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LA AGRICULTURA. La mayor preocupación de los habitantes del ámbito andino prehistórico fue lograr la mayor producción agrícola posible. La configuración del país fue un constante reto para la población que tenía que vencer vastos desiertos costeros, quebradas abruptas en la sierra, punas extensas cubiertas de ichu, pasto típico de la gran altura y selvas hostiles. Para cada uno de aquellos medio ambientes tan distintos unos de otros tuvieron que idear técnicas apropiadas de cultivo y aprovechamiento. Los habitantes de los Andes consiguieron superar las dificultades del entorno gracias su ingenio. En las laderas de las quebradas construyeron sofisticados andenes, en la costa y en la sierra construyeron canales hidráulicos y en las punas desoladas usaron de waru-waru y de cochas para aumentar la humedad. Así, a pesar de aquellos medioambientes tan duros y difíciles, la inventiva del hombre logró hacer de los Andes uno de los centros mundiales de mayor importancia por la aclimatización de plantas útiles al hombre, incluyendo las plantas comestibles y las necesarias para curar enfermedades. QUIPUS Cabe señalar que en los quipus sólo se anudaban los resultados de las operaciones matemáticas realizadas anteriormente en los ábacos o yupana. Los ábacos podían ser de piedra tallada o de barro. Ambos tenían casilleros que correspondían a las unidades decimales y se contaba con la ayuda de piedrecitas o granos de maíz. Los quipus formaban un sistema mnemotécnico mediante el cual se registraba la información necesaria. Podía tratarse de noticias censales, de montos de productos y de subsistencias conservadas en los depósitos estatales. Los cronistas mencionan también quipus con noticias históricas pero no se ha descubierto aún como funcionaban. En el Incario, personal especializado manejaba las cuerdas y el quipucamayo mayor tenía a su cargo las cuerdas de toda una región o suyu. Los quipus se siguen usando como instrumentos mnemotécnicos en los poblados indígenas donde sirven para registrar los productos de las cosechas y los animales de las comunidades. AGRICULTURA La mayor preocupación de los habitantes del ámbito andino prehistórico fue lograr la mayor producción agrícola posible. La configuración del país fue un constante reto para la población que tenía que vencer vastos desiertos costeros, quebradas abruptas en la sierra, punas extensas cubiertas de ichu, pasto típico de la gran altura y selvas hostiles. Para cada uno de aquellos medioambientes tan distintos unos de otros tuvieron que idear técnicas apropiadas de cultivo y aprovechamiento. Los habitantes de los Andes consiguieron superar las dificultades del entorno gracias su ingenio. En las laderas de las quebradas construyeron sofisticados andenes, en la costa y en la sierra construyeron canales hidráulicos y en las punas desoladas usaron de waru-waru y de cochas para aumentar la humedad. Así, a pesar de aquellos medioambientes tan duros y difíciles, la inventiva del hombre logró hacer de los Andes uno de los centros mundiales de mayor importancia por la aclimatización de plantas útiles al hombre, incluyendo las plantas comestibles y las necesarias para curar enfermedades. INSTRUMENTOS MUSICALES

del desarrollo de sus habitantes se acompañaban con música alegre o triste, solemne o festiva. Cada región y cada ocasión poseía sus propios cantos y bailes que no se podían trocar ni cambiar. Una característica inca fue la ejecución de música durante las labores agrícolas en tierras del Estado, con lo cual convertían las duras faenas del campo en amenas reuniones. Los instrumentos musicales empleados en las manifestaciones corporales eran diversos según las danzas a interpretar, los integrantes, las regiones o los motivos de las celebraciones. Las flautas eran uno de los instrumentos más populares. Las quenas por lo general, eran confeccionadas con huesos humanos mientras que otras flautas eran de arcilla, plata o, las más comunes, de carrizos. Entre ellas destacan los sikus de caña y de cada instrumento está dividido en dos mitades con tonos complementarios y tocados por un par de instrumentos. Para formar una melodía es necesario que ambos instrumentos toquen alternadamente cuando les corresponde y además en forma simultánea con los demás registros. Las antaras o flautas de Pan eran hechas de cerámica de nueve tubos acodados, las de carrizos se mantenían unidas por finas soguillas. En cuanto a las trompetas halladas en las tumbas de la costa, pertenecían a uno de los tributos de los señores yungas. Con frecuencia se encuentran quebradas ya que su destrucción forma parte del ritual funerario. El caracol