Jan de Vos_Los Enredos de Remesal

LOS ENREDOS DE REMESAL Ensayo sobre la conquista de Chiapas R E G I O N E S Un espacio editorial abierto a la

Views 66 Downloads 3 File size 11MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

LOS ENREDOS DE REMESAL Ensayo sobre la conquista de Chiapas

R

E

G

I

O

N

E

S

Un espacio editorial abierto a la pluralidad étnica, social y cultural de México

Jan De Vos

LOS ENREDOS DE REMESAL Ensayo sobre la conquista de Chiapas

4A

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

Primera edición: 1992 Producción: Dirección General de Publicaciones del CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES D.R. © De la presente edición Dirección General de Publicaciones Av. Revolución 1877, 10° piso San Ángel, CP 01000 México, D.F. © Jan De Vos Van Gerven ISBN 968-29-3787-6 Impreso y hecho en México

Es cosa maravillosa cómo lo que el hombre mucho desea y asienta una vez con firmeza en su imaginación, todo lo que oye y ve, ser en su favor a cada paso se le antoja. Fray Bartolomé de Las Casas, Historia de las Indias, I, 44

r

índice Reconocimientos

11

Introducción

13

Capítulo 1. LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ . . . Una historia inverosímil El origen de las desgracias Las fuentes de Remesal Diego el Bueno y Juan el Villano

21 25 30 36 43

Capítulo 2. LOS ENREDOS DE REMESAL La conquista del Soconusco La conquista de Chiapa

51 63 66

Capítulo 3. "DE TAL PALO, TAL ASTILLA" La confusión de la academia La conquista de Chiapa El desamparo de la divulgación

157 158 163 178

Capítulo 4. HACIA UNA "HISTORIA VERDADERA" . . .

185

Conclusión

211

Bibliografía

215

9

Reconocimientos

E

ste ensayo es el resultado de dos años de investigación llevada a cabo en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) del Sureste, con sede en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Agradezco a dicha institución la confianza puesta en mi proyecto, el apoyo académico brindado a lo largo de la investigación, y la generosa autorización de dejarme publicar en casa ajena. Para la elaboración del texto recibí, como de costumbre la valiosa ayuda de Emma Cosío Villegas, quien revisó el borrador, y de Zenobia Gutiérrez Robles, quien mecanografió el manuscrito. A ellas dos va dirigido, una vez más, un reconocimiento muy especial.

11

Introducción

E

sta obra se presenta como un ensayo sobre la conquista de Chiapas. Para decir verdad, la expresión padece cierto anacronismo. El plural Chiapas no existía en el momento en que los españoles llegaron a esas tierras. Ni ellos ni los pobladores autóctonos lo conocían. De hecho, el área invadida formaba un mosaico de regiones diversas que recibían su identidad particular, o bien de la misma lengua hablada en su territorio, o bien por estar sus habitantes subordinados al mismo gobierno político. Las autoridades coloniales, desde el principio, llamaron "provincias" a estas regiones. Los nombres propios que les pusieron —los Llanos, los Zoques, los Quelenes, los Zendales, el Lacandón, el Soconusco, Chiapa— no parecen haber sido invento suyo. Probablemente fueron préstamos de la costumbre indígena ya existente. Los dos últimos nombres —Soconusco y Chiapa — fueron adaptaciones al castellano de las palabras nahuas Xoconochco y Chiapan. Designaban originalmente sólo a las comarcas en torno a dos poblaciones prehispánicas, el antiguo emporio Xoconochco cerca de la actual ciudad de Huixtla, y el puerto fluvial de Chiapan, asentado en el lugar que hoy ocupa Chiapa de Corzo. Fueron estas dos comarcas relativamente pequeñas las que Hernán Cortés tuvo en la mente cuando en su cuarta carta de relación habló de "la provincia de Soconusco [...] y otra que se dice de Chiapa". 1 Sin embargo, muy pronto tanto Soconusco como Chiapa llegaron a designar territorios mucho más extensos. Ya en 1530, la provincia de Soconusco abarcaba 1

H. Cortés, Cartas de relación. 1963, p. 155.

13

LOS ENREDOS DE REMESAL

toda la franja costera desde Ayutla hasta Tonalá. En cuanto a la provincia de Chiapa, ésta comprendía entonces todo el resto del actual estado de Chiapas, es decir, incluía, además de la comarca de Chiapan propiamente dicha, a los Llanos, los Zendales, los Quelenes, los Zoques, y el Lacandón. El subtítulo del presente ensayo refiere a todas las regiones mencionadas, incluido el Soconusco, agrupándolas, por razones de comodidad, bajo el denominador común de Chiapas. A fin de cuentas se trata del pasado de una entidad sociopolítica que actualmente lleva ese nombre. Sin embargo, es bueno saber que el plural Chiapas apenas cobró existencia al finalizar el siglo XVIII.2 Antes, se hablaba de Chiapa y Soconusco, ya que estos nombres reflejaban la situación real del momento: la división del territorio del actual estado de Chiapas en dos provincias gobernadas separadamente desde Guatemala. No es correcto, pues, emplear el término Chiapas en un estudio sobre el comienzo de la época colonial, como aquí es el caso. Hago la extrapolación sólo en el título, y por tratarse de una mala costumbre firmemente establecida. Los manuales y libros de historia chiapaneca, salvo contadas excepciones, hablan de Chiapas colonial y hasta de Chiapasprehispánico, dos conceptos que en el fondo no tienen sentido, ni gramatical ni históricamente.3 En cuanto al singular Chiapa, he procurado establecer una terminología más adecuada a la realidad. Las fuentes, cuando mencionan la palabra, a veces se limitan a la pequeña comarca habitada por los chiapanecas propiamente dichos, a veces están hablando de la provincia colonial que tenía a Ciudad Real como capital y se extendía sobre todo el territorio del actual estado de Chiapas, menos el Soconusco. Con el fin de evitar tal confusión, usaré la palabra nahua Chiapan para referirme a la primera, y la palabra castellanizada Chiapa para la segunda entidad. 2 Véase Jan De Vos, "El sentimiento chiapaneco. Cuarteto para piano y cuerdas. Opus 1821-1824", en Revista ICACH, núm. 2, 1988, p. 36. 3 Entre las loables excepciones destaca P. Gerhard, The Southeast Frontier of New Spain, 1979, pp. 147-172. Como ejemplo de la tenacidad de la tradicional extrapolación, véase Mario H. Ruz, Chiapas colonial. Dos semblanzas documentales, 1989.

14

INTRODUCCIÓN

El anacronismo que padece el subtítulo de mi trabajo, no se reduce al plural Chiapas. Afecta también la expresión conquista. Elegí este singular, de nuevo, por conveniencia. Advierto que la palabra tampoco refleja adecuadamente la realidad histórica. De hecho, hubo más que una sola conquista. La penetración española de las tierras chapanecas se llevó a cabo en distintas etapas y por diversas rutas: el paso de Pedro de Alvarado a través del Soconusco, a principios de 1524; la entrada militar de Luis Marín a los Zoques, Chiapan y Quelenes, en la primavera del mismo año; la expedición de Juan Enríquez de Guzmán, en el invierno de 1526-1527; la ocupación de los Llanos por Pedro Portocarrero, hacia finales de 1527 o principios de 1528; el sometimiento definitivo de Chiapan, Quelenes y Llanos por Diego de Mazariegos, en la primavera de 1528; la travesía del Lacandón, realizada en 1530 por Gonzalo Dávila; la incursión de Francisco Gil Zapata contra los pueblos de los Zendales, en el año de 1536. Todas estas campañas militares tienen cabida en la expresión la conquista de Chiapas. Sin embargo, aquí hablaré sólo de las cinco primeras. Considero haber tratado las dos últimas con suficiente detenimiento en una publicación anterior. 4 El presente estudio no abarca, pues, la conquista en su totalidad. Se limita a los hechos bélicos ocurridos entre 1524 y 1529. No toma en cuenta los enfrentamientos posteriores. Tampoco pone mucha atención en la consolidación administrativa, la integración socioeconómica y la penetración cultural, las que formaron también parte del proceso de conquista. Sobre la fase inicial de la conquista chiapaneca existe una literatura abundante, que comienza con las páginas escritas por los historiadores locales Flavio Antonio Paniagua (1876) y Vicente Pineda (1888) y autores reconocidos internacionalmente como Charles Etienne Brasseur de Bourbourg (1857) y Hubert Huwe Bancroft (1886). El tema vuelve a ser tratado in extenso por Gustavo López Gutié-

Véase Jan De Vos, La paz de dios y del rey, 2" ed., 1988, pp. 46-62.

15

LOS ENREDOS DE REMESAL

rrez (1932/1942), Manuel Trens (1949/1957), Carlos Cáceres López (1958), Hermilo López Sánchez (1960) y Francisco Santiago Cruz (1974). Aparece, asimismo, aunque sólo de paso, en muchas obras recientes, como por ejemplo en las de Juan Artigas (1984), Sidney Markman (1984), Antonio García de León (1985), Roberto Thompson (1985) y Victoria Bricker (1981/1989). Obviamente vuelve a lucir en los manuales de historia regional o estatal que se publicaron a lo largo de los últimos cincuenta años, desde Los cuentos del abuelo, de Ángel Mario Corzo (1943) hasta Chiapas. Colores de agua y selva, el libro de texto editado por la Secretaría de Educación Pública (1988). Haciendo el recuento de todas las obras que de alguna manera abordan el tema de la conquista de Chiapas, el número rebasa fácilmente la Cuarentena. No es, sin embargo, la cantidad de libros, manuales, folletos y artículos lo que más impresiona. Llama la atención sobre todo la enorme confusión que en ellos reina con respecto al tema tratado. El fenómeno tiene su peso, ya que todos estos escritos se apoyan, directa o indirectamente, en la misma fuente colonial, la Historia general de las Indias Occidentales y particular de la gobernación de Chiapa y Guatemala, obra de fray Antonio de Remesal, que fue publicada por primera vez en Madrid en 1619. ¿Hasta qué punto el cronista dominico tuvo la responsabilidad del embrollo creado por los historiadores posteriores? He aquí la pregunta que surgió inmediatamente después de una primera hojeada de la literatura, tanto colonial como reciente. La pregunta pronto se convirtió en hipótesis de trabajo. La confusión de los autores modernos, ¿no se debería, en gran parte, a las contradicciones en las que incurre el propio Remesal? Con el fin de averiguar la hipótesis, decidí sujetar la versión remesaliana a un análisis riguroso. Punto de partida fue una lectura minuciosa de los tres textos que en la Historia general hablan de la conquista de Chiapas. En el primero, Remesal alude brevemente —en una sola f r a s e ai paso de Pedro de Alvarado por el Soconusco (libro I, capítulo II). En el segundo, refuta una leyenda que, a

16

INTRODUCCIÓN

principios del siglo XVII, circulaba ampliamente en España y en América. Según ella, los habitantes de Ciudad Real de Chiapa en 1546 hubieran intentado asesinar a su obispo fray Bartolomé de Las Casas, pero el prelado, aunque mal herido, supo ponerse a salvo, no sin antes maldecir a la ciudad y sus habitantes (libro Vil, capítulos XV y XVI). En el tercer texto, Remesal relata in extenso lo sucedido en la conquista armada de la parte central del actual estado de Chiapas, realizada por el capitán Diego de Mazariegos en los años 1524, 1527 y 1528 (libro V, capítulos XIII, XIV y XV). Los dos últimos textos están íntimamente relacionados. Remesal, durante su breve visita a Ciudad Real en 1616, encontró a la población sorpresivamente venida a menos. Aprendió que la situación de pobreza y desunión era interpretada por los habitantes mismos como la consecuencia directa de la maldición de fray Bartolomé. Con toda razón consideró esta creencia ser una "falsa opinión" o "fábula" (las expresiones son suyas). Por otro lado, como buen historiador que era, trató de identificar la verdadera causa de las desgracias que los vecinos de Ciudad Real estaban padeciendo. Fue un acierto suyo, buscarla entre los acontecimientos que tuvieron lugar inmediatamente antes y después de la fundación de la primitiva villa de españoles en el mes de marzo de 1528. Sin embargo, Remesal no logró su loable propósito, debido a la prisa que llevaba y la exagerada confianza que tuvo en información de segunda mano. Peor aún, cayó víctima de otra leyenda, la del muy noble caballero Diego de Mazariegos. Para nutrir y sostener esa segunda leyenda, se enredó de tal manera que cometió más errores de interpretación que los que cuentan las páginas que dedicó al asunto. Se me ocurrió seguir a Remesal, paso a paso, en esta aventura historiográfica, desde el acertado comienzo hasta el lamentable resultado final. Invito al lector a acompañarme en este seguimiento. Primero, observaremos a Remesal en su intento de refutar la leyenda de la maldición de fray Bartolomé. Al mismo tiempo veremos cómo el cronista dominico creó

17

Portada interior de la primera edición de la Historia de Antonio de Remesal. Foto Ezequiel Robles, p. 9

INTRODUCCIÓN

la leyenda del muy noble Diego de Mazariegos y cómo esta nueva "fábula" floreció después bajo las plumas entusiastas de algunos historiadores locales. Terminada esta etapa preparatoria, abordaremos la parte más importante del estudio: el detallado análisis^de los múltiples errores que Remesal cometió al querer destruir una leyenda a través de la consagración de otra. En un tercer momento, trataremos de detectar —y hasta cierto grado, explicar— los enredos de los autores que escribieron después de Remesal y siguieron su mal ejemplo de narrador novelesco. El ensayo concluirá con un intento de reconstruir, al estilo de Bernal Díaz del Castillo, la "historia verdadera de la conquista de Chiapas". Esta reconstrucción evidentemente se hará con base en la información encontrada en los documentos de archivo a lo largo del análisis anterior. No pretendo haber logrado una recopilación exhaustiva de estos documentos. Me limitaré a los que utilicé para la refutación de la versión remesaliana. Por esta razón, mi "historia verdadera" no es más que un esbozo. La presento como material de trabajo y punto de partida para un futuro estudio, dedicado específicamente a la implantación del régimen colonial en Chiapa y Soconusco. Me parece suficiente, por ahora, abrir camino con el esfuerzo de desenlazar lo que he querido llamar, desde el principio de la investigación. Los enredos de Remesal.

19

CAPÍTULO

1 La maldición de fray Bartolomé

L

a obra de fray Antonio de Remesal, publicada en Madrid en 1619, entró en la historiografía colonial bajo el título que llevaba la portada impresa: Historia general de las Indias Occidentales y particular de la gobernación de Chiapa y Guatemala. Con este nombre comúnmente es citada por los estudiosos. Sin embargo, la edición de 1619 presentaba una segunda portada, grabada ésta, con un encabezado completamente diferente: Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala de la orden de Nuestro Glorioso Padre Santo Domingo.^ Esta segunda fórmula expresa mucho mejor el enfoque y el contenido de la obra; además, concuerda con 1 Llama la atención la inexactitud del título impreso. No existió nunca "la gobernación de Chiapa y Guatemala". Hubiera tenido más sentido la expresión "la gobernación de Guatemala y Chiapa", por lo menos para los años 1530-1539, ya que durante ese periodo, y en aquel orden jerárquico, las dos entidades estuvieron administradas por Pedro de Alvarado. De 1539 a 1544, Guatemala siguió como gobernación de Alvarado, mientras Chiapa pasó a ser gobernada por Francisco de Montejo. En 1544, con la instalación de la Audiencia de Los Confines en Gracias a Dios, Honduras, desaparecieron las "gobernaciones" de Guatemala y Chiapa. Ambos territorios entraron a formar parte del distrito de la Audiencia, cuyo presidente también ejercía el gobierno supremo y el mando militar, con el titulo de capitán general. De allí la costumbre de llamar, a partir de 1544, al distrito de la Audiencia: la Capitanía General o el Reino de Guatemala. La inexactitud cometida por Remesal sólo se explica si aceptamos que el título impreso se contaminó por la influencia del título grabado, en el cual figuraba la expresión "la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala". Ésta era una entidad administrativa eclesiástica, nacida en 1551, cuando los frailes dominicos, en su capitulo religioso del 17 de mayo de aquel año, erigieron el territorio que caía bajo su responsabilidad evangelizadora, en provincia pastoral, con la advocación de san Vicente Ferrer, dominico valenciano c a n o n i z a d o en

21

LOS ENREDOS DE REMESAL

lo dicho por el autor mismo en el prólogo: "El principal intento de este libro es tratar la fundación, aumento y estado de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala, y de los excelentes varones que ha tenido en religión, letras y gobierno, que la han ¡lustrado y hecho famosa." 2 Para Remesal, el varón más excelente entre los dominicos de la provincia de San Vicente indudablemente fue fray Bartolomé de Las Casas, obispo de Ciudad Real de Chiapa de 1544 a 1550. Las Casas recibe en la Historia de Remesal un trato privilegiado, puesto que su biografía se extiende sobre más de setenta capítulos. Una buena parte de ellos describen la actuación de fray Bartolomé como obispo, desde su salida de España hasta su llegada a Chiapa (libro V, capítulos l-XII), pasando por los primeros, enfrentamientos con sus feligreses en Ciudad Real y con las autoridades de la Audiencia de los Confines en Gracias a Dios y Guatemala (libro VI, capítulos l-XII y libro Vil, capítulos IV-VI) y terminando con el viaje de retorno a Chiapa, los últimos disgustos habidos con los vecinos de Ciudad Real, y la decisión final del prelado, de abandonar para siempre su diócesis (libro Vil, capítulos Vll-X, XIV, XVI). A lo largo de la biografía lascasiana, Remesal sigue de cerca la relación manuscrita de fray Tomás déla Torre, uno de los dominicos que acompañaron a fray Bartolomé en su viaje de España a las Américas. Tuvo la oportunidad de leer y copiar esa crónica en el convento dominico de Guatemala. 3 En algunos puntos, sin embargo, se aparta de su fuente para poner algo de su propia cosecha. Uno de ellos

1455. La provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala comprendía, además de Chiapa y Guatemala, a las provincias de Nicaragua y Honduras. Cf. Antonio de Remesal, Historia general de las Indias Occidentales y particular de la gobernación de Chiapa y Guatemala, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1964-1966, libro IX, capítulo VI, párrafo II, 1966, p. 211. 2 lbidem, prólogo, 1964, p. 75. 3 Remesal alude a ella varias veces, por ejemplo, en el prólogo y en el libro XI, capitulo V, párrafo 1,1966, p. 391: "... las palabras del padre fray Tomás de la Torre, que con más cuidado que otro escribió las cosas de esta provincia, y para

22

i

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

es la iniciativa de disculpar a los españoles de Ciudad Real por el comportamiento violento que tuvieron hacia el obispo, antes de que éste abandonara la tierra chiapaneca. En sus palabras: "las ocasiones que para ello hubo, no fueron fáciles ni pequeñas. Lo uno, por ser la contienda con el prelado sobre interés y cosas de servicio y hacienda, que es el sustento de la vida humana. Lo otro, por ser el señor obispo uno de los hombres más malquistos de todos cuantos vivían en las Indias". 4 El odio hacia fray Bartolomé entonces era tal, que los habitantes de Ciudad Real recibieron varias cartas en las que se les daba el pésame por haberles tocado un obispo tan conflictivo. 5 Se explica, pues, la irritación que provocó entre los habitantes de Ciudad Real la presencia de Las Casas durante aquella turbulenta navidad de 1546. Asimismo, se entiende por qué Remesal dedica un capítulo entero a la descripción del alboroto que en Ciudad Real se armó en torno al prelado malvenido, apoyándose para ello en la crónica de fray Tomás de la Torre, quien fue testigo ocular de los hechos. 6 No viene al caso repetir aquí lo dicho por uno y otro cronista. 7 Nos interesa el hecho de que Remesal, en narrar

esto procuraba siempre tener muchas noticias de todo lo que sucedía en toda ella". El manuscrito se perdió, pero una buena parte sobrevivió en la Historia de la Provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala de la Orden de Predicadores, escrita alrededor de 1720 por fray Francisco Ximénez, quien copió el texto in extenso. El periodo cubierto por la crónica iba de enero de 1544, fecha en que los primeros dominicos salieron del convento de San Esteban de Salamanca, hasta probablemente septiembre de 1567, fecha en que Tomás de la Torre falleció. La obra fue descrita por el cronista franciscano fray Francisco Vázquez como "libro manuscrito de la venida de los religiosos a la Provincia de Chiapa etcétera..., el cual como tan estimable se guarda en el depósito del convento de nuestro padre Santo Domingo de Guatemala". Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala, 1716, libro I, capítulo XXIV. Véase también Sáenz de Santa María, Fray Antonio de Remesal, O.P., y su obra, 1964, pp. 35-37. 4 Remesal, op. cit., libro Vil, capítulo XVI, párrafo III, 1966, p. 65. 5 Ibidem: "...de diferentes partes de las Indias vinieron cartas a Ciudad Real, irritando a los vecinos contra él [...]. Nunca le nombraban por su nombre, sino: ese diablo que os ha venido por obispo". 6 Remesal, op. cit, libro Vil, capítulo VIII, 1966, pp. 32-36. 7 A. Saint-Lu ha hecho un análisis minucioso de los dos relatos en Un épisode romancé de la biographie de Las Casas: le dernier séjour de l'évéque de Chiapa

