfosis económica. En la China de 1989, la masacre de la plaza de Tiananmen fue el shock que desató las oleadas de detenciones, más de decenas de miles, las cuales permitieron al Partido Comunista convertir al país en una zona de exportación al por mayor, bien surtida de trabajadores demasiado aterrorizados como para exigir ningún derecho laboral. En la Rusia de 1993, Boris Yeltsin decidió enviar los tanques al parlamento y maniobrar para impedir que los líderes de la oposición fueran un obstáculo para la privatización fulminante que dio lugar a la nueva clase dirigente del país: los famosos oligarcas.

La guerra de las Malvinas, en 1982, permitió a Margaret Thatcher superar las crisis de las huelgas de los mineros. Gracias a la excitación patriótica que recorrió el país como un

relámpago, pudo aplastar la revuelta de los mineros y lanzar la primera gran marea privatizadora de una democracia occidental. En 1999, e ataque de OTAN contra Belgrado permitió que más tarde la antigua Yugoslavia fuera pasto de nuevas privatizaciones, un objetivo anterior a la primera guerra. La economía no fue en absoluto la única motivación que desató estos conflictos, pero en todos y cada uno de los casos, un estado de shock colectivo de primer orden fue el marco, la antesala para la terapia del shock económico. Las tres grandes medidas habituales (privatización, desregulación gubernamental y recortes en el gasto

social)

Milton Friedman fue galardonado en 1976 con el premio Nobel de Economía por su original e influyente trabajo sobre la relación entre la inflación y el desempleo. Friedman utilizó su discurso de aceptación para defender que la economía era una disciplina científica tan rigurosa y objetiva como la física, la química o la medicina y que se basa en el examen imparcial de los hechos disponibles. Ignoró convenientemente el hecho de que las hipótesis fundamentales por las que estaba recibiendo el premio Nobel, se estaban demostrando falsas de manera muy gráfica en las colas para comprar pan, los brotes de tifus y los cierres de fábricas de Chile, el régimen que había sido lo bastante despiadado como para poner sus ideas

en

práctica.

Un año más tarde sucedió algo más que definió los parámetros del debate sobre el cono sur. Amnistía Internacional ganó el premio Nobel de la Paz, en buena parte por su valerosa cruzada para poner al descubierto los abusos a los derechos humanos cometidos en Chile y Argentina: había que condenar el shock de las cámaras de tortura, pero el tratamiento de shock económico debía aplaudirse y las dos formas de shock no tenían como había escrito Letelier con punzante ironía, ninguna relación.

Conclusiones

Este libro está destinado a probar la aplicación consciente de la doctrina de shock, incluso en Estados Unidos. La autora señala que el Presidente George W. Bush aprovechó el shock sufrido por el país el 11 de septiembre del 2001, luego de los ataques terroristas, para aplicar políticas extremas que en circunstancias normales no habrían sido aceptadas por la población. Señala cómo el Gobierno comenzó a subcontratar, sin debate público alguno, funciones delicadas que hasta entonces eran prerrogativas del Estado.

A juicio de Klein, la doctrina del shock puede demostrarse con los programas de tortura o de interrogatorios coercitivos, como la CIA prefiere llamarlos aplicados por la central de inteligencia estadounidense. El conjunto de técnicas para inferir dolor, privaciones e intimidación apuntan a causar un shock y una profunda desorientación del prisionero.

La meta es llevarlo a ceder o a aceptar lo que los interrogadores desean. El libro abunda en ejemplos y fuentes respecto de cómo la confusión, más que el dolor, es lo que al final doblega a la víctima.

En conclusión el desastre original llámese golpe, ataque terrorista, colapso del mercado, guerra, tsunami o huracán lleva a la población de un país a un estado de shock colectivo. Y así como los prisioneros aterrorizados confiesan el nombre de sus compañeros las sociedades en estado de shock a menudo renuncian a valores que de otro modo defenderían con entereza.

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=25816626005

http://artetistas.wordpress.com/2012/11/08/analisis-del-documental-la-doctrina-delshock/comment-page-1/

http://www.slideshare.net/freevirtualworld/la-doctrina-del-shock-naomi-klein-pdf

http://www.buenastareas.com/ensayos/Resumen-La-Doctrina-Del-Shock/33588.html

http://firgoa.usc.es/drupal/files/Francis%20Fukuyama%20%20Fin%20de%20la%20historia% 20y%20otros%20escritos.pdf