marino o Strombus se representó desde la época de Chavín de Huantar y en quechua se le dice huayllaquepa. La voz pututu con el cual se le llama actualmente proviene del Caribe y fue traída por los españoles a la par que las palabras maíz, chicha y ají, entre otras. Es una adaptación de Fututo por no existir en el quechua la letra "f". Un instrumento musical básico fue el tambor. Éste podía ser de diversos tamaños y sonidos, y se utilizaba para marcar el ritmo en las danzas y bailes colectivos. Los había pequeños, ilustrados por Guaman Poma, que eran tocados por mujeres; grandes, que eran confeccionados con piel de puma u otorongo y llamados poma tinya y finalmente, los runa tinya, confeccionados con piel humana. El compás se marcaba también con cascabeles de plata o racimos de semillas que se ataban a las piernas de los danzantes. En la cultura moche, los grandes señores o los dioses usaban atados a sus cinturas grandes sonajas de oro, como las del Señor de Sipán. Entre los grupos campesinos y en ciertas festividades o celebraciones soplaban en las cabezas secas de venados como si fuesen flautas y marcaban con ellas los pasos de los danzantes. LA CERAMICA La fabricación de la cerámica marcó un desarrollo crucial de las culturas prehispánicas. La alfarería más antigua que se conoce pertenece a la región de Valdivia (actual Ecuador) y data más o menos de 2500 a.C. Numerosos son los periodos, técnicas, formas y decoraciones de los ceramios, lo cual permite a los arqueólogos establecer cronologías importantes para observar su desarrollo. Sin

embargo, poco es lo que se sabe sobre la fabricación de la alfarería en sí. El empleo del torno fue desconocido y en su lugar se usaron moldes. La cerámica del Perú fue, sin lugar a dudas la más bella y fina de toda América del Sur y quizá de todo el continente. La de Chavín de Huantar asombra por la perfección de sus piezas en las que no aparecen los titubeos de los inicios, sino que muestra gran belleza en sus formas y en el cocido. Entre los diferentes estilos que surgieron, se distinguen de norte a sur el gusto artístico mochica y en su fase V, la rica iconografía representando dioses, señores sacerdotes y guerreros lujosamente ataviados. Recuay tiene un marcado interés por escenas de personajes en bulto, mientras que en la zona central de Lima ofrece una cerámica de pasta fina de brillante color naranja. Más al sur, primero Paracas con su cerámica incisa pintada postcocción, y posteriormente Nazca que, a través de sus numerosas fases muestra una pasta muy fina y de gran colorido en sus dibujos. En la sierra, Wari exhibe grandes tinajas ceremoniales con representaciones de plantas alimenticias que manifiestan una inquietud por las subsistencias; sus personajes lujosamente vestidos lucen las caras pintadas. El estilo Wari costeño en la cercanía de Pisco, hallado por la arqueóloga Martha Anders presenta personajes sobre todo femeninos o pumas de cuyos cuerpos emergen las plantas útiles al hombre. En época muy posterior, la cerámica Chancay, en la costa nor-central se distingue por una pasta burda, de sólo dos colores, que en cambio lucen gran elegancia y sobriedad. Nos preguntamos si se debe a un rechazo de estilos anteriores y a una osada reforma "moderna" de su cerámica. Por último, la cerámica inca diferente a todos los estilos anteriores insiste en dibujos geométricos con un marcado gusto por los tonos y gamas de marrón y sepia. LAS COCHAS Y WARU WARU En tiempos pre-hispánicos se crearon en las punas las llamadas cochas o lagunas artificiales usadas para cultivar y para dar de beber al ganado. Estas lagunas pueden ser redondas, alargadas o rectangulares, y están compuestas por un gran numero de surcos simétricos que recolectan el agua de la lluvias y la conducen entre los camellones de los surcos. El agua no debe empozarse más de un día por temor a podrir los sembríos. En sus bordes crecen pastos consumidos por el ganado que actualmente aprovechan las cochas abandonadas. Otro modo de mejorar el sistema fue el uso de los camellones. En la región del lago Titicaca se emplearon los llamados waru-waru lo cual es señal de su gran desarrollo anterior. Waru-waru experimentales se han construido en Huatta - cerca de Punocon herramientas indígenas, es decir con chakitaclla, el arado andino, y rawkana o azadón. Con ellos se cortó grandes champas de cesped de los canales volteándolos a los costados para formar los camellones a lo largo del canal y ante los buenos resultados obtenidos se confirmó la posibilidad de su reconstrucción. TECNOLOGÍA HIDRAULICA Los conocimientos hidráulicos- canales y bocatomas-, permitieron la irrigación y el cultivo, especialmente del maíz.