23

LOS ENREDOS DE REMESAL

los sucesos, se sienta en terreno tan seguro que se anima a refutar una "falsa opinión del vulgo", o "fábula", que sobre aquéllos se había formado. Resumida en pocas palabras, esta "fábula" decía: "que los vecinos de Ciudad Real, en las furias de sus cóleras y pesadumbres con el señor fray Bartolomé de Las Casas, arremetieron a la posada donde estaba, le sacaron de ella con violencia y, apedreándole, le echaron fuera de la ciudad [...]. Revivió y como pudo se subió al cerro de San Cristóbal, que está sobre la ciudad y la predomina toda, y desde allí le echó la maldición [...]. De esta maldición dicen que provienen las desgracias tan grandes que los vecinos han tenido, así de pleitos y bandos, como en pérdidas de hacienda, esterilidad de los campos e ir siempre la ciudad a menos. Y otra cualquier desgracia que aún en particular les suceda, luego se atribuye a aquella culpa de apedrear al obispo y a oir Dios sus plegarias en la maldición que echó a la ciudad".8 Remesal consideró esta leyenda suficientemente nefasta como para dedicar medio capítulo a la refutación de la misma.9 Su preocupación en primer lugar tuvo que ver con la gran divulgación que se le había dado: "Era una cosa muy publicada en todas las Indias, no ignorada en España ni repetida pocas veces de hombres graves y no graves."10 Pero también le molestó sobremanera la mala fama que los vecinos de Ciudad Real por ella habían recibido, tanto en Europa como en América. Es decir que Remesal consideró que la leyenda era no sólo un irresponsable invento, sino además una malévola calumnia.

parmi ses ouailles (1962). Llega a la conclusión de que Remesal, además de embellecer los hechos con algunos retoques hagiográficos, se tomó la libertad de cambiar en varios puntos la versión dada por Tomás de la Torre. Según Saint-Lu, Remesal "es una fuente que hay que utilizar con precaución", op. cit., 1962, p. 241. 8 Remesal, op. cit., libro Vil, capítulo XV, párrafo V, 1966, p. 61. 9 lbidem. libro Vil, capitulo XVI, párrafos I a III, 1966, pp. 63-65. ™lbidem, libro Vil, capitulo XV, párrafo V, 1966, p. 61.

24

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

Una historia inverosímil Lo que despertó en Remesal la primera sospecha, probablemente fue el olor a sermón que exhalaba la historia. El apedreamiento y la maldición le recordaron con demasiada insistencia dos episodios: uno del Nuevo Testamento y otro de la hagiografía española. En el primer caso, el obispo Las Casas le pareció "no menos maltratado que San Pablo y San Bernabé, cuando los de la ciudad de Listras usaron con ellos el mismo modo". 11 En el otro caso, la maldición pronunciada contra Ciudad Real la consideró muy semejante a la que echó "Santo Toribio a la ciudad de Palencia, cuando siendo toda de herejes priscilianistas, no le quisieron oir la verdad católica que les predicaba por orden de San León Papa, año de 445". 12 Ahora bien, Remesal sabía que Las Casas en sus enfrentamientos con los habitantes de Ciudad Real nunca había llegado ni a los extremos sufridos por san Pablo y san Bernabé, ni a los excesos cometidos por santo Toribio. Lo sabía por que acababa de terminar su biografía de fray Bartolomé, en la cual: ...había dicho con toda puntualidad todo lo que al señor obispo [...] le sucedió en Ciudad Real, desde el día en que entró en ella, hasta la hora en que salió, según y mejor que lo pude averiguar, así de los procesos de la Audiencia de Guatemala como de los libros de cabildo de la misma Ciudad Real, y de los memoriales escritos de aquel tiempo por el padre fray Tomás de la Torre, que a todo se halló presente, y de otros religiosos que no fueron muchos días después.13 Ninguna de estas fuentes mencionaba los dos acontecimientos referidos en la leyenda. De hecho, fray Bartolomé

11 12 13

Ibidem. Ibidem. Ibidem.

25

LOS ENREDOS DE REMESAL

salió de Ciudad Real en tres ocasiones. La primera vez, se fue al pueblo de Chiapa de los Indios. La segunda, viajó a Guatemala para entrevistarse con el presidente y los oidores de la Audiencia. La tercera vez, salió para irse, primero a México, después a España. Sólo en esta última ocasión pudo suceder el intento de linchamiento por parte de los vecinos y la maldición pronunciada por la víctima malherida. Pero, según los documentos disponibles pasó exactamente lo contrario: "tan lejos estuvieron de esto aquellos nobles españoles, que antes mostraron sentimiento por la ausencia de su obispo y le sirvieron como matalotaje para el camino". 14 Entonces, ¿cómo y cuándo se creó la leyenda de la maldición de fray Bartolomé? Remesal ofrece la siguiente explicación: El fundamento que tuvo esta opinión, no fue otro que querer juntar en la culpa dos ciudades de estas partes, que son la de León de Nicaragua, y la del Real de Chiapa, viendo que se parecen en la pena de trabajos y disminución. Y ya que no pudieron decir que en Ciudad Real habían muerto su obispo como en León de Nicaragua, dijeron que le habían apedreado y él echádoles la maldición; lo cual nunca fue así.15 Vale la pena desglosar el argumento, ya que contiene más elementos que los expresados. Según Remesal, la leyenda se formó a partir de tres hechos reales. En primer lugar están los dos dramáticos enfrentamientos habidos entre Las Casas y los habitantes españoles de Ciudad Real de Chiapa, en marzo de 1545 y abril de 1546 respectivamente. Fray Antonio no los menciona aquí, por haberlos tratado con amplitud en las páginas anteriores de su Historia general. Los considera suficientemente conocidos para no tener que volver a insistir en ellos. El segundo hecho es el

™lbidem, p. 63. ^Ibidem, p. 62.

26

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

asesinato de fray Antonio de Valdivieso, obispo de Nicaragua, perpetrado en 1550 por los vecinos de la ciudad de León, enfurecidos contra el prelado por su enérgica defensa de los indios. 16 Finalmente como tercera evidencia histórica, está el poco crecimiento, mejor dicho, la lamentable decadencia padecida, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, por las dos ciudades centroamericanas mencionadas. Algunas personas, no identificadas por Remesal, interpretaron estos tres sucesos como relacionados entre sí, empezando por subrayar la semejanza que según ellos existía entre las dos cabeceras coloniales: "viendo que se parecen en la pena de trabajos y disminución". El segundo paso fue explicar esta triste situación como la consecuencia directa del mal trato que las dos ciudades habían dado a sus respectivos obispos: "queriendo juntarlas en la culpa". El tercer paso, sin duda el más atrevido, fue el de inventar una analogía entre los tratamientos hostiles recibidos por los dos prelados: "ya que no pudieron decir que en Ciudad Real habían muerto su obispo como en León de Nicaragua, dijeron que le habían apedreado y él echádoles la maldición". El material para construir esa analogía, lo extrajeron, siempre según Remesal, del Nuevo Testamento y de la hagiografía española, como ya vimos más arriba. ¿Quiénes podrían haber sido las personas capaces de semejante fabulación? Probablemente el grupo de frailes dominicos que desde 1546 residían en el convento de Ciudad Real, pero trabajaban pastoralmente en los pueblos indígenas de los Altos. Si aceptamos que son ellos los autores, casi todos los rasgos de la leyenda se explican: la importancia que recibe la figura de fray Bartolomé; la exageración dada a la hostilidad de los vecinos españoles de 16 Para más detalles sobre la vida y la muerte de fray Antonio de Valdivieso, véase E. Dussel, El episcopado latinoamericano y la liberación de los pobres, 1054-1520, 1971, pp. 61-66 y 335-339. Este autor cita una carta escrita por Valdivieso en 1547, en donde el obispo de León curiosamente alude a la semejanza que él mismo vela entre su propia situación y la de fray Bartolomé en 1545, ya que expresó su temor de que sus ovejas le echarían de su diócesis "como los de Chiapa a su pastor", AGÍ, Guatemala, 162.

27

LOS ENREDOS DE REMESAL

Ciudad Real; la velada relación establecida entre Las Casas y Valdivieso, ambos frailes dominicos; las fuertes tintas bíblicas y hagiográficas en que viene pintado el episodio; la interpretación religiosa dada a la situación de pobreza y estancamiento; el clima moralista de culpa y castigo que domina la narración. Además, los frailes seguramente tuvieron conocimiento del famoso Testamento, redactado en 1564 por fray Bartolomé y solemnemente abierto en 1566, pocas semenas después de su muerte.17 En ese texto figura un párrafo que contiene una de las invectivas más severas que hayan salido de la pluma de Las Casas. En un esfuerzo por denunciar, aun por última vez, la conquista de las Indias y medir la grave responsabilidad de España en esa lamentable empresa, el viejo obispo exclama con voz moribunda: "Yo creo que por estas impías y celerosas e ignomi^ niosas obras tan injusta, tiránica y barbáricamente hechas en ellas y contra ellas, Dios ha de derramar sobre España su furor y su ira, porque toda ella ha comunicado y participado, poco que mucho, en las sangrientas riquezas robadas y tan usurpadas y mal habidas y con tantos estragos y acabamientos de aquellas gentes."18 Es ésta una verdadera acusación profética, lanzada contra la nación española entera, en la cual se sentencia también a las generaciones por venir y se anuncia, con soberana segundad, que el crimen será castigado. He aquí, en un documento fidedigno y ampliamente difundido, el pronunciamiento de fray Bartolomé que más fácilmente se deja interpretar como una maldición.19 No veo por qué los dominicos de Ciudad Real, herederos de

17 El testamento se conserva manuscrito entre los papeles de fray Alonso de la Veracruz, último colaborador de fray Bartolomé, en la Biblioteca Nacional de París. Fue publicado por Joaquín García Icazbalceta en la Colección de documentos para la historia de México, vol. 2, México, 1866, pp. 509-514. Véase H.R. Wagner, The Life and Writings of Bartolomé de Las Casas, 1967, p. 239. 18 La cita del testamento está tomada del libro de T. Todorov, La conquista de América. La cuestión del otro, 1987, p. 255. 19 T. Todorov, op. cit., p. 255: "Estas palabras, a medias entre la profecía y la maldición...".

28

Retrato de Bartolomé de Las Casas, grabado por Tomás López Enguidanos. Foto Ezequiel Robles, p. 14

LOS ENREDOS DE REMESAL

aquel legado, no hubieran hecho tal interpretación, aplicando la diatriba lascasiana al hic etnunc de la coyuntura chiapaneca. Hasta podríamos imaginarnos el momento y el lugar en que nació la tradición: algún sermón predicado por uno de los frailes en el templo de Santo Domingo ante un auditorio asustado —y disgustado— de feligreses españoles y mestizos, allá por los años 1580. En esa época, "la pena de trabajos y disminución" de Ciudad Real estaba a la vista de todos. Además, los dominicos habían vuelto a tener serios pleitos con las autoridades y los encomenderos de la provincia. El mensaje del predicador, sin duda respaldado por sus compañeros religiosos, después de haber sido propagado por ellos, no sólo entre la población local, sino también entre los demás frailes de Chiapa y Guatemala. Convertido así en patrimonio de toda la provincia dominica de San Vicente, un buen día cruzó el océano como anécdota piadosa, inserta en uno de los informes dirigidos a la corte de Madrid o al convento de San Pablo de Salamanca, para llegar a ser, a principios del siglo XVll, aquella "cosa muy publicada en todas las Indias, no ignorada en España ni repetida pocas veces de hombres graves y no graves, y con todo eso no más cierta que lo que tiene más incertidumbre en el mundo". 20

El origen de las desgracias Refutada la leyenda y aclarada su gestación, según Remesal sólo quedaba por explicar el cómo y el por qué de las desgracias padecidas por los habitantes de Ciudad Real. Si fray Bartolomé no era el responsable de ellas, ¿quién entonces tuvo la culpa de la situación de pobreza y desunión que tanto le había llamado la atención cuando visitó el lugar en 1616? Remesal decidió buscar la respuesta en el pasado de la ciudad, particularmente en el pasado remoto de su fundación en 1528. He aquí la razón por la cual la

20

Véase nota 10.

30

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

historia de la conquista militar de Chiapa ocupa un espacio tan importante en su obra: no menos de cinco capítulos del libro quinto, además de las páginas directamente relacionadas con la refutación, las cuales se encuentran en el libro séptimo. 21 En estas páginas, Remesal se empeña en armar una minuciosa y contundente argumentación. Pregunta por el cómo y el por qué de tres evidencias: los bandos y pleitos que tenían dividida a la ciudad; la esterilidad de la tierra en sus alrededores, y el poco o más bien nulo aumento de la población. Halla la respuesta por tres veces en sucesos relacionados con la fundación de la ciudad: 1. Los bandos entre los vecinos [...], los hubo siempre desde el principio de la ciudad; tuvieron su origen en el ejército de los conquistadores, cuando el Capitán Diego de Mazariegos juntó, a la gente que trajo de México [...], la que había venido de Guatemala con el Capitán don Pedro de Portocarrero; 2. El puesto de la ciudad nunca fue de suyo fértil y abundante, porque, como el ejército del Capitán Diego de Mazariegos, cuando lo escogió, salía de tierra calidísima de mosquitos que los atormentaban de día y de murciélagos que los inquietaban y sangraban de noche, atendieron más a la frescura del sitio y a verse libres de estos animales que a la bondad de la tierra; 3. El no ir ya la ciudad a más, parte es lo dicho de los pleitos y poca abundancia de la tierra, y parte, aún lo principal, ser sus vecinos tan hidalgos y tan caballeros y nobles, que nunca han querido vivir de tratos y contratos, compras y ventas, modo común de las Indias, sino de sus rentas y haciendas, y por eso no han tenido forasteros que se les junten ni mercaderes que por su ganancia aumen-

2 ' Remesal, op. cit.. libro V, capítulos XIII-XVII, 1964, pp. 375-393; y libro Vil, capitulo XV, párrafo V, y capitulo XVI, párrafos I a III, 1966, pp. 61-65.

31

LOS ENREDOS DE REMESAL

ten la ciudad. Demás de esto, el puesto que tiene es muy adentro de la provincia, sin abundancia de frutos de la tierra, como cacao, algodón y otras cosas que obligan a los que viven de comprar y vender a ir a las partes donde los hay, prometió desde el principio este poco aumento.22 Hay que admirar lo acertado del diagnóstico que Remesal hizo de la situación en la que Ciudad Real se encontraba en el año de 1616. El cuadro desalentador de pobreza, desunión y estancamiento está comprobado por muchas fuentes más. Sobre los pleitos que mantenían divididos y empobrecidos a los vecinos, existen varios pertinentes testimonios. En 1543, el Adelantado Francisco de Montejo, entonces gobernador de Chiapa, calificó a Ciudad Real como "pueblo escandaloso y rebelde donde había muchos escándalos y alborotos". 23 Una relación anónima, escrita en 1570, expresó la misma opinión, calificando a la capital chiapaneca como "pueblo de muchas disensiones". 24 Esta mala costumbre siguió en vigor alrededor de 1720, si podemos creer a fray Francisco Ximénez, quien por esos años visitó a la ciudad y caracterizó a sus habitantes de la siguiente manera: "Cuando se ven en aprietos claman al cielo, pero pasado el lance olvidan los propósitos y se vuelven luego a sus pleitos que tienen consumida aquella ciudad." 25 En cuanto a la poca fertilidad del valle de Hueyzacatlán, la documentación es relativamente escasa. Como era un problema sin posible solución, los nativos generalmente no lo incluían en sus múltiples quejas a la real corona. Y a los visitantes que venían de paso les llamaba más la 22

lbidem, libro Vil, capitulo XVI, párrafos I y II, 1966, pp. 63-64. Declaración de Francisco de Montejo en Gracias a Dios, Honduras, el 8 de agosto de 1543, inserta en una petición hecha por Pedro de Castillo, procurador de Ciudad Real, ante la Audiencia de Guatemala, 1583, AGÍ, Guatemala, 966. Cf. R. Chamberlain, The Gobernorship of Adelantado Montejo in Chiapas, 15391544, 1948, p. 202. 24 Relación de los pueblos de castellanos de Nueva España, alrededor de 1570, AGÍ. Indiferente General, 1529. 25 F. Ximénez, op. cit., libro V, capítulo II, 1973, p. 10. 23

32

i

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

atención la frescura del lugar que su poca productividad. Sin embargo, hubo excepciones, como por ejemplo el autor anónimo del informe de 1570 ya citado: "Es tierra pobrísima; cógese trigo en cantidad que, por no tener salida, no siembran sino para comer."26 Es sobre la tercera desgracia —el poco o nulo aumento de la ciudad—, que los testimonios abundan. En primer lugar están las lamentaciones que llenan los numerosos informes dirigidos al rey por los cabildos civil y eclesiástico de la ciudad y por las autoridades mayores de la provincia y diócesis de Chiapa. El tema común de estos escritos es una combinación estereotípica de dos afirmaciones: por un lado la gran nobleza de los primeros pobladores, y por el otro, la extrema pobreza en la que ellos y sus descendientes pronto cayeron a causa de la inesperada disminución de la población indígena y, por consecuencia, el rápido deterioro de las encomiendas.27 Son, sin embargo, los visitantes de fuera los que pintaron con mayor realismo el lamentable estado en el que se encontraba la pequeña población española. En 1586, fray Antonio de Ciudad Real apuntó en su diario de viaje: "La ciudad tiene como ciento cincuenta vecinos españoles, gente honrada y noble, aunque pobre; las casas son de árboles cubiertas de teja."28 En 1610, el oidor Manuel de Ungría Girón también subrayó esta desafortunada coincidencia de nobleza y pobreza: "En Ciudad Real hay más de doscientos treinta vecinos españoles y más de sesenta encomenderos, y éstos y otros muchos son nobles por haber sido esta ciudad poblada de gente principal [...]. En ella no hay fuente, ni matadero, ni puentes más que uno en los ríos que pasan

26

Véase nota 16. Véanse, por ejemplo, varias cartas del cabildo civil, de 1549 a 1690, en AGÍ, Guatemala, 41 y 44; además, varías cartas del cabildo eclesiástico, de 1582 a 1693, en AGÍ, Guatemala, 1967; y varias cartas de los obispos de Chiapa y Soconusco, de 1567 a 1689, en AGÍ, Guatemala, 161. Cf. Jan De Vos, Catálogo de los documentos relativos a la historia colonial de Chiapas que se conservan en el Archivo General de las Indias, Sevilla, 1978, pp. 29-33; 65-69. 28 A. de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, capitulo LXII, 1976, t. II, p. 39. 27

33

LOS ENREDOS DE REMESAL

cerca, ni cárcel, ni carnicería suficiente, ni otras cosas forzosas y necesarias en una república." 29 Entre todos estos viajeros, el dominico inglés fray Tomás Gage dejó una descripción particularmente mordaz de aquellos hidalgos venidos a menos que poblaban a Ciudad Real. Después de una estancia de varios meses durante el verano de 1625, llegó a la siguiente negativa conclusión: La ciudad de Chiapa la Real es una de las menores de América [...]. En ella no hay más iglesia parroquial que la catedral, que sirve para todos los habitantes [...] Los mercaderes son apretados y los caballeros guardadores y económicos [...]. Los caballeros de Chiapa son el refrán y hazmerreír de todas aquellas tierras, cuando [...] dan en aparentar grandezas o saber profundo, por más pobres y majaderos que sean. En efecto, los tales hidalgos se jactan siempre de venir en línea recta de casas de duques de España o de los primeros conquistadores, si bien en sus modales y conversación parecen rudos y groseros como patanes.30 Esta situación de inopia y estancamiento continuó durante el resto de la época colonial y se prolongó en el siglo XIX. Muy reveladora al respecto es la opinión del historiador sancristobalense Vicente Pineda, quien en 1888 se vio obligado a reconocer que su ciudad natal ha permanecido por varias causas in estatu quo [sic] y no es más que una población de segunda 29 Carta del oidor Manuel de Ungrla a la Real Corona, 10 de febrero de 1610, AGÍ, Guatemala, 44. 30 Nueva relación que contiene los viajes de Tomás Gage en la Nueva España, libro II, capitulo XIV, 1946, p. 143. El texto citado, en la traducción española de 1946, al principio dice: "La ciudad de Chiapa la Real es una de las mejores de América." La palabra subrayada por nosotros se introdujo probablemente debido a una equivocación por parte de la editorial, ya que la traducción correcta es: "una de las menores de América", cf. el texto inglés en la edición original de 1648, A NewSurveyofthe West Indies: "The City of Chiapa isoneof the meanest Cities in all America."

