Jorge Barudy

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Jorge Barudy Plantea un modelo para explicar los procesos bio-psico-sociales que actúan como punto de partida en las dinámicas socio-familiares, para que los niños puedan relacionarse con los demás a través del buen trato y cómo se relacionan con una infancia sana, constructiva, feliz y resiliente. Uno de los factores intrafamiliares esenciales que aseguran el buen trato, como ejemplo para los menores, son las competencias parentales. Estas son el resultado de las experiencias propias de buen trato que tuvieron los padres cuando eran pequeños, en sus familias. El concepto de competencias parentales se refiere a las capacidades prácticas que tienen los padres para cuidar, proteger y educar a sus hijos, asegurándoles un desarrollo suficientemente sano. En algunos casos, esto no sucede y los padres no poseen las competencias para ejercer una práctica parental mínimamente adecuada. Sus causas se encuentran en historias personales, familiares y sociales. Algunas de las características que se destacan son los malos tratos infantiles, medidas de protección inadecuada o inexistente, institucionalización masiva, pérdidas y rupturas, antecedentes de enfermedad mental de uno o ambos padres, pobreza y exclusión social. Estas dinámicas negligentes provocan diferentes tipos de daños siempre graves en los niños, aunque no necesariamente son visibles. Algunos de estos daños están relacionados con trastornos del apego y la socialización, trastornos de estrés traumático de evolución crónica, traumatismos severos y alteración de los procesos resilientes (Barudy J., 1998). Además de esto, generalmente los niños no reciben protección de manera oportuna o adecuada, ni tratamientos para reparar estos daños. Lo anterior podría revelarse en la adolescencia a través de la expresión de comportamientos violentos, delincuencia, abusos sexuales, uso de drogas y alcohol. Los padres deben poseer una plasticidad estructural que les permita adaptarse a las cambiantes necesidades de sus hijos. Estas competencias constan de diversos componentes: a. La capacidad de apegarse a sus hijos. Tanto en recursos emotivos como cognitivos. b. La empatía. Capacidad de percibir las vivencias de sus hijos a través de la comprensión de sus manifestaciones emocionales y gestuales a través de las cuales manifiestan sus necesidades. c. Los modelos de crianza. Responder a las demandas de los niños, protegerlos y educarlos. Son transmitidos generacionalmente, incluyendo las formas de percibir y comprender las necesidades de los niños, además de las respuestas para satisfacerlas. d. Participación en redes sociales. Capacidad de pedir, aportar y recibir ayuda de las redes familiares y sociales, además de las instituciones. e. Padres competentes:

a. Estar presentes con afectividad y autoridad en los cuidados y educación de sus crías. b. Flexibilidad, capacidad para enfrentar y resolver problemas, habilidades de comunicación y destrezas para participar en redes sociales de apoyo. Investigaciones: 1. Se asocian los padres autoritarios, que presentan un equilibrio entre coerción y afecto, con el incremento de las competencias sociales de los niños. 2. Los modelos autoritarios y los permisivos no se asocian con resultados positivos, debido a esas características minimizan las oportunidades para que los niños aprendan a sobrellevar el estrés. 3. Deben ser consideradas las diferencias culturales y étnicas, para ver cuáles son los estilos parentales más adecuados a cada situación. 4. La calidad parental debe estar sometida a ajustes permanentes, debe variar según el proceso de madurez del niño y los nuevos y diversos desafíos de los padres, obteniendo un estilo estable durante algunos períodos. Para citar este documento: Bornstein L, Bornstein MH. Estilos Parentales y el Desarrollo Social del Niño. In: Tremblay RE, Barr RG, Peters RDeV, Boivin M, eds. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. Montreal, Quebec: Centre of Excellence for Early Childhood Development; 2010:1-4. Disponible en: http://www.enciclopediainfantes.com/documents/BornsteinESPxp.pdf. Consultado [insertar fecha]. Copyright © 2010

La receptividad de los padres representa un apoyo para el desarrollo de las habilidades sociales y cognitivas en los niños. Algunos de estos elementos son el afecto positivo y el calor humano, así como la receptividad contingente de las señales que los hijos envían a sus padres. Además, es importante que los padres envíen mensajes verbales valiosos, que mantengan y desarrollen sus intereses. Su colaboración debe estar enfocada al desarrollo de mecanismos adecuados para enfrentar el estrés y los diversos estímulos ambientales. A través de la reiteración de experiencias positivas se logran formar los lazos afectivos y confiables entre ellos, promoviendo la participación permanente de sus hijos en actividades de aprendizaje. Se transmite la aceptación parental, se fomenta la autorregulación y la cooperación, aumentando la probabilidad de aprendizajes efectivos, puesto que proporcionan una estructura o soporte a las habilidades inmaduras de los niños, el desarrollo de capacidades cognitivas y atencionales. Además de ayudar a sus hijos a asumir un rol más independiente y activo.