El litoral peruano se caracteriza por sus dilatados desiertos cortados por ríos que bajan por las serranías y cuyos caudales permiten el surgimiento de la agricultura. Los costeños fueron los mayores ingenieros hidráulicos pues se perfeccionaron y lograron métodos bastante sofisticados de irrigación, sobre todo los mochicas y más tarde los chimu. En el Cusco se canalizaron los dos riachuelos que atraviesan la ciudad, empedrando sus cauces y estableciendo puentes peatonales. Un ejemplo de la tecnología serrana es Cumbemayo, en Cajamarca, canal tallado en la piedra. La importancia de las obras hidráulicas se manifiesta en los numerosos mitos que cuentan los orígenes de dichas obras. LOS TEXTILES La tradición textil fue muy antigua en el Perú prehispánico y se remonta a más de ocho mil años a.C. La materia prima usada en los textiles fue la "cobuya", el algodón y la lana. Los primeros balbuceos textiles se dieron antes de los conocimientos alfareros. En ese entonces, las fibras usadas fueron la llamada "cabuya" por los españoles, es decir diferentes eneas (Scirpus sp; Fourcroya andin; Thyphya angusfolia, etc.). Éstas fueron empleadas en forma de sogas, bolsas de red, trenzas y burdas mantas. A la cabuya le sigue en el tiempo el algodón (Gossypium barbadense) en sus dos variedades, blanco y país, este último de ricos tonos marrón. Una fibra de gran importancia fue la lana de camélidos, la burda provenía de las llamas y la fina de alpaca y vicuñas. Hacia los años 500 a.C el tejido había alcanzado su pleno desarrollo y las prendas de aquel entonces se aprecian hoy en los museos. El desenvolvimiento alcanzado en el arte textil y su gran demanda debió exigir una serie de tecnologías apropiadas. Destaca así el rol del hilado básico, no sólo para cubrir la necesidad de los tejidos, sino para conseguir la perfección que observamos en las piezas y mantos funerarios descubiertos por arqueólogos y buscadores de tesoros. Para lograr esa excelencia era indispensable un hilado fino y parejo que sólo era conseguido por expertos en la materia. Igualmente importante eran los conocimientos sobre tintes cuyos coloridos conservan aún toda su frescura. En un listado que señala en 1571 los diversos tipos de artesanos andinos especializados hallamos el tanti camayoc es decir, los "Yndios que hacían colores de yerbas". Existían varios tipos de telares siendo el más común el telar de cintura que es usado aún en nuestros días. Otro tipo era el horizontal formado por cuatro estacas y empleado para grandes piezas. Los telares fijos, tal como lo mencionan los cronistas, pueden ser verticales u horizontales. Existieron además numerosas técnicas textiles como en los brocados, tapicerías, dobles telas y gasas, que por su belleza y la perfección de su ejecución se exhiben en museos. En la gran variedad de textiles se dieron dos tipos las telas finas llamadas cumpi o cumbi, confeccionadas con lana de alpaca y vicuña; y las burdas usadas por la gente común, confeccionadas con lana de llama. Las de cumbi, por su fineza,

colorido y perfección pertenecían a señores, sacerdotes e ídolos y se usaban para los ajuares funerarios. Ofrecían a las huacas prendas textiles de pequeño tamaño que luego quemaban quizá con la idea de economizar trabajo. Las telas de cumbi eran confeccionadas por especialistas y existía una diferencia entre las costumbres serranas y las costeñas. Según Fernando de Oviedo "la lana hilan hombres e no mugeres porque hay oficiales para hilar" y Cobo menciona a los "llamados cumbicamayos que no entienden otra cosa que en tejer y labrar cumbi. Estos eran de ordinario varones aunque también las mamaconas solían tejerlos." Algunas prendas lujosas eran recubiertas por delgadas placas labradas o llanas de oro y plata, cosidas a las telas. También se emplearon las sagradas conchas rojas de mullu (Spondylus spp.) para adornar mantos y camisas. LOS TEXTILES DURANTE EL INCARIO El estado inca necesitaba de un gran número de prendas para su sistema organizativo e ideó la manera de obtenerlas instituyendo los Aclla huasi u obrajes femeninos donde las mamaconas se dedicaban a confeccionar