34

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

orden de la nación mexicana [...]. Sus edificios públicos, incendiados en la revolución de don Juan Ortega, permanecen hasta la fecha en estado de ruina; su agricultura en un lamentable atraso; su comercio casi nulo y ruinoso para el mismo país.31 Volviendo a la argumentación de Remesal, no cabe duda de que según ella el origen de todos los males provenía de tres decisiones tomadas por Diego de Mazariegos cuando éste fundó la ciudad: la de invitar a la conquista de Chiapa a un número considerable de hidalgos que aborrecían cualquier ocupación que no fuera digna de su nobleza; la de recibir como pobladores a los conquistadores venidos de Guatemala, además de los caballeros que los habían acompañado desde México; la de trasladar el asiento primero de la nueva villa desde la fértil ribera del río Chiapan al áspero y aislado valle de Hueyzacatlán. A raíz de estas tres evidencias, se esperaría por parte de Remesal un juicio severo de la actuación de Diego de Mazariegos como conquistador y poblador. Sin embargo, la lectura del resto de la argumentación revela exactamente lo contrario. Remesal presenta a Mazariegos como un caballero modelo, que no pudo llevar a cabo sus buenas intenciones por circunstancias adversas y ajenas a su voluntad. Esta idealización se hace evidente sobre todo en el relato que Remesal escribió sobre la conquista de Chiapa.32 ¿Cómo pudo Remesal elogiar de tal manera a Diego de Mazariegos y, al mismo tiempo, hacerlo tácitamente responsable de tres medidas que causaron el deterioro inmediato y prolongado de la población fundada por él? He aquí una gran contradicción que no se explica sino aceptando el hecho asombroso de que nuestro cronista, en la refutación de la leyenda de la maldición de fray Bartolomé, en vez de seguir su argumentación hasta las últimas consecuencias, a medio camino cayó víctima del encanto de otra

31 V. Pineda, Historia de las sublevaciones indígenas habidas en el estado de Chispas, 1888, p. 36. 32 Remesal, op. cit., libro V, capítulos XIII a XV, 1964, pp. 375-386.

35

LOS ENREDOS DE REMESAL

tradición sancristobalense, la que narraba cómo el muy noble caballero don Diego de Mazariegos fue acusado de mal gobierno por su enemigo mortal Juan Enríquez de Guzmán y vilmente expulsado por él de la tierra prometida. ¿Dónde encontró Remesal esta tradición? ¿Por qué se dejó arrebatar por ella? ¿Cómo la hizo suya? Contestar estas preguntas implica una lectura crítica del relato remesaliano sobre la conquista de Chiapa. Vale la pena hacerla, empezando por tratar de identificar las fuentes que el autor utilizó para escribirlo.

Las fuentes de Remesal En el prólogo de su Historia, Remesal hace un breve recuento de las fuentes que utilizó para elaborar la obra. Distingue seis tipos diferentes: 1. Las actas de los capítulos religiosos de la provincia dominica de San Vicente de Chiapa y Guatemala; 2. la crónica manuscrita de fray Tomás de la Torre; 3. los documentos provenientes de los archivos de la Real Audiencia de Guatemala; 4. los libros de cabildo de diversas villas y ciudades centroamericanas y mexicanas; 5. la información personal de mucha gente, "oyendo sus relaciones y viendo sus memoriales" durante los viajes en que "anduvo dos veces toda la Nueva España"; 6. la consulta de varios libros impresos.33 Remesal obviamente recurrió a las mismas fuentes para las partes de la Historia que tienen que ver directamente con Chiapa. Utilizó sobre todo la Relación de fray Tomás de la Torre para el periodo 1545-1565, y los libros de cabildo de Ciudad Real, desde su fundación en 1528 hasta 33

Remesal, op. cit., prólogo, 1964, pp. 73-75.

36

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

1616, año en que estuvo de visita en la ciudad. Sin embargo, para la conquista armada, previa al establecimiento de la primera villa, estas dos fuentes no podían ofrecer ningún material. El archivo de la Audiencia de Guatemala tampoco era útil, ya que esta institución gubernamental nació apenas en 1544. Le quedaron, pues, sólo dos opciones: entrevistar personalmente a los descendientes de los conquistadores chiapanecos, "oyendo sus relaciones y viendo sus memoriales", y buscar información de segunda mano en las historiografías oficiales ya publicadas. No cabe duda de que Remesal utilizó estas dos fuentes. Es muy probable que durante su estancia en Ciudad Real, se haya comunicado con los miembros de las familias más destacadas del lugar, y asimismo haya consultado algunas probanzas de méritos y servicios de los primeros pobladores, conservadas en los archivos privados de sus descendientes. Por otro lado, tuvo la suerte (por lo menos así lo creía él) de disponer de la recién publicada obra de Antonio Herrera y Tordesillas, la Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del Mar Océano. La primera parte, impresa en Madrid en 1601, contenía tres breves textos, uno sobre los principales habitantes autóctonos de Chiapa, y los otros dos sobre la llegada de los primeros conquistadores españoles a Soconusco en 1523, a Chiapa en 1524.34 Remesal no hubiera podido elegir a un autor más prestigiado. Antonio de Herrera era entonces la máxima autoridad en historiografía americana. Nombrado Cronista Mayor de las Indias en 1596, había recibido, como parte de su nombramiento, el encargo de reescribir la historia de la colonización española en las Américas.35 Cumplió esta tarea con sorpresiva rapidez. La primera parte de la nue34 A. de Herrera, op. cit., Madrid, Editorial de Juan Flamenco, 1601, década tercera, libro V, capítulos VIII y XIV, y década cuarta, libro X, capitulo XI. Leímos los tres textos en la segunda edición de 1725, t. II, pp. 163-164,173-174y 220-225. Véase capítulo 2, nota 1. 3S /bidem, prólogo: "...hacer la historia, comenzándola de nuevo, recopilando todo lo que está escrito, y prosiguiéndola para claridad y verdadera inteligencia de todo lo sucedido".

37

LOS ENREDOS DE REMESAL

va historia estuvo lista en 1599 y se imprimió en 1601. La publicación abarcaba el periodo de 1492-1531, o sea las cuatro primeras "décadas". Herrera utilizó esta palabra no sólo para indicar una división temporal en diez años, sino más bien para estructurar el contenido de su obra, cada "década" constando de diez libros. Después del éxito obtenido con esta primera parte, continuó trabajando a un ritmo más lento. La segunda parte, que abarcaba los años 15311554, o sea, de las décadas V a VIII, salió a la luz en 1615.36 Para la historia de la Nueva España, incluida la de Chiapa y Soconusco, Herrera utilizó en abundancia los escritos de fray Bartolomé de Las Casas, a quien consideraba como "autor de mucha fe". También tuvo a su disposición las relaciones que los presidentes de las audiencias de México y Guatemala, los gobernantes de las diversas provincias, los obispos, las órdenes religiosas y los cabildos de las ciudades españolas habían enviado a la real corona a lo largo del siglo XVI. A pesar de contar con este abundante y valioso material, Herrera no logró superar del todo la falta de perspectiva causada por su desconocimiento personal de las tierras descritas, ya que nunca estuvo en las Indias. No faltaron, pues, las personas que pusieron en duda sus afirmaciones, especialmente en el terreno geográfico. Sobre su valor como historiador, Juan Bautista Muñoz, de 1779 a 1799 a su vez Cronista Mayor de las Indias, emitió este juicio: "Bien es verdad que a las veces usando de documentos de otros autores y de su juicio, abandona o corrige a sus guías y va por mejor camino; pero lo más ordinario es errar o tropezar con ellos, y a veces caer por su precipitación o ligereza donde ellos no cayeron."37 La manera en que Herrera narra la conquista de Chiapa es un ejemplo de ese "errar o tropezar" mencionado por Muñoz. Herrera empieza por equivocarse sobre el primer intento de conquista, hecho en 1524 por el capitán Luis Marín desde Coatzacoalcos. Este episodio después fue 36 37

Herrera, op. cit, Madrid, Editorial de Juan de la Cuesta, 1615. J.B. Muñoz, Historia del Nuevo Mundo, 1793, introducción.

38

i

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

ampliamente conocido, gracias al testimonio personal que sobre ello escribió Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.3* Herrera no tuvo acceso a esta valiosa obra, puesto que ella quedó manuscrita y medio escondida hasta 1632, fecha de su primera publicación. Sin embargo, tuvo conocimiento de otra fuente de primera mano: una carta escrita por un tal Diego de Godoy inmediatamente después de la expedición militar y publicada ya en 1525 como apéndice a la primera edición de las Cartas de relación de Hernán Cortés y Pedro de Alvarado.39 De esa carta, los historiadores oficiales Gonzalo Fernández de Oviedo (1545) y Francisco López de Gomara (1552) habían hecho un resumen en sus respectivas obras.40 Sin embargo, ni Oviedo, ni Gomara, ni Herrera se dieron cuenta de que la carta de Diego de Godoy daba de aquella conquista de 1524 una versión muy incompleta y tergiversada. Incompleta, puesto que una primera carta, según el mismo Godoy escrita desde Zinacantán sobre lo sucedido en la primera etapa de la campaña militar, se había perdido, de manera que sólo quedó registrado, en la segunda misiva de 1525, lo relacionado con el asalto a la fortaleza de Chamula y el regreso a Coatzacoalcos a través de la provincia de los Zoques.41

38 B. Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, capitulo 166,1966, pp. 386-397: "Como Cortés mandó al capitán Luis Marín que fuese a conquistar y a pacificar la provincia de Chiapa, y mandó que fuese con él, y lo que en la pacificación pasó." 39 Véase el texto de la carta en Historiadores primitivos de Indias, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1918, t. XII. pp. 465-470. El titulo completo es: "Relación hecha por Diego Godoy a Hernando Cortés, que trata del descubrimiento de diversas ciudades y provincias y guerra que tuvo con los indios y su modo de pelear; de la provincia de Chamula, de los caminos difíciles y peligrosos, y repartimiento que hizo de los pueblos". 40 Véanse F. López de Gomara, Historia de la conquista de México, capitulo 160: "La guerra de Chamolla", 1943, II, pp. 100-101; y G. Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, libro XXXIII, capitulo XLIV, 1959, pp. 207-213. 41 Cf. el comienzo de la carta: "Muy magnifico señor: desde el pueblo de Cenacantean escribí a vuestra Merced todo lo que hasta entonces me pareció que habla que hacer saber a vuestra Merced, y ésta será para hacer saber a vuestra Merced todo lo demás que después ha sucedido", 1918, p. 465.

39

LOS ENREDOS DE REMESAL

Tergiversada también, puesto que Diego de Godoy en su carta dio la impresión de que él encabezó la expedición, cuando en realidad había sido Luís Marín el capitán de conquista enviado por Cortés.42 Precisamente en contra de la versión unilateral y trunca de Diego de Godoy, Bernal Díaz del Castillo escribió el capítulo 166 de su Historia verdadera, en un intento por devolver a la batalla contra los chiapanecas y a la actuación de Luis Marín la importancia que de hecho habían tenido. Pero, como ya dijimos, Herrera sólo conoció lo dicho por Godoy sobre la toma de Chamula y, además, se limitó a leerlo en el resumen hecho por Oviedo, en vez de recurrir al texto original de 1525.43 De Oviedo tomó prestado lo esencial de los acontecimientos, incluidos los nombres de los pueblos conquistados, ya citados muy defectuosamente por Godoy. Los leyó tan superficialmente, que alteró aún más su escritura. Por ejemplo, la cabecera tzotzil de Zinacantán, deformada por Godoy y Oviedo en Cenacantean, se convirtió, bajo la pluma de Herrera, en Canacantean y Chinantlan. El pueblo zoque de Tapilula, transformado en Clatipilula por Godoy y en Clatipiluta o Chapiluta por Oviedo, fue reducido por Herrera a Pilula. Algo parecido le pasó a la comunidad vecina de Ixtapanguajoya: convertida en Estapaguajoya por Godoy y Oviedo, fue deformada por Herrera en Pagua/oya. Todos estos nombres brillaban por su ausencia en el texto de López de Gomara, ya que este cronista había

42 En su narración, Diego de Godoy se mostró un verdadero maestro en ocultar el papel de Luis Marín. Nunca lo llama por su nombre, y si lo menciona, habla de él como "el teniente", sin dejar en claro quien realmente encabezaba la expedición. Este encubrimiento a veces causa una confusión muy desagradable, como, por ejemplo, en el comentario sobre la sujeción inicial del pueblo de Chamula: "Chamula asimismo me habla ido de paz al teniente a Chiapa", 1918, p. 465. 43 Efectivamente de un resumen se trata, ya que Oviedo asi lo expresó textualmente: "... de la relación fecha por el capitán Diego de Godoy al gobernador Hernando Cortés [...] decirse ha lo substancial, por evitar prolixidad", libro XXIII, capitulo XLIV. 44 Gomara, op. cit., capitulo CLX: "... en esta jornada de Godoy [...] no hubo cosas notables", 1943, II, 101.

40

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

reducido la relación de Godoy a un sólo párrafo.44 Sin embargo, esas pocas líneas contenían dos datos que Herrera con mucho entusiasmo incorporó en su propio texto. Según Gomara, las provincias conquistadas por Godoy pertenecían a una "tierra entre Chiapa y Quauhtemallan", siendo la principal de ellas la que tenía como cabecera "Chamolla, que es buen pueblo".45 Herrera, aún menos familiarizado que Gomara con la región, leyó esta información como si se tratara de una sola provincia, "tierra entre Chiapa y Guatemala", cuya cabecera se llamaba "Chamolla" y que "era toda de aldeas".46 Con la invención de la "provincia de Chamolla", conquistada al mismo tiempo pero sin relación con la de Chiapan, Herrera hizo el primer mal paso en una larga secuencia de tropezones. Disponía de alguna información sobre la existencia de una primera entrada militar efectuada en el mismo año de 1524 contra los chiapanecas. Por otro lado, había leído documentos que se referían a Diego de Mazariegos como el verdadero pacificador y poblador de la provincia de Chiapa. Resolvió el dilema, inventando una conquista única y definitiva, realizada a partir de 1524 por Mazariegos sin conexión alguna con la de la provincia de Chamolla, llevada a cabo por Diego de Godoy. Según esta interpretación, Mazariegos salió de México en 1524; al llegar a Chiapa, halló a un grupo de conquistadores venidos de Guatemala; antes de verse con ellos, libró batalla con los chiapanecas; después se entrevistó en Comillán [sic] con los españoles de Guatemala y los convenció para que se unieran a los suyos; fundó una villa en el centro de la provincia conquistada; repartió la tierra y •sus habitantes equitativamente entre los "mexicanos" y 45

Ibidem. Herrera, op. c/'f., década tercera, libro V, capitulo VIII (1725, p. 163). La expresión "tierra entre Chiapa y Guatemala" es correcta. La región controlada por Zinacantán, Chamula y Huixtán efectivamente constituía una provincia a parte de la de Chiapan, y efectivamente estaba situada al oriente de ésta, es decir, hacia Guatemala. En todo esto Herrera estuvo en lo cierto. Su error fue el de ponera Chamula como cabecera de aquella provincia —en realidad era Zinacantán —, y desconectar su conquista de la de Chiapan que en realidad fue la misma. 46

41

LOS ENREDOS DE REMESAL

los "guatemaltecos"; tomó para sí mismo el pueblo de Chiapan y dio a su primo hermano Pedro de Estrada el pueblo de Chinantlan [sic]; volvió a someter a los chapanecas cuando éstos se rebelaron por segunda vez.47 Fue esta versión simplista y confusa la principal fuente para Remesal cuando éste, a su vez en 1617 se puso a escribir la historia de la conquista de Chiapa. La confianza que el fraile dominico tuvo en la autoridad de Herrera fue tal, que copió literalmente la mayor parte del texto del Cronista de las Indias. Por otro lado, la ceguera causada por esta confianza lo llevó a limitarse estrictamente a la lectura del capítulo XIV del libro V, sin darse cuenta de la existencia, unas pocas páginas antes, de los capítulos VIII y IX, donde Herrera había narrado la conquista de Diego de Godoy. Fue éste un gran descuido de su parte, pues estuvo suficiente tiempo en la provincia para haber reconocido sin dificultad la verdadera identidad de "Chamolla", "Canacantean", "Chinantlan", "Pilula" y "Paguajoya". El hecho es que no lo hizo. Aceptó la versión de Herrera, no sin hacerle una enmienda de su propia cosecha, la de inventar para Diego de Mazariegos dos viajes a Chiapa, un primero y provisional en 1524, y un segundo y definitivo en 1526-1527. El relato fabricado por Remesal no se explica, sin embargo, por la sola dependencia de Herrera. Hay que aceptar además la influencia de la tradición oral que circulaba entre los vecinos de Ciudad Real y que el cronista dominico tuvo la oportunidad de conocer durante su visita en 1616. Se trataba de una versión muy sui generis de la fundación de la ciudad, en la que se enfrentaban, como en un cuento maravilloso, dos personajes antagónicos, un héroe y un villano. El héroe, dotado de todas las posiblescualidades, era Diego de Mazariegos, padre y protector de Ciudad Real. El villano, poseedor de todos los vicios imaginables, era Juan Enríquez de Guzmán, enemigo mortal de Mazariegos y destructor de su obra. Esta leyenda, con sus fuertes contrastes de negro y blanco, por alguna razón 47 Ibidem, década tercera, libro V, año de 1524, capitulo XIV; y década cuarta, libro X, año de 1531, capítulo XI, 1725, pp. 173-174 y 220-225.

