Kant, Problema Del Conocimiento

PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Kant piensa que entre él y sus predecesores existe una gran diferencia. Él tiene delante una c

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PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Kant piensa que entre él y sus predecesores existe una gran diferencia. Él tiene delante una ciencia modélica, que le puede servir de paradigma, la ciencia físico-matemática de Newton, la cual Kant denomina como "el hecho de la razón pura" y, por eso, va a analizar cómo conoce esta ciencia, para trata de contestar a la pregunta de cómo hay que utilizar la razón para conseguir conocimientos verdaderos. Para seguir a Kant en su análisis, es preciso analizar los diversos tipos posibles de juicios. Están los juicios analíticos (no dependen de la experiencia, por lo que son a priori, son universales y necesarios, no aportan conocimiento nuevo y suelen utilizarse en lógica y en las matemáticas) y los juicios sintéticos (dependen de la experiencia, por lo que son a posterior, no son necesarios, son contingentes y no universales, amplían conocimiento y se usan en la física). Ahora bien, ¿de cuál de estos dos tipos de juicios está compuesta la ciencia físico-matemática de Newton? Kant dirá que tiene que estar compuesta por un tercer tipo de juicios, los juicios sintéticos a priori (son universales y necesarios, son a priori y, además, aumentan el conocimiento sobre las cosas, por lo que también son a posteriori). Pero, ¿cómo puede un juicio ser al mismo tiempo a posteriori y a priori, es decir dependiente e independiente de la experiencia? Explicar esta aparente contradicción es el objeto de su obra Crítica de la razón pura que divide en tres partes. La primera, la ESTÉTICA TRASCENDENTAL. Para Kant, todo lo que la sensibilidad proporciona son intuiciones, concretamente intuiciones empírica. La sensibilidad es, pues, la capacidad de captar perceptivamente el mundo, la capacidad de tener intuiciones empíricas. Las intuiciones empíricas poseen un contenido material que procede de la realidad, del objeto conocido, y un elemento formal que procede del sujeto cognoscente (que no es pasivo, aporta cosas a la labor de conocer). "La cosa en sí" como denomina Kant, envía al sujeto un caos de sensaciones que éste organiza mediante las formas a priori de la sensibilidad, a las que también denomina intuiciones puras o formas a priori de la sensibilidad. Como el caos de sensaciones que el sujeto recibe de la realidad es organizado por las intuiciones puras (y es imposible conocer al margen de estas, pues que son el modo de conocer del hombre), la cosa en sí, la realidad tal como es en sí misma, nunca es conocida por el sujeto (noúmeno, lo incognoscible). Lo que el hombre conoce mediante la sensibilidad, el objeto del conocimiento sensible, las intuiciones empíricas son el aparecer de la realidad, el fenómeno sensible, el objeto para mí (el modo en que las cosas se nos aparecen o muestran, lo cognoscible). La realidad proporciona la materia del conocimiento y, sin esa materia, las formas a priori de la sensibilidad no tendrían sobre qué ejercitarse. Sin el objeto en sí no podría haber conocimiento, puesto que las formas a priori tienen siempre que volcarse sobre algo para poder producir conocimiento. Pero el objeto en sí es totalmente incognoscible. Las intuiciones puras son el espacio y el tiempo. El espacio es la sensibilidad externa y el tiempo la sensibilidad interna. El espacio y el tiempo no son propiedades del universo, sino sólo del modo humano de percibirlo. Si se perciben las cosas en un espacio y los acontecimientos en un tiempo, es porque el modo de conocerlas las dota de esas dimensiones. El espacio y el tiempo no son objeto de ninguna percepción específica, puesto que no existen por sí mismos y sólo se puede hablar de ellos en relación con los objetos. Son simplemente el modo de percibir del ser humano. Su función es la de ordenar el caos de sensaciones, la diversidad fenoménica que envía la realidad.

Ahora bien, según Kant, a pesar de que lo que el hombre conoce procede, en parte, de lo que él mismo pone a la hora de conocer, el conocimiento sensible no es subjetivo ya que el espacio y el tiempo, en cuanto formas de la sensibilidad, son trascendentales, es decir, son iguales y comunes para todos los hombres. Y lo que demuestra esto es que las Matemáticas (que se basan en formas a priori de la sensibilidad) tienen la misma validez en todas las culturas y son igualmente válidas para todos los hombres. La segunda parte es la ANALÍTICA TRASCENDENTAL. Para Kant, los juicios son posible porque el entendimiento, al realizarlos, pone en juego unos elementos "aprióricos", que estructuran los fenómenos sensibles, y estos mismos elementos son los que hacen posibles también los juicios de la Física. El entendimiento es la facultad según la cual se piensa la experiencia (espacio-tiempo). Es, pues, la facultad de conocer mediante conceptos, la facultad que permite pensar la realidad. Se trata de representar conceptualmente una realidad que puede no ser el contenido actual de la sensibilidad. El concepto unifica y engloba una multitud de objetos diversos y supone una unificación, una síntesis de objetos conocidos por la experiencia. Si la sensibilidad proporciona intuiciones empíricas, el entendimiento proporciona conceptos empíricos, que poseen un contenido material, las intuiciones empíricas (la información que la sensibilidad nos ha proporcionado y por la cual conocemos los fenómenos pero no el noúmeno), y un elemento forma que procede del sujeto cognoscente, las categorías puras o conceptos puros a priori. Estas son modos mediante los cuales el hombre piensa el mundo, y no están sacadas de la experiencia, sino que son anteriores a ella. Las intuiciones sensibles no pueden ser pensadas sin las categorías. Es decir, el dato sensible necesita de las categorías para poder convertirse en objeto de conocimiento científico. La función del entendimiento consiste en sintetizar lo diverso de la sensibilidad bajo unidades categoriales o conceptos puros. Y, aunque las pone el sujeto, el conocimiento intelectual no es subjetivo porque las categorías son trascendentales, iguales y comunes para todos. Y en último lugar la DIALÉCTICA TRASCENDENTAL. Kant se preguntará si son posibles los juicios a priori en la metafísica y si la metafísica es una ciencia. La respuesta a ambas preguntas es no. La Metafísica pretende un conocimiento de estos objetos en sí mismos, al margen de cualquier relación con el sujeto cognoscente. Con lo cual, contradice la definición misma de conocimiento científico que dice que se conoce el fenómeno, no el noúmeno. Todo conocimiento se constituye como confluencia de dos elementos: los formales y los materiales. Como el yo, el mundo y Dios no son objetos sensibles y, como además, la Metafísica pretende un conocimiento de los mismos al margen del sujeto que conoce, es imposible un conocimiento científico de los mismos. Kant denomina al yo, al mundo y a Dios como ideas trascendentales. Esto explica que los filósofos, a lo largo de la historia, hayan caído en contradicciones y trampas lógicas (paralogismos, antinomias). Ahora bien, si la Metafísica no se puede elaborar racionalmente, si no puede ser una ciencia, ¿cómo es posible que los hombres lo hayan intentado a lo largo de tantos siglos? El motivo se encuentra en que la razón es una facultad sintetizante, una facultad que tiende a unir y que, aunque sólo funciona legítimamente cuando recae sobre el material dado por la experiencia, se sale de los límites de la experiencia y llega a esas síntesis o uniones totales que son los objetos de la Metafísica. La idea del yo no es sino la síntesis de todas las vivencias del ser humano, lo mismo que la idea de mundo es la síntesis de todo cuando existe y la idea de Dios, la síntesis suprema.