prendas finas y burdas y a preparar bebidas para las celebraciones y ofrendas. La institución de la reciprocidad exigía un número grande de prendas finas para donar a los señores involucrados en el sistema. Además, la mita guerrera obligaba a cubrir las demandas del ejército, por lo que el Estado se veía en la urgencia de una producción masiva tanto de prendas finas como de bastas. Una especialidad textil inca fue la confección de los llamados tocapu, que consistían en cuadrados pequeños de gran figura con ciertos dibujos repetidos; con ellos se adornaban las prendas más lujosas. Es posible que los tocapu se originaran durante la cultura Wari. LA PESCA En el extenso litoral peruano, la pesca apareció muchos antes que los conocimientos agrícolas. Hace más de diez mil años, la pesca y la recolección de moluscos se realizaban en las playas en las lagunas cercanas al litoral de los valles que por entonces existían como consecuencia de las filtraciones de la capa freática. Dos modos de pescar prevalecían, el uno desde el litoral y la orilla del mar para la obtención de peces pequeños como pejereyes y anchovetas, y la recolección de moluscos. También se aprovechaban de las lagunas cercanas a la costa, que por entonces existían en todos los valles, y que albergaban lisas (Mugil cephalus). El segundo tipo de pesca se centraba sobre peces de mayor tamaño provenientes de alta mar. Para ello debían poseer algún tipo de embarcaciones que podían ser balsas de juncos, los llamados "caballitos de totora", balsas de troncos de árboles o de cuero de lobos de mar. En la costa peruana los sistemas organizativos se basaban en una escrupulosa especialización laboral que se manifestaba en todos los oficios y trabajos Los pescadores no escapaban a esta costumbre y disfrutaban de sus propias playas, caletas y lagunas pesqueras. Además, pescaban de acuerdo a su mita o turnos sin participar en las faenas de los cultivadores. Sin embargo, en el espacio socio político

de los "señoríos", los grupos de pescadores con sus jefes étnicos estaban supeditados a los grandes señores de las macroetnías. Para cada tipo de pez usaron distintas redes, hechas ya sea de cabuya o de algodón de la variedad país de color marrón generalmente teñidas para que no fueran detectadas por los peces. Poseían anzuelos de distintas formas y hechuras, de nasas y arpones. CONSERVACIÓN DE ALIMENTOS En los Andes existió una verdadera preocupación por la preservación de las subsistencias, para lo cual se valieron de diversas tecnologías. El medio ambiente difícil en medio del cual se desarrollaron las culturas andinas, creó una necesidad y una permanente angustia por poseer y almacenar alimentos. Si fallaban los medios de conservación o se reducía el número de alimentos aparecía el espectro del hambre y podía producirse el colapso de la reciprocidad. En otras palabras, la consecuencia de un desabastecimiento podía traer la desintegración del Estado o de una macroetnía. Debido a esta urgencia, el hombre andino inventó diversos métodos necesarios para la conservación de las subsistencias secando o deshidratando los productos. Las carnes se secaban al sol y con ellas se preparaba el charqui, ya fuese de llama o de venado. También deshidrataban las carnes de aves como perdices y palomas, además de las ranas. El camarón se secaba por medio de piedras o arena caliente. A este producto se le conocía con el nombre de anuka y se le embalaba en cestos o petacas de totora llamadas chipa. El pescado seco y salado era una importante fuente alimenticia de los costeños y especialmente los serranos, y era materia de trueque entre ambos. Otros productos del mar fueron diversos moluscos que podían secarse, como las machas, o que podían usarse para preparar una jalea incorruptible que se usaba en la confección de chupes o sopas. El profesor Masuda investigó el empleo del cochayuyo o "yerba acuática" en la alimentación del Perú moderno y también antiguo en la cual se incluyen las algas de agua dulce pero principalmente las de agua de mar. Distintas variedades de algas se usaron en las comidas y la más corriente fue la Porphyra o columbiana. En