42

/

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

misteriosa encantó a Remesal. La tradición del muy noble caballero Diego de Mazariegos parecía confirmar lo escrito por Herrera, pues según este autor el capitán no sólo fue el único conquistador de Chiapa, sino además había ejercido un excelente papel como gobernador de la nueva provincia colonial fundada por él. Por otro lado, lo dicho sobre Juan Enríquez de Guzmán parecía asimismo encontrar su confirmación en el primer libro de cabildo de la ciudad y en las probanzas de méritos y servicios de los descendientes de Mazariegos, puesto que estos documentos daban testimonio del trato injusto y hasta cruel que éste había recibido de aquél.48

Diego el Bueno y Juan el Villano Así nació en Remesal el deseo de presentar, en su narración, a Diego de Mazariegos como el caballero sin tacha y, en el reverso de la medalla, a Enríquez de Guzmán como el responsable de todos los males que después cayeron sobre Ciudad Real y sus vecinos. De don Diego subrayó "la acostumbrada cordura", "la prudencia" y "la condición compasiva y humana".49 Lo pintó como "hombre de verdad en lo que prometía", "patrón y protector de los naturales" y "muy humano en el buen tratamiento de los indios, así naturales como forasteros".50 En cambio, resaltó "la pasión", más aún "el odio" con el que Enríquez de Guzmán procedió contra su rival, quitándole su encomienda y su casa, expulsándolo de la provincia de Chiapa y hasta cambiando el nombre de la villa por él fundada.51 Llegó a la 48 Véanse sobre todo las probanzas de los dos hijos de Diego de Mazariegos, Juan y Luis: AGÍ. Justicia, 281-1 (alegato de Juan de Mazariegos en el pleito de la encomienda de Chiapa de los Indios, 1547), y AGÍ, Guatemala, 118 (Probanza de Méritos y Servicios de Luis de Mazariegos, 1607). 49 Remesal, op. cit.. libro V, capitulo XIII, párrafos lll-IV, 1964, pp. 377-378; y capitulo XVII, párrafo V, 1964, p. 392. so Ibidem. libro V, capítulo XIII, párrafo III, 1964, p. 377, y capítulo XVII, párrafos II y V, 1964, pp. 391-392. 51 Ibidem, capitulo XV, párrafos I y II, 1964, pp. 383-384.

43

LOS ENREDOS DE REMESAL

conclusión de que el buen gobierno establecido por Mazariegos "cesó todo con la inquietud que causó la venida de don Juan Enríquez de Guzmán, quien [...] a todos desasosegó con revueltas y pleitos". 52 Las citas indican que el retrato de Diego el Bueno y Juan el Villano no se limitaba a las personas de los dos rivales, sino se extendía a las obras de los mismos. Todo lo realizado por Mazariegos fue excelente, todo lo hecho por Enríquez fue desastroso. En esta interpretación, Remesal llegó al extremo de afirmar que la salida de Mazariegos, a raíz del juicio de residencia que le hizo Enríquez en el otoño de 1529, fue la causa de que los grandes principios que llevaba la fundación de Villa Real no pasasen adelante, que sin duda si [Mazariegos] durara en ella algunos años, fuera de las mejores ciudades y más bien gobernadas de todas las Indias. Faltóle su fundador al mejor tiempo, y así no hay que maravillarse cómo se aumentó tan poco, que antes se ha de tener en mucho cómo no se despobló y deshizo del todo.53 Esta última cita tiene su peso, ya que demuestra la introducción en la leyenda de un elemento mítico, el de poner, al principio de la historia de Ciudad Real, un tiempo idílico, seguido pronto por un cataclismo que destruyó irremediablemente aquel orden ideal. Era de esperar que la leyenda, sancionada por la autoridad de Remesal como cronista fidedigno, haya tenido un eco extraordinario en la historiografía local posterior. En este sentido llaman particularmente la atención los escritos de dos autores sancristobalenses del siglo XIX, Mariano Robles Domínguez de Mazariegos (1813) y Vicente Pineda (1888). Mariano Robles presenta a Mazariegos como un h o m bre "de presencia apacible, trato agradable y natural desinteresado y benéfico [...], que logró la pacificación [de

52 53

Ibidem. Ibidem.

44

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

Chiapa] sin necesidad de la fuerza", y a Enríquez como "hombre revoltoso, intrigante, soberbio, lleno de ambición [...], que llevó consigo la agitación y cuantos males han llorado por largo espacio de tres siglos aquellas desgraciadas provincias [...], invirtiendo todo el buen orden y método de gobierno que [Mazariegos] había establecido". 54 Superando aun a Remesal en la exaltación de la buena obra de don Diego, se atreve a afirmar que "en poco más de un año él y el ayuntamiento hicieron una población muy vistosa, y tal, que según Tomás Gage y Remesal prometía ser con el tiempo no solamente una de las mejores de la América Septentrional, sino también de todo el orbe, por el rapidísimo vuelo que había tomado". 55 Vicente Pineda a su vez explota con gusto el filón de oro descubierto por Remesal y abierto por Robles. Según él, Mazariegos "con su tino, desinterés, amabilidad y miras filantrópicas se atrajo la benevolencia de todos los habitantes de la Provincia, tanto españoles como indígenas". 56 Al hablar de la fundación de Ciudad Real, afirma "que se creyó, y con fundamento, que esta población sería con el tiempo la primera ciudad del colono-continenti setentrional [s/'c]".57 Su caracterización de Juan Enríquez se convierte en una tipología del mal gobernador, en flagrante oposición al ideal del buen gobernante encarnado por Diego de Mazariegos: El nuevamente nombrado era como otro de los muchos gobernantes que hemos tenido, que no reconocen más norma en su conducta que la de subordinar el interés público al particular [...], creyéndose, por otra parte, y con justicia, que desde 54

M. Robles Domínguez de Mazariegos, Memoria histórica de la provincia de Chiapa, una délas de Guatemala, 1813. Véase la reedición en la Revista ICACH, primera época, 1962, núm. 8, pp. 49-51. 55 Ibidem. M. Robles está en lo cierto con respecto a Remesal, pero se equivoca en cuanto a Gage, ya que este último nunca hizo tal comentario. Al contrario, ya sabemos que según él "la ciudad de Chiapa Real era una de las menores de América". Cf. p. 196, nota 30. 56 V. Pineda, op. cit., 1888, p. 34. 57 Ibidem, p. 36

45

LOS ENREDOS DE REMESAL

la época en que pisaron los españoles esta tierra hasta nuestros días, el mejor gobernante que ha tenido Chiapas ha sido el Señor de Mazariegos.58 Pineda escribió esas líneas en 1888. Tres años más tarde, en 1891, Emilio Rabasa entró a gobernar el estado. Una de sus primeras medidas fue la de trasladar la sede administrativa de San Cristóbal de Las Casas a Tuxtla Gutiérrez. Pronto, las malas lenguas empezaron a divulgar que el cambio obedecía a un profundo resentimiento por parte del nuevo gobernador. Éste fue tratado en forma muy descortés por la sociedad sancristobalense, cuando, a principios de los ochenta, vivió en la ciudad desempeñando los puestos de diputado local y director del recién fundado Instituto de Ciencias y Artes del Estado.59 Se contaba que Rabasa, en el momento de abandonar la antigua capital chiapaneca, pronunció, como buen literato que era, la siguiente advertencia en verso: "San Cristóbal, no volveré a verte; y si vuelvo, será para... joderte". José Casahonda Castillo, quien recogió esa tradición oral en su ensayo Historia de dos ciudades, afirma que el verso nunca salió de la boca de Rabasa, ya que éste "fue siempre un hombre educado y su formación espiritual le impedía obrar por caprichos".60 No tengo argumentos para poner en duda tal interpretación. Pero quiero añadir que la anécdota lleva a pensar que nos encontramos frente a una versión secularizada de la vieja leyenda de la maldición de fray Bartolomé. Ahora es un gobernador civil el protagonista, pero no han cambiado ni la esencia del drama ni la identidad del antagonista. Fue la última vez que el chisme de la maldición levantó la cabeza. Parece que ya había muerto al llegar el siglo veinte. No así la leyenda del muy noble caballero don 58

Ibidem. Véase el esbozo biobibliográfico de Emilio Rabasa Estebanell en Octavio Gordillo y Ortiz, Diccionario biográfico de Chiapas, 1977, pp. 203-206. 60 J. Casahonda Castillo, "Historia de dos ciudades", en Revista KACH, primera época, núm. 8, 1962, p. 70, reeditada en Cincuenta años de revolución en Chiapas, 1974, p. 10. 59

46

LA MALDICIÓN DE FRAY BARTOLOMÉ

Diego. Ésta sobrevivió hasta la actualidad. Prueba de ello es la estatua que en 1978 se erigió a la memoria del fundador de la ciudad. Constituye el único monumento en honor a un conquistador que se exhibe en toda la república. Pero, aún más elocuente es la persistencia de la figura exaltada de don Diego en la historiografía local. En particular, el elogio que Eduardo Flores Ruiz en 1976 escribió en su Libro de Oro de San Cristóbal, supera con creces lo dicho por los autores decimonónicos.61 Las exageraciones de Mariano Robles y Vicente Pineda de alguna manera se entienden. El primero nunca quiso escribir un ensayo histórico. Sus declaraciones figuran dentro de un discurso político, pronunciado en 1813 ante las Cortes de Cádiz. El segundo es un representante típico de la historiografía patriótica que estuvo tan de moda en la segunda mitad del siglo XIX. En esa escuela era común y corriente la romántica idealización del propio pasado, haciendo caso omiso de los inevitables errores cometidos. En cambio, en un autor moderno como Eduardo Flores Ruiz, el culto a la leyenda es más difícil de digerir, sobre todo por ser precisamente este historiador el que lleva la exaltación al extremo. Flores Ruiz presenta a un Diego de Mazariegos quien, si no llega a santo, por lo menos es un hombre digno de los altares de la devoción patriótica, ya que "supo ser grande en los designios de su mente, en los sentimientos de su espíritu y en las obras de su brazo".62 El autor tuvo por el heroico pater patriae una veneración tal, que no dudó en inventar una interpretación del blasón de armas de la familia Mazariegos con base en una serie de virtudes supuestamente poseídas por don Diego. He aquí, en resumen, lo más sobresaliente de esta hagiografía disparatada: 61

E. Flores Ruiz, Libro de Oro de San Cristóbal de Las Casas, 1976, pp. 23-25. Ibidem, p. 23. Véase también, del mismo autor, el articulo postumo "Autoridades civiles de Chiapas durante la colonia", en San Cristóbal de Las Casas (antigua Ciudad Real) en el 450 aniversario de su fundación, 1978, pp. 61-77, en donde describe a Mazariegos como "noble, prudente y verdadero estadista al mismo tiempo que valiente militar", p. 62; y el artículo "Pergaminos y polillas", en Investigaciones históricas sobre Chiapas, 1973, pp. 49-52, en 62

47

LOS ENREDOS DE REMESAL

El escudo retrata a nuestro fundador de cuerpo entero [...]: el oro, que campea como fondo principal, expresa nobleza de prosapia, justicia en el gobierno y constancia en los peligros [...]; la cruz de gules dice: militar valiente, esforzado y victorioso; la bordura también roja, que en los combates salió empurpurado con la sangre de sus enemigos; torres de oro sobre campo de gules: que al conquistar la fortaleza enemiga, también derramó su propia sangre, luchando con intrepidez; el pretil, que es color sable, simboliza prudencia y rectitud; la celada o yelmo que corona el escudo, que sus pensamientos fueron siempre nobles y los supo ejecutar; la celada con mirada hacia la derecha: que era de legítima ascendencia. Como todo lo anteriormente expuesto, que consta por testimonios históricos, concuerda con esta serie de emblemas, Mazariegos se ostenta digno de una memoria inmortal.63 ¿Cuáles son los testimonios históricos en los que Flores Ruiz se apoya? No hay otro que la tradición oral recogida y arreglada por Remesal. Los demás, es decir, los documentos de archivo, muestran a un don Diego muy distinto del presentado por el cronista dominico. De todos modos, el esbozo idealizado de Remesal resulta sorpresivamente realista en comparación con el grotesco retrato que ofrece Flores Ruiz. El ditirambo heráldico que acabo de citar demuestra, al rojo vivo, la distorsión provocada en la historiografía chiapaneca por la interpretación desbocada de la versión remesaliana. Sin embargo, la exaltación de la figura de Diego de Mazariegos es sólo una de muchas arbitrariedades que Remesal se permitió. La ligereza con la que admitió lo escrito por Herrera y lo narrado por la familia Mazariegos, lo llevó a cometer más de treinta errores en menos de veinte páginas. Casi igual de numedonde pinta a Mazariegos como un hombre "cuyo prestigio era reconocido por sus jefes y admirado por sus compañeros de armas", p. 50, y "un preclaro varón que cultivaba la paz y sólo usaba de la fuerza cuando era indispensable", p. 51. 63 Ibidem, pp. 24-25. Las cursivas son mfas.

48



S v-

^< -c

f

fG&-~t**»3Qflt

Estatua de Diego de Mazariegos, frente al antiguo convento de los dominicos en San Cristóbal de Las Casas. Foto Ezequiel Robles, p. 31

LOS ENREDOS DE REMESAL

rosos son los historiadores que lo imitaron, a veces equivocándose junto con él, a veces creando sus propios enredos. Hacer el inventario de esta lamentable secuencia de malos pasos, que empezó en 1619 y aún no termina, será el objeto de los siguientes dos capítulos.

50

CAPÍTULO

2 Los enredos de Remesal

H

a llegado el momento de emprender una lectura minuciosa de la versión dada por Remesal sobre la conquista de Chiapas en su Historia general, libro I, capítulo II, y libro V, capítulos XIII a XV. La haremos desglosando los dos textos en una secuencia de treinta y un afirmaciones, una sobre la conquista de Soconusco, y treinta sobre la de Chiapa. Interrogaremos cada una de ellas sobre su veracidad histórica y analizaremos asimismo los puntos en donde Remesal amplió o alteró la información encontrada en Herrera. Para realizar el cotejo, recurriremos al material contenido en varios documentos de archivo, algunos de ellos inéditos. Antes de iniciar el trabajo hermenéutico propiamente dicho, vale dejar en claro el plagio que Remesal cometió con respecto a su fuente, Herrera. En cuanto a la conquista del Soconusco, el parentesco apenas se percibe. En cambio, en lo que a la de Chiapa se refiere, las similitudes saltan a la vista. No hay mejor demostración que la yuxtaposición de las dos versiones. La de Herrera consta de tres pasajes, relativamente breves, que se encuentran, el primero en la década III, libro V, capítulo VIII; el segundo en el capítulo XIV de la misma sección; y el último en la década IV, libro X, capítulo XI. Copiamos los textos, cambiando ligeramente el orden establecido por el autor; es decir, poniendo el tercero en segundo lugar, puesto que ésta fue la secuencia elegida por Remesal cuando los copió. Del relato del cronista dominico transcribimos el párrafo referente al Soconusco y los tres primeros apartados del libro V, capítulo XIII, ya que éstos constituyen la información básica que Remesal tomó prestada del Cronista de las Indias.

51

LOS ENREDOS DE REMESAL

Los puntos en donde Remesal se aparta de su fuente, sea para añadir algún comentario propio, sea para citar algún documento de archivo, serán tomados en cuenta en el análisis posterior de las 31 afirmaciones. Por lo pronto, basta la simple y llana comparación de las dos versiones. La de Herrera está copiada de la segunda edición de 1728-1730, la cual pude consultar en una biblioteca particular de San Cristóbal de Las Casas.1 La de Remesal está tomada de las páginas 264-267 de la primera edición de 1619, a las cuales tuve acceso gracias a la reproducción fotográfica de las mismas, inserta como apéndice del libro Ciudad Real de Chiapas [sic] en la Historia de fray Antonio de Remesa/, escrito por Francisco Santiago Cruz.2 Herrera, Historia general..., 1601-1615.

Remesal, Historia general. 1619.

Década III, libro [...], capítulo VIII: Que Pedro de A/varado, y otros Capitanes fueron por la Tierra [1523].

Libro I, capítulo II: 1. Sujetó Pedro de Alvarado con mucha brevedad las provincias de Guatemala.

Partió [Pedro de Alvarado] a seis de diciembre de este año [de 1523], fue por Tecoantepec y Soconusco. Allanó muchos pueblos con blandura y otros con rigor, y algunos, que estuvieron más duros, sin querer oír los requerimientos, dio por esclavos. Y los demás, que hizo en esta jornada, se dirá en el año adelante, por haber en él sucedido.

Corrió Pedro de Alvarado con su ejército toda la tierra como un rayo, sujetando la mayor parte de ella por sus armas, y lo demás por medio, que en todos causó muy grande el estrago que hizo en Soconusco, como se echa de ver en las ruinas que se muestran en la entrada de esta provincia, en la parte que se llama El Sacrificadero, cerca de Tonalá, en don-

1 A. Herrera, op. c/t., edición de Nicolás Rodríguez Franco, Madrid, 1725-1730; t. II, pp. 173-174 y 220-225. 2 F. Santiago Cruz, op. cit., 1974, p. 75 y ss: reproducción facsimilar del libro V, capítulos XIII al XVIII inclusive, de la Historia general de Chiapa y Guatemala, de fray Antonio de Remesal, de la primera edición hecha en Madrid, en la imprenta de Francisco de Ángulo, año de 1619.

52

LOS ENREDOS DE REMESAL de son ahora las estancias del capitán Miguel de Ortega, y en otras partes; y las tristes muertes de los reyes del Quiche y Zacapula, no olvidadas el día de hoy del cacique don Antonio, su nieto. Década IV, libro X, capítulo X I : De algunas particularidades de la Provincia de Chiapa [1531].

Libro V, capítulo XIII: 1. Origen de la gente de Chiapa y su primera conquista.

Esta provincia t o m ó nombre del pueblo de Chiapa, por ser el más principal de ella. Son los indios de este pueblo singulares entre los de Nueva España, en sus tratos e inclinaciones. Saben criar caballos y andan en ellos. Son músicos en todo género de música, y pintores. Y cualquier oficio que consiste en arte, aprenden bien. Usan entre sí de mucha cortesía. Son muy respetados los principales. Vinieron antiguamente de la Provincia de Nicaragua, poblaron en un risco áspero, que está sobre el río, una legua más abajo adonde ahora están, y fortificáronse, por la ordinaria guerra y porque no se quisieron sujetar a los reyes de México. El risco, adonde estos Chiapanecas estaban poblados, es peña tajada, alta, y con dificultosas entradas, desde donde hacían guerra a las guarniciones de Cinacatlan, que eran de Mexicanos, y forzaron

Vinieron antiguamente de la Provincia de Nicaragua unas gentes, que cansadas de andar y de las descomodidades que la peregrinación trae consigo, se quedaron en tierra de Chiapa y poblaron en un peñol áspero orillas de un río grande que pasa por medio de ella, y fortificáronse allí, porque nunca se q u i s i e r o n sujetar a los reyes de México, antes tenían continuamente guerra con sus capitanes. El risco donde pu-

53

LOS ENREDOS DE REMESAL

a los pueblos de los Zoques a que les tributasen. Y de aquí les quedó odio con los Ciñantecas, nunca quisieron emparentar con ellos y siempre los tuvieron en poco.

sieron su vivienda es peña tajada, alta, y con dificultosas entradas. Y desde ella hacían guerra a las guarniciones de Cinacatlan, que eran de Mexicanos, con quien siempre t u vieron pendencias. Por el odio que les cobraron y por tenerlos en poco, nunca quisieron emparentar con ellos.

El capitán Diego de Mazariegos, que fue el conquistador de esta Provincia (como queda dicho), la repartió y t o m ó para sí el pueblo de Chiapa, y los indios se poblaron en la ribera del m i s m o río. Y dio a su hermano Pedro de Estrada a Chinantlan [...] Estuvieron así algunos años hasta que se acabó el imperio de México, y c o m o otras naciones de la Nueva España voluntariamente se ofrecieron a ser vasallos del Rey de Castilla y en su nombre al Capitán Fernando Cortés, hicieron lo mismo los de Chiapa en nombre y c o m o señores de otras tres provincias que tenían sujetas por armas que eran los Zoques, Celtales y Quelenes, todas de lenguas diferentes. Y también imitaron a los demás en rebelarse, viendo a los españoles ocupados en otros ejercicios que no eran de guerra. Década III, libro V, capítulo XIV: Que Cortés envió a Chiapa al Capitán Diego de Mazariegos [1524].

54

LOS ENREDOS DE REMESAL

Y deseando limitar el autoridad de Cortés, en que todos estos oficiales se conformaban, por arrogarla cada uno a sí, peleando en esto la vanidad y presunción del tesorero Estrada, con la sagacidad y ambición del Factor Gonzalo de Salazar, al cual seguía Peralmendez, porque entrambos eran criados de Cobos, y la inquietud de Rodrigo de Albornoz, que resistía a la propia estimación del Tesorero, comenzaron a dividirse entre ellos y a tener diferencias, aunque err el avaricia eran unos y conformes, y en escribir contra Cortés, el cual llevaba con paciencia y sufrimiento la diversidad de estos humores y su arrogancia, no divirtiéndole estos cuidados en nada de lo que convenía proveer para la conservación de lo adquirido, a todo lo cual acudía con resolución y promptitud.

