Kermode. Frank - El Canon Literario

Et CANON LITERARIO H. Bloom,J. Culler, H. L. GatesJt, H.U' Gumbrecht, W. V. Harris, F. Kermode,J.-C. Mainer, W. Mignolo,

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Et CANON LITERARIO H. Bloom,J. Culler, H. L. GatesJt, H.U' Gumbrecht, W. V. Harris, F. Kermode,J.-C. Mainer, W. Mignolo, J. Ma Pozuelo, L. S. Robinson coMprI-ACIóN DE TExros vsBrrocRAFÍA

Enric Sullá

ARCO/LIBROS.S.L,

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HANS ULRICH GUMBRECHT

guntarse si no podría ser cierto que hoy la función y la experiencia que todavía asociamos con el fenómeno "literatu-

ra» se encuentran en áreas y soportes que, Por una u otra raz6rr, todaúa no podemos llamar "literatura"? Las reflexiones anteriores son, naturalmente, la expresión de una plegaria emocional por un cambio, largamente esperado, en la dirección y una apertura de los estudios litera-

rios hacia formas de comunigación "no literarias". IJna arqueología de la comunicación literaria es tan legítima e interesante como, por ejemplo, las excavaciones de las pirámides que, después de todo, probablemente no* incitaron a nadie a rogar por la restitución del culto a los muertos en Egipto. Pero esta arqueología de la comunicación literaria no incluiría un "cultivo de los clásicos" académico y profesional, ni la exigencia pedagógica de una «educación literaria" perpetuada mediante los .clásicos".

EL CONTROL INSTITUCIONAL DE I-A INTERPRETACIÓNFneNr Uniu rsid.a

Krnuo¡r d,

dt

C am bri d,ge

IJn número muy amplio de personas, de las que formo se consideran a sí mismas intérpretes de textos. Todo aquel que comenta un texto (no importa a qué nivel) y todo aquel que le pone notas críticas es un intéiprete. ytal persona no puede abordar el trabajo de interpretación sin tener cierta conciencia de las fuerzas que limitan, o tratan de limitar, tanto lo que él pueda deciriomo los modos en que pueda decirlo. Estas fuerzas pueden provenir del pasado, mas por lo general serán consideradas.orno rurrci,orr., ejercidas por los propios contemporáneos (y esto será cierto tanto si uno se opone a ellasylas padece como si no). Fxiste una organización de la opinión que puede tanto facilitar como inhibir el modo personal de hacer la interpretación, que prescribirá qué puede ser legítima-.rrt. obSeto de un escrutinio interpretativo intensivo y determinárá si un acto particular de interpretación debe ser considerado un éxito o un fracaso, si deberá ser tenido en cuenta o no en futuras interpretaciones lícitas. El medio de estas presiones e intervenciones es la institución. En la práctica, la institución con que tenemos que habérnoslas es la comunidad profesional que interpréta la literatura secular y enseña a otros a hacer lo mismo. Hay instituciones mejor definidas y más despóticas, pero su parte,

-

Tí-tulo original: .Instinrtional control of interpretatio n,, en Salmagm.d.i, ._ 43 (1979) , y reimpreso en The art of telting. Eisays on ficti.or¿. Loridres, Routledge and Kegan Paul, 1983, págs. l6&184. Fue en su origen una conf'erencia dictada en Skidmore College en 1g79, por lo que ions..va .as¡¡os de oralidad. La presente traducción es obra de la revista Saber, quela publicó en su na 6, 1985, págs. 5-13, con cuya autorización, y la del áutor, se

reproduce,

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FRANK KERMODE

existencia no invalida el sentido que damos aquí a la expresión. Para describir su actual existencia social tendúamos que internarnos en una compleja relación de sus manifestaciones concretas en universidades, institutos y sociedades académicos; y para definir su autoridad tendríamos que considerar no sólo su derecho estatutario a otorgar títulos y similares, sino también las más sutiles formas de autoridad adquiridas y ejercidas por sus miembros más activos y más dotados. Pero en esta ocasión no necesitamos molestarnos por tales detalles. Puede afirmarse con seguridad que estamos hablando de algo fácilmente identificable: una comu-