la actualidad, el cochayuyo se come fresco en la costa con el ceviche, los picantes y las sopas, y también seco suelto o en plantas en los centros urbanos de la sierra. Los tubérculos también se preservaron de distintas formas. Las ocas (Oxalis tuberculosa) y la machua (Tropaeolum tuberosa) se secaban al sol y soleados se ponen dulces y entonces de las llamaba cahui . Sin embargo, el tubérculo se puede conservar por períodos indefinidos es la papa (Solanum tuberosa) la cual se sometía a un complicado proceso de deshidratación. Se usó de preferencia la variedad amarga y la faena se realizaba a 4 mil metros sobre el nivel del mar. Las diversas suertes de chuño varían según las calidades de papa y los métodos empleados (el proceso dura por lo general varias semanas). Entre las variedades de papa empleadas destaca la muraya, que se sumerge en agua corriente y luego se

seca al sol y se expone a las heladas nocturnas. Las papas de variedad dulce se acomodan por tamaño sobre una superficie plana y luego se exponen a la intemperie durante cuatro o cinco noches con sus días pasando por el frío nocturno y el ardiente sol del medio día. Después son pisadas con cuidado por las mujeres para quitarles la cáscara y extraerles la humedad restante. Esto se repite hasta terminar de secar. Es grande el número de plantas comestibles cuyo uso fue restringido o que fueron empleadas sólo en sus nichos ecológicos. LA PINTURA La pintura como expresión estética se manifestó en murales y mantos. Bonavía señala la diferencia entre paredes pintadas de uno o varios colores y los murales con diseños o motivos representando escenas diversas. Los murales pintados se aplicaban sobre paredes enlucidas con barro empleando pintura al temple, técnica diferente a utilizada para las pinturas rupestres. Hacia el Horizonte Temprano, la pintura era aplicada directamente sobre la pared enlucida, mientras que durante el Período Intermedio Temprano se cubría el muro enlucido con pintura blanca para luego aplicarle el dibujo deseado. Otro medio usado en la misma época consistía en trazar motivos incisos sobre el barro húmedo para luego rellenarlo con pintura. En la época moche se usó pinturas murales y de alto relieve de barro como los descubiertos en la Huaca de la Luna y en La Huaca del Brujo, en Chicama. La técnica y el uso de mantos pintados sobre telas de algodón llano era costumbre de toda la costa, con mayor énfasis en el norte. Todavía por los años de 1570 a 1577 existían artistas especializados en el arte de pintar mantos que ejercían su oficio trasladándose de un lugar u otro. En aquel tiempo estos artesanos pedían licencia ante el oidor para usar de su arte e ir libremente por los valles sin ser estorbados. En los museos y colecciones privadas se pueden apreciar estos mantos, empleados quizá para cubrir paredes desnudas o servir de vestimenta a los señores importantes. Otro renglón dentro del arte pictórico fue la realización de una suerte de mapas pintados que representaban un lugar o una región. El cronista Betanzos cuenta que después de la derrota de los chancas infligida por el príncipe Cusi Yupanqui, los dignatarios cusqueños se presentaron ante él para ofrecerle la borla y lo encontraron pintando los cambios que pensaba introducir en el Cusco. Esta noticia no sería suficiente para confirmar tal práctica si no fuese apoyada por otra referencia la afirmación en el juicio sostenido por las etnias de Canta y de Chaclla en 1558-1570. Uno de los litigantes presentó allí ante la Real Audiencia de los Reyes los dibujos de su valle indicando sus reclamos territoriales, mientras los segundos exhibieron una maqueta de barro de todo el valle. Sarmiento de Gamboa decía que al conquistar un valle se hacía una maqueta y se le presentaba al Inca,