Existe cierta evidencia acerca de que el mecanismo que facilita el desarrollo cognitivo depende de la regularidad con la que se implementa el estilo receptivo. La combinación de conductas receptivas cognitivas y emocionales-afectivas median el mayor aprendizaje de los niños y el desarrollo de habilidades. La cooperación de los niños se ve incrementada con el aumento en la utilización del estilo receptivo contingente, junto con el reforzamiento verbal y las menores frecuencias de restricción de las actividades de los niños. La ampliación del vocabulario de los niños fue potenciada por madres que son más atentas al desarrollo de sus hijos, refuerzan sus intereses y les señalan los objetos o acciones. Las conductas como la sensibilidad afectiva son mejor impartidas durante la etapa infantil. El estilo receptivo facilita el aprendizaje a través de la sensibilidad de los padres y la voluntad de satisfacer las necesidades individuales de los niños. Para citar este documento: Landry SH. El rol de los padres en el aprendizaje infantil temprano. In: Tremblay RE, Barr RG, Peters RDeV, Boivin M, eds. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. Montreal, Quebec: Centre of Excellence for Early Childhood Development; 2010:1-6. Disponible en: http://www.enciclopediainfantes.com/documents/LandryESPxp.pdf. Consultado [insertar fecha]. Copyright © 2010

El desarrollo del lenguaje en los niños les permite compartir significados con otros y su participación en los aprendizajes culturales, influyendo en la disposición escolar y sus logros. A través del lenguaje los padres, y otros adultos, llevan al niño a un nivel más alto de pensamiento y acción. Por lo que la estimulación cognitiva y la sensibilidad positiva en etapas tempranas del desarrollo apoyan el proceso de aprendizaje. Así como el desarrollo de un vocabulario menos productivo y receptivo puede producir dificultades en la ortografía y la lectura. Algunos aspectos de los estilos parentales que apoyan el enriquecimiento del vocabulario son las siguientes: a. La frecuencia de la participación del niño en la rutina relacionada con las actividades de aprendizaje; que en etapas tempranas y de manera sistemática, proporcionan las bases para un aprendizaje temprano, el desarrollo del lenguaje y la alfabetización, ampliando el conocimiento que tienen de lo que los rodea y las actitudes positivas frente a esas actividades. b. La calidad de la participación de los cuidadores. c. El suministro de materiales de aprendizaje apropiados para su edad. Las actividades rutinarias les brindan una estructura para poder interpretar la conducta y el lenguaje de los demás, por lo que desarrollan la capacidad para anteponerse a la secuencia temporal de

los acontecimientos, siendo capaces de sacar conclusiones de experiencias nuevas. A mayor información que los padres son capaces de brindarles a sus hijos, con un adecuado uso del lenguaje, ellos se ven beneficiados en la calidad de su aprendizaje futuro. Además de una actitud contingente frente a las iniciativas exploratorias de sus hijos, mediante descripciones y preguntas verbales, desarrollando la conciencia fonológica y las habilidades de comprensión. El acceso a materiales de aprendizaje y juguetes fomenta la curiosidad infantil, la exploración y la motivación, estando vinculado a logros escolares y al éxito futuro. Las madres que son adolescentes muestran menores niveles de estimulación verbal y de participación, mayores niveles de intrusismo, lenguaje menos variado y complejo; en comparación con las madres mayores. Las madres con menores niveles de educación les leen con menor frecuencia a sus hijos, con lenguaje más simple, afectando la cantidad y la calidad de las interacciones con sus hijos. El nivel socioeconómico bajo se asocia a la producción de lenguaje proveedor de experiencias más limitado a nivel de los pre-escolares. Para citar este documento: Tamis-LeMonda CS, Rodriguez ET. El rol de los padres en el fomento del aprendizaje infantil y desarrollo del lenguaje. In: Tremblay RE, Barr RG, Peters RDeV, Boivin M, eds. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. Montreal, Quebec: Centre of Excellence for Early Childhood Development; 2010:1-10. Disponible en: http://www.enciclopedia-infantes.com/documents/Tamis-LeMondaRodriguezESPxp-Parentales.pdf. Consultado [insertar fecha]. Copyright © 2010