Esto fue el año de mil y quinientos y veinticuatro. Y con estar a la sazón Fernando Cortés en México, con tantos disgustos c o m o le daban el Tesorero Alonso de Estrada, Rodrigo de Albornoz y el Factor Gonzalo de Salazar, a quien seguía Peralmyndez Chirinos, porque entrambos eran criados del Comendador Mayor Francisco de los Cobos [...]

Y como era avisado por momentos de cuanto pasaba en las Provincias, habiendo entendido que en la de Chiapa había alteraciones y que los naturales no obedecían, envió a pacificarla al Capitán Diego de Mazariegos. Diole ciento y cincuenta soldados y cuarenta caballos, demás de los cuales fueron con él muchos hombres principales, por apartarse de las pasiones que ya comenzaban en México. Llevó también gran número de Tlascaltecas y Mexicanos.

Y como era avisado por momentos de cuanto pasaba en las Provincias, habiendo entendido que en la de Chiapa había alteraciones y que los naturales no obedecían, envió a pacificarla al Capitán Diego de Mazariegos. Diole ciento y cincuenta soldados y cuarenta caballos. Y demás de esta gente fueron con él muchos hombres principales, por apartarse de las pasiones que comenzaban en México. Llevó también consigo gran número de in-

(...) no le divirtieron estos cuidados en nada de lo que convenía proveer para la conserv a c i ó n de lo a d q u i r i d o , acudiendo a todo con resolución y presteza.

55

MAPA1 LA CONQUISTA DE MÉXICO Y GUATEMALA

LA CONQUISTA DE MÉXICO Y GUATEMALA, I5I9*I525

MAR DEL SUR

LOS ENREDOS DE REMESAL

dios Tlaxcaltecas y Mexicanos. Halló a Don Pedro Puerto Carrero, a quien desde Guatemala había enviado para el mismo efecto Pedro de Alvarado. Sucedióle bien a Diego de Mazariegos esta jornada, y sujetados los de Chiapa dio la vuelta a México con intento de volver a poblar en aquella provincia para tener sujeta la tierra. Y mientras se aprestaba para este efecto, se volvieron a rebelar los de Chiapa y a poner las cosas en peor estado que la primera vez. Llegó esta nueva a México a fin de año del mil quinientos y veintiséis, cuando por estar en residencia don Fernando Cortés y ser muertos los dos jueces que se la habían de tomar, hacía oficio de Gobernador y Capitán General de la Nueva España el tesorero Alonso de Estrada, que veces había tratado de la población de Chiapa. Con esta ocasión se concluyó este negocio, y de nuevo se dio a Diego de Mazariegos título de capitán para sujetar y apaciguar la provincia de Chiapa y de poblador para asegurarla. Don Fernando Cortés estaba entonces armando para descubrir por la mar del sur las Islas de la Especería, y dio cinco tiros de la artillería de las Naos, los dos medianos y los tres

57

LOS ENREDOS DE REMESAL

pequeños. Con estos y otros pertrechos de guerra, salió el Capitán Diego de Mazariegos de la ciudad de México, llevando en su compañía las personas siguientes, según parece por los libros del archivo de México, de donde se trasladaron sus nombres, porque no se pierda la memoria de tan honrados capitanes y soldados. 2. Las personas que vinieron con el Capitán Diego de Mazariegos. Luis de Mazariegos, su hijo. Pedro de Estrada, su hermano. El Capitán Baltasar Guerra. El Capitán Don Juan Enríquez de Guzmán. El Capitán Francisco Gil. Blas de Villacastín. Fernando de Zúñiga, Maese de Campo. Francisco Ortez de Velasco. Alférez. El Padre de Pedro de Castellanos. El Padre Pedro González. San Pedro de Pando. Francisco Sáenz Marroquín. Pedro de Orozco Acevedo. Juan Gómez de Sotomayor, su hijo. Diego Martín de la Zarza. Diego Holguín. Pedro de Solórzano. Juan de Orduña. Andrés de la Tobilla. Juan Méndez de Sotomayor. Hernando Lozano. Juan Muñoz deTalavera. Juan de Vera. Cristóbal de Morales. Cristóbal de Paradinas. Gonzalo Sobrino. Antonio de la Torre. Diego de Villarreal. Alonso de Aguilar, Bachiller. Diego Hernández Calvo. Bartolomé Ma-

58

LOS ENREDOS DE REMESAL

rroquín. Diego de Villarreal. Luis Rengifo. Alonso Larios. Cristóbal de Comontes. Alonso Martín Granado. Francisco de Solís. Esteban de Solís, su hijo. Gonzalo de Solís. Juan de Escobar. Bernardino de Coria. Francisco de San Martín. Rodrigo de Salamanca. Miguel Quintero. Diego García. Rodrigo Sánchez. Juan de Alcántara. Diego de Calvache. Pedro Moreno. Antonio Sánchez. Francisco Domínguez. Gonzalo de Cea. Pedro de Santiesteban. Pedro Gutiérrez. Francisco Marticote. Pedro Gentil. Martín Guecho. Francisco Moreno. Benito de Albacete. Alonso de Rivera. Gaspar de Santa Cruz. Diego de Ortega. Diego de Baeza. Pedro Ramírez. Martín Griego Negrete. Juan de Arandia. Juan de Olmedo. Juan Sánchez. Bernardino de Valderrama. Hernando de Villaviciosa. Juan de Vargas. El Capitán Luis Marín. Martín de Lorda Garanda. Alonso García. Juan de Portillo, sacristán. Hernando Ortés de Velasco. Diego Suárez, suegro de Francisco Gil. Maese Gerónimo, cirujano del ejército. Maese Juan, barbero. Otras muchas personas le acompañaron que las que están puestas, sólo son las señaladas por don Fernando Cortés y el tesorero Alonso de Estrada y las que tenían más acción a

59

LOS ENREDOS DE REMESAL

los repartimientos de la tierra. 3. Consqulstase segunda vez Chlapa, fúndase el pueblo y deshácese el ejército de don Pedro Portocarrero. Y antes de verse estos dos capitanes, halló Diego de Mazariegos resistencia en los Chiapanecas, y aunque hizo muchas diligencias para pacificarlos por amor, al cabo se retiraron a un sitio muy fuerte, a donde algunos días se defendían. Y después de haber peleado mucho, fueron entrados por fuerza. Y continuando en su pertinacia, los que quedaron, con otros que se les juntaron, en otro sitio pelearon hasta que pudieron levantar los brazos. Pero viéndose perdidos, los más de ellos, con sus hijos y mujeres a cuestas, se despeñaron por la parte de un río que es altísima, y allí perecieron tantos, que de muchos que eran quedarían como dos mil, que son los que han durado hasta ahora.

Halló el Capitán Diego de Mazariegos resitencia en los de Chiapa, y aunque hizo muchas diligencias para pacificarlos por amor, no lo pudo acabar con ellos. Retiráronse al peñol en que vivían y allí se defendieron algunos días. Y después de haber peleado mucho, fueron entrados por fuerza, y continuando en su pertinacia, los que quedaron con otros que se les juntaron, en otro sitio pelearon hasta que no pudieron levantar los brazos, y viéndose perdidos, con sus mujeres e hijos se despeñaron por la parte del río que es altísima, y allí perecieron tantos, que de muchos que eran quedaron pocos más de dos mil.

Y el capitán Diego de Mazariegos los bajó del cerro, adonde antes vivían, e hizo que poblasen en un llano orillas del río, una legua del sitio que tenían antes, que es el pueblo que persevera hoy. Y tomósele para sí, dando a Cinacatlan a Pedro de Estrada, su hermano de madre.

60

LOS ENREDOS DE REMESAL

Con el mismo intento que el Tesorero Alonso de Estrada envió desde México al Capitán Diego de Mazariegos que fue a pacificar y poblar la provincia de Chiapa y las a ella comarcanas, sabiendo las alteraciones que en ella había, envió el Adelantado don Pedro de Al varado desde su gobernación de Guatemala al Capitán don Pedro Portocarrero, dándole muy lucida gente que le acompañase. Pero no pudo ser mucha por la necesidad que tenía de que la mayor parte de su ejército estuviese siempre con él. Acabada esta jornada, Diego de Mazariegos pasó en demanda de Don Pedro Puerto Carrero, que se entretenía en la provincia. Hallóle en Comillan y forzóle a dejar la tierra y volverse a Guatemala, porque estaba menos poderoso, sin llegar a t r a n s e de batalla. Y porque Diego de Mazariegos ofreció a los soldados de Don Pedro que, queriéndose quedar con él, repartiría la tierra con ellos y con los suyos, pues había para todos, se pasaron muchos a él, con que acabó cuerdamente la jornada, y les cumplió bien la palabra, no faltando a los suyos.

Acabó el Capitán Diego de Mazariegos la pacificación de Chiapa y vínose a ver con don Pedro Portocarrero que se entretenía en la provincia. Hallóle en Comitlan y forzóle a dejar la tierra y volverse a Guatemala, sin llegar a batalla, porque estaba menos poderoso y porque el Capitán Mazariegos, con su acostumbrada cordura, dio palabra a los soldados de don Pedro, que queriéndose quedar con él, repartiría la tierra con ellos y con los suyos, pues había para todos. En esta confianza se le pasaron m u chos p o r q u e le tenían por hombre de verdad en lo que prometía, y de esta suerte acabó la jornada y no faltó después a los unos ni a los otros.

61

LOS ENREDOS DE REMESAL

Y hasta hoy viven en Chiapa con sus casas e hijos, y siempre se ha conocido diferencia entre los unos y los otros, de donde hay opinión que tomaron origen los bandos de esta provincia... Estuvo Diego de Mazariegos entendiendo en el repartimiento y población de la tierra algunos meses con quietud. Y volviéndose los Chiapanecas a alterar, muy presto y con su daño los volvió a pacificar. Hecha la lectura comparativa de las dos versiones, no cabe duda de que Remesal siguió de cerca a Herrera, en algunos párrafos tan de cerca, que transcribió literalmente a su fuente. No soy el primero en llamar la atención sobre esta asombrosa semejanza. En 1958, Enrjgug_Bedícuya señaló el plagio cometido por Remesal, 3 y en 1965-1966, Carlos Navarrete volvió a insistir en ello. 4 Enrique Berlín también fue el primero en detectar que Remesal había cortado el relato de Herrera en dos partes, movido por el afán de corregir lo que él consideraba como un error por parte del Cronista de las Indias.5 Sin embargo, tanto Berlín como Navarrete se limitaron a constatar el plagio; no se empeñaron en analizarlo ni llegaron a descubrir los errores que Remesal cometió a raíz de esa debilidad suya. Considero que llegó el momento de ocuparnos de ellos con todo rigor.

3 E. Berlín, "El asiento de Chiapa", en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, t. XXXI, 1958, pp. 27-30. 4 C Navarrete, "Historia de los chiapanecas", en Revista del Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, núm. 15, 1965, pp. 168-170; y The Chiapanec. History and Culture, 1966, pp. 11-12. 5 E. Berlín, op. cit., 1958. p. 31.

62

LOS ENREDOS DE REMESAL

La conquista del Soconusco ...Corrió Pedro de Alvarado con su ejército toda la tierra como un rayo, sujetando la mayor parte de ella por sus armas, y lo demás por miedo, que en todos causó muy grande el estrago que hizo en Soconusco, como se echa de ver en las ruinas que se muestran a la entrada de esta provincia, en la parte que se llama El Sacrificadero, cerca de Tonalá, en donde son ahora las estancias del capitán Miguel de Ortega, y en otras partes [1,2:1]. He aquí, en una sola frase, todo lo que Remesal tenía que decir sobre la conquista, no sólo del Soconusco, sino incluso de Guatemala. Es verdaderamente asombrosa la parquedad de Remesal, tratándose de una campaña militar que se extendió sobre varios meses. Más aún, si se toma en cuenta que los acontecimientos bélicos en los Altos de Guatemala se conocían en detalle gracias a la carta de relación, escrita por el propio Alvarado desde Utatlán, el 11 de abril de 1524, y publicada el año siguiente en Toledo. 6 A la luz de esta evidencia, la expresión de que el Adelantado "corrió toda la tierra como un rayo" es una grotesca simplificación. También es incorrecta la afirmación, contenida en el título del párrafo, "Sujetó Pedro de Alvarado con mucha brevedad las provincias de Guatemala", no sólo por lo falso de la "mucha brevedad", sino porque el Soconusco entonces no formaba parte de "las provincias de Guatemala". Todos estos arreglos tal vez se explican por encontrar Remesal una igual falta de interés

6 Se trata de la edición de dos cartas de relación de Alvarado, la primera escrita desde Utatlán, el 11 de abril de 1524, y la segunda escrita desde Santiago de los Caballeros, el 28 de julio de 1524, junto con la cuarta carta de relación escrita por Hernán Cortés y la carta de relación escrita por Diego de Godoy. Las publicó Gaspar de Ávila en Toledo, 1525, bajo el titulo: La quarta relación que Fernando Cortes, gobernador y capitán general por su majestad en la nueva España del mar océano embio al muy alto y muy potentissimo invictissimo señor don Carlos emperador semper angusto y rey de España nuestro señor, en la qual están otras cartas rrelaciones que los capitanes Pedro de alvarado y Diego godoy embiaron al dicho capitán Fernando Cortes.

63

LOS ENREDOS DE REMESAL

en su fuente, Herrera. Sin embargo, existe poca semejanza entre los dos textos. Remesal obviamente prefirió hacer su propia interpretación de los acontecimientos. En su versión, Álvarado sometió a los soconusquenses "por las armas" y lo hizo con tanto "estrago", que más adelante, es decir en Guatemala, los indígenas se rindieron "por miedo". Como prueba del daño causado, Remesal presenta la existencia de unas ruinas cerca de Tonalá. Él mismo las vio probablemente, cuando en 1617 viajó de Chiapa a Tehuantepec. Por lo menos así lo sugiere por las indicaciones tan detalladas que da sobre la localización de las mismas. Ahora bien, ¿qué exactamente vio nuestro cronista? Sin duda lo mismo que puede contemplar aún hoy el turista que visita los alrededores de Tonalá: los restos de un centro ceremonial prehispánico. No hay ningún indicio de que aquel lugar estuviera todavía ocupado cuando los españoles llegaron en 1524. Investigaciones arqueológicas recientes indican más bien lo contrario. Según ellas, los vestigios provienen de una ciudad que floreció desde el preclásico temprano hasta el clásico tardío, es decir desde los años 1500 a.C. hasta los años 900 d.C. Después decayó y fue abandonada.7 Remesal, viendo las ruinas en 1617, dedujo arbitrariamente que éstas hubieran sido el resultado del paso devastador de las tropas de Álvarado. En realidad la destrucción ocurrió muchos siglos antes, debido al abandono de la gente y el desgaste que ocasiona el tiempo. Sin el argumento de los edificios destruidos, la afirmación remesaliana sobre una batalla sangrienta entre españoles y soconusquenses pierde gran parte de su credibilidad. ¿Hubo realmente un enfrentamiento armado en el Soconusco, a principios de 1524? El primero en saberlo era Pedro de Álvarado mismo. Desafortunadamente, se 7 Para una descripción del sitio y una discusión sobre su importancia, véase E. Ferdon, Tonala, México. An Archaeological Survey, 1953. Sobre la fecha aproximada de su abandono, véase ibidem, p. 113: "The Abandonment of Tonala Appears to Have Occurred Soon After the Beginning of the Late Classic Period".

64

LOS ENREDOS DE REMESAL

perdió la carta de relación que aquél escribió a Hernán Cortés sobre su marcha desde Tehuantepec hasta la frontera con Guatemala. También se extravió la crónica que sobre la expedición redactó Gonzalo de Alvarado, pariente del Adelantado y testigo ocular de lo ocurrido. 8 Queda la opinión de dos personajes importantes que, si no presenciaron los hechos, por lo menos estuvieron involucrados en ellos o pasaron por la región inmediatamente después: Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo. Ahora bien, el primero, en su carta de relación, escrita posteriormente al rey, no menciona ninguna batalla. Al contrario, deja entrever que los habitantes del Soconusco en 1524 no ofrecieron ninguna resistencia, por la sencilla razón de que desde hacía varios años se consideraban como aliados de los españoles. Precisamente por esa amistad habían sufrido en 1523 represalias de los quichés,cakchiqueles y chapanecas.9 En cuanto a Bernal Díaz, quien viajó por el camino de la costa en 1525, este cronista afirma textualmente que, en el año anterior, su habitantes "le recibieron [a Alvarado] de paz y [se] le dieron por vasallos de Su Majestad". 10 ¿Cuál de los informantes merece más crédito: Bernal Díaz, quien estuvo en el lugar de los hechos, un año después de que éstos ocurrieron; o Remesal, quien pasó de largo, casi un siglo después? Obviamente el primero. Es probable, pues, que Alvarado, además de no "correr como un rayo" por el Soconusco, tampoco haya sometido a sus habitantes "con las armas", y menos aún provocado "las ruinas que se muestran a la entrada de la provincia". 8 Sabemos de la existencia de tal crónica, gracias a Bernal Díaz, op. cit, capitulo 165,1966, p. 383. "Hemos hecho relación de la conquista y pacificación de Guatemala y sus provincias, y más cumplidamente lo dice en una historia que de ello tiene hecha un vecino de Guatemala, deudo de los Alvarados, que se dice Gonzalo de Alvarado, lo que verán más por extenso..." 9 H. Cortés, "Cuarta carta de relación", Tenuxtitlan, 15 de octubre de 1524: "He sido informado de ciertos españoles que yo tengo en la provincia de Soconusco, como aquestas ciudades (de Utatlán y Guatemala) y otra que se dice de Chispa, que está cerca de ellas, no tienen aquella voluntad que primero mostraron y ofrecieron; antes diz que hacen daño en aquellos pueblos de Soconusco, porque son nuestros amigos". Cartas de relación, 1963, p. 155. 10 B. Díaz, op. cit., capitulo 166, 1966, p. 380.