nidad profesional dotada de autoridad (no indiscutible) para definir (o indicar los límites de) un tema, imponer valoraciones y dar validez a interpretaciones. Tales son sus características. Tiene complejas relaciones con otras instituciones. En la medida en que tiene, de modo innegable, un aspecto político, penetra en el mundo del poder; pero por sí misma, añadiremos, es poco el poder que tiene, si entendemos por tal el poder para atar y desatar, para imponer la conformidad y arrater\izar la dewiación. La institución de que estamos hablando es, comparada con otras, bastante débil. Mas no por ello disminuye su parecido familiar respecto de las demás. Semejante comunidad puede describirse como una corporación que se perpetúa a sí misma, sempiterna. Es, aunque modestamente y sin énfasis, jerárquica en su estructura, pues su continuidad depende del derecho de los viejos a instruir a los jóvenes; y los jóvenes se someten porque no hay otra modalidad de sucesión. Los miembros viejos, o veteranos, hacen ciertas comprobaciones, siguiendo su propio arbitrio, sobre la competencia de quienes pretenden unirse a ellos y, en un momento dado, reemplazarlos. Su derecho a hacer semejante cosa viene acompañado por Ia suposición de que están en posesión de un nivel de competencia en parte tácito y en parte dependiente de técni. cas que pueden ser estudiadas y aprendidas; la afirmación de que estas últimas ya han sido adquiridas puede comprobarse con toda sencillez, pero la posesión del poder interpretativo, el poder adivinatorio, sólo se comprueba por referencia al conocimiento tácito de los miembros máS

EL

coNTRoL INSTITUCIoNAT. DE t

A.

INTERpn¡reclóN

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antiguos, que no obstante afirman, tácitamente por norma, que pueden seleccionar a los candidatos capaces de adquirir tales pericias y que tienen derecho a certificar que las han alcanzado. Estoy describiendo el mundo tal como es o tal como nosotros lo conocemos, y lo hago así solamente porque nuestra familiaridad con él puede haber llesado a ocultarnos su modo de operar. Los textos en que los miembros de esta institución se ejercitan no son secretos y en principio el lego tiene pleno acceso a ellos. Pero aunque el lego, sin ayuda o ayudado solamente por la enseñanza secundaria o sub-institucional (charlas radiofónicas, periódicos dominicales, grupos de lectura o clubs literarios), adquiera lo que en ciertas circunstancias pueda pasar por competencia, ltay una diferencia necesaria entre ellos y las personas que podemos considerar practicantes titulados. Es como si estos últimos estuvieran «en regla». Su derecho ala práctica üene señalado por signos arbitrarios; no sólo por certificados, togas y títulos, sino también por jergas profesionales. T.as actividades de tales personas, estén dedicadas al diagnóstico o a la exégesis, son privilegiadas: tienen acceso a significados que no se revelan por sí mismos al lego. Por otra parte, en cuestiones profesionales no están sometidos a otra censura que a la de otros practicantes titulados que actúen como corporación y, por lo tanto, la opinión del lego carece de consecuencias. Esto es algo que no sucedía antes de que la institución aquí considerada se estableciera con firmeza, como cualquiera puede comprobar considerando con ojos de lego la prosa que habitualmente escriben sus miembros y comparándola con lá prosa de críticos que todavía creen escribir para un público general con formación, para la cour et la aille. En cualquier caso, lo que me interesa aquí es explorar un poco más los medios con que la institución controla las actividades exegéticas de sus miembros. Aunque en parte lo hace por medios del todo eüdentes, por ejemplo, controla

la formaciór,y la subsiguiente carrera de sus miembros (¿quién decide si alguien debe recibir el título de licenciado o doctor?), tiene recursos más sutiles, como las restricciones canóni,cas y hermenéuticas, que son más interesantes.

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FRANKKERMoDE

Con la primera de estas expresiones me refiero a la deter_ minación de lo que puede ó debe ser interpretado, y con la segunda a la decisión de si es permisible un modo particu_ lar de hacerlo. Desde_ luego, los cánones cambiair, espe_ cialmente en una institución "débil,; y también lo hacen los estilos interpretativos. cómo tienen rígar dichos cambios :s una parte del tema que me ocupa, y la cuestión de la herejía es una subdivisión de dicha pu.í.. En el capítulo siete planteo la cúestión de cómo saber

que una interpretación está equivocada*. Desde luego, recla_ mamos para nosotros este conocimiento; si un estudiante al fairl As any she beHei with false .o-pu11.L"-f,Jove,is re,, analiza el "she" como pronombre personal y no como sustantivo, no tendremos escrúpulos en decir qué está equi"

vocado; aunque Willian Empson diga que el sántido vocado" estaba presente como ejem[lo de cierto tipo ".qri(criar_ to o séptimo) de ambigüedad (un verbal.]. que da "matiz lugar a reacciones alternativas ante un mismo ,"g-.irto d" lenguaje"), la-mayoríade nosotros no estaríamo"s tan segu_ ros a la hora de escribir. I. A. Richards, que tanto ha heJho para estimular la libertad de interpreáción, siempre ha sabido distinguir el momento en que esta libertad se con_ vierle, en libertinaje; lamenta que haya gente carente del sentido ode lo que es admisible y to qr. ,r-o lo ., en la inter_ pretación», y ve en alguna obra de RomanJakobson los medios de defender la poesía frente a tales i.omniposiUi_ listas". Con todo, parecé chro que pocas veces se trá ttega_ do metódicamente, si es que se ira liegado alguna u.r, uLm decisiones necesarias. Lo que sucede e"s más blen que fu i"" titución requiere interpretaciones que satisfagan su cono_ cimiento tácito del área de sentido iolerado; Ér,. ..q,r.rl_ miento actúa con gran simplicidad cuando la interpreáción discutida es obra de un novicio y puede ,", duro, e