El conocimiento que los padres puedan tener sobre el desarrollo de sus hijos les ayuda a tener una visión más global de cómo se van a tener que ir adaptando o anticipando a sus cambios. Se relaciona con el aumento de las habilidades parentales, produciendo en ellos menores problemas conductuales. Las madres adolescentes que presentan expectativas más maduras, realistas y punitivas sobre su propia función, los niños y la relación de los padres con sus hijos, tuvieron niños con mayor capacidad para enfrentar los problemas cotidianos. Los padres de niños que son catalogados como agresivos se caracterizan por ser altamente críticos y punitivos con sus hijos, además de ser tendientes a atribuir la mala conducta de sus hijos a causas más estables, como la predisposición, comparados con padres de hijos que no presentan problemas. Las actitudes parentales moderadamente controladas y receptivas, que están basadas en el niño, han sido relacionadas positivamente con la autoestima, logros escolares, desarrollo cognitivo y problemas menores de conducta. Los trastornos del ánimo y el estrés de los padres están asociados con mayores problemas emocionales y conductuales. Esto es más grave en el caso de una madre con psicopatología.

Los síntomas depresivos en el período postparto se relacionan con un conocimiento menos preciso sobre el desarrollo infantil. El estrés de los padres en la etapa preescolares relaciona con el desempeño en la competencia social de parte de los profesores, así como la internalización de la conducta y la externalización de los problemas. El aumento de la tensión familiar durante los años de preescolar se asocian al incremento de la agresividad y de ansiedad de los niños, y una menor competencia social en el jardín. Para citar este documento: Sanders MR, Morawska A. ¿Es posible que el conocimiento de los padres, las competencias y expectativas disfuncionales, y la regulación emocional mejoren los resultados de los niños?. In: Tremblay RE, Barr RG, Peters RDeV, Boivin M, eds. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. Montreal, Quebec: Centre of Excellence for Early Childhood Development; 2010:1-13. Disponible en: http://www.enciclopedia-infantes.com/documents/Sanders-MorawskaESPxp.pdf. Consultado [insertar fecha]. Copyright © 2010

“El calor parental, junto con niveles razonables de control o restricción, tienden a producir resultados positivos en el niño”. Cuando los padres buscan las causas de sus propias actitudes y son precisos en encontrarlas, facilitan una mayor eficiencia parental. En cambio cuando son negativos, “los distraen de la tarea de crianza, y les dificulta el reaccionar apropiada y efectivamente ante los cambios de socialización de sus hijos”. Madres que se “sienten amenazadas y se vuelven abusivas y hostiles o poco asertivas y sumisas, y transmiten señales confusas a sus hijos, con el resultado que los niños dejan de ponerles atención y también reducen su capacidad cognitiva”. “Las madres que tienen una habilidad baja en la autoeficacia, es decir, que no creen que puedan ejercer su función en forma correcta, se rinden ante el desafío y se deprimen”. La eficacia se relaciona “con las expectativas que las madres depositaban en sus hijos, tales como ser bien educados y con un comportamiento correcto”, siendo estos los objetivos que transmitían en su práctica parental y están vinculados con las habilidades de los niños para regular su propio comportamiento y planificación. Madres que tienen creencias positivas poco realistas sobre el papel que juegan en la crianza y tienden a la ira y a ser muy críticas con los niños, logran desarrollar actitudes rebeldes. Los padres que pueden identificar con precisión las ideas y sentimientos de sus hijos durante los conflictos están más capacitados para lograr resultados positivos. La actitud parental de creer que los niños pueden razonar por su cuenta y ser precisos en sus apreciaciones, se vincula al apego seguro de sus hijos. Para citar este documento: Grusec JE. Actitudes y creencias parentales: Su impacto en el desarrollo de los niños. In: Tremblay RE, Barr RG, Peters RDeV, Boivin M, eds. Enciclopedia sobre el

Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. Montreal, Quebec: Centre of Excellence for Early Childhood Development; 2010:1-5. Disponible en: http://www.enciclopediainfantes.com/documents/GrusecESPxp.pdf. Consultado [insertar fecha]. Copyright © 2010