65

LOS ENREDOS DE REMESAL

Remesal cayó en estos tres errores por su afán de parecer más enterado y documentado que su fuente, Herrera. Este se había limitado a formular unas cuantas vaguedades, sin precisar ni siquiera si éstas se referían a Tehuantepec o al Soconusco. Había resumido la actuación de Alvarado en esta breve frase: "Allanó muchos pueblos con blandura y otros con rigor, y algunos que estuvieron más duros, sin querer oír los requerimientos, dio por esclavos."" Frase que no decía nada concreto, si no fuera el hecho de que su autor copió burdamente la información proporcionada por Francisco López de Gomara en su Crónica de la conquista de Nueva España, publicada en 1552: "Fue por Tecoantepec a Xochnosco, para allanar ciertos pueblos que se habían rebelado. Castigó muchos rebeldes, dándoles por esclavos, después de haberlos muy bien requerido y aconsejado." 12

La conquista de Chiapa ...Vinieron antiguamente de la Provincia de Nicaragua unas gentes que, cansadas de andar y de las descomodidades que la peregrinación trae consigo, se quedaron en tierra de Chiapa y poblaron en un peñol áspero, orillas de un río grande que pasa por medio de ella, y fortificáronse allí [...]. El río donde pusieron su vivienda es peña tajada, alta, y con dificultosas entradas [V,13:1],

En esta segunda afirmación, Remesal sigue a Herrera de cerca, por lo menos en la parte esencial de la misma; el origen nicaragüense de los chiapanecas y el asiento prehispánico de su ciudad fortificada en la cima de una peña dentro del cañón del Sumidero. Omite un elemento: la precisión topográfica dada por Herrera, quien sitúa la antigua

11

A. Herrera, op. cit., década III, libro V, capitulo VIII. Véase p. 35. F. López de Gomara, "Crónica de la conquista de Nueva España", en Historiadores primitivos de Indias, Madrid, t. XXII, 1946, p. 399. 12

66

i

LOS ENREDOS DE REMESAL

cabecera a "una legua más abajo a donde ahora están", y añade dos: una consideración sobre la larga duración y la incomodidad de la migración chiapaneca, y un dato geográfico sobre el río en cuya orilla estaba edificada la fortaleza, ya que habla de "un río grande que pasa por medio de ella", es decir de la "tierra de Chiapa". La omisión fue hecha a propósito, para poder utilizar la indicación topográfica más tarde, cuando tocara comentar la fundación del pueblo colonial de Chiapa de los Indios "una legua del sitio que tenía antes" (véase afirmación 15). En cuanto a las dos añadiduras, la primera no es más que una consideración subjetiva de Remesal, puesta allí para embellecer el relato, pero no aporta nada nuevo; y la segunda probablemente fue copiada del texto de la Real Provisión de 1535, por la cual Carlos V otorgó a la villa de San Cristóbal de los Llanos un blasón de armas, y que Remesal cita ¡n extenso más adelante. 13 Esta real merced fue dada a raíz de una "relación" hecha ante el Consejo de Indias por el procurador de la villa, Juan Méndez de Sotomayor, sobre una campaña militar efectuada por los vecinos españoles contra los chiapanecas. En ella se mencionó que "los indios se recogieron a una sierra que está cerca de la dicha villa, por medio de la cual pasa un río muy caudaloso que se dice el río de Chiapa".14 Vale anotar que la expresión "por medio de" en el texto de la real merced se refiere a la sierra que el río cortaba en dos, es decir al cañón del Sumidero; pero copiada por Remesal fuera de 13 Remesal, op. cit., V-XV-V, 1964, pp. 385-386. Remesal sin duda leyó el texto en el primer libro de cabildo de Ciudad Real durante su breve visita en 1616. En la transcripción saltó un renglón entero, de manera que su versión quedó incompleta, y por consecuencia incomprensible. El renglón que falta tiene que ver con la descripción de la segunda rebelión de los chiapanecas y la entrada que entonces hicieron los españoles: "y que para ello bajaban donde lo más alto de la dicha peña". Para el texto completo, véase el traslado del documento en el registro de reales cédulas de la Audiencia de Guatemala, en el Archivo General de Indias, libro I, folio 123 (AGÍ, Guatemala, 393-1), y su reproducción fotográfica en Jan De Vos, La batalla del Sumidero, 1985, entre páginas 128 y 129, o el traslado hecho en 1740 del primer libro de cabildo de Ciudad Real, el cual se conserva en la Biblioteca Manuel Orozco y Berra, México, D. F., Archivo de Chiapas, 1.1, documento 1, y su publicación en Jan De Vos, op. cit., 1985, pp. 129-131. 14 Remesal, op. cit., V-XV-V, 1964, p. 385.

67

LOS ENREDOS DE REMESAL

ese contexto, pierde su sentido original y adecuado, para indicar que se trata de un río que pasaba por medio de la provincia de Chiapan. He aquí el primer error cometido por Remesal por no leer con suficiente atención la fuente que utilizó. Por lo que toca al origen nicaragüense de los chiapanecas, Herrera es el primer cronista en mencionarlo. Probablemente encontró el dato en algún documento relacionado con el litigio que los chiapanecas abrieron en 1571 ante la Audiencia de Guatemala contra sus vecinos los zinacantecos. Los puntos de discordia eran el control sobre las minas de sal cerca de Ixtapa y la posesión de las milpas colindantes. De este pleito se han conservado las demandas de las dos partes adversarias. 15 Según los zinacantecos, los chiapanecas no tenían derecho sobre las salinas y sementeras, ni siquiera tenían derecho a estar en la región, puesto que eran "gentes advenedizas y naturales de la provincia de Nicoya", es decir de la parte norte de Costa Rica, limítrofe con Nicaragua. En su defensa, los chiapanecas replicaron que "había más de mil años que estaban y vivían como los demás naturales en la dicha provincia de Chiapa". Con esta respuesta afirmaron lo que después los estudiosos de la etnohistoria prehispánica lograron descubrir, por medio de la glotocronología sobre todo: los chiapanecas llegaron a Chiapa probablemente en el siglo vi de nuestra era. Decimos "probablemente", ya que los investigadores aún no han pronunciado la palabra definitiva sobre el problema. En 1965, el arqueólogo Carlos Navarrete publicó una excelente síntesis del status quaestionis.™ Su conclusión — provisional, por cierto —, es que los chiapanecas vinieron del altiplano mexicano y emigraron hacia Cen15 Copia, hecha en el siglo xix, de un alegato trunco, que incorpora los antecedentes de un largo pleito entre Chiapa de los Indios y los pueblos de Zinacantán y San Felipe Ecatepec por la posesión de unos terrenos, Guatemala, 1571, AGCA, Guatemala, Al. 18-6074-54880. El documento fue publicado por C Navarrete, op. cit., 1966, pp. 99-103. Véase también un extracto del mismo en Jan De Vos, op. cit., 1985, pp. 154-157. 16 C Navarrete, op. cit., 1965, pp. 157-160; 1966, pp. 5-7.

68

MAPA 2 LA CONQUISTA DE CHIAPAS, 1527-1528

U CONQUISTA DE CHIARA I527 - I528

LOSC (Guatemala)

O

LOS ENREDOS DE REMESAL

troamérica por el corredor costeño del Soconusco. Penetraron en el valle central del río Grijalva en el curso del siglo VI, según unos desde el Soconusco, según otros desde Nicaragua al cabo de un largo rodeo. En un momento dado, sea en el Soconusco, sea en Nicaragua, se separaron de los mangues de la costa nicaragüense, sus parientes lingüísticos, ya que entre los idiomas chiapaneca y mangue existe una estrecha relación. 17 Todas estas evidencias parecen indicar que Herrera no anduvo lejos de la verdad sobre el lugar de origen de los chiapanecas y que Remesal hizo bien en seguirle la pista en ese punto. Desafortunadamente no podemos decir lo mismo acerca de la opinión que Herrera y Remesal tenían sobre el asiento de la antigua Chiapan. Una serie de reconocimientos arqueológicos, hechos por el ya mencionado Carlos Navarrete en el sitio que ahora ocupa Chiapa de Corzo, demostraron de manera contundente que la cabecera prehispánica estaba situada en el mismo lugar que el pueblo colonial y la ciudad actual, es decir en un llano abierto, a orillas del río, dos leguas y media aguas arriba del cañón del Sumidero. 18 Esta evidencia concuerda con la descripción dada por Bernal Díaz del Castillo, quien narra la batalla que los españoles libraron contra los chiapanecas en 1524. La ciudad en la que entraron los conquistadores, de ninguna manera era una fortaleza edificada "en un peñol áspero". Al contrario, era una extensa población, con "las casas y calles muy en concierto, y de más de cuatro mil vecinos [...] y en lo más poblado, donde estaban sus grandes cues y adoratorios [...], las casas tan juntas que no osábamos asentar real". 19 Otro argumento a favor de la permanencia del asiento desde la época prehispánica hasta la actualidad, es una serie de declaraciones que se hicieron al respecto en el ya mencionado pleito de 1571. Los zinacantecos afirmaron que "el antiguo asiento de los dichos chiapanecas era 17 Ibidem, 1965, p. 160; 1966, p. 7. ™lbidem, 1966, pp. 17-19. 19 B. Díaz, op. cit., cap(tulo166, 1966, p. 391.

70

LOS ENREDOS DE REMESAL

donde al presente estaban poblados y allí había sido mucho tiempo antes que los españoles viniesen conquistando [...] y en el dicho asiento les había hallado el capitán Diego de Mazariegos". 20 Los chiapanecas no negaron esa afirmación, sólo insistieron en que ese asiento definitivo había sido precedido por dos anteriores, el primero "en la punta que hacía el río de los Bobos con el río que venía de Totolapa", llamado Agaguicula; y el segundo en el lugar que ocupó después el pueblo de Acala.21 Recordaron, pues, que en su peregrinación por tierras chiapanecas vinieron del sureste, bajando poco a poco el río Grijalva. Lo interesante del caso es que los chiapanecas, en su respuesta al alegato de los zinacantecos, también aludieron a la fortaleza en el cañón del Sumidero, mencionada por Herrera y Remesal. Pero no la identifican como un antiguo asiento de población. Según ellos se trata de un refugio fortificado y ocupado temporalmente durante un intento de rebelión contra el gobierno colonial. En sus propias palabras: ...podía haber treinta y ocho años poco más o menos [es decir, alrededor de 1533], que era poco después de la venida de los españoles al descubrimiento de la dicha provincia, el dicho pueblo de Chiapa se había alzado contra los españoles y se había recogido todos en un cuerpo a un peñón que estaba abajo de dicho pueblo, dentro del río, donde habían estado cuatro años de guerra.22 A ese mismo episodio aludió la real merced de 1535, aunque en términos menos explícitos, ya que omite la fecha mencionada en el alegato de 1571. Pero están presentes las mismas expresiones de alzamiento y recogimiento, las cuales indican que se trataba de una sublevación reciente, es decir poco antes de 1535, y no de la 20 AGCA, Guatemala, Al. 18-6074-54880; cf. C. Navarrete, op. cit., 1966, p. 100 y Jan De Vos, op. cit., 1985, p. 156. 21 Ibidem. 22 Ibidem. Las cursivas son mías.

71

LOS ENREDOS DE REMESAL

resistencia inicial ofrecida por los chiapanecas en 1524. Según el texto de la real merced habiendo [los vecinos de la villa de San Cristóbal] conquistado la mayor parte de la dicha provincia, los indios naturales de ella se recogieron a una sierra que está cerca de la dicha villa, por medio de la cual pasa un río muy grande y caudaloso que se dice el Río de Chiapa, el cual entra en ciertas cuevas que hay en la dicha sierra, donde los dichos indios se recogían y hacían fuertes para su defensa, a las cuales no se puede entrar sino es por el dicho río, por ser la dicha sierra peña tajada de ambas partes [...]; y después de haber los dichos vecinos conquistadores pacificado los dichos indios y traídolos de paz, se tornaron a alzar y rebelar contra Nos y nuestra Corona Real y se hicieron fuertes en la mitad de una de las dichas peñas y que para los ofender no tenían otra entrada salvo por cima de la dicha peña.23 Haciendo resaltar las palabras subrayadas, no cabe duda de que la real merced fue la fuente que Herrera utilizó para elaborar su equivocada versión sobre el asiento de la antigua capital chiapaneca. Cometió el error de interpretar el texto consultado como un documento acerca de dos episodios de la conquista inicial de Chiapa, en 1524 y poco después, en vez de leer lo que realmente estaba escrito en él, a saber, el relato de dos intentos de rebelión, poco antes de 1535, que condujeron a los chiapanecas por dos veces al cañón del Sumidero, en donde "se recogieron e hicieron fuertes", la primera vez "en ciertas cuevas", la segunda vez "en la mitad de una de las peñas". 24 Remesal no se dio cuenta de esa equivocación. Copiando ciegamente a Herrera, cayó en la misma confusión e invitó a todos los autores posteriores a que tropezaran con él.

23

AGÍ, Guatemala, 393-1, f. 123; cf. Jan De Vos, op. cit., 1985, p. 129. Las cursivas son mías. 2 *lbidem.

72

LOS ENREDOS DE REMESAL

3. Nunca se quisieron sujetar a los Reyes de México, antes tenían continuamente guerra con sus capitanes [V,13:1]. Esta tercera afirmación de Remesal es una transcripción literal de lo escrito por Herrera, quien pobablemente se apoyó en la misma tradición que utilizó Bernal Díaz del Castillo. Este último, en el ya mencionado capítulo 166 de la Historia verdadera, asegura que los chiapanecas eran tan expertos guerreros que "jamás México los pudo señorear".25 Esta afirmación de Bernal Díaz fue retomada por el cronista dominico Francisco Ximénez cuando, en su propia Historia, calificó al pueblo chiapaneca como "la nación que nunca pudo sujetar Moctezuma".26 El testimonio de Bernal Díaz se ve reforzado por la ausencia en la Matrícula de Tributos del Códice Mendocino, del glifo de Chiapan entre los pueblos tributarios del sureste durante el reinado de Moctezuma Xocoyotzin (15021520). Sin embargo, el glifo sí aparece, junto con los de otras comunidades del Soconusco y de los Altos de Chiapas, en la lista de los pueblos conquistados durante el gobierno del emperador Ahuízotl (1486-1502).27 Este sometimiento militar también fue mencionado por Bernardino de Sahagún (1565)28y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1616-1640), este último precisando que "la conquista de la provincia de Chiapan fue muy dificul25

B. Díaz, op. cit.. capitulo 166, 1966, p. 387. F. Ximénez, op. cit., libro II, capitulo 41, 1977, p. 363. 27 "Códice Mendocino o Colección Mendoza", en Antigüedades de México basadas en la recopilación de Lord Kingsborough, 1964, vol. I, láminas 12y 13, pp. 30-31. Véase también R. Barlow, The Extent ofthe Empire oí the Culhua Mexica, 1949, p. 99, en donde se enumeran, como pueblos conquistados: Tecpatepec (Tecpatan), Chiapan (Chiapa), Tzinacantepec (Zinacantán), Huiztlan (Huixtán) y Comitlan (Comitán). El autor añade el siguiente comentario: "The reason why these towns do not appear in the Matricula as comprising a sepárate tributan/ province is debatable. They may have been depicted on some page now lost, or the Mexicans may have demandad from the towns only the right of transit." 28 B. de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, libro VIII, capitulo I: "El dicho Ahuízotl conquistó estas provincias: Tziuhcóac, Molanco, Tlapan, Chiapan, Xaltépec, Yzoatlan, Xochtlan, Amaxtlan, Mapachtépec, Xoconochco, Ayutlan, Mazatlan, Coyoacan", 1975, p. 449. 26

73

LOS ENREDOS DE REMESAL

tosa".29 Esta evidencia fue retomada por Francisco Javier Clavijero (1780), quien asimismo afirma que "los últimos reyes de México sujetaron a los chipanecas a la corona ".30 Dada esta contradicción, propongo la siguiente hipótesis: los chiapanecas en un momento dado —en 1486, según unos; en 1498, según otros—, fueron vencidos por las tropas aztecas, pero nunca pudieron ser integrados al imperio como tributarios. En este sentido es aceptable la afirmación de Herrera, de que los chiapanecas nunca se quisieron sujetar a los reyes de México, y aun la de Díaz del Castillo, de que México jamás los pudo señorear. Remesal, copiando a Herrera, no cometió aquí ni error ni enredo. No así el cronista Tomás de la Torre (1545), quien exageró desmesuradamente cuando afirma que los chiapanecas "desbarataron a Moctezuma y jamás sirvieron a nadie".31 4. Hacían guerra a las guarniciones de Cinacantlán, que eran de Mexicanos, con quien siempre tuvieron pendencias, por el odio que los cobraron, y por tenerlos en poco nunca quisieron emparentar con ellos [V,13:1]. En esta cuarta afirmación, Remesal sigue copiando a Herrera, quien aporta dos datos nuevos acerca de los chiapanecas: su continuo estado de guerra con la guarnición azteca instalada en Zinacantán, y su enemistad no menos permanente con este cacicazgo tzotzil. No existe otra fuente que mencione la presencia de un presidio militar en Zinacantán. Bernal Díaz, por ejemplo, cuando enumera las guarniciones establecidas en las fronteras del imperio 29 F. de Alva Ixtlilxóchitl, Historia chichimeca, capitulo 59: "En este año de ochenta y seis (...) el rey Nezahualpiltzintli [...] juntando sus gentes con las del rey Ahuitzotzin de México y el de Tlacopan Chimalpopocatzin, fueron sobre las provincias de Chinauhtla, Coyolapan, Hualtepec, Tlapan, Xoconochco, Xochtlan, Amaxtlan y la Tzapoteca y Mizteca baja y alta, hasta llegar a la provincia de Chiapan, cuya conquista, aunque hecharon el resto, fue muy dificultosa, mas al fin conquistaron todas las naciones referidas", Obras históricas, 1952, t. II, p. 271. 30 F. Javier Clavijero, Historia antigua de México, libro II, capitulo 14,1976, p. 62. 31 Citado por F. Ximénez, op. cit., libro II, capitulo 44, 1977, p. 378.

74

LOS ENREDOS DE REMESAL

mexicano, no incluye al pueblo tzotzil en su lista.32 El único dato medio a favor es una alusión de Alva Ixtlilxóchiti, donde este cronista dice que los generales aztecas, después de conquistar las provincias de Sonocusco y Chiapa, "dejaron gente de guarnición en las más fuertes ciudades y cabeceras de aquellas provincias". 33 Por otra parte, Zinacantán, según Tomás de la Torre, era "la cabecera de todos aquellos indios que los españoles llaman quelenes", 34 es decir de todas las comunidades de habla tzotzil. En cambio, sobre la rivalidad que existía entre chapanecas y zinacantecos, sí contamos con algunos testimonios. En primer lugar con el de Bernal Díaz, quien dice que los chiapanecas "daban guerra a sus comarcanos, que eran los de Zinacantán, y a todos los pueblos de la lengua quilena". 35 Que esta enemistad siguió persistiendo después de la conquista española, lo demuestra el ya varias veces citado pleito por las salinas de Ixtapa. No cabe duda de que los chiapanecas tenían cierto desprecio por sus vecinos mayas, pues en el alegato de 1571 declararon con evidente arrogancia que "su pueblo había sido y era el más noble y de la gente más hermosa y principal de toda la provincia". 36 5. Como otras naciones de la Nueva España voluntariamente se ofrecieron a ser vasallos del Rey de Castilla [...], hicieron lo mismo los de Chiapa en nombre y como señores de otras tres provincias que tenían sujetas por armas, que eran los Zoques, Celtales y Quelenes, todas de lenguas diferentes [V,13:1].

32

B. Díaz, op. cit., capitulo 94: "El gran Montezuma tenia muchas guarniciones y capitanías de gente de guerra en todas las provincias, que siempre estaban junto a la raya de ellos, porque una tenia en lo de Soconusco por guarda de lo de Guatemala y Chiapa, y otra tenia en lo de Guazacualco, y otra capitanía en lo de Mechoacán, y otra a la raya de Panuco, entre Tuzapán y un pueblo que le pusimos por nombre Almería, que es en la costa del Norte", 1966, p. 167. 33 Ixtlilxóchiti, op. cit., capitulo 59, 1952, p. 272. 34 F. Ximénez, op. cit., libro II, capitulo 44, 1977, p. 376. 35 B. Díaz, op. cit., capitulo 166, 1966, p. 387. 36 AGCA, Guatemala, A 1.18-6074-54880. Cf. C Navarrete, op. cit., 1966, p. 103; Jan De Vos, op. cit., 1985, p.. 157.