quién delante de los encargados de ejecutar los cambios se informaba de sus deseos. LOS FERTILIZANTES La importancia de la agricultura llevó a los indígenas a buscar fertilizantes para sus cultivos. La información que poseemos sobre abonos procede de la costa y manifiesta el aprovechamiento de recursos naturales renovables. Los principales abonos empleados son nombrados por los cronistas y fueron usados sobre todo para la producción de maíz lo cual confirmaría la sugerencia de Murra acerca de la prioridad de este cultivo. Un primer abono consistía en enterrar junto con los granos, pequeños peces como sardinas o anchovetas. Una representación de este sistema estaba pintada en los muros de uno de los santuarios de Pachacamac donde figuraba una planta de maíz germinando de unos pececitos. El segundo abono usado era el estiércol de las aves marinas que por millares anidan en las islas del litoral. El recurso llamado guano se formaba por las deyecciones de las aves y los costeños tenían por costumbre extraer el guano de las islas. El tercer recurso renovable provenía del mantillo de hojas caídas de los algarrobos y guarangos utilizadas para mejorar los suelos. Arte plumario Las prendas de plumería manifiestan un gusto estético por el color y se usaron en mantas camisas, abanicos y sombrilllas para preservar del sol a los personajes conducidos en andas. Los brillantes tonos de las plumas empleadas señalan un origen selvático con lo cual concluímos que debió existir un trueque a lo largo y ancho del país entre la selva, la sierra y la costa. El cronista Santa Cruz Pachacuti cuenta que para los grandes acontecimientos, como el matrimonio de Huayna Cápac con su hermana el día que recibió la borla o mascaipacha insignia del poder, se recubrieron los techos de paja de los palacios y los templos del Cusco con las más vistosas mantas confeccionadas con plumas multicolores. El espectáculo debió ser magnífico y sobrecogedor pues los brillantes colores de las techumbres contrarrestaban con la sobriedad de las piedras y las cenefas de oro de los muros palaciegos. LOS ANDENES Los andenes han merecido amplias investigaciones e inclusive se trata actualmente de reconstituirlos para beneficio de la agricultura. Ellos permiten cultivar las laderas empinadas de las quebradas y evitar la erosión producida por las lluvias. La tierra acarriada en los andenes después de la construcción de los muros de piedra y del canal hidráulico que lleva el agua para el regadío desde el primer andén hasta el último, es labrado con la chaki-taclla o taclla, típico arado de pie indígena que constituye la herramienta más apropiada para cultivar las laderas. En la costa, algunos angostos andenes que carecen de agua y de canales de riego fueron utilizados como tendederos para secar algunos productos agrícolas como el ají (Capsicum sp.). Ejemplo de esto son los andenes que están detrás del edificio de Puruchuco en Lima. Otros como en Carquín, cerca de Huaura, servían para secar pescado.

LA METALURGIA l área andina de Perú, Bolivia y Ecuador fue la cuna de la metalurgia a nivel sudamericano y surgió sin ninguna influencia proveniente del Viejo Mundo. Existieron dos centros metalúrgicos uno en la zona del altiplano peruano - boliviano y otro en la costa norte en la región Mochica - Lambayeque. De estos dos lugares se difundieron los conocimientos al sur, hacia Chile y Argentina, y al norte, a Colombia y Panamá para llegar posteriormente a las costas occidentales de México. La metalurgia en los Andes tiene una gran antigüedad y sus artífices lograron las más variadas técnicas y aleaciones. En toda la costa existieron expertos plateros y durante al apogeo inca sus gobernantes establecieron mitimaes en el Cusco para la producción de objetos suntuarios. Diversos documentos nombran a estos grupos provenientes del Chimú, Pachacamac, Ica y Chincha. Es probable que sus obras siguiesen los gustos estéticos inca. Sabemos del establecimiento en Zurite, cerca del Cusco de unos yanas plateros de Huayna Cápac, provenientes de Huancavilca (actual Ecuador) que residían en tierras del soberano y cuya obligación era fabricar objetos para el Inca. La numerosa presencia en el Cusco de plateros indígenas fue aprovechada posteriormente por los oidores, corregidores y encomenderos para la confección de vajillas personales de oro y plata, burlando la obligación del quinto del rey. Por ese motivo, son escasas las piezas de plata del siglo XVI en el Perú que tengan punzones.