*

-á,

Se refiere al artículo-oCan we say absolutely anything we like?,, en Kermode (1983), págs. lb6-167. lNota d,el compilador.l '" Se trata de los w. 13-14 del soneto 130 de W. SHAxESrEARI, que

en

contexto inmediato y en traducción de L. As:rxaNe MerÍN dicen así: "mi adorada es tan sobresaliente, quejunto a ella, todas las comparaciones (Ohras comptetas. Madrid, Aguilar, t967, pág.2792a). :9: 3.T" lñota det com_ su-

pilad,or.l

EL CoNTRoL INSTITUCIoNAI DE I-q.

INTERPRETacIÓN

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incluso alalargaimposible, apricarro si er autor es conoci_ do por su competencia. Una ,árOn puÁque cambie el con_ senso insrirucional. pero hay un sántidá *"y.1.r" ;;i; que una corporación profesional sabe,y el modo de hacer_ lo era una de las preocupaciones ae uiáhael polanyi. ffi; una competencia institucionalizada, y lo que ésta conside_

ra inaceptable, es incompetente. Esto no supone, como tener que presrar mucha arención u lo..uro, irái_ :i1T,", vrouales,.puesto q":-19 hay garantía de que este conoci_ mienro tácito sea infalible; ,é b"uru., .t .or¡rrro a" ,rrpr.* tos de uso común: el paradigma o, si lo pr.d....r, t^ rp¡íur*; y puede cambiarlo todo. pero fu pri"r"uiii "?: revolución zación inmediata es, simplemente, que aceptamos o recha_ zamos. una interpretación sobre la^base de un .";p;;;; conocimiento fácito, compartido _no importa con qué cua_ lificaciones- por los .s.uiufo.re, má, uritigr", d; i;j";;;-

qura.

*ud,u hay de sorprendente en esta conclusión, que inclutriüal por miembros de otras ins_ tituciones no menos beligerantes' u,rrq.r" poriblemente más conscientes de sí mismoi que los de ü nuestra. Según nos han contado, en la comunidad psicoanalítica,..la dp;;i;;: cia de la.comprensión provie.r. ¿" tu .á.rrt.r.ción de la perspectiva más satisfactoria para la presente iniciativa comúnrl. Dicho de otro modo, r" el tipo d.e cosas que hemos acordado buscar. De hecho, "r.rráttu uuer¿aa..a inter_ pretación es lo queJürgen Haber-u, ílurnu «un consenso entre.las p_arres»2. otro modo ,

_

so puede ser considerada

poáríamosj"r*;;

¿De.qué

En cualquier caso, no omitiremos mencionar ::-T:lgrdi que la rnsütuclon también valora la originalidad; si se u.rr"da que alguna aporración tiene fuer?;;r;;;;;r#; incluso transformar lo que pr.uiu_"rrtetse había acorda_

I '

D.Blmcu, "Thelogic.of interpretation» ,enGmre,10, lgl1,pág. Knoukdge

*á.

Bg4.

and human intaesr.(tSOa¡, á.J"..*yJ. Shapiro, 1972, pág.193. Esra observación no es ajenaalaopi.riáil. Habermas (op. cit., pág.175) de que osl arte hermenáuti." iigado at .ürtuosismo personal"

p".;;;;;

suración".

en mayor medida que el doáinio

á. U. op".uciones

de men_

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¡-RANK KERMoDE

do, entonces tal aportación es respetada y puede llegar a ser la base de un nuevo modelo de consenso. Con todo, tan raras y revolucionarias desüaciones dependen del consentimiento de la jerarquía.

La Iglesia es la más ejemplar de las instituciones dotadas de la obligación primordial de interpretar rextos y de decidir que cierto corpus de textos merece o requiere exégesis repetidas (de hecho, exégesis interminables). Con voluntad de perpetuidad, jerárquica, autoritaria, muy preocupada por cuestiones canónicas y deseosa, como nosotros, de distinguir tajantemente entre lecturas iniciadas y no iniciadas, es un modelo que haríamos bien en considerar si pretendemos comprender nuestros propios usos. De hecho, es dificil establecer generalizaciones tan simples, y la Iglesia ha sido propensa a la escisión precisamente por los temas que estoy considerando: la autoridad,"la jerarquía, el canon, la iniciación y las lecturas diferentes. Pero si algo tiene que enseñarnos, hemos de hacer lo posible por superar tales dificultades. Consideremos en primer lugar el canon. La palabra significa propiamente «vara» o