75

LOS ENREDOS DE REMESAL

Para su quinta afirmación, Remesal ya no siguió a Herrera, sino se apoyó en la cuarta carta de relación, escrita por Hernán Cortés el 15 de octubre de 1524, y publicada en Toledo en el año siguiente. Al dar noticia de las ciudades de Utatlán y Guatemala, el Adelantado comentó al rey que vinieron hasta cien personas de los naturales de aquellas ciudades, por mandado de los señores de ellas, ofreciéndose por vasallos y subditos de vuestra cesárea majestad [...]; después acá he sido informado de ciertos españoles que yo tengo en la provincia de Soconusco, como aquestas ciudades con sus provincias, y otra que se dice de Chiapa, que está cerca de ellas, no tienen aquella voluntad que primero mostraron y ofrecieron; antes dizque hacen daño en aquellos pueblos de Soconusco, porque son nuestros amigos.37 Varios autores modernos han leído en el comentario de Cortés más de lo que contiene. 38 De las palabras del Adelantado no se desprende que los chiapanecas también le habían enviado una embajada para expresar su sometimiento. Ni siquiera es evidente que hicieron su sumisión, al igual que los de Utatlán y Guatemala, de manera voluntaria. Menos aún se puede concluir que, además de los chiapanecas, también los cacicazgos mayas y zoques de Chiapa se ofrecieron como vasallos de la corona española. Lo único que Cortés afirma es que la ciudad de Chiapan, con su provincia —es decir, la comarca directamente controlada por ella—, imitó el ejemplo de las ciudades vecinas de Utatlán y Guatemala en rebelarse contra el dominio español y atacar a las comunidades indígenas del Soconusco, las cuales desde el principio se habían

37

H. Cortés, Cartas de relación, 1963, p. 155. Véase, por ejemplo, P. Moscoso Pastrana, México y Chiapas. Independencia y federación de la provincia chiapaneca. Bosquejo histórico, 1974, cuando afirma que "en 1522 los pueblos chiapanecos ofrecieron ser vasallos de España" (p. 14), o sea que desde entonces "casi todo Chiapas ya pertenecía a la Nueva España" (p. 15), sin citar ninguna fuente que pudiera apoyar tal afirmación. 38

76

LOS ENREDOS DE REMESAL

ofrecido como aliadas del invasor. La afirmación de Remesal sobre el vasallaje espontáneo de los chiapanecas permanecerá dudosa, hasta no encontrar documentos más explícitos. Mientras tanto, habrá que aceptar como más fidedigna la escasa información dada por Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera. Este cronista cita al cacicazgo de Chiapan, junto con los de Quechula, Zinacantán y Copanaguastla, entre las "provincias" que Gonzalo de Sandoval, en junio de 1522, repartió entre los vecinos de la recién fundada villa de Espíritu Santo.39 Agrega que en estos repartimientos quedaron incluidos "todos los Zoques" y "todos los Quelenes", 40 es decir todas las comunidades de habla zoque ytzotzil. Pero nunca afirma que estas "provincias" vinieron a someterse voluntariamente. Al contrario, admite que se alzaron desde el momento en que los encomenderos llegaron a pedirles tributo, a tal grado "que casi no quedó provincia, que todas nos se rebelaron". 41 Entre ellas cita nominatim a "la provincia de Chiapa, que estaba de guerra". 42 Precisamente para someterla por la fuerza. Cortés decidió, a fines de 1523, enviar al sureste al capitán Luis Marín con un contingente de soldados españoles e indígenas amigos. 43 Si el dato de la sumisión voluntaria de los chiapanecas no queda suficientemente comprobado, aún menos probable es la afirmación de que ellos lo hicieron "en nombre y como señores de los Zoques, Celtales y Quelenes", como asegura Remesal. No disponemos de ningún documento de la época que diga tal cosa. Tampoco parece cierto el hecho de que los chiapanecas "tenían sujetas por armas" a las tres provincias mencionadas. Si podemos 39

B. Díaz, op. cit., capitulo 160, 1966, p. 363. Ibidem. 41 Ibidem, capitulo 166, 1966, p. 386. 42 Ibidem. p. 387. 43 H. Cortés, op. cit, "Cuarta carta": "...envié un capitán con treinta de caballo y cien peones, algunos de ellos ballesteros y escopeteros, y dos tiros de artillería, con recado de munición y pólvora, los cuales partieron a 8 de diciembre de 523 años", 1963, p. 163. 40

77

LOS ENREDOS DE REMESAL

creer a Bernal Díaz, testigo presencial de la derrota sufrida por los chiapanecas en 1524, los pueblos zoques y tzotziles "mostraron todos gran contento, porque estaban mal con ellos". 44 "Estar mal" significa tener enemistad, no significa necesariamente estar subyugado. La verdad es que los chiapanecas dominaron a las comunidades en su derredor inmediato, pero no parece que lograron someter a las provincias vecinas en su totalidad. En otro lugar, ya citado, Bernal Díaz fue aún más explícito al respecto: "Los naturales de Chiapa —dice— daban guerra a sus comarcanos, que eran los de Zinacantán, y a todos los pueblos de la lengua quilena y asimismo a los pueblos que se dicen zoques." 45 Si les estaban dando guerra, obviamente no los tenían sujetados. En cuanto a los tzeltales, que Remesal incluye también entre los subditos de los chiapanecas, probablemente ni siquiera llegaron a sufrir las incursiones armadas que tanto temían sus vecinos zoques y tzotziles. Es otro invento de Remesal, sin duda provocado por un descuido suyo, cuando plagió mal una frase de Herrera, encontrada en la década IV, libro X, capítulo XI: "Divídese esta Provincia [de Chiapa] en cuatro Naciones, de lenguas diferentes, Chiapanecas, Zoques, Zeltales y Quelenes." 46 Este dato lingüístico, lo convirtió indebidamente en evidencia política, dan44

B. Díaz, op. cit., capítulo 166,1966, p. 397. Ibidem, p. 387. El comentario de Herrera refiere al Chiapa de principios del siglo XVII, es decir, después de más de medio siglo de gobierno colonial. Por la "provincia de Chiapa" entonces se entendía una entidad administrativa que estaba gobernada por un alcalde mayor con sede en Ciudad Real y comprendía varias provincias subalternas, llamadas también "partidos"; Chiapa, los Zoques, los Quelenes, los Sendales, los Llanos, el Lacandón. Estos "partidos" sin duda fueron formados por los españoles con base en las principales lenguas habladas por los indígenas de la zona: el zoque (los Zoques), el chiapaneca (Chiapa), el tzotzil (los Quelenes), el tzeltal (los Sendales y los Llanos) y el chol (el Lacandón). Los sendales incluían también a tres comunidades de habla chol; y los Llanos constituían el partido más heterogéneo, ya que al lado del tzeltal, que era el idioma de la mayoría en ese partido, se hablaba también el tzotzil, el tojolabal, el kabil, el coxoh y el mochó. Dadas estas evidencias, la división en "cuatro naciones, de lenguas diferentes" no deja de ser simplista. En realidad, hubo en la alcaldía mayor de Chiapa más de cuatro idiomas y mucho más que cuatro naciones, ya que cada pueblo de indios de alguna manera puede considerarse como "nación". 45

46

78

LOS ENREDOS DE REMESAL

do a los chiapanecas la supremacía sobre el resto de la población. Es otro error más en la cuenta de Remesal como plagiador apresurado y distraído. 6. También imitaron a los demás en rebelarse, viendo a los Españoles ocupados en otros ejercicios que no eran de guerra. Esto fue el año de 1524 [V,13:1]. De nuevo, Remesal hace aquí una afirmación sin recurrir directamente a Herrera. De nuevo, parece haber utilizado como fuente la cuarta carta de relación de Hernán Cortés. Ya citamos arriba el dato en que se apoya: "no tienen aquella voluntad que primero mostraron y ofrecieron". 47 Remesal pone esa rebelión en 1524, obviamente por basarse en la fecha en que fue escrita la carta, el 15 de octubre de 1524. Sin embargo, Cortés, hacia el final de su informe, indica claramente que los chiapanecas se rebelaron antes de 1524, puesto que habla de un contingente de 30 soldados a caballo y 100 de a pie que mandó a la villa de Espíritu Santo —la actual ciudad de Coatzacoalcos —, para que acompañaran a los vecinos de esa villa en la pacificación de los rebeldes, "los cuales [soldados] partieron a 8 de diciembre de 523 años". 48 Este dato está corroborado por los comentarios de Bernal Díaz, citados más arriba, que dejan entrever que los chiapanecas, junto con las demás comunidades encomendadas a los conquistadores de Coatzacoalcos, ya en 1522 se rebelaron contra sus amos y que estos últimos en vano trataron de pacificarlos en 1523.49 Según el mismo cronis47

Véase nota 37. Véase nota 43. 49 B. Díaz, op. cit., capítulo 166, 1966, p. 387: "Viendo el capitán Luis Marín que no podíamos pacificar aquellas provincias por mi memoradas [al principio del capitulo], antes mataban muchos de nuestros españoles, acordó ir a México a demandar a Cortés más soldados y socorros y pertrechos de guerra." Véase la cita de la cuarta carta de relación (nota 43), en donde Cortés afirma que el capitán salió de México con esta ayuda, "a 8 de diciembre de 523 años". Cf. nota 43. De allí nuestra conclusión de poner los intentos de pacificación en el curso de 1523 y el viaje de Marín a México en el otoño del mismo año. De allí también nuestra decisión de situar el levantamiento de los chiapanecas en el curso del año de 1522. 48

79

LOS ENREDOS DE REMESAL

ta, los encomenderos recibieron de Cortés el contingente de 130 soldados con la orden expresa de ir "a la provincia de Chiapa que estaba de guerra, de pacificarla y de poblar allí una villa". 50 7. Con estar a la sazón Fernando Cortés en México, con tantos disgustos como le daban el tesorero Alonso de Estrada, Rodrigo de Albornoz y el factor Gonzalo de Salazar, a quien seguía Peralmyndez Chirinos, porque entrambos eran criados del Comendador Mayor Francisco de los Cobos, no le divirtieron estos cuidados en nada de lo que convenía proveer para la conservación de lo adquirido, acudiendo a todo con resolución y presteza. Y como era avisado por momentos de cuanto pasaba en las Provincias, habiendo entendido que en la de Chiapa había alteraciones y que los naturales no obedecían, envió a pacificarla al Capitán Diego de Mazariegos [V,13:1]. Esta séptima afirmación es una copia casi literal de Herrera. En la primera parte, Remesal se equivoca, junto con aquél, en el panorama general de la situación que entonces reinaba en la capital de la Nueva España. La confusión de Remesal fue advertida ya en 1920 por Marcos Becerra en su breve ensayo: "¿Quién fue el conquistador de Chiapas?" Este autor comenta al respecto: Estaba Cortés en 1524 tan satisfecho de los dos primeros que al salir para las Hibueras, en octubre, los dejó encargados del gobierno. Los otros dos acompañaron a Cortés hasta Coatzacoalcos, de donde éste —al tener allí noticia de las divisiones que a causa de la gobernación estaban suscitando aquéllos— hizo regresar a éstos a México, con poderes para substituir a los primeros.51

50

Ibidem. M. E. Becerra, Por la ruta histórica de México. Centroamérica i las Antillas. vol. III, 1987, p. 210. 51

80

LOS ENREDOS DE REMESAL

Si de disgustos se trata, éstos se produjeron entre los cuatro funcionarios durante la larga ausencia de Cortés, de 1524 a 1526, y por parte de éste con ellos a su retorno en julio de 1526. En cuanto a la segunda parte de la afirmación, ya comentamos que Herrera no supo interpretar bien la carta de relación de Diego de Godoy e inventó así, para la provincia de Chiapas, otra conquista, además de la narrada por aquel conquistador.52 Esta segunda campaña militar nunca existió y, por supuesto, tampoco Diego de Mazariegos tuvo parte en ella. Remesal, quien siguió ciegamente a Herrera en esa confusión, cayó en el mismo error. Se efectuó, en la primavera de 1524, una sola expedición a Chiapa, la que Herrera atribuyó a Diego de Godoy pero la que, en realidad, fue obra de Luis Marín, como se supo a partir de 1632 gracias a la publicación de la Historia verdadera de Bernal Díaz del Castillo. No es el momento de entrar en detalles sobre ese primer intento de conquista de las tierras chiapanecas. Habrá que hacer un estudio comparativo minucioso de las versiones de Godoy y Díaz, además de la recopilación de la información sin duda contenida en las probanzas de méritos y servicios de varios conquistadores que participaron en aquella expedición. Por ahora basta indicar que tanto Remesal como Herrera se equivocaron en responsabilizar a Diego de Mazariegos de ella. Este hidalgo no pudo haber participado en aquella primera conquista por la sencilla razón de que, en la primavera de 1524, todavía no había puesto pie en territorio mexicano. Sabemos por una probanza de méritos y servicios, redactada en 1544 a petición de Juan de Mazariegos, hijo mayor de Diego, que éste llegó a la Nueva España en 1524 en compañía del tesorero Alonso de Estrada, primo hermano suyo.53 Gracias a otra probanza de méritos y servi52

Véase cap. I, pp. 24-25. La probanza de 1544 forma parte de una Información de Méritos y Servicios, redactada en 1607 a petición de Luis Alfonso de Mazariegos (AGÍ, Guatemala, 118). Véase el interrogatorio, pregunta 2: "Si saben, creen, vieron y oyeron decir que el dicho Diego de Mazariegos pasó de Castilla a la Nueva España en compañía del tesorero Alonso de Estrada, su primo, puede haber veinte años poco más o menos...". 53

81

LOS ENREDOS DE REMESAL

cios, redactada ésta en 1573 a petición de Luis de Mazariegos, hermano menor de Juan, sabemos además que Diego acompañó a Cortés en la malograda expedición a Honduras, de octubre de 1524 a junio de 1526.54 Este último dato está confirmado por Bernal Díaz, pues en el capítulo 177 de su Historia verdadera comenta que Hernán Cortés, cuando se acercó a la provincia campechana de Acalán, mandó a Diego de Mazariegos por delante a fin de reconocer el terreno, asignándole como compañero al propio Bernal Díaz, "diciéndole secretamente [a Mazariegos] que, porque no entendía bien las cosas de la tierra por ser nuevamente venido de Castilla, y no tenía tanta experiencia por ser nuevo en cosa de indios, que me llevase a mí [Díaz] en su compañía". 55 Con toda razón, el cronista Francisco Ximénez, con base en lo escrito por Bernal Díaz, opinó: "Conocidamente nuestro Remesal padece engaño en decir que su primera conquista [de Chiapa] la hizo Diego de Mazariegos." 56 8. Sucedióle bien a Diego de Mazariegos esta jornada, y sujetados los de Chiapa dio vuelta a México con intento de volver a poblar en aquellla Provincia para tener sujeta la tierra [V,13:1]. Esta afirmación tendría sentido si, en vez de Diego de Mazariegos, fuera Luis Marín el sujeto de la frase. En efecto, a este último, sí "sucedióle bien esta jornada [de 1524]"; Luis Marín sí supo "sujetar a los de Chiapa"; él sí "dio vuelta a México"; él sí tuvo probablemente el deseo de "volver a poblar en aquella Provincia". Todos estos datos nos constan gracias al relato de Bernal Díaz del Castillo. Pero el panorama entero se vuelve inverosímil,

54

La probanza de 1573 también forma parte del expediente del AGÍ, Guatemala, 118. Véase el interrogatorio, pregunta 8: "Si saben, que el dicho Diego de Mazariegos mi padre fue en compañía del señor Hernando Cortés en la jornada que hizo a Honduras y fue proveído por tesorero de su Majestad por el dicho Hernando Cortés...". 55 B. Díaz, op. cit., capítulo 177, 1966, p. 433. 56 F. Ximénez, op. cit., libro II, capítulo 41, 1977, p. 362.

82

i

LOS ENREDOS DE REMESAL

atribuyendo las mencionadas acciones a Diego de Mazariegos, como de hecho lo hace Remesal. Por disponer de mayor información documental que Herrera —en especial el Primer Libro de Cabildo de Ciudad Real—, Remesal sabía que la conquista definitiva de Chiapa había ocurrido a principios de 1528. Por otro lado, no se atrevió a poner en duda la versión de Herrera, según la cual Mazariegos llegó a Chiapa en 1524. Solucionó el dilema, cortando el relato de Herrera en dos partes, haciendo regresar a Mazariegos a la ciudad de México en el mismo año de 1524 e inventándole además la sujeción de los chiapanecas y la intención de volver a Chiapa para fundar una villa de españoles. Para toda esta fantasía no se encuentra por supuesto ningún apoyo en las fuentes de archivo o en las crónicas de la época.

9. Mientras se aprestaba para este efecto, se volvieron a rebelar los de Chiapa y a poner las cosas en peor estado que la primera vez. Llegó esta nueva a México al fin del año de 1526, cuando por estar en residencia don F. Cortés y ser muertos los dos jueces que se la habían de tomar, hacía oficio de Gobernador y Capitán General de la Nueva España el Tesorero Alonso de Estrada [V,13:1].

En esta novena afirmación Remesal sigue siendo víctima del arreglo fantasioso iniciado en la anterior. En 1526, Diego de Mazariegos no "se aprestaba para volver a poblar en la provincia de Chiapa". Ya sabemos que de octubre de 1524 hasta junio de 1526 don Diego estuvo ocupado en acompañar a Hernán Cortés en la expedición a Honduras. Igual de inverosímil es el dato sobre una segunda rebelión por parte de los chiapanecas en aquel entonces. Remesal lo toma prestado de Herrera, pero sacándolo de su contexto original. Según Herrera, Mazariegos, después de terminar la conquista de Chiapan, "entendiendo en el repartimiento de la tierra algunos meses con quietud y volviéndose los chiapanecas a alterar, muy presto y con su daño los volvió

83

LOS ENREDOS DE REMESAL

a pacificar".57 El origen de este comentario probablemente fue la mala lectura hecha por Herrera de la real merced de 1535. En ese documento, la corona efectivamente hizo referencia a dos rebeliones sucesivas por parte de los indios de Chiapan. Como vimos más arriba [véase afirmación 2], Herrera interpretó ese texto como si aludiera a la conquista de Chiapan, según él realizada por Mazariegos a partir de 1524. En realidad, la real merced de 1535 hablaba de una doble rebelión, ocurrida en 1532 y 1534, con las cuales Mazariegos no tuvo nada que ver, ya que para entonces ya había muerto [véase, más adelante afirmación 31]. Remesal sigue a Herrera en esa interpretación errónea, pero le pone su arreglo propio: los chiapanecas se alzaron de nuevo en 1526, durante la ausencia de Mazariegos, y la noticia de su levantamiento llegó a México afines de aquel año. Con respecto a la referencia "al final del año de 1526", Remesal comete otro error más. Se equivoca afirmando que en ese momento los dos jueces de residencia de Hernán Cortés estaban muertos y que en la ciudad de México ya gobernaba el tesorero Alonso de Estrada. En realidad, el segundo juez, licenciado Marcos de Aguilar, administró el gobierno de la Nueva España desde el 20 de julio de 1526 hasta su muerte el 28 de febrero de 1527. El licenciado Alonso de Estrada entró en funciones al día siguiente, 1 de marzo de 1527. "Al fin del año de 1526", no era Alonso de Estrada, sino Marcos de Aguilar el que "hacía oficio de Gobernador y Capitán General". Ahora bien, parece ser que ese juez de residencia, durante su permanencia en el poder, es decir de agosto de 1526 a febrero de 1527, mandó una expedición militar a la provincia de Chiapa. La fuente al respecto es, una vez más, la Historia verdadera de Bernal Díaz del Castillo. Al final del capítulo 193, éste menciona una campaña de gran envergadura lanzada por Marcos de Aguilar con el objetivo de conquistar definitivamente todo el sureste de México.

57

Herrera, op. cit., década tercera, libro V, capitulo XIV, 1725, t. II, p. 174.

84

LOS ENREDOS DE REMESAL

La cita es tan importante para la argumentación que la transcribo íntegra. En aquella sazón envió Marcos de Aguilar a poblar la provincia de Chiapa, y fue un caballero que se decía don Juan Enríquez de Guzmán, deudo muy cercano del duque de Medina Sidonia; y también envió a poblar a la provincia de Tabasco, que es el río que llaman de Grijalva, y fue por capitán un hidalgo que se decía Baltasar Osorio, natural de Sevilla; y asimismo envió a pacificar los pueblos de los zapotecas, que están en muy altas sierras, y fue por capitán un Alonso de Herrera, natural de Jerez.58 El dato ofrecido por Bernal Díaz de alguna manera está corroborado por una carta de Alonso de Estrada al rey de España, despachada desde la ciudad de México el 20 de septiembre de 1526. En ella, el tesorero real no deja lugar a duda sobre quien gobernaba entonces la Nueva España: "Quedó en el cargo de la justicia Marcos de Aguilar." Después hace un comentario sobre dos de las tres expediciones mencionadas por Bernal Díaz, la de Oaxaca y la de Tabasco. Sobre la primera dice que de aquí [es decir, Tenuchtitlan] se han despachado capitanes para la conquista de una gran provincia que se dice de Zapotecas, que casi está en medio de la tierra, más a la parte del Norte que a la del Sur, y no han sido sojuzgados, aunque se ha probado;y otro capitán que va a conquistar y poblar el río que dicen de Grijalva, que es la mar del Norte adelante, más de docientas leguas de aquí hacia el cabo de Higueras o camino de ella.59

58

B. Díaz, op. cit., capítulo 193, 1966, p. 477. Las cursivas son mías. Carta a su Majestad, en la que el tesorero real Alonso de Estrada refiere lo sucedido en la ciudad de Temixtitlan, 20 de septiembre de 1526, Colección de documentos inéditos relativos a [...] América y Oceanía, 1864-1884, t. XIII, p. 85. Las cursivas son mías. 59

85

LOS ENREDOS DE REMESAL

He subrayado algunas palabras del texto, por considerarlas particularmente reveladoras. Tomando en cuenta la fecha de redacción de la carta —el 20 de septiembre de 1526, parece que en ese momento la campaña de Oaxaca ya estaba en proceso, mientras que la de Tabasco aún estaba por iniciarse, aunque ya estaba nombrado el capitán que la llevaría a cabo. En cambio, el silencio que Estrada guarda sobre la expedición de Chiapa indicaría que ésta todavía no se había programado. Así vuelve a cobrar sentido la afirmación de Remesal con respecto a la noticia de una nueva rebelión de los chiapanecas que hubiera llegado a México "al fin del año de 1526", aunque en un contexto completamente nuevo. Si aceptamos el testimonio de Bernal Díaz sobre una expedición a Chiapa, ordenada por Marcos de Aguilar y capitaneada por Juan Enriquez de Guzmán, la tendríamos que situar en los dos primeros meses de 1527, ya que Marcos de Aguilar falleció el 27 de febrero de ese mismo año. Hubert Huwe Bancroft es el único autor moderno quien ha tomado en cuenta la información de Bernal Díaz.60 Considero que no hay razón para ponerla en duda, ya que Bernal Díaz es muy explícito al respecto. En el siguiente capítulo de su obra vuelve a insistir sobre el nombramiento de capitán que Marcos de Aguilar hizo en la persona de Juan Enriquez de Guzmán para la conquista de Chiapa. Sobre su actuación como conquistador comenta que "más robos y quejas se halló que había hecho en aquella provincia que bienes". 61 Con base en el doble testimonio de Bernal Díaz, el panorama tradicional de la conquista de Chiapa observa, pues, un cambio sustancial. Entre la campaña tentativa de Luis Marín durante la primavera de 1524 y la ocupación definitiva por Diego de Mazariegos durante la primavera de 1528, hay que situar otra expedición, efec60 H. Bancroft, History of Central America (1886), 1.1, p. 226: "For a time the Chiapanecs yielded to their fate, but the exactions and cruelties of Juan Enriquez de Guzmán, who had been appointed captain of the province by Marcos de Aguilar, drove them to desparation and during the latter part of 1526 they once more broke out ¡n rebellion." 61 B. Díaz, op. cit., capitulo 194, 1966, p. 479.

86

i

LOS ENREDOS DE REMESAL

tuada por Juan Enríquez de Guzmán durante la primavera de 1527. Desafortunadamente, aún no he podido encontrar algún documento legal que apoyara lo dicho por Bernal Díaz. Espero hallar un día la probanza de méritos y servicios del segundo conquistador de Chiapa en uno de los múltiples legajos que componen el acervo de la Audiencia de México en el Archivo General de Indias.62 Hasta la fecha sólo dispongo de dos fuentes manuscritas que aluden, si no a la actuación de Juan Enríquez, por lo menos a la intervención de Marcos de Aguilar en los asuntos de Chiapa, a finales de 1526 y a principios de 1527. Se trata de dos cédulas de encomienda otorgadas por Aguilar a dos hidalgos que habían participado en la expedición que en 1524 salió de Coatzacoalcos bajo el mando de Luis Marín. El 9 de noviembre de 1526, un tal Francisco de Marmolejo recibió cédula sobre la encomienda de Zinacantán; y el 7 de febrero de 1527, Bernal Díaz recibió los mismos derechos sobre el pueblo de Chamula. Ambos documentos figuran como piezas importantes en los expedientes que estos dos conquistadores armaron el primero en 1533,63 el segundo en 1539,64 para quejarse ante la Audiencia de México sobre el despojo de las encomiendas mencionadas. Es posible que los dos encomenderos de Coatzacoalcos en 1526-1527 quisieran poner a salvo sus derechos ante la amenaza de perderlos por la inminente campaña de Juan Enríquez de Guzmán. Era costumbre entre los conquistadores pasar por encima de los títulos de encomienda otorgados previamente y repartir nuevamente los pueblos de indios entre sus propios compañeros de armas. Bernal Díaz, cuando en su Historia

62 El fondo llamado Audiencia de México es el más voluminoso del Archivo de Indias, ya que cuenta con 3 204 legajos. No existen registros temático ni onomástico. 63 Pleito entre Francisco de Marmolejo, vecino de la villa de Espíritu Santo, y Pedro de Estrada, vecino de la villa de San Cristóbal, sobre la encomienda de Zinacantán, 1533, AGÍ. Justicia, 120-1. 64 Probanza de Méritos y Servicios de Bernal Díaz del Castillo, conquistador de Chiapa que vino con Luis Marín, 1539, AGÍ. Patronato, 55-6-2. Véase el texto impreso en B. Díaz, op. cit., apéndice, 1966, pp. 569-584.

87

LOS ENREDOS DE REMESAL

verdadera acusa a Juan Enríquez de "haber hecho más robos en aquella provincia que bienes", probablemente pensó en su propia encomienda, la de Chamula. Además de los dos documentos de archivo, existen otras dos referencias que podemos utilizar en nuestra argumentación a favor de la conquista intermedia de Juan Enríquez de Guzmán. Se trata del ya parcialmente citado comentario de Bernal Díaz en el capítulo 194 de la Historia verdadera, combinándolo con un comentario hecho por Remesal en el capítulo XVI del libro Vil de la Historia general. Ambos textos hablan de la conquista definitiva de Diego de Mazariegos en 1528, pero relacionándola, el primero con la conquista anterior de Juan Enríquez en 1527, y el segundo con la visita posterior, hecha en 1529 por el mismo Juan Enríquez en calidad de juez de residencia de Diego de Mazariegos. Bernal Díaz nos explica que Mazariegos fue enviado a Chiapa por su primo hermano Alonso de Estrada "para tomar residencia a don Juan Enríquez de Guzmán, el que había enviado por capitán Marcos de Aguilar".65 De este juicio de residencia resultó precisamente el que "más robos y quejas se halló que había hecho en aquella provincia que bienes".66 Por otro lado, Remesal, cuando comenta los cargos que Juan Enríquez hizo en 1529 contra Mazariegos, afirma que uno de ellos fue el despojo de encomiendas que el enjuiciado había hecho en detrimento de los conquistadores anteriores.67 Entre estos figuraban, en primer lugar, los vecinos de Coatzacoalcos, que desde 1522 habían repartido para sí una buena parte del territorio chiapaneco. Los dos documentos de archivo citados más arriba confirman ese cargo. Francisco de Marmolejo en su demanda declaró que "Diego de Mazariegos le quitó a Zinacantán, a pesar de tener una cédula de encomienda otorgada por Marcos de Aguilar."68 Una queja parecida fue 65

B. Díaz, op. cit., capitulo 194, 1966, p. 479. Ibidem. 67 A . Remesal, op. cit., VII-XVI-I, 1966, p. 64. 68 AGÍ. Justicia, 120-1. 66

88

i

LOS ENREDOS DE REMESAL

formulada por Bernal Díaz en el interrogatorio de la probanza de 1539: "Si saben que el capitán Mazariegos, que fue a poblar la villa de Chiapas, tomó y desposeyó por fuerza al dicho Bernal Díaz el dicho pueblo de Chamula y dos estancias, y las metió en términos de la dicha villa [pregunta 17]."69 Podemos estar seguros que el despojo operado por Mazariegos no se limitó a estos dos conquistadores de la primera hora. Sin duda muchos otros vecinos de Coatzacoalcos perdieron en 1528 sus encomiendas chiapanecas a favor de los hidalgos compañeros de don Diego. Ahora bien, resulta revelador el que Remesal incluya entre los afectados a Juan Enríquez de Guzmán, pues explica su actuación implacable como juez de residencia de Mazariegos por haber sido precisamente "uno de los agraviados y como tal procedió con tanta pasión contra él".70 Juan Enríquez sólo pudo ser "uno de los agraviados", si Mazariegos le hubiera quitado, también a él, su encomienda. Y sólo pudo haber poseído una encomienda, si participó en alguna conquista anterior a la de 1528. Esta conquista no puede haber sido la de 1524, puesto que Bernal Díaz, quien estuvo en ella, no deja lugar a dudas de que su capitán fue Luis Marín. Por otro lado, el mismo Bernal Díaz afirma que hubo otra expedición, precisamente encabezada por Juan Enríquez, durante el gobierno de Marcos de Aguilar. El comentario de Remesal, combinado con las afirmaciones de Díaz, de nuevo invita a suponer que hubo entre octubre de 1526 y febrero de 1527, un intento de conquista efectuado por Enríquez de Guzmán. Podemos concluir que el único punto en donde Remesal, en su novena afirmación, podría estar en lo cierto, es la indicación de que a finales de 1526 llegó a la ciudad de México la noticia de una rebelión por parte de los chiapanecas. En todo lo demás se equivoca. Su error más grave es el de ignorar la conquista de 1527, realizada por Juan Enríquez probablemente a raíz de los rumores que habían 69 AGÍ. Patronato, 55-6-2; B. Díaz, op. cit., apéndice, 1966, p. 576. ™ A. Remesal, op. cit., VII-XVI-I, 1966, p. 64.

89

LOS ENREDOS DE REMESAL

llegado a México unos meses antes. Cae así en una lamentable confusión, ya que todo lo relacionado con esa conquista intermedia lo atribuirá a Diego de Mazariegos, haciéndolo salir de la capital de la Nueva España a finales de 1526, cuando en realidad esta salida sucedió un año después, como veremos más adelante. De esta manera, todas las afirmaciones siguientes, del número 10 hasta el número 17, son también equivocadas, por lo menos en cuanto a sus referencias cronológicas. 10. El Tesorero Alonso de Estrada veces había tratado de la población de Chiapa. Con esta ocasión se concluyó este negocio y de nuevo se dio a Diego de Mazariegos título de capitán para sujetar y apaciguar la provincia de Chiapa y de poblador para asegurarla [V,13:1]. Para la primera parte de esta afirmación, Remesal se apoya de nuevo en Herrera. Relatando los acontecimientos de 1527, el Cronista de las Indias había comentado que "el tesorero Estrada, que gobernaba, había aconsejado [a Cortés] que enviase a hacer una población en Chiapa".71 La expresión "veces" por supuesto es añadidura de Remesal, ya que no está corroborada por ninguna fuente, como tampoco la indicación "de nuevo", que es otro invento suyo, como vimos antes. Aceptando la alternativa propuesta en el párrafo anterior, de situar un año más tarde todo lo dicho por Remesal, es correcta la afirmación suya sobre el envío de Mazariegos por Alonso de Estrada. He podido localizar el acta por la cual el tesorero real nombró a Diego de Mazariegos "por capitán y teniente de gobernador de las provincias de Chiapa y los Llanos de ella y de las otras provincias a ellas comarcanas", con el encargo adjunto de fundar una villa de españoles "en la mejor parte que le pareciera". El documento, que está fechado el 23 de noviembre de 1527, forma parte de una probanza de méritos y servicios, redactada en 1607 a petición de Luis 71

A. Herrera, op. cit., década cuarta, libro I, capitulo VI, 1725, t. II, p. 9.

90

LOS ENREDOS DE REMESAL

Alfonso de Mazariegos, bisnieto de don Diego. 72 Vale anotar que en la óptica de Estrada el territorio del actual estado de Chiapas, excluyendo el Soconusco, estaba compuesto por varias "provincias": la de Chiapan —es decir, el territorio directamente controlado por los chapanecas—, la de los Llanos —erróneamente considerada por él como parte de la anterior—, y otras comarcanas —es decir, la de los Zoques, la de los Quelenes, la de los Sendales, según los nombres por los cuales fueron conocidas posteriormente durante la época colonial. 73 11. Don Fernando Cortés estaba entonces armando para descubrir por la Mar del Sur las Islas de la Especería y dio cinco tiros de la artillería de las naos, los dos medianos y los tres pequeños [V,13:1]. Para la primera parte de esta afirmación, Remesal se apoya en Herrera, quien es el responsable de la información sobre la ayuda que Cortés brindó para la conquista de Chiapa. En cambio, la especificación del tipo de armas proporcionadas y de la identidad del destinatario es cosecha propia de Remesal. El texto de Herrera dice lo siguiente: En la Costa de la Mar del Sur, Don Hernando Cortés pensó en armar para enviar a la Especería, pues tomó luz de que se podía navegar a aquellas islas. Y hubiera acabado mucho antes, si no que habiendo aconsejado el Tesorero Estrada, que gobernaba, que enviase a hacer una población en Chiapa y otra en las Zapotecas. Y no se pudiendo hacer sin su ayuda, ocupó allí muchas armas y municiones de las que se habían de emplear en la Armada.74

72 Probanza de Méritos y Servicios de Luis Alfonso de Mazariegos, 1607 (AGÍ, Guatemala, 118). Véase el texto publicado en Jan De Vos, op. cit., 1985, pp.76-78. 73 Véase nota 46. 74 A. Herrera, op. cit., década cuarta, libro I, capitulo VI, 1725, t. II, p. 9.

91

LOS ENREDOS DE REMESAL

Este último dato está confirmado por el mismo Alonso de Estrada en la ya citada carta del 20 de septiembre de 1526, ya que, hablando de las expediciones hacia Tabasco y Oaxaca [véase afirmación 9], comenta que Cortés "aunque dejó el cargo [de capitán general] no por eso dejó de dar el artillería y munición y otras armas a los capitanes que de aquí se han despachado para la conquista".75 Ahora bien. Estrada afirma que todos estos acontecimientos tuvieron lugar cuando no él sino Marcos de Aguilar estaba en el poder. La "población de Chiapa", mencionada por Herrera, se referiría entonces, no a la conquista de Mazariegos a principios de 1528, sino a la de Juan Enríquez de Guzmán, un año antes. Y las "armas y municiones que se habían de emplear en la Armada" serían las que fueron dadas, a finales de 1526, a los capitanes Baltazar Osorio [para Tabasco], Alonso de Herrera [para Oaxaca] y Juan Enríquez de Guzmán [para Chiapa], y no a finales de 1527 para Diego de Mazariegos. Efectivamente fue a fines de 1526, y no de 1527, que Hernán Cortés "estaba armando para descubrir por la Mar del Sur las Islas de la Especería". Lo confirma Bernal Díaz en el capítulo 200 de la Historia verdadera, donde habla de cuatro navios enviados por Cortés "para las islas de los Molucos y Especería o a la China [...] por mandato de Su Majestad que se lo hubo escrito a Cortés desde la ciudad de Granada, en 22 de junio de 1526 años".76 Siempre según Bernal Díaz, la salida de la armada tuvo lugar "en el tiempo que gobernaba la Nueva España Marcos de Aguilar",77 es decir, entre el 20 de julio de 1526 y 28 de febrero de 1527 [véase afirmación 9]. Calculando algunos meses para que la real provisión del 22 de junio llegara a su destino, podemos decir que Hernán Cortés inició los preparativos

75

Véase nota 59. B. Díaz, op. cit., capítulo 200,1966, p. 499. Sobre la preparación y el envío de la armada, véase, además de la crónica de Díaz, la de López de Gomara, historiógrafo oficial de Hernán Cortés, y asimismo el estudio reciente de M. León-Portilla, Hernán Cortés y la Mar del Sur, 1985. 11 Ibidem. 76

92

LOS ENREDOS DE REMESAL

para la expedición marítima en el otoño de 1526 y que a finales de ese año "estaba armando" la flota. Es, pues, un invento de Remesal el que los tiros, llevados por Mazariegos a la conquista de Chiapa, provinieron "de la artillería de las naos", y que éstas salieron a fines de 1526 y Mazariegos un año después. Entonces, ¿dónde y cuándo consiguió Mazariegos "los cinco tiros, los dos medianos y los tres pequeños" que, según Remesal, llevó a la conquista de Chiapa? La respuesta se encuentra en dos fuentes de primera mano, las probanzas de méritos y servicios de los hijos del conquistador, redactadas en 1547 y 1573 respectivamente, y que ya tuvimos oportunidad de consultar más arriba [véase afirmación 7J. Gracias a los testimonios dados en estas dos probanzas, aprendemos que hubo una expedición militar a Oaxaca bajo el mando de Francisco de Maldonado, poco tiempo antes de que Mazariegos saliera para Chiapa. La campaña terminó en un fracaso para los españoles. Los zapotecas rebeldes mataron a varios soldados, "quitaron a Maldonado la artillería que consigo llevaba" y se hicieron fuertes en la cima de un peñón llamado Suchitepeque.78 Pocos días después, Diego de Mazariegos pasó por allí con su pequeño ejército, rumbo a Chiapa. Puso sitio al peñón, lo ganó y "sacó del poder de los rebeldes la dicha artillería, la cual llevó consigo a la [...] provincia de Chiapa".79 Uno de los testigos, Francisco Ortés de Velasco, declaró haber oído decir a Mazariegos en Ciudad Real: "esta artillería que veis, tomé a los indios del peñol de Suchitepeque". 80 Y otro testigo, Antonio de la Torre, precisó que se trataba de "cuatro o cinco tiros". 81 Que los tiros eran cinco, lo comprueba un acta de cabildo de la villa de San Cristóbal de los Llanos, fechada 78 Alegato de Juan de Mazariegos, 1547, pregunta 3 del interrogatorio, AGÍ. Justicia, 281-1, y probanza de Luis de Mazariegos, 1573, pregunta 10 del interrogatorio, AGÍ, Guatemala, 118. 79 lbidem. 80 Alegato de Juan de Mazariegos, 1547, respuesta a la tercera pregunta, AGÍ. Justicia, 281-1. 81 Probanza de Lu/s de Mazariegos, 1573, respuesta a la onceava pregunta, AGÍ, Guatemala, 118.

93

LOS ENREDOS DE REMESAL

el 2 de octubre de 1532, en el cual el ayuntamiento decidió mandar a Nicaragua "dos piezas de artillería de cinco que tenía", para ayudar a armar uno de los galeones que Pedro de Alvarado estaba preparando para la conquista del Perú. Conocemos el dato gracias a Remesal, quien lo recopiló durante su visita en 1616 al archivo de Ciudad Real, y lo incluyó en su Historia general?2 En esa ocasión, nuestro cronista repitió su error, ya que insiste en que "las piezas [...] eran de don Fernando Cortés [...], que teniéndolas para los navios que apercibía para el mar del Sur [...] las prestó al capitán Diego de Mazariegos".83 Y se equivocó aún más, ya que enseguida afirma que aquello ocurrió "año de 1524 [...], cuando [Cortés] le envió a conquistar la provincia de Chiapa".84 12. Con estos y otros pertrechos de guerra salió el Capitán Diego de Mazariegos de la ciudad de México, llevando en su compañía las personas siguientes, según parece por los libros del archivo de México, de donde se trasladaron su nombres, porque no se pierda la memoria de tan honrados capitanes y soldados: Luis de Mazariegos, su hijo. Pedro de Estrada, su hermano. El Capitán Baltasar Guerra. El Capitán Don Juan Enríquez de Guzmán. El Capitán Luis de Luna. El Capitán Francisco Gil. Blas de Villacastín. Hernando de Zúñiga, Maese de Campo. Francisco Ortez de Velasco, Alférez. El Padre Pedro de Castellanos. El Padre Pedro González. San Pedro de Pando. Francisco Sáenz Marroquín. Pedro de Orozco Acevedo. Juan Gómez de Sotomayor, su hijo. Diego Martín de la Zarza. Diego Holguín. Pedro de Solórzano. Juan de Orduña. Andrés de la Tobilla. Juan Méndez de Sotomayor. Hernando Lozano. Juan Muñoz de Talavera. Juan de Vera. Cristóbal de Morales. Cristóbal de Paradinas. Gonzalo Sobrino. Antonio de la Torre. Diego de Villarreal. Alonso de Aguilar, Bachiller. Diego Hernández Calvo. Bartolomé Marroquín. Diego de Villarreal. Luis Rengifo. Alonso Larios. Cristóbal 82

A. Remesal, op. cit., III-VI-IV, 1964, p. 202